El Partido Comunista Argentino y el golpe militar de 1976: las raíces históricas de la convergencia cívico-militar*
The Argentine Communist Party and the military coup of 1976: the historical roots of civil-military convergence
Natalia Casola1
Resumen
Desde comienzos de 1975 y hasta fines de 1982, el Partido Comunista Argentino (PCA) fue impulsor de la consigna de "gobierno cívico militar" o "gobierno de amplia coalición democrática". Una de las preguntas aún no resueltas por la investigación refiere, precisamente, a las causas que llevaron al Partido Comunista a confiar en un sector de las Fuerzas Armadas y a adaptarse a una de las dictaduras más cruentas de la historia Argentina. Este trabajo expone los primeros resultados de la investigación tendiente a resolver este interrogante. Para ello son analizadas tanto las bases teórico programáticas que dieron forma a una original visión de la revolución, como las lecturas partidarias sobre la coyuntura previa al golpe.
Palabras clave: Partido Comunista Argentino; Frente Democrático Nacional; Nacionalismo, Fascismo; Peronismo
Abstract
From early 1975 until late 1982, the Argentine Communist Party (PCA) was driving to the slogan of "civic-military government" or "broad democratic coalition government". One of the unresolved questions of this research refers precisely to the causes that led to the Communist Party to rely on one sector of the armed forces and adapt to one of the bloodiest dictatorships of Argentina's history. This paper presents the first results of the investigation to answer this question. For this, we analyzed both the theoretical foundations of the political program that shaped a unique vision of the revolution, as its particular readings on pre-coup situation.
Ponencia presentada en el II Encuentro Internacional, Teoría y práctica política en América Latina. Nuevas derechas e izquierdas en el escenario regional, 3, 4 y 5 de marzo de 2010
1 Argentina, Profesora de Historia, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Becaria Conicet. Contacto: [email protected]
Keywords: Argentine Communist Party, National Democratic Front, nationalism, fascism, Peronism
Desde hace algunos años el pueblo y las fuerzas armadas han sabido encontrar una diversidad de formas y grados de coincidencia. Tal vez la más relevante por su forma y contenido, haya sido la lucha contra la expresión fascistizante del lopezreguismo -en lo que se diera llamar el tácito acuerdo cívico-militar- con las masas en la calle y el asentimiento militar a las luchas populares. A este proceso de reencuentro se suma la democratización y toma de conciencia que se sigue operando entre el personal militar2
Introducción
Desde comienzos de 1975 y hasta fines de 1982 el Partido Comunista Argentino (PC) fue impulsor de la consigna de gobierno cívico militar o gobierno de amplia coalición democrática, como el medio más idóneo para desbaratar las pretensiones de poder promovidas -en su visión- por los sectores nacionalistas de tendencia "pinochetista" y "gorila", en contraste con los objetivos de los sectores "democráticos" o "legalistas" con los que se esperaba poder acordar algún tipo de salida intermedia al gobierno de Isabel Perón hasta la finalización de su mandato. Esta propuesta de gobierno de coalición continuó siendo sostenida durante la dictadura militar. El argumento consistía en aprovechar las divisiones al interior de las Fuerzas Armadas favoreciendo a aquellos sectores que expresaran voluntad de normalizar la vida política; en opinión del PC, Videla encarnaba la cabeza de aquella fracción.
En la práctica, la política de presión hacia los sectores "blandos" como forma de arrancar acuerdos que tendieran a la "democratización" del país, los llevó a mantener un comportamiento pendular entre la denuncia y la adaptación y condescendencia con el régimen. Si la búsqueda por rescatar elementos "positivos" del régimen los involucró en el conglomerado de fuerzas políticas que legitimaban cotidianamente la marcha del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, la represión aplicada sobre sus militantes los obligó a desplazarse hacia posiciones de denuncia.
El estudio del Partido Comunista bajo la dictadura militar reviste, de este modo, especial interés, en la medida que permite iluminar un conjunto de contradicciones útiles para comprender tanto las prácticas políticas de colaboración civil con el régimen militar (con sus diferentes grados), como las de denuncia, especialmente en relación a las violaciones de los derechos humanos y a la de sus propios desaparecidos a través del trabajo de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH) y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). ¿A qué lógica política respondía tal caracterización?
2 Nuestra Palabra. Segunda Época, año II, n° 114, 24 de septiembre de 1975, p. 7 en Jorge Cernadas y Horacio Tarcus, "Las izquierdas argentinas y el golpe del 24 de marzo de 1976. Una selección documental", Políticas de la Memoria, verano 2006/2007 N° 6/7, p. 33
En el camino de encontrar explicaciones para la política de contemporización planteada por el PC, algunos autores ensayaron interesantes hipótesis al respecto vinculándola a los intereses económicos de Moscú, importante socio comercial de la Argentina en el sensible contexto del bloqueo estadounidense al comercio cerealero del mundo occidental con la URSS a raíz de su intervención en Afganistán. Estos estudios sin embargo, interesados fundamentalmente en poner de relieve el peso que el PCUS tenía sobre el PC local, no logran explicar acabadamente las circunstancias que llevaron, a este último, a levantar la consigna de alianza cívico militar, en la medida que soslayan los elementos internos que pudieron haber influido en la definición asumida; como dice el historiador Daniel Campione, "en la línea de interpretar al PC solo como una suerte de guetto de partidarios de la URSS, se le niega toda autonomía de decisión a la dirección local frente a la conducción soviética, lo que termina a la larga siendo exculpatorio de la misma"
En una dirección similar, el periodista y ex militante del PC Isidoro Gilbert, señala, refiriéndose a la actividad de la FJC (la organización juvenil del Partido Comunista) en esos años, que: "podría pensarse que Moscú hizo lo suyo para que la central internacional juvenil callara. Pero el factor fundamental de ese silencio ha sido la FJC o el PCA. Lo mismo ocurrió con la Unión Internacional de Estudiantes (UIE), no hubo condenas a la dictadura."4
Con todo, si estos acuerdos comerciales podrían ayudar a entender la persistencia en el tiempo de la propuesta de gobierno cívico militar bajo la dictadura, en cambio, no permiten explicar la emergencia de dicha consigna a comienzos de 1975; hacia 1976 el comercio entre ambos países desciende considerablemente y no será sino hasta 1978 cuando los acuerdos bilaterales cobren un nuevo auge5.
El presente trabajo se propone de este modo desarrollar dos elementos: por un lado interesa reponer los antecedentes históricos y políticos de la política de "gobierno cívico militar" cuya base se encontraba en la concepción del Frente Democrático Nacional. Sin la presencia de este enfoque doctrinario resulta imposible comprender la predisposición a la creación de expectativas sobre las tendencias en disputa en las Fuerzas Armadas y a convertir en línea política, los datos proporcionados por la inteligencia del partido. Por otro, serán examinadas las lecturas realizadas en la coyuntura previa al golpe militar de 1976 con el propósito de contribuir al esclarecimiento sobre el origen de la decisión de apoyar a la fracción Videlista; como bien señala Gilbert, "una de las incógnitas aún no develadas se refiere, precisamente, a las causas que llevaron al Partido Comunista a confundirse con un de los golpes de Estado más reaccionarios que se hayan vivido en la Argentina. Esta
3 Daniel Campione, "Los comunistas argentinos. Bases para reconstruir su historia", 1996, p. 4 en www.fisyp.org.ar, diciembre de 2009
4 Isidoro Gilbert, La Fede. Alistándose para la revolución. Buenos Aires: Sudamericana, p. 639
5 Véase Isidoro Gilbert, El Oro de Moscú. 2da Edición, Buenos Aires: Sudamericana p. 419
posición motivó que se especulara con que el PCA siguió a pié juntillas órdenes del PCUS, debido al interés soviético en mantener el flujo comercial con la Argentina."6
De esta manera, en la primera parte del trabajo se analizará la estrategia política del Frente Democrático Nacional teniendo en cuenta las tareas que planteaba en el terreno militar; luego, nos centraremos en su traducción práctica desde 1962 y hasta 1976 develando algunos indicios del trabajo realizado entre los militares de carrera. Finalmente se examina la crítica coyuntura de 1975, las lecturas realizadas en torno a los cambios de mando en los sectores militares, y los esfuerzos partidarios por la conformación de un gabinete de coalición.
En el desarrollo de la exposición esperamos exhibir de conjunto la lógica política de la cual derivó la decisión de apoyo crítico a la fracción Videlista, demostrando que:
1) La convergencia cívico militar era un elemento constitutivo del programa del PC
2) A medida que las Fuerzas Armadas se iban aglutinando detrás de la Doctrina de Seguridad Nacional y el anticomunismo, el PC profundizaba su trabajo político entre los militares, ya sea en función de las lecturas en clave de enfrentamiento entre "democracia avanzada" versus "fascismo", como en clave del combate entre el bloque soviético y el bloque capitalista de hegemonía norteamericana, intentando contrarrestar la influencia política de la segunda
3) En la coyuntura abierta en 1975, el PC interpretó que la negativa a cogobernar por parte de los militares del "profesionalismo prescindente" (entre ellos Videla) era un signo de "antigolpismo".
Además de algunos documentos oficiales, especialmente las opiniones vertidas en el periódico partidario Nuestra Palabra, fueron examinados folletos inéditos (que en este trabajo se presentan escuetamente) producidos por la Unión de Oficiales Democráticos Argentinos Lautaro (en adelante Lautaro), una corriente comunista al interior de las Fuerzas Armadas. Asimismo, entrevistas a militantes del PC fueron útiles para completar el conocimiento sobre la actividad del partido en ese entonces. Algunas de ellas serán analizadas en trabajos posteriores.
En la medida que el PCA se consideraba un partido conspirativo es que históricamente había dado importancia al "problema militar", tanto en referencia a la autodefensa (seguridad, inteligencia interna y en otras organizaciones) como en relación al desarrollo de su política en las Fuerzas Armadas. Por otro lado y como actividades regulares y extendidas al conjunto del partido, se abordaba a los conscriptos: se aprovechaba a los militantes que debían realizar el servicio militar obligatorio para que desde su posición privilegiada introdujeran materiales, detectaran simpatizantes y cooptaran afiliados. Además desde los Frentes de Masas de cada regional partidaria, se designaban militantes para realizar
6 Idem, p. 387.
recorridas a los cuarteles y para concertar reuniones con altos mandos cuyos objetivos eran de carácter estratégico.
Pero tal es la importancia que se daba a este sector, que existía una corriente de militares de carrera cuya principal tarea consistía en agrupar a los sectores democráticos en las Fuerzas Armadas y ganarlos al programa de Frente Democrático Nacional. La fundación de Lautaro, en 1962, respondía a este propósito. ¿Cuál era el peso de esta corriente? Todo indica que se trataba de un sector minoritario. Sin embargo, la comprobación de su existencia7 y el examen de sus lecturas acerca de la evolución política durante los años setenta, resulta clave para comprender porqué frente a la coyuntura planteada en 1975, el PC creyó viable el planteo de gobierno cívico militar. Junto a este análisis, queda pendiente el examen de otros factores tanto estructurales como coyunturales que pudieron haber influido en el sensible contexto que antecedió al golpe y aun después. La resolución de dichos interrogantes no solo permitiría abrir nuevas sendas en el conocimiento sobre lo acontecido a nivel de los partidos políticos bajo la dictadura militar, sino que, también contribuiría a avanzar en la investigación sobre las lógicas políticas que atravesaban al PC como expresión de un sector amplio de la población de izquierda en la Argentina de aquellos tiempos. En nombre de la clase obrera, el PC llevará adelante la política de Frente Democrático Nacional; la convergencia cívico militar, tal como analizaremos en la siguiente parte del trabajo, era deudora de aquella concepción.
La convergencia cívico-militar: una posición histórica
Las alianzas con sectores militares y la predisposición a transformar las tensiones internas en las FFAA en línea de acción, no pueden separarse de la estrategia política del PC de Frente Democrático Nacional, "antioligárquico, antiimperialista y pro paz, de todas las fuerzas progresistas y patrióticas" . Esta definición, asumida desde 1935 con la incorporación de los postulados de Dimitrov en cuanto al Frente Popular Antifascista y la concepción "etapista" de la revolución social, es decir, la idea según la cual en los países oprimidos era posible separar la etapa de la revolución democrática de la revolución socialista, es la base para comprender los sucesivos posicionamientos políticos del PC desde entonces y su obsesiva lectura de la realidad en términos de disputa entre sectores "democráticos" y "fascistas" de lo cual, a su vez, deriva su posición frente al Estado capitalista.
Desde 1935, entonces, el PC sostenía que en los países atrasados o "semifeudales", la tarea de los comunistas consistía en impulsar la etapa de la revolución democrática: desarrollar el
7 Entre los aportes más significativos se encuentra el realizado por Gilbert en la última edición del libro El Oro de Moscú, (2007) quien indica la relación existente entre el General de División Carlos Jorge Rosas y el Partido Comunista. Véase p.293
8 Vitorio Codovilla, Una trayectoria consecuente. 2da edición. Tomo IV, Buenos Aires: Editorial Anteo, 1964, p.91
capitalismo, introducir la reforma agraria, fortalecer la burguesía nacional y, por lo tanto, el crecimiento del proletariado. En este punto de vista (íntimamente ligado con el proceso de consolidación del estalinismo en Rusia y el retroceso de los movimientos revolucionarios a nivel mundial), se negaba la posibilidad de realización del socialismo en aquellos lugares del mundo donde las fuerzas productivas no estuviesen suficientemente desarrolladas por la burguesía. De este modo, el Partido Comunista en los países atrasados se convertía en el defensor más denodado del desarrollo capitalista.
No se trataba, en la presente etapa de su desarrollo, de combatir al capitalismo en general, sino al imperialismo y la oligarquía terrateniente y financiera9 (...) Que por tal motivo no estábamos frente a la perspectiva inmediata de una revolución socialista, sino ante las tareas de una revolución democrática, agraria (es decir, antilatifundista) y antiimperialista. Que de ello se desprendía la necesidad de la más amplia política de alianzas de la clase obrera y el campesinado, como eje de la masiva unidad popular, capaz de vencer la resistencia de los cenáculos reaccionarios y el complot foráneo y de instaurar una verdadera democracia, que despejara el camino a las transformaciones socialistas.10
La concepción de revolución democrática convertida en objetivo estratégico será complementada con la política de frente popular ó alianza con sectores de la burguesía "progresista" que, por esta vía, es transformada en el sujeto directivo de la revolución junto a una clase obrera, escasamente desarrollada y a la espera de su turno en la historia.
El partido se plantea la lucha por el poder. O este queda en manos de la oligarquía terrateniente, el gran capital intermediario y los monopolios extranjeros. o pasa a manos de la clase obrera, de las masas campesinas, de la intelectualidad, de la pequeña burguesía y los sectores progresistas de la burguesía nacional y entonces podrán realizarse cambios de fondo en la estructura económica y en la superestructura política del país en un sentido democrático y progresista11.
Por eso, el actual programa del partido es la revolución democrática agraria y antimperialista, con vistas al socialismo. Cuando la clase obrera y el pueblo argentino haya alcanzado la victoria en la realización de estos objetivos, pasarán a la etapa de la Revolución socialista y entonces el actual programa será sustituido por otro12.
9 Subrayado en el original.
10 Fava, Athos, ¿Qué es el Partido Comunista? Buenos Aires: Sudamericana, 1983, p.34
11 Victorio Codovilla, (1964) p.299
12 Idem p.295
Derivación de esta concepción acerca de la revolución, es la idea de que las Fuerzas Armadas podían desempeñar un rol progresista si eran incorporadas a la alianza o coalición de fuerzas democráticas, sustituyendo incluso a la burguesía nacional cuando esta se mostrase incapaz de desarrollar las tareas de la revolución democrática. Con ocasión de la 5° Conferencia Nacional del Partido Comunista, en 1946 Ghioldi, ponía de relieve el vínculo entre desarrollo de las fuerzas productivas y las fuerzas armadas
La capacidad de las fuerzas armadas está en función... del grado de desarrollo de las fuerzas de producción y del grado de independencia de tales fuerzas productivas; (.) No es posible una impecable organización de la defensa nacional con la rémora del latifundio ni con la asfixia industrial; (.) aquella demanda un rápido desenvolvimiento industrial capaz de satisfacer las necesidades de las fuerzas armadas13
Es en razón de esta valoración, los comunistas insistían en construir una herramienta para desarrollarse en ellas. La decisión de conformar una corriente militar comunista en las Fuerzas Armadas, puede rastrearse muy tempranamente; siguiendo el ejemplo de Rusia y la participación del Ejército en las filas revolucionarias, primaba la idea de intervenir entre los suboficiales con el objetivo de desarrollar planteos clasistas que, en determinado momento, sirviesen para volcar a estos sectores a favor del pueblo. Con esta perspectiva, desde 1922 "editaron mensualmente El Lampazo, dirigido a soldados y marinos y años más tarde, periódicos de región, zona, cuartel, barco, etc."14
Sin embargo, desde mediados de la década del treinta, la adopción de la línea de frente popular comienza a modificar los lineamientos que guiaban el trabajo entre las Fuerzas Armadas; si la razón de ser de la labor política de los comunistas había sido diseminar elementos que avivaran la crisis en las fuerzas castrenses, desde entonces, se buscará el resultado contrario: el fortalecimiento de la institución militar como actor democrático y el aislamiento de los elementos "fascistas", ultramontanos presentes en las Fuerzas Armadas. Desde entonces, y de acuerdo con la lectura dicotómica "Democracia-progreso Vs. Fascismo-atraso', el PC tenderá a apoyar a los sectores liberales de las fuerzas armadas, sospechando en cambio de las fracciones nacionalistas que, según su punto de vista, eran más sensibles a los planteos fascistas.
En consecuencia, la corriente militar del PC dejará de actuar como un factor de disrupción del orden en el seno de la institución militar, para pasar, de hecho, a funcionar como una corriente organizada en función de la política de Frente Democrático Nacional. Como ocurría con otros aspectos de la realidad, según el PC, el problema radicaba en la falta de democracia en las fuerzas armadas y su tarea era desarrollarla. Así, aquellas, serán visualizadas como un terreno de disputa en la cual ellos mismos intervienen como expresión de una minoría.
13 Cita extraída del semanario Nuestra Palabra, Segunda Época, Año II, N° 97, p. 7
14 Isidoro Gilbert (2009), p. 489
Si bien el imaginario que entrelazaba los intereses del pueblo con los sectores militares no era privativo del comunismo, el peronismo y la llamada "izquierda nacional" habían reflexionado en una dirección similar15, el golpe de 1955, el fracaso de los levantamientos militares en 1956, la aplicación del CONINTES y la militarización de la represión desde fines de esa década, resquebrajaron estos esquemas. Es desde entonces que comienzan a germinar las primeras experiencias guerrilleras, alentadas quizás por la necesidad de reemplazar el papel que el actor militar había dejado vacante luego de su unificación ideológica detrás de la Alianza Para el Progreso y la Doctrina de la Seguridad Nacional.
Con todo, aun en 1966, en ocasión del golpe de estado de la llamada "Revolución Argentina", sectores de la izquierda se debatían sobre qué actitud tomar frente al nuevo gobierno militar. Como señala Rouquié, es el caso del Partido Socialista de la Izquierda Nacional, que dirigían Jorge Abelardo Ramos, y Eneas Spilimbergo, quienes "prejuzgaron favorablemente una revolución militar que, a su entender, podía ser el principio de un nasserismo argentino"16. Sin embargo, no dejaban de ser una minoría. La gran mayoría de las organizaciones de izquierda romperán con el imaginario de alianza pueblo- fuerzas armadas, las cuales pasarán al campo del "antipueblo".
En el caso del PC, se produce un proceso inverso al de la mayoría de la izquierda siendo los años sesenta el periodo de mayor ímpetu del trabajo en las Fuerzas Armadas. Es decir, mientras la tendencia en el mundo militar era la adopción de la Doctrina de Seguridad Nacional, el anticomunismo, y la lucha en pos de los valores del mundo occidental y cristiano, el PC se aferraba a su programa de defensa de la democracia y, con él, se lanzaba a la "conquista" de las fuerzas militares. En otras palabras, la orientación fervientemente antipopular y autoritaria de las Fuerzas Armadas, profundiza en la visión del partido la necesidad de luchar por reivindicaciones democráticas. En su opinión, si dicha tarea había sido importante en el pasado, lo era mucho más entonces, cuando Estados Unidos ganaba terreno entre los militares latinoamericanos. En este sentido -operando como un factor adicional- es el contexto de la guerra fría el que imprime sus lecturas. El PC argentino se sentía (y era) uno de los destacamentos más importante con el que podía contar la URSS en América Latina; en sus preocupaciones estaba sin duda la cuestión de con qué bloque se aliarían las Fuerzas Armadas en Latinoamérica y Argentina en particular.
Es desde esa lectura de la realidad y la necesaria derivación en la conformación de un Frente Democrático Nacional que, desde 1962, el trabajo sobre las FFAA se traduce en la conformación de la Unión de Oficiales Democráticos Argentinos, bautizada "Lautaro" en
15 Veáse por ejemplo John William Coock, La lucha por la liberación nacional. Buenos Aires: Papiro, 1971; Rodolfo Puiggrós, A dónde vamos, argentinos, Buenos Aires: Corregidor, 1972 y para un análisis reciente al respecto veáse Guillermina, Georgieff, Nación y Revolución. Itinerarios de una controversia en Argentina (1960-1970) Buenos Aires: Prometeo, 2009
16 Alain Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina. Tomo II, Buenos Aires: Hyspamerica, 1986, p. 256
honor a la Logia Lautaro creada por San Martin en tiempos de la revolución de Independencia. En 1968 publican un folleto donde explican que su principal objetivo era la construcción de ".un orden auténticamente democrático y republicano al que se deben las armas de la patria para salvaguardar la soberanía y la defensa nacional. No cabe duda que este es el único camino capaz de facilitar el reencuentro del pueblo con las Fuerzas Armadas"17. En 1962 y 1963, en plena crisis entre "azules" y "colorados", Lautaro y el PC dieron su apoyo a los primeros, de procedencia "liberal" o "legalista", frente al "peligro nacionalista", a pesar del explícito anticomunismo de ambas facciones,
Del otro lado, se va produciendo el nucleamiento "azul" con centro en Campo de Mayo. En la sublevación del 18 de septiembre de 1962 el general Juan Carlos Onganía firma la proclama N°1 (...) en su serie de proclamas hasta llegar a la 150 se pide: el "cese de la dictadura"; la "normalidad constitucional"; el "respeto al poder civil"; "las elecciones libres e inmediatas"; etc. Estas promesas van alineando las simpatías de la población.18
Sin embargo, en el centro de las diferencias entre azules y colorados no estaban en juego concepciones antagónicas construidas en torno a los ejes democracia o autoritarismo en la medida que ambas eran profundamente antidemocráticas y miraban con igual desconfianza el sistema de partidos. Los matices, en cambio, aparecerán sobre cómo posicionarse frente al peronismo; es en este terreno donde se revela una tendencia más "negociadora" por parte del sector azul contra la "intransigencia" de los colorados. Señala Rouquié, mientras
..para los colorados, el peronismo es un movimiento de clase sectario y violento que da lugar al comunismo, los azules consideran, por el contrario, cualesquiera que sean su itinerario personal y su pasado, que a pesar de sus excesos, de sus abusos de poder y de su demagogia insoportable, el peronismo es una fuerza nacional y cristiana que permitió salvar a la clase obrera del comunismo y que constituye por ende un bastión contra la subversión19
No obstante, y a pesar del apoyo dado entonces a los sectores azules, en 1966, producido el golpe de la Revolución Argentina, Lautaro y el PC se manifestarán en contra, denunciando a la dictadura como "reaccionaria" y sometida a los intereses de Estados Unidos. Por ello desde 1965, en vísperas del golpe comenzarán a llamar a luchar
17 Lautaro. Unión de Oficiales Democráticos Argentinos, Una límpida y patriótica trayectoria al servicio de las Fuerzas Armadas, 1962-1968 (compilación de documentos) Buenos Aires: ediciones Lautaro, 1968, p-9
18 Idem, p. 17. Luego, cuando a Onganía "se le caiga la máscara de profesionalismo" denunciarán a la "Revolución Argentina" como contraria a sus intereses de reconciliar a las Fuerzas Armadas con el pueblo.
19 Rouquié, (1986) p. 213
Por la defensa del carácter nacional de nuestras FF. AA.; contra el espíritu extranjerizante y antipopular impuesto a la reestructuración del Ejército; contra cualquier envío de tropas o todo tipo de aporte miliar para agredir a Cuba, Vietnam, o cualquier otro punto de Latinoamérica o del mundo, como fuerza cipaya de Estados Unidos.20
Sin embargo, la experiencia del onganiato y la acción común de las Fuerzas Armadas contra las organizaciones populares a partir de su orientación anticomunista, no modifica en lo esencial la política del PC hacia las mismas. Como hemos dicho, la tendencia a la penetración de la Doctrina de Seguridad Nacional y la guerra antisubversiva en los sectores castrenses, hace que el PC redoble sus esfuerzos por contrarrestar dichas tendencias en función de objetivos democráticos. En consecuencia, la política militar del PC fue diferente a la que dominó a las organizaciones armadas de los setenta. Mientras las segundas se proponen (ellas mismas) como el destacamento armado del pueblo para luchar contra el orden social y el conjunto de las instituciones (especialmente la militar) que lo garantizaba, el PC, desplazado del campo de la revolución socialista (su objetivo era la revolución democrática), aspirará a objetivos reformistas, cuya realización dependía de las alianzas con amplios sectores sociales entre los cuales, además de los partidos políticos y las iglesias, estaban las Fuerzas Armadas, sector que se revelaría clave cuando la hora decisiva llegara y las conquistas de la revolución democrática fuesen puestas en peligro por la reacción del imperialismo y sus socios nacionales. La participación de militares comunistas en la Revolución de los Claveles en Portugal durante 1975, vendría a reforzar, en una coyuntura de extrema sensibilidad para los argentinos, la convicción sobre la necesidad de trabajar con las Fuerzas Armadas.21 Separados por el horizonte político de lucha, las acciones guerrilleras serán calificadas como "ultraizquierdistas" "aventureras" o, directamente, "terroristas".
Una coyuntura decisiva
En la visión del PC, Argentina marchaba en 1975 directo al derrumbe político y hacia un golpe de estado de estirpe pinochetista. Pese a la agudización de los conflictos obreros, no estimaba que fuera posible una salida revolucionaria a la crisis, o más aun, que la crisis fuera el reflejo del agravamiento de los enfrentamientos de clase. Como se ha establecido al comienzo de este trabajo, el PC no creía que en las condiciones de atraso material en que se encontraba la Argentina fuera posible plantear otras tareas distintas a las de la revolución democrática.
20 Lautaro, (1968), p. 28
21 Para un análisis sobre la participación de los comunistas en la Revolución de los claveles, véase, Osvaldo Coggiola (comp.) Espanha e Portugal: O fim das ditaduras. San Pablo: Xama, 1995
Bajo este diagnóstico, sostenía que la solución golpista solo podía frenarse mediante un frente multisectorial formado por partidos políticos, sectores de la iglesia y de las fuerzas armadas con el objetivo de normalizar la vida política y evitar la caída del gobierno a manos de los militares "pinochetistas" y "gorilas". Desde entonces, se esforzará por consolidar su trabajo en el marco del Movimiento de Juventudes Políticas, integrado por radicales, peronistas, intransigentes y democristianos, y por extender su influencia entre los actores a los que visualizaba como aliados, a partir de las relaciones establecidas por su frente de masas, es decir, por el sector de cada regional partidaria, abocado a mantener vínculos con dirigentes de otras organizaciones, funcionarios religiosos (católicos, judíos y evangelistas) y funcionarios de las Fuerzas Armadas.
En relación a estas últimas, el PC realizaba un seguimiento regular de su situación desde las páginas del semanario Nuestra Palabra, analizando los pros y contras de los desplazamientos y ascensos. Se transcribían discursos y se alertaba sobre sus contradicciones. El avance de la derecha peronista y el accionar terrorista de la Triple A -aun antes de la muerte de Perón- comenzaba a configurar un panorama de violencia y de honda crisis política. Ya en diciembre de 1973, Perón había decidido el reemplazo de Jorge Raúl Carcagno, Comandante en Jefe del Ejército desde la asunción de Héctor Cámpora en mayo de ese año, por el Teniente General Leandro Enrique Anaya. En el mes de octubre, en ocasión de la X Conferencia de Ejércitos Americanos, Carcagno había ofrecido un discurso en el que impugnaba la Doctrina de la Seguridad Nacional impulsada por el Pentágono y denunciaba a las transnacionales y el endeudamiento externo. Su radicalización política desentonaba con la orientación ideológica impulsada por el gobierno.
Sin embargo, los comunistas verían en Anaya a un continuador -aunque más moderado- de la política de Carcagno. Como Videla, el Teniente General Anaya aparecía públicamente alineado detrás de los militares "prescindentes", los que para el PC resultaban confiables. La negativa a prestar colaboración con el gobierno de Isabel Perón, Lopez Rega y la Triple A, era leída como una señal de oposición a los proyectos de represión interna.
Por el contrario, el PC desconfiaba de los militares como Numa Laplane -sucesor de Anaya desde mayo de 1975- que aparecían cercanos al gobierno de Isabel: "Pero como el Tte.
Gral. Numa Laplane no define al enemigo del pueblo y de la nación, al que se limita a
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englobar en el término "subversión", su planteo resulta cuando menos confuso." Es a partir de esta distinción entre el "profesionalismo prescindente" y el "profesionalismo integrado" que deciden apoyar a los primeros e incluso llegan a proponerlos como potenciales aliados contra un golpe de Estado y el avance de los sectores "pinochetistas".
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Videla -incluso Massera que era elogiado - aparece entonces como una opción deseable frente a Numa Laplane, quien emergía como sostenedor de los proyectos de la derecha peronista y de la Triple A. Sin embargo, como señalan Novaro y Palermo, el "profesionalismo prescindente", significaba, contra lo que podría interpretarse literalmente
22 Nuestra Palabra, "Dos discursos militares", Segunda Época, Año II, N° 98, 4 de junio de 1975
23 Ibídem.
(y contra lo que interpretó el PC), tanto la decisión de no intervenir, como la inconmovible posición de actuar como "guardián último del orden". "Ello implicaba, por lo menos, poner entre paréntesis la subordinación militar a las autoridades constitucionales, y era plenamente compatible con la doctrina de seguridad nacional".24
La minoritaria corriente representada por Numa Laplane y su decisión de aceptar los llamados a cogobernar, fueron aisladas por la propia oficialidad, consiguiendo su desplazamiento en agosto de 1975 y dejando el camino allanado para la asunción del Gral. Videla. Desde ese momento el golpe estaba decidido, solo debían esperar el momento indicado. El instante preciso dependía de la certeza de que la interrupción del orden constitucional no presentaría resistencias decisivas.
La prueba piloto se realizaría en diciembre de 1975, cuando comandados por el brigadier Jesús Orlando Capellini, con base de operaciones en la VII Brigada Aérea en Morón, se rebele un grupo de oficiales aeronáuticos bajo la exigencia de que el gobierno dimita y que el Comandante en Jefe del Ejército, general Videla, se hiciera cargo del ejecutivo. La respuesta de la población fue pobre, dejando en claro a los militares cuál sería el escenario llegado el verdadero momento.
En esas jornadas Videla difundió un radiograma en donde expresaba: "El suscripto no comparte la solución propuesta. No obstante, se reclamará a las instituciones responsables y en nombre de los supremos intereses de la República, que actúen rápidamente en función de las soluciones profundas y patrióticas que la situación exige."25
Este rechazo de Videla a la sublevación de Capellini fue entonces interpretada por el PC invariablemente como la comprobación de que con el sector encabezado por aquel, era posible establecer algún tipo de negociación, dada su vocación prescindente. Hasta el 24 de marzo de 1976, el PC insistirá en la necesidad de que, mediante una multisectorial cívico militar, se desbarataran los intentos de golpe de Estado. Nada de ello sucedió.
Conclusión
Un día después del golpe, el Comité Central del PC emite una declaración que abriría, sin saberlo, una fisura silenciosa al interior del partido:
Ayer, 24 de marzo, las fuerzas armadas depusieron a la Presidente María Estela Martinez reemplazándola por una Junta Militar integrada por los comandantes de las tres armas. No fue un suceso inesperado. La situación había llegado a un límite extremo ' que agravia a la nación y compromete
24 Marcos, Novaro y Vicente, Palermo, La dictadura militar 1976/1983. Buenos Aires: Paidós, 2003, p.31
25 Clarín 20/12/75 en Alejandro Guerrero El peronismo armado. Buenos Aires: Norma, 2009, p. 542
su futuro' (...) En vísperas de los dramáticos sucesos del 24, bandas fascistas impunes asolaron con sus crímenes el país. La muerte rondaba calles y caminos, fábricas, universidades, hospitales; penetraba en la intimidad de los hogares. Nunca se había visto en nuestro país nada tan cruel (...) El Partido Comunista está convencido de que no ha sido el golpe del 24 el método más idóneo para resolver la profunda crisis política y económica, cultural y moral. Pero estamos ante una nueva realidad. Estamos ante el caso de juzgar los hechos como ellos son. Nos atendremos a los hechos y a nuestra forma de juzgarlos: su confrontación con las palabras y promesas26
La propuesta de gobierno cívico militar y la caracterización de que existía una corriente democrática en las Fuerzas Armadas con capacidad para encabezar el proceso político, será sostenida hasta fines de 1982. En términos generales, no se encontrarán declaraciones claramente opositoras que en esos seis años permitan situar al PC en el campo de las organizaciones que resistieron a la dictadura.
Sin embargo, en el transcurso de ese período, el PC sufrió decenas de desapariciones a las que respondió con una tenaz actividad en el marco de la Liga por los Derechos del Hombre y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Cientos de militantes se involucraron riesgosamente en dichas actividades, como en 1975 lo habían hecho recorriendo cuarteles, e incluso como conscriptos, tratando de incidir sobre el humor de las Fuerzas Armadas diseminando volantes o estableciendo discusiones.
Pero 1976 -y los años posteriores- no fueron 1975, y para muchos comenzó a ser evidente que las tensiones internas a las Fuerzas Armadas no se traducían en diferencias de trato hacia los militantes y activistas políticos. No hubo oposiciones y fraccionamientos internos en aquel momento, pero el malestar y la incomodidad se manifestarían con posterioridad. En octubre de 1982, en uno de los primeros actos que la distensión política posterior a la derrota de Malvinas había permitido, Patricio Echegaray, entonces recientemente elegido Secretario General de la Federación Juvenil Comunista, fue silbado por la multitud cuando aún entonces levantó la consigna de confluencia con sectores democráticos de las Fuerzas Armadas. Esa fue la última vez.
En el presente trabajo se pretendió establecer que por encima de las consideraciones de la coyuntura -previa y durante la dictadura- existían elementos en la base programática del PC que permiten entender la predisposición a leer las tensiones internas a las Fuerzas Armadas en clave de enfrentamiento entre "democracia" y "fascismo". En este sentido la visión sobre las Fuerzas Armadas era moldeada por los preceptos del Frente Democrático Nacional y los objetivos de la revolución democrática.
26 "Los comunistas y la nueva situación argentina" Declaración del Partido Comunista, 25 de marzo de 1976 en Resoluciones y Declaraciones 1976/1977. Buenos Aires: Fundamentos. 1977
A diferencia de la mayoría de la izquierda, que desde 1955 comenzaba a cuestionar la posibilidad de colocar a sectores militares detrás de los intereses del pueblo, el PC se empeñaba en contrarrestar las influencias de la Doctrina de Seguridad Nacional con planteos antiimperialistas y en defensa de la soberanía nacional. Detrás de estos planteos puede apreciarse la influencia del escenario de la guerra fría y de la disputa entre el bloque capitalista y el bloque soviético del cual el PC argentino se sentía servidor.
De este modo, el imaginario de convergencia entre militares y civiles en función de estos objetivos, formaban parte constitutiva del programa del PC. Para conseguirlo, invertían gran parte de su capital militante y político en capturar la atención tanto de oficiales y suboficiales, como de los conscriptos que ocasionalmente podían desempeñar tareas de orden externo e interno. Se repartían declaraciones, folletos e incluso libros dedicados al análisis del tema militar y la intervención del partido, mostrando hasta qué punto el PC consideraba importante y factible orientar a los sectores castrenses.
En la crítica coyuntura abierta tras la muerte del presidente Perón, el PC redobla sus esfuerzos en este plano. Al grito de "¡soldados de la patria, no apunten contra el pueblo!" cientos de militantes recorrieron cuarteles denunciando la proximidad de un golpe "pinochetista" e instando a los soldados a oponerse desde adentro. Como hemos dicho, el PC no confiaba en que las huelgas de trabajadores pudieran dar su propia solución a la crisis del régimen social. Por esa razón proponía soluciones defensivas, intermedias: un gabinete de gobierno de todos; de los peronistas, de los radicales, de los militares, de los empresarios (progresistas). En este contexto, los militares "prescindentes" fueron identificados como democráticos, aunque la denominada prescindencia sirvió a los propósitos golpistas.
Pero si los comunistas contaban con informantes en varios niveles de las Fuerzas Armadas, ¿cómo pudo haber incurrido en semejante distorsión? ¿Acaso pudieron haber resultado víctimas de una operación de contrainteligencia? ¿Es posible que su estimación sobre su propio desarrollo en las Fuerzas Armadas fuera irreal? ¿Qué ocurrió con sus oficiales bajo la dictadura militar? ¿Por qué razón bajo el régimen militar continuó sosteniendo la misma propuesta? ¿Acaso fue el temor a la represión indiscriminada sobre la organización lo que los llevó a tomar una actitud de no enfrentamiento? Como se plantó al comienzo de este trabajo, la respuesta a estos interrogantes podría ayudar a deconstruir la trama de las relaciones civiles con el régimen militar. Poco se ha estudiado el papel de los partidos políticos en este periodo, ya sea en el plano de las decisiones que abrieron la puerta al golpe, como en su sostenimiento posterior. De igual manera, tampoco fue examinada con sistematicidad la intervención de los partidos de izquierda en los espacios de denuncia, oposición y resistencia. Con este trabajo, y los que vendrán, esperamos realizar un aporte.
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Recibido: 23 /02/10 Aceptado: 21/03/10