La juventud universitaria de Buenos Aires y su vínculo con las izquierdas en los inicios de la Reforma Universitaria (1914-1922)
The university youth of Buenos Aires and the link to the left at the beginning of the University Reform (1914-1922)
Natalia Bustelo*
Resumen
El artículo analiza las instancias a través de las que hacia 1918 los estudiantes universitarios de la ciudad de Buenos Aires se constituyen como un actor político vinculado a las izquierdas. En ese análisis mapea la red del socialismo científico animada por los Centros Ariel, la Universidad Libre y la Federación de Asociaciones Culturales, y la red del idealismo estético formada por el Ateneo Universitario y el Colegio Novecentista. Palabras clave: Reforma Universitaria - Centros Ariel - Ateneo Universitario - Colegio Novecentista
Abstract
The article analyzes the instances through about 1918 the university students of the city of Buenos Aires was constituted as a political actor linked to the left. This analysis maps the network of the scientific socialism encouraged by the Centros Ariel, the Universidad Libre and the Federación de Asociaciones Cultural, and the network of the aesthetic idealism formed by the Ateneo Universitario and the Colegio Novecentista.
Keywords: Reforma Universitaria - Centros Ariel - Ateneo Universitario - Colegio Novecentista
* La autora es argentina. Posee una maestría en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural en el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Actualmente realiza un doctorado en Historia en la Universidad Nacional de La Plata, con una beca del Conicet. Su investigación está radicada en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina (CeDInCI). E -mail: [email protected]. ar.
Introducción
A lo largo de las primeras décadas del siglo XX los estudiantes de las distintas universidades argentinas mantienen significativos conflictos con las autoridades universitarias. Sin embargo, son los reclamos de los jóvenes de la Universidad Nacional de Córdoba iniciados a fines de 1917 los que funcionan como el aliciente para que en unos pocos meses los estudiantes de todo el país se organicen en una federación y comiencen a impulsar un movimiento de alcance latinoamericano que se propone democratizar las universidades pero también la sociedad en su conjunto.1
En el caso argentino, la Reforma constituye el primer episodio de masas protagonizado por la clase media que, además de estrechar vínculos con el continente, funciona durante décadas como la escuela ideológica de los líderes de la contraélite cultural y política (Portantiero, 1976: 13). Disputadas por la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista y el Partido Comunista, la juventud universitaria y la tradición reformista gestan en sus filas a la "nueva izquierda argentina" de los cincuenta y sesenta. Una izquierda que, a través de publicaciones y colecciones editoriales hoy célebres como Contorno, La Rosa Blindada, Pasado y Presente y Los Libros, consigue renovar las reflexiones sobre el marxismo y la experiencia comunista, así como la relación entre izquierda y peronismo.
En el estallido y pervivencia del conflicto de 1918, sin duda, jugaron un papel decisivo la llegada de los hijos de los sectores medios a la universidad y la conquista del poder estatal alcanzada por la Unión Cívica Radical (el partido representante de las clases medias), así como factores de orden ideológico como el clima de crisis espiritual y de bancarrota del liberalismo que traían la Gran Guerra y la Revolución Rusa -los dos acontecimientos con que habría comenzado el siglo XX-. Pero en la rápida y duradera articulación nacional y continental que lograron los jóvenes universitarios del '18, también fueron centrales las agrupaciones y publicaciones estudiantiles preexistentes, y las prácticas político-culturales que los jóvenes fueron deslindando como propias.
Teniendo en cuenta esos factores diversos, en las páginas que siguen reconstruimos las distintas instancias a través de las que hacia 1918 los estudiantes de la Universidad de Buenos Aires se constituyeron en un actor político ligado a las izquierdas. Específicamente, buscamos mostrar que en ese proceso tuvieron un papel decisivo una serie de agrupaciones estudiantiles que comienzan a aparecer en 1914 y que han quedado prácticamente olvidadas por la bibliografía sobre la Reforma. Según veremos, en torno de esas agrupaciones se habrían articulado dos redes de sociabilidad preocupadas por la identidad política de los estudiantes y divididas por las afinidades culturales: la red del socialismo científico animada por los Centros Ariel, la Universidad Libre y la Federación de Asociaciones
1 Hacia 1918 existían en la Argentina cinco universidades: las de las ciudades de Córdoba, Buenos Aires y La Plata tenían carácter nacional, mientras que las de Santa Fe y Tucumán eran provinciales. Justamente el traspaso a nación de esta última en 1921 es una de las primeras conquistas de la Reforma. Sobre la expansión de la Reforma en Latinoamérica, ver Portantiero, 1976.
Culturales, y la del idealismo estético tramada por el Ateneo Universitario y el Colegio Novecentista.
La identidad de los universitarios porteños: ¿socialistas científicos, idealistas estéticos o católicos espiritualistas?
Las primeras apariciones de la juventud universitaria de Buenos Aires como un actor con voz propia se producen en torno del reclamo por los plazos y aranceles de los exámenes. A las huelgas que protagonizan los estudiantes de la Universidad de Buenos Aires en 1903, se suma en 1905 la protesta, encabezada por los profesores de Medicina y líderes del Partido Socialista Juan B. Justo y Nicolás Repetto, contra el poder exclusivo de las academias universitarias. Si bien ese año los profesores socialistas son expulsados de la universidad, en 1906 los estudiantes consiguen una reforma de los estatutos universitarios que atiende a varios de sus reclamos.
En el marco de esas protestas surgen las primeras organizaciones estudiantiles: en marzo de 1904 obtienen personería jurídica el Centro de Estudiantes de Medicina y el de Ingeniería; en julio de 1905 el de Derecho y en setiembre de 1909 el de Filosofía y Letras. Asimismo, en 1908 los estudiantes fundan la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), un organismo compuesto por dos representantes de cada centro que desde 1911 está inscripto en la Corda Frates Federación Internacional de Estudiantes y que para 1915 representa a cinco mil estudiantes de seis facultades ("La Federación Universitaria de Buenos Aires". Ideas, n° 1, setiembre de 1915. 84-86).2
Esta primera articulación estudiantil marcada por los reclamos gremiales se ve modificada en los años diez por la aparición de agrupaciones con las que los universitarios se proponen intervenir en sectores más amplios de la sociedad. Al respecto, declaraba en 1916 el joven Gabriel Del Mazo, quien entonces estudiaba Ingeniería y presidía el Ateneo Universitario, y que cuando estalle la Reforma se convertirá en uno de sus líderes más reconocidos:3
2 La mencionada Corda Frates, fundada en Turín en 1898, no tiene ninguna relación con la conocida agrupación cordobesa de profesores católicos a la que se enfrentan los jóvenes reformistas en junio de 1918. La federación porteña envía sus representantes al VII Congreso Internacional Universitario, que sesiona en Roma en 1911, y desde entonces las publicaciones de los Centros de Estudiantes de Buenos Aires anuncian en su tapa la adhesión a la Corda Frates FIDE. En cuanto a la organización estudiantil de las otras cuatro universidades de la Argentina, la Federación Universitaria de La Plata se funda en 1911, mientras que la de Córdoba surge en 1918, cuando se desata el conflicto en la ciudad. En esos meses también es fundada la Federación Universitaria Argentina (FUA), que queda conformada por dos representantes de esas federaciones más los enviados por los centros universitarios de Tucumán y Santa Fe. La FUA -como tempranamente muestra su segundo presidente, el joven Julio González- será un organismo central para la coordinación de los primeros reclamos del movimiento de la Reforma (González, 1922).
3 La biografía intelectual de Del Mazo está marcada por su militancia en el movimiento de la Reforma: en 1920 se convierte en el tercer presidente de la FUA, desde 1926 es el encargado de compilar los documentos de la Reforma en versiones que hoy continúan circulando por el continente, y desde los treinta y hasta su muerte en 1969, edita varios libros en los que alienta la identificación de la Reforma con el proyecto de la Unión Cívica Radical.
Relegada la Federación Universitaria a una situación de simple directora, en el sentido gubernativo, de las distintas corporaciones estudiantiles de la ciudad, había menester de una institución que ligara a los estudiantes universitarios por vínculos de familiaridad más acentuada, aumentando su propia aptitud para la vida en común y donde se estudiaran y debatieran los problemas sociales del momento ("Discurso inaugural", Ideas n° 5, mayo de 1916. 91).
Si en los primeros años del siglo XX la FUBA había mostrado su capacidad para expresar las demandas gremiales, la década del diez sugería que era el momento de precisar la proyección social de la incipiente identidad estudiantil. La nueva institución debía dedicarse a la formación cultural y política de los universitarios, sobre todo de aquellos pertenecientes a esas clases medias que no podían coronar su carrera con el viaje iniciático a Europa y que comprendían que les faltaba estudio y debate para intervenir en un sistema político que, luego de prolongados reclamos, comenzaba su apertura democrática.
Una mirada retrospectiva sobre las distintas agrupaciones que por entonces fueron brotando sugiere que en torno de las nuevas inquietudes y prácticas tienden a conformarse tres redes estudiantiles, redes que si bien mantuvieron vínculos porosos entre sí, esbozaron identidades estudiantiles distintivas. Por un lado, los jóvenes identificados con el socialismo científico y comprometidos con la instrucción de los obreros se reunieron en los Centros Ariel (1914-1915), agrupación que se prolongó en la Universidad Libre (19151919) y en la Federación de Asociaciones Culturales (1918-1920). Por esos mismos años se tramó otra red estudiantil que guardó una relación distante -aunque no de enfrentamiento-con el movimiento socialista y que se identificó con una "cultura estética" correctora -y en ciertas cuestiones rival- del cientificismo; allí se encontraban los animadores del Ateneo Universitario (1914-1920), los jóvenes del Colegio Novecentista (1917-1922) y los de la revista Themis (1918-1920). Finalmente, en 1910 son fundados en distintos puntos del país los Centros Católicos de Estudiantes, a éstos se suman en 1917 el Ateneo Social de la Juventud (antecedente del Ateneo de la Juventud de 1922) y en 1918 el Club Universitario de Buenos Aires (CUBA). Asumiendo como lema "Por la fe y por la ciencia católica", los jóvenes que dan vida a esta red se propusieron reemplazar la cultura laica, que predominaba en la mayoría de las universidades, por la católica. Iniciada la Reforma, varios de esos jóvenes buscaron que la democratización no se proyectara al plano político, pues las jerarquías sociales junto a la cultura católica eran la garantía del orden social.4
Con el propósito de organizar y difundir esas preocupaciones culturales y políticas -que desde 1917 se orientan cada vez más a la interpretación política de acontecimientos como la Gran Guerra, la Revolución Rusa, la Reforma Universitaria y las huelgas porteñas de la Semana Trágica de 1919-, los jóvenes no sólo se reúnen regularmente, sino que crean publicaciones periódicas y editoriales. Así, junto a las diversas agrupaciones, se trama un
4 Sobre esta red estudiantil católica, ver Devoto (2009). Para la distinción entre "cultura científica" y "cultura estética", ver Terán (2004: 14-34).
modo específico de contacto y difusión de la cultura letrada. En términos de Julio Noé, quien fuera uno de los fundadores del Colegio Novecentista y un activo miembro de la célebre revista Nosotros, esas experiencias habrían dado nacimiento al "revistero", una figura de intelectual que rivalizó con el "universitario" y que en las primeras décadas del siglo XX tendía a ser animada por jóvenes hijos de extranjeros o extranjeros de nacimiento. Sostiene Noé:
El revistero, así sea de ciencia, de arte o de literatura, se nutre de lo fragmentario, casi siempre de lo nuevo y muchas veces de lo riesgoso, improvisado y poco sabido. El universitario -en teoría, por lo menos- parte de un saber presuntivamente alcanzado y puesto en orden con riguroso método. Acoge con precaucional reserva las tendencias renovadoras, y muchas veces con repudio franco las doctrinas revolucionarias. El revistero, por el contrario, se regodea con lo recién aparecido o diferente. El universitario se envanece de su saber aunque sea poco; el revistero de su información aunque sea inexacta. En fin, el buen revistero es por lo general más ágil y simpático que el buen universitario (1993: 118).
La revista a través de la que los jóvenes de la red del socialismo científico informaron sobre "lo recién aparecido o diferente" fue Ariel (1914-1915). Desaparecida ésta, algunos encontraron lugar en Nosotros (1907-1943), la más influyente revista cultural argentina durante las primeras del siglo XX, dirigida por dos intelectuales progresistas que para mediados de los diez ya habían concluido su paso por la universidad. Por su parte, los jóvenes interesados por el "idealismo estético" fundaron una serie de revistas prácticamente inexploradas por los estudios históricos: Ideas. Órgano del Ateneo Universitario (19151919), los Cuadernos del Colegio Novecentista (1917-1919) y Themis. Revista del Centro de Estudiantes de la Derecho y Ciencias Sociales (1918-1920).5 Finalmente, los difusores de la cultura católica editaron desde 1913 la Tribuna Universitaria. Revista de los Centros Católicos de Estudiantes. Estos revisteros curiosos, receptores entusiastas de nuevas representaciones y prácticas, también proyectaron distintas empresas editoriales. Entre ellas se encuentran la breve experiencia de las Publicaciones de la Universidad Libre, la prolífica Cooperativa Editorial Nosotros y los seis números de las Publicaciones del Colegio Novecentista, en la que publican sus primeras obras los novecentistas y los ateneístas.
Pertenecientes a los sectores medios en ascenso, cuando estos jóvenes consiguen ingresar a la universidad y vincularse con los hijos de la élite, se preocupan no sólo por asegurarse un futuro económico, sino también por disponer instancias de discusión política y cultural, de redacción de manifiestos, de edición de revistas, de organización de conferencias y de contactos intergeneracionales. Y a través de estas nuevas prácticas culturales ponen en circulación autores, citas y colaboraciones que, más allá de las fuertes diferencias, coinciden en definir al estudiante universitario como una figura intelectual con una irrenunciable función social, o bien como un actor que debe decidir su relación con los
5 Agradezco a Karina Vásquez, Verónica Delgado y Hugo Biagini por haberme facilitado el acceso a las colecciones completas de los Cuadernos, Ariel e Ideas.
sectores populares y la política, así como su pertenencia o distinción frente a las fracciones de izquierda que ya habían hecho su aparición en la ciudad de Buenos Aires.
Sobre esos años en los que se estaba gestando la "juventud universitaria" confiesa quien fuera el más activo animador del Ateneo Universitario y un joven miembro del Partido Socialista argentino (PS):
En orden abierto resultaba bravita cada jornada: clases matutinas, de asistencia obligatoria, en Derecho, almuerzo a escape para salir rumbo a un estudio abogadil donde me "especialicé" en juicios ejecutivos, todos iguales, para, a la tardecita y trepando a un tranvía, recalar en las inmediaciones del susodicho islote [la Facultad de Filosofía y Letras]. Algunos días, juntarnos en el Ateneo Universitario con estudiantes de distintas facultades donde charlábamos preferentemente de política y de libros y, por supuesto -como buenos descontentadizos-, arreglábamos de prisa orbe y sus arrabales, las letras y sus suburbios (1930: 135-136).
A pesar de esta y otras referencias ofrecidas por los protagonistas, se conoce muy poco de la trama material y simbólica que se fue tejiendo en esas "charlas de política y libros", así como de las motivaciones que llevaron a muchos de los "revisteros descontentadizos" a confiar en que el movimiento de la Reforma Universitaria era la vía para probar una intervención intelectual que se prolongase más allá de la "clausura de los claustros", según la expresión que ya en 1917 le gustaba utilizar al futuro decano reformista Mario Sáenz. Parte de esas cuestiones son las que abordamos en las secciones que siguen, en las que nos proponemos reconstruir la sociabilidad estudiantil del socialismo científico y del idealismo estético.
La red estudiantil del socialismo científico: los Centros Ariel y sus sucesores
Durante la década del diez José Ingenieros (1877-1925), entonces el intelectual más reconocido de la "cultura científica", comienza a recomponer sus vínculos con las izquierdas al punto que, si bien no volverá a ser parte del PS, la década siguiente lo encuentra convertido en el más activo animador de la red argentina de la "Internacional del Pensamiento".6 Entre los activistas de la Reforma que tempranamente reconocen en Ingenieros a un "maestro de la juventud" se destacan los jóvenes Alberto Palcos (18941965) y Gregorio Bermann (1984-1972). Ambos son partidarios del "idealismo experimental" de El hombre mediocre (1913) y Hacia una moral sin dogmas (1917), y a lo largo de sus prolongados itinerarios intelectuales retoman la acusación que realiza Ingenieros a los simpatizantes del "idealismo antipositivista" de orientar las preocupaciones
6 Desde 1919 Ingenieros no sólo difunde los manifiestos del grupo parisino Clartè! que dirigen Henri Barbusse y Romain Rolland, sino que en respuesta a ese llamado financia entre 1919 y 1920 la primera revista Claridad de Buenos Aires. Para un perfil intelectual de Ingenieros, ver el clásico estudio de Terán (1986) y los nuevos aportes de Tarcus (2011). Sobre la relación del joven Ingenieros con el socialismo, Tarcus, 2007A: 412-444.
intelectuales hacia entidades "casi místicas", como el espíritu y lo trascendental, en lugar de desarrollar una ciencia capaz de resolver los problemas sociales y de construir ideales morales.7
En los años diez, los dos jóvenes cursan estudios en Medicina en la Universidad de Buenos Aires, se interesan por la filosofía cientificista y forman parte del progresismo político: Palcos se afilia al PS en abril de 1913 y Bermann participa desde 1913 en la Liga de Educación Racionalista argentina y su órgano La Escuela popular.8 Si bien cuando estalla la Reforma ambos se ponen al frente de la fracción que reclama la extensión de la "Revolución Universitaria" al resto de la sociedad y la unión obrero-estudiantil, es interesante descubrir que ya varios años antes intentan otorgar un perfil cientificista y socialista al estudiantado universitario porteño.
1914 encuentra a Bermann y Palcos formando parte del pequeño grupo de veinteañeros cercanos al PS y defensores del cientificismo que funda los Centros Ariel y edita la publicación Ariel. Revista mensual de ciencias, letras y artes. El primero se encarga de la tesorería de los centros, el segundo dirige los cinco números de Ariel, aparecidos entre junio de 1914 y enero de 1915. Sobre las motivaciones de este grupo -totalmente olvidado por la bibliografía sobre la Reforma- Bermann dejó un brevísimo relato:
A comienzos de siglo, Paul Groussac, entonces una especie de dictador intelectual de la Argentina, nos contó en qué se resolvía todo aquel tumulto, que designó con un calificativo: civilización 'mamuth'. ¿Para qué el conocimiento directo? 'Del Plata al Niágara', hoy olvidado, fue el itinerario para los argentinos, que sin necesidad de tomarse el trabajo de verlo con sus propios ojos, deseaban tener una 'opinión' sobre el coloso del Norte. El mensaje de Rodó a la juventud continental afianzó la convicción de que estábamos en el justo camino frente a Cartago. Y nos lanzamos a fundar "Centros Ariel" para difundir nuestras idealidades (1946: 249).
En esa fundación quedaba condensada una original apropiación del juvenilismo espiritualista puesto en circulación desde el 1900 por el ensayo Ariel de José Enrique Rodó. Por un lado, el Cartago frente al que los arielistas porteños trazan el "justo camino" porta un carácter más claramente "burgués" que el del intelectual uruguayo y, por otro, las idealidades que las juventudes deben difundir para combatir el "filisteísmo cartaginés" no se identifican con una cultura estética capaz de formar un espíritu selecto, sino con la ciencia socialista y su difusión entre los obreros. En efecto, si bien las cincuenta páginas
7 Si bien Ingenieros sintetiza esta denuncia en su libro Emilio Boutroux y la filosofía francesa de 1922, tanto él como sus discípulos ya venían formulando la misma crítica en sus artículos sobre Ortega y Gasset, Kant y d'Ors. Por otra parte, desde 1917 los tres son entusiastas defensores de la Revolución Rusa, e incluso entre 1917-1919 Palcos participa activamente en la articulación partidaria de la fracción tercerista del socialismo argentino: dirige la revista La Internacional, órgano del Partido Socialista Internacional (que a fines de 1920 cambia su nombre por el de Partido Comunista) y es candidato a diputado de aquel partido en 1918. En la década del veinte, al igual que Bermann, vuelve al PS, al menos hasta la década del cuarenta.
8 Una breve referencia del joven Palcos puede encontrarse en Campione. Sobre el itinerario intelectual de Bermann, ver Celentano.
que componen cada entrega de la revista Ariel cuentan con el financiamiento de algunas publicidades comerciales, sin duda fue central el apoyo de los profesionales y líderes socialistas que aparecen en la página de avisos y que ofrecen sus escritos. Entre otros figuran Enrique Del Valle Iberlucea, Mario Bravo, Alfredo Palacios, Antonio de Tomaso y José Ingenieros, quien en mayo de ese año había regresado a Buenos Aires luego de su autoexilio europeo.
Los arielistas abren el número dos y el cuatro y cinco (de aparición doble) de su revista con textos inéditos sobre la cultura filosófica española cedidos por Ingenieros.9 Otras figuras reconocidas ligadas al socialismo y el cientificismo que publican notas breves son el diputado Antonio de Tomaso y los profesores de Psicología Experimental Rodolfo Senet, Carlos Rodríguez Etchart (entonces decano de la recientemente fundada Facultad de Ciencias Económicas) y el joven Enrique Mouchet (otro discípulo de Ingenieros que en 1923, mientras ejerce el cargo de concejal de la ciudad de Buenos Aires por el PS, asume el primer decanato reformista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de La Plata). Más allá de la matriz cultural que pone en evidencia esta sociabilidad, la formulación más clara de la traducción evolucionista y socialista propuesta por los arielistas porteños seguramente la ofrezca el manifiesto con que Palcos inaugura la revista. Afirma allí:
El ideal, en efecto, es una fuerza de primer orden que impulsa constantemente a la especie humana a ascender en busca de las cumbres más excelsas de la vida humana, quien no acaricia ninguno es un ser detenido, retardado, en la evolución de la especie, un fósil, una hosca caricatura humana.
Para abrigar un ideal requiérese tener amplios horizontes mentales, contemplar el panorama de la vida con una mirada global y sintética, ser en una palabra, hombres y no un rodaje subalterno en la mecánica social (Palcos, "Los ideales de la juventud", Ariel, n° 1, junio de 1914. 4).
Y unos párrafos después declara Palcos que enfrentándose al criterio de autoridad y el imperio de las ideas que, además de aniquilar la originalidad, enseñorean el servilismo y el egoísmo:
El "Centro de Estudios Ariel" formado por jóvenes que conservan intactos la integridad de sus espíritus, propónese reaccionar contra tal estado de cosas por medio del estudio, de la acción, de la discusión, de la difusión de los conocimientos, del cultivo de la sociabilidad, de la ciencia y del arte (Idem, 5).
9 "Los estudios filosóficos en el Renacimiento Cultural de Cataluña". Ariel, n° 2, agosto de 1914. 49-54; "Un filósofo del año veinte. Juan M. Fernández Agüero", Ariel n° 4/5, diciembre de 1914/enero de 1915. 1-4. Por su parte, en setiembre de 1914 Nosotros publica "El Renacimiento Cultural de Cataluña", otro apartado del estudio que se encontraba realizando Ingenieros y que formará parte del libro La cultura filosófica en España editado en Madrid en 1916.
Una nueva formulación de esas idealidades aparece en "Aristocracia del talento", la nota del mismo número que firma Julio R. Barcos. El pedagogo anarquista, entonces presidente de la sede argentina de la Liga de Educación Racionalista, sentencia:
Acabaron para siempre todas las filosofías aristocráticas que aíslan, ensordecen y estilizan a los hombres de talento. La ciencia ha roto todos los dogmas y todos los ritualismos herméticos [,..].Ha muerto (teóricamente) en política [el privilegio], pero ha resucitado en los hechos reales de la existencia económica y pretende enseñorearse en el mundo intelectual. Pues bien, es preciso concluir con todas las aristocracias, inclusive la del talento, ya que de la intelectualización del pueblo provendrá como consecuencia lógica la desaparición de todas las castas privilegiadas inclusive las de los sabios y artistas (26).
Los veinteañeros comienzan sin demoras las dos tareas trazadas por Barcos. Por un lado, organizan conferencias dirigidas a los socios universitarios, en las que discuten las filosofías aristocráticas que pretenden enseñorearse en el mundo intelectual. Informa el segundo número de Ariel que, además de las conferencias "La Filosofía de Nietzsche" y "Estética", una tercera versó sobre la "Psicología Trascendental" y que el señor A. Saravia "llegó a conclusiones francamente espiritualistas, siendo refutado contundentemente por varios concurrentes". Asimismo, la revista aclara que la discusión sobre "El Darwinismo Social" fue larga y amena y "en general, todos los que hablaron estuvieron concordes en admitir que el principio de la selección natural no rige la lucha por la existencia en la especie humana" ("Del Centro de estudios Ariel", Ariel, n° 2, agosto de 1914. 102).
A esa formación teórica se suma "El materialismo o economicismo histórico", un ensayo aparecido en el número 4/5 de Ariel, con el que Palcos procura mostrar la compatibilidad entre el discutido principio formulado por Marx de que "la estructura económica de la sociedad es la base sobre la que se levanta el edificio jurídico y social" y los últimos desarrollos de la sociología evolutiva. Al igual que en el citado manifiesto, el joven equipara los ideales arielistas al evolucionismo socialista y al compromiso de su difusión, pero ahora también menciona explícitamente a sus maestros locales: el Ingenieros de Sociología argentina y el Juan B. Justo de El socialismo argentino garantizarían la compatibilidad entre la economía marxista y la moderna sociología. Y el joven concluye con la característica descripción de la sociedad que reemplazará a la burguesa:
Cada hombre desarrollará por completo su personalidad y desaparecerá, con la abolición del vasallaje económico, la dependencia humillante de un hombre de otro hombre, de un pueblo de otro pueblo.
No se conocerán las guerras; se archivarán los mortíferos cañones; se extenderá la cultura y brillarán soberanos el arte y la ciencia, enriquecidos por el aporte espontáneo del mayor número. [...] y por una paradoja extraña aquellos que sostienen que hoy gobiernan más las nobles elaboraciones del intelecto que el economicismo, contribuyen, con su cómoda convicción, a prologar indefinidamente el imperio de las fuerzas económicas que tanto detestan, lejos de apresurar su evolución inevitable (Ariel, n° 4/5, diciembre de 1914, enero de 1915. 27).
Admitida la posibilidad de apresurar la evolución inevitable, los arielistas no pueden conformarse con pregonar únicamente en el mundo intelectual la inminencia de nueva sociedad.10 De ahí que también emprendan la "intelectualización del pueblo" reclamada por Barcos. Las notas "Extensión Universitaria" informan sobre los cursos populares que comenzaron a dictarse: "Anatomía" a cargo de Bermann, "Fisiológica e Higiene" dictado por Ubaldo Isnardi, "Biología" por Mario E. Massa, "Historia" por Graciano Recca y "Economía Política" por Simón Scheimberg. Los próximos cursos serían: "La población en relación con la Economía Política" por Isaac Palcos, "Instituciones del Progreso Social" por J. Piñero (hijo) y "Economía Política" por N. Martínez ("Del Centro de estudios Ariel", Ariel, n° 2, agosto de 1914. 103; "Centro de estudios Ariel", Ariel, n° 3, setiembre de 1914. 152).
Estos títulos permiten precisar la estrategia intelectual del grupo. Si entre los universitarios es necesario desenmascarar lo que Barcos califica de renovados "dogmas y ritualismos herméticos" (lo que en Psicología se traduciría en la refutación de las nuevas corrientes trascendentales y la opción por una disciplina experimental fundada en el laboratorio, y en Economía en la compatibilización del marxismo con el evolucionismo), entre los obreros directamente deben difundirse las verdades establecidas por las ciencias naturales y la "economía política" identificada con el socialismo.
Y el joven Bermann es quien se encarga de explicitar a los lectores de Ariel la importancia de la instrucción popular. En "'Cuestiones obreras' por Altamira", reseña elogiosamente el libro del profesor español Rafael Altamira al punto que identifica la plataforma de los arielistas locales con la "misión de cultura popular" que el grupo de Altamira, entonces ligado al Partido Socialista Obrero Español, llevaba a cabo en la Universidad de Oviedo. Sostiene Bermann sobre el libro que "su contenido concreta aspiraciones que bullían en la mentalidad del medio ambiente [argentino]", que "ha servido de segura guía a realizaciones en germen, y que su contenido ha tenido notable influencia en la obra cultural que se está desplegando". Esta obra cultural no sólo se dirigía a un destinatario preciso, sino que era el primer peldaño en la conquista de justicia económica que emprendía el socialismo: "Fuerzas inhibitorias de toda índole impiden a una inmensa mayoría -a los obreros, sobre todo- obtener lo que en justicia les corresponde, como seres superiores. Es necesario destruir esas fuerzas, y la difusión de la cultura es primordial para esta obra de idealismo" (Ariel, n° 3, setiembre de 1914. 97-100).
Luego del quinto número de Ariel, correspondiente a diciembre de 1914/enero de 1915, el grupo parece haberse disuelto. Sin embargo, en los años siguientes sus miembros animan la Universidad Libre y la Federaciones de Asociaciones Culturales, dos agrupaciones de intelectuales que, si bien no difunden una identidad juvenilista, tienen una intención afín a los Centros Ariel.
10 Esta conciliación entre la ley de la evolución de la humanidad y su posible aceleración también es central en los proyectos socialistas de las asociaciones mutualistas y la Sociedad Luz. Para un minucioso análisis de esta última, ver Barrancos (1996).
Por un lado, siete de los trece miembros de esa Universidad Libre, fundada en setiembre de 1915, provienen de la comisión arielista: Isaac Palcos, Alberto Palcos, Bermann, Massa, Scheimberg, José F. Grosso y Arturo Blanco. En esta nueva experiencia, los estudiantes universitarios se organizan en torno de una figura magisterial: el primer presidente es el diputado socialista Augusto Bunge, mientras que en 1918 ese cargo lo ocupa Ingenieros. Si bien la Universidad Libre no edita una revista, su manifiesto fundacional formula propósitos sumamente similares a los de los Centros Ariel: proclama como primer propósito "dedicarse a la investigación de los problemas científicos de interés social, refiriéndolos, en lo posible, a nuestro país", y como segundo propósito "difundir entre el pueblo la mayor suma de conocimientos útiles a su elevación económica, intelectual, artística y moral" ("Universidad Libre", Ideas n° 4, marzo de 1916. 74-76).11
Por otro lado, el último número de Ariel coincide con la aparición de la célebre Revista de Filosofía. Ciencia, Cultura y Educación que dirige Ingenieros hasta su muerte en 1925, y que hasta el cierre en 1929 queda a cargo de Aníbal Ponce (1898-1938), un discípulo que desde fines de los veinte se reconoce marxista y se convierte en "compañero de ruta" del Partido Comunista argentino. Los animadores de los Centros Ariel podían adherir al tratamiento positivista de los problemas filosóficos (ligados, sobre todo, a la pedagogía, la psicología experimental y la sociología) que realizaban en la revista varios de sus profesores universitarios. Pero seguramente hayan encontrado más afinidades con la Revista de Filosofía hacia 1917, cuando acompañando el creciente interés de Ingenieros por la intervención intelectual ligada a las izquierdas, la publicación dedica un mayor espacio al tratamiento progresista de los acontecimientos políticos coyunturales. Más precisamente, a medida que avanzan en sus estudios, los antiguos arielistas encuentran en la Revista de Filosofía no sólo un lugar para publicar sus reseñas y artículos filiados con el cientificismo, sino también una fuente de argumentos a favor del bando aliado durante la Primera Guerra Mundial, de la Revolución Rusa y de la Reforma Universitaria, así como contra la violenta reacción nacionalista porteña que en 1919 reprime la huelga de la Semana Trágica.12 Otra publicación que, si bien no descartó la difusión de otros horizontes culturales, colaboró decididamente en el tramado de la red de socialismo cientificista fue la revista
11 Las únicas actividades de la Universidad Libre que hemos registrado son tres conferencias: en noviembre de 1917 Roberto Giusti diserta sobre Payró, ese mismo año el profesor Ernesto Nelson aborda la cuestión del analfabetismo, y en mayo de 1919 Paulina Luisi, la activista feminista y primera médica uruguaya, se ocupa de la trata de blancas y el problema de la reglamentación. La conferencia de Nelson fue publicada como folleto, bajo el título Nuestro Analfabetismo, en el único número que aparentemente apareció en las "Publicaciones de la Universidad Libre".
12 Si bien en sus inicios la Revista de Filosofía asumió una perspectiva relativamente atemporal con la que realizó un tratamiento filosófico "científico" y reunió a intelectuales positivistas de un amplio espectro ideológico, desde abril de 1917 decide tomar partido a favor del bando aliado y en 1918 publica distintos artículos sobre la Revolución Rusa. Ese año dedica un número a la Reforma Universitaria y en 1919 otro a criticar la reacción nacionalista durante la Semana Trágica. Asimismo, desde 1919 conviven en la revista los artículos sobre temas científicos con los que difunden el proyecto de Clarté!. Para una caracterización de la intervención positivista de la Revista de Filosofía, ver Rossi (1999). Sobre la Semana Trágica, ver Godio (1986).
mensual de literatura, filosofía y ciencias sociales Nosotros (1907-1943). Los directores de esta influyente revista, Alfredo Bianchi y Roberto Giusti, lograron trabar un amplio pacto intergeneracional y político, que no les impidió reconocerse como intelectuales ligados a las izquierdas.13 Cuando se inicia la Reforma, hacía varios años que esos dos hijos de inmigrantes habían concluido su paso por la Facultad de Filosofía y Letras; a diferencia de la publicación de Ingenieros, el movimiento estudiantil no tiene un espacio en Nosotros, pero sí lo tiene el socialismo científico. A lo largo de la década del diez, Bermann publica en Nosotros sus artículos sobre los últimos avances de la filosofía cientificista (tema que aborda en 1919 en su tesis de doctor en Medicina, titula "El determinismo en la ciencia y en la vida"), y desde 1916 Palcos toma a cargo la sección "Filosofía y psicología", en la que reseña las nuevas publicaciones desplegando un juicio crítico claramente identificado con la impronta científica y socialista.
En esa sección, Palcos se atrevió a cuestionar el anticientificismo que Ortega y Gasset propuso en sus concurridas conferencias porteñas de 1916; y en 1918 defendió las Proposiciones relativas al Porvenir de la Filosofía de Ingenieros ante los ataques antipositivistas. Por su parte, Bermann publicó en 1921 un análisis de la filosofía de d'Ors en la que realiza críticas similares a las de Palcos. Pero esta impronta también fue defendida por los directores de Nosotros, quienes en varias editoriales encontraron la oportunidad de mostrar sus simpatías por esa ciencia socialista que garantizaba el progreso de la humanidad. A ello se suma el hecho de que Giusti (afiliado al PS desde 1916) ocupó en 1918 la vicepresidencia de la Universidad Libre, coincidiendo con la presidencia de Ingenieros, y que Giusti y Bianchi colaboraron en la mencionada revista Claridad que financió Ingenieros entre 1919 y 1920.
Volviendo a los jóvenes arielistas, en los años previos a la Reforma Palcos y Bermann, además de participar en la trama de la Universidad Libre, la Revista de Filosofía y Nosotros, intervienen en otros espacios estudiantiles. El primero participa desde 1915 en el Ateneo Universitario y su revista Ideas -dos instancias que analizaremos en el apartado siguiente-, mientras que el segundo se vale de las intervenciones de Ingenieros para orientar otras dos formaciones estudiantiles: Verbum, la revista del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras, que dirige entre abril de 1916 y junio de 1917; y el centro de estudiantes de esa facultad, que preside entre junio de 1917 y abril de 1918. Continuando la propuesta que había iniciado como arielista, Bermann declara en el primer número de Verbum a su cargo:
Anhelamos que nuestra Revista sea un documento vivo y palpitante de la juventud que milita rumorosa en la Universidad. Y por eso es preciso que los jóvenes dejen oír sus voces expresivas, no sólo en los dominios generales de la Ciencia y de la Filosofía, sino en la aplicación de éstas a todos aquellos órdenes contemporáneos de la vida que nos afectan, con preferencia de nuestro ambiente y de nuestro país. Y tanto como ello, es para nosotros
13 Sobre el itinerario político-intelectual de Giusti, ver la entrada en Tarcus 2007B. Sobre Nosotros, ver Delgado (2010) y Shumway (1999).
importante, los diferentes estadios mentales, las manifestaciones íntimas, los anhelos inexpresados, los grandes ideales de la juventud, todo este conjunto de emociones y de ideas que se agitan con vehemencia en las almas juveniles, constituyendo su más preciado tesoro ("Vida universitaria". Verbum, n° 31-32, mayo-junio de 1916. 103.).
Si bien Bermann no formula aquí un compromiso explícito con los obreros, el perfil de filosofía y estudiante que pregona entre los asistentes a la Facultad de Filosofía y Letras continúa identificado con una ciencia ligada al socialismo. En los tres números dobles que dirige, busca que la publicación estudiantil deje de ser un "canasto de apuntes" o una "revista de corte académico" para convertirse en un instrumento de discusión sobre el lugar de la universidad en la sociedad y, más específicamente, de construcción de una universidad popular. Así, en el manifiesto que abre el número de mayo-junio de 1917 sostiene:
Los universitarios, profesores, alumnos y profesionales, sentirán en toda su amplitud el dicho vulgar: a una mayor cultura, corresponde una mayor capacidad para la acción, más deberes que cumplir. Los universitarios, ante la nueva función de la universidad, que se vislumbra, tendrán una enorme misión que llenar. Este movimiento de renovación de la Universidad tiene, en nuestro sentir, una alta finalidad democrática. La Universidad perderá las características adustas, de privilegio, que le ha trasmitido la tradición hispano-colonial, y conservando el sentido de un alto instinto de estudio, se acercará al pueblo, le servirá con su trabajo espiritual; la Universidad se refundirá con el pueblo, y surgirá por encima, del mismo modo que sobresale la cabeza del nadador por encima de las aguas uniformes, ligeramente encrespadas aquí y allá: tal es el ideal ("En busca de maestros". Verbum n° 35-36, mayo-junio de 1917. 2).
En 1917 Bermann ya no alimenta el ideal con el discurso de Rodó ni menciona la experiencia de Altamira en la Universidad de Oviedo; la fuente es ahora el Ingenieros del folleto "La filosofía científica en la organización de las universidades" de 1916 y de las lecciones sobre eticismo laico, dictadas en 1917 en la Facultad de Filosofía y Letras y publicadas ese mismo año bajo el título Hacia una moral sin dogmas y una dedicatoria al Centro de Estudiantes. Por cierto, al igual que lo había hecho con la revista Ariel, el maestro ofrece sus artículos inéditos a Bermann para dar prestigio y solidez a Verbum.14 E incluso Ingenieros felicita en su Revista de Filosofía al centro que preside su discípulo por "el bello gesto" de adherir al movimiento a favor del profesor español Julián Besteiro
14 Ingenieros publica allí: "Los ideologistas argentinos" (Verbum n° 31-32, mayo-junio de 1916. 13-50) y "Otras influencias sansimonianas durante la emigración" (Verbum n° 33-34, julio-agosto de 1916. 12-22). Una versión corregida de ambos artículos aparece en La evolución de las ideas argentinas de 1918. En Verbum n° 31-32, Bermann reseña elogiosamente el mencionado folleto, trascripción de una conferencia pronunciada por Ingenieros en 1916 en el Congreso Científico Panamericano de Washington. En 1920 el texto de Ingenieros circula profusamente entre el ala radicalizada de la Reforma bajo una nueva versión titulada La universidad del porvenir. Asimismo, la primera edición de Hacia una moral sin dogmas (1917), texto que refuerza el llamado a la juventud latinoamericana de su exitoso libro El hombre mediocre, está dedicada al centro de estudiantes de esa facultad.
(preso y condenado a muerte por organizar la huelga obrera general de 1917).15 Además de reproducir la carta que en calidad de presidente del Centro de Estudiantes Bermann envía a Besteiro y la respuesta de éste, Ingenieros aprovecha el saludo para publicitar el perfil de estudiante que busca modelar. Sostiene allí que para el universitario la filosofía no debe ser "un entretenimiento profesional, ni una cavilación erudita, ni un camino para hacer carrera, ni un modo de disfrazar con palabras las creencias que es peligroso profesar; tampoco [debe ser] un refugio para eludir los compromisos inherentes a la acción militante" ("Estudiantes de Filosofía y Letras: Mensaje a Julián Besteiro". Revista de Filosofía, enero de 1918. 147148).
Bajo la acción militante de Bermann, durante 1917 el Centro de Estudiantes proyecta un ciclo de conferencias de Extensión Universitaria que preveía la participación de figuras ligadas a la cultura científica y de izquierdas: el filósofo uruguayo Carlos Vaz Ferreyra disertaría sobre los problemas filosóficos contemporáneos, el profesor español Julio Rey Pastor sobre la filosofía matemática, el profesor y director del internado del Colegio Nacional de La Plata Ernesto Nelson sobre las nuevas orientaciones de la educación, y la médica y militante del feminismo socialista Alicia Moreau sobre la educación de la mujer y los problemas contemporáneos. Moreau abre el ciclo el 24 de abril de 1918, pero las conferencias siguientes se suspenden luego de que el centro cambia de autoridades.
El perfil científico y militante de filósofo que Bermann difunde entre los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras no logra articular una institución que se prolongue más allá del '18, y una de sus dificultades mayores la haya presentado la reacción organizada de los jóvenes antipositivistas y distantes del socialismo. Pues en junio de 1917 el veinteañero José Gabriel convoca a otros estudiantes de esa facultad a fundar el Colegio Novecentista, un grupo de estudios que en sus inicios se erigió en una suerte de centro paralelo al oficial a cargo de Bermann hasta abril de 1918. El nuevo grupo participó de la red del "idealismo esteticista" que desde 1914 había comenzado a tramar el Ateneo Universitario y si bien su revista deja de aparecer a fines de 1919, las reuniones continúan en casa de uno de sus fundadores, Jorge Max Rohde, al menos hasta 1923.
En cuanto a Bermann, apenas se inicia la Reforma funda la Federación de Asociaciones Culturales, con la que busca unificar los reclamos de las diversas agrupaciones socialistas y con la que seguramente haya intentado cumplir el encargo implícito de establecer las relaciones de estudiantes y obreros que, según Del Mazo, le había realizado a Bermann el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, reunido en Córdoba en julio de 1918 (Del Mazo, 1976: 101). Los pocos datos que se conocen de esta federación refuerzan la idea de una activa apuesta intergeneracional ligada al socialismo científico. Los manifiestos que la Federación publica en la Revista de Filosofía y en Ideas guardan una fuerte afinidad con los
15 Besteiro tenía a cargo la cátedra de Lógica en la Universidad Central de Madrid, en la que Ortega impartía Metafísica. Ambos se habían formado en el Instituto Libre de Enseñanza y habían viajado en el mismo grupo a Alemania para formarse en el neokantismo. Sin embargo, Besteiro se interesa allí por el socialismo de Kautsky, y a su regreso se convierte en un activo intelectual del Partido Socialista Obrero Español.
Centros Ariel. Y a ello se suman tres acontecimientos: la Federación es la organizadora del acto de 1918 en el que Ingenieros pronuncia su célebre y polémico discurso a favor de la Revolución Rusa, acto en el que Giusti y Bermann se encargan de presentar al maestro; la Revista de Filosofía, además de reproducir inmediatamente el discurso de Ingenieros, firma y publica el manifiesto de 1919 con el que la Federación critica la reacción nacionalista de la Semana Trágica; finalmente, la publicación ofrece sus páginas al joven médico socialista Nicolás Besio Moreno, entonces presidente de la Federación, para que en el número de noviembre de 1919 explique y difunda en un largo artículo los fines de esa federación.
La red estudiantil del idealismo estético y sus tensiones políticas: el Ateneo Universitario y el Colegio Novecentista
En abril de 1914, por iniciativa del sociólogo Carlos Octavio Bunge (1875-1918) y su joven discípulo José María Monner Sans (1896-1987), es fundada en Buenos Aires la "Sección de Estudiantes Universitarios" del Ateneo Hispano-Americano, sección que en 1916 se independiza para adherirse al Museo Social Argentino y tomar el nombre primero de "Ateneo de Estudiantes Universitarios" y luego de "Ateneo Universitario".16 Bajo la figura aglutinante de Monner Sans, este grupo estudiantil, que pervivió hasta 1920, editó veintidós números de la revista bimensual Ideas, aparecidos entre setiembre de 1915 y agosto de 1919, y diecinueve números del quincenario Clarín, aparecidos entre setiembre de 1919 y marzo de 1920. Sobre el origen del Ateneo recuerda Del Mazo:
Con estudiantes de otras facultades concurrimos a la constitución y progreso del Ateneo de Estudiantes Universitarios fundado en 1914, a la iniciativa del estudiante de derecho José M. Monner Sans, el principal de sus animadores. Como decían los estatutos, el propósito de la entidad, que llegó a tener trescientos asociados cotizantes, era el de "estimular los estudios de interés general que traspasan el dominio de las especializaciones científicas, profesionales y técnicas". Ejercí, conjuntamente con la presidencia del Centro [de Estudiantes de Ingeniería], la presidencia del Ateneo, y participaron en las tareas del nuevo núcleo, caracterizado por la crítica y el estudio de los temas más vivos de la Universidad, varios estudiantes del Centro de Ingeniería (1976: 72).
Para alcanzar esa formación general, los jóvenes organizan: una comisión directiva encargada de las reuniones semanales, "comidas del Ateneo" que fomentan los vínculos entre los estudiantes, y ciclos anuales de conferencias. Asimismo, Ideas se encarga de difundir las actividades y documentos del grupo, junto a los artículos y reseñas
16 Monner Sans había sido alumno de Bunge en la Facultad de Derecho. En 1914 este miembro destacado de la aristocracia porteña ejerce la presidencia del Ateneo Hispano-Americano (que había sido fundado el año anterior) y le propone al joven organizar la sección de estudiantes. Tanto en este ateneo como en el Museo conviven intelectuales consagrados de diversas tendencias políticas. Un ejemplo de ello lo ofrece el hecho de que luego de la presidencia de Bunge, un intelectual difusor del darwinismo social, el cargo lo ocupe Manuel Ugarte, un socialista por entonces ya embarcado en su reconocida campaña antiimperialista.
bibliográficas sobre historia, psicología, literatura y arte, provenientes de la pluma de los estudiantes.17
Convencido de que la representación gremial de los estudiantes alcanzada por la FUBA necesita un correlato cultural, en sus primeros años el Ateneo prioriza la confluencia del mayor número de los estudiantes, al punto de que las preferencias por la cultura grecolatina, el laicismo y el socialismo de su principal animador no impiden que participen activamente del proyecto jóvenes simpatizantes del esteticismo católico, como Tomás Casares Atilio Dell'Oro Maini y Jorge Max Rodhe, junto con jóvenes laicos como Del Mazo y difusores del socialismo cientificista como el mismo Palcos. E incluso la primera presidencia del Ateneo de Monner Sans es sucedida por Casares, un joven estudiante de Derecho y Filosofía que no sólo se interesa por la difusión del neotomismo (tema que elege en 1918 para su tesis de doctor en Jurisprudencia), sino que ya ha comenzado a animar junto a Dell'Oro Maini la red de estudiantes católicos.18
Por otra parte, a pesar de la presencia de ese filón católico, en su comienzo el proyecto del Ateneo cuenta con el padrinazgo de un intelectual laico y cientificista como Ingenieros, quien -como dejan constancia los balances del grupo publicados en Ideas- pagó la publicidad de su colección de los clásicos nacionales La Cultura Argentina entre noviembre de 1915 y julio de 1917, y fue varias veces señalado por los jóvenes como un referente. Pero no es el cientificismo que Ingenieros difunde en su Revista de Filosofía, sino la propuesta política de Sociología Argentina lo que interesa a los ateneístas. En efecto, en la conferencia inaugural del grupo Monner Sans sostiene que, además de formar su juicio estético y cultural, los jóvenes retomarán la iniciativa ingenieriana de que el juicio político se exprese mediante partidos políticos cuyos programas representen los intereses económicos de los distintos sectores de la sociedad.19 Comprometida en esa empresa, Ideas dedica el número aparecido antes de la elección presidencial de 1916 a presentar a los distintos partidos políticos; asimismo, en los números siguientes, algunos de sus redactores critican a la Unión Cívica Radical, que conquista el poder luego de esas elecciones, por su carencia de programa y de interpelación a una clase específica.
17 El director de los primeros quince números de Ideas fue Monner Sans, el n° 16 lo dirigió Alberto Britos Muñoz y del n° 17 al n° 22 Francisco de Aparicio; Monner Sans siguió formando parte del equipo de redactores.
18 Los veinteañeros que se sucedieron en la presidencia del Ateneo fueron: en 1914 Monner Sans; en 1915 Casares; en 1916 Del Mazo, reemplazado por Agustín de Vedia cuando aquel renuncia para concentrarse en el Centro de Estudiantes de Ingeniería; en 1917 Casares, reemplazado por Muñoz Montoro cuando aquel renuncia en desacuerdo con el posicionamiento divorcista de Ideas; en 1918 Aparicio, reemplazado por Horacio Pozzo cuando aquel asume la presidencia de Ideas; en 1919 Muñoz Montoro. Este año la vicepresidencia la ocupa por primera vez una mujer, la egresada de la Facultad de Filosofía y Letras Lidia Peradotto, quien entonces es la rectora reformista del Liceo de Señoritas de La Plata.
19 Monner Sans, "La función social de nuestra generación", Revista de Criminología, Psiquiatría y Medicina Legal II, Buenos Aires, 1915. 292-305.
Hacia 1916, cuando ya se han dado cierta organización, los ateneístas buscan que sus vínculos estudiantiles se extiendan más allá de Buenos Aires. Así, consiguen corresponsales en Santa Fe, Rosario, Córdoba, Montevideo, Tucumán y La Plata. Además, a mediados de 1916 envían a Córdoba al joven Hiriam Pozzo (quien en 1918 será el primer secretario de la FUA y luego tendrá una destacada trayectoria reformista en la Universidad del Litoral) para que pronuncie una conferencia a favor del poeta Arturo Capdevila, y con ello apoye la cultura laica frente al intento de censura emprendido por los representantes cordobeses de la cultura católica. Desde entonces los jóvenes porteños estrechan lazos con la recientemente fundada Asociación Córdoba Libre, un grupo animado por los profesionales cordobeses que en 1918 se convertirán en maestros del movimiento reformista y líderes del ala radicalizada. Entre estos se encuentran, además de Capdevila, Deodoro Roca, Arturo Orgaz y Saúl Taborda.20 A estos contactos los ateneístas suman los provenientes de Madrid: en 1917 consiguen, por intermediación del mismo Rafael Altamira, un corresponsal madrileño: Eugenio López-Aydillo es el encargado de informar de primera mano sobre los avances de la renovación española.
El interés por esta renovación es notorio a lo largo de las páginas de Ideas. En efecto, si bien el peculiar juvenilismo arielista de los jóvenes socialistas y cientificistas abreva en la labor cultural española, Monner Sans busca orientar el juvenilismo del Ateneo siguiendo el proyecto de instrucción estudiantil de matriz grecolatina que por entonces realizan la Residencia de Estudiantes de Madrid y el filón radicalizado de la "renovación española". Para ello, el joven reseña cada texto juvenilista que llega de la editorial de la Residencia (Onis, Zulueta, d'Ors, Azorín y Altamira), presenta el semanario madrileño España (del que destaca el tono combativo e inquietante adquirido desde 1915, cuando Luis Araquistáin reemplaza a Ortega y Gasset en la dirección), y anuncia la formación de un grupo de lectura sobre los textos juvenilistas de d'Ors, Onís y Zulueta. Asimismo, bajo el seudónimo de "Aserrín", Monner Sans comienza a publicar en Ideas un sarcástico anecdotario de los "niños bien" o "pingüinos" que estudian en la Facultad de Derecho de Buenos Aires, anecdotario que es presentado como la versión local de Las confesiones de un pequeño filósofo del renombrado residente Azorín.21 Y la guía que estos porteños creen encontrar en los madrileños es tal que planean la fundación de una Residencia en Buenos Aires, e incluso arriendan un campo a las afueras de la ciudad de Buenos Aires para "aplicar aquí los sanos principios de aquella pedagogía española" (Monner Sans, 1930: 17-18).22
20 La conferencia de Pozzo es reproducida bajo el título "Plática cordobesa" en Ideas, n° 7, setiembre de 1916. 84-98. Para una reconstrucción del grupo cordobés, ver Navarro.
21 Otro testimonio del lugar magisterial asignado a Azorín lo ofrece el artículo de Ideas, firmado por Hiriam Pozzo, sobre los nuevos poetas cordobeses Arturo Capdevila, Raúl Orgáz y Deodoro Roca (quienes, como mencionamos, formaban Córdoba Libre y liderarán la Reforma en sus primeros años). Allí Pozzo coloca al madrileño como el parámetro para medir el talento de los cordobeses. Por otra parte, el libro de Azorín también será un modelo para Saúl Taborda cuando en 1918 escriba su primera novela Julián Vargas.
22 Sobre la Residencia de Madrid, Ribagorda (2011) y Pérez-Villanueva Tovar (2011). Sobre la relación del Ateneo con la renovación española, Biagini (2001).
Esta admiración por la cultura grecolatina que acompañó la recepción del proyecto de la Residencia seguramente constituyó el punto de controversia más importante con la red del socialismo científico. Pues si bien varios de los ateneístas simpatizan con el socialismo -e incluso Monner Sans es un miembro activo del PS-, la formación que organiza esta institución está lejos de orientarse hacia la ciencia y su difusión popular. Los arielistas porteños habían sostenido en su manifiesto inaugural que "Las fórmulas platónicas 'la ciencia por la ciencia' y el 'arte por el arte' carecen de sentido. 'La industria, la ciencia y el arte para el progreso y solaz de la sociedad' es evidentemente la fórmula moderna" (Palcos, "Ideales de la juventud", Ariel, n° 1, junio de 1914. 5). Y habían acompañado su adhesión a la "fórmula moderna" con la organización de cursos de formación estudiantil y de extensión popular, que desde 1915 quedan a cargo de la Universidad Libre. Distante de ello, sostenía en 1917 Monner Sans:
Bendigamos, amigos, esta incomprensible institución que lee en Buenos Aires a los clásicos griegos y latinos, que estudia los escritos de Platón y que, a la sombra de la más alentadora indiferencia, se propone considerar, respetuosa y serenamente, -¡Insufrible empeño!- las eternas creaciones artísticas del espíritu ("La comida del Ateneo". Ideas, n° 12, julio de 1917. 319).
Con esta bendición Monner Sans se enorgullecía de que "a la sombra de la más alentadora indiferencia" los socios del Ateneo asistieran durante 1917 a los siguientes cursos intensivos: "Filosofía griega" dictado por Alejandro Korn, "Literatura griega y latina" por Rómulo Martín y "Arte" por Britos Muñoz (estaba previsto también un curso de música a cargo de Adolfo Casablanca que no se concretó).23 Ese mismo año los ateneístas pudieron reforzar su formación en la cultura grecolatina, por un lado, con la nueva sección de Ideas "Dos meses de arte" y, por otro, con las conferencias pronunciadas por los maestros. Pues en 1917 Korn imparte una conferencia sobre la "Filosofía del Indostán", en la que -según informa la crónica del número doce de Ideas- desarrolló la vida intelectual de un pueblo en el que la metafísica no se emancipa de la religión y la poesía, y el profesor hispanista Ricardo Monner Sans (padre del inspirador del grupo) diserta sobre "El castellano en la Argentina".
El decidido compromiso que manifestaban los ateneístas con una formación crítica en las letras, las artes plásticas, el teatro, la escultura y la música no era fácilmente asimilable al socialismo científico de los arielistas, pues equivalía a consolidar una "cultura estética" que remediase el creciente utilitarismo de la sociedad, pero también que desplazase -especialmente del ámbito universitario- la primacía de la matriz cientificista (tanto en su versión biologicista como en la economicista) para explicar al hombre y sus "manifestaciones espirituales". En cuanto al socialismo, es a través de la pluma del joven Vicente S. Sierra que los ateneístas critican el cientificismo de la versión justista del socialismo argentino. El número de marzo de 1917 Ideas publica "Teoría y práctica de la historia", un breve artículo en el que Sierra señala las profundas inconsistencias del
23 Los programas de los cursos fueron trascriptos en Ideas, n° 11, mayo de 1917. 190-196.
materialismo histórico de Juan B. Justo. Estas serían producto del cientificismo biologicista con que el líder del PS estudia la historia, de su indistinción entre "ciencia de sucesión" y "ciencia de repetición", y también del simplismo del concepto de "lucha de clases" para abordar la historia frente a los factores psicológicos que influyen en los pueblos y que ya han sido abordados por Bergson y Labriola. Sierra no niega la existencia de factores económicos, sino su exclusividad para explicar los procesos históricos:
Su libro no es más que una justificación del socialismo al través de las fuerzas históricas [...] Creyendo Justo que la historia está regida por leyes tan regulares como el sistema solar, no es raro que crea que la historia puede dar ideas de previsión [...] Todo esto sería exacto si la historia fuera tan regular como el sistema solar, y si sólo los factores biológicos y económicos produjeran los hechos históricos (Ideas, n° 10, marzo de 1917. 59-60).
Si bien Sierra24 junto a Casares y otros ateneístas firma tres meses más tarde el manifiesto fundacional del Colegio Novecentista (una institución difusora de las filosofías antipositivistas, a las que a mediados de 1918 suma un nacionalismo aristocrático), en el grupo del socialista Monner Sans aquella crítica termina por inscribirse en un socialismo insurreccional modelado por la Revolución Rusa. Y ello es evidente a comienzos de 1919, cuando Monner Sans y otros ateneístas priorizan la convergencia en un juicio político progresista y el grupo pierde su heterogeneidad ideológica para adquirir una identidad que combina el juvenilismo identificado con los ideales grecolatinos con una suerte de socialismo no evolucionista.
Una de las instancias que modela la nueva identidad es la convocatoria que los ateneístas realizan al profesor Mario Sáenz para que diserte sobre "la misión social de la juventud". En un discurso que los jóvenes editan como el primer número de la colección
25
"Publicaciones del Ateneo", afirma Sáenz:
Como remedio de las insuficiencias y perturbaciones sociales observadas, analizadas e incriminadas en distintas formas por el mundo entero, juzgo menos importante y urgente la reforma de las universidades que la formación de un ambiente extrauniversitario, donde las fuerzas juveniles, libres de la aspiración profesional, se vinculen profundamente a la colectividad en que viven, por móviles menos egoístas, por aspiraciones más permanentes, por esfuerzos más generosos y por intereses más humanos e igualitarios que gremiales y privilegiados (1917: 4).
Y poco después precisa las nuevas tareas que llevarán al grupo de Monner Sans a confluir con los jóvenes cientificistas agrupados en la Federaciones de Asociaciones Culturales:
¿Es posible admitir que la juventud universitaria mire con indiferencia cómo marcha, sin dogma y sin principios, esa otra juventud no universitaria, que vive a su lado una vida
24 Décadas siguientes Sierra se suma al revisionismo católico e hispanófilo que habían iniciado Guillermo Furlong y Rómulo Cabria, y llega a ser director de la Biblioteca Nacional.
25 Si bien Ideas n° 10 anuncia como parte de la colección "las producciones de Ortega y Gasset, José Zorrilla, Lugones, Ingenieros, etc.", el proyecto no prospera.
espiritualmente inferior y cuyo único porvenir se fía a los azares del juego, a los vaivenes de la política o a otras combinaciones más inmorales todavía, porque afectan los hogares hasta en la idealidad de los sentimientos, que han de ser la más sólida base de su organización? (1917: 10).
Como una suerte de respuesta a la misión formulada por Sáenz, Ideas inaugura la sección "De la vida universitaria" en la que ataca a los malos profesores, así como al individualismo de los intelectuales argentinos que no se ofrecen como maestros y a los malos hábitos fomentados por la universidad. Además el grupo anuncia:
Curso para obreros
Sin orientación partidista de ninguna especie y con móviles genuinamente prácticos, un grupo de estudiantes se distribuirá en los centros obreros -cada cual según sus ideas y de acuerdo con la índole de sus preferencias- y tomará a su cargo una o varias lecciones semanales (Ideas, n° 11, mayo de 1917. 196).
Allí se consignan los jóvenes que componen la comisión organizadora (Casares, Horacio Pozzo, Palcos, Hernández y de la Mota), pero los siguientes números no informan sobre los centros elegidos. Podemos conjeturar que al menos los ateneístas Palcos, Monner Sans, Carlos Scotti, Castiñeiras y Arturo de la Mota participaron en los centros obreros socialistas, mientras que Rohde, Casares, Dell'Oro Maini y Adolfo Korn Villafañe (uno de los hijos de Alejandro Korn) lo habrían hecho en los católicos. Justamente preocupado por la cuestión obrera, en 1922 Korn Villafañe elige como tema para su tesis de doctor en Jurisprudencia un tratamiento en clave "nacionalista" de los derechos proletarios; y ya en 1918 éste contesta la violenta pastoral del obispo de Córdoba con una "carta novecentista" en la que interpreta la revuelta cordobesa como la manifestación de una "desarmonía entre el valor ético [de la autoridad] y su poder temporal o espiritual" y pide en tanto católico una reforma social que habilite a los obreros "a vivir de acuerdo con la dignidad humana" ("Carta". Cuaderno, n° 7, enero de 1919. pp. 50-52).26
Otra instancia que influye en la identidad socialista que adquiere el Ateneo desde 1919 es el hecho de que a comienzos de 1917 dejen la comisión redactora de Ideas los católicos Héctor Tissone, Casares y Dell'Oro Maini y se conforme un grupo, también dirigido por Monner Sans, compuesto por otros dos socialistas (Scotti y de la Mota), un demócrata-progresista y dos independientes (Britos Muñoz, Aparicio y Adolfo Casablanca). Esta nueva comisión participa del debate nacional sobre la neutralidad de la Argentina ante la Gran Guerra mediante la publicación de una encuesta realizada a sus socios; allí las opiniones oscilan entre el rupturismo cercano a Ingenieros y el neutralismo ligado a la izquierda internacionalista. Además, la comisión se declara fervientemente "divorcista",27
26 Para el itinerario juvenil de Korn Villafañe, ver Vásquez (2000).
27 Durante el mes de junio se debate en la Cámara de diputados la ley de divorcio, Ideas denuncia a los diputados por no haber votado el nombramiento de la comisión especial para discutir la ley, y con ello haber evadido el debate público. Asimismo, la publicación destaca "la actitud decidida y solidaria de la diputación socialista, que, en éste casi como en todos, contrasta notablemente con los otros grupos políticos de la
una definición que desencadena la renuncia, a fines de 1917, no sólo del primer vocal del Ateneo Korn Villafañe, sino incluso de su presidente Casares, dos jóvenes que por entonces ya animan el Colegio Novecentista y que en las décadas siguientes se convertirán en reconocidos intelectuales de la cultura católica. A ello se suma que en enero de 1918 Ideas salude la formación del Partido Reformista, de orientación georgiana, y del Partido Socialista Internacional, así como la candidatura a diputado de Palcos por este partido. Aunque es en agosto de 1919 que el Ateneo se declara "decididamente de parte de las clases productoras en la lucha entre el capital y el trabajo que hoy divide el linaje humano",28 ya en el número de enero de 1918 el grupo manifiesta sus simpatías por un socialismo no evolucionista que se coloca del lado del proletariado. Sostiene la nota que reseña las reflexiones del médico novel Enrique Mouchet:
El idealista es el profesional que lucha por la vida y por el progreso. Lucha por la vida porque todo hombre honesto tiene obligación de vivir de su trabajo; por esto ejerce su profesión y cobra honorarios. Pero lucha, además, por el progreso social porque lucha orientado por el ideal y la vocación. El profesional sin ideal lucha solamente por la vida, y esto no es suficiente para el obrero intelectual, ya que en las democracias modernas hay obreros manuales que luchan por los ideales, y estos van siendo cada día más numerosos. Estos obreros manuales son más dignos de consideración y respeto que los profesionales sin ideal ("El ideal del estudiante universitario", Ideas, n° 15, enero de 1918. 380).
Cuando estalla la Reforma, esa consideración y respeto de los obreros manuales llevará a los ateneístas a participar de la "campaña liberal" que coordina la Federación de Asociaciones Culturales fundada por Bermann en 1918. Asimismo, luego de la matanza de los huelguistas metalúrgicos y los judíos durante la Semana Trágica sostendrá el Ateneo:
En la hora actual -terminada la tragedia europea- dedicarse exclusivamente a la dilucidación de problemas científicos, literarios y artísticos, cerrando las puertas al rumor de las luchas que libran oprimidos y opresores, sería el más inicuo de los egoísmos. [...] Libre ahora la institución de elementos reaccionarios, tiene un rumbo fijo, sabe qué quiere y adónde va. ("Orientaciones y propósitos", Ideas n° 22, agosto de 1919, p. 77).
Los jóvenes acompañan estas orientaciones y propósitos con una reformulación de sus estatutos, que toma a cargo Del Mazo, y el reemplazo de la publicación bimestral de ciento veinte páginas que venían editando desde 1915 por un quincenario que, inspirado en el semanario España que dirige Araquistain, se propone editar diez o doce páginas de "prédica en hojas menos doctas, pero más al alcance popular", según la caracterización de Monner Sans (1930: 23).
Con estas definiciones políticas los ateneístas se acercan a los antiguos arielistas, al tiempo que marcan una distancia irreconciliable con los jóvenes que a mediados de 1917 habían
Cámara, incoherentes e inarmónicos, a quienes la más pequeña discusión los divide" (La Redacción, "El divorcio". Ideas, n° 12, julio de 1917. 337-338).
28 "Orientaciones y propósitos", Ideas n° 22, agosto de 1919, p. 78.
fundado el Colegio Novecentista. En efecto, cuando comienza el proceso de definición socialista del Ateneo, aparece esa nueva agrupación estudiantil compuesta por varios ateneístas que busca decretar la muerte del positivismo y acentuar las desconfianzas ante el parlamentarismo. En su comienzo, esta intervención parece completar y especificar la labor estudiantil que viene realizando el Ateneo. Pues si hacia 1917 el Ateneo reúne a estudiantes de las distintas facultades porteñas para otorgarles una formación ligada a la cultura estética, en sus inicios el Colegio agrupa a los ateneístas que asisten a la Facultad de Filosofía y Letras para completar la formación estética iniciada por el Ateneo con la opción por las filosofías antipositivistas. En efecto, los novecentistas se conforman en una fuerza juvenil colectiva -como gustaba decir Korn Villafañe-, o bien en una suerte de vanguardia filosófica que a un mismo tiempo profundiza la difusión de la cultura grecolatina y el conocimiento de Kant y Bergson que habían comenzado a propiciar los profesores Rodolfo Rivarola y Alejandro Korn en aquella facultad.29 Pero en ese exitoso proceso a través del que desplazan el cientificismo de materias como Psicología, Metafísica y Estética, los novecentistas también instalan un perfil de filósofo en el que lo social no tiene resonancias. Sobre el surgimiento del grupo Monner Sans recuerda que discutían:
[...] extensa y acaloradamente los asuntos del Ateneo y de Ideas, máxime cuando el sarampión 'novecentista' empezó a atacar a Korn Villafañe y a Rohde, conspirando su difusión endémica -según creíamos- contra el progreso de nuestra entidad. No fue así, sin embargo, y pese a ciertos debates ruidosos que sostuvimos con sus corifeos, lo indudable es que al fundarse el Colegio Novecentista, mantuvimos frente a él una neutralidad cordial y hasta benévola (1930: 18).
Por iniciativa del joven José Gabriel, el 23 de junio de 1917 se reúne un grupo de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras en el Círculo de La Prensa (diario en el que aquel trabaja como periodista) para leer el manifiesto fundacional del Colegio Novecentista. El texto, reproducido y elogiado por Ideas, lleva la firma de tres de los nueve miembros de la comisión directiva del Ateneo (el presidente Casares y los vocales Rohde y Korn Villafañe) y de varios socios que suelen escribir en Ideas: Bonet, Malagarriga, Cantarell Dart, Gache y Sierra.30 A estos jóvenes que vienen construyendo un espacio de
29 En su estudio sobre la recepción argentina de Kant, Dotti (1992) identifica al Colegio con el "primer vanguardismo filosófico" que se prolonga en el grupo de la revista Inicial (1923-1927). Ambos, junto a Coriolano Alberini, Alfredo Franceschi, Jacinto J. Cuccaro, Raúl V. Martínez, Nimio de Anquín, Alberto Rougés, Lidia Peradotto, Carlos Astrada, principalmente, habrían conformado las "figuras de ruptura" dentro de la reacción antipositivista argentina. Por su parte, Korn y Rivarola junto a Antonio Dellepiane, Ernesto Quesada, Juan Chiabra, los matemáticos Camilo Meyer y Carlos Dieulefait, y Enrique Butty representarían las "figuras de mediación". Esta reacción tendría como marca común la "vuelta a Kant" desde encontradas doctrinas filosóficas como el neoidealismo, el neocriticismo, el neokantismo, el actualismo, el intuicionismo y las filosofías de la vida.
30 En el número de Ideas de junio de 1917 el Ateneo saluda la aparición del grupo y trascribe el manifiesto firmado por los siguientes jóvenes: Roberto Gache, Santiago Baqué, Baldomero Fernández Moreno, Carlos Malagarriga, Benjamín Taborga, Alfonso de Laferrere, Julio Noé, Adolfo Korn Villafañe, Vicente D. Sierra, Tomas D. Casares, Ventura Pessolano, Jorge M. Rohde, Carlos Bogliolo, Carmelo M. Bonet, Jose Cantarell Dart y Jose Gabriel.
intervención desde la condición de universitarios comprometidos con los ideales grecolatinos, se suman Gabriel (quien había comenzado en 1916 sus estudios en Filosofía), Julio Noé (recientemente recibido de abogado, secretario de Nosotros desde 1912 y "encargado de negocios" del Colegio durante 1917) y Benjamín Taborga (un joven periodista nacido en Santander, España, perteneciente a la "mal querida" bohemia y fallecido fines de 1918).
Estos tres jóvenes lideran el Colegio durante el primer año, consiguiendo que la intervención del grupo se identifique con el proyecto de renovación cultural "novecentista" desplegado en Cataluña por el filósofo Eugenio d'Ors, entonces un reconocido intelectual ligado a las izquierdas que llegará a la Argentina en 1921 invitado por los jóvenes "revolucionarios" de la Universidad Nacional de Córdoba.31 En lugar de proyectar una Residencia, los novecentistas intentan una suerte de réplica porteña del "Seminario de Filosofía" que desde 1912 dirige d'Ors en Barcelona. Asimismo, los nueve Cuadernos del Colegio Novecentista (aparecidos entre julio de 1917 y diciembre de 1919) proponen una versión local de los Quaderns d'Estudi (1915-1923), editados en Barcelona por el grupo orsiano.
Pero en la escena local esta recepción del orsismo tiene su claro rival en la difusión del socialismo científico que por entonces realizan en la Facultad de Filosofía y Letras el profesor Ingenieros y su discípulo Bermann. Y si los Cuadernos buscan abrirse camino como la contracara de la cientificista Revista de Filosofía, el Colegio le disputa la legitimidad al Centro de Estudiantes de aquella facultad, que desde el mismo mes en que se funda el Colegio había quedado en manos de Bermann. Más precisamente, éste gana la presidencia del Centro luego de que, para resolver los conflictos estudiantiles, una comisión de la FUBA presidida por Del Mazo pide la renuncia de Rodhe, quien había asumido en abril de ese año, y llama a nuevas elecciones. Rohde, un antiguo miembro del Ateneo, no sólo es uno de los dieciséis jóvenes que firman el manifiesto del Colegio, el director de las publicaciones del grupo durante 1918 y el principal animador del Colegio entre 1919 y 1922, sino que además, en los meses que ejerce la presidencia del Centro de Estudiantes, publica en Ideas una nota en la que ironiza sobre el perfil de estudiante difundido por Bermann en la facultad.
En cuanto al proyecto del Colegio, su manifiesto inaugural se declaran en "franco desacuerdo con el medio intelectual en que viven" y se disponen a "emprender una obra de revisión" que, al igual que en el caso de Bermann, conduciría a una renovación de la Universidad. Pero entre los novecentistas la renovación no involucra una "refundición con el pueblo", sino "nuevas maneras de pensamiento" y "nuevos matices de sensibilidad". Sostiene el manifiesto:
31 Taborga venía difundiendo la filosofía antipositivista de d'Ors en Nosotros y otras revistas de la época. Por su parte, Noé es el novecentista que lleva más lejos sus simpatías por Ortega y Gasset. En el momento de la fundación del Colegio acababa de volver de su viaje a Madrid junto al filósofo madrileño, con quien desde la visita de 1916 entabla una prolongada amistad. Sobre la recepción argentina de d'Ors, ver Bustelo (2012) y Fuentes-Codera (2012B).
Novecentismo quiere ser suerte de nombre o seña de la actitud mental de unos cuantos hombres de hoy -nuevos y del Novecientos- a quienes no conforma ya el catón espiritual vigente. [...] Afectos, sin embargo, a nuevas maneras de pensamiento y con nuevos matices de sensibilidad, reputan insuficiente la explicación positivista y aspiran a columbrar horizonte mental más amplio que sea a un tiempo mismo crítica y superación (Ideas, n° 12, junio de 1917. 341).
Frente a la "explicación positivista" que estos estudiantes recibían en los cursos de Psicología Experimental y de Ética y Metafísica dictados por Ingenieros, así como en las notas de Verbum y las actividades del Centro de Estudiantes, los nuevos filósofos buscan construir un idealismo ligado a un esteticismo que excede la racionalidad científica y liberal. Para ello encuentran cierta guía en la antología filosófica que d'Ors había editado en 1912 bajo el título El hombre que trabaja y que juega y de la que los Cuadernos difunden el breve texto de d'Ors "El positivismo y el espíritu" y el prólogo del joven filósofo y residente español Manuel García Morente.32
Entre los documentos aparecidos en los Cuadernos que explicitan la polémica con el socialismo científico se encuentra el ataque personal a Bermann que realiza Gabriel y el de Juan Probst a Ingenieros.33 Pero ya el texto inaugural de los novecentistas proponía esa controversia, pues declaraba la "falta de policía literaria" y la comprobación de un "ambiente que bien poco sabía de filosofía", ignorando con ello que desde hacía diez años Bianchi y Giusti editaban Nosotros y que desde 1915 Ingenieros publicaba la Revista de Filosofía. Y si bien Ingenieros opta por ignorar a la nueva institución, seguramente la crítica reseña a los Cuadernos aparecida en Verbum provenga de Bermann. Por su parte, Giusti también recoge las críticas en una reseña en la que polemiza con Gabriel y no se priva de defender "el positivismo y la ciencia experimental" ("El Colegio Novecentista", Nosotros, n° 100, agosto de 1917, pp. 660-661).
En cuanto a la controvertida impronta cientificista del socialismo, los Cuadernos publican "Socialismo ético", un manifiesto firmado por la redacción y hoy atribuido a Alejandro Korn, e "Incipit vita nova", otro manifiesto de Korn que los jóvenes toman de la revista estudiantil de La Plata Atenea. Ambos textos propone una continuidad entre la "reacción antipositivista" y un compromiso ético y estético socialista capaz de remediar el
32 A pesar de la iniciativa del Colegio, la filosofía antipositivista recién tendrá una expresión sistemática local en 1922 con el ensayo La libertad creadora de Alejandro Korn, precisamente el maestro porteño más reconocido entre los simpatizantes del antipositivismo. Para una caracterización de las distintas motivaciones juveniles que conviven en la publicación del Colegio, ver Eujanian, 2001. Sobre la sociabilidad del grupo, si bien recientemente ha aparecido un breve texto de Fuentes Codera (2012), allí se pasa por alto la sociabilidad cientificista a la que se opone el Colegio, así como la ateneísta de la que emerge.
33 En el segundo Cuaderno Gabriel publica una sarcástica reseña del artículo sobre el determinismo filosófico publicado por Bermann en Nosotros, y al año siguiente aparecen dos reseñas -no menos sarcásticas- de las nuevas obras de Ingenieros, firmadas por Probst, un joven estudiante alemán que en las décadas siguientes hará una exitosa carrera académica en la cátedra de Literatura Alemana.
economicismo positivista que Marx habría impreso a la doctrina socialista. Sostiene el primer texto:
Marx prestó un servicio inapreciable a la causa social cuando la sacó de las esferas de las divagaciones utópicas para plantearla dentro de las condiciones reales de la vida. Pero cometió un error [...] al no contemplar sino un aspecto unilateral de la cuestión. [...] La solución 'científica' no resuelve sino una parte del problema y exige para completarse una solución ética. [...] La teoría del materialismo histórico no constituirá en la historia del socialismo sino un episodio, una tentativa de batir al liberalismo burgués con sus propias armas. [...] Urge pues fundar las aspiraciones económicas de la sociedad actual en una ética que sea expresión ideal de una personalidad consciente y libre. Solamente los valores éticos y estéticos, no valores económicos, pueden dignificar la condición del humano (Cuaderno, n° 4, febrero de 1918. 5-7).
Esa corrección ética y estética del socialismo hacía suponer que el Colegio recorrería junto al Ateneo el tránsito hacia un socialismo antiparlamentario y simpatizante de la revolución económica y ética que se producía en Rusia bajo la égida de Lenin. Sin embargo, la propuesta de Korn no tendrá acogida entre los novecentistas, sino entre el grupo Renovación de La Plata, ciudad en la que en 1918 aquellos habían fundado una, poco activa, sede del Colegio.34 Liderada por Rohde, Casares y Korn Villafañe, la fuerza juvenil novecentista consigue que en 1918 Alejandro Korn, el principal referente del antipositivismo, se convierta en el primer decano reformista de la Facultad de Filosofía y Letras, al tiempo que varios de los novecentistas y ateneístas comienzan a ingresar a las cátedras de la Facultad de Filosofía y Letras hasta entonces ocupadas por profesores cientificistas. Pero desde entonces y sobre todo después de la Semana Trágica, sólo permanecen en el Colegio quienes defienden un nacionalismo católico y buscan que el movimiento estudiantil se reduzca a una renovación antipositivista de los estudios filosóficos.
Por su parte, durante 1919 Bermann denuncia en Nosotros y Revista de Filosofía la falta de reflexión sobre los problemas sociales que implica el avance del antipositivismo en los estudios filosóficos. Pero tanto el joven como su maestro consideran perdida la disputa: a fines de 1919 Ingenieros renuncia a sus cargos en aquella facultad para no volver a las aulas universitarias, mientras que Bermann parte a Córdoba, donde se incorpora al grupo universitarios de la "revolucionaria" agrupación Córdoba Libre y mantiene correspondencia con Ingenieros, a quien consulta sobre las medidas a adoptar para avanzar con la Reforma e intenta convencer de que se postule como rector de la universidad cordobesa. A su vez, en
34 Guillermo Korn, otro de los hijos del filósofo, recuerda que su padre logró concretar su propuesta cuando el Grupo Renovación "se proclamó idealista en el sentido filosófico y profesó un socialismo ético de corte fabiano y libertario, integrados dentro de la Reforma Universitaria cuya sistematización legal articuló y fundó en memorial elevado al grupo parlamentario más afín." (Korn, 1963: 276). Se trata de las "Bases y fundamentos para una Ley de la Enseñanza Superior", redactadas en La Plata en 1932 por los reformistas del grupo Renovación, quienes desde el año anterior se habían integrado al PS. Sobre la Reforma en La Plata y los vínculos con el PS, ver Graciano (2008).
la facultad porteña, los decanatos de Coriolano Alberini y Ricardo Rojas, que suceden al de Korn, instalan un perfil profesional de universitario que vuelve difícil la posibilidad de un "socialismo ético". Decepcionado por ello, Korn hace su apuesta ideológica por el mencionado grupo platense en el que el ex-novecentista Gabriel dirige el grupo teatral.
La nueva aurora roja
La trama de reivindicaciones ligadas a la Reforma, así como los acontecimientos internacionales, parecen haber dejado en segundo plano el debate entre cultura estética y cultura científica para profundizar la interpelación sobre la relación de los estudiantes con los sectores populares. Así, aunque entre 1917 y 1918 los ateneístas y los novecentistas comparten varios de sus integrantes y una común afinidad por la cultura estética, a comienzos de 1919 los grupos proponen una relación entre estudiantes y política enfrentada. Por entonces Ideas publica "El novecentismo argentino", un largo ensayo firmado por el joven periodista Justo Pallares Acebal,35 sumamente crítico del Colegio, sobre todo por su prédica de un idealismo ajeno a la política. Los novecentistas responden en el Cuaderno de julio de 1919, donde aparece el largo ensayo "El novecentismo argentino (A propósito de un ataque a su manifiesto)" y el discurso que Casares había pronunciado en 1917 al asumir por segunda vez la presidencia del Ateneo.
Pero las distancias entre los grupos ya habían comenzado en 1918. Cuando en abril 1918 aparecen las primeras organizaciones articuladoras de la Reforma, el Ateneo asume un rol activo. Participa de las movilizaciones estudiantiles y de las multitudinarias asambleas, asimismo envía a Del Mazo como representante del Ateneo en la asamblea de marzo que da origen a la Federación Universitaria Argentina. Por otra parte, aquel junto a Julio Malarino Cabrera, Horacio Pozzo y Monner Sans es delegado del Ateneo en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, y los ateneístas aprovechan la estadía en Córdoba para fundar una sede del Ateneo, que parece no haber prosperado. Por entonces, el grupo intenta concretar su apuesta juvenilista en la prestigiosa y elitista Facultad de Derecho: Gonzalo Muñoz Montoro, el presidente del Ateneo en 1919, dirige entre 1918 y 1920 la revista del Centro de Estudiantes (a la que da el nombre de Themis y vuelve una tribuna de los reformistas más movilizados) y en 1921, una vez desaparecido el Ateneo, Monner Sans participa junto a su amigo y líder reformista Carlos Sánchez Viamonte (con quien comparte el estudio jurídico hasta 1925) de la campaña electoral que lleva a Mario Sáenz a ocupar entre 19211923 el primer decanato reformista de esa facultad.
Por su parte, el Colegio saluda en un principio la rebeldía de los estudiantes cordobeses, pero lo hace subrayando su inscripción en la disputa contra el positivismo y creyendo
35 Al igual que el Ateneo, éste había contestado la encuesta de la revista Vida Nuestra mostrando un abierto y enérgico apoyo a los judíos y una decidida oposición a la Ley de Residencia. A pesar de este posicionamiento, en 1928 Pallares Acebal participa en el grupo de jóvenes nacionalistas que edita revista La Nueva República. En 1921 Bermann recuerda halagadoramente el artículo de Ideas cuando publica su crítica a d'Ors en Nosotros, n° 147, agosto de 1921.
innecesaria la participación en instancias más abarcativas que el pequeño grupo de estudiantes varones de la Facultad de Filosofía y Letras.36 Y si bien a comienzos de 1918 habían publicado los textos de Alejandro Korn que proponían una corrección ética del socialismo, en enero de 1919 la nota "El maximalismo" de Casares y la mencionada carta al obispo de Korn Villafañe promueven la moderación de la protesta estudiantil ante el peligro del caos social, explicitando la línea que primará desde entonces en la agrupación.
Pero mientras que las diferencias del Ateneo con el Colegio se vuelven irreconciliables, las distancias de aquel con la red del socialismo científico se acortan. En efecto, la versión antiparlamentaria y sindicalista del socialismo que los ateneístas difunden desde 1919 en su quincenario Clarín los acerca al Partido Socialista Internacional, pero también cuenta con el padrinazgo de Ingenieros, Alfredo Palacios y Leopoldo Lugones. Recuerda Monner Sans:
Clarín insistió en la necesaria conjunción de "las izquierdas" -así decíamos- para ofrecer al enemigo común el estratégico frente único. Leopoldo Lugones -que recordaba, todavía, su terrible acracia de otrora-, Ingenieros y Palacios nos alentarán en el propósito, pero el Partido Socialista mirábanos con natural desconfianza, puesto que no escondíamos nuestra animadversión al parlamento, órgano atrofiado de la conciencia colectiva. Nada esperaba Clarín de la lucha comicial, y conceptuaba que en la esfera económica iban a librar sus combates definitivos las clases sociales en pugna: no encubría, por ende, su tendencia sindicalista (1930: 23).
La mayoría de los ateneístas no simpatiza con la filosofía cientificista e incluso continúa adhiriendo a las críticas que se leen en los Cuadernos. A pesar de ello decide priorizar la construcción de espacios que interpelen no sólo a los estudiantes sino también a los obreros y a los intelectuales que ya han dejado la juventud. De ahí que el Ateneo colabore junto a la Revista de Filosofía y Nosotros en el tramado de una nueva red de "revisteros descontentadizos" que se orienta por un socialismo radicalizado y que, a pesar del entusiasmo inicial, no logra pervivir luego de 1922, año en que el movimiento reformista sufre la contrarreforma y el clima político general se aquieta.
Para concluir recordemos la confianza que Monner Sans depositaba en la nueva red, pues más allá de la grandilocuencia de los discursos, sus palabras ofrecen una rápida idea de los ánimos revolucionarios que podía despertar la Revolución Rusa no sólo entre los estudiantes universitarios sino también entre los pretendidos maestros "que les doblaban ya la edad". En el homenaje a Amado Nervo que organizan conjuntamente Ideas, Revista de Filosofía y Nosotros en abril de 1919, Monner Sans afirma que su grupo representa al "núcleo más joven que forma en la falange de los inadaptados", y precisa que lo que comparten esos inadaptados no es la juventud sino la complacencia ante:
36 Recordemos que si bien esa facultad contaba con el índice más alto de estudiantes mujeres, más de un tercio, la única que aparece asociada al Colegio, la ateneísta Lidia Peradotto, no firma ningún en los documentos, ni aparece en la nómina de los miembros.
. la nueva aurora roja que despunta, alumbrando, con sus resplandores ígneos, regímenes sociales donde la palabra justicia no entraña la aquiescencia ante la explotación económica del hombre, o la ceguera voluntaria ante la iniquidad o la tolerancia servil ante el despotismo político de caudillejos fatuos e ignorantes. Observamos también en personas que nos doblan ya la edad, una rebelión inesperada y una receptividad intelectiva dispuesta a percibir los lamentos del varón aprisionado en las redes del capitalismo opresor y de la hipócrita moral burguesa (Nosotros, n° 120, Buenos Aires, abril de 1919. 578-580).
Recibido: 17 enero 2013 Aceptado: 22 junio 2013
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