De dogmas, hombres nuevos, muerte y martirologio. La relación subterránea marxismo-cristianismo en Chile, 19601970
Dogmas, new men, death and martyrdom. The underground Marxist Christian relationship in Chile, 1960-70
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Luis Pino Moyano
Resumen
Esta comunicación presenta las "coincidencias de contenido" entre el marxismo y el cristianismo en las décadas de 1960-70 en Chile. Dichas coincidencias, que se encuentran en lo subterráneo del discurso dan cuenta de la síntesis dialéctica, en la cual no sólo son superados y negados los elementos de la tesis más débil en términos cualitativos, sino que son absorbidos por ella, dando continuidad a la contradicción. Centraremos nuestra mirada en las categorías de hombre nuevo, sacrificio, muerte y martirologio y en los sujetos históricos Salvador Allende y Miguel Enríquez.
Palabras Clave: Dogma, hombre nuevo, sacrificio, muerte, mártir/martirologio.
Abstract
This paper presents the "content match" between Marxism and Christianity in the decades of 1960-70 in Chile. Such coincidences found in the underground discourse realize the dialectical synthesis, which not onlyovercome andnegatedthe elements of the weaker the thesis in qualitative terms, but are absorbed by it, continuing the contradiction. Focus our attention on the categories of new man, sacrifice, death and martyrdom and historical subjects Salvador Allende and Miguel Enríquez.
Keywords: Dogma, new man, sacrifice, death, a martyr / martyrdom.
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Esta ponencia forma parte de mi tesis de grado: La religión que busca no ser opio. La relación cristianismo-marxismo en Chile, 1968-1975. Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Santiago, 2011, guiada por la Dra. Cristina Moyano. Esta comunicación presentada en el Coloquio "Las lecturas de Marx en América Latina", el 25 de agosto de 2011, organizado por el CEPLA de la Universidad de Playa Ancha y el CEPIB de
la Universidad de Valparaíso.
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Chileno. Licenciado en Historia con mención en Estudios Culturales de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. E-mail: luispinomoyano @gmail. com
1. ¿Cómo llegamos a pensar en una relación subterránea?
Maldigo todo lo cierto y lo falso por lo dudoso, cuánto será mi dolor Violeta Parra
Al estudiar la relación cristianismo-marxismo, y vislumbrar su complejidad, sus tensiones, el enriquecimiento, la apropiación, la resemantización que un sector de las iglesias vivió al entrar en contacto con el pensamiento de izquierda, concretizando movimientos como Iglesia Joven, Camilo Torres, Cristianos por el Socialismo y, partidos como el MAPU, en su primer momento, e Izquierda Cristiana, se hacía necesario, entonces, dar cuenta de la otra relación. Una relación muchas veces negada o soslayada. Por eso hablo de una relación subterránea, que no puede ser percibida en los discursos y acciones de manera explícita. Me refiero a la relación del marxismo con el cristianismo en Chile, con las tensiones propias de las dinámicas dadas en América Latina. Ahí es donde aparecen los conceptos de "redención", "moral revolucionaria", "hombre nuevo", "rol histórico", "sacrificio", "muerte" y "mártir". Varios de esos elementos ya pueden ser reconocidos, por ejemplo, en la producción de Luis Emilio Recabarren a principios del siglo XX. Con esto no quiero señalar que dichas concepciones hayan emanado de manera voluntaria y/o decidida por parte de los actores que versan sobre ellas, sino, por el contrario, reflejar cómo en la dialéctica del nuevo pensamiento, prevalecen elementos de lo viejo. En la síntesis dialéctica, no sólo son superados y negados los elementos de la tesis más débil en términos cualitativos, sino que son absorbidos por ella, dando continuidad a la contradicción. De ahí que Henrique Urbano declare que el marxismo latinoamericano "huele a sacristía"1. Es este elemento el que, en mi opinión, posibilita el diálogo cristiano-marxista. Porque los cristianos que optan por el socialismo, a pesar de la negación de la divinidad, perciben puntos de comunión, los cuales son mucho más fuertes que el problema del ateísmo. Fidel Castro en su conversación con los 80 sacerdotes de Cristianos por el Socialismo, en su visita a Chile en 1971 habló no sólo de puntos de comunión o de "coincidencias de interés", sino fundamentalmente de "coincidencias de contenido", lo que posibilitaba la unidad de los revolucionarios en términos tácticos y estratégicos, viendo a los cristianos no sólo como compañeros de ruta, sino además como constructores de la misma revolución . Lo que hace
1 Urbano, Henrique. "Modernidad en los Andes: un tema y un debate". En: Urbano, Henrique (Compilador) y Lauer, Mirko (editor). Modernidad en los Andes. Cusco, Centro de Estudios Regionales Andinos "Bartolomé de las Casas", 1991.
2"Reunión de los '80 sacerdotes' con el Comandante Fidel Castro. Santiago, 29 de noviembre de 1971. Los cristianos y la revolución. Un debate abierto en América Latina. Santiago, Empresa Editora Nacional Quimantú, 1972. , p. 257.
esta comunicación, entonces, es precisamente dar cuenta de esos contenidos que son coincidentes en la relación subterránea de marxismo y cristianismo.
2. Cuando la ciencia se transforma en fe
Sin lugar a dudas, muchos desvirtuaron a Marx, llegando a producir obras deterministas, en clave económica, despojando a la obra de este pensador alemán de la filosofía, teniéndola como especulación. Algunos llegaron a creer que Marx habría elaborado leyes científicas, que determinaron el carácter inexorable de la revolución socialista y su consecuente eliminación del capitalismo, las clases sociales y el Estado, ideas tan presentes en la historiografía marxista y, por supuesto, en la partera idea de la revolución a la cubana propiciada por Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. La revolución no sólo era una posibilidad, era una necesidad. Más aún, era inexorable. Para Fontana esto es resultado de tomar las ideas de Marx como una suerte de "Vulgata", ergo había que aprender, ojalá memorizando, los párrafos de los elocuentes manuales catequísticos. Evidentemente, el dogmatismo no era la mejor senda para quienes luchaban por la liberación plena de la humanidad3.
Habría que señalar que hay a lo menos dos maneras de entender el ensalzamiento de un modo de comprender la realidad, como el marxismo, a la categoría de ciencia y, de ahí llevarlo a la constitución de un dogma al que hay que adherir haciendo uso de la fe.
Tomás Moulian al hablar de la relación ciencia-dogma-fe, comienza dando cuenta de la importancia que alcanzó el marxismo en la década de los sesenta. Moulian señalará que:
Esta posición del marxismo en el sistema cultural está demostrada por los siguientes hechos: a) por la importancia que adquirió en las universidades desde el momento de la reforma, o sea cuando se empezó a expresar en las aulas la voluntad de estudiantes y profesores, b) por la importancia que adquirió en el mundo intelectual, donde llegó a ser un referente teórico de las interpretaciones y análisis de todas las corrientes avanzadas, c) porque se convirtió en el marco ideológico alternativo que atraía a los sectores políticos de radicalización, especialmente en el campo cristiano y d) porque se difundió como 'filosofía popularizada', mucho más allá de la capa de intelectuales profesionales4.
Moulian dirá entonces que dicha popularidad trajo como efecto que la teoría marxista se presentara como una "confesión de fe", ergo, el militante limitaba su capacidad
3 Fontana, Josep. La historia en el fin de la historia. Barcelona: Editorial Crítica, 1992, p. 102.
4Moulian, Tomás. Evolución histórica de la izquierda chilena: influencia del marxismo. Documento de Trabajo, Programa FLACSO. Número 139, Santiago, abril de 1982. Este trabajo fue presentado al Seminario del Grupo de Trabajo CLACSO sobre "Teoría del Estado y de la política en América Latina", desarrollado en Santiago, 22 al 27 de marzo de 1982, p. 4.
cognitiva a una adhesión "fideísta", que miraba a los clásicos como "textos sagrados", como verdad revelada de carácter irrefutable. Dichas verdades emergentes de la lectura sesentista, son según este sociólogo: a) que el marxismo es una ciencia o el método de todas las ciencias; b) la centralidad de la clase obrera; c) la definición por una dictadura del proletariado; d) la creencia en un partido de vanguardia marxista-leninista; e) y la creencia que los "socialismos históricos" eran reales" 5. En síntesis, estas verdades al convertirse en doctrina que se asume por fe generaron incondicionalidad, maniqueísmo, fanatismo y sobre todo una comprensión a-histórica de los procesos sociales. Teniendo en cuenta el contexto de enunciación de los planteamientos de Moulian, habría que señalar que dicha crítica emerge luego de la derrota del proyecto socialista en Chile a manos de una dictadura militar. La severidad de las palabras, que claramente nos otorga elementos para la crítica, está asociada intrínsecamente a que ese tipo de socialismo había fracasado en Chile. Pero habría que señalar también, dignidad otorga, que inclusive quienes desarrollaron extensas críticas al dogma socialista, pasaron en algún momento por sus filas.
Hay, a su vez, otra manera de comprender a la fe en relación al socialismo en América Latina. Y parte de una re-lectura de José Carlos Mariátegui. El Amauta dio cuenta del elemento religioso-espiritual del pensamiento marxista. Él señaló:
La inteligencia burguesa se entretiene en una crítica racionalista del método, de la teoría, de la técnica de los revolucionarios. ¡Qué incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito. La emoción revolucionaria, como escribí en un artículo sobre Gandhi, es una emoción religiosa. Los motivos religiosos se han desplazado del cielo a la tierra. No son divinos; son humanos, son sociables6.
Pierina Ferretti, extendiendo lo dicho por Mariátegui, tomando el concepto de mística revolucionaria, acuñado por Michael Lowy, en relación a su estudio del Amauta, elucubrará diciendo:
Es esta 'mística revolucionaria' el elemento más profundo, espiritual que nos permite dibujar una afinidad más, tal vez la más sustantiva, la más potente, entre marxismo y religión. 'Ciertamente -señalaba Ernst Bloch-, donde hay esperanza hay también religión'. Tal vez por ello la revolución
5Ibídem, p. 44.
6Mariátegui, José Carlos. El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy. Lima, Biblioteca Amauta, 1970. Disponible en el sitio web del CEME. http://www.archivochile.com. Revisada en mayo de 2011. Véase para este tema el artículo: Lowy, Michael. "Comunismo y religión. La mística revolucionaria de José Carlos Mariátegui". Actuel Marx Intervenciones. Santiago, LOM Ediciones y Universidad ARCIS, segundo semestre de 2004, pp. 73-85.
sea siempre religiosa, porque qué es la lucha revolucionaria sino el combate por la concreción de una esperanza7.
Es esta concepción la que nos permite entender una serie de acciones, que haciendo un análisis lógico carecían de sentido. Sólo explicables temiendo presente el "fuego vital" que, sin duda, es un elemento cuestionador del ser8, presente en muchos militantes. Ejemplo de ello sería la idea de no asilarse del MIR, medida tomada no sólo desde un punto de vista ético, sino por una comprensión obnubilada de la realidad que hacía pensar que la resistencia popular triunfaría. Eso, y no lo digo en un sentido peyorativo, es romanticismo puro. O, fortaleciendo el lazo de este ejercicio interpretativo, religiosidad pura. Estos sujetos vivieron una vida con premura, acelerada, envueltos en la vorágine tormentosa de la discontinuidad. Sus vidas estaban en riesgo. Hoy resulta muy fácil, con una serie de libros teóricos sobre un escritorio, escribiendo en un computador de alta resolución y con la calma propia de la abstracción a la que invita la praxis de la investigación darse cuenta de dicha realidad. Con esto no planteo que no hay que criticar los errores del ayer. Hay que hacerlo. Como diría Marx, en sus tiempos de la Gaceta Renana, "es lacayuno limitarse a pinchar con alfileres lo que habría que atacar a mazazos ". De la misma manera en que decimos con voz denunciante: "tortura", "asesinato", desaparición", y aunque no exista parangón, debemos decir con voz crítica: "error", "análisis obnubilados", "derrota política y militar". Decir esto no reduce el acto de lucha y dignidad de múltiples seres humanos, hombres y mujeres, recordados y anónimos. Muy por el contrario, nos hace que les veamos como lo que son: seres humanos que además de luchar, ríen, lloran, sueñan, sienten miedo. Eso hace que no les veneremos como a seres inerrantes, infalibles e impecables, cayendo en una suerte de canonización.
3. El Hombre Nuevo y su militancia sacrificial
Quizá estemos frente al constructo de la subjetividad más importante del pensamiento marxista, que fue ampliamente citado en los discursos revolucionarios: la necesidad de la creación del hombre nuevo. Dicho constructo es la médula del pensamiento guevarista, de su filosofía de la praxis, pensamiento en el que, según Hugo Vezzetti, "se condensaba igualmente una flexión subjetiva: la edificación moral prevalecía sobre la formación política y se afirmaba en una identidad antes que en un programa"9. El psicólogo argentino establece una conexión de este discurso con la soteriología cristiana. La idea de una conversión que implica una negación de la vida pasada y, el paso a una nueva vida. Por su parte, Vezzetti agregará que la revolución francesa efectúa un giro secularizador que sustenta la creencia de que "el hombre puede cambiar al hombre ". Por lo que "el motivo de la autocreación moral, política y cultural del sujeto, propio de la
7Ferretti, Pierina. "A propósito de las raíces gramscianas de la teología de la liberación y de las afinidades entre filosofía de la praxis y cristianismo revolucionario". En: Álvarez, Rolando y Massardo, Jaime (editores). Jornada de Reflexión: A setenta años de la muertede Gramsci. Santiago, Ariadna Ediciones, 2008, pp. 74, 75.
8 Frase aludida por Bataille en su análisis de la pulsión erótica en el ser humano. En: Bataille, Georges. El Erotismo. Barcelona, Tusquets Editores, 2000, p. 33.
9Vezzetti, Hugo. Sobre la violencia revolucionaria. Memorias y olvidos. Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2009, p. 173.
modernidad, encontraba un espacio y un tiempo histórico para desplegarse en la Revolución Francesa, que implantaba el 'sueño central' de una regeneración humana radical, nacida de la política"10. Un ejemplo, de lo que significa esa experiencia de conversión y configuración del hombre es posible vislumbrarla en una entrevista dada por Miguel Enríquez, el 26 de junio de 1969, en la cual señaló:
No conozco a ningún hombre de fortuna que milite en el MIR y ni siquiera que esté relacionado con hombres de fortuna. Segundo, sí conozco a algunos ex estudiantes que en este instante son militantes del MIR. Tercero, no defino a los hombres por la desgracia o gracia de quien son hijos. Sino que, definimos a los que son de nosotros por las ideas que nos canalizan. Si no fuera así, Ernesto Guevara fue médico, Fidel Castro es hijo de terrateniente, etcétera y etcétera. La historia de la revolución, de los procesos populares y de cualquier movimiento de masas, establece que en muchas oportunidades se encontrará hombres que abandonan sus orígenes y se colocan al servicio de otras cuestiones. Fundamentalmente, lo que a un hombre lo define en este instante, de si está en el campo de la revolución o no, es al servicio de qué coloca sus tareas y su actividad11.
Lo importante no sería dónde se nace, a qué clase social se perteneció, si tuvo estudios o no. Lo que realmente importaría, son sus ideas y cuál es la finalidad de las tareas que busca realizar. Ejemplos de conversión son los de Fidel Castro y Ernesto Guevara, que a pesar de tener una condición acomodada, renuncian a todo, para seguir la causa de la liberación. Ese acto de renuncia, es transformador. Cambia la condición social del sujeto. La negación del origen, conduce a la ratificación de que ya no se pertenece a ese sustrato social, sino más bien, se ha producido una nueva ligazón. El argumento conlleva a decir que hoy se pertenece al pueblo.
4. "La práctica de un apostolado". La militancia sacrificial
Una de las evidencias de esa conversión, de la transformación de un hombre nuevo, de, en lenguaje protestante, andar en novedad de vida, es el cómo se vive y se asume la militancia. Y la militancia, incluye un compromiso vital. Quien opta por la militancia opta
por un modelo de vida, que en palabras de Cristina Moyano se nutre de una ética, de
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entrega completa, sacrificial, que trastoca la noción maquiavélica de la política . No sólo los sujetos son transformados, sino que con ellos, la praxis de la política. La militancia se
10Ibídem, p. 175.
11La segunda parte de esa entrevista puede ser vista en http://www.youtube.com/watch?v=jtzDvwKEC3w. Revisada en mayo de 2011.
12 Moyano, Cristina. MAPU o la seducción del poder y la juventud. Los años fundacionales del partido-mito de nuestra transición (1969-1973). Santiago, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2009, p. 74.
transforma en una práctica de fe quiliástica, al decir de Moulian13. Es dicha fe en la teoría y en el pueblo la que mueve la totalidad del ser del revolucionario. La militancia, cuando pasa a ser lo más importante de la vida, se confunde con la vida misma. Amistades, relaciones amorosas, estudios, trabajos, actividades de ocio, todas esferas de la vida que parecieran estar disociadas de la práctica militante son llenadas de sentido por ella. He ahí la similitud con la religión, en tanto, se otorga centralidad a la militancia y todo lo demás gira en torno a ella. De ahí el hecho de que no se midan las consecuencias, los esfuerzos, las negaciones. Es como cuando Cristo se acercó a los pescadores Pedro, Juan y Jacobo y les pidió que le siguieran. Ahí quedaron sus barcas y redes y fueron en pos de su apostolado. A esa actitud del revolucionario refirió Fidel Castro en Chile, cuando un sacerdote le preguntó su opinión sobre el Che. Ante ese grupo de sacerdotes, él señaló:
Se podría decir que el Che era un sacerdote en su actitud, en su conducta. (No quisiera que publicaran eso. Se lo digo entre ustedes). Pero quiero decir que él tenía la conducta del sacerdote porque daba ejemplo, se privaba de cualquier cosa, muy estoico, muy desprendido, muy desinteresado. Lo mismo estaba dispuesto a morir el primer día de la guerra que el último, porque tal era su desprendimiento que hasta ahora estaba dispuesto a morir. Si hacía falta un voluntario, él estaba dispuesto a ir. O sea, el desprendimiento total. Era un ejemplo humano14.
Pongamos atención a dos elementos que se desprenden del discurso. Castro habla de una actitud y conducta de sacerdote, lo que presupone una ética, que se manifiesta en el privilegio que se da a los demás. El otro está por sobre el yo. Y ante ese amor revolucionario no hay medida para la labor, puesto que implica sacrificio. Y esa noción implica siempre la muerte. En primera instancia es la muerte del yo, preponderando la creación subjetiva de un yo-otro-yo. Y si eso implica la muerte física, es una consecuencia que ya estaba racionalizada en dicha lógica. Ya había un relato, un concepto para nominar dicha realidad. El otro elemento, es un detalle discursivo. Fidel Castro le dice a los sacerdotes que guarden esa declaración off the record. Los sacerdotes hicieron caso omiso de esa petición. Podríamos elucubrar que dicha petición otorgaba un carácter romántico a la lucha revolucionaria, a la figura del Che, que los marxistas no podrían entender, puesto que referir algo como "romántico" es casi una ofensa. Ahora bien, dicho elemento romántico es simbolizado por la figura del sacerdote, y de ahí que los curas que optan por el socialismo tomen esa figura, no la sepulten en el silencio, porque dicho relato otorga legitimidad a la causa propia y, podría hacer que dentro de la izquierda ellos fuesen aceptados en su condición de sacerdotes cristianos. La cita de Fidel Castro es una referencia a una autoridad en el tema. Su palabra no sólo es oída, sino también respetada, por no decir sagrada.
13Moulian, Tomás. La forja de las ilusiones: el sistema de partidos. 1932-1973. 1993. Citado por Moyano. MAPUo la seducción... Op. Cit., p. 263.
14"Reunión de los '80 sacerdotes' con el Comandante Fidel Castro. Santiago, 29 de noviembre de 1971. Los cristianos y la revolución.Op. Cit., p. 257.
5. "Muerte... dónde está tu victoria". La concepción de los revolucionarios sobre la muerte y la configuración mítica del relato
sobre ella
Antes de la concepción del mártir, existió una idea sobre la muerte, a la que comenzamos a aludir en las líneas que preceden a este ítem. Eso es de lo que hablaremos acá: cómo se conceptualiza a la muerte dentro de la izquierda revolucionaria, para luego hacer un ejercicio comprensivo de la memoria martirológica.
a. La muerte en el imaginario revolucionario.
Hugo Vezzetti ha trabajado desde la psicología el ideario sobre la muerte al interior de la izquierda revolucionaria, sobre todo de aquella que ha sido empapada por el influjo guevarista. Lo primero que habría que señalar es la sacralidad de la muerte. Sin ese concepto no hay heroicidad revolucionaria15. Y es que, "sólo en el mito la muerte es una decisión elegida"16 Esa elección alude a la integridad y la pureza del sujeto que muere por una causa. Los que mueren son intachables, son los mejores cuadros, por ende, son un ejemplo inalcanzable para los sobrevivientes. Ella se alza como el criterio para juzgar el valor de la conducta de los revolucionarios17. No se recuerda al Che, de la misma manera en la que se recuerda a Lenin, Trotsky o Mao, los tres protagonistas de un enfrentamiento político-militar para concretizar una revolución. En la guerrilla latinoamericana nace el nuevo modelo de líder revolucionario. Y ese modelo, por ejemplo, no examina los resultados adversos del conflicto militar. Se muere, porque se fracasa en la concreción de la revolución. No hay triunfo. Pero se persiste, a pesar de la conciencia de un desenlace inevitable: la derrota. La pregunta es: ¿por qué se persiste? Ana Longoni señala que dicho acto consciente incluye:
La dimensión psicosocial, las interacciones, las creencias y las identificaciones, sobre todo en los análisis de la secta (religiosa y política) que propone Karl Mannhein sobre la 'excitación orgiástica' o el milenarismo. Quizás un análisis más atento a la dinámica de grupo podría haber detectado la incidencia creciente de ciertos rasgos latentes, intensificados por el encierro y el repliegue propio de la vida militante: la dependencia y la fusión18.
En dicho constructo escatológico, siguiendo la lectura de Cohn, el político es sustituido por el profeta, el que es empoderado con una autoridad intelectual, política, moral, que emana de la certidumbre de ese nuevo mundo por concretar19. De ese mundo
15Vezzeti, Sobre la violencia...Op. Cit., p. 138. El título de este apartado es tremendamente decidor: "Le vimos la cara a Dios".
16Ibídem.
17Ibídem, p. 140.
18 Citado por Vezzetti en Ibídem, p. 145.
19 Ibídem, p. 167.
que no existe aún en la materialidad, pero que está latente que en la fe revolucionaria. Veamos este carácter del revolucionario, como un profeta que anuncia un mundo nuevo, y que camina hacia él pensando en la muerte y en el triunfo como algo indisociable. Ernesto Guevara, en su "Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental", que se transformó en una de las fuentes principales para muchas agrupaciones revolucionarias de América Latina, señaló:
Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria20.
En la guerra declarada contra el imperialismo yanqui, existe la posibilidad de la muerte. Pero esa muerte no será una muerte estéril, en sentido simbólico, no será una muerte que mata, si otros sujetos recogen el legado. Tanto la muerte como la victoria son certezas. Por lo tanto, no se saca nada con apreciar la vida, si no se vive de manera verdadera y, en este discurso la vida verdadera es la que vive y muere por la revolución. Es imposible no recordar la imagen planteada por el mensaje de Cristo: "aquél que quiera ganar la vida, la perderá; y aquél que quiera perder su vida, la hallará". En ese sentido la muerte también es vida. La no-vida es aquella existencia de quienes traicionan la causa por su propia comodidad o por huir de la muerte. Por algo el grito de "¡Patria o muerte, Venceremos!", se transformó en una consigna unificadora de la izquierda latinoamericana.
Esa certeza de la muerte estaba presente en el discurso de Salvador Allende. En el proyecto de una revolución con empanadas y vino tinto, existía la clara posibilidad de la muerte. Hagan lo que hagan los reaccionarios para oponerse a la vía revolucionaria, con la intención de precipitar la renuncia del Presidente Allende, no lograrán su objetivo. Allende dijo, en el marco de la despedida de Fidel Castro, en el Estadio Nacional:
Yo no tengo pasta de apóstol ni tengo pasta de Mesías, no tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea, la tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile: sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás; que lo sepan: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera... Defenderé esta revolución chilena, y defenderé el Gobierno Popular porque es el mandato que el pueblo me ha entregado, no tengo otra
20 Guevara, Ernesto. Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental. Publicado en abril de 1967 en la revista Tricontinental de Cuba.
Tomado de: http://www.nodo50.org/americalibre/anteriores/11/guevara11 .htm. Revisada en mayo de 2011.
alternativa, sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo21.
Efectivamente, el compañero presidente, socialista y masón, rehúye cualquier influjo cristiano en su alternativa. Rehúye también la posibilidad de una renuncia en la causa que él dirige. Para derrotar la revolución tendrán que asesinarlo. Sólo las balas de la reacción político-militar de la clase dominante, podrán sacarlo de escena. Esta escena, que da cuenta de la severidad de la muerte, debe ir ligada a las palabras de Allende en el palacio de La Moneda, el 11 de septiembre de 1973, lugar y momento en el que la muerte era inminente, en las que aparece la fe de la victoria. Cuando el triunfo parece imposible, se apela a algo inasible e inmaterial. Las palabras de Allende fueron: "Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo, que mucho más temprano que tarde, de nuevo, se abrirán las grandes alamedas, por donde pase el hombre libre, para construir una sociedadmejor".Esa sociedad mejor, de anchas y libres alamedas, no era lo que se viviría de manera inmediata. La fe de Allende no obnubila su mirada a dicha realidad. En el mismo discurso, Allende da cuenta de la opresión que se viviría por el triunfo del "fascismo". La fe es en la Patria por venir. En que la semilla del socialismo habría caído en buena tierra. Es la fe, como convicción de lo que no se ve, como apela la epístola bíblica.
Otro ejemplo, de esta aplicación de la certidumbre de la muerte-vida, aparece en el discurso del Secretario General del MIR, Miguel Enríquez. Ante la alternativa de que los cuadros del MIR buscaran el asilo político para salvar sus vidas, como muchos militantes de otros partidos hicieron, el MIR llama abiertamente a no asilarse. Las razones son expuestas por Enríquez:
Si el MIR se exilia, de hecho deserta; lo que no sólo tiene valoraciones éticas negativas, sino que en el caso particular de Chile es renunciar a cumplir con tareas que son hoy posibles y necesarias en Chile. Si el MIR exilia a sus cuadros. renuncia a su papel histórico. El temor a la represión no justifica esto. La deserción histórica es siempre condenable por más que se disfrace de las más eufemísticas argumentaciones
políticas22.
En otras palabras, la medida de no asilarse del MIR, no era irracional, en tanto ejercicio meramente voluntarista. Era más bien resultado de una razón práctica y militante, que pugnaba por poner en la práctica una ética revolucionaria, la que se encontraba mediatizada por la situación del país, ante la que había que responder con una militancia
21 Discurso en la despedida a Fidel Castro. Estadio Nacional, 4 de diciembre de 1971. En Modak, Frida (Coordinadora). Salvador Allende en el umbral del siglo XXI. México D.F., Plaza &Janés Editores, 1998, p. 74.
22 Enríquez, Miguel. Respuesta a un documento emitido por un grupo de compañeros de la "colonia" Valparaíso. 1974. Citado por Naranjo, Pedro. "La vida de Miguel Enríquez y el MIR". Naranjo, Pedro, et al. Miguel Enríquez y el proyecto revolucionario en Chile. Discursos y documentos del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR. Santiago, LOM Ediciones y Centro de Estudios Miguel Enríquez, 2004, p. 85.
sacrificial. No había otra alternativa. Es la ética, donde cada uno tiene que hacer lo que tiene que hacer. Y lo que tocaba por realizar era la resistencia. Y ella, en el imaginario mirista, tenía posibilidad de triunfar, sí y sólo sí, los revolucionarios recobraban fuerzas y se lanzaban en la lucha contra las fuerzas dictatoriales. ¿Cuál fue el resultado concreto de esa medida? El MIR no tuvo el poder de fuego para contrarrestar a la dictadura. Su accionar fue detenido por la represión de los aparatos de estado de la dictadura, fundamentalmente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA), las que en el período de tres años, logró la detención, tortura, desaparición y asesinato de miles de militantes y simpatizantes del MIR, entre ellos, casi toda la Comisión Política y el Comité Central, entre ellos, su Secretario General, Miguel Enríquez, asesinado el 5 de octubre de 1974. ¿Cómo fue significado eso por los militantes? Es lo que veremos en las siguientes líneas cuando hablemos de la configuración de una memoria martirológica.
b. La sangre de los mártires es la semilla.
"La sangre de los mártires es la semilla "... Al escuchar frases como esta pareciera que hiciéramos referencia al grito de una consigna en una marcha de protesta o conmemoración de sectores de la izquierda chilena. Es un grito desgarrado, desde el alma, que propugna la represión violenta que un amplio espectro del país experimentó luego del golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Es una manifestación que ve en quienes fueron represaliados un ejemplo moral insoslayable y preclaro, en otras palabras, da cuenta de "hombres nuevos", los cuales no llevaron la revolución sólo en la boca, sino que en la totalidad de sus existencias. Finalmente, la frase sostendría que la muerte es el comienzo de la vida. En su defecto, traicionar las ideas, para conservar la vida, sería vivir una no-vida. Se habla de la semilla, la cual para producir fruto debe germinar, en otras palabras, debe morir para producir vida. Además de esto, según Bataille, "el muerto es un peligro para los que se quedan"23. El peligro está en el contagio de los que permanecen en la escena terrestre. Los hombres podrán morir, pero las luchas y las ideas quedarán indelebles en los registros de la memoria y del corazón. He ahí el análisis. Sin embargo, la frase que intitula esta ítem no fue tomada de una consigna en una marcha. Se trata de una frase de un "padre de la iglesia", Tertuliano, quien señaló que "la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia ". Se trata de una frase eminentemente religiosa que da cuenta del paso a la eternidad de quienes sufrieron el martirio por causa de su fe.
i. El martirio en la construcción de la teología cristiana.
Al dar una lectura a las epístolas escritas por los apóstoles se puede encontrar una serie de testimonios y exhortaciones que presentan el sufrimiento que sufren los creyentes a causa de la fe. Son múltiples las referencias que podríamos sacar a colación. Pero, sin lugar a dudas, hay un pasaje tremendamente paradójico, que tiene la fuerza de provocar gran parte del análisis que realizo. En la Primera Carta de Pedro, en el capítulo 4, en los versículos 12 al 16, el apóstol declara:
23Bataille, Georges. El Erotismo. Barcelona, Tusquets Editores, 2000, p. 50.
Queridos hermanos, no se extrañen de verse sometidos al fuego de la prueba, como si fuera algo extraordinario.Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también se llenen de alegría cuando su gloria se manifieste.Dichosos ustedes, si alguien los insulta por causa de Cristo, porque el glorioso Espíritu de Dios está continuamente sobre ustedes. Si alguno de ustedes sufre, que no sea por asesino, ladrón o criminal, ni por meterse en asuntos ajenos.Pero si sufre por ser cristiano, no debe avergonzarse, sino alabar a Dios por llevar ese nombre24.
En estas líneas, Pedro, en un sentido cuasi paternal, anima a los receptores que están sufriendo a causa de la persecución neroniana. Este momento histórico motiva al apóstol a escribir de la forma en que lo hace en toda la epístola. Pedro les hace ver que no es cosa extraña al cristianismo el padecer, haciendo referencia al momento como "fuego de la prueba". Este tropo pudo haber sido tomado de una práctica neroniana: poner a cristianos en sus jardines como antorchas vivientes. Ahora bien, se presenta una tremenda paradoja. Según el apóstol, los padecimientos no deben causar en los creyentes ni tristeza ni desesperación, sino que alegría. ¿Por qué alegrarse del sufrimiento? ¿Cómo alegrarse si compañeros de fe están siendo exterminados de manera terrible? La respuesta que da Pedro es que si sufren lo están haciendo por la causa de Cristo, quien siendo inocente y santo sufrió por los creyentes para que alcanzaran salvación y vida abundante. De hecho, se ocupa en el texto el concepto "cristiano" para identificar a quien padece por su fe. Quien sufre se asocia de manera más profunda al Cristo sufriente. El mártir político, es analogado por Boff con el Cristo sufriente de la cruz. Ambos encarnan el mensaje de la redención, que propugna la liberación de lo que oprime al ser humano. Se muere en la cruz, y se da la sangre que es fermento para la vida. Luego de ella se pasa a la eternidad, a la vida verdadera, que empodera a otros sujetos para la victoria final25. Por ello, es que Pablo Richard, pudo señalar, frente a "los dolores del parto social" que en: "el mensaje de Cristo de que la verdadera amistad se veía en aquél que estaba dispuesto a dar su vida por el amigo, la declaración señala: "nuestro pueblo está decidido a dar su sangre hasta sus últimas consecuencias. Cristo vive en la lucha del pueblo "26.
Como punto de inflexión, entre el imaginario cristiano del mártir y la construcción mítica de la memoria martirológica en la izquierda chilena, debemos conservar un concepto que es transversal en los dos constructos. Se trata del concepto de mártir. El mártir no sólo es el que muere en una causa. El mártir es también un testigo, uno que porta un mensaje, y como portador de ese mensaje muere. Sin el mensaje, no hay mártir. El historiador Miguel Valderrama hace alusión a este constructo conceptual al decir que:
24Biblia Dios habla Hoy. Versión popular de la Biblia editada por las Sociedades Bíblicas Unidas.
25Boff, Leonardo. "La estructura pascual de la existencia humana". En: Mensaje. N° 347, marzo-abril,
Santiago, 1986.
26Secretariado Nacional de Cristianos por el Socialismo. "Los dolores del parto social". Punto Final. Año VII, N° 170, martes 7 de noviembre de 1972. Sin número de página, es la contratapa de la revista.
El testigo es una presencia solitaria y a menudo desolada que atestigua de lo inarchivable, de lo ininscribible. Un hombre se convierte en mártir porque antes es testigo. Pero para que un hombre pueda llegar a convertirse en mártir, debe ser testigo hasta el fin. Por ello el testigo compromete enteramente su condición de sobreviviente en el acto de atestiguar. Él se instituye en garante y guardián de la memoria de un acontecimiento cuyo carácter no inscripto reclama, justamente, una inscripción por venir27.
Lo que se sepulta es el cuerpo físico inerte del que testimonia. El testimonio permanece insepulto, inscripto, que logra vida e inscripción en quien rescata y/o hereda dicho testimonio.
ii. La configuración mítica de una memoria martirológica de izquierda.
Si seguimos a Rolland Barthes, el mito es un habla elegida por la historia. Se trata, entonces, de un modo de significación, de una forma que responde a un uso social. Por ende, el concepto es el elemento constituyente del mito. Para Barthes, el concepto y el sentido establecen una relación de deformación. La cualidad del mito es que es un habla excesivamente justificada, que tiene como poder que es recurrente. Frente a eso, "la semiología nos ha enseñado que el mito tiene a su cargo fundamentar, como naturaleza, lo que es intención histórica; como eternidad, lo que es contingencia "28. Ante la pregunta de si existen mitos en la izquierda, Barthes al desencializar a la izquierda de la revolución, afirmará dicha existencia, diciendo que el mito "surge precisamente en el momento en que la revolución se transforma en 'izquierda', es decir, en que acepta encubrirse, velar su nombre, producir un metalenguaje inocente y deformarse en 'naturaleza ",29. El mito sigue entonces, el procedimiento contrario a la revolución, en tanto naturaliza y ensalza elementos irracionales, románticos si se quiere, lo que produce despolitización, puesto que se huye de la historicidad. Por ello, el riesgo que busca evitar el mitólogo es que la realidad que intenta proteger se desvanezca. Ante los mitos de la izquierda revolucionaria, que propugnaba en su metodología revolucionaria el uso de la violencia política, Vezzetti dirá que, en ella, "se conjugan un mito político (la violencia agudiza las contradicciones), un mito epistemológico (es reveladora de la verdadera naturaleza de las relaciones de poder) y un mito moral (activa a los sujetos y saca lo mejor de ellos: coraje, sacrificio y heroísmo) "30.
Toda vez que la izquierda constituye en su memoria mártires, levanta un registro de sujetos fuera de su carácter histórico, produce, en palabras de Gabriel Salazar, la fetichización de la fecha, del acontecimiento, del revolucionario muerto, por ello, es que
27 Valderrama, Miguel. "Historia y verdad, una vez más". Actuel Marx Intervenciones. "Fronteras de la emancipación". N° 2, segundo semestre de 2004. En: http://actuelmarx.u-paris10.fr/valde2.doc (revisado en agosto de 2010).
28Barthes, Rolland. Mitologías. Madrid, Siglo XXI Editores, 2000, p. 237.
29Ibídem, p. 243.
30Vezzetti. Sobre la violencia... Op. Cit., p. 171.
"estamos paralizando la energía recordatoria en ritos y liturgias que invocan el pasado, no en el tiempo de la transformación de la realidad, que es el futuro"31. El martirologio construye la imagen de un héroe, limpio, puro, gigante, santo, inalcanzable. En palabras de Vezzetti "Ese régimen de memorias reproduce finalmente el molde de las narraciones patrióticas que han elevado a las figuras militares, y a sus combates, como custodios de la nación "32. Por ello, el mito martirológico tiene dos consecuencias divergentes. O paraliza en el dolor y el miedo, o centra su afán memorístico en la recuperación de lugares y edificios, que se constituyen en sitios de memoria. Ambas, producen el llanto frente al mártir. La recordación se vuelve un simple acto de reminiscencia y no en uno que explique el por qué de esa muerte y que amplíe el uso de la memoria para la configuración de un horizonte de expectativas. Y dicho horizonte, no está precisamente en la reclamación que hace la marcha de la presencia33de los muertos, sino que debe partir por cuestionar el uso que se ha hecho de la muerte en el constructo sobre el pasado de la izquierda chilena. Dicho cuestionamiento, que sigue considerando algunas muertes como necesarias, pero que critica la idea de que todos debían lanzarse a una resistencia con caracteres de suicidio (como por ejemplo la "Operación Retorno"), no ha sido la tónica de la construcción de una memoria sobre la muerte de los militantes, sino, por el contrario, ha portado de manera subterránea, pero no por eso menos clara, el influjo cristiano del martirologio. Veremos, a continuación, algunos ejemplos de ello.
iii. La memoria martirológica mirista sobre Miguel Enríquez.
Se trata de la construcción martirológica más primigenia al interior de la izquierda chilena post golpe militar. Dicha memoria viene a ser una defensa contra el ataque artero de los militares y civiles quienes a través de todo el aparataje comunicacional no sólo se encargaron de faltar a la rigurosidad periodística, o dicho en buen romance, de mentir, sino que se ensañaron con los enemigos, aquellos que en la enunciación de Mario Garcés, fueron la máxima expresión del enemigo interno. La intención de los militares en el poder era destruirles física, política y moralmente ante la sociedad. Decidor es el siguiente artículo de prensa de La Tercera que hace referencia al funeral de Miguel Enríquez:
31Salazar, Gabriel. "Memoria social y movimiento popular: pasado y proyección". En: Olea, Raquel y Grau, Olga (compiladoras). Volver a la memoria. Santiago, LOM Ediciones y La Morada, 2001, p. 65.
32Vezzetti. Sobre la violencia... Op. Cit., p. 140.
33El grito de "¡presente!", luego de nombrar a un mártir no es propio de las colectividades de izquierda. Tiene un influjo del cristianismo, que es susceptible de pesquisar en grupos fascistas radicales, como la Legión del Arcángel San Miguel, grupo fascista rumano que derivó en la conocida Guardia de Hierro. Uno de sus principales ideólogos, Codreanu, decía: "Para nosotros, un punto particular es que la presencia de los muertos de la nación no es abstracta, sino real: de nuestros muertos y sobre todos de nuestros héroes. No podemos separarnos de ellos; como de las fuerzas liberadas de la condición humana, penetran y sostienen nuestra vida más elevada. Los legionarios se reúnen periódicamente en pequeños grupos, llamados nidos. Esas reuniones siguen ritos especiales. El que abre cada reunión es la llamada a todos nuestros camaradas caídos, al que los participantes responden con un ¡Presente! Pero esto no es para nosotros una simple ceremonia y una alegoría, sino por el contrario una evocación real". Citado por Evola, Julius. Legionarismo ascético. Tomado de http://www.codreanu.ro/. Revisada en diciembre de 2009.
Sin pena ni gloria enterraron a Miguel Enríquez. Una simple cruz de cemento, sin más inscripciones que un número de orden y el año, marcan en el patio 35 del Cementerio General, la tumba donde fueron sepultados, provisoriamente, los restos del mirista Miguel Henriquez (sic) Espinoza. Su padre y no más de 10 personas entre familiares y amigos íntimos, lo acompañaron ayer a primerísima hora hasta el camposanto. Dos ramos de claveles, algunas ilusiones y tres o cuatro calas hablan de un recuerdo femenino en las exequias.
Bajo el metro de tierra y piedras reposa el cadáver de un hombre de 30 años que eligió el camino de la violencia y cayó en el medio de la vorágine que el mismo y quienes le acompañaban querían para nuestro
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país .
A los luchadores que morían, sobre todo a los dirigentes más emblemáticos, había, entonces, que blindarlos. La figura del mártir permitía el soporte del escarnio público. Además, blindaba a las comunidades de sujetos que buscaban potenciar o rearticular sus partidos y movimientos, en un escenario claramente adverso.
Ahora bien, el relato memorial y martirial en torno a Miguel Enríquez no escapa a dicho tramado religioso. Veamos dos fragmentos de distintas publicaciones de la revista El Rebelde, una realizada días después de la muerte de Enríquez y otra a casi dos años del mismo suceso35:
Ha muerto un revolucionario ejemplar, ha nacido un nuevo héroe de la clase obrera y el pueblo.
Las banderas rojinegras del partido y la Revolución proletaria chilena no se inclinan ante su muerte. Para el revolucionario la muerte es también un acto de combate, un llamado a la lucha.
Nuestras banderas se levantan aún más alto para proclamar al mundo que la sangre de Miguel Enríquez corre hoy por las venas de todo un pueblo, acusando a asesinos y torturadores, emplazando a los vacilantes, galvanizando a los débiles, acicateando a los temerosos, acerando a los que luchan y combaten, inculcando a todos a seguir su ejemplo de consecuencia, inteligencia, valor y sacrificio revolucionario36.
Miguel nos enseñó que en la revolución se triunfa o se muere; desgraciadamente él no pudo triunfar, pero puede estar seguro que sus camaradas, que su partido, y que su pueblo van a construir la victoria a la cual él consagró su vida.
34La Tercera de la Hora, Lunes 7 de octubre de 1974, p. 42.
35 Esto para entender que la memoria martirológica es una construcción casi inmediata a los sucesos de los cuales los sujetos referidos son víctimas.
36 Comisión Política del MIR. "Editorial". El Rebelde en la Clandestinidad. Órgano oficial del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, N° 102, Santiago, Diciembre de 1974, p. 2. El documento fue escrito en octubre del mismo año.
Hoy día el ejemplo y la sangre de Miguel sellan con fuerza ilimitada nuestro compromiso a muerte con el partido, con la revolución proletaria y con el socialismo37.
Dentro de los elementos de la memoria mirista sobre Miguel Enríquez podemos notar la construcción de la imagen del héroe. Dicho heroísmo tiene la fuerza para potenciar la acción de los otros militantes. Pero el elemento más acentuado es que para el revolucionario la muerte es más que una posibilidad. Y ante eso, no se debe escapar a las balas. Por ende, ante el escenario de la muerte del secretario general del partido, la única opción posible era seguir su ejemplo de lucha. Así, lo decía su hermano Edgardo Enríquez, miembro del Comité Central del Partido, desde la ciudad de París: "la muerte de nuestro Secretario General no significa de ninguna manera la liquidación del MIR. El fusil de
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Miguel ha caído, pero otro dirigente lo ha empuñado ya " .
Miguel Enríquez, el del presente, ha sido construido, como un héroe que modela la práctica del militante genuino. Es el mártir, en el sentido más puro del concepto cristiano, en tanto, no es sólo aquél que derrama su sangre, sino que porta un testimonio, su discurso, su práctica y su fusil, que se mantienen insepultos, por lo que deben ser rescatados por los militantes del partido de la bandera rojinegra.
iv. La construcción martirológica socialista de Allende.
Esta memoria es posterior en cuanto a su configuración y, responde a las dinámicas dentro del socialismo, en su proceso de discusión sobre la derrota. La derrota no sólo debía ser asimilada, sino también explicada. Dicha explicación, hecha desde el exilio o bajo el alero de centros de estudios alternativos, propendió a una configuración renovadora del socialismo. Desde ahí emerge el relato memorial de cuño martirológico sobre la figura de Salvador Allende.
La memoria martirológica de Allende presupone el carácter sacrificial de la militancia. Dicha memoria, no sólo coadyuva a que no se "baje del pedestal" a la figura del Presidente, sino que, inclusive, se le eleve a un pedestal mucho más alto. Allende viene a ser un héroe del pueblo, cuyo proyecto, aspiraciones y combate deben ser protegidos por quienes le erigen como el Presidente Mártir.
Jorge Arrate dirá en relación a Allende:
la notable coherencia de su discurso político y su acción práctica. Allende se jugó por entero, cerebro y corazón, espíritu y acción, por la "vía chilena". Creía firmemente en sus propias palabras, sentía una identidad plena, casi pasional, con sus propios proyectos. Quizá fuera esa la razón
37 "Héroes del MIR en 10 años de lucha". El Rebelde en la Clandestinidad. Reproducción de Artículos de las Ediciones N° 108 y 109 de Julio y Agosto de 1975, p. 11.
38La Tercera de la Hora, Martes 8 de octubre de 1974, p. 21.
principal de su fuerza. Sólo quien tiene un soporte moral de esa categoría puede vivir sus minutos postreros como Allende los vivió. Contrariamente a lo que ocurre con las cosas triviales Allende, que fue todo trascendencia, será un recuerdo que en vez de borrarse por la acción del tiempo se irá agigantando, indeleble, en la conciencia del pueblo. Su muerte dio más vitalidad a las ideas por las que luchó. Por eso ellas sobreviven en la memoria histórica de Chile39.
Fijemos nuestra atención en las palabras que ocupa Arrate a la hora de referirse a Allende. Habla de una moral que hace que decir y hacer sean conducentes. Señala su trascendencia, lo que plantea que está por sobre el político medio, lo que trasunta en su permanencia en el tiempo. Y, además, su muerte no es el fin de la vida, en tanto sería el aliciente necesario para las fatigadas vidas de quienes luchan por la causa democrática (¿revolucionaria?). Es como el relato del evangelio que señala que es necesario que el trigo caiga a la tierra y muera para que pueda producir fruto. Allende se habría donado a sí mismo, como una oveja que va al matadero.
El sociólogo Tomás Moulian, al cumplirse diez años del golpe del 11 de septiembre de 1973, da cuenta de esa donación, vislumbrando su perfil religioso, al decir que:
Por esa donación de su vida, Allende siempre tendrá dos significados diferentes. Uno es el político-conceptual, descifrable por el análisis de su actividad política, de sus posiciones en el curso de los años o en el período crítico de la Unidad Popular. Pero siempre, sobreponiéndose a aquél existirá otro significado, el simbólico. Ese último trasciende más allá de sus discursos y sus posiciones; incluso trasciende, en muchos aspectos, lo que efectivamente hizo y fue. (...)
Puede ser un contrasentido usar esa palabra, cargada de contenido religioso, para describir un acto que fue, finalmente, político. Pero la actitud de Allende, tanto en sus palabras como en sus acciones, estuvo traspasada por una lógica sacrificial, expresada, además, en la forma más pura de los actos inmolatorios. Allende ni siquiera trató de hacer un gesto de incitación. En sus palabras finales no llamó al pueblo a hacer lo que él estaba haciendo. Fue una despedida, el anuncio de que ofrecía su vida, arriesgando la muerte, para que otros pudieran sobrevivir40.
En esa pluralidad de voces sobre Allende, se dan conceptualizaciones contradictorias entre sí, en tanto una da cuenta del político socialista, masón y laico, protagonista de la larga jornada de la izquierda por el acceso al poder, y aquella mirada de Allende que lo eleva a un estatus de trascendencia. Dicho estatus, tiene un influjo religioso, porque eleva a Allende más allá de lo que hizo. Más allá de si Allende se suicidó o fue
39Arrate, Jorge. "La vía chilena al socialismo". En: Allende. 10 años después. Revista Análisis, Edición Especial, Santiago, 1983, p. 22. La edición es resultado de la compilación de tres suplementos publicados por Análisis a diez años del golpe militar. El texto de Arrate corresponde al primer suplemento. La numeración de páginas responde al suplemento original. El subrayado es mío.
40Moulian, Tomás. "Allende y la Unidad Popular". En: Allende. 10 años después. Revista Análisis, Edición Especial, Santiago, 1983, pp. 11,12. (tercer suplemento).
asesinado, lo importante de dicha muerte se encuentra en el significado que se le da. Moulian no duda en hablar de una inmolación. Teológicamente, cuando Cristo se inmola por la humanidad, sustituye a quienes creen en él, lo que les hace receptores de la salvación. Si uno lee la cita de Moulian, precisamente la inmolación de Allende tiene ese sentido. Salvar a los otros militantes de la muerte. Eso configura al mártir, portador de un testimonio, como alguien inalcanzable, cuyo ejemplo no puede, ni debe en el contexto de un proceso de democratización, ser replicado por nadie.
6. A modo de síntesis...
En síntesis, el relato del pasado que hace la izquierda sobre sí misma, es un relato de fuerte contenido religioso, el cual, se manifiesta de manera subterránea, más allá de los altos componentes anticlericales de su discurso. Cuando se mira al pasado de esta manera se requiere, en muchos sentidos, de tanta fe como la que necesitan los creyentes del cristianismo para acercarse a la divinidad. Sobre esto, Hernán Vidal dice: "Las catedrales políticas apelan a los sectores que las apoyan en términos similares a lo religioso -emanando una gracia que permite creer en ellos a través de una convicción llamada fe, por la que muchas veces se sacrifica la vida "41.
Por ello, nuestra batalla por la memoria, más que centrarse en el afán de recuperación y resignificación de lugares, lo que implicaría prácticamente en purgar de la herencia dictatorial a la mitad de Chile (la casa de calle Santa Fe, la Esmeralda, la Moneda -¿por qué no?- entre otras), o en la acumulación de sendos informes que ocultan por una gran cantidad de años el nombre de los integrantes de la pandilla de delincuentes que participaron en los crímenes de lesa humanidad. No estoy queriendo decir que no se deba realizar. Sólo planteo que esas cosas no tienen ninguna utilidad si no se realiza un acto identitario que permita reconocer quién es quién. Y dicha identidad no está ligada a la victimización, sino a la politización. Dicho acto identitario también resultaría en que pudiésemos rearticular no sólo espacios, sino también proyectos políticos inconclusos, aplastados y acallados que hagan el sueño de un país diferente una realidad concreta.
Recibido: 28 julio 2011 Aceptado: 19 octubre 2011
41Vidal, Hernán. Frente Patriótico Manuel Rodríguez. El tabú del conflicto armado en Chile. Santiago, Mosquito Editores, 1995, p. 39.