Научная статья на тему 'TRANSFORMACIONES ESTRUCTURALES DEL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES (PT) EN EL GOBIERNO FEDERAL DE BRASIL Y EL PROCESO DE DESPROLETARIZACIóN EN EL MUNDO CONTEMPORáNEO'

TRANSFORMACIONES ESTRUCTURALES DEL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES (PT) EN EL GOBIERNO FEDERAL DE BRASIL Y EL PROCESO DE DESPROLETARIZACIóN EN EL MUNDO CONTEMPORáNEO Текст научной статьи по специальности «Политологические науки»

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GLOBALIZACIóN / NEOLIBERALISMO / BRASIL / PARTIDO DE LOS TRABAJADORES / CULTURA POLíTICA / PROLETARIOS / IZQUIERDAS LATINOAMERICANAS

Аннотация научной статьи по политологическим наукам, автор научной работы — Carranza Gaytán Tania

En el contexto de la globalización que implica la transformación de los Estados nacionales, so pretexto de la caducidad del fordismo, a la manera neoliberal, se torna necesario replantearse el papel de las izquierdas en América Latina. Brasil es uno de los países con estas características en la construcción de alternativas de izquierda inmerso en el neoliberalismo que, con sus diversidades, heterogeneidades y particularismos regionales y locales, abre espacios a la reflexión cultural y, por ende, política. El Partido de los Trabajadores (PT) que nació como una manifestación sin precedentes del movimiento obrero en aquel país, ha sufrido bruscos cambios en su acción política, sobre todo, al momento de alcanzar la presidencia de la República en 2002 y en 2006 mediante voto popular. Ya se perfilaba un giro importante en las prácticas políticas y discursivas de este partido cuando en cada proceso electoral la lucha se convirtió en la lucha por la democracia como un fin y no como un medio para alcanzar el socialismo.

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Текст научной работы на тему «TRANSFORMACIONES ESTRUCTURALES DEL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES (PT) EN EL GOBIERNO FEDERAL DE BRASIL Y EL PROCESO DE DESPROLETARIZACIóN EN EL MUNDO CONTEMPORáNEO»

Transformaciones estructurales del Partido de los Trabajadores (PT) en el gobierno federal de Brasil y el proceso de desproletarización en el mundo contemporáneo*

Structural changes to the Workers' Party (PT) in the Brazilian federal government

Tania Carranza Gaytán**

Resumen

En el contexto de la globalización que implica la transformación de los Estados nacionales, so pretexto de la caducidad del fordismo, a la manera neoliberal, se torna necesario replantearse el papel de las izquierdas en América Latina. Brasil es uno de los países con estas características en la construcción de alternativas de izquierda inmerso en el neoliberalismo que, con sus diversidades, heterogeneidades y particularismos regionales y locales, abre espacios a la reflexión cultural y, por ende, política. El Partido de los Trabajadores (PT) que nació como una manifestación sin precedentes del movimiento obrero en aquel país, ha sufrido bruscos cambios en su acción política, sobre todo, al momento de alcanzar la presidencia de la República en 2002 y en 2006 mediante voto popular. Ya se perfilaba un giro importante en las prácticas políticas y discursivas de este partido cuando en cada proceso electoral la lucha se convirtió en la lucha por la democracia como un fin y no como un medio para alcanzar el socialismo.

Palabras clave: Globalización, neoliberalismo, Brasil, Partido de los Trabajadores, cultura política, proletarios, izquierdas latinoamericanas.

*

Ponencia presentada en el IV Seminario Internacional Reforma del Estado y Ciudadanía en América. Desafíos Contemporáneos de los Estados Latinoamericanos: Participación, Ciudadanía, Democracia y Derechos Humanos, 9-11 de noviembre de 2011, Instituto de Investigaciones Sociales, Ciudad Universitaria, México, D.F.

** Mexicana, Maestra y Licenciada en Estudios Latinoamericanos, actualmente cursa un doctorado en la misma especialidad, en la UNAM. Profesora investigadora de TC en la UACM, academia de Ciencia Política y Administración Urbana. Profesora de asignatura en la UNAM, Colegio de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Letras, tania.carranza. gaytan@gmail.com

Abstract

In global context that minds transformation the national states, because caducity of fordism, into neoliberal way, is so necessary watch de left rolls in Latin Americans territories. Brazil is a country with left alternatives characteristics constructions but since the structures neoliberals; with diversities, heterogeneities and regional and local particularities, which open spaces to the cultural and political, minds. Workers Party (PT) was burned in a spectacular workers movement in that country, even had too many changes belong years in their political actions when won Republic government in the 2002 and 2006 in the presidential election. Now, we watch an important move in their political and discursive practices in this party when, in every electoral fight, it fought to the democracy way and not to the socialism way, anymore.

Keywords: Globalization, neoliberal, Brazil, Workers Party, political culture, proletarians, Latin Americans lefts.

El contexto

Vivimos en la época actual los efectos del fenómeno de la globalización referido a la reorganización de las fuerzas tradicionales capitalistas en el mundo (Hirsch, 1996). Si bien es cierto que para muchos autores la globalización es un fenómeno histórico que inició con el intercambio mercantil entre África, América y Europa en el siglo XVI y que significó, sobre todo, la modificación de la visión sobre el mundo, en nuestro presente tenemos que añadir ciertas particularidades como la de las nuevas tecnologías aplicadas a los medios de comunicación masiva y su acceso relativamente sencillo que configura nuevos ordenamientos y relaciones sociales (Castells, 1997). Pero lo más relevante de esta globalización es la necesidad que tienen los centros capitalistas mundiales para la renovación de su hegemonía política.

El capitalismo, sin embargo, sigue siendo el mismo; la propiedad privada de los medios de producción, ahora extendida a los medios de comunicación, a las ideologías políticas y hasta a los medios de subsistencia para la humanidad como los alimentos y el agua, tiene bajo sus principios la explotación del hombre por el hombre, la extracción de plusvalía y la acumulación de capital. Pero en la actualidad observamos que esa concentración de la producción lo que genera, lógicamente, es un incremento en las

desigualdades sociales y en la pobreza. Este fenómeno que tampoco es nuevo sino que transcurre de una manera progresiva y a mayor velocidad, va junto con aquella necesidad de sostener una hegemonía y una legitimidad, aunque sea de forma artificial, mediante la detención del poder político, militar, económico e ideológico (Walerstein, 2005: 28-29).

La nueva configuración del mundo se refiere a la exacerbación de ese poder político bajo cualquier estrategia, incluso, con el uso de la fuerza militar y las consecuentes guerra y muerte; "[...] en el mundo contemporáneo donde no es necesario gobernar territorios distantes, sino mantener los medios de ejercicio de una hegemonía a distancia, [son suficientes los] medios frecuentemente flexibles y móviles (como redes políticas y económicas trasnacionales, vigilancia militar y rápida capacidad de intervención)" (Ribeiro, 2006: 52). Pero el resultado es que los centros capitalistas, en permanente competencia entre ellos mismos, puesto que esa es la lógica capitalista, tienen a su lado grandes cantidades de población que viven y engrosan cotidianamente cinturones de miseria y exclusión. De hecho al interior de un mismo país de los llamados desarrollados encontramos hoy no sólo diferencias en el desarrollo entre las ciudades y el campo, sino al interior de las ciudades mismas: son centros políticos e industriales en los que hay grupos marginales, gente que vive ya no en el tercer mundo sino en el cuarto o quinto, compartiendo el mismo espacio territorial que los grandes magnates. Así mismo, en las ciudades más pobres (de cualquier lugar del mundo) no sólo existen la pobreza y la falta de desarrollo, sino una élite que bien puede ser poderosa y codearse con altos empresarios y políticos del planeta.

El Estado neoliberal ha jugado en las últimas décadas un papel definitivo para propiciar una transformación del mundo como la que estamos presenciando en la actualidad. El neoliberalismo, consistente en la reducción de los Estados nacionales bajo el pretexto de la caducidad del proyecto económico fordista, ha sido un modelo del capitalismo reciente que, a partir de sus mismos principios, procuró una mayor y más rápida concentración de la riqueza que el Estado fordista (Hirsch, 1996). Esa mayor velocidad para la acumulación de capital ya tenía sus bases tanto en el libre mercado promulgado por el liberalismo desde el siglo XIX, como en el capital financiero, es decir, en las leyes crediticias, tasas de interés definidas por ellos, préstamos a modo, etc. que potenciaran la posibilidad de especular, puesto que en la especulación se encuentra una de las mayores posibilidades de ganancia para los grandes consorcios financieros del mundo y, al mismo tiempo, se promueve y se consolida la hegemonía política del capitalismo.

¿No hay más camino que el capitalismo?

Dadas estas condiciones de reacomodo de las fuerzas del capitalismo internacional, sería muy difícil pensar en otro camino, en otras formas de organización, pues incluso las ideologías socialistas se han visto desprovistas de elementos para reactivar su fuerza política y plantear alternativas; no tanto por la ausencia de teoría política, como por el aparato discursivo capitalista que indica que los problemas del capitalismo sólo pueden ser resueltos dentro del propio sistema capitalista.

Para hacer un poco de historia conviene remontarnos a las primeras décadas del siglo XX cuando se estaba consolidando uno de los países capitalistas más poderosos del mundo: Estado Unidos, a quien le había pasado la estafeta Inglaterra, como mayor potencia industrial, a finales del siglo XIX. En esta época y con el viento a favor de la llamada segunda revolución industrial (Cueva, 1988) consistente en la invención del motor de cuatro tiempos y del uso de combustible fósil para su funcionamiento, el desarrollo de la industria automotriz a cargo de la empresa Ford generó una nueva forma de explotación de recursos y mano de obra: la producción en serie. El resultado de ello fue contar con una forma más eficiente y rápida de acumulación del capital.

Sin embrago, los Estados llamados benefactores y desarrollistas, que sustentaban su crecimiento económico en esta nueva modalidad capitalista y que, al menos en teoría, favorecían el desarrollo social, llegaron a su fin décadas más adelante. Si el modelo capitalista se encontraba en plena transformación, tampoco es nada nuevo; ya desde mediados del siglo XIX el capitalismo había llegado a su fase más alta, el imperialismo, consistente en la expansión territorial, la implementación de enclaves económicos y militares en el mundo y en el condicionamiento político de los gobiernos y sus administraciones para facilitar la explotación de los recursos. Durante el siglo XX ese capitalismo imperialista ha venido desarrollando modalidades nuevas y llevando al mundo a novedosas etapas de desarrollo y ordenamientos políticos.

Llegamos, así, a la fase del neoliberalismo como una necesidad de propiciar una acumulación más efectiva y sustantiva de las riquezas del planeta, que no deja de ser imperialista, pero ahora se sustenta en los efectos de la globalización. Pero la crisis económica que, ciertamente no lo es todo, nos lleva también a mirar el deterioro cultural y de la teoría de la cultura de las grandes potencias en nuestra era

la crisis alrededor del concepto de cultura refleja [...] la crisis interna de la cultura política norteamericana que no puede, a comienzos del siglo XXI, pretender mantener la exclusión étnica y racial como un principio guía no declarado de moralidad y sociabilidad. [...] la noción de cultura está contribuyendo a reedificar las diferencias culturales como el problema principal para el acceso al poder [...]." (Ribeiro, 2006: 46).

Los países que dentro de las teorías del desarrollo eran llamados tercermundistas o de la periferia, en la actualidad siguen teniendo un papel relativamente similar en términos de aprovisionamiento de materias primas y mano de obra, pero también se han transformado, pues ahora han tomado el papel de consumidores, de maquiladores, de carne de cañón para las guerras, etc. Además, como ya se ha mencionado, casi todos ellos cuentan con centros poderosos del capital financiero internacional en sus territorios, particularmente en las urbes, conviviendo con grandes cantidades de población excluida superviviente del sistema.

El siguiente elemento que convino enormemente para asegurar que ya no se construyesen caminos alternativos al capitalismo, estaba dado por la crisis ideológica de las izquierdas a partir del "derrumbe del socialismo real" -particularmente en América Latina, que es nuestro objeto de estudio en este escrito- es decir, "a la izquierda se le impuso el dilema de defender un Estado fallido o sumarse a las políticas del mercado. [Entonces] quedó relegada [...] a resistir la modernización sin disponer de proyectos alternativos" (Sader, 2010:18-19).

Nuestra América

A continuación nos aproximaremos a América Latina, con la intención de poder enfocar los efectos de esas transformaciones del capitalismo al interior de la región. El caso que analizaremos es el de Brasil, como uno de los ejemplos más claros de esa transformación en Nuestra América. Debatiremos el caso de los centros capitalistas brasileños en su interior, las nuevas relaciones económicas entre dominantes y subalternos y, sobre todo, en el papel de las izquierdas en aquel país que los especialistas han dado en llamar de economía emergente.1

Es bien sabido que América Latina ha tenido su propio proceso de desarrollo y que tiene sus propias y particulares realidades políticas y culturales, pero también es cierto que está inmersa en el mundo capitalista internacional y que su historia contemporánea responde a situaciones que unen lo interior con lo exterior. A esto adherimos lo que consideran algunos autores al respecto de la propia culturalidad latinoamericana y, por lo tanto, la necesaria correspondencia hacia la construcción de un proceso político en particular pero, sin embargo, las culturas nuestras son mal vistas para el proyecto modernizador tanto del exterior como del interior de nuestros países, es decir, "en América Latina la tradición mestiza es vista por la élite dominante como un obstáculo, [...] oposición entre civilización y barbarie." (Ortiz, 2000: 4).

Después de los intentos llamados redemocratizadores correspondientes a la etapa posterior a las dictaduras militares en la década de los años ochenta y principios de los noventa, América Latina se desarrolló bajo el esquema del neoliberalismo el cual, discursivamente se autonombraba como una propuesta democrática (en oposición a las dictaduras anteriores), pero que en realidad, en el marco económico y, por ende, político y social, derivó en ajustes estructurales consistentes en la reducción de la capacidad administrativa del Estado sobre los recursos nacionales, así como en la privatización de empresas estatales, o bien, la modificación del papel de las instituciones públicas para respaldar los intereses privados y no los comunes, la falta de inversión de presupuesto en el rubro de desarrollo social: educación, salud, vivienda, trabajo y, sobre todo, con efectos

1 Los análisis recientes sobre las nuevas modalidades capitalistas del mundo, dicen que, a pesar de los claros requerimientos neoliberales de los Estados para integrarse a la globalización y de que esto conlleva a una profundización de las crisis internas, hay países que han logrado superar esos obstáculos y colocarse en un camino para llegar a ser potencias mundiales. Tal es el caso del Sureste asiático, de China, Rusia y de Brasil, entre otros.

altamente negativos en las relaciones laborales a través de la desregulación del trabajo y su consecuente precarización y pauperización (Boito, 2004). Además, las distintas formas de exclusión conllevan a un deterioro en la consolidación de redes sociales de solidaridad, pues, por ejemplo,

si observamos la evidencia histórica en Brasil [...] queda claro que la mera presencia de solidaridad social a la existencia de grupos informales no lleva necesariamente a la prosperidad económica. [...] al mismo tiempo experimentan altos índices de pobreza, pues no tienen los recursos y acceso al poder para cambiar las reglas a su favor. [...] raramente logran superar los efectos negativos del clientelismo, colonialismo, aislamiento geográfico, exclusión política y polarización social. (Baquero, 2003: 162-163).

El Estado benefactor y desarrollista, en el caso de América Latina, había servido como catapulta de la sobreexplotación de los trabajadores con el propósito de incrementar en calidad y cantidad la acumulación de capital y de poder por parte de las élites mundiales y nacionales; pero lo cierto, como contraparte seguramente no intencional, es que tensaba las relaciones obrero-patronales al grado de su posible ruptura, con la resultante potencial de la emancipación de los trabajadores a través de una conciencia de clase conseguida en el proceso de la transformación de la materia prima en mercancía, mediante la impresión en ella del valor del trabajo. La enajenación del trabajo era inminente en el Estado fordista, pero no dejaba de ser factible la transformación de la realidad obrera en sus propias manos.2

América Latina forma parte de la denominada "aldea global" (Ianni, 2006: 78) aunque no se caracteriza por ser una región altamente industrializada; si bien es cierto que sobresalen en ciertas industrias básicas importantes México, Brasil y Argentina, que han tendido hacia la llamada modernización y progreso3 desde principios del siglo XX, la gran mayoría de los países y de las regiones latinoamericanas llegaron a la época de los Estados benefactores siendo fundamentalmente agrícolas, ganaderos y mineros. Es decir, las relaciones obrero-patronales han tenido una característica diferente a la de los países industrializados.

Sin embargo, en los centros laborales industriales y urbanos, como las capitales y otras ciudades de los países latinoamericanos, la contradicción de las relaciones entre los dueños, inversionistas y explotadores, frente a los obreros, no solamente era clara sino que era posible romperlas. Para el capitalismo internacional era de suma importancia poner atención a los movimientos sociales latinoamericanos y de todo el mundo, coartando sus

2 El mundo fue testigo de la concreción de tal posibilidad con la Revolución rusa la cual, si bien es cierto que tuvo sus serias diferencias históricas con respecto a la idea de la liberación de la clase proletaria, puesto que en Rusia no necesariamente había proletarios sino campesino, representó una lección para el capitalismo mundial en el sentido de que su final era posible, pues esta lucha derivó en la implementación del socialismo.

3 Estas son ideas positivista decimonónica que impulsó a los países de la región a industrializarse y a urbanizarse, generando un deterioro del campo.

oportunidades políticas, así como las condiciones históricas para una posible emancipación. Cabe insistir en que los movimientos sociales en América Latina antes, durante y posteriormente a las dictaduras militares, en el marco de la guerra fría, no necesariamente eran obreros sino también campesinos, sectores populares, estudiantiles, barriales, intelectuales, religiosos, etc.

El movimiento obrero brasileño y el PT

Uno de los movimientos obreros más significativos en el contexto latinoamericano, del periodo de la redemocractización, y que de hecho llevó a la fundación de un partido de, por y para los trabajadores, fue el movimiento metalúrgico que se organizó en varias ciudades del estado de Sao Paulo, en la región sureste de Brasil a finales de los años setenta. El movimiento pretendía la liberación de los obreros como clase explotada, para lo cual utilizaba el recurso de la huelga -de orden ilegal durante la dictadura militar brasileña-como medida de presión para los patrones en la medida en que se trastocaban sus intereses de obtención de ganancia mediante la plusvalía y la acumulación de capital para nuevas inversiones.

El movimiento comenzó a tener gran presencia sobre todo en las zonas en las que había corredores industriales; así se organizaron y tuvieron cabida las llamadas grandes huelgas (generales) llevadas a cabo por millones de trabajadores de todo el país, con lo que se ponía en jaque no sólo a los intereses del capital, sino de la propia dictadura que ya entraba en sus últimos años de vida. Antes de finalizar la dictadura, el movimiento propuso la conformación de un Partido de los Trabajadores (PT) que respaldara, gestionara y garantizara los derechos de los trabajadores, pero no sólo los laborales y sindicales, sino sobre todo los políticos y civiles, como el de la propia organización social, como los sindicatos pero que fueran autónomos e independientes del Estado y de los partidos, y como la propia organización política como este partido de masas, con cuadros dirigentes que serían los líderes sociales y sindicales de todo el país.

Para volver a la idea de las condiciones de los trabajadores en el Estado benefactor, fuera de la cooptación de la clase obrera y de la formulación de clientelismos que es una práctica política bastante común en América Latina y muy particularmente en Brasil, las condiciones de los trabajadores se enmarcaban en las contradicciones de clase, pero esto significa que se trataba de un proceso de proletarización, es decir, se evidenciaban tales contradicciones y era posible su resolución a través de la organización social, de la teorización de la política, de la alfabetización y la capacitación de los compañeros, de hacer efectivo el derecho a la sindicalización y a usar el recurso de huelga, etc.

Pero al capitalismo internacional se le ha ocurrido una nueva modalidad para que eso no suceda más; es decir, no sólo se trata de despojar a los trabajadores de los medios de producción, sino de evitar que esos trabajadores realmente lo sean (Antunes, 2000), o sea, quitarles la capacidad de organización, de reflexión sobre su existencia, de cuestionamiento

al sistema, lo cual se logra con el abandono de la persona a su suerte, y la consecuencia es la fragmentación social, bajo un imponente discurso de individualización.

Aquí nos encontramos con un proceso de desproletarización que tiene diferentes vertientes que van desde el desempleo masivo que provoca la falta de recursos federales y locales, la privatización y la reestructuración administrativa de las empresas privadas, hasta el orillar a grandes masas de personas al subempleo, al comercio informal, a la prostitución y sobre todo a la maquila. Se trata de trabajadores que dejan de tener seguridad social, contratos y cartera laboral, que aceptan cualquier situación ínfima de empleo por tener un ingreso para la subsistencia familiar. Pero hay otros muchos que encuentran la forma de subsistencia en actividades altamente redituables como la delincuencia, el narcotráfico y el tráfico de armas. Y no podemos olvidar a los inmigrantes de todo el mundo que procuran asentarse en los centros capitalistas, incluso de sus propios países, para percibir aunque sea las migajas que echan, lo cual implica una serie de modificaciones sociales, culturales y de relaciones laborales que tienen una incidencia directa en la nueva modalidad de organización del mundo.

Lo que se hizo y lo que falta por hacer

El PT brasileño había sido un partido que construía su organización a través de los preceptos socialistas. Proponía sustentar la lucha de los trabajadores para consolidar un nuevo sistema económico y político; para ello, desde que finalmente hubo elecciones directas para presidente de la república en 1989, años después del término de la dictadura militar,4 el propósito era contender en las elecciones federales y, eventualmente, obtener el triunfo para, desde el poder, transformar a Brasil y llegar al socialismo. "El desempeño de Lula en las elecciones de 1989 hizo que el campo popular creyera que sus banderas esenciales -ética en la política y justicia social- constituían las propuestas fundamentales de la izquierda. Pero el tema de la crisis fiscal del Estado y de la lucha contra la inflación empezó a proyectarse, tomando a la izquierda por sorpresa." (Sader, 2010:16).

Poco a poco, a lo largo de las contiendas electorales cada cuatrienio, el PT enarbolaba la idea de la democracia, de eliminar las condiciones fraudulentas, de discutir al nuevo ciudadano brasileño como sujeto activo de su propia historia, de discutir las cuestiones nacionales en el seno de la sociedad y promover un sistema distinto que partiera de las bases trabajadoras. Entonces, en cada proceso electoral se notaba que la democracia se había convertido en un fin y no era ya un medio para alcanzar el socialismo (Carranza, 2007), contenido en sus postulados y estatutos.

El PT, como se observa, ha sufrido bruscos cambios en su acción y en su discurso políticos (Carranza, 2007). Ya para iniciar el siglo XXI, muchos especialistas consideran que el PT se había encaminado a un proceso de deterioro iniciado por el abandono de las bases sociales; los dirigentes petistas ya no eran líderes sindicales, sociales o campesinos,

4 La dictadura militar brasileña duró de 1964 a 1984.

sino simples funcionarios de partido. Por otro lado, sobre todo, al momento de alcanzar la presidencia de la República en 2002 y en 2006 mediante voto popular, el PT ya no era un partido de los trabajadores, era una partido de alianzas y coaliciones que había desradicalizado su discurso para obtener el espaldarazo de la social democracia, es decir, de las élites neoliberales.

A este debate sobre el deterioro del PT como partido socialista de los trabajadores se une el de crisis ideológica de las izquierdas nacida en 1989, con diversos repuntes y reflujos a partir de entonces, pero con un fuerte deterioro en la práctica política por parte de las organizaciones y dirigentes como el PT y su líder principal y presidente de Brasil hasta hace un año, Luíz Inácio Lula da Silva.5

Las nuevas condiciones de desproletarización mundial -que evidentemente afecta a Brasil como a toda Latinoamérica- sumadas a la pérdida de ideologías socialistas producen una imposibilidad de construir nuevas y alternativas formas de organización de los diversos sectores sociales. Era tarea del PT como partido de izquierda, y como el mismo partido sostenía en sus estatutos, propiciar espacios para la participación ciudadana una vez obtenido el triunfo electoral y llegar a la presidencia de la república. El PT ha tenido una participación importante en el poder legislativo, en las gubernaturas, alcaldías y presidencias municipales de todo el país desde 1982 y, desde ahí, ha sido impulsor de programas sociales importantes en los que ciertamente se promueve la participación, como lo fue el presupuesto participativo, por ejemplo. Pero para consolidar ciertos cambios en la sociedad, el PT debía observar que "el foco de la planeación regional precisa combinar dos dimensiones. Por una parte, debe pensar a la región como parte de la economía nacional, sin perder de vista la inserción internacional. Por otro, no se puede pensar la región de forma homogénea." (Campilina 2003: 35).

No podemos dejar de reconocer que, como partido en el gobierno federal, el PT ha tenido muchos aciertos en la conducción de sus políticas públicas particularmente las que se refieren a la reactivación del Estado en materia de desarrollo social y que, ciertamente, no lo es todo la tan mencionada "Bolsa familiar"6 (Rousseff, 2010), sino el que aquella capa de excluidos ha mejorado sus condiciones de vida y con ello su dignidad y su posibilidad de desarrollo político; pero aún falta mucho por hacer. Mientras tanto, también hay que decir otras cosas importantes sobre la forma de hacer política del PT; se trata de un partido en el gobierno que ha dejado de lado sus principios socialistas, que en 1998, en la contienda electoral contra Fernando Henrique Cardoso7 del Partido de la Social Democracia Brasileño (PSDB), misma que perdió, fue la ocasión que más votantes a su favor podía obtener (Singer, 2011), es decir, bajo el parámetro del socialismo era imposible sumar más votos que le permitieran llegar a la presidencia; por ello, para la contienda de

5 Los periodos presidenciales de Lula van de 2003 a 2010.

6 Se trata de un programa de otorgamiento de una despensa o canasta básica para las familias de escasos recursos económicos, pero que va junto con otros para el desarrollo general de las familias, es decir, salud, educación, etc.

7 Cardoso gobernó por dos periodos, de 1995 a 2002.

2002 había cambiado su discurso y su propuesta, y había hecho alianzas partidistas que le permitieran ganar.

Brasil es un país de enorme diversidad cultural y social, que tiene diferencias fundamentales en sus distintas regiones, por ejemplo, en los estados del sur y sureste que tienen una fuerza laboral del 65% tiene el 77 por ciento de la renta sobre cinco salarios mínimos. Mientras los estados noreste que tienen el 27 por ciento de la población económicamente activa, sólo adquieren el 12 por ciento de los ingresos. (Shneider, 1996, 174).

Es un hecho, pues, la desigualdad y las serias contradicciones en su interior. Sao Paulo, sin ser su capital, es una ciudad cosmopolita altamente industrializada que tiene una población de más de 10 millones de habitantes, y tiene importantes consorcios comerciales y financieros que interactúan constantemente con el capital internacional, mientras las regiones del norte y del nordeste concentran a gran número de familias que apenas subsisten en ínfimas e indignas condiciones humanas; muchas de ellas, además han migrado hacia los centros capitalistas del sur y sureste buscando mejorar su vida y lo que ha sucedido es que pasan a engrosar los cinturones de miseria (Santos, 2001) que rodean a ciudades como Sao Paulo, en las favelas. Cada vez aumentan más las contradicciones entre los centros urbanos y el campo. En términos regionales, los centros metropolitanos del cuadrante sureño del país existe un beneficio para los ingresos medios cuyo aumento es de tres a cinco veces, al menos. En un contraste brutal, cerca del 60 por ciento de las familias rurales permanecen por abajo del salario mínimo. (Shneider, 1996,173-174).

Para entender los procesos políticos y culturales en Brasil, como se puede observar, es necesario referirnos a la regionalización sin la cual, además, no se puede entender la globalización ni sus imbricaciones con lo local. Brasil ha construido historias particulares locales, regionales y nacionales pero, sobre todo, nos queremos referir a las grandes contradicciones y desigualdades que se habían acentuado en las últimas décadas; de hecho durante el siglo XX en Brasil "La desigualdad no se expresaba solo en los números fríos de las estadísticas económicas y sociales, sino que aparecía en las diferencias entre el centro-Sur rico y el Norte-Nordeste pobre o miserable, o incluso al interior de las grandes metrópolis de la región Sudeste [como es el caso de la ciudad de Sao Paulo]." (Garcia, 2010: 27).

La tarea del PT durante las administraciones de Lula, y lo que va del gobierno de Dílma Rousseff, no era menor sino, por el contrario -por todo lo ya expuesto- es una tarea fenomenal y de gran relevancia al tratarse de un partido de izquierda (que, como se vio, ya no lo es más). Pero una de esas tareas era la construcción de espacios para la participación ciudadana, dar la posibilidad a la población de dar a los trabajadores empleos dignos que facilitaran la reflexión sobre su existencia y, por lo tanto, la posibilidad de transformar su realidad. En efecto, para las grandes masas de desposeídos, concentrados principalmente en la región del nordeste, el gobierno petista ha significado una efectiva respuesta a la transformación de sus condiciones de vida, pero aún no tienen las posibilidades de empleos y de educación que les permitan dejar de ser subproletarios (Singer, 2011).

Si entendemos la idea de Gramsci de la construcción de una hegemonía social de consolidación cultural y política, con base en la capitalización de la diferencia y la heterogeneidad, que es más que clara en el caso de Brasil, para hacer frente a la hegemonía hasta ahora dominante, podemos decir que el gobierno petista en el gobierno federal no ha dado cause a esa posibilidad, pues

el reconocimiento de la especificidad histórica de esa multiplicidad [...] es la primera condición de esa estrategia hegemónica. No hay hegemonía sin reconocimiento de la totalidad de los antagonismos que surcan a una sociedad. Pero la hegemonía es algo más que el reconocimiento de la especificidad de esas posicionalidades democráticas: es la articulación de las mismas en torno a posicionalidades populares. (Laclau, 1985: 36).

Mientras tanto, la falta de seguimiento de un programa socialista por parte de este gobierno, ha provocado que otros sectores que aglutinaban y legitimaban al gobierno, como las clases medias-bajas y medias de intelectuales, profesionistas, empleados urbanos, etc. hayan dejado de creer en el PT (Singer, 2011) y, de hecho le retiraron su apoyo antes de su reelección en 2006; pero no sólo por la falta de contundencia en su actuación política, sino porque esos sectores vieron deterioradas sus condiciones de vida, pues hay carencia de empleos, de carteras laborales y de seguridad social, entre otras cosas. Pero Lula se reeligió en 2006 porque, si bien perdió a estas clases, ganó a las clases excluidas de otros lugares y se mantuvo con una mayor cantidad de votos que sus opositores.

A falta de izquierda en los gobiernos

Podemos asegurar que el PT ya no es más un partido de izquierda (Oliveira, 2011) o al menos no de una izquierda socialista sino, en todo caso, populista pero que tiene que gobernar bajo los fundamentos del neoliberalismo globalizado. Pero también es cierto que las grandes masas de trabajadores tampoco existen en Brasil; que los sectores sociales de estratos más bajos y los sectores que tienen un poco más de sustento para sobrevivir, se encuentran en condiciones que no les permiten ser proletarios. Si el PT ya no es un partido de trabajadores y en Brasil ya no hay trabajadores en forma masiva, sino grandes cantidades de trabajadores terciarizados, de empleados del crimen, subempleados o desempleados, tenemos que decir que el camino para construir alternativas es otro.

Lo que proponemos es una modificación y adaptación del lenguaje (Giménez, 2009) como un elemento clave para el conocimiento de las realidades particulares, es decir, de las formas culturales y, por lo tanto, políticas, para la interpretación de las diversas realidades brasileñas y latinoamericanas. Si el caso es que "según Marx [...] las relaciones sociales de producción e intercambio no siempre determinan el sistema de autoridad que prevalece, pues las líneas de causación pueden ir en distintas direcciones." (Moore, 1996: 22),

entonces, la idea sería, sencillamente, salirse del esquema, dejar de reproducir las relaciones inherentes al capitalismo e imaginas nuevas formas de convivencia.

Es decir, la idea es hacer notar que, aún en las condiciones más adversas a la formación de un movimiento obrero, la conciencia en los sectores más olvidados o en los que tradicionalmente se han inclinado hacia las formas conservadoras o reaccionarias, es posible (Goldmann, 1967). Hay muchas condiciones para que la información que se requiere difundir no sea aceptada, dice Goldmann, desde la falta de conocimientos previos hasta la conservación de las condiciones por parte de un grupo social, pero también plantea que puede ser que el lenguaje sea incompatible con las características del grupo, por eso es pertinente indagar por las categorías de espacio, tiempo, ciencia, en tanto que están enlazadas a la conciencia y, por lo tanto, "pueden ser recibidas sin una transformación social" (Goldmann, 1967, 4).

No es sencillo ni será a corto plazo, pero se hace necesario aprovechar los espacios que se abran para la acción colectiva, para la reflexión política, para pensar en uno mismo, en la colectividad y en las condiciones y contexto. Si partimos de que los sentimientos se involucran en las relaciones humanas y eso es inevitable, puesto que se trata de construcciones sociales, es decir, de sujetos (Moore, 1996), la identificación de sentimientos de solidaridad y colaboración, pueden propiciar la convergencia de intereses para la modificación del entorno, además, esa es una condición humana. Así, entonces, es significativo en esta reestructuración mundial, de claro tono capitalista, que en algunos países de América del Sur, el Caribe y Centroamérica gobiernen actualmente partidos y personas de las izquierdas latinoamericanas, con sus bemoles y sus dudosas actuaciones, con sus contradicciones y sus propuestas populistas y neoliberales. Porque, en todo caso, pueden representar una oportunidad para desarrollar a las comunidades y pueblos latinoamericanos y darnos a la tarea de construir alternativas contrahegemónicas (Ceceña y Sader, 2002), mismas que, bajo gobiernos de una índole más autoritaria, probablemente no lo conseguiríamos (como en México).

Fuentes de referencia

http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve:

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Recibido: 26 marzo 2012 Aceptado: 22 junio 2012

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