Научная статья на тему 'José Aricó y Oscar del Barco. Dos reflexiones críticas al eurocentrismo marxista'

José Aricó y Oscar del Barco. Dos reflexiones críticas al eurocentrismo marxista Текст научной статьи по специальности «Языкознание и литературоведение»

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Oscar del Barco / José Aricó / metafísica / razón moderna / herencia hegeliana / teoricismo / Oscar del Barco / José Aricó / Metaphysics / Modern Reason / Hegelian Legacy / Theoricism

Аннотация научной статьи по языкознанию и литературоведению, автор научной работы — Patricia González San Martín

El artículo aborda la cuestión planteada en una de las preguntas orientadoras de este dossier, a saber ¿en qué dimensión ubicaron los pensadores latinoamericanos la problemática eurocentrista del marxismo? Particularmente interesa la indagación por los niveles teóricos en que esta problemática fue identificada y procesada por dos intelectuales latinoamericanos, José Aricó y Oscar del Barco. Ambos pensadores dilucidan tal problemática en diálogo con sus contextos políticos y teóricos de enunciación, lo que les permitió configurar una sólida crítica a la perspectiva doctrinaria del marxismo.

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José Aricó and Oscar del Barco. Two critical reflections on Marxist Eurocentrism

The article addresses the question posed in one of the guiding questions of this dossier, namely, in what dimension did Latin American thinkers place the Eurocentric problem of Marxism? We consider the research of the theoretical levels in which this problem was identified and processed by two Latin American intellectuals, José Aricó and Oscar del Barco. Both elucidate this problem in dialogue with their political and theoretical contexts of enunciation, which allowed them to configure a solid critique of the doctrinal perspective of Marxism.

Текст научной работы на тему «José Aricó y Oscar del Barco. Dos reflexiones críticas al eurocentrismo marxista»

51, mayo 2022: 1-14

José Aricó y Oscar del Barco. Dos reflexiones críticas al eurocentrismo marxista

José Aricó and Oscar del Barco. Two critical reflections on Marxist Eurocentrism

Patricia González San Martín*

Resumen: El artículo aborda la cuestión planteada en una de las preguntas orientadoras de este dossier, a saber ¿en qué dimensión ubicaron los pensadores latinoamericanos la problemática eurocentrista del marxismo? Particularmente interesa la indagación por los niveles teóricos en que esta problemática fue identificada y procesada por dos intelectuales latinoamericanos, José Aricó y Oscar del Barco. Ambos pensadores dilucidan tal problemática en diálogo con sus contextos políticos y teóricos de enunciación, lo que les permitió configurar una sólida crítica a la perspectiva doctrinaria del marxismo.

Palabras claves: Oscar del Barco, José Aricó, metafísica, razón moderna, herencia hegeliana, teoricismo.

Abstract: The article addresses the question posed in one of the guiding questions of this dossier, namely, in what dimension did Latin American thinkers place the Eurocentric problem of Marxism? We consider the research of the theoretical levels in which this problem was identified and processed by two Latin American intellectuals, José Aricó and Oscar del Barco. Both elucidate this problem in dialogue with their political and theoretical contexts of enunciation, which allowed them to configure a solid critique of the doctrinal perspective of Marxism.

Keywords: Oscar del Barco, José Aricó, Metaphysics, Modern Reason, Hegelian Legacy, Theoricism.

Recibido: 7 agosto 2021 Aceptado: 13 noviembre 2021

Lo que hemos heredado será valioso, no en sí mismo, sino por obra de su permanente recreación en nuestras manos. Mucho más importante que lo que se recibe es quien lo recibe.

Arturo Andrés Roig

La crítica latinoamericana al eurocentrismo implícito en la teoría marxista será abordada desde dos ejercicios teóricos emprendidos para escrutar las causas de la crisis del marxismo en la década del '80 del siglo pasado. En la escena de la crisis, tanto José Aricó como Oscar del Barco vuelven sobre los textos de Marx y emprenden una interpelación conceptual y política dirigida a las posiciones oficiales de la izquierda argentina de fines de la década del '70 y de la década del '80 del siglo XX, en lo que puede considerarse uno de los momentos de fertilidad de la teoría crítica latinoamericana.

El artículo se estructura a partir de la siguiente hipótesis: tanto José Aricó como Oscar del Barco comparten el supuesto de que la formulación teórica del marxismo ha sido un ejercicio que no habría podido sortear la investida metafísica de la razón moderna.

Chilena, Académica Facultad de Humanidades, Universidad de Playa Ancha, Chile. Investigadora principal Proyecto de Investigación Fondecyt iniciación 11180247. Correo electrónico plgonzal@upla.cl. ORCID 0000-0002-2143-8955.

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Desde esta perspectiva, el artículo desarrollará los análisis de uno y otro pensador a partir de los cuales se establecen algunas distinciones fundamentales. En primer lugar, se diferencia entre el halo eurocéntrico posible de identificar en alguno de los textos de Marx, pero también los textos donde del pensador de Tréveris lo advierte y, en consecuencia, lo pone en cuestión. En segundo lugar, se identifican y analizan autores y textos donde se configura la oficialización de la teoría marxista y en la que queda instituido un eurocentrismo al modo de una Filosofía de la Historia. En tercer lugar, el ejercicio crítico de del Barco y Aricó para con la obra de Marx y los marxismos del siglo XX son leídos como una resignificación, en la teoría, de la advertencia marxiana del asedio fantasmagórico del fetichismo de la mercancía.

En lo que sigue, presentaré una precisión conceptual referida al adjetivo eurocentrismo; en un segundo momento del texto —y sólo de modo sumario— indicaré algunas cuestiones a considerar asociadas al sintagma marxismo latinoamericano. En un tercer momento, desarrollaré el análisis de José Aricó. El cuarto momento se concentra en las ideas de Oscar del Barco.

1. Eurocentrismo

Para empezar, me parece que no es evidente qué se dice cuando se habla del eurocentrismo de una teoría, en particular, de la formulación teórica marxiana y marxista. Entiendo el eurocentrismo como la investida del universalismo cientificista, lo que se ha expresado como la postulación del marxismo como una "filosofía de la Historia". El eurocentrismo en la teoría no sería otra cosa que el asedio fantasmagórico que la abstracción moderna le asesta a la diferencia de/en lo real. Expliquémonos.

Lo que en el siglo XX se consolidó como marxismo fue la oficialización doctrinaria de la analítica crítica desplegada por Marx en el conjunto de su obra. Efectivamente, tanto las dirigencias socialdemócratas como las comunistas, en distintos momentos del siglo —incluso antes, todavía en el siglo XIX y en vida de Marx— a través de un selectivo trabajo de edición, compusieron el cuerpo teórico de la transformación revolucionaria del capitalismo.

Uno de los textos señeros de esta composición es la edición de las Obras Escogidas de Marx y Engels preparada en 1955 por el Instituto de Marxismo-Leninismo, órgano adjunto al Comité Central del Partido Comunista de la URSS, obra aparecida en castellano a cargo de la Editorial Progreso de Moscú en 1966. Estas Obras reúnen un conjunto de textos de Marx y Engels escritos desde la década del '40 del siglo XIX. Se trata de textos diversos escritos con temporalidades muy distintas: cartas, manifiestos, artículos periodísticos, análisis histórico-políticos de eventos específicos, ensayos teóricos, a partir de los cuales la institucionalidad comunista compone un tratado científico para la transformación revolucionaria. El texto, en su presentación a la primera edición rusa, establece que Marx y Engels crearon la doctrina del socialismo, entendida como la ideología del proletariado, destinada a servirle de guía en la lucha revolucionaria; los editores entienden que, a partir del conjunto de los textos reunidos, los lectores deberían comprender cómo se aplica el método del materialismo histórico a la realidad concreta, dado que Marx habría descubierto la esencia del método que, bien aplicado, puede desentrañar las verdaderas leyes de la naturaleza y la sociedad en vistas a su transformación revolucionaria1.

1 Obras Escogidas, prefacio a la edición rusa, tomo I, Moscú, Editorial Progreso, 1966, 5-11.

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Lo interesante de advertir de este trabajo de edición-composición es la lógica que lo atraviesa: la pretensión de exponer un pensamiento continuo, sin rupturas, uniforme en lo teórico-metodológico, una teoría construida para anteceder al movimiento real justamente porque su verdad se aplica a la historia desde una razón que es, en el fondo, trans-histórica. En palabras críticas, la investida de la abstracción moderna a la teoría y la práctica revolucionaria.

Como se sabe, el Manifiesto del partido comunista es el texto donde, para muchos, se funda un marxismo eurocentrado, al modo de una analítica conceptual al servicio de un programa de acción. Sobre la base de las afirmaciones y propuestas programático-políticas del texto, la institucionalidad comunista articuló una idea de progreso histórico inexorable que, es necesario indicarlo, efectivamente se encuentra en el texto de 1848. Sin embargo, lo que la edición de las Obras Escogidas obtura es la vuelta permanente de Marx sobre estas tesis, en vista de las diferentes situaciones revolucionarias que analizó a lo largo de su vida. Volveremos sobre este punto desde los análisis de José Aricó.

El Manifiesto, en tanto texto programático, identifica y propone una línea de acción para los proletarios del mundo sobre la base de una analítica histórica que desemboca en la exposición/explicación de los procesos de cambio y transformación social movidos por el enfrentamiento de opresores y oprimidos2. En particular, la moderna sociedad burguesa aparece categorizada a partir del sintagma fuerzas productivas3, la verdadera fuerza motora del advenimiento de la modernidad, la que hace de la burguesía la primera clase revolucionaria4 y la que, por ello, modela la civilización occidental y el mundo entero a su imagen y semejanza5. El concepto de fuerzas productivas es el que les permite a los autores proyectar el ocaso del mundo burgués y el advenimiento inexorable de otro modo de producción, otra forma civilizacional, el comunismo. Así, El Manifiesto es el texto donde la legalidad de la praxis revolucionaria reposa en la legalidad de la marcha de la historia a partir de la identificación del verdadero sujeto, las fuerzas productivas y sus encarnaciones históricas. En efecto, la línea de continuidad por la que se articuló la idea de una historia universal —feudalismo-capitalismo-comunismo— supone, para este Manifiesto, un movimiento de ruptura revolucionaria que, sin embargo, permite la continuidad y el despliegue cada vez más potente y renovado del sujeto de la historia. Es así como la moderna y racionalista idea de progreso y evolución inviste la teoría crítica que el joven Marx venía ensayando en la década del '40 del siglo XIX.

El eurocentrismo presente en el texto se articula, pues, al modo de una filosofía de la historia, cuya encarnación en burgueses y proletarios supone la universalización de las clases tal y como la experiencia alemana, inglesa y francesa —no es posible siquiera decir europea— le mostraron al joven Marx. Reconocemos una operación teórica de corte hegeliano a través de la cual el joven Marx restituye la legalidad histórica: la restitución de un sujeto lógico-abstracto que luego historiza según la experiencia

2 "Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante (...) lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes. (...) Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado." Karl Marx y Federico Engels, "Manifiesto del partido comunista", op. «t., 20.

3 "La burguesía, con su dominio de clase, (...) ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas". Ibid, 24.

4 "La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente, las relaciones de producción y, con ello todas las relaciones sociales." Ibid, 22.

5 "... la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta a las más bárbaras." Ibid, 23.

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de tres países para, finalmente, universalizar al sujeto (histórico) revolucionario. Así, y como sabemos, es este núcleo lógico-histórico que sostiene el Manifiesto el argumento con el que, posteriormente, se articuló un marxismo dogmático, etapista y economicista6.

2. El marxismo latinoamericano

Raúl Fornet-Betancourt habla de un proceso de encuentro entre el pensamiento marxista y América Latina a partir del cual el corpus marxiano, así como las perspectivas que le sucedieron, entró en un proceso de interpelación por parte de sus cultores locales. Así, podemos constatar, en muchos casos, una lectura crítica efectuada por pensadores y sujetos de acción que se han dado la tarea de articular "situadamente" las tesis de la dialéctica materialista. Se ha tratado, en cada caso, de una lectura activa que trajo como consecuencia un proceso de transformación y creación teórica que se hizo evidente y urgente para los intelectuales que se comprometieron con la transformación de sus espacios sociales de actuación. Así, afirma Fornet-Betancourt, "lo que se busca no es la fidelidad al texto, sino su articulación en la tarea contextual de la liberación"7.

Cabe indicar que el trabajo crítico de estos pensadores reconoce algunos denominadores comunes que importa reconocer: en primer lugar, el cuerpo teórico abierto por Marx motivó, en América Latina, comienzos y recomienzos teóricos heterodoxos, esto es, ejercicios que han sido, a la vez, de recurrencia y de interpelación a las tesis marxianas en cuanto condición de posibilidad de pensar situadamente. Seguido de lo anterior, podemos reconocer una línea de pensamiento crítico que se enfrenta a las posiciones dogmáticas de la militancia teórica del DIAMAT y, por consiguiente, piensa que la obra de Marx es una obra teórica abierta, inacabada y que puede ser fertilizada por nuevas problematizaciones y conceptos. En tercer lugar, dada la contraposición teórica que propiciaron las perspectivas althusseriana y gramsciana del marxismo8, se abre la pregunta por lo político y los sujetos que pueden darle cuerpo a la lucha por la emancipación. En cuarto lugar, la teoría marxista en América Latina se ha desarrollado, en gran medida, fuera de la institucionalidad académico-universitaria, al alero de iniciativas editoriales, centros de estudios asociados a partidos políticos. Las cátedras universitarias han sido más bien la caja de resonancia de creaciones intelectuales originadas en otros lugares, por lo que, atendiendo a las escenas de emergencia de tales teorizaciones, constatamos que la historia de las ideas marxistas en América Latina es una historia episódica9 al modo de una emergencia de voces distintas cuyo trabajo teórico se caracteriza por su singularidad y discontinuidad con la tradición eurocentrada del marxismo.

6 Lo mismo podemos afirmar del tratamiento político trans-histórico que se le dio a la afirmación marxiana vertida en la Crítica al Programa de Gotha relativa a entender que la etapa de transición revolucionaria desde una sociedad capitalista hacia una sociedad comunista supone un período político de dictadura del proletariado. Esta afirmación, que está hecha justamente como lo que le falta por indicar y desarrollar al Programa del partido obrero alemán en la específica coyuntura política de 1875, se dice en relación con el correcto análisis que habría que hacer del principio de la libertad y la democracia que formalmente promueve cualquier Estado burgués, en relación a la condición "actual" (1875) del Estado prusiano alemán. La línea política de una dictadura del proletariado es algo que el partido obrero alemán no ha propuesto y, por lo tanto, no ha pensado y no lo ha hecho, -y esta es la crítica de Marx al Programa-, porque sus dirigentes se encuentran investidos con la idea universal de la democracia burguesa, aquella certeza incuestionada "autorizada por la política [burguesa] y vedada por la lógica [la abstracción de la lógica del valor]" Karl Marx, "Glosas marginales al Programa del Partido obrero alemán" (1875), op. «t., 26.

7 Raúl Fornet-Betancourt, 'La filosofía de la revolución y marxista" en Enrique Dussel, Eduardo Mendieta, Cramen Bohórquez, El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y "latino", Siglo XXI, México, 2011, 364.

8 Marcelo Starcenbaum, "Gramsci y Althusser en la experiencia de Pasado y Presente', Oscar Cabezas, (Comp.) Gramsci en las orillas, Ediciones La Cebra, Buenos Aires, 2015.

9 Arturo Roig, Teoríay crítica del pensamiento latinoamericano, Una Ventana, Buenos Aires, 2009.

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Entonces, lo que podemos reconocer como la regionalidad de las ideas marxistas latinoamericanas es la expresión de una crítica para con la teoría que ha entendido que la formulación de un marxismo latinoamericano no es la expresión de una anomalía en relación con su original europeo sino el gesto heterodoxo necesario para poder articular una aproximación crítica a la coyuntura siempre otra.

3. José Aricó

José María Aricó formula la pregunta por el eurocentrismo en la teoría marxiana a partir de la cuestión del desencuentro de Marx con América Latina que se escenifica a partir de la despectiva opinión que le mereció la figura de Simón Bolívar plasmada en un artículo periodístico escrito por encargo; para Aricó, este "escrito de circunstancia" es el modo en que todo un continente desaparece de la analítica crítica de Marx y, consecuentemente, el director de Pasado y presente se interroga por las causas de la indiferencia y la poca atención que Marx le prestó a América Latina cuando, por otro lado, sí le prestó atención a otros procesos revolucionarios protagonizados por naciones "atrasadas".

Como se sabe, la explicación de Aricó para este desencuentro la ubica a nivel teórico, al modo de una herencia filosófica por la que residualmente se filtran elementos histórico-filosóficos de corte hegeliano que habrían tensionado de principio a fin el ejercicio teórico marxiano. Sostenemos que vale la pena detenerse en el análisis desplegado por Aricó ya que este sería indicativo de una tensión e inacabamiento radical al interior de la teoría marxiana. Es justamente esa tensión a nivel teórico, tal como la expuso Aricó, la que consideramos un campo de fertilidad para las lecturas contemporáneas, no eurocentradas de Marx10.

Como se sabe, Marx y América Latina, aparecido originalmente en 1980, plantea una problemática compleja toda vez que interpela la orientación epistemológica de la teoría marxiana a la luz de la diferencia regional, cuestión que está motivada no por un afán filológico de marxología sino por la pregunta-intención de seguir pensando el presente histórico-político de América Latina, sus recientes proceso de derrota política a la luz de lo que empieza a considerarse una teoría fenecida, el marxismo. En ese sentido, Marx y América Latina compone una reflexión crítica para con la teoría marxiana y marxista que atraviesa por una crisis11. Entonces, el análisis de Aricó permite alumbrar qué es lo que realmente está en crisis en la teoría marxista: lo que ha entrado en una crisis irreversible es la concepción de esta teoría como un sistema acabado, sin fisuras ni aporías. La obra de Aricó se adentra en otro Marx, aquel que se contradice, que duda, que se interpela teórica y metodológicamente y que, finalmente, problematiza un asunto fundamental para pensar la posibilidad de la revolución: la identificación a priori del sujeto revolucionario tal como quedó establecida en el Manifiesto, según Aricó, giro copernicano desarrollado por Marx.

Me parece importante destacar que Marx y América Latina asume dos problemáticas estratégicas para la formulación de lo que se ha dado en llamar un marxismo latinoamericano: por un lado, el texto

10 En ese sentido, considero relevante la publicación en castellano del texto de Marcello Musto, KarlMarx 1881-1883. El último viaje del moro, Siglo XXI, México, 2020.

11 Remito aquí a los análisis de Martín Cortés sobre la discusión de las causas de la crisis del marxismo vertidos en su artículo "Contactos y diferencias: la crisis del marxismo en América Latina y Europa" Cuadernos americanos, 148:2, abril-junio de 2014, CIALC-UNAM, México. En particular, sobre la obra de Aricó, remito al texto del mismo autor Un nuevo marxismo para América Latina, José Aricó: traductor, editor, intelectual, Siglo XXI, Buenos Aires, 2015.

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enfrenta el problema de cómo y por qué América Latina desaparece de los análisis de Marx, o porqué sólo aparece bajo la figura de Simón Bolívar. Por otro lado, y esto es lo que me interesa enfatizar en este escrito, Aricó asume un estudio de la obra de Marx a partir de lo que Horacio Crespo llamó una lectura contextual, a partir de la revisión de artículos periodísticos y textos considerados coyunturales — textos sobre las sociedades coloniales y las luchas nacionales de independencia de las "naciones atrasadas"12— a partir de los cuales Aricó entrelaza textos que "se alumbran"13 mutuamente y permiten vislumbrar el modo en que Marx intenta pensar las mutaciones, a nivel mundial, del modo de producción capitalista, luego de la derrota de las revoluciones de 1848-1850. Me parece que Aricó opera una ampliación metodológica a partir de la cual enfrenta un tópico problemático para lo que ha sido el desarrollo teórico del marxismo, a saber, la relación teórica de Marx con Hegel. Lo que destaco del análisis de Aricó es que esta relación no se enfrenta desde una perspectiva idealista, como si sólo se tratara de una relación teórica pura; por el contrario, el pensador cordobés va mostrando, en el conjunto de textos considerados menores, cómo mutan las perspectivas analíticas respecto del esquema teórico prefijado en el Manifiesto y que impacta la consideración de lo político-revolucionario, la identificación/configuración del sujeto que lo actualice pensado en cierta autonomía relativa al movimiento de subsunción del capital. Es interesante advertir, a través del análisis de Aricó, cómo Marx descentra su análisis del "cosmos burgués" —a partir de su configuración de clase en Inglaterra y Alemania— para desplazarse hacia el fenómeno del colonialismo y el desarrollo desigual del mercado mundial, fenómeno que también sería indicativo del ascenso del mundo burgués en un territorio mucho mayor que desborda su configuración europea14.

En ese sentido el texto de Aricó es fundamental para cuestionar el supuesto europeísmo de Marx y situar sus análisis —con sus sesgos y soslayos para el caso de América Latina— en un registro teórico distinto porque Marx ha desplazado y complejizado la mirada a partir de la articulación de la categoría "mercado mundial" y la consecuente no uniformidad y desigualdad de las relaciones económicas entre la metrópolis y las periferias colonizadas, cuestión que le hace ver cómo las relaciones sociales del capitalismo periférico estarían determinando el desarrollo del capitalismo en la región central lo que, evidentemente, pone en foco el problema de la política.

En 1867 cuando Marx estudia la situación irlandesa, para Aricó, se produce una inversión radical de lo que había sido, hasta 1850, el orden categorial marxiano respecto de la ruptura revolucionaria y el sujeto que la protagoniza: pensar de nuevo la relación entre las luchas nacionales de independencia a propósito de los estudios sobre Irlanda y su relación e incidencia en la posibilidad de la revolución obrera en

12 Aricó se aleja de la consideración oficial de la teoría marxiana respecto a que estos textos sólo obedecieron a las necesidades de subsistencia de Marx, meros escritos de circunstancia; por el contrario para Aricó, estos textos "estaban vinculados, por la época en que fueron escritos y por la problemática que abordaban, a etapas decisivas en la elaboración teórica de la obra teórica fundamental de Marx, El capital, pero además a experiencias políticas muy importantes como fue, por ejemplo, la Primera Internacional". José Aricó, Marx y América Latina, FCE, Buenos Aires, 2010, 100.

13 Horacio Crespo, "El marxismo latinoamericano de Aricó. La búsqueda de la autonomía de lo político en la falla de Marx' en Marxy América Latina, FCE, México, 2010, 21.

14 Aricó cita una carta de Marx a Engels fechada en octubre de 1858, en la que plantea la dificultad a pensar. "Lo difícil para nosotros es esto: en el continente la revolución es inminente y asumirá de inmediato un carácter socialista ¿No estará destinada a ser aplastada en este pequeño rincón, teniendo en cuenta que en un territorio mucho mayor el movimiento de la sociedad burguesa está todavía en ascenso?' Karl Marx, carta dirigida a Engels, citada por Aricó, op. «t.,102 (nota núm. 3).

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Inglaterra, "un verdadero viraje en el pensamiento de Marx"15, que abrió la mirada hacia las sociedades no europeas.

Desde fines de la década del sesenta en adelante, Marx ya no abandonó su tesis de que el desarrollo desigual de la acumulación capitalista desplazaba el centro de la revolución de los países de la Europa occidental hacia los países dependientes y coloniales. Es por ello que estudia cada vez con mayor apasionamiento los procesos de proletarización que se operan en la India, Turquía, Europa oriental y, finalmente, Rusia16.

En este contexto de análisis geopolítico y de desarrollo de categorías y perspectivas nuevas desplegadas por Marx, Aricó se pregunta por las razones de la ceguera de Marx para con el proceso independentista latinoamericano. La respuesta de Aricó me parece indicativa de lo que he denominado al inicio de este escrito como el asedio fantasmagórico de fetichismo de la abstracción burguesa y que, para el caso de Marx, según el análisis de Aricó, tiene que ver con la "dificultad para abandonar por completo la herencia filosófica hegeliana"17. El punto de Aricó es que cuando Marx habla del proceso independentista latinoamericano a través de la figura de Simón Bolívar —es bueno tener en cuenta que el texto sobre Bolívar está escrito y publicado en 1857—, lo hace en un momento de construcción teórica donde la concepción universal de la historia articulada por Hegel aparece residualmente en la analítica de la configuración de capitalismo como mercado mundial. Evidentemente que Marx entiende que la configuración universal de la historia no está movida por la Idea o espíritu absoluto, sino por el empuje de subsunción del capitalismo en términos económicos y sociales, esto es, que la noción de progreso y desarrollo histórico es vista desde una perspectiva material. Esto significa, para Aricó, que Marx ve el asunto de las luchas nacionales —sobre todo los procesos independentistas de las "naciones atrasadas"— en relación con la modificación radical o no de la constitución social de los que pretenden ser Estado-nación independientes, lo que supone dos cosas: pensar desde la hipótesis del progreso social a partir del reconocimiento del carácter revolucionario del cosmos burgués y, también, la constitución y rol de la otra clase, el proletariado, lo que Aricó llamó el reconocimiento de la universalidad del proletariado18. Aun cuando Marx abandonó la noción universal y homogénea del sujeto revolucionario, es decir, desarrolló, "presupuestos teóricos y políticos a partir de los cuales podía ser pensada la autonomía de la región latinoamericana", la pregunta es por qué no lo hizo para el análisis de América Latina. La respuesta de Aricó comienza por indicar que el supuesto sesgo eurocentrista de Marx es erróneo y, lo que me importa destacar, una explicación inapropiada en términos teóricos. Para Aricó no se trata de

15 Aricó, op. cit., 106. Agrega Aricó: "El Marx eurocéntrico y privilegiador de los efectos objetivamente progresivos del capitalismo, que emergió de la lectura del Manifiesto para convertirse en el único Marx de la teoría y de la práctica socialdemócrata, debe ceder su lugar a una nueva figura profundamente matizada y abierta a los nuevos fenómenos operados en el mundo de la universalización capitalista". Idem.

16 Ibid, 108. Vale la pena escuchar a Marx en su correspondencia con los populistas rusos: "Hablando en teoría, 'la comuna rural' rusa puede, pues, conservar su tierra, desarrollando su base, la propiedad común de la tierra, y eliminando de ella el principio de la propiedad privada, que también implica; puede convertirse en punto de partida directo del sistema económico al que tiende la sociedad moderna; puede cambiar su existencia sin empezar por suicidarse; puede apoderarse de los frutos con que la producción capitalista ha enriquecido a la humanidad sin pasar por el régimen capitalista". Karl Marx, "Los borradores de Marx" en Escritos sobre la comunidad ancestral,, Vicepresidencia del Estado plurinacional de Bolivia, La Paz, 2015, 185.

17 Aricó, op. cit, 118.

18 Ibid, 128. Si bien esta concepción se sostiene y filtra la visión del proceso de constitución de los Estados-nación latinoamericano, Aricó establece claramente que Marx abandonó este filtro y por consiguiente la identificación apriorística del proletariado como sujeto universal, cuestión que es evidente en el análisis de la Comuna rural rusa. No obstante los giros teóricos de Marx sobre este crucial asunto, estos filtros y sesgos pasaron a constituir los principios teóricos con que los movimientos socialistas europeos orientaron sus programas de acción política para todo el orbe.

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indicar que Marx simplemente antepuso el molde europeo, en términos de su ordenamiento de clases — la burguesía y el proletariado realmente existente en la Europa de mediados del siglo XIX— , al modo de unas simples anteojeras histórico-sociales, sino de algo bastante más complejo y relevante en términos teóricos y políticos. Lo que muestra Aricó es que la prevalencia de las categorías hegelianas de "pueblos sin historia", pero sobre todo las categorías de sociedad civil y Estado, no son simples lentes europeizantes sino la investida de la abstracción moderna con la que efectivamente se articuló la realidad como una totalidad de sentido. Se trata de las categorías que articulan en la teoría y en la realidad el deslinde entre la racionalidad/irracionalidad de la conformación de lo nacional a partir de un determinado proceso de configuración social, en suma, la posibilidad de aprehender la forma de un proceso histórico. La distancia crítica de Marx para con las categorías hegelianas, que para sus análisis de los distintos procesos europeos significó el desarme de tales categorías a partir de una minuciosa analítica de la lucha de clases, de la configuración económico-social de las clases y de las fracciones de clase y su coyuntural alineamiento político —es lo que vemos en textos como Las luchas de clases en Francia y El dieciocho brumario de Luis Bonaparte19—, es justamente lo que Marx no pudo hacer cuando miró el proceso independentista latinoamericano y, por el contrario, para inteligir tal proceso, retoma la categoría de pueblos sin historia "pero no ya en un sentido abstracto (...) sino como un círculo temático dentro del cual gira el fantasma de la irracionalidad y la positividad en la historia"20; es desde esta perspectiva que Aricó explica por qué Simón Bolívar es visto por Marx como el Bonaparte americano21.

La imposibilidad de penetrar analíticamente en la configuración particular de las clases en el proceso americano restituyó en Marx el aparato categorial hegeliano: ve en América Latina la ocurrencia de lo que justamente había rechazado de la teoría política hegeliana, un ordenamiento político social "desde arriba"22, la capacidad del Estado de producción de la sociedad civil y, por extensión, de la nación. En palabras de Aricó: "Se explica así el énfasis puesto por Marx en su texto sobre Bolívar, en la incapacidad congénita del Estado bolivariano para ordenar hegelianamente el mundo de la sociedad civil"23, esto es, la ausencia de una interioridad histórica, su legalidad y, por el contrario, lo que ve es puro simulacro, ausencia de un sujeto político material que le dé cuerpo.

Para concluir este apartado dedicado a los análisis de Aricó, me parece importante señalar el valor teórico del trabajo del pensador cordobés, toda vez que muestra a Marx no sólo como un analista crítico de los proceso histórico-políticos de su época, sino que entiende que tal posibilidad reposa en

19 Marx analiza y expone en sus detalles el proceso revolucionario francés desde 1848 hasta 1852, año en que el ascenso revolucionario del proletariado francés culmina en el golpe de Estado del sobrino de Napoleón, Luis Bonaparte. En palabras de Marx, distinguiendo sus análisis de Víctor Hugo y Proudhon: "Yo, por el contrario, demuestro cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y las condiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe." Karl Marx, "El dieciocho brumario de Luis Bonaparte", Obras escogidas, editorial Progreso, Moscú, 1966, 230.

20 Aricó, op. cit, 168.

21 Como se sabe, el texto donde Marx se refiere a la figura de Simón Bolívar es un artículo aparecido en 1857 en la New American Cyclopedia, publicación destinada a difundir biografías e historias militares. El artículo de Marx, según lo ha analizado José Aricó, está atravesado por una profunda animadversión hacia el militar americano, lo que se refleja en su texto al presentarlo como un personaje cobarde, grotesco, poco hábil en materias militares, oportunista y manipulador. Cfr. Karl Marx, Bolívar y Ponte, Ed. Sequitur, Madrid, 2006, 66-68.

22 Alvaro García Linera, al contrario de Aricó, sostiene que Marx sí habría advertido la dimensión esencial que determinó el proceso revolucionario americano, la exclusión de las masas campesinas e indígenas en el proceso de construcción del Estado nación en Latinoamérica y, por consiguiente, su constitución "desde arriba". Alvaro García Linera, La potencia plebeya, Fondo editorial Casa de las Américas, La Habana, 2011, 27-28.

23 Aricó, op. cit., 173.

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buena medida en la criticidad para con los conceptos y las categorías con la que esos procesos se piensan. En ese sentido, la obra de Aricó que hemos referido es señera porque ensaya una aproximación al problema de la epistemología marxiana; con Aricó tendríamos que reconocer que si hay tal cosa, ésta señala que la posibilidad de lectura crítica de los acontecimientos sociales no es separable de un tratamiento crítico de las categorías con los que esos acontecimientos se hacen inteligibles, pero que esta segunda cuestión supone un posicionamiento que no es sólo teórico, sino que lo excede. Para desarrollar esta última cuestión, me concentraré en las ideas del segundo pensador convocado en este escrito.

4. Oscar del Barco

Para el caso de Oscar del Barco, el interés analítico de su obra se concentra en la pregunta por el alcance que adquiere la crítica en la teorización marxiana en el sentido de que la crítica puede/debe leerse como el paso hacia otra cosa que la razón moderna, esto es, no solo como un ejercicio analítico sobre un determinado modo de producción sino, fundamentalmente, como el desvelamiento de una configuración civilizacional cuyo centro gravitacional es una racionalidad totalizadora y, en tanto tal, totalitaria, cuya persistencia e insistencia estructuró incluso la teoría revolucionaria desde Lenin en adelante. Así, para el pensador cordobés, la teoría crítica inaugurada por Marx constituye un suelo práctico-teórico originario, la emergencia de un materialismo absoluto, esto es, otra cosa que la razón moderna24. Esa otredad constitutiva del ejercicio teórico de Marx es el lugar en que del Barco se ubica para abordar los nudos complejos y polémicos del pensamiento del autor de El capital, a saber, su relación con Hegel, el problema del método, la articulación de lo lógico y lo histórico, la identificación de la clase revolucionaria, la semántica de lo científico y lo real; como se ve, se trata de los tópicos por los que se cuela una comprensión moderna eurocentrada.

Para no abusar de la extensión de esta escritura, voy a abordar la posición de del Barco desde su análisis del método marxista para, desde allí, indicar cómo y en qué momentos el marxismo se autofunda como una teoría y una práctica eurocentrada, esto es, según lo hemos indicado, como un ejercicio (teórico y práctico) que restituye y repite la inversión fetichista.

El problema del método marxista, tal como fue interpretado por la lectura doctrinaria de la obra de Marx, adolece de una reducción teoricista25, 'la verdadera astucia de la razón burguesa"26 que en la práctica teórica del marxismo significó la reconversión metafísica de las tesis de Marx.

En primer lugar, para del Barco, es fundamental constatar que Marx nunca escribió un tratado de metodología sino que, por el contrario, solo se encuentran anotaciones marginales desperdigadas en el

24 Oscar del Barco, "Hacia el otro Marx" en El otro Marx, Milena Cacerola, Argentina, 2008.

25 "Del Barco elabora una cuidadosa lectura de las paradojas teóricas de Marx, de las consecuencias de su método, de la prioridad de la 'práctica' y de la inversión 'teorética' realizada por una joven burocracia congregada en torno a los escritos del alemán convertidos en 'sagradas escrituras' de una nueva clerecía" Sergio Villalobos-Ruminott, "El marxismo como técnica liberacionista", Emmanuel Biset, Luis García y Gabriela Milone (eds.), Golpe ciego. Oscar del Barco. Insistencias, Borde perdido editora, Córdoba, 2017, 58.

26 Oscar Del Barco, "Sobre el problema de método marxista" en El otro Marx, Milena Cacerola, Argentina, 2008, 45. El texto fue publicado originalmente en 1983.

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conjunto de su obra. Es significativo que en la introducción de los Grundrisse de 185727, en un apartado sucinto se indique, desde el punto de vista epistemológico, los recaudos críticos necesarios para volver sobre las dimensiones abstractas y concretas tal como éstas han sido consideradas por la teoría económico-política burguesa; no se trata, por tanto, de la exposición del método marxista, sino de una aproximación crítica a los supuestos epistemológico-metodológicos de la ciencia económico-política.

Para decirlo de una buena vez, Marx no pudo escribir un tratado acabado de metodología dialéctico-materialista porque esto constituye una imposibilidad determinada por el objeto a ser pensado: el movimiento del capital y las determinaciones reales que este va produciendo y modificando tanto en la práctica social como en las prácticas teóricas que buscan pensarlo. En ese sentido, para del Barco, es fundamental entender la conclusión del tercer apartado de la Introducción de los Grundrisse, a saber, que el objeto descrito por la ciencia económico-política ya está invertido y, por lo tanto, se trata de un objeto abstracto o, mejor dicho, un objeto que se constituye como tal justamente a partir de la determinación abstracta fetichizada propia de la sociedad mercantil moderna. Por lo tanto, lo que la ciencia económica moderna ve como real28 no es más que el espejismo de su propia determinación económico-social, una determinación teórica a partir de su condición no-teórica, su procedencia de clase y la ideología práctico-teórica que ésta despliega, así lo apunta del Barco: "la economía política no es un discurso que pueda aspirar a la universalidad, a lo que los epistemólogos llaman 'objetividad' de las ciencias, por ser un conocimiento constituido a partir de una perspectiva de clase"29. La objetividad de la ciencia económica burguesa es justamente su reverso, la voz subjetiva del sujeto que hace y piensa al mundo a su imagen y semejanza: el despliegue objetivo-subjetivo del cosmos burgués.

Del Barco se pregunta entonces en qué podría consistir un señalamiento metodológico para una teoría crítica: en primer lugar, método y objeto no pueden estar escindidos30, ya que se encuentran implicados-determinados internamente; en segundo lugar, un pensamiento/conocimiento crítico no puede ser objetivo ni neutral, sino que debería ser un "conocimiento interesado (político) (...), que en lugar de quedarse en el concreto-de pensamiento (ciencia burguesa) vuelve al primer concreto, a 'la sociedad', encarnado en la acción política y con el objetivo de transformarla"31.

27 Para del Barco es importante considerar el contexto histórico-político en que Marx escribe el texto, según sus declaraciones a Engels, — "escribir como un demonio, hasta las cuatro de la mañana, antes del diluvio"—, por lo que para del Barco "resulta difícil vincular este ritmo febril de trabajo, en la antesala de la revolución, con el intento de exponer una metodología propia", Ibid, 47.

28 Lo real para la ciencia moderna y para la filosofía respectiva, supone una consideración trans-histórica, intemporal, aquello originario, no sometido a determinaciones sociales para su constitución. Así, el concepto abstracto de trabajo, para la ciencia económico-política es un real, en el sentido de no determinado (por las relaciones sociales de producción). Para ahondar en el problema de la consideración de lo real y la abstracción conduzco al texto de Oscar del Barco "Concepto y realidad en Marx" publicado originalmente en 1979 en la Revista Dialéctica núm. 7. Se puede encontrar una reedición en El otro Marx, op. cit.,155-182.

29 Del Barco, "Sobre el problema de método marxista", op. cit., 49. Más adelante, el texto afirma: "la ciencia es ciencia de una inversión, de allí que su resultado sea un abstracto-ideologizado (en última instancia una apologética). Lo 'concreto' es un producto investido de historia, es un poder y quien conoce es una forma de ese concreto, una intencionalidad fuerte: lo concreto se auto-conoce", Ibid, 55.

30 No hay método general, separado de su objeto, si se lo piensa así, se restituye el idealismo, esto es, "imprimirle a la materia u objeto una forma o sentido trascendente", Oscar del Barco, "Apéndice", op. cit., 57.

31 Ibid, 51. Me parece importante recordar el análisis epistemológico de Marx: "Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida y, en consecuencia, el punto de partida también de la intuición y de la representación. En el primer camino, la representación plena se volatiliza en una determinación

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Si podemos hablar de señalamientos metodológicos marxianos, lo hacemos considerando que para Marx no puede haber un método apriori al objeto justamente porque lo que seguimos llamando objeto es el nombre equívoco para el movimiento real que, desde una perspectiva crítica, supone no sólo lo que podríamos llamar hoy una analítica deconstructiva del denominado objeto32 sino, fundamentalmente, un ejercicio que se sabe empujado, sostenido por la decisión política de la otra clase. Este es el suelo originario inaugurado por Marx para pensar críticamente el capitalismo, un originario no ideal, necesariamente no ideológico, un "poder intelectivo abierto por la lucha de clases en una etapa crítica y particular de su historicidad"33.

Como indicamos al inicio de este apartado, la obsesión del marxismo doctrinario de establecer el verdadero método marxista no es otra cosa que la preeminencia de un teoricismo que habría despotenciado la crítica materialista por buena parte del siglo XX. Tal teoricismo —para poder explicarlo críticamente— requiere de la exposición de sus causas no-teóricas, es decir, situar sus causas "en la total complejidad social"34, de lo contrario se corre el riesgo de quedar presos en la inversión que supone entender lo teórico en su autonomía absoluta del movimiento real. Cuando del Barco habla de inversión fetichista35 en la teoría indica la ocurrencia de un doble movimiento que deforma y aliviana el pensamiento, esto es, "el desplazamiento y posterior represión del carácter esencialmente político"36 de lo que se piensa, el carácter de clase de la teoría, lo que para nuestro autor es el carácter originario de la teoría marxiana, la novedad radical respecto de sus predecesores materialistas.

Así, el marxismo en cuanto doctrina e ideología del proletariado —según reza la definición de la institucionalidad marxista referida en el primer apartado de este escrito— sería un ejercicio teórico-político que no habría podido sortear la investida metafísica del logos37 burgués, y las razones de aquello serían políticas antes que teóricas. Para del Barco la deformación teoricista del marxismo habría que

abstracta; en el segundo, las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por el camino del pensamiento. He aquí por qué Hegel cayó en la ilusión de concebir lo real como resultado del pensamiento", Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858, tomo I, Siglo XXI, Argentina, 1971, 21.

32 Del Barco indica que si es posible seguir hablando de método en Marx, este debería entenderse como "la exposición del contenido determinado" o "el todo de la exposición del concepto". Oscar del Barco, "Esencia y apariencia en El capital" en Escrituras. Filosofía, Biblioteca Nacional, Buenos Aires, 2011, 69-70; con lo que viene a reforzar que la idea de precisar apriori un método de conocimiento de lo real no es más que la investida idealista burguesa cuyo mejor exponente teórico-filosófico es Hegel.

33 Del Barco, "Apéndice", op. cit, 59. En otro lugar del Barco afirma: "con la aparición del marxismo, la verdad se convierte en acto de fuerza." Del Barco, "Esencia y apariencia en El capital" op. cit., 97.

34 Oscar del Barco, "Las raíces del teoricismo marxista" en El otro Marx, 183.

35 Como sabemos, la inversión fetichista es forma general del funcionamiento de la sociedad capitalista; "forma" aquí está entendida en su acepción ontológico-metafísica, en tanto determinación entitativa historizada, esto es, el modo en que la moderna sociedad burguesa organiza el mundo a partir del ordenamiento económico social que ésta impone. Así, entonces, es el mecanismo de la inversión la causa del orden jerárquico y, por lo tanto, la forma del poder dominante. Cfr. Del Barco, op. cit, 189.

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36 Ibid, 184.

37 La razón moderna se autofunda a partir de un principio teoricista con el que, al mismo tiempo, inaugura su propia metafísica. Para del Barco, si el marxismo entró en crisis hacia fines del siglo XX, ésta no es una crisis teórica que se resuelve "con rectificaciones tan sólo teóricas que intenten llenar los vacíos que se dejaron abiertos en la obra de los fundadores (...)". Bruno Bosteels, "De Marx a Heidegger. Un itinerario paradigmático (El caso del Oscar del Barco)", Revista Latinoamericana del Colegio Internacional de Filosofía, 5, diciembre de 2018, 85. Para del Barco, la apuesta es romper con todo teoricismo, lo que significa romper con todo el proyecto (metafísico) de Occidente, o sea, con la metafísica del valor.

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buscarla en las consecuencias políticas y teóricas que se derivaron del trabajo organizativo y reflexivo de Vladimir Ilich Lenin38, en lo que se convirtió en el complemento doctrinario del marxismo, el leninismo.

En efecto, para del Barco, Lenin y posteriormente el leninismo, es el nombre de las ideas-fuerzas-de-clase39 con las que se configuró el modo de producción del socialismo real, ideas-fuerzas que operaron desde la escisión exacerbada de lo teórico respecto de su correlato material-social, cuestión que queda grabada a fuego en la sentencia leninista sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario. Para del Barco, esta sentencia supone que la teoría revolucionaria se gesta en otro lugar distinto al de la praxis política revolucionaria y, además, la antecede. Teoría y práctica se conciben, así, escindidas y bajo el ordenamiento idealista según el cual habría un espíritu que con-forma a una materia. El dictum leninista invierte el orden material-ideal, restituye la jerarquía de la Idea sobre la materia y, además, repite el orden ontológico dicotómico que supone la epistemología moderna. Todo ello es lo que, para del Barco, se encuentra a la base de la teoría revolucionaria del leninismo: la organización del partido revolucionario, en tanto partido de vanguardia, la unidad orgánica que condensa y provee el saber y el deber a la clase y, por consiguiente, está llamada a dirigirla. Para la concepción leninista, es el partido y no la clase el verdadero sujeto revolucionario, la unidad orgánica que alcanza connotaciones trascendentales, esto es, la sustancialidad lógica —antes que política— que posibilita la praxis revolucionaria, sustancialidad que es operada por revolucionarios profesionales.

Sin duda son muchos los elementos y condiciones históricas y teóricas que sería necesario referir y desarrollar para comprender con cabalidad la posición leninista, sin embargo, me parece interesante analizar la lectura crítica de del Barco justamente porque con ella, antes que enjuiciar una línea política específica —aunque sí es relevante el análisis crítico respecto de lo dado—, es posible teórica y analíticamente identificar las trazas de una lógica universalista, la resignificación de la abstracción ilustrada con la que se compuso y repuso un concepto de ciencia para la revolución.

Para del Barco, la escisión y jerarquía del saber respecto de la clase habría que mirarla en su complejidad: identificar las causas no teóricas de las decisiones teóricas, la configuración real de la clase y de las fracciones de clase —de las diferencias al interior de la clase, de lo que se ha llamado ideas-fuerzas de clase—, la ponderación que hizo Lenin de aquello y, luego, cómo el leninismo lo reconfiguró teóricamente.

La condición no teórica de la teoría de Lenin habría que buscarla en la consideración que el revolucionario ruso tuvo de las masas campesinas en la escena revolucionaria y postrevolucionaria del 1917 que, como sabemos, no le concede ninguna fuerza transformadora al campesinado y, por el

38 Para del Barco, el leninismo separó a Lenin de su particular contexto de acción y pensamiento; un contexto complejo, que impuso análisis inéditos a partir de los cuales el líder de la revolución tomó decisiones políticas; el leninismo, por el contrario, opera una despolitización de Lenin —despoja al ¿Qué hacer? de su universo discursivo, de las polémicas con los populistas rusos, entre otros— para convertir sus posiciones en una teoría universal de la revolución que se eleva y escinde de las ideas-fuerzas que le dieron sustento a lo pensado y obrado. Cfr., Oscar del Barco, "Comentario a la nueva edición del Qué hacer? de Lenin" en Escrituras. Filosofía, 219-221.

39 "El pensamiento que llamamos de clase se abre a través de miles de experiencias donde se acumulan triunfos y derrotas, retrocesos, oscuridades; y es a través de ellas donde surge el pensamiento en un momento preciso de su historia, imponiéndole una originalidad decisiva que intenciona, en un orden ya plenamente histórico, la constitución de su propia hegemonía como clase, sin que sea posible individualizar ese pensamiento como una Verdad o un Saber que adquiriría trascendencia mediante un proceso de generalización idealista." Oscar del Barco, Esbozo de una crítica a la teoría y práctica leninista, Universidad Autónoma de Puebla, México, 1980, 27.

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contrario, lo considera el lugar del atraso ruso en relación con la clase obrera fabril. Esta cuestión es la que sustancia la posición política de Lenin contraria a los populistas rusos defensores de las potencialidades revolucionarias de las comunidades40 rurales desde antes que se desatara la coyuntura revolucionaria soviética, según consta en la correspondencia de los populistas con Marx. Para Lenin, según el análisis de del Barco, "los líderes de la revolución obrera pensaron al campesinado como objeto de la revolución y no como sujeto revolucionario."41

Un segundo asunto extremadamente importante según mi punto de vista y para los efectos del problema que desarrolla este artículo, es la consideración de Lenin y del leninismo respecto de la técnica, esto es, que el aparato —y por consiguiente la lógica productiva— del capitalismo pueda pasar, como tal, del capitalismo al socialismo. El problema con esta perspectiva es que desatiende un análisis crucial de Marx respecto de la técnica moderna: la continuidad/discontinuidad implicada en el tránsito de la manufactura a la gran industria y la mutación del fenómeno de la alienación del obrero en ello42. La pregunta es cómo entender —desde una posición materialista— que Lenin haya soslayado la crítica marxiana a la técnica capitalista que, como sabemos, objetiva un modo social que supone alienación y fetichización; cómo comprender que la técnica capitalista aparezca a los ojos de Lenin como algo neutro. La respuesta de del Barco es que la obturación del carácter de clase de la técnica capitalista —la que supone la división del trabajo en vistas de la extracción de plusvalor— por parte de la dirigencia soviética, obedece a la investida de la idea de progreso histórico restituida en la entelequia fuerzas productivas y la necesidad supra-histórica de su desarrollo43.

Con lo argumentado hasta aquí y a modo de conclusión de lo analizado, me parece relevante indicar que, si puede haber un pensamiento revolucionario, éste debe ser un pensamiento crítico para con su propia configuración. Por crítico hay que entender aquí un ejercicio deconstructivo que identifica y problematiza las determinaciones internas de una idea, las saca a la luz y las pondera tanto en su formulación intra-conceptual como en su desborde no teórico, esto es, las entiende como ideas-fuerza-de-clase, con toda la tensión, diferencia y opacidades de lo que significa atreverse a pensar el movimiento de lo real, lo que para del Barco significa que no puede haber espacio para ninguna metafísica, por eso "el discurso revolucionario no puede devenir logos"44.

Como puede apreciarse, del Barco pone en acto una lectura trans-moderna de Marx y del marxismo que le sucedió; pienso que tal ejercicio es relevante para el presente del pensamiento y, por lo tanto, se constituye en una posibilidad no logocéntrica para la teoría crítica hoy.

40 "Al interior del marxismo el tema de la comunidad ha sido abordado de manera tensa. No hay uniformidad. En la época en la que esta corriente estuvo anclada a las visiones del progreso, el espacio para pensar la comunidad era reducido. La idea de una sociedad capitalista que desplegaba sus fuerzas y sobre la cual se construía el futuro colmado de progreso y libertad impedía que ella ocupara un espacio teórico relevante y por el contrario, podía ser interpretada como un espacio de conservación o reacción frente al despliegue de las potencias progresistas del capital." Jaime Ortega, "La abigarrada rebeldía contemporánea: la apuesta por la comunidad", Revista Latinoamericana del Colegio Internacional de Filosofía, 5, diciembre 2018, 40.

41 Del Barco, Esbozo de una crítica a la teoría y práctica leninista, 55.

42 Karl Marx, El capital,, tomo I, Vol. 2, Siglo XXI, México, 1975, especialmente capítulo XIII "Maquinaria y gran industria".

43 Cfr. Oscar del Barco, "Lenin y el problema de la técnica" en Escrituras. Filosofía, 235-248.

44 Del Barco, Esbozo de una crítica a la teoría y práctica leninista, 86.

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