Научная статья на тему 'Una producción cultural del Partido Comunista de Chile: el caso de la revista Aurora (1954-1956)'

Una producción cultural del Partido Comunista de Chile: el caso de la revista Aurora (1954-1956) Текст научной статьи по специальности «История и археология»

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Partido Comunista de Chile / Revista Cultural / Realismo Socialista / Crítica Literari / Communist Party of Chile / Cultural Magazine / Socialist Realism / Literary Criticism

Аннотация научной статьи по истории и археологии, автор научной работы — Constanza Chacón Arancibia

El presente artículo aborda la primera etapa de la revista Aurora (1954-1956), una producción cultural del Partido Comunista de Chile dirigida por el escritor Volodia Teitelboim. En cuanto a esta, se sostiene que se erigió como un proyecto editorial programático que buscó formar ideológicamente a los intelectuales en la cultura del marxismo a la par que combatió por ganar terreno en el campo cultural. Asimismo, se apropió del Realismo Socialista para elaborar su crítica literaria, aunque no sin ciertas contradicciones, levantando un canon literario realista, nacional y popular, tanto de su presente como de su pasado y en un esfuerzo nacional e internacional, en el marco del movimiento de liberación nacional.

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A cultural production of the Communist Party of Chile: the case of Aurora magazine (1954-1956)

This article addresses the first stage of the Aurora magazine (1954-1956), a cultural production of the Communist Party of Chile directed by the writer Volodia Teitelboim. Regarding this, it is maintained that it was established as a programmatic editorial project that sought to ideologically train intellectuals in the culture of Marxism at the same time that it fought to gain ground in the cultural field. Likewise, he appropriated Socialist Realism to develop his literary criticism, although not without certain contradictions, raising a realistic, national and popular literary canon, both from his present and from his past and in a national and international effort, within the framework of the movement of national liberation.

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52, septiembre 2023: 1-30

Una producción cultural del Partido Comunista de Chile: el caso de la revista Aurora

(1954-1956)

A cultural production of the Communist Party of Chile: the case of Aurora magazine (1954-1956)

Constanza Chacón Arancibia*

Resumen: El presente artículo aborda la primera etapa de la revista Aurora (1954-1956), una producción cultural del Partido Comunista de Chile dirigida por el escritor Volodia Teitelboim. En cuanto a esta, se sostiene que se erigió como un proyecto editorial programático que buscó formar ideológicamente a los intelectuales en la cultura del marxismo a la par que combatió por ganar terreno en el campo cultural. Asimismo, se apropió del Realismo Socialista para elaborar su crítica literaria, aunque no sin ciertas contradicciones, levantando un canon literario realista, nacional y popular, tanto de su presente como de su pasado y en un esfuerzo nacional e internacional, en el marco del movimiento de liberación nacional.

Palabras clave: Partido Comunista de Chile; Revista Cultural; Realismo Socialista; Crítica Literaria

Abstract: This article addresses the first stage of the Aurora magazine (1954-1956), a cultural production of the Communist Party of Chile directed by the writer Volodia Teitelboim. Regarding this, it is maintained that it was established as a programmatic editorial project that sought to ideologically train intellectuals in the culture of Marxism at the same time that it fought to gain ground in the cultural field. Likewise, he appropriated Socialist Realism to develop his literary criticism, although not without certain contradictions, raising a realistic, national and popular literary canon, both from his present and from his past and in a national and international effort, within the framework of the movement of national liberation.

Keywords: Communist Party of Chile; Cultural Magazine; Socialist Realism; Literary Criticism Recibido: 15 de mayo 2023 Aceptado: 12 septiembre 2023

1. Introducción

Mientras el escritor comunista Volodia Teitelboim escribía sus memorias, recordaba con nostalgia una revista cultural que había dirigido tiempo atrás y que había bautizado como Aurora, porque "Algo amanecía en el mundo". Este proyecto, que había despertado "Tanta pasión" en su importante plantel de colaboradores, "nombres de la cultura chilena del siglo", buscaba ahondar, como expresaba, en los profundos recovecos de su tiempo y "salir de la contingencia para echar miradas al fondo". Con todo, "La pobre Aurora' llegaría a sufrir "muchos percances, largas interrupciones"1.

* Chilena. Profesora de Castellano y Magíster en Literatura Chilena e Hispanoamericana, Universidad de Playa Ancha. constanza.chaconarancibia@gmail.com. https: / / orcid.org/0000-0003-4623-0672

1 Volodia Teitelboim, Un hombre de edad media. Antes del olvido II (Santiago de Chile: Sudamericana, 2000), 426-427.

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Si nos tomamos un momento para recordar, durante esta última década se han ido conmemorando los centenarios de los partidos comunistas a lo largo del mundo. En el caso local, el año pasado se celebraban los ciento diez años de la fundación del Partido Obrero Socialista y un siglo de vida desde que este último pasó a denominarse Partido Comunista de Chile (PCCh) tras afiliarse a la Tercera Internacional. En este marco tan emblemático, ha habido un gran esfuerzo por parte de los investigadores y editores de abordar las trayectorias de esta tienda política, tanto en América Latina como en Chile2. Al repasar, se advierte, en particular, que no han sido pocos los proyectos revisteriles chilenos vinculados al PCCh que han imbricado lo cultural y lo político y no son menos los estudios que han procurado dar cuenta de estos cruces3. Tampoco han faltado los panoramas o cartografías sobre las producciones ligadas a esta tienda política4. No obstante, cuando se trata de levantar el programa literario del PCCh, en la década del cincuenta5, por ejemplo, a través de sus producciones culturales como las revistas, se observa una tarea pendiente6.

El estudio de Aurora, en este sentido, resulta ser clave para entender este tipo de cuestiones, toda vez que este proyecto, de fuerte carácter cultural, logró posicionarse y profundizar en los debates literarios de la época, durante los tres años en que circuló. Sin embargo, si bien no pocos autores o catálogos la mencionan de paso, no la tratan en ninguno de sus aspectos, situándola escuetamente como una producción cultural de carácter combativo, de corte marxista, ligada al PCCh y dirigida a un público letrado, mediante la cual, como se desprende, se puede conocer la historia del Partido y sus estrategias político-culturales7. De ahí que, a través de estas páginas, se busque responder a la necesidad de estudiar una revista inexplorada, desatendida por las investigaciones y estudios en general, lo que supone un aporte al creciente campo de estudio sobre las revistas y, específicamente, al que dice relación con las producciones culturales del PCCh. Pero, por sobre todo, abre caminos para repensar la articulación entre la literatura y las militancias políticas, tomando en consideración,

2Consúltense, por ejemplo, los trabajos de investigadores como Adriana Petra, María Fernanda Alle, Laura Prado, Victor Piemonte, Carine Dalmás, Ana Melo, Jorge Rojas, Rolando Álvarez, Manuel Loyola, Alfonso Salgado, Sergio Grez, Alfredo Riquelme, entre otros.

3 Se pueden mencionar como ejemplos significativos, estudios sobre revistas que, si bien algunas eran del PCCh, otras tenían estrechos vínculos a través de sus intelectuales, aunque no siempre cómodos, alineados, ni exentos de conflictos. Véanse los trabajos de Ana Melo (2018) sobre Aurora de Chile (1938-1940), de Daniel Rozas (2015) sobre Multitud (1939-1963), de Amagada et. al. (2013) sobre Pro Arte (1948-1956), de César Zamorano (2021) sobre Araucaria de Chile (1978-1990). Como complemento, podrían agregarse las investigaciones sobre poesía popular minera en el diario El Siglo de Héctor Uribe (2020) o bien las menciones que realiza, aunque indirectamente, Jorge Rojas sobre los aspectos literarios del diario Democracia (2022). De igual modo, se relevan investigadores que han venido desarrollando estudios sobre la intelectualidad y cultura de izquierda, entre ellos, Germán Alburquerque, Laura Briceño, Ivette Lozoya, Carla Rivera, Santiago Aránguiz, Patricio Herrera, Rafael Pedemonte, Olga Ulianova, entre otros. Un caso particular que ha reunido una serie de artículos, de su propia autoría, sobre revistas, pero desde la vereda conservadora, ha sido el estudio de Mario González (2022).

4 Rojas (2000); Dalmás (2012) y Rivera y Salgado (2020).

5 Según Petra, la década de los cincuenta es una de las que menor atención ha concitado entre los historiadores de las ideas y la cultura, por lo menos para el caso argentino, puesto que, como argumenta, ha sido concebida como un preámbulo de los sesenta.

6 El aporte quizá más relevante hasta ahora, es el de la investigadora brasileña Carine Dalmás. En su breve artículo "Partidos Comunistas e Políticas Culturais: um estudo comparado da imprensa comunista no Brasil e no Chile, 1935-1956" (2010), afirma que el PCCh, ejemplificando de paso con el diario El Siglo y la revista Gaceta de Chile, mas sin mencionar a Aurora, procuró desenvolverse según las concepciones político-culturales del Realismo Socialista, pero adaptándola a la propia realidad artístico-cultural de su país, cuestión que deja abierta para ser profundizada. Del mismo modo, en "O Partido Comunista do Chile e o XX Congresso do Partido Comunista da Uniao Soviética: pela 'via pacífica' e contra o 'realismo socialista'" (2011), contextualiza la recepción, por parte del PCCh, de los acontecimientos ocurridos en dicho congreso, especialmente, en relación con el Realismo Socialista, sosteniendo que, a partir de marzo de 1956, la crítica desplegada en la prensa partidaria, El Siglo y Principios, evidenció una cierta ruptura con los parámetros culturales soviéticos asimilados antes, lo que se tradujo en una dura evaluación al Realismo Socialista, cuestión que ya tenía antecedentes, como muestra Aurora, la que no se menciona, y en la proposición de nuevos paradigmas culturales, enfocados en las raíces populares de la cultura nacional para la construcción de su propio proyecto revolucionario. Sobre esto, volveremos más tarde.

7 Rojas (2000), Alarcón et al. (2006), Furci (2008), Chacón (2020), Rivera y Salgado (2020), González (2020), Tarcus (2020), Centro De Investigación de las Culturas de Izquierdas, Memoria Chilena y Revistas culturales 2.0.

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por ejemplo, que el PCCh consideró al campo literario como un arma de combate importante en sus luchas ideológicas.

En esta línea, es interesante relevar que una de las tareas que a mediados de los cincuenta se proponía el frente intelectual del PCCh, en el que probablemente figuraba el mismo Teitelboim, era la de formar ideológicamente a sus intelectuales en la cultura del marxismo. Téngase en cuenta que, si bien se había reanudado la circulación de las publicaciones como El Siglo o Principios, pese a la ilegalidad del Partido, este último no contaba con el espacio suficiente y especializado para ello. En esta dirección, Aurora se erigiría como un proyecto "editorial programático", siguiendo la conceptualización de Fernanda Beigel, toda vez que fue una suerte de "editorialismo militante" que actuó a partir de una "política concertada" 8, proponiéndose así, "divulgar en Chile. . . la cultura propia y extranjera que nace y se desarrolla bajo la luz del marxismo"9, proyecto que, aunque dio espacio a otras áreas (ciencias sociales, naturales, etc.), dio lugar privilegiado a la literatura, no solo por cuanto comentó y evaluó materiales de carácter literario, sino también porque versó sobre cuestiones extraliterarias (aniversarios, congresos, polémicas, etc.), sirviendo así, "como terreno de la articulación entre política y literatura"10.

De este modo, acá se sostiene que Aurora, en tanto producción cultural del Partido Comunista de Chile, se ocupó, entre otras cosas, del programa literario que levantaba dicha tienda política, en el marco del movimiento de liberación nacional, el que consistía en dar la batalla contra el "imperialismo norteamericano" desde la lucha por la "independencia nacional", a través del desarrollo de una literatura "nacional", "realista" y "popular". Esto lo haría a través del levantamiento de un canon literario, que buscaba, por un lado, rescatar y evaluar las tradiciones realistas de la literatura chilena para establecer líneas de continuidad con las luchas de su presente y extraer de ellas aprendizajes, por otro, buscaba promover las producciones literarias de su tiempo que representaran aportes para la lucha. Ahora bien, pese a que el PCCh y, por añadidura, Autora, en tanto revista partidaria, tenían como referente el Realismo Socialista soviético, "método científico" para el análisis de la literatura y la crítica literaria, no fue condición sine qua non para su producción, no solo tomando en consideración los debates de la época, suscitados, por ejemplo, a partir de dos capitales congresos, el Segundo Congreso de Escritores Soviéticos (1954) y el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (1956), en los que se irían minando las rígidas orientaciones culturales y que Aurora recibiría de manera reflexiva, haciéndose una autocrítica respecto al incipiente estudio marxista de la realidad chilena, sino porque, en su necesidad de luchar contra el "imperialismo norteamericano" y sus aliados nacionales, las "clases opresoras" (oligarquía, latifundio), requerían unificar a los escritores "progresistas" cuyas obras representaran instrumentos valiosos para ganar terreno en el campo cultural, por ejemplo, otorgando protagonismo a obreros y campesinos en el desarrollo de sus luchas revolucionarias; por lo mismo, se apropiaron del método estético-ideológico, consiguiendo sostener una crítica literaria más constructiva, acorde con las propias necesidades de su contexto. Ahora, si bien la mayoría de los colaboradores fueron comunistas, no solo ellos fueron objeto de análisis, últimos que, por cierto, también fueron evaluados críticamente bajo este método marxista aplicado a la literatura. Sin embargo, aunque tenían una mirada aliancista, Aurora no dejó de criticar más severamente a escritores socialistas como Luis González Zenteno, ya promovido favorablemente en Principios (1954), o Guillermo Atías, ni de ignorar a otros comunistas distanciados, como Pablo de Rokha y su clan. Empero, contra quienes realmente se lanzó en picada, fue con los integrantes del Comité chileno del Congreso por la Libertad de la Cultura, entre ellos, los importantes críticos literarios Hernán Díaz Arrieta y Raúl Silva Castro y el escritor Eduardo Barrios.

8 Fernanda Beigel, "Las revistas culturales como documentos de la historia latinoamericana", Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 8, n°20 (2003): 108.

9 "Aurora", Aurora, n°1 (1954): 3.

10 Beigel, "Las revistas", 108.

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Las cuestiones aquí planteadas, fueron analizadas a la luz de postulados como los del teórico galés Raymond Williams, quien señalaba que "el análisis de las publicaciones no solo sirve para observar en ellas las representaciones políticas, literarias y artísticas de un grupo de intelectuales, sino también para establecer la organización interna de un grupo y sus relaciones reales o propuestas con otros grupos"11. En este mismo sentido, se consideraron los planteamientos del sociólogo francés Pierre Bourdieu (2002, 2011), por cuanto se concibe a Aurora como una revista inserta en una red de relaciones sociales que tejieron el campo cultural, estructura que básicamente constituye un sistema de relaciones de líneas de fuerza de agentes, sistemas de agentes o instituciones, provistos de cierta autoridad, los que estarían determinados por su posición, pertenencia y participación en el campo y que competirían a través de una lucha para conseguir, conservar o transformar, por medio de diversas estrategias, tomas de posiciones y violencia legítima, la estructura de la distribución de un tipo de capital simbólico específico y escaso (acumulado durante luchas anteriores y que orientan las estrategias ulteriores) que está en juego y que otorga reconocimiento, legitimidad y consagración a los agentes sociales que lo disputan. Finalmente, se tomaron prestadas las propuestas metodológicas de Pita y Grillo (2015), las que plantean tres grandes unidades para estudiar las revistas como objetos de estudio: primero, los aspectos técnicos (lugar, cantidad de números, etapas, venta y periodicidad, etc.); segundo, los de contenido (manifiestos, programas, notas editoriales, secciones, temas y problemas, etc.); y tercero, los de geografía humana (director, administración, impresor, colaboradores, traductores, etc.). En el desarrollo de este trabajo, dichas unidades se integraron según se hizo necesario.

Por las razones antes mencionadas, el presente artículo se dividió en cinco partes. En la primera, se elabora un semblante general de la revista; en la segunda, se establece su editorialismo programático a la luz del programa literario del PCCh; luego, se elabora un análisis sobre el tratamiento que le dio la revista a lo literario; en cuarto lugar, se evalúa las reservas que tuvo la revista respecto al Realismo Socialista; y finalmente, se analizan sus estrategias de disputa, en su afán por ganar terreno en el campo cultural.

2. Aurora: semblante de una revista

En medio de un mundo tensionado entre los claroscuros de una Guerra Fría política y cultural12 y los aires represivos de un Partido ilegalizado (1948-1958)13, amanecía Aurora, una revista cultural chilena, publicada en Santiago e impresa en los Talleres Gráficos Lautaro del PCCh14, de cuyas prensas nacían siete números que circularon durante julio de 1954 y noviembre de 195615.

Los antecedentes de cómo se comercializó y distribuyó, es una cuestión difícil de aclarar por ahora, pero se puede indicar que, según el diario comunista El Siglo, esta había sido vendida en Nueva América, librería "creada para difundir entre los trabajadores la rica y vasta obra escrita por los grandes maestros del marxismo"16, propósito similar al de Aurora; y si se quiere tomar como referencia la promoción sostenida que

11 Raymond William, Sociología de la cultura (Buenos Aires: Paidós, 2015), 179.

12 Ver Powaski (2000), Alburquerque (2011) y Stonor (2001).

13 El presidente Gabriel González Videla impulsó la legislación denominada "Ley de Defensa Permanente de la Democracia" (ley 8.987), la que declararía ilegal al PCCh por considerarlo contrario a la democracia, obligando a sus militantes a pasar a la clandestinidad, sin perjuicio de los encarcelamientos y persecuciones que sufrieron. Del mismo modo, los medios de comunicación que controlaba este partido sufrieron los embates de la represión, como Principios y El Siglo. Sin embargo, este periodo, que después fue gobernado por Carlos Ibáñez del Campo, no estuvo exento de cierta tolerancia práctica. Consultar Valdivia (2021) y Rojas (2022).

14 Furci (2008).

15 Los números de la primera etapa fueron publicados en el siguiente orden: número 1, julio de 1954 (122 páginas); número 2, diciembre de 1954 (114 páginas); número 3, abril de 1955 (102 páginas); número 4, agosto de 1955 (114 páginas); número 5-6, enero de 1956 (190 páginas); número 7, noviembre de 1956 (126 páginas). La segunda etapa tuvo diecisiete números y circuló entre enero de 1964 y noviembre 1968, esta última ha sido estudiada por Patricia González (2019) y no forma parte del presente estudio.

16 "La librería 'Nueva América'", Principios, n°15 (1952): 33.

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hizo esta última de ciertas librerías, es muy probable que haya sido vendida en la librería comunista Vida Nueva17, en Futuro y en Atlas. No podemos corroborar lo que sigue, pero considerando la forma en que el PCCh vendía su "literatura" (diarios, revistas, libros, etc.), es decir, a través de las propias bases y mediante un trabajo de células, como cuenta Principios, Aurora además debió haber sido distribuida por sus propios militantes. También se podría agregar que, a causa de las penurias económicas que atravesó, según nos relata la misma, se vieron obligados a pedir la cooperación de sus lectores, "Difundiéndola, vendiéndola al máximo, consiguiendo donaciones, avisos, creando círculos de amigos, donde se discutan sus artículos, donde se alleguen fondos para contribuir a su mantenimiento y desarrollo"'5. Si esto se llegó a concretar o no, queda hoy fuera de nuestro alcance. Lo que sí sabemos, es que el PCCh demandaba constantemente a sus integrantes la lectura, estudio y discusión de los materiales ideológicos que ellos mismos publicaban, igual estrategia, como se ve, que proponía Aurora.

Su fundador y director sería el abogado, escritor y uno de los políticos y dirigentes más prestigiosos del PCCh, Valentín Teitelboim Volosky (1916-2008), más conocido como Volodia Teitelboim, intelectual que surcaría sus huellas en gran parte de las producciones culturales cercanas al PCCh y, sin duda alguna, en la cultura chilena, siendo galardonado con el Premio Nacional de Literatura en el 200219. A excepción del número 5-6, la dirección figuraba a nombre de su administrador, Nibaldo Martínez, debido a que, al imprimirse las tapas de la revista, Teitelboim se encontraba prisionero en Pisagua a causa de su actividad política, intelectual y literaria. Pese a esta desventura que duraría poco más de un mes y medio, y una vez liberado, como se declaró en el editorial respectivo, reasumió su cargo inmediatamente para el que fuera su último número.

La cifra de quienes colaboraron en Aurora fue bastante elevada, aunque hubo una baja frecuencia de publicación. Sumado a esto, no se observa en la revista un listado de los mismos ni tampoco un Consejo de Redacción, como sí se apreciará en su segunda etapa20, incluso, habría que decir que en varias ocasiones ni siquiera se trazan sus nombres. Pero, a pesar de todo, la revista congregó a un valioso grupo de intelectuales, los que, en su gran mayoría, y al igual que su director, militaban en el PCCh21. Entre los comunistas chilenos

17 Furci (2008).

18 Nibaldo Martínez, "A los lectores", Aurora, n°5-6 (1956): 4.

19 Hasta la década del cincuenta, Teitelboim había sido uno de los primeros promotores del método marxista, desde su Memoria de Prueba "El Amanecer del Capitalismo y la Conquista de América" (1943), junto con ello, había sido escritor de la aplaudida novela Hijo del Salitre (1952) y de La Semilla en la Arena (1957). También había sido crítico literario, reportero y columnista en los diarios Frente Popular, El Popular de Antofagasta y, por supuesto, en el diario El Siglo, del que sería uno de los fundadores, proponiendo incluso su nombre, según narra en sus memorias, además de subdirector, comentarista de autores y libros en la sección dominical que correspondía a un suplemento literario. Paralelamente, habría sido el subdirector del diario Extra, una producción ligada al PCCh. Su labor revisteril estuvo asociada a Qué hubo en la semana, llegando a ser director de esta tras la dirección de Luis Enrique Délano, como también a Nuestro Tiempo, La Gaceta de Chile y Principios. Esta trayectoria como hombre de revistas, perduraría en el tiempo, pues también habría sido director de Araucaria de Chile, y en algún momento, en las últimas publicaciones de Pluma y Pincel. Por otro lado, Teitelboim habría formado parte del Comité Central que lo designaba a su vez como integrante de la Comisión Política; en estos cargos estaría casi medio siglo. Además, habría sido secretario de educación del Partido y uno de los secretarios generales del Comando del Frente del Pueblo. Más tarde formaría parte de la directiva del Movimiento por la Paz.

20 En la segunda etapa, en su primer número, Teitelboim figura como Redactor-Jefe de la revista, mientras que la dirección aparece a cargo de Alfonso González Dagnino (a quien se promueve en la primera etapa) y, a su vez, el reemplazante del Director era Hernán Loyola Guerra. Destacamos a los quince colaboradores que continuaron publicando en la segunda etapa: Edesio Alvarado, Francisco Coloane, Luis Enrique Délano, Julio Escámez, César Godoy, Joaquín Gutiérrez, Alejandro Lipschütz, Yerko Moretic, Pablo Neruda, Fernando Ortiz, Néstor Porcell, Hernán Ramírez Necochea, Rubén Sotoconil, José Miguel Varas y Sergio Villegas.

21 Aun cuando no existan registros electorales de los militantes entre 1948-1958, gracias a publicaciones posteriores como memorias, artículos periodísticos, boletines de registros electorales cancelados, etc., se hace posible proponer, hasta ahora, una lista de quienes, según parece, formaban parte de las filas comunistas entre los años que se publicó la revista, o cercanos a estos, y que aportaron con sus escritos o bien fueron reproducidos. Es importante enfatizar en que en las guardas interiores del número 1 y 3, se ofrece la siguiente información: "Los artículos que aparecen en esta revista son inéditos en castellano, escritos o traducidos especialmente.

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que contribuyeron habitualmente en el campo de la literatura, se encuentran Volodia Teitelboim, Pablo Neruda, Luis Enrique Délano, Rubén Sotoconil, Edesio Alvarado, Sergio Villegas, Franklin Quevedo, Juan Lenin Araya, Jorge Soza Egaña y Francisco Coloane, del mismo modo, aunque al parecer no militante, fue importante el aporte del crítico literario Juan de Luigi. De entre los militantes chilenos que publicaron por lo menos una vez en Aurora, aunque con trabajos significativos, se hallan José Miguel Varas, Yerko Moretic y Pedro de la Barra, y con modestos aportes, José Emilio Mora y Alejandro Lipschütz. Algunos militantes extranjeros que también abordaron estas cuestiones fueron el cubano Juan Marinello y el venezolano Héctor Mujica. Del mismo modo, pero con textos reproducidos y/o traducidos, se ubican el brasileño Jorge Amado, el colombiano Luis Vidales y los soviéticos Galina Nicolaieva e Ilya Ehrenburg, último que, aunque no militante, fue muy próximo al partido. Otros, cercanos al PC, fueron el profesor de literatura de la Universidad de Chile, Mario Naudon de la Sotta, el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias y el escritor alemán Thomas Mann. Y de entre quienes publicaron en torno a esta misma materia, pero de los que no estamos seguros sobre su identidad y menos militancia, se encuentran C., G., L.G.O., G.L., W., A., I.T., G.A., R.M.C. (puede ser Raúl Mellado Castro)22.

Si se observan sus semblantes, se advierte que la mayoría de ellos oscilaba entre la escritura, el periodismo y la política, configurándose como intelectuales, muchos de trayectoria, que expusieron sus ideas y animaron las diversas escaramuzas en el campo cultural mediante sus intervenciones en Aurora, y no solo en esta tribuna, puesto que estos se cruzaron en diversos medios de comunicación, cercanos ideológicamente hablando, ya fuera como directores, como parte de los equipos de redacción o bien como colaboradores, y ya fuera antes, durante, o después de la circulación de Aurora, por ejemplo, en las revistas Viento Sur (1954)2i, Nuestro Tiempo (1951-1955)^, La Gaceta de Chile (1955-1956), Vistazo (1952-1965) y Principios (1941-1973), del mismo modo, en los diarios Extra, Democracia y, fundamentalmente, en el diario El Siglo25.

Pueden reproducirse indicando su procedencia", lo que permite notar este esfuerzo por establecer puentes con las culturas extranjeras, pero, del mismo modo, invita a suponer que no todos colaboraron directamente.

22 En cuanto a los que se dedicaron a temas culturales, políticos o de las ciencias sociales, se hallan los chilenos comunistas Enrique Bello, María Maluenda, Luis Osorio, José Venturelli, César Godoy, Orlando Millas, Hernán Ramírez Necochea y Fernando Ortiz. Entre los extranjeros comunistas radicados en Chile se hallan el panameño Néstor Porcell y el costarricense Joaquín Gutiérrez. Por otro lado, Aurora dio lugar, a través de traducciones, a extranjeros militantes como el francés Maurice Thorez, el italiano Palmiro Togliatti, el francés Maxime Rodinson y el húngaro Gyorgy Lukács. Así también, hubo otros colaboradores de los que no se ha hallado información sobre su militancia, pero que aportaron en estos campos antes mencionados, entre ellos, el ilustrador Julio Escámez, quien creó las viñetas de la revista, el pintor Walter Duhalde, P. Gómez, Raimundo Negri, Nicolás Sierra, la profesora italiana Elsa Bergamaschi, Irene Klein, Fred E. Daniels, B. Kedrov, Henri Maurel, Leopold Infeld, Joseph C. Clayton, I. P. (seguramente Iván Pávlov), C. I. Parhon, Z., S. y P.D (quizá Piga Domingo).

23 Viento Sur reseña positivamente a Aurora, indicando que una publicación de ese tipo era necesaria, que estaba llamada a tener un profundo significado y una honda huella en la construcción de los cimientos de la cultura, el arte, la literatura y la ciencia, tanto chilenos como americanos. Asimismo, la posiciona como una que entraría a formar parte de la notable falange de revistas de América y un arma de combate, en medio de la persecución y de la lucha. "'Aurora': revista de cultura e investigación", Viento Sur, n°2 (1954): 11.

24 Nuestro Tiempo la presenta como una publicación que difundía la nueva cultura en Chile y en América Latina y los acontecimientos culturales de mayor relieve en el mundo. Se acentuaba que entre sus páginas se hallaba un rico material de estudio, de autores chilenos y latinoamericanos, conformado por una variedad de temas y planteamientos novedosos y vigentes para el país y para América Latina, convirtiéndose así, en un indispensable instrumento para el hombre culto y estudioso y cuya crítica literaria respondía a las obras chilenas recientes de la época. "Apareció Aurora", Nuestro Tiempo, n°50 (1955):15.

25 El diario indicaba que esta era un "revista significativa en la cultura americana", de "una notable densidad de pensamiento", con una "profundidad desacostumbrada en nuestro país" y "de una capacidad combatiente de principios que debe necesariamente interesar a los amigos del marxismo", llegando a concluir que "Ninguna persona deseosa de beber en la corriente más rica de la cultura contemporánea puede quedarse impasible frente a 'Aurora', publicación de jerarquía formadora como antes no existiera en nuestro país" ("Apareció revista 'Aurora' N.4", El Siglo, 27 oct. de 1955: 5.) Más adelante, se señalaba que era una "revista que es cada vez más 'una necesidad de la cultura avanzada de Chile'" (El Siglo, 27 mzo. de 1956: 4). Así, con fidelidad, se anunciaba reiterativamente cada número de la revista, tanto antes, durante, como después, junto con reseñar brevemente algunos de los títulos más llamativos, a la par que mencionaba, esencialmente, las notas sobre el campo de la literatura.

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Finalmente, hay que agregar que la recepción de Aurora, como se aprecia en estas notas a pie de página, fue tan elogiosa, que El Siglo llegó a posicionar su fama a nivel internacional. Vicente Reyes diría que Teitelboim se había hecho ampliamente conocido en la Unión Soviética y "en [el] Norte y Sudamérica así como en Europa por su trabajo como director de 'Aurora', revista teórica marxista de gran calidad"26. Qué hay de cierto en ello, en qué medida será esta exageración una estrategia para ganar terreno en el campo cultural, es una cuestión que está por fuera del alcance de este artículo. De todas maneras, se puede comentar que en la revista uruguaya Gaceta de Cultura, promovida por cierto en Aurora, se destinó un espacio no menor para solidarizar con la situación del escritor encarcelado, lo que no deja de interesar a la hora de explorar las redes que eventualmente se pudieron establecer. Por supuesto, también hubo críticas negativas que suscitaron no pocas polémicas, como veremos, por ejemplo, en la revista chilena del Congreso por la Libertad de la Cultura, Cultura y Libertad (1954-1955)27, en la revista falangista Política y Espíritu (1945-1975)28, sumado al Informe del anticomunista Sergio Fernández Larraín que también sería reproducido en Estudios sobre el comunismo (1953-1965)29.

3. Aurora: estrategia programática en el combate

Si bien es importante tener en cuenta que la revista no necesariamente fue un artefacto orgánico oficial creado bajo el alero de la dirección partidaria, como lo fuera la revista doctrinaria Principios, y que tal vez haya sido una iniciativa del propio Teitelboim y/o de los intelectuales comunistas que participaron en ella como compañeros de ruta, a nadie parece sorprender que Aurora estaba estrechamente articulada con el PCCh, aun cuando no se encuentre una declaración editorial que señale tácitamente su adhesión. Puede que esta no haya pronunciado abiertamente su afiliación al Partido justamente para evitar contrariedades políticas, aunque hay que decir que, si bien todavía seguía rigiendo la polémica Ley de Defensa Permanente de la Democracia, en la práctica, la publicación de Aurora se hizo permisible, logrando insertarse como estrategia de acción en el escenario cultural.

En este orden de ideas, pareciera ser un respaldo lo que Fernández (1954), Rojas (2000), Justo Alarcón et al (2006), Furci (2008) y Rivera y Salgado (2020) han afirmado sobre Aurora, en tanto que fue una producción cultural del PCCh. No obstante, si se quiere argumentar lo anterior, es preciso señalar que cuando el lector se acerca por primera vez a ella, le es posible reconocer una serie de elementos que orbitan en torno a este órgano político, los que van desde las identificaciones directas al Partido y al comunismo: 'Tartido que representa hoy 'el honor y la conciencia de la Humanidad'. . . Partido de la clase que es depositaria de las mejores esperanzas y de los más altos valores del hombre"30, hasta los elementos recién expuestos en el

26 (Vicente Reyes, "Volodia Teitelboim", El Siglo, 25 en. de 1956: 4).

27 Bajo el título "El Congreso de los Escritores Soviéticos" (n°2, de abril de 1955), firmado por un tal "Observado!", se señalaría que las "referencias" de Volodia Teitelboim sobre dicho Congreso, las que estarían publicadas en Aurora (n°3, de abril de 1955), faltaban a la objetividad, dada su posición política y que, por lo mismo, para ellos era de suma importancia atribuirle espacio en Cultura y Libertad. Esto ilustra que se disputaban ciertos problemas literarios, últimos que tuvieron gran cobertura en dicha revista, lo que se espera investigar a futuro.

28 En esta revista (n°154 de 1956), Jaime Castillo Velasco polemiza con Néstor Porcell, a propósito de su texto "El socialcristianismo como ideología capitalista en América Latina". Este criticaría dicha publicación en "Aurora" por el análisis sucinto y despectivo de dos obras del entonces Senador falangista Eduardo Frei. Junto con ello, acusaría la falta de atención a los problemas reales y, en cambio, reprobaría los planteamientos esquemáticos, consignatarios y semiteóricos. Esto evidencia que estaba siendo leída y recepcionada.

29 Revista en la que publicarían (n°7 de 1955) un fragmento del Informe sobre el comunismo de Sergio Fernández Larraín, presidente de la comisión permanente para investigar las actividades comunistas del país, quien, en 1954, rendiría cuentas ante la Convención General del Partido Conservador Unico, mediante dicho informe. Su labor supuestamente documental, en realidad era abiertamente anticomunista. En este contexto, iría incluida una cita sobre Aurora, que afirmaría que esta era una revista comunista, doctrinaria, lo que la exponía como una contendora en el campo cultural.

30 José Miguel Varas, "50 años de Pablo Neruda", Aurora, n°1 (1954): 7-8.

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semblante de la misma, entre ellos la dirección, el plantel de colaboradores, la imprenta, la promoción sostenida de editoras31 y librerías, sumado a la red solidaria de otras revistas militantes o afines32 y, claramente, al contenido de la misma, lo que permite desprender a priori que la identidad de este proyecto cultural tenía un carácter militante.

En este sentido, nadie dudaría que Aurora, en tanto revista partidaria, cumplía un rol específico, en relación con los otros soportes del partido. Nibaldo Martínez, su administrador, afirmaba que muchos lectores se habían acercado a la redacción expresando que Aurora hacía posible el estudio de "'los grandes problemas de nuestra época'" que cubría "'una necesidad'", que cumplía "'una misión'"33. Fuera verdad o no, es cierto que cuando uno recorre sus páginas, efectivamente, salta a la vista el proyecto programático que se fijaba Aurora, correspondiéndose con lo que ella misma manifestaba desde su primer editorial: "esta revista declara francamente que escogió el nombre AURORA porque lo estima adecuado a su propósito de vivir para divulgar en Chile. . . la cultura propia y extranjera que nace y se desarrolla bajo la luz del marxismo". Pero más allá de quedarse en la pura divulgación, también se abría al mundo como una trinchera posicionada ante las disputas de su tiempo, como enfatiza preguntándose: "¿acaso entre nosotros el marxismo no debe vivir día y noche con el arma polémica al brazo. . .?"34. Es interesante argumentar lo anterior, a la luz de lo que la misma Principios, declaraba:

El frente intelectual tiene una significación muy grande y el Partido debe prestarle una atención permanente. Para la formación de una ideología marxista-leninista en nuestros intelectuales, hay que dar un sitio cada día más relevante al estudio. La publicación de la revista 'Aurora' es ciertamente un aporte calificado a este proceso de formar intelectuales fuertes teóricamente y vinculados a la lucha práctica del pueblo, capaces de pasar a la ofensiva en el terreno ideológico, de desenmascarar al imperialismo y de impulsar el desarrollo de una literatura, de un arte y de una cultura con sentido nacional, popular y progresista.35

La cita anterior, es sumamente relevante para el análisis, primero, porque la revista era posicionada por Principios, y por tanto por el PCCh, como un proyecto "calificado", que contribuía efectivamente a las tareas que se fijaba el "frente intelectual" de dicha tienda política36, legitimando así a las voces intelectuales que

31 En Aurora aparecen varios recuadros publicitarios de la Editora Austral, última que ofrecería constantemente libros de literatura que también serían promovidos y comentados en Aurora, como las antologías y las obras de Pablo Neruda, Tierra Fugitiva de Manuel Guerrero, Carbón de Diego Muñoz, Una gran familia de Pável Beilin, Dianas para la vida de Enrique Juárez Toledo, Las lenguas del pan de Mario Ferrero, Canción de amor para tu sueño de paz de Práxedes Urrutia, La semilla en la arena de Volodia Teitelboim, Puerto de fuego de Luis Enrique Délano y Días de infancia de Máximo Gorki (estos últimos tres, pese a que se anuncian, no alcanzarían a ser comentados, dado que la revista dejaría de circular). Ello muestra los esfuerzos coordinados del PCCh, a través de estrategias editoriales o revisteriles, por la promoción de esta literatura.

32 Las secciones denominadas como "Revista de revistas", fueron estrategias típicas del periodo, lo que también adoptó Aurora, aunque recién desde el cuarto número. Si se revisan estas, se advertirá que predominó la promoción de revistas extranjeras militantes o cercanas al PC, con misiones e intereses alineados al artefacto local, erigiéndose como compañeras de lucha. Esta estrategia contribuía con el programa de Aurora, en cuanto procuraba tender puentes vinculantes con el mundo progresista, de avanzada y en misión parecida. Por ejemplo, se promueven la revista argentina Cuadernos de Cultura, la uruguaya Gaceta de la Cultura, la brasileña Para Todos, la ecuatoriana Letras del Ecuador, la estadounidense Masses and Mainstream y las francesas Nouvelle Critique y Cahiers de Communisme. Entre las revistas desde donde Aurora extrajo artículos, se hallan las polacas Mysl Filozoficzna y Nueva Polonia, la soviética Novy Mir, la italiana Rinascita y la antes citada Nouvelle Critique.

33 Martínez, "A los lectores", 3.

34 "Aurora", 3.

35 "El significado de la celebración del cincuentenario de Pablo Neruda", Principios, n°25 (1954): 5.

36 Más adelante se profundizará en este punto.

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dialogaban al interior de dicha tribuna, como unas capaces de hacer circular su poder a través de la elaboración de productos culturales para el estudio, o bien para la crítica. Por otra parte, porque permite entender ciertas claves a la hora de pensar la naturaleza del público lector al que Aurora dirigía sus páginas y los propósitos que perseguía en esta dirección.

No puede pasarse por alto, en este orden de ideas, lo que Carmelo Furci (2008) indicaba, cuando decía que la revista estaba destinada particularmente a los intelectuales, lo que según se interpreta, correspondía a un público culto, letrado, considerando el contenido elevado y especializado de los artículos y no así a un público de masas, aunque en última instancia se esperaba su beneficio. Pero, si se profundiza, es posible inferir que la publicación se hacía cargo, principalmente, de la necesidad de educar ideológicamente a "intelectuales, multitud de escritores, artistas, investigadores científicos, profesionales, maestros [y] periodistas", en tanto les proporcionó herramientas teóricas. Según parece, el PCCh no contaba con un dispositivo que le permitiese transmitir lecturas más extensas y específicas respecto a las materias que se proponía Aurora (literatura, ciencia, etc.), puesto que si bien las publicaciones existentes como El Siglo, principalmente, o Principios daban espacio a estas cuestiones, tenían un carácter periodístico, de masas o teórico-político, respectivamente.

En esta dirección, dicha formación ideológica, aun cuando en principio estaba dirigida a sus mismos compañeros comunistas, no era de su exclusividad, porque de igual modo buscaba ser leída por todos aquellos "empeñados en misión parecida", por todas aquellas "fuerzas progresistas"37, tanto nacionales como internacionales, a modo de establecer y fortalecer vínculos entre los intelectuales que luchaban por causas comunes38. De esta manera buscaban conquistar y comprometer a los simpatizantes que se iban sumando a la, según Aurora, "caudalosa corriente que va hacia el futuro, encabezada por el proletariado"39.

Con todo, hay que poner en relieve que Aurora dedicó no pocas páginas al ejercicio polémico, buscando circular fuera del radio militante/simpatizante. De hecho, varios de sus artículos estuvieron dirigidos a sus contendores "anticomunistas" o bien "revisionistas" del "marxismo soviético" y de su aplicación en la literatura, sobre todo porque este era un campo en disputa. De igual forma, daría combate contra aquellos que contribuían con el "imperialismo" toda vez que le cedían, directa o indirectamente, terreno a Estados Unidos, en una lucha que para el PCCh se daba entre nación/imperio. Por lo tanto, esta milicia literaria sería un agente activo que libraría una batalla en el campo cultural para ganar influencia entre los intelectuales de su tiempo, a través de distintas prácticas y estrategias40.

Una tercera cuestión de importancia que se puede sostener a partir de la cita de Principios que se viene comentando, es que la revista Aurora, seguramente, resultó ser un producto cultural proveniente del trabajo que se realizaba en el frente intelectual al que hacía alusión constante el PCCh a través de Principios, en conformidad con su programa literario, siendo muy probable que varios de los escritores, poetas y críticos literarios militantes, guiados por los líderes indiscutidos del Partido, Neruda y Teitelboim, hayan sido partícipes de este. Para esta tienda política, dicho frente era de gran significación y exigía, por esos años, que la producción de los escritores (y críticos) comunistas, debía hacerse en torno a su programa y en la línea del movimiento de liberación nacional41, tal como la misma Principios aclaraba: "Nuestra responsabilidad como comunistas está en que comprendemos y debemos comprender la importancia inmensa de la cultura en la

37 "Aurora", 4.

38 Esto se desarrollará más adelante.

39 "Aurora", 4.

40 Todas las querellas y polémicas, tendrán lugar en el último apartado.

41Se podría especular que Aurora haya respondido justamente a la estrategia asumida por el PCCh, materializada en el proyecto del Frente de Liberación Nacional (FLN), el que convocaba a todas las capas sociales y populares progresistas del país, encabezadas por la clase obrera, para llevar a cabo la revolución democrático-burguesa, sumándose, por cierto, a los esfuerzos del Movimiento Comunista Internacional en cuanto a la lucha por la independencia nacional de los Partidos Comunistas en los países capitalistas, lo que debe tenerse muy presente. Para más detalles del programa político, consultar Daire (2010).

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lucha por la liberación nacional. En esta lucha, los escritores y artistas tienen un importante papel que desempeñar"42.

De hecho, para el PCCh, el "trabajo del creador" era entendido como "una tarea de Partido", y en este sentido, el deber de los escritores comunistas consistía "en ser buenos escritores y artistas comunistas"43. Del mismo modo, para que la literatura alcanzara su máximo desarrollo, también era "de vital importancia la divulgación de esta literatura entre las grandes masas, a través del propio Partido"44. Por ejemplo, una importante reunión que sostuvo la dirigencia del PCCh con la mayoría de los escritores y artistas comunistas, tenía por misión discutir los propios problemas de sus intelectuales "a la luz de nuestros principios y de nuestro programa. . . con la ayuda directa de nuestra dirección", lo que muestra los esfuerzos del Partido por llevar a cabo estas tareas y una cierta dirección en los quehaceres literarios. Entre los temas que se apuntaron en aquella tabla, figuraban "la política del imperialismo en el frente cultural; [el] papel de la literatura y el arte en el frente de liberación nacional; el realismo socialista, [las] experiencias del Segundo Congreso de Escritores Soviéticos; el frente único de escritores y artistas progresistas; [el] papel de la fracción, tareas y perspectivas". La discusión de estas cuestiones estaba lejos de agotarse, como expresaban, pero sin duda, marcaba "el comienzo auspicioso de una nueva etapa de trabajo en este frente"45.

Tomando en cuenta lo anterior, cabe preguntarse ¿en qué medida Aurora se ocupó de efectuar el programa literario del PCCh? Comparemos. Este programa, expuesto en su revista Principios (tomado entre 1951 y 1957), demandaba que tanto la producción literaria como su misma crítica, debían estar acorde con la lucha contra las clases opresoras (oligarquía, latifundio) y los afanes "colonizadores" del capitalismo, toda vez que el "imperialismo norteamericano fomenta[ba] el cosmopolitismo y el formalismo en la producción intelectual para favorecer así sus planes de dominación del mundo"46, debilitando, por tanto, el sentimiento de independencia nacional, deformando "la conciencia del pueblo, apartándolo de sus ricas tradiciones culturales" y enemistando e impidiendo el "contacto cultural y espiritual" entre los pueblos, sin contar la "prédica de la guerra, el crimen y el fascismo"47. En oposición a estas tendencias y a la penetración norteamericana en la cultura, y a su apropiación directa o indirecta de 'los medios materiales"48, es que se instalaba la tarea de propiciar la creación y desarrollo de "una literatura y un arte realistas, nacional en su forma y democrático en su contenido", que velara por la "paz", por una "conciencia socialista", que motivara las relaciones culturales con todo el mundo, especialmente con el socialista y, del mismo modo, que diera espacio a los escritores para su libre desarrollo creativo y expresivo, "Estas son las líneas generales de nuestro programa. Su discusión y traducción concreta al campo cultural es una tarea que debemos iniciar desde ya"49.

42 "Sobre los escritores y artistas", Principios, n°31 (1955): 20.

43 "Sobre los escritores", 20.

44 L. Correa, "Nuestras tareas de masas en el frente ideológico", Principios, n°19 (1953): 6.

45 "Sobre los escritores", 19. Si bien las actividades culturales e intelectuales siempre habían tenido un lugar importante para el Partido, durante la década del cincuenta este frente se iría consolidando. En el caso particular de la literatura, durante varios años se venía hablando en Principios, aunque muy poco, de organizar la fracción de un frente único de escritores y artistas que velara por sus necesidades: educación ideológica, organización del trabajo cultural, estudio del programa del Partido para traducirlo particularmente en este frente, estudio de sus problemas para reivindicar las necesidades particulares de los mismos escritores (subsistencia, producción y publicación), regularización de su militancia, etc. Lo más relevante para los propósitos de este artículo, dice relación con una producción literaria realista, combativa, al servicio de las luchas del pueblo. Recién en 1957, Principios comentaba que, en su interés por intensificar la actividad cultural, se planteaban la tarea de designar rápidamente a un encargado de estas actividades en el Comité Central. Este es un trabajo que se profundizará en otra publicación dedicada particularmente a estos temas.

46 Correa, "Nuestras tareas", 6. El primero se entendía como la prevalencia de lo extranjero por sobre lo nacional; lo segundo, como el desequilibrio entre la unidad de contenido y forma, privilegiando esta última. Ambos, como se ve, totalmente contradictorios al programa del PCCh, que pretendía el desarrollo de una literatura nacional comprometida con su época.

47 "Sobre los escritores", 19.

48 "Sobre los escritores", 19.

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49 "Sobre los escritores", 20.

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A todas luces, dicho programa se revela en la línea programática de Aurora, lo que permite desprender que este proyecto revisteril se venía haciendo cargo de esta tarea cultural. Es más, llega a sorprender el lenguaje utilizado tanto en el primer editorial de Aurora como en el texto "Sobre los escritores y artistas" (1955), siendo muchas de las frases exactamente iguales, por lo que no resultaría descabellado suponer que ambos hayan sido escritos por el mismo Teitelboim y, por tanto, que este intelectual estuviese orientando el programa literario del PCCh al igual que el de Aurora. Así, esta última se proponía luchar, como declaraba desde su nacimiento, en contra del monopolio cultural del imperialismo norteamericano que procuraba hacer "de la cultura una mercancía de propaganda, corruptora de la opinión colectiva, hipnótico que facilite la colonización ilimitada", defender las culturas nacionales frente a dicho imperialismo, a través de la estimulación "de una cultura propia, enriquecida con todas las aportaciones del auténtico pensamiento universal", establecer vínculos con los pueblos democráticos "empeñados en misión parecida", ser mensajera "de los avances culturales de todas las fuerzas progresistas", las que estuvieran "encabezada[s] por el proletariado" y "en especial. . . de las memorables conquistas del conocimiento logradas en el mundo del socialismo y de la paz"50, panorama que quedaría inmortalizado en las siguientes palabras de su director:

Por vía directa o indirecta, los hechos de la nueva época empapan también la actividad cultural y literaria. Una corriente cada día más rica de escritores toma conciencia de que vivimos en la era de la revolución socialista y se incorpora en nuestros países a la lucha por su liberación nacional. En la medida que el talón de hierro del imperialismo norteamericano sofoca cada día más abiertamente las economías, las libertades y las culturas nacionales de América Latina, un número creciente de libros y autores va reflejando este gran drama de nuestro continente y toma posiciones51.

Finalmente, y algo clave a destacar, es que Aurora se propuso dedicarse "a la causa de estimular en nuestro país el surgimiento y desarrollo de una literatura y de un arte de contenido y sello popular, nacional y realista", combatiendo así "la falacia del cosmopolitismo estético"52. Veamos cómo llevó a cabo estos objetivos.

50 Una de las organizaciones en las que participó con entusiasmo el PCCh y también Aurora, a través de las temáticas, declaraciones o animación de ciertos eventos, fue el Movimiento de los Partidarios de la Paz. Por estos años, sus colaboradores participaron en las diversas organizaciones y centros culturales y viajaron a los numerosos congresos que resonaban a nivel internacional, instancia que también se celebraría en Chile en 1953, en el Congreso Continental de la Cultura. De hecho, es muy probable que Aurora también respondiera a las resoluciones establecidas en dicho congreso, actividad levantada por este mismo frente intelectual, el que había hecho un llamamiento a la defensa de las culturas nacionales latinoamericanas frente al imperialismo, mediante el libre intercambio y circulación de los bienes culturales y el contacto más directo entre intelectuales, protegiendo también su libertad de creación, etc. Según Principios, este Congreso había relevado "la necesidad de defender el derecho a la cultura nacional" y, en este sentido, manifestaba que el PC "apoya[ba] ampliamente a los intelectuales en esta posición, considerando que en torno a ella, aún por encima de las escuelas literarias, pueden y deben luchar en común todos los hombres progresistas de nuestros pueblos". Correa, "Nuestras tareas", 6. Lo anterior cobra especial relevancia cuando se considera que Teitelboim, en 1953, había asumido el cargo de secretario general en este mismo evento. Además, la misma revista Aurora dejaba entrever lo anterior, cuando señalaba en su cuarto editorial: "Coincidiendo con la orientación aprobada en el Primer Congreso Continental de la Cultura. . . debe existir un respeto mutuo de las culturas nacionales y que la libertad y multiplicación de los intercambios espirituales pueden contribuir al alivio de la tirantez internacional". Volodia Teitelboim, "Cese de la Guerra Fría en la cultura", Aurora, n° 4 (1955): 5. En esta línea habría que agregar que Aurora relevaba las actividades culturales continentales, a propósito de las conclusiones fijadas en el Congreso Continental de la Cultura. Entre ellas, dedicaba espacio a los Congresos de la Cultura en Brasil y Argentina (por Z.), y al Congreso Nacional de Poetas y Cantores Populares de Chile (a cargo de José Emilio Mora). Si bien se había propuesto un II Congreso Continental de la Cultura en 1955, este no llegaría a concretarse. Para más información consultar Alburquerque (2011) y Janello (2012).

51 Teitelboim, "Tradiciones", 17.

52 "Aurora", 3-4.

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4. Conformando un canon de una literatura popular, nacional y realista

Aurora elaboró un trabajo crítico sobre el material literario no solo del presente, sino que también sobre la literatura derivada y recuperada del pasado, como forma de tender puentes entre la tradición y el porvenir y como manera de modelar y legitimar un determinado patrimonio simbólico de una literatura de sello nacional, realista y popular que evidenciara la continuidad de ciertas luchas. Esta herencia cultural, marcada por un realismo más bien crítico, les permitía reposicionar las discusiones en su combate y, a su vez, proyectar la lucha mediante una literatura con miras hacia un realismo más completo, uno que mostrara con optimismo el camino de la revolución. Esto podemos vislumbrarlo en la revista, a través de dos tratamientos.

En primer lugar, se levantaría un panorama de las tradiciones literarias realistas, en tanto herencia nacional y universal bajo la categoría de letras progresistas de la humanidad, en concordancia con lo que declaraba el PCCh mediante su revista Principios: 'Los comunistas. . . Defendemos también toda la creación literaria anterior de contenido progresista, todo lo que hay de nacional y avanzado en nuestra cultura tomando en cuenta la época en que ello fue producido"53, en este sentido, la asimilación debía ser crítica y basada en el método marxista, aplicado a la literatura.

Desde esta vereda, y de entre los hitos que cobraron vida al interior del campo literario, Aurora daba espacio a algunos aniversarios y conmemoraciones, por ejemplo, en el año 1954, se celebraban los cincuenta años de Sub Tetra, de Baldomero Lillo (por Luis Enrique Délano), el medio siglo de la muerte de Daniel Barros Grez (por Rubén Sotoconil) y los cincuenta años de la muerte de Antón Chéjov (por Thomas Mann -reproducción-); en 1955, el aniversario de los cien años del libro Hojas de hierba de Walt Whitman (por Jorge Soza Egaña) y el 350° aniversario de la publicación de El Quijote (por Juan de Luigi), además del homenaje a los escritores recién fallecidos Mariano Latorre (por V. Teitelboim), Thomas Mann (por Irene Klein) y Luis Durand (por L.E.D., probablemente, Luis Enrique Délano); y en 1956, los cincuenta años de la muerte de Henrik Ibsen (entrevista de Rubén Sotoconil a Pedro de la Barra).

Esta herencia literaria levantada por Aurora, que en parte respondía a la contingencia de su tiempo, albergaba una serie de cualidades "atesorables" al momento de pensar la literatura como expresión social, ya fuera por el relieve y simpatía por las clases populares y sus luchas, por los retratos críticos de las realidades y sociedades de su tiempo, por el espíritu progresista y fraternal entre los hombres y los pueblos, por la lucha por la independencia, etc.; en contraste, el aprendizaje radicaba en que debía superarse la prevalencia de la naturaleza o del paisaje por sobre el hombre, y en este sentido debían desarrollarse sus conflictos psicológicos, como también estructurales (feudalismo, colonialismo, imperialismo, capitalismo, fascismo, etc.); del mismo modo, se esperaba la superación del realismo crítico por un realismo más completo, uno que alojara una propuesta optimista del porvenir, que mostrara la lucha como único camino, porque la misión que tenían por delante, era la de contribuir en la transformación de la sociedad, tal como ellos decían.

En una dirección similar, Teitelboim, en uno de sus artículos más significativos, titulado "Tradiciones realistas en la literatura chilena"54, establecía una línea histórica de las letras chilenas que permitía extraer aprendizajes vinculados a la lucha práctica de su tiempo histórico. Solo por mencionar algunos ejemplos, destacaba que en su epopeya La Araucana, Alonso de Ercilla no glorificaba la conquista ni compartía la visión feudal y semiesclavista del imperio español, actualizada, a modo de parangón, con el imperialismo norteamericano y los resabios feudales de la sociedad chilena. Otro ejemplo era el destierro que habrían sufrido por obra del gobierno español, hombres como el abate Juan Ignacio Molina, quien encarnaría el espíritu científico y el místico Manuel de Lacunza que configuraría un alegato contra la sociedad colonial chilena de indudables rasgos medievales y de antagonismos entre los estratos sociales. Este recurso,

53 Correa, "Nuestras tareas", 6.

54 Volodia Teitelboim, "Tradiciones realistas en la literatura chilena", Aurora, n°2 (1954): 1-19.

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argumentaba Teitelboim, se sostendría en el tiempo, como resultaba ser el caso del exilio nerudiano a causa de su posición política. Del mismo modo, hacía referencia a un Camilo Henríquez, luchador de ideas revolucionarias con miras a la independencia nacional y a una república democrática que gozara de sentido popular y antiaristocrático. Asimismo, sostenía que ya en tiempos de la República, se habría producido la literatura de los "perseguidos", de los "desterrados políticos"55, con su expresión inicial, El chileno consolado en los presidios de Juan Egaña, antecedente de los desterrados políticos en Más afuera o Pisagua56. En este mismo sentido, enjuiciaba Teitelboim que cuando "ciertos críticos ponen hoy en día el grito en el cielo porque la literatura se preocupa de cosas parecidas, no estaría de más recordarles que precisamente con esos temas y bajo ese signo escribieron los primeros libros chilenos en la era republicana"57. También escribiría, por citar un ejemplo entre varios, sobre la primera generación literaria moderna de 1842, cuyo definido programa proclamaba la imperiosa necesidad de crear una literatura nacional, antípoda de la colonia y contraria "al seguidismo ciego de los modelos extranjeros"58. Finalmente, se podría ilustrar con el caso de Alberto Blest Gana, cuyas obras gozarían de realismo, algunas vestidas con traje nacional, popular, anticosmopolita o incluso con la sazón del romanticismo revolucionario, según el autor.

Todas estas convicciones atravesaban la línea editorial de Aurora, y permitían establecer que a lo largo de la historia de la literatura chilena había existido esfuerzos por reflejar críticamente la realidad de una sociedad llena de contradicciones, que todavía subsistía en su presente histórico, sociedad en la que habían fuerzas explotadoras y opresoras, como el feudalismo, la oligarquía y el imperialismo, que defendían sus intereses particulares en desmedro de las fuerzas productivas más desposeídas.

El segundo tratamiento que se puede observar, tiene que ver con el panorama literario que Aurora consideró encaminado hacia una nueva corriente realista, nacional y popular, lo que la misma Principios respaldaba: "Los comunistas. . . defendemos. . . la creación intelectual inspirada en el nuevo realismo, nacional y democrático, que corresponde a nuestros países"59. Estas premisas no solo se explicitaban en la línea editorial de Aurora, sino que se reforzaban constantemente a lo largo de sus páginas.

Franklin Quevedo, por ejemplo, enfatizaría en que los más "trascendentes" escritores, tanto del país como de toda América Latina, estaban entendiendo cuál era rol que debían asumir en su tiempo60, esto era, dejar atrás la vieja sociedad para asumir a través de las letras, el desarrollo histórico de las etapas de vida de la nación, cuyos protagonistas fueran el pueblo, sus obreros y campesinos61. Teitelboim, yendo más allá, reconocería no solo los avances de tantos escritores chilenos que gozaban de ciertos aspectos realistas, sino que el mérito de los grandes progresos literarios chilenos, en cuyas letras "el proletariado y el campesinado revolucionarios" estaban "presentes como fuerzas nuevas y dirigentes", considerando precursoras, de este modo, a novelas chilenas como Ranquil (1941) de Reinaldo Lomboy, La sangre y la esperanza (1943) de Nicomedes Guzmán, Carbón (1953) de Diego Muñoz, Tierra Fugitiva (1954) de Manuel Guerrero, a las que habría que sumar la misma novela de Teitelboim Hijo del Salitre (1952), también abordada y promovida en la revista62. No obstante, para el director de Aurora, este terreno todavía era uno incipiente. En este sentido, no

55 Teitelboim, "Tradiciones", 7.

56 Teitelboim, "Tradiciones", 19.

57 Teitelboim, "Tradiciones", 7.

58 Teitelboim, "Tradiciones", 8.

59 Correa, "Nuestras tareas", 6.

60 Franklin Quevedo, "Alone", Aurora, n°4 (1955): 60.

61 Quevedo, "Alone", 56.

62Novelas que al decir del crítico Juan de Luigi serían consideradas como las primeras obras del Realismo Socialista: "El año 1951 Volodia Teitelboim publicó en Chile una de las primeras obras chilenas con el criterio del realismo socialista: 'Hijo del Salitre'. . .[y] 'Carbón', de Diego Muñoz, es la segunda obra de gran envergadura de carácter realista socialista" (sic). (De Luigi, Juan. "El realismo socialista y la novela 'Carbón' de Diego Muñoz", El Siglo, 17 en. de 1954). Un año después, en 1954, se publicaría Tierra Fugitiva de Guerrero, último que señalaría en una breve entrevista que las novelas de Teitelboim y Muñoz "en nuestro país abrieron brecha en la

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dejaba de insistir en la necesidad de contar con una nueva forma de hacer literatura, de ver desarrollada una nueva corriente de escritores que se encausara hacia una literatura realista mucho más completa, una literatura todavía más popular y más nacional, que se alimentara de la vida diaria, del combate cotidiano del pueblo, en el marco de la lucha de clases, y que más allá de pintar las tragedias sociales diera cuerpo a una realidad que, mediante el camino de la esperanza, pudiera ser transformada63, superando así el mero realismo crítico en tanto criticaba, pero no proponía nada. Como se aprecia, estas serían las características fundamentales del Realismo Socialista soviético64, literatura que los inspiraba y orientaba en su quehacer literario65.

El mismo Teitelboim concluía, entonces, que el tomar contacto con la literatura realista del pasado, permitía no solo conocerlo, sino que aprender de él en cuanto testimoniaba la realidad popular de Chile, y que por lo mismo, resultaba ser un ejercicio nutritivo para los escritores principiantes, quienes tendrían una gran ventaja sobre sus antecesores, puesto que contarían con una literatura de principios y con una concepción del mundo mucho más avanzada, esto es, "el marxismo, que no puede dar talento a quien no lo tiene, pero que ayuda a desarrollarlo a aquel que lo posee, pues le arma de ojos más profundos para penetrar hasta la raíz de la vida individual y colectiva"66. Así también lo visualizaba Principios, cuando reconocía el contenido revolucionario de ciertas producciones literarias que servían como base para los escritores jóvenes, quienes "merecen todo el estímulo del Partido"67 para el desarrollo de una literatura que fuese mucho más lejos.

Ahora bien, ¿cuáles fueron las obras y los escritores que tuvieron espacio en la revista y cómo fueron recepcionados? Clasifiquemos como sigue. Entre los chilenos comunistas promovidos en Aurora, se hallan en narrativa Francisco Coloane con su Tierra del fuego (1956), comentado por W. (quizá Waldo Atías), Manuel Guerrero con su Tierra fugitiva (1954), reseñado por Juan de Luigi, Mario Bahamonde y sus cuentos, a cargo de Jerko Moretic [sic] y Volodia Teitelboim con su novela Hijo del salitre (1952), analizada por Juan Marinello, estos dos últimos en la línea del salitre. Desde la poesía chilena se encuentra el destacado militante comunista Pablo Neruda con sus Odas elementales (1954) y Viajes (1955), ambas comentadas por Edesio Alvarado y sus Nuevas odas elementales (1955), a cargo de G.L. Aquí es importante hacer un paréntesis, para señalar que, uno de los acontecimientos más señeros de 1954, y con el que de hecho se da inicio a la empresa revisteril, fue el cincuentenario de Neruda. Ya desde sus primeras páginas se encuentran relatos como los de José Miguel Varas y del mismo poeta. El primero posicionaba al segundo como un alto militante del PCCh, cuyo talento poético se combinaba con su visión profunda de la sociedad, guiado por el método del materialismo dialéctico. Este evento, para Varas, ponía de relieve la fraternidad y el intercambio entre las culturas, fomentando así la paz entre las naciones. Por su parte, el celebrado vate, que contaba algunos pasajes de su vida, manifestaba que su creación poética buscaba unir a los hombres y a las naciones, para terminar así con la incomunicación dirigida, entre otras cosas. El aniversario tampoco estaría ausente en Principios, por cuanto dicha celebración era una nueva forma de luchar "por la paz, por los intercambios culturales, por la defensa de la literatura y la cultura nacionales", por el acercamiento entre los intelectuales chilenos, a fin de "desarrollar su unidad", como también entre los intelectuales y pueblos de América Latina, del mismo modo, sostenían que

literatura realista-socialista, que pertenece a una etapa superior de la obra literaria. . . 'Tierra Fugitiva' sigue este camino" ("Manuel Guerrero enfrenta tres preguntas de actualidad", El Siglo, 18 jul. de 1954). Lo anterior ilustra que, según parece, para el PCCh la literatura Realista Socialista daría sus primeros pasos en Chile, en la década del cincuenta. Sin embargo, por lo menos hasta el año 1957, Teitelboim seguiría insistiendo, en que "Históricamente en Chile la corriente de un nuevo realismo, con ideología socialista, está solo en su etapa inicial de desarrollo y, salvo en muy escasos autores, no ha llegado a su mayoría de edad". Teitelboim, Volodia, "Sobre la novela y la situación de nuestros escritores", Principios, n°43 (1957): 31. La recepción del Realismo Socialista en el PCCh, es un asunto que se espera desarrollar en un próximo artículo.

63 Teitelboim, "Tradiciones", 18.

64 Sobre el Realismo Socialista se hablará en el siguiente capítulo.

65 Teitelboim, "Tradiciones", 19.

66 Teitelboim, "Tradiciones", 19.

67 Correa, "Nuestras tareas", 6.

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este evento abría las fronteras al contacto entre los pueblos cuyos nuevos regímenes se encontraban "bajo la bandera del marxismo creador". Estas cuestiones vendrían a asestar golpes al "imperialismo norteamericano" y a sus intentos de incomunicación cultural y "colonización" de los países de América Latina, más cuando Neruda era representante del Movimiento por la Paz, laureado en 1953 con el Premio Stalin de la Paz.

Retomando la clasificación anterior, desde una militancia socialista, se incluyen en narrativa a Luis González Zenteno con su obra Caliche (1954), también en la ruta del salitre y comentada por Franklin Quevedo, y a Guillermo Atías con su novela El tiempo banal (1954), tratado por J.L.A. (probablemente, Juan Lenin Araya). Asimismo, se incluye al socialista Mario Ferrero con su obra poética Las lenguas del pan (1955), tratada por S.V., (probablemente, Sergio Villegas). Entre otros autores comentados, de los que desconocemos su militancia, si es que la hubo, aunque la mayoría muy cercanos al PC, se hallan en narrativa Gustavo Mujica con El coral blanco (1954), abordado por Sergio Villegas, y Armando Casigoli con Confidencia y otros cuentos (1954), por S.V. (probablemente, Sergio Villegas). En cuanto a los poetas, están Práxedes Urrutia con su Canción de amor para tu sueño de paz (1955), a manos de S., (quizá Sergio Villegas), Efraín Barquero con La piedra del pueblo (1954), por Juan L. Araya y Fernando Pezoa Soto con Nada perece (1954), reseñado por Edesio Alvarado. Habría que agregar que, desde el área de las crónicas, se incluyó a Joaquín Edwards Bello (por Héctor Mujica).

Bajo la etiqueta de promoción e intercambios culturales extranjeros se hallan los guatemaltecos Miguel Ángel Asturias y Enrique Juárez Toledo con Dianas para la vida (1955), reseñado por R.M.C. (probablemente, Raúl Mellado Castro), y el ecuatoriano Jorge Enrique Adoum con Relato de extranjero (1955), por T. (posiblemente, Teitelboim). También, se promovieron escritores de las letras universales como el estadounidense Howard Fast con La pasión de Saccoy Vanzetti (1956), por Franklin Quevedo, a los soviéticos Pável Beillin con Una gran familia (1955), tratado por Lipschitz [sic] y Liuvov Kosmodemianskaia con Zoia y Shura (1956), comentado por L.G.O., del mismo modo al irlandés Halldor Killijan Laxness (sin firma), al poeta polaco Mickiewicz (conferencia de Mario Naudon de la Sotta) y al español Rafael Alberti con El poeta en la calle (1935), reseñado por Pablo Neruda.

Debe dejarse en claro que, si bien estos tuvieron un lugar entre las páginas de Aurora, y que por falta de espacio no comentamos en detalle, las críticas profundas a los autores y sus obras no estuvieron ausentes, por ejemplo, a ciertas producciones literarias como las de los comunistas Guerrero o Neruda se las consideraron dignas afirmaciones del Realismo Socialista, mientras que otras, como las novelas de los socialistas González Zenteno y Atías, se les criticó con vara más alta, por no presentar las grandes luchas de clases y/o no presentar a la clase de los obreros y campesinos como unos conscientes de su papel.

Sin embargo, en general, más allá de la militancia, tomando como contrapunto los laudatorios comentarios obsequiados al socialista Mario Ferrero, se destacaban las cualidades positivas de los diversos textos promovidos, estimulándolos a superar las falencias. Por ejemplo, se acentuaban, según su lenguaje, la acertada promoción de la realidad nacional, el relieve del hombre y sus conflictos como centros de la naturaleza, el realce de las nuevas fuerzas dirigentes y transformadoras en su lucha por la liberación, ya fuera de la explotación campesina, minera y/o imperialista, asimismo, el logro de la síntesis entre la forma y contenido. En suma, se aplaudían por el servicio prestado a la liberación humana, nacional y en lucha por la paz. Entre los aspectos que se debían sobrepasar, se enunciaba la necesidad de desarrollar personajes que no provinieran de imposiciones políticas, de discursos construidos, de fórmulas esquemáticas y caricaturescas, que respondieran a las opiniones, simpatías y antipatías de los autores. Del mismo modo, debía darse un paso más adelante respecto a los tropiezos con los formalismos y lenguajes abstractos, con los excesos de

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psicologismos y naturalismos extemporáneos y, en ocasiones, la falta de esta misma unidad de forma y contenido68.

Como se vislumbra, los críticos literarios en Aurora, si bien seguían las orientaciones del Realismo Socialista como norte para la evaluación de las obras literarias, toda vez que utilizaban un mismo sistema de códigos referenciales, no cayeron aquí en descalificaciones, ni con sus compañeros de militancia69 ni con el resto que luchaba por causas comunes. Lo anterior, porque dichas obras, aun cuando no siempre eran suficientes en relación con el modelo ideal, representaban valiosos instrumentos que aportaban a la lucha práctica por la liberación nacional, y porque se tenía en perspectiva que los autores podían mejorar sus prácticas literarias. Por lo mismo, por más que hubiera reparos, el mensaje final para los evaluados era siempre el de seguir avanzando en un realismo más completo. Asimismo, lo reafirmaba Franklin Quevedo, quien invitaba a contribuir y difundir "una crítica sana, honesta, al servicio, no de un sector de privilegiados, sino de toda la nación, que estimule el realismo, lo nacional y lo popular"70. De hecho, meses después de la interrupción de Aurora, Teitelboim seguiría enfatizando en combatir los "decretos administrativos", los "ataques de fuego graneado", la crítica "personalista", "dogmática", "punitiva", etc. Por el contrario, para lograr el cometido principal que se proponían, llevar a cabo "un análisis dialécticamente concreto de la obra que se pretende estudiar", era necesario, decía Teitelboim, que el movimiento revolucionario y popular, considerara el complejo proceso evolutivo de los escritores que se acercaban al pueblo, sobre todo si se trataba de los jóvenes, y que, por lo mismo, los críticos literarios, lejos de sentenciarlos a muerte, debían acompañarlos fraternalmente en su desarrollo71.

Estas últimas consideraciones reflejan muy bien la forma en la que se dio tratamiento a la literatura en la revista Aurora. Ello, porque más allá de los matices ideológicos que pudieran existir, los escritores comunistas pretendían estrechar filas con aquellos que buscaban vincular la literatura con la sociedad, a través de un realismo crítico, o idealmente más completo, impulsando así tanto el desarrollo cultural como la batalla frente a las clases opresoras. En esta ruta revolucionaria, los escritores también debían unificarse.

5. Aurora y sus reservas ante el Realismo Socialista

Desde el Primer Congreso de Escritores Soviéticos en 1934, el método científico y camino oficial para el plano cultural en la Unión Soviética era el Realismo Socialista, instituido por Iósif Stalin, junto y mediante a Máximo Gorki y Andréi Zhdanov, el que se definía como "método fundamental de la literatura y de la crítica literaria soviéticas", y que exigía del escritor "una representación veraz, históricamente concreta, de la realidad en su desarrollo revolucionario", y junto con ello, debía "contribuir a la transformación ideológica y a la educación de los trabajadores según el espíritu del socialismo"72. Si bien tras el inicio de la Guerra Fría hubo un control acérrimo sobre la producción cultural73, tras la muerte de Stalin (1953), el campo literario se iría abriendo paso hacia una progresiva transformación, toda vez que en la Unión Soviética se empezaban a

68 Lo expuesto en la revista, no puede considerarse como la totalidad de lo que se quería publicar, tal como se observa en el editorial del n°7, el que dejaba en claro que "Muchas de las colaboraciones solicitadas a veces a porfía y prometidas para un plazo prudente no llegan, a pesar del transcurso, en ciertos casos, de años". "Entrada en el tercer año y mayor estudio de la realidad nacional", Aurora, n°7 (1956): 4. Esto, por cierto, se debía a cuestiones de otra índole, que iban más allá del mero incumplimiento y que tenían que ver con la falta del estudio dialéctico de la realidad chilena, como se verá.

69 El mismo PCCh, en 1955, estimulaba a sus compañeros de militancia, a discutir sus obras, de manera positiva, "amplia" y "fraternal", con el propósito de ayudarse. "Sobre los escritores", 20.

70 Quevedo, "Alone", 65.

71 Teitelboim, "Sobre la novela", 43.

72Ctd en Andrei Siniavsky, Elproceso continúa. ¿Qué es el Realismo Socialista? (Buenos Aires: Editorial Sur, 1960), 116. Sobre el Realismo Socialista se pueden consultar las investigaciones de Arvon (1970), Kagarlitsky (2006), Dalmás (2011), Alle (2019) y Garcés (2019).

73 Zhdanov (1948)

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instalar ciertos debates. En sintonía con ello, y también con el PCCh, Aurora se sumaría con críticas hacia, en sus palabras, el esquematismo, el formulismo, el liquidacionismo, el sectarismo, el dogmatismo, etc., aunque por supuesto, sin caer en antisovietismos, porque ello significaba cederle terreno al bando contrario74.

Estas críticas se fueron dando tempranamente en Aurora, en su afán por asumir la educación y dirección de los escritores y críticos, en tanto surtía a su público de extenso material teórico, como lo fueron, por ejemplo, "El trabajo del escritor" de Ehrenburg (1954) y "¿Qué es la literatura? Notas de un escritor" de Nicolaieva (1954), escritores soviéticos que, por cierto, venían cuestionando cierto trabajo literario soviético, toda vez que ponían sobre el tapete las malas prácticas de algunos críticos, teóricos, redactores jefes o de los mismos escritores, lo que desembocaba en una evaluación negativa hacia escritores y sus obras, y estimulaba a su vez, una producción de libros vacíos, sin vida, desapasionados y maqueteados, en sus términos. Más adelante, Aurora iría incorporando nuevos materiales a partir de la contingencia, destacándose así las conferencias reproducidas de cuatro escritores, Teitelboim, Neruda, Amado y Vidales, en relación con el Segundo Congreso de Escritores Soviéticos (1954), celebrado veinte años después del primero. Este habría sido un evento profundamente controvertido, ya que varias de las intervenciones demandaban una mayor apertura y libertad expresiva, además, tendría gran impacto a nivel internacional, en tanto las tareas estipuladas marcarían el paso para los demás escritores y críticos del mundo. Teitelboim y Neruda, asistentes por cierto a dicho Congreso, argumentaban en Chile que el auténtico Realismo Socialista al que se quería aspirar, era un método muy amplio, y no tenía nada que ver con una doctrina dogmática y esquemática, como lo habían entendido muchos escritores y críticos, y que, por lo mismo, se debía luchar contra estos vicios perjudiciales, como los ascetismos superproletarios, esquematismos, reduccionismos faltos de calidad, panfletismos, consignismos, conformismos literarios, liquidacionismos, mediocridad del arte, desprecio por el conflicto y el sentimiento humano, en sus palabras75.

Ahora bien, tal vez el principal problema que representaba para Aurora, esta forma de entender dicha estética, aunque no era exclusivamente suyo, decía relación con que, el asumir dicho método como el único camino para la literatura y la crítica hubiese evitado una (potencial) cohesión entre las fuerzas progresistas adscritas a la causa de luchar contra un enemigo superior y sus aliados nacionales, en el marco del movimiento de liberación nacional. En este sentido, Aurora reproducía la conferencia de Amado, la que mostraba dos perspectivas de desarrollo que dividían la literatura brasileña, por un lado, aquellas fuerzas progresistas que iban en pos de un frente democrático de liberación nacional y, por otro, aquellas fuerzas reaccionarias que respondían tanto al imperialismo norteamericano y a quienes se constituirían como sus aliados en Brasil, los latifundistas y los grandes capitalistas, como afirmaba, lo que también se sostenía en Principios. Por ello, enfatizaba el escritor brasileño, "sería sumamente peligroso colocar el realismo socialista como divisor de aguas de nuestra literatura y nuestra cultura en general. Tal posición sectaria llevaría al aislamiento de los escritores comunistas, a la liquidación de su influencia sobre los demás escritores e intelectuales en general"76.

En esta misma dirección, Amado aclaraba que, si bien consideraban muy positivas y dignas de su apoyo las obras orientadas hacia el Realismo Socialista, sobre todo para su coyuntura política, la exclusividad de este método podría ser perjudicial para dicho frente indispensable, porque en ocasiones, obras sin ligazón a este método habían representado valiosos instrumentos para la lucha por la paz y contra el imperialismo. Lo

74 Guardando las distancias entre uno y otro actor, el PCCh también declaraba sus recelos hacia la crítica "esquemática", puesto que la creación de los productos culturales si bien debía responder a elevar el nivel ideológico, también debían elevar lo artístico, presentando el contenido de "forma amena, sencilla, bella, artística, pintando seres vivos, con carne y hueso, y con alma, seres que queden grabados en el corazón del pueblo, que lo acompañen en su lucha, que lo ayuden". En esta dirección, debían hacer frente a "'el informe político', el consignismo, el afichismo, el naturalismo, la pobreza de formas y de lenguaje y otros defectos que muchas veces contienen nuestras obras". "Sobre los escritores", 19-21.

75 Ver Chacón (2020) para ahondar en las intervenciones de Teitelboim y Neruda sobre este congreso.

76Jorge Amado, "Aspectos de la literatura brasileña (Discurso de Jorge Amado ante el II Congreso de Escritores Soviéticos)", trad. D. Borizón, Aurora, n°4 (1955): 44.

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anterior, no quitaba el hecho de que los escritores comunistas debían influir para que el contenido de las obras fuera cada vez más progresista y de avanzada, y que por cierto debían posicionarse al frente de los otros escritores e intelectuales, sin embargo, advierte que sería "sumamente falso y peligroso tratar de imponer a los escritores y artistas que son nuestros aliados. . . el método realista socialista como el único capaz, en este momento, de crear obras útiles a nuestro pueblo" y que de hecho sería confundir su papel de vanguardia, porque "exigir a estos escritores y artistas, como condición previa a su participación en el frente por la paz y la liberación nacional, la renuncia a sus concepciones estéticas, sería impedir en la práctica la formación de este frente indispensable", por lo tanto, concluía que el deber de los escritores comunistas, era el de ampliar sus filas para seguir desarrollando este frente único de escritores77.

En este sentido, es dable pensar que el caso brasileño tendría cabida en Aurora, no solo porque el proyecto revisteril buscaba brindar espacio a sus aliados en el marco del intercambio de bienes culturales dentro del continente, sino porque estos argumentos cobraban sentido en la línea editorial de Aurora, y también del PCCh, más cuando se consideran las similares condiciones con el país vecino (resabios feudales y fuerte presencia imperialista), además de la estrategia común del frente democrático de liberación nacional, lo que, por supuesto, no era exclusivo de estos países.

Pero esto no sería todo. Desde luego, un hito impactante para el campo de la literatura y, para cualquier campo, en general, fue el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en 1956, en el que se denunciarían los crímenes cometidos durante el régimen de Stalin y el culto a su personalidad. De ahí que emergiera una nueva fase conocida como "desestalinización" o fase de "deshielo", siguiendo el título de la obra de Ehrenburg (1954), que traería consigo una evaluación crítica hacia las políticas doctrinarias culturales instaladas por Stalin78. Para el caso local, y a propósito de lo que sostiene Dalmás, como vimos, si bien el PCCh, a través de El Siglo y Principios, dio cuenta de una capacidad autocrítica y renovadora, también criticó al Realismo Socialista, proponiendo la adopción de nuevos paradigmas culturales, enfocados en las raíces populares de la cultura nacional, a través "da valorizado do contato com o povo e da 'arte popular'; da busca da autenticidade cultural latinoamericana; e da valorizado do caráter revolucionário do folclore"79.

Aurora, por su parte, pese a que no tuvo un gran giro en su configuración ni destinó espacio para elaborar una crítica hacia los paradigmas literarios y/o a ciertos autores, luego de este evento, sí habría enunciado una reflexión editorial importante en su último número, el que se proponía como imperativo un mayor estudio de la realidad nacional. Si bien la revista venía dando lugar a los problemas de la cultura chilena y de América Latina, las causas profundas de ello no tenían que ver solo con el desequilibrio entre lo propio, versus los grandes aportes universales, haciendo un guiño, principalmente, a la literatura soviética, "sino al hecho mismo de que la investigación de la realidad chilena a la luz del marxismo continúa en pañales". Uno de los motivos que explicarían esta escena nacional, tenía relación, como expresa, con que "mucha gente creyó hasta hace poco que constituía una especie de sacrilegio tratar de aplicar las leyes del marxismo a nuestro propio vivir colectivo". A lo anterior, sumaba el hecho de que "El marxismo se entendió por algunos durante largos años, y en numerosas circunstancias, como el instrumento cuyo manejo creador estaba reservado a un

77 Amado, "Aspectos", 45.

78 Según expresa Arvon, si bien en este Congreso "se esboza progresivamente una línea de conducta para el arte y la literatura soviética poststalinianas [y] [s]e abandona el zdanovismo" lo que sucede es que "en lugar de hacer que la estética marxista reencuentre la amplitud dialéctica y la capacidad ilimitada de absorción que tenía en el marxismo clásico, se contentan con un 'renacimiento leninista'". Ahora, si bien tras este evento se promociona una libertad casi total, ofreciendo estímulos a la creatividad subjetiva de los escritores, "se comprueba que la libertad otorgada y recomendada solo concierne a la forma. . . Una vez que la forma se liber a de sus coacciones, el contenido debería igualmente evadirse de sus estrechos límites políticos y sociales", de hecho, el Partido seguirá velando celosamente "por el mantenimiento de su empresa totalitaria" Henri Arvon, La estética marxista, (Argentina: Amorrortu editores, 1970), 95-96.

79 Dalmás, "O Partido", 150.

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cerebro único de nuestro tiempo", probable atribución al centralismo del PCUS. Igualmente, planteaba que "Los demás estimaban que debían ser exégetas, glosadores de esa interpretación singular", lo que representaba un problema, toda vez que ello "hacía el drama de los pensadores originales y la fortuna de los repetidores de dogmas de fe; pero constituía una especie de zapato chino que constreñía el examen a fondo de las realidades autóctonas", trayendo como consecuencia su descontextualización. Por lo tanto, esta mirada más atenta hacia la interpretación marxista y estudio "dialéctico" de la realidad chilena en el campo de la literatura, decía relación por un lado, con remover de sus conciencias "toda sombra de formulismo abstracto, generalizante y extemporáneo" y, por otro, con desarrollar una producción (crítica y literaria) que reflejara los dramas y problemas contemporáneos locales, tanto a nivel nacional como continental (América Latina), desde su propia autenticidad, desde sus propias características específicas, porque para aportar a la literatura mundial, se tenía que trabajar desde nacional80.

Bajo una nueva sección instaurada en el n°7, que titulaban como "Problemas de nuestro tiempo", Orlando Millas, en un artículo que analizaba las relaciones intrínsecas entre el socialismo y la democracia81, y que también hacía referencia al debate mundial abierto por este Congreso, enfatizaba en que la ley de desarrollo de dicha relación sería la crítica y autocrítica de masas, de ahí que en el editorial respectivo de Aurora, que acabamos de ver, se reflexionara sobre "la necesidad de recibir más directa, viva y constantemente la opinión de nuestros lectores, que, sin duda, tienen más de alguna sugestión y crítica que formular" a lo que se agregaba que "sólo el ojo clínico del lector, su consejo colectivo y la labor de muchos buscando en forma honda y nueva la raíz de nuestras cuestiones capitales pueden hacer que AURORA cumpla la misión para [la] que fue creada"82. En este sentido, Millas apuntaba a "que el impulso democrático propio del socialismo terminó corrigiendo los errores, aventando los obstáculos y restableciendo las normas leninistas", sin embargo, señala, que pese a que "Hay quienes han afirmado que la autocrítica desprestigiaría a la Unión Soviética y con ella al socialismo. . . esta probada arma leninista sólo puede perjudicar a los errores y beneficiar a la verdad, y con ella a quienes no tienen nada que temerle"83. Esto muestra el carácter conciliador y renovador del PCCh, hasta ese momento.

Por otro lado, indicaba que esta tienda combatía "decididamente las diversas manifestaciones del sectarismo, del aislamiento respecto de las masas y del dogmatismo", a la par que valoraba "los éxitos alcanzados en la aplicación de una justa línea tendiente a la unidad de la clase obrera, el entendimiento comunista-socialista, la acción conjunta de todas las fuerzas democráticas y el desarrollo de un vasto movimiento de liberación nacional"84 y del mismo modo a "los partidos [que] integran en Chile el Frente de Acción Popular"85. Así, estos vicios también debían ser extirpados de la cultura y de todos los demás frentes, eliminando cualquier deformación o fosilización burocrática, porque como se enfatizaba, una vez "Desatadas las amarras del culto a la personalidad, las ciencias, las artes y las técnicas soviéticas podrán crecer y enriquecerse en la forma adecuada al régimen de mayor libertad que ha conocido el hombre en la historia"86, lo que también impactaría en el resto del mundo.

Hasta acá, uno podría preguntarse por qué Aurora haría un examen constante del Realismo Socialista. Está claro que dicho método estético-ideológico marcaba el horizonte que los comunistas querían alcanzar. Sin embargo, paralelamente, Aurora iba elaborando un discurso cada vez más crítico sobre este, en su afán de aclarar lo que ellos concebían como un auténtico Realismo Socialista, en tanto método "amplísimo" para el

80 "Entrada", 3-4.

81 Orlando Millas, "Socialismo y democracia", Aurora, n°7 (1956): 13-27.

82 "Entrada", 5.

83 Millas, "Socialismo", 24.

84 Millas, "Socialismo", 15.

85 Millas, "Socialismo", 27.

86 Millas, "Socialismo", 23.

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trabajo creador y lejos de "dogmatismos". Así, a lo largo de sus siete números, iría haciendo una lectura atenta de la contingencia y sensibilidad de su época, dando espacio, de este modo, a los debates que tenían lugar tanto en la Unión Soviética como en otros países de América Latina, a propósito de los congresos antes mencionados, pero también desde su nacimiento. Frente a lo anterior, es dable pensar que dichas críticas, que se fueron intensificando en su desarrollo, respondieran no solamente a una contingencia y sensibilidad a nivel internacional, lo que es indudable, sino que también porque la implementación de este método estético-ideológico en el plano local, no siempre respondía a las condiciones propias y, principalmente, porque no podía ser una condición sine qua non para alcanzar la unidad de los escritores en el marco del movimiento de liberación nacional. En este orden de cosas, el PCCh, y por añadidura la revista, no se quedaron en un mero seguidismo, sino que se apropiaron de este método, conforme a las necesidades que les demandaba su propio contexto y programa, uno que, por cierto, exigía unidad. Empero, como veremos a continuación, este ideal de unidad no excluyó ciertas diatribas.

6. Aurora y la batalla en el campo cultural

Las querellas fueron verdaderas estrategias de combate que se desplegaron también en el campo cultural. Aurora, como resulta evidente, contendió contra opositores abiertamente anticomunistas, como Sergio Fernández Larraín87, Jaime Castillo Velasco88 y Eduardo Frei Montalva89, dos de los políticos más representativos de la Falange Nacional, que además se configurarían como intelectuales y directivos integrantes del Comité chileno del anticomunista Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC), cuyo vocero en Chile sería la revista Cultura y Libertad (1954—1955)90. En el plano de la literatura, Aurora le dedicaría extensas diatribas a los otros también integrantes directivos de este Comité, los prestigiosos críticos literarios Hernán Díaz Arrieta (Alone) y Raúl Silva Castro, y al escritor Eduardo Barrios, como se verá enseguida. Asimismo, polemizaría con Francisco de Encina (a manos de G., en 1955), por las limitaciones propias de su posición económico-social de la clase terrateniente, y con Max Jara (por A., en 1956), por no estar al corriente con las ideas contemporáneas, esto, a propósito de sendas obtenciones del Premio Nacional de Literatura.

No obstante, no solo contendió contra sus abiertos enemigos, sino que también contra cierto grupo identificado con el comunismo y, además, con cierta fracción que, aunque era de izquierda no era comunista, sin perjuicio de ser anticomunista. Aurora, defendía el entonces marxismo soviético, a diferencia de otros grupos que lo criticaban por ser para ellos resultado de un régimen totalitario que dirigía, entre otras cuestiones, la cultura (incluida la literatura), lo que le valió la crítica al PCCh de ser un mero títere de Moscú.

87 Raimundo Negri, "El inquisidor criollo", Aurora, n°2 (1954): 100-103.

88Juan de Luigi, le dedica una reseña crítica a Castillo por su libro El problema comunista (1955), dado que deformaría el conocimiento de lo propuesto por Marx, Engels, Lenin y Stalin. Además, porque sostendría que el régimen de la URSS "no sólo no es marxista sino que es totalitario", juzgando así "al comunismo, sovietismo lo llama él, como una realización totalitaria que debe ser combatida". Si bien Castillo denunciaba ciertos lugares comunes del anticomunismo, como sigue de Luigi, su libro se posicionaría de manera más peligrosa contra el comunismo, por cuanto era más sutil. Además, acusaría al falangista de estar en una línea de inacción contra Estados Unidos, contribuyéndole a ganar terreno, y de estar indirectamente ligado al CLC. J.D.L., "En torno a 'El problema comunista'", Aurora, n°4

(1955): 66-68.

89 Néstor Porcell se hará cargo de la polémica contra Eduardo Frei, representante de los socialcristianos en Chile, quienes, según Porcell, "se creen poseedores del anticomunismo más sutil y apropiado para las circunstancias actuales", describiendo a los comunistas "un poco como seres tiránicos e implacables". Junto con lo anterior, Porcell afirmará que los socialcristianos serían "los intermediarios del imperialismo yanqui" en Chile. Néstor Porcell, "El socialcristianismo como ideología capitalista en América Latina", Aurora, n°5-6

(1956): 101-108.

90 Entre ellos, se reprobaría, de paso, a su presidente Georges Nicolai, a su secretario general el periodista Alejandro Magnet, director literario de la falangista Editorial del Pacífico, entre otros.

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Estos problemas eran verdaderos síntomas de un ambiente convulsionado que daba lugar a enfrentamientos ideológicos.

Es así como en sus páginas, Aurora enjuició a un militante de su propio partido, el joven historiador Marcelo Segall, quien ya transitaba al trotskismo, proponiendo tesis discordes a las del PCCh91. Quizá el caso más emblemático para la literatura, aunque Aurora no propinó ningún ataque a estos ni a sus proyectos, seguramente considerando que el hecho de ignorarlos se configuraba como una verdadera estrategia, serían las tensiones que había entre los comunistas92 Pablo Neruda y Pablo de Rokha, último que lanzó varios anatemas contra su contendor, ya fuera a través de su revista Multitud93, o bien publicando libros como Neruda y yo (1955). Asimismo, eran evidentes las tiranteces que generaban los escritores y críticos identificados con el comunismo, Mahfúd Massís y Julio Tagle94, ambos yernos de Pablo de Rokha, en cuya revista, Polémica, de la que eran directores, dedicaron ácidos artículos de opinión en contra de la expresión poética de Neruda, de paso, a su compañero Teitelboim95, y también hacia el PC.

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91Para profundizar en la relación entre los historiadores de la historiografía marxista véase Mario González, "En torno a la suscripción de un libro polémico: Desarrollo del capitalismo en Chile, de Marcelo Segall", Revista Divergencia, n°16 (2021): 128-153.

92En el caso chileno, debe destacarse el trabajo de Faride Zerán titulado La guerrilla literaria y otras escaramuzas. Pablo de Rokha. Vicente Huidobro. Pablo Neruda (2018), el que analiza las disputas de estos tres grandes protagonistas de la literatura chilena, vinculados al comunismo. Esto sería tratado notablemente por Adriana Petra (2017) para el caso argentino, toda vez que analiza las complejas relaciones (tensiones, contextos y distinciones al interior del espacio partidario) entre los intelectuales y el comunismo en Argentina (desde fines de la Segunda Guerra Mundial hasta principios de la década del sesenta), último que, dicho sea de paso, ha sido revestido de rasgos monolíticos, según afirma.

93 La que si bien, promovía el comunismo, como sostiene José Curet "no renunció a su independencia de pensamiento. No se regía por las directrices impuestas desde la cúpula dirigente de ningún partido. Multitud nunca dejó de ser una revista independiente". José Curet, 'Pablo De Rokha: vanguardia y geocrítica. La poesía de U (1926) y Carta Magna de América (1949)" (tesis doctoral, Universidad de Salamanca, 2015), 96.

94Pese a que Massís expresó, desde una voz plural: "Nosotros tenemos una alta idea del partido Comunista de Chile. Nos identificamos con sus luchas, y condenamos toda forma de traición a sus postulados.", propinaron varios golpes al PCCh. Catón, "'Poesía política'", s/p. Véase González (2021), cuando se refiere a que Tagle reseña el libro de Segall, justamente, para criticar una de las posiciones del PCCh, aunque sin decirlo abiertamente.

95Por ejemplo, Massís, criticaba el principio poético que movía las ideas políticas de Neruda: no era un poeta de épica social como el vate pensaba (cuestión con la que estaban de acuerdo), sino que era, a diferencia, un poeta lírico que, además, adjuraba de su pasado poético y traicionaba su expresión artística, social y humana: "Quizá lo grave de todo esto, desde el punto de vista humano, no sea la frustración estética de la poesía política de Pablo Neruda, sino la falta de verdadera identidad entre el poeta y las grandes tesis de su partido. Marx, Engels, Lenin, Stalin, que se preocuparon seriamente de los problemas del arte, retrocederían espantados ante la simplísima actitud del poeta chileno". Al mismo tiempo, interpelaban al PCCh: "No comprendemos cómo el partido Comunista de Chile contempla hierático este doble juego. . . nos duele su ceguera frente a la poesía y a la actitud de Pablo Neruda". Catón, "'Poesía política' de Pablo Neruda", Polémica, n°1 (1953): s/p. En el número 5, Tagle cuestiona el "optimismo" idealista de Neruda, y por ser "propagandista de la alegría", en contradicción con la realidad circundante. Sumado a ello, como este despreciaría la originalidad en la creación literaria, en sus términos, intentaría "uniformar' y "militarizar' a los creadores literarios. Julio Tagle, "Neruda al desnudo", Polémica, n°5 (1954): s/p. En el número 7, Massís acusa a Teitelboim de ser amnésico y crítico literario "de encargo", en tanto no había presentado la investigación que había anunciado tiempo atrás sobre la poesía de Neruda y su falta de originalidad, bajo su "imperativo ético de hombre y poeta". En esta línea, aclararían que estaban de acuerdo con la posición política de Neruda, mas no así con su expresión estética: "nosotros no le hacemos ninguna objeción política a Pablo Neruda. Estamos con Marx cuando afirma que al pueblo no hay que darle lo bueno sino lo mejor. Y porque estamos de acuerdo con Marx es que desestimamos la poesía de Neruda, no como expresión política, sino COMO EXPRESIÓN ESTÉTICA. Es nuestra opinión de escritores.". Mahfúd Massís, "Volodia Teitelboim, o la amnesia literaria", Polémica, n°7 (1954): s/p. Así, por el estilo, van criticando su retórica dogmática, su falta de originalidad, la mitificación que se hace de él y el cobijo que le otorga el PCCh, su oportunismo, su casta, etc. Mahfúd Massís, aunque tiempo después, en 1963, publicaría en la misma revista un artículo crítico sobre "La polémica del arte en la URSS y el formalismo", en el que, si bien aclaraba que el formalismo era la ruptura de la unidad entre fondo y forma, teniendo predominio la segunda, para la Unión Soviética el formalismo era considerado todo aquello que no era Realismo Socialista, residuo, por cierto, de una sociedad burguesa, cuestión que se contradecía con su estructura. De igual modo, Massís publicaría "Arte y revolución", en 1963, donde criticaría los dogmatismos innecesarios e injustos para la estética, más cuando los intelectuales estaban convencidos de la realidad socialista y de su dinámica revolucionaria.

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Más allá de la ideología comunista, también había un debate con algunos de sus aliados, los socialistas. Aurora, por ejemplo, le dedicó varias páginas al historiador del Partido Socialista Popular, Julio César Jobet96, quien por estas fechas, denunciaba, a su vez, a la Unión Soviética por ser un régimen totalitario que controlaba a los escritores comunistas a través de su método del Realismo Socialista, siendo un mero promotor de temas y "consignas" al servicio del "Politburó", alejado de lo que pudiera ser una "teoría o posición estética", en cuanto deformaba la literatura, obviando cuestiones de su propio campo como "los caracteres, estilo y técnica", en este sentido, lo culpaba por ser "esclavista" y por haber "pervertido" a los escritores comunistas "del mundo libre"97. Otro importante escritor, político y poeta como Julio Barrenechea, aunque ya tiempo alejado del Partido Socialista98, también se declararía "enemigo" de la poesía política que respondía a "consignas" que condicionaban los principios de "libertad creadora", preguntándose, en ese sentido, cómo los escritores que se encontraban en libertad se sometían voluntariamente al control "totalitario" de la Unión Soviética99. Ambos, por cierto, acusados en Aurora de estar afiliados al Congreso por la Libertad de la Cultura y ser facilitadores de los intereses del "imperialismo yanqui".

Un caso interesante para ilustrar las tensiones en el campo, y aunque descontinuada algunos años antes de la aparición de Aurora, es Babel, revista de arte y crítica (1939-1951), la que, pese a que congregó a diversas tendencias políticas y literarias, fue demostrando cada vez más, una "vocación por estimular y promover el pensamiento de Marx en un sentido crítico y no dogmático", según Patricio Gutiérrez. Esta realizaría, de este modo, un tratamiento crítico del proceso que vivía la Unión Soviética, sumado a que iría dando cierto espacio, no menor, a León Trotsky100, por quien manifestaron abierta simpatía. Pierina Ferretti y Lorena Fuentes, dirían a su vez, que esta revista, aunque de "firme independencia política, ideológica y estética"101, se mantendría alejada del Realismo Socialista y sus "cultivadores locales", excluyendo a sus contemporáneos de la Generación del 38. Tal como sostienen las mismas, la crítica por parte de Enrique Espinoza a Stalin "lo distanciaría de los escritores vinculados orgánicamente al Partido Comunista" y aunque "Admirador de la gesta de octubre, no vaciló en denunciar la dictadura de Stalin, mucho antes que tras su muerte se reconocieran públicamente los crímenes de su régimen en el XX Congreso del PCUS, celebrado recién en 1956."102.

Ahora bien, el mismo Teitelboim, en Aurora, se referiría al ambiente combativo de la época, acusando que la escena literaria estaba embestida por la crítica "oficial" y, asimismo, por "la artillería imperialista, que controla casi todos los medios de difusión y propaganda y trata de comprar escritores y artistas por diversos

96 Nicolás Sierra critica a Jobet, dirigente del Partido Socialista Popular, y a su publicación Los fundamentos del marxismo (reeditado en 1954), porque tomaba partido al lado de los "revisionistas" y "tergiversadores" del marxismo, desde su lugar "pequeño-burgués", acusándolo además de anticomunista y de estar afiliado al CLC. Nicolás Sierra, "Errores de un falso marxista", Aurora, n°4 (1955): 7177. En otra reseña, Fernando Ortiz arremete contra el mismo Jobet, sosteniendo que su "historia marxista" no es, en rigor, ni historia, ni menos una marxista. F. Ortíz, "RECABARREN: Los orígenes del movimiento obrero y del socialismo chilenos", Aurora, n°7 (1956): 100-103.

97 César Jobet, "Cultura Dirigida y Totalitarismo Comunista", Cultura y Libertad, n°5 (1955): 45-48. Asimismo, se puede observar la posición que tenía la revista socialista, Arauco, sobre el Realismo Socialista, en uno de sus interesantes artículos "Socialismo y literatura", aunque es difícil de considerar aquí, por la fecha de su publicación (1962). El estudio sobre cómo concebía el Partido Socialista a la literatura, será materia de una próxima investigación.

98Por esos años transitaba desde el Partido Socialista, cuando este giraba hacia el marxismo, hacia el anticomunista Partido Agrario Laborista para luego formar parte de la presidencia del recién fundado Partido Nacional (1956).

99 Julio Barrenechea, "Los problemas del Ser y del Ciudadano", Cultura y Libertad, n°1 (1954): 8-11.

100 Patricio Gutiérrez, "De Samuel Glusberg a Enrique Espinoza: La revista de Babel en Chile. 1939-1951", en Amautay Babel Revistas de disidencia cultural, ed. por Osvaldo Fernández Díaz, Patricio Gutiérrez Donoso y Braulio Rojas Castro, (Valparaíso: Universidad de Valparaíso, 2013), 27-28.

101 Pierina Ferretti y Lorena Fuentes, "Resistencia cultural e independencia Política, ideológica y estética en el periodo chileno de la revista babel (1939-1951). Una mirada a las políticas editoriales de Samuel Glusberg", en Amautay Babel Revistas de disidencia cultural, ed. por Osvaldo Fernández Díaz, Patricio Gutiérrez Donoso y Braulio Rojas Castro, (Valparaíso: Universidad de Valparaíso, 2013), 101.

102 Ferreti y Fuentes, "Resistencia", 110-112.

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medios y, cuando no se entregan, de matarlos por la injuria, el hambre o el silencio". Para el director de Aurora, estos contendores intentaban a toda costa corromper a la nueva generación literaria para que esta se apartara de la realidad social, y a diferencia, caminara por los "callejones sin salida de la evasión", lo que sería un guiño a la tendencia predominante de la Generación del 50, la que buscaba superar el realismo y su compromiso político103. Es más, añadía que a la literatura le "corresponde comenzar su combate en tiempos difíciles, cuando la tendencia desnacionalizadora sopla fuerte desde fuera y los señores del dólar exportan a través de sus secretarios letrados opio en libros y revistas, literatura que prepara psicológicamente a los pueblos para la guerra"104. Veamos dos de las querellas más representativas que podrían considerarse como unas dentro de la crítica literaria "oficial" y cuyos protagonistas eran asociados por parte de Aurora a Estados Unidos. Estas, como se vienen anunciando, estuvieron dirigidas en contra de Díaz Arrieta y Silva Castro, a manos de Quevedo y Soza Egaña, respectivamente105. Si bien es importante señalar que no se los puede reducir a meros integrantes directivos del Comité chileno del CLC, hay que enfatizar aquí, que el grupo, en general, era enemigo declarado de Aurora.

En primer lugar, Hernán Díaz Arrieta, bien conocido por su seudónimo, Alone, fue un crítico literario de mucho prestigio y muy activo dentro del campo cultural, en general, y por lo mismo, las críticas hacia este señero personaje no escasearon106. En el extenso ensayo titulado "Alone", Quevedo acusa al crítico con cuantiosos calificativos condenatorios, entre ellos, "clasista", "liberalista", "semifeudalista", "latifundista", "anticomunista", de cuño "imperialista", "reaccionario", "formalista", partidario del "cosmopolitismo", "irrealista" y, por si fuera poco, de "inmensa ignorancia sociológica, filosófica, histórica y económica"107. En esta misma línea, hay tres aspectos que destacar en el discurso de Quevedo contra Alone, toda vez que eran contrarios a la línea editorial programática de Aurora.

103La Generación del 50, siguiendo la denominación de Enrique Lafourcade, fue una generación cuya tendencia predominante buscaba la superación del criollismo. Jaime Concha, reconoce a estos escritores como "Hijos y jóvenes de la clase alta, educados en colegios bilingües, lectores por lo tanto de la nueva literatura en lengua inglesa y francesa, comienzan a escribir 'con otro sentido del lenguaje' y teniendo en cuenta 'los aportes de las técnicas contemporáneas de expresión'", oponiéndose así a los principios de la generación precedente, "cuyas tosquedades les chocan en el corazón. Su justificación es de clase, por lo tanto, y se refleja en el estilo y en la técnica". Sobre su escritura, Concha dirá: "He ahí el problema. Como hay poca substancia tras las pinzas extranjeras, habrá que magnificar los melodramas íntimos ornamentándolos con sexo y teología. Es el régimen suntuoso -y estridente- de una clase". Como ejemplo hace referencia a la primera novela, según él cristiana, de José Manuel Vergara Daniel y los Leones Dorados (1956), parte del comité de redacción de la revista Política y Espíritu, por cierto. Entre otros escritores menciona a Claudio Giaconi con La Difícil Juventud (1954) y a José Donoso con Coronación (1957). Jaime Concha, Novelistas y Cuentistas Chilenos (Santiago de Chile: Editora Nacional Quimantú, 1973), 82. Por su parte, Yerko Moretic, en el prólogo de la antología publicada con Carlos Orellana, señala sobre la tendencia predominante, que "en la raíz de tanto desencanto y de tanta 'rebeldía' se encontraban la indefinición social y la indefinición ideológica propia de los estratos intelectuales burgueses y pequeñoburgueses, mucho más clara si se piensa en la momentánea ausencia de la gravitación proletaria"; a raíz de la profunda crisis que se vivía en el medio social, como agrega Moretic, "muchos intelectuales creen encontrar una salida en la exasperación individualista, en el iconoclasticismo vociferante", esta tendencia introduciría además, el cosmopolitismo, el irracionalismo, la autopropaganda, etc. Yerko Moretic y Carlos Orellana, El nuevo cuento realista chileno (Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1962), 46-47.

104 Teitelboim, "Tradiciones", 19.

105 Solo a modo de anécdota, habría que recordar que Quevedo y Soza Egaña, pertenecieron a "El Zócalo de las Brujas" (1948-1950), entre otros miembros como Mario Ferrero y Andrés Sabella, cuyo líder "invunche" de la cofradía literaria era Edesio Alvarado. Interesa destacar que algunos de sus primeros acuerdos fueron sacar una revista denominada Lagarto y "asesinar a Alone en un día viernes porque así lo determinaba la cábala de brujos. (Dicen que Alone vivió largo tiempo aterrado porque el acuerdo fue publicado en la revista Lagarto, de óptima circulación entre escritores)" (Marino Muñoz, "El Zócalo de las Brujas", La Prensa Austral, 14 oct. de 2004: 7.). Como se observa, esta querella sobreviviría con los años en Aurora.

106 Tampoco faltaron las críticas directas de Alone hacia el comunismo y sus intelectuales, por ejemplo, con su libro de ensayos y crónicas La tentación de morir (1954).

107 Quevedo, "Alone", 52.

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Un primer punto que merece atención, toda vez que Aurora se proponía fomentar una literatura realista, es que Quevedo llegó a apodar a Alone como "el gran escamoteador de la realidad chilena"108. A lo largo del texto, y a propósito de su Historia Personal de la Literatura Chilena (1954), argumenta que este se constituyó como un "enemigo encarnizado del realismo"109, pues, si bien él mismo declaraba no haberse basado en clasificaciones ideológicas o literarias, faltaría a la verdad, toda vez que al interior de sus críticas sí existirían dichas posiciones, lo que se vislumbraría, por ejemplo, a través de la omisión de los escritores realistas: algunos ni siquiera eran mencionados, como Alberto Romero, Volodia Teitelboim o Nicomedes Guzmán; a otros, apenas les dedicaba tres o cuatro líneas, como a Reinaldo Lomboy, Rubén Azócar, Carlos Sepúlveda Leyton y Neruda. De este último, diría Alone que su Canto General era una obra decadente, escrita por mandato del Partido Comunista. Por lo mismo, Quevedo indicaba que Díaz Arrieta jamás podría hacer críticas objetivas, serias y científicas, por el contrario, dice que esta objetividad sería "enemiga de Alone"110, dado que, en sus crónicas, lo artístico y literario no estarían en correspondencia con la realidad objetiva, pues, por una parte, desconocía las leyes del desarrollo social y su consecuente aplicación a la literatura, como se aprecia en la siguiente cita:

Alone no comprende, pues, que la fuente donde se forma la vida espiritual de la sociedad, la fuente de la que emanan las ideas sociales, las concepciones filosóficas y estéticas, las ideas históricas, no reside en estas mismas ideas y concepciones, sino en las condiciones de la vida material de la sociedad, en la existencia social, de la cual son reflejos estas ideas y teorías, de la cual son reflejo el arte y la literatura. 111

Por otra parte, esta objetividad sería su enemiga, porque escribiría a partir de sus inclinaciones y "en la realidad social" vería "solo sus intereses personales"112, eslabones de la clase que representaría. Sobre esto, Quevedo establecería que la realidad está hecha de contradicciones, de ideologías, y que es en este contexto en el que se inserta el escritor, y de "su lugar en esta realidad, de sus simpatías y antipatías de clase y de sus concepciones así como de las particularidades de su talento, depende el modo de escribir, de reflejar literaria y artísticamente esas tendencias y esos tipos sociales contradictorios"113. En este sentido, ubicaría a Alone, en tanto hombre social, en una posición ideológica combativa en el campo cultural, pues "toma partido dentro del medio social y combate. Combate y desprecia a los individuos y tendencias contrarias a la clase con la que se ha identificado, la de los poseedores, los latifundistas, y a la cual sirve"114. Por lo tanto, su percepción de la realidad respondería a la clase que defendería, siendo custodiado, a su vez, por esta misma oligarquía, quienes lo elevarían al nivel de autoridad que revelaría qué es conveniente leer y qué no. De ahí que el autor de Aurora diga que su influencia ha sido negativa y dañina para el desarrollo de la literatura nacional. En una línea parecida, el crítico de Aurora juzgaría a Alone por su "irracionalismo histórico"115. La historia, dice el primero,

108 Quevedo, "Alone", 57.

109 Quevedo, "Alone", 52.

110 Quevedo, "Alone", 60.

111 Quevedo, "Alone", 54. Ahora bien, parafraseando la aclaración que hace el mismo Quevedo, las teorías, las ideas, el arte y la literatura sí tendrían importancia en la vida y en el desarrollo cultural de una nación y que, de hecho, sí ejercerían influencia sobre la existencia social y el desarrollo, incluso sobre las condiciones materiales de vida de la sociedad. No obstante, en la cita anterior, aclara, apuntaba al origen de los fenómenos del "espíritu", como las ideas, el arte y la literatura. Estas, sigue, desempeñaban en la historia y el desarrollo de la humanidad, un preponderante papel y destacada importancia. Con base en estas ideas, es que justificaría la crítica erigida contra la crítica literaria de Alone, y citando a Stalin, argumentaría que hay ideas y teorías que frenan el desarrollo de la sociedad y su marcha progresiva. Quevedo, "Alone", 55.

112 Quevedo, "Alone", 58.

113 Quevedo, "Alone", 59.

114 Quevedo, "Alone", 59

115 Quevedo, "Alone", 55.

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refiriéndose también a la historia de la literatura, ha luchado por llegar al rigor científico, para transformarse en una ciencia, pero textos como los de Alone, sigue, contribuyen con el "anticientificismo" y "ahistoricismo", con la "arbitrariedad" y el "idealismo", con la deformación de la realidad, ya sea del pasado, como del presente.

Un segundo componente crítico que interesa relevar, tomando en consideración que Aurora buscaba promover la literatura popular, es que, en palabras de Quevedo, Alone reducía a nada el papel creador del pueblo, pues "Para él no existe la contribución de las masas al desarrollo cultural y material de la sociedad. Por el contrario Alone levanta la vieja, caduca y despreciable teoría de los héroes, de la personalidad, de la individualidad" y esto porque "En las sociedades capitalistas donde impera el régimen burgués, donde existen clases antagónicas que luchan entre sí, el trabajo cultural, la labor artística, está casi totalmente en manos de la clase poseedora, de la clase dominante", la situación anterior, seguía, "engendra en los artistas la idea ilusoria y falsa de que no es el pueblo, sino ciertos seres 'escogidos', quienes constituyen la fuerza decisiva en la creación y el desarrollo del arte y la cultura" y, en este sentido, las clases dominantes contribuían, totalmente, "a desarrollar esta falsa idea, que las beneficia práctica y directamente"116.

Un último elemento fundamental por subrayar es la crítica que le hace a Alone, por su cosmopolitismo, porque recuérdese que la línea editorial de la revista marxista condenaba esta figura, promoviendo, por el contrario, una literatura nacional, que contribuyera con la independencia de los países frente al imperialismo. Rimando con ello, Quevedo dejaba en claro que el "imperio norteamericano lucha y trata de implantar el cosmopolitismo en la literatura y en el arte, como un medio de debilitar el sentimiento de independencia nacional", en esta línea "Alone, en su 'Historia Personal...', critica a los historiadores del siglo pasado que siembran el sentimiento de independencia nacional, sostiene que ya no hay por qué recalcar este tema, por cuanto la lucha contra la España colonizadora ha terminado hace mucho tiempo" y, en este sentido, Alone "Resta[ba] importancia a todo lo nacional, destaca[ndo] lo extranjero"117.

En segundo lugar, y en una dirección similar, Jorge Soza Egaña publicaba el ensayo "El 'objetivismo' de Raúl Silva Castro", en el que se polemiza con este crítico, no sin aprovechar la instancia de anatematizar contra Alone y Eduardo Barrios. En este, reseña duramente la publicación de Silva Castro, Panorama de la Novela Chilena (1955), sobre todo por su carácter cronológico, que supuestamente otorgaría objetividad al estudio. Soza Egaña dirá que tiene problemas de forma pero, principalmente, de fondo, ya que "Su análisis es meramente descriptivo, carece de penetración, de profundidad, [y] de riqueza ideológica"118, pues, "nadie que use el método de Raúl Silva Castro, podrá ver más allá de las exterioridades de las cosas y de los fenómenos"119 atendidos desde una mirada puramente artística y estética; por ejemplo, este no profundizaría en los principios realistas, el carácter nacional y popular y/o en el sentido anticosmopolita de Alberto Blest Gana, o bien no daría cuenta de los fenómenos históricos que llevarían a la creación de "un magnífico y verdadero héroe. . . a quien, al parecer, Raúl Silva Castro no conoce y, tal vez, teme: la clase obrera"120, como tampoco ahondaría en la línea de continuidad entre los precursores del siglo XIX con los escritores "que hoy cultivan el mismo género"121.

Sobre su ejercicio crítico, dirá: "No es que deseáramos que escribiera de acuerdo con nuestros puntos de vista. Sencillamente creemos saludable discutir los suyos a la luz de los nuestros, y sobre todo, de los hechos"122. De ahí que exprese que el supuesto método objetivo que usa Silva Castro obvie que "La novela

116 Quevedo, "Alone", 59.

117 Quevedo, "Alone", 61.

118 Jorge Soza, "El 'objetivismo' de Raúl Silva Castro", Aurora, n°7 (1956): 30.

119 Soza, "El 'objetivismo'", 32.

120 Soza, "El 'objetivismo'", 35.

121 Soza, "El 'objetivismo'", 36.

122 Soza, "El 'objetivismo'", 32.

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chilena nació profundamente enraizada a la vida nacional y es un reflejo de ella"123, tal como sucedió con "Su creador y su más alto exponente hasta hoy, [Blest Gana, quien] se basó en los principios del realismo de su época, y sus obras, en lo esencial, son democráticas por su contenido y nacional y popular por su forma"124. El golpe final, frente a la pregunta "¿qué queda del 'objetivismo' de Raúl Silva Castro?", estaría propinado a

Su médula reaccionaria, la misma del 'subjetivismo' de Alone. Este y aquel tienen profundas líneas de contacto, aunque aparentemente no lo pareciera. Ambos ocultan la vida, la realidad, y dan una imagen deformadora y falsa de la literatura nacional. La rica fuente vital de donde ella surgió y se nutre, para ellos no existe. La base en que se apoya Alone, es su dudoso 'gusto personal'; la de Raúl Silva Castro, el calendario. Este hace gala de su erudición bibliográfica, aquél de su exquisitez muy 'a la francesa'; pero ninguno penetra en la esencia del fenómeno que estudian. Ambos se pelean, polemizan en 'El Mercurio', y el diario calla, no se entromete y paga. Esto es, naturalmente, muy 'democrático' y habla muy bien de la 'libertad' de pensamiento que propugna 'El Mercurio'. . . Raúl Silva Castro es parco para opinar; pero cuando lo hace, es muy claro y su ideología reaccionaria queda completamente al desnudo.125

Esta ácida cita, es ilustradora de las cuestiones que defendía y criticaba Aurora. Por un lado, las líneas comunicantes que se establecían entre estos dos críticos, en tanto ninguno de ellos abogaba por la literatura nacional, realista y popular, mientras que sí por el subjetivismo e intereses de clases "reaccionarios". Por otro lado, el guiño al campo cultural en disputa, cuando se refiere entre comillas a la supuesta democracia y libertad que decía promover el diario nacional, conceptos que pretendía monopolizar el CLC.

Del mismo modo, no deja pasar por alto las correspondencias ahora entre Silva Castro y Eduardo Barrios, último promovido en su Panorama. De ellos dirá que "coinciden plenamente. Los dos añoran la figura 'paternal' del hacendado, gran señor y 'rajadiablos', aún no desaparecida del todo, que con látigo en mano inculcaba 'hábitos de trabajo y honradez' a las 'peonadas' ignorantes y revoltosas" sumado a ello, expresa que "los dos queman incienso a esta casta feudal, en vía de desaparecer y que tanto mal ha hecho a Chile, y a quien combatieron en su época, esos espíritus magníficos y ardientes que fueron Lastarria, Bilbao y Arcos"126. Esta cuestión era de gran importancia para la revista, toda vez que se proponía luchar contra los remanentes del feudalismo, etapa que debía superarse según el desarrollo histórico que planteaba Marx. Además, es interesante relevar el rescate de la herencia cultural que propone Quevedo, por cuanto permite evidenciar la continuidad de las luchas a través del tiempo, como vimos.

Según se aprecia, Aurora polemizaba con estos personajes, todos contendores en este campo cultural, aunque dichas polémicas no fueron las únicas, de hecho, a lo largo de la revista no cesaron las menciones despectivas a estos autores, perfilados en el caso de Silva Castro como "pétreo y paquidérmico. . . 'monsieur qui ne comprend pas'" y a Alone, como uno que "impone su capricho personal, sus animadversiones y simpatías como unidad de medida"127. Claramente, el propósito era el de ganar posición e instalar las ideas del marxismo y la promoción de una literatura realista, nacional y popular, buscando deslegitimar del juego a quienes estaban en el bando opuesto. En suma, los trabajos que polemizaron con los agentes adversarios y los

123 Soza, "El 'objetivismo'", 33.

124 Soza, "El "objetivismo'", 33.

125 Soza, "El 'objetivismo'", 36.

126 Soza, "El 'objetivismo'", 37.

127 G.A. "La novela chilena actual", Aurora, n°5-6 (1956): 177.

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críticos que dieron vida a este conflicto, dan cuenta de algunas de las estrategias que utilizó Aurora para defender y ganar territorio en el plano cultural.

Conclusiones

A modo de corolario, es preciso señalar que, mediante la presente investigación, se llegó a constatar que Aurora nació como una estrategia revisteril que articuló un discurso sobre lo literario conforme a un compromiso ideológico. Esta publicación, se armó de un editorialismo programático, en tanto su propia línea editorial, en consonancia con el contenido de sus páginas, estuvo estrechamente imbricada con el programa literario del Partido Comunista, en el marco del movimiento de liberación nacional. En esta línea, y en su misión por participar en las luchas de su tiempo, Aurora resultó ser una táctica de combate no menor para el Partido en cuestión, como lo demuestra su recepción y el ambiente polarizado de la época. En este sentido, la revista en sí y los intelectuales que intervinieron en este espacio, pusieron a circular su poder, en términos de Alburquerque, mediante la propaganda, la polémica, la participación o animación de movimientos y tendencias, por medio de la promoción y discusión de eventos claves, a través del tejido de tramas reticulares y alianzas, y, asimismo, como se expuso con mayor profundidad en este artículo, por vía de la literatura y la crítica literaria.

Ahora bien, a modo de epílogo convendría hacer algunas aclaraciones. Como se evidenció, el Partido veía el trabajo creativo de los escritores y los críticos literarios como una tarea con importante alcance práctico y que representaba un instrumento significativo a la hora del combate. Por ello, se esmeraban en discutir los problemas de los escritores, de la literatura y también de la crítica literaria a la luz de sus principios. A partir de aquí, es preciso esclarecer que si bien no fue posible establecer si la revista Aurora fue un proyecto de iniciativa partidaria o de sus propios intelectuales, no se puede desconocer el estrecho vínculo con el programa literario de esta tienda política, lo que por supuesto no pretende limitar a la revista ni a sus intelectuales vinculados como meros autómatas que reflejaron una afinidad total con el PCCh, aunque en apariencia no hubiera contradicciones en lo literario, dejando de lado el caso emblemático de Pablo de Rokha y su clan, quienes fueron ignorados en Aurora. De hecho, es importante aclarar que la revista, pese a que permite observar algunos aspectos de lo que se podría considerar como la política cultural (literaria) del PCCh, no evidencia toda su complejidad, cuestión que requiere la consideración de otros estudios pormenorizados para componer un panorama mayor.

De la mano de lo anterior, es importante establecer que aun cuando el interés por las tareas de la cultura, la literatura y los escritores, no era nuevo para el Partido, lo que se puede observar, por ejemplo, en el diario El Siglo desde sus orígenes, la revista Aurora se concibió como un proyecto que venía a aportar precisamente en estas materias, más allá de la mera contingencia o desde espacios más acotados. Además, esta tomó un tono singular de acuerdo a su propio contexto, fuertemente acentuado por una Guerra Fría cultural, que los posicionaba como aliados de la Unión Soviética y enemigos de los Estados Unidos.

Para finalizar, es preciso agregar que, si bien podría decirse que los resultados del estudio de Aurora dieron un paso en el estudio de las revistas que se desarrollaron a la luz del Partido Comunista de Chile, a propósito de lo que planteaba Tarcus, cuando indicaba que "son las revistas, antes que los diarios o los libros, los vehículos privilegiados de los colectivos intelectuales para llevar a cabo sus estrategias de disputa hegemónica"128, y que por supuesto, invita a revisar si hubo continuidades entre la primera y la segunda etapa de Aurora, es posible indicar que también abrieron un camino para repensar la situación de otras producciones culturales del Partido, por ejemplo, los aspectos de la literatura y crítica literaria en los diarios Democracia y El

128 Horacio Tarcus, Las revistas culturales latinoamericanas: giro material, tramas intelectuales y redes revisteriles (Buenos Aires: Temperley: Tren en Movimiento, 2020), 21.

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Siglo, teniendo en cuenta que hubo significativos esfuerzos por darle un espacio a estas cuestiones. De igual modo, sería deseable trazar a futuro un estudio sobre las redes revisteriles filocomunistas chilenas y, asimismo, ahondar en el estudio de las revistas de oposición, a modo de levantar el campo cultural.

Con todo, sería deseable explorar la trayectoria misma de los escritores comunistas chilenos y su producción literaria articulada a los esfuerzos del Partido, tanto de manera individual como por, sobre todo, en conjunto. Esto, por cierto, no para instalar una camisa de fuerza y menos para preservar aquella idea que los caricaturizaba como reclutas pasivos del Partido, sino justamente para ver los matices, tensiones y autonomías al interior de este espacio partidario, en el plano de la literatura.

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