Entre la audacia y la mesura. La revolución rusa, la revista argentina Nosotros y Roberto Giusti (1917-1927)
Between audacity and moderation. The Russian Revolution, the Argentine magazine Nosotros and Roberto Giusti (1917-1927)
Miranda Lida*
Resumen: La revista cultural Nosotros, editada en Buenos Aires entre 1907 y 1943, ocupó un lugar prestigioso en la cultura Argentina. Este artículo analiza el impacto de la revolución rusa en la revista y en la figura de su fundador, Roberto Giusti. La revolución motorizó hondas expectativas de transformación social, no siempre compartidas por igual por todos los miembros del grupo; impulsó a su vez a Giusti a la vida política, que desarrollaría en el marco del Partido Socialista argentino.
Palabras clave: Revistas culturales- Revolución Rusa- Argentina- Nosotros-Roberto F. Giusti
Abstract:The cultural journal Nosotros edited in Buenos Aires between 1907 and 1943 attained a prestigious place in the Argentine culture. This article analyzes the impact of the Russian revolution in the magazine and in the figure of its founder, Roberto Giusti. The revolution motorized expectations of social transformation, not always shared equally by all members of the editorial group of Nosotros. Indeed, also induced Giusti to turn to political life, which would develop in the framework of the Argentine Socialist Party.
Key Words: Cultural Magazines- Russian Revolution- Argentina- Nosotros-Roberto F. Giusti
Recibido: 8 febrero 2017
Aceptado: 26 marzo 2017
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» c Historiadora argentina. Profesora titular en Universidad Católica Argentina e investigadora Independiente en
CONICET. Correo electrónico: [email protected] o-
Introducción
La revista cultural e intelectual Nosotros, editada en Buenos Aires entre 1907 y 1943, atravesaba en 1917 la celebración de su primera década de existencia, lo cual dio lugar a homenajes y celebraciones que lograron trascender el estrecho círculo de su grupo editor. Como revista literaria y cultural, Nosotros ocupaba entonces un lugar hegemónico en la cultura Argentina, reconocido por propios y extraños.1 Se expandió en una década de profundas transformaciones sociales y políticas tanto en la Argentina como a nivel internacional: la ampliación del sufragio con la ley Sáenz Peña de 1912, el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, la llegada del radicalismo al poder en 1916 y el advenimiento de la revolución rusa en 1917. Todos estos acontecimientos hallaron eco inmediato en Nosotros. Fundada y dirigida por los críticos literarios y ensayistas Roberto Giusti y Alfredo Bianchi —hijos de inmigrantes italianos que egresarían de las primeras camadas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, fundada en 1896—, y acompañados a su vez por un núcleo editor que reunió escritores de distintas generaciones y estilos literarios, la revista jugó un papel crucial en la configuración del campo literario, como ha argüido el renombrado ensayista Jorge Rivera, entre otros, así como también como foro para el debate y el posicionamiento político de los intelectuales, o para el despliegue de su intensa vida social.
Pero fue la revolución rusa la que más hondo impacto tuviera: llegó al punto de poner a prueba la cohesión del grupo editor, desde el momento en que logró sacudir las convicciones políticas de muchos de sus miembros, entre ellos, sus directores ; motorizó hondas expectativas de transformación social, no siempre compartidas por igual por todos los miembros del grupo; impulsó a que Roberto Giusti, ya por entonces importante crítico literario en la Argentina y profesor universitario, se volcara activamente a la vida política, que desarrollaría en el marco del Partido Socialista argentino. Así, la revista fue escenario para la discusión política, a veces ardiente; fue además una adecuada plataforma para que Giusti se lanzara a la política activa, que desplegaría en los años subsiguientes, ocupando distintos cargos públicos a los que accedió a través de su participación en el socialismo
1 Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Buenos Aires, Ariel, 1997; Altamirano, Carlos (dir.), Historia de los intelectuales en América Latina II. Los avatares de la ciudad letrada en el siglo XX, Buenos Aires, Katz, 2010; Beatriz Sarlo, "Intelectuales y revistas: razones de una práctica". Le discours culturel dans las revues latino-américaines (1940-1970), América, Cahiers du CRICCAL, 1992, 9/10: 9-16; Nicolás Shumway, "Nosotros y el nosotros de Nosotros", en Saúl Sosnowwski (ed.), La cultura de un siglo: América Latina en sus revistas, Buenos Aires, Alianza, 1999.
2 Jorge Rivera, "El escritor y la industria cultural. El camino hacia la profesionalización" y "La forja del escritor profesional (1900-1930). Los escritores y los nuevos medios masivos" en Capítulo. Historia de la literatura argentina, Buenos Aires, CEAL, 1981, vol. 3; Leticia Prislei (dir.), Polémicas intelectuales, debates políticos. Las revistas culturales en el siglo XX, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 2015; Fernanda Beigel, "Las revistas culturales como documento de la historia latinoamericana", Utopía y praxis latinoamericana, 8, 20, 2003, pp. 105-115; Verónica Delgado, El nacimiento de la literatura argentina en
las revistas literarias, La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 2009. re
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Miranda Lida, "El grupo editor de la revista Nosotros visto desde dentro. Argentina, 1907-1920", Historia Crítica, No. 58 • Octubre - diciembre de 2015, pp. 77-94. o-
argentino; fue, por último, caja de resonancia de debates que trascendían a la Argentina, dado que Nosotros se hizo eco de los movimientos estéticos, literarios y políticos de vanguardia, incluidos los soviéticos, así como también se vinculó con el grupo ¡Claridad! y fue receptiva al debate político en torno de las transformaciones sociales, económicas y políticas que atravesaba Occidente en los años de posguerra, signados por la revolución bolchevique, la finalización de la guerra y el ascenso de los movimientos fascistas. No menos importante fue la reivindicación (latino)americanista que se forjó en las páginas de la revista en un contexto como el de posguerra donde, a nivel continental, se hacía fuerte la posición internacional de los Estados Unidos que Nosotros, imbuida de sentimientos antiimperialistas, no tardaría en cuestionar abiertamente.
Así, pues, este artículo tiene por objeto estudiar el impacto de la revolución rusa en la revista, a través de sus debates, conflictos y posicionamientos, así como también analizar el eco que tuvo en la propia vida de Giusti, puesto que poco tiempo después de octubre de 1917 podemos encontrarlo por primera vez postulándose a elecciones como concejal de la ciudad de Buenos Aires, y pocos años más tarde, como diputado nacional, por el Partido Socialista argentino. Se divide en tres secciones. En un primer apartado, presentaremos la revista Nosotros: su perfil, la composición de su grupo editor y su papel en la cultura argentina de las primeras décadas del siglo XX. A continuación, analizaremos el impacto político de la Primera Guerra y la revolución: los debates que suscitó, las fracturas que se produjeron en el grupo editor, así como también los desafíos y los conflictos que le trajo consigo a la revista. Por último, se abordará el impacto de la revolución en la propia vida de Roberto Giusti, ya sea a través del análisis de su devenir político en los años subsiguientes como las implicancias de ello para su vida profesional, literaria y académica.
La periodización escogida para este artículo toma como arco temporal el estallido de la revolución, hasta completar su primera década en 1927, poco antes de que Stalin lanzara el Primer Plan Quinquenal destinado a transformar de raíz la estructura socioeconómica soviética. Ahora bien, 1927 es también un hito para la historia de la revista aún en otro sentido: además de ser el momento de festejar su segunda década de existencia, esa celebración coincidió con la fecha de la creación del Partido Socialista Independiente en la Argentina, importante fractura dentro del socialismo, que arrastraría a Roberto Giusti y a varios de los colaboradores de Nosotros. El Partido Socialista Independiente tuvo como figuras destacadas a Antonio De Tomaso —a quien sus detractores acusarían de cierta tibieza, y de quedar demasiado cerca de los conservadores— y estuvo integrado por un gran número de profesionales y universitarios.4 En el transcurso de una década, veremos cómo Roberto Giusti transitó, pues, desde el entusiasmo febril por el estallido revolucionario de
Leticia Prislei, "Periplos intelectuales, revisionismos y algunas reflexiones sobre el Partido Socialista Independiente" en Hernán Camarero y Carlos Miguel Herrera (editores), El Partido Socialista en Argentina. Sociedad, política e ideas a través de un siglo, Buenos Aires, Prometeo, 2005, pp. 219-248; Horacio Sanguinetti, Los Socialistas Independientes, CEAL, Buenos Aires, 1987, 2 tomos; Pablo Pérez Branda, "Los que se fueron. El elenco dirigencial del Partido Socialista Independiente en la Capital Federal 1927-1930", XII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Universidad Nacional del Comahue, San Carlos de Bariloche, 2009.
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1917, hasta el ejercicio de la función pública en la política nacional luego de la escisión del socialismo producida en 1927.
Guerra y revolución
Nosotros se autoproclamó desde su nacimiento como una revista plural, no sectaria, abierta a todas las generaciones literarias y todas las tendencias estéticas. Este fue su más conocido leit motiv a lo largo de su historia: "hermanar en las páginas de la revista las viejas firmas consagradas con las nuevas ya conocidas y las de quienes habían de hacerse conocer muy pronto. [...] Fue nuestra norma invariable abrir estas páginas a todas las opiniones, a todas las manifestaciones literarias y artísticas".5 El modelo que emuló fue de origen francés, ya sea la Revue des Deux Mondes, o bien el Mercure de France, revistas que comenzaban a resultar cada vez más influyentes en Latinoamérica desde los últimos años del siglo XIX.6 Nosotros aspiraba a ser, como dijera Giusti años después, una revista cultural de auténtica vocación americanista, calcada sobre el molde de las revistas decimonónicas francesas, sin embargo:
Un género de publicaciones, las cuales tuvieron auge, y algunas vida gloriosa, en el siglo XIX y a principios del presente [...] Este tipo de publicación amplia, ecléctica, acogedora, en cuyas páginas alternan por colaboración espontánea la prosa con el verso, colección de ensayos y artículos de diferente extensión sobre las más variadas cuestiones concernientes a la cultura en general, presentada y en formato de libro y por consiguiente cara y de circulación limitada.7
La composición de su grupo editor se fortaleció a lo largo de la década de 1910, cuando la revista adoptó la forma de una cooperativa para sostener su funcionamiento financiero y editorial. Las autoridades de la cooperativa se renovaban periódicamente, pero en su seno se destacó en esos años la figura de Rafael Obligado, consagrado autor del poema gauchesco Santos Vega y animador en la década de 1890 del "Ateneo", foro cultural argentino al que pretendió darle una impronta nacionalista; de hecho Rafael Obligado fue un ferviente cultor del temprano nacionalismo literario y cultural. Obligado fue el presidente de la cooperativa que sostuvo la revista a partir de 1912 (ocupó la presidencia varios períodos), no obstante, la gestión editorial continuó en manos de sus fundadores, Roberto Giusti y Alfredo Bianchi. La centralidad de la figura de Obligado permite explicar la fuerte presencia que tuvieron en la revista nombres y autores de impronta nacionalista. Así, el escritor Manuel Gálvez, cercano al mundo católico, integró su núcleo editor e incluso llegó a encabezar la Cooperativa. Y en este mismo sentido, se destaca la
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La Dirección, "Diez años de vida", Nosotros, agosto de 1917, pp. 518-519.
6 Liliana Samurovic Pavlovic, Les lettres Hispano-américaines au "Mercure de France", Belgrade, Faculté de Philologie de l'Université de Belgrade, 1969.
7 Alfredo Roggiano, "Roberto F. Giusti y la revista Nosotros", Revista Iberoamericana, vol. XXII, n. 44 (julio-diciembre de 1957).
colaboración asidua de Ricardo Rojas en Nosotros y la incorporación de Carlos Ibarguren al núcleo editor, quien también llegaría a presidir la Cooperativa más adelante. Se le dio buena acogida igualmente a otros autores que provenían del campo católico, como Gustavo Martínez Zuviría o Ángel de Estrada, si bien ninguno de ellos llegó a integrar el directorio de la Cooperativa.
Pero no obstante el acercamiento al nacionalismo y el catolicismo, la revista preservó pese a todo un núcleo editor de composición pluralista, dado que Gálvez, Ibarguren y Obligado debieron resignarse a compartir espacios y páginas con otros nombres que provenían ya fuere del arco liberal y laico, como así también del socialismo: en distintos momentos integraron el directorio Alberto Dellepiane, Emilio Ravignani, Alberto Gerchunoff, Mario Bravo, Alfredo Palacios, Enrique Dickmann, José Ingenieros, Manuel Ugarte, Coriolano Alberini, entre otros nombres.
Obligado ayudó a amalgamar a una sociedad cooperativa que se destacó por su pluralismo y con su prestigio la revista no sólo logró superar sus dificultades financieras, sino además terminar de posicionarse como una de las principales revistas de letras en lengua española en Hispanoamérica en ese momento. Ahora bien, su pluralismo y su espíritu tolerante con todas las generaciones literarias y movimientos intelectuales fue su fuerte, pero fue al mismo tiempo su talón de Aquiles, puesto que la convivencia dentro de la cooperativa no tardó en volverse difícil, en un contexto signado por la ampliación de la democracia en la Argentina, como así también por la Gran Guerra y la revolución rusa.
La revista no vaciló en reivindicar abiertamente los valores democráticos y aplaudió con entusiasmo la sanción de la ley Sáenz Peña en 1912, que habilitó el sufragio masculino universal y secreto, y algo similar hizo también en 1916 cuando Hipólito Yrigoyen, el primer presidente que llegó al poder elegido por el voto popular, accedió a la presidencia. Según escribiera Giusti años después, esos fueron años cruciales para que la revista comenzara a prestar cada vez más atención al contexto político, dada la envergadura de los cambios que se daban: democracia, guerra y revolución. Según sus palabras:
Aun no siendo Nosotros una revista política militante, acogimos con entusiasmo la ley Sáenz Peña, comentándola con insistencia, hecho no común en nuestras páginas, lo cual prueba que sabíamos ver el significado y la trascendencia de aquella reforma electoral; destacamos como altamente significativo en su hora el triunfo Socialista en las urnas [triunfo socialista en Capital Federal en 1913, en elecciones legislativas], y más tarde el advenimiento al gobierno del Partido Radical; supimos asumir una actitud de serena neutralidad, aunque celosa de los derechos argentinos, durante las distintas fases de la guerra resistiendo a la apasionada presión de quienes querían convertirnos en parciales, ciegos y rabiosos; dijimos nuestra palabra en todos los importantes acontecimientos, universales y argentinos [...]; y frente a los ideales nuevos, frente a las aspiraciones humanas que la Guerra, la Revolución y la Reacción han pasado del terreno de la discusión al de la acción práctica, la opinión de Nosotros se hizo siempre conocer. Se sabe cómo hemos procedido o pensado respecto de la liquidación de la guerra a la revolución rusa, al bolchevismo, a las dictaduras militares o demagógicas, al imperialismo yanqui, a los problemas de América Latina. No hemos marchado a la deriva; aun en las aguas más correntosas, hemos remado con rumbo por nosotros 2
conocido. Esto, respetando la opinión ajena, a la cual estas páginas nunca se han cerrado.8
De tal manera estaban concatenados los acontecimientos nacionales e internacionales en la lectura de Giusti que no cabía pensar aisladamente las consecuencias de la guerra de las de la revolución, atravesadas a su vez por un marcado sentimiento antiimperialista, que se intensificaría a la luz de la creciente intervención de Estados Unidos en la política internacional, además de latinoamericana, a partir de su ingreso en la guerra en 1917. Es imprescindible pues detenernos en la interpretación que hiciera Nosotros del contexto internacional de guerra y posguerra para entender el modo en que recibiría luego la revolución.
La Primera Guerra, desencadenada en julio de 1914, suscitó los primeros conflictos internos entre los integrantes de la cooperativa editorial que sostenía la revista. El detonante de las tensiones fue la reacción de Nosotros ante el asesinato de Jean Jaurès en los inicios de la contienda —como buena parte del socialismo de la hora, Jaurès sostuvo una posición antibelicista lo cual le valió que fuera asesinado en manos de nacionalistas exaltados—. Nosotros publicó un breve comentario sobre la muerte de Jaurès, en claro gesto de condena a la radicalización de la violencia que la guerra estaba suscitando.9 Bastó ese solo párrafo para que Manuel Gálvez, miembro del directorio, objetara que esa nota no era más que una apología del líder socialista, dado que allí se decía que Jaurès era uno de "nuestro bando". Gálvez lo interpretó como una explícita adhesión de Nosotros al socialismo, y lo objetó en consecuencia. Alegó que los estatutos de la cooperativa Nosotros estipulaban con claridad que la revista debía mantenerse apartada de cualquier "embanderamiento (sic) político" y que una declaración de ese tipo de adhesión a Jaurès atentaba contra ese principio dado que implicaba desde su punto de vista alinear a la revista con el socialismo. Roberto Giusti y Alfredo Bianchi, a cargo de la dirección de Nosotros, replicaron que Gálvez había forzado la interpretación de aquella nota sobre Jaurès, porque no se trataba de una profesión de fe socialista, sino de una declaración a favor de la paz y el antibelicismo de Jaurès. "¿O está Manuel Gálvez con el otro bando?", apuntó la revista en tono de chanza en una columna editorial escrita, seguramente, por los directores.10 Era evidente que el episodio, si bien menor, había herido a Gálvez, y dañado a su vez su relación con Giusti: treinta años después, cuando escribió sus memorias, Gálvez todavía recordaría el incidente, al que calificaría de "pequeña mala acción" por parte de Giusti, fruto de su "afán agresivo y politiquero".11 La politización comenzaba a corroer la convivencia dentro del grupo editor que sostenía a Nosotros. Pero ello no impidió, sin embargo, que pocos meses después el propio Gálvez resultara electo vicepresidente de la cooperativa editorial que, pese a todo, quería preservar en pie su espíritu tolerante y pluralista.
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8 Roberto Giusti, "Veinte años de vida. Recuerdos y divagaciones", Nosotros, agosto de 1927, pp. 23-25.
9 "Jean Jaurès", Nosotros, agosto de 1914, p. 218. re
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"A propósito de nuestra nota sobre Jaurès", Nosotros, septiembre de 1914, pp. 313-315.
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Manuel Gálvez, Recuerdos de la vida literaria (I), Buenos Aires, Taurus, 2002, p. 321. o-
Mientras tanto, Nosotros crecía como revista y editorial. Se vio favorecida, al igual que otras editoriales y colecciones argentinas, por el estallido de la Primera Guerra: el conflicto retrajo el consumo de libros importados, mayormente franceses hasta ahí, y promovió su sustitución por la producción local, así como también por la importación de
libros españoles (las editoras Maucci y Sempere se destacaron en este sentido), de cada vez
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más amplia llegada a la Argentina a partir de 1914. La producción editorial en lengua española tuvo una considerable oportunidad en esta coyuntura que, además, se vio favorecida por la propia expansión local del público lector, como consecuencia de la sostenida universalización de la educación junto con la asimilación de los inmigrantes y sus hijos. La multiplicación de emprendimientos editoriales, así como también el sucesivo lanzamiento de diversas colecciones de libros (desde la Cooperativa Editorial Buenos Aires, que dirigió Manuel Gálvez, hasta la experiencia popular de La Novela Semanal, como así también la Biblioteca Argentina de Ricardo Rojas y La Cultura Argentina, dirigida por José Ingenieros, entre otras), los autores argentinos ya consagrados, así como los más jóvenes, vieron multiplicarse las oportunidades para publicar (o reeditar) sus obras, en ediciones de amplias tiradas. Incluso "La Biblioteca" de La Nación, que solía publicar clásicos, comenzó a editar autores noveles como Benito Lynch, con Los caranchos de La Florida (1916). También proliferaron en Hispanoamérica nuevas colecciones de libros en castellano (la biblioteca Calleja, española, es un ejemplo), así como la creación de colecciones de autores americanos que lanzó la casa Maucci, de Barcelona. En un contexto, pues, altamente favorable para el desarrollo editorial en lengua española, Nosotros llegó a publicar en 1916 once títulos originales en tan sólo un año (con obras de Manuel Gálvez, Arturo Capdevila, Mario Barreda, Ataliva Herrera, Folco Testena, entre otros), lo cual representaba todo un record para la revista.
Sin embargo, mientras crecía la edición local de libros, gracias a las propias dinámicas locales del mercado editorial, la revista no permaneció inmune a las restricciones que la guerra le impuso en la Argentina a todas las publicaciones periódicas, como consecuencia de la merma de papel de diario, insumo importado cuyos precios habían aumentado desde el estallido del conflicto; así, la revista debió achicar su formato y reducir páginas, lo cual fue en desmedro de la calidad gráfica de la publicación. No obstante, ello no mermó el prestigio de la revista. Por el contrario, se incrementó, puesto que durante la guerra alcanzó amplio reconocimiento por parte de la prensa cultural hispanoamericana y francesa: desde el Mercure de France hasta El Mercurio de Chile, Cosmópolis, de Madrid, bajo la dirección de Gómez Carrillo, la Revue Sudaméricaine que publicó Leopoldo Lugones desde París, entre otras tantas revistas con las que Nosotros sostuvo canjes de publicaciones, intercambios, correspondencia regular, etc. Cuando Nosotros cumplió su primera década, en 1917, el listado de publicaciones tanto argentinas como extranjeras que
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se plegaron a felicitar a la revista porteña fue innumerable.
Margarita Merbilhaá, "1900-1919. La organización del espacio editorial", en Editores y políticas editoriales en Argentina 1880-2010, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006, 31-62. 13 "La fiesta de Nosotros", Nosotros, septiembre de 1917, pp. 88-113.
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El clima de festejo en pleno aniversario ocultó por un momento las desavenencias en el seno del grupo editor. Sin embargo, el estallido de la revolución rusa y el fin de la guerra lo sacudió con fuerza, y más si se tiene en cuenta que la acusación de izquierdismo rondaba desde tiempo atrás en la redacción. (Por ejemplo, la incorporación a la revista de Mario Bravo, diputado socialista desde 1913, provocó sonadas reacciones: no faltaron panfletos acusatorios.14) Pero la revista se había decantado por los aliados occidentales durante la Primera Guerra Mundial y una vez que la guerra parecía en camino de concluir con la derrota alemana, no vaciló en adherir, entusiasta, a los catorce puntos predicados por el presidente norteamericano Woodrow Wilson, de tal manera que puede decirse que se mantuvo dentro del consenso democrático liberal: "los catorce principios del programa de Wilson son las tablas de la ley política e internacional de la nueva era".15 Así, Nosotros festejó el fin de la Primera Guerra como si se tratara del inicio de una nueva época para la historia de la humanidad, donde se aboliría —como predicó el presidente norteamericano— la diplomacia secreta y se fundaría la Sociedad de las Naciones, como garante de la paz. Pero acotó que allí no se acababan los cambios introducidos por la posguerra, porque a partir de 1918, el individualismo y el liberalismo estarían destinados a retroceder, incluso en Occidente:
La concepción económica del individualismo liberal abre paso definitivamente a las concepciones colectivistas y gremialistas. El socialismo, al cual se creyó muerto y enterrado por la guerra, está más vivo que nunca [...] Es evidente que la sociedad capitalista, cumplido su ciclo histórico, se desmorona [...] La guerra no habrá sido solamente una sangrienta locura, sino, en el férreo determinismo histórico, un formidable impulso que lleva a la redención del hombre.16
No obstante su adhesión a los principios enunciados por el presidente norteamericano, Nosotros adoptó en los últimos tramos de la primera guerra —tendencia que se afianzaría en la posguerra— una cierta desconfianza por la política exterior norteamericana, por sus proyecciones e implicancias sobre América Latina, en especial, a partir de 1917, cuando Estados Unidos ingresó al conflicto. Las presiones norteamericanas sobre América Latina para que los distintos países del continente abandonaran la neutralidad y se plegaran de su lado encontraron en Nosotros un crítico tenaz, que denunciaría una y otra vez que la presión de Estados Unidos amenazaba la soberanía y autonomía de los países latinoamericanos; la revista incluso cuestionó que fuera legítimo que solicitara ese tipo de apoyo. Una revista que desde sus orígenes cultivó el hispanoamericanismo literario,
"Noticias de Piquillín", Nosotros, abril de 1914, p. 112.
15 La Dirección, "Nueva era", Nosotros, noviembre de 1918, pp. 367.
16 La Dirección, "Nueva era", Nosotros, noviembre de 1918, pp. 368-370.
17 La Dirección, "Amenazas a nuestra soberanía", Nosotros, enero de 1918, pp. 5-6. Ese mismo año 1918, en el mes de junio, se publicaba en la revista la conferencia de José Ingenieros, Ideales viejos e ideales nuevos, donde mostraba su adhesión a la revolución rusa, luego de hacer una lectura de las consecuencias de la guerra, que creyó forjadora de nuevos valores. Acerca de la interpretación de José Ingenieros de la revolución, véase Omar Acha, "La revolución rusa de José Ingenieros: elitismo y progresismo", Herramienta, 20 (2002).
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inspirado fundamentalmente en la obra de José Enrique Rodó, acompañado a su vez de una
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intensa reivindicación nacionalista, en clave cultural , se volcó a lo largo de la década de 1910 —a la luz de la revolución mexicana, primero y, sobre todo, de las intervenciones norteamericanas en Nicaragua, República Dominicana y Panamá, que Nosotros denunciaría abiertamente— por dejar sentada una lectura cada vez más crítica de la política exterior norteamericana, en especial, en lo que respecta a América Latina. Plumas como José Vasconcelos, Manuel Ugarte, José Ingenieros, Pedro Henríquez Ureña ocuparían un lugar prominente en Nosotros que, por otra parte, acompañó y apoyó en la década de 1920 la creación de la Unión Latinoamericana, impulsada por el mexicano Vasconcelos, con el propósito de contrarrestar el pregonado panamericanismo de los Estados Unidos, que José Ingenieros denunciaría, en un discurso ampliamente celebrado y difundido por Nosotros, como una forma encubierta de imperialismo. Fue en el contexto de la inmediata posguerra y la revolución, pues, que Nosotros se volcó en un sentido que lo apartaría cada vez más de los principios wilsonianos que en 1918 había aplaudido, sin embargo, abiertamente. En este mismo sentido, Ingenieros denunció en su discurso que el principio wilsoniano de las nacionalidades no había sido respetado en América central, donde Estados Unidos desarrolló una política netamente imperialista.19 En ese momento, Ingenieros se convirtió por entonces en un estrecho amigo y colaborador de Nosotros y, en especial, de Roberto Giusti en particular quien retrospectivamente consideró clave esa amistad durante los años transcurridos entre la guerra y la revolución, de consecuencias, además:
Nuestra amistad con Ingenieros, tan estrecha en los últimos diez años de su vida, se anudó en vísperas de la guerra [...] me conté, nos contamos, entre los que nos embriagamos para su dicha con ese espíritu de rebeldía y libertad [...] días tremendos que van de la revolución rusa de Kerensky hasta la retirada del ejército rojo lanzado sobre Varsovia, días inmortalmente históricos en que se produjo la toma del poder por Lenin y por los bolcheviques, la paz de Brest Litovsky [sic], la invasión de Italia, la segunda ofensiva sobre París, la conclusión de la gran guerra, el triunfo de los rojos sobre sus adversarios coligados de dentro y de fuera —y entre nosotros, como colazo del sangriento cometa, la semana trágica de enero de 1919.20
En efecto, para Giusti, y también para Nosotros, la guerra y la revolución no podían pensarse de manera apartada del propio contexto argentino, signado por el avance democrático que significó la llegada del radicalismo al gobierno en 1916, luego del triunfo electoral de Hipólito Yrigoyen. Fueron años agitados, ya sea por el impacto de la guerra
18 Miranda Lida, "Nacionalismo, hispanoamericanismo e internacionalismo en la revista cultural argentina Nosotros. La era de Rafael Obligado (1912-1920)", Anuario de Estudios Americanos, en prensa.
19 José Ingenieros, "Por la Unión Latinoamericana", Nosotros, octubre de 1922, pp. 145-158. Al respecto, véase Juan Pablo Scarfi, "La emergencia de un imaginario latinoamericanista y antinorteamericano del orden emergente: de la Unión Panamericana a la Unión Latinoamericana", Revista Complutense de Historia de América, 39 (2013), 81-104; Martín Bergel, "El anti-norteamericanismo en América Latina (1898-1930). Apuntes para una historia intelectual", Nueva Sociedad, 236 (2011), pp. 152-167.
20 Roberto Giusti, "Veinte años de vida. Recuerdos y divagaciones", Nosotros, agosto de 1927, pp. 39-40.
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mundial sobre la economía argentina, sumamente vulnerable por entonces al desempeño de los mercados externos, jaqueados por el conflicto; por consiguiente, una oleada creciente de conflictividad social, facilitada por el contexto económico, no tardó en desencadenarse, con estallidos sucesivos en distintas regiones del país. La Semana Trágica de 1919, que desató incidentes violentos en el marco de una huelga declarada en la ciudad de Buenos Aires, tuvo también impacto en Nosotros que, a esa altura del partido, se resistía a continuar siendo pura y simplemente una revista de literatura, que se agota en publicar "fáciles cuentecillos y versos ligeros"; por el contrario, debía ser una revista imbuida de los problemas de su tiempo, que discutiría abiertamente, creía Roberto Giusti. Por ello Nosotros predicó ya desde 1918 que era necesario que "hagamos menos literatura y más
vida; preocupémonos por los problemas de la patria y la humanidad [...] que la suerte del
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mundo no nos sea indiferente". La sensación de que la guerra y la revolución habían traído cambios irreversibles e inminentes en el mundo, a los que la Argentina no podía permanecer indiferente, hizo que el impacto de la revolución rusa fuera tan profundo en Nosotros, así como en la vida del propio Giusti:
Es menester reaccionar. Una clase estrechamente conservadora pretende seguir gobernando el país con criterios y métodos anticuados, pero se engaña. No lo podrá. Aun concediendo que en 1914 se justificasen sus criterios —que no se justificaban— los cuatro años de guerra han equivalido a un siglo para el progreso humano [... ] y han hecho imposible mantenerse tercamente aferrados a las viejas fórmulas. O nuestra clase gobernante transforma su mentalidad volviéndose capaz de comprender la hora que corre o será barrida22
Si el mundo había cambiado de manera irreversible en tan corto tiempo, Nosotros no podía mirar a un costado. El impacto de la guerra y la revolución hizo mella profundamente en Nosotros, a punto de amenazar su supervivencia tal cual se había desarrollado hasta ahí. Cuando Nosotros se constituyó en 1912 bajo la forma de una cooperativa editorial, dirigida por Rafael Obligado, contó con un núcleo editor sólido y diverso, y se comprometió, a fin de evitar conflictos en su seno, a dejar de lado la política; sancionó unos estatutos que declaraban que la revista sería "apolítica", única garantía de conservar la armonía de un grupo de por sí heterogéneo, en el que convivían liberales, socialistas, conservadores, nacionalistas y católicos. La revolución trastocó profundamente las cosas y trajo consecuencias que impactarían en el corazón de Nosotros.
Un Trotsky oblicuo y siniestro
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La revolución rusa atentó contra la posibilidad de conservar el declarado carácter "apolítico" de la revista, al punto de producir crisis en su funcionamiento interno cuyas derivaciones serían, entre otras, la renuncia del propio Roberto Giusti a la dirección.
21 La Dirección, "Nueva era", Nosotros, noviembre de 1918, p. 372.
22 La Dirección, "La huelga sangrienta", Nosotros, enero de 1919, p. 12.
Veamos el desarrollo de los acontecimientos, desde la revolución de febrero, hasta octubre. La caída del zarismo, que ocurrió sin derramamiento de sangre, según se recalcó en la revista, fue aplaudida por Nosotros, no sólo por lo que implicaba para una sociedad tan oprimida como la rusa que por fin tendría —se esperaba— la oportunidad de dejar atrás la autocracia, un anhelo largamente esperado desde diferentes extracciones políticas. Fue celebrada ampliamente, pues, poniendo de relieve el carácter liberal del acontecimiento, cabe recalcar, en los siguientes términos: "el poder, como un fruto en sazón, cayó a los pies de la oposición liberal rusa casi sin derramamiento de sangre, que antes recuerda por la cantidad de víctimas una revolución de corte que una revolución
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popular". Era sólo un prometedor comienzo que la revista retrataba hasta ahí muy cautelosamente. Sin embargo, a partir de allí creció su interés por las noticias que llegaban de Rusia; la curiosidad de Nosotros en tanto que revista cultural se focalizó de inmediato en las vanguardias estéticas rusas, la crítica literaria rusa y la difusión de sus principales autores, pero no dejó de lado a su vez la inclusión de comentarios acerca de las transformaciones sociales, políticas, económicas e internacionales que supuso la revolución —en especial, la de octubre—. Esto no significó que se descuidaran otros temas de dimensión internacional (v.g., la situación alemana en posguerra, el asesinato de Walter Rathenau, la dictadura de Primo de Rivera en España) o que la revista no atendiera por igual las novedades literarias y culturales de otras latitudes: así, por ejemplo, el lanzamiento del grupo francés ¡Claridad!, que abogaba por crear una "internacional del pensamiento", de rápido eco en Nosotros que publicó su primer manifiesto en 1919 y a continuación siguió de cerca las novedades literarias francesas, de Romain Rolland, Henri Barbusse, Anatole France, André Gide, entre otros nombres que luego se volverían parte clave del antifascismo francés de los años treinta.
Pero a pesar de que la revista trataba de mostrarse abierta a todas las vanguardias, y no sólo a las provenientes de la incipiente Unión Soviética, no tardó en desencadenar conflictos de todo tipo. El entusiasmo por la revolución rusa de Alfredo Bianchi—el fiel compañero de Giusti— lo impulsó a colgar un retrato de Lev Davidovich Trotski en la redacción de la revista, gesto que provocó enorme malestar entre varios colaboradores habituales de la revista, tanto es así que Giusti recordaría años después que debió hacérselo descolgar para evitar ulteriores conflictos:
El retrato de Trotsky —un Trotsky oblicuo y siniestro— fue izado por Bianchi,
simbólicamente, en lo más alto de la conocida galería de retratos de nuestra redacción,
con el natural azoramiento de los colaboradores pacíficos que lo miraban perplejos, de
través, hasta que yo mismo, a pesar de mi fervor, le aconsejé descenderlo. Por estas y
parecidas razones se formó alrededor de Nosotros una leyenda grotesca a la cual,
¡naturalmente! prestó fe antes que nadie la policía. La animada tertulia que se reunía
todas las tardes en el local de la revista (y se reúne aún hoy) fue sospechada por la
ignorancia y acusada por la insidia de no sabemos cuáles tenebrosas maquinaciones
contra el orden social [...] Pues se nos denunció como terroristas, hasta trascender a los
diarios la anónima denuncia que llevó al temor a algunos miembros del directorio. [...] re
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La Dirección, "La revolución en Rusia", Nosotros, marzo de 1917. o-
Con decisión y energía hicimos lo que correspondía [...] y así el conflicto quedó fácilmente resuelto, gracias en parte a la conciliadora política de don Rafael Obligado.24
Si bien años más tarde Giusti tendió a minimizar en clave irónica las implicancias de lo sucedido —algo que podrá entenderse mejor en función de la propia trayectoria política de Giusti, que analizaremos en el último apartado—,no puede decirse que en su momento hayan sido tan irrelevantes aquellos incidentes. Baste cotejar el relato anterior con la nota que en 1919 hicieron publicar los directores de Nosotros en la propia revista, así como también en los principales diarios de la ciudad de Buenos Aires, acerca de lo que estaba ocurriendo en el seno de la revista. Como se ve a continuación, no es difícil captar el grado de tensión que atravesaba la revista:
La mala fe, la insidia y la ignorancia han levantado una atmósfera asfixiante de calumnias que debemos desvanecer de una vez. [...] Nosotros no es sino lo que siempre ha sido: una amplia y alta revista de cultura en que pueden expresar sus ideas los hombres de las más variadas edades, tendencias y credos. [...] Es pues una perversa y grotesca invención el rumor que atribuye a Nosotros no sabemos cuáles tenebrosas maquinaciones terroristas. En el local de la revista, desde hace muchos años, se reúne todas las tardes una animada tertulia de escritores y amigos, los cuales conversan, con las puertas abiertas y como hombres inteligentes, sobre el arte y la vida, y naturalmente, como hombres de su tiempo, sobre los problemas de la hora actual [... ] En cuanto al conflicto creado en el seno de la sociedad Nosotros por estos insidiosos rumores, sólo nos corresponde decir que hemos puesto el pleito en manos del presidente de la sociedad, don Rafael Obligado, el ilustre poeta e insospechable patriota [...] y que a su fallo nos remitiremos. Sin duda él no permitirá que se mate traidoramente una revista que algo ha hecho por la cultura argentina.25
Rafael Obligado había sido hasta ahí no sólo el protector y referente último de la revista, que la prestigiaba con su sola presencia, sino además un hábil árbitro que tenía por tarea darle cohesión al heterogéneo grupo que la sostenía: su misión era ayudar a amalgamar a una sociedad cooperativa que se destacó por su pluralismo en materias estéticas, literarias y también políticas. Con el aval que brindaba su prestigio al frente de la editorial, la revista logró no sólo superar sus dificultades financieras, sino además terminar de posicionarse en ese momento como una de las principales revistas de letras en lengua española en Hispanoamérica, precisamente en los años que precedieron a la fundación en Madrid de la Revista de Occidente, por José Ortega y Gasset, que data de 1923 y de Sur, en Buenos Aires, fundada por Victoria Ocampo en 1931. Ahora bien, su pluralismo y su espíritu tolerante con todas las generaciones literarias y movimientos intelectuales fue su
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24 Roberto Giusti, "Veinte años de vida. Recuerdos y divagaciones", Nosotros, agosto de 1927, p. 43.
25 "Dos palabras claras", Nosotros, mayo de 1919, pp. 139-140. También en 1918 las internas suscitadas en el re grupo editor de la revista alcanzaron ecos en la gran prensa porteña. Véase en este sentido "Con motivo de 'E& una renuncia", Nosotros, diciembre de 1918, pp. 642-646. o-
punto fuerte, pero fue al mismo tiempo su talón de Aquiles, puesto que la convivencia dentro de la cooperativa no tardó en volverse difícil, tanto es así que Obligado, superado por las circunstancias y por el alto voltaje en las tensiones internas que se habían suscitado, presentó su renuncia al directorio en 1919.
La situación a la que se llegó en 1919 fue difícil de remontar: a continuación de Obligado, también Roberto Giusti y Alfredo Bianchi amenazaron con renunciar a la gestión que, puntualmente, habían llevado a cabo desde 1907 en la revista que ellos mismos habían fundado. Tan sólo se pudo remontar la crisis a través de la designación de un nuevo directorio para la cooperativa editorial: Rafael Obligado se retiraría de la dirección (así como de cualquier otro cargo, pero permanecerían en él sus descendientes Carlos y Pedro Miguel Obligado, ambos poetas). La dirección quedó en manos del escritor y ensayista Carlos Ibarguren, al que se describió como "prestigioso universitario, [...] hombre joven, culto y tolerante [...] que sin duda será en la presidencia del directorio lo que la revista necesita en esta época de discusión de todos los valores: una clara conciencia del momento histórico."26 (Se trata, por cierto, de un retrato muy apartado del intelectual de perfil nacionalista, corporativista y autoritario que se suele leer de Ibarguren para la década de 1930.27)
La designación de Ibarguren en reemplazo del anciano poeta (que falleció en 1920, con gran impacto en las páginas de Nosotros) se fundaba en la idea de que la revista debía estar respaldada y presidida por alguien de prestigio, no socialista ni mucho menos comunista, pero sí tolerante, dentro de lo posible, con quienes lo fueran a título personal, a fin de no dar la impresión de ser una revista sectaria; de hecho, el criterio para la inclusión de los colaboradores en el grupo editor de la revista era que tuvieran idoneidad en la crítica literaria, el ensayo y la literatura, independientemente de cuál fuera su orientación política o ideológica. Otra novedad importante de mayo de 1919 fue la salida de Manuel Gálvez de cualquier puesto en el directorio de la revista, pero fue en rigor una salida provisoria porque en la década de 1920 Gálvez volvería a ocupar nuevamente posiciones ahí. (Por más tirante que parezca la relación entre Gálvez y Giusti, lo cierto es que este último participó durante años en la Cooperativa Editorial Buenos Aires, emprendimiento editorial que fundó Gálvez en 1917 y que se mantuvo activo hasta mediados de la década de 1920. Además, ambos trabajaron en conjunto en la traducción de una obra de Romain Rolland, Clerambault. Historia de una conciencia libre, publicado en Buenos Aires en 1921; que coincidieran en hacer traducir a un autor tan estrechamente vinculado al grupo Clarté es un buen indicador de que la relación entre ambos no pasaba por tan mal momento, pese a sus cada vez más ostensibles diferencias en materia política.)
Así, no bastaría con el recambio en el directorio, y el alejamiento tibio de Gálvez, para calmar las aguas en Nosotros. La retirada de Obligado en 1919, a quien la revista permanecerá deudora pese a todo, y la designación de Ibarguren, no terminaron de saldar las dificultades, y más si se tiene en cuenta que a esa altura del partido los fundadores y
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"Dos palabras claras", Nosotros, mayo de 1919, p. 141.
27 Olga Echeverría, Las voces del miedo. Los intelectuales autoritarios argentinos en las primeras décadas del siglo XX, Rosario, Prohistoria ediciones, 2009.
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redactores de la revista se sentían cada vez más identificados con el espíritu de Clarté, antes que con el del Mercure de France con el que se habían identificado en los años que precedieron a la revolución rusa. El resultado más dramático de estas tensiones fue que el propio Roberto Giusti se apartó drásticamente de la dirección editorial en 1920. En septiembre, hizo publicar una extensa carta pública, dirigida a Ibarguren, el nuevo presidente de la cooperativa, donde le presentaba su renuncia indeclinable. Los motivos que adujo son significativos puesto que entre ellos se destaca la importancia que Giusti le asignaba a los debates políticos de la hora, bajo la onda expansiva de la revolución bolchevique. Según sus propias palabras, elocuentes por sí solas:
Nosotros, a fin de proseguir cumpliendo la misión para la que nació y que le da derecho a vivir debe ampliar el círculo de su curiosidad e información. Las nuevas corrientes en el arte y en el pensamiento universales han de tener resonancia en sus páginas. Para que Nosotros siga siendo la revista que siempre fue, justo orgullo de la intelectualidad argentina, es necesario que todos los pensadores, escritores y artistas hoy día significativos en el mundo sean debidamente divulgados en sus páginas, de modo que la inteligencia argentina, las letras argentinas, tengan en Nosotros el órgano que los ilustre y estimule, es decir, una revista de vanguardia.
[...] Desde otro punto de vista: no concibo en los actuales momentos históricos ninguna publicación apolítica, que no sea de arte puro, y Nosotros por sus estatutos está obligada a serlo, a pesar de su carácter de revista de historia, filosofía y ciencias sociales. Somos testigos del formidable derrumbamiento de una civilización y juzgo imperdonable el silencio por parte de los intelectuales. Hombre de ideas políticas definidas, socialista militante, yo no podría hablar en Nosotros más que en un solo sentido, en el que corresponde a mis sentimientos e ideales, lo cual no se me oculta, aunque los estatutos no me prohibieran hacer política, equivaldría a embanderar abusivamente la revista. Por consiguiente, no siéndome ya posible soportar que los acontecimientos se precipiten en el mundo y en la Argentina sin que yo diga mi palabra de crítica, de indignación, de protesta, de fe, de esperanza, en las páginas de mi revista, renuncio a toda responsabilidad.28
Su compromiso con el socialismo fue la causa primera de su sonada renuncia de 1920; una vez políticamente engagé (en aquel momento no vacilaba en definirse abiertamente como bolchevique, como veremos luego), Giusti se consideraba incapaz de respetar el principio de apoliticidad impuesto por los estatutos de la editorial; al no poder atenerse a ellos, era consciente de que comprometería tanto el perfil de la revista, como las expectativas de algunos de sus lectores, dado que bajo esas reglas de juego, consideraba, no podría expresar con plena libertad sus ideas políticas. Los estatutos "redactados en una
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época que ya parece lejanísima" eran según Giusti un poderoso corset que constreñía a Nosotros y le impedía reconvertirse en una verdadera revista de vanguardia, señalaría a modo de advertencia: en tiempos revolucionarios, creía que la revista no se podía quedar
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28 "Carta de Roberto Giusti a Carlos Ibarguren", Nosotros, septiembre de 1920, pp. 5-7.
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"Demostración a Roberto Giusti", Nosotros, noviembre de 1920, p. 387. o-
en una posición tibia, pusilánime. De ahí que optara por renunciar. A partir de allí, el puesto de Giusti fue ocupado por el joven crítico literario Julio Noé, que se acercó al grupo Nosotros muy tempranamente, a comienzos de la década de 1910, y jugaría un papel clave abriendo la posibilidad de que la revista recibiera colaboraciones tanto rusas como francesas en la década de 1920; Noé fue además estrecho colaborador en la Sociedad Amigos del Arte, importante foro cultural de aquellos años, que se destacó por invitar a la Argentina a selectos artistas y ensayistas de vanguardia. Así, pues, no puede concluirse que Ibarguren, una vez al frente de la cooperativa editorial, haya llevado a Nosotros a conservarla tal cual había sido hasta ahí, fiel a la tradición "apolítica" de la revista; menos aún, no se volvió marcadamente tradicionalista o conservadora. Y ello a pesar de que recibió duras críticas en la década de 1920 por parte de las más jóvenes revistas de vanguardia, que comenzaron a cuestionar a Nosotros, ya cercana a las dos décadas de vida, por considerarla conservadora, pacata y burguesa, cercana a nombres bastante tradicionales en las letras argentinas como Paul Groussac e incluso el propio Bartolomé Mitre, a quienes se les dedicaron sendos números en homenaje. En este sentido, Giusti diría años después que "nos atacaban como si fuéramos unos viejos reblandecidos que no estábamos con el
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movimiento de la hora". A pesar de ello, en 1921 acogió sin vacilar a Jorge Luis Borges, que irrumpió en la escena literaria con el ultraísmo. Tanto es así que Nosotros se jactaría de que las primeras colaboraciones de Borges en Nosotros habrían sido un auténtico puntapié inicial para las revistas de vanguardia típicas de los años veinte, entre ellas, Martín Fierro, si bien Evar Méndez, su mecenas, tenía una declarada rivalidad con la revista de Giusti y Bianchi.31
Aún con Irazusta a cargo de la cooperativa editorial, la redacción continuó en la práctica, y en gran medida, en manos de Alfredo Bianchi, quien hiciera colgar aquel polémico retrato de Trotsky: Bianchi continuó a cargo de la cocina de Nosotros hasta su muerte ocurrida en 1942. Así, pues, no podría decirse que Nosotros haya dado un vuelco radical luego de la partida de Giusti. La revista continuó dándole lugar a los debates suscitados por la revolución bolchevique —participó incluso en colectas y campañas internacionales en beneficio de los "niños pobres" de Rusia, cuyo número creció de manera abrupta con la hambruna desatada en 1921—; al mismo tiempo, reforzó su identidad marxista y latinoamericanista, con recurrentes referencias a José Carlos Mariátegui y a Pedro Henríquez Ureña, ya plenamente incorporados a las páginas de la revista. Se sumaron, además, nuevos redactores y colaboradores que pertenecían al socialismo —así por ejemplo Alberto Palcos— y otros que, incluso, se acercarían al comunismo argentino, una vez ya escindido éste del tronco socialista: Aníbal Ponce es el caso más paradigmático, quien tuvo a su cargo la importante columna "Letras argentinas" en la revista, así como también se puede contar el joven crítico literario Alejandro Castiñeiras.
Así, pues, la renuncia de Giusti no alteró sustancialmente el curso hacia el que la revista ya se estaba encaminando de cualquier manera. Se conservó en los años veinte en
30 Entrevista a Roberto F. Giusti, Archivo de Historia Oral, Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires, re
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Argentina, p. 53 (entrevista de 1971, realizada por Luis Alberto Romero). Jorge Luis Borges, "Ultraísmo", Nosotros, Año 15, diciembre de 1921. o-
toda su vitalidad, tal como puso en evidencia la centralidad que continuaron teniendo sus banquetes para las figuras más importantes de la cultura hispanoamericana, sumamente influyentes aún con la creciente competencia de revistas más noveles como Proa y Martín Fierro; se involucró en causas de alto contenido político, tales como la defensa del latinoamericanismo en todas sus expresiones, frente al panamericanismo predicado desde los Estados Unidos; mostró un fuerte compromiso con la cada vez más movilizada oposición liberal y de izquierda en España contra la dictadura de Primo de Rivera, y en estrecha solidaridad con Miguel de Unamuno, enviado al destierro por el régimen; demostró un inagotable interés por las letras, la sociedad y la cultura soviéticas; no dejó de prestarle toda su atención a las transformaciones que simultáneamente estaban dándose en México —en especial, la reforma agraria— así como también a las novedades intelectuales que venían de allí, en un momento en el que los embajadores mexicanos en la Argentina lograron vincularse estrechamente al mundo local de las letras, en especial, en Buenos Aires, con Amado Nervo, primero y más tarde, Alfonso Reyes; algo similar cabe decir en relación con la cultura francesa de izquierda y los movimientos juveniles de vanguardia. Era una agenda intensa, siempre permeable a la cultura política de izquierda, tanto latinoamericana, como europea y soviética.
Cabe señalar que de todas maneras Giusti no se fue de Nosotros de modo definitivo en 1920 —de hecho continuó colaborando luego de su sonada renuncia— y su influencia sobre los redactores que quedaron a cargo fue significativa aún cuando la dirección la ejercieran otros. En rigor, su renuncia no fue más que un paréntesis, que coincidió con su postulación como candidato a concejal por el Partido Socialista, cargo que ejerció en la ciudad de Buenos Aires a partir de 1921. La razón de fondo de su distanciamiento, pues, no tuvo que ver solamente con el modo en que se desenvolvían en aquel momento sus ideas políticas o estéticas, sino además con el inicio de su carrera política en el seno del Partido
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Socialista. De esta manera Giusti procuró preservar a la revista en su espíritu, al menos en lo sustancial: que Nosotros no se convirtiera en una mera revista de partido, de facción o de camarilla literaria, sino de todas las tendencias literarias e intelectuales que circularan por Argentina y América Latina, su más preciado leitmotiv. En caso de que hubiera quedado identificada —pura y exclusivamente— con las figuras de Giusti y Bianchi, se corría el riesgo de que se disolviera por completo esa aspiración que expresaba, como ninguna otra cosa, el espíritu con el que funcionaba la revista.
El recorrido político de Roberto Giusti
A partir del año 1917, la ampliación del sufragio iniciada por la Ley Sáenz Peña encontró su reflejo en la ciudad de Buenos Aires a través de la ley municipal impulsada por el diputado socialista Mario Bravo —miembro del grupo Nosotros, a la sazón— que apuntaba a democratizar de manera equivalente las elecciones para concejales en el __CN
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Giusti volvería a la escena política en 1928, como diputado por el Partido Socialista Independiente. Ejerció re
como diputado nacional en los períodos 1928-1930 y 1932 y 1934. Fue además vicepresidente de la Cámara de Diputados en 1933. ^
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marco de la capital. La puesta en vigencia de esa ley, que supuso afianzar la tendencia hacia la democratización que se había iniciado en 1912, habilitó que Giusti entrara a competir electoralmente en la lista del Partido Socialista para los nuevos cargos en el Concejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires, el principal distrito del país para el socialismo, donde llegó a tener su mejor desempeño electoral. Según su propio testimonio:
En el año 1919, cuando se puso en movimiento la Ley Bravo, yo fui uno de los treinta candidatos porque naturalmente hubo que presentar candidatos a las treinta bancas. [...] Ocupé el vigésimo quinto lugar de la lista. Desde luego no entré porque solamente entraron diez representantes socialistas al Concejo Deliberante. Pero al renovarse dos años después el Concejo en la nueva elección, ocupé el primer lugar de la lista. ¿Por qué? Porque ya forzado por mi condición política en el partido (antes no la había tenido) de candidato a concejal, empecé a ocupar tribunas públicas. Aún recuerdo que la primera conferencia la di en la calle Rivadavia y Rojas. Así entré en la vida política en la Argentina. Yo pertenecía entonces a la sección séptima que estaba allá por el Parque Centenario.34
Fue un comienzo agitado para Giusti. El impacto de la revolución rusa fue intenso en el seno del partido socialista argentino, a tal punto que en 1918 se produjo en su seno la fractura por parte de un grupo netamente identificado con los bolcheviques que desembocaría en la conformación del Partido Comunista argentino. Y si bien Roberto Giusti se mantuvo en el socialismo histórico, ello no le impidió, a su vez, quedar atravesado por situaciones conflictivas porque no tardó en manifestar abiertas simpatías por la revolución soviética, acercándose al comunismo por consiguiente. Sin embargo, y pese a ello, no rompió con el viejo Partido Socialista, aún con tensiones. Continuamos con la transcripción de su propio relato:
Estallada la revolución rusa, en el partido enseguida se definió una corriente a favor del leninismo y había, naturalmente, la columna contraria, que era la mayoría. Yo formé parte de la corriente partidaria del sovietismo, y como yo y otros teníamos una actuación muy destacada en ese sentido, el centro de la séptima al que pertenecía me expulsó del partido, pero me expulsó el centro de la séptima, no el Comité Ejecutivo [del Partido Socialista]. [...] El partido no tenía interés en perder un concejal, o tuvo una consideración especial para conmigo. [...] El Comité Ejecutivo nunca se dio públicamente por enterado de que yo había sido expulsado del partido por mi centro. Y seguí siendo concejal. Expulsado por mi centro, sin tarjeta de afiliación pero sin que se pronunciara sobre mi caso el Comité Ejecutivo. Claro, había también simpatías personales, razones de respeto intelectual, en cierto modo; ya teníamos fundada la
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Acerca de su significación, véase Luciano de Privitellio, 'Un gobierno reformado para una nueva ciudad: el
debate de la ley municipal de 1917', en Korn, Francis y Romero, Luis Alberto Romero (comp.) Buenos
Aires/Entreguerra. La callada transformación, 1914-1945, Buenos Aires, Alianza, 2006. re
34 Entrevista a Roberto F. Giusti, Archivo de Historia Oral, Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires, 'E&
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Argentina, p. 3 (entrevista de 1971, realizada por Luis Alberto Romero). o-
revista Nosotros, cuyo codirector era desde hacía años. [...] De manera que durante dos años fui concejal socialista, pero expulsado de mi centro.35
De manifiestas simpatías por la revolución bolchevique, se mantuvo pese a todo dentro del Partido Socialista argentino, favorecido por su prestigio académico e intelectual, y por los contactos que su papel en Nosotros le había permitido forjar, en especial, entre las principales figuras del partido que, a la sazón, eran frecuentes colaboradores de la revista —entre ellos, Alfredo Palacios, Juan B. Justo y el propio Mario Bravo, todos ellos legisladores—. Ello no significa que Giusti se hubiera sentido presionado a mitigar sus simpatías por la revolución rusa pero en tal caso, y como él mismo relata, su adhesión al leninismo habría sido sólo de carácter "espiritual", azuzada entre otras cosas por la amistad que sostenía con Alfredo Bianchi en Nosotros, ferviente "tercerista", según las palabras de Giusti. Su entusiasmo fue declinando con el correr del tiempo, sin embargo, como puede advertirse en este testimonio relatado mucho después, en la década de 1970:
Mi adhesión espiritual a la Tercera Internacional fue una especie de sarampión que me aquejó, sobre todo porque Bianchi, mi compañero en la revista, era un tercerista furibundo. Si Ud. lee la revista Nosotros, encontrará que nosotros creíamos en la Tercera Internacional, en Rusia y el bolchevismo, al principio, cuando estalló la revolución, como el devoto cree. Yo tenía que moderar a Bianchi para que no abanderara la revista. [...] Creíamos que era una revolución que representaba una redención del proletario del mundo. Ya estoy de vuelta de todo eso, pero hay que haber vivido esas horas de fervor que representó la revolución rusa para comprender nuestros sentimientos. Después de la muerte de Lenin, después del asesinato de Trotski, sin que conociéramos ni una mínima parte de las atrocidades cometidas por Stalin, que han sido conocidas después, evidentemente el fervor por el comunismo desapareció de muchos corazones. Soy amigo de muchos comunistas, pero ellos saben que no soy comunista y no creo en el comunismo, ante el desvío del experimento ruso.36
En este contexto puede entenderse que en el momento de mayor adhesión de Giusti por la revolución rusa, en especial, en los años de Lenin, este perdiera cierto interés por las letras, en especial argentinas, dado que las urgencias de la hora y la velocidad de los cambios que la revolución trajo consigo en el mundo tornó "caducas" las antiguas formas de pensamiento y arte, según afirmó en 1920 en el banquete que Nosotros le organizaría
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en su despedida de la dirección de la revista. Ese mismo año, el más vertiginoso hasta ahí para Giusti al frente de Nosotros, había traído consigo muchas dificultades para la
Entrevista a Roberto F. Giusti, Archivo de Historia Oral, Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires, Argentina, p. 4 (entrevista de 1971, realizada por Luis Alberto Romero).
36 Entrevista a Roberto F. Giusti, Archivo de Historia Oral, Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires, Argentina, pp. 27-28 (entrevista de 1971, realizada por Luis Alberto Romero).
37 "Nuestra demostración a Roberto Giusti", Nosotros, noviembre de 1920, pp. 379-380
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revista, que redundarían en la sonada renuncia de Giusti a la dirección, que se produjo a continuación de una seguidilla de polémicas en las que Giusti se vio envuelto. En primer lugar, la retirada del apoyo financiero proporcionado por Alberto del Solar, un conspicuo escritor chileno del 900, que fue además diplomático y militar, quien llegó a ser vicepresidente del directorio de Nosotros en los últimos años de la década de 1910. Sigamos el relato del propio Giusti, quien años después recordará la ruptura con del Solar como un momento de crisis para la revista, provocada por los posicionamientos políticos de gran parte de sus redactores:
El escritor chileno, casado con una Dorrego [...] nos cedió una salita con dos habitaciones en un local magnífico en la calle Florida, en los altos de Mappin &Web, en Florida, entre Rivadavia y Bartolomé Mitre. Así que tuvimos local gratis. Pero la actitud evidentemente bolchevizante de Nosotros en aquel entonces se había hecho bastante manifiesta. Rompimos con del Solar y dejamos la casa.38
A la crisis con del Solar, sucedida entre los años 1918 y 1919, le sucedió un nuevo conflicto que puso a Giusti en una frágil situación: en junio de 1920, la revista Nosotros informó a sus lectores que Giusti había sido vetado como candidato a la cátedra universitaria de Introducción a los Estudios Literarios, en la Facultad de Filosofía y Letras, a raíz de una denuncia del diputado Leopoldo Melo, que se convertirá en una importante figura de la Unión Cívica Radical antipersonalista en los años por venir. Melo lo acusó abiertamente de bolchevique y con ese argumento obstruyó su designación a la cátedra, y además sugirió que se pidieran informes a la policía. Giusti, sin cortapisas, respondió con contundencia que lo dicho por Melo sería "dolorosamente cierto" porque:
Si bolcheviki [sic] es aquel que sigue con atenta inquietud la suerte del mundo y considera la revolución rusa como un formidable esfuerzo de redención humana, efectivamente lo es. Ahora si por bolcheviki, en el lenguaje especial del Consejo Superior [de la Universidad], se entiende un loco hirsuto y sanguinario, sin otra ley que su instinto —no lo es. Son bolchevikis de aquella manera hombres como Bertrand Russell, Anatole France, Enrique Barbusse, Jorge Sorel, Romain Rolland, Máximo Gorki, Bernard Shaw, Eugenio D Ors, Gabriel Alomar, José Ingenieros— y es honroso ser oscuro soldado en filas que cuentan tan honrosos jefes.39
Poco después de este episodio, como vimos, Giusti renunció a la dirección de Nosotros y a ello le siguió el inicio de su carrera política en el seno del Partido Socialista argentino. En 1921, accedió a una banca en el Concejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires, órgano colegiado de gobierno del distrito. Desde su banca como concejal, llevó adelante diferentes iniciativas de contenido tanto social como cultural que invariablemente aparecieron retratadas en las páginas de Nosotros: desde la designación
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Entrevista a Roberto F. Giusti, Archivo de Historia Oral, Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires, Argentina, pp. 50-51 (entrevista de 1971, realizada por Luis Alberto Romero). 39 "Un enemigo del orden", Nosotros, junio de 1920, p. 277.
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de una calle de Buenos Aires con el nombre de Benito Pérez Galdós, hasta el reclamo ante las autoridades de la ciudad para hacer del Teatro Colón una platea al alcance de los bolsillos más populares, con compañías que no fueran sólo extranjeras, reclamo que Nosotros acompañó con entusiasmo desde sus páginas de crítica teatral, entre otras tantas iniciativas legislativas que el concejal impulsó para la ciudad de Buenos Aires.40 Su puesto en el órgano colegiado de gobierno del distrito de la Capital le permitió en 1923 integrar el jurado del Concurso Literario Municipal, uno de los más importantes premios literarios de la Argentina de la época, donde tuvo la oportunidad de premiar a Arturo Cancela, escritor al que Giusti conocía ampliamente por su colaboración en Nosotros, donde había sido reseñado en muchas oportunidades.41 Así, pues, de la política pasó a la literatura, y de allí nuevamente a la política: eran fronteras porosas que Giusti transitaba con naturalidad. A modo de ejemplo, baste con señalar que en 1923 le tocó compartir un acto público en donde se designaría una calle de Buenos Aires con el nombre del escritor y periodista decimonónico de Pedro Echagüe, acto al que asistió, en tanto que funcionario del gobierno de Marcelo T. de Alvear, el ministro de Guerra Agustín P. Justo, que en la década de 1930 se convertiría en uno de los presidentes más
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emblemáticos de la "década infame" en la Argentina. Puede decirse pues que en su tránsito por la vida política tuvo suficiente tacto como para codearse con una amplia gama de funcionarios, provenientes de diferentes lugares del espectro político; sus simpatías por la revolución rusa no fueron un impedimento para ello. Nosotros siguió paso a paso el desempeño público de Giusti, no sin elogios y reiterados aplausos. Quizás la medida más celebrada fue su iniciativa de índole cultural y educativa de fomentar la creación de instituciones para la educación inicial (jardines de infantes) en los barrios populares de la ciudad de Buenos Aires; el primero de ellos fue fundado en Parque Centenario en 1927, con gran beneplácito para la revista.43
Una vez consolidado en la función pública, Giusti regresó a su anterior puesto en la dirección de Nosotros, junto a Alfredo Bianchi, en marzo de 1924, tras la renuncia de Julio Noé. Ya había pasado el momento de su mayor fervor por la revolución bolchevique; de hecho, poco tiempo después encontraremos a Giusti integrando las filas de una nueva escisión a la que dio lugar en 1927 el Partido Socialista argentino: el socialismo independiente. Se caracterizó, en los últimos años de la década de 1920, por un ferviente antiyrigoyenismo, que Giusti compartía con buena parte de sus figuras más representativas: entre ellas, Antonio de Tomaso y Federico Pinedo. "Antonio de Tomaso y sus amigos Pinedo, González Iramain, me instaron a incorporarme, cuando yo ya estaba completamente apartado de toda actividad política desde que había dejado de pertenecer al Concejo", relatará Giusti años después.44 El PSI, que apoyó el golpe militar
"Benito Pérez Galdós", Nosotros, enero de 1921, pp. 64-67.
41 "El banquete a los premiados por la Municipalidad de Buenos Aires", Nosotros, junio de 1923, pp. 259-265.
42 "Homenaje a D. Pedro Echagüe", Nosotros, febrero de 1923, pp. 280-282.
43 "Inauguración del primer jardín de infantes municipal", Nosotros, abril de 1927, pp. 137-138.
44 Entrevista a Roberto F. Giusti, Archivo de Historia Oral, Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires, Argentina, p. 9 (entrevista de 1971, realizada por Luis Alberto Romero).
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de 1930 en la Argentina45, acompañó a Agustín P. Justo cuando se postuló a la presidencia en 1932: Justo fue el principal exponente de la "década infame" en la Argentina, que abusaría del fraude así llamado patriótico, en especial luego de 1935, y Giusti, al igual que otros miembros del PSI, lo acompañarían en su gestión. Fue en 1933 que Giusti alcanzó la vicepresidencia de la Cámara de Diputados (había ingresado como legislador nacional en 1928 por primera vez). La temprana muerte de su amigo Antonio de Tomaso en 1933, animador del PSI y además ministro de Agricultura de Agustín P. Justo, lo apartó definitivamente de la política de ahí en adelante y Giusti ya no volvería a ocupar puestos en la función pública.
En pocas palabras, pues, se trata de un recorrido nada lineal que llevó de un entusiasmo febril por la revolución rusa, a la adhesión —incluso justificación— del primer golpe militar de la historia argentina del siglo XX. ¿Qué explicación puede darse a este derrotero tan poco rectilíneo? ¿Puede acaso afirmarse Giusti atravesó un viraje radical en tan pocos años? La respuesta no es sencilla, puesto que uno no puede perder de vista que fue el propio Giusti quien hiciera descolgar de Nosotros el cuadro de Trotsky, que su amigo Bianchi había allí instalado; fue él también quien optó por permanecer en el Partido Socialista, aún cuando hubiera tenido razones de peso para salirse de él, e ingresar al partido Comunista, luego de haber sido expulsado del comité barrial al que pertenecía; luego, inició su carrera política en el seno del socialismo, que le abrió puertas para acceder a distintos cargos públicos, desde concejal hasta diputado nacional; finalmente, ya hacia fines de los años veinte, se separó del tronco histórico del partido socialista argentino para plegarse al novel Partido Socialista Independiente, abiertamente antiyrigoyenista. La posición oficial del PSI frente al golpe militar de septiembre de 1930 fue en absoluto opositora; como partido antiyrigoyenista era ya para entonces una fuerza política de creciente importancia que en las elecciones legislativas de 1930 alcanzaría más del 7% de los votos, por encima incluso del radicalismo antipersonalista. Giusti adhirió a la posición de su partido y consideró que deponer a Yrigoyen era necesario para sanear las instituciones republicanas, un diagnóstico en el que coincidió con las principales figuras de su partido y del arco liberal. No fue pues por adherir a las variantes más exacerbadas del nacionalismo, ni por entusiasta adhesión a José E. Uriburu, de fuerte admiración por el fascismo italiano, sino que en todos los casos se conservó en una posición coherente con la línea seguida por su partido, que se había conformado a partir de una escisión con el socialismo histórico.
45 Su lectura del golpe coincidió con la del radicalismo antipersonalista, puesto que denunció la gestión de Hipólito Yrigoyen como desprolija y poco preparada para afrontar la situación de crisis económica que comenzaba a atravesar el país. Adhirió al reclamo de regenerar las instituciones republicanas provenientes de estos sectores del radicalismo no yrigoyenista, y estuvo lejos de resultar un adicto de los grupos nacionalistas que rodearon al nuevo presidente de facto, José E. Uriburu. Al respecto, véase Roberto F. Giusti, "La revolución civil y militar de 1930", en Roberto Etchepareborda et al, Crisis y revolución de 1930, Buenos Aires, Hyspamérica, 1984, pp. 174-184.
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Conclusión
La revolución rusa, inseparable en sus primeros momentos de las consecuencias de la primera guerra mundial, tuvo un impacto directo en la revista Nosotros, que se verificó en distintos aspectos. Por un lado, despertó el entusiasmo de las caras más visibles de las revistas, Roberto Giusti y Alfredo Bianchi, que tenían a cargo su redacción; varios de los colaboradores habituales, como José Ingenieros, se plegaron también, entusiastas; pero hubo otros, incluso prominentes miembros de la cooperativa editorial que se mostraron más fríos. Dicho de otro modo, el grupo editor, plural y amplio, se vio conmovido por divisiones internas en su seno, que llevarían a discusiones y situaciones tirantes, renuncias —algunas de ellas escandalosas, como en el caso del propio Giusti—, crisis, mudanzas forzosas por pérdida de apoyos financieros, como ocurrió con Del Solar, y así sucesivamente. La revista, cada vez más permeable a temas como el antiimperialismo, la autodeterminación de los pueblos, la preocupación por el bienestar de las masas en tiempos de crisis económica y rápido cambio político, el declive de los Imperios centrales, el colapso del zarismo y las nuevas oportunidades que se abrían en Occidente luego del conflicto, que despertaban honda expectativa de transformación en pos de sociedades más justas, democráticas y humanitarias. No es casual en este contexto la rápida y fervorosa apertura de Nosotros a todos los movimientos de vanguardia, que florecieron con intensidad en esos años desde Rusia hasta América Latina; en especial, fue el grupo francés conocido como Claridad! con el que más se identificaría Nosotros, por su carácter pacifista, su invocación a los valores de la emancipación humana a través de la revolución y por su reclamo de intelectuales comprometidos con el cambio social, ideas todas que cobraron gran fuerza en las dos figuras más visibles de Nosotros. Sin embargo, era necesario sortear el hecho de que Nosotros fuera —continuara siendo— una revista plural en su composición, no sólo por la diversidad de tendencias estéticas, sino también ideológicas, y que tenía un fuerte compromiso por conservar en su seno el equilibrio entre sus partes, de ahí su declarado apoliticismo, al menos de intención; esta fórmula le permitió convertirse en una revista señera para toda América hispana en los primeros años del siglo, tanto es así que el Mercure de France —nada menos— la calificaría de "bella expresión de revista de vanguardia, a la vez audaz y mesurada" .46
Esta misma combinación de audacia y mesura se advierte de igual manera en la conducta política de Giusti, que pasó de un entusiasmo primigenio por la revolución bolchevique, en tanto que gesta emancipatoria y redentora, y en este sentido no muy diferente del modo en que la leyó también José Ingenieros, entre otros, para terminar conduciéndolo a posiciones más cautas, tal como se refleja en el temprano gesto de descolgar el retrato de Trotsky de la redacción de Nosotros, a fin de evitar todo tipo de suspicacias y descomprimir tensiones en el seno del grupo editor. Giusti atravesó, como se vio, una compleja trayectoria en la que, a pesar de todo su entusiasmo, no abandonó el Partido Socialista para volcarse al comunismo, sino para pasar a integrar una de sus 00
fracciones más moderadas, el Partido Socialista Independiente, de importante actuación
46 "Revue de la Quinzaine", Mercure de France, 1 de febrero de 1921, n. 543, p. 830.
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desde fines de la década de 1920. La mesura prevaleció sobre la audacia, a la larga, pero de esta manera Giusti pudo regresar a dirigir Nosotros que según Giusti habría sido "la
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más significativa de las revistas de su tipo".
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47 Entrevista a Roberto F. Giusti, Archivo de Historia Oral, Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires,
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