Научная статья на тему 'HISTORIOGRAFíA SOBRE LA UNIDAD POPULAR: LA UNIDAD POPULAR Y LAS CONSTRICCIONES DEL SISTEMA-MUNDO CAPITALISTA'

HISTORIOGRAFíA SOBRE LA UNIDAD POPULAR: LA UNIDAD POPULAR Y LAS CONSTRICCIONES DEL SISTEMA-MUNDO CAPITALISTA Текст научной статьи по специальности «Языкознание и литературоведение»

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NACIONALISMO METODOLóGICO / UNIDAD POPULAR / SISTEMA-MUNDO CAPITALISTA / CONSTRICCIONES

Аннотация научной статьи по языкознанию и литературоведению, автор научной работы — Garrido Luis

El siguiente artículo es tanto una crítica como una propuesta a lo que se ha escrito historiográficamente sobre el período de la Unidad Popular (1970-1973). En el primer apartado se critica el mito organizativo predominante sobre la UP; y en el segundo, se exponen algunos aspectos de la economía-mundo capitalista que posiblemente afectaron al gobierno de Allende. Aquí se sostiene que desde un enfoque historiográfico, sustentado en el análisis de sistemas-mundo, se podrá avanzar en la comprensión de la Unidad Popular más allá de las causalidades meramente ideológicas y “endógenas” en cuanto a su fracaso.

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Текст научной работы на тему «HISTORIOGRAFíA SOBRE LA UNIDAD POPULAR: LA UNIDAD POPULAR Y LAS CONSTRICCIONES DEL SISTEMA-MUNDO CAPITALISTA»

Historiografía sobre la Unidad Popular: La Unidad Popular y las constricciones del sistema-mundo capitalista

Historiography on the Popular Unity: The Popular Unity and the constraints of the capitalist world-system

*

Luis Garrido

Resumen

El siguiente artículo es tanto una crítica como una propuesta a lo que se ha escrito historiográficamente sobre el período de la Unidad Popular (1970-1973). En el primer apartado se critica el mito organizativo predominante sobre la UP; y en el segundo, se exponen algunos aspectos de la economía-mundo capitalista que posiblemente afectaron al gobierno de Allende. Aquí se sostiene que desde un enfoque historiográfico, sustentado en el análisis de sistemas-mundo, se podrá avanzar en la comprensión de la Unidad Popular más allá de las causalidades meramente ideológicas y "endógenas" en cuanto a su fracaso.

Palabras clave: nacionalismo metodológico, Unidad Popular, sistema-mundo capitalista, constricciones

Abstract

The following article is both a critique and a proposal to what has been written historiographically about the period of the Popular Unity (1970-1973). In the first chapter the hegemonic organizing myth is criticized about the PU; and in the second, some aspects of the capitalist world-economy that possibly affected Allende's government are exposed. This paper argues that from a historiographical approach, supported by world-systems analysis, may be advance our understanding of the Popular Unity beyond merely ideological and "endogenous" causalities as to its failure. Keywords: methodological nationalism, Popular Unity, capitalist world-system, constraints

*Chileno. Tesista Licenciatura en Historia de la Universidad Alberto Hurtado (UAH), perteneciente al Colectivo Geoculturas. Correos: sonderweg86@gmail.com y colectivogeocultura@gmail.com

En la guerra contra el capital no es posible detener el avance y no cabe ni hablar de que renunciemos a seguir expropiando al capital. Se trata de cambiar el centro de gravedad de nuestra labor económica y política. Hasta ahora se destacaban en primer plano las medidas encaminadas a la inmediata expropiación de los expropiadores. Hoy colocamos en primer plano la organización de la contabilidad y del control de las haciendas y empresas ya expropiadas a los capitalistas y en todas las demás

Vladimir I. Lenin

El poder radica en controlar las instituciones económicas, en controlar las estructuras-veto que tienen la facultad de desorganizar, en controlar las instituciones culturales. El poder radica en los movimientos por sí mismos.

Sí —dirán—, pero los movimientos siempre supieron esto. En efecto lo supieron, pero siempre creyeron que el poder, distinto del que se encuentra en las maquinarias-estado, era una forma menos requerida con el fin de que se pudiera estar en posición de controlar al estado. La prioridad estratégica de alcanzar el poder en la estructura-estado siempre estuvo ahí. Fue el único objetivo primordial que se mantuvo a cualquier costo. Y así lo hicieron todos los movimientos que en esencia rechazaron el consejo de Gramsci de no implicarse en una guerra de posición sino recordar la utilidad de la guerra de maniobra. Lo que se encuentra en el programa de los movimientos es, a mi modo de ver, el desarrollo de una estrategia de maniobra que relega a calidad de táctica la adquisición de poder en las maquinarias-estado, a una posición hacia la cual uno se mueve y desde la cual uno pudiera moverse.

Immanuel Wallerstein

I. El mito organizativo historiográfico hegemónico sobre la Unidad

Popular1

Todo relato histórico es elaborado sobre la base de algún mito organizativo, a saber: una narración metahistórica cuya finalidad es proporcionar un "hilo conductor" a los hechos históricos sustentado en base a ciertas premisas teóricas, para así darle sentido e inteligibilidad a los acontecimientos. Un mito organizativo es una

proposición que no se puede comprobar; es un cuento, una metahistoria que intenta proporcionar un marco de referencia dentro del cual se interpretan las estructuras, los patrones cíclicos y los sucesos de un sistema sociohistórico determinado. Nunca se puede aprobar o reprobar, sólo se puede proponer (y defender) como un mecanismo heurístico que explica, de manera más elegante, coherente y convincentemente que cualquier otro mito, el sistema histórico en observación y que deja sin esclarecer menos enigmas o requiere menos explicaciones adicionales adhoc para justificar la realidad empírica.2

1 Se podrá cuestionar acá que la elección de los autores que componen el "mito organizativo" historiográfico hegemónico sobre la UP ha sido arbitraria. Para responder a esta posible crítica, se sospecha que añadir más autores a la palestra no agregará nueva información sino que más bien se "saturará".

2 Immanuel Wallerstein, "Teorías económicas y disparidades históricas del desarrollo", Impensar las ciencias sociales: límites de los paradigmas decimonónicos, Siglo XXI editores, 5° edición, 2007, México, p. 57

Más allá de la alusión a la historia económica —que hace Wallerstein en esa afirmación— lo cierto es que también se puede extrapolar hacia otras historias "sectoriales". De hecho, las narraciones y explicaciones historiográficas que abordan el período histórico que comprende la Unidad Popular (1970-1973) cargan dentro de sí, implícita o explícitamente, un mito organizativo de por medio.

Como se verá a continuación, no existe en los relatos históricos sobre el período de Salvador Allende una explicación plausible que aborde, explícita y sistemáticamente, las constricciones que supuso el sistema-mundo capitalista sobre el proyecto de transformación social que proponía la Unidad Popular en la unidad política llamada Chile. Es más aún: a menudo se ha estudiado dicho período histórico desde el punto de vista del fracaso de una teoría de la revolución (la revolución con "empanadas y vino tinto" o "la vía chilena/democrática al socialismo"); o, mejor dicho, la UP se estudia a la luz de la fallida "teoría de la revolución" (marxista) en el sentido de cómo se debió acceder al, y posteriormente ejercido el, poder del Estado antes que como un proyecto de transformación, a largo plazo, que tendría resonancias hacia la economía-mundo capitalista. La literatura historiográfica, circulante y dominante, que aborda el período tiene un mito organizativo que hace hincapié fundamentalmente en los aspectos "endógenos", los cuales son: 1) el sistema político chileno, 2) el sistema de partidos, y 3) la polarización ideológica de la "sociedad nacional" chilena. En estos textos, se ven mayoritariamente explicaciones que abordan, casi exclusivamente, la relación entre la estructura estatal (con su sistema político y sistema de partidos) y la sociedad civil "chilena" en la que implícitamente se da como explicación del fracaso de la UP, el desbordamiento del Estado por las demandas de la sociedad civil sumada a la polarización ideológica del país (producto de la guerra fría), dejando sin evidenciar, o problematizar, lo suficientemente problemáticas de orden "exógeno". Si bien hay elementos "extranacionales", solamente se limitan a cuestiones muy acotadas y que están al margen de la explicación general de lo acontecido en ese lapso temporal: influencias ideológicas, intervenciones extranjeras (de EEUU y la URSS), y variables macroeconómicas desde la economía neoclásica.

Inclusive se podría sugerir que existe un tácito consenso "liberal-marxista" en torno al período de la Unidad Popular, ya que: en primer lugar, abordan fundamentalmente variables "internas", y en segundo lugar porque se toman demasiado en serio la ideología como componente explicativo determinante, dando —como consecuencia de esas premisas compartidas— la impresión de que el proyecto político y económico de la UP fue manejado con escasa conducción política. Tomás Moulian plantea aquello al sostener que la UP, como coalición de partidos, actuó de una forma políticamente irresponsable al imbuir a sus militantes de lo que él llama "síndrome humanista-romántico" que es una suerte de mezcla de discurso incendiario (de carácter "revolucionario") con la ausencia de medios (tácticos y estratégicos) para lograr los objetivos políticos de la transformación

revolucionaria.3 Posteriormente, el autor reformula dicha problemática sosteniendo que al interior de la UP se dio una suerte de empate catastrófico entre dos "alas" de dicha coalición, reproduciendo así el añejo debate marxista reforma versus revolución, que para mí carece de sentido, ya que según Moulian había una izquierda institucional —que deseaba los cambios desde el interior del "Estado burgués"— y una izquierda rupturista — que deseaba el cambio por la vía insurreccional-armada—.4 De este modo, para Moulian, la polarización ideológica permeó incluso a la misma Unidad Popular.

Marcelo Casals procede de una forma muy similar a Moulian, efectivamente, centrándose en los aspectos discursivos de la estrategia política de la izquierda y de la Unidad Popular. Pero este autor cae en el mismo juicio que Moulian, a saber, que la UP no tuvo una conducción política clara: "[b]ajo un ambiente polarizado, toda opción revolucionaria requiere necesariamente de una línea clara y unívocas de acción".5 Por lo demás, Casals también comparte la dicotomía entre la izquierda "institucionalista" y "rupturista" al interior de la coalicón de izquierda, lo cual refuerza el componente ideológico en la explicación por sobre otros aspectos. No obstante lo anterior, Casals atribuye gran importancia al pensamiento político de Allende, el cual nunca coincidió del todo con ambas vertientes de la Unidad Popular. El mérito de Allende, para Casals, fue haber separado el concepto de revolución del concepto de violencia.6 De ahí que según el autor, el allendismo era una "estrategia unificada de acción revolucionaria, en virtud de los múltiples peligros que posiblemente se presentarían. Lo que se buscaba, al fin y al cabo, era un equilibrio entre ruptura y estabilidad, lo que significaba, la compleja tarea de revolucionar una sociedad sin menoscabo de su estabilidad".7 Con todo, no queda explícito en el texto cuáles serían "los múltiples peligros que posiblemente se presentarían" contra la Unidad Popular. Ello simplemente yace en el suspenso.

Ahora bien, al otro lado de este consenso tácito "liberal-marxista", esto se aprecia en el

3 Tomás Moulian, Chile actual. Anatomía de un mito, Lom ediciones, 3° edición, 2002, 30° reimpresión, 2002, Chile, pp. 153-154

4 Tomás Moulian, "La vía chilena al socialismo: itinerario de la crisis de los discursos estratégicos de la Unidad Popular", Julio Pinto Vallejos (coordinador-editor), Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular, Lom ediciones, 1° edición, 2005, Chile, p. 38

5 Marcelo Casals Araya, El alba de una revolución. La izquierda y el proceso de una construcción estratégica de la "vía chilena al socialismo" 1956-1970, Lom ediciones, 1° edición, 2010, Chile, p. 10

6 "Garcés, en una serie de sus escritos, postuló la posibilidad real de construir el socialismo haciendo uso de la institucionalidad, es decir, no en ruptura sino mediante un pacto con la legalidad. Esto se explicaba por la diferenciación conceptual entre 'revolución' y 'violencia' —que en el pensamiento 'ultraizquierdista' se encontraban íntimamente imbricados— en tanto que el desarrollo histórico contemporáneo estaría creando los escenarios necesarios para un tránsito pacífico. En este sentido, las frecuentes referencias a la insurrección violenta en los escritos clásicos del marxismo estarían condicionadas por su contexto histórico, marcado por el escaso desarrollo institucional y democrático de sus sistemas políticos". Véase Marcelo Casals Araya, Ibíd., p. 271

7 Marcelo Casals Araya, Ibidem

manejo macroeconómico que tuvo la Unidad Popular. Para Larraín y Meller, la UP fue un experimento socialista-populista, queriendo decir con aquello que ese gobierno llevó a cabo políticas económicas con una "combinación de políticas fiscales, monetarias y cambiarias que provocan una expansión insostenible del producto y los salarios reales". 8 El aspecto socialista de este experimento era la voluntad, por parte del gobierno de Salvador Allende, de transitar de un modo de producción a otro: del capitalismo al socialismo/comunismo. De esta forma, la narración histórica de estos autores lleva a la conclusión —algo apresurada— de que una política económica expansiva, en donde se aumentan los salarios reales y la demanda agregada "sin considerar para nada las restricciones internas o externas",9 conduce inexorablemente a la crisis económica y al colapso económico —había "crisis" para todo el sistema-mundo—. No obstante, aquí subyace implícitamente el mismo mito organizativo que en Moulian y Casals: la UP no tuvo una buena conducción política y/o económica, ya que no tomó en cuenta para nada las restricciones internas o externas; ¡pero no especifican muy bien cuáles! Por otra parte, la lógica de su argumentación se ubica solamente en los efectos de dichas constricciones antes que en sus causas, como por ejemplo: el problema de la incertidumbre de los derechos de propiedad, o la imposibilidad de expropiar la industria, porque no se contaba con una legislación que permitiera hacerlo.10 Y este mito organizativo también lo comparten en el componente ideológico. De hecho, los autores sostienen —de forma bastante soberbia y no menos ideológicamente obnubiladora del que le adjudican a la experiencia "socialista-populista"— que para la Unidad Popular "en definitiva, la ideología demostró ser un mal sustituto del realismo económico".11 Sin embargo, el problema con esta perspectiva económica neoclásica es que solamente analizan el desempeño económico (el cual obviamente fue pésimo acorde a estándares monetaristas) sin tomar mucho en cuenta las relaciones de poder —excepto para acusar de corrupto al gobierno de Allende y las credenciales de los partidos de la UP—; de hecho separan implícitamente lo "económico" de lo "político", por lo que pareciera que el desempeño económico ocurriese en un vacío social.

8 Felipe Larraín y Patricio Meller, "La experiencia socialista-populista chilena: La Unidad Popular, 1970-1973", Cuadernos de economía, año 27, N° 82, 1990, pp. 317-318

9 Felipe Larraín y Patricio Meller, Ibíd., p. 318

10 Véanse las siguientes afirmaciones: "La industria y la agricultura fueron los sectores más afectados por la incertidumbre respecto a la propiedad. En la industria, el gobierno eludió especificar los criterios exactos que llevarían a la expropiación de una firma durante todo el primer año de aplicación del programa. Hacia fines de 1971, intentó alcanzar un acuerdo parlamentario basado en la nacionalización de las 254 firmas más grandes de Chile, medidas por el tamaño de su capital. Pero no se llegó a acuerdo. Más tarde, el gobierno presionó con el fin de alcanzar un acuerdo legislativo para nacionalizar un grupo reducido de 90 empresas estratégicas, pero sin resultado. Sin embargo, mientras el gobierno declaraba sus intenciones de limitar su programa a las firmas más grandes, las intervenciones se presentaban en gran número de firmas medianas y pequeñas. Esto extendió la incertidumbre a la totalidad del sector industrial". "¿Cómo se explica este resultado parcial [de la expropiación de la industria]? Por una parte, estuvo la resistencia sustancial opuesta por el sector privado contra la nacionalización de la industria. Por la otra, estaba la falta de legislación adecuada para el cumplimiento de esta tarea". Véase Felipe Larraín y Patricio Meller, Ibíd., pp. 331 y 334

11 Felipe Larraín y Patricio Meller, Ibíd., 354

De la misma forma que Larraín y Meller procede Joaquín Fermandois, tomando en cuenta la política mundial y la diplomacia. Sin embargo, al igual que los demás autores, creo que Fermandois se toma demasiado en serio, y al pie de la letra, la ideología y la retórica marxista. Este problema se ve reflejado en parte en la concepción algo "caricaturesca" del antiimperialismo proclamado de la Unidad Popular y del enemigo imperialista del momento: Estados Unidos así como del problema del subdesarrollo. El autor, al parecer, está tan impresionado y enceguecido por la retórica incendiaria marxista de Allende, que no logra comprender la problemática del Tercer Mundo, el subdesarrollo y el desarrollo desigual y combinado dentro de la economía-mundo capitalista. A lo más, Fermandois menciona —después de citar un discurso de Allende donde denuncia las intervenciones desestabilizadoras de la ITT contra Chile— que "[e]l texto refleja el rechazo de Allende a la economía mundial (de mercado)" y que consiguientemente "[l]a estrategia internacional del cambio propuesto por la Unidad Popular, no podía consultar una cooperación creativa con la economía mundial de mercado".12 Aquí de nuevo, además de mostrar una cierta fascinación por la Unidad Popular y Allende, el autor demuestra el mismo mito organizativo "liberal-marxista" subyacente: la intransigencia ideológica de la Unidad Popular con respecto al mercado mundial y la participación en este. Como argumento subyacente de este autor —fundamentado en algo así como un determinismo (además de reduccionismo) ideológico— es que pareciera que la Unidad Popular no podría haber participado en el seno del mercado mundial, o en las estructuras organizativas de la economía-mundo capitalista.

Por otra parte, Fermandois también comparte la primacía analítica por los aspectos internos: "[l]a inflación y la crisis de la balanza de pagos no pueden ser explicadas en el mero contexto de la falta de recursos externos. Fue el desarrollo interno de la economía el que produjo la crisis de la balanza de pagos y la inflación".13 Pero esa es la mitad de la historia, puesto que, contra Fermandois, la economía chilena no estaba "desconectada" del sistema-mundo; las evoluciones históricas "internas" simplemente no se pueden comprender sin antes observar las limitaciones sistémico-mundiales que llevaron a tal situación. Esa es una forma reduccionista, y apresurada, de establecer causalidades sin atender las complejidades coyunturales, institucionales, estructurales, y seculares de la formación sistémico-mundial. Después de todo, el autor comparte la misma apreciación política que Moulian y Casals —falta de conducción (o responsabilidad) política— al sostener que, en último término, el error de la Unidad Popular fue que "[n]o podía ejercer lo de otras revoluciones, que saben imponer sacrificios, aún a precios horrendos".14 De ese

12 Joaquín Fermandois, Mundo y fin de mundo. Chile en la política mundial 1900-2004, Ediciones Universidad Católica de Chile, 1° edición, 2005, Chile, p. 346

13 Joaquín Fermandois, Ibíd., p. 379

14 Joaquín Fermandois, Ibíd., p. 382

modo, deja muy claro que Allende debió haber emulado las típicas revoluciones proletarias, sobre todo las rusa y cubana —adoptando un esquema modernizador y teleológico de ciencia social— y no realizar el proyecto de transformación social por medio de una "vía democrática al socialismo". Por último, Fermandois llega a declarar —bastante irónicamente— que "[f]ue la contradicción más grande de la izquierda hasta 1973, conducir una revolución del consumo sin tener las herramientas para volver sobre sus pasos",15 y que sí pudiera llevarla a cabo Pinochet con el neoliberalismo —y la anuencia de la potencia hegemónica del sistema-mundo, Estados Unidos, sea dicho de paso—.

Como se puede apreciar, el mito organizativo historiográfico sobre la UP se compone al menos de tres aspectos fundamentales:

1) Un marcado énfasis en los aspectos endógenos, y más particularmente: la relación entre la sociedad civil "chilena" y la estructura estatal mediada por el sistema de partidos. Es decir, se adopta como marco explicativo, que el Estado haya sido literalmente sobrepasado por una "masa crítica" de demandas y antagonismos en la sociedad.

2) Una comprensión histórica de la Unidad Popular en términos de una revolución "fallida" a la luz de la teoría marxista, es decir, que no siguió la senda de la revolución rusa y/o cubana en el sentido de que no tomó, ni ejerció, el poder estatal como en tales revoluciones. Aquí el problema es que se cae, implícitamente, en un esquema teleológico modernizador-desarrollista para abordar problemas historiográficos, y que no se copió lo suficientemente bien una experiencia histórica pasada. En suma, aquí se asevera que a la UP le faltó mejor conducción política.

3) Un excesivo énfasis en los discursos ideológicos, y la explicación del fracaso del proyecto de la Unidad Popular por haber promovido una polarización ideológica al interior de la unidad política llamada Chile. Aquí se acusa implícitamente a la UP de que no planificó lo bastante bien su programa de transformación social a largo plazo y de que fue irresponsable con sus discursos ideológicos al ser incendiarios.

Se cuestiona cada uno de estos puntos —basados en un "nacionalismo metodológico"— del tácito consenso "liberal-marxista", sobre los cuales han girado las habituales narrativas históricas sobre el período de la Unidad Popular y su proyecto político-económico. Es debido a lo anterior que lo que se propone aquí es totalmente diferente de lo que hasta el momento se conoce sobre el gobierno de Salvador Allende, lo cual es lo siguiente: la Unidad Popular, como proyecto gubernamental, no operó sin elaborar alternativas estratégicas en relación a las múltiples constricciones del sistema-mundo capitalista. Es inconcebible, y bastante poco realista, suponer que el proyecto impulsado por el gobierno de Allende fuera a operar sobre una tabula rasa estratégica en ese terreno. Por consiguiente,

15 Joaquín Fermandois, Ibidem

aquí rechazo las explicaciones netamente "endógenas" e ideológicas que pretenden dar cuenta del fracaso y/o inviabilidad de la UP. Tampoco se trata de descartarlas como factores explicativos, pero son muy reduccionistas, apresuradas —¿Se puede sostener realmente que la Unidad Popular fracasó debido meramente por la creciente polarización ideológica, la inflación en Chile, y al paro de octubre de 1972?— y lo que es más importante aún: no invitan a una mayor investigación historiográfica para esclarecer este tipo de problemáticas. Lo que se desea aquí es añadir una mayor, y creciente, complejidad a la comprensión histórica de lo sucedido durante dicho período y el proyecto de transformación.

II. Presencias, atisbos y ausencias del sistema-mundo sobre la Unidad

Popular

No obstante, a pesar del sesgo metodológicamente nacionalista, de todas formas hay ciertas alusiones implícitas al sistema-mundo capitalista, y sus constricciones, en los relatos históricos aquí revisados. Una de las alusiones a dicho entramado, la hace Tomás Moulian en su libro Fracturas. Allí además de sostener la tesis del "empate catastrófico" entre las dos izquierdas, al interior de la Unidad Popular, añade un componente estructural a largo plazo: las estrategias de dominación que ejercía el Estado chileno para contener las demandas de la sociedad. De hecho, en el texto de Moulian se ve cómo, más o menos desde 1938 hasta 1973, el Estado pasa desde estrategias de dominación y contención coactivas hacia menos coercitivas, y de hecho integrativas socialmente (expresadas en el "Estado desarrollista").16 Sin embargo aquí caben ciertas "sospechas" de esta tendencia en relación al rol del Estado entre 1938 y 1973: ¿Por qué las estrategias de contención (desde las coercitivas hacia las integrativas) tuvieron esa progresión histórica?, ¿habrá tenido correlación alguna con la larga onda de expansión económica de posguerra (1948-1967/73) en la economía-mundo capitalista? Creo que el fracaso de la Unidad Popular tiene que ver, en gran parte, con el cambio de fase en el ritmo de crecimiento económico al nivel del sistema-mundo capitalista como un todo, en que se pasó a una fase B de contracción económica mundial, lo cual de alguna manera hizo aún más difícil el desarrollo y despliegue del proyecto propuesto por Salvador Allende.17 Si ese acoplamiento de una

16 "Estrategia de dominación integrativa: Se aplica entre 1958 y 1970, aunque su momento de mayor despliegue tiene lugar durante el gobierno de Frei, el cual asume con fuerza un proyecto de reformismo integrador, destinado a realizar la modernización capitalista, a impulsar la participación a través de la organización de campesinos y pobladores. Con esta política el gobierno de Frei buscaba desarticular a la derecha y desplazar a la izquierda, tomando algunas de sus banderas". Véase Tomás Moulian, Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973), Lom ediciones, 1° edición, 2006, Chile, p. 21

17 Para la literatura que aborda las ondas largas cíclicas Kondratiev, de expansión y contracción económica mundial, desde 1948 hasta nuestros días, véanse los siguientes títulos: Ernest Mandel, Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación marxista, Siglo XXI editores, 1° edición, 1986, España; Samir Amin, Giovanni Arrighi, André Gunder Frank e Immanuel Wallerstein, Dinámica de la crisis global, Siglo XXI editores, 4° edición, 2005, México; Carlota Pérez, Revoluciones tecnológicas y capital financiero. La dinámica de las grandes burbujas financieras y las épocas de bonanza, Siglo XXI editores, 1° edición,

tendencia cíclica —ondas largas Kondratiev— con una secular —carácter de la dominación estatal— no convenciera, también se observa un suceso coyuntural que coincidió con la Unidad Popular, el cual no ha sido siquiera mencionado en la literatura histórica respectiva. El análisis histórico del desempeño económico de la Unidad Popular establece que el primer año de gobierno de Allende (1971) tuvo un relativo éxito. Sin embargo, como sugieren Larraín y Meller, ya desde finales de dicho año la Unidad Popular comenzó a sufrir ciertos problemas económicos los cuales coinciden, más o menos, con el abandono del patrón oro-dólar, por parte de Estados Unidos, el 15 de agosto de 1971.18 Estos sucesos validan la idea aquí propuesta de que los altibajos cíclicos, y eventos coyunturales, del sistema-mundo tuvieron que haber afectado de alguna manera a Chile, y por eso debiesen ser tomados en cuenta como parte de la explicación histórica general.

Es por lo anterior que es difícil compartir la perspectiva y opinión de Gabriel Salazar. Según este autor, la Unidad Popular fue solamente un gobierno más, desde 1939, en que se practicó lo que él llama Estado empresarial y nacional-desarrollismo, que es algo así como una mezcla entre una clase política civil liberal con pretensiones productivistas industriales, subrayando la contradicción entre el capitalismo y el liberalismo. La siguiente afirmación es muy decidora: "[n]o hay duda que la familia liberal chilena siguió haciendo en el siglo XX lo que había hecho a menudo en el XIX: la guerra contra sí misma".19 Salazar da la impresión de compartir implícitamente la equiparación de capitalismo con el desarrollo de un sector industrial, o como si el modo de producción capitalista lo tuviese que desarrollar automáticamente como imperativo normativo. Con respecto a lo "liberal" de la clase política civil, se refiere netamente a su "vocación librecambista", esto es: a la participación en el mercado mundial —al contrario que Fermandois—. Es a partir de estos supuestos que Salazar analiza lo ocurrido durante la Unidad Popular. ¿Por qué siguió siendo lo mismo, según él? Debido a que aunque se usó al Estado como actor económico y productivo, en última instancia, ello "no varió en lo sustancial la estrategia liberal-desarrollista de su antecesor, pues continuó importando (MP) en términos absolutamente librecambistas para el desarrollo de un sector industrial productor de bienes de consumo que estaba encerrado en el asfixiado círculo monetario de (D1)".20 El autor incluso asevera que si el desarrollo de un país sigue dependiendo de un "conglomerado mercantil externo", entonces "se puede

2004, México; Robert Brenner, La economía de la turbulencia global, Akal ediciones, 1° edición, 2009, España.

18 "A fines de 1971 ya había demasiadas señales que apuntaban a una aceleración significativa de la inflación en 1972: el gran incremento de la oferta de dinero, el alto déficit fiscal, el nuevo reajuste de salarios en enero de 1972, la imposibilidad práctica de una contracción adicional de las utilidades corporativas, el agotamiento de los abastecimientos y existencias, la fuerte contracción de las reservas internacionales y la aparición de escasez y mercado negro para muchas mercaderías diferentes". Véase Felipe Larraín y Patricio Meller, "La experiencia socialista-populista chilena: La Unidad Popular, 1970-1973", p. 340

19 Gabriel Salazar, Historia de la acumulación capitalista en Chile (Apuntes de clase), Lom ediciones, 1° edición, 2003, Chile, p. 139

20 Gabriel Salazar, Ibíd., p. 148

decir que su desarrollo es y sigue siendo intrínsecamente, liberal". 21

No compartimos la vinculación que Salazar establece entre liberalismo y capitalismo porque no son exactamente lo mismo, aunque se sostenga que exista afinidad entre ambos conceptos. ¿De verdad se puede pensar que toda participación en el mercado mundial tiene el mismo carácter acomodaticio o, mejor dicho, pasivo? Salazar, al parecer, no da la más mínima posibilidad de que proyectos transformativos, como el de la Unidad Popular, pudieran tener repercusiones al nivel de la economía-mundo. Y es más aún, pareciera que Salazar cree, de una u otra forma, en un tipo de "desarrollo autocentrado" —¿avatar del "desarrollo nacional"?— con independencia de constricciones sistémicas más amplias. Para él toda esa experiencia histórica queda resumida así: "Por eso las crisis económicas de 1943, 1949, 1955, 1962, 1967 y 1972 (...) no son tan atribuibles a los programas políticos específicos de cada uno, sino a la lógica liberal que todos ellos, en aspectos estratégicos compartieron. Que producto de eso hayan fracasado, no uno (el de la Unidad Popular) sino todos los programas políticos (...) no significa tampoco que la causa haya estado en lo que efectivamente hicieron (...) sino en lo que no hicieron".22 Estaría de acuerdo con la primera parte de la declaración; no obstante, de ahí no se sigue que sea "responsabilidad" exclusiva de quienes llevaron a cabo los proyectos, sino que dichos proyectos siempre están dentro de un "todo" social, relativamente estructurado y estructurante, que va más allá de la jurisdicción y de la capacidad de maniobra de un Estado en particular.23 (¿Se podría aseverar tajantemente que el Estado chileno, o cualquier actor político en su interior, tenían la total capacidad para realizar cualquier tipo de acción que se propusiera en el marco de la economía-mundo?). Lo acontecido durante el período de Allende, desencadenó toda una serie de procesos que van mucho más allá de la mera orientación librecambista, en relación al mercado mundial. Ello quedará más claro a continuación.

Como expresión de lo anterior, puede tomarse el vínculo del Estado en relación al sistema-mundo. El análisis de Robert Denemark apunta a la forma en que las relaciones de intercambio con la economía-mundo capitalista —o los vínculos estatales a la misma—

21 Gabriel Salazar, Ibidem

22 Gabriel Salazar, Ibíd., p. 148-49

23 A este respecto quisiera mencionar algo con respecto a la concepción de Estado que tiene Salazar. Para éste, el Estado no es la verdadera institución en donde radicaría el poder. Véase lo que él dice en la página 110: "Pero el Estado, en sí mismo, más que ejercer poder o dominio, lo exigía de otros para sí. La ley (que había sido perforada a todo nivel por un parlamentarismo de facto) no tenía credibilidad. Quien la tenía no era ni el Estado ni la Ley sino el Ejército, que, a fin de cuentas, era —y casi siempre ha sido— el verdadero instrumento de dominación de una clase sobre otra, y no por ser Estado, sino por monopolizar el poder de fuego de la nación'. Sin desmedro de que es correcto lo que menciona Salazar, en que el poder no agota a la estructura estatal, de todas formas el poder no se debería reducir a la mera capacidad del uso de la violencia. El poder dentro del análisis de sistemas-mundo no se agota con el uso de la violencia sino a las capacidades de operar y repercutir, así como de minimizar lo más posible las interferencias "externas" dentro de la economía-mundo capitalista. Este es un proceso relacional, y a largo plazo, a escala del sistema-mundo capitalista expresado con el dispositivo centro-periferia.

condicionan, o determinan, los resultados en las "historias nacionales". La tesis del autor es que "en mayor medida en que una economía está directamente vinculada a la producción para el intercambio en el mercado global, por ejemplo en términos de proporción de las exportaciones en el PIB, más dominantes deberían ser tales fuerzas". 24 Lo que el autor plantea es intentar convencer de que las relaciones de intercambio, más las relaciones de clase, analizadas al nivel del sistema-mundo son las que condicionan los resultados económicos y políticos de los países. Denemark eso sí, desecha rápidamente la formulación de su hipótesis en términos nominales, es decir: en términos de la proporción de las exportaciones en el PIB.25 De hecho, en su artículo, queda claro que la participación chilena en el mercado mundial era mucho menor en comparación a otros países: solamente el 23% del PIB era destinado hacia las exportaciones; no obstante el 74% de sus exportaciones al mercado mundial provenía de actividades extractivas (minería).26 Si bien Chile estaba embarcado en el "modelo" de Industrialización y Sustitución de Importaciones (ISI), nunca se desconectó completamente del sistema-mundo capitalista. Pero al contrario de Salazar para quien en Chile hay un "capitalismo esquizoide", según Denemark, lo que Chile pretendía era cambiar de posición jerárquica en el marco de la economía-mundo. Y las políticas de Allende seguían con más fuerza aún dicha pretensión ascendente. En términos generales: "La relación entre el status en el sistema-mundo y el desarrollo del Estado es una de las facetas más importantes de la perspectiva de los sistemas-mundo. Las ventajas tempranas en la centralización, y unidad, del Estado son identificadas como componentes críticos en el desarrollo de una economía avanzada. Esto es así porque un aparato estatal central relativamente fuerte es capaz de actuar de una manera empresarial, y de apoyar políticas efectivamente diseñadas para conducir a un sistema económico más fuerte por sobre las objeciones de intereses locales atrincherados",27 y también, podría añadirse, de la oposición de otros Estados y/o agentes económicos "extra-nacionales".

La conclusión a la que llega el autor es que a pesar de que Chile tuviera mejor desempeño económico que Zambia en general, ello no resultó en la superación de su condición de país periférico de la economía-mundo capitalista. Ambos siguieron en la misma posición jerárquica. ¿Por qué? Esta es la parte más teórica del texto. Si bien, el autor pareciera que no da mucho énfasis al comercio exterior, lo que en realidad pretende es refutar —o al

24 Robert A. Denemark, "The State in Zambia and Chile: The Role of Linkage to the World-Economy", Review, Vol. XIV, N° 4, 1991, Fernand Braudel Center, Nueva York, p. 517

25 "Las críticas a la literatura de los sistemas-mundo a menudo se han centrado, al menos implícitamente, en este punto. El intercambio es identificado como insuficiente en su extensión, o, más fundamentalmente, simplemente como el tipo errado de una actividad sobre la cual deba enfocarse al buscar explicaciones para los fenómenos subsecuentes.

Por otra parte, podría sugerirse que las mediciones simples del vínculo al sistema-mundo son engañosas. Primero, algunos bienes podrían jugar un rol más crítico que otros, un rol no necesariamente reflejado en términos nominales". Véase Robert A. Denemark, Ibíd., p. 517-18

26 Robert A. Denemark, Ibíd., p. 551

27 Robert A. Denemark, Ibíd., p. 519

menos cuestionar— seriamente la tesis "marxista ortodoxa" de que lo que determina el resultado de estos procesos son exclusivamente las relaciones internas de clase. ¿Internas a qué? Al Estado-nación en cuestión, en donde se esté llevando a cabo la lucha de clases. Este es un claro ataque al sesgo eurocéntrico y desarrollista de los marxistas contrarios al análisis de sistemas-mundo.28 Denemark ante tales ataques declara: "Quizás en el contexto europeo, donde el tira y afloja de las relaciones de clase tuvieron un rol más importante que jugar, uno pueda argumentar por la primacía de fuerzas 'internas' como contrarias a las 'externas'. Es lejos mucho más difícil hacer eso en la periferia (...) Aquí predomina el nivel global de las fuerzas dominantes en el análisis de sistemas-mundo".29 Pues, el problema intelectual real no es la primacía de lo "local" en contra de lo "global", sino en "la capacidad de urdir fenómenos globales en el contexto doméstico de clase para explicar importantes, y de otra forma desquiciantes, rompecabezas históricos". 30 Es más, incluso el autor llega a sostener que en la periferia de la economía-mundo "la creación y ejecución de las reglas del comercio internacional son un importante escenario para el conflicto, lo que él [Samuel Bowles] llama 'intercambio impugnado'".31 El problema que aquí destaca él es que los marxistas ortodoxos llevan a cabo sus análisis haciendo uso exclusivamente del "nacionalismo metodológico": toman a los Estados-nación como unidades de análisis totales, esto es, como si realmente fuesen absolutamente cerrados y autónomos entre sí. Es sobre la base de tal razonamiento que las relaciones de intercambio son consideradas generalmente como un apéndice "externo", al parecer, con escasa trascendencia; y peor aún: como si no fuera una relación social y/o de poder. Por ello son incapaces de concebir las relaciones, y luchas, de clase a escala mundial desbordando así a cualquier entidad política jurídicamente delimitada.

Otro retazo, más bien indirecto, de dicho entramado sistémico-mundial puede desprenderse de la misma estrategia económica propuesta por la Unidad Popular. Aquí el foco ya no es

28 Aquí el autor se está refiriendo precisamente en los marxistas ortodoxos Maurice Dobb, Ernesto Laclau, Robert Brenner, entre otros que metodológicamente han dado primacía en sus análisis históricos a la esfera de la producción (siguiendo la "división del trabajo en la manufactura" de Marx) y que atacan a Paul Sweezy, André Gunder Frank, Immanuel Wallerstein, entre otros, porque según aquellos, éstos dan primacía a la esfera de la circulación, cuando en realidad los analistas de sistemas-mundo analizan el modo de producción capitalista siguiendo la "división del trabajo en la sociedad" de Marx.

En cambio, los analistas de sistemas-mundo aseveran que separar entre las esferas de la producción y de la circulación —como lo hace al "marxismo ortodoxo" produccionista— está tanto en contra de la epistemología y metodología de Karl Marx como de lo que él quiso decir realmente, para quien el modo de producción capitalista se debe analizar como totalidad sistémica y geohistóricamente localizado, y no abordando sus partes por separado y con independencia de éstas entre sí. De hecho, inclusive se podría sostener que el análisis de sistemas-mundo vendría a completar el proyecto científico marxiano de comprensión del modo de producción capitalista.

29 Robert A. Denemark, "The State in Zambia and Chile: The Role of Linkage to the World-Economy", p. 543-44

30 Robert A. Denemark, Ibíd., p. 544

31 Robert A. Denemark, Ibidem

tanto la Unidad Popular como coalición de partidos, sino como gobierno, cuyo programa tenía los siguientes puntos: "el respeto de la legalidad, el desarrollo económico y la satisfacción de las demandas populares".32 De dichos lineamientos los que tienen más vínculos con el análisis de sistemas-mundo son los dos últimos. Fue así que el proyecto de la UP haría transitar, supuestamente, a Chile desde el modo de producción capitalista hacia el modo de producción socialista/comunista: "orientado por la visión de desarrollo económico que vinculaba la distribución del ingreso y la redefinición de una estrategia de crecimiento, buscaba armonizar estos objetivos a través de la definición de tres áreas de propiedad en la economía: el área de propiedad social, el área mixta y el área privada". 33 Aquí Yocelevzky va más allá de lo estrictamente político en términos del sistema político y el sistema de partidos en Chile. En su reconstrucción el cuadro es mucho más complejo. La estrategia de desarrollo económico de la Unidad Popular, tuvo un componente altamente político en el sentido de que la redistribución del ingreso hacia los sectores populares, y desposeídos, implicaría un apoyo de esos sectores al gobierno (junto con la formación del área de propiedad social); mientras que la constitución del área mixta junto con la permanencia de la privada significaría la posibilidad de apoyo a Allende proveniente de la clase media (o "pequeña burguesía" en jerga marxista).34

No obstante, aquí cabe preguntarse si de verdad resultaba tan determinante el apoyo de los sectores medios para el proyecto de la Unidad Popular. Yocelevzky pareciera asumir el siguiente supuesto clasista, demasiado centrado en las relaciones "endógenas" por lo demás:

La pequeña burguesía sólo se encaminará hacia frentes o democracias populares en caso de que vea ante sí un fuerte movimiento obrero susceptible de ayudarla, y si sus experiencias políticas y de alianzas la inclinan a identificar a los monopolios y a los terratenientes como sus peores enemigos. Cuando no se den estas circunstancias, la pequeña burguesía pondrá todo su esfuerzo en conseguir sus características demandas de crédito barato, legislación antimonopolista y subsidios agrícolas y de otros tipos. En situaciones de crisis agudas gravitará hacia formas más o menos autoritarias de populismo, basadas en el culto al dirigente.35

32 Ricardo Yocelevzky R., Chile: partidos políticos, democracia y dictadura 1970-1990, Fondo de Cultura Económica, 1° edición, 2002, Chile, p. 74

33 Ricardo Yocelevzky R., Ibíd., p. 75

34 "El área de propiedad social tendría que garantizar al gobierno la capacidad de dirección estratégica del desarrollo del país, en tanto las áreas mixta y privada se sujetarían a esa estrategia, estimuladas por otros instrumentos de política económica, fundamentalmente el control del comercio exterior y la banca por parte del Estado y, por otro, por una demanda que sería producto de la redistribución del ingreso y que compensaría la restricción en las utilidades, por el control de precios, con un aumento en el volumen de ventas". Véase Ricardo Yocelevzky R., Ibíd., pp. 75-76

35 Goran Therborn, ¿Cómo domina la clase dominante? Aparatos de Estado y poder estatal en el feudalismo, el capitalismo y el socialismo, Siglo XXI editores, 7° edición, 2008, México, pp. 140-141

Si bien lo anterior es cierto, podría plantearse que el problema mayor eran precisamente las empresas extranjeras expropiadas junto con los capitalistas extranjeros, ya que estaban vinculados a procesos productivos al margen de la jurisdicción chilena, y que en un contexto de contracción del mercado mundial provocaba más problemas de rentabilidad a los países centrales del sistema-mundo capitalista (precisamente a quienes se estaba expropiando). Y es más aún: no se ha comprendido muy bien lo que significó este proceso de nacionalización, por parte de la UP, de sectores económicos en relación a las resonancias que ese evento implicaría para la economía-mundo capitalista en ese entonces. Esto queda muy claro cuando Moulian dice que "[e]l ejemplo de la acelerada y riesgosa constitución del APS permite ilustrar esa afirmación (...) El énfasis programático estuvo puesto en la construcción de esta área, como si se pensara que el requisito único o principal de existencia del socialismo era la propiedad estatal de los medios de producción".36 Ahí implícitamente Moulian plantea que los problemas que tenía que enfrentar la Unidad Popular, en tanto que proyecto de transformación a largo plazo, apenas estaban empezando con el proceso de expropiación a los capitalistas (nacionales y/o extranjeros) y que el socialismo no se instauraría inmediatamente por la mera estatización de los medios de producción. No obstante, no hay referencias en torno a las implicancias de ese proceso de la expropiación de sectores económicos estratégicos por parte de Chile en referencia el resto de la economía-mundo; solo se dice que ocasionó problemas para el gobierno de Salvador Allende. En resumidas cuentas, aquí cabe comprender dos problemáticas: a) los problemas estratégicos que implicó la expropiación del capital privado extranjero, en favor de Chile, en términos de las constricciones institucionales del sistema-mundo capitalista, y b) el significado de este proceso de apropiación de parte del plusvalor mundial, a favor de Chile, en cuanto a sus repercusiones a la creciente competencia intercapitalista, en un período de creciente crisis de "sobreacumulación".

Otro atisbo de las problemáticas del análisis de sistemas-mundo lo plantea Moulian implícitamente cuando atiende a la estructura estatal. Según el autor, la discordancia estratégica al interior de la Unidad Popular, y el persistente "legalismo" del gobierno (reforma versus revolución), hizo que su proyecto de cambio social quedase aislado políticamente con márgenes de acción cada vez más decrecientes. No obstante, en Moulian se ve que el Estado debió haber sido concebido en términos de "relación de clase" y no tanto como un mero "aparato de dominación": "el proceso político de la Unidad Popular había entrado en una dinámica de difícil control desde el momento mismo en que la política de los 'resquicios legales' se impuso como opción. El uso de esa táctica le permitía al gobierno prescindir de la indispensable tarea de construir una mayoría social y también una mayoría estatal".37 Pero dichas concepciones de Estado ¿son mutuamente excluyentes?,

36 Tomás Moulian, Fracturas, p. 244

37 Tomás Moulian, "La vía chilena al socialismo: itinerario de la crisis de los discursos estratégicos de la Unidad Popular", p. 50

¿implican necesariamente una insalvable dicotomía en la estrategia política? Se podría sospechar, más bien, que dichas teorizaciones sobre el Estado son en realidad un falso problema. Tampoco se sostiene aquí que necesariamente sean prácticamente lo mismo. Quizás desde una perspectiva histórico-mundial en su hincapié en analizar los eventos históricos, a partir de un entramado sistémico-mundial y la longue durée, se pueda comprender mejor dicha falsa dicotomía estratégica. Me explico: desde el análisis de sistemas mundo, no es lo mismo fortalecer el poder del Estado, en su capacidad de coerción y represión, como instrumento de dominio de clase, al interior de sus fronteras, que fortalecer la estructura del Estado en relación a la jerarquía del sistema interestatal inherente al sistema-mundo capitalista. Los análisis históricos demasiado centrados en el Estado-nación hacen perder de vista dicha distinción, y que la dicotomía expresada por Moulian es desorientadora y/o que habría que formularla de otro modo.

Incluso, el autor pareciera hacer la distinción que aquí se propone cuando afirma que: "[l]a Unidad Popular, sintiéndose legitimada por las condiciones políticas favorables generadas por el triunfo de las elecciones municipales [de 1971], continúa adelante en la política de nacionalizaciones, vía compra de acciones bancarias o intervenciones de empresas, descuidando las reformas políticas".38 Aquí parece pertinente la denuncia que hace Wallerstein a los mistificantes análisis de los procesos de legitimación, demasiado centrados en la relación directa entre la estructura estatal y la sociedad. Más bien pareciera que sucediese de otra manera:

La legitimación no concierne a las masas sino a los cuadros. La cuestión de la estabilidad política depende de la medida en que el pequeño grupo de dirigentes del aparato de Estado sea capaz de convencer al grupo más amplio de empleados centrales y potentados regionales de que el régimen se formó y funciona sobre la base de cualesquiera valores consensuales que se pueden hacer creer a estos cuadros que existen, y de que es en bien de los intereses de estos cuadros que el régimen continúe funcionando sin grandes obstáculos. Cuando se dan estas circunstancias podemos llamar "legítimo" a un régimen.39

Por tanto, el problema aquí no es tanto el resultado de las elecciones: eso es tomar el resultado de las elecciones como un índice fiable de legitimidad. El problema aquí, es que la estructura estatal chilena, y en particular su burocracia, no compartía los valores que promovía la Unidad Popular y pertenecía a una clase muy distinta. Entonces, el problema era, como muy bien lo dice Moulian, convertir una mayoría social/electoral en una mayoría estatal: "[c]omo sabemos, y lo probó la propia experiencia, no siempre una mayoría social, en este caso electoral, se transforma en acumulación de fuerzas en el Estado".40 Se podrá

38 Tomás Moulian, Ibíd., p. 51

39 Immanuel Wallerstein, El moderno sistema mundial I: La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, Siglo XXI editores, 20° edición, 2007, México, p. 203

40 Tomás Moulian, "La vía chilena al socialismo: itinerario de la crisis de los discursos estratégicos de

discutir qué es necesario primero: si la mayoría social o el fortalecimiento de la estructura estatal; pero concebir al Estado sólo como "relación de clase" nada nos dice sobre su radio de acción en relación a las constricciones del sistema-mundo, sino sólo de su coherencia en términos de clase. No obstante, ese aspecto no es del todo irrelevante porque una composición de clase unitaria, en el Estado, podría ser considerada como condición necesaria, pero no suficiente, para que la UP tuviese un mejor manejo estratégico, y desempeño, frente a las limitaciones de la economía-mundo capitalista.

Solamente ampliando el marco geográfico hacia lo "global" se comprenderá mejor lo que aquí se propone. Si nos centramos exclusivamente en los árboles por separado perderemos de vista el bosque, y se tomará por cierta la dicotomía que propone Moulian. Efectivamente, el período durante el cual se desarrolló el proyecto de la Unidad Popular, fue más o menos simultáneamente, en que "el Estado estadounidense y sus Estados y organizaciones aliados han enmarcado un conjunto de procesos ('instituciones') que son trans-estatales, y así estado-subversivas, en sus trayectorias históricas: la ONU y sus agencias (...) De una forma bastante bien contradictoria la principal forma de la empresa, la transnacional, también se está convirtiendo rápidamente en estado-subversiva".41 Así, se comprende por qué también era necesario un Estado relativamente fuerte en el marco de la economía-mundo capitalista en ese entonces, lo cual refuerza nuevamente la idea de que la dicotomía que promueve Moulian es algo desorientadora, ya que la acumulación de capital a escala mundial, a pesar de que refuerza en el largo plazo las estructuras estatales, no lo hace por igual en todas las zonas del capitalismo histórico: en algunas áreas la estructura estatal es más fuerte que en otras. De hecho, la acumulación de capital pareciera debilitar, en el largo plazo, a los Estados de la periferia a favor de los Estados del centro junto con su apropiación de parte del plusvalor mundial. Lo mismo podría decirse de la participación zonal de los Estados al interior de las organizaciones internacionales: estas sirven para institucionalizar la desigual correlación de fuerzas existente en el sistema interestatal y el mercado mundial. También se podría añadir al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM) dentro de las organizaciones internacionales que mantienen el statu quo a favor del país hegemónico del sistema-mundo (Estados Unidos) y los demás pertenecientes al centro. Es más, el proceso de formación/deformación del Estado es promovido por los Estados más fuertes del sistema-mundo: "se podría argumentar que debido a que la estatalidad/interestatalidad es integral, no superestructural, al sistema

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la Unidad Popular", p. 51

41 Terence K. Hopkins, "Note on the Concept of Hegemony", Review, Vol. XIII, N° 3, 1990, Fernand Braudel Center, Nueva York, p. 411. "El período que comienza después de la segunda guerra mundial ha presenciado el nacimiento de una serie de organizaciones internacionales, tales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Comunidad Económica Europea, la OTAN, las Naciones Unidas, etc. Aunque son organizaciones de Estados soberanos, su personal tiene también que representar a la propia organización. El Banco Mundial y el FMI son valiosos instrumentos de chantaje capitalista, que pueden aplicarse en contra de los gobiernos socialistas o excesivamente reformistas". Véase Goran Therborn, ¿Cómo domina la clase dominante?, pp. 119-120

histórico-mundial capitalista y una transición [al socialismo] desde este apenas puede ser efectuada por una de sus estructuras definidoras". 42

El proceso de debilitamiento del Estado periférico, descrito en el párrafo anterior, puede comprenderse mejor a la luz del testimonio de Hugo Fazio (vicepresidente del Banco Central durante la UP): "la casi totalidad de las líneas de crédito bancario existentes sobre el exterior eran proporcionadas por instituciones estadounidenses. En el cumplimiento de 'hacer aullar' la economía procedieron de inmediato, con solo dos excepciones a cortarlas". 43 Además de haber sido cortado el crédito hacia Chile, surgieron también problemas con la deuda externa, la cual tuvo que ser renegociada. Sin embargo, su negociación estuvo entrabada debido a las limitaciones que imponían ciertas organizaciones internacionales: "renegociar la deuda externa con el Club de París, tarea aún más difícil porque se requería alcanzar previamente un informe positivo del Fondo Monetario Internacional, que debía obtenerse sin renunciar a la política económica independiente decidida".44 Sobre las transnacionales, cupríferas, la ITT, etc., no profundizaré; sus acciones desestabilizadoras son lo suficientemente conocidas, pero caben dentro de este cuadro general: de ser subversivas con los Estados "anfitriones" tal como lo plantean los analistas de sistemas-mundo: "Su verdadero poder político es su dominio de los recursos productivos y su habilidad para tomar decisiones relacionadas con esos recursos, por ejemplo, reubicarlos o sacarlos de circulación".45 No obstante lo anterior, este tipo de constricciones no son muy tomadas en cuenta, en el sentido de qué lineamientos estratégicos tenía la Unidad Popular para sortearlos. Se ve solamente que la UP los sufrió pero no si es que tenía alguna forma estratégica para responder —más allá de saber si efectivamente podían responder o no—. Y este es un aspecto sobre el cual, el análisis de lo acontecido durante la Unidad Popular, debiera profundizarse:

En realidad, el sistema interestatal se apropia de todas las relaciones directas e indirectas entre los pueblos de diferentes países (jurisdicciones estatales) — sean religiosas, científicas, comerciales, artísticas, financieras, lingüísticas, civilizacionales, educativas, literarias, productivas, de definición de problemáticas, históricas, filosóficas, y así ad infinitum—, de modo tal que todas llegan a ser, en última instancia, mediadas, y con gran frecuencia, realmente organizadas por las agencias homólogas de los diferentes Estados en virtud de las relaciones existentes entre los mismos.46

42 Terence K. Hopkins, Ibidem

43 Hugo Fazio, "Mapa de la extrema riqueza: antes, durante y después", Salvador Allende. Presencia en la ausencia, Lom ediciones, 1° edición, 2008, 1° reimpresión, 2008, Chile, pp. 200-201

44 Hugo Fazio, Ibíd., p. 201

45 Immanuel Wallerstein, "Crisis: la economía-mundo, los movimientos y las ideologías", Impensar las ciencias sociales, p. 41

46 Giovanni Arrighi, Terence K. Hopkins e Immanuel Wallerstein, Movimientos antisistémicos, Akal ediciones, 1° edición, 1999, España, pp. 41-42

Por último, un aspecto más o menos dejado de lado (aunque no completamente ausente) es la relación entre la Unidad Popular y los países del "bloque socialista" representados por la URSS, Cuba y China. Hugo Fazio solamente afirma que el lado soviético ayudó con algunas líneas de crédito al gobierno de Allende.47 Joaquín Fermandois es bastante más explícito en este punto. Él dice que "[l]os recursos en divisas de la URSS eran muy escasos, y no sólo por la debilidad de su economía, muy patente después de la caída del sistema. En lo fundamental, la economía de los estados marxistas no interactuaba con la economía mundial; su comercio con los países desarrollados era mínimo en relación al comercio internacional de la economía mundial. Su disponibilidad de monedas duras era muy limitada".48 Aquí se cae en un a priori, y supuestos teóricos, muy difíciles de sostener en vista de la perspectiva analítica adoptada aquí: ¿de verdad se puede sostener que el "bloque socialista" estaba al margen de la economía-mundo capitalista por el mero hecho de socializar la producción vía estatización de los medios de producción?, ¿no es eso suponer lo que debiese ser probado?, ¿se puede tomar a dichos países al pie de la letra como socialistas por el mero hecho de un decreto de Estado?, ¿de verdad el "bloque socialista" no participaba en la economía-mundo capitalista, o no será más bien un autoengaño promovido por anteojeras ideológicas? Es muy cuestionable el criterio, que establece Fermandois, como "índice" de participación en el mercado mundial —el nivel de comercio exterior— puesto que la imbricación chilena en el mismo tampoco era tan amplia (producto del "modelo" ISI), y porque, de todas formas, ambos países (Chile y la URSS) fueron afectados diferencialmente por el contexto de creciente sobreproducción y declive económico mundial.49 La explicación que el autor establece para explicar la escasa ayuda soviética a la Unidad Popular es que "se consideraba a Chile como un país 'en construcción del socialismo', no como 'país socialista' a secas, ya que esto último hubiera exigido, en lo moral, un compromiso mayor".50 ¿Puede tomarse realmente esa afirmación como "la" causa de la escasa ayuda soviética? Uno podría sospechar que ese tipo de afirmaciones son, más bien, excusas ideológicas que esconden causalidades estructurales de carácter jerárquico en la participación de los países como partes constituyentes del sistema-mundo,

47 "Se tuvo que reconstruir el tejido de relaciones bancarias internacionales, lo cual se logró por la actitud claramente diferente de varios bancos europeos occidentales (franceses, italianos y alemanes, entre otros) y también de bancos soviéticos que tenían filiales en Inglaterra, Francia y Suiza". Véase Hugo Fazio, "Mapa de la extrema riqueza: antes, durante y después", p. 201

48 Joaquín Fermandois, Mundo y fin de mundo, p. 384

49 Lo que plantea Harriet Friedmann, sobre el "bloque socialista" en el sistema-mundo capitalista, desmiente categóricamente a Fermandois: "No tan notado a menudo, pero simultánea e igualmente importante, fue la détente. En su aspecto económico, la détente marcó el fin del aislamiento económico mutuo entre los bloques capitalista y socialista. La primera expresión económica de la détente fue una serie de acuerdos sobre cereales entre EEUU y la URSS en 1972-73, los cuales han sido continuados y extendidos competitivamente hacia otros países exportadores. Han sido seguidos por muchos acuerdos comerciales y de inversión entre Europa occidental y oriental, y préstamos hacia algunos países del bloque soviético por bancos transnacionales". Véase Harriet Friedmann, "Rethinking Capitalism and Hierarchy", Review, Vol. XIII, N° 2, 1990, Fernand Braudel Center, Nueva York, p. 257

50 Joaquín Fermandois, Mundo y fin de mundo, p. 385

y que dan cuenta precisamente de su capacidad de acción en el marco de dicho entramado. Lo que está claro es que: la asistencia soviética a la Unidad Popular no fue todo lo que ciertos sectores de dicha coalición hubieran deseado (fundamentalmente el PC); pero se debe avanzar más allá de las puras razones ideológicas. Como corolario de esta propuesta, es que no se deben tomar tanto en serio las autopercepciones ideológicas (aunque tampoco ignorarlas). En este sentido, tampoco se debería tomar tanto en serio la pretensión ideológica, por parte de la Unidad Popular, de que estaban, y podrían estar, transitando desde el modo de producción capitalista hacia el socialista/comunista, al interior de unidad política llamada Chile.

Es debido a todos los puntos descritos anteriormente, en este segundo apartado, que se justifica elaborar otro mito organizativo, sobre la base del análisis de sistemas-mundo, tanto para abordar, y comprender, exhaustivamente el proyecto de transformación que pretendía realizar el gobierno de Salvador Allende en Chile, como para explicar su subsiguiente fracaso. Para resumir y aclarar sintéticamente, la comprensión histórica de la Unidad Popular —en particular: sus políticas económicas y líneas estratégicas— debiera considerar en profundidad los siguientes aspectos —estructurales, institucionales, coyunturales, y tendencias seculares— del sistema-mundo capitalista:

1) Un contexto de finalización de la fase A (Kondratiev) de expansión económica de posguerra (1948-1967/73) con el consiguiente cambio de fase en el ritmo de crecimiento económico hacia una fase B de estancamiento y contracción económica mundial.

2) Algunos eventos coyunturales que desembocaron en desequilibrios financieros y monetarios a raíz de la creciente crisis de "sobreproducción".

3) El carácter de la participación chilena en el mercado mundial durante la Unidad Popular, y desechar por completo la idea de que se estaba transitando hacia el socialismo. Aquí es relevante abordar las relaciones de intercambio, y su lugar como ámbito de conflicto, en relación a bienes de carácter monopólico en el marco de la economía-mundo.

4) La expropiación de los capitales extranjeros, por parte de la Unidad Popular, y sus implicancias para el sistema-mundo capitalista en una fase de creciente crisis de la rentabilidad y aguda competencia intercapitalista.

5) Concebir el poder del Estado más allá de la dicotomía entre su concepción como "relación de clase" y como "aparato de dominación", para así analizarlo en el marco de su capacidad de acción frente a las constricciones y vaivenes de la economía-mundo.

6) El rol de las organizaciones internacionales, y las transnacionales, como actores que reproducen e institucionalizan las desigualdades de facto del sistema-mundo, y que dan forma a los procesos de formación/deformación del Estado, en beneficio de los Estados centrales.

7) Indagar más sobre la interacción entre la Unidad Popular y el llamado "bloque socialista", en el marco del sistema-mundo, y comprender por qué razones, más allá de las meramente ideológicas, la URSS no intervino con tanto énfasis hacia Chile.

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Recibido: 3 septiembre 2012 Aceptado: 9 enero 2013

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