Научная статья на тему '“MARX EL TEóRICO, LENIN EL PRáCTICO”: CONSTRUCCIóN DEL MARXISMO EN JóVENES MILITANTES DE IZQUIERDA BAJO LA UNIDAD POPULAR'

“MARX EL TEóRICO, LENIN EL PRáCTICO”: CONSTRUCCIóN DEL MARXISMO EN JóVENES MILITANTES DE IZQUIERDA BAJO LA UNIDAD POPULAR Текст научной статьи по специальности «СМИ (медиа) и массовые коммуникации»

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MATERIALISMO HISTóRICO / CAPITALISMO / RECEPCIóN DEL MARXISMO EN CHILE / UNIDAD POPULAR

Аннотация научной статьи по СМИ (медиа) и массовым коммуникациям, автор научной работы — Zapata Alex, Garrido Luis

Por medio del estudio de casos concretos de militantes jóvenes populares de izquierda durante el gobierno de la Unidad Popular, se analizará cómo estas personas fueron construyendo o inventando, en sus prácticas socio-políticas cotidianas, la doctrina marxista de los cuales dicen ser seguidores, para detectar entre otras cosas las mediaciones, las ideas concretas y los sentidos, no exentos de contradicciones que estos le atribuyeron a la enunciada fuente ideológica.

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Текст научной работы на тему «“MARX EL TEóRICO, LENIN EL PRáCTICO”: CONSTRUCCIóN DEL MARXISMO EN JóVENES MILITANTES DE IZQUIERDA BAJO LA UNIDAD POPULAR»

"Marx el teórico, Lenin el práctico": Construcción del marxismo en jóvenes militantes de izquierda bajo la Unidad Popular

"Marx the theoretical, Lenin the practical": Construction of Marxism in young left militants under the Popular Unity

Alex Zapata y Luis Garrido**

Resumen

Por medio del estudio de casos concretos de militantes jóvenes populares de izquierda durante el gobierno de la Unidad Popular, se analizará cómo estas personas fueron construyendo o inventando, en sus prácticas socio-políticas cotidianas, la doctrina marxista de los cuales dicen ser seguidores, para detectar entre otras cosas las mediaciones, las ideas concretas y los sentidos, no exentos de contradicciones que estos le atribuyeron a la enunciada fuente ideológica.

Palabras clave: materialismo histórico, capitalismo, recepción del marxismo en Chile, Unidad Popular

Abstract

Through case studies of young popular rank-and-file from the left during the Popular Unity government, we will discuss how these people were building, or inventing, in their daily socio-political practices, the Marxist doctrine of which they claim to be followers, in order to detect, among other things, mediations, concrete ideas and senses, not free of contradictions that they attributed to the stated ideological source

Keywords: historical materialism, capitalism, Marx, reception of marxism in Chile, Popular Unity.

• Artículo basado en la ponencia Construcción del marxismo en jóvenes militantes de izquierda durante la Unidad Popular, en el contexto del coloquio "Lecturas de Marx en América Latina en el Siglo XX", organizado por el Centro de Estudios del Pensamiento Iberoamericano, Instituto de Filosofía, en la Universidad de Valparaíso, el día 26 de Agosto de 2011.

** Alex Zapata. chileno, historiador, docente universidades UAHC y ARCIS, eddiezapata@hotmail. com. Luis Garrido, chileno, Licenciado en Historia, docente Universidad Alberto Hurtado, [email protected]

Lo único que sé es que yo no soy marxista

(Karl Marx)

Las "divagaciones seniles " de un viejo enfermo trabajador pueden revelar, entonces tanto acerca de su clase y partido, como las extensas y lúcidas memorias escritas de algunos de los líderes oficiales más respetados

(Alessandro Portelli)

¿Qué prueba existe de que cualquier grupo posea una "cultura"? La respuesta no radica desde luego en que todos los presuntos "miembros " de cualquiera de estos grupos actúen de manera similar entre sí y de manera distinta a los demás. Como mucho, podríamos proponer una relación estadísticamente significativa entre "pertenencia" a un grupo y cierto

tipo de comportamiento, o preferencias de valores, o lo que fuere

(Immanuel Wallerstein)

INTRODUCCIÓN

Para los estudiosos dedicados a la denominada Historia Oral, es casi un lugar común expresar que a esta le interesa más resaltar y profundizar las subjetividades de actores y/o grupos sociales que construir un relato con pretensiones de relatar la historia "como realmente aconteció". Es por esto que este artículo por medio del estudio de casos concretos de militantes jóvenes populares de izquierda bajo la Unidad Popular pretende analizar como estas personas fueron construyendo o inventando en sus prácticas socio-políticas cotidianas la doctrina marxista de los cuales se dicen seguidores, para detectar entre otras cosas las mediaciones, las ideas concretas y los sentidos, no exentos de contradicciones que estos atribuyeron a la enunciada fuente ideológica. La estrategia que se siguió, está inspirada en un enfoque micro, en el entendido que esta rebaja en la escala de aproximación alumbrará elementos o fenómenos que estudios más estructurales o referidos a organizaciones o grupos políticos no nos permiten percibir o bien como un medio para corroborar, complementar desmentir elementos de esos estudios más generales. Originalmente esta investigación en proceso se planificó incluyendo los casos de 3 jóvenes de distintos partidos de inspiración marxista, pero a raíz de problemas de diversa índole, solo se logró obtener, en los tiempos de este actividad, como informantes a dos sujetos pertenecientes a las filas del Partido Socialista. Aspecto que será complementado a futuro con la integración y por ende el dialogo con testimonios de militantes de otras agrupaciones como el Partido Comunista, MIR y otras. Sus testimonios fueron obtenidos por la técnica de la entrevista (una exploratoria y dos en profundidad por sujeto), las cuales se contrastaron con los textos que los mismos informantes citaron a lo largo de las conversaciones y otros propuestos por los autores de este trabajo. Para resaltar el habla de nuestros informantes, sus palabras se presentaran con letra en cursiva además del entrecomillado normal de este tipo de citación.

1. BREVE CONTEXTUALIZACIÓN DE LOS SUJETOS

Los sujetos aludidos son Alvaro Troncoso de 71 años y Luis Villaseca de 67. En sus testimonios ambos se sitúan en la clase trabajadora, se reconocen como los primeros en sus grupos familiares en realizar estudios en la universidad; Alvaro antes y durante el gobierno de la Unidad Popular y Luis hacia fines de los años setenta. Ingresaron al partido a las edades de 17 y 22 años respectivamente. Por esos años Alvaro era profesor de historia y geografía, había sido además profesor normalista y orientador educacional, y Luis se desempeñaba como auxiliar paramédico en el hospital San José. El primero tuvo una trayectoria política bastante larga y agitada. Fue actor en varios sucesos importantes en la historia social de Santiago como la formación de la población "La Victoria" donde se desempeñó como docente y en "lo que viniera". Militó siempre en la comuna de San Miguel donde permanece residiendo, fue además becario de doctorado en Pedagogía en la ex Alemania Democrática, junto a otro compañero con la idea de capacitarse y formar la primera Facultad Obrero Campesina de América Latina que se pretendía concretar el año 1976 el último de Salvador Allende en la Moneda. En Junio de 1973 al otro día del alzamiento del regimiento Tacna partió a la RDA desde donde vivenció el Golpe Militar y el exilio. Por su parte Luis ingresó el año 1967 y tras el golpe fue detenido dos veces, sufrió torturas pero dejado en libertad sin cargos. Conoció el marxismo en los "Núcleos del partido" donde estuvo desde 1967 hasta 1972 año en el que ingresó formalmente como militante "con carnet rojo". A partir de entonces realizó diversas actividades, en las que se destacan además de las que podemos clasificar como propaganda, también otras correspondientes a apoyo u asesoramiento sanitario en poblaciones del sector norte de la capital, como El Cortijo y otras, lugares dentro su zona de militancia y residencia hasta el día de hoy.

2. MEDIACIONES: Entre la Familia, el Barrio, el Partido, la Universidad y la literatura

De los discursos de ambos se puede rescatar que su primer acercamiento a las ideas de Marx, fue fruto de la Educación política obtenida en los Núcleos de postulación al partido, "donde era obligación estudiar ", en esa carrera en que se debía pasar por cinco carnets de distintos colores hasta llegar al rojo que correspondía a la militancia plena. "Para pasar a carnet rojo había que tener claro el marxismo, te evaluaban colocaban un tema por ejemplo la lucha de clases y te pedían interpretarlo, luego una comisión de instructores te evaluaba". En estos núcleos habrían "adquirido la teoría y los fundamentos elementales del marxismo" en estos espacios los instructores diseñaban "cartillas" y "cuadernillos", que poseían la versión oficial, representaban especie de guías que orientaban las lecturas y discusiones de orden político en que la doctrina marxista pareció ocupar un lugar preponderante. Las cartillas son descritas como textos "cortitos" y simples, por las que "los compañeros se daban cuenta si uno estaba interpretando mal" "didácticamente muy bien hechos^' "sobre todo los de Marta Harneckef. Este hecho nos los demuestra la misma autora en entrevista concebida a Antonio Castañeda y Sergio Quiroz, "Entrevista a Marta Harnecker. Marxismo y desafíos actuales". Revista Cuadernos de Marxismo (2000) citado

por Cherie Zalaquett (2009: p. 272) en que manifiesta tras un accidentado paso por la carrera de sociología de Universidad de Chile: "Los obreros que asistían a estos cursos iban con una gran ansiedad de aprender para aplicar de inmediato lo que aprendían, no era el caso de los universitarios. Entonces fue cuando se acentuó mi vocación pedagógica y fue debido a eso que empecé a escribir los Cuadernitos de Educación Popular".

A pesar que en estos textos se podía encontrar lo que se puede calificar como la ortodoxia del partido, nuestros informantes nos señalan que no era igual en todos los lugares, dependía del manejo de cada instructor y de las condiciones u disponibilidad de los integrantes; "si éramos 100 llegaban 7 a veces 20 no más, la mayoría por distintas razones se ausentaba y a medida que las tareas políticas crecían más se generaba ausentismo'. Por otro parte el nivel cognoscitivo y formativo de los integrantes variaba lo que conllevaba a que los ritmos de aprendizaje fueran distintos, la mayoría de los compañeros " conocían muy poco" nos dice Luis, por su parte Álvaro es más tajante y expresa que cuando estuvo en la RDA, que albergo a muchos miembros del PS algunos diputados y senadores en las escuelas de altos cuadros que tenían los alemanes, "creo que habían como siete niveles los colocaban en el cero-cero, como en cursos actuales de inglés (...) No sabían nada de marxismo". Esto es verosímil sobre todo si pensamos que el PS aunque en su declaración de principios de 1933, al momento de fundarse dejó establecida su adhesión al marxismo, también afirmaba que esta adhesión podría rectificarse o enriquecerse por todos los aportes del constante devenir, y en su fundamentación teórica del programa aprobado en noviembre de 1947, ratificó su posición marxista, a la luz de las nuevas realidades mundiales, porque el marxismo como método mantiene un valor insuperable y su aplicación consecuente permite enfrentar con acierto la cambiante realidad y rectificar y enriquecer su propio cuerpo doctrinal. (p.401) La heterogeneidad en la composición del PS chileno es un factor presente en los análisis de varios autores entre los que contamos Paul Drake, Julio Cesar Jobet, Peter Winn y varios más. El estadounidense en su trabajo Los tejedores de la revolución (2004 en Chile), resalta dicha heterogeneidad al interior del PS con dirigentes de clase media, militantes de clase trabajadora y simpatizantes de la clase media baja, pero con apoyo creciente entre campesinos y pobladores e incrementando su fuerza también en las provincias. Ideológicamente se había definido como marxista leninista, no obstante mantenía considerables elementos populistas como socialdemócratas. Nuestros sujetos estudiados son de la misma opinión, y al mismo tiempo ejemplos de dicha descripciones; Álvaro originariamente de Chillán da cuenta en su relato de la fortaleza que tenía el partido en esa ciudad. También asegura que los marxistas eran solo un grupo al interior del partido, al que integraban también otras corrientes no-marxistas: "la UP no fue una organización de marxistas, era una agrupación de Partidos y grupos progresistas, también habían marxistas, como por ejemplo el PC y grupos del PS. Otros cristianos y librepensadores".

Luis que podría pertenecer a la clase media baja urbana, también declara que la diversidad ideológica era tal que incluía hasta seguidores de Saint-Simon, el socialista utópico francés del siglo XIX.

De los discursos se identifica que la influencia familiar en la conformación de una impronta marxista solo se habría dado y en un mínimo nivel en el caso de Alvaro que como hijo de un militante socialista, presidente de un sindicato de matarifes en Chillán habría heredado, la idea de lucha de clases y por ende la conciencia de apoyar a la suya. En el caso de Luis por provenir de una familia conservadora, su padre suboficial de carabineros y madre apolítica y sin estudios, no encontró en su familia lo que si encontró en sus pares generacionales del barrio (Conchalí) que lo ayudaron en su acercamiento hacia el partido "fue un vecino el que me llevó al socialismo y al partido, él me prestaba libros y revistas". Sin embargo la motivación fundamental por conocer el marxismo fue la intriga por algo prohibido "uno nacía anticomunista o socialista por toda la publicidad norteamericana, entonces la curiosidad me condujo a tratar de entenderlo y ver porque se le condenaba tanto. Una vez que lo entendí, me di cuenta que era un modo distinto y científico de entender la vida, la historia y las injusticias". El barrio que habita Álvaro por más de 50 años, San Miguel estaba catalogado como parte del llamado "cordón rojo" (Winn) que rodeaban la ciudad de Santiago y que se caracterizaban por una intensa actividad y movilización política en que la socialización de prácticas, ideas y por ende todo un imaginario, lo que algunos como Winn catalogan como subcultura política propia de las partes de la ciudad que fueron creadas por medios como la toma de terrenos baldíos y donde los partidos socialistas y comunistas encontraron espacio para la construcción de la clase.

Las actividades partidarias a parte de las instancias declaradamente educativas, como marchas también servían para la circulación de información, Luis afirma que por ejemplo en los primeros de mayo se podía acceder a libros o revistas entre los que se encontraban cosas marxistas. La circulación mano a mano de libros era común, debido a la escasez de material, pero se podían encontrar algunas cosas en las ferias libres donde trabajó por varios años Alvaro y en los mercados persas como en el de la calle Balmaceda frecuentado constantemente por Luis.

Los libros y autores marxistas que recuerdan son los textos de Lenin, Luis destaca El Estado y la Revolución como uno que se leyó bastante durante el período, Alvaro sostiene que El imperialismo, fase superior del capitalismo y ¿Qué hacer? (ambos de Lenin) son los textos leninistas que más influyeron en sus prácticas. Otros textos marxistas que leían eran: los provenientes del PCUS, Stalin, El materialismo dialéctico y el concepto, el "Prólogo" a la Contribución a la crítica de la economía política, El manifiesto comunista. Luis se refiere también a un argentino Aníbal Ponce que se apelaba a aspectos educacionales. De autores chilenos reconocen haber leído a Marta Harnecker, reconocida seguidora de Althusser, y su libro clásico Los conceptos elementales del materialismo histórico (1969), libro de una significación importante a nivel latinoamericano, que con sus 45 ediciones ha sobrepasado la cifra de un millón de ejemplares vendidos. No obstante aquello, nuestros actores, manifestaron sus discrepancias o malas apreciaciones para con la autora, en palabras de Luis: "La Marta Harnecker, estaba cuestionada porque ella inventó muchas partes, cosas que son interpretaciones propias y no ideas de Marx", Según el otro entrevistado, "a la compañera Harnecker le faltaba mucho para ser marxista. Su

producción era más bien popular el ABC del marxismo, no sirve para comprender la realidad histórico-concreta de cada país de América Latina". Sí le reconoce su importancia en la difusión de la doctrina donde resalta su didáctica y compromiso con la educación partidista. Otros textos que siguen luciendo en sus bibliotecas son: Historia del Partido Socialista de Chile (1971) de Julio César Jobet, historiador de ese partido, y Origen y formación del Partido Comunista de Chile de Hernán Ramírez Necochea historiador de las filas comunistas, a los que agregan sin poseerlo Luis Vitale y su Interpretación marxista de la historia de Chile, los tres junto a Marcelo Segall son los denominados por historiadores marxistas clásicos de Chile. No obstante, este último es desconocido para ellos al igual que el resto de la producción literaria de los anteriores disponibles en la época. De sobre manera en Troncoso que reconoce que en su formación como profesor de historia tuvo a Jobet como profesor, y que además del ya citado libro solo recuerda uno titulado Visión y análisis del movimiento obrero Chileno.

Troncoso que estudió Marxismo a nivel universitario recuerda como muy importante en su formación y conocimiento marxista a Mario Céspedes periodista que por esos años se formaba como historiador y que en sus lecciones les mostró las distintas visiones históricas sobre Chile donde incluía también la visión materialista histórica. De todas formas reconocía que "en el pedagógico de la Técnica del Estado todos los profesores eran de izquierda por lo que de todos algo se sacaba en lo que marxismo se tratara".

Por último un espacio de socialización de ideas marxistas, destacado por ambos informantes fue la Masonería, que si bien reconocen como una institución inmunemente burguesa, destacan de ella su apertura y tolerancia doctrinal que acogió también a "seguidores del materialismo dialéctico".

3. Lecturas de Marx: ideas grabadas, significaciones individuales y la Unidad Popular

Los dos entrevistados se declaraban abiertamente marxistas y leninistas. No obstante, eso no significaba que necesariamente ambos observasen la realidad histórico-social exactamente de la misma forma, aún con las mismas anteojeras ideológicas. Como quedará claro a través del análisis de los discursos de ambos ex-militantes, podemos plantear que el discurso marxista de cada uno de ellos calzaría —a grandes rasgos— con la clasificación que ha realizado Tomás Moulian para el caso del marxismo y sus usos en Chile. Según este autor, el marxismo en Chile se podría subdividir entre: 1] el marxismo-leninismo soviético (perteneciente al PC), y 2] el marxismo leninismo castrista (perteneciente en gran parte al PS), ambos pertenecientes, según Moulian, al ámbito del marxismo como teoría —y no como metodología—: "En esa perspectiva la teoría era definida de una forma cerrada y como un conjunto ya completo de proposiciones sobre el capitalismo y el socialismo. La suposición que operaba era la de una síntesis cognitiva ya existente; el método aplicado habría producido sus frutos, permitiendo al pensamiento marxista poseer una teoría general de la revolución inserta en una teoría de la historia" (Moulian, 2009, p. 62). Pues bien, en ambos entrevistados se vislumbra el marxismo más bien como teoría "cerrada" que como

un método propiamente tal —aunque este juicio podría relativizarse en el caso de Alvaro Troncoso, no así en el de Luis Villaseca—.

Marxismo

Sin embargo lo anterior, las ideas grabadas en ambos militantes difería enormemente. En Luis Villaseca se aprecia más bien un marxismo con caríz "político" —entendido como una teoría que permite comprender las relaciones de poder—. De hecho, para este militante, en términos más concretos, el marxismo era una interpretación científica de la historia, para llegar al poder y desarrollar un sistema socialista con planificación económica. También, Luis Villaseca resalta la disputa por entonces, en torno al concepto de dictadura del proletariado el cual tenía tanto defensores como detractores: "Se discutió mucho el concepto de 'dictadura del proletariado' unos estaban a favor y otros en contra, estos no podían concebir que se creyera buscar una dictadura, o sea el gobierno de unos pocos, además el socialismo era contrario a la dictaduras". En todo caso, queda claro que para este sujeto el marxismo no era igual a una dictadura, sino que el marxismo era más bien sinónimo de libertad, por lo que no habría incompatibilidad intrínseca entre socialismo/comunismo y democracia: el socialismo sería la negación de las dictaduras — entendidas burdamente como un régimen político basado en la violencia y ausencia de prácticas democráticas que se autoperpetúa en el tiempo—. La única concepción "intelectual" que plantea Villaseca del marxismo es esto: que el materialismo histórico es el "método científico creado por Marx para interpretar la economía de los pueblos en forma científica y racional". Mientras que el materialismo dialéctico es definido enteramente como la forma en que se lleva a cabo la lucha de clases: es "la manera de enfrentar al sistema burgués con todas aquellas herramientas que tiene la clase obrera y trabajadora para enfrentar ideológicamente al sistema (huelgas, paros, manifestaciones, organización en base al centralismo democrático y popular)".

Para Alvaro Troncoso por su parte, el materialismo histórico es definido de una manera también política pero con importantes elementos intelectuales así como históricos. De hecho, para él, por un lado el marxismo se reduce en las dos páginas del "Prologo" de la Contribución a la crítica de la economía política de Karl Marx, en donde éste expone —de una forma bastante esquemática y podría decirse teleológica— la teoría de los modos de producción y su sucesión histórica,1 y en el Manifiesto comunista de 1848 por el otro.

"En la Producción social de su existencia, los hombres establecen determinadas relaciones, necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a un determinado estadio evolutivo de sus fuerzas productivas materiales. La totalidad de esas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se alza un edificio [Überbau] jurídico y político, y a la cual corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material determina [bedingen] el proceso social, político e intelectual de la vida en general. No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia. En un estudio determinado de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o —lo cual sólo constituye una expresión jurídica de lo mismo— con las relaciones de producción dentro de las cuales se habían estado moviendo hasta ese momento. Esas relaciones se transforman de formas de desarrollo de las fuerzas

Álvaro concibe el "Prólogo" como la forma de comprender al ser humano en su historia, a partir de la relación —o mejor dicho: contradicción— entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, los cuales dan forma a un modo de producción determinado. Él plantea que la diferencia entre el "Prólogo" de la Contribución y el Manifiesto comunista, no radicaría en una oposición entre estructura y sujeto —como plantean algunos como Laclau y Mouffe—2 sino en la profundidad del análisis: "La diferencia con el 'Prólogo' es la profundidad del análisis político y el largo camino que recorrió Marx para concluir: en

productivas en ataduras de las mismas. Se inicia entonces una época de revolución social. Con la modificación del fundamento económico, todo ese edificio descomunal se trastoca con mayor o menor rapidez. Al considerar esta clase de trastocamientos, siempre es menester distinguir entre el trastocamiento material de las condiciones económicas de producción, fielmente comprobables desde el punto de vista de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en suma, ideológicas, dentro de las cuales los hombres cobran conciencia de este conflicto y lo dirimen" (Marx, 2005, pp. 4-5).

2

"Regresemos en este punto a Marx. En su trabajo hay un comienzo, pero sólo el comienzo, de un movimiento en la dirección del materialismo. Su 'materialismo' está vinculado a un relacionalismo radical: las ideas no constituyen un mundo cerrado y auto-generado, sino que está enraizado en el ensamblaje de las condiciones materiales de la sociedad. Sin embargo, su movimiento hacia el relacionalismo es débil y no trasciende realmente los límites del hegelianismo (un hegelianismo invertido sigue siendo hegeliano). Veamos estos estos dos momentos.

1. Una vía posible de comprender este arraigo de las ideas en las condiciones materiales de la sociedad sería en términos de totalidades significantes. El 'Estado' o las 'ideas' no serían identidades auto-constituidas, sino más bien 'diferencias' en el sentido saussureano, cuya única identidad es establecida relacionalmente con otras identidades tales como 'fuerzas productivas', 'relaciones de producción', etc. El avance 'materialista' de Marx habría mostrado que el área de las diferencias sociales que constituyen las totalidades significantes es mucho más amplio y profundo de lo que ha sido supuesto hasta el momento; que la reproducción material de la sociedad es parte de las totalidades discursivas que determinan el significado de las formas políticas y vida intelectual más 'sublimes'. Esto nos permite superar los problemas aparentemente insolubles concerniente a la relación base/superestructura: si el Estado, las ideas, las relaciones de producción, etc., tienen identidades puramente diferenciales, la presencia de cada una involucraría la presencia de las otras —como la presencia de 'padre' involucra la presencia de 'hijo', 'madre', etc.—. En este sentido, ninguna teoría causal acerca de la eficacia de un elemento es necesaria. Esta es la intuición que yace tras la categoría gramsciana de 'bloque histórico': el movimiento histórico es explicado no por las leyes del movimiento de la historia, sino por el vínculo orgánico entre la base y la superestructura.

2. Sin embargo, este relacionalismo radical de Marx es traducido inmediatamente en términos idealistas. 'No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia'. Esto podría ser leído, por supuesto, como una reintegración de la conciencia con la existencia, pero la expresión no podría ser más desafortunada, puesto que si la existencia social determina la conciencia, entonces la conciencia no puede ser parte de la existencia social. Y cuando nos dicen que la anatomía de la sociedad civil es la economía política, esto puede significar solamente que hay una lógica específica —la lógica del desarrollo de las fuerzas productivas— que constituye la esencia del desarrollo histórico. En otras palabras, el desarrollo histórico puede ser racionalmente captado y es por eso forma. No es sorprendente que el 'Prólogo' a la Contribución a la crítica de la economía política representa el resultado del proceso histórico exclusivamente en términos de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción; ni es sorprendente que la lucha de clases esté completamente ausente de esta explicación. Todo esto es perfectamente compatible con las premisas básicas del hegelianismo y el pensamiento metafísico" (Laclau y Mouffe, 1987, pp. 90-91).

estructura (dueños de los medios de producción) superestructura (poner todo el servicio de la clase dueña de los medios de producción, por ejemplo problemas de hoy en Chile, todo al servicio de la clase dueña de los medios de producción)". Álvaro a diferencia de Luis, trata de incorporar la ideología en el corpus del marxismo, mientras que este último lo deja completamente de lado.

Capitalismo

La opinión acerca el capitalismo en Chile que manifestó Villaseca era bastante "particular". Pues él no definía el capitalismo a partir de la unidad política nacional; para él, el capitalismo estaba localizado sólo en algunas zonas de Chile. En palabras de Luis Villaseca: "En el siglo XIX se vivían tres realidades [modos de producción] en Chile, el campo era feudal, en las salitreras se vivía el capitalismo y en el sur los indios vivían a su manera, se mandaban solos". Cabe destacar, que para este ex-militante, el modo de producción es definido —implícitamente— a partir del lugar de la producción, no por las relaciones entre las unidades productivas; como si fuesen estancos económicos discretos, separados, y quizá autónomos. Visto diacrónicamente, Luis Villaseca interpreta la historia de Chile según Vitale, que según éste el capitalismo comenzó cuando se habían ido los españoles, y que el país siguió siendo feudal hasta 1929 más o menos, fecha en que Chile deja de serlo, ya que "hasta esa fecha los curas controlaban la educación y la salud, cómo no iba a ser feudalista el sistema". Se puede deducir que a partir de los gobiernos radicales, según Villaseca, es que comienza en Chile el capitalismo industrial, puesto que "ese año recién se separa la Iglesia del Estado, llegan las grandes empresas con los gobiernos radicales".

Alvaro Troncoso por su parte, define el modo de producción capitalista por oposición al modo de producción socialista. El capitalismo es un sistema en que sus unidades productivas se encuentran en competencia entre sí; es un sistema con derechos de propiedad específicos: "una clase que es dueña de los medios de producción y otra clase que vende lo único que tiene: su fuerza de trabajo'. Se desprende de las declaraciones realizadas por él, que una formación social deja de ser capitalista y pasa a ser socialista ¿Cuándo? Cuando la propiedad privada era expropiada por el Estado y socializada a través de este. Por eso que, según él, la RDA no era capitalista, porque ahí "no existían elementos capitalistas, era propiedad estatal, la RDA estaba construyendo el socialismo". De ahí que Troncoso entienda por socialismo como una vía de desarrollo con un marcado acento estatista. Una de las diferencias entre ambos militantes, es que Luis Villaseca en sus declaraciones acerca del capitalismo, usa la palabra "dependencia", mientras que Troncoso nunca la ha mencionado; sin embargo, la dependencia de la cual habla aquél no corresponde a la sistematizada por la "teoría de la dependencia" —muy en boga en los años '60 y primera mitad de los '70 del siglo XX— sino más bien a: "la dependencia económica con lo cual la burguesía, teniendo ello los medios de producción explotan sistemáticamente a los trabajadores". Es decir, a la dependencia de los trabajadores con respecto a los capitalistas en relación a los medios de producción y subsistencia, no a las relaciones asimétricas entre unidades económicas nacionales dentro de un sistema mundial.

Consideraciones teóricas

Más allá de lo que mencionen explícitamente ambos entrevistados, lo cierto es que parten de un marxismo "simplificado" fuera de un marxismo sostenido en sistemas de investigaciones académicas (Moulian, 2009, p. 58) Ambos comparten la idea del marxismo como teoría —en vez que como método, como se planteó anteriormente a partir de Moulian— por la sencilla razón de que comprenden la política a partir de la lucha de clases. Si bien Troncoso se refirió tanto al desarrollo de las fuerzas productivas y su limitación de éstas en base a las relaciones de producción, finalmente comprende la política al igual que Luis Villaseca, como el producto prefigurado de antemano por la lucha de clases —en vista del rol que desempeña cada clase social en el metarrelato marxista— no aceptando con ello la idea de que "el ascenso de las relaciones clasistas de producción distintivamente capitalistas ya no sean observadas como la base para el desarrollo capitalista, sino como su resultado" (Brenner, 1977, p. 39). Es decir: para los entrevistados no existe la contingencia histórica dentro de su marxismo; es un marxismo permeado de teleologismo y de una finalidad última: el desarrollo inevitable del socialismo/comunismo. Llama la atención que este materialismo histórico en realidad tenga muy poco de ambos conceptos, puesto que caen en el reduccionismo de que marxismo = lucha de clases. Este conflicto dentro de este esquema, no lo historizan, no es comprendido como un proceso histórico, sino a partir de las características esenciales que se adjudican a los que pertenecen a cada clase social. Por tanto, en su conceptualización de la clase social, pertenencia a esta y de la lucha de clases, no existiría el traspaso por parte de un sujeto de una clase a la otra. De ahí radica el carácter "cerrado" del marxismo de los entrevistados.

El materialismo está ausente en ambos testimonios. No hubo referencias por parte de ellos sobre las tendencias estructurales (y/o seculares) que conlleva dentro de sí el modo de producción capitalista en relación a las recurrentes crisis cíclicas (de sobreproducción/realización), que tienen que ver tanto con la producción del plusvalor como con la reproducción de la fuerza de trabajo. En relación a lo anterior, ni Troncoso ni Villaseca, se refirieron por ejemplo, al creciente problema que ocasiona la "ley general de la acumulación capitalista" la cual plantea que a medida que se valoriza el capital con una creciente composición orgánica del mismo y un menor uso de capital variable, se está dejando a cada vez más sectores de la fuerza de trabajo como "ejército industrial de reserva" (Marx, 1988, p. 759-796). Dicha ley tiene mucho que ver con las condiciones materiales de existencia de la clase trabajadora. Esto no es un dato menor, porque además de estar ausente El capital dentro de sus lecturas, en estas nos manifiestan el uso que daban al marxismo: más como un dispositivo político que como un dispositivo analítico de la realidad chilena —o mundial— de entonces. A partir de esto cabe cuestionar el elemento "materialista" en el marxismo de los informantes. A pesar de que mencionan la contradicción entre la lucha de clases y las relaciones de producción, no la interpretaron — a la luz del "Prólogo" de la Contribución a la crítica de la economía política de Marx—

como elemento estructural que determina dicha dicotomía y que además conforma la lucha de clases en la larga duración del capitalismo histórico.

Habría que realizar algunas consideraciones ahora sobre el componente "histórico" del marxismo que expresan los testimonios. Con esto no se quiere sugerir que los entrevistados no tengan conocimientos de historia en un sentido académico o erudito. Ciertamente que tienen conocimientos de la realidad histórica chilena cuando aluden a los supuestos modos de producción en cada región de Chile —en referencia a Villaseca—. Lo que se desea enfatizar aquí es algo mucho más profundo: es la ausencia de concebir al capitalismo con la lucha de clases y todo lo demás como un proceso que se desenvuelve históricamente —con una cierta contingencia histórica pero también con condicionantes estructural-sistémicos— lo cual nuevamente podrían haber asimilado mediante un análisis de El capital y de la economía política de Marx en general. Resulta llamativo (¿sintomático de algo más?) que los testimonios por un lado y los textos de un académico tan alejado de los debates latinoamericanos sobre el marxismo —a pesar de la diferencia académica y cultural (país, lenguaje, carreras profesionales e influencias teóricas)—3 posean muchas similitudes con

3 Es necesario realizar aquí un breve paréntesis para aclarar al lector sobre las distintas interpretaciones teóricas que se han realizado para explicar el origen del modo de producción capitalista. A partir de los años '40 más o menos del siglo XX hubo un debate marxista en torno a la "transición del feudalismo al capitalismo" entre Maurice Dobb (historiador británico) y Paul Sweezy (historiador estadounidense) —el primero haciendo énfasis en los cambios en la agricultura (los cercamientos de tierra) en la Inglaterra del siglo XVII y el segundo recalcando el rol de las ciudades y el comercio durante el feudalismo— el cual ha sido revivido en la décadas de los '70 y '80 fundamentalmente entre los "produccionistas" (con Ernesto Laclau y Robert Brenner) —los que enfatizan las relaciones de producción y el lugar de trabajo— y los "circulacionistas" (con André Gunder Frank e Immanuel Wallerstein) —los que hacen hincapié en las relaciones de intercambio y las relaciones entre las distintas unidades productivas—.

Véase por ejemplo la siguiente cita: "La primera cosa sorprendente es que Frank prescinde de las relaciones de producción en sus definiciones de capitalismo y feudalismo. A la luz de esto, su caracterización más temprana de la relación entre explotadores y explotados como la contradicción fundamental del capitalismo deja de ser tan misteriosa. Porque, en efecto, la perspectiva ideológica de Frank le obliga deliberadamente omitir las relaciones de producción de su definición de capitalismo: sólo al abstraerlas puede llegar a una noción lo suficientemente amplia de capitalismo para incluir las diferentes situaciones explotadoras sufridas por el campesinado indígena peruano, los inquilinos chilenos, los huasipungueros de Ecuador, los esclavos de las plantaciones de azúcar de las Indias Occidentales o los trabajadores textiles en Manchester" (Laclau, 1971, p. 25). Para Laclau era una afrenta el acuñar conceptos tan inclusivos de capitalismo que no tomase como base las relaciones de producción y porque Frank según Laclau confundía el capital (mercantil) con capitalismo: "Dada la distinción enfatizada arriba entre capital y capitalismo —que permite la coexistencia de capital comercial con modos de producción más antiguos— el significado de este pasaje es totalmente diferente. Marx solamente dice que el agrandamiento del mercado mundial durante el siglo XVI, llevado a cabo por la expansión ultramarina, creó las condiciones y el marco global en que la expansión moderna del capital pudieran tomar lugar. Él [Frank] da por sentado que las formas anteriores del capital existieron —por ejemplo, en la Edad Media o la Antigüedad—. Pero por ningún medio habla de capitalismo" (Laclau, 1971, p. 28). Sin embargo, contra Laclau, Marx nunca utilizó en sus textos el concepto de capitalismo y siempre habló del modo de producción capitalista. Robert Brenner, por su parte en su crítica a los "circulacionistas" (llamándolos "marxistas neo-smithianos") dice: "[E]l método de una línea entera de escritores en la tradición marxista los ha conducido a desplazar las relaciones de clase del centro de sus análisis del desarrollo económico y el subdesarrollo. Ha sido su intención negar el modelo optimista del avance económico derivado de Adam Smith, donde el desarrollo del comercio y la división del trabajo

un "marxismo ortodoxo" basado en las unidades económicas (el "laboratorio secreto de la producción") dando así primacía a la esfera de la producción por sobre las relaciones de circulación, intercambio y consumo.4 Los entrevistados tienen una noción estática y ahistórica de la "teoría de la historia" marxista, pues las posiciones (y roles) asignadas a las clases son irónicamente de una manera muy similar a los "tipos ideales" weberianos,5 desprendiéndose intrínsecamente el objetivo de la revolución proletaria como telos de la historia. De lo que carecen hasta cierto punto, como se mencionó previamente, es de una concepción procesual y operacionalizadora de dicha teoría de la historia: "Si admitimos que no existe un tipo ideal, no podemos definir (es decir, abstraer) en términos de atribuciones, sino únicamente en términos de procesos" (Wallerstein, 1991, p. 184). Esto refleja nuevamente la ausencia de la lectura de los textos de economía política de Marx desde los cuales pueden comprenderse este tipo de procesos.

Con respecto al modo de producción capitalista también se encuentran inconsistencias, sobre todo en Luis Villaseca. Por un lado, él plantea que en Chile existía el capitalismo desde que llegaron los españoles en el siglo XVI —a partir de lo que sostiene Luis Vitale—

infaliblemente llevaría el desarrollo económico (...) Así, de la misma forma que aquellos que critican, conciben las relaciones de clase (cambiantes) como emergentes más o menos directamente de los requerimientos (cambiantes) para la generación de excedente y el desarrollo de la producción, bajo las presiones y oportunidades engendradas por un creciente mercado mundial" (Brenner, 1977, p. 27). De esa manera, para Brenner el capitalismo no se define a partir de las relaciones de intercambio ya que la dinámica comercial no trae consigo automáticamente el desarrollo del capitalismo, sino que es la lucha de clases la que da forma al capitalismo como tal.

No obstante lo anterior, Laclau (1971, p. 30) y Brenner (1977, p. 32) coinciden en que el capitalismo existe cuando aparece el trabajo libre asalariado, un punto que Wallerstein critica: "¿Cuál es el cuadro, tanto analítico como histórico, que Laclau [y Brenner] construye[n]? El corazón del problema gira en torno a la existencia del trabajo libre [asalariado] como la característica definitoria de un modo de producción capitalista (...) Europa Occidental, al menos Inglaterra desde finales del siglo XVII, tuvo primeramente trabajadores asalariados sin tierra. En América Latina, entonces y hasta cierto punto ahora, los trabajadores no eran proletarios, sino esclavos o 'siervos'. Si es proletario, entonces capitalismo. Por supuesto. Sin lugar a dudas. ¿Pero es Inglaterra, México, o las Indias Occidentales una unidad de análisis? ¿Tiene cada una un 'modo de producción' separado? O, ¿es la unidad (para los siglos XVII-XVIII) la economía-mundo europea, incluyendo Inglaterra y México. En cuyo caso ¿cuál era el 'modo de producción' de esta economía-mundo?" (Wallerstein, 1974, pp. 393-394). Wallerstein así cuestiona implícitamente el "nacionalismo metodológico" arraigado en los marxistas y argumenta que el capitalismo no se da "en un sólo país", sino que es un sistema histórico que desborda las fronteras políticas desde el siglo XVI; pero también plantea que el trabajo asalariado es sólo una de las tantas formas de trabajo subsumidas al capital junto con la servidumbre y la esclavitud por dar algunos ejemplos.

4 Sintomático de aquello es la referencia, en ambos entrevistados, a la aparición histórica de la clase obrera en el norte de Chile en las minas de salitre.

5 Wallerstein resalta muy bien este punto, bastante irónico por cierto, en muchos marxistas: "[L]a literatura al respecto [de la teoría de las clases] está repleta de especulaciones para saber si determinado grupo local es o no es 'burgués' (o 'proletario') de acuerdo con un modelo organizativo procedente de otro tiempo y otro lugar del desarrollo histórico de la economía-mundo capitalista. No existe un tipo ideal. (Por curioso que pueda parecer, aunque el concepto metodológico de 'tipo ideal' tenga su origen en Weber, muchos weberianos son conscientes de esta realidad y, a la inversa, muchos marxistas recurren constantemente a los 'tipos ideales')" (Wallerstein, 1991, pp. 183-4).

pero por otro lado se contradice al sostener que, durante el siglo XIX en Chile existían tres modos de producción —el capitalista en las minas salitreras, el feudal en el campo y los indígenas con el suyo propio—. ¿Cómo explicar tal discordancia entre tales planteamientos? De nuevo. Aquí el modo de producción capitalista, Villaseca lo comprende a partir de atributos esenciales y no de procesos históricos. Y es más aún, el capitalismo lo comprende como un modo de producción basado en la industria —minera, por cierto, que fue de la forma en que se desarrolló en Chile históricamente—. De este modo, la comprensión que este entrevistado expresa del modo de producción capitalista pertenece a un esquema bastante eurocéntrica en el sentido de las etapas "necesarias", "inevitables" y "universales" del desarrollo copiando y adoptando a los países "desarrollados",6 el cual enfatiza implícitamente el surgimiento de la industria y el aumento de la productividad del trabajo: "Lo que, por eso, da cuenta del desarrollo económico capitalista es que la estructura de clase (propiedad/extracción de plusvalor) de la economía como un todo determina que la reproducción llevada a cabo por sus 'unidades' componentes es dependiente de su capacidad para incrementar su producción (acumular) y por ello desarrollar sus fuerzas de producción, en orden de incrementar la productividad del trabajo y así abaratar sus mercancías" (Brenner, 1977, p. 32). Y cómo en Chile el sector económico predominante no era la industria, se pensaba que más bien era mayoritariamente feudal (en el campo) o precapitalista (la población indígena). Villaseca está postulando un capitalismo que se define más por la existencia (o inexistencia) de sectores económicos que por relaciones o procesos sociales.

6 Incluso Marx fue bastante cuidadoso al elegir a Inglaterra como caso del desarrollo capitalista estudiado en su obra El capital. Creemos que en Marx se puede observar implícitamente una noción de "subdesarrollo": "Lo que se ha de investigar en esta obra es el modo de producción capitalista y las relaciones de producción e intercambio a él correspondientes. La sede clásica de ese modo de producción es, hasta hoy, Inglaterra. Es éste el motivo por el cual, al desarrollar mi teoría, me sirvo de ese país como principal fuente de ejemplos. Pero si el lector alemán se encogiera farisaicamente de hombros ante la situación de los trabajadores industriales o agrícolas ingleses, o si se consolara con la idea optimista de que en Alemania las cosas distan aún de hacerse deteriorado tanto, me vería obligado a advertirle: De te fabula narratur!

En sí, y para sí, no se trata aquí del mayor o menor grado alcanzado, en su desarrollo por los antagonismos sociales que resultan de las leyes de la producción capitalista. Se trata de estas leyes mismas, de esas tendencias que operan y se imponen con férrea necesidad. El país industrialmente más desarrollado no hace sino mostrar al menos desarrollado la imagen de su propio futuro.

Pero dejemos esto a un lado. Donde la producción capitalista se ha aclimatado plenamente entre nosotros, por ejemplo en las fábricas propiamente dichas, las condiciones son mucho peores que en Inglaterra, pues falta el contrapeso de las leyes fabriles. En todas las demás esferas nos atormenta, al igual que en los restantes países occidentales del continente europeo, no sólo la falta de ese desarrollo. Además de las miserias modernas, nos agobia toda una serie de miserias heredadas, resultantes de que siguen vegetando modos de producción vetustos, meras supervivencias, con su cohorte de relaciones sociales y políticas anacrónicas. No sólo padecemos a causa de los vivos, sino también de los muertos, Le mort saisit le vif!" (Marx, 1975, pp. 67).

A partir de los testimonios queda más o menos claro el tipo de marxismo que los exmilitantes hacían uso: el marxismo de los partidos, más allá de las apropiaciones e interpretaciones subjetivas de la doctrina. Pues el uso que le daban ellos estaba orientado principalmente hacia las relaciones de poder; y para decirlo más específicamente: hacia la captura de la estructura estatal (muy acorde a la estrategia política de la "vieja izquierda").7 De esta manera es muy comprensible el énfasis de los ex-militantes del PS que le han otorgado a determinados textos marxianos como el Manifiesto Comunista y el "Prólogo" de la Contribución a la crítica de la economía política en desmedro de El capital, ya que tales textos permitieron afianzar más la "identidad" de grupo y oposicional contra los burgueses junto con la "necesidad" histórica del socialismo/comunismo en vez de permitir una interrogación sobre una estrategia "genuinamente" transformadora anticapitalista más allá de la captura del Estado (en relación a las "leyes del movimiento" del modo de producción capitalista). Por otra parte, el hincapié en el nivel "político" también podría ser explicado a partir de la división que los ex-militantes establecen entre Marx y Lenin. Para ambos, Marx era el iniciador y "teórico del capitalismo"; mientras que Lenin era el práctico y "teórico de la revolución". Se establecía así una escisión entre teoría y praxis a partir de aquellos autores, por lo que Marx no era tan atingente por aquél tiempo en vista del objetivo de conseguir para sí la estructura estatal. Por último, pero no menos importante, se tiene que comprender que el marxismo de los entrevistados por aquél entonces era un marxismo "en formación"; y que en el caso de Álvaro Troncoso solamente cuando hizo sus estudios en la República Democrática Alemana (RFA) a partir de 1973 su marxismo comenzó a acercarse al estudio de las "leyes del movimiento" del modo de producción capitalista en los cursos sobre socialismo científico.

Si bien este artículo no es la instancia para hablar en profundidad entre la "vieja izquierda" y la "nueva izquierda", conviene realizar un breve paréntesis para que quede claro al lector esta distinción. Esta diferenciación entre ambos tipos de izquierda tiene que ver fundamentalmente con 1) la estrategia política y 2) los temas que abordaban sus reivindicaciones. Según Giovanni Arrighi et. al., "Para ambos tipos de movimiento [movimiento obrero y de liberación nacional, ambos de la "vieja izquierda"], tras un considerable debate interno, crearon organizaciones formales. Como tales, estas organizaciones tuvieron que desplegar una estrategia básica para transformar su mundo inmediato en la dirección por ellos deseada. En ambos casos, el análisis fue idéntico. Ambos entendieron que la estructura política clave del mundo moderno era el Estado. Si estos movimientos pretendían cambiar algo, tenían que controlar un aparato estatal, lo cual significaba pragmáticamente 'su' Estado. En consecuencia, el objetivo primario tenía que ser obtener el poder del Estado" (1999, pp. 30-31). La "nueva izquierda" surge principalmente de la sensación de decepción con la "vieja izquierda" una vez que estos han llegado al Estado: "[L]a conclusión que muchos extraen de este análisis es que los movimientos antisistémicos han 'fracasado' o, todavía peor, que fueron 'cooptados'. El cambio del 'Estado capitalista' por el 'Estado socialista', para gran parte de quienes piensan en estos términos, no ha tenido los efectos transformadores sobre la historia mundial —la reconstitución de trayectorias de crecimiento— que se había creído que tendría. Y la transición de colonia a Estado, mediante revolución o negociación no solo ha carecido de efectos sobre la historia mundial, sino que también, en la mayoría de los casos, no ha afectado la distribución interna de las cotas de bienestar, lo cual era realmente un aspecto importante en los programas de estos movimientos. La socialdemocracia no ha tenido un éxito mucho mayor. En todos los casos, su ocupación del poder del Estado resultó ser una mera presencia mediadora: una presencia constreñida por los procesos de acumulación a escala mundial y por la doble exigencia que se impone a los gobiernos: enterrar a los muertos y cuidar de los heridos, sean estos individuos o propiedades" (1999, pp. 37-38).

4. Reflexiones finales

Para los casos que conformaron nuestra unidad de análisis podemos entrever que en el partido socialista el marxismo no penetró a las bases de forma generalizada o extendida, al menos no con la intensidad y "pureza" que a la vanguardia intelectual marxista (parte del partido) le hubiese gustado. Si bien esta organización teóricamente intentó imprimir una lectura oficial (ortodoxia) del marxismo-leninismo, los sujetos recibían y apropiaban de modos alternativos dependiendo: de sus niveles de escolaridad; de sus ideas previas; de la calidad pedagógica (transposición didáctica) desplegada por los instructores y la cantidad/calidad de las lecturas disponibles que no pudieron ser muy extensas por la dificultad de acceder a la literatura; por su proscripción, escasez y sobre todo, por las necesidades políticas del momento que hicieron destinar las horas de esfuerzo militante hacia los quehaceres inmediatos y urgentes de la política contingente y defensa del gobierno popular en pleno período de confrontación ideológica y política en la batalla por la construcción del socialismo nacional. Para varios elementos del partido empezando por Allende no existía contradicción entre el marxismo y la participación en la Masonería organización que reconocían burguesa por antonomasia pero que se usó como herramienta centrípeta en la conformación del frente por el socialismo. Todavía resulta complejo situar y evaluar tanto la figura de Allende como la de su gobierno bajo las categorías marxistas-leninistas. Los entrevistados son capaces de plantear opiniones categóricas, no así argumentos que las respalden. Muchas mitologías en torno al carácter marxista de los partidarios y miembros de la Unidad Popular, que quizás al enfrentarlas con experiencias de otras experiencias de militancia se podrán contrastar además con la enorme cantidad de literatura alusiva al tema.

Otro tema que es importante hacer notar y a un nivel muy general es que el marxismo que usaban estos ex-militantes además de ser un dispositivo político -en dirección hacia el poder del Estado- es que compartía varios supuestos con el materialismo histórico proveniente de la misma URSS. Es decir, además de que los militantes no tenían un marxismo tan "puro" en términos teóricos en comparación con los cabecillas, tampoco era tan distinto del que supuestamente existía al interior del Partido Comunista Chileno (PCCh); por lo que efectivamente tuvo que haber existido relaciones horizontales con los demás partidos de izquierda -además de verticales entre los líderes y los militantes de base-. En parte eso es así, porque tanto Villaseca como Troncoso comparten casi las mismas premisas teóricas: el marxismo como teoría "cerrada" (o completa) en donde no hay diferencias teóricas mayores y que no tiene problemas epistemológicos que resolver. Era una teoría para un uso político, no académico. Es así que en última instancia, tenían una visión etapista, desarrollista y hasta determinista de lo que era el materialismo histórico. Esta visión etapista y en el fondo eurocéntrica del marxismo se observa cuando los exmilitantes mencionaban que solamente existía el capitalismo cuando había actividad industrial, no así en el campo que era feudal; por lo que en un mismo país "coexistían", para ellos, diferentes modos de producción, compartiendo implícitamente ideas liberales: "Si tomamos cada uno de esos pasos sucesivos, todos los cuales son pasos falsos, terminaremos con el engañoso concepto de 'economía dual' como muchos economistas

liberales han tratado con los llamados países subdesarrollados del mundo" (Wallerstein, 1974, p. 389).

Esta visión reduccionista del marxismo se comprende además no solo por su uso político exclusivamente. También hay que tratar de comprenderlo en su tiempo a un nivel mundial, por allá en la primera mitad de la década de los '70. En ese entonces, el marxismo era fundamentalmente una cuestión de partidos políticos y recién estaba entrando en el entorno académico universitario, sobre todo en países "periféricos" de la economía-mundo capitalista como el nuestro —ya había penetrado así en Europa occidental, aunque no tanto en Estados Unidos-. Sumado a lo anterior, el marxismo era una doctrina de Estado fundamentalmente en la URSS por lo que el PCCh sirvió prácticamente como correa transmisora de las doctrinas marxistas y de ahí al PS (y demás asociaciones de izquierda), en especial como programa político y teoría del desarrollo (a lo Rostow).8 Por consiguiente, era pertinente dicho uso del materialismo histórico en ese entonces, ya que también se alinea con la problemática de la superación del subdesarrollo de las periferias en ese entonces. El marxismo era sinónimo de progreso. Por eso, que se puede notar por qué el marxismo de ese tiempo se asemejara considerablemente a las premisas teóricas de la teoría de la modernización (o del desarrollismo), originaria de Estados Unidos. Con esto se podría sugerir que después de la "Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos desplegaron activamente su cultura popular y su enfoque a la alta cultura como una manera de asegurar su dominio" (Sherman, 1999, p. 110), siendo palpable incluso en el materialismo histórico. Esto podría ser así debido tanto a la creciente influencia del sistema universitario estadounidense como de los enfoques teóricos provenientes de aquél país que se esparcieron crecientemente por el mundo durante la posguerra; y se podría sospechar que el materialismo histórico chileno no estuvo ajeno a ese fenómeno.

Se podría especular que ni siquiera la URSS estuvo ajena a dichas corrientes teóricas -que no es lo mismo que la mera circulación de ideas (o libros) desde un bloque a otro, sino a la apropiación de discursos y premisas teóricas- a pesar de que la zona donde imperaba el sistema de empresa estatal se considerase como un bloque aparte del mundo capitalista. Así es comprensible la similitud existente entre las ciencias sociales "burguesas" y el marxismo de los militantes cuya práctica teórica era la de un empiricismo ingenuo, pasando por alto la problemática epistemológica que implicaba conocer el modo de producción capitalista: "[Marx] advierte que el recurso a la abstracción (...) es condición esencial para la asimilación científica del material empírico que ofrece la realidad concreta. Es decir, que los conceptos y leyes hipotéticas con que trabaja la ciencia no se obtienen, ni a partir de un supuesto registro espontáneo y directo (a-teórico) de los hechos, por más finas y detalladas que éstas sean. Esto hace pensar que la teoría es para Marx (...) algo que el científico

8 La referencia a W. W. Rostow (en Las etapas del crecimiento económico: un manifiesto no comunista) se hace en relación a las teorías sociológicas estadounidenses de la modernización —de las décadas del 50' al 60' del siglo XX— las cuales intentaban explicar tanto el desarrollo como el subdesarrollo a partir de evoluciones históricas de los países "desarrollados" (o del centro del sistema-mundo capitalista), con el resultado de "reificar una mala interpretación de la historia británica hacia un conjunto de 'etapas universales'" (Wallerstein, 1974, p. 389).

'produce', y no algo que descubre por observación (...) La teoría, para ser ruptura y abstracción, requiere del material respecto del cual romper, y un contenido concreto respecto del cual abstraer" (Villalobos, 2010, p. 89).

Bibliografía

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• Tomás Moulian, Contradicciones del desarrollo político chileno, 1920-1990, Lom

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• Mario Villalobos, Ciencia social como crítica social. La revolución epistemológica de Karl Marx, Lom ediciones, 1° edición, 2010, Chile

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• Peter Winn, Tejedores de la revolución. Los trabajadores de Yarur y la vía chilena al socialismo, Lom ediciones, 1° edición, 2004, Chile

• Cherie Zalaquet, Chilenas en armas testimonios e historia de mujeres militares y guerrilleras subversivas. Ediciones Catalonia, 1° edición 2009, Chile

• Recibido: 22 enero 2012

• Aceptado: 6 junio 2012

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