Научная статья на тему '“Lo que quedó de la guerra” Narrativas de reinserción / reintegración de excombatientes como experiencia de sí (caso Movimiento 19 de abril, M-19)'

“Lo que quedó de la guerra” Narrativas de reinserción / reintegración de excombatientes como experiencia de sí (caso Movimiento 19 de abril, M-19) Текст научной статьи по специальности «СМИ (медиа) и массовые коммуникации»

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Conflicto armado colombiano / Reinserción / reintegración política / Identidades narrativas / Procesos de paz en Colombia / Movimiento 19 de abril – M19 / Colombian armed conflict / Political reinsertion/reintegration / Narrative identities / Peace processes in Colombia / 19th of April Movement M19

Аннотация научной статьи по СМИ (медиа) и массовым коммуникациям, автор научной работы — Andrés Felipe Ortiz Gordillo, Juan David Zabala Sandoval, Sandra Carolina Patiño Ospina

Se busca analizar las narrativas de sí de un grupo de exmilitantes del Movimiento 19 de abril (M-19) que participaron del proceso de re-inserción / re-incorporación entre 1989 y 1990, teniendo como centro de análisis la identidad personal y narrativa, a partir de la dialéctica de la mismidad / ipseidad propuesta por Ricoeur. Se identifican tres escenarios interpretativos de la experiencia de sí de los sujetos–combatientes: el enmascaramiento de sí; la ilusión y derrumbamiento del otro-sí y el subversivo como “tercero incluido”.

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“What's left of the war” Narratives of reinsertion/reintegration of former combatants as a self experience (case 19th of april Movement, M-19)

The aim is to analyze the self-narratives of a group of former members of the 19th of April Movement (M-19) who participated in the process of re-insertion/reincorporation between 1989 and 1990, having as a center of analysis the personal and narrative identity, based on the dialectic of selfhood/ipseity proposed by Ricoeur. Three interpretative scenarios of the self experience of the combatant-subjects are identified: the masking of self; the illusion and collapse of the other-self and the subversive as "third party included".

Текст научной работы на тему «“Lo que quedó de la guerra” Narrativas de reinserción / reintegración de excombatientes como experiencia de sí (caso Movimiento 19 de abril, M-19)»

50, enero 2021:1-25

"Lo que quedó de la guerrá" Narrativas de reinserción / reintegración de excombatientes como experiencia de sí

(caso Movimiento 19 de abril, M-19)*

"What's left of the war'

Narratives of reinsertion/reintegration of former combatants as a self experience (case 19th of

april Movement, M-19)

Andrés Felipe Ortiz Gordillo**, Juan David Zabala Sandoval***, Sandra Carolina Patiño Ospina****

Resumen: Se busca analizar las narrativas de sí de un grupo de exmilitantes del Movimiento 19 de abril (M-19) que participaron del proceso de re-inserción / re-incorporación entre 1989 y 1990, teniendo como centro de análisis la identidad personal y narrativa, a partir de la dialéctica de la mismidad / ipseidad propuesta por Ricoeur. Se identifican tres escenarios interpretativos de la experiencia de sí de los sujetos—combatientes: el enmascaramiento de sí; la ilusión y derrumbamiento del otro-sí y el subversivo como "tercero incluido".

Palabras claves: Conflicto armado colombiano; Reinserción / reintegración política; Identidades narrativas; Procesos de paz en Colombia; Movimiento 19 de abril — M19.

Abstract: The aim is to analyze the self-narratives of a group of former members of the 19th of April Movement (M-19) who participated in the process of re-insertion/re-incorporation between 1989 and 1990, having as a center of analysis the personal and narrative identity, based on the dialectic of selfhood/ipseity proposed by Ricoeur. Three interpretative scenarios of the self experience of the combatant-subjects are identified: the masking of self; the illusion and collapse of the other-self and the subversive as "third party included".

* Producto derivado del proyecto "Tránsitos y trayectorias hacia la vida civil. Relatos y experiencias de excombatientes en torno a la reintegración", financiado por la Universidad de Ibagué (2018-2019) con código interno 18-552-INT. ** Colombiano, Autor, coinvestigador. Doctorando del Programa de Posgraduación en Sociología y Antropología de la UFPA — Brasil, magíster en estudios sociales, alter comunicador. Docente investigador de la Universidad de Ibagué e investigador del Colectivo de Estudios en investigación Social — Proyecto CEIS. Integrante de la Fundación Medios al Derecho — MAD y del grupo de investigación Rastro Urbano. Contacto: andresfortizg@yahoo.es

*** Colombiano, coautor, investigador principal. Estudiante de Doctorado en ciencias sociales, Universidad de Chile, magíster en educación y psicólogo. Docente investigador del Programa de Psicología, Universidad de Ibagué. Integrante del grupo de investigación GESS. ORCID: https: / /orcid.org/0000-0001-8999-4053 Contacto: juan.zabala@unibague.edu.co **** Colombiana, coautora, coinvestigadora. Doctora en Medios Audiovisuales y Arte, magíster en producción de documentales, University of Salford, UK. Comunicadora social y periodista. Docente investigadora del Programa de Comunicación Social y Periodismo, Universidad de Ibagué. Integrante del grupo de investigación Rastro Urbano y de la Red StoryLab International Film Development Research Network. Contacto:sandra.patino@unibague.edu.co

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Keywords: Colombian armed conflict; identities; Peace processes in Colombia; 19th

Recibido: 1 enero 2020

Political reinsertion/reintegration; Narrative of April Movement - M19.

Aceptado: 12 agosto 2020

Introducción

- ¿De dónde salió el seudónimo de 'Willington", tiene algún significado?

- El nombre salió cuando estuve por allá en la zona montañosa. Ese salió cuando yo ingrese al M-19, ese fue el nombre que yo me puse, porque como allá a uno le cambiaban el nombre, le ponen el que a uno le guste y, pues, me gustó ese.

- ¿Y por qué escogió usted 'Willington"?

- Me gustó, porque a lo bien no había más nombres. Allá en el grupo que había, donde yo llegué, no había ningún Willington, entonces pues yo me puse así.

- ¿Usted dónde vivía en el momento que se vinculó con el M-19?

- Yo en ese momento vivía en Acevedo, en una vereda que se llamada El Vergel, en el Huila, sí señor.

- ¿Cuántos años tenía?

- En ese momento yo tenía 17 años, cuando ingresé allá.

- Y ¿por qué ingresó?

- Pues, bueno, son cosas que uno comete en la vida también errores, porque a uno se le hace fácil, a mí me pareció fácil coger ese camino, y pues aburrido por ahí estar llevando del bulto. En ese tiempo como mi papá y mi mamá que no me podían dar estudio, entonces yo me fui por allá para Acevedo a trabajar...1

Al puesto ambulante donde Alejo Vargas2 vende chontaduros en una calle comercial del municipio de La Plata, en el departamento del Huila, al sur de Colombia, llega una cliente:

- Buenas tardes, ¿a cómo el chontaduro?

- Vecina, le tengo a dos mil. Emmm, ocho, son ocho chontaduros por dos mil pesitos.

- ¿Ocho por dos mil pesos?, deme dos mil entonces.

- ¿Le hecho salesita y miel?

- Salesita, pero no mucha.. .3

Alejo se quita los guantes de plástico con los que manipula los alimentos que vende en la calle, se sienta nuevamente en el andén y continúa con el relato de su vida como guerrillero raso en el Movimiento 19 de abril, el M-19, una guerrilla de orientación nacionalista y con vocación urbana —en parte como respuesta al carácter eminentemente rural de otros procesos insurgentes creados en los

1 Alejo Vargas. Conversación personal (Entrevista), febrero 2017. Es un homónimo del profesor e investigador Alejo Vargas Velásquez, quien ha sido analista y estudioso de los temas de seguridad, conflicto y paz en Colombia.

2 El seudónimo o alias de Alejo Vargas, exmilitante del M-19, era 'Willington"

3 Alejo Vargas, op cit.

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años 604—, que surge en 1973 como producto, entre otras cuestiones, del "fraude electoral" ocurrido el 19 de abril de 1970, cuando el candidato oficialista del Partido Conservador, Misael Pastrana Borrero, gana las elecciones a la presidencia de la República, a pesar de que los resultados que la Registraduría Nacional transmitía por los medios de comunicación daba por ganador al candidato de la Alianza Nacional Popular — ANAPO, el General Gustavo Rojas Pinilla5. Han pasado casi 30 años desde el momento en que el Movimiento 19 de abril suscribió un "Pacto político por la paz y la democracia" (firmado el 2 de noviembre de 1989), que fue refrendado el 9 de marzo de 19906.

Como Alejo Vargas, fueron miles los guerrilleros y guerrilleras desmovilizados de la guerra e incorporados a la vida civil, producto de nueve acuerdos de paz suscritos en la década de los 90 del siglo XX en Colombia7. Ahora que el país acordó un nuevo pacto de paz, esta vez a partir del proceso suscrito entre el gobierno nacional precedido por Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia — Ejército del Pueblo), como producto de una negociación que entre los años 2012 y 2016 que posibilitó la suscripción de un "Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera"8 (conocido en la opinión pública como los Acuerdos de la Habana), consideramos importante revisar la experiencia de procesos de paz anteriores —específicamente el acuerdo llevado a cabo con el Movimiento 19 de abril, M-19—, con el fin de explorar, desde la perspectiva testimonial, uno de los aspectos más problemáticos de este tipo de pactos políticos: la reinserción / reintegración de los combatientes a la vida civil como conocimiento de sí.

Esto porque, para el caso de los Acuerdos de la Habana, un total de 11.345 guerrilleros de las FARC, entre comandancia, mandos medios, combatientes, presos y milicias (urbanas y rurales) no

4 Como en el caso de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC; el Ejército de Liberación Nacional, ELN y el Ejército Popular de Liberación, EPL.

5 Un interesante estudio sobre el "fraude electoral" de 1970, desde la perspectiva del cubrimiento que realizaron los medios de comunicación de la época sobre los resultados de las elecciones presidenciales, se encuentra en: Olga Yanet Acuña Rodríguez, Las elecciones presidenciales de 1970 en Colombia a través de la prensa. Un fraude nunca resuelto, "Anuario de Historia Regional y de ¡as Fronteras", 20:2, 201, 217-239.

6 Gobierno Nacional y M-19, Acuerdo Político entre el Gobierno Nacional, los Partidos Políticos, el M-19, y la Iglesia Católica en calidad de tutora moral y espiritual del proceso de paz, 09 de marzo de 1990.

7 Los grupos armados insurgentes con los que se firmaron los nueve acuerdos de paz son: Movimiento 19 de abril — M-19; Partido Revolucionario de los Trabajadores — PRT; Ejército Popular de Liberación — EPL; Movimiento Armado Quintín Lame — MAQL; Comandos Ernesto Rojas; Corriente de Renovación Socialista — CRS (disidencia del Ejército de Liberación Nacional — ELN); Milicias urbanas (Milicias Populares del Pueblo y para el Pueblo; Milicias Independientes del Valle de Aburrá; Milicias Metropolitanas de la ciudad de Medellín); Frente Francisco Garnica y Movimiento de Izquierda Revolucionaria — MIR.

8 El 24 de noviembre de 2016 se firmó en Colombia el Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, con el cual se puso fin a un conflicto armado de casi 60 años, sostenido entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia — Ejército del Pueblo, FARC-EP. Se puede consultar el documento completo del Acuerdo, en: http:/ / www.altocomisionadoparalapaz.gov.co

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armadas9 entraron en proceso de desarme, desmovilización y reinserción / reintegración (proceso DDR)10 a la vida civil.

Fenomenología de las identidades narrativas y la experiencia de sí

La propuesta fenomenológica de Ricoeur apostaría por una hermenéutica que permita relacionar el ser con la finitud y la temporalidad, entendida como una creación del lenguaje que consiste en considerar un tiempo que requiere de un presente que dura y que es capaz de unir y de diferenciar cualitativamente el pasado y el futuro, de ahí que derive en el concepto de una identidad como producto de las experiencias vividas. La fenomenología que propone el autor no se centra en la descripción del fenómeno tomando distancia de los prejuicios, antes bien, pasa a la interpretación, que en el caso de la identidad, o mejor, de la dialéctica entre ipseidad/mismidad tal como la entiende Ricoeur, se constituye como una interpretación que conlleva al paso "de la constitución de la cosa a la constitución de la persona". Aquí la ipseidad, como reflexión, constituye la aparición del sujeto trascendental:

La fenomenología procede de la decisión de reducir el en sí al fenómeno, la posición absoluta de cualquier cosa a su aparición; [...] la reducción del ser a su aparecer es una conquista positiva que hace surgir la dimensión trascendental del sujeto [...], la persona es reconocida en el movimiento inverso que reemplaza la aparición en el ser11.

Para Ricoeur la identidad, en tanto interpretación, requiere de la mediación, pues no puede ser conocida de forma directa, por lo que se configura en la identidad narrativa, que sólo es posible a partir de la mediación instaurada por los signos culturales que conforman el lenguaje, por medio del cual se

9 Según la Oficina del Alto Comisionado para la Paz — OACP, Comunicado sobre los listados de nombres entregados por las Farc, Bogotá, 25 de septiembre del 2017, al mes de septiembre de 2017 se acreditaban: "11.345 integrantes (que corresponde al 80% de los postulados) de los cuales, 8.322 fueron guerrilleros y milicianos que llegaron a las 26 zonas y puntos transitorios de normalización, 52 extranjeros y 2.971 privados de la libertad".

10 Los procesos de paz en el mundo, a partir de la Segunda Guerra Mundial, han generado una terminología técnica estándar para abordar los diferentes procesos que implica la "normalización civil" de los combatientes en el marco de una negociación política. Uno de los procesos con vigencia multilateral aplicado en Colombia es el DDR (Desarme, Desmovilización y Reinserción / Reintegración). El desarme se entiende como "la recolección, documentación, control y destino final de las armas pequeñas, municiones, explosivos y armas ligeras y pesadas de los combatientes, y a menudo también de la población civil". La desmovilización es "es la baja formal y controlada de los combatientes activos de las fuerzas armadas y demás grupos armados". La reinserción "es la asistencia que se brinda a los excombatientes durante la desmovilización, pero antes del proceso de reintegración, que es de más largo plazo". La reintegración "es el proceso por el cual los excombatientes adquieren estatus de civiles y consiguen empleo y perciben ingresos de manera sostenible" (ver Cornelis Steenken, Desarme, desmovilización y reintegración (DDR): Descripción general práctica, Harvey Langholtz (ed.) Williamsburg, Instituto para Formación en Operaciones de Paz, 2017). Para el caso de los Acuerdos de La Habana, el proceso DDR generó debates importantes y toma de decisiones inéditas frente a procesos como el de reincorporación, sobre todo por el rechazo de las FARC-EP al modelo de DDR planteado por el Ministerio de Defensa y la Agencia Colombiana para la Reintegración de Personas y Grupos Alzados en Armas - ACR (hoy Agencia para la Reincorporación y la Normalización - ARN). Para profundizar en estos debates recomendamos consultar: Fundación Ideas para la Paz, Boletín de paz No. 33, Fin del conflicto: DDR, 2014, en: http: / / cdn.ideaspaz.org/media/website/document/534dd40668414.pdf.

11 Traducción propia, original tomado de Paul Ricoeur, Sympathie et Respect. Phénoménologie et éthique de la seconde personne, Revue de Métaphysique et de Morale, año 59, 4. 1954, 396-397.

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inscribe la experiencia íntima del tiempo humano, aquel socialmente construido para registrar el relato de las vivencias de la persona12:

La refiguración de la narración confirma este trayecto del conocimiento de sí que supera de lejos el dominio narrativo, al saber que el sí no se conoce de inmediato, sino solo indirectamente por el desvío de signos culturales de todo tipo que se articulan en las mediaciones simbólicas que siempre articulan la acción y, entre ellas, las narraciones de la vida cotidiana. La mediación narrativa destaca esta característica notable del conocimiento de sí, de ser una interpretación de sí13.

La identidad narrativa se entendería como una interpretación de sí, posible por la mediación cultural que se da en la narración. Esta se torna cohesionada a partir de la integración de la otredad, así que implicaría "la cohesión de una persona en el encadenamiento de una vida humana", en tanto la persona es la unidad narrativa de una vida en el tiempo que refleja la dialéctica de la cohesión y la dispersión14.

En este escenario, en el que la narrativa testimonial de sí se convierte en el principal referente de análisis, el excombatiente como sujeto narrador debe ser entendido como personaje de su propio relato, en la medida que éste "construye la identidad del personaje, que podemos llamar su identidad narrativa, al construir la de la historia narrada. Es la identidad de la historia la que hace la identidad del personaje"15. La identidad narrativa del sujeto — combatiente en tanto personaje se debe entender, entonces, como la narración que el sujeto hace de sí a partir de la valoración estratégica que hace de su propia experiencia16, de su acción social ejecutada en el tiempo —a lo que Ricoeur llama imputación—. Por extensión, la identidad del personaje, aquello que lo define, se construye narrativamente a través de la dialéctica de la mismidad y la ipseidad, es decir, en la tensión existente entre la concordancia y la discordancia "desplegada por la construcción [narrativa] de la trama de la acción"17.

Es por ello que, volver sobre los testimonios de aquellos que han experimentado la guerra y el tránsito hacia la vida civil nos ofrece luces acerca de las transformaciones de su identidad, en la medida en que su relato permite la integración de la alteridad en la totalidad de lo narrado, enmarcando de este modo el conocimiento de sí y la constitución de sí mismos como sujetos. La identidad narrativa se fundamenta en la interpretación que se hace acerca de las posibilidades de acción, por lo que a partir de la reflexión, el sujeto se constituye a sí mismo en tanto responsable ante sí mismo, ante los demás y ante las instituciones18.

12 Guillermo Zapata Díaz, Etica, fenomenología y hermenéutica en Paul Ricreur. Universitas PhilosoPhica, año 23, 47. Bogotá, 2006, 121-141.

13 Traducción propia, original en Paul Ricoeur, L'identité narrative, Esprit, 7-8. 1988, 304.

14 Paul Ricoeur citado por Zapata Díaz, op cit., 128.

15 Paul Ricoeur, Sí mismo como otro, México, Siglo XXI editores, 2006, 147.

16 Para la obtención de dicha narración vivencial es claro que "De alguna manera una gran parte del trabajo del entrevistador consiste en anular o hacer olvidar el sentimiento de desvalorización de sí mismo que se puede experimentar durante las entrevistas, lo que haría de ellos, a priori, locutores "imperfectos". Hay que asegurarse de que estos últimos sientan progresivamente que tienen derecho a expresarse, para lograr a lo largo de la entrevista investigaciones totalmente legítimas, sin que duden de si deben hablar ampliamente sobre sus experiencias personales, en términos de lenguaje común. (ver Stéphane Beaud, El uso de la entrevista en las Ciencias Sociales. En defensa de la "entrevista etnográfica", "Revista Colombiana de Antropología", 54:1, Enero-junio 2018, 195.

17 Ricoeur, Sí mismo como otro, op.cit.

18 Zapata Díaz, op cit.

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Constituirse sujeto a través de la narración es la refiguración de la acción a través de la narración de sí19. Desde esta perspectiva, sumada a otras dos dimensiones básicas del actuar humano: la lingüística y la ética, que orientan los aportes de Ricoeur en ese sentido a partir de describir, narrar y prescribir; los testimonios presentados —en tanto relatos y, por extensión, como experiencia de sí socializada—, implican valoraciones éticas, en varios sentidos: la valoración que el sujeto mismo hace de su experiencia narrada; la valoración social (de los otros) de aquel relato socializado y, para el caso que nos atiende respecto a la particularidad de los actores que testimonian su experiencia (ex combatientes insurgentes), la "valoración ético—normativa", aquella sobre la cual se soporta el aparato jurídico-legal nacional.

Lo que queremos resaltar es que detrás del relato testimonial hay también una expresión instrumental y estratégica, evaluativa si se quiere, de lo que los sujetos consideran que merece y puede ser contado, y de cómo estos relatos podrían ser percibidos socialmente, ya que en la narración testimonial "el juicio moral no es abolido; más bien es sometido a las variaciones imaginativas propias de la ficción"20. Al respecto, autores como Sartre sostienen que presentar la vida humana en forma de narración es una manera de falsearla. De hecho, Ricoeur defiende la pertinencia de esa ficción narrativa para hacer de la vida biológica una vida humana, básicamente porque se requiere desarrollar una secuencia temporal para relatar una historia con base en ciertas acciones, unas individuales y otras sociales.

Esto es importante por cuanto en el presente trabajo no se pretende revisar el diferencial jurídico — político y de atención integral institucional a los sujetos en proceso DDR, más bien se quiere dar énfasis en la dimensión vivencial — narrativa representada en las percepciones y proyecciones que el sujeto excombatiente tenía respecto a las garantías de cumplimiento de los acuerdos de paz, y en relación directa y concreta con el acceso a beneficios sociales, laborales, educativos, de salud, de seguridad, esto es, con los asuntos de la vida cotidiana, más allá del cumplimiento de los que se asumen como aspectos fundamentales de la negociación y los acuerdos, directamente relacionados con el plano de la acción política, "del partido" y los procesos de transformación de la estructura social:

- Gustavo, ¿usted dice que en la negociación que se hizo con el M-19 no se contempló beneficios para la tropa?

- En lo absoluto, nosotros solamente negociamos en el proceso de desmovilización del M-19 fue lo de la reforma constitucional que dio como resultado la Constituyente de 1991, eso fue. Para nosotros lo central, no había prebendas para los desmovilizados, o que negociáramos nosotros eso, en lo absoluto. Solamente se pactó un apoyo del gobierno de cincuenta mil pesos por seis meses para cada combatiente.21

Así como el conflicto armado impone dinámicas relacionales verticales a los sujetos combatientes, propias de los grupos armados, las memorias de los procesos y los sujetos de estas memorias también se encuentran jerarquizados. En las dinámicas de la memoria se posicionan "autoridades", esto es, memorias autorizadas que, por lo general, son construidas, divulgadas y

19 Paul Ricoeur, Sí mismo como otro, op cit, 167.

20 Idem.

21 Gustavo San Juan, Conversación personal (Entrevista), febrero 2017

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posicionadas desde las mismas autoridades o comandancias político militares del grupo, sus representantes o sus delegados, y "subalternidades", memorias subalternas representadas en los combatientes rasos, mandos medios, milicianos, en fin, sujetos que hacen parte de la estructura de base de los grupos armados.

Estos sujetos de base detentan un tipo particular de memorias subalternas del conflicto y de la paz, que dan pistas sobre "lo imponderable" de los procesos de reinserción / reintegración, sobre todo en lo que refiere a las expectativas individuales que genera el retorno a la vida civil, y más allá de los discursos "oficiales" que se posicionan desde las memorias autorizadas. Estas memorias subalternas no necesariamente tienen la pretensión de contradecir, negar o rectificar a las memorias autorizadas. Son, al contrario, memorias complementarias a aquello que se escapa de la mirada y la voz oficializada22.

Desde el punto de vista de los excombatientes y los actores institucionales que gestionaron las diferentes negociaciones de paz, en la medida del acceso que los investigadores sociales tuvieron a los relatos, ahora en el contexto de la transicionalidad a la vida civil, para la reconstrucción, desde la narrativa testimonial23, de las condiciones y contextos estructurales que permitieron, motivaron y justificaron la vinculación de miles de individuos a las dinámicas, tácticas y estratégicas militares, así como a las lógicas éticas, políticas e ideológicas que justifican la vinculación y permanencia de los individuos como combatientes en el marco del conflicto armado.

En este contexto, ¿de qué manera explorar la experiencia social del sujeto reinsertado / reintegrado?, es decir, ¿por medio de qué recursos analíticos podemos acceder a la comprensión de las memorias que el sujeto ha construido de su experiencia de reinserción / reintegración, desde una perspectiva subalterna? Y, en este escenario, ¿cómo la auto interpretación que el sujeto hace de sus propias experiencias contribuye en la constitución de la identidad personal en tanto reinsertado / reintegrado, a través, fundamentalmente, de la narración testimonial de la experiencia de sí?

Metodología

Este artículo surge en el marco de las reflexiones del proyecto "Tránsitos y trayectorias hacia la vida civil. Relatos y experiencias de excombatientes en torno a la reintegración". Tiene una base testimonial, por cuanto consulta las voces de tres excombatientes del Movimiento 19 de abril, M-19 que estuvieron en el proceso de reinserción / reintegración a la vida civil entre los años 1989 y 1990. La base testimonial es profunda problemática porque no atiende exclusiva y fundamentalmente al qué de los temas planteados (sobre todo al escenario de la reinserción / reintegración), sino que apunta a la reivindicación del quién, de aquel sujeto que encuentra en la narración de los hechos una proyección e, incluso, una justificación de sí mismo que busca la comprensión de la propia experiencia y la oportunidad de reencontrar, la identidad que lo constituye.

22 Alfonso Torres, Hacer historia desde Abajo y desde el Sur (Primera reimpresión), Colección Primeros pasos, Bogotá, Ediciones Desde abajo, 2017.

23 Es importante recordar que la perspectiva testimonial en relación con la historia y las memorias sociales adquieren relevancia mundial a partir de lo que Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria. Madrid y Buenos Aires, Siglo XXI, 2002, 79. llama la experiencia nazi: "Las reflexiones y el debate sobre la posibilidad y la imposibilidad de testimoniar, sobre la 'verdad', los silencios y los huecos, así como sobre la posibilidad de escuchar, deben su origen contemporáneo y su potente impulso a la experiencia nazi y al desarrollo de los debates a partir de ella".

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La estrategia metodológica comprendió dos fases: reconstrucción e interpretación. La fase de reconstrucción se realizó por medio de entrevistas semiestructuradas24 que condujeron a la configuración de un cuerpo de información que refería a los actores, contextos y recursos que intervienen en el desarrollo de la experiencia del sujeto. En esta fase participaron tres excombatientes del M-19: dos ex combatientes rasos y un ex comandante de frente. Todos ellos vinculados en su momento de militancia armada al Frente Sur, comandado en su momento por Gustavo Arias (alias Boris) y Marcos Chalita, con un área de acción en los departamentos del Caquetá, Huila y Putumayo.

En la segunda fase se realizó, en perspectiva de la Teoría Fundamentada25, una codificación de la información testimonial, identificando líneas narrativas recurrentes que se convierten en elementos de análisis conceptual, donde la confrontación de las versiones, la periodización endógena y la estructuración y verificación de un "macro relato consensual"26 posibilitó identificar las tres líneas narrativas o ejes de análisis propuestos.

La codificación se trabajó en dos niveles: abierto, en el cual se identificaron elementos comunes de los testimonios relacionados, fundamentalmente, con la experiencia de sí en el proceso de reinserción / reintegración. Un segundo nivel, denominado como codificación axial, corresponde al cruce de elementos comunes para el establecimiento de ejes de análisis, a saber: I. El enmascaramiento de sí, ubicado en el momento de la vinculación de los combatientes al grupo armado; II. La ilusión y derrumbamiento del otro-sí, ubicado en el momento de la militancia armada del sujeto — combatiente y la posterior negociación con fines de desmovilización y reinserción / reintegración a la vida civil (esto es, el inicio del proceso de transicionalidad de la guerra a la paz); y III. El subversivo como "tercero incluido", ubicado en la experiencia del sujeto que ha sido re-inserto / re-integrado "a la vida institucional del país" (Gobierno Nacional y M-19, 09/03/1990, p. 4).

En esta segunda fase, que es de carácter hermenéutico, se buscó "captar el sentido de la experiencia desde las categorías significativas puestas en juego en tal interpretación (principio de legibilidad)"27. Aquí se utilizaron matrices de análisis como herramientas de sistematización, ordenamiento y cruce de la información (niveles de codificación) de las experiencias testimoniales.

I. El enmascaramiento de sí: "el combatiente" como producción de otro-sí

en el marco del conflicto armado

La vinculación directa a las dinámicas del conflicto impone al sujeto una auto producción de otro-sí, ahora representado en la figura del "combatiente" en tanto "soldado que compone un ejército"

24 En el proceso de registro y posterior análisis de los testimonios obtenidos, es clave acotar que según el sociólogo Stéphane Beaud, El uso de la entrevista en las Ciencias Sociales. En defensa de la "entrevista etnográfica", "Revista Colombiana de Antropología", 54:1, Enero-junio 2018, 199. "Las 'buenas' entrevistas están menos relacionadas con las cualidades técnicas "abstractas" que con la capacidad del entrevistador para generar y obtener- incluso de manera torpe o mediante la violación de las consignas "técnicas" la confianza del entrevistado que, por sí sola conducirá a la recopilación de un material suficientemente rico para ser interpretado".

25 Anselm Strauss y Juliet Corbin, Bases de la investigación cualitativa: Técnicas y procedimientos para desarrollar la teoría fundamentada, Medellín, Universidad de Antioquia, 2002.

26 Miryam Zúñiga, y José Lehap, (Comp.) Sistematización de experiencias significativas en educación de adultos, Sistematización de experiencias, búsquedas recientes. Bogotá, Dimensión educativa, 2000, 50.

27 Ibid, 50-51.

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y cuya función principal es la de "entrar en combate" con el enemigo28. Para el caso del combatiente vinculado a fuerzas irregulares (sea el caso de quienes militaron en movimientos insurgentes como el M-19), la producción de otro-sí tiene el carácter de "cambio de identidad" en tanto "enmascaramiento de sí", debido a que su militancia es, en muchos de los casos, clandestina, por el carácter mismo de la lucha subversiva.

Este enmascaramiento de sí se traduce en la necesidad de producir un otro-sí que ahora se ve enfrentado a la obligación de adherir, en tanto sujeto — combatiente, a los principios, lineamientos, discursos y prácticas del grupo. Esta situación se concreta en la asignación de un nuevo nombre, un alias, una "chapa", que a partir del momento de vinculación al grupo se convertirá en su nueva-otra identidad, en un otro-sí.

Este otro-sí no se concreta en la creación radical de un nuevo sujeto, de una nueva identidad. Tiene que ver, más bien, con la adhesión de nuevos elementos identitarios que definirán el accionar del sujeto, ahora también combatiente, al interior del grupo. Este proceso de permanencia y adhesión de elementos otros a la identidad del sujeto, constituye la dialéctica de la mismidad — ipseidad propuesta por Paul Ricoeur29, y contribuye en la producción de una narrativa de la experiencia de sí.

Aquí la mismidad se entiende como aquello que a pesar del paso del tiempo sigue siendo igual, aquello que permanece invariable en el sujeto y que, por lo mismo, se convierte en la matriz de su identidad. Para el caso de los excombatientes del M-19, en su historia de vida permanecen, por ejemplo, los recuerdos de la infancia relacionados con el sitio de proveniencia, evocaciones de la vida familiar, tipos de trabajos realizados, recuerdos de prácticas sociales y culturales en las que el sujeto se ve inmerso, tal como se evidencia en el testimonio de Alejo Vargas:

Yo me fui de la casa cuando tenía 10 años, todo porque, pues, nosotros mirábamos que mi papá y mi mamá no alcanzaban pa' darnos todo, no les alcanzaba pa' darnos estudio, ropa. Yo andaba por ahí sin zapatos. Y me daba mucha pena y nunca me gustaba ponerme un pantalón remendado con un parche. Entonces yo cogí el camino y me fui a coger café. [...] Un señor me recibió y me dio comida, me dio trabajo y me llevó para una finca, donde estuve como dos años trabajando. A los dos años yo me fui de ahí pa' otra vereda y recibí un contrato, un contratico como de un millón de pesos, que en ese tiempo era mucha plata, y duré como seis meses yerbeando, jornaleando. Entonces yo me aburrí de volear machete porque no le pagaban a uno lo que era.

Cuando volví a la casa, un día me metí al monte a cazar con una escopeta que tenía mi papá. Cogí el monte como a eso de las cinco y media y dije: "voy a matarme un pajarito para hacer la comida". Ya le había hecho el tiro a una torcazita, cuando sentí fue que me tocaron por la espalda. "¿Pero esto que fue?", dije, y me di cuenta que estaba encerrado. Yo inmediatamente pensé: "¡El ejército!" Pero no. En seguida me quitaron la escopeta y se presentaron: "nosotros somos fulanos de tal, tranquilo que no le vamos a hacer nada, acompáñenos allá arriba que quieren hablar con usted". Llegamos al sitio y me dieron comida, tinto, bien recibido, y yo que temblaba de miedo, claro, uno sin conocer esa gente, pues me había dado mucho miedo, mano.

28 Real Academia de la Lengua — RAE, Diccionario de lengua española, 2019.

29 Ricoeur, Sí mismo como otro, op cit.

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Pero ya cuando me dieron comida, uno dijo: "tranquilo que nosotros no le vamos a hacer nada".

Y entonces me hablaron del movimiento, que ellos estaban era por la gente, por el pueblo, en contra de tantas cosas de... ¿sí? O sea, el movimiento era de pelear por el pueblo, que en el gobierno había mucho corrupto en la política, que se estaban robando todo, que eso no se podía y que un rico era pues más rico, y un pobre pues cada día más pobre. Por ahí empezamos y, pues, me sonó la propuesta y yo dije: "Pues yo no voleo más machete. Voy a pensarlo". Me dieron ocho días. A los ocho días bajaron por mí y otros fulanos, y dijeron: "Bueno, ¿ustedes se van yendo o no?", y yo les dije: "Pues bueno, vamos". Y fue así como terminé vinculado con el EME30.

Por su parte, la ipseidad corresponde a aquellos aspectos de la identidad que el sujeto va conquistando en el curso de la vida, aquellos elementos complementarios al "estado inicial" de la identidad, elementos que se integran a la interpretación que el sujeto hace de sí a partir de sus vivencias y las experiencias que va adquiriendo, y de la auto interpretación que realiza de ellas. Así, se presenta una dialéctica de la "innovación" (ipse) y la "sedimentación" (idem - mismidad) subyacente al proceso de identificación31).

Para el caso del sujeto — combatiente, este proceso de ipseidad se radicaliza en la medida que debe, por efectos de su participación en el conflicto armado, enmascarar su identidad y producir un otro-sí clandestino, en cuya base se encuentran referencias propias de la experiencia de sí por fuera del conflicto armado, tales como el lugar de proveniencia, sujetos, prácticas y relaciones sociales (mismidad), sumados al otro-si clandestino representado en, por ejemplo, el cambio de nombre y de prácticas sociales, ahora relacionadas con las lógicas del conflicto armado (ipseidad):

- ¿Cuál era su sobrenombre (la chapa) en el M-19?

- A mí me llamaban "Elías".

- ¿Y cómo llega Elías a vincularse con el M-19?

- Pues yo era un campesino de 17 años. Yo a la edad de 12 años me tocó trabajar para el propio sostenimiento mío. Mi papá me apoyaba, obviamente, pero pues mi papá por la pobreza obviamente no me podía dar lo de la ropita ni para el estudio, nada, entonces me tocaba trabajar. Entonces yo iba jornaleado. Yo trabajaba en el Caquetá, sí, en unas veredas. Yo me crie en el campo y ahí fue que apareció lo del M-19, entonces me echaron la carreta. Yo estaba trabajando en una platanera cuando un muchacho amigo, hijo del dueño de la finca, me llevó para un lado. "¡Buenas tardes!", dijo un hombre. Yo paré y volteé a mirar. Era un señor con un arma, con un maletín en el hombro y con un equipo de comunicación. Luego apareció otro y otro, yo miré tres. Entonces el muchacho hijo del dueño de la finca me dijo: "no le vaya a dar miedo". "No señor", le respondí, y entonces ya me dijeron que eran del M-19 y me echaron toda la carreta. Luego advirtieron que no fuéramos a decirle a nadie de ellos. "No señor, tranquilo que yo no me pongo en esas cosas de estar diciendo, yo soy solamente un trabajador de acá", les dije. Ahí fue cuando el dueño de la finca me dijo: "Y entonces qué, Tavito (mi nombre de verdad es Gustavo y me decían Tavo o

30 Alejo Vargas, op cit.

31 Ricoeur, Sí mismo como otro, op cit. 117.

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Tavito), queríamos hablar con usted porque sabemos quién es y por eso lo trajimos, para que conozca a estos compañeros".

[...] Y así se conformó en el pueblito en el que yo estaba en el Caquetá un grupo de base con gente conocida: el dueño de la empresa transportes y otros todos conocidos que también participaban de ese comando político. Ya luego llegaron con el cuento de que sí íbamos a hacer entrenamiento militar, que teníamos que irnos pal' monte con la guerrilla seis meses, y que eso era requisito para ser militante del M-19, por lo que teníamos que irnos a preparar militarmente. Ahí fue cuando yo les dije sin pensarlo mucho: "Yo soy gallo pa' eso, claro que yo voy". Y nos fuimos ese día 13 personas del pueblito. Ese día nos fuimos en secreto, clandestinos. Era el año 197732.

Aquí el sujeto (para nuestro caso, el sujeto — combatiente) se convierte en testigo de sí. El testimonio es la interfaz que posibilita al sujeto narrarse en tanto testigo de sí mismo. Ahora la narración de sí es, al decir de Ricoeur, un intento que el sujeto hace por comprenderse a sí mismo. Pero esta comprensión no deja de ser una interpretación de sí, que "se vale tanto de la historia como de la ficción, haciendo de la historia de una vida una historia de ficción o, si se prefiere, una ficción histórica, entrecruzando el estilo historiográfico de las biografías con el estilo novelesco de las autobiografías imaginarias"33, con lo cual se refuerza, en el caso del sujeto — combatiente, el enmascaramiento de sí.

En el proceso insurgente, este enmascaramiento tiene un aspecto ritual que se concreta en la selección del alias o "la chapa" —"Willington" o "Elías", para el caso de algunos de los testimoniantes vinculados a este estudio—, y se convierte en elemento clave de la ipseidad, haciendo parte del rito de transición —que en el M-19 sería de iniciación— requerido para la participación en el grupo armado. Para Van Gennep34. estos rites de passage son "ritos que acompañan todo cambio de lugar, estado, posición social y edad" Así, el rito de transición implica a los sujetos — combatientes entrar en un estado de liminalidad, por cuanto el otro-sí clandestino que se encuentra en su estado potencial queda por fuera del sistema de clasificaciones de la sociedad y la cultura normalizadas, llevando a que en la transición hacia la consolidación del sujeto — combatiente, "no estén ni en un sitio ni en el otro, no se les puede situar en las posiciones asignadas y dispuestas por la ley, la costumbre, las convenciones y el ceremonial"35.

Para el caso de los sujetos — combatientes, en su rito de iniciación no se encuentran sólo en estado de liminalidad sino, también, de clandestinidad. La selección del alias da la entrada al sujeto — combatiente al estado de liminalidad clandestina, la cual se puede entender, desde la perspectiva de la subjetividad del combatiente, como un estado de liminalidad irreductible, que no deja de ser ya que en la transición el sujeto llega a ser combatiente (su otro-sí), pero la condición de clandestinidad no se pierde, incluso al interior del grupo. Si tenemos en cuenta la matriz de los ritos de transición propuestos por Van Gennep36, diríamos frente a este aspecto que en el proceso ritual el sujeto — combatiente surte la fase de separación (ya no es un "civil", un "normalizado social"); a continuación entra al umbral de la liminalidad, donde se da el reacomodamiento de los valores sociales y las condiciones culturales: de ser

32 Gustavo San Juan, op cit.

33 Ricoeur, Sí mismo como otro, op cit. 107.

34 Victor Turner, Elproceso ritual. Estructura y antiestructura, Madrid, Taurus, 1988, 101.

35 Ibid, 102.

36 Aquí hacemos referencia a las tres fases que, según propuesta de Van Gennep, caracterizan los ritos de paso o transición: separación — margen/umbral — agregación/reincorporación.

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un civil se transita hacia la figura del combatiente, pero todavía no se es combatiente, por lo menos hasta el momento que apropie los nuevos valores y condiciones de la "vida revolucionaria" y, por supuesto, hasta que entre en enfrentamiento armado con el enemigo; y, finalmente, el sujeto — combatiente se incorpora de manera definitiva al grupo insurgente, adhiriendo nuevas pautas de pensamiento, acción y relato al sí mismo, en tanto otro-sí, reforzándose de este modo el proceso de ipseidad, tal como se evidencia en el testimonio de Alejo Vargas:

Al principio a uno lo ponen a hacer muchas pruebas de mandado o de trabajo. Por lo menos si tocó a media noche salir a llevar remesa o cargar mula o devolver bestias, tocaba hacerlo. Entonces yo me aburrí por tanta trasnochada. Uno se acostaba a veces a las dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete. y llegó el día en el que me entró el aburrimiento y tomé la decisión de irme. Yo no tenía sino dos meses en el Eme. Yo sabía que a uno lo podían matar por desertor, y que si uno se volaba de una misión era fusilamiento. Entonces yo me fui para Gigante y de ahí pa' mi tierra. Pero allá también tuve problemas porque trabajo no daban, y cuando había trabajo no pagaban. Y mi mamá aguantando hambre. Ahí fue que yo dije: "mano, yo me devuelvo, y si me matan pues que me maten, pero yo me devuelvo pal' Eme". Llegué un sábado y encontré una gente de camuflado que estaba jugando tejo. Yo esperé. Como a las seis y media de la tarde me encerraron, todos camuflados. Yo pensé que el ejército me había cogido y, pues. Al rato miré dos mujeres y dije: "!ah, no! no es el ejército". A mí no me dio miedo en ese momento. Me cogieron y: "mano, usted queda detenido por desertor. Camine y arreglamos unas cuenticas..." "Hasta aquí llegué, hoy me mataron", me dije. Pero ellos me dijeron: "No lo vamos a matar, tranquilo, sabemos que usted no ha hecho nada, sabemos que usted no cometió errores. Si lo quiere es trabajar, pues trabajamos. Y si quiere trabajar desde fuera, pues no es sino que cumpla lo que firmamos y lo que usted se comprometa". Yo sabía que el ejército me andaba buscando para quebrarme, porque se dieron cuenta que yo me había volado para la guerrilla, y me buscaban con nombre propio y una foto. "Pues me voy con ustedes, y ahora sí me voy de lleno", les dije. Y me fui con ellos, pero estuve como dos meses detenido, pagando la volada [deserción].37

La liminalidad irreductible aparece en el momento que la incorporación al grupo implica la condición de clandestinidad, no sólo hacia afuera (hacia la sociedad civil y hacia el Estado-nacional que combate) sino que permanece en las relaciones que el sujeto — combatiente sostiene al interior del grupo, donde se le ha impuesto, entre otras cuestiones, la compartimentación38 de las relaciones y las informaciones producto de las dinámicas de la guerra. En esta compartimentación el sujeto — combatiente no puede tener acceso a toda la información del grupo y a la de sus compañeros, así como ellos no pueden conocer algunos de sus antecedentes vitales, en ocasiones ni siquiera su nombre "legal" y otros aspectos constitutivos de su mismidad, aunque en la convivencia diaria con sus pares, en la cotidianidad de la vida del combatiente, esta restricción se vea superada, ya que los sistemas de

37 Alejo Vargas, op cit.

38 Por compartimentación ("Acción de dividir algo en elementos menores", según el RAE, op cit.) entendemos la estrategia de administración y subdivisión de la información que se realiza al interior de los grupos armados. Parte de la premisa de que el combatiente sólo debe conocer lo necesario para el cumplimiento de sus funciones o sus misiones, dado el caso de que sea capturado o pretenda traicionar al grupo.

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relacionamiento al interior del grupo implican no sólo compañerismos militantes sino, también, filiaciones afectivas. El o la "compa", el compañero o compañera, es aquel que vela por la vida del otro y, de alguna forma, está dispuesto a dar la vida por sus compañeros.

II. Ilusión y derrumbamiento del otro-sí: negociaciones del yo enmascarado

El enmascaramiento de sí contribuye en la constitución de un sujeto clandestino cuya liminalidad es irreductible y tiene como propósito volver a la "normalidad" de una nueva — otra sociedad. Es decir, el sujeto — combatiente es un ser que tiene como finalidad la desaparición, tiene fecha (no exacta) de caducidad, es un sujeto provisional que desaparecería en cualquiera de los siguientes escenarios de desarrollo de su función social:

- Con la victoria o logro de los objetivos político — militares de la organización insurgente, fundamentalmente la toma del poder por la vía armada.

- Con de la derrota militar por parte del enemigo.

- Con la muerte del sujeto — combatiente (que no implica la desaparición del grupo).

- Con de la deserción, que puede llevar incluso a la muerte del sujeto — combatiente en manos del grupo, por considerarse traición, o con su asesinato por parte de fuerzas contradictorias que buscan la delación.

- Con de la negociación política, como efectivamente sucedió en el caso del M-19.

La liminalidad del sujeto—combatiente es irreductible y provisional producto de las condiciones que la lucha armada impone, por cuanto si bien es cierto que con la asignación del "alias", entre otros factores, se posibilita al sujeto la existencia de una identidad otra, de un otro-sí, también es cierto que la vigencia de esta identidad está sujeta a la terminación de la lucha armada en alguno de los escenarios antes señalados: la victoria, la derrota militar, la deserción, la muerte o la negociación.

En lo profundo, lo que motiva al sujeto — combatiente es la ilusión de mudar de situación de vida en el plano personal y, por extensión, en el plano social. Los testimonios revelan que la vinculación a la lucha armada no tiene necesariamente, en sus inicios, motivaciones político ideológicas. La ilusión tiene que ver, primero, con la constitución del sujeto — combatiente a partir de su militancia armada y de su adhesión, por lo menos en el plano del discurso, a los principios ideológicos, argumentaciones y prácticas del grupo. Ilusión por cuanto el sujeto — combatiente se convierte en un militante de la perspectiva de lucha del grupo y, por lo tanto, asume como suyo el proyecto insurgente y lo integra como motivación de su propia vida, más allá de que sea factible concretar o no el sueño revolucionario moderno de "tomar el poder por las armas". Esta militancia es problemática toda vez que las motivaciones de ingreso y permanencia en la guerrilla no están necesariamente relacionadas con deliberaciones político ideológicas, sino, más bien, son resultado de las crisis estructurales en el plano socioeconómico y cultural39. Como en el caso de Alejo Vargas, cuya ilusión de vida en el momento de la vinculación al M-19 tenía que ver más con la sobrevivencia que con la transformación radical de la sociedad por la vía de la lucha armada, "Pues yo me ingresé... bueno, son cosas que uno comete en la

39 Lilian Yaffe, Conflicto armado en Colombia: análisis de las causas económicas, sociales e institucionales de la oposición violenta. Revista CS, 8, 2011, 187 - 208.

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vida también, errores, porque uno se le hace fácil a mí me pareció fácil coger ese camino y, pues, aburrido por ahí estar llevando del bulto.".40

En la otra orilla está la vinculación de aquellos cuya militancia se entiende en el plano político ideológico, donde se consolida de manera más clara la ilusión del cambio social por la vía revolucionaria. Este es el caso de Gustavo San Juan, quien fuera comandante, con Marco Antonio Chalita y Pablo Beltrán Polanía, del Frente Sur del M-19. En su testimonio, Gustavo quiere posicionar como fundamento del levantamiento armado motivaciones colectivas, vinculadas con una interpretación crítica, en perspectiva popular y subalterna, de la esfera pública nacional. Su relato se presenta en la figura retórica de un "nosotros" homogéneo, articulado, sin contradicciones internas radicales, donde la lucha armada está completamente justificada bajo la ilusión de un cambio en las estructuras sociales, políticas y económicas del país:

El M-19 no se fue a la montaña porque fuera un movimiento guerrerista; nosotros nos fuimos a las montañas de este país fue porque no nos dejaron otra, no hubo otra posibilidad, aunque aquí hubieran permitido que se discutiera que había presos políticos, que aquí no había una democracia, que había muchas cosas que replantearse en Colombia, que había que hacer unas grandes reformas en todo el sistema político, económico, social. Si eso se hubiera dado democráticamente, pues el M-19 no se hubiera ido pal' monte. Pero lo único que podíamos esperar era persecuciones, la única posibilidad de poder subsistir y de poder garantizar que a uno no lo mataran, era tirarnos a los campos colombianos.

Y entonces seguimos, nos convertimos en un movimiento guerrillero. Pero desde allá, siempre el propósito de nosotros era cómo buscar abrir espacios de civilidad, de entendimiento, de democracia en Colombia, y eso nosotros lo seguíamos buscando incluso desde las armas. Por eso fuimos el primer movimiento guerrillero en Colombia que habló de Paz, a través de la Octava Conferencia, donde habló Jaime Bateman Cayón, que era el comandante de la época. Y así le planteamos al país y a la clase gobernante que nos sentáramos a discutir los grandes temas para definir las grandes reformas que había que hacer en el país.

Nosotros no pensábamos sólo en nosotros, no pensábamos sólo en los combatientes y en nosotros mismos, pensábamos en los colombianos, pensamos en cómo abrir realmente un espacio en Colombia para que personas que estuvieran en la guerrilla y los que no estuvieran en la guerrilla pudieran expresar lo que sentían, lo que pensaban, lo que consideran que debe ser un Estado, un país. Para nosotros lo fundamental fue eso41.

Aquí la ilusión se presenta en su dimensión eutópica, donde el sujeto — combatiente asiste a un ideal de sociedad que, aunque puede estar basado en un cálculo racional difícil de realizar, es considerado como justo, deseable y bueno42. Esta ilusión entra en crisis en el desarrollo mismo del conflicto armado, cuando el sujeto — combatiente enfrenta una realidad distinta a la imagen o representación que había dado forma a su ilusión: la transformación de la sociedad por la vía armada

40 Alejo Vargas, op cit.

41 Gustavo San Juan, op cit.

42 Jesús Palomar, Eutopía y distopía, Etimologías filosóficas, 27 de abril del 2011.

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implica inconmensurables impactos humanos (muertes, heridas, víctimas de todo tipo), sociales, culturales, ambientales. Así, la ilusión de un nuevo país adquiere otros sentidos que son resultado del desgaste que produce la guerra, dando paso a nuevos escenarios de desarrollo de la acción política. Para el caso del M-19, este escenario fue el de la negociación de la paz, por lo cual la ilusión se convierte en un "prospecto del futuro imaginado", donde "cohabitan la transformación y la conservación, el dinamismo y la resistencia al cambio, el pasado y el futuro como experiencia social"43.

El acontecimiento de la "negociación" con fines de dar término o transformar el enfrentamiento antagónico con el contradictor (para este caso, el Estado colombiano y los gobiernos que administran la esfera pública nacional), constituye un escenario propicio para el derrumbamiento de las ilusiones construidas por el sujeto — combatiente. Este derrumbamiento se convierte en expresión individual de la capitulación colectiva, del grupo, producto del desgaste que genera el conflicto armado en los contendores y en la dinámica misma del enfrentamiento, y es una situación que supera al sujeto, que no depende de él en tanto combatiente, sino que está articulada a las decisiones estratégicas de la comandancia del grupo armado. Ahora, lo que ocurre en este escenario de la negociación, el derrumbamiento, no se debe entender ni como derrota ni como fracaso. Se debe entender más bien como potencialidad para la transformación del derrotero —del camino— planteado para la transformación de la sociedad por parte del grupo y los sujetos que a él se integran.

Al tiempo, la negociación no es sólo un proceso colectivo que surge como dinámica institucionalizada entre fuerzas contendoras. Es también un proceso que se encarna en la subjetividad de los individuos. En el escenario de la negociación, el sujeto — combatiente asiste a la transformación de los ideales de lucha que sustentaban su accionar, sobre todo en sus mecanismos de expresión: la lucha armada. Ya no es la guerra, en tanto lucha a muerte con el enemigo, la expresión máxima del ser revolucionario insurgente. Ahora, como en el caso del M-19, "mediante una voluntad cierta de paz de las partes involucradas, traducida en hechos concretos, se pueden lograr resultados en procura de la convivencia pacífica"44. En la negociación el camino es la paz y "entre todos cambiaremos la historia de Colombia. ¡Palabra que sí!"45.

Con la negociación se asiste a la génesis del derrumbamiento del yo enmascarado. Lo que sucede entonces con la negociación es que el sujeto —combatiente tiene ahora la posibilidad de hacer un mayor énfasis en aquello que, siendo constitutivo de su identidad, había sido camuflado en la figura de un otro-sí clandestino. Por ejemplo, en el caso de Yiber Vargas, militante del M-19 en el departamento del Huila, el yo enmascarado subordinó su vocación de profesora:

Para esa época yo ya había terminado el bachiller y me habían propuesto entrar a trabajar como profesora en una escuelita rural, ahí mismo en Palermo, y yo me fui para allá. Yo tenía 17 años. Estando de profesora yo me iba pa' los campamentos, luego me dijeron que me quedara, y yo: "no, no me puede quedar porque estoy

43 Alejandro Castillejo-Cuellar (ed.), Dialécticas de la fractura y la continuidad: elementos para una lectura crítica de las transiciones, La ilusión de la justicia transicional. Perspectivas críticas desde el sur global. Bogotá, Universidad de los Andes, 2017, 1.

44 Expresión tomada del "Acuerdo político entre el Gobierno Nacional, los partidos políticos, el M-19, y la iglesia católica en calidad de tutora moral y espiritual del proceso" (9 de marzo de 1990).

45 Lema de la campaña presidencial de la Alianza Democrática M-19 (movimiento político que surgió tras la desmovilización del grupo guerrillero M-19) para las elecciones de 1990, en las cuales Carlos Pizarro Leongómez, comandante del M-19, participaba como candidato, antes de ser asesinado por el paramilitarismo el 26 de abril de 1990.

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haciendo un trabajo bueno en la escuela. Si les parece yo continúo haciendo trabajo con ustedes, pero yo sigo haciendo el mío." Ellos me dijeron que no, que me quedara.

Estando en ese trabajo [de formación política desde la escuela], alguien se dio cuenta de que yo me reunía con la gente de los campamentos [del M-19] y me hizo sacar de la escuela. Dijo que yo estaba haciendo reuniones clandestinas. Y eso fue grave porque el tipo que me acusaba era, creo, cuñado de unos policías ahí del pueblo. Y entonces me montaron la perseguidora y si yo no me iba, corría el riesgo de que me cayeran de sorpresa los policías.

Me salí del colegio, pero seguí trabajando en el magisterio. Yo duré dos años larguitos trabajando como profesora del magisterio. Luego ya fue el trabajo con el M y entré directamente al proceso, porque allá me dijeron: "ahora si tiene que ponerse al cien por ciento a trabajarle a esto". Entonces iba a las reuniones del M y hacia mi trabajo: redactar actas, llevar listados, todo ese tipo de cosas, pero nadie tenía que saber que yo hacía esos listados, porque tenía que mandar información semanal de donde estaba la gente y todo ese tipo de cosas que ponían en riesgo la seguridad de la gente del grupo.46

El escenario de la negociación abre la puerta, entonces, al derrumbamiento del yo enmascarado, y el sujeto — combatiente adquiere características especiales: se convierte en sujeto de reinserción y re-integración a la vida civil, es decir, en sujeto normalizado, un sujeto que se integra nuevamente a las lógicas del orden social establecido por las vías de la negociación política. Aquí el re-insertado / re-integrado, en tanto sujeto normalizado, adhiere nuevamente a la estructura general de las normas sociales que pretendía combatir cuando operaba en la condición de sujeto — combatiente, y que no pudo transformar, de manera radical, por medio de la lucha armada.

III. El subversivo como "tercero incluido": sujetos re-insertados y re-integrados

La transición abre paso a una nueva oportunidad de interrogación de la identidad en el contexto del conflicto armado, donde el ahora re-insertado / re-integrado ordena la narración de sí en relación, si se quiere estratégica, con los requerimientos de la gubernamentalidad instituida socialmente. El sujeto constituye una nueva/otra relación con la "sociedad normalizada" que decía contradecir, y a la que ahora se adhiere por la vía de la negociación política, en una dinámica en la que reivindica su condición de subversivo, no en la connotación negativa de destructor de la sociedad, sino como sujeto que pretende "trastornar o alterar algo, especialmente el orden establecido"47. Al decir de Fals Borda:

... muchos subversores no pretenden "destruir la sociedad" porque sí, como un acto ciego y soberbio, sino más bien reconstruirla según novedosas ideas y siguiendo determinados ideales o "utopías" que no acoge la tradición. [...] Éste [el subversivo], en el fondo, será un rebelde, y sus actitudes girarán en torno a la rebeldía. El acto de la revuelta, con el movimiento contrario que implica la palabra, hace al hombre andar por nuevos senderos que antes no había vislumbrado, le hace pensar y le hace

46 Yiber Vargas, Conversación personal (entrevista), febrero 2017.

47 RAE, op cit.

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dudar, y así adquiere, quizá por primera vez, la conciencia de su condición vital. Esta conciencia es subversiva.48

Ahora, re-inserción / re-integración a la sociedad normalizada por la vía de la negociación no está exenta de contradicciones. Al contrario, la negociación política —como en el caso de la realizada por el M-19 en su proceso de "normalización" hacia la vida civil entre los años 1989 y 199049— posibilitó al grupo guerrillero la identificación de causas internas (i.e. redefinición política, los límites de la guerra, debate sobre las posibilidades de autoritarismos al interior del grupo, incidencia de liderazgos proclives a la paz y el replanteamiento estratégico de la lucha armada) y externas (i.e. el narcotráfico como escenario impulsor y financiador de la guerra, la creciente "guerra sucia" desplegada por grupos paramilitares en conjunto con agentes del Estado, los reclamos de la sociedad civil frente a la salida negociada del conflicto, la necesidad de modernizar el Estado, el reconocimiento de los límites de la unidad guerrillera para la toma conjunta del poder Estatal, y los tránsitos hacia la paz y la democracia que se vivían en países de América Latina)50 sobre las cuales situar su lucha en el contexto de la paz, a pesar de las causas reseñadas, y de la resistencia de algunos sectores políticos y económicos nacionales proclives a la derrota de la insurgencia por la vía militar, a pesar del exterminio sistemático de dirigentes y activistas de izquierda que se vivía en el país desde las décadas de los 80 y 90, y a pesar de la incertidumbre sobre los posibles incumplimientos a los acuerdos pactados con el gobierno nacional.

En lo que refiere al sujeto excombatiente, la incertidumbre y las contradicciones también se revelan como parte de su condición liminal producto del proceso de negociación, y del tránsito de su condición de sujeto — combatiente a sujeto en condición de re-inserción y re-integración. Las narraciones de los participantes señalan que tanto los incumplimientos de los acuerdos pactados en las negociaciones generan, en algunos casos, la reactivación de los combatientes por lo que se considera como una "traición a la palabra empeñada", así como la persecución y el asesinato de los re-insertados, la falta de apoyo y reconocimiento a los esfuerzos de paz con los que ellos se comprometieron, se constituyen en fuente de las incertidumbres vividas:

Ya se habían hecho otros intentos de lograr la paz, y fueron fallidos porque hubo, por ejemplo, masacres en otros intentos. Cuando la gente quiso hacer las cosas por la paz, lo primero que hicieron fue matarlos, entonces, había mucho como recelo también en eso, pero ya después de las conversaciones y con la experiencia que se había tenido, se fueron viendo las cosas más concretas. Cuando se iniciaron las conversaciones con el gobierno [del presidente] Barco, que se dieron por sectores, por territorios, la gente empezó a creer, aunque había mucha incertidumbre. Eso generaba mucha desconfianza.

48 Orlando Fals Borda, La subversión justificada y su importancia histórica, Una sociología pensante para América Latina, Bogotá, Siglo del Hombre editores — CLACSO, 2009, 388.

49 La primera reunión oficial que posibilitó la negociación entre el gobierno nacional precedido por el presidente Virgilio Barco Vargas y la comandancia del Movimiento 19 de abril, M-19, se realizó en enero de 1989. El proceso termina con la firma del Acuerdo de paz entre las partes, fechado el 9 de marzo de 1990.

50 Una descripción amplia sobre estas causas internas y externas se encuentra en el artículo de Otty Patiño Hormanza, Vera Grabe Loewenherz y Mauricio García-Durán, El camino del M-19 de la lucha armada a la democracia: una búsqueda de cómo hacer política en sintonía con el país, De la insurgencia a la democracia. Estudios de caso, Bogotá, CINEP, Berghof, 2009, 43-106.

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(...) Acá en el Huila Marcos Chalita y Robert en el Caquetá, y otros compañeros en el Tolima, ayudaron a sostener ese proceso, para que la gente no se desbandara y volviera a rearmarse por el incumplimiento de los acuerdos, porque algunos compañeros consideraban que eso era como una traición a los pactos, a la palabra empeñada. Si ellos no hubieran sido capaces de eso, esto hubiera sido caótico, porque no fue un proceso fácil, había mucha persecución. Nosotros estábamos encaminados a sacar al cien por ciento ese proceso, porque una cosa son las negociaciones y otra cuando ya se firman los acuerdos y la gente se viene para las ciudades y se organiza, toda esa parte es un cuento totalmente distinto que uno no sabe qué va a pasar, aunque desde las instituciones [del Estado] y la misma ciudadanía nos digan que nos van a apoyar, eso no necesariamente es así, hay mucha resistencia desde algunos sectores.

Inclusive adentro del M-19 hay gente que no entendió, que no quiso entender esos procesos. Y encontrábamos casos en los que incluso desde diferentes grupos invitan a los desmovilizados a que se devolvieran a la lucha armada, incluso que se fueran a delinquir. Sobre todo, porque las condiciones de la negociación para nosotros fueron difíciles: a nosotros en ese momento nos daban cincuenta mil pesos cada mes. Y eso escasamente alcanzaba para pagar un arriendo, una habitación, es que no alcanzaba ni para la comida, ni para los buses. Pero nosotros entendimos eso, lo aceptamos, y le apostamos cien por ciento a la parte política, a pesar de que personalmente vivíamos muy mal (conversación personal con Yiber Vargas, febrero de 2017). 51

Paralelo a las contradicciones y las incertidumbres, la normalización del sujeto — combatiente en condición de re-inserción y re-integración, por la vía de la negociación del conflicto armado, es también una posibilidad transicional de reencontrarse con la política formal. Aquel que ha sido re-inserto / re-integrado a la vida institucional del país tiene la posibilidad de intervenir en una esfera pública normalizada que se encuentra mediada, al decir de Ricoeur52, por dos condiciones: la pluralidad y la concertación.

Para el caso de la pluralidad, el sujeto — combatiente ya era un "tercero incluido" en el diálogo nacional, un tercero que, aunque no participaba de manera directa en la deliberación normalizada e institucionalizada de los asuntos públicos nacionales, hacía presencia como actor. Era un "tercero incluido por la pluralidad constitutiva del poder"53, ya que sin estar fácticamente en el debate nacional institucionalizado era tenido en cuenta como actor incidente en las dinámicas públicas nacionales, ya fuera en los diversos relatos promulgados por los medios de comunicación, por los gremios económicos, por los partidos políticos, en fin, por las instituciones sociales y estatales que confluyen en la nación colombiana, ya fuera como actor/factor generador de violencia y como criminal, o como representante de las vanguardias revolucionarias. En estos relatos de nación, el sujeto — combatiente y el grupo que representa están presentes como sujetos de atención y debate público.

Así, aquel sujeto — combatiente que tiene como característica primordial la clandestinidad, no deja de ser un otro omnipresente, un tercero incluido, que "se impone [como] límite a cualquier intento

51 Yiber Vargas, op cit.

52 Ricoeur, Sí mismo como otro, Op cit.

53 Ibid, 204.

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de reconstruir el vínculo social sólo sobre la base de una relación dialogal estrictamente diádica"54. Esto implica asumir que el sujeto — combatiente, que ahora se encuentra en proceso de normalización por la vía de su re-inserción / re-integración, a pesar de su clandestinidad ha sido una permanencia que ha acompañado el escenario de deliberación política nacional, en todos sus aspectos, por lo que ha incidido, en tanto tercero incluido, en el devenir de lo social.

En el contexto de la negociación del conflicto armado y en la transición a la paz, el sujeto adquiere mayor presencia y pasa de ser un tercero incluido a convertirse en actor activo que debe ser tenido en cuenta, fácticamente, en el tejido plural de la acción pública. Se constituye aquí lo que Arendt llama "el espacio público de aparición"55, donde el excombatiente y su acción insurgente es sometida, por la vía del proceso de negociación, a la valoración de la "justicia normativa" aplicada por el Estado. Al tiempo el sujeto promulga y defiende el reconocimiento de su accionar insurgente como una "causa justa". Esta tensión entre dos concepciones de justicia (la normativa y la legitimadora de la acción social del sujeto — combatiente) determinan las lógicas a partir de las cuales se desarrolla la concertación como posibilidad de intervención en la esfera pública, es decir, determina la posibilidad de que el sujeto re-insertado / re-incorporado se reencuentre con lo que Yiber Vargas llama "la política formal", esto es, la política institucionalizada más allá del proyecto armado:

No se sabía qué iba a pasar. La gente se fue porque acató una orden, se confió en lo que estaban haciendo los mandos a nivel nacional frente a los acuerdos. A nosotros nos dieron a conocer, lógicamente, lo que se venía discutiendo: "que mire que estamos en esto, que van a haber tales apoyos y vamos a salir a la parte política, las armas ya no son el camino y ahora vamos es a hacer un trabajo político y a través de la vida política vamos a poder ayudar a cambiar este país.", nos decían los comandantes. Entonces nosotros creímos firmemente e hicimos un acto de confiar en la palabra, eso fue lo que se hizo.

Por eso muchos tomamos la decisión de que eso tenía que ser así. Pero eso no es para todos. Por eso cuando yo le hablo de que no todos estamos por las mismas razones. Los que tenían claro por qué estaban ahí, están por un país mejor y toda esa cosa. Y los que no tenían claro por qué estaban en una guerrilla, aquellos que estaban por otros motivos y que tal vez tenían otro tipo de intereses, se fueron para sus casas y nunca más los volvimos a ver, ahí murió todo el proceso con ellos. Otros decidieron volver a la guerra, nos ofrecieron cosas para que nos devolviéramos, que nos fueramos a rearmar, que nos iban a pagar un sueldo y, digamos, el propósito era reamar una guerrilla chiquita. Muchos fuimos y escuchamos, yo fui y escuché, y algunos decidieron irse en esa ocasión, pero muy pocos. Los otros seguimos en la apuesta de la paz, sabíamos que era un proceso, teníamos mucha confianza y como que estábamos convencidos que eso era así, que ya no eran las armas, que el camino era la parte política.

Entonces nos metimos duro a trabajar en la parte política, pero como no sabíamos hacer política formal, pues en el camino fuimos aprendiendo. Era todo nuestro esfuerzo puesto en una forma distinta de hacer política, porque nosotros íbamos de casa en casa en los pueblos y las ciudades, diciéndole a la gente lo que estábamos haciendo, lo que nosotros pensábamos. Y ahí fue cuando asesinaron a Pizarro y,

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54 Idem.

55 Ibid, 205.

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bueno, ya saben lo que sucedió. El poder de este país no permitió los cambios reales que se necesitaban. Nosotros hicimos un acuerdo con el Estado, con los sectores políticos de este país, y algunos no cumplieron. Si nosotros firmamos un acuerdo, empeñamos la palabra, ¿porque sucede esto? De todas maneras, muchos de los que estaban en la parte política fueron muy fuertes y ayudaron a sostener el proceso.56

Para el sujeto en transición de la guerra a la paz, narrarse a sí mismo tiene que ver ahora con la historia de la sociedad, con la historia del conflicto armado que, al tiempo, permite y niega el ejercicio estructural de la violencia y, por supuesto, con el contra relato de los adversarios. De este modo la narración de sí se inscribe no sólo en la historia del sujeto sino, en paralelo, en la historia social que media en la percepción que el sujeto tiene de sí mismo y de su historia de vida. Esta mediación permite al sujeto re-insertado / re-integrado establecer un ordenamiento intersubjetivo estratégico sobre la narración de su experiencia de vida como combatiente, con el fin de posibilitar prerrogativas para su reintegración, ya que busca que el relato se inscriba en una serie de convenciones socioculturales que justifican y legitiman la participación en el conflicto armado.

Así, las narrativas de sí del excombatiente tienden a legitimar los fines de la lucha armada y sus métodos, tácticas y estrategias. Esta legitimación está dada no sólo en la interpretación de las motivaciones objetivas y estructurales que justifican la lucha guerrillera, sino que se encarnan en el sujeto mismo. En los testimonios se entrevé que el combatiente guerrillero lo es en la medida de las circunstancias de exclusión, pobreza, olvido estatal, violencia multicausal y opresión se han vivenciado en carne propia, y que afecta también a un amplio sector de la sociedad, por lo que combatir al Estado, a las oligarquías que lo administran, a la burguesía que lo ponen a su servicio, al capital y al mercado que lo minimizan en favor de los intereses de transnacionales y de los sectores dominantes en la sociedad, entre otras cuestiones, se convierte en relato justificativo de su participación en la radicalización de las luchas sociales por medio de la lucha armada, tal como se entrevé en el testimonio de Gustavo San Juan:

Es que este país tiene que ser distinto, este país tiene que ser mucho más acorde a la realidad que viven millones de personas, no unos pocos sino millones de colombianos. Nosotros no luchamos por un país que excluya a unos y a otros no, sino que todos seamos iguales, que tengamos las mismas oportunidades, los mismos derechos. Por eso el M-19 no fue un movimiento ni comunista, ni trotskista, ni absolutamente nada de esas cosas. Fue un movimiento nacionalista, queríamos la democracia, un capitalismo, pero un capitalismo democrático donde la riqueza sea bien repartida, donde no se concentre la riqueza si no que realmente sea para el desarrollo de una patria, y eso era lo que nosotros trabajábamos. [...] Yo creo que en este país no hubiera pobres realmente si la clase gobernante hubiera entendido que la riqueza que tenemos estuviera volcada al desarrollo de Colombia, pues aquí los colombianos vivíamos en otras condiciones de vida, una vida mucho más humana.57

En este contexto, la narración de la experiencia de sí no sólo pretende legitimar la acción del sujeto — combatiente en el marco del conflicto armado, sino que aspira ser verosímil en términos de las realidades mismas del conflicto y de lo que la sociedad está dispuesta a aceptar como verdad. De la

56 Yiber Vargas, op cit.

57 Gustavo San Juan, op cit.

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verosimilitud estratégica de la narración de sí también dependerá el proceso de re-inserción y reintegración, por cuanto:

.la identidad que emerge en la narratividad se apoya en un agente responsable de la acción. Este ethos de la responsabilidad que pretende dar sentido a su acción se constituye en la acción misma de dar razón de su actuar. (...) Es así como a esta acción narrada, descrita y asignada a una identidad humana le "concierne la coherencia de la praxis total del hombre, en el orden del obrar"58.

Aquí, la narración estratégica de sí se presenta como aquella que se concreta en el relato que el sujeto hace de su propia experiencia, sin que necesariamente haya correspondencia entre la experiencia en tanto "hecho sucedido" y lo que se narra de ella, ya que la narración de la experiencia de sí es, en definitiva, producto de la reflexión que el sujeto hace respecto a su propia vida, en el contexto estratégico de transicionalidad que propone la negociación del conflicto armado, ya que, como señala Castillejo:

El tránsito de la "violencia" a la "post-violencia" en sus múltiples codificaciones jurídicas o psicológicas es un proceso con pretensiones tecnológicas de estandarización, pero asediado por su propia historicidad, por los campos de poder de los que emerge. [...] La estructura de esta liminalidad (entre la violencia y la paz) está asentada en una contingencia regulada59

La narración de sí es, entonces, mediada por la cultura de la legalidad instituida y por la flexibilidad que se logre frente a ésta, a partir de la negociación de marcos de justicia transicional que posibiliten tanto al grupo como al excombatiente en tanto individuo, responder por sus acciones como actor del conflicto. En este sentido, lo que el sujeto re-insertado / re-incorporado presenta como autobiografía queda subordinado a los acuerdos logrados en el proceso de negociación de los marcos transicionales de justicia, en lo que refiere a verdad, justicia y reparación y garantías de no repetición.

Lo que se quiere resaltar en este punto es, finalmente, que la narración de sí que despliega el sujeto en condición de re-inserción / re-incorporación frente a los requerimientos de justicia y verdad propios de los escenarios transicionales exigidos por la sociedad son, en definitiva, teléticos. La narración de sí está mediada, estratégicamente, por el fin de la legitimación de su accionar en el marco del conflicto, ya que de esta narración también depende tanto la definición y aplicación de las penas, como la aceptación que la sociedad hace de los sujetos excombatientes.

Conclusiones

Este abordaje de las narrativas de sí aplicado a excombatientes que militaron hace 30 años en las filas del M-19 permite identificar, entre otros, tres escenarios o ejes de análisis. El primero tiene que

58 Paul Ricoeur citado en Guillermo Zapata Díaz, La identidad personal como problema hermenéutico y el ethos de la identidad narrativa, según el último libro de Paul Ricoeur, "Soi-méme comme un autre", Universitas Philosophica 12: 23-24. Bogotá, 1995, 67.

59 Alejandro Castillejo-Cuellar, La paz en pequeña escala: fracturas de la vida cotidiana y las políticas de la transición en Colombia, Revista de Estudios Colombianos, 53, enero-junio de 2019, 7.

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ver con el enmascaramiento de sí, ubicado en el momento de la vinculación de los combatientes al grupo armado. A partir de la implementación de una serie de técnicas de institucionalización —como la elección de un sobrenombre o alias—, el grupo armado y las dinámicas mismas del conflicto armado imponen al sujeto la integración, en su propia identidad, de nuevos — otros — valores que definirán su acción individual. Esta integración identitaria posibilita la producción de otro-sí que se vincula a los discursos y las prácticas del grupo, enmascarando la identidad que había construido hasta el momento de su vinculación con el grupo armado.

No se trata de la creación radical de otro sujeto, sino más bien de la adhesión de nuevos elementos identitarios, en un proceso dialéctico que Paul Ricoeur60 denomina de "mismidad e ipseidad", donde la mismidad constituye aquello que permanece invariable en el sujeto, relacionado, para el caso que nos atañe, con referencias a la vida familiar, parentescos, sitios de proveniencia, prácticas sociales y culturales, entre otras cuestiones. La ipseidad, es definida como aquellos aspectos que el sujeto, ahora combatiente, va agregando a su identidad, producto de las nuevas circunstancias, vinculadas con la militancia armada. Ahora el sujeto combatiente conoce e integra a su vida los lineamientos, tácticas, estrategias, discursos, legitimaciones del grupo, enmascarando aquellos otros aspectos que no son convenientes para el cumplimiento de los propósitos de su nueva lucha.

Estos nuevos elementos entran en diálogo con los referentes de la mismidad y comienzan a definir una nueva narrativa de la experiencia de sí, constituyendo la figura de otro-sí clandestino, aquel otro-sí que por estar inscrito en las dinámicas del conflicto armado adquiere condición de ocultamiento radical. Al tiempo, este otro-sí clandestino coloca al sujeto combatiente en una condición de liminalidad irreductible, por cuanto el sujeto combatiente no pretende asumir esta condición (la de combatiente) indefinidamente. Su lucha tiene unos términos, los cuales están dados o en el cumplimiento de los objetivos que motivan la lucha armada (para este caso, la toma del poder por las armas), o en la pérdida de las condiciones para dar continuidad a esta lucha. Para el caso del M-19, fue esta pérdida de condiciones lo que motivó un proceso de negociación con el Estado, en búsqueda de la paz concertada. Lo irreductible de esta liminalidad (quizás como toda liminalidad) está dado en el hecho de que el sujeto combatiente, en tanto actor armado, solo dejará de serlo cuando desaparezca radicalmente.

Un segundo eje de análisis está dado en lo que hemos denominado como 'la ilusión y derrumbamiento del otro-sí". La ilusión tiene que ver con el propósito de lograr los objetivos de la lucha armada, y de la vinculación de la identidad del sujeto combatiente a la identidad del grupo. En el caso de los combatientes del M-19, al verse frustrado el propósito de tomar el poder por la vía radical de las armas, se entra en una etapa de derrumbamiento de las ilusiones construidas tanto por el grupo como por el sujeto. Aquí, la identidad del sujeto combatiente entra en crisis junto con los propósitos de su lucha y las perspectivas de lograr el objetivo fundamental: la toma del poder.

La alternativa que se presenta a este derrumbamiento de las ilusiones es la negociación. En la negociación, el sujeto tiene la posibilidad de desenmascarar su otro-sí y de superar su condición de liminalidad irreductible, lo cual se presenta como una potencialidad. Ella posibilita el replanteamiento de los objetivos de la lucha y, por supuesto, de la vida misma, producto del desgaste generado por el enfrentamiento antagónico con el Estado contradictor. La negociación es una posibilidad para reconocer la pluralidad constitutiva de lo social nacional más allá de los reduccionismos ideológicos, y la posibilidad de concertar acuerdos con el enemigo, ahora en el plano de la política formal — institucional.

Ricoeur, Sí mismo como otro, op cit.

60

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También es un posible punto de integración de la otredad en la identidad narrativa, lo que permite la constitución del sujeto.

En la misma lógica de la dialéctica mismidad-ipseidad, aquel "otro-sí" derrumbado no desaparece. Muy al contrario, y como se evidencia en los testimonios, se encuentra presente de dos maneras fundamentales frente a las perspectivas en la vida que proyectaron los testimoniantes en su proceso de reintegración en los años 90: como experiencia potencialmente reivindicativa de la necesidad de "seguir luchando por la transformación nacional, ahora por medios distintos a la lucha armada" y en el escenario de la negociación (como en el caso de Gustavo y Yiber), o como experiencia traumática, que interpreta como cuestión negativa la participación del sí mismo como combatiente en el conflicto armado (caso de Alejo). Aquí se evidencia que el derrumbamiento del otro-sí tiene efectos en las proyecciones de vida de los excombatientes, en lo que refiere a aquello que había sido potencia movilizadora de sus vidas (la "revolución", las transformaciones sociales por la vía armada), y frente a la manera como interpretan que "los otros", sus ahora conciudadanos, van a concebir su reintegración a la sociedad.

Esta situación da entrada al tercer eje de análisis, denominado como el subversivo como "tercero incluido", ubicado en la experiencia del sujeto que se inscribe ahora en la lógica de la reinserción / re-integración a la vida civil, donde el sujeto en proceso de re-inserción / re-integración adquiere nuevamente estatus formal de ciudadano, pudiendo participar activamente, sin la sombra de las armas como estrategia de lucha política, en la deliberación de los asuntos públicos y en el agenciamiento de acciones para la transformación de la sociedad.

La transicionalidad que se construye en este escenario liminal de la negociación del conflicto armado con fines de paz, coloca al sujeto re-insertado / re-integrado en una confrontación de sus propias narrativas. Ahora la narración de sí adquiere carácter estratégico, ya que de este relato también depende el tratamiento que la sociedad, representada en los órganos y políticas de aplicación de justicia (transicional), va a dar al sujeto ex combatiente. De ahí que sea este un momento clave de interpretación en la constitución del sujeto, en que debe lograrse cohesión en la articulación de la acción y las narraciones de la vida cotidiana, sólo posible a través de las mediaciones simbólicas, en este caso, propias de la justicia.

Ciertamente, en el contexto de los debates de los estudios de paz en curso en el país, en lo que compete particularmente a la reintegración de excombatientes, es necesario que los actores estatales, los colectivos ciudadanos y el ciudadano común comprendan que este tema no termina con la desarticulación de los movimientos armados y de los combatientes que los integran. Inicia, con múltiples retos de búsqueda de mecanismos y caminos que ayuden a encontrar acciones que de forma integral, den respuesta a cuestiones referentes al papel de las narrativas como herramientas para propiciar el trabajo reflexivo del sujeto sobre sí mismo con tal de que emerjan expresiones sociales de representación política que ayuden a construir procesos ciudadanos de reconciliación nacional.

Hay que señalar que estos hallazgos aplicarían, en principio, a la experiencia de reintegración trazada por los excombatientes del M-19, y no necesariamente aplica a otros acuerdos de paz, por cuanto las características de estos sujetos y del proceso mismo es particular. Como se ha señalado, hay que tener en cuenta que el proceso de reintegración es plural incluso al interior de un mismo grupo armado, si se tiene en cuenta la diversidad de funciones que hacen parte de su estructura de funcionamiento. Esto porque las narrativas derivadas de la experiencia de sí están condicionadas, también, a la posición que el sujeto ocupe en la estructura armada: no es igual la experiencia —y por

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extensión, el relato— sobre el combate, sobre la dimensión política o sobre la reintegración de un comandante, a la experiencia/relato de un combatiente raso.

Con todo y sus especificidades, los referentes interpretativos aquí planteados pueden servir como marco de referencia posible para comprender las lógicas y dinámicas del proceso de reintegración derivado del proceso de paz de La Habana, sobre todo en su fase pos acuerdo, en lo que tiene que ver con la búsqueda de la verdad, los escenarios de perdón, reconciliación y no repetición, en el sentido de entender la narrativa del sujeto en proceso de reincorporación como elemento potencial para la producción de nuevas-otras alteridades que reivindiquen el carácter ético de las contradicciones sociopolíticas a partir de la interpretación de sí, esto es, el devenir sujeto en la integración de la otredad permite la toma de responsabilidad ante sí, los otros y las instituciones. Lo cual, consideramos que es totalmente necesario en la construcción de sociedades basadas en 'la responsabilidad, al compromiso ético político por el otro, en medio de instituciones justas"61.

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61 Zapata Díaz, Fenomenología y hermenéutica en Paul Ricreur, op cit., 138.

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Fuentes testimoniales

Alejo Vargas, alias "Willington", militante del Movimiento 19 de abril, M-19, Conversación personal (Entrevista), febrero 2017.

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Gustavo San Juan, alias "Elías", militante del Movimiento 19 de abril, M-19, Conversación personal (Entrevista), febrero 2017.

Yiber Vargas, militante del Movimiento 19 de abril, M-19, Conversación personal (Entrevista), febrero 2017.

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