Marco Gonzalez M. Comunismo chileno y cultura Frente Popular. Las representaciones de los comunistas chilenos a través de la revista Principios, 1935-1947, revista www.izquierdas.cl, 11, diciembre 2011, pp. 54-69
Comunismo chileno y cultura Frente Popular. Las representaciones de los comunistas chilenos a través de la revista Principios, 1935-1947
The chilean comunism and the Popular Front through Principios,
1935-1947
Marco González Martínez*
Resumen
La experiencia del Frente Popular en Chile, más allá de su importancia política, legó en la práctica del Partido Comunista de Chile una impronta cultural que permeabilizó su forma de concebir y hacer política. Esta original forma de participación, se encontró sostenida sobre tres sistemas de representaciones los que hicieron a sus partisanos: ver en la Unión Soviética el ejemplo de sus luchas, auto-comprenderse como poseedores de una nueva moral y pensarse como el más nacional de los partidos políticos chilenos. Esta distintiva manera de ser comunista, influyó en la cultura de izquierdas nacional y su proyecto socialista.
Palabras clave: Frente Popular, cultura, comunistas, izquierdas.
Abstract
The experience of the Chilean Popular Front in Chile, beyond its political importance, bequeathed a cultural imprint in practice the Communist Party of Chile which determined the Party's way of thinking and doing politics. This original form of participation, was sustained upon a three tier system of representation, which made members see: in the Soviet Union the practical example of their struggles, themselves as beholders of a new moral, and see themselves as the most patriotic of all political parties. This mode of being a communist had a significant impact, to the point of becoming a model, upon the culture of the whole of the Chilean left national and, particularly on its socialist project.
Keywords: Popular Front, culture, communists, left.
* Chileno, Licenciado en Historia, Universidad de Santiago de Chile, [email protected] Este trabajo hace parte de la investigación que el autor realiza en el programa de Magister en historia
"En los años que estuve en la Jota el partido juzgaba las cosas desde los prismas de su carácter obrero, popular, nacional, internacionalista, democrático y revolucionario que le legara Recabarren y de su definición comunista exaltada por la admiración y la solidaridad con la hazaña soviética que estaba salvando la humanidad de la esclavitud nazi. Esa generación de comunistas chilenos nos formamos compenetrando ambos rasgos en el desarrollo de una gran política transformadora de la sociedad, patriótica y avanzada, amplia, unitaria y decididamente antiimperialista y antioligárquica. "
Orlando Millas. Memorias I. En tiempos del Frente Popular. 1993.
El estudio de la experiencia comunista en Chile, no es ajena a la diversidad de factores que determinaron los procesos internacionales del movimiento comunista durante gran parte del siglo XX. Se ha señalado, que la aproximación y análisis del comunismo debe poner el acento hoy, en la pluralidad más que en la singularidad, junto con tomar distancia de las maniqueas construcciones de los años de Guerra Fría, para dar paso a la polifonía y diversidad de los comunismos1
En Chile, los comunistas y su impronta, no pueden ser estudiados sin comprender el efervescente clima político y social que vivió el país durante las dos primeras décadas del siglo XX. Este período, identificado por Marcelo Carmagnani como el fin del Estado oligárquico2, fue el éter donde se desarrolló la inclusión de nuevos sectores sociales a la discusión política. Sectores medios y proletariado urbano, de aquí en más, serán agentes de primer orden en el impulso democratizador que caracterizó a las posteriores décadas. En relación a estos últimos, se registró en la conformación de su mundo ideológico, un importante elemento de continuidad, que contuvo en el imaginario político de Luis Emilio Recabarren3, su ejemplo más distintivo.
Como se ha apuntado más arriba, esta consideración de lo nacional, no debe olvidar las grandes tendencias internacionales del movimiento comunista, que en un aspecto general, pueden ser resumidas en el predominio de un marxismo cientista, heredero de la II Internacional en las lecturas políticas que realizó el Kominterm4; la comunistización de la izquierda mundial luego de la Revolución Bolchevique de 1917; la creación de la Unión Soviética, en 1922, y su posterior institucionalización como el "país del socialismo victorioso"; la dotación épica de la lucha antifascista durante la Segunda Guerra Mundial; y
1Véase: Elvira Concheiro, et al., El Comunismo: otras miradas desde América Latina, Universidad Nacional de México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, México, 2007.
2 Véase: Marcelo Carmagnani, Estado y sociedad en América Latina, 1850-1930, Ed. Crítica, 1985.
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Véase: Jaime Massardo, La formación del imaginario político de Luis Emilio Recabarren. Contribución al estudio crítico de la cultura política de las clases subalternas de la sociedad chilena, LOM, Santiago, 2008.
4 Durante el período de tiempo que transcurre entre la Primera y la Segunda Internacional, la mayoría de las corrientes socialistas, a excepción del Anarquismo, se habían alineado teóricamente con el llamado "socialismo científico". Socialismo que se encuentra influenciado por las ideologías en boga durante la segunda mitad del siglo XIX en Europa, el positivismo y el darwinismo. Véase Georges Haupt, "Marx y el marxismo". En Eric Hobsbawm, et al., Historia del marxismo. El marxismo en tiempos de Marx (2), Ed. Bruguera, Barcelona, 1980.
las constantes querellas por la hegemonía del movimiento internacional. Es decir, una serie de importantes fenómenos que iluminaron y proyectaron internacionalmente el problema.
Uno de los momentos de mayor impacto de la política comunista, en las sociedades occidentales, fue la denominada época de los Frentes Populares (1935-1941), período en el que las direcciones del comunismo internacional, asociadas con la III Internacional, trasladaron el énfasis inicial puesto en la revolución socialista, característico del denominado tercer período, hacia la unión y lucha de todas las fuerzas liberales y democráticas contra la "barbarie nazifascista". Dentro de la historia de los comunismos, este período forjó, más allá de las restringidas y contingentes alianzas políticas, en la mentalidad de los comunistas chilenos una original forma de entender lo político, cuya práctica desbordó los límites temporales de la Segunda Guerra Mundial, y permitió trazar la senda que la izquierda transitó por más de cuatro décadas.
La experiencia Frente Popular en Chile, fue el escenario ideológico y político donde se desplegó la cultura política de los comunistas chilenos durante el segundo cuarto del siglo pasado, la que apuntalada por tres sistemas de representaciones, como los son: 1) La URSS como patria del "socialismo victorioso", 2) La noción de una "moral científica", 3) El carácter patriótico y nacional de la política del PC, permitieron construir una distintiva manera de ser militante, que produjo y reprodujo, discursos y prácticas que contribuyeron en la formación de la cultura de la izquierda nacional.
En el presente estudio, se analizará como la experiencia del Frente Popular en Chile, a la vez que los sistemas de representaciones señalados, se materializan en el discurso público emitido por la revista teórica Principios durante 1935-1947. Con ello, se espera poder contribuir en el mapeo general de la cultura de las izquierdas chilenas y su experiencia socialista.
La cultura Frente Popular
El Frente Popular en el mundo de la izquierda occidental, tuvo su antecedente en la lectura que la Tercera Internacional realizó del agitado clima político europeo de fines de la década de 1920 y comienzos de 1930.
Por una parte, el movimiento obrero europeo esperaba el inexorable acaecer del socialismo a través de una revolución proletaria en Alemania, impulsada por la Tercera Internacional y sus políticas del Tercer Período (lucha de clase contra clase); por otra, la realidad indicaba que el nacional socialismo se imponía sin mayores contrapesos luego de la crisis económica de 1929, arrastrando tras aquél un número importante de trabajadores y capas medias. Para el comunista Milos Hayek, si bien la crisis habría traído aparejada la radicalización de la clase obrera europea, el "reflejo más importante en el campo político fue el avance del fascismo en Alemania."5
Ante tal panorama, la Internacional Comunista impulsó lo que el historiador inglés Eric Hobsbawm ha denominado como "estrategias alternativas",6 las que fueron
5 Milos Hayek, VI Congreso de la Internacional Comunista. Primera parte. Tesis, manifiestos, resoluciones, Ediciones Pasado y Presente, México, 1977, p. 46.
6 Véase: Eric Hobsbawm, Política para una izquierda racional, Crítica, Barcelona, 2000.
promovidas al esfumarse la convicción de que la revolución socialista tendría un carácter único y mundial. Lo anterior, fue tributario del predominio estalinista y de sus tesis en las direcciones del comunismo internacional, al propalar las ideas del "socialismo en un sólo país" y de que a éste se accedería mediante la superación progresiva de etapas. De ahí que, en el 1928, el programa de la IC, señalara que la dictadura del proletariado, en los países coloniales y dependientes, solo sería posible "mediante una serie de etapas preparatorias, como resultado de todo un período de transformación de revolución burguesa-democrática en revolución socialista"8
De esta forma, en el discurso de la Kominterm, Chile correspondería a un país caracterizado por la dependencia, que debía liquidar, como preludio al socialismo, la revolución democrática-burguesa. Por esto, como señala la historiadora María Soledad Gómez, en la Conferencia Nacional de 1933 el Partido Comunista de Chile declaró "por primera vez el carácter de la revolución chilena como democrático-burguesa, agraria y antiimperialista."9 Cambios que para Luis Corvalán Lepe, significaron alejar al Partido del "torpe sectarismo", e introducirlo en el "camino que lo condujo a la formación del Frente Popular."10
Durante los meses de Julio y Agosto de 1935, se realizó en Moscú el VII Congreso de la Internacional Comunista. En éste, Jorge Dimitrov expuso lo que se conoció como la táctica Frente Popular. Para los países capitalistas, esta táctica asumió el carácter de un Frente Popular Antifascista; mientras que para los países coloniales y dependientes, se denominó Frente Popular Antiimperialista. Esta última, es la táctica que asumió e implementó el comunismo chileno. Un editorial de la revista Principios, en Noviembre de 1935, señalaba que en los:
países semi-coloniales como el nuestro, en que el aparato económico vive bajo el influjo decisivo del imperialismo, y en que surge inminentemente la amenaza de una dictadura terrorista y demagógica apoyada en las fuerzas más reaccionarias de la nación, el latifundismo y el capital extranjero, es posible y es necesario agrupar a todas las multitudes que trabajan y sufren las consecuencias del actual sistema, en un enorme frente popular antiimperialista, destinado a realizar en Chile los primeros avances de la revolución democrático-burguesas11
La configuración del Frente Popular en Chile, pensado como una coalición de partidos de centro izquierda12, se presentó para los comunistas chilenos, como la oportunidad para reanudar el entendimiento con otros sectores de la izquierda nacional. De acuerdo a lo planteado por Olga Ulianova, este entendimiento no se habría deteriorado a
7 El esquema etapista construido en el período estalinista, fue tributario del cientificismo, economicismo y positivismo que caracterizó al marxismo de la II Internacional. Es precisamente en esta clave de lectura, que el marxismo se comenzó a entender como un método científico interpretativo cerrado. J. Stalin, Cuestiones del leninismo, Ed. Progreso, Moscú, 1941.
8 Eric Hobsbawm, Política...Op. cit., p. 65.
9 María Soledad Gómez, "Factores nacionales e internacionales de la política interna del Partido Comunista de Chile (1922-1952)". En Augusto Varas (Comp.), El Partido Comunista en Chile. Estudio multidisciplinario, CESOC-FLACSO, Santiago, 1988, p. 243.
10 Luis Corvalán Lépez, De lo vivido y lo peleado. Memorias, LOM, Santiago, 1997, p. 28.
11 Editorial, Principios, Noviembre, Santiago, n° 5, 1935, p. 3.
12 Véase: Pedro Milos, Frente Popular en Chile. Su configuración: 1935-1938, LOM, Santiago, 2008.
pesar del precedente "período de extremo sectarismo al interior del movimiento comunista internacional", pues prevaleció en su interior "la cultura política nacional, con su
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propensión a alianzas y negociaciones" Si bien para el discurso oficial de los comunistas, el Frente Popular fue la posibilidad de superar cualquier tipo de aislamiento o sectarismo político, empero, el cambio de táctica no se implementó sin dificultades. En 1941 el militante Humberto Abarca sostenía en Principios que era "indudable que nuestros errores de táctica en la política de F.P. [Frente Popular] han contribuido a esta fluctuación de militantes y a la pérdida de no pocos camaradas insatisfechos de la actitud del P. [Partido]". En su opinión, estos problemas se habrían evitado con "una política acertada de promoción y educación de los cuadros", para no solo trabajar "con los cuadros antiguos cuya actividad podíamos multiplicar, sino con cuadros nuevos menos sectarios, menos apegados al estilo antiguo, hijos de nuestra política de Frente Popular"14
A nivel mundial, el Frente Popular gozó de un éxito político relativo, al conseguir gobiernos en Francia (1936-1938), España (1936-1939) y Chile (1938-1941), éxito que puede ser considerado mayor, al estudiar el legado que dejó dentro de la cultura de izquierdas en general y en el Partido Comunista chileno en particular. De esta manera, la táctica política impulsada por la Tercera Internacional a partir de 1935, fue fundamental para la constitución de lo que Marshall Berman ha denominado la cultura del Frente Popular, en la que las "masas anónimas de hombres y mujeres comunes, de cada ocupación [...], cada raza, color y grupo étnico y cada clase, excepto las muy altas, las de sombrero de copa" se encuentran para superar:
todas las barreras sociales que los han mantenido apartados o enfrentados, celebrando su vasta diversidad, pero reconociendo su condición común y sus esperanzas comunes para la vida y, con esta empatía, comprometiéndose a marchar codo a codo solidariamente hacia las majestuosas montañas purpuras del futuro15
Esta noción de pluralidad democrática recreada idealmente por Berman, nos habla de las expectativas que muchos ciudadanos en el mundo albergaron en un contexto de lucha antifascista, sentimiento que preño las experiencias democratizadoras de la izquierda occidental, junto con su discurso y práctica.16
13 Olga Ulianova, "Entre el auge revolucionario y los abismos del sectarismo: el PC chileno y el Buró Sudamericano de la Internacional Comunista en 1932-1933." En Rolando Álvarez (Comp.), Fragmentos de una historia. El Partido Comunista en el siglo XX. Democratización, clandestinidad, rebelión. (1912-1994), Ediciones ICAL, Santiago, 2008, p. 75.
14 Humberto Abarca, "Sobre algunos problemas de organización", Principios, Diciembre, Santiago, n° 6, 1941, pp. 8-9.
15 Marshall Berman, Aventuras marxistas, Ed. Siglo XXI, Madrid, 2002, p.57.
16 En Chile se instaló en el clima intelectual y cultural de la década del 1930 un profundo sentimiento antifascista, vinculado fuertemente con el contexto ideológico de la lucha republicana en España. Véase Subercaseaux, Bernardo. Editoriales y círculos intelectuales en Chile 1930-1950. Rev. chil. lit., Santiago, n.72, abr. 2008. Disponible en:
<http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22952008000100011&lng=es&nrm=iso>. Accedido en 06 agosto 2010. doi: 10.4067/S0718-22952008000100011.
En el caso chileno, el Frente Popular se articuló como parte de la "cultura política de
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izquierda" , propiciando para los comunistas, por una parte, el entendimiento de las fuerzas políticas de izquierda hacia los objetivos tácticos de la revolución democrático-burguesa, y por otra, en el agente articulador del descontento social, el que permitió la generación de las amplias coaliciones contra los "enemigos fundamentales" (el imperialismo, el latifundio y la oligarquía). Este será así, el registro simbólico e ideológico que articuló las expectativas y demandas de la izquierda y su experiencia socialista, al constituirse en una "alianza pionera, cuya forma tuvo una proyección histórica que al menos se extendió por cuatro décadas."18
Las representaciones comunistas en Chile
La práctica política e impronta cultural del militante comunista nacional fue fuertemente influenciada por la cultura del Frente Popular. Si bien, esta forma particular de representarse lo político modeló su participación en el sistema democrático nacional, no obstante, la cultura comunista mantuvo una estrecha vinculación con la sensibilidad y esperanzas de emancipación proletaria provenientes desde la Unión Soviética. Según Eric Hobsbawm, esto permitió a los militantes comunistas poseer una extraordinaria fuerza, la que se derivaba de su "calidad de soldados de un singular ejército internacional que, por muy variado y flexible que fuera en la táctica, operaba en el marco de una única y amplia estrategia de la revolución mundial."19 Es necesario considerar, que las representaciones de la cultura comunista se articularon a partir de un "conocimiento profesional" que se apoyaba en un discurso con pretensiones científicas, afín al denominado marxismo-leninismo. Para el inglés Orlando Figes, en relación a la experiencia de los obreros rusos, ha sostenido que el "marxismo aparecía como una 'ciencia' moderna que explicaba en sencillos términos de blanco y negro por qué su mundo estaba estructurado de la manera en que estaba, y cómo podía ser transformado."20
En el caso chileno, al igual que en la experiencia comunista francesa, se puede señalar que la identidad del militante se constituyó y se perpetuó "mediante la compleja combinación de dos fuerzas: una de negación, [que] le empuja a rechazar toda información
17 El historiador Fabio Moraga señala, que la cultura política de izquierda chilena se originó durante las dos primeras décadas del siglo XX nacional, confluyendo en ella la cultura obrera proveniente del trabajo industrial y minero y la cultura juvenil vinculada al movimiento estudiantil. Además, es importante el contexto internacional de lucha antifascista que movilizó a la mayoría de las izquierdas en el mundo. Véase Moraga Valle, Fabio. El asesinato de Héctor Barreto y la cultura política de la izquierda chilena en la década de1930.Universum, Talca, v.24, n.2, 2009. Disponible en:
<http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-23762009000200007&lng=es&nrm=iso>. Accedido en 05 agosto 2010. doi: 10.4067/S0718-23762009000200007.
18 Hernán Venegas, "El Partido Comunista de Chile y sus políticas aliancistas: del Frente Popular a la Unión Nacional Antifascista, 1935-1943.", Revista de Historia Social y de las Mentalidades, Santiago, Vol. 14, n° 1, 2010, p. 110.
19 Eric Hobsbawm, Revolucionarios. Ensayos contemporáneos, Ed. Ariel, Barcelona, 1978, p. 16.
20 Orlando Figes, La Revolución Rusa (1891-1924). La tragedia de un pueblo, Edhasa, Barcelona, 2000, p. 158.
que conteste la teleología marxista: La otra fuerza la extrae, si puede decirse, del odio que
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suscita en tanto que destructor potencial del orden establecido."
La permanente identificación de las experiencias comunistas con determinadas prácticas y convicciones internacionales, generó una comprensión monolítica del movimiento, que soslayó la diversidad o especificidad que poseía cada partido o militancia nacional. En Chile, los rasgos diferenciadores de la práctica comunista, estuvieron
presentes en las experiencias políticas anteriores, particularmente, en lo que Jaime
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Massardo ha denominado como el imaginario político de Luis Emilio Recabarren. El profesor Massardo ha identificado el sustrato del imaginario político de Recabarren, en el discurso Democrático-republicano presente en Chile durante el siglo XIX, las ideas anarquistas características del movimiento sindical de principios del siglo XX y el marxismo de la II Internacional. Por su parte, Jorge Rojas Flores ha señalado que la herencia de Recabarren se mantuvo en una "ética particular", es decir, en "un sistema moral substancialmente ligado a la liberación del capitalismo."23 Este sistema moral compartido por los primeros grupos anarquistas, socialistas y comunistas en nuestro país, fue predominante en el quehacer comunista y de la izquierda nacional.24
La militancia comunista estuvo permeada por relaciones de sentido que organizaron su dinámica interna. Ese mundo de significados constituyó el núcleo de la cultura comunista, manera de ser que puede ser estudiada y analizada a partir de las representaciones producidas y puestas en circulación por el discurso público y práctica privada de su estructura militante.25 Para Serge Moscovici la representación social tiene por función la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos.26 Es en este sentido, que los comunistas chilenos fueron poseedores de tres sistemas de representaciones, a saber: 1) La URSS como patria del "socialismo victorioso", 2) La noción de una "moral científica", 3) El carácter patriótico y nacional de la política del PC, las que sólo divididas para su estudio, conformaron una unidad simbólica que caracterizó a la cultura política de comunistas chilenos desplegada por revista Principios entre 19351947.
1) La URSS como patria del "socialismo victorioso"
Los comunistas chilenos mantuvieron desde sus primeros años de formación, una irrestricta adhesión a la Unión Soviética, a la que consideraron el "país del socialismo
21Gerard Vincent, "¿Ser comunista? Una manera de ser". En Philippe Ariés, et. al., La historia de la vida privada. El siglo XXdiversidades culturales, Taurus, Argentina, 1989, p. 53.
22 Véase: Jaime Massardo, La formación del imaginario político de Luis Emilio Recabarren. Contribución al estudio crítico de la cultura política de las clases subalternas de la sociedad chilena, LOM, Santiago, 2008.
23 Jorge Rojas Flores, "Historia, historiadores y comunistas chilenos". En Manuel Loyola, Jorge Rojas, Por un Rojo Amanecer: hacia la historia de los comunistas chilenos, Impresora Valus S.A., Santiago, 2000, p. 49.
24 Véase: Sergio Grez Toso, Historia del comunismo en Chile. La era de Recabarren (1912-1924), LOM, Santiago, 2011.
25 El concepto socio-semiótico de cultura es extraído del trabajo del profesor Néstor García Canclini. Véase Néstor García Canclini, Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la interculturalidad, Ed. Gedisa, Buenos Aires, 2007.
26 Véase Mora, Marín. La teoría de las representaciones sociales de Serge Moscovici. Athenea Digital, n° 2, otoño, 2002. Disponible en: http://antalya.uab.es/athenea/num2/mora.pdf Accedido en 10 agosto 2010.
victorioso". Este profundo sentimiento de lealtad a la URSS, en muchas ocasiones, ha sido
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homologado con el fervor religioso . En Septiembre de 1935, un artículo de la revista
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Principios describió los sorprendentes logros de la URRS, que transformada "en una de las potencias más poderosas, dotada con la mejor industria de Europa, y con un ejército de poder técnico y disciplina admirable", se había convertido, en poco tiempo, en "una de las fuerzas principales del concierto de las grandes potencias [...] que defiende
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consecuentemente la paz y los países débiles contra los fuertes" En Noviembre de ese mismo año, el militante C. Sánchez analizaba el significado político de la construcción socialista, observando que el "ejemplo de la construcción victoriosa del socialismo constituye, en la actualidad, un estímulo de inestimable valor que alimenta al proletariado de todo los países"30
El rol dirigente de la Unión Soviética sobre el comunismo internacional, fue asumido por la cultura de los comunistas, la que se puede percibir incluso en el trabajo de intelectuales y artistas. Hacia Septiembre de 1935, el poeta Vicente Huidobro publica un poema denominado URRS. Allí, el poeta escribe: "Qué no ven la razón del estruendo ni el comienzo de otro campo/ La URSS arrastra un sedimento de vida y de músicas nacientes/ Ella coloca la primera piedra de los siglos solares/ Ella coloca la primera piedra del alma humana/ En esa tierra de sueños alcanzados por las manos/ se amasa el pan del más alto destino"31 En el trabajo de Huidobro publicado en 1935, se entrelazan las sensibilidades propias de un artista de vanguardias, al plasmar en su contenido un profundo sentido de compromiso y responsabilidad social, característico de las corrientes que predominaron en la producción intelectual chilena durante 1915-1945.32
Las certezas y expectativas de cambio social que son difundidas a través de Principios, donde la Unión Soviética emerge como "el faro que ilumina la senda de los trabajadores del mundo", se incrementaron en la segunda época de la revista en 1941. Esta publicación apareció al mes siguiente de la agresión nazi a la URRS. En Agosto de 1941, la
27 La analogía realizada entre el comunismo y la iglesia católica se origina en la dimensión universal que se quiso dar a la primera de ellas, además de la importancia asignada al cuerpo de "clérigos" y el modo de procesar la herejía. Véase Aldo Agosti, "Un balance de los comunismos". En Elvira Concheiro, et. al., El Comunismo...Op. cit., pp. 21-22. Sin embargo, las simetrías establecidas entre comunismo y la iglesia católica pueden resultar distorsionadoras. Es el caso del francés François Furet, que caracteriza el comunismo como una "pasión revolucionaria" o "fe religiosa", entendiendo éstas, como un acto movilizador inconsciente y alienante. Véase: François Furet, El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX, Fondo de Cultura Económica, México DF., 1995.
28 Con respecto a la propaganda soviética diseñada durante los últimos años de 1930 para la difusión internacional de sus logros y avances, el historiador Moshe Lewin ha señalado que en su gran mayoría los datos proporcionados por los agentes del incipiente "Estado soviético", movilizados por la personalidad conspirativa de Stalin, serían tergiversados o falsos (número de habitantes, intelectuales, obreros, etc.) para crear la convicción de "la llegada del socialismo" a la Rusia agraria. Véase Moshe Lewin, El siglo soviético. ¿Qué sucedió realmente en la Unión Soviética?, Crítica, Barcelona, 2006.
29 "Problemas de la revolución. Del VI al VII Congreso de la Internacional Comunista."Principios, Septiembre, Santiago, n° 4, 1935, p. 38.
30 C. Sánchez, "Significado político de la construcción socialista." Principios, Noviembre, Santiago, n° 5, 1935, p. 26.
31 Vicente Huidobro, "URSS", Principios, Septiembre, Santiago, n° 4, 1935, pp. 29-30.
32 Véase: De la Fuente, José Alberto. "Vanguardias: del Creacionismo al Realismo Popular Constructivo". Universum, Talca, v.22, n.2, 2007. Disponible en :
<http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-23762007000200005&lng=es&nrm=iso>. Accedido en 14 agosto 2010. doi: 10.4067/S0718-23762007000200005.
revista asume que la tarea de todos los proletarios internacionalistas es "luchar y trabajar por la ilimitada ayuda a la URSS [y dar] nuestro apoyo a los pueblos soviéticos en su titánica guerra por eliminar y aniquilar para siempre la bestia parda del fascismo". Estableciendo una identificación entre la lucha que se libra en la URSS, con la lucha política nacional, por cuanto "no es otra cosa que ayudarnos a nosotros mismos en nuestra lucha por la emancipación de nuestro pueblo del yugo imperialista y oligárquico." 33
De acuerdo a Perry Anderson, la Segunda Guerra Mundial, fue el segundo de los "momentos fundacionales" de los partidos comunistas europeos.34 Esto puede ser perfectamente extendido al comunismo nacional, que admiró y difundió la resistencia y lucha del Ejército Rojo contra la "barbarie nazifascista". En Noviembre de 1942, se aseguraba que los años no opacarían "la memoria de esos héroes que no conocieron el miedo", hombres que despreciando la muerte "lucharon por la felicidad y la libertad de su patria, y por la felicidad de la humanidad."35 La admiración que difundieron los medios comunistas chilenos hacia el pueblo soviético, y su ejército, fueron más allá de la mera información noticiosa o el panfleto político, tomando un carácter mítico bellamente inmortalizado en el Canto al Ejército Rojo del poeta Pablo de Rokha, y en el Nuevo Canto de Amor a Stalingrado de Pablo Neruda.
La adhesión del Partido Comunista de Chile hacia la Unión Soviética, fue representada por Principios, aun después de mayo de 1943. En esa fecha, el Presidium del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista había decidido autodisolverse. Lo que no fue obstáculo para romper el vínculo del comunismo nacional con la URSS. Incluso se refuerza la representación del socialismo soviético como el horizonte posible de sus luchas. De esta forma, en la declaración de la Comisión Política del PC chileno, publicada en Junio de 1943, se afirma que se continuará "adaptando a las necesidades y exigencias nacionales el caudal de experiencias internacionales", lo que permitirá, a juicio del mismo informe, mantener siempre en alto "la bandera de la solidaridad y la amistad entre los pueblos y de la lucha común de su clase obrera."36
Finalizada la Segunda Guerra, el escenario político internacional cambia para las direcciones internacionales del comunismo. El claro distanciamiento que se produjo entre la URRS y EE.UU, permitió que a partir de 1947 se iniciara la denominada Guerra Fría, enfrentamiento político e ideológico que dejó al comunismo nacional bajo la influencia de EE.UU. Este nuevo panorama en las correlaciones de fuerzas internacionales, obligó a los comunistas en Chile, a generar un discurso en defensa de la Unión Soviética y, de paso, difundir el "verdadero" rostro del imperialismo norteamericano. En Octubre de 1947, el historiador Hernán Ramírez Necochea publicó un artículo titulado Evolución del imperialismo norteamericano, en el que ataca en duros términos la avanzada ideológica de los norteamericanos, y en el que pretendió desmitificar su "necesidad de 'ayudar' al mundo a reconstruirse y a 'conservar' la democracia". Para Ramírez EE.UU. pretendía tender la
33 "Teoría política revolucionaria. Nociones elementales", Principios, Agosto, Santiago, n° 2, 1941, pp. 50-51.
34 Véase: Perry Anderson, "La historia de los partidos comunistas". En Raphael Samuel (Ed.), Historia popular y teoría socialista, Ed. Crítica, Barcelona, 1984.
35 M. Ilin, "Así son lo Hombres Soviéticos. " Principios, Noviembre, Santiago, n° 17, 1942, p. 33.
36 "La disolución de la Internacional Comunista", Principios, Julio, Santiago, n° 24, 1943, p. 5.
"cortina de humo del anticomunismo y del temor y recelo mundial contra la Unión
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Soviética", haciendo prevalecer solo los "intereses económicos de Wall Street"
2) La noción de una "moral científica"
La revista Principios divulgó la representación de que sus militantes estaban impregnados de una teoría científica de transformación social, el marxismo-leninismo. Esta convicción fue reforzada por las constantes publicaciones para el estudio y formación procedentes desde la Unión Soviética, en las que se aseguraba que el "marxismo-leninismo es la ciencia de las leyes de desarrollo de la sociedad, la ciencia de la revolución socialista y la dictadura del proletariado, la ciencia de la edificación de la sociedad socialista y comunista."38 La tremenda responsabilidad adjudicada a la "teoría", hacía que los comunistas realizaran denodados esfuerzos por la instrucción de sus militantes. Con respecto a la disciplina y el rigor en su formación, los historiadores Verónica Valdivia y Julio Pinto señalan que para los primeros grupos socialistas originados en la zona norte del país, el trabajo militante fue entendido como "una consagración casi de tiempo completo, no muy distinta de la que postulaba Lenin en su ideal de 'cuadro' partidario." 39
En el Editorial de Principios de Julio de 1941, se señalaba que no era posible ser un buen revolucionario sin poseer la teoría revolucionaria, por ello había que estudiar y trabajar "para adquirir conocimientos teóricos, para dominar la teoría marxista-leninista. En la lucha diaria se adquieren experiencias, pero de nada sirven si no se estudia, si no se saca de ellas conclusiones teóricas y prácticas."40
La seguridad que los comunistas tenían sobre el carácter científico de su teoría y práctica, hizo incluso que se sintieran poseedores de un nuevo tipo de moral, la moral comunista.41 Sin embargo, contradictoriamente esta nueva moral se construyó sobre las bases conservadoras de la sociedad que se proponía aniquilar, reforzando viejas estructuras sociales como la familia, los hijos y el amor marital. En la edición de Principios de Agosto de 1941, el soviético Yaroslavski escribe que los intereses de la revolución son los "que determina la conducta del bolchevique, del comunista, del revolucionario, su relación frente
37 Hernán Ramírez Necochea, "Evolución del imperialismo norteamericano", Principios, Octubre, Santiago, n° 75, 1947, pp. 19-20.
38 "Prefacio." En V. I. Lenin, Obras Escogidas, Ed. Progreso, Moscú, 1961, p.5.
39 Julio Pinto y Verónica Valdivia, ¿Revolución proletaria o querida chusma? Socialismo y Alessandrismo en la pugna por la politización pampina (1911-1932), LOM, Santiago, 2001, p. 155. La idea de "cuadro" partidario o "profesional" de la revolución se encuentran desarrolladas por Lenin en su escrito de 1902 ¿Qué hacer? Es importante considerar, que para Lenin la organización de un batallón de revolucionarios profesionales que dirigiera el proceso revolucionario representó solo una transitoria propuesta para contingentes problemas de su práctica política, y no como lo pretendió la Tercera Internacional, la fundación de una "genial" e invariable fórmula revolucionaria. Véase: V. I. Lenin, "¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento", Obras Escogidas, Ed. Progreso, Moscú, 1961, pp. 117-278.
40 "Editorial", Principios, Julio, Santiago, n°1, 1941, p 4.
41 Los comunistas en el mundo poseían la convicción de ser acreedores de un nuevo tipo de moral que pretendió superar las viejas y caducas formas de la moral burguesa. Por ello, dentro de su producción ideológica se contabilizan trabajos al respecto, siendo el más importante el del francés George Garaudy. Véase George Garaudy, La moral marxista, Ed. Austral, Santiago, 1965. Mientras que en Chile, su difusión ideológica puede ser rastreada en la trabajo del comunista Orlando Millas. Véase Orlando Millas, El humanismo científico de los comunistas, Ed. Andrés Bello, Santiago, 1968.
a la familia, a la mujer, a los hijos, al Estado, y a las demás clases de la sociedad." Lo que en Diciembre del mismo año fue refrendado por el funcionario de la Internacional Comunista Victorio Codovilla, al señalar que para "los comunistas, la mujer, la madre, los hijos y la familia, son sagrados. Como ejemplo basta ver el cuidado, las atenciones y el cariño de que son objeto en la Unión Soviética, la madre, los hijos y la familia."43
La constante supervisión sobre la disciplina y la actitud moral que realizaba el Partido Comunista sobre sus militantes, llevó durante los meses de Marzo-Abril de 1945, a declarar que el "relajamiento de la moral es incompatible con el título de comunista".44 Produciendo una extraña convivencia entre lo que se esperaba fuera un convencional ciudadano y un recto partisano, isomorfismo que les permitió insertarse de forma plena en la sociedad que pretendían "superar", sin cuestionar las conductas tradicionales sobre las que se construye y reproduce. Esto queda en evidencia, cuando se constata la severa supervisión que se realizaba sobre la promoción de sus cuadros dirigentes, ideal que Principios, en Marzo de 1944, pide cuidar "como capital inapreciable el que nuestros militantes y dirigentes [...] exhiban la más alta autoridad moral" alejando de los "dirigentes del Partido la deshonestidad o la moral relajada"45 Lucha que ya se producía, en Noviembre de 1942, al difundir la prohibición establecida por las direcciones de la época de no renovar el carnet de militante a "los provocadores que por falta de vigilancia, hubieran logrado introducirse en nuestro Partido, los deshonestos, inmorales, corrompidos en el vicio del alcohol, tahúres, etc., los que hayan demostrado debilidad ante el enemigo para defender los intereses de la clase obrera y el pueblo."46 La conducta del militante comunista nacional fue incluso regulada por sus estatutos, que en sus apartados VII De las Medidas Disciplinarias y VIII De la Comisión de Control de Cuadros, se afirmaba que serían separados sumariamente y expulsados del partido, aquellos militantes que se les comprobara traición a la clase obrera, además de los "realizadores de trabajo fraccional; los ebrios consuetudinarios; los que demuestren degeneración o inmoralidad, los que realizan actos de aventurismo o degradación de clase (lumpen) [...] en general, aquellos que con su actitud perjudiquen al Partido y, por lo tanto, a la clase obrera y al pueblo"47
La profunda vocación moral con la que se trataba de "acerar" la conducta pública y privada del militante comunista en Chile, era legado del convencimiento que el Partido, era distinto a los otros partidos políticos, que su disciplina interna era fruto del continuo trabajo de depuración, lo que los hacía autodefinirse como un partido monolítico. El dirigente comunista Galo González, en Julio de 1942, sentenciaba que: "Nuestro Partido se caracteriza y se diferencia de los demás partidos, por la lucha ideológica que desarrolla en su seno contra toda clase de desviaciones oportunistas, sean estas de izquierda o de derecha", así, el que intente introducir de contrabando una ideología foránea "tendrá que
42 E. Yaroslavski, "La fisonomía moral del ciudadano soviético", Principios, Agosto, Santiago, n° 2, 1941, p.35.
43 Victorio Codovilla, "Los comunistas, los católicos y la Unión Nacional.", Principios, Enero, Santiago, n° 4, 1945, p. 41.
44 D. Zuslavski, "La familia en la Unión Soviética", Principios, Marzo-Abril, Santiago, n° 45-46, 1945, p.39.
45 Alfredo Escobar, "La disciplina en nuestro partido", Principios, Marzo, Santiago, n° 33, 1944, p. 26.
46 Galo González, "La organización del Partido y el cumplimiento de nuevas tareas", Principios, Diciembre, Santiago, n° 18, 1942, p. 10.
47 Art. 46, Estatutos del Partido Comunista de Chile, Imprenta y Litografía "Antares", Santiago, s/f, pp. 1516.
estrellarse contra la muralla de acero que constituye la unidad granítica del Partido"48 El profundo convencimiento de lo descrito anteriormente, es lo que permite al comunista Pablo Neruda escribir en su poema A mi Partido, "Me hiciste adversario del malvado y muro del frenético",49viniendo a refrendar con su obra, una idea profusamente internalizada por los comunistas durante las décadas estudiadas.
3) El carácter patriótico y nacional de la política del PC
Por último, existe un tercer elemento constituyente de la cultura política de los comunistas nacionales, este es, el disputar el discurso de dominación de las oligarquías nacionales y hacer frente a las críticas realizadas por sus adversarios y enemigos de ser un partido internacional, extranjerizante o sencillamente vendido al "Oro de Moscú". Ante tal acusación, el Partido Comunista de Chile siempre respondió enfáticamente que era el más nacional de todos los partidos. De esta forma, en Julio de 1941 el secretario general Carlos Contreras Labarca, indicó que el programa del comunismo nacional "demuestra de un modo inequívoco que el Partido Comunista es un Partido verdaderamente nacional, dejando al descubierto la mentirosa afirmación de que es un Partido 'extranjerizante'"50 Para el profesor Hernán Ramírez, el trabajo de los comunistas nacionales se funda sobre la "fecunda", "heroica" y "sacrificada" vida de miles de compatriotas, convirtiendo así al Partido Comunista "en la más genuina y perfecta expresión política del pueblo de Chile" que lo convierte en el "más nacional de todos los partidos."51
Un importante elemento incorporado durante la Segunda Guerra Mundial en el discurso comunista, fue la noción de patria, heredada de la "gran guerra patria" librada en defensa de la URSS. Por esto, es que en la "teoría política revolucionaria" del período, entendía al patriotismo como "el amor a la patria, el amor al país de nacimiento, el amor al pueblo"52 Este período, fue de particular importancia para los comunistas chilenos, quienes ante la situación de excepción provocada por la guerra, profundizaron mucho más sus alianzas políticas, impulsando la denominada Unión Nacional, que no es más que un
48 Galo González, "El Partido Comunista en la lucha contra las desviaciones oportunistas", Principios, Julio, Santiago, n° 13, 1942, p. 28.
49 Pablo Neruda, Canto General, Pehuén, Santiago, 2005, p. 484. Si bien el poema citado es publicado por primera vez en 1950, excediendo los límites temporales del presente estudio, es considerado por ser un ejemplo representativo de la cultura comunista chilena, cultura que sufrirá algunas modificaciones en los años posteriores al XX Congreso del PCUS y su proceso de des-estalinización.
50 Carlos Contreras Labarca, "Problemas nacionales de Chile. Aplicar las decisiones del IX pleno, es nuestra tarea central", Principios, Julio, Santiago, n°1, 1941, p 17. El mismo Carlos Contreras algunas décadas después rememorando la campaña del Frente Popular en revista Araucaria de Chile escribiría: "Así concebían estos caballeros la democracia. Pero en aquella campaña los desenmascaramos, y le probamos al pueblo que los verdaderos patriotas éramos nosotros, los verdaderos herederos de San Martín y O'Higgins, los verdaderos dueños de la bandera y de la canción nacional." Carlos Contreras Labarca, "El Frente Popular en Chile; los años de su fundación", Araucaria de Chile, Madrid, n°20, 1982, p. 139.
51 Hernán Ramírez Necochea, Origen y formación del Partido Comunista de Chile. (Ensayo de historia del partido), Ed. Austral, 1965, p. 307. La expresión empleada por Ramírez: "El Partido Comunista es el más nacional de todos los partidos de Chile.", es utilizada en la reedición corregida y ampliada de su libro Origen y formación del Partido Comunista de Chile. Ensayo de historia política y social de Chile publicado en Moscú por editorial Progreso en 1984.
52 "Teoría política revolucionaria. Nociones elementales", Principios, Agosto, Santiago, n° 2, 1941, pp. 48-50
llamado de unidad para la defensa de la democracia amenazada. Por esta razón, durante la edición de Octubre de 1942 de Principios, se esclarece que la "Unión Nacional es un MOVIMIENTO de todos los chilenos patriotas, que se organizan en DIFERENTES organizaciones y unidos por un solo propósito común; organizar la Defensa Nacional, defender la Patria de la agresión nazifascista y de la obra disgregadora de la Quinta
Columna."53
Este nuevo elemento es el que permite a los comunistas sentirse entroncados con un pasado difuso y remoto, el que falso o no, legitimó las luchas emprendidas en sus presentes, creando en palabras de Eric Hobsbawm una "tradición inventada",54 lo que les permite autoidentificarse como herederos legítimos del caudal combativo de sus predecesores. En Principios, un joven Luis Corvalán Lepe, en el mes de Junio de 1945, ve en los comunistas la herencia "del movimiento liberador de 1810, y de todo los movimientos progresistas que en el siglo 19 se hicieron sentir en nuestro país" los que continuadores y superadores de esa obra "surgen y se multiplican en lucha abierta por la independencia nacional, por el progreso del país y por el bienestar de nuestro pueblo"55 Las afirmaciones anteriores, se encontraron vinculadas a las publicadas en Junio de 1943 luego de la autodisolución de la IC. En éstas, se remarca que el Partido Comunista de Chile se apoyó "en las características nacionales de nuestro pueblo, en las tradiciones revolucionarias de él; en la lucha de sus caudillos como O'Higgins, Manuel Rodríguez, Camilo Henríquez, etc."56
La constate reafirmación del carácter nacional de la política comunista, en simetría con la disputa por ser el más patriota de los partidos en Chile, llena de sentido las directrices teóricas del período, que hacen de la actitud antiimperialista parte importante de la mentalidad de la izquierda en el mundo. Por esto, la decidida lucha contra el imperialismo, sea este inglés, alemán o norteamericano, fue también la batalla por la protección de lo "nacional" de la garra trasnacional del capitalismo. Hernán Ramírez Necochea, durante el mes de Mayo de 1947, con respecto a la defensa de los orígenes del comunismo nacional y el antiimperialismo local, señalaba en Principios que el "Partido Comunista, nacido en la entraña más profunda del pueblo chileno, que ha sostenido y sostiene las duras luchas contra la oligarquía y contra el imperialismo, que quiere hacer de Chile una nación independiente y progresista, recoge emocionado la herencia
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antiimperialista y auténticamente nacionalista de José Manuel Balmaceda." Es así, como el sentido antiimperialista estudiado por la historiografía de Ramírez Necochea, se representa como el legado y tradición de lucha de un sector mayoritario de la sociedad, el que vinculado y dirigido por la clase trabajadora, se convierte en pilar fundamental de la lucha de los comunistas por ser el "más nacional de los partidos".
53 Juan Vargas Puebla, Impulsemos el movimiento de Unión Nacional, Principios, Octubre, Santiago, n° 16, 1942, p. 2.
54 Véase: Eric Hobsbawm y Terence Ranger, La invención de la tradición, Ed. Crítica, Barcelona, 2002.
55 Luis Corvalán Lepe, "Ante el 33 aniversario del P.C.", Principios, Junio, Santiago, n° 48, 1945, p. 4.
56 Declaración de la Comisión Política del Partido Comunista de Chile, con motivo de la proposición del Presídium del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, Principios, Junio, Santiago, n° 24, 1943, p. 5.
57 Hernán Ramírez Necochea, "La acción del imperialismo en la guerra civil del 91", Principios, Mayo, Santiago, n° 71, 1947, p. 31.
Conclusión
La experiencia comunista chilena, estructurada en una compleja relación dinámica de elementos nacionales e internacionales, modeló una distintiva cultura militante que incidió activamente en la creación de la experiencia socialista en Chile.
A la denominada cultura Frente Popular, idea política de amplias alianzas con fines democratizadores, inspirada en la diversidad de las expectativas sociales occidentales, se sumó los sistemas de representaciones que hacían de la URRS y su moral, ideales que movilizaron la disputa de lo nacional. El discurso y práctica de los partisanos nacionales, se construyó de esta forma, en una articulación de elementos dispares, los que distribuidos según los contextos políticos y culturales, operaron como una representación general de cómo era y debía ser el mundo.
La función que cumplió la revista Principios en la difusión y reproducción de esta manera de ser, queda evidenciada en sus páginas, al ser el instrumento oficial por el cual se propaló las directrices y posiciones que los comunistas chilenos adoptaron en el plano local e internacional. Mientras la voz autorizada se publicó, se extendió en sus lectores, contenidos simbólicos que les permitieron comprender sus particulares existencias a la luz de grandes explicaciones que modelaron sus comportamientos y discursos. Lo anterior, no debe llevar al mal entendido de pensar que las representaciones ideológicas son producidas exclusivamente de forma escrita, existe en la práctica comunista chilena, una serie de elementos que deben ser considerados para su estudio, en los que indudablemente no pueden ser descartadas las relaciones personales establecidas con los otros integrantes de las izquierdas y la sociedad en general.
Hoy en día, cuando las luchas del pasado son representadas y presentadas a las nuevas generaciones como quimeras imposibles, donde la hegemonía del pensamiento único acalla la disidencia incomoda naturalizando las lógicas de un perpetuo presente, se torna mucho más difícil establecer las convicciones y dimensiones de lo que el historiador Alfredo Riquelme llamó la "historia en marcha"58. Cómo estudiar un pasado pletórico de certezas en un presente de incertidumbres. Todo estudio del comunismo chileno debe necesariamente pensar y dar respuesta a esta interrogante, conclusiones que permitan entender el obrar de sus militantes en su real contexto de producción.
Recibido: 12 enero 2011 Aceptado: 28 junio 2011
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58Véase: Alfredo Riquelme Segovia, Por un rojo atardecer. El comunismo chileno entre dictadura y democracia, Centro de investigaciones Barros Arana, Santiago, 2009.
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