Научная статья на тему 'Nahuel Moreno, el despertar de la política marxista. El problema del sujeto en el capitalismo contemporáneo'

Nahuel Moreno, el despertar de la política marxista. El problema del sujeto en el capitalismo contemporáneo Текст научной статьи по специальности «История и археология»

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Sujeto / política / crisis / marxismo / Subject / politics / crisis / Marxism

Аннотация научной статьи по истории и археологии, автор научной работы — Julia Expósito

Nahuel Moreno asume el problema de la crisis del marxismo desde una perspectiva histórica, teórica y política en el intento de descubrir su sentido y su alcance. Desde esta perspectiva general, dirá que el primer punto que habrá que cuestiona será la concepción de la historia a partir de un sentido prefijado y determinado que conduciría inevitablemente hacia una sociedad futura socialista. Por otro lado, la crisis del marxismo que se exhibe tanto en términos teóricos como políticos, como resultado de un balance negativo de las experiencias de los socialismos realmente existentes y de las transformaciones del sistema capitalista a nivel global. Esta última cuestión lo conduce a preguntarse por la potencialidad actual o por el fracaso de la dialéctica en tanto un modo específico de comprender las lógicas del capitalismo y los procesos de resistencias. La potencialidad que encuentra Moreno en la dialéctica radicará en que permite comprender la multiplicidad de lo social como una totalidad en permanente movimiento de interrelaciones complejas y sobredeterminadas. En este sentido, lo constante en los procesos sociales son las totalizaciones y sus movimientos permanentes. Las partes o elementos de la totalidad (capitalista en este caso) se desarrollan desigualmente, se combinan, se contradicen, se niegan, se transforman, se sobredeterminan de modos particular según las regiones y las diferentes temporalidades socio-políticas. Moreno pondrá la mira en las mutaciones neoliberales que se dan en la región latinoamericana a partir de la década de los 70. Desde allí, apuesta por un despertar de la política revolucionaria como última instancia de la posibilidad socialista. De este modo, en el presente trabajo pretendemos indagar sobre la caracterización que realiza respecto a la etapa neoliberal. A la vez, que analizar el modo en que abordada la política en vinculación con la estructura social y las subjetividades y en cómo deviene aquella, en el problema central por el cual se definirá el devenir histórico.

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Nahuel Moreno, the awakening of Marxist politics. The problem of the subject in contemporary capitalism

Nahuel Moreno assumes the problem of the crisis of Marxism from a historical, theoretical and political perspective in an attempt to discover its meaning and scope. From this general perspective, he will say that the first point that will have to be questioned will be the conception of history from a predetermined and determined sense that would inevitably lead towards a future socialist society. On the other hand, the crisis of Marxism that is exhibited both in theoretical and political terms, as a result of a negative balance of the experiences of really existing socialisms and of the transformations of the capitalist system at a global level. This last question leads him to wonder about the current potentiality or the failure of dialectics as a specific way of understanding the logic of capitalism and the processes of resistance. The potential that Moreno finds in the dialectic lies in the fact that he allows us to understand the multiplicity of the social as a totality in permanent movement of complex and overdetermined interrelations. In this sense, the constant in social processes are totalizations and their permanent movements. The parts or elements of the totality (capitalist in this case) develop unevenly, combine, contradict, deny, transform, and overdetermine themselves in particular ways according to regions and different socio-political temporalities. Moreno will set his sights on the neoliberal mutations that occurred in the Latin American region from the 70's. From there, he committed to an awakening of revolutionary politics as the last instance of the socialist possibility. In this way, in the present work we intend to inquire about the characterization that he makes regarding the neoliberal stage. At the same time, to analyze the way in which politics is approached in connection with the social structure and subjectivities and how it becomes the central problem by which the historical evolution will be defined.

Текст научной работы на тему «Nahuel Moreno, el despertar de la política marxista. El problema del sujeto en el capitalismo contemporáneo»

51, mayo 2022: 1-11

Nahuel Moreno, el despertar de la política marxista. El problema del sujeto en el

capitalismo contemporáneo.

Nahuel Moreno, the awakening of Marxist politics. The problem of the subject in

contemporary capitalism.

Julia Expósito*

Resumen: Nahuel Moreno asume el problema de la crisis del marxismo desde una perspectiva histórica, teórica y política en el intento de descubrir su sentido y su alcance. Desde esta perspectiva general, dirá que el primer punto que habrá que cuestiona será la concepción de la historia a partir de un sentido prefijado y determinado que conduciría inevitablemente hacia una sociedad futura socialista. Por otro lado, la crisis del marxismo que se exhibe tanto en términos teóricos como políticos, como resultado de un balance negativo de las experiencias de los socialismos realmente existentes y de las transformaciones del sistema capitalista a nivel global. Esta última cuestión lo conduce a preguntarse por la potencialidad actual o por el fracaso de la dialéctica en tanto un modo específico de comprender las lógicas del capitalismo y los procesos de resistencias. La potencialidad que encuentra Moreno en la dialéctica radicará en que permite comprender la multiplicidad de lo social como una totalidad en permanente movimiento de interrelaciones complejas y sobredeterminadas. En este sentido, lo constante en los procesos sociales son las totalizaciones y sus movimientos permanentes. Las partes o elementos de la totalidad (capitalista en este caso) se desarrollan desigualmente, se combinan, se contradicen, se niegan, se transforman, se sobredeterminan de modos particular según las regiones y las diferentes temporalidades socio-políticas. Moreno pondrá la mira en las mutaciones neoliberales que se dan en la región latinoamericana a partir de la década de los 70. Desde allí, apuesta por un despertar de la política revolucionaria como última instancia de la posibilidad socialista. De este modo, en el presente trabajo pretendemos indagar sobre la caracterización que realiza respecto a la etapa neoliberal. A la vez, que analizar el modo en que abordada la política en vinculación con la estructura social y las subjetividades y en cómo deviene aquella, en el problema central por el cual se definirá el devenir histórico.

Palabras claves: Sujeto, política, crisis, marxismo

Abstract: Nahuel Moreno assumes the problem of the crisis of Marxism from a historical, theoretical and political perspective in an attempt to discover its meaning and scope. From this general perspective, he will say that the first point that will have to be questioned will be the conception of history from a predetermined and determined sense that would inevitably lead towards a future socialist society. On the other hand, the crisis of Marxism that is exhibited both in theoretical and political terms, as a result of a negative balance of the experiences of really existing socialisms and of the transformations of the capitalist system at a global level. This last question leads him to wonder about the current potentiality or the failure of dialectics as a specific way of understanding the logic of capitalism and the processes of resistance. The potential that Moreno finds in the dialectic lies in the fact that he allows us to understand the multiplicity of the social as a totality in permanent movement of complex and overdetermined interrelations. In this sense, the constant in social processes are totalizations and their permanent movements. The parts or elements of the totality (capitalist in this case) develop unevenly, combine, contradict, deny, transform, and overdetermine themselves in particular ways according to regions and different socio-political

Doctora en Ciencias Sociales, UBA. Magíster en Estudios Culturales, UNR. Licenciada en Ciencia Política, UNR. Docente investigadora de la Facultad de Ciencia Política y RR.II, UNR. Activista Feminista marxista.

51, mayo 2022: 1-11

temporalities. Moreno will set his sights on the neoliberal mutations that occurred in the Latin American region from the 70's. From there, he committed to an awakening of revolutionary politics as the last instance of the socialist possibility. In this way, in the present work we intend to inquire about the characterization that he makes regarding the neoliberal stage. At the same time, to analyze the way in which politics is approached in connection with the social structure and subjectivities and how it becomes the central problem by which the historical evolution will be defined.

Keywords: Subject, politics, crisis, Marxism

Recibido: 7 agosto 2021 Aceptado: 13 noviembre 2021

Introducción

Nahuel Moreno1 afirma que la posibilidad del socialismo, como horizonte histórico de la época neoliberal, es resultado de un problema político. La lucha política, de este modo, asume un papel indiscutible como motor de la historia. Por lo tanto, si el devenir histórico se determina a partir de la lucha, este no es el corolario de una lógica histórica necesaria e inevitable sino el resultado contingente de las posibilidades suscitadas en un momento histórico específico. Es decir, que si la lucha es la determinante del proceder de la historia, no tiene inscripto a-priori ningún resultado. No obstante, esta lucha continúa teniendo para Moreno un contenido específico de clase. En este sentido, ubicar a la lucha política de clases como lo determinante del proceso histórico permite en el pensamiento de Moreno la distinción de dos lógicas operantes. Por un lado, el momento necesario de cada tiempo socio-histórico determinado por el contenido clasista de cada lucha. Por el otro, el momento azaroso —como él afirma—, podríamos decir contingente, del devenir social a partir de la irrupción conflictiva de la lucha política.

En este sentido, la actual crisis del marxismo supone una crisis política. Puesto que si la lucha de clases es el fenómeno determinante de la posibilidad de transformación social, la crisis política del marxismo se presenta a partir de la ausencia de una dirección política internacional organizada que luche por el advenimiento del socialismo. Moreno sentencia al respecto, que el problema no radica en la falta de lucha de las masas trabajadoras sino en la falta de una organización a nivel mundial que se plantee políticamente "la perspectiva de derrotar al imperialismo" (Moreno, 1986a:14). Moreno sostiene que la posibilidad de la organización de una nueva dirección de las masas trabajadoras a nivel mundial se abrirá al caer el stalinismo, pues éste representa un fuerte obstáculo para la resolución de la crisis del marxismo. El stalinismo se caracteriza por formar direcciones oportunistas, burocráticas y contra-revolucionarias, que operan a partir de lógicas totalitarias, que a lo largo del tiempo han generado que las masas trabajadoras del mundo occidental, pero también del oriental, mirasen con recelo las potencialidades revolucionarias del marxismo (Moreno, 1986a). De este modo, una vez que las direcciones stalinistas entren en crisis, puede darse lugar a nuevas formas de dirección que efectivamente batallen por el advenimiento mundial del socialismo.

Moreno afirma que si el marxismo es antes que nada un pensamiento de la praxis, la actual crisis de dicha tradición debe ser definida también dentro de un problema teórico. De este modo, si el stalinismo

1 Nahuel Moreno proviene de la tradición trotskista argentina y es antes que nada un dirigente abocado a la acción política marxista revolucionaria. Si bien tiene una extensa producción teórica, ésta se encuentra en constante diálogo con la práctica política y las necesidades de teorizar lo hecho o por hacer. Por tanto, es fundamental abordar sus escritos desde esta relación irresoluble entre teoría y práctica.

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trazaba las coordenadas de la crisis política del marxismo, también su concepción teórica hegemónica — el materialismo dialéctico soviético— es la responsable de una crisis teórica del marxismo. Las premisas ortodoxas y dogmáticas del stalinismo, no permiten dar cuenta de las complejidades que asumen las relaciones sociales en el capitalismo contemporáneo, a la vez que coartan la tarea internacional de la lucha revolucionaria al decretar la política del socialismo en un solo país. Así, la crisis teórica del marxismo debe resolverse recuperando las potencialidades dialécticas del pensamiento de Marx y combinarlas con nuevos aportes teóricos-categoriales no sólo de autorxs marxistas sino también de teóricxs no necesariamente marxistas. El marxismo lejos de ser un pensamiento cerrado, es una lógica siempre abierta que, para continuar dando respuestas concretas tanto en un plano político como teórico, debe ser permeable a incorporar nuevos saberes y campos de pensamiento. En definitiva, la relación entre teoría y política, en el pensamiento morenista, se articula a partir de la necesidad de la actualización permanente de la teoría marxista y de la subsistencia de su práctica política revolucionaria a través una la lucha política constante.

La apuesta teórico-política del morenismo será la de afirmar la necesidad de revisar la categoría marxista clásica de sujeto. Bajo las nuevas lógicas del capitalismo contemporáneo y como resultado de la crisis que desencadenó la hegemonía stalinista, es pertinente comprender que existen dos formas subjetivas para pensar los procesos revolucionarios, una social y otra política, más complejas de lo que afirmaba aquel marxismo. El sujeto revolucionario se constituye a partir de la relación entre estas dos formas subjetivas. La primera, el sujeto social, excede la categoría de clase obrera (tal y como la había formulado Marx). Puesto que bajo el nuevo régimen capitalista de acumulación operante desde la década de los '70, y como resultado de los desarrollos desiguales y complejos de la estructura económica latinoamericana, es fundamental comprender la multiplicidad de sectores explotados ya no solamente dentro de la clase obrera industrial. La segunda, el sujeto político, supone la organización de un partido revolucionario con influencia de masas que luche por el socialismo. La relación que asume esta doble determinación subjetiva, en un contexto globalizado y complejo como el del capitalismo neoliberal, donde se evidencia una fragmentación creciente de la estructura social, le otorga a la construcción de un sujeto político revolucionario un lugar determinante en la posibilidad del proceso revolucionario. marxista socialismo o barbarie, en trotskismo u holocausto.

De este modo, para Moreno, existirían tres elementos fundamentales para que la posibilidad de la revolución socialista sea efectiva. El primero es el sujeto social, las masas trabajadoras, determinadas por una fijación estructural compleja y fragmentada en las condiciones del capitalismo avanzado. El segundo es la irrupción singular y evanescente del fenómeno de la vanguardia. Este momento supone el quiebre de la lógica estructural y de la lógica superestructural. Pero para que la singularidad efectivamente genere un momento disruptivo más allá de lo episódico, es necesario un tercer elemento: la construcción de un partido revolucionario a nivel mundial que luche por la toma del poder.

En definitiva, la tensión entre la dislocación de la lógica estructural y su mantenimiento se convertirá en una constante en la producción teórica de Moreno. Si bien se distingue la irrupción de una temporalidad nueva, a partir de la introducción de un momento contingente entre la irrupción singular de la vanguardia y la construcción política de un partido revolucionario, este se despliega a partir de una relación dialéctica con el momento estructural de la lucha de masas, determinado por el devenir de las relaciones de producción y el desarrollo de las fuerzas productivas. A la vez que el momento político (la lucha por la hegemonía del partido revolucionario) se vuelve determinante a partir de que la contradicción entre infraestructura (desarrollo de las fuerzas productivas) y estructura social (relaciones

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de producción) ha llegado a su momento límite habilitando así la posibilidad de una coyuntura revolucionaria. Los dos motores de la historia conviven como una tensión permanente e irresoluble en el pensamiento de Moreno. Si la ley de inversión dialéctica afirma que el factor subjetivo (la lucha) es el determinante en última instancia del sentido de la historia, lo hace dicotomizando la posibilidad de una sociedad futura, entre el acontecimiento revolucionario del socialismo o el advenimiento de la barbarie de un capitalismo destructivo.

Esta doble formulación subjetiva será el resultado de realizar una nueva apuesta dialéctica que le permite a Moreno vincular de un modo heterodoxo las constituciones subjetivas con los procesos estructurales y políticos, como mostraremos más adelante. Por ahora diremos que el pensamiento de Moreno se construye a partir de una tensión irresoluble entre una acción subjetiva que no se despliega necesariamente a partir del complemento de las determinaciones materiales pero que encuentra en ellas su potencialidad. En efecto, la tensión entre una lógica estructural determinante y una lógica política también determinante se convertirá en una constante en la producción de Moreno. La consecuencia teórico-política que asume el morenismo, al permanecer en esta tensión, es la de afirmar la necesidad y al mismo tiempo la imposibilidad de romper con el sentido socialista de la historia. Esta tensión, como intentaremos desarrollar, se materializa en la recuperación y reformulación que realiza Moreno de la famosa frase

Socialismo o Barbarie ¿El advenimiento de la política trotskista?

La caracterización de la totalidad social, en las condiciones del capitalismo avanzado supone, para Moreno, condiciones históricas objetivas más que maduras para el socialismo, mostrando una invirtiendo la ley de causalidad histórica. De este modo, el momento político se transforma en el determinante en última instancia para la realización efectiva del socialismo. Dicha centralidad de lo político, es entendida como resultado de la decadencia del sistema capitalista, generada por la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción operantes. El movimiento de la totalidad social capitalista se encuentra en un momento determinante y fundamental, puesto que, o bien se logra hegemonizar la irrupción de la lucha de las masas trabajadoras y de la singularidad vanguardista en el marco de un partido revolucionario, o bien se corre el riesgo de un proceso de agudización de las crisis del sistema capitalista que será irresoluble. La vieja proposición del marxismo "socialismo o barbarie" se vuelve fundamental en el análisis del capitalismo contemporáneo:

Nuestra expresión socialismo o barbarie, parece una consigna, pero en realidad es un concepto

teórico muy profundo. Significa que la crisis capitalista no conduce inexorablemente al socialismo

sino que puede dar lugar a una nueva sociedad de clases mucho peor que el capitalismo" (Moreno,

1986a:2).

Por lo tanto, si el triunfo del socialismo no puede ser deducido necesariamente de la crisis del sistema capitalista, la barbarie adquiere —bajo las condiciones actuales del capital— un significado cualitativamente distinto al utilizado hasta aquí. Como afirma I. Mészáros, si hoy reformuláramos las palabras de Rosa Luxemburgo sería necesario agregar a el enunciado "'socialismo o barbarie' la frase 'barbarie si tenemos suerte' —en el sentido de que el exterminio de la humanidad es un elemento inherente al curso del desarrollo destructivo del capital—" (2005/2009:74). Es en este sentido que Moreno retoma la consigna. La alternativa al socialismo no significa un retroceso a la barbarie a partir de la devastación de países y civilizaciones (como se entendía en las épocas de las dos guerras

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mundiales), sino que actualmente encarna "la desaparición de la vida animal y vegetal de la tierra" (Moreno, 1986a:7). En consecuencia, en el pensamiento morenista se esconde una posibilidad real de un triunfo final del capitalismo que conduciría a la destrucción total de la humanidad. La consigna "socialismo o barbarie" adquiere entonces tintes definitorios para Moreno, transformándose en: trotskismo u holocausto. Trotskismo, porque es la única fuerza política que lucha por el socialismo a escala mundial, y que sostiene como base dos estrategias fundamentales y necesarias para la etapa: la construcción del partido revolucionario y de una dirección internacional, que luchen por la toma del poder junto a las masas trabajadoras. Holocausto, porque los colosales medios de destrucción masiva desarrollados por las fuerzas productivas en el capitalismo avanzado muestran, no sólo "el peligro de degradación de la vida debido a una guerra atómica; [sino] también existe un peligro inmediato, que se siga destruyendo la naturaleza, principalmente las fuentes de energías" (Moreno, 1980/1990:153).

De este modo, para Moreno la crisis del marxismo se enfrenta al siguiente problema: o resuelve el problema de construcción del partido y la crisis de dirección a escala mundial, o el mundo entero se encuentra destinado al holocausto de su final destrucción. El fracaso de los socialismos realmente existentes se revela entonces a partir de la crisis de dirección revolucionaria que ha generado globalmente:

Esta crisis es consecuencia de que todas las organizaciones reconocidas del movimiento obrero — sindicatos, partidos y estados— son controladas sin excepción hoy día por la burocracia y otras direcciones contrarrevolucionarias al servicio directo o indirecto del imperialismo, principalmente la burocracia stalinista de la URSS.(...) Los grandes partidos obreros, los sindicatos y los estados obreros han quedado distorsionados en la camisa de fuerza de la burocracia: todos ellos son burocráticos, ninguno revolucionario. Todas las direcciones reconocidas sirven a la contrarrevolución (Moreno, 1980/1990:9).

Es decir, la crisis de dirección es para el morenismo una crisis política que se afirma en la traición a la lucha revolucionaria por parte de las direcciones stalinista y socialdemócratas. Esta traición es el factor decisivo de la derrota histórica del marxismo. En definitiva, la no posibilidad del socialismo, es decir la posibilidad de la destrucción del mundo, es producto a la vez, de la profundización de la crisis capitalista y de la crisis de dirección a nivel mundial. El trotskismo es la única alternativa de sobrevivencia que le resta a la humanidad. De este modo, si lo inminente es la construcción de una organización internacional que detente una influencia en las masas trabajadoras, esta organización política debe estar estrictamente definida y delimitada, y su programa debe detallarse claramente.

La cuestión organizativa del partido deviene central para la actividad marxista revolucionaria, puesto que es la que fija el programa y la política que definen los objetivos, las tareas y las consignas que movilizarán a las masas trabajadoras. Es decir, para el morenismo la apuesta política del marxismo radica en comprender que la organización es la que estructura y otorga continuidad y permanencia a la movilización de la lucha de masas. Es decir, ambos ejes, la movilización de las masas y la organización, son la condición de posibilidad de la revolución: "Sin grandes luchas y movilizaciones no hay revolución. Pero sin organización tampoco la hay: las luchas se disuelven, las heroicas acciones de las masas se pierden" (Moreno, 1984b:5). Teorizar sobre la forma organizativa del partido se convierte, entonces, en una tarea central de todo partido que aspire a trastocar el estado actual de cosas.

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El problema político: La forma organizativa del partido

Moreno reconoce que el problema de la organización es muy complejo, dado que encierra en sí mismo una contradicción. Toda organización —como toda estructura— tiende a volverse conservadora, porque evita transformar lo construido. El morenismo propone una organización que se encuentre en constante reorganización respondiendo a las necesitadas de las distintas coyunturas socio-políticas. Pues, si aceptamos que la totalidad social presenta un desarrollo desigual y complejo en el capitalismo avanzado, el partido debe ser parte de este análisis y reformularse y (re)adaptarse —al igual que la teoría marxista— a las nuevas formas que surjan en el sistema capitalista. Como afirma Moreno, las condiciones y las tácticas cambian, la estrategia jamás, y la construcción del partido, como vimos, es parte de la estrategia que propone.

El partido revolucionario debe tener un carácter internacional dada la condición actual de producción y reproducción del capital. A este respecto, el análisis que realiza el morenismo radica en que si el capitalismo se ha desarrollado a escala mundial, producto de los procesos de mundialización y globalización, aquel partido que pretenda luchar por un proceso emancipatorio, también deberá hacerlo a escala mundial. No obstante, este partido internacional —que a los ojos de Moreno no puede ser otro que la IV Internacional— debe organizarse a partir de la conjugación de los distintos partidos nacionales. Estos partidos si bien tienen que respetar las dos estrategias fundamentales —la construcción del partido y la movilización de las masas para la toma del poder—, deben, a su vez, plantear su forma organizativa según la coyuntura política de sus países. Es decir, Moreno intenta articular una forma dinámica de organización que, como todo marxista materialista, la piensa en constante relación con las transformaciones sociales:

El partido socialista revolucionario es duro programáticamente y en los principios. Pero para el marxismo no hay nada rígido ni definitivo. Menos puede serlo el partido de la revolución permanente. Por eso el partido es sumamente flexible a la hora de convertir al programa y los principios en (...) tácticas, consignas y políticas concretas para incidir sobre la situación presente en la lucha de clases. Cada vez que hay un cambio en la realidad objetiva, el partido cambia sus consignas, sus políticas, sus tácticas (...) y también sus formas organizativas. Esa es la verdadera esencia de la forma socialista revolucionaria de organización: el cambio, la adaptación a la realidad de la lucha de clases y a las tareas y objetivos que se da el partido en cada etapa. Los cambios en la forma organizativa del partido son determinados por la combinación de dos factores fundamentales: la situación de la lucha de clases y la situación o grado de desarrollo del propio partido (Moreno, 198b4:8).

En este sentido, se transforma en fundamental para el pensamiento morenista el problema de la disciplina partidaria. Claro está, que la disciplina no debe perder de vista el punto estratégico: la función del partido debe ser siempre, la de intervenir en las luchas de masas, disputando su dirección y levantando las consignas adecuadas a esas luchas. La disciplina es aquello que permite mantener en pie dicho objetivo. El contenido de la disciplina morenista se basará en un esquema de jerarquía partidaria en relación a la dedicación de cada militante y a las necesidades de las tácticas asumidas. Moreno dirá, en defensa de su propuesta, que esta jerarquización es opuesta a la del Ejército. En el ejército burgués, afirma, se va subiendo de jerarquía burocráticamente y por decisión de la máxima jerarquía, el comandante en jefe. Esta forma de jerarquía no cambia, no se transforma, en consecuencia, nadie baja de jerarquía si no es por alguna acción deshonrosa. Por el contrario, en la forma organizativa del partido no hay jerarquías permanentes y estas se deciden democráticamente.

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Asimismo, la importancia de la disciplina partidaria radica en ponerle freno a un peligro típico de los partidos de izquierda que preocupa a Moreno, el sectarismo. Éste consiste en aislarse cada vez más de las masas, perdiendo de vista el objetivo del partido, y conduce a organizarse solo hacia dentro del partido. La manera de superar este peligro es apegarse a la disciplina, a las consignas y al programa. Las consignas se efectúan al realizar un análisis de la etapa de la lucha de clases. Este es un aspecto determinado en la política morenista, es decir, la elaboración teórica y la propaganda política deben estar sujetas a los problemas específicos del momento histórico concreto y el resultado del análisis de ese momento debe plasmarse en consignas políticas: "podemos decir que toda la ciencia y el arte trotskista se sintetizan en la capacidad para elaborar las consignas adecuadas en cada momento de la lucha de clases" (Moreno, 1985/1989:320).

La agitación política es para Moreno, al igual que para Trotsky, no solamente el medio de comunicar a las masas las consignas para la acción, sino que, para el partido, la agitación es también un medio de escuchar a las masas y, según los resultados, un medio para tomar una decisión práctica de elaboración de consignas. Sin embargo, de nada sirve la elaboración de consignas si el partido no se estructura bajo un programa político, que elabore la relación táctica-estrategia del momento histórico actual. Es decir, el programa debe pendular entre las estrategias a largo plazo y las tácticas a seguir para la consecución de dicha estrategia. En concreto, un programa político revolucionario que no hable de piquetes armados, insurrección de las masas, toma del poder, no puede definirse como tal, pero también 'la dirección de un partido que levante todas estas consignas, o algunas de ellas, en forma permanente para todas las etapas y momentos de la lucha de clases, merece ser internada en un asilo" (Moreno, 1985/1989:335).

Esto muestra la tensión siempre existente en el pensamiento morenista entre táctica y estrategia. El programa de transición al socialismo, adoptado por la IV Internacional, debe plantear que la política se encuentra siempre en íntima relación con el momento presente y las actuales reivindicaciones del movimiento de masas para trazar un puente entre ellas y el programa de la revolución socialista. De este modo, Moreno afirma que en una época como la presente, donde el sistema capitalista ha entrado en una decadencia irresoluble, la definición de un programa político especifico se vuelve fundamental para organizar al partido y la lucha de masas: "nuestro programa de transición (...) es la base de todo partido revolucionario contemporáneo: sin él no puede haber partido revolucionario" (Moreno, 1985/1989:379).

Para poder llevar adelante el programa de transición, se vuelve necesaria una forma organizativa que se ancle en dos pilares fundamentales: los militantes profesionalizados y el centralismo democrático. Los militantes profesionalizados son la base de sustentación del partido, ya que para la actividad revolucionaria es preciso formar militantes. Es decir, este tipo de militantes debe poder resolver los problemas políticos que plantee la situación de la lucha. A la vez que este tipo de militantes son los encargados de analizar la situación para formular las consignas precisas que responden a ella. De este modo, es tarea de estos militantes plantear las formas de organización propicias, "definir los sectores fundamentales de trabajo, orientar los ejes de la propaganda sobre la vanguardia, dar cursos de formación marxista elementales, captar para el partido y organizar convenientemente dentro del partido a los nuevos sectores que ingresan" (Moreno, 1985/1989:372). Estas tareas deben realizarse en equipo, no individualmente, porque de este modo se combinan las capacidades y experiencias desigualmente desarrolladas de quienes lo integran. Moreno está pensado en un militante full-time que tome a la actividad del partido como una profesión.

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Ahora bien, este punto nos conduce a un segundo, quizás más fundamental: el centralismo democrático. Este concepto le otorga a la vida organizativa del partido un elemento de centralización: una dirección centralizada dotada de poder ejecutivo y una estricta disciplina, junto a una vida democrática interna:

La necesidad de disciplina estricta y centralizada se debe a dos razones objetivas que nos impone la lucha de clases. La primera es que nuestro máximo objetivo partidario es dirigir o postularnos para dirigir las luchas de las masas en forma permanente hasta la toma del poder y, después, hasta la construcción del socialismo. Y esta lucha mortal sólo podemos llevarla a cabo como un ejército férreamente organizado; no nos podemos dar el lujo de ofrecerle al enemigo la menor desconcentración o falta de coordinación de nuestras fuerzas. La segunda razón es la existencia de partidos contrarrevolucionarios y aparatos burocráticos en el seno del movimiento obrero, que también forman parte del enemigo (Moreno, 1985/1989:372).

En consecuencia, la relación entre centralismo y democracia se definirá de acuerdo a la coyuntura política y al momento histórico en que se encuentre el desarrollo de la lucha de clases. De este modo, si bien en todo momento debe mantenerse la vida democrática hacia dentro del partido, la forma organizativa puede tender a la centralización si la etapa histórica lo demanda. No obstante, la democracia es la que debe establecer, a través de líneas de acción (actividades y consignas), la relación entre el sujeto político (partido revolucionario) con el sujeto social (movimiento de masas). La fórmula centralismo democrático se descompone en dos polos que, en sus límites, son antagónicos. Por lo tanto, el centralismo absoluto, significaría que la dirección partidaria tiende a tomar todas las decisiones con independencia del resto de la organización. La dirección asumiría no sólo las definiciones en el plano de la teoría, sino que también demarcaría la línea política tanto táctica como estratégica de la organización. Si esto ocurre, afirma Moreno (1985/1989), la democracia desaparece. La democracia absoluta, implicaría que todos estos problemas se resuelven a través de discusiones que sólo pueden desenvolverse en un permanente estado deliberativo de la organización toda. En este caso la dirección sería obsoleta. De este modo, la proporción entre ambos elementos no puede ser algo fijo, debe pensarse según las necesidades específicas de cada coyuntura concreta: "Nuestros partidos son una realidad viva, un proceso de construcción permanente; por eso el centralismo democrático es una fórmula algebraica. La combinación específica del elemento centralista y el democrático es diferente en cada momento" (Moreno, 1985/1989:374).

La combinación entre centralismo y democracia, sin embargo, no puede desaparecer. En este sentido, la relación pendular entre ambos obedece al grado de movilización de las masas y las vanguardias, a los aspectos socio-políticos de determinada coyuntura y a las tareas que sean definidas para cada etapa. Aquello que esta fórmula pendular pretende resguardar es el objetivo estratégico del partido: movilizar a las masas en forma permanente hasta la revolución socialista. Este objetivo se relaciona dialécticamente con la estrategia de construcción partidaria, teniendo como método el programa de transición. El partido debe, según dicho programa, formular aquellas consignas que movilicen a las masas a partir de sus necesidades y conciencia inmediata. En efecto, la construcción de cada partido nacional deber ser parte de la construcción del partido mundial: la IV Internacional.

El morenismo propone como forma organizativa, tanto para el partido nacional como para el partido mundial, el centralismo democrático. Esta forma organizativa es la disciplina obligatoria de todo partido trotskista. Moreno dará dos razones de tal obligación. En primer lugar, porque la meta de tales partidos es la de dirigir a las masas en su lucha contra el capitalismo (de ahí la necesidad de una relación

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democrática), y en segundo lugar, el partido debe luchar para conseguir una posición hegemónica en el movimiento de masas contra la burocracia stalinista y burguesa (de ahí la necesidad del centralismo). Estos son los dos motivos que refuerzan la importancia de la centralidad. Por lo tanto, si la centralización es necesaria para la construcción política dentro de los límites de las sociedades capitalistas, debe ser complementada a partir del elemento democrático. Puesto que la elaboración de una línea política democrática es la única garantía de movilización socialista de las masas, y de evitar los viejos peligros reaccionarios del stalinismo.

El equilibrio necesario entre centralismo y democracia encuentra, en el pensamiento de Moreno, la posibilidad de mantenerse a partir de la construcción de una ética revolucionaria: respetar los organismos partidarios y resolver todos los problemas y discusiones en ellos. Nuevamente, el morenismo habita la tensión entre lo determinado estructuralmente y lo indeterminado superestructuralmente, y entre la posibilidad y la imposibilidad de la política de afirmarse a partir de las determinaciones estructurales. De este modo, la forma partido, se revela inmutable, mientras que la coyuntura puede marcar distintas síntesis del juego de suma cero entre centralismo y democracia. Más allá de los vaivenes que marca el peligro de la burocratización partidaria, la ética política se sostiene bajo la consigna siempre inamovible del partido como aquel que, junto a las masas trabajadoras, encarna la única posibilidad de la tan esperada revolución mundial.

En conclusión, podríamos afirmar que el pensamiento y la práctica política morenista se articulan a partir de un momento indeterminado y contingente en un doble sentido. En primer lugar, descentrar el sentido de la historia a partir de la no posibilidad del socialismo como resultado de la profundización de la crisis capitalista, que conduciría a una destrucción planetaria (el holocausto). En segundo lugar, la contingencia se presenta como consecuencia de la lucha política por hegemonizar al movimiento de las masas trabajadoras (sujeto social) y al momento de irrupción singular de la vanguardia. No obstante, si la contingencia de la política es en esta etapa lo determinante en última instancia, lo es a partir de una determinación signada por la madurez de las condiciones objetivas (la contradicción entre desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción). A la vez que, la tesis morenista de la lucha de clase también supone una subjetividad ya demarcada estructuralmente.

Para Moreno la lucha de las masas es consecuencia de las relaciones de producción existentes, que le ha otorgado estructuralmente su condición subjetiva. La inversión de la ley de causalidad histórica, que distingue al factor subjetivo —la presencia o no de un partido revolucionario (el sujeto político)— como aquello determinante en última instancia, queda atada a una doble determinación estructural: por un lado, esta ley es resultado de un desarrollo histórico objetivo, y por el otro, el sujeto político se articula con un sujeto social revolucionario determinado estructuralmente. De este modo, la apuesta política morenista señala una fisura que habilita el campo contingente de la lucha política —la disputa hegemónica del sujeto político siempre superestructural— presuponiendo a la vez la necesidad estructural como determinante de la identidad del sujeto revolucionario (las masas trabajadoras).

A modo de cierre

La contradicción marxiana entre desarrollo de las fuerzas productivas y relaciones de producción que, para Moreno, es resultado de que el desarrollo de las fuerzas productivas avanza solamente en un sentido destructivo. La contradicción se genera a partir de que las relaciones de producción capitalistas traban un desarrollo progresivo —en su sentido afirmativo— de las fuerzas productivas, impulsando un

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desarrollo destructivo de las mismas que podría terminar con nuestro planeta. En este sentido, creemos que Moreno pierde de vista el mismo gesto dialéctico del marxismo que intenta rescatar. Es decir, entre progreso y destrucción hay una relación dialéctica, y no puede decirse que las relaciones capitalistas de producción simplemente han dejado de desarrollar las fuerzas productivas. Todo avance del conocimiento, de la tecnología, etc. al mismo tiempo que destruye, crea nuevas condiciones y posibilidades. Moreno, pierde de vista una apuesta fundamental de Marx, el capital —su desarrollo— es ilimitado. Las lógicas del capital se encuentran en un movimiento permanente y complejo, puesto que se re-adaptan, se re-crean, se re-inventan. Creemos que el pensamiento de Moreno no pudo dar cuenta de la revolución comunicacional y cognitiva que ha significado el desarrollo de las nuevas tecnologías digitales e informáticas, y es esta una de sus falencias fundamentales a la hora de considerar la actualidad de sus producciones.

Moreno tampoco prefigura de modo cierto un mundo donde la caída de los socialismos realmente existentes sea una posibilidad efectiva. Es decir, si bien Moreno analiza —en profundidad— las crisis que atraviesan las experiencias socialistas, no ve que la posibilidad de resolución de dichas crisis puede significar un triunfo global del capitalismo. Por el contrario, su apuesta fundamental es que el movimiento de masas de los países comunistas, realizarán una revolución política contra las direcciones burocráticas estalinistas, hecho que no ocurrió.

Consideramos que el pensamiento de Moreno es importante en el debate sobre la actual crisis del marxismo porque representa el intento constante de actualizar las premisas del pensamiento marxista — desde Marx, Lenin y Trotsky hasta el Che Guevara y Mandel—, en función de las transformaciones del capitalismo en cada momento concreto —fragmentaciones de la estructura social, implementación de lógicas neoliberales—, y de los procesos de lucha que cada etapa presenta —la guerrilla, las elecciones, el problema campesino y el de la clase media—. Finalmente diremos que, el morenismo intenta romper con una lectura de la historia que conduce inexorablemente al socialismo, pero este se presenta como la única salida que le resta a la humanidad para subsistir. Es decir, Moreno pretende alertarnos de que sin proceso revolucionario socialista, la humanidad está condenada el holocausto final del capitalismo. Así, el pensamiento morenista nos invita a la lucha, a luchar por el socialismo, puesto que nos dice que no hay ninguna ley científica que conduzca hacia la emancipación de los seres humanos. La lucha (socialista) es nuestra única y última alternativa para terminar con todas las formas de explotación y opresión (de clase, de género, de raza, etc.), y con la destrucción de la naturaleza en su conjunto.

Por ello, consideramos que es importante escuchar una voz como la de Moreno a la hora de teorizar sobre la crisis actual del pensamiento marxista. En un contexto en el cual las voces que hegemonizan las teorizaciones sobre la crisis de dicho discurso sostienen que la idea de revolución ha caducado (y junto con ella, la de que otro mundo es posible más allá del capitalismo); re-leer a Moreno nos sirve de alerta, de arma de lucha frente a las lógicas perversas de un capitalismo como el contemporáneo. En definitiva, si bien podríamos cuestionar su forma de construcción política partidaria como un poco vetusta y un poco en desuso, su apuesta política nos interpela como un fantasma que nos recuerda que en cada lucha emancipatoria aún se plantea la posibilidad de tomar el poder, que aún existe una posibilidad revolucionaria: "podemos triunfar, no hay ningún Dios que haya fijado que no podamos hacerlo" (Moreno y Gunder Frank, 1984:9).

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Bibliografía

MARX, Karl y Engels, Frederick, [1848] (1974), Manifiesto del partido comunista. Buenos Aires: Ediciones Pluma.

MORENO, Nahuel, (1900a), Actualización del programa de transición. Buenos Aires: Antídoto.

-(1958), Aportes a la teoría de la Revolución Permanente, Conferencia de Leeds.

-(1986a), Conversaciones con Nahuel Moreno. Buenos Aires: Antídoto.

-(1986b), Las revoluciones del siglo XX. Buenos Aires: Antídoto.

-(1989), Elpartidoy la revolución. Teoría,programaypolítica. Polémica con Ernest Mandel. Buenos Aires:

Antídoto.

-(1981), Lógica marxistay ciencias modernas. México: Editorial Xólotl.

-(1990b), Escritos sobre revolución política. Buenos Aires: Antídoto.

PALTI, Elías José, (2005), Verdades y saberes del marxismo. Reacciones de una tradición política ante su "crisis". Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

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