El discurso teórico-político de Marta Harnecker durante la Vía Chilena al socialismo, 1970-1973
The political and teorical discourse of Marta Harnecker during the Chilean road to socialism, 1970-1973
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José Ignacio Ponce María Loreto Serra
Resumen
Analizamos aspectos de los planteamientos teórico-politicos de Marta Harnecker durante el Gobierno de la Unidad Popular. A través de sus escritos de la época, consideramos que aquél se expresó en un discurso teórico-político configurado en torno a tres conceptos ejes: Estado, Partido Político y Masas Populares. Este mapa mental se basó en una esquemática teoría marxista althusseriana, que fue tensionado por la realidad del proceso político chileno, evidenciando contradicciones y generando modificaciones al ser contrastado con la contingencia política chilena entre 1970 y 1973. Esto, creemos, posibilitó posteriores refomulaciones más profundas del mapa mental de Marta Harnecker en años posteriores.
Palabras claves: Discurso teórico-político, Marta Harnecker, Estado, Partido Político, Masas Populares.
Abstract
We analyze aspects approaches of Marta Harnecker during the Unidad Popular Government. Through his writings of the time, we believe that it is expressed in a theoretical-political discourse configured around three mains concepts: state, political party and popular masses. This mental map was based on a schematic Althusserian Marxist theory, which was stressed by the reality of the Chilean political process, evidencing contradictions and generating modifications to be contrasted with the political contingency Chile between 1970 and 1973. This, we believe, enabled subsequent reformulations deeper mental map Marta Harnecker in later years.
Keywords: Theorical and political discourse, Marta Harnecker, State, Party, Popular Masses.
* Coautor, Chileno, Profesor de Historia y Ciencias Sociales, Magister © en Historia, Universidad de Santiago de Chile. Taller de Historia Política. Correo electrónico: [email protected] ** Coautora, Chilena, Profesora de Historia y Ciencias Sociales, Magister © en Educación, Universidad Católica de Valparaíso. Correo electrónico: [email protected]
Introducción
La presente investigación aborda algunos aspectos del discurso teórico-político de una de las intelectuales marxistas de mayor relevancia durante los últimos 50 años en América Latina: Marta Harnecker1. No obstante dicha importancia, los análisis historiográficos sobre su pensamiento son exiguos. Sólo se encuentran referencias tangenciales2 en algunas investigaciones que tratan el desarrollo del marxismo en la región; por lo que dado el carácter de estas obras, la figura de Marta Harnecker es simplemente nombrada o comentada a pie de página, en el marco de una crítica al estructuralismo althusseriano.
Es a propósito de esta paradoja entre la escasez de investigaciones sobre ella y de su relevancia intelectual, que se plantee como objetivo explicar cómo históricamente se fueron desarrollando los conceptos claves del mapa mental3 configurador del discurso teórico-político de Marta Harnecker4 en su primera experiencia política de relevancia: el Gobierno de Salvador Allende.
1 Luis Bonilla-Molina (comp.), Marta Harnecker, un tesoro internacional, Caracas, Venezuela, Centro Internacional Miranda, 2009.
2 Luis Vitale, "El marxismo latinoamericano ante dos desafíos: feminismo y crisis ecológica", en Nueva Sociedad, (núm.) 66, mayo-junio, 1983, pp. 90-98; Josep Fontana, La historia de los hombres, Barcelona, Editorial Crítica, 2001, pp. 236-237; Carlos Pérez Soto, Sobre un concepto histórico de ciencia. De la epistemología actual a la dialéctica, Santiago, Lom-Arcis, 1998, p. 209; Néstor Kohan, Marx en su (Tercer) Mundo. Hacia un socialismo no colonizado, Buenos Aires, Editorial Biblos, 1998; Néstor Kohan. Capital, historia y método. Una introducción, 2° edición, Buenos Aires, Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, 2003.
Cabe precisar que existe otra vertiente de trabajos que pretendió homenajear a la autora. Entre ellos está Luis Bonilla-Molina (comp.) op. cit. Donde escriben connotados intelectuales como Theotonio Dos Santos, Samir Amin, Emir Sader, entre otros, hasta cercanos compañeros, como la periodista Faride Zerán con quien compartió un estrecho trabajo en la revista Chile Hoy.
3 "Entendemos por mapa mental la forma que tienen los sujetos de representar una determina realidad social para hacerla inteligible en los tres tiempos históricos...En dichos mapas se encontrarán los horizontes de lo político (los límites geográficos entre lo que se considera político o no lo es), las utopías, los anhelos, el poder y las relaciones sociales dentro del mismo. También, la manera de simbolizar y de textualizar las acciones con sus significados y los modos de nominar el orden social". Cristina Moyano, Mapu o la seducción del poder y la juventud. Los años fundacionales del Partido-Mito de nuestra transición (1969-1973), Santiago, Chile, Universidad Alberto Hurtado, 2009, pp. 52-53
4 Hemos tomado estos conceptos, puesto que la misma Marta Harnecker los considera como elementos centrales de la construcción de su pensamiento político: "(...) Yo parto tratando de discernir la relación entre Estado-partido-movimiento social, y para esto parto de un esquema teórico de la sociedad y el papel del Estado, en líneas muy gruesas, por supuesto" en Mara Luz Manzini, "Memoria Oral y Educación Popular, reflexiones metodológicas", entrevista a Marta Harnecker, en Marta Harnecker e Isabel Rauber, Memoria Oral y Educación Popular, Colombia, CENDAL, 1996, p. 21. Versión online: http://www.rebelion.org/docs/92119.pdf. Consulta: 02/07/2011. Lo cual reforzamos con la idea de un historiador sobre el proceso político acaecido en Chile entre 1970 y 1973: "la comprensión de esta relación dialéctica entre el movimiento obrero, el Estado chileno y los partidos políticos (...) es esencial para analizar las acciones colectivas que se desarrollaron en el período de la Unidad Popular (...)" Franck Gaudichaud, "Construyendo 'Poder Popular': El movimiento sindical, la CUT y las luchas obreras en el período de la Unidad Popular", en Julio Pinto (coord.), Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular, Santiago de Chile, LOM Ediciones, 2005, p. 82.
Esta empresa que entrelaza la historia intelectual5 y las herramientas con las que se ha nutrido en los últimos años la historiografía política revitalizada6, plantea como hipótesis que el discurso teórico-político estaba articulado en base a tres conceptos principales: Estado/Partido Político/Masas Populares. El entramado que sintetizaron estos conceptos constituyó el mapa mental de Marta Harnecker, que hacia 1970 tenía un carácter marcadamente esquematizado y basado en los principales elementos del marxismo althusseriano. Esto si bien en un primer momento del Gobierno de Salvador Allende le permitió explicar las principales características del proceso político que vivía el movimiento popular chileno, los complejos fenómenos y las necesidades prácticas que obstaculizaron la "Vía chilena al socialismo" entre 1972 y 1973, provocaron significativas tensiones al discurso de Harnecker. Es así, que su inicial forma de entender la realidad, la estrategia y táctica política afirmada por ella, evidenciaron contradicciones, cuestión que la empujó a desarrollar reformulaciones parciales de su discurso teórico-político en los momentos más complejos del Gobierno de Salvador Allende.
Desde esta óptica consideramos que se puede entender históricamente el pensamiento de Harnecker. Así se puede comprender que no obstante tener una profunda influencia teórica del pensamiento europeo de Louis Althusser, sus planteamientos eran complementarios con la estrategia de la Unidad Popular. Esto no busca negar las contradicciones que vivieron tanto los planteamientos de la psicóloga, como la táctica y estrategia elaborada por los distintos Partidos Políticos integrantes del movimiento popular chileno, sino más bien reflejar, a la luz de este caso, la existencia de una concepción teórico-política rígida y esquematizada fuertemente inmersa en la izquierda chilena, que convivía y legitimaba la práctica política de la estrategia más gradualista e institucional del Gobierno de Allende. Además, esbozando desde la perspectiva microhistórica, las características de la intelectualidad marxista chilena y el desarrollo del movimiento popular que condujo al triunfo y la derrota del Gobierno de Allende.
A partir de bibliografía, de los libros y columnas periodísticas escritas por Marta Harnecker en la revista "Chile Hoy", analizaremos primero, las características de la intelectualidad marxista en el período estudiando. Posteriormente esbozaremos los principales conceptos teórico-políticos de ella, a saber, Estado/Partido Político/Masas
5 Véase Carlos Altamirano, "De la Historia Política a la Historia Intelectual. Reactivaciones y Renovaciones", Prismas. Revistas de Historia Intelectual, N°9, 2005, Versión online: http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/xixaltamirano.pdf . Consulta: 12/07/2011; y Olga Echeverría y Lucía Lionetti, La Historia Política en su complejidad: los aportes de la historia cultural y la historia intelectual. (s/fecha). Versión online: http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/echeverria1.pdf. Consulta: 12/07/2011.
6 Aplicamos este concepto en José Ponce, La Historiografía política revitalizada. Notas para el debate y algunas perspectivas.(manuscrito inédito); Existen algunos artículos sobre este tema en el caso chileno, entre ellos: Olga Ulianova, (ed.) "La historia política está de vuelta", en Redes y militancia Política. La Historia Política está de vuelta. Santiago, Chile, Ariadna Ediciones, 2009; Cristina Moyano, "La historia política en el bicentenario: Entre la historia del presente y la historia conceptual. Reflexiones sobre la nueva historia política" en Revista de Historia Social y de las Mentalidades. (núm.) 15, (Vol.)1, Santiago, Chile, 2011, pp. 227-245. Versión online: http://rhistoria.usach.cl/articulo_b.php?artid=195. Consulta: 18/07/2011; Danny Monsalvez, Los combates por nuestra historia: Nueva historia política e historia del tiempo presente, Santiago, Chile, 2010. Consulta: 15/07/2011: http://www.estudioshistoricos.cl/blog/los-combates-por-nuestra-historia-nueva-historia-politica-e-historia-del-tiempo-presente/.
Populares en dos planos: a) en su formulación teórica inicial; b) en su desarrollo político contingente entre el periodo de triunfo y crisis de la Unidad Popular.
1.- El marxismo y la intelectualidad de izquierda hacia la "Vía chilena al
socialismo".
Una de las distintas transformaciones políticas que trajo la revolución cubana en América latina durante la década de 1960 fue la estimulación del marxismo en las ciencias sociales. Según Michael Lowy "por primera vez, el marxismo penetró a gran escala en las universidades latinoamericanas y enriqueció el estudio de la sociología, de la economía política, de la historia y de la ciencia política"7 Lo más característico es que durante estos años, no sólo se estudió a los llamados "clásicos" y las diversas corrientes y polémicas del marxismo europeo, sino que además se elaboró una producción propiamente latinoamericana que abarcaba distintos campos a través de diversos enfoques teóricos, contrastando enormemente con el monolitismo ideológico de los años inmediatamente anteriores del marxismo8. Así, numerosos pensadores se volcaron con una profunda actitud crítica a las problemáticas propias del continente9. En este amplio panorama del marxismo en América latina se desarrolló una tendencia althusseriana10, dentro de la cual Marta Harnecker fue una de sus principales exponentes a nivel continental.
Esta tendencia marxista estructuralista que toma como referente el pensamiento de Louis Althusser, se introdujo a fines de los sesenta en América Latina y se caracterizó en el plano de la relaciones de conocimiento por "un compromiso de carácter epistemológico con las teorías del reflejo de origen leninista" 11 y a su vez, en el plano de las relaciones externas del mundo, asumía "una posición objetivista para pensar lo real; introduciendo en ello una cierta teoría ontológica de la realidad social legitimada en términos «materialistas»"12.
En esta misma época, Chile, y principalmente su capital, Santiago, era un lugar privilegiado de encuentro para el desarrollo intelectual. El fortalecimiento y consolidación de instituciones de investigación y estudio, junto al particular contexto político que vivía el país, se conjugaron permitiendo que estas latitudes fueran el punto de referencia del
7 Michael Lowy, El marxismo en América Latina. Antología, desde 1909 hasta nuestros días, Santiago, Chile, Lom Ediciones, 2007, pp. 50-51.
8 Adolfo Sánchez Vázquez, "El marxismo en América Latina", en VV. AA. Filosofía, Praxis y Socialismo, Buenos Aires, Tesis 11 Grupo Editores, 1998, pp. 88-89.
9 Lowy, op. cit., p. 51.
10 Raúl Fornet-Betancourt, Transformación del marxismo, historia del marxismo en América Latina, México, Plaza y Valdés-Universidad Autónoma de Nuevo León, 2001, p. 251.
11 Miguel Valderrama, "Althusser y el marxismo latinoamericano. Notas para una genealogía del (post)marxismo en América Latina", en Mapocho: Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, N° 43 Primer Semestre de 1998. Versión online: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/mapocho-revista-de-humanidades-y-ciencias-sociales--0/html/ff1e7926-82b1-11df-acc7-002185ce6064_36.htm#I_15_. Consulta: 28/01/2012.
12 Ibid.
pensamiento de la izquierda latinoamericana13. Convirtiéndose en un polo de atracción para intelectuales e irradiación del pensamiento crítico en el subcontinente.
Otra de las características principales de la intelectualidad chilena de izquierda en este período, es su estrecha vinculación con los partidos políticos. Recordando, Tomás Moulian señala que "en los años de la Unidad Popular los intelectuales políticos, podemos decir así, estábamos todos vinculados con partidos, y el partido ordenaba tu agenda intelectual y tú pensabas al ritmo del partido"74. Esto nos lleva a pensar que los partidos eran las instancias rectoras, en función de los cuales se orientó la investigación social de la intelectualidad marxista de la época15. En razón de ello, los intelectuales, miembros de los partidos políticos de izquierda, se transformaron por esos años en los sujetos por excelencia que actúan como elaboradores y difusores de la teoría revolucionaria de raigambre marxista, aunque no necesariamente en constructores de los lineamientos políticos, tácticos y estratégicos de sus respectivas organizaciones.
Yendo más allá de la intelectualidad marxista, la influencia de esta corriente de pensamiento llegó a tal punto que, que casi todas las tendencias, escuelas y grupos se definieron en relación de adherencia y/o polémica con él16.
A este fenómeno contribuyó también el hecho de que a fines de los años sesenta el marxismo penetró con fuerza en las universidades chilena. Producto de la reforma universitaria del año 1968 se reconfiguraron los programas de estudio, teniendo como una de las novedades más ilustrativas en el campo de las ciencias sociales, las aperturas de cátedras de marxismo. Marta Harnecker, junto a otros intelectuales que compartían similar formación, fueron quienes tuvieron la tarea de diseñar dichos programas de estudio en algunas carreras profesionales en determinadas universidades. Refiriéndose a este tema, Tomás Moulián agrega: "aunque la razón principal que permitió este acceso fue el gran cambio cultural y político de las universidades ocurrido entre el 60 y el 67, operó también un factor adicional: las características del «althusserianismo», forma primera y preferente a través de la cual el marxismo leninismo penetró en esos sancta santorum del saber"17
Sin duda, dicha introducción del marxismo y su consagración en el sistema universitario jugó un rol relevante en su reproducción como teoría del conocimiento.
13 Otro autor ha señalado que "por una parte, Chile era sede desde un cierto tiempo, de instituciones cuyo propósito era desarrollar un pensamiento latinoamericano; tal era el carácter de Cepal y de Ilpes; de Escolatina y de Flacso; como también de centros universitarios, principalmente de la Universidad de Chile; como el Ceso, el Instituto de Economía o la Escuela de Sociología. La particularidad de estas instituciones o centros era que habían logrado congregar a un número considerable de latinoamericanos y proporcionaban un ámbito de intercambio intelectual, tanto al nivel del pensamiento cuanto al nivel de experiencias político-sociales. No es necesario recordar acá el importante número de intelectuales brasileños que tuvieron la experiencia de Chile en esos años (...) pero, junto a ellos, se encontraban argentinos, uruguayos, peruanos, bolivianos, mexicanos, guatemaltecos y para qué seguir enumerando". Enzo Faletto, "Los años 60 y el tema de la dependencia", en Estudios Avangados, (núm.)12, Sao Paulo, 1998,p. 111.
14 "Tomás Moulián: Itinerario de un intelectual chileno", Entrevista de Emir Sader, Juan Carlos Gómez Leyton y Horacio Tarcus, en Crítica y emancipación: Revista latinoamericana de Ciencias Sociales. Año 1, N° 1 (jun. 2008), Buenos Aires, CLACSO, 2008, p. 139.
15 José J. Brunner y Guillermo Sunkel, Conocimiento, sociedad y política, Santiago, FLACSO, septiembre de 1993, p. 32.
16Ibid.
17 Tomás Moulián, "El marxismo en Chile: producción y utilización", en José Joaquín Brunner, Hopenhayn, Moulián y Paramio, Paradigmas de conocimiento y práctica social en Chile, Santiago, Chile, FLACSO, 1993, p. 135.
Althusser, por su parte, resultaba una lectura enormemente atractiva para quienes se interesaban en el estudio del marxismo, puesto que, fundamentalmente, "constituye un esfuerzo de reformulación del marxismo leninismo clásico"18. Lo que buscaba el filósofo francés era, por una parte, profundizar el estatuto científico del marxismo, a la vez que, liberarlo del reduccionismo economicista19, aunque mirado del presente no lo lograra. Tal como ha señalado testimonialmente Tomás Moulián: "esa seductora sensación de libertad crítica que emanaba de la obra de Althusser fue muy importante en nuestra aproximación al marxismo. Aparecía como una superación de la ortodoxia y de la escolástica, como una revolución teórica. En realidad, procuraba una reformulación, en un nuevo código conceptual, de las principales tesis del marxismo-leninismo"20.
A ello cabe agregar que la importancia e influencia que tuvo Althusser en Chile (y en general en el conjunto de América Latina) no se debió solamente a la introducción de éste en las aulas universitarias, sino que principalmente, es posible atribuir su importancia a las obras de sistematización pedagógica realizadas por Marta Harnecker21: Los Conceptos elementales del Materialismo Histórico22 y los Cuadernos de Educación Popular23, que constituyen aún, sino la mayor, una de las más importantes empresas de difusión pedagógica del marxismo en la historia de Chile y América latina. Esto tuvo un apoyo fundamental del Gobierno de la Unidad Popular, quien puso a disposición de ese trabajo de difusión del marxismo a la Editorial Quimantú. Quedando en evidencia el deliberado objetivo educador y concientizador que pretendía desarrollar el Gobierno de Allende a través del incentivo de la obra de Harnecker, aunque no sólo de ella, por cierto.
Con todo, podemos observar que el marxismo, durante este período, constituye una teoría de conocimiento hegemónica, en torno a la cual se ordenan (y polemizan) los diversos estudios de la realidad. Y que Marta Harnecker, se relaciona con este conocimiento en al menos tres dimensiones: (1) como militante socialista (recordemos que a su regreso de Francia se incorpora a las filas del Partido Socialista); (2) como catedrática universitaria; y (3) como pedagoga popular. Serán estas tres dimensiones las que le permitieron elaborar y difundir su pensamiento marxista durante estos años.
2.- El Mapa Mental de Marta Harnecker: premisas
Por esos años, la formación teórica marxista de Harnecker se fundamentaba principalmente en la lectura de los llamados "clásicos", considerando entre sus influencias
18 Ibid., p. 136.
19Ibid.
20 Tomás Moulián, Democracia y Socialismo en Chile, Santiago, Chile, FLACSO, 1983, p. 10.
21 Tomás Moulián, "El marxismo en Chile... " op. cit., p. 137.
22 El libro "Los conceptos elementales del materialismo histórico" existían 66 ediciones, hasta 2009, publicadas en: Chile, México, España, Argentina, Nicaragua, Perú, Bélgica, Brasil, Portugal, Grecia. Referencia obtenida de www.rebelion.org: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=87882. Consulta: 03/11/2010. Para este artículo hemos utilizado Marta Harnecker, Los conceptos elementales del materialismo histórico, México, Siglo XXI Editores, Quinta Edición, octubre de 1970.
23 Serie de cuadernos escritos por Marta Harnecker con la colaboración de Gabriela Uribe, publicados en Chile durante el gobierno de la Unidad Popular y reproducidos en distintos países e idiomas. Destinados principalmente a la formación política de los trabajadores, llegaron a ser editados en más de 250 mil ejemplares.
a "Marx, Engels, Lenin y Mao TseTung"24, por una parte, y por otra, el estudio de los planteamientos de su maestro: Louis Althusser. Teniendo a éstos como base, la autora se forma una visión general sobre cómo se ordena la sociedad y cuáles son los elementos para transformarla. Estos eran, para ella, los elementos constituyentes de "la verdad universal del marxismo-leninismo"25, la cual, si bien, no debía ser entendida como un dogma, tenía que considerarse como una guía que, por medio de las herramientas teóricas que ofrece, permite analizar y comprender realidades concretas, siendo "necesario que se aplique en forma creadora, y para ello es preciso que se estudie la historia de los países de América Latina, sus características específicas, las relaciones de fuerza existentes en cada país, etc. El estudio de estos objetos concretos no se puede deducir de la teoría marxista, es necesario un estudio empírico concreto"26
Por otro lado, cabe señalar también, que durante este período la obra de Marta Harnecker, tuvo como principal objetivo la exposición y difusión pedagógica de la teoría marxista, razón por la cual se encontraba permeada de un fuerte contenido instrumental; su finalidad era entregarles la teoría marxista a los sectores populares, para que éstos pudieran aplicarlo a su realidad concreta, entendiéndola y transformándola.
2.1 La configuración del Mapa Mental de Marta Harnecker: los fundamentos teóricos
de la trilogía conceptual.
El discurso teórico-político de Harnecker se estructuró en torno a una trilogía conceptual, compuesta por el Estado, el Partido Político y las Masas Populares. En este entramado, el rol central era adjudicado al Partido Político como articulador de las otras dos categorías, puesto que él tenía como función principal conducir a las masas populares a la conquista del Poder Político y transformar el Estado para generar condiciones más favorables en la lucha por el socialismo.
Todo se sustentaba en la idea tradicional del marxismo de una sociedad de clases en conflicto, que en el capitalismo se manifestaba en el enfrentamiento entre burgueses y proletarios27, y donde los Partidos Políticos eran las vanguardias de dichas clases. De tal modo, para Harnecker, "la expresión más completa de la lucha de clases es la lucha de los partidos políticos -que representan siempre los intereses de una clase determinada."28. Siendo la lucha política la instancia vital para transformar o para conservar determinadas relaciones sociales. Asimismo, las organizaciones sociales de las masas populares constituían un espacio parcial de lucha, una instancia menos profunda que la dimensión ocupada por los Partidos Políticos.
Esto se basaba en una noción que caracterizaba a la corriente althusseriana, a saber: "en las sociedades de clases, lo jurídico-político está asegurado por un aparato autónomo: el Estado que monopoliza la violencia legítima y cuya principal función es mantener las
24 "El marxismo como un antidogma" (fragmentos). Entrevista a Marta Harnecker. Punto Final (s/referencia), en Marta Harnecker, Los conceptos elementales del materialismo histórico, México, Siglo XXI Editores, 65° edición, 2005, p. 16.
25 Ibid.,p. 5.
26 Ibid., p. 10.
27 Según la autora: "en el modo de producción capitalista (...) existen sólo dos clases fundamentales antagónicas: la burguesía y el proletariado." Ibid., p. 122
28Ibid., p. 146.
relaciones sociales existentes"29. Según la autora, esta situación explicaba una de las tesis fundamentales del marxismo, que "el Estado es un instrumento de presión de las clases dominantes sobre las clases oprimidas"30. Desde esta perspectiva, puesto que la infraestructura determina a la superestructura31, el Estado (así como también las leyes y las ideas que se difunden en una sociedad) no es un aparato neutral que se encuentre al servicio de todos, sino que busca mantener la infraestructura económica capitalista y el poder de las clases dominantes, permitiendo así que ésta se reproduzca incesantemente. Por lo cual, en una sociedad capitalista, el Estado tiene la doble función de organizar y administrar las relaciones de explotación, junto con asegurar la dominación social y política32. Y agregaba Harnecker que, esta última función "aparece sólo cuando surge la división de la sociedad en clases opuestas, es decir, cuando la productividad del trabajo social lleva consigo un excedente, el cual es apropiado por un grupo de individuos de dicha sociedad"33.
Precisando sobre el rol del Estado, sostenía que éste era "un centro de poder, es decir, una de las instituciones específicas en que está organizado el poder, como lo son las Iglesias, las instituciones educacionales, etc."34. Ahora bien, este era un centro fundamental de poder35, que se encontraba en manos de la burguesía. Por ello, para Harnecker, el poder político se relejaba en "la capacidad de usar el aparato de Estado para cumplir los objetivos de la clase dominante"36.
Por todo lo anterior, en el contexto de una sociedad de clases, donde el proletariado lucha por la transformación del sistema capitalista y la instauración de nuevas relaciones sociales de producción, que terminen con la explotación de una clase por otra, la cuestión del Estado era muy importante. Aunque dicho instrumento sería superfluo en "una sociedad donde se haya eliminado toda diferenciación de clase"37, dado que "la transición de las relaciones capitalistas de producción a las relaciones socialistas de producción no opera espontáneamente"38, era a través del Estado y de "la toma del poder político por la clase obrera o por la clase obrera y sus aliados crea las condiciones que permiten establecer las relaciones de producción socialista y las nuevas relaciones ideológicas que permitirán un pleno desarrollo de las fuerzas productivas, base necesaria para el establecimiento final del
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comunismo"39.
Lo que conducía a comprender que el proletariado debía apoderarse del poder político, construir un Estado y utilizarlo para constituirse en clase dominante y con ello crear un contexto que permitiera iniciar el tránsito efectivo al socialismo:
29 Ibid., p. 83.
30 Ibídem.
31 Marta Harnecker y Gabriela Uribe, Cuaderno de Educación Popular 1: Explotados y Explotadores, Santiago, Chile, Editorial Quimantú, 4° edición de 1972, p. 46.
32 Harnecker. Los conceptos elementales... op. cit., pp. 83-86.
33Ibid., p. 84.
34 Marta Harnecker, "Los comandos comunales y el problema del poder", Revista Chile Hoy, N° 26, Santiago
de Chile, p. 4.
35Ibíd.
36 Harnecker, Los conceptos elementales. op. cit., p. 87.
37Ibid., p. 86.
38Ibid., p. 154.
39 Ibid.
el Estado capitalista defiende los intereses de una clase contra los intereses del pueblo, éste, si quiere librarse de la explotación, si quiere lograr una verdadera libertad y democracia, si quiere poner los medios de producción a su servicio, debe destruir el Estado capitalista y construir un nuevo Estado: un Estado proletario (...) Este Estado debe estar dirigido por la vanguardia del proletariado y estar formado por todo el pueblo que toma directamente en sus manos el poder el Estado, pasando a constituir él mismo las instituciones de ese poder40.
Este nuevo Estado sería la Dictadura del Proletariado. Para Harnecker, ésta consistía en "la organización centralizada de la fuerza contra la escasa minoría, que mientras estuvo en el poder utilizó todos los mecanismos que tuvo a su alcance para explotar y oprimir al pueblo. Es la dictadura ejercida por los trabajadores y explotados para aplastar la resistencia de los explotadores"41. Donde el objetivo principal para el protagonista principal de todo este proceso, el proletariado, consistía esencialmente en: "destruir las bases sobre las cuales descansa la explotación del hombre por el hombre, convertir a todos los miembros de la sociedad en trabajadores, suprimir la división de la sociedad en clases y establecer las nuevas relaciones de colaboración y solidaridad entre los hombres"42.
Pero para que esto ocurriera, según la militante socialista, debía existir "una organización política del proletariado que se esfuerce por elevar su conciencia de clase y lo oriente hacia la lucha por sus verdaderos intereses de clase"43. Dicha organización era pues, el Partido Político, el cual constituía la "fusión del movimiento obrero y de la teoría marxista para conducir al proletariado en la transformación de la sociedad"44
La necesidad de esta síntesis cobraba una gran importancia en la sociedad capitalista, pues ésta históricamente había fomentado la división del trabajo manual con el intelectual, provocando que éste último no estuviera ligado a los obreros, sino que a los intelectuales. Por esta razón, el proletariado, quien se encontraba dominado por las ideas hegemónicas de la sociedad capitalista "necesita(ba) ser provisto de la teoría marxista"45, comprendida por Harnecker como "el 'arma ideológica' que permitiría a la clase obrera romper con la ideología burguesa dominante y comprender realmente las causas de su situación de explotación"46, para lograr así tener "una plena conciencia de sus intereses de clases"47. Guiando su acción con el "análisis científico de los hechos" entregado por la "teoría del materialismo científico o materialismo histórico"48, los trabajadores podrían entender que su lucha inicial no era meramente economicista, sino que principalmente política.
40Marta Harnecker y Gabriela Uribe, Cuaderno de Educación Popular 7: Socialismo y Comunismo, Santiago de Chile, Editorial Quimantú, 1° Edición, agosto de 1972, p. 19.
41Ibid., p. 21.
42Ibid., p. 26
43 Marta Harnecker, Cuaderno de Educación Popular 8: El Partido: Vanguardia del Proletariado, Santiago
de Chile, Editorial Quimantú, 1° edición, noviembre de 1972, p. 26.
44Ibid., p. 28.
45Ibid., p. 26.
46Ibíd., p. 24.
47Ibid.
48Ibid., p. 22.
Por todo lo anterior, se concluye que en la sociedad existen Partidos burgueses y proletarios. Mirada desde la perspectiva revolucionaria, para Harnecker, la organización partidaria Proletaria, en su rol de "vanguardia", es la única capaz de develar la necesidad de que los trabajadores se tomen el poder. En consecuencia, el Partido proletario dotado del "arma ideológica" que era la teoría marxista, sería "la organización que deb(ía) dirigir el proceso revolucionario"49.
Pero el Partido Político proletario no sólo debía guiar a la clase obrera en la lucha por la conquista del poder, sino también a sus aliados50. En efecto, según la Psicóloga si bien la clase obrera, era el sector social más explotado por las relaciones capitalistas de producción y, por tanto, el único capaz de transformar radicalmente la sociedad, no sufría exclusivamente la opresión del sistema. Para Harnecker: "en la sociedad capitalista hay otras clases y grupos sociales (la pequeña burguesía, los funcionarios, los intelectuales, etc.) que también sufren las consecuencias de la explotación."51 Por ello, resultaba fundamental resolver la cuestión de las alianzas sociales en el proceso revolucionario. Sobre este punto, el Partido en su rol dirigente debía
ser capaz de agrupar en torno a objetivos comunes, en cada etapa de la lucha, a las otras clases y grupos de la sociedad que entran en contradicción con el sistema capitalista. Sólo de esta manera, unificando a la masa del pueblo tras los postulados del proletariado, lograr(ía) cumplir con los objetivos que se propone y que en definitiva benefician a todo el pueblo52.
Esto es lo que hacía imprescindible que para logar convertirse en "vanguardia", el Partido Revolucionario estuviera obligado a trazar o diseñar un plan político, materializado en una estrategia y táctica política53, que llevara al proletariado a conquistar el poder.
Dada esta pluralidad de sectores explotados en el marco de las relaciones capitalistas de producción, es que para identificarlo Harnecker utiliza los conceptos amplios de masas, pueblo y/o masas populares. No obstante carecer de una definición concreta sobre las características de lo que consideraba como pueblo o masas populares, en uno de los pasajes de los Cuadernos de Educación Popular, encontramos que para Harnecker, "cuando estamos hablando de masas nos estamos refiriendo al pueblo en general"54 Y, ¿qué es lo que entiende por pueblo? Según la autora, dicho término "se refiere sólo a
49 Marta Harnecker y Gabriela Uribe, Cuaderno de Educación Popular 11: Estrategia y Táctica, Santiago de Chile, Editorial Quimantú, 1° Edición, marzo de 1973, p. 11.
50 Marta Harnecker, Cuaderno de Educación Popular 8: El Partido... op. cit., p. 32.
51Ibid., p. 42.
52 Ibid.
53 Entendía por estrategia "la forma en que se planifican, organizan, orientan los diversos combates para conseguir el objetivo fijado", en este caso, la toma del poder por el proletariado. Ahora bien, podían existir objetivos estratégicos finales que se perseguían en último término (la construcción del socialismo) y los parciales que se buscaban ganar en cada pequeño combate (un triunfo electoral). A su vez, la táctica correspondía a "las distintas operaciones que se ejecutan concretamente para llevar a cabo los combates de acuerdo al plan estratégico general". No obstante, estas diferenciaciones analíticas, sostenía que "la relación entre el objetivo estratégico parcial y final y entre la estrategia y la táctica es una relación entre el todo y la parte". Harnecker, Cuaderno de Educación Popular 11: Estrategia... op. cit., pp. 16-17.
54 Marta Harnecker, Cuaderno de Educación Popular 10: Dirigentes y Masas, Santiago de Chile, Editorial Quimantú, 1° edición, enero de 1973, p. 8.
aquellos sectores que tienen intereses opuestos a los grupos dominantes, en un determinado momento de la historia de un país o coyuntura político"55, lo que coincidía con su definición de masas populares, las cuales abarcaban a "diferentes grupos y clases sociales que varían según las circunstancias históricas"56.
De tal modo, la delimitación de quienes eran o no parte de las masas populares se basaba en criterios históricos y político, lo cual debía ser resuelto por el Partido proletario. En efecto, éste, en cada coyuntura, debía identificar "cuál e(ra) el enemigo principal del momento"57, y quienes eran parte del pueblo que lucharía al alero del proletariado para transformar la sociedad.
La importancia del pueblo o las masas populares, según el planteamiento de Harnecker, había sido demostrado en las luchas históricas del proletariado, pues en ellas aportaron su enorme potencial creador, especialmente cuando "en los momentos críticos ha(bían) sabido inventar nuevos métodos de lucha, nuevas fórmulas para vencer a los enemigos de clase"58.
Ahora bien, este carácter creador debía ser subordinado a la conducción de la organización política proletaria59. Así, ser vanguardia significaba para Harnecker: "ser el grupo dirigente capaz de recoger las ideas justas de las masas para elaborar a partir de allí líneas de acción y pronunciamientos que impulsen a las masas hacia adelante"60. Esto le permitía concluir categóricamente que "la revolución se hará con las masas o no habrá revolución"61. Implicando que el Partido debía tener una línea de acción principalmente de masas basada en: respetar, consultar, informar, organizar y movilizar a las masas62.
En esa lógica entonces, el Partido proletario, sin perder de vista sus objetivos fundamentales, debía también defender los intereses del conjunto de las masas populares, dirigiendo sus luchas y denunciando los abusos del capitalismo, aglutinándolas tras el proletariado.
2.2.- La aplicación político-analítica en la Unidad Popular de la trilogía conceptual
Durante la Unidad Popular el pensamiento de Marta Harnecker se desarrolló en torno a los desafíos que implicó llevar a la práctica la "vía chilena al socialismo"63, proceso en el que la izquierda y el Gobierno encabezado por Salvador Allende debió responder ante las distintas tensiones que le ponía la realidad chilena, y principalmente ante la acción de la clase dominante, los partidos opositores y, por cierto, la intervención norteamericana. Es por ello que la definición de los conceptos de Estado - Partido - Masas Populares, y la relación que entre dichos términos vio la autora, se fueron poniendo en tela de juicio y
55 Ibid., p. 8.
56Ibid., p. 9.
57Ibid., p. 8.
58 Marta Harnecker, Cuaderno de Educación Popular 8: El Partido... op.cit., p.50.
59Ibid., p. 43.
60Ibid., p. 44.
61Ibid., p. 53.
62 Ibid., pp. 50-53.
63 Programa de la Unidad Popular, 1969, Santiago: Archivo Salvador Allende, 4. Versión online: http://www.salvador-allende.cl/Unidad_Popular/Programa%20de%20la%20UP.pdf. Consulta: 05/07/2011.
reformulando en estrecha vinculación con las coyunturas generadas durante el período, lo cual era también expresión del debate que se daba en las filas de la izquierda.
Con todo, Harnecker aplicó el grueso de sus ideas a la realidad chilena en los Cuadernos de Educación Popular que se imprimieron durante el Gobierno de Allende, pero principalmente en sus análisis publicadas en la Revista Chile Hoy64. Por tanto, la intelectual marxista expresó su mapa mental en los distintos momentos políticos que vivió el movimiento popular por esos años.
En esta perspectiva partía por identificar a quienes constituían el eje principal de la acción transformadora: los Partidos Proletarios. Dentro de ellos, para Harnecker estaban tanto al Partido Comunista (PC), al Partido Socialista (PS) y al Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU); reconociendo en los dos primeros una relevancia singular, principalmente por el peso de su trayectoria histórica.
En el caso del PC, por ejemplo, la autora desde antes lo había sindicado como "el primer partido revolucionario de la clase obrera [en la historia de Chile] que dirige sus luchas con el objetivo último de terminar con la explotación, implantando un régimen social dirigido por los trabajadores para construir la nueva sociedad comunista"65. Por su parte el PS y MAPU, encontramos que hacía referencia a ellos cuando hablaba de los partidos que conformaban el conglomerado político de la Unidad Popular:
sin duda alguna el proletariado es la fuerza numéricamente mayoritaria dentro del frente y está representada fundamentalmente por los partidos Socialista y Comunista, a los que últimamente hay que añadir el MAPU. Son estos partidos los que tienen en sus manos la dirección política de la Unidad Popular, y son ellos, por lo tanto, los que deben asegurar la conducción proletaria de este frente66.
Siguiendo la lógica de Harnecker, ellos debían ser las organizaciones políticas encargadas de trazar la estrategia y tácticas que permitieran al proletariado conseguir sus objetivos políticos. Todo esto, partiendo de la premisa de que "(...) todo partido revolucionario deb(ía) elaborar una teoría de su propia revolución"67, por lo que en ellos caía la responsabilidad de construir "el camino propio a través del cual se crea(ran) las condiciones para iniciar el socialismo en nuestro país"68.
La materialización de dicha estrategia y táctica, según Harnecker, eran los lineamientos constituyentes de la Unidad Popular. Sostenía que en el marco de una correlación de fuerzas desfavorable, los Partidos proletarios que la componían se "plantearon: 1) la necesidad de dar la batalla en el terreno electoral y dentro de los marcos
64 La Revista Chile Hoy, corresponde a un semanario político editado en 65 números entre los años 19721973, cuya dirección estuvo a cargo de Marta Harnecker. El propósito de la revista se encontraba definido por la recopilación de diversas opiniones y planteamientos que surgían de quienes participaron del proceso político chileno. La revista se caracterizó por tener acceso a toda la información oficial que emanaba del gobierno, además de rescatar lo que la gente común opinaba respecto a la gestión de éste.
65 Marta Harnecker, Cuaderno de Educación Popular 8: El Partido... op. cit., p. 16.
66 Marta Harnecker, Cuaderno de Educación Popular 12: Alianzas y Frente Político, Santiago, Chile, Editorial Quimantú, 1° edición, 1973, pp. 39-40.
67 Marta Harnecker, Cuaderno de Educación Popular 9: El Partido: Su organización, Santiago, Chile, Editorial Quimantú, 2° edición, 1973, p. 44.
68 Ibid., p. 47.
de legalidad burguesa, y 2) la necesidad de definir muy bien dentro del frente enemigo cuál era el enemigo principal para que una vez derrotado se pudiera seguir avanzando por el camino de la construcción del socialismo"69. Para la psicóloga, las organizaciones partidarias proletarias se proponían ingresar a luchar en el Estado de la clase dominante, pero con el fin de generar mejores condiciones para la lucha popular siempre y cuando derrotaran al enemigo principal de ese momento histórico. La llamada minoría privilegiada, opuesta a los intereses del pueblo, estaba compuesto por "a) El imperialismo, dueño hasta entonces de la mayor parte de nuestras riquezas básicas (...) b) Los latifundistas, dueños de la mayor parte de la tierra (...) c) Los grandes capitalistas monopólicos industriales y
bancarios"70.
Dada la existencia de enemigos principales para el proletariado, se posibilitaba que los Partidos proletarios constituyeran un frente pluripartidista que aglutinara tras de sí a varios conglomerados políticos e, incluso a otros sectores sociales contrarios a los enemigos principales. En base al carácter anti-imperialista, anti-oligárquico y anti-monopólico del proceso chileno, es que se constituyó el Programa de la Unidad Popular, "que plantea(ba) el carácter del combate inmediato que deb(ían) dar las fuerzas populares para avanzar hacia la construcción del socialismo"71. Así precisaba que el programa de la UP era el programa mínimo y no el máximo72 de la revolución en Chile, pues, "indica(ba) las tareas actuales inmediatas que deb(ían) ser realizadas por la clase trabajadora, junto a amplios sectores del pueblo, para crear las condiciones que abran el camino al socialismo en nuestro país"73.
Así, los Partidos Proletarios de la Unidad Popular, por medio de la acción política, expresada en su estrategia y táctica, se vinculaban con el Estado. De este modo, en esta parte del discurso de Harnecker, vemos reafirmado, que para el caso chileno, el Estado no era concebido sólo como un aparato de dominación política de la burguesía, sino también como un campo en disputa entre las clases sociales fundamentales. Lo cual en cierto, sentido contradecía su afirmación teórica inicial donde el Estado era un mero aparato para la reproducción del capitalismo. En efecto, durante esta época puntualizaba que "el triunfo del 70 implicó la conquista de un centro de poder (el Ejecutivo), pero no de cualquier centro de poder, sino del centro de poder político más dinámico, y, por lo tanto, de un centro de poder fundamental que da un carácter cualitativamente diferente a la lucha por la conquista del poder para el pueblo"74.
Era por lo tanto a partir del Gobierno -y no contra él- que se producirían las transformaciones revolucionarias del país75. Junto a ello, y basándose en las tareas definidas en el Programa de la Unidad Popular, según Marta Harnecker, la relación entre el Estado y las Masas Populares adquiría un rol fundamental.
69 Marta Harnecker, Cuaderno de Educación Popular 11: Estrategia... op. cit., p. 26.
70Ibid., pp. 26-27.
71Ibid., p. 27.
72 Harnecker definía por programa mínimo aquel relacionado con "las tareas inmediatas que permiten lograr un determinado objetivo estratégico parcial de la lucha por el socialismo en un país", y programa máximo, definido como el "programa socialista que se refiere a las tareas generales que permiten lograr el objetivo estratégico final de la revolución proletaria". Ibid., p. 42.
73 Ibíd.
74 Marta Harnecker, "Los comandos comunales." op. cit., p. 4.
75Ibid.
Entendiendo que sin las masas no habría revolución, la autora concebía que para cumplir los objetivos de la UP, y avanzar así en los objetivos revolucionarios, era necesario que el pueblo apoyara al Gobierno y el desarrollo de su Programa, a la vez que éste generara cada vez más instancias de participación.
Esta idea la desarrollada nítidamente en torno a las reflexiones que, en los meses de junio y julio del año 1972, se dieron respecto a la participación de los trabajadores en las empresas. Todo ello a propósito de la propuesta democratacristiana sobre las "Empresas de Trabajadores", presentada por Renán Fuentealba76.
En primer lugar, según su enfoque, al Gobierno debía interesarle el problema de la participación como "integración de los trabajadores al proceso de decisiones y como germen de Poder Popular"77. Aquí la participación era concebida como un problema político en la medida que ésta permitiría la "consolidación de las transformaciones de las estructuras económicas y sociales", lo que se reflejaría, según la autora, en la "capacidad de los trabajadores para tomar decisiones y para asegurar que se cumplan adecuadamente"78. Dicha capacidad se ejercería en los niveles de planificación económica nacional, regional y sectorial, así como en la dirección de las empresas de las áreas social y mixta. Para Harnecker, el primer nivel era "el que se refiere a la participación de los trabajadores como clase, es decir, como el conjunto de los trabajadores de Chile", mientras que el segundo correspondía "a la dirección de los trabajadores y el Estado de las empresas de las áreas
social y mixta"79.
Aquí se planteaba la vinculación del Estado con las Masas Populares:
la U.P., desde la trinchera del Ejecutivo, abre canales de participación de las bases. Canales entendidos como la posibilidad de los trabajadores de integrarse al proceso de toma de decisiones, a través de la incorporación de representantes de los trabajadores a la administración de las empresas o a distintos niveles de la dirección industrial (...); a través del control de la distribución, las Jap, o limitando el poder de decisión de los capitalistas, como es el caso de los Comités de Vigilancia80.
Si bien, en este momento, Harnecker no establece una definición particular sobre lo que entiende por Poder Popular, se puede reconocer que a diferencia de la conceptualización elaborada por el MIR y algunos sectores del PS y MAPU, donde sostenían que éste debía ser un Poder Paralelo a la institucionalidad burguesa y que la reemplazara en el futuro81, para la autora éste no se trataba de la existencia paralela de dos
76 Para más detalles véase Luis Corvalán M., Del anticapitalismo al neoliberalismo en Chile. Izquierda, centro y derecha en la lucha entre los proyectos globales. 1950-2000, Santiago de Chile, Editorial Sudamericana, 2001, pp. 260-262.
77 Marta Harnecker, "La participación de los trabajadores I", Revista Chile Hoy, N° 7, Santiago de Chile, 1972, p. 13.
78 Ibid.
79 Ibid.
80Ibid.
81 Según ha planteado un autor, el Poder Popular fue una estrategia alternativa a la vía chilena del Presidente Allende, formulado primeramente por el MIR como la formación de un poder popular alternativo al Gobierno de la Unidad Popular y al Estado en general. Véase, Corvalán M. op. cit., pp. 172-177.
tipos de Estado, el Estado Burgués y el Estado Proletario. Si no que, este Poder Popular, en su reflexión, no era necesariamente contradictorio al accionar de la UP en el Gobierno, pues podía apoyar la transformación de la institucionalidad burguesa, objetivo al cual apuntaba la coalición gobernante. Siendo así, los cambios impulsados desde el Ejecutivo, el incentivo a la participación popular, así como el fortalecimiento de los elementos germinales de la auto-organización de los sectores populares, constitutivos del objetivo táctico principal: generar un nuevo Estado, un nuevo aparato de carácter proletario82 que estableciera mejores condiciones para avanzar al Socialismo. Sobre el mismo punto, referenciaba: "cuando Lenin habla(ba) de «dualidad de poderes», después de la revolución de febrero de 1917, est(aba) señalando la existencia paralela de dos tipos de Estado: un Estado burgués, un Estado proletario, los soviets. Este no es evidentemente el caso chileno donde, en todo caso, se trataría de dos poderes dentro de un mismo aparato de Estado"83.
Por tanto, el fenómeno de los Comandos Comunales y los Cordones Industriales eran algunos de los principales ejemplos de la organización y creatividad de las masas populares en el proceso revolucionario que vivió Chile durante este período. Respecto al surgimiento de dichas expresiones organizativas, según reseño en Chile Hoy, la autora sostenía:
estos organismos surgen en forma espontánea durante los acontecimientos de octubre, como respuesta del pueblo ante el paro patronal. Su objetivo es coordinar todas las acciones que se emprendan en la comuna para vigilar, prevenir el sabotaje, asegurar la distribución de alimentos y bienes esenciales, el transporte, el abastecimiento de materias primas, etc., y en este sentido toman decisiones, planifican el trabajo, distribuyen responsabilidades, etc., es decir, ejercen realmente una determinada cuota de poder llegando a ser verdaderos «organismos de poder en el seno de las
84
masas» .
En ese sentido, la autora era enfática en señalar que dicho Poder Popular tenía "su eje más dinámico en el Gobierno, ya que es desde este centro de poder donde se ha podido avanzar más rápido y con mayor eficacia en la realización de tareas ligadas a los intereses de la clase obrera y el pueblo en general"85. Esto evidenciaba la preponderancia del accionar mediado por el Estado en el pensamiento de Harnecker.
Con ese argumento, llegaba a comprender que si bien los Cordones Industriales y los Comandos Comunales jugaron un rol decisivo en la organización del pueblo, éste no debía asumirse de modo alternativo al Gobierno. En efecto, planteaba que "los Comandos Comunales juega(ban) un papel decisivo, no como órganos de poder 'paralelo' o 'alternativo' sino como órganos que complementa(ban) la acción del Gobierno"86.
Ahora bien, la concepción de esta relación que se debía establecer entre las organizaciones de las masas populares y el actuar del Gobierno comenzó a verse
82 Marta Harnecker, "Nuevas tareas de los sindicatos", Revista Chile Hoy, N° 43, Santiago de Chile, 1973, p. 4.
83 Marta Harnecker, "Los comandos comunales." op., cit., p. 4.
84Ibid.
85 Ibid.
86 Ibid.
readecuada conforme se agudizaba el conflicto político y la amenaza del Golpe de Estado se percibía inminente.
Fue durante la segunda semana de junio de 1973 que, haciendo un balance del tiempo transcurrido del Gobierno Popular, la autora reconocía una serie de falencias que se habían desarrollado, las cuales planteaban un escenario con desafíos y tareas urgentes para los Partidos, el Gobierno y las masas populares. Uno de ellos correspondía a la crisis de dirección que se evidenciaba desde mediados de 1972 en la Unidad Popular, y que el Cónclave de Lo Curro87 no había podido resolver88.
Esta crisis, según Harnecker, materializó en uno de los más graves errores para los revolucionarios: el constante sectarismo de las organizaciones de la Unidad Popular. Como afirma en las siguientes palabras, esto se expresó en que:
(1) un partido dentro de la UP desprecia a sus aliados tratando de copar todos los puestos directivos importantes en ciertos organismos impidiendo de esta manera que los representantes de los otros partidos tengan alguna influencia en ello
(2) en lugar de llamar a colaborar en las diversas tareas a las más amplias masas que tienen contradicciones con el enemigo principal -aunque no hayan estado y no estén en la UP- lo que se ha hecho, en muchos casos, es trabajar sólo con aquellas personas que pertenecen a alguno de los partidos de la UP89.
Como queda claro, el sectarismo se materializó tanto internamente en el conglomerado político, como en la relación del conjunto de éste hacia el resto de organizaciones políticas y sociales de las masas populares. En ese sentido los partidos de la UP habían tenido grandes responsabilidades tácticas en la configuración del escenario crítico de 1973.
Esto, por una parte, se había impedido la formación de una dirección política firme y única de la Unidad Popular, "transformando al Partido Federado (como consideraba Harnecker a la UP) en un ente mucho más formal que real"90. A la vez, que el conglomerado no había podido integrar efectivamente al pueblo en las distintas tareas que se plantean para la realización del programa.
Junto a ello, otro error importante que reconocía Harnecker era la falta de información, tanto de parte del Gobierno como de los Partidos Proletarios y la CUT91 hacia los trabajadores y las masas populares. A propósito de la urgente necesidad de movilizar y organizar al pueblo para combatir la ofensiva de la oposición, Harnecker reconocía que ésta había sido una de las principales falencias. Así, en abril de 1973, llega a señalar que "un problema del proceso revolucionario que hay que solucionar urgentemente (es): la falta de
87 Reunión desarrollada entre los distintos Partidos de la Unidad Popular y el Gobierno para disciplinar y "alinear" la alianza política con el objetivo de dialogar con el PDC. Véase en detalle, Corvalán, op. cit., pp. 200-203.
88 Marta Harnecker, "Chile Hoy: Primer Año", Revista Chile Hoy, (núm.) 52, Santiago, Chile, 1973, p. 4.
89 Marta Harnecker, "Males a combatir", Revista Chile Hoy, (núm.) 30, Santiago, Chile, 1973, p. 4.
90 Ibid.
91 Central Única de Trabajadores.
comunicación entre el Gobierno y las masas"92. En este sentido, reconocía una falencia principal de parte de los partidos de la Unidad Popular y la CUT, pues éstos habrían sido "incapaces de cumplir en debida forma su papel de intermediarios entre el Gobierno y las masas"93. A ello agregaba la responsabilidad de los funcionarios del gobierno, quienes cayendo en el "burocratismo", "muy poco hac(ían) por cambiar su estilo de trabajo (...) s(eguían) enquistados en sus escritorios, desconociendo en gran medida los problemas y las motivaciones reales de la masa"94.
Todo ello configuró un escenario complejo que, junto a la ofensiva de la oposición, ponía en peligro la "Vía Chilena al Socialismo". Ante esto la Unidad Popular debía actuar. En este contexto, dentro del discurso de Marta Harnecker, es posible observar que en los mismos desafíos prácticos para el período, la llevan a matizar algunos elementos de su pensamiento y esboza una reconfiguración en algunos aspectos de los conceptos de Estado-Partido -Masas Populares.
Entre los principales elementos sobre los que enfatizó Harnecker, se puede reconocer la cuestión del incentivo a la organización de las masas populares en los Cordones Industriales y Comandos Comunales, así como el problema de la unidad de los Partidos proletarios. La intelectual marxista sostuvo que:
la tarea más urgente del momento es hacer de estos Cordones los impulsores de la organización de todo el pueblo en torno a la clase obrera. Es necesario formar Comandos Comunales o más precisamente quizá, dada la extensión de ciertas comunas, Comandos Regionales de trabajadores en los que se integren pobladores, campesinos, estudiantes, pequeños comerciantes, profesionales y técnicos bajo la conducción de la clase obrera para llevar a cabo así las tareas del nuevo poder popular emergente95.
De este modo, en las horas claves y en el momento más crítico de la Unidad Popular, en el mapa mental de Harnecker, la auto-organización de las masas populares jugaron un rol mucho más clave que en su lectura teórica previa. Es más, buscando superar los "burocratismos" en los que habría incurrido el Gobierno Popular, enfatizaba:
estos comandos deben tener una organización autónoma, que les permita resolver a nivel regional los grandes problemas que afectan a la población. Autonomía necesaria para impulsar la iniciativa creadora de las masas sin
92 Marta Harnecker, "Un problema que no puede esperar: la comunicación Gobierno-Masas", Chile Hoy, (núm.) 44, Santiago, Chile, 1973, p. 16.
93Ibid., p. 17.
94 Ibid.
* En una fe de erratas del siguiente número de la revista, Marta Harnecker señala una precisión respecto del término Comandos Regionales de Trabajadores. En ella se señala lo siguiente: "En el artículo publicado en el número anterior bajo el título 'Los cordones industriales y la CUT' nos referimos a los comandos regionales de trabajadores. En realidad, estos organismos se integran con los más variados sectores del pueblo -entre otros, con las dueñas de casa y estudiantes- por lo que la denominación empleada no es correcta. Debimos decir, entonces, sólo comandos regionales, ya que estos organismos coordinan todas las acciones del pueblo a nivel provincial y no únicamente las de los trabajadores, diferenciándose en esto muy claramente de la CUT." Marta Harnecker, Revista Chile Hoy, (núm.) 60, Santiago, Chile, 1973, p. 4.
95 Marta Harnecker, "Los Cordones Industriales y la CUT", Revista Chile Hoy, N° 59, Santiago de Chile, 1973, p. 4.
que ella signifique ruptura o contradicción con el Gobierno, sino más bien, trabajo complementario para cumplir las grandes tareas nacionales que el Gobierno no podrá jamás desarrollar sin el apoyo efectivo de las masas96.
De este modo se producía una reconfiguración en torno al rol de la organización social de las masas populares. En efecto, pasaban de ser una instancia meramente subordinada al accionar del Gobierno y los Partidos Proletarios, a tener un carácter autónomo, el cual serviría para apoyar al Gobierno en el cumplimiento de los objetivos que éste se planteara. De tal manera, sostenía como solución que:
hoy más que nunca es necesario reafirmar la autoridad del Gobierno, para que éste, apoyado en el pueblo, sea capaz de aplastar el paro fascista, desarmar los dispositivos golpistas y enfrentar las graves situaciones de emergencia creadas por la derecha amotinada. Pero estas tareas sólo podrán ser cumplidas si los trabajadores y el pueblo pasan a formas superiores de organización y de lucha97.
Ahora bien, el otro elemento que podía oxigenar el Gobierno de Allende era la unidad del conjunto de las masas populares, ya que era "tarea de todos los revolucionarios el fortalecer la unidad de la clase obrera y del pueblo frente a las horas de extrema tensión y gravedad que vive el proceso revolucionario chileno"98. Pero en esta perspectiva el rol principal le cabía a los Partidos Proletarios. De esta manera planteaba que "debemos esforzarnos especialmente por fortalecer la unidad de los partidos obreros dentro de la U.P., ya que son ellos los únicos que pueden asegurar que este proceso no se detenga, que marche hacia adelante, hacia la meta que nos hemos propuesto: la construcción del socialismo en nuestro país"99.
De este modo, la salida para la crisis de dirección de la UP se resolvía superando el sectarismo, consolidar una mayor unidad, e incentivando mayores formas de organización y lucha de las masas populares, donde tanto éstas y los Partidos proletarios jugaban un rol central. Es así que, la única vía, según Harnecker, para superar el complejo panorama que experimentó la Unidad Popular en 1973 era que sus integrantes asumieran la tarea de "fortalecer la organización y combatividad de la clase obrera y romper su aislamiento del resto de los sectores populares"100.
Pero, como sabemos, esta realidad finalmente no se consolidó; por el contrario, la división al interior de la UP se agudizó e impidió revertir la estrategia política de desestabilización política desarrollada por el Gran Empresariado, la Derecha política y el EEUU, a la cual se terminaron sumando los militares y el PDC101.
96 Marta Harnecker, "Las tareas del pueblo en la hora presente", Revista Chile Hoy, N° 62, Santiago, Chile,
1973, p. 4.
97Ibid.
98 Ibid.
99 Marta Harnecker, Cuaderno de Educación Popular 12: Alianzas y Frente Político... op.. cit, p. 55.
100 Marta Harnecker, "Las tareas del pueblo." op. cit., p. 4.
101 Luis Corvalán M. op. cit., pp. 27-32.
Conclusiones
A partir de lo expuesto, se ha visto como el mapa político, expresado a través de su discurso teórico-político, Marta Harnecker estaba constituido por tres conceptos ejes: Estado; Partido Político; y Masas Populares. Dichos conceptos fueron elaborados inicialmente en base a los llamados textos "clásicos" del "marxismo", y más específicamente a la reflexión althusseriana de estos.
La síntesis resultante de ello fue un pensamiento teórico enormemente rígido y esquemático, que encerraba distintas contradicciones en su aplicación práctica al caso del movimiento popular chileno. Esto evidenciaba las tensiones entre dicha teoría y una praxis en un momento histórico que la cuestionaba y superaba constantemente. Como han evidenciado otros autores en relación a los Partidos Políticos de izquierda de la época102, también vivieron esta contradicción permanente. De allí que se pueda sostener que ello estuvo en directa relación con su propio contexto histórico, marcado por la revolución cubana, la aparición de diversas lecturas del "marxismo" en América latina y por la agudización de la lucha político-social en Chile, que tuvo su expresión más álgida en el gobierno de la Unidad Popular. Bajo este razonamiento, se entiende como el pensamiento de Marta Harnecker adquiere historicidad y se comprende su rol político-social como intelectual, apremiada por dicha realidad histórica.
En esta perspectiva, al ser Marta Harnecker una de las principales encargadas de difundir los fundamentos teóricos que legitimaban la novedosa experiencia de la Unidad Popular, su pensamiento adquirió gran relevancia. Las tesis de tendencia estructuralista se diseminaron en el movimiento popular y estuvieron orgánicamente ligados al mismo, tanto a sus aciertos como a los errores cometidos durante el gobierno de la Unidad Popular.
Ahora bien, en la misma lucha social, las ideas de Harnecker fueron tensionadas por la conflictiva realidad política que vivía el país. Por lo mismo sufrió constantes contradicciones que lo llevaron a algunas modificaciones. Esto se expresó en su pensamiento político en el plano contingente, - ya que si bien desde este parámetro Marta Harnecker no tuvo gravitancia fundamental, como sí la tuvo en la difusión teórica-, fue donde evidenció posibles superaciones. En efecto, años más tarde, tras una serie de experiencias acumuladas, el pensamiento de Marta Harnecker verificaría una serie de transformaciones profundas, que creemos tiene como punto de inicio el proceso vivido en la Unidad Popular103. La experiencia recabada le permitió emitir una serie de reformulaciones, ello con el fin de dar cuenta de las particularidades del continente latinoamericano.
La dialéctica constante entre la realidad y su pensamiento teórico, la cual ha provocado una serie de reformulaciones en él, debe ser leída como uno de los principales elementos que ha convertido a Marta Harnecker en una intelectual de relevancia en la historia reciente de nuestro continente.
102 Luis Corvalán M., "Las tensiones entre teoría y práctica en el Partido Comunista en los años '60 y '70" en Manuel Loyola y Jorge Rojas (comp.) Por un rojo amanecer: Hacia la historia de los Comunistas chilenos. s/editorial, Santiago 2000.
103 Un análisis en profundidad y contraste entre el periodo de la Unidad Popular y años posteriores en María Loreto Serra. El discurso teórico-político de Marta Harnecker... op. cit.
Recibido: 6 julio 2014 Aceptado: 8 septiembre 2014
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