Научная статья на тему 'La plusvalía del cuidado infantil y la violencia de género en Haití: un eslabón de las cadenas globales de afecto'

La plusvalía del cuidado infantil y la violencia de género en Haití: un eslabón de las cadenas globales de afecto Текст научной статьи по специальности «История и археология»

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Inmigración haitiana / plusvalía / cuidado infantil / violencia de género / Haitian immigration / surplus value / childcare / gender violence

Аннотация научной статьи по истории и археологии, автор научной работы — Daniela Poblete Godoy

La diáspora haitiana ha sido impulsada desde inicios del siglo XX transformándose en una potente estrategia para enfrentar la precariedad de protección social, la dependencia financiera, la intervención extranjera y los desastres naturales. La división sexual del trabajo persiste de forma que mujeres haitianas trabajan como cuidadoras en su país de origen como en el extranjero. El presente artículo ofrece una revisión de antecedentes bibliográficos y propone repensar la idea de cadenas mundiales de afecto y su plusvalía. Incluye a los niños, y especialmente a las niñas haitianas, como un nuevo eslabón de las cadenas migratorias, por cuanto desarrollan trabajo reproductivo en el país de origen, experimentando a igual que las mujeres, diversas formas de violencia de género.

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The added value of child care and gender violence in Haiti: a link in the global chains of affection

The Haitian diaspora has been promoted since the beginning of the 20th century, becoming a powerful strategy to face the precariousness of social protection, financial dependence, foreign intervention and natural disasters. The sexual division of labor persists with Haitian women working as caregivers in their country of origin as well as abroad. This article offers a review of the bibliographic background and proposes to rethink the idea of global chains of affection and include children, especially Haitian girls, as a new link in the global chains of care, since they carry out reproductive work in the country. of origin, experiencing, just like women, various forms of gender violence.

Текст научной работы на тему «La plusvalía del cuidado infantil y la violencia de género en Haití: un eslabón de las cadenas globales de afecto»

52, octubre 2023: 1-28

La plusvalía del cuidado infantil y la violencia de género en Haití: un eslabón de

las cadenas globales de afecto*

The added value of child care and gender violence in Haiti: a link in the global

chains of affection

Daniela Poblete Godoy**

Resumen: La diáspora haitiana ha sido impulsada desde inicios del siglo XX transformándose en una potente estrategia para enfrentar la precariedad de protección social, la dependencia financiera, la intervención extranjera y los desastres naturales. La división sexual del trabajo persiste de forma que mujeres haitianas trabajan como cuidadoras en su país de origen como en el extranjero. El presente artículo ofrece una revisión de antecedentes bibliográficos y propone repensar la idea de cadenas mundiales de afecto y su plusvalía. Incluye a los niños, y especialmente a las niñas haitianas, como un nuevo eslabón de las cadenas migratorias, por cuanto desarrollan trabajo reproductivo en el país de origen, experimentando a igual que las mujeres, diversas formas de violencia de género.

Palabras claves: Inmigración haitiana, plusvalía, cuidado infantil, violencia de género

Abstract: The Haitian diaspora has been promoted since the beginning of the 20th century, becoming a powerful strategy to face the precariousness of social protection, financial dependence, foreign intervention and natural disasters. The sexual division of labor persists with Haitian women working as caregivers in their country of origin as well as abroad. This article offers a review of the bibliographic background and proposes to rethink the idea of global chains of affection and include children, especially Haitian girls, as a new link in the global chains of care, since they carry out reproductive work in the country. of origin, experiencing, just like women, various forms of gender violence.

Keywords: Haitian immigration, surplus value, childcare, gender violence

Recibido: 28 febrero 2023 Aceptado: 4 septiembre 2023

Deriva de la tesis doctoral financiada por ANID Chile "Migración y Agencia de hombres hatianos en Chile. El cuidado y la autoridad de padre frente a nuevos mandatos de género" (2017-2022). La elaboración del artículo es patrocinada por el Proyecto FDI MINEDUC UAU22101 de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorados de la Universidad Autónoma de Chile.

Chilena. Autora principal. Doctora en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona, Magíster en Análisis sistémico aplicado a la sociedad por la Universidad de Chile y Socióloga por la Universidad de Concepción. Investigadora del Centro para la Transversalización de Género en I+D+i+e de la Universidad Autónoma de Chile. daniela.poblete@uautonomal.cl; https: //orcid.org/0000-0002-0349-6211

Introducción

Para Marx la "plusvalía" se crea en el proceso de subsunción formal del trabajo en el capital, es decir, la forma general de toda explotación capitalista cuya producción adquiere un excedente de valor través del trabajo ajeno1. El marxismo promulgaba que la socialización del trabajo doméstico y la educación de la infancia eran necesarias para la liberación de las mujeres2. De ahí que Clara Zetkin argumentara que un sistema socialista propendería a la liberación femenina al asumir el cuidado infantil como un deber social compartido y facilitado en todo lugar donde trabajen mujeres; misma razón por la que Rosa Luxenburg enfatizara que la falta de derechos de las mujeres de clase obrera era un eslabón en la cadena de explotación, de la cual las mujeres burguesas eran consumidoras al beneficiarse del trabajo de las mujeres de clase obrera3. Son los primeros antecedentes desarrollados por la teoría marxista que inspiraría más tarde al pensamiento contemporáneo. Los feminismos marxistas y materialistas retomarían la idea de plusvalía del cuidado, asumiendo que el trabajo de reproducción de la vida cotidiana, cuidado y trabajo doméstico permiten sostener el bienestar y otorgar a las personas condiciones mínimas para desarrollar trabajo remunerado y, por ende, la acumulación capitalista. Nociones claves como doppia presenta (Balbo,1978)4, dual burden por (Oakley, 1974)5 o second shift (Hochschield, 1989)6 permiten definir la situación de mujeres adultas que de forma simultánea dedican tiempo al trabajo pagado y no remunerado de cuidados7. Serán ideas relevantes para el desarrollo de una economía feminista en los años noventa que se enfrentaría al desafío de valorizar el trabajo de cuidado unidades medibles como es el tiempo invertido en estas labores8 y evidenciar un trabajo muchas veces invisible en la sociedad, especialmente cuando no es remunerado y conceptualizado bajo la comprensión de trabajo afectivo9.

En este contexto es que cadenas mundiales de afecto (global care chains) fue una noción acuñada por Hochschild (2001)10 que emerge del post marxismo para definir vínculos de afecto, de trabajo reproductivo, remunerado y no remunerado entre mujeres de diferentes lugares del mundo. Describe a mujeres del "tercer mundo" que dejan sus propios hijos/as para cuidar a los hijos/as de mujeres más acomodadas en países desarrollados. Para ir en busca de trabajo, las mujeres del tercer mundo contratan a otras mujeres más pobres para cuidar de sus hijos o encargan los cuidados a otras mujeres de su familia. Así se traslada el afecto y cuidado como forma de plusvalía desde el tercer al primer mundo. Indiscutiblemente, Arlie Hochschild fue pionera al situar las responsabilidades y decisiones reproductivas en una economía política global. Sin embargo, Yeates (2014)11 señala que la conceptualización de Hochschild (2001) ha sido criticada por una simplificación unidireccional de los flujos de cuidado, en la que no se especifica por completo la naturaleza de los circuitos transfronterizos

1 Marx y Engels, El capital.

2 Frencia y Gaido, El marxismo y la liberación de las mujeres: de la Internacional de Mujeres Socialistas a la Revolución Rusa.

3 Frencia y Gaido.

4 Balbo, «La doppia presenza».

5 Oakley, The Sociology of Housework.

6 Hochschild y Machung, The Second Shift.

7 Carrasco, El trabajo de cuidados, 34.

8 Carrasco, 62-74.

9 Durán, La riqueza invisible del cuidado.

10 Hochschild, «Las cadenas mundiales de afecto y asistencia y la plusvalía emocional».

11 Yeates, «Global Care Chains. Bringing in transnational Reproductive Laborer House holds».

que movilizan, sustentan y financian la migración. En su conceptualización inicial pasa por alto dos preguntas:

La primera por la institucionalidad y la movilización de la red: ¿cuáles son los arreglos socio institucionales que conectan el trabajo reproductivo al asalariado y que logran movilizar oferta y demanda del trabajo en la red? La segunda, por la conformación de la red, si acaso todas las cadenas se estructuran por mujeres cuidadoras y de la forma antes señalada: ¿cómo se estructuran las relaciones de intercambio desigual entre los distintos actores involucrados en la red?

El presente artículo tiene por objetivo presentar antecedentes de la inmigración haitiana para reflexionar en torno al concepto de cadenas globales de cuidado, retomando las preguntas planteadas por Yeates (2014). A partir de los antecedentes introducimos nuevos actores en la red de cuidado, niñas y niños como cuidadores a propósito de los intercambios entre cuidado y trabajo infantil intentarán responder estas preguntas. Al mismo tiempo ofrecemos como materia para el debate dilemas ético-políticos referentes a la violencia de género y la explotación sexual. En primer lugar, ofrecemos un breve contexto histórico de la diáspora haitiana; luego, antecedentes sobre la organización familiar y cuidado infantil en Haití nos mostrarán la incidencia de los niños y, especialmente, las niñas como parte de la plusvalía del cuidado; con ello se comprenderá la relación con la violencia de género y la explotación sexual en un contexto de riesgos, vaivenes políticos e intervenciones extranjeras.

Marco comprensivo

Yeates (2014) remarca que la noción original de Hochschild (2001) no contempla los precedentes históricos en el pasado y las complejidades de la división internacional contemporánea del trabajo reproductivo, dado que la dirección conceptual del feminismo marxista era demasiado estrecha para capturarlas. De acuerdo con este argumento, los trabajos de Parreñas (2000) y Yeates (2014) permitieron ampliar el marco de análisis sobre el eslabón laboral de la cadena, mostrando que el trabajo de una mujer extranjera no siempre reemplaza a mujeres de un mayor estatus o es contratada para aliviar el segundo turno de otra mujer, sino que el trabajo de cuidados también puede desarrollarse fuera de ámbito del hogar y que no siempre contempla el cuidado de infantes, enfermos o personas adultas dependientes12. Investigadoras13 han cuestionado la heteronormatividad y la obligatoriedad de filiación biológica.

Baldassar y Merla (2014) replican estas ideas y dan cuenta de una gran variedad de servicios de cuidado que se proporcionan en entornos institucionales y comerciales, como hogares residenciales, enfermería, hospitales, clínicas, cuidado de niños en centros fuera del hogar14, e incluso -con lo controvertido que resulta su conceptualización como trabajo y no como explotación- se ha llegado a plantear que los servicios sexuales proveen soportes emocionales15. A saber, el concepto de "cuidados" embarga unos límites teóricos tan difusos que coexisten múltiples definiciones16. Por su parte, la perspectiva de la

12 Parrenas, «Migrant Filipina Domestic Workers and the International Division of Reproductive Labor».

13 Manalansan IV, «Queer Intersections»; Nadasen, «Rethinking Care».

14 Baldassar y Merla, Transnationalfamilies, migration and the circulation of care.

15 Parrenas y Baker, «Le travail de care des hotesses de bar au Japon, The care work of hostesses».

16 Thomas, «Deconstruyendo los conceptos de cuidados».

circulación del cuidado comprende un capital de mano de obra diversa, trabajando diferentes condiciones, niveles de remuneración, ganancia y regulación donde en diferentes direcciones, no de forma unidireccional como en las cadenas de cuidado. Coincidentemente, Tronto (2016)17 señala que la metáfora de la circulación obscurece el objetivo político en la cadena de cuidado, necesario en los debates de justicia global. La crítica se dirige al hecho que, en la mayoría de los sistemas circulantes, existe alguna fuerza que logra mantener el sistema fluyendo: la plusvalía del trabajo femenino. Sobre esto, Tronto (2013)18 cuestiona hasta qué punto estas formas de trabajo de cuidado son coherentes con una sociedad democrática y si existe la libertad de elección. Nguyen, Zavoretti, & Tronto (2017)19 agregan que para la comprensión de las desigualdades en el cuidado global se debe prestar atención a la moralización de la que es parte la cosmovisión neoliberal y las formas en que se combina con las ideas locales y las prácticas de cuidado que nos llevará a insertar el caso de estudio en la perspectiva del cuidado como un bien de carácter social, no solo individual20.

Más tarde Hochschild (2013)21 desarrolla los desafíos anunciados en las críticas. Desarrolla idea de "comunidad de bienes socioemocionales" para enfatizar el carácter compartido del cuidado. Muestra cómo las madres sentían que dejar los suyos era un asunto privado y no una expresión de un problema público más amplio. Así explica en parte porqué los vínculos madre-hijo se dan por sentados, y, por otra parte, porqué los problemas familiares en general se consideran privados. Por estos motivos hasta ahora ocultos, Hoschschild et. al. (2013) ponen de relieve que las cadenas se anclan en los bienes socioemocionales compartidos de una comunidad donde cada persona da y toma una pequeña parte, lo que varía según cada grupo étnico y religioso. Al visualizar ahora a la comunidad, advierte que el cuidado no es tan sólo una forma de capital extraído. En la modernidad la comunidad está ausente de la imagen, es decir fuera del marco cognitivo de las personas individuales y por esta razón no se puede ver lo que está distorsionado, tensado o erosionado por este drenaje del llamado "tercer mundo". En consonancia con esta tesis la presente revisión de antecedentes propone que las infancias forman parte de las cadenas de cuidado, aportando al igual que las mujeres plusvalía que se traslada, tal como las remesas, como un valor que va desde el tercer al primer mundo. El presente artículo aporta antecedentes bibliográficos para sostener esta hipótesis y muestra cómo no solo el trabajo de cuidados es un bien aportado por mujeres y niños, sino también como a la vez son víctimas de la violencia de género y la explotación. Un motor impulsa la cadena de valor, la falta de protección social y la intervención extranjera.

Haití: Cifras socioeconómicas y migratorias

Haití se encuentra en el tercio occidental de la isla de Quisqueya ubicada en el Mar Caribe entre Cuba y Puerto Rico. Posee dos lenguas oficiales, el francés y el creole, este último es una mezcla de francés, africano e inglés que surgió con la población afrodescendiente esclavizada en la isla.

17 Tronto, «Comment 2».

18 Tronto, Caring Democracy.

19 Nguyen, Zavoretti, y Tronto, «Beyond the Global Care Chain».

20 Daly y Lewis, «The Concept of Social Care and the Analysis of Contemporary Welfare States».

21 Hochschild, Devi, y Isaksen, «Children Left Behind».

Según datos del Banco Mundial22 al año 2018 Haití contaba con 11.263.077 habitantes, un Producto Interno Bruto (PIB) de 8,5 mil millones de USD con crecimiento anual promedio de 1,5%. Aunque para el 2020 el crecimiento del PIB fue negativo (-1,7%) y la inflación de 17,4%23, registrando un nivel de importaciones superior al de exportaciones (un 58% y 17% del PIB respectivamente). Es categorizado en los países de bajo ingreso, con un ingreso GNI (ingreso nacional bruto) per cápita de 2,939 dólares24.

Respecto del Índice de desarrollo humano, Haití durante el año 2018 ocupaba el puesto 169 con un puntaje de 0,503 (en escala de 0 a 1) y de 0,299 ajustado por la desigualdad, clasificando en el nivel de desarrollo "bajo". Se encuentra en el puesto 150 de las naciones del mundo en el índice de igualdad de género. La cifra más dramática de la realidad del país se refiere al porcentaje de la intensidad de privación o más conocida como la pobreza multidimensional, ya que alcanza al 48,4% de la población25. Las cifras antes expuestas dan cuenta de la realidad socioeconómica de los habitantes de Haití, las cuales están lejos y por debajo de otras naciones del Caribe26.

El total de población haitiana emigrante se calcula en 1,6 millones, de los cuales 19.000 emigraron el año 2019, tendencia que ha subido en el transcurso del tiempo. Del total de emigrantes un 44,4% corresponde a mujeres y un 31,6% a niñas, niños y adolescentes27. Al año 2017, el país tuvo un número de migración neta de -175, tendencia que ha ido creciendo cada año. Esto quiere decir que la población disminuye pues más personas se van del país (emigrantes) de que las que llegan (inmigrantes), lo que ha llevado a un aumento sostenido de las remesas internacionales 28.

1. Contexto histórico de la migración haitiana

Es necesario recordar que Haití, al igual que el resto del continente americano, se encontraba habitada por población indígena, los cuales fueron objeto de la colonización europea encabezada principalmente por España e Inglaterra y cuyos inicios se remontan hacia fines del siglo XV29. El caso de Haití es particular en el continente americano por dos aspectos, el primero es el haber sido una colonia francesa en América y el segundo es el haber sido el primer país del continente en alcanzar su independencia en 1804. Si bien durante el siglo XIX y los primeros decenios del siglo XX Haití fue uno de los territorios más ricos en la producción de recursos mineros, forestales y de azúcar, actualmente es uno de los países más pobres del globo. Según el historiador Coupeau (2008) esto se debe a que el país no ha sido capaz de gobernarse sin comprender su realidad tanto en la época colonial como en el período post independentista; además es su capital, Puerto Príncipe, donde se concentra la población, la industria y el empleo sin una adecuada conexión con los nueve estados geográficos que componen el país, por ende, el acceso a los servicios y bienes es dificultoso para la gran mayoría de sus habitantes. Además,

22 Banco Mundial, «Country Profile Haití».

23 IOM's Global Migration Data Analysis Centre, «Global Migration Data Portal».

24 World Bank, «GNI per capita, PPP (constant 2017 international $)».

25 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, «Panorama general. Informe sobre Desarrollo Humano 2019».

26 Rodrigues, «Uma curva para o sul: o brasil na diáspora haitiana».

27 IOM's Global Migration Data Analysis Centre, «Global Migration Data Portal».

28 Banco Mundial, «Country Profile Haití».

29 Coupeau, The history of Haiti.

Coupeau (2008) distingue dos tipos de economías en el país, una economía de mercado desmoronada y una economía de subsistencia que se beneficia de la caída de la anterior.

La migración no es un fenómeno exclusivo de la contemporaneidad haitiana, sino que es producto de una larga tradición históricamente validada por las instituciones. Louidor (2020) refiere tres grandes oleadas migratorias: la de penetración financiera de EEUU al Caribe, la influencia de la guerra fría y otra posterior al terremoto del año 2010. Junto con lo anterior, los constantes períodos de inestabilidad política también deben de ser considerados dentro de las causas que explican la diáspora haitiana30.

1.1. Incidencia financiera de EEUU al Caribe (inicios del siglo XX a mediados del siglo XX)

Una vez firmado el tratado de Paris en 1898 entre España y EEUU tras el cual este último se quedaba con el dominio diplomático sobre Cuba y Puerto Rico, comenzó la ocupación militar y económica de la isla caribeña compartida por Haití y República Dominicana. A raíz de lo anterior, los habitantes de Haití serían utilizados como mano de obra en las plantaciones azucareras ubicadas en Cuba y República Dominicana, todo esto bajo la lógica capitalista impuesta por EEUU. Los habitantes haitianos reclutados como mano de obra azucarera representan la primera oleada migratoria hacia otras islas caribeñas y países americanos dentro de la extensa historia de migración haitiana31. Los orígenes de la migración haitiana se ubican en esta reconfiguración socioeconómica del Caribe, dentro del sistema mundo capitalista y, en particular, en esa nueva fase de la globalización en que EUA se estaban convirtiendo en el país hegemónico del mundo32.

1.2. La guerra fría (1947-1953) y el régimen de François Duvalier (1957-1971)

En el contexto de guerra fría protagonizado por EEUU y la URSS se produce una segunda gran oleada migratoria de los habitantes haitianos producto del apoyo otorgado por EEUU al régimen dictatorial de Duvalier, lo cual significó la persecución de todo aquel habitante que esté en contra del régimen impuesto. Aquellos que contaban con recursos huyeron vía aérea o marítima a EEUU, Francia, otras islas del Caribe, Canadá, América Latina e incluso África. Sin embargo, para las personas sin la posibilidad de embarcar un vuelo la situación fue distinta33. De acuerdo a Farmer (1994), por primera vez en 1963 las personas comenzaron a huir masivamente de Haití trasladándose en botes hasta las costas de Florida para solicitar el estatus de refugiados34.

Es en este período, durante la dictadura de François Duvalier, que la emigración comenzó a significar una fuente de ingresos directa para el gobierno a tal punto de que en 1965 se negoció un acuerdo con República Dominicana de proveer a este país entre 10.000 y 15.000 trabajadores haitianos cada año.

30 Louidor, «Traces and scars of the post-earthquake Haitian migration».

31 Louidor.

32 Trouillot, Haiti, State against Nation.

33 Louidor, «Traces and scars of the post-earthquake Haitian migration».

34 Farmer, The uses of Haiti.

1.3. El régimen de Jean-Claude Duvalier (1971-1986)

Al asumir Jean-Claude Duvalier la conducción de Haití, este sume a la isla en una fuerte dependencia económica respecto de EEUU al instaurar la industria de montaje subcontratada por los norteamericanos. En un principio, no se trataba de una industria esencial, puesto que consistía en materiales producidos en un país rico, exportados a un país pobre para ser montados con mano de obra barata a cambio de beneficios fiscales, con sindicatos blandos y sueldos mínimos (P. E. Farmer, 1994).

A su vez, sin dejar de considerar los beneficios económicos que la emigración otorgaba al país mediante las remesas y los costos derivados de los pasaportes e impuesto de entrada y salida del territorio; es en 1979 cuando Haití adopta una nueva ley de migración, la cual autorizaba visas de hasta un año, aunque, de todas formas, toda persona nacional de Haití que había pasado fuera tres meses requería también una visa para retornar. Además, en 1989 se creó un Comisariado para Haitianos Residentes en el Extranjero con el objetivo de fomentar una mayor participación de los haitianos que viven en el extranjero al desarrollo de su país y la migración de retorno.

Según Coupeau (2008) a mediados de la década de los ochenta, la industria azucarera comenzó a decaer, lo cual trajo como consecuencia que los trabajadores haitianos buscaran otras formas de generar ingresos, es así como se expanden hacia otros sectores productivos como la construcción y el comercio informal, lo cual de cierta manera aumenta la irregularidad de las contrataciones. De acuerdo a Farmer (1994) es en los inicios de esta misma década donde se produce la caída de la economía y el hundimiento del país, la nación se sume en la deuda exterior y ha perpetuado su entrada a la categoría de "nación de población en pobreza absoluta" según el Banco Mundial. A su vez, cada intento de los habitantes haitianos por revertir esta situación traía consigo arrestos, desapariciones, destierros, torturas y muertes. Debido a ello, Haití comenzó a generar miles de refugiados que seguían dirigiéndose en balsas hacia las costas de EEUU, flujo que persistió por 14 años. Mientras tanto, el Haití rural era golpeado por la erosión de sus suelos. La deforestación hacía que los habitantes rurales optaran por dejar el campo, ir a la ciudad o vía marítima buscaban mejores opciones fuera del país. Hacia 1984 se agudizaron los disturbios de rebelión popular. En 1986 EEUU retira el apoyo al régimen de Duvalier quien se marcha de Haití. El objetivo retratado en los medios fue una renovación del liderazgo, pero que al largo plazo resultarían más bien cosméticos y no sustantivos para el país (Farmer, 1994).

1.4. El primer y segundo periodo de Jean-Bertrand Aristide (1990-1996)

En 1990 fue elegido presidente Jean-Bertrand Aristide, un sacerdote de la Iglesia Católica con trayectoria de apoyo popular hacia los pobres. Farmer (1994) señala que las campañas de Aristide por subir el sueldo mínimo y posicionarse en contra la corrupción surtieron efectos, de modo que el tráfico de drogas y contrabando, monopolio del ejército, disminuyó la cantidad de cocaína que pasaba por Haití, y descendió el número de personas haitianas que intentaban salir en barco, sin embargo, los disturbios violentos no cedían. Coupeau (2008) y Farmer (1994) coinciden que después de ocho meses de mandato, Aristide fue saboteado e interrumpido en 1991 por intervención del ejército en defensa de los intereses de la elite haitiana. De acuerdo a las fuentes citadas por Farmer (1994) Aristide había sido presionado por su intento de reforma agraria, la subida del salario mínimo, el congelamiento de los

precios de los productos de primera necesidad y por enfrentarse a los narcotraficantes, y fue denunciado ante las Naciones Unidas por la demanda de drogas.

La nueva junta de militar tomó el control, el golpe de estado fue condenado por la Organización de Estados Americanos (OEA) y se estableció un bloqueo comercial contra Haití. Consecuencias como represiones violentas tras la salida de Aristide fueron inesperadas: aumentó el número de refugiados, 100.000 haitianos cruzaron hacia República Dominicana y otras decenas de miles huyeron por el mar35. La situación de los refugiados se mantuvo mientras que diversas negociaciones se desarrollaron entre el gobierno norteamericano, la OEA y Aristide, hasta que en 1994 el mando le fue devuelto con la intervención de Estados Unidos en medio de una conciliación limitada y la represión de aquellos haitianos desafiantes del sistema36.

1.5. Los cascos azules, la MINUSTAH (2004 al presente)

Una vez finalizado el tercer mandato de Aristide en el año 2004 tras una intervención militar, la ONU da inicio a la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) compuesta por distintas naciones, incluidas las de América Latina, la cual se mantuvo vigente hasta el año 2017. Además, es en este período donde las personas haitianas diversifican sus destinos tras los desastres naturales que azotaron al país. De acuerdo a Debandi y Petallo (2017)37, en pleno periodo de la MINUSTAH, el terremoto que afectó a Haití en el año 2010 es uno de los fenómenos contemporáneos que ha marcado la reorientación de los flujos de emigración. Haití ya se encontraba en una situación de vulnerabilidad multidimensional, incluyendo importantes brotes de cólera, tras lo cual el terremoto vino a agravar aún más la situación. Se instalaron campamentos de desplazados, aumentó la intervención de organismos internacionales y diversos países abrieron canales de ayuda y mecanismos de regulación para aquellos migrantes haitianos que se encontraban en situación irregular dentro de los países de destino, entre los cuales se encuentran Francia, EEUU y Canadá junto con Venezuela, Chile y Ecuador. Meses después de haber ocurrido el terremoto, un gran flujo migratorio se dirigió hacia Brasil producto del imaginario de posibilidades laborales y la intervención de las tropas brasileñas de la MINUSTAH. Si bien la realidad brasileña distaba de la motivación que llevo a los migrantes a dejar Haití, éstos decidieron quedarse ya que, a pesar de las limitaciones encontradas, estas significaban menos riesgo que el debían afrontar en su país de origen; esta situación se mantuvo hasta la crisis económica del año 2014 la cual vino a agravar la situación laboral de los migrantes.

Junto con la motivación originada por los imaginarios esparcidos por las tropas de la MINUSTAH, autores como Audebert (2017) y Rodrigues (2015)38 señalan que la motivación de los nuevos flujos migratorios hacia el sur de América -cuyo patrón clásico fue antes Norte América y El Caribe- fue también la demanda de los empleadores brasileños, y en menor medida de las empresas chilenas para obtener mano de obra de bajo costo en la construcción, manufactura, industria agroalimentaria y

35 Farmer, 91.

36 Coupeau, The history of Haiti.

37 Debandi y Patallo, «Diagnóstico Regional sobre Migración Haitiana».

38 Audebert, «The recent geodynamics of Haitian migration in the Americas»; Rodrigues, «As redes sociais de haitianos em Belo Horizonte».

servicios de baja calificación, coincidiendo con la búsqueda de trabajo y los devastadores golpes a la economía haitiana a causa del terremoto y los dos huracanes.

Diáspora haitiana y refugio

La migración haitiana se caracteriza por el alto nivel de riesgo al que se exponen las personas para buscar una mejor calidad de vida39. Entre las causas que llevan a las personas haitianas a migrar, según Rodrigues (2017, 2015) 40 hay que considerar como factores de expulsión de la población haitiana: la situación política y los desastres naturales, como ya se ha mencionado, pero también los indicadores de salud y educación, así como la precariedad de ingresos e infraestructura, los cuales evidencian la búsqueda de seguridad política y económica. Una vez que los migrantes abandonaban su isla e ingresaban irregularmente a Brasil y en ocasiones a Panamá, estos derivaban en ingresos a Ecuador, Perú, Argentina y Chile, que en ese entonces no pedían visas a las personas haitianas41 y es en este contexto donde surgen redes de tráfico que son difíciles de comprobar debido a la complejidad de las rutas y lo delicado de la situación en origen, lo que derivó en una crisis en las fronteras brasileña y peruanas hacia finales del 201142 con la intervención de intermediarios de distintas nacionalidades que, motivados por su propio beneficio cruzaban migrantes haitianos por el norte de Brasil43.

Louidor (2020) señala que la migración haitiana es tan heterogénea en diversidad de trayectos y destinos que no se podría categorizar de forma rígida. Los datos cuantitativos acerca de las trayectorias no son del todo exactos ni rastreables. Así mismo los destinos, trayectos y perfiles (rico/pobre, urbano/rural, por ejemplo) están cargados de imaginarios y se determinan por factores diversos y contextuales como son las expectativas acerca de las oportunidades, las redes de apoyo, la apertura de las políticas migratorias, entre otros. Rodrigues (2017) coincide y sostiene que la migración haitiana ha tomado forma de diáspora y aunque la emigración es eminentemente dispersa, dinámica y dependiente de las políticas migratorias externas y la fragilidad de su propia situación política, los migrantes mantienen compromiso y sentimiento de responsabilidad hacia su país de origen.

Una vez acaecido el terremoto del año 2010, que, junto con los factores ya mencionados, vino a agravar aún más la frágil situación de Haití, según Louidor (2020) es factible considerar dos cortes migratorios temporales dentro de esta dinámica migratoria. Hacia fines del año 2010, ya existían atisbos de un endurecimiento de la política migratoria en Brasil y en Guayana Francesa, los cuales comparten frontera y han sido destino de la inmigración haitiana. El cierre de las fronteras brasileñas trajo consigo que los organismos internacionales exigiesen a Brasil otorgar una solución humanitaria a las personas haitianas que se encontraban "varadas" en las fronteras o viviendo en frágiles condiciones en la región amazónica

39 Metzner, «La migración haitiana hacia Brasil: estudio en el país de origen»; Rodrigues, «Uma curva para o sul: o brasil na diáspora haitiana».

40 Rodrigues, «As redes sociais de haitianos em Belo Horizonte»; Rodrigues, «Uma curva para o sul: o brasil na diáspora haitiana».

41 Audebert, «The recent geodynamics of Haitian migration in the Americas»; Fernandes y Castro, «A migra^áo haitiana para o Brasil: resultado da pesquisa no destino»; Louidor, «Los flujos haitianos hacia América Latina: Situación actual y Propuestas»; Rodrigues, «Uma curva para o sul: o brasil na diáspora haitiana».

42 Audebert, «The recent geodynamics of Haitian migration in the Americas»; Louidor, «Los flujos haitianos hacia América Latina: Situación actual y Propuestas»; Debandi y Patallo, «Diagnóstico Regional sobre Migración Haitiana».

43 Rodrigues y Fernandes, «Amazonian Gateways: a rota de acesso de imigrantes até o Brasil pela Regiáo Norte».

peruana. Es así como a inicios del año 2012 se inicia un proceso de regularización en Brasil a aquellos que habían logrado ingresar, pero que no daba respuesta a quienes se mantenían atrapados en Perú en situación humanitaria grave. Ese mismo año dos huracanes sacudieron Haití aumentando el flujo migratorio.

Respecto de otros países de América, hacia el año 2014, tanto en Chile como Argentina se da inicio a estrategias de regulación de migrantes haitianos que se encontraban dentro de sus territorios, lo cual evidencia que la región latinoamericana no contaba con instrumentos normativos y políticas adecuadas para enfrentar una situación que por cierto ya existía, pero que se agudizó debido al desastre natural de 201044. Para República Dominicana, lo ocurrido es digno de mencionar y recordar, ya que a raíz de la sentencia 0168 del Tribunal Constitucional promulgado en septiembre del año 2013, se privó de la nacionalidad dominicana con efectos retroactivos a miles de dominicanos de ascendencia haitiana creando una situación en la que estas personas se convertirían en apátridas, dicho de otro modo, la sentencia TC/0168/13 privó de la nacionalidad dominicana a 200.000 personas haitianas nacidas en República Dominicana cuyos padres eran haitianos en situación irregular, lo cual derivó en numerosas deportaciones45. En paralelo a la sentencia del Tribunal Constitucional de República Dominicana el año 2013, se modificó la normativa de extensión de visados en Perú, mientras que en Brasil el ingreso irregular vertiginoso no se resolvió con visados humanitarios hasta ya el año 201546.

Siguiendo a Louidor (2020), el segundo corte migratorio ocurre entre el año 2016 y 2019, producto de cambios políticos y económicos a partir de destitución de Dilma Rousseff en Brasil (2016). Ahora sin trabajo, quienes permanecían en Brasil reorientan su destino: algunos emigraron a EEUU, otros no lograron ingresar y quedaron atrapados en México hasta que se endureció la política en este país en junio del 2019. Así también hubo quienes pidieron asilo en Canadá, mientras que algunos fueron retenidos en la frontera de Colombia, Panamá y Costa Rica (Louidor, 2020). Fue en esta etapa cuando en Chile la inmigración haitiana fue en alza y se comenzaron a extender residencias temporarias o sujetas a contrato en este país. Tanto en Chile como en Ecuador en el año 2018 se comenzó a tornar la situación administrativa de los migrantes haitianos aún más compleja ya que se comenzaron a imponer paulatinamente requisitos de ingreso adicionales para frenar el proceso migratorio, ya sea para otorgar o renovar los permisos que habían sido expedidos. Actualmente se desconoce si la migración haitiana ha redirigido sus flujos migratorios producto de la pandemia mundial, considerando además la cadena de obstáculos administrativos para estos migrantes adoptada por diferentes países de América Latina durante la última década47.

1. Migración, organización familiar y cuidado infantil en Haití

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La migración es una de las principales estrategias de supervivencia frente al desempleo, la pobreza y la falta de oportunidades y, por lo tanto, no tienden al retorno (al menos no uno permanente) aunque

44 Debandi y Patallo, «Diagnóstico Regional sobre Migración Haitiana».

45 Curiel, «Un golpe de estado: La Sentencia 168-13».

46 Debandi y Patallo, «Diagnóstico Regional sobre Migración Haitiana».

47 Debandi y Patallo.

incluso se trate de una migración calificada, es decir que mientras más años de escolarización más probabilidades tiene una persona de emigrar48.

Autores coinciden en la masculinización de la primera etapa migratoria. La decisión migratoria tiende a ser tomada en familia e involucra en principio a un integrante del grupo familiar, el cual, por lo general, es un hombre ya que la persona que emigra debe ser la más apta y con mejores condiciones para enfrentar este desafío. Esto implica un desfase temporal entre la migración del hombre y la migración de la mujer (con o sin hijos). La posterior llegada de la mujer representaría un intento de aumentar la renta obtenida por la familia en el destino y así, mejorar el valor de las remesas destinadas al manteniendo de los hijos e hijas que permanecen en Haití49. La llegada de personas haitianas a Brasil se caracteriza por la composición de hogares multifamiliares y por vínculos sociales débiles: primos, amigos o cuñados50. Es importante distinguir el masculino, puesto que el colectivo tiende a la masculinización51 y, por ende, se trata de hogares de convivencia principalmente compuestos por hombres52 .

2.1. Las remesas

Al año 2011, las remesas producto de las migraciones representaban más del 30% del PIB nacional de Haití53 subiendo a un 37,1% al año 201954. Estos datos son consistentes con Jadotte & Ramos (2016), quienes sostienen que los flujos de las remesas han crecido continuamente, aunque con una pendiente menos pronunciada desde el año 2008. Tal es la importancia de estos flujos que desde el año 2000, las remesas superan a la inversión extranjera directa y a la exportación de bienes y servicios del país. Hasta el año 2009 también se encontraban por sobre la asistencia oficial para el desarrollo. Un 90% de las remesas provienen de Norteamérica, un 6% de América Latina y el Caribe y un 4% de Europa55.

Las remesas son fundamentales para la economía familiar y para el financiamiento de las escasas políticas públicas. Las remesas de la migración haitiana pueden ser en efectivo o en especies y provienen de los empleos públicos o privados de quienes han migrado hacia las economías receptoras. El uso dado a las remesas en los hogares haitianos tiene como destino mejorar el nivel de vida o representar un ingreso extra cuando en el hogar hay personas económicamente activas o bien, son un ingreso de reemplazo en el hogar cuando no hay otras personas remuneradas. Estas investigaciones también señalan que, si la persona que migra es mujer, sus hogares reciben remesas con mayor frecuencia que cuando los hogares son dirigidos por un hombre56. Las mujeres inmigrantes con

48 Jadotte y Ramos, «The Effect of Remittances on Labour Supply in the Republic of Haiti»; Verner y Egset, Social Resilience and State Fragility in Haiti.

49 Rodrigues, «As redes sociais de haitianos em Belo Horizonte».

50 Rodrigues, «Uma curva para o sul: o brasil na diáspora haitiana».

51 Coulange et al., «Estrategias de familias migrantes haitianas para sus hijos ante las políticas antiinmigrantes de República Dominicana»; Rojas, Amode, y Rencoret, «Racismo y matrices de "inclusión" de la migración haitiana en Chile».

52 Rodrigues, «As redes sociais de haitianos em Belo Horizonte».

53 Lamaute-Brisson, «Sistemas de protección social en América Latina y el Caribe».

54 IOM's Global Migration Data Analysis Centre, «Global Migration Data Portal».

55 Jadotte y Ramos, «The Effect of Remittances on Labour Supply in the Republic of Haiti».

56 Lamaute-Brisson, «Sistemas de protección social en América Latina y el Caribe».

frecuencia se emplean en trabajos de limpieza, hotelería, cocina y cuidado de personas dependientes57 y además reportan trabajo informal en el comercio minorista58 o como cocineras y cuidadoras de los varones y niños durante las travesías migratorias59.

Las remesas permiten mejorar la calidad de la vivienda, invertir en pequeñas empresas o cubrir gastos médicos; como también en mejorar el capital humano de la isla60. La relación entra la migración y la escolarización, está dada por el financiamiento de esta, ya que junto con el impuesto a las telecomunicaciones y a las remesas internacionales61 la migración permite aumentar la asistencia escolar de la totalidad niños y niñas de una comunidad. En parte, las remesas amortiguan las limitaciones presupuestarias para acceder a la educación y aumenta la probabilidad de que la niñez se escolarice, sin embargo, cuando la ausencia de uno de sus miembros impone una carga económica o responsabilidad sobre los miembros restantes del hogar, se reduce su probabilidad de escolarización62.

2.2. La organización del trabajo de cuidado diferenciado por género y edad en Haití

El nivel de vida en Haití no depende solamente de los ingresos monetarios, sino también del autoconsumo en el caso de las economías del área rural, lo cual implica que el trabajo doméstico no remunerado es realizado también por personas ajenas al grupo familiar y fuera de una relación mercantil. Estos elementos también determinan el nivel de vida. De aquí que la fuerza trabajadora se pueda establecer por cuenta propia buscando elegir el sector donde desarrollará su actividad remunerada, podrá ser reclutado por una familia dentro o fuera del hogar sin una remuneración. Esta inserción de empleo es determinada por las normas de género, puesto que las mujeres madres son llamadas a retirarse del empleo o retrasar su ingreso. Lamaute-Brisson (2013) describe una división del trabajo según género y edad, entre mujeres y hombres, así como entre adultos/as y niños/as63:

2.3 La división sexual del trabajo

En el medio rural las mujeres tienen 'derecho a realizar actividades generadoras de ingreso aparte de su trabajo doméstico' 64. Este derecho se refiere al permiso de poder realizar una labor anexa a su rol de sexo-género. Las actividades realizadas son por lo general ventas de productos agrícolas, lo cual obliga a estas mujeres a ausentarse de sus hogares por varios días y es en el hombre en el cual recae el asegurar la alimentación cotidiana del hogar.

En el medio urbano los perfiles son similares cuando la mujer se inserta en el comercio informal, cuyo financiamiento surge del ahorro personal y admite que los hombres reemplacen a las madres como

57 Handerson, «El sistema migratorio haitiano en las Guayanas: más allá de las fronteras»; CENEM Universidad de Talca, «"Inmigración y discriminación en Chile"».

58 Wooding, «La lucha de las mujeres migrantes haitianas por la seguridad ciudadana».

59 Montinard, «Pran wout la: experiencias y dinámicas de la movilidad haitiana».

60 Amuedo-Dorantes, Georges, y Pozo, «Migration, Remittances, and Children's Schooling in Haiti».

61 Lamaute-Brisson, «Promoción y protección social de la infancia y adolescencia en Haití».

62 Amuedo-Dorantes, Georges, y Pozo, «Migration, Remittances, and Children's Schooling in Haiti».

63 Lamaute-Brisson, Economía del cuidado de la niñez en Haití; Lamaute-Brisson, «Capítulo VI: Economía del cuidado de la niñez en Haití: proveedores, hogares y parentesco».

64 Lamaute-Brisson, Economía del cuidado de la niñez en Haití, 23.

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proveedoras de cuidado cuando éstas no están. Lamaute-Brisson (2010) asegura que en el medio urbano las mujeres son las principales cuidadoras (92,7%). Aunque el modelo hombre proveedor/mujer cuidadora inactiva económicamente (también llamado fordista) se encuentra vigente, en las clases medias ha ido desapareciendo progresivamente, mientras que la participación masculina en la crianza se reporta más bien en hombres jóvenes, ocupando el segundo lugar como proveedores de cuidado (52%), siendo mayor en el ámbito rural (43%) y menor en el medio urbano (34%). Por su parte, hermanas y hermanos mayores se ubican como tercera figura cuidadora (hermanas cuidadoras en un 32,4% y hermanos cuidadores en un 10,8%). Le siguen las abuelas y tías ocupando el tercer lugar como cuidadoras de reemplazo, disminuyendo su participación conforme avanza la edad del/a infante. En el caso que el hombre trabaje fuera del hogar, en amplia proporción la cuidadora es la madre, mientras que cuando la mujer trabaja de forma remunerada y el hombre está desempleado, la proporción de cuidado materno baja, aunque sigue siendo la cifra más alta. Es en estos casos donde se confía el cuidado a la abuela o vecinas, e incluso aunque el hombre esté laboralmente inactivo65.

2.4 La división del trabajo por edad (adultez/niñez)

Se le debe prestar particular atención al rol de niñas y niños tanto en su rol dentro de la familia como en la economía familiar, ya que en muchos casos son a la vez personas de cuidado y cuidadores (Lamaute-Brisson, 2010). Según la autora, esta dinámica ocurre principalmente en el medio rural y mientras menor es la escolarización de la niñez; ya que es aquí donde los padres, abuelos y otros parientes como padrinos y madrinas tienen el derecho de controlar la prestación de trabajo doméstico o agrícola de sus hijos e hijas, quienes tienen aquí la responsabilidad de ser el soporte de la vejez y la herencia patrimonial. En el medio urbano los datos existentes indican que niñas y niños son menos movilizados al trabajo que en el medio rural. Esto se explicaría porque el trabajo infantil es percibido como un componente importante de la socialización infantil, en la cual las mujeres pueden asumir actividades que realizan hombres, pero no es de igual forma la actitud inversa.

Según Lamaute-Brisson (2010), ante la existencia de niñas y niños dentro del grupo doméstico que ha decidido migrar, y considerando que cuidar en el país de destino al niño/a que ha nacido en origen representa un costo demasiado elevado (); las familias optan por alguna de las dos siguientes estrategias: la primera consiste en la conformación de cadenas de cuidado, en la cual se le delega esta función a otro integrante de la familia mientras que la segunda estrategia consiste en trasladar al niño/a hacia otras familias haitianas establecidas en el extranjero o en áreas urbanas de Haití intercambiando el cuidado y la escolarización del/a niño/a por trabajo doméstico, práctica conocida en República Dominicana como "hijos de crianza" (en República Dominicana) o "Restavek" (en Haití) 66. Niñas y niños ejecutan tanto trabajo doméstico como no doméstico, pues participan también en la actividad económica del hogar y pueden estar o no emparentados por parentesco con el grupo doméstico en el cual habitan y trabajan. Más frecuentemente las niñas que los niños, son colocadas en familias con mejor situación económica que sus familias de origen 67. Si bien la práctica de encargo de niños y niñas a otras familias a cambio de trabajo doméstico infantil fue derogada a través de la ley del 29 de abril de 2003 sobre la prohibición, eliminación de todas las formas de abuso, violencia, maltrato o tratos inhumanos en contra

65 Lamaute-Brisson, 42-45.

66 Faedi, Gender and violence in Haiti; Lamaute-Brisson, Economía del cuidado de la niñez en Haití.

67 Cooper, Diego-Rosell, y Gogue, «Child Labor in Domestic Service (Restaveks) in Port-au-Prince, Haiti».

de los niños y niñas68; esta continua y es socialmente aceptada, puesto que, en explicación de Cooper et al. (2012), el trabajo infantil sin remuneración se encuentra anclado con profundas raíces en las costumbres de Haití69.

Los informes de los organismos internacionales respecto de Haití indican que, en la práctica de encargo de niños y niñas a otras familias a cambio de trabajo doméstico infantil, los posibles empleadores de niños o niñas normalmente visitan a los padres biológicos bajo la promesa de alimentar, educar y cuidarlos a cambio de ayuda doméstica (Haydocy et. al., 2015). La investigación de Faedy (2014) denuncia que en la práctica Restavek se trata a los niños y niñas como si fueran una especie de valiosa "mercancía" que va de una familia a otra, mostrando que las niñas, en la mayoría de los casos, terminan siendo abusadas y explotadas laboral y sexualmente con escasas raciones de comida y limitadas posibilidades de educarse. Esta situación afecta especialmente a las niñas provenientes de familias pobres de origen rural cuya identidad no figura en los registros oficiales y que son empleadas como trabajadoras domésticas en familias urbanas que pueden abandonarlas una vez resultan embarazadas, afectadas por privaciones y maltratos impunes70. Los datos son consistentes con la encuesta sobre violencia infantil en Haití del año 2012 (N=2916) que utilizan Gilbert et al. (2018) para sostener que las niñas y niños de crianza tienen tasas más altas de violencia infantil, menos acceso a la educación y recursos financieros que otros niños haitianos71.

2.5 Otros proveedores de cuidado en Haití

En la actualidad los proveedores de cuidado público se articulan a través de diversos arreglos institucionales que incluyen el aparato del estado y una mayor inversión de organismos internacionales72. La escasez de recursos disponibles plantea como desafío la priorización de los derechos infantiles que se garantizarán y la selección de población objetivo, dando prioridad a la población más empobrecida. Aunque se pueden enunciar una serie de programas de cuidado (alimentación, escolarización o salud) dirigidos a la niñez, el acceso está lejos de ser universal. De acuerdo a Lamaute-Brisson (2014), tampoco existen mediciones claras ni sistemáticas sobre el gasto público dirigido a la infancia y adolescencia. Hacia el 2006-2007 el gasto público en educación era de un 2,5% del PIB (ver tabla N°1 actualizada con los últimos datos disponibles al año 2013). El gasto del estado es bajo si se compara con otras naciones. De hecho, uno de los programas más destacables, el Programa de escolarización universal, gratuita y obligatoria (PSUGO) y el Programa de transferencias condicionadas para la retención escolar (dirigido a las madres), son financiados en parte (no especificada) por un gravamen a las transferencias internacionales, especialmente a las remesas, lo que reafirma la importancia de la migración como fuente de recursos que sostiene el cuidado infantil, tanto a nivel familiar como institucional, representado las remesas un 30% del PIB de la nación73.

68 Lamaute-Brisson, «Promoción y protección social de la infancia y adolescencia en Haití».

69 Faedi, Gender and violence in Haiti.

70 Faedi, 44.

71 Gilbert et al., «The Experience of Violence against Children in Domestic Servitude in Haiti».

72 Lamaute-Brisson, «Promoción y protección social de la infancia y adolescencia en Haití».

73 Lamaute-Brisson, «Sistemas de protección social en América Latina y el Caribe».

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Tabla Na 1: Comparativo indicadores educación Haití y destinos migratorios

Indicadores Educación Haití República Dominicana Brasil Chil e EEU U Canad á

% de gasto público como del PIB asignado a educación (2009-2013) sin datos 3,7% 6,3% 4,55 % 5,22% 5,27%

% alfabetización hombres 15 a 24 años (2009-2014) 74% 95,7 % 96,7% 99,2 % sin datos sin datos

% alfabetización mujeres 15 a 24 años (2009-2014) 70% 97,8% 98,3% 100 % sin datos sin datos

Tasa bruta de matriculación educación inicial niños (2010-2014) 78% 43% sin datos 125 % 71% 73%

Tasa bruta de matriculación educación inicial niñas (2010-2014) 84% 45% sin datos 121 % 71% 73%

Tasa neta de matriculación escuela primaria niños (2010-2014) sin datos 86% 97% 93% 93% sin datos

Tasa neta de matriculación escuela primaria niñas (2010-2014) sin datos 85% 97% 92% 93% sin datos

Niño/as no escolarizados en escuela primaria sin datos 14% sin datos 7% 7% 1%

Tasa neta de matrícula secundaria niños (2010-2014) sin datos 61% sin datos 87% 87% sin datos

Tasa neta de matrícula secundaria niñas (2010-2014) sin datos 70% sin datos 90% 89% sin datos

Tasa neta de asistencia neta escuela segundaria niños (2010-2014) 33% 66% 76% 80% sin datos sin datos

Tasa neta de asistencia neta escuela segundaria niñas (2010-2014) 39% 79% 78% 84% sin datos sin datos

Fuente: Elaboración propia en base a UNICEF (2020)74

3. Violencia de género en Haití

3.1. El género y la dimensión política de la pobreza

Diversos autores coinciden en que la violencia en Haití afecta a la infancia, especialmente a niñas y mujeres75. Si en Faedi (2014) la cultura es "violenta" por razón de género; para Coupeau (2008) es una cultura "autoritaria"; para Wooding (2012) la razón es una cultura "frágil" en lo que se refiere a la exigibilidad de los derechos de las mujeres. Otros como Clark (2006) y Wiley (2003) dicen directamente que es una cultura patriarcal y misóginaque, encontrando su génesis en la historia colonial, se sostiene en la creencia que a las mujeres en exclusiva les compete el trabajo doméstico y el cuidado infantil76. Desde una perspectiva jurídica (Clark, 2006) la nación haitiana no ha logrado integrar los derechos de

74 UNICEF, «Estadísticas».

75 Faedi, Gender and violence in Haiti; Wooding, «La lucha de las mujeres migrantes haitianas por la seguridad ciudadana»; Coupeau, The history of Haiti.

76 Clark, «Domestic Violence in the Haitian Culture and the American Legal Response»; Wiley, «A Grassroots Religious Response to Domestic Violence in Haiti».

las mujeres y la infancia a su sistema normativo de forma que no tienen como denunciar la violencia, de ahí también que su representatividad en el gobierno sea menor en comparación con los hombres.

De acuerdo a informes del Banco Mundial77, el estado haitiano posee una capacidad muy limitada para proporcionar bienes públicos básicos a su población, por lo tanto, no ha logrado atenuar la pobreza de esta. Las políticas de protección social tienden a ser centralizadas, los esfuerzos son descoordinados y poco regulados; en definitiva, se trata de una institucionalidad frágil y en gran medida ineficaz. Es así como la concepción de la niñez como sujeto de derecho se encuentra lejos de formar parte de la realidad haitiana cuyo sistema de protección social, en ausencia de un estado fuerte, está fragmentado y es financiado por distintas organizaciones de cooperación internacional, orientado a indicadores elementales de bienestar y que no permiten aún la intervención en términos de promoción de derechos78. Vásquez (2017) señala que el terremoto del año 2010 vino a profundizar una nueva merma en las capacidades del Estado, la dependencia económica haitiana y la liberalización radical de la economía que se inició en la década de los ochenta. Actualmente otros factores han venido a complejizar aún más el panorama, las duras condiciones de vida de los desplazados, el éxodo de profesionales de la isla, las dificultades de la vida rural, las tropas militares extranjeras y las tensiones políticas con República Dominicana, son algunas de ellas79. Todo esto ha llevado a un aumento de la pobreza en términos absolutos. En base a los últimos datos proporcionados por el Banco Mundial (2020), en 2010 un 58,5% de la población se encontraba por debajo de la línea de pobreza nacional80.

Se debe considerar que después del terremoto del 2010, ha sido difícil contar con cifras de pobreza actualizadas y es en este sentido que Vásquez (2017) sostiene que no solo hay que tomar en cuenta los datos e indicadores absolutos, sino que conviene revisar cómo ha variado la pobreza en su dimensión política y su reproducción histórica. En este sentido, el autor propone considerar a la pobreza en tanto constructo político teniendo en cuenta a:

"[...] la precariedad y vulnerabilidad ante los desastres naturales, la violencia social, el estado, los desplazamientos forzados, la inseguridad alimentaria, el analfabetismo, la estigmatización y el racismo como causas, y a la vez consecuencias de la mala distribución de recursos y oportunidades" (Vásquez, 2017, p. 170).

En este sentido, la propuesta analítica para el caso de Haití argumenta el autor, es entender la pobreza y la exclusión social como resultado de intereses conflictivos que no encuentran consenso, donde cabe cuestionar -con los antecedentes histórico políticos expuestos- si la cooperación internacional ha permitido el desarrollo de mayores grados de gobernabilidad que frenen la reproducción de la pobreza. Cabe preguntarse, además, por qué relacionar pobreza en términos políticos y la violencia hacia mujeres y niñas en Haití. Vásquez (2017) indica la imperiosa necesidad de avanzar hacia indicadores de pobreza como constructo muldimensional, que tengan en cuenta, por ejemplo, las diferencias de género y su

77 Verner y Egset, Social Resilience and State Fragility in Haiti; Carrillo, «Assessing Governance and Strengthening Capacity in Haiti».

78 Lamaute-Brisson, «Promoción y protección social de la infancia y adolescencia en Haití».

79 Vásquez, «Pobreza y pobreza infantil: elementos para el debate en la elaboración de una política protección social en Haití».

80 Banco Mundial, «Country Profile Haití».

relación con la exposición a violencia física o simbólica, como factores que propician la reproducción de la pobreza.

3.2. El género y la dimensión religiosa

Respecto de los efectos que ha tenido la religión en la sociedad haitiana, Richman (2012) indica que los misioneros que proveen asistencia tras los desastres naturales han introducido el pentecostalismo, el cual ha ido reemplazando al Vudú y de esta manera las religiones protestantes se han ido instaurando en la comunidad haitiana81. Las organizaciones religiosas en Haití ejercen un rol protector del riesgo 82 y también favorecen la integración de los inmigrantes haitianos en las sociedades de destino83, por lo cual es muy relevante mencionar los posibles efectos que las religiones protestantes podrían ejercer en las conceptualizaciones de género.

Germain (2011) sostiene que la sociedad haitiana, producto de la influencia ejercida por las iglesias evangélicas, se ido transformando en una sociedad patriarcal afectando el empoderamiento de las mujeres quienes antes lograban cohesión con el vuduismo. Tanto Rey (1999) como Pierce & Elisme (2000), coinciden en señalar que las concepciones patriarcales sobre el derecho del hombre a disciplinar y controlar sexualmente a las mujeres son llevadas a las sociedades a las cuales migran84.

Diversos autores85 señalan que tanto el Vudú como sus principios religiosos de que toda persona tiene valor y dignidad, se han ido recuperando dentro de la sociedad haitiana, lo cual ha servido para combatir la violencia doméstica. A pesar de que diversos activistas han intentado recuperar los valores del Vudú como herramienta de empoderamiento de las mujeres, se trata expresiones religiosas que no tienen una estructura formal, que son perseguidas y condenadas por las iglesias evangélicas86.

3.3. Violencia doméstica

Faedi (2014) califica a la sociedad haitiana de imbuida en una cultura de violencia incluyendo la dimensión de género y atribuye a las agresiones sexuales de niñas y mujeres dentro del hogar como uno de los resultados de un clima social de temor, como un producto de tradicionales normas de represión hacia las personas más vulnerables y, por tanto, consideradas como inferiores dentro del hogar. Coupeau (2008), por su parte, la considera una cultura autoritaria, aludiendo al método de la fuerza brutal de los regímenes autoritarios para imponerse, así como las fuerzas armadas institucionales y paramilitares han infringido un clima de miedo e intimidación (Coupeau, 2008, p. 93). Tanto Faedi (2014) como Clark (2006), definen a esta sociedad como una sociedad patriarcal, donde el matrimonio

81 Richman, «Religion at the Epicenter».

82 Breathett, «Religious Protectionism and the Slave in Haiti»; Rey, «Junta, Rape, and Religion in Haiti, 1993-1994».

83 Mooney, «The Catholic Church's Institutional Responses to Immigration»; Orellana, «Migration, Vodou, and Pentecostalism»; Portes y Zhou, «The New Second Generation»; Nicolas et al., «A Descriptive Evaluation of Religiosity among Haitian Immigrants».

84 Rey, «Junta, Rape, and Religion in Haiti, 1993-1994»; Pierce y Elisme, «Suffering, Surviving, Succeeding».

85 Clark, «Domestic Violence in the Haitian Culture and the American Legal Response»; Germain, «The Earthquake, the Missionaries, and the Future of Vodou»; Wiley, «A Grassroots Religious Response to Domestic Violence in Haiti».

86 Germain, «The Earthquake, the Missionaries, and the Future of Vodou».

es concebido bajo el modelo del sostén familiar masculino y la mujer cuidadora responsable de los deberes domésticos87.

Faedi (2014) explica que la lucha diaria por la supervivencia constriñe a las mujeres a buscar el apoyo masculino, principalmente económico. Son los hombres quienes por convención social han de cubrir necesidades básicas, ingresos y también la seguridad. Clark (2006) señala que ellas se ven atrapadas en relaciones conyugales violentas perpetuadas en el tiempo; entre cuyas causas se encuentra que se ven afectadas por una adaptación psicológica al abuso repetido, volviéndose temerosas, sintiéndose indefensas e incapaces de dejar al agresor; es factor de riesgo no ser alfabetizadas; o también si en infancia fueron víctimas de abuso por su familia de origen o entregadas por encargo a hombres mayores. La violencia haitiana se encuentra amparada en la falta de instrumentos legales eficaces para sancionarla y respaldada bajo la idea que es un asunto privado (Clark, 2006).

Al contextualizar esta información, se debe mencionar que las cifras de la Organización Mundial de la Salud (WHO, 2021) de prevalencia de la violencia contra las mujeres por su pareja en el mundo es de 27% (experimentada durante la vida) y un 13% (experimentada el año pasado). La prevalencia de violencia contra las mujeres haitianas durante su vida en Haití se encuentra en niveles similares a la tendencia mundial (27%) y a la tendencia en Chile hasta los 29 años. A partir de los 34 años la prevalencia de victimización de las mujeres haitianas desciende, siendo más baja que la prevalencia mundial y que la prevalencia en Chile. Al consultar los mismos datos para el indicador de violencia experimentada "el año pasado" la tendencia muestra un evidente descenso por debajo de la prevalencia mundial afectando a las niñas y mujeres más jóvenes.

De acuerdo a Clark (2006) los hombres cuentan con la validación social para mantener una o más esposas siendo su deber social el proveerlas económicamente. Según las entrevistas de Faedi (2014), el contrato de género se funda en una preocupación de las mujeres por los ingresos de sus parejas, lo cual les otorga a ellos la legitimidad necesaria para dictar sus reglas, maltratar y practicar la poligamia, lo cual se relaciona con la prevalencia del VIH/SIDA en las mujeres haitianas88 (Sumner et al., 2016; Fawzi, 2005). Considerando lo anterior es que la dependencia económica de las mujeres es la principal causa de sumisión dentro de las relaciones conyugales, la justificación para abusar sexualmente de sus parejas e infundir la autoridad sobre mujeres y niñas con palabra o golpe. Las entrevistas realizadas por Faedi (2014) también revelaron una violencia simbólica cuando los maridos abandonan a las mujeres para unirse a las pandillas o a relaciones extramaritales, dejando de lado sus responsabilidades financieras y parentales. La investigación de Gage & Hutchinson (2006) coincide con Faedi (2014) al demostrar que, en una encuesta realizada a mujeres entre 15 y 49 años, estas afirman que la violencia sexual y física por parte de la pareja íntima (N=2240) se relaciona con celos y control del hombre, siendo factores de riesgo significativos la jefatura femenina en la comunidad y el dominio económico de la mujer en las compras del hogar. De acuerdo con Clark (2006) quien añade que esto sucede cuando los problemas económicos son resueltos por la mujer, ellos pierden el estatus de "ganador de pan"89 (Clark, 2006, p. 306). En definitiva, los datos indican que la violencia masculina surge arguyendo el poder económico y

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87 Faedi, Gender and violence in Haiti; Coupeau, The history of Haiti.

88 Sumner et al., «Childhood Sexual Violence Against Boys»; Fawzi et al., «Factors associated with forced sex among women accessing health services in rural Haiti».

89 Clark, «Domestic Violence in the Haitian Culture and the American Legal Response», 306.

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sexual en un contexto de precariedad económica que parece agudizar la expresión de la violencia cuando las mujeres se resisten a la sumisión y el poder masculino se ve amenazado.

3.4. Explotación sexual

De acuerdo con Faedi (2014) y Clark (2006), en Haití existe una relación entre la violencia política y la económica y la violencia de género, de forma que violencia económica y de género se refuerzan a causa de estrategias forzadas para enfrentar la pobreza. Faedi (2014) describe que producto de las precarias condiciones de vida de la población, mujeres y niñas se desplazan diariamente de sus domicilios hasta los mercados comerciales para trabajar como vendedoras con un salario de un dólar al día, o en algunos casos, para ejercer aquello que la autora denomina 'comercio sexual'. Visto desde el feminismo radical90 el concepto más adecuado es el de 'explotación sexual' pues permite reconocerlo de su práctica como una actividad forzada y favorecida por el sistema de explotación en un contexto de extrema vulnerabilidad económica y social donde los cuerpos de las mujeres son sexualizados y objetivados aun cuando pueda existir cierta persuasión bajo promesas o ideales de amor romántico.

La investigación de Sumner et. al. (2016) deja en evidencia que los cuerpos de niños y adolescentes varones son sexualmente explotados, por ende, es importante mencionar que la explotación prevalece desde la edad infantil en niñas y niños. Entre sus consecuencias, la investigación encuentra que las víctimas, cuando niños, una vez hombres adultos reproducen violencia sobre las niñas, mujeres y parejas en el ámbito privado. De los factores postulados en la investigación resultaron ser factores de riesgo significativos: una relación cercana con los profesores y una relación con el trabajo a cambio de dinero que en la literatura es citada como "transactional sex"91 y del cual optamos por distanciarnos ya que los autores no ofrecen mayores antecedentes que expliquen estas sentencias y denominaciones. Sin embargo, es importante destacar que esta investigación advierte y reconoce una limitación importante referida a la invisibilización de la violencia sexual amparada por normas culturales que la normalizan y que no permiten rastrear los datos con exactitud.

3.5. Violencia contra las infancias

Las niñez restavek evidencia de que la pobreza tiene género92, puesto las niñas no reciben los mismos tratos y cuidados que sus pares masculinos. Faedi (2014) denuncia que niñas y niños quedan bajo el cuidado de sus hermanas mientras los padres trabajan fuera de casa y es aquí, en la intimidad de sus hogares, que niñas quedan mayormente expuestas al abuso sexual por parte de parientes, empleadores o vecinos bajo el silencio de sus familiares. El abuso cometido no es denunciado, sino que más bien es perpetuado como un secreto familiar ya que la castidad de las niñas es un bien de intercambio que debe ser protegido para asegurar su matrimonio y posterior sustento económico.

Respecto de la violencia simbólica, los hallazgos son similares a los de Faedi (2014). Según Wooding (2012) las mujeres entrevistadas ven la relación conyugal como una relación transaccional donde se intercambian las labores domésticas y disponibilidad sexual hacia el marido a cambio del sustento

90 Barry, «Teoría del feminismo radical».

91 Sumner et al., «Childhood Sexual Violence Against Boys», 7.

92 Faedi, Gender and violence in Haiti.

económico. La autora señala que la violencia es favorecida por falta de recursos normativos eficientes, falta de redes de apoyo, oportunidades laborales y de escolarización. Es preciso cuestionar que la causa sea netamente el sustento económico, en especial si consideramos los antecedentes aportados por Clark (2006). Es así como se puede comprender que las mujeres entrevistadas pueden llegar a justificar la violencia que viven93. Si bien tanto en República Dominicana como en Haití existe una normativa legal que obliga a los maridos al pago de alimentos, la institucionalidad es tan frágil que la ley no tiene ningún peso en las vidas de las mujeres. Así cuando las mujeres trabajan remuneradamente enfrentan la vulnerabilidad frente a la violencia sexual, el robo, el abuso laboral o la intimidación por parte de sus empleadores, clientes o cobradores del paso fronterizo; vulnerabilidades exacerbadas por su condición extralegal.

Incluso las trabajadoras domésticas "acogidas" en un hogar son persuadidas de reivindicar sus derechos aludiendo a razones de índole afectivo. Entre los motivos enumerados por Wooding (2012) tras los cuales las mujeres migrantes haitianas en República Dominicana se resisten de denunciar, frenar o exigir sus derechos se encuentran razones de índole institucional: no saben español o son recién llegadas, no conocen el sistema y no saben a dónde acudir, creen que no tienen derechos porque son haitianas, vienen de un contexto de institucionalidad muy débil, temen ser repatriadas y desconfían en la capacidad de las instituciones para protegerlas. Otras razones de son índole familiar: las creencias religiosas, una desesperanza aprendida, temor y dependencia económica del agresor.

Para el caso de las mujeres migrantes haitianas en Estados Unidos, independiente de que en este país la violencia sea penalizada legalmente, no todas poseen el conocimiento de que la ley puede protegerlas, por el contrario, temen por su estatus legal cuando esa condición depende del estatus de su esposo94. Clark (2006) señala además que, en el caso de Haití, el porcentaje de uniones maritales que se han formalizado ante la ley es minoritario, lo cual es un requisito que debe existir al momento de denunciar la violencia.

3.6. La violencia política y sexual en el contexto de la intervención de la ONU

Diversos autores95 recuerdan que desde la colonia francesa se ha ejercido una violencia sexual hacia niñas y mujeres haitianas por parte de los colonizadores y desde aquí que las mujeres negras son sexualizadas y cosificadas. Durante la dictadura, la violencia sexual también estuvo presente como un mecanismo para romper las relaciones sociales al interior de las comunidades96. Rey (1999) sostiene que torturas, abusos sexuales y violaciones entre miembros de una misma familia o comunidad fueron obligadas durante el régimen y de ahí que las personas sobrevivientes encontraran acogida y reparación en las organizaciones religiosas. Una vez finalizada la dictadura, los conflictos políticos y armados no se han detenido97. Faedi (2014) sostiene que las mismas condiciones de violencia y precariedad han llevado

93 Wooding, «La lucha de las mujeres migrantes haitianas por la seguridad ciudadana»; Gage y Hutchinson, «Power, Control, and Intimate Partner Sexual Violence in Haiti».

94 Clark, «Domestic Violence in the Haitian Culture and the American Legal Response»; Wooding, «La lucha de las mujeres migrantes haitianas por la seguridad ciudadana».

95 Rey, «Junta, Rape, and Religion in Haiti, 1993-1994», 199; Toledo y Braga, «Abuso e explorado sexual em opera^öes de paz»; Clark, «Domestic Violence in the Haitian Culture and the American Legal Response».

96 Rey, «Junta, Rape, and Religion in Haiti, 1993-1994».

97 Rey.

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a que niños sin hogar sean reclutados por grupos armados para llevar carga pesada y pelear como soldados, mientras que las niñas son obligadas a la explotación sexual (no reclutan a mujeres dentro de sus filas). Se trata de grupos armados con motivaciones políticas asociados al tráfico de drogas, pero legitimados socialmente, ya que durante el gobierno de Aristide eran asociaciones que distribuían los recursos del estado en las comunidades, siendo los mismos que perpetraban violencia sexual contra mujeres en las facciones políticas contrarias cuyo objetivo es la recompensa y el control de las relaciones familiares y sociales al interior de las comunidades donde se desarrollan operaciones ilegales98.

Ante ello, han surgido grupos de autodefensa, compuesta por adultos, jóvenes y mujeres como respuesta a la violencia en escalada de los grupos armados. Todo lo anterior ha desencadenado en el deterioro de las condiciones de vida, el desempleo, la gobernanza y proliferación de las confrontaciones en la ciudad. El estudio de Benedetta Faedi (2014) realizado en barrios urbanos marginales de Haití, revela que la raíz de la violencia sexual contra mujeres y niñas por parte de los grupos armados se encuentra anclada en las raíces históricas de la discriminación contra este género y la normalización de la violencia de género con efectos en la esfera pública, como lo es la violencia política; y en la esfera privada, como es la violencia doméstica. Según la misma autora, es probable que las cifras reportadas, es decir, de una prevalencia de violencia contra mujeres y niñas, por sobre el 50% en los siete estudios realizados99 ; sea mucho mayor a la informada ya que las mujeres suelen ocultar la violencia que viven por temor a las represalias y la estigmatización que se traduce en deshonra. A pesar de que organismos internacionales insisten en que producto de la intervención de la ONU, las cifras de violencia de género han disminuido, las entrevistas realizadas por Faedi (2014) demuestran que la violencia ejercida por los grupos armados sigue existiendo bajo secreto, en especial la violencia hacia las mujeres, la cual se da de forma habitual y tiende a ser normalizada. La investigadora indica que la presencia de la ONU solo produjo que la violencia ejercida por los grupos armados bajase durante el día, pero se sigue ejerciendo durante la noche en la intimidad de los hogares contra todos los grupos etarios de género femenino.

Las entrevistas realizas por Faedi (2014) a grupos focales, demuestran que los hombres guardan silencio ante el tema de la violencia ejercida contra las mujeres y estas por su parte tienden a aceptar su condición de víctimas, naturalizando la situación y aludiendo a que la violencia no se relaciona necesariamente con los grupos armados, sino que más bien se remonta a las primeras vivencias de abuso sexual y desigualdades de las cuales fueron víctimas en su niñez. A su vez, las entrevistas realizadas a los miembros de organizaciones de la sociedad civil y profesionales en programas de rehabilitación para víctimas de violación, indican que entre las causas tras las cuales las mujeres aceptan la violencia ejercida contra ellas, se encuentran la falta de límites al interior de los grupos familiares, la iniciación temprana de la vida sexual, el incesto encubierto debido a normas culturales que la naturalizan y los abusos de familiares o vecinos a partir de los cinco o seis años. Es en este escenario de nula protección, abuso de poder y vulnerabilidad cotidiana que las mujeres aprenden tempranamente que debido a su condición de sexo-género tienen altas posibilidades de ser víctimas de violencia sexual, lo cual de cierto modo incide en su resignación ante esta situación, según la autora.

98 Faedi, Gender and violence in Haiti.

99 Faedi, 34,35.

El rol de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (en adelante MINUSTAH) y la violencia sexual debe ser cuidadosamente analizado. King et al. (2021) señalan que la intervención de la MINUSTAH por el mantenimiento de la paz y la seguridad frente a los grupos armados y la violencia comunitaria no detuvo la violencia sexual. A partir de 1990, el personal de la MINUSTAH fue denunciado por redes de explotación y abusos sexuales, lo cual desencadenó en que en el año 2003 se haya instaurado una política de tolerancia cero a la conducta sexual inapropiada y en el año 2004 fuera sancionada por la ONU. El terremoto del año 2010 junto con la proliferación del cólera vino a agudizar aún más la situación y en el año 2017 la MINUSTAH es reemplazada por la Misión de las Naciones Unidas para el Apoyo a la Justicia en Haití (MINUJUSTH) cuya misión era apoyar a las instituciones haitianas, ayudar a la Policía Nacional de Haití y realizar un seguimiento de los derechos humanos, iniciativa que finalizó el año 2019100. Diversas autoras101 indican que producto de la precaria situación económica, las mujeres haitianas, bajo su misma percepción, se ven sujetas a ser víctimas de abuso y explotación sexual. Vehedi et al. (2021), en las entrevistas realizadas a mujeres que se convirtieron en madres como resultado de las relaciones con el personal de la MINUSTAH, exponen que producto de la extrema necesidad de las cuales son víctimas estas mujeres, el personal aprovecha de imponer relaciones sexuales, algunas de largo plazo incrustadas en percepciones de amor. El personal de la MINUSTAH asumía un rol de proveedor romántico y material, lo que les permitía mantener relaciones sexuales transaccionales102, factor que ha incidido en la prevalencia del VIH103.

4. Conclusión

Los antecedentes revisados muestran que niños y, especialmente niñas pueden, ser vistas como otro eslabón en las cadenas mundiales de cuidado104. Respondiendo a las preguntas introducidas por Yeates105, la inestabilidad política e institucional favorece la participación de las infancias en las cadenas de cuidado donde ejercen como cuidadores. Una dinámica paradojalmente favorecida por la intervención extranjera de las agencias internacionales. Tras la migración interna o internacional de uno de sus cuidadores principales son especialmente las niñas y adolescentes, las cuidadoras de sus propias familias. Así mismo niñas y niños son cuidadores en sus familias de crianza intercambiando trabajo doméstico por educación, por lo cual se derriba el supuesto del vínculo biológico obligatorio en la conceptualización inicial de Hochschield (2001).

Ante la falta de un Estado que provea la educación como un derecho, las remesas financian la educación de la niñez haitiana de forma directa e indirecta. De forma directa a través de las transferencias de dinero y, de forma indirecta, a través del impuesto a la remesa que costea programas de escolarización pública como es el PGSUGO106. En Haití el 90% de las escuelas son privadas o

100 King et al., «'MINUSTAH is doing positive things just as they do negative things'».

101 Alexandra, «Peacekeepers' Privilege and Sexual Abuse in Post-Conflict Populations»; King, Lee, y Bartels, «'They Were Going to the Beach, Acting like Tourists, Drinking, Chasing Girls'»; King et al., «'MINUSTAH is doing positive things just as they do negative things'»; Fawzi et al., «Factors associated with forced sex among women accessing health services in rural Haiti»; Vahedi, Bartels, y Lee, «'Even peacekeepers expect something in return'».

102 Vahedi, Bartels, y Lee, «'Even peacekeepers expect something in return'».

103 Fawzi et al., «Factors associated with forced sex among women accessing health services in rural Haiti».

104 Hochschild, «Las cadenas mundiales de afecto y asistencia y la plusvalía emocional».

105 Yeates, «Global Care Chains. Bringing in transnational Reproductive Laborer House holds».

106 Programa de escolarización universal, gratuita y obligatoria.

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parroquiales y aunque la educación es una garantía constitucional, las escuelas públicas tienen baja cobertura y calidad. En este contexto, las remesas contribuyen a aumentar el capital humano de la isla107. Dos mecanismos de aumento de la escolarización aparecen en la literatura: una parte de la alfabetización infantil se financia con un impuesto a las telecomunicaciones y remesas internacionales108. Y segundo, la migración permite aumentar la asistencia escolar de todos los niños y niñas de una comunidad. Las remesas amortiguan las limitaciones para acceder a la educación y aumenta la probabilidad de que la niñez se escolarice, sin embargo, cuando la ausencia de uno de sus miembros impone una carga económica o responsabilidad sobre los miembros restantes del hogar, se reduce su probabilidad de escolarización109, por lo tanto, la dependencia de la plusvalía producida por la migración es muy estrecha.

Para concluir no todas las redes se conforman bajo el esquema de mujeres cuidadoras. El intercambio desigual de valores monetarios y cuidado debe considerar a las niñas y niños como último eslabón de la cadena, por cuanto resisten la explotación y la violencia de género, siendo agentes activos en la red. Como prospectiva teórica y empírica, es menester ponderar y evaluar la agencia infantil y su relación con la explotación, vista en un marco global que se beneficia de su valor a causa de un contexto local de riesgo y dependencia de la intervención extranjera.

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