Научная статья на тему 'Marxismo y ciencias sociales en Colombia. La revista Estudios Marxistas (1969-1987)'

Marxismo y ciencias sociales en Colombia. La revista Estudios Marxistas (1969-1987) Текст научной статьи по специальности «История и археология»

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Marxismo / ciencias sociales / Colombia / Estudios Marxistas / Partido Comunista / nueva izquierda / Marxism / Social Sciences / Colombia / Estudios Marxistas / Comunist Party / New Left

Аннотация научной статьи по истории и археологии, автор научной работы — Edwin Cruz Rodríguez, Harvey Mauricio Álvarez Aguasaco

Este artículo estudia la relación entre marxismo y ciencias sociales en Estudios Marxistas. Revista colombiana de ciencias sociales, publicada entre 1969 y 1987 por un grupo de intelectuales del Partido Comunista. El argumento central sostiene que la aparición de esta publicación, sus dinámicas de producción, su interpretación del marxismo y de la investigación social, así como los debates que agenció, se explican por la necesidad de ese grupo de intelectuales de disputar el naciente campo académico, donde tenían gran influencia núcleos intelectuales de la “nueva izquierda”. Para desarrollar este argumento, el trabajo se estructura en cuatro partes. La primera reconstruye el contexto político e intelectual en que emerge Estudios Marxistas y examina el proyecto que se trazó. La segunda describe las dinámicas de su producción científica. La tercera estudia algunos de los usos que las investigaciones allí presentadas hicieron de la tradición marxista. La cuarta analiza la crítica del grupo editor de la Revista a la corriente de la “nueva historia”.

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Marxism and Social Sciences in Colombia. The Journal Estudios Marxistas (1969-1987)

This paper studies the relationship between Marxism and social sciences in Estudios Marxistas. Revista colombiana de ciencias sociales, published between 1969 and 1987 by a group of intellectuals of the Communist Party. The central argument argues that the appearance of this publication, its production dynamics, its interpretation of Marxism and social research, as well as the debates it generated, can be explained by the need of this group of intellectuals to dispute the nascent academic field, where intellectual nuclei of the "new left" had great influence. In order to develop this argument, the paper is structured in four parts. The first reconstructs the political and intellectual context in which Estudios Marxistas emerged and examines the project it outlined. The second describes the dynamics of its scientific production. The third part studies some of the uses that the research presented therein made of the Marxist tradition. The fourth part analyzes the critique of the Estudios Marxistas editorial group of the "new history" current.

Текст научной работы на тему «Marxismo y ciencias sociales en Colombia. La revista Estudios Marxistas (1969-1987)»

52, abril 2023: 1-31

Marxismo y ciencias sociales en Colombia. La revista Estudios Marxistas

(1969-1987)

Marxism and Social Sciences in Colombia. The Journal Estudios Marxistas (1969-1987)

Edwin Cruz Rodríguez* Harvey Mauricio Álvarez Aguasaco**

Resumen: Este artículo estudia la relación entre marxismo y ciencias sociales en Estudios Marxistas. Revista colombiana de ciencias sociales, publicada entre 1969 y 1987 por un grupo de intelectuales del Partido Comunista. El argumento central sostiene que la aparición de esta publicación, sus dinámicas de producción, su interpretación del marxismo y de la investigación social, así como los debates que agenció, se explican por la necesidad de ese grupo de intelectuales de disputar el naciente campo académico, donde tenían gran influencia núcleos intelectuales de la "nueva izquierda". Para desarrollar este argumento, el trabajo se estructura en cuatro partes. La primera reconstruye el contexto político e intelectual en que emerge Estudios Marxistas y examina el proyecto que se trazó. La segunda describe las dinámicas de su producción científica. La tercera estudia algunos de los usos que las investigaciones allí presentadas hicieron de la tradición marxista. La cuarta analiza la crítica del grupo editor de la Revista a la corriente de la "nueva historia".

Palabras clave: Marxismo, ciencias sociales, Colombia, Estudios Marxistas, Partido Comunista, nueva izquierda.

Abstract: This paper studies the relationship between Marxism and social sciences in Estudios Marxistas. Revista colombiana de ciencias sociales, published between 1969 and 1987 by a group of intellectuals of the Communist Party. The central argument argues that the appearance of this publication, its production dynamics, its interpretation of Marxism and social research, as well as the debates it generated, can be explained by the need of this group of intellectuals to dispute the nascent academic field, where intellectual nuclei of the "new left" had great influence. In order to develop this argument, the paper is structured in four parts. The first reconstructs the political and intellectual context in which Estudios Marxistas emerged and examines the project it outlined. The second describes the dynamics of its scientific production. The third part studies some of the uses that the research presented therein made of the Marxist tradition. The fourth part analyzes the critique of the Estudios Marxistas editorial group of the "new history" current.

Key words: Marxism, Social Sciences, Colombia, Estudios Marxistas, Comunist Party, New Left.

Recibido: 29 marzo 2023 Aceptado: 19 abril 2023

* Colombiano. Coautor. Politólogo, doctor en Estudios políticos y relaciones internacionales de la Universidad Nacional de Colombia. Profesor ocasional de la misma institución. ecruzr@unal.edu.co. https: / /orcid.org/0009-0000-3520-1900

Colombiano. Coautor. Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Investigador independiente. hmalvareza@unal.edu.co. https: / /orcid.org/0009-0000-3520-1900

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REVISTA IZQUIERDAS

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Introducción

Estudios Marxistas. Revista colombiana de ciencias sociales (EM), fue una publicación de intelectuales ligados al Partido Comunista Colombiano (PCC) que alcanzó 28 números entre 1969 y 19871. Constituye una fuente imprescindible para comprender los usos del marxismo por parte de un grupo de investigadores que jugó un papel de primer orden en la institucionalización y profesionalización de las ciencias sociales.

El estudio de la recepción y el desarrollo del marxismo en Colombia todavía es una tarea por hacer. Cada vez se conocen mejor sus inicios en los años veinte, alrededor del "Grupo Comunista de Bogotá", y su influencia a partir de 1926 en el Partido Socialista Revolucionario2. La investigación de Cataño sobre Luis Eduardo Nieto Arteta es un aporte fundamental a la comprensión del período posterior3. Así mismo, se destacan los trabajos sobre el marxismo académico, ligado a la "nueva izquierda" que emerge en el contexto de la Revolución Cubana, la ruptura chino-soviética y el cuestionamiento a la línea política electoral del PCC4. Especialmente la corta pero definitiva experiencia de la revista Estrategia, donde confluyeron intelectuales en ruptura con el PCC, como Mario Arrubla y Estanislao Zuleta, de gran incidencia en las ciencias sociales5. En fin, existen algunos trabajos sobre la influencia del marxismo en la sociología, la filosofía, la historiografía, las ciencias económicas, los estudios agrarios y la ciencia política, además de recuentos panorámicos6.

1 La totalidad de los números está disponible en el sitio web del Centro de Estudios e Investigaciones Marxistas (CEIS): https: / / www.ceiscolombia.com/estudios-marxistas/

2 Edgar Andrés Caro Peralta, Marx, marxistas y socialistas en Colombia 1919-1930. Tesis de maestría en historia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2017). Disponible en:

https:/ / repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/59665/1026262606.2017.pdf?sequence=1&isAllowed=y; Gilberto Loaiza Cano, Luis Tejada y la formación de una nueva cultura (Bogotá: Colcultura, 1995), 167-190; Ricardo Sánchez, "Las ideas socialistas en Colombia (historia de 1850-1930)", en El marxismo en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984), 117-143; Klaus Meschkat, "La herencia perdida. Movimientos sociales y organización revolucionaria en la década de 1920: el caso del Partido Socialista Revolucionario en Colombia", en El marxismo en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984), 145-169.

3 Gonzalo Cataño, La introducción del pensamiento moderno en Colombia. El caso de Luis E. Nieto Arteta (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2013).

4 Mauricio Achila y Jorge Cote, "Auge, crisis y reconstrucción de las izquierdas (1958-2006)", en VVAA, Una historia inconclusa. Izquierdas políticas y sociales en Colombia. Bogotá: CINEP (2009), 55-90.

5 Sandra Jaramillo Restrepo, "Revista Estrategia y trayectorias intelectuales en los agitados años 60 colombianos", Sociohistórica, n.° 43 (2019). Disponible en: https://www.sociohistorica.fahce.unlp.edu.ar/article/view/SHe070/10384; Sandra Jaramillo Restrepo, "Hacia un mapa de revistas de la nueva izquierda intelectual colombiana", Anuario Colombiano de Historia Socialy de la Cultura, n.° 48 (2021): 329-360. También se destaca el decisivo influjo que esta dinámica tuvo en la auge del "libro de izquierda" como plataforma material de difusión del marxismo con editoriales como La Oveja Negra, Tigre de Papel, Estrategia, Zeta, La Carreta, La Pulga, Hombre Nuevo, Ocho de Junio, Norman Bethune y Pepe. Juan Guillermo Gómez García, Cultura intelectual de resistencia (contribución a la historia del libro de izquierda en Medellín en los años setenta) (Bogotá: Desde Abajo, 2005).

6 Fernando Uricoechea, "El marxismo y la sociología en Colombia", Revista Colombiana de Sociología, n.° 2.11 (1987): 42-49; Damián Pachón Soto, "Marxismo y normalización filosófica en Colombia 1930-1960", Cuadernos de Filosofía Latinoamericana, n.° 40 (2019): 31-55; Fernando DJannon Rodríguez, "Anotaciones sobre el marxismo en la historiografía colombiana", en El marxismo en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984), 197-210; Gabriel Misas A., "El marxismo y la investigación económica en Colombia", en El marxismo en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984), 211223; Darío Fajardo M., "El pensamiento marxista en las investigaciones agrarias", El marxismo en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984), 225-242; Eduardo Pizarro, "El marxismo y la ciencia política en Colombia", El marxismo en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984), 243-264; Javier Calderón Castillo, "El taller del marxismo en

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En este contexto, el estudio de EM puede contribuir al entendimiento de las relaciones entre marxismo y ciencias sociales en los años setenta y ochenta. La historia intelectual reciente7, concibe las revistas como espacios de sociabilidad en que se tejen redes de intercambios de ideas, en distintas escalas espaciales y en las intersecciones de los campos político, intelectual y cultural. EM es una fuente fundamental para ese tipo de estudio, debido a la cantidad de autores y áreas de conocimiento que involucró. Sin embargo, nuestra contribución es más modesta. Partiendo de su autodefinición como revista científica, y echando mano de algunos recursos bibliométricos, examinaremos cómo se materializó este proyecto.

Pese a su relevancia, no se han hecho investigaciones sobre EM, exceptuando algunos comentarios marginales8. En un ensayo interpretativo, Zuleta realiza una comparación entre EM y la revista Alternativa (1974-1980), ligada en sus inicios tanto a un grupo de periodistas progresistas, entre los que se destacó Gabriel García Márquez, como al proyecto de investigación-acción participativa de la Fundación La Rosca, liderado por el sociólogo Orlando Fals Borda. Zuleta9 sostiene que los dos proyectos rivalizaron en forma sectaria, considerando "al otro como una amenaza mayor" que a las élites contra quienes dirigían su lucha común. En su perspectiva, EM aparece totalmente subordinada al PCC, razón por la cual sus investigadores "sabían de antemano las respuestas" y adecuaban sus hallazgos a un formato prestablecido10.

Tal interpretación resulta bastante parcial, tanto por el reducido material empírico que la sustenta, los primeros 6 números de EM, como por sus premisas. Mientras Alternativa tuvo un perfil más periodístico, apuntando a un público masivo11, EM se forjó como revista científica. Nuestro argumento principal es que su aparición, sus dinámicas de producción, su interpretación del marxismo y de la investigación social, así como los debates que agenció, se explican por la necesidad de los intelectuales articulados al PCC de disputar el naciente campo académico, caracterizado por el protagonismo de intelectuales ligados a la nueva izquierda. En tal campo, las relaciones de EM con otras tendencias político-intelectuales fueron críticas pero complejas. La Revista tuvo una autonomía relativa en su relación con el PCC, razón por la cual su labor investigativa no puede reducirse a la corroboración de la línea política como verdad previamente establecida.

Para desarrollar estos argumentos, el trabajo se estructura en cuatro partes. La primera reconstruye el contexto político e intelectual en que emerge EM y examina el proyecto que se trazó. La segunda describe las dinámicas de su producción científica. La tercera estudia algunos de los usos que las investigaciones allí presentadas hicieron de la tradición marxista. La cuarta analiza la crítica del grupo editor de EM a la corriente de la "nueva historia".

Colombia", Tabula Rasa, n.° 42 (2022): 255-286; Rubén Jaramillo Vélez, "Recepción e incidencias del marxismo en Colombia", en Colombia: la modernidad postergada (Bogotá: Argumentos, 1998), 131-190.

7 Aimer Granados, coord., Las revistas en la historia intelectual de América Latina: redes, intelectuales, política y sociedad (México: UAM-Cuajimalpa, 2012); Horacio Tarcus, Las revistas culturales latinoamericanas: Giro material, tramas intelectuales y redes revisteriles (Buenos Aires: Tren en Movimiento, 2020).

8 Mauricio Archila Neira, "Historiografía sobre los movimientos sociales en Colombia, siglo XX", en La historia alfinal del milenio. Ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana. Tomo I, ed. por Bernardo Tovar Zambrano (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1995); 281; Miguel Angel Urrego, Intelectuales, Estado y nación en Colombia (Bogotá: Siglo del Hombre-Universidad Central, 2002), 172.

9 Mónica Zuleta Pardo, "Experimentos para decir la verdad en Colombia: ciencia comprometida versus ciencia marxista", en

Izquierdas: definiciones, movimientos y proyectos en Colombia y América Latina, ed. por Mónica Zuleta Pardo y Miguel Angel Urrego (Bogotá: Universidad Central, 2014), 128-129.

10 Zuleta, "Experimentos", 140.

11 Carlos G. Agudelo, Daring to Think is Begining to Figth. The History of Magazine Alternativa, 1974-1980. Phd. Thesis (Maryland: University of Maryland, 2007).

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1. El proyecto

La aparición de EM se explica por la necesidad de la intelectualidad ligada al PCC de disputar el naciente campo de las ciencias sociales. La nueva izquierda de los años sesenta realiza un doble cuestionamiento al PCC. Por un lado, plantea una crítica a su orientación reformista y electoral. La promesa de una revolución a corto plazo, inspirada en la doctrina foquista, o de una guerra popular prolongada que emularía la experiencia china, apartan del PCC a una nueva generación de clase media, con acceso a la universidad y descontenta con la "democracia restringida" del Frente Nacional (195874). Eso explica el variopinto conjunto de organizaciones, políticas y militares, que disputaron el monopolio del PCC sobre los sectores populares12. Por otro lado, en la nueva izquierda surgieron proyectos intelectuales que se apartaron de la interpretación que el Partido, subordinado a la línea soviética, hacía tanto del marxismo como de la realidad colombiana, y que tendrían gran influencia en el naciente campo académico.

El ejemplo más notable fue el núcleo intelectual formado alrededor de Estanislao Zuleta y Mario Arrubla, líderes de la sección del PCC en Medellín, entre 1958 y 1960, en constante tensión con la dirección en Bogotá. Su lectura del marxismo fuera de los cánones soviéticos y en diálogo con la fenomenología, el existencialismo y el psicoanálisis, se consideró "divisionista" y llevó a su expulsión del Partido. Zuleta y Arrubla se radicaron en Bogotá, participaron en Acción Revolucionaria Colombiana (ARCO), en 1961, y en el Partido de la Revolución Socialista (PSR), en 1962, cuando apareció su revista Estrategia (1963-64), de la que publicaron tres números13. Allí salieron los materiales que formarían Estudios sobre el subdesarrollo colombiano (1969), libro de Arrubla que dinamizó las discusiones sobre el capitalismo y la dependencia en Colombia, un best-seller con entre cuarenta y sesenta mil ejemplares publicados14. Así surgió un "marxismo académico", que previamente solo había tenido expresiones marginales15.

Esto era posible porque paralelamente se estaba constituyendo un campo académico. Urrego16 sitúa alrededor de 1962 la emergencia del campo intelectual, un ámbito específico con reglas de producción, legitimación y acumulación de capitales culturales. Anteriormente, la producción simbólica estuvo subordinada a los partidos tradicionales, Liberal y Conservador. El campo intelectual se erige paulatinamente con base en las universidades, en proceso de crecimiento. En este marco hay un fuerte impulso hacia la institucionalización y la profesionalización de las ciencias sociales, con obras hoy clásicas, revistas especializadas, unidades académicas de pregrado y postgrado, y roles laborales más o menos definidos17. Los debates planteados por la nueva izquierda enriquecieron sustancialmente la

12 Leopoldo Múnera Ruiz, Rupturas y continuidades: poder y movimiento popular en Colombia, 1968-1988 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1998); Proletarización, ¿De dónde venimos, hacia dónde vamos, hacia dónde debemos ir? (Medellín: 8 de junio, 1975).

13 Juan Carlos Celis Ospina, "Los orígenes de la contestación universitaria en Medellín, 1957-1968", en Izquierdas: definiciones, movimientos y proyectos en Colombia y América Latina, ed. por Mónica Zuleta Pardo y Miguel Angel Urrego (Bogotá: Universidad Central, 2014), 117-119.

14 Gómez, Cultura intelectual, 70.

15 Jaramillo, "Recepción", 77.

16 Urrego, Intelectuales, 145.

17 Mauricio Archila y François Correa, Cuatro décadas de compromiso académico en la construcción de la nación (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2006); Gabriel Restrepo, Peregrinación en pos de omega: sociología y sociedad en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2002); Francisco Leal Buitrago y Germán Rey, Discurso y razón. Una historia de las ciencias sociales en Colombia (Bogotá: Uniandes-TM-Fundación Social, 2000); Fernando Uricoechea, La profesionalización académica en Colombia. Historia, estructura y procesos (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia-Tercer Mundo, 1999); VV.AA., Historia social de la ciencia en Colombia. Tomo IX. Ciencias Sociales (Bogotá: Colciencias, 1993).

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producción intelectual y artística. Particularmente, la "nueva historia"18, que rompió con la historia tradicional articulando la escuela de los Annales y el marxismo, tuvo una influencia directa del grupo de Zuleta y Arrubla. Los esfuerzos por la profesionalización de las ciencias sociales se tradujeron en proyectos como las revistas Ideología y Sociedad (1971-1978) y Cuadernos Colombianos (1974-1979).

Para diputar el naciente campo de las ciencias sociales, EM se fundó como revista científica, con el objetivo de investigar la realidad para transformarla según la línea política del PCC. Sin embargo, no es cierto que la Revista estuviera dedicada a "seguir un libreto, siempre el mismo"19. Su trabajo no consistía en la agitación, la propaganda o la formación de la "consciencia de masas", pues para tales efectos el PCC disponía del periódico Voz Proletaria y la revista Documentos Políticos. Esta última, con periodicidad mensual, se concentró en la difusión de orientaciones políticas y documentos del Partido, y dependía directamente del Comité Central20. En contraste, EM era una revista de intelectuales ligados al Partido, pero con una relativa autonomía, que se explica en gran medida porque fue un proyecto personal de su director, el historiador Nicolás Buenaventura Alder (1918-2008).

Entre 1965 y 1970 Buenaventura dirigió en Cali el Centro de Estudios Marxistas (CES), donde empezó a publicarse EM21. Desde 1970 se radicó en Bogotá para tomar un cargo como miembro del Comité Central del PCC. Allí continuó la publicación de la Revista (desde el número 6) a cargo del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales (CEIS), "organismo de educación política para trabajadores y estudiantes, en el cual depositó las mayores esperanzas y los restos de sus ahorros personales"22. El carácter en gran medida personal de este proyecto explica su relativa autonomía en relación con el Partido, la amplitud de temas, enfoques disciplinares e investigadores que colaboraron, cuyos productos contrastaban con el dogmatismo del PCC23. El CEIS "abrió una puerta de acceso del Partido a las capas medias y obreras, interesadas en participar del debate marxista sin la obligación de militar en las filas partidarias"24.

El editorial del número 1 de EM formula un proyecto enfocado explícitamente en la necesidad de incursionar en el naciente campo de la investigación social y de disputarlo a partir de una perspectiva marxista. El interés de EM era articular las distintas iniciativas de investigación marxista para enriquecer 'las fuerzas de vanguardia del movimiento obrero colombiano". Esto planteaba 'la necesidad de establecer un vínculo y un intercambio constante con los centros, los institutos y las personas individualmente consagradas a la investigación social en el país"25. Sin embargo, el intercambio entre marxistas y no marxistas solo sería beneficioso para ambos "si establecemos cada vez mejor en la teoría y en la práctica un deslinde entre el método marxista de abordar la realidad y los métodos no marxistas"

18 Alexander Betancourt Mendieta, Historia y nación. Tentativas de la escritura de la historia en Colombia (Medellín: La Carreta, 2007).

19 Zuleta, "Experimentos", 138.

20 Lorena Guerrero y José Alejandro Cifuentes, "Prensa alternativa e izquierda: el caso de la revista Documentos Políticos en el periodo final de La Violencia", Controversia, n.° 207 (2016): 292-306.

21 Héctor Fabio Bermúdez Lenis, Nicolás Buenaventura Alder: semblanza (1918-2008). Tesis de Pregrado en Sociología (Santiago de Cali: Universidad del Valle, 2012), 40-41.

22 Alvaro Delgado, "Nicolás Buenaventura", Anuario Colombiano de Historia Socialy de la Cultura, n.° 35 (2008): 503-504.

23 Archila, "Historiografía", 281.

24 Alvaro Delgado y Juan Carlos Celis, Todo tiempo pasado fue peor (Medellín: La Carreta, 2007), 217. Buenaventura hizo numerosas pesquisas sobre la historia y la composición del proletariado colombiano, investigaciones ideológicas y programáticas, manuales y materiales pedagógicos, y participó en las polémicas fundamentales de la época, como el debate que originó la contribución de Mario Arrubla sobre la caracterización del capitalismo colombiano. Nicolás Buenaventura, Polémica de historia contemporánea (Bogotá: CEIS, 1973); Materialismo histórico (Bogotá: CEIS, 1981); El programa de los comunistas (Bogotá: CEIS, 1981); Clases y partidos en Colombia (Bogotá: CEIS, 1984); Nicolás Buenaventura y otros, Precapitalismo en la economía colombiana (Bogotá: Los Comuneros, 1973).

25 Estudios Marxistas, "Editorial", Estudios Marxistas, n.° 1, (1969): 3.

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26. El investigador marxista no podía ser neutral, como el de la universidad, sino "esencialmente comprometido". Este compromiso tendría como fin 'llevar la práctica obrera y popular a un nivel de conciencia cada vez más alto, mediante la generalización y aclaración constante de esa práctica"27. Así, el investigador social no se concebía como un agente externo a los fenómenos estudiados, sino que, al ser parte, tomaría posición y aportaría a la transformación. Era una crítica a la asepsia académica y una invitación a construir conocimiento con las organizaciones y sujetos sociales comprometidos con el cambio.

Esta vocación científica de la Revista se acompañó de su compromiso político y militante, en particular en tareas de lucha ideológica y educación. Para Buenaventura, la investigación tenía un potencial importante en la reformulación de las lógicas de acumulación política y de movilización del Partido, así como para romper la reproducción del anticomunismo. Implicaba una disputa contra sectores catalogados de "ultraizquierdistas con tácticas aventureras"28. Así mismo, suponía llegar a los obreros de los grandes centros sindicales, reconociendo cambios sociales como los procesos de urbanización desde los años sesenta. La investigación debía articular la teoría marxista con las peculiaridades de la lucha de clases en el país y construir una elaboración teórica propia de los problemas nacionales. También demandaba la formación y cualificación de intelectuales encargados de difundir el conocimiento, rompiendo con las prácticas educativas imperantes, basadas en métodos escolásticos y en la separación entre investigadores y sujetos sociales.

Según López29, en los años sesenta y setenta la izquierda colombiana reivindicó una concepción del marxismo como única forma de conocimiento válida, en virtud de la cual se descalificaba otras formas como ideológicas o burguesas. EM se apartaba en gran medida de esta lógica, pues para hacer parte del campo de las ciencias sociales era necesario entrar en contacto con investigadores no marxistas: "Ellos tienen no solo la mayor experiencia técnica sino un terreno recorrido en elaboración y teorización de informaciones que es base de cualquier estudio serio que se realiza (sic) hoy"30. Esa orientación se mantiene a lo largo de la publicación. En la editorial del número 2 se afirma que la Revista no es "un fin en sí misma", sino "un medio que propicie y facilite la formación de grupos de investigación, sobre todo a nivel universitario, los cuales operen como un enlace concreto, efectivo, entre la intelectualidad rebelde y el movimiento obrero"31. Este interés en que los cuadros del PCC incursionaran en el campo de las ciencias sociales se basaba en una concepción leninista. Los intelectuales debían dotar a las masas con la conciencia de clase necesaria para su acción revolucionaria32.

26 Estudios Marxistas, "Editorial", Estudios Marxistas, n.° 1, (1969): 5.

27 Estudios Marxistas, "Editorial", Estudios Marxistas, n.° 1, (1969): 4.

28 Nicolás Buenaventura, "Así aprendemos el marxismo", Estudios marxistas, n.° 21 (1981): 78.

29 Fabio López de La Roche, Izquierdas y cultura política. ¿Oposición alternativa? (Bogotá: CINEP, 1994), 115.

30 Estudios Marxistas, "Editorial", Estudios Marxistas, n.° 1, (1969): 3.

31 Estudios Marxistas, "Editorial", Estudios Marxistas, n.° 2 (1969): 3.

32 ".. .ninguna conquista revolucionaria verdadera es fruto de la espontaneidad. Las masas libradas a su propio impulso pueden ganar batallas a sus enemigos, pero no son capaces de aprovechar sus victorias. Lograr la conquista revolucionaria, conformarla y consolidarla requiere un esfuerzo intelectual colectivo, una integración de la fuerza física de masas con la fuerza ideológica en que la historia manifiesta a través de la inteligencia humana, como razón científica, el esquema de la nueva sociedad. Hacer entender a la inmensa masa, aunque solamente sea en términos elementales, esa identificación entre sus aspiraciones materiales y la ideología de la vanguardia, es la gigantesca, paciente e inevitable tarea de los cuadros revolucionarios". Estudios Marxistas, "Editorial", Estudios Marxistas, n.° 4 (1973): 5. Esta idea basal era defendida por con vehemencia por Lenin: "La historia de todos los países atestigua que la clase obrera, exclusivamente por sus propias fuerzas, solo está en condiciones de elaborar una conciencia tradeunionista, es decir, la convicción de que es necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar del gobierno la promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los

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Sin embargo, el proyecto de EM era compatible con diversos enfoques investigativos. En la Revista predominan los métodos empíricos e historiográficos, siendo excepcionales las reflexiones estrictamente teóricas. Incluso la investigación realizada por el grupo dirigido por Buenaventura era heterodoxa. Por ejemplo, en su estudio sobre el proletariado agrícola echa mano de la literatura —desde los costumbristas, Eugenio Díaz o Medardo Rivas, hasta Eduardo Caballero Calderón y García Márquez— para documentar el tránsito de las relaciones de producción serviles o semiserviles hacia relaciones basadas en el trabajo agrícola asalariado, en una fase de extraordinario crecimiento económico entre 1925 y 1929. El recurso a la literatura se explica porque la constitución del proletariado agrícola no había sido estudiada ni siquiera por los investigadores marxistas33.

Sin embargo, la heterodoxia metodológica no significaba falta de rigor. Ese trabajo se inscribía en una línea de investigación sobre el proletariado agrícola, que incluyó varios estudios sobre las relaciones de producción del proletariado azucarero en el Valle del Cauca34. Para enfrentar la competencia internacional, los empresarios reducen los costos de producción mediante contratistas que enrolan mano de obra precarizada para el corte de caña de azúcar. Los trabajadores afrodescendientes, conocidos como "iguazos" en referencia a un ave migratoria, mantienen respecto de esos contratistas una dependencia extraeconómica cercana a las relaciones de producción serviles. El estudio se propone "descifrar este mecanismo de 'trabajo a contrato'", para articular ese sector a la lucha obrera. Por eso combina técnicas de investigación —reconstrucción histórica, etnografía, entrevistas a profundidad, encuestas—. Su conclusión es que el "iguazo" es un trabajador ambulante, no un campesino pobre o semi-proletario; forma parte de la masa de trabajadores del campo, pero no tiene arraigo territorial; es un declasado, con tendencia hacia la lumpenización más que a la articulación con el proletariado. De ahí la dificultad para organizar esa población en el sindicato35.

Un enfoque similar empleó el CIM para investigar las condiciones en que se formaba la conciencia de clase en los obreros del Valle del Cauca36. El punto de partida es una reconstrucción del concepto de conciencia de clase en Lenin como guía para el trabajo empírico, que consiste en un estudio mediante encuestas de ocho sindicatos de distintos sectores económicos, pertenecientes a la Federación de Trabajadores del Valle. El informe muestra las tasas de sindicalización, los tipos de acción colectiva y sus consecuencias (especialmente las convenciones colectivas) y las características de la dirigencia sindical. Las encuestas indagaron por las opiniones de los trabajadores sobre las organizaciones sindicales y políticas, y nociones como clase, Estado y plusvalía, con el fin de determinar el grado de desarrollo de la conciencia de clase, que era muy modesto. Por ejemplo, los obreros tenían dificultades para enmarcar su situación en la realidad de la explotación de clase, y en su lugar distinguían entre patrones "buenos" y "malos". Esta situación se explicaba porque La Violencia de mediados de siglo, al destruir locales y archivos, asesinar líderes y militantes, interrumpió los procesos sindicales, impidiendo la acumulación de una memoria y la formación de una tradición.

obreros, etc. En cambio, la doctrina del socialismo científico ha surgido de teorías filosóficas, históricas y económicas que han sido elaboradas por representantes instruidos de las clases poseedoras, por los intelectuales". V.I. Lenin, ¿Qué hacer? (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1971), 39.

33 Nicolás Buenaventura, "Proletariado agrícola", EstudiosMarxistas, n.° 1 (1969): 19-20.

34 Centro de Investigaciones Marxistas, "Los iguazos. Proletarios y parias en el azúcar", Estudios Marxistas, n.° 1 (1969): 45.

35 Cinco años años después, Buenaventura presentó otro estudio sobre "trabajadores temporeros" cosechadores de algodón en la misma región, que en líneas generales replicaba y perfeccionaba la metodología. Nicolás Buenaventura, "Proletariado agrícola: caso del trabajo temporero", Estudios Marxistas, n.° 8 (1975): 27-51; "Proletariado agrícola: temporeros (conclusión)",

Estudios Marxistas, n.° 9, (1975): 3-32.

36 Centro de Investigaciones Marxistas, "Conciencia de clase en obreros del Valle del Cauca", Estudios Marxistas, n.° 3 (1970): 13-48.

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Los principales aportes de EM no se apartan de esa heterodoxia metodológica. Por ejemplo, los estudios de Alvaro Delgado sobre los movimientos huelguísticos y el movimiento sindical no incorporaban una discusión conceptual sobre marxismo. Se trataba de investigaciones empíricas cuyo aporte fundamental es el levantamiento de series históricas de datos37. El autor, miembro del Comité Central del PCC, recogía pacientemente información de primera mano, en documentos del movimiento sindical, mediante observación participante, intercambios con los actores sociales y prensa. Con esos datos realizaba un informe anual para el periódico Voz Proletaria. No había otra manera de proceder, puesto que los informes gubernamentales eran parciales o tendenciosos y las organizaciones sindicales no llevaban un registro del movimiento huelguístico38. El método de Delgado combinaba la estadística descriptiva con el análisis histórico-político. Compilaba el número de huelgas anuales, los trabajadores comprometidos, las jornadas no laboradas, las jornadas-hombre perdidas, distinguiendo las protestas por ramas económicas, sus motivos (pliego petitorio, violación de convenios, solidaridad, protesta, cierre de empresas) y la afiliación sindical de cada suceso. Las fluctuaciones del movimiento huelguístico se analizaban en función del contexto político, especialmente reconstruyendo las formas de represión y el marco jurídico de la huelga en casos emblemáticos39.

Así pues, EM tenía como finalidad posicionar la perspectiva del marxismo compartida por los intelectuales comunistas en el naciente campo académico. El proyecto le otorgó a la investigación un lugar en las luchas políticas, invitando a una producción intelectual comprometida con la transformación social. Esta posición, sin embargo, fue compatible con cierta heterodoxia metodológica, el recurso a métodos y prácticas investigativas plurales, gracias a la orientación fundamentalmente empírica de los estudios.

2. Las dinámicas de producción en Estudios Marxistas

EM enfrentó dificultades de orden financiero y de apoyo institucional que afectaron su funcionamiento regular. Sin embargo, pudo mantenerse vigente durante casi dos décadas, realizando aportes fundamentales a las ciencias sociales desde una perspectiva marxista. Así enriqueció las luchas sociales, los procesos educativos y la discusión pública con diversas y abundantes investigaciones sobre temas fundamentales, socioeconómicos, políticos, culturales y estéticos de la realidad colombiana.

El primer número de EM (abril de 1969) apareció bajo la dirección de Nicolás Buenaventura, que permaneció en el cargo hasta el final de la publicación, en 1987. Tenía cuatro secciones: "editorial", "estudios", "polémica" y recensiones de libros. Esa estructura se mantendría en el número 2, publicado en julio de 1969; pero ya en el número 3 la estructura empezó a ser irregular, especialmente la editorial y la sección de polémica. Entre 1969 y 1987, la Revista publicó 28 números. Aunque inicialmente se propuso un número trimestral, solo pudo cumplir ese objetivo en los años 1969, 1974, 1975 y 1979. Entre 1981 y 1984, EM emitió dos números anuales. El último número apareció en un formato distinto en 1987 (Gráfica 1).

A partir del número 5 y hasta el número 12 se incorporó un consejo de redacción, un jefe de redacción y un administrador. Desde el número 12, el comité editorial estuvo conformado por un

37 Alvaro Delgado, "Doce años de luchas obreras", Estudios Marxistas, n.° 7 (1975): 3-58; Alvaro Delgado, "En torno a la crisis de la UTC", Estudios Marxistas, n.° 9 (1975): 33-65; Alvaro Delgado, "La descomposición del patronalismo sindical", Estudios Marxistas, n.°13 (1977): 31-67; Alvaro Delgado, "El paro cívico nacional", Estudios Marxistas, n.° 15 (1978): 58-115.

38 Delgado, "Doce años", 8.

39 Años después de finalizada la experiencia del CEIS, Delgado continuó su trabajo en el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), que tiene la base de datos más completa sobre luchas sociales en el país.

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director, un jefe de redacción y un administrador. En ese comité destacan personalidades del PCC como Valdemiro Quiroga, Sergio Caviedes, Ernesto Araújo, Juan Peláez, Alcibíades Paredes, Alvaro Oviedo y Eduardo Pizarro, entre otros. En el número 22 se publicó un índice temático de 12 años de la Revista para evidenciar su progreso, entendido como la ligazón orgánica entre la investigación y las luchas sociales40.

Las oscilaciones en la dinámica de producción se explican por el desplazamiento de la Revista, desde el CES en Cali hacia el CEIS en Bogotá, a partir del número 6. A principios de los ochenta, Buenaventura explicaba la inestabilidad en la producción de la Revista como consecuencia de obstáculos financieros y falta de apoyo institucional 41 . EM llegó a su fin con la renuncia de Buenaventura a la dirección del CEIS, con lo que la investigación perdió dinamismo en el interior del PCC42.

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1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988

AÑO

-PRODUCCIÓN DE LAS REVISTAS ENTRE 1969-1987

GRÁFICA 1. PRODUCCIÓN DE REVISTAS EM. (1969-1987).

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Los productos investigativos de EM fueron en su mayoría artículos académicos (Gráfica 2), seguidos de reseñas sobre libros, congresos, asambleas, eventos culturales y biografías, así como documentos políticos y, en menor medida, entrevistas. La presentación de imágenes fue escasa, limitándose prácticamente a sus portadas y carátulas. La mayoría de los textos eran de tipo ensayo científico43 o artículo de reflexión, pero también hubo abundantes informes de investigación en sentido estricto. En ciertas oportunidades, los artículos provenían de ponencias en universidades y sindicatos. La Revista incluyó artículos escritos por académicos soviéticos, de tipo teórico, enfocados a estudios diversos del mundo socialista o de expertos en algún tema de Colombia o Latinoamérica. También publicó algunos artículos de autores latinoamericanos. Así mismo, produjo dos números monográficos, el 25 y el 28, dedicados respectivamente al bicentenario bolivariano, fundamental para entender la reivindicación de la figura y el pensamiento del Libertador por el PCC, y las memorias de un simposio sobre la apertura democrática celebrado en 1987. Las reseñas daban cuenta del debate en las ciencias

40 Estudios Marxistas, "Índice general de Estudios Marxistas", Estudios Marxistas, n.° 22 (1982): 104-111.

41 Estudios Marxistas, "Índice", 104.

42 Delgado y Celis, Todo tiempo, 219.

43 "Su discurso utiliza datos, maneja teorías y conceptos, pero como los de su estirpe, no intenta agotar la materia de estudio: es el tratamiento de un tema sin las pruebas y el impulso exigidos por la investigación sistemática". Gonzalo Cataño, La artesanía intelectual (Bogotá: UPN-Plaza y Janés, 1995), 19.

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sociales con autores que no necesariamente pertenecían al PCC. Así se materializaba una forma de interacción con otros agentes y de posicionamiento en el campo académico44.

GRÁFICA 2. PRODUCTOS PUBLICADOS ENEM. (1969-1987)

Los años 1969, 1974 y 1975, fueron los de mayor producción, con entre 16 y 18 artículos; seguidos del año 1981, con 14; 1979 con 13; y 1976, 1982 y 1983, con 11 (Gráfica 3). Los años de menor producción fueron 1978, con 3 artículos; 1980, con 4; y 1973, con 6. Estas variaciones coinciden con la irregularidad que caracterizó la publicación en algunos años (Gráfica 1). Por otro lado, la Revista tenía un límite de páginas —alrededor de 120— que se agotaba con pocos artículos cuando estos resultaban muy extensos. Por ejemplo, el número 15 (1978) solamente publicó 3 artículos, pero uno de ellos tenía una extensión de 52 páginas, de un total de 11745. Aunque las reseñas no estuvieron presentes en todos los números, tuvieron una importante regularidad. Los documentos, por su parte, estuvieron constituidos por declaraciones del PCC y otras organizaciones de intelectuales y artistas. Por último, en las entrevistas se destacan temas relacionados con el arte, la literatura y la ciencia.

ARTICULOS .RESEÑAS "DOCUMENTOS ■ ENTREVISTA "IMAGENES

1969 1973 1974 1975 1976 1977 197S 1979 19S0 19S1 19S2 1983 19S4 1987

GRÁFICA 3. PRODUCTOS PUBLICADOS POR AÑO (1969-1987)

44 Horacio Tarcus, "La historia intelectual y la problemática de la recepción. Introducción", en Marx en la Argentina. Sus primeros lectores obreros, intelectuales (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007), 15.

45 Delgado, "El paro cívico nacional", 58-115.

REVISTA IZQUIERDAS

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En total, EM publicó 238 productos, de los cuales 149 son artículos. En el temario predominan los estudios socioeconómicos, políticos e historiográficos, pero también hubo un espacio muy importante para el arte y la crítica de la cultura. Sobresalen los estudios de economía y política económica, con alrededor de 24 textos; le siguen los análisis sobre arte, cultura y ciencia, con 16 publicaciones; América Latina, con 14 investigaciones; metodología e investigación social, con 10 productos; estudios agrarios y política colombiana, con 8 cada uno; luchas obreras y proletariado rural, con 7 cada uno; teoría marxista e historia colombiana, con 6 cada uno; luchas estudiantiles, pedagogía y educación, con 5 cada uno; estudios laborales, urbanos y Violencia, con 4 cada uno; teoría y filosofía política, la URSS y el PCC, con 3 textos cada uno; política social, proletariado urbano y filosofía, con 2 cada uno; y, por último, luchas campesinas y mujer, con una publicación cada uno (Gráfica 4).

Los temas principales de las reseñas, 62 publicaciones, son arte, ciencia y cultura, con 12 textos; seguido de historia colombiana, con 11; América Latina, con 9 productos; metodología e investigación social, teoría y filosofía política, con 4 cada uno; seguido de violencia, teoría marxista, pedagogía y educación, estudios laborales y agrarios, con 2 cada uno. Por último, se encuentran reseñas relacionadas con temas de la URSS, teoría social, proletariado rural, partidos políticos y política colombiana, luchas cívicas y estudios urbanos, con 1 producto cada uno (Gráfica 4).

Los documentos, alrededor de 23, constituyen declaraciones del PCC, con 7 textos; seguidos de declaraciones asociadas al arte, la literatura, la ciencia y la cultura, y la pedagogía, con 5 cada uno; historia colombiana, con 2 documentos; proletariado rural, América Latina, luchas obreras y cívicas, con 1 cada uno. Finalmente, en las entrevistas se encuentran 2 productos relacionados con el arte, la literatura, la ciencia y la cultura, y una sobre metodología e investigación social (Gráfica 4).

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violencia teoría y filosofía política teoría social teoría marxista rusia-unión soviética proletariado urbano proletariado rural política social salud. seguridad social política colombiana, pedagogía/educación partido comunista países de américa latina mujer

metodología e investigación social luchas obreras luchas estudiantiles

luchas cívicas luchas campesinas historia colombiana filosofía estudios urbanos estudios laborales estudios agrarios economía política económica arte. literatura, ciencia y cultura

GRÁFICA 4. PRODUCTOS PUBLICADOS POR TEMA ENE.M.

GRÁFICA 5. AUTORES POR GÉNERO ENEM.

La mayoría de los autores que publicaron en Estudios Marxistas fueron hombres, solo un 6% mujeres (Gráfica 5). Las autoras eran principalmente de Colombia y Rusia. Entre las referentes extranjeras se encuentran G. Andreieva e Inessa Danielivich, de la Universidad de Moscú. Dentro de las autoras colombianas, se encuentran Claudia Gómez, Lina F. Riveros, Victoria Mejía, Teresa Alvarez, Martina Uris, Rocío Londoño y Gilma Mosquera Torres. Publicaciones destacadas son las de la profesora de la Universidad Nacional de Colombia, Rocío Londoño, con sus investigaciones sociológicas sobre estudios urbanos e historia de Colombia46. También los análisis sobre estudios urbanos y luchas cívicas realizados por la arquitecta y también profesora de la Universidad Nacional de Colombia, Gilma Mosquera Torres47. Del mismo modo, se encuentran los artículos de Claudia Gómez referentes a los estudios agrarios48.

Llama la atención que los temas investigados por las autoras no están referidos a la situación particular de las mujeres. De hecho, el único artículo aparecido en EM sobre este problema es el informe de una encuesta entre obreras textileras de Medellín, a propósito del "año internacional de la mujer" (1975)49. El texto fue publicado sin autoría, como un trabajo colectivo, pero advirtiendo a pie de página que su redacción era de Nicolás Buenaventura, mientras la información había sido recogida por las dirigentes obreras Beatriz Taborda, Aura Morales, María Dolores Silva y Raquel Mejía, de la Federación de la Industria Textil, y pretendía subsanar el vacío que existía respecto a la investigación sobre los problemas de las mujeres obreras. El trabajo constataba que la industria manufacturera tendía a reclutar más trabajadoras que trabajadores y "es el lugar de mayor empleo femenino estabilizado en cuanto la mujer logra saltar la barrera de la servidumbre doméstica". Por consiguiente, "existen las condiciones objetivas, de la producción, para que el frente de la organización femenina pueda cumplir efectivamente su misión teniendo una vanguardia obrera industrial"50. Sin embargo, en la industria textilera, donde la mano de obra femenina era predominante, el salario de las mujeres era inferior al de

46 Rocío Londoño, "El comentario: asamblea de Provivienda", Estudios Marxistas, n.° 11 (1976): 89-94; Rocío Londoño, "Esbozo histórico del transporte aéreo en Colombia", Estudios Marxistas, n.° 19 (1980): 60-86; Rocío Londoño y Sergio Camacho, "Planteamiento y soluciones del transporte urbano de Bogotá", Estudios Marxistas, n.° 16 (1979): 3-51; Rocío Londoño y Medófilo Medina, "Entrevista con Eric Hobsbawm", Estudios Marxistas, n.° 27 (184): 61-69.

47 Gilma Mosquera Torres y Jacques Aprile-Gniset, "Ideología y espacio urbano", Estudios marxistas, n.° 20 (1981): 3-17; Gilma Mosquera, "Luchas populares por el suelo urbano", Estudios Marxistas, n.° 22 (1982): 20-51.

48 Claudia Gómez R, "Semifeudalismo y monopolio: la ganadería extensiva", Estudios Marxistas, n.° 7 (1975): 75-140; Claudia Gómez R, "Tendencias de la agricultura moderna", Estudios Marxistas, n.° 14 (1977): 25-47.

49 Estudios Marxistas, "La mujer obrera en el movimiento democrático femenino", Estudios Marxistas, n.° 4 (1975): 47-64.

50 Estudios Marxistas, "La mujer obrera", 49.

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los hombres que desempeñaban tareas iguales: "Por cada 100 pesos que gana una mujer obrera le corresponden al hombre 118"51.

El estudio también indagó por lo que hacían las mujeres obreras en el "tiempo libre" en su hogar, calculado en 6 horas y 5 minutos al día. Así se enfrentó el problema de la doble jornada laboral, el trabajo de reproducción de la fuerza de trabajo, también explotado bajo el capitalismo. El artículo argumentaba que, aunque la consigna "salario igual a trabajo igual" seguía manteniendo su importancia, "la cuestión de la 'doble jornada' de trabajo característica de la mujer obrera parece ser el verdadero centro del problema"52. Una parte de la encuesta, dirigida a las opiniones políticas de las obreras encontró que ponían "en un lugar muy secundario la lucha o acción política por los derechos de la mujer. No la conoce o la conoce muy poco y no participa en ella". Esto indicaba problemas de canalización del descontento de las mujeres hacia el movimiento democrático femenino. Así mismo, "la salida por la vía del sindicato aparece utópica en tanto el sindicato no busca romper el escollo de la 'doble jornada' de trabajo. Escollo frente al cual no basta la simple lucha económica" 53 . En consecuencia, el trabajo concluía que no podía producirse "una lucha importante, gremial y política, de la mujer obrera, mientras el sector de la fuerza de trabajo femenino industrial esté aislado del movimiento general democrático femenino"54.

Finalmente, la vinculación institucional (Gráfica 6) de los investigadores que escriben en Estudios Marxistas, con universidades nacionales o extranjeras, centros de investigación, organizaciones de derechos humanos, escuelas sindicales o partidos, evidencia los lugares de difusión y recepción de las reflexiones producidas en la Revista55. Pone de presente el espacio de influencia del grupo de intelectuales ligados al PCC en la sociedad colombiana y los intercambios con autores e instituciones externas al Partido. EM contó con autores provenientes de las principales universidades del país, así como de centros universitarios del mundo, y colaboró con sectores del movimiento social y obrero de la época.

En cuanto la vinculación con centros universitarios de Colombia, destacan principalmente la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad del Valle, la Universidad Incca, la Universidad Autónoma, la Universidad Santiago de Cali, la Universidad de Los Andes y la Universidad de Antioquia. Entre las universidades extranjeras están la Universidad de Moscú (URSS), la Universidad de Sao Paulo (Brasil), la Universidad de La Habana (Cuba), la Universidad Carlos Marx de Leipzig (RDA), la Universidad Mayor de San Andrés (Bolivia), la Academia de Ciencias Pedagógicas de la URSS (URSS) y la Academia de Ciencias de la URSS (URSS), en particular sus institutos de Historia y de América Latina.

Entre las vinculaciones institucionales próximas al PCC, además de instancias internas como la Juventud Comunista (JUCO), el Comité Central, el CES y el CEIS, se destacan las Escuelas Sindicales. Además, se contó con instituciones extranjeras como el Centro de Estudios de América Latina de Cuba, cercanos al PCC como el Centro de Estudios del Poder Popular, perteneciente al Partido Liberal Colombiano, y dedicadas a la investigación, como el Centro de Investigación Nación y Educación Popular (CINEP).

51 Estudios Marxistas, "La mujer obrera", 50.

52 Estudios Marxistas, "La mujer obrera", 49-50.

53 Estudios Marxistas, "La mujer obrera", 60-61.

54 Estudios Marxistas, "La mujer obrera", 56.

55 Tarcus, "La historia intelectual", 48.

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universidad santiago de cali ■ universidad nacional de colombia ■ universidad mayorde san andrés ■ universidad incca de colombia y.. J universidad inc'ca de colombia ■ universidad del valle y santiago de cali ■ universidad del valle ■ universidad de sao paulo ■ universidad de moscú ■ universidad de los andes ■ universidad de la habana ■ universidad de anhoqliia ■ universidad carlos marx. leipzig ■ juventud comunista colombiana ■ instituto de historia de la academia de.. J instituto de américa latina de la.. j escuelas sindicales ■ comité central partido comunista.. j centros de estudios de américa de cuba ■ centro de investigaciones marxistas ■ centro de investigación de educación.. 1 centro de estudios e investigaciones.. J centro de estudios de poder popular.. 1 academia de ciencias pedagógicas de la.. i academia de ciencias de la urss ■

GRAFICA 6. VINCULACION INSTITUCIONAL DE LOS AUTORES EN EM.

Incluso si únicamente se considera el aspecto cuantitativo, la producción intelectual publicada en EM realizó un aporte fundamental al desarrollo e institucionalización de las ciencias sociales colombianas. Tal producción permite identificar los problemas que más preocuparon a los intelectuales comprometidos y sus omisiones. Así, la orientación de EM a la praxis nunca fue en detrimento de la amplitud de intereses temáticos, como lo atestigua el carácter fundamental que en sus páginas adquirieron el arte, la cultura y la literatura. Omisiones como la escasa participación y los estudios sobre problemas de las mujeres son un indicador de las limitaciones políticas de la izquierda en general y comunista en particular. La Revista constituyó un núcleo de investigación y acción política desde el cual los intelectuales ligados al PCC disputaron el campo académico y la influencia sobre sus instituciones nodales, especialmente las universidades.

3. El marxismo en EM

Las investigaciones publicadas en EM rompen con la preponderancia de los manuales en la recepción, la difusión y los usos del marxismo. En la mayoría de los estudios no se recurre a las categorías y los autores marxistas como autoridades, sino en función de los requerimientos del análisis empírico. Por esa razón, la referencia a Lenin, principal influencia teórica, convive con la recepción y la crítica de diversas tendencias del marxismo occidental. De hecho, la lectura que se hace de los clásicos es crítica y heterodoxa, más que escolástica. No obstante, el marco en donde esta lectura se desarrolla,

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el proyecto político del PCC, impone limitaciones y orienta las discusiones con otras perspectivas del marxismo.

La cultura manualesca condujo a una argumentación "escolástica", construida con citas y argumentos de autoridad56. Por eso, en su estudio sobre el libro de izquierda en los años sesenta y setenta, Gómez encontró un "marxismo de segunda mano" que "no incorporó un haber intelectual exigente"57. El predominio del manual se explica en parte por la inserción tardía del marxismo en la academia, debido a la censura conservadora y católica previas al Frente Nacional58. Hasta los sesenta, en la secundaria predominaban las críticas tomistas y conservadoras del marxismo59. De acuerdo con Misas, en la Universidad Nacional había únicamente tres profesores marxistas. La militancia llegó muy tardíamente a los textos de Marx y su formación se produjo mediante obras secundarias como las de Baran, Swezy y Lange, o el Manual de economía política de la Academia de Ciencias de la URSS60.

En los sesenta, el marxismo se desenvolvió entre dos tipos: militante e intelectual61. En el primer caso, lo fundamental de la doctrina era su función política. La coherencia del discurso, no referido a la realidad colombiana, dependía de la conformidad con autores canónicos, Marx, Lenin, Mao, conocidos mediante manual. Por eso su aprovechamiento político era mínimo. En su autocrítica, Nicolás Buenaventura señaló que la doctrina de los manuales "no fue nunca más que un ritual de consagración", mientras la praxis política se guiaba por el sentido común62. El otro extremo era el "teoricismo" de los intelectuales, el marxismo como saber libresco más que como expendio de categorías y problemas para la investigación empírica. Por ejemplo, en 1969 hubo un cambio en el plan de estudios de la carrera de sociología de la Universidad Nacional, donde había arraigado desde 1959 una academia comprometida y con orientación empírica, liderada por Orlando Fals Borda y Camilo Torres Restrepo. Entonces se abandonaron los métodos y técnicas de investigación por un currículo basado en seminarios sobre filosofía de la ciencia y autores clásicos63. Así se rompió con la orientación

56 Jaramillo, "Recepción", 138-139. Hubo notables excepciones en el uso de los manuales, como la del Grupo Marxista de Bogotá al que perteneció Luis Eduardo Nieto Arteta a principios de los años treinta, que si bien se nutrió de los manuales de su época, como los de Labriola, Plejanov, Bujarin y Kautsky, también se orientó a criticar el dogmatismo y estudiar los problemas nacionales a la luz del marxismo. Gonzalo Cataño, La introducción, 97. Sin embargo, en la recepción del marxismo predominó la lógica del manual. Según el veterano militante del PCC, Alvaro Delgado: "nuestra introducción al estudio del marxismo ni siquiera comenzó con la lectura de Marx o de Lenin. Conocimos la teoría socialista a través de un folleto de Stalin titulado 'Cuestiones de leninismo' y llegamos a la dialéctica materialista con el ensayo de Mao sobre la contradicción". Delgado y Celis, Todo tiempo, 102. En el mismo sentido, Bernardo Jaramillo Ossa recordaba hacia 1988: "la generación nuestra solo tuvo la posibilidad de un estudio manualesco, dogmático de Marx y Lenin". Marta Harnecker, Entrevista con la nueva izquierda (México Centro de Documentación y Ediciones Latinoamericanas, 1989), 33.

57 Gómez, Cultura intelectual,, 16-17.

58 Uricoechea, "El marxismo", 43.

59 López de la Roche, Izquierdas, 176.

60 Misas, "El marxismo", 213.

61 Misas, "El marxismo", 214.

62 Nicolás Buenaventura, ¿Qué pasó camarada? (Bogotá: Apertura, 1992), 109. El director de EM en los años ochenta también realizó una crítica a la formación política basada en manuales. Su propio manual de materialismo histórico trataba de romper con el estilo catequético, hermético y memorístico del género, empleando un método inductivo que partía de la experiencia vital del educando, convirtiéndola "en el laboratorio de la pedagogía", para facilitar su comprensión de los conceptos. Nicolás Buenaventura, Materialismo histórico, 8. Una reflexión sobre este método, que justifica especialmente por qué partir de la experiencia del educando, se encuentra en: Nicolás Buenaventura, "Así aprendemos el marxismo", Estudios Marxistas, n.° 21

(1981): 71-87.

63 Gonzalo Cataño, La sociología en Colombia (Bogotá: Plaza y Janés, 1986), 41-42.

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manualesca en favor de la lectura directa de los autores, que apenas en los años setenta estuvieron ampliamente disponibles64, pero se relegó la investigación empírica.

En los años setenta hubo tres grandes tendencias. Primero, continuó la cultura manualesca. La moda althusseriana se difundió sobre todo gracias al manual de Marta Harnecker, Los conceptos fundamentales del materialismo histórico65, que reemplazó la lectura de Marx tanto en la militancia como en ámbitos académicos66. Segundo, cuando se recurrió al marxismo para la interpretación de la realidad colombiana, con frecuencia se incurrió en un sesgo economicista 67 . La línea fundamental de investigación fue la economía política, bajo influencia del marxismo y la teoría de la dependencia. Había un gran interés por el tipo de capitalismo, el papel del capital extranjero, las multinacionales, el sector agrario y la lucha de clases68. Finalmente, hubo un quiebre motivado por la emergencia del marxismo académico con varios núcleos de investigación y publicaciones69. En esta dinámica se inscribe EM, pues el PCC trató de posicionarse en ese campo, lo cual implicó una apertura hacia problemas del marxismo alejados de la ortodoxia70.

De acuerdo con López71, en el PCC predominó el marxismo-leninismo soviético. La subordinación del Partido a las directrices soviéticas habría alejado a los comunistas colombianos del marxismo occidental, en particular de autores como Gramsci, Luckács o Poulantzas. Esto es solo parcialmente cierto en el caso de EM puesto que, si bien en ciertos momentos hubo una defensa del marxismo soviético, las investigaciones y las reflexiones teóricas que explícitamente recurrieron al marxismo lo hicieron de una manera heterodoxa72. El examen cuantitativo de las obras de tradición marxista citadas en EM (Gráfica 7) pone de presente que la influencia principal fue Lenin, con 71 citas, seguido de Marx, con 51. Hay presencia de marxistas latinoamericanos, como José Carlos Mariátegui y Marta Harnecker. También es notoria la presencia de historiadores marxistas como Pierre Vilar, Eric Hobsbawm, Josep Fontana, Perry Anderson, Manfred Kossok, George Rudé, E.P Thompson y Samir Amin. Llama la atención, finalmente, la aparente preponderancia del marxismo occidental sobre el soviético, con referencias a autores como Marcuse, Althusser, Poulantzas o Lefebvre.

64 Antes de los setenta los textos clásicos del marxismo eran poco accesibles. El Capital fue editado en 1931 por la editorial Aguilar de España; posteriormente, en 1946, apareció la edición del FCE traducción de Wenceslao Roces, pero solo se reimprimió en 1963. La Teoría Crítica de la Plusvalía se editó por primera vez en 1946 y, aunque hubo una edición cubana, solo se reimprimió en 1981. Unicamente a mediados de los setenta se dispuso de los textos clásicos de Marx y Engels. Misas, "El marxismo", 218.

65 En 1971, Oveja Negra publicó Ideología y aparatos ideológicos del Estado, traducido por E. Zuleta y L. A. Restrepo. El manual de Harnecker fue editado el mismo año por la editorial Estrategia. Gómez, Cultura intelectual, 93 y107.

66 Misas, "El marxismo", 215.

67 DJannon, "Anotaciones", 199.

68 Cataño, La sociología, 67-68.

69 Misas, "El marxismo", 221.

70 Por ejemplo, en 1974 Buenaventura tradujo del ruso y difundió en Colombia el texto de Marx sobre Formaciones económicas precapitalistas. Carlos Marx, Formaciones económicasprecapitalistas (Bogotá: Oveja Negra, 1974). Aunque este trabajo cuestiona el esquema lineal y teleológico de la historia presente en la lectura ortodoxa de Marx, esta continuó su predominio en el PCC, porque era la "doctrina" y "algo así como la belleza platónica: una suerte de arquetipo hacia el cual tiende todo lo bello". Nicolás Buenaventura, ¿Qué pasó camarada?, 99.

71 López de la Roche, Izquierdas, 114.

72 La Revista publicó varias contribuciones soviéticas que tenían como objeto reflexiones metodológicas y reproducían el canon del "marxismo-leninismo" de forma más o menos escolástica, razón por la cual resultaban más ricas las aplicaciones del marxismo que hacían los investigadores colombianos. Los problemas fundamentales de estas contribuciones se resumían en la articulación entre la descripción de los hechos empíricos y la "síntesis teórica", el problema de la objetividad y el uso del conocimiento en el proceso revolucionario. G. Andreieva, "Papel metodológico de la teoría en los estudios sociales", Estudios Marxistas, n.° 1 (1969): 88-96; Inessa Danilevich, "Metodología leninista para la investigación de la madurez de la clase obrera", Estudios Marxistas, n.° 7 (1975): 59-74.

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GRÁFICA 5. PRINCIPALES AUTORES MARXISTAS CITADOS EN EM.

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EM tenía una concepción leninista del marxismo. Lo entendía como 'la posibilidad concreta de unir, como lo hiciera ejemplarmente Lenin, la 'teoría' de Marx con el 'movimiento obrero', tomado este como fuerza orgánica, nuclear, transformadora de la sociedad"73. Por eso, la influencia más notable, sobre Marx y Engels, es Lenin. Por ejemplo, el estudio de Buenaventura sobre el proletariado agrícola inicia con una extensa exégesis de los estudios de Lenin sobre el problema74. Sin embargo, la interpretación de Buenaventura no es escolástica. Por el contrario, toma distancia de la lectura convencional de Lenin, de acuerdo con la cual, debido a sus condiciones materiales de existencia, principalmente el aislamiento, el proletariado agrícola carece de la agencia unificadora del proletariado industrial y debe subordinarse a éste.

Para Buenaventura esta interpretación enfoca el proceso complejo de formación del proletariado agrícola desde el "movimiento campesino" en general, sin destacar la diferenciación de clases en el campo, entre trabajadores sometidos a relaciones de producción serviles o semiserviles, proletarios y pequeños propietarios agrarios. Además, en el caso cubano los obreros rurales aparecen en la primera fase del proceso revolucionario, hacia 1958, en particular el proletariado azucarero. La infravaloración del papel del proletariado agrícola radica entonces en "la tendencia a tomar el modelo universal de formación de la clase obrera como modelo único", a ver siempre el proletariado industrial urbano como el factor central unificador y dinamizador del proceso revolucionario. Sin embargo, en América Latina y Colombia, el desarrollo del capitalismo y la formación de la clase obrera se caracterizan por "distorsiones profundas con relación al modelo universal y esas diferencias se expresan precisamente en la primacía —a veces total— del proletariado rural como fuerza decisiva, nucleadora y organizadora del pueblo". Por tal razón concluye que es preciso leer a Lenin, no solo citar a Lenin75.

73 Estudios Marxistas "Editorial", EstudiosMarxistas, n.° 1, (1969): 3.

74 Nicolás Buenaventura, "Proletariado agrícola", Estudios Marxistas, n.° 1 (1969): 6.

75 Su conclusión expresa el tipo de lectura que planteaba realizar de los clásicos del marxismo: "se ha puesto todo el acento en la organización del 'proletariado industrial', como fuerza dirigente, y del campesinado en general como fuerza aliada sin estudiar y determinar con precisión las condiciones concretas en que se presenta esta ley general, sin atender a las fuerzas que

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Incluso en trabajos que no realizan exegesis teórica, es notoria la heterodoxia con que se construyen las interpretaciones. Medina, por ejemplo, examina los aportes de la historiografía inspirada en el marxismo, de Luis Eduardo Nieto Arteta e Ignacio Torres Giraldo, a la comprensión del proceso independentista. Para Medina, el aporte de Nieto, el estudio de la historia a partir de la estructura económica, es fundamental. Le permite ir más allá de la predominante narración de acontecimientos militares y distinguir los grupos e intereses inmersos en el proceso. No obstante, critica su esquematismo marxista, "la concepción un tanto mecanicista del acondicionamiento económico sobre las estructuras política e ideológica"76.

Las necesidades que planteaba el análisis empírico eran determinantes al momento de usar categorías marxistas. Por ejemplo, en su estudio sobre los cambios en la estructura del proletariado urbano, Medina crítica los esquemas sociológicos de "estratificación social" propuestos por Gino Germani, porque "mete en un mismo saco a diversas clases y grupos sociales... atendiendo a criterios de diversa índole más o menos casuales. entre los cuales no se reconoce ninguno como el fundamental"77. En su lugar, Medina usa el concepto de clase formulado por Lenin, definida por el lugar que ocupa un grupo en las relaciones de producción respecto al control sobre los medios de producción, para reconstruir las estadísticas disponibles, creadas con el criterio de estratificación social, sobre la distribución de la población económicamente activa. Así, Medina cuestiona la tesis de Germani, según la cual el tránsito de la sociedad tradicional a la moderna se caracteriza por el crecimiento de los estratos medios debido al ascenso social, porque pierde de vista los procesos de marginalización urbana y el hecho de que la tendencia hacia el crecimiento del empleo no se traduce necesariamente en ascenso social o crecimiento de la clase media. Medina considera que los empleados de estrato bajo son parte de la clase obrera, no desconoce que exista un grupo medio y supone que los empleados de estrato más alto forman parte de la burguesía. A contrapelo de las estadísticas oficiales, sostiene: "el proletariado constituye hoy la más numerosa de las clases de la sociedad colombiana", en gran parte debido a su confluencia con elementos de estratos medios urbanos78.

En la Revista también se publicaron críticas del marxismo occidental, aunque por lo general las contribuciones teóricas tuvieron menor elaboración que las empíricas. En 1969, Alcibíades Paredes realizó una cuidadosa reconstrucción de las tesis de Marcuse. Empero, su crítica final se redujo a señalar que este autor reproducía involuntariamente la "ideología burguesa"79 porque se salía del esquema marxista. Paredes coincide con una de las tesis centrales de Marcuse: la tecnología no es neutra. Sin embargo, no está de acuerdo con las consecuencias de esa premisa. Rechaza el argumento de que el "aparato tecnológico" es el factor fundamental de supresión de la libertad en las "sociedades unidimensionales", porque de esa manera Marcuse anula el problema de la explotación y la lucha de clases como motor de la historia. Para Paredes, Marcuse hace equiparables las sociedades capitalistas y las socialistas en virtud del desarrollo tecnológico que han alcanzado, suponiendo que sus

entre nosotros modifican esta ley o tendencia social, particularmente sin examinar el problema de la diferenciación en el campo y del papel especial del proletariado agrícola. Por eso, insistimos, en este caso, como en cualquier otro, hay que leer a Lenin. No citar sino leer a Lenin. Es decir, hay que seguir el hilo profundo de su análisis complejo, cambiante, sobre el problema del proletariado agrícola hasta llegar a preguntarse con él, en el terreno concreto nuestro, en nuestro campo, la pegunta decisiva, ¿quién dirige a quién?". Nicolás Buenaventura, "Proletariado agrícola", 27-28. El destacado es del autor. Esta misma perspectiva, sobre la centralidad de las luchas agrarias en el movimiento obrero latinoamericano, era desarrollada en: Nicolás Buenaventura, "Movimiento obrero: líder agrario", Estudios Marxistas, n.° 2 (1969): 6-48.

76 Medófilo Medina, "Sesquicentenario: ideología e interpretación histórica", Estudios Marxistas, n.° 2 (1969): 91.

77 Medófilo Medina, "Los cambios en la estructura del proletariado urbano contemporáneo en Colombia", Estudios Marxistas,

n.° 6 (1974): 6.

78 Medófilo Medina, "Los cambios", 15.

79 A. Paredes, "Marcuse: un retorno a la utopía", Estudios Marxistas, n.° 2 (1969): 109-110.

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consecuencias en ambos casos son iguales, pero omitiendo el análisis de las relaciones de producción, elemento que diferencia los dos tipos de sociedad. Además, Marcuse renuncia a la concepción del proletariado como sujeto fundamental del cambio, en beneficio de sectores "pequeñoburgueses" como los estudiantes y los intelectuales. En fin, "su objetivo ideológico es el de inculcar en la conciencia de las masas explotadas la esterilidad de toda lucha por la transformación social. Ciertamente, el espíritu revolucionario se apaga si la perspectiva de liberación es ilusoria, si la nueva sociedad nacida de la revolución no se va a diferenciar sustancialmente del régimen capitalista"80.

Con ocasión del centenario de la muerte de Marx, en 1983, Lenin Flórez hizo una defensa de la concepción marxiana de la historia frente a la crítica de K. Popper, quien concibió el aporte de Marx como un historicismo, la creencia supersticiosa en un destino histórico81. Popper critica el intento de predecir el futuro como podría hacerlo la física, desde un punto de vista determinista que supone la existencia de leyes históricas. Sin embargo, para Flórez, Popper no penetra en el análisis ni en la lógica de la historia que descubre Marx. El estudio de la producción material, que da origen a las relaciones sociales y a las formas de conciencia, permite entender las leyes tendenciales de la historia. Estas leyes guían el desarrollo de un modo de producción de acuerdo con la dialéctica entre fuerzas productivas y relaciones de producción. Pero no resultan de desarrollos necesarios o inmanentes de tal modo de producción, sino de contradicciones y luchas de clases. Las fuerzas productivas "determinan lo posible o imposible del desarrollo histórico", pero no el destino final. Por tanto, para Flórez, en Marx no existe una visión teleológica, pues el desenlace de tales contradicciones depende de la acción humana.

Las contribuciones sobre el marxismo latinoamericano no estuvieron ausentes, aunque tampoco fueron las mejor elaboradas. En 1979, el filósofo Augusto Díaz publicó un erudito estudio sobre Mariátegui. El texto se concentra en una semblanza biográfica, más que en una discusión teórica de los aportes del Amauta. Díaz sigue de cerca la interpretación soviética y, entre otras cosas, sostiene que las lecturas de Mariátegui como populista, marxista "no ortodoxo" o idealista, "fueron superadas mediante una reorientación metodológica, por la latinoamericanista soviética: al estudiar el papel histórico de Mariátegui en el desarrollo del Partido Comunista y del movimiento obrero peruanos, se aprehendió la esencia marxista de su pensamiento y de su práctica social" 82.

Ciertos campos, como los estudios urbanos, bebían de las tendencias heterodoxas de punta en Europa occidental. Por ejemplo, el estudio de José Urbano se inspiraba en las discusiones de Henry Lefebvre sobre "el derecho a la ciudad", pero no de manera acrítica sino aterrizando las tesis del sociólogo francés al problema del "subdesarrollo", los intercambios con el campo, las relaciones de clase y el imperialismo. Desde esa perspectiva, la "acción comunal", introducida por el gobierno en 1958, se ofrecía como un mecanismo de cooptación de las masas urbanas, para aprovechar tradiciones populares de ayuda mutua como la "minga" en todo tipo de labores de construcción de infraestructuras, "evitando todo lo que haga relación con la propiedad en común de los medios de producción y el trabajo productivo colectivo"83.

Así mismo, Gilma Mosquera y Jacques Aprile-Gniset seguían el enfoque de la "producción del espacio" defendida por Lefebvre. Su argumento consistía en que el grupo social que domina la producción de bienes e ideas asume el poder para distribuir el espacio urbano. Así, "las formas, los estilos, los volúmenes y los espacios no 'aparecen' o no 'se crean' sino que se producen. Y no de cualquier modo, al azar, en un idílico ambiente de perfecta armonía y de completo altruismo citadino.

80 Paredes, "Marcuse", 109.

81 Lenin Flórez, "Marx, Popper y los problemas de la historia", EstudiosMarxistas, n.° 24 (1983): 6-17.

82 Augusto Díaz, "El pensamiento de Mariátegui", Estudios Marxistas, n.° 18 (1979): 136.

83 José Urbano, "Urbanización y acción comunal", Estudios Marxistas, n.° 3 (1970): 100.

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Por el contrario, surgen de conflictos y exigencias contradictorias"84. Con base en estas premisas examinaban la división social en áreas urbanas, las variaciones en los precios del suelo urbano, la articulación entre factores ideológicos, culturales y jurídicos con la distribución del suelo entre grupos sociales, y la imposición de la ideología del grupo dominante sobre el conjunto social urbano, en casos como los de Popayán, Cali o Palmira, desde la época colonial.

En otras ocasiones el intento de "aplicar" el marxismo evidenciaba limitaciones para pensar luchas distintas a las del proletariado. Así ocurre, por ejemplo, con el trabajo de Alejandro Caballero sobre la huelga desarrollada en agosto de 1974 por el Sindicato de Trabajadores de Industrias Puracé S.A., en apoyo a las peticiones del cabildo indígena del Resguardo de Puracé, para suspender la explotación de minas de azufre en su territorio. La articulación entre trabajadores mineros y comunidad indígena es reducida a un proceso de proletarización de esta última. Se omite la especificidad cultural de las comunidades indígenas y su compleja relación con el medio ambiente natural, desde una perspectiva esquemática del marxismo, que enfatiza el lugar que ocupan en la estructura productiva. Las culturas indígenas "son el producto de condiciones específicas de las relaciones de producción" y "tales condiciones materiales condicionan formas culturales que, a partir de la conquista se han denominado indígenas". El factor definitivo no sería la "consciencia" de las comunidades indígenas, sino "su traumático ingreso al régimen del salario, al engranaje de lodo y sangre del imperialismo". Toda omisión de esta realidad sería un intento del imperialismo para "desviar las conciencias de quienes, en la forma señalada, entran a engrosar la clase vanguardia del proceso revolucionario" 85.

En síntesis, la orientación empírica de EM le permitió al grupo de intelectuales comunistas que en ella confluyeron superar en gran medida la cultura de los manuales en la lectura y los usos del marxismo. Aunque su mayor influencia fue Lenin, la Revista estuvo abierta a tendencias plurales del marxismo occidental. El uso de las categorías de análisis proveídas por esta tradición se caracterizó mayoritariamente por la crítica y la heterodoxia, en función de problemas de la investigación empírica, más que por un afán escolástico de recurrir a "autoridades". Sin embargo, la fidelidad al proyecto político del PCC implicó limitaciones en ese uso del marxismo, para la comprensión de críticas como las de Marcuse o de las luchas indígenas, entre otros.

4. La disputa con la "nueva historia"

EM publicó algunas investigaciones sobre maoísmo y trotskismo, corrientes de izquierda que competían con el PCC86. Sin embargo, los debates fundamentales se produjeron con sectores dominantes en el campo académico. En los años setenta la corriente más importante era la "nueva historia", la renovación de la historiografía bajo influencia de la historia socioeconómica, la Escuela de los Anuales y el marxismo. El grupo de EM mantuvo con la "nueva historia" una relación ambigua, de aprobación por el avance que representaba frente a la tradicional Academia de Historia, pero también de crítica por considerarla alejada del marxismo y por el patrocinio que empezó a recibir del Estado.

Así, por ejemplo, Lenin Flórez y Miguel Camacho reseñaron el Segundo Congreso de Historia de Colombia, realizado en la Universidad del Valle en 1979. Para ellos, la "nueva historia" ampliaba los horizontes interpretativos más allá de la descripción cronológica al uso en los trabajos de la Academia. No obstante, criticaban la orientación final del Congreso hacia la historia regional y cuantitativa, el

84 Gilma Mosquera Torres y Jacques Aprile-Gniset, "Ideología y espacio urbano", Estudios marxistas, n.° 20 (1981): 3.

85 Alejandro Caballero, "Las comunidades indígenas y el capitalismo", Estudios Marxistas, n.° 9 (1975): 103.

86 Alvaro Oviedo, "Maoísmo y trotskismo en Colombia", Estudios Marxistas, No. 13, (1977), pp. 68-79. Alvaro Oviedo, "Maoísmo y trotskismo en Colombia (II)", Estudios Marxistas, n.° 14 (1977): 86-111.

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"esquematismo generalizador y vacío de concreción histórica. muchas veces bajo el ropaje de un materialismo histórico 'heterodoxo'". Así mismo, lamentaban que el balance historiográfico presentado en la sesión inaugural fuese "marcadamente discriminatorio", desconociendo el aporte de investigadores de los países socialistas y de historiadores nacionales de orientación marxista 87.

Inicialmente, la "nueva historia" tiene una entusiasta acogida en EM. Así, el estudio de Medófilo Medina sobre las tendencias historiográficas de la Independencia coincide con la crítica planteada por dicha corriente. Medina examina la interpretación oficial, ofrecida por la Academia de Historia, y la "revisionista", de Indalecio Liévano Aguirre y Arturo Abella. Señala las limitaciones interpretativas de la historia académica, de tono apologético y orientada a apuntalar una concepción "reaccionaria" del nacionalismo, que enfatiza en el mantenimiento de los "valores tradicionales", más que en la situación de dependencia política y económica del presente88. Igualmente, coincide explícitamente con uno de los autores referentes de la "nueva historia", Jorge Orlando Melo, al destacar los "criterios extrahistóricos" presentes en la interpretación de Liévano, que "se esfuerza por buscar en el pasado una especie de sanción histórica a una política del presente en que él mismo se halla comprometido"89.

Al mismo tiempo, existe una crítica de la "nueva historia" desde la perspectiva marxista. Por ejemplo, Lenin Flórez sostiene que las clasificaciones de la historiografía colombiana en historia oficial, revisionista, nueva historia e historiografía marxista, "son exactas en la medida en que reflejan los intereses de clase de cada uno de los campos en contienda"90. No obstante, esta constatación no lo conduce a negar la posibilidad de un conocimiento científico distinto al marxismo, o a afirmar que exista una "verdad proletaria" y una "verdad burguesa". Pese a su condicionamiento de clase, el conocimiento científico "es conocimiento objetivo y sus productos pueden constituir verdades parciales. no negamos que hombres de ciencia no marxistas hagan aportes al conocimiento científico". Valorar el conocimiento científico "exclusivamente por sus ideas políticas", equivaldría a "pretender estar salvaguardado de errores teóricos por el solo hecho de ser marxistas"91. Empero, Flórez critica la "nueva historia" porque tiende a "analizar los aspectos técnico-económicos por fuera de las relaciones sociales, al margen de los procesos político-sociales e ideológicos, o fraccionar la realidad social en tal forma que sea imposible dar una visión de conjunto"92. Esto, sin embargo, no le impide hacer también la crítica de la historiografía marxista, que "conserva vicios de dogmatismo" como "recurrir a los clásicos o a principios generales para forzar una interpretación que requiere un mayor acopio de datos"93.

En general, las obras referentes de la "nueva historia" fueron bien recibidas en EM. Un trabajo primigenio de Germán Colmenares, uno de los fundadores de esa corriente, sobre las haciendas de los jesuitas en la Colonia (1969), fue considerado "minucioso y valiosísimo que proporciona sobre todo una excelente documentación de primera mano"94. Lo mismo sucede con su obra Terratenientes, mineros y

87 Lenin Flórez y Miguel Camacho, "Acerca del Segundo Congreso de Historia de Colombia", Estudios Marxistas, n.° 19 (1980): 105-106. Esa historiografía marxista estaba presente en los círculos cercanos a EM. Por ejemplo, Abel López realizó un exhaustivo estudio historiográfico para enriquecer los estudios colombianos, y particularmente los de la "nueva historia", con las tendencias de punta de la historiografía marxista. Abel López, "El marxismo y la historiografía contemporánea", Estudios Marxistas, n.° 24 (1983): 18-51.

88 Medófilo Medina, "Sesquicentenario: ideología e interpretación histórica", Estudios Marxistas, n.° 2 (1969): 80.

89 Medófilo Medina, "Sesquicentenario", 83.

90 Lenin Flórez, "Notas sobre el trabajo del historiador en Colombia", Estudios Marxistas, n.° 9 (1975): 70.

91 Lenin Flórez, "Notas", 74.

92 Lenin Flórez, "Notas", 78.

93 Lenin Flórez, "Notas", 83.

94 Centro de Investigaciones Marxistas, "Las haciendas de los jesuitas en la Nueva Granada", Estudios Marxistas, n.° 2 (1969): 114.

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comerciantes (1975), reseñada por Lenin Flórez como un aporte a la historiografía colonial del Valle del Cauca, dominada hasta ese momento por obras representativas de la historia tradicional95. No obstante, Flórez sostiene que en el texto no son claros los criterios para distinguir entre hacienda y latifundio, en particular porque no se caracterizan con suficiencia las relaciones de producción en cada caso. También la hoy clásica Introducción a la historia económica de Colombia (1974), de Alvaro Tirado Mejía, fue valorada como un "aporte significativo". Mientras la historiografía había omitido el estudio de las relaciones de producción, 'la lucha de clases y sus efectos en la formación social a lo largo de nuestra historia es el problema fundamental que Tirado desarrolla"96.

Sin embargo, la crítica adoptó un tono más político y sectario que analítico o interpretativo, cuando el equipo editor de EM se percató de que la "nueva historia" se volvía "oficial". En el número 13 apareció una reseña, probablemente de Nicolás Buenaventura, de la Biblioteca Básica Colombiana, publicada por el Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura)97. Según el autor, "la colección tiene un mérito grande", por rescatar obras clásicas de historia, sociología y literatura colombianas. Pero el volumen 18, "La nueva historia de Colombia", implicaba instituir una historiografía oficial, que excluía la historiografía marxista: "Parece que los autores consideraron, por el carácter oficial de la publicación, que ellos constituyen la representación única o fundamental de la historiografía actual del país [...] En Colombia existe otra historiografía contemporánea, particularmente relacionada con el proceso de formación y diferenciación de la clase obrera y su consecuente desarrollo político. Hay una historiografía marxista"98.

Ese "monopolio histórico de los últimos tomos de la colección" no era una casualidad. A juicio del reseñista, la colección estaba orientada por dos equipos previamente formados. El primero había sido el animador de Eco. Revista de la Cultura de Occidente (1960-84). Eso explicaba que cuatro de los cinco redactores de dicha publicación, Ernesto Volkening, Hernando Valencia Goelkel, Nicolás Suescún y Juan Gustavo Cobo Borda, y varios de sus colaboradores cercanos hubiesen publicado trabajos en colecciones de Colcultura. El segundo equipo, que orientaba los últimos tomos de la colección, entre ellos el de la "nueva historia", estaba articulado en la revista Cuadernos Colombianos (1974-79), e incluía personalidades como Mario Arrubla, Jesús Antonio Bejarano y Salomón Kalmanovitz. Este grupo tenía origen en la escisión del PCC que había publicado la revista Estrategia (1963-64). Para el reseñista, ambos grupos tenían en común la distancia respecto del proyecto político del PCC. Sin embargo, Eco defendía una posición de derecha y anticomunista basada en "la teoría reaccionaria de la 'civilización occidental'". En cambio, Estrategia abanderaba una posición anti-Partido Comunista desde la misma izquierda. El problema, no obstante, era la institucionalización de los dos equipos editores en la política cultural del Estado y del gobierno de Alfonso López Michelsen (1974-78). Por esa razón, proponía estudiar "cómo opera en nuestro país el proceso de asimilación de la intelectualidad en el ajuste y elaboración de la ideología dominante"99.

Esa pesquisa no tardó en producirse. Los números siguientes de EM incluyeron artículos sobre las revistas Mito (1955-62), Eco y Estrategia. En la presentación del texto sobre Mito, que hizo probablemente Buenaventura, aunque el artículo es firmado por Alvaro Medina100, se afirmaba que los dos grupos intelectuales mencionados habían sido protagonistas del ámbito intelectual durante las dos

95 Lenin Flórez, "Terratenientes, mineros y comerciantes", Estudios Marxistas, n.° 12 (1976): 127-129.

96 Estudios Marxistas, "Introducción a la historia económica de Colombia", Estudios Marxistas, n.° 26 (1974): 142-144.

97 Estudios Marxistas, "Libros", Estudios Marxistas, n.° 13 (1977): 110-114.

98 Estudios Marxistas, "Libros", 112.

99 Estudios Marxistas, "Libros", 114.

100 Alvaro Medina, "Mito', una revista de la burguesía", Estudios Marxistas, n.° 14 (1977): 64-85.

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décadas del Frente Nacional (1958-74), pero no habían coincidido políticamente salvo en el proyecto gubernamental de la Biblioteca Básica de Colcultura, del cual criticaba el patrocinio a la "nueva historia de Colombia". Estos sectores intelectuales, aupados por "el capital monopolista que hoy gobierna al país", tenían la "idea de que se puede rehacer y no solo reeditar la historia nacional a la orilla de este sistema político y sobre todo de su presupuesto"101.

El texto de Alvaro Medina expresa al mismo tiempo el interés del grupo de intelectuales comunistas que convergía en EM de disputar el campo académico e intelectual y un viraje en la forma como hasta ese punto se han desarrollado las críticas a la "nueva historia". No plantea una metodología para determinar la línea ideológica de Mito y se enfoca en la figura de su principal animador, el poeta Jorge Gaitán Durán, interpretando su pensamiento de manera impresionista y excepcionalmente sectaria, si se considera el tono promedio de las publicaciones de EM102.

Según Medina, como revista literaria, Mito "cumplió un papel de méritos indiscutibles", pero otras eran sus posiciones políticas, en particular respecto de la revolución. Gaitán Durán sería un vitalista e individualista inspirado en el gesto transgresor del Marqués de Sade. Su obra literaria expresa "la actitud de un burgués", pues aparece totalmente enajenada de la realidad, "la miseria de la ciudad y el campo que lo rodea". Desde esa actitud "de desdén, propia de una inteligencia superior. podía despreciar a los liberales y conservadores colombianos, sin comprometerse con la revolución, aunque declarándose partidario de ella"103. La tendencia a seguir las modas intelectuales europeas explica por qué el grupo de Mito no leyó a Marx sino de segunda mano, con Sartre, Merleau Ponty y Lefebvre: "Como jamás se adentraron en Marx, los del grupo de Mito no se plantearon la lucha por cambiar la ley y se limitaron a violarla verbalmente, en lo que no era sino la reiterativa práctica de la transgresión por la transgresión". El afán de prestigio los condujo a combatir a Marx, al socialismo —es decir, a la Unión Soviética— y al PCC, "la más peligrosa pero la más segura manera de acceder a la fama obteniendo los aplausos de la gran prensa" 104 . Así se convirtieron en "eficaces portadores de la propaganda proimperialista" bajo la Guerra Fría, mientras cultivaban su "identidad de clase" con los líderes del Frente Nacional105.

En un momento la crítica de Medina asume una lógica amigo/enemigo, negando cualquier posibilidad de que el grupo de Mito acertara en sus posiciones políticas. Por ejemplo, Mito rechazó la invasión soviética a Hungría, en 1956, que provocó un quiebre en las izquierdas mundiales. Medina, en cambio, veía ese rechazo como producto de "la mala conciencia, de colocar las 'libertades democráticas' entendidas al modo burgués por encima de (y antes que) la revolución"106. Incluso las críticas que Gaitán Durán hizo al pacto bipartidista del Frente Nacional, en La revolución invisible (1959), son anatemizadas como equívocos de intelectual burgués. El programa reformista que planteaba era erróneo por pensar que el "imperialismo", la inversión extranjera, sería algo positivo para la economía o por suponer "que la transformación del país era una tarea de la burguesía y solo a largo plazo del proletariado"107. Para Medina, Mito contribuyó a generar entre la intelectualidad "graves prevenciones

101 Medina, "Mito", 65.

102 El artículo hace eco de lo que dos décadas antes había planteado el sociólogo marxista Darío Mesa en su crítica a Mito, según la cual su grupo de intelectuales era deslumbrante en la crítica social pero no se comprometía con las luchas del pueblo. Darío Mesa, "Mito, revista de las clases moribundas", Mito, n.° 4 (1955): 286.

103 Medina, "Mito", 67-68.

104 Medina, "Mito", 69-70.

105 Medina, "Mito", 72 y 74.

106 Medina, "Mito", 72.

107 Medina, "Mito", 77.

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contra el Partido Comunista"108. En últimas, el aporte literario de la revista habría sido el vehículo para 'la metódica y profunda labor de la burguesía, particularmente de la burguesía liberal, para introducir su ideología, conformar una 'clase' dirigente intelectual y manipular a través de ella la 'cultura' contra el movimiento popular y particularmente contra la clase obrera"109.

La crítica a la "nueva historia" fue retomada por Nicolás Buenaventura en el mismo número de EM, reseñando la obra de Jorge Orlando Melo, previamente integrante del grupo de la revista Estrategia, sobre el establecimiento de la dominación española. Por su trasfondo político, contrasta con el tono que había caracterizado las reseñas. Para Buenaventura, aunque inscrito en la "nueva historia", Melo reproducía la estructura y la periodización del viejo manual de historia patria de Henao y Arrubla, editado con ocasión del centenario de la Independencia, en 1910. Así, implicaba un retroceso respecto del tratamiento que la Academia de Historia, en particular Juan Friede, le daba al período. Este último estudiaba la conquista "como una lucha de clases, como una estructura en movimiento". En contraste, "Melo sigue trabajando con las herramientas de la época del centenario de 1810 en cuanto a concepción historiográfica", es decir, con un "tratamiento dramático, con un discurso cronológico apretado de sucesos"110. Buenaventura reconocía como aporte de Melo la síntesis de conocimientos sobre la sociedad europea del siglo XVI y de los aportes de Jaime Jaramillo Uribe y Germán Colmenares, pioneros de la "nueva historia". No obstante, retomaba su crítica al proyecto de editar una "nueva historia de Colombia" resaltando que ya no sería por concurso, como la de Henao y Arrubla, "sino en base a una selección de historiadores que hace directamente el Ejecutivo" a través de Colcultura. Lamentaba que en ese proyecto colaboraran "grupos de izquierda que daban por muerto el capitalismo colombiano hace diez años", es decir, el grupo de Estrategia, y que tal "nueva historia" fuese anunciada "con este texto tan reaccionario de Melo"111.

El estudio Mateo Pérez sobre Eco, revista cultural auspiciada por la República Federal Alemana y distribuida por la Librería Buchholz, mantiene un tono similar112. Para Pérez, su línea editorial, empezando por el lema "revista de la cultura de occidente", se basa en un diagnóstico de crisis de la cultura occidental amenazada por el comunismo. Bajo la dirección de Else Goerner (1960-63), Eco reprodujo 'lugares comunes del anticomunismo primitivo"113, como la equiparación entre socialismo soviético y fascismo. Según Pérez, Valencia Goelkel, director entre 1963 y 1967, continúa en Eco el papel que Gaitán Durán jugó en Mito. Pero la llegada del socialismo a Cuba hace que ceda el "anticomunismo rabioso" porque en América Latina y Colombia cada vez más intelectuales asumen un compromiso revolucionario. Hacia 1967, la revista abandona el anticomunismo por un "eclecticismo político" con pretensiones de independencia que la conduce a un alejamiento de la realidad colombiana y latinoamericana. Desconoce, por ejemplo, el papel de la Revolución Cubana, pero al mismo tiempo publicita la reforma universitaria imperialista del Informe Atcon, en 1965, y textos a favor de la Alianza para el Progreso. Así, Eco habría heredado de Mito un "sentido del desarraigo", difundiendo en forma colonial lo que se producía en la "metrópoli"114. El americanismo de uno de sus directores, Ernesto Volkening (1971-72), es puramente culturalista. Omite el análisis del imperialismo y defiende un panamericanismo, la unión entre América Latina y EE.UU., como vía para la "salvación de la cultura

108 Medina, "Mito", 83.

109 Medina, "Mito", 84-85.

110 Nicolás Buenaventura, "Los libros", EstudiosMarxistas, n.° 14 (1977): 124.

111 Buenaventura, "Los libros", 126.

112 Mateo Pérez, "Eco y la cultura occidental", Estudios Marxistas, n.° 15 (1978): 33-51.

113 Pérez, "Eco y la cultura occidental", 37.

114 Pérez, "Eco y la cultura occidental", 42.

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occidental"115. Última etapa de Eco es la del protagonismo del grupo editor en la política cultural del Estado y el trabajo editorial de Colcultura, cuyas colecciones de libros configuran "una sociedad de mutuos elogios". En fin, concluye Pérez, aunque alejada del "anticomunismo rabioso" de sus orígenes, Eco tiene "un compromiso claramente reaccionario"116.

Por último, Sergio Caviedes realiza el estudio sobre Estrategia, cuyo grupo fundador —Mario Arrubla, Estanislao Zuleta y Jorge Orlando Melo— se separó en 1962 del PCC para formar el Partido de la Revolución Socialista (PSR) y, posteriormente, la Organización Marxista Colombiana (OMC), a nombre de los cuales se publicaron los tres números de la revista117. Caviedes argumenta que la orientación de Estrategia no difiere sustancialmente de Mito y Eco, pues todas tenían por objetivo blindar la intelectualidad y la cultura de la influencia del socialismo real. Las tres difundieron la "cultura occidental", las modas intelectuales de la burguesía y la pequeña burguesía europeas alternativas al socialismo "oriental". Para los editores de Estrategia, el marxismo oficial era incapaz de sintonizar con el presente y servir como guía para la acción. Caviedes rastrea las fuentes teóricas e ideológicas en que se inspira este diagnóstico, sosteniendo que, aunque el grupo siguió considerándose marxista, en realidad rompió con el marxismo.

Esta discutible afirmación resulta de rastrear las grandes influencias de Estrategia. Primero, la crítica de Sartre al marxismo, concebida por el grupo editor como la más importante expresión del marxismo contemporáneo, pero vista por Caviedes como una muestra de provincianismo. En los artículos que Mario Arrubla convirtió en el libro Estudios sobre el subdesarrollo colombiano (1969), tomaba los conceptos de "inter-relación" y "totalización" de la Crítica de la razón dialéctica de Sartre. En segundo lugar, en su diagnóstico del capitalismo colombiano, Arrubla toma de los "neokeynesianos" Baran y Sweezy el análisis del "neoimperialismo", según el cual en la fase del capitalismo de entonces la oligarquía financiera es subordinada nuevamente al capital industrial. En tercer término, Arrubla se inspira en la "ley de desarrollo desigual" de Ernest Mandel. En realidad, resulta problemático afirmar que estos autores pertenecían a una cultura "no marxista" como sostiene Caviedes, solo porque operaban en campos ajenos al comunismo soviético.

Por otra parte, según Caviedes, a diferencia del elitismo letrado de Mito, Estrategia se orientó a democratizar su propuesta hacia las masas universitarias, formadas principalmente por capas medias de la población en vías de radicalización tras la Revolución Cubana. Hecho el análisis estructural del capitalismo, como lo presentó Arrubla, correspondió a Estanislao Zuleta "levantar las talanqueras subjetivas que impedían a los jóvenes estudiantes comprender las relaciones entre sus conflictos personales y esa dinámica social". Así, sus interrogantes se desplazan hacia el "marxismo freudiano". La crítica de Caviedes al diálogo entre marxismo y psicoanálisis que plantea Zuleta es en verdad precaria. Según el autor, el error de Zuleta habría sido erigir a la sexualidad en una clave explicativa, omitiendo que "la sexualidad no es una actividad esencial humana, lo que además es bien evidente en el hecho de que la vida sexual es una característica propia desde escalas animales muy inferiores"118.

Finalmente, Caviedes ofrece una conclusión no solo de su estudio sino de los estudios precedentes sobre Mito y Eco. A su juicio, "la gran propuesta de superación del marxismo" por parte de Estrategia no fue más allá de sus antecesores de Mito, pues ambas terminaron plegándose a una defensa de la "cultura occidental" por contraposición al marxismo de la Unión Soviética y de Europa Oriental. Sin embargo, entre las tres publicaciones Caviedes encuentra una gran diferencia. La oligarquía llegó a

115 Pérez, "Eco y la cultura occidental", 47.

116 Pérez, "Eco y la cultura occidental", 50.

117 Sergio Caviedes, "Estrategia o la 'renovación del marxismo'", EstudiosMarxistas, n.° 16 (1979): 72-83.

118 Caviedes, "Estrategia", 80.

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considerar como peligrosos a los editores de Mito en su fase contestataria. En cambio, esa misma oligarquía vio con regocijo al grupo de Estrategia porque "se presentaba como una alternativa salvadora y directa del Partido Comunista"119. Con Mito, particularmente con Gaitán Durán, habría nacido el intelectual progresista cuya voz se pone por encima de la confrontación entre capitalismo y socialismo, el "francotirador ideológico". Para Caviedes, con Estrategia esa figura se transforma, pues ya no es necesario demostrar gran erudición y desenvoltura literarias, sino que basta con llamar a la superación del marxismo, hacer la crítica del socialismo real y del comunismo criollo, para obtener los favores de las clases dirigentes y llegar a influir en la política cultural y editorial oficial, como los integrantes de Estrategia.

En suma, en la disputa por el campo académico, el grupo de intelectuales comunistas ligados a EM entró en competencia con la corriente intelectual más destacada del momento, la "nueva historia". Inicialmente, la crítica se mantuvo dentro del marco académico, señalando las virtudes y omisiones teóricas y metodológicas de esta perspectiva renovadora de la historiografía colombiana. No obstante, cuando los intelectuales articulados en dicha corriente obtuvieron el respaldo estatal, participando en la política editorial, la crítica se tornó más política, señalando el carácter "oficial" que se le quería dar a la "nueva historia de Colombia" y examinando ciertos mecanismos que explicaban esa cooptación de la intelectualidad.

Conclusión

EM fue uno de los principales vehículos mediante los cuales intelectuales ligados al PCC trataron de disputar el campo académico en formación en los años sesenta y setenta, en donde tenían una presencia definitiva expresiones intelectuales de izquierda en relación crítica con la lectura que el Partido hacía tanto del marxismo como de la realidad nacional. La Revista, sin embargo, no se subordinó por completo a la línea política del Partido, sino que mantuvo una autonomía relativa, especialmente porque constituyó un proyecto personal de su director, Nicolás Buenaventura. Por esa razón, se caracterizó por una importante apertura a distintas prácticas, problemáticas y enfoques investigativos, en función más de su pertinencia analítica que de la línea política. De ahí también que las relaciones entre EM y corrientes intelectuales influyentes en el campo académico, como la "nueva historia", fueran ambiguas y oscilaran entre la aprobación y el rechazo.

EM se trazó como principal objetivo articular los investigadores marxistas cercanos al Partido, pero también entrar en contacto con los núcleos de investigación que hacían presencia en el campo académico. De ahí su esfuerzo por diferenciarse, particularmente afirmando una perspectiva marxista-leninista de la investigación, de acuerdo con la cual el principal papel de los intelectuales sería desarrollar la conciencia de clase para llevar las masas a la acción revolucionaria.

El postulado según el cual el conocimiento debía ser resultado de procesos colaborativos entre la vanguardia intelectual, el investigador comprometido, y los sujetos sociales del proceso revolucionario, solo se desarrolló plenamente en las investigaciones que dirigió el propio Buenaventura sobre el proletariado agrícola. Sin embargo, en términos generales la concepción marxista-leninista de la investigación fue compatible con una heterodoxia metodológica en la cual primó la investigación empírica a partir de algunas categorías básicas, como la composición de clase, la ideología y la conciencia de clase, entre otras.

119 Caviedes, "Estrategia", 81.

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De hecho, los principales aportes de EM al conocimiento de la realidad nacional estuvieron lejos de las interminables disputas por la interpretación de la doctrina marxista y se concentraron en considerables aportes empíricos, sobre las formas de acción colectiva, las estructuras organizativas y los procesos socioeconómicos más importantes para la lucha revolucionaria. Aunque problemas financieros y de apoyo institucional afectaron su regularidad, la Revista se mantuvo vigente por casi dos décadas. Los estudios socioeconómicos, políticos e historiográficos allí publicados se acompañaron de importantes espacios de difusión y análisis de diversas expresiones del arte y la cultura nacionales.

De esa manera, la publicación hizo su aporte a las discusiones públicas y particularmente a las luchas sociales y los procesos educativos populares. La influencia específica de EM sobre la cultura y la sociedad colombianas está por ser evaluada. No obstante, como queda patente al observar las filiaciones institucionales de sus autores y autoras, la Revista extendió su influencia a importantes universidades públicas y privadas del país y del mundo, así como a institutos de investigación y organizaciones sociales.

EM rompió con el uso escolástico del marxismo producido por la cultura manualesca que sirvió para difundirlo. La mayoría de los artículos no recurre a una discusión teórica explícita, pero sí se inspiran en determinadas categorías de análisis provenientes del marxismo. El uso de tales categorías está determinado, en la mayoría de los casos, por los requerimientos del análisis empírico, no obedece a la necesidad de legitimar el conocimiento acudiendo a una "autoridad". La principal referencia es Lenin, pero su lectura no es en general escolástica ni convencional sino, por el contrario, problemática y compleja. Además, aunque obviamente la Revista defendió la línea política del PCC, y de ahí las limitaciones en el abordaje de determinados problemas, en sus páginas tuvieron lugar diversos autores y tendencias del marxismo occidental, para criticarlos, pero también como importantes fuentes de inspiración.

En el afán por posicionarse en el campo académico, la Revista emprendió una crítica de la "nueva historia", la corriente intelectual más influyente en la época. Inicialmente ese enfoque fue visto como un claro avance frente a la historia tradicional de la Academia, sin cualificación analítica y orientada a legitimar el statu quo. Incluso por momentos la "nueva historia" se concibió como una aliada, pues abordaba problemas cercanos a las preocupaciones de EM, como la evolución de la economía nacional, así no lo hiciera desde un punto de vista marxista. No obstante, la crítica académica se tornó más política e incluso sectaria cuando los intelectuales nucleados alrededor de la "nueva historia" obtuvieron el respaldo estatal para sus proyectos, especialmente editoriales. El grupo editor de EM consideró que la "nueva historia" se erigía en una reescritura "oficial" de la historia nacional y se concentró en hacer una genealogía de sus principales protagonistas y sus relaciones con el Estado. La crítica inicial se convirtió en descalificación y la participación de determinados intelectuales críticos del PCC en la política cultural del Estado fue interpretada como un intercambio: mientras los intelectuales se aseguraban un lugar de preponderancia, el Estado los erigía en aliados en su lucha contra el Partido.

En suma, EM fue un proyecto fundamental para comprender la institucionalización de las ciencias sociales en Colombia y el papel que el marxismo desempeñó en ese proceso. Constituye además una fuente de información fundamental para entender las relaciones entre el campo político y el intelectual en los años setenta y ochenta, las prácticas investigativas que se desarrollaron en una pluralidad de campos de estudio y las redes político-intelectuales que se crearon, entre otros aspectos que reclaman estudios más amplios y detallados.

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