Научная статья на тему 'LA VIOLENCIA EN LA CONSTRUCCIóN IDENTITARIA MIRISTA, UNA PERSPECTIVA GENERACIONAL (1965-1969)'

LA VIOLENCIA EN LA CONSTRUCCIóN IDENTITARIA MIRISTA, UNA PERSPECTIVA GENERACIONAL (1965-1969) Текст научной статьи по специальности «Языкознание и литературоведение»

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MIR / VIOLENCIA / IDENTIDAD / GENERACIONES

Аннотация научной статьи по языкознанию и литературоведению, автор научной работы — Ortiz Figueroa Matías

La presentación pretende discutir sobre la forma en que la violencia y la lucha armada es parte constitutiva de la identidad política fundada en los militantes del MIR, formando parte fundamental del “ethos mirista”, con distintos matices en distintos momentos históricos de la organización. En ese sentido, desde el marco temporal señalado para el estudio nos encontraremos con dos nudos epocales-generacionales importantes que marcan significativamente la conformación de la identidad política en los militantes y en dónde el carácter de la violencia va tomando distintos matices, nutriendo, cada uno de ellos, a la conformación de una identidad política, y marcando, en un interesante diálogo inter-generacional, más que quiebres y rupturas, lazos y continuidades.

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Текст научной работы на тему «LA VIOLENCIA EN LA CONSTRUCCIóN IDENTITARIA MIRISTA, UNA PERSPECTIVA GENERACIONAL (1965-1969)»

La violencia en la construcción identitaria mirista, una perspectiva

generacional (1965-1969)

Violence in identity construction of the MIR, a generational

perspective, 1965-1969

Matías Ortiz Figueroa**.

Resumen

La presentación pretende discutir sobre la forma en que la violencia y la lucha armada es parte constitutiva de la identidad política fundada en los militantes del MIR, formando parte fundamental del "ethos mirista", con distintos matices en distintos momentos históricos de la organización. En ese sentido, desde el marco temporal señalado para el estudio nos encontraremos con dos nudos epocales-generacionales importantes que marcan significativamente la conformación de la identidad política en los militantes y en dónde el carácter de la violencia va tomando distintos matices, nutriendo, cada uno de ellos, a la conformación de una identidad política, y marcando, en un interesante diálogo inter-generacional, más que quiebres y rupturas, lazos y continuidades. Palabras claves: MIR, violencia, identidad, generaciones.

Abstract

The present research pretends to discuss about the way violence and armed fight as a constitutive part of political identity instituted by the MIR's activist, being a fundamental part from the "ethos mirista", with different shades in different historical moments since their organization. In this sense, the temporal frame established for this research, involved us in two important knots "era-generation" which mark significantly the conformation of political identity on activists and where the character of violence acquires different shades, encouraging, each one of them to the conformation of a whole political unity, establishing an interesting dialogue inter-generational, instead of breaks and ruptures, relationship and continuity.

Keywords: MIR, violence, identity, generations.

Ponencia presentada para la Primera Jornada de Trabajo de Estudiantes de Pre-Grado sobre Historia de la Violencia en el marco del "I Seminario Internacional sobre Historia de la Violencia en América Latina. Siglos XIX y XX", Universidad de Santiago de Chile, 5 de noviembre del 2012. Agradezco los comentarios de las profesoras Carla Rivera, Ivette Lozoya y Magdalena Cajías de la Vega.

** Chileno, Licenciado en Historia, Facultad de Humanidades y Educación, Universidad Andrés Bello. Estudiante de Licenciatura en Educación con mención en Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile. [email protected]

1. Violencia, Lucha Armada y Nueva Izquierda Latinoamericana.

El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) es parte de la Nueva Izquierda Latinoamericana, corriente política de izquierda que nace al alero de la Revolución Cubana, consolidándose posterior a ella. Se puede definir como un grupo de políticos, partidos y organizaciones en que se conjugaron ideas y prácticas que se contraponen a una Vieja Izquierda1. En ese sentido, la Nueva Izquierda rescata, principalmente, los principios básicos del marxismo-leninismo, como la opción por la lucha armada como única vía revolucionaria, concepción que a su vez es fundamentada en el binomio "dominación-dependencia", ejercida por medio de la violencia y resuelta solo por medio de la "contraviolencia"2. En este contexto, la organización revolucionaria (partido, movimiento, ejército popular, etc.) debía ejercer la violencia para enfrentar la violencia institucionalizada, representada, fundamentalmente, por el capitalismo y su "fase superior", el imperialismo. En ese sentido, en estos grupos una de las expresiones de la violencia fue el fenómeno de la lucha armada, la que tuvo, además, sub-expresiones como la necesaria creación de un partido de vanguardia, compuesto por "cuadros revolucionarios", en donde convergieran tareas militares con tareas políticas y en donde, el accionar práctico, estuviese asociado a actividades "violentas" para el contexto -y para hoy-, como el asalto a bancos para la financiación de la "causa revolucionaria" o a la creación de centros de armamento.

Por último, algo esencial de este bloque de izquierda será la comprensión sobre "lo político" y "lo violento'" que estos grupos edifiquen. En ese sentido, no es de extrañar que estas organizaciones, como sostienen historiadores como Eugenia Palieraki o José Rodriguez Elizondo, estén leyendo a Sartré prologando a Fanon, o las mismas obras del argelino. En este enfoque, la experiencia de la lucha revolucionaria de Argelia y la sistematización de sus características que hará Frantz Fanon en el libro "Los condenados de la tierra", nutrirá la configuración de la nueva izquierda, siendo eco de lo que estaban pensando y reflexionando estas organizaciones. Los acontecimientos de Argelia serán una experiencia que sumandos a las sistematizaciones elaboradas por los abuelos políticos3, como Marx, Lenin, Trotski, o el general Giap, por ejemplo., legitimen la violencia como medio de liberación. Jean-Paul Sartre, de hecho, al escribir el prólogo de la obra de Frantz Fanon erigirá el dispositivo de la violencia como una categoría específica parte del desarrollo histórico del proyecto político la liberación:

1 Entendida esta última como una izquierda tradicional, fuertemente influenciada por la vía pacífica hacia el socialismo, el apego a la Unión Soviética, a las izquierdas populistas como la de Perón en Argentina o Lázaro Cárdenas en México, o a los partidos reformistas distantes a Cuba y URSS, etc.;

2 Rodríguez Elizondo, José. Crisis y renovación de las izquierdas. De la revolución Cubana a Chiapas, pasando por "el caso chileno". Santiago: Edit. Andrés Bello, 1995. p. 74

3 Esta conceptualización la rescato del libro de Eduardo Rey Tristán, La izquierda revolucionaria uruguaya: 1955-1973. Consejo Superior de investigaciones científicas, Universidad de Sevilla, Sevilla, 2003, p 58. Ella hace mención a que la nueva izquierda tenía algo fundamental que permitió parte de la nutrición de una identidad política: la fundación de una nueva tradición basada en el rescate de los antepasados revolucionarios, de abuelos políticos. La conceptualización también nos invita a recordar lo que Hobsbawm y Ranger plantearon con su "invención de la tradición" en donde sostendrán que para que nazcan nuevas tradiciones el diálogo con el pasado es constante, implicando, generalmente, continuidades históricas.

"Nos servirá la lectura de Fanon; esa violencia irreprimible [...] no es una absurda tempestad ni la resurrección de instintos salvajes ni siquiera un efecto del resentimiento: es el hombre mismo reintegrándose. Esa verdad, me parece, la hemos conocido y la hemos olvidado: ninguna dulzura borrará las señales de la violencia; sólo la violencia puede destruirlas. Y el colonizado se cura de la neurosis expulsado al colono con las armas"4

La obra de Fanon significará pensar la violencia desde una nueva óptica. Un nuevo lente, poco tradicional respecto a las concepciones políticas hegemónicas5, que expondrá la imposibilidad de separar lo militar de lo político y viceversa. La violencia y lo militar, en su sistematización, pasan a ser un elemento consustancial a la lucha política. Fanon expondrá claramente la indivisibilidad de estos dos elementos, ya que en la lucha revolucionaria ".La táctica y la estrategia se confunden. El arte político se transforma simplemente en arte militar. El militante político es el combatiente. Hacer la guerra y hacer política es una y la misma cosa."6.

De igual forma, la sistematización que el general Vo Nguyen Giap realizó, hacia 1965, de los combates por la libertad en Vietnam, también analizó esta relación entre lo político y la violencia, erigiendo la lucha revolucionaría, en primer lugar, al plano de la formación ética y moral del revolucionario. Así también aportó en el plano de entender la política y la técnica revolucionaria (la violencia) como un todo indisoluble, los cuales establecían una relación dialéctica entre sí primando siempre como plano dirigente el factor político, es decir, la idea. En la guerra revolucionaria el factor decisivo era al hombre, yendo más allá de lo propiamente militar. De ese modo, lo que en primer lugar importaba era el componente subjetivo, la conciencia y el espíritu organizativo7, traduciéndose el componente "hombre " en pueblo, pasando de una guerra revolucionaria a una guerra de todo pueblo. Así, cuando se apreciara el papel del hombre en la lucha armada y en las fuerzas armadas, se debía pensar en primer lugar en el carácter de clase, es decir, cuál era el sentido de la violencia revolucionaria, separando el concepto de violencia militar en ciencia militar proletaria y ciencia militar burguesa8.

De ese modo, planteó la ineludible relación entre el hombre y el arma en la violencia revolucionaria. En este sentido, se explica que en las subjetividades y prácticas militares burguesas era el arma la que dominaba al hombre produciéndose una relación antagónica entre estos dos factores que a su vez era reflejo del antagonismo entre el hombre

4 Fanon, Frantz. Los condenados de la tierra. Prólogo de Jean-Paul Sartre. Mexico: Fondo de Cultura Económica, 1963, p. 13.

5 Entendiendo la política tradicional más allá de un juego institucional, de partidos o de votos.

6 Ídem. p. 60.

7 Giap, Vo Nguye. El hombre y el arma. En: Revista Política y Teoría, N° 61.p.23. Disponible en: http://www.pcr.org.ar

8 Ibídem. p. 24,

explotado y el explotador9. En la violencia del explotado no existía la contradicción antagónica entre ambos factores ya que los intereses de clase eran unánimes -las bases de la cohesión política y moral10- por ende la relación que se daba entre el hombre y el arma era la del dominio del hombre sobre esta. Es decir, el dominio de la conciencia sobre la acción revolucionaria:

"...no existe la contradicción antagónica entre el hombre y el arma sino una relación dialéctica de mutua influencia en la cual el hombre juega el papel dirigente. Por eso, solamente aquí se realiza la unidad entre el hombre y el arma de manera completa e integra; el hombre puede desarrollar su moral y todas sus capacidades a fin de desarrollar al máximo el poderío de las armas, de mantenerse firme frente a todas las circunstancias políticas complejas, así como vencer en las más difíciles fases del combate. Eso hace del ejército proletario un ejército invencible, resuelto a combatir y vencer.11"

El MIR claramente tendrá un marcado carácter en esta línea, al entender que son una organización que se separan del polo tradicional de la izquierda, hegemonizado en su mayoría por el PCCH y al sostener la violencia como eje de lucha política: "Reafirmamos el principio marxista-leninista de que el único camino para derrocar al régimen capitalista es la insurrección armada"12.

El presente trabajo, fruto de las reflexiones de mi investigación de grado y de su pronta publicación13, pretende esbozar la forma en que la violencia es parte constitutiva de la identidad fundada en el MIR. Se pretende dar cuenta cómo el discurso de la violencia forma parte del ethos mirista, de distinta forma en diferentes periodos de la organización. En ese sentido, desde el marco temporal señalado nos encontraremos con dos nudos epocales-generacionales importantes y que marcan significativamente la conformación de la identidad en los militantes, donde el carácter de la violencia toma distintos matices, nutriendo, cada uno de ellos, a la conformación de una identidad política, y marcando, más que quiebres y rupturas, diálogos y continuidades.

9 Ya que en su conceptualización el hombre mataba no por él sino por los intereses de otros, bajo una lógica "capitalista".

10 Ibíd.

11 Ibídem. p. 4

12 Punto VII de la Declaración de Principios del MIR.

13 Ortiz Figueroa, Matías. Ser mirista, la construcción política del militante. Tesis de Grado para optar al grado de Licenciado en Historia, Universidad Andrés Bello, Diciembre, 2011. Disponible en formato digital en Red Interdisciplinaria de Estudios sobre Historia Reciente: http://www.riehr.com.ar/archivos/Tesis/ortzmatas.pdf. El trabajo está en curso de publicación por Editorial Escaparate.

El primer nudo temporal se encuentra en la fundación del MIR, en donde se percibe una organización nueva pero que es fruto de un pliegue de fuerzas políticas revolucionarias del país y, principalmente, un diálogo sostenido por dos generaciones políticas en convergencia, con un mayor protagonismo de la "antigua generación". En ese sentido, será posible identificar un uso de la violencia en la retórica y de forma más teórica. De ese modo, no es de extrañar que principalmente los "viejos revolucionarios" apelen a este dispositivo desde la reflexión teórica y la edificación de una organización sólida en este sentido, constituyendo, así, gran parte del andamiaje teórico-político de la organización. Esto se verá en el primer periodo que irá desde 1965 hasta 1967, cuando la novel generación llegue a tutelar a la organización y la generación vieja comience a mermar en su fuerza y representación política. El segundo nudo será el impulso que una "generación joven" le da al dispositivo de la violencia, apelando a la puesta en práctica y al uso de esta misma. Así, una generación que se caracterizará con la "voluntad de actuar" apelará por la puesta en escena del discurso elaborado, lo que se materializará en diversas acciones armadas, como también en la edificación de estructuras políticas que apelen por la indisolubilidad entre lo político y lo militar.

2. Violencia y andamiaje teórico-político en la fundación: un recurso

necesario.

El periodo 1965-1967 abierto con la fundación de la organización y cerrado con la renovación del Secretariado Nacional, será un fructífero periodo en donde se edificará un andamiaje teórico que transcenderá epocalmente14 y que se caracterizará por su riqueza, otorgada, claramente, por la experiencia detentada por los antiguos militantes de raíz trotskista y anarco-sindicalista que entran en diálogo con jóvenes revolucionarios. En este punto queremos poner acento en esa antigua generación de revolucionarios y cómo la apelación a la violencia y los planteamientos dirigidos a la lucha armada se realizará de una forma más retorica que práctica, siendo, sin embargo, un elemento central en la edificación de la identidad política. Lo anterior no es de extrañar en una generación política que vivió y protagonizó grandes movimientos políticos desde las décadas del cuarenta15.

Cuando nos referimos a que lo intelectual primó por sobre lo práctico en el MIR de los años fundacionales nos referimos a que la discusión y la elaboración teórica fueron mucho mayores que el trabajo político práctico16. En este sentido, no es difícil percatarse que el trabajo político orientado hacia a los frentes de masas (poblador, estudiantil,

14 La Declaración de Principios, creada en Agosto de 1965 continua siendo en el presente la declaración de las organizaciones que se autodenominan MIR o herederos de su cultura políticas.

15 En efecto, se pueden nombrar como ejemplos de este bloque político-generacional a Clotario Blest y Humberto Valenzuela, quienes, con 66 y 56 años respectivamente, eran dos de los personajes más viejos y políticamente experimentados.

16 Entendiendo este ultimo como la praxis de lo desarrollado intelectualmente, es decir como aquel proceso en que la teoría revolucionaria se convertiría en práctica revolucionaria y que se llevase a una "apuesta en escena" la violencia pregonada.

campesino, trabajador) fue sólo parcialmente congruente con las tareas planificadas y planteadas en diversas declaraciones o boletines, al igual que lo referente a la lucha armada. Andrés Pascal Allende recordó que la generación de viejos revolucionarios comprendió que la violencia era un aspecto necesario y fundamental en la lucha política, pero no estimulaban su realización con actividades prácticas:

"En teoría reconocían la necesidad de lucha insurreccional, pero en la práctica no empujaban el desarrollo de las tareas insurgentes justificándose en que había que esperar a que las masas se levantaran pues de lo contrario caeríamos en una desviación 'foquista'. Tampoco impulsaban el accionar directo de masas. Criticaban el institucionalismo reformista, pero terminaban subordinándose a sus campañas electorales17".

Es decir, esta generación se va a caracterizar por una apelación más pasiva (y menos práctica) sobre la violencia, elaborando más que nada en la retorica el carácter violento la revolución, como una evidente necesidad bajo la hegemonía "reformista" y la imposibilidad de llegar al socialismo por una vía pacífica-institucional, pero no práctica. Sin embargo, creemos que este proceso no responde a un alejamiento de la teoría revolucionaria y de la lucha armada, sino, más bien, a una cautela con que estos sujetos trabajaran para crear una organización potente y que disputase la hegemonía de los partidos tradicionales y de masas18. Cautela heredada de sus antiguas experiencias de lucha política, profundamente influidas por el fracaso de distintos proyectos políticos "revolucionarios"19, que les permiten analizar con más detención los plazos políticos. El viejo Humberto Valenzuela recordará que Miguel Enríquez, portavoz de la generación "joven", reprochaba la actitud más pasiva de la forma de hacer política que esta generación representaba:

"Uno de los principales cargos que Enríquez me hacía personalmente, era que yo me había pasado 48 años metido en los sindicatos y no había conseguido hacer la revolución, como si el triunfo de la revolución en el

17 Pascal Allende, Andrés. Apuntes para la historia del MIR de Chile.: Centro de Estudios Miguel Enríquez, CEME, p. 8

18 PCCH y el PS.

19 En efecto, Salazar en su texto sobre Generaciones define que existen varias generaciones políticas, las anteriores a la de los sesenta, se caracterizan por su "democratismo", "su apego a la institucionalidad", pero, por sobre todo, por haber vivido experiencias que no llegaron a buen puerto, sin conseguir sus objetivos políticos. Lo que llamará una "vieja guardia" que intentaba reproducir las dinámicas institucionales en otros momentos históricos. Ver: Salazar, Gabriel. De la generación chilena del 68: ¿omnipotencia, anomia, movimiento social? En: Proposiciones, Santiago de Chile: Ediciones SUR, 1986.

pasado hubiese dependido de mi y no de las condiciones del proceso social, y, en particular, del proceso de la lucha de clases y del papel de su vanguardia. Ni siquiera hacía un esfuerzo por ubicarse en la etapa histórica en que le correspondió actuar a la juventud de nuestra generación, para poder explicarse el por qué no habíamos sido capaces de hacer la revolución"20.

Lo anterior explica el pasado de esta generación, la cual se encontró profundamente contraída por el hecho de "no haber podido hacer la revolución en Chile", y nos tiende a explicar la razón por la que muchos revolucionarios de esta generación optaron por un camino más reflexivo en torno al carácter armado de la revolución chilena en los años venideros, sin que eso haya significado una ruptura ideológica con estos principios y una merma en sus motivaciones. Esta generación la categorizamos bajo lo que llamaremos "el pensar hacer", en contraposición a una generación joven que se caracterice por la "voluntad de actuar". Al parecer, una juventud que lactaba del desarrollo de nuevos focos de insurrección y lucha armada y que por ello se encandilaba de motivaciones para "hacer la revolución" se encontraba con una pared de viejos revolucionarios que proponían, antes de iniciar la lucha armada, tener un aparato teórico y reflexivo potente que permitiese hacer la revolución armada, estimulándola y potenciándola. Esto se deja entrever en relatos de Luis Vitale21 cuando se refiere a los diálogos que se sostenían entre estas dos generaciones políticas, leyéndose entre líneas que la experiencia detentada por esta vieja generación era importante a la hora de "pensar" la revolución y la lucha armada:

"Recuerdo que en el debate sobre la táctica para aplicar coyunturalmente la tesis insurreccional a la situación política que vivía nuestro país, Miguel defendió el papel revolucionario que podían eventualmente jugar los pueblos rurales[...] basándose en las cifras de INDAP [...] Le contesté que era peligroso confiar en los pueblos rurales como fuerza revolucionaria, por cuanto mis investigaciones y mi propia experiencia de relegado en Curepto (1963-64) que en dichos villorrios habitaba una

mayoría de capas medias, [...] que neutralizaban las reivindicaciones

22

campesinas"22.

Así mismo, la elevada producción teórica que el MIR realizó en esta etapa, en consideración al poco tiempo transcurrido, se puede analizar con la composición de Revista Estrategia, la que vemos como un primer impulso para crear un órgano de reflexión teórica. En efecto, la revista es la primera manifestación de la necesidad de reflexionar teóricamente

20 Humberto Valenzuela. Historia del movimiento obrero chileno. Santiag: Edit. Quimantú, 2008, p. 135.

21 Que con casi 40 años en la fundación del MIR era parte de esta generación madura.

22 Luis Vitale. Contribución a la historia del MIR (1965-1970), Santiago: Ed. Instituto de Investigación de Movimiento Sociales "Pedro Vuskovic", 1999. Disponible en CEME, p.19.

desde el mirismo en Chile y se convirtió en el espacio de reflexión y tribuna de opinión de los viejos cuadros revolucionarios ya que quienes escribieron y más material teórico produjo en Revista Estrategia, fueron los emblemáticos Enrique Sepúlveda, Vitale y Valenzuela, además de Clotario Blest. Su director y dueño fue Oscar Waiss23 y su editorial expuso que su objetivo era enriquecer el debate teórico y fortalecer el programa de la revolución socialista en Chile24. Además, se ven varios artículos donde se vincula al MIR con experiencias revolucionarias latinoamericanas, insertándolo en un "tipo" de grupos políticos, la Nueva Izquierda Latinoamericana

3. Miguel Enríquez y los jóvenes: de la palabra a la acción.

El segundo eje, se abre con la llegada de jóvenes revolucionarios, caracterizados por una motivación distinta a la de sus compañeros más viejos. Lo anterior los llevará a entablar diferencias sustanciales entre ambos grupos, pero que no significarán quiebres. De ese modo, con la realización del III Congreso, en diciembre de 1967, Miguel Enríquez llegaba a la secretaría general a la edad de 23 años y junto a él, el Secretariado Nacional quedó compuesto por los jóvenes Bautista Van Schouwen (24), Luciano Cruz (23), Sergio Pérez (24) y Sergio Zorrilla (22).

Esta nueva generación se caracterizará por la categoría que llamaremos "voluntad de actuar"25, es decir, desde la reflexión en torno al agotamiento de una vía pacífica, representada por los partidos gradualistas, se exponía que era "la hora" de hacer la revolución, pues el ejemplo de Cuba así lo definía y las experiencias revolucionarias históricas, al igual que las coetáneas a ellos, servían como sustento teórico-político para comenzar la acción. Pronto, nuevos imaginarios se plegaban a la identidad juvenil de esta generación. Así, el "matar o morir", comenzaba a primar dentro de esta generación26. Este bloque jovial incorporará la necesidad de hacer verdadera realización de las líneas programáticas fundadas en el nacimiento del MIR, lo que a su vez, marca continuidades políticas e históricas.

Creemos que el periodo que se abrió con la secretaria de Miguel inauguró la hora de la acción. Por ello, si entre 1965 y 1967 había primado la retórica de la violencia, ahora llegaba la hora de comenzar con las acciones armadas. Hacia 1968 se organizaron dos escuelas de guerrillas en el sur de Chile, con contactos establecidos en Concepción, quienes pretendían formar una guerrilla27, se montó un taller de artefactos militares caseros y se

23 Antiguo Socialista.

24 Revista Estrategia, N° 1, Noviembre, 1965, Santiago.

25 Zolov, Eric. Che Guevara's Message to the Tricontinental: Crossroads of a New Left. S/E.

26 Vezzetti, Hugo. Sobre la violencia revolucionaria. Memorias y olvidos. Buenos Aires: Editorial Siglo XXI, 2009. p. 61

27 Eugenia Palieraki. La opción por las armas. Nueva izquierda revolucionaria y violencia política en Chile (1965-1970). Disponible online en www.revistapolis.cl/19/doc/pali.doc.

creó un "aparato de información"28. Sin embargo aunque la guerrilla fue una fascinación en la joven militancia, la violencia revolucionaria se vio plasmada en otros actos, que no tenían que ver ni con guerrillas rurales ni urbanas.

En efecto, la violencia revolucionaria se plasmó en la expropiación a bancos para financiar las actividades revolucionarias ya que estas acciones eran, además, una forma de propaganda político-armada. Enerico García, recuerda que con la primera acción de este estilo "habíamos dado un salto cualitativo a nuestro accionar y que estaba fuertemente influida por organizaciones revolucionarias latinoamericanas. García recordará la operación estaba pensada dentro del tipo de acciones que realizaban los Tupamaros en Uruguay, operaciones siempre limpias [...] inspirados en esa experiencia habíamos elaborado el plan operativo"29 y nos menciona que en estas acciones participaba prácticamente todos los miembros del Secretariado Nacional, pues, en palabras de Enríquez las acciones armadas, como expropiaciones de bancos, "iban a ser desarrolladas por las direcciones y bajar hasta llegar a la militancia [...]en el MIR, nadie iba a exigir que otros compañeros realizaran tareas que no hubiesen sido desarrolladas [.] por la Dirección Nacional"30.

En este sentido, el MIR legitimó las acciones de este tipo, pues eran una forma de a propaganda armada donde el discurso político era sociabilizado a través de las mismas prácticas. Es decir, generaban recursos y difundían el mensaje del MIR, llamando la atención de la prensa y la opinión pública. Su realización, se apoyaba en la enorme brecha en torno a la riqueza del país, por lo que "no podían ser confundidos con delincuentes comunes. [ya que las acciones eran].... para organizar la defensa de los trabajadores del robo de los patrones y las balas de los gobernantes31. Otra arista de estas acciones eran las de romper con la tradicionalidad de la izquierda, es decir, erigirse como alternativas a la izquierda reformista. En este sentido el Mercurio recordaba que Luciano Cruz difundía que aquellas actividades eran "una burla a la autoridad misma del Estado.así como el ataque más implacable al estilo y método de los partidos de la izquierda tradicional"32 En esta línea de incorporación práctica de los métodos armados y rupturistas, la reestructuración orgánica del partido y los Grupos Políticos Militares (GPM) serán ejemplos del salto que el MIR dará en cuanto a violencia revolucionaria.

3.1 La reestructuración orgánica.

En el año 1974, la Comisión Política del MIR, respondiendo a una carta que había sido enviada por una fracción disidente dentro de la organización, señaló que la ruptura orgánica que había sucedió en 1969 pasó más por aspectos de comprensión del partido revolucionario que por motivos tendenciales dentro la misma organización:

28 Algunos antecedentes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Santiago: Edit. Quimantú, p. 6

29 García, Enerico. Todos los días de la vida. Recuerdos de un militante del MIR chileno. Santiago: Editorial Cuarto Propio, 2010. p. 35.

30 Ídem.

31

Punto Final, N °87, Septiembre de 1969, "Jefe del MIR habla en la clandestinidad", p 30. Punto Final, N °87, Septiembre de 1969, "Gánsters o.". Ídem.

"La división de 1969 [...] no tuvo como base el problema de las 'vías' (que mejor definidas constituyen la estrategia del partido para la conquista del poder) sino los problemas del carácter del periodo que atravesábamos y el carácter del partido que la revolución chilena necesita. Los documentos del partido entonces así lo establecen.33"

En efecto en el año 1969 se dio en el MIR una discusión que terminó con la expulsión de los viejos componentes trotskistas, que a la vez significó una profunda discusión dentro de la organización sobre la composición del partido haría la revolución. Así, el trasfondo de esta discusión se dio por el análisis que el MIR y su dirección realizaron del partido, llegando a la conclusión de que en las condiciones que este se encontraba, muy difícilmente sería capaz de liderar la revolución chilena. Su argumento era que la organización estaba constituida, desde 1965, por "varios partidos", "grupos" y "fracciones" políticamente divergentes, heterogéneas en pensamiento, e incluso orgánicamente diferenciadas. "Esa orgánica" no era una herramienta viable para dar paso a la acción revolucionara. Andrés Pascal Allende recuerda insuficiencias que el partido poseía en el primer periodo. Lo que llamamos "voluntad de actuar" se expresa con claridad:

"Durante sus dos primeros años de vida (1965-1967) el MIR fue un polo de reagrupación de sectores radicalizados de la izquierda. La unidad [...] estaba dada por el rechazo al reformismo [...] Pero a la vez, estos elementos eran insuficientes para una organización que aspiraba a convertirse en una alternativa revolucionaria para la clase obrera y el pueblo. Faltaba una claridad y unidad de acción estratégica y táctica, construir un instrumento organizativo adecuado para esa acción revolucionaria y forjar vínculos más sólidos con la clase obrera y el

pueblo."34

En ese mismo sentido, Miguel Enríquez afirmó que el rendimiento de las tareas de la organización hacia el año 1969 no pasó del 50% y que además se continuaron produciéndose tensiones políticas que hacían imposible el trabajo dentro de la organización. Dentro de estas tensiones, se encontraron la omisión de acciones armadas por la oposición de algunos miembros hacia clandestinidad o por la poca vinculación que el MIR había desarrollado en el movimiento de masas. Debido a ello el Secretariado Nacional concluyó que se era necesario reestructurar la organización para convertirla en una que cumpliese con los objetivos planteados desde 1965, ya que la que existía "no lo iba a hacer". En este sentido, entre los meses de mayo y junio se produjeron grandes cambios a nivel orgánico, los que reestructuraron la formación de un partido que fuese capaz de liderar la revolución. Bajo este contexto, el MIR elaboró documentos que darán cuenta del desarrollo político que

33 Ibídem. 382.

34 Pascal Allende, Andrés. Balance histórico del MIR y su lucha revolucionaria. Documento para el IV Congreso Nacional del MIR.s/e. p. 11.

la organización había tenido hasta ese minuto, procurando plasmar cuáles serían los caminos a seguir para transformase en verdadera vanguardia revolucionaria, es decir, reconociendo los problemas orgánicos y planteando salidas a ellas. Guillermo Rodríguez, recordando, señala que la lectura que la agrupación hacia del periodo, más las contradicciones que se producían dentro de ella, hicieron necesaria una revolución dentro del partido

"El MIR [...] estaba sacudido por contradicciones. Manteníamos un pie en la estrategia insurreccional y un ojo puesto en la lucha de las masas -no en vano la consigna de la época era 'Insurrección o Morir'. [.] el otro ojo estaba puesto en la lucha armada, en la necesidad de asumir, de una vez por todas, un camino que significara avanzar en una concepción estratégica del poder. [...] concluíamos que no había más escusas: las condiciones objetivas estaban maduras y sólo se requería avanzar [...] 'Sólo una revolución entre nosotros hará posible la revolución chilena' es el título del documento, cuartilla mimeografiada que comenzamos a estudiar entonces. Caluga confidenció un día que era la pluma de Bautista Van Schouwen. Al menos yo sentía que ahora sí, el MIR, era un verdadero instrumento orgánico para la lucha y comenzaba a adquirir

forma35"

El documento señalado, comenzaba demostrando que la organización había llegado a tener un gran desarrollo orgánico y político en sus cinco años de vida y que la situación política nacional imponía nuevas tareas y plazos donde se debían cumplir rápidamente ciertos trabajos para la construcción de la revolución. De esta manera existía una continuidad con el Programa y con la Estrategia revolucionaria fundada en 1965, pero las confusiones y las diferencias en torno a la proyección del "qué hacer", la materialización de las ideas, se tornaban cada vez más agudas entre los diferentes polos de la organización "pudiendo llegar a impedirnos cumplir con el único objetivo que justifica nuestra existencia como organización y que es a la vez el único vínculo que nos une: hacer la Revolución y para ello iniciar la lucha armada al más breve plazo posible36." Las distintas tensiones que coexistían dentro del MIR, estaban dificultando el objetivo general que desde un comienzo se habían propuesto y que era lo único que unía a distintas matrices político-culturales.

La joven dirección reconoció la debilidad de la organización, por no existir "estructuras intermedias suficientes y participantes; existe descoordinación relativa entre los aparatos políticos, intermedios y especiales, más aún entre las distintas regiones del

35 Rodríguez, Guillermo. De la Brigada Secundaria al Cordón Cerrillos. Santiago: Edit. Universidad Bolivariana, 2007, p. 18. El documento que hace mención Rodríguez lleva por nombre realmente: "Solo una revolución entre nosotros puede llevarnos a una revolución en Chile "

36 Secretariado Nacional. Sólo una revolución entre nosotros puede llevarnos a una revolución en Chile. p. 1.

país" 37, además los problemas tendenciales, que eran reproducción de las diferentes voces y generaciones que existían, no se resolvían y estos llevados a los terreno político, orgánico y "psicologista", sólo introducían confusión en la organización. La debilidad del partido pasaba también por la débil formación política que los militantes por el lastre de cuadros públicos y por la falta de medidas de clandestinidad que les impedía actuar como una organización revolucionarias marxista-leninista. Ante eso, el MIR señaló que era necesario un cambio rotundo en la estructura del partido.

El secretariado exponía que se entraba a una nueva etapa y que los defectos que antes no se habían notado, ahora "impedían caminar", la organización aceptaba aquel proceso como una crisis partidaria que forjaría el nuevo partido de la revolución. En efecto el MIR señaló que era:

".la crisis de toda organización que de su infancia entra a la madurez y sólo ahora puede actuar responsable y efectivamente, es el salto doloroso de la prehistoria orgánica y política, a la historia de nuestro movimiento. Muchos quedarán atrás, otros querrán irse; podremos incluso, y a pesar nuestro, 'dividirnos" y así aparentar 'retroceder'; no es lo positivo, pero si fuera necesario: ¡Adelante!38"

Entre varios puntos que se estudiaron el MIR elevó a un carácter de necesidad la lucha armada y afirmó su carácter de guerra popular prolongada, definiéndose que esta sólo sería iniciada si la organización desarrollaba una inserción considerable en los frentes de masas. Otro de los puntos dejaba ver que desde 1965 hasta 1967 el MIR fue muy poco rígido en la concepción del partido y que no había estado en las condiciones de ser una "vanguardia del proletariado", es decir, una agrupación de hombres que se organizan para hacer la revolución, para cumplir con sus etapas (preparación, conquista del poder y consolidación de este)39".

De este modo, la solución era una sola: las cuestiones políticas debían estar cien por ciento ligadas a las cuestiones militares, así se aseguraba la edificación de un verdadero partido marxista-leninista, el que debía caracterizarse por ser orgánicamente cohesionado, sumamente disciplinado y eficaz en su accionar40, es decir, una perspectiva de carácter militar. En él, por lo tanto, no abría espacio para tendencias disímiles, por lo que entiende que la homogenización política va a ser un aspecto fundamental en la nueva composición.

37 Ídem.

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38 Ídem

39 Ídem. 24.

40 Para un análisis detallado sobre la vanguardia revolucionaria y el partido, ver: Ilich Lenin, Vladimir. ¿Qué

hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento. Buenos Aires: Edit. Nuestra América, 2004. p. 180 en adelante.

Si antes la heterogeneidad política había caracterizado a la organización, ahora se debía procurar eliminar esos "lastres". Otro documento de la misma fecha afirmó el carácter de continuidad teórica (herederas de la conjunción con la generación vieja y en gran parte de sus propios planteamientos) que las líneas programáticas mantenían con respecto al periodo anterior, pero se plantea un nuevo elemento, que no se encontraba anteriormente, este es la incorporación de una disciplina y lógica que integre dos formas de hacer política:

".los objetivos son los mismos, las prioridades y los métodos son los diferentes. El volumen relativo de 'tareas especiales' debe aumentar enormemente. La 'tareas especiales' deben dejar de ser privativas de un sector de la organización para transformarse en el problema de la mayor parte del Movimiento. Las cuestiones políticas estarán estrictamente ligadas a las tareas especiales. La integración de lo político y lo militar se hará una realidad. [...] No habrá más espacio para las tendencias demasiado divergentes. La organización deberá adquirir una relativa homogeneidad política: solo los matices y los desacuerdos menores podrán subsistir41"

En este sentido, el partido debía pasar a ser prioridad para sus militantes, los que debían asumir tareas de clandestinidad férreas además de cumplir con todos los mandatos que el partido propusiera. De este modo, la estructura partidaria asumía por fin el carácter leninista del que se había jactado desde su composición. Es decir, si bien el lente teórico que el MIR ocupó siempre para componer su matriz político-cultural fue el marxismo-leninismo, las concepciones del partido estuvieron bien alejadas de esta perspectiva política. Esto ya que si analizamos, a grandes rasgos, los componentes de un partido marxista-leninista veremos que este sólo se vio materializado desde la reorganización partidaria de 1969, ya que el partido leninista debía constituirse como una organización de cuadros selectos, en donde la disciplina interna fuera una constante a la vez que se aceptaran los designios del partido, por último, un factor importante de la concepción leninista es que este estuviese intrínsecamente ligado a las masas. Su sello, claramente, era la incorporación de elementos militares al accionar político. En este contexto comenzamos a percatarnos de una agudización de la lectura marxista leninista del partido revolucionario presenciándose una estructura partidaria semi-militar. La relación del militante con el partido es diferente, clandestinidad, disciplina, eficacia, primaban en el discurso hacia los militantes:

41 Sólo una revolución entre nosotros... Op.cit. p. 10.

"El tipo de militante que entrará al MIR debe ser diferente al de antes. Los aficionados deberán abandonar la organización. No será suficiente respetar pasivamente los horarios de reuniones. No se ingresará ni se hará abandono del partido de cualquier forma. La entrega de sí mismo deberá ser total. La organización decidirá si un militante debe o no trabajar o estudiar, o dónde habitar, etc. [...] Es la única manera de constituir una organización sólida, disciplinada, eficaz, capaz de discutir menos y de operar en plena clandestinidad. Es esta organización la que realizará acciones e iniciará la guerra de clases en Chile42"

3.2 Los Grupos Políticos-Militares.

Pronto nació una nueva estructura que posibilitó crear un vínculo práctico entre "lo político" y "lo militar", los Grupos Políticos Militares, que eran la síntesis de una discusión que se venía dando desde hace tiempo en el MIR. En efecto, desde la composición de la fracción MR-2 se había materializado una discusión que tenía que ver con el carácter del partido. De este modo, mientras el grupo escindido planteaba la idea de la formación de cuadros integrales, que decidieran autónomamente, sin una dirección central, el accionar militar del minuto, la Dirección Nacional plateaba el desarrollo de un accionar militar ligado a las masas43, incorporando de este modo las acciones violentas de propaganda (como el asalto a un camión de pollos, por ejemplo) al accionar en sectores obreros o de pobladores. Los GPM funcionaron como estructuras territoriales de marcada estructura político-militar, es decir, funcionaban con bases políticas, operativas, técnicas, de infraestructura, dirigidas por una jefatura común. De este modo, como recuerda Naranjo, los GPM cristalizaron la visión de partido que tenía Miguel Enríquez, y que era correspondiente a la línea estratégica y táctica, es decir, incorporaba y vinculaba irrestrictamente las tareas políticas con las militares, bajo una existencia de cuadros profesionales ligados a los frentes de masas. Así lo recuerda Guillermo Rodríguez:

42 Sin lastre avanzaremos más rápido. Cita Extraída de: Naranjo, Pedro. Miguel Enríquez y el proyecto

revolucionario en Chile, Santiago: LOM, 2004. p. 62.

43

García, Enerico. Todos los... p. 32.

".articular la propia organización en GPM (Grupo Político Militar) como organización básica a nivel territorial, o mejor dicho, articulando desde el nivel territorial las tareas políticas, de agitación, propaganda, trabajo de masas (lucha reivindicativa, social y política) con tareas militares o especiales como se denominaban: trabajo de seguridad, de información, redes, infraestructura, talleres, grupo operativo, y la construcción de otros aparatos centralizados como la Estructuras de Logísticas, la de Información, e incluso una línea de trabajo en el seno de las FF.AA"44

4. Palabras Finales. "Una pedagogización de la revolución"

Para terminar, podemos afirmar que el estudio del MIR no tiene punto final. Revisitar la historia de la organización, es, claramente, necesario. Esto ya que, como vimos, dentro de su "historia oficial" existen tensiones que no han sido aclaradas, las que pueden seguir complejizándose, en vista de ampliar nuestras miradas sobre la historia política y las militancias de los años sesentas y setentas. La violencia y su expresión de lucha armada es un aspecto constitutivo de la identidad política de la militancia revolucionaria mirista. Sin embargo, su construcción y anclaje, como todas las identidades, no es un proceso unidireccional, sino, más bien, complejo y dinámico. En ese sentido, el diálogo intergeneracional es importante para analizar lo que nos convoca, la violencia y sus expresiones, ya que en la organización estudiada, la lucha armada se convirtió en un dispositivo importante que marcó la identidad de la organización. Su incorporación en el discurso mirista nace con su fundación, en el diálogo entre dos ejes que se expresan el "pensar hacer" y en "la voluntad de actuar", su fuerte sustento y andamiaje teórico es heredero de una tradición revolucionaria que recoge experiencias de raíz trotskista desde la década de los cuarenta y, su incorporación práctica, nace con la llegada de nuevos revolucionarios a la dirección del MIR. ¿Qué nos dice esto? El discurso de la violencia revolucionaria es una expresión de algo constante en el MIR: la continuidad política como expresión de la conformación de la identidad política, en donde radican, más que rupturas ideológicas, continuidades, variando la materialización de ella, y lo que nos propone entender el proceso y su complejidad, bajo lo que podríamos denominar "pedagogización de la revolución", es decir, una especie de incorporación de los distintos elementos políticos en el acervo mirista y en los sujetos que construyen la organización a través del diálogo y no del quiebre, y una nutrición de las experiencias y herramientas políticas, que se incorporan al andamiaje mirista y se aplican en un determinado momento. Elemento que a la luz de los nuevos procesos sociales y políticos actuales, se torna claramente necesario, para rescatar los aprendizajes del pasado revolucionario, entender nuestro complejo presente, y proyectar las nuevas luchas.

44 Guillermo Rodríguez. Del cordón... p. 19.

Fuentes de referencia.

• Eugenia Palieraki. La opción por las armas. Nueva izquierda revolucionaria y violencia política en Chile (1965-1970).

• Fanon, Frantz. Los condenados de la tierra. Prólogo de Jean-Paul Sartre. Mexico: Fondo de Cultura Económica, 1963

• García, Enerico. Todos los días de la vida. Recuerdos de un militante del MIR chileno. Santiago: Editorial Cuarto Propio, 2010

• Giap, Vo Nguye. El hombre y el arma. En: Revista Política y Teoría

• Humberto Valenzuela. Historia del movimiento obrero chileno. Santiag: Edit. Quimantú, 2008

• Ilich Lenin, Vladimir. ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento. Buenos Aires: Edit. Nuestra América, 2004

• Luis Vitale. Contribución a la historia del MIR (1965-1970), Santiago: Ed. Instituto de Investigación de Movimiento Sociales "Pedro Vuskovic", 1999

• MIR. Algunos antecedentes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Santiago: Edit. Quimantú

• Pascal Allende, Andrés. Apuntes para la historia del MIR de Chile.: Centro de Estudios Miguel Enríquez, CEME

• Pascal Allende, Andrés. Balance histórico del MIR y su lucha revolucionaria. Documento para el IV Congreso Nacional del MIR.s/e

• Rodríguez Elizondo, José. Crisis y renovación de las izquierdas. De la revolución Cubana a Chiapas, pasando por "el caso chileno". Santiago: Edit. Andrés Bello, 1995

• Rodríguez, Guillermo. De la Brigada Secundaria al Cordón Cerrillos. Santiago: Edit. Universidad Bolivariana, 2007.

• Salazar, Gabriel. De la generación chilena del 68: ¿omnipotencia, anomia, movimiento social? En: Proposiciones, Santiago de Chile: Ediciones SUR, 1986.

• Vezzetti, Hugo. Sobre la violencia revolucionaria. Memorias y olvidos. Buenos Aires: Editorial Siglo XXI, 2009

• Zolov, Eric. Che Guevara's Message to the Tricontinental: Crossroads of a New Left. S/E.

Recibido: 9 noviembre 2012 Aceptado: 4 marzo 2013

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