Научная статья на тему 'Reflexiones sobre el recorrido histórico de los movimientos estudiantiles, las teorías marxistas y las universidades públicas de Colombia.'

Reflexiones sobre el recorrido histórico de los movimientos estudiantiles, las teorías marxistas y las universidades públicas de Colombia. Текст научной статьи по специальности «Языкознание и литературоведение»

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Caribe colombiano / Estado / historia / Marx / marxismo / Colombian Caribbean / State / history / Marx / Marxism

Аннотация научной статьи по языкознанию и литературоведению, автор научной работы — Lina Marcela Martínez Durango, Guissepe D’Amato Castillo

Este artículo analiza cómo desde las universidades públicas de Colombia se formularon teorías alrededor de Marx y el marxismo en la segunda mitad del siglo XX. Esos "debates" fueron abiertos a consultas, con la publicación de varios textos que estudiaron como un cúmulo de teorías originadas en el siglo XIX servirían para estudiar prácticas como la economía socialista planificada por el Estado, la crítica al eurocentrismo, y los proyectos de transformación política, en sociedades del siglo XX.

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Reflections on the historical path of student movements, Marxist theories and public universities in Colombia.

This article analyzes how the public universities of Colombia formulated theories around Marx and Marxism in the second half of the 20th century. These "debates" were open to consultation, with the publication of several texts that they studied as a cluster of theories originating in the 19th century that would serve to study practices such as the socialist economy planned by the State, the critique of Eurocentrism, and transformation projects. politics, in 20th century societies.

Текст научной работы на тему «Reflexiones sobre el recorrido histórico de los movimientos estudiantiles, las teorías marxistas y las universidades públicas de Colombia.»

51, mayo 2022: 1-13

Reflexiones sobre el recorrido histórico de los movimientos estudiantiles, las teorías marxistas y las universidades públicas de Colombia.

Reflections on the historical path of student movements, Marxist theories and public

universities in Colombia.

Lina Marcela Martínez Durango* Guissepe D'Amato Castillo**

Resumen: Este artículo analiza cómo desde las universidades públicas de Colombia se formularon teorías alrededor de Marx y el marxismo en la segunda mitad del siglo XX. Esos "debates" fueron abiertos a consultas, con la publicación de varios textos que estudiaron como un cúmulo de teorías originadas en el siglo XIX servirían para estudiar prácticas como la economía socialista planificada por el Estado, la crítica al eurocentrismo, y los proyectos de transformación política, en sociedades del siglo XX.

Palabras claves: Caribe colombiano, Estado, historia, Marx, marxismo.

Abstract: This article analyzes how the public universities of Colombia formulated theories around Marx and Marxism in the second half of the 20th century. These "debates" were open to consultation, with the publication of several texts that they studied as a cluster of theories originating in the 19th century that would serve to study practices such as the socialist economy planned by the State, the critique of Eurocentrism, and transformation projects. politics, in 20th century societies.

Keywords: Colombian Caribbean, State, history, Marx, Marxism.

Recibido: 7 agosto 2021 Aceptado: 13 noviembre 2021

Introducción.

Este artículo de revisión, desde lo teórico y lo histórico, analiza algunas interpretaciones que se tejieron en los sectores académicos, estudiantiles y dentro de los círculos de intelectuales latinoamericanos sobre la creación de un sistema político que controlara la estatización de los medios de producción, y el control central mediante la planificación socialista, de la producción y distribución de los bienes y servicios; agenda en común entre algunos países como Argentina, Chile, México y Uruguay en la segunda mitad del siglo XX. Este documento responde desde el contexto colombiano a la pregunta ¿Qué función adquirió el marxismo en las modernidades periféricas, y cómo se convirtió en una teoría política que gustó a varios movimientos formales estudiantiles? Destaca primero, que en las

Colombiana (autora principal) Abogada. Magíster en Derecho. Doctorando en Ciencias Jurídicas y Políticas. Docente e investigadora a tiempo completo de la Universidad de la Costa (Barranquilla, Colombia) correos de contacto: lmartine117@cuc.edu.co / lmmardur@alu.upo.es

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Colombiano. Historiador. Magíster en Historia de América Latina. Doctorando en Ciencias Jurídicas y Políticas. Docente e

investigador a tiempo completo de la Universidad Sergio Arboleda (Barranquilla, Colombia) correo de contacto: guisepe.damato@usa.edu.co.

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últimas décadas del siglo XX el marxismo se empezó a emplear como instrumento de investigación y de crítica social, sus integrantes emprendieron el análisis de fenómenos históricos y de los problemas políticos contemporáneos; en este último aspecto las diferentes teorías del marxismo tienen una presencia más influyente, masiva y diversa en el panorama colombiano. Y segundo, que en el contexto nacional se reafirmó una tradición libertaria en la izquierda colombiana y mostraron que era posible aplicar, debatir y enseñar sobre el legado de Marx al estudio de la historia nacional y de los problemas sociales del momento a partir de los escenarios académicos y de la producción bibliográfica.

Cabe destacar que existieron problemas para debatir temas en torno a Marx y a las teorías del marxismo en el contexto académico de las universidades, y a la influencia de estos en los círculos académicos universitarios, básicamente por las dificultades políticas y dificultades analíticas que atravesaba el marxismo en todo el contexto global, y en el caso colombiano, por el estigma que se había creado alrededor de su influencia en la ideológica de las Fuerza Armadas Revolucionarias de Colombia — FARC. Todas estas situaciones nos llevan a revisar entonces que se ha escrito sobre Marx y el marxismo desde un punto de vista crítico que nos dé a conocer los contenidos aún vigentes en el escenario académico nacional, pero que también permitan conocer como fue el proceso de formación y luchas que vivieron los círculos académicos que encontraban en Marx y el marxismo una fuente de conocimiento para afrontar problemas notables en el contexto del país. Igualmente, a reconocer el papel de las instituciones universitarias públicas nacionales como plataformas de debate para concebir lo social desde la observación marxista.

Una de las hipótesis nos mostrará que los resultados de varias publicaciones fueron exitosos en cuanto al interés que generaban los textos y artículos relacionados con Marx y el marxismo en las universidades, además de cómo se establecieron un sin número de dogmatismos al concebir las teorías económicas y políticas desde la observación marxista, teniendo en cuenta para nuestro caso las coyunturas sociales de Colombia, especialmente las que guardan relación con los levantamientos y protestas estudiantiles de ese periodo histórico. En ese contexto los desarrollos teóricos marxistas eran vistos como apología de la lucha armada o propaganda subversiva, y cabe también recordar que en la década de 1990 los sucesivos procesos de paz en el conflicto armado del país permitieron que el marxismo y la teoría crítica emergieran nuevamente y se visibilizaran, con mucha más fuerza por la potencialidad de múltiples movimientos sociales que se estaba dando en Latinoamérica.

A manera de reflexión, destacó el impulso que dio el discurso del marxismo y los marxistas al modo de lucha de los trabajadores, los gremios y las organizaciones de los círculos de los estudiosos. Las acciones políticas y el activismo tampoco quedan exentas de este debate, especialmente desde mediados del siglo pasado cuando surgieron tendencias que cotejaron algunas ideas del Marxismo dogmático, de corte estalinista, y reclamaron un retorno a los clásicos en busca de nuevas perspectivas teóricas que enriquezcan la investigación y la acción política. Uno de los grandes aportes teóricos de ese debate se dio en Simposio patrocinado por el Departamento de Historia de la Universidad Nacional con motivo del Centenario de la muerte de Carlos Marx, en donde se analizaron los campos del conflicto social, de la acción política, de la ideología y de los estudios sobre la realidad nacional1.

1 Gonzalo Sánchez (Coord.) El marxismo en Colombia. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá: 1983.

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1. Los discursos y las manifestaciones universitarias como instrumento de lucha y resistencia en la segunda mitad del siglo XX.

En América Latina el modelo de lucha estudiantil trascendió profundamente en el ámbito social, y tuvo experiencia desde las movilizaciones estudiantiles hasta el surgimiento de partidos alternativos políticos. México fue uno de los países que inició una apretada cadena de luchas estudiantiles que desde la década de 1950 se caracterizó por la creciente orientación democrática, política y popular. Lo que en 1958 se conoció como movimiento de los camiones2 en 1968 alcanzó dimensiones desmedidas. El descontento estudiantil ese año surgió de una serie de incidentes aparentemente triviales unidos por una lógica inexorable. Un pleito callejero entre estudiantes afiliados al partido socialista y liberal contra afiliados al fascismo, la intervención de la policía, y el allanamiento del ejército a los recintos escolares encendieron una larga cadena de disturbios.

Esa coyuntura estudiantil mexicana sucedió al mismo tiempo que otras movilizaciones universitarias en distintos países. Cada movilización presentó un plan de protesta diferente (antibélicas, rebelión contra el autoritarismo, autonomía universitaria etc.) pero el descontento sería el factor análogo que cada una exhibió3. Las movilizaciones estudiantiles en México a finales de 1968 se vieron conmovidas con la Matanza de Tlatelolco. El asesinato y desaparición de estudiantes a manos de militares perpetrados en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco en México D.F. fue ubicado durante décadas en un segundo plano; aunque generó una amplia cadena de estudios históricos que abordan los relatos de los distintos actores de la época.

Entre 1969 y 1970 esas movilizaciones estudiantiles se sumieron en la desorganización. Aumentaron las represiones policiales, el consumo de drogas y la deserción estudiantil. Pese a ello permanecieron unidos al crear una conciencia colectiva populista defendiendo la libertad de los capturados por la policía en la represión de Tlatelolco. En 1971 Luis Echeverría Álvarez ocupó la presidencia, y creó un ambiente confortable para las movilizaciones estudiantiles al liberar a algunos presos de la Matanza de Tlatelolco. Líderes estudiantiles vieron en ese acto una apertura a las movilizaciones por el descontento en la reducción de impuestos y autonomía universitaria, desencadenando una nueva matanza conocida como la Masacre del Jueves de Corpus4.

La década de 1970 resaltó por la discrepancia generada en la participación de estudiantes en la política de México. En 1971 el gobierno destinó importantes recursos monetarios a las universidades. En 1973 recibió una emotiva visita de Salvador Allende quien ya había encaminado su programa de "socialismo a la chilena". Todo sirvió de vitrina a las relaciones exteriores y buena imagen del gobierno. Las represiones a las marchas siguieron, radicalizando al movimiento estudiantil. La confrontación entre guerrillas urbanas y los que creían en un principio democrático llegó en 1972 a gestar la idea de la destrucción de la universidad, que era vista como una "fábrica al servicio del capital".

La polarización estudiantil en los debates se vio sustentada con las lecturas de Marx, Lenin, Engels, Nietzsche y de pensadores latinoamericanos como Mario Benedetti, Gabriel García Márquez,

2 Gilberto Guevara Niebla. La Democracia en la Calle: Crónica del movimiento estudiantil Mexicano. Siglo XXI Editores. México D.F., 1988. pp.19-23.

3 Ilán Semo (et al.) La Transición Interrumpida: México 1968-1988. Editorial Patria. México D.F., 1993.

4 Gonzalo Martré. El movimiento popular estudiantil de 1968 en la novela mexicana. Universidad Nacional Autónoma de México Editores. México D.F., 1998. p. 20.

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Jorge Luis Borges entre otros. La situación no cambió hacia 1974, el ambiente se tornó dramático cuando los estudiantes respondieron las represiones policiales, provocando muerte en ambos bandos5.

En 1976 las organizaciones de resistencia estudiantil se incrementaron. En 1979 una interesante propuesta logró disminuir el intervencionismo militar en las universidades. Una discusión se abrió en la cámara de diputados de México sobre atribuciones y garantías autonómicas para la autorregulación y autogobierno de las instituciones universitarias. El resultado fue la inserción de artículos y fracciones a la constitución para la disminución de enfrentamientos entre las agrupaciones estudiantiles y el gobierno conciliatorio de José López Portillo. En la década de 1980 las manifestaciones sociales y huelgas siguieron en México. Las movilizaciones estudiantiles de 1968 y la década siguiente habían germinado en aquel país un descontento expresado por medio de protestas, paralizando en varias ocasiones el comercio y la industria.

En el sur de América las convulsiones económicas y políticas marcharon cercanas a la inconformidad social. Uruguay, por ejemplo, impulsó en 1967 una reforma a la constitución iniciada bajo un ambiente de estabilidad política y lejana al intervencionismo militar. Sin embargo, en 1968 los sectores sociales de clase media uruguayos se vieron afectados por una fuerte inflación en la economía de aquel país. En el caso de las movilizaciones estudiantiles en Uruguay es clave conocer que hacia 1968 se fortalecieron con la ley de 1958 para el incremento del cogobierno en las organizaciones de ese tipo. El auge del estudiante radical se dio entre 1968 y la intervención del poder ejecutivo en 1973, influenciados por la toma del poder de la dictadura militar. Las movilizaciones estudiantiles junto a la alta conflictividad sindical alimentaron la acción subversiva6. No obstante, desde su radicalización, el movimiento estudiantil uruguayo se caracterizó por una presencia agitadora durante los años previos a la dictadura de 1973. En Montevideo las movilizaciones se dieron a principios de 1968 en contra de la subida de boletos de transporte urbano. Hasta 1973 las peticiones de ajuste presupuestario de las universidades y la lucha en contra de bandas juveniles fascistas ocupaban un lugar privilegiado en las marchas de estudiantes.

En Montevideo se produjeron enfrentamientos con la policía, detenciones masivas, quema de vehículos. El movimiento estudiantil fue diverso respecto a su filiación política, pero en general se ubicó en diferentes posiciones siempre en el espectro de la izquierda. La derecha no se organizó a este nivel, aunque algunos grupos existían antes de 1968 (caso de las denominadas "bandas fascistas") Las constantes luchas entre el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros y la dictadura cívico-militar entre 1973-1985 profundizaron más el desosiego social que experimentó Uruguay7.

Argentina también sufrió un profundo cambio a partir de los levantamientos estudiantiles en 1968. La dictadura de extrema derecha política había derrocado en 1966 a Arturo Umberto Illia, lo que animó al discurso de los brazos de izquierda política. En el ámbito educativo el Movimiento Nacional Reformista de Argentina se mostró como una fuerza activa del Partido Socialista y de paso brindó una resistencia en contra de los impulsores de la llamada "revolución argentina".

En las regiones del norte (más precisamente en las provincias de Córdoba, Corrientes y Santa Fe) las movilizaciones estudiantiles estuvieron en desacuerdo con Juan Carlos Onganía, presidente de facto. En Corrientes las movilizaciones se presentaron por el excesivo aumento de los comedores estudiantiles en la Universidad Nacional del Nordeste. El resultado del aumento fueron movilizaciones diarias y apoyo popular generalizado.

5 Joel Alfonso Verdugo Córdova. El movimiento estudiantil en la Universidad de Sonora 1970-1974 un enfoque socio-histórico a partir del testimonio oral. Editorial Colegio de Sonora. Hermosillo, 2004.

6 Juan José Arteaga. Breve Historia Contemporánea del Uruguay. Fondo de Cultura Económica. México D.F., 2000. pp. 278-283.

7 Eduardo Tristán. Movilización estudiantil e izquierda revolucionaria en el Uruguay (1968-1973) En: Revista Complutense de Historia de América. Vol. 28. Madrid, 2002.

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En Rosario hubo gran apoyo al "Correntinazo", nombre para designar el movimiento de protesta en la ciudad de Corrientes. Las marchas estudiantiles apoyadas por los sindicatos de ferrocarriles e industriales se incrementaron diariamente hasta conseguir que en la ciudad se declarara como zona de emergencia bajo jurisdicción militar. El gobierno intervino universidades y centros educativos. El Rosariazo fue disuelto por las fuertes amenazas militares de disparar en contra de las multitudes estudiantiles y obreras8.

En Córdoba el descontento social parecía profundizarse aún más que en Corrientes y Rosario. La coyuntura del Cordobazo, insertado en un proceso de profunda radicalización política, alentó las condiciones para el deslizamiento de los conflictos sociales hasta la violencia civil9. El movimiento estudiantil participó en los actos levantados en el Cordobazo, contaban con una gran concentración de estudiantes universitarios de los cuales el 35 por ciento eran trabajadores. Este movimiento se caracterizó por su férrea posición ante la policía, a quienes enfrentaban con barricadas de automóviles, basura, pupitres y demás enseres inflamables10.

En Chile el plan de "Revolución en libertad" de Eduardo Frei dio prioridad a la educación. La búsqueda de autonomía universitaria se amplió entre 1967 hasta 1973. Durante ese lapso se dio la reforma a la educación, la cual estuvo impulsada por organizaciones universitarias. A partir de 1967 casi todas las universidades chilenas fueron escenario de movimientos reformistas, el resultado inmediato fue la señalización de militantes comunistas infiltrados en las movilizaciones.

Si bien las movilizaciones estudiantiles en Chile guardaron semejanzas con los eventos que se dieron en el Mayo Francés, es claro indicar que las experiencias serían diferentes hacia la misma época. El rechazo a la sociedad de consumo permaneció en la consigna de las movilizaciones de ambos eventos, pero en Chile las movilizaciones estudiantiles se encontraban a la búsqueda de modernización, democratización y compromiso social de la universidad11.

La reforma educativa en Chile en 1967 logró un consenso entre las clases menos favorecidas, el apoyo desde el gobierno hasta las agrupaciones estudiantiles ideologizadas fue considerable. Sin embargo, el golpe de estado efectuado en 1973 rompió con algunas expectativas durante el gobierno de Salvador Allende, eliminando considerablemente los avances realizados durante la reforma y los programas sociales al compromiso con las organizaciones estudiantiles. Las apresadas, matanzas, persecuciones y secuestros estuvieron a la disposición del nuevo orden político en Chile.

2. Piedras y pupitres: el contexto educativo de Colombia y Marx como inspiración bibliográfica y fuente de los discursos estudiantiles universitarios.

En la década de 1960 el panorama social de América Latina parecía convulsionar. Se fortalecieron, junto al discurso antiimperialista, los nacionalismos y los regímenes militares de extrema derecha12. Las clases sociales menos favorecidas económicamente se vieron influenciadas por discursos que

8 Oscar Anzorena. Tiempo de violencia y utopía: De Golpe de Onganía (1966) al Golpe de Videla (1976). Ediciones Colihue SRL. Buenos Aires, 1998.

9 Alejandro García. La Crisis Argentina, 1966-1976: Notas y Documentos Sobre una época de Violencia Política. EDITUM Editores. Murcia, 1994.

10 Laura Nuñez. Momentos insurreccionales: Revueltas, algaradas y procesos revolucionarios. Editorial El Viejo Topo. Barcelona, 2006.

11 Robert Austin Henry (Comp.) Intelectuales y Educación Superior en Chile: de la Independencia a la Democracia Transicional, 1810-2001. Editorial CESOC. Santiago de Chile, 2004.

12 Lina Marcela Martínez Durango, Guissepe D' Amato Castillo, Doris del Carmen Navarro Suárez &

Yudys Esther Berdugo Blanco. Environment and political ecology in the Mokaná indigenous culture of struggle (Malambo, Colombia) En: Journal of Legal, Ethical and Regulatory Issues (London) Vo. 24.

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activamente ganaban seguidores. Progresaron arengas populares pronunciadas por Fidel Castro y su ideal proyectado con la revolución cubana. Las lecturas de Karl Marx abrieron paso a la "Teoría de los tres mundos" de Mao Zedong. Luego se añadieron las hipótesis de Raúl Prebisch, Celso Furtado, Fernando Henrique Cardoso, Theotonio dos Santos concluidas en la Teoría de la Dependencia.

El contexto de Colombia, pero sobre todo del ambiente que se vivía internamente en las universidades públicas es trascendental en todo este debate. Primero, porque ayuda a entender cómo las movilizaciones de estudiantes adquirieron un gran apoyo de distintos sectores de la sociedad, junto con las obreras. En Colombia, por ejemplo, las movilizaciones estudiantiles se incrementaron durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla entre 1953 y 1957. En 1954 se extendieron con el asesinato de varios estudiantes de la Universidad Nacional de Bogotá. A partir de ese acontecimiento la salida de Rojas Pinilla fue apoyada por movilizaciones universitarias.

La historiografía colombiana brinda cierta atención a las protestas estudiantiles de 1960. La bibliografía sobre este tema se muestra productiva. Presenta datos que permiten conectar las luchas estudiantiles en defensa de algunas peticiones estudiantiles y las represiones del gobierno. Brindan un panorama del malestar social de la época unido a las débiles reformas en defensa de los más desprotegidos.

Se mostraron pioneros en el tema Ivon Le Bot y Francisco Leal Buitrago, quienes no sólo impusieron un enfoque analítico sino también una periodización del mismo. Ambos sostenían que únicamente se podía hablar de movimiento estudiantil durante el Frente Nacional (1958-1974), cuando el estudiantado logró crear una organización medianamente sólida con presencia en todo el territorio nacional13.

Mauricio Archila Neira se muestra precursor en el estudio de las organizaciones estudiantiles. Archila analizó las protestas escolares desde los tiempos coloniales, aunque no profundizó sobre su origen, porque sectores políticos se vieron influenciados y hasta qué punto trascendieron en el mismo plano. No obstante, esos vacíos fueron abordados recientemente en un interesante y profundo ensayo. Los datos, estadísticas y relatos de rigor histórico en ese trabajo son innumerables14.

Álvaro Acevedo Tarazona describió en un artículo la marcha liderada por estudiantes de la Universidad Industrial de Santander UIS en 1964. Detalló el apoyo obtenido por el estudiantado en las regiones del interior de Colombia. Examinó el cuerpo académico y el estado económico de la UIS. Recalcó la importancia del imaginario social que ofrecía el gobierno sobre esa marcha, señalando a los estudiantes participantes de comunistas y militantes de guerrillas subversivas15.

Tarazona siguió algunas pautas investigativas de Archila. Ubicó el malestar estudiantil como un fenómeno cultural destacable en la historia de América Latina. Resaltó las dificultades de los estudios sobre movimientos estudiantiles en Colombia para consolidar líneas investigativas. Detalló en un trabajo reciente particularidades del descontento estudiantil en las universidades de Cali, Bucaramanga y Medellín. Hizo un balance bibliográfico importante, pero no es claro al relacionar los eventos estudiantiles de la época en Colombia con los acontecimientos en el extranjero.

Los investigadores Miguel Ángel Pardo y Miguel Ángel Urrego referenciaron las jornadas de protestas universitarias iniciadas en Popayán y extendidas al país en 1971. Destacaron las constantes amenazas del gobierno, con detención y prestación del servicio militar, a quienes se considerarán en

13 Alvaro Acevedo Tarazona & Gabriel Samacá Alonso. 2011. Revolución y cultura en América Latina: el movimiento estudiantil como objeto de estudio en la historiografía colombiana y continental. En: Memoria y Sociedad - Revista de Historia. Universidad Javeriana. Vol.15. No. 31. p. 105.

14 Mauricio Archila. 2012. El movimiento estudiantil en Colombia, una mirada histórica. En: OSAL (Buenos Aires: CLACSO). No. 31.

15 Álvaro Acevedo. 2009. La marcha de los estudiantes, 1964. Un hito del movimiento estudiantil en Colombia. En: Revista historia de la educación colombiana. Vol. 12.

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desacuerdo con las normas académicas. Mencionaron la importancia del Programa mínimo del Movimiento Nacional Estudiantil que comenzó a perfilarse a partir del II Encuentro Nacional Universitario en Bogotá y ratificado en el III Encuentro Nacional Universitario en Palmira, Valle del Cauca16.

Con respecto al Programa mínimo del Movimiento Nacional Estudiantil Isabel Hernández Artega menciona, que su principal rasgo fue el carácter vanguardista que le imprimió al discurso anti imperialistas difundido entre las movilizaciones estudiantiles. Hernández destacó las expresiones de inconformidad contra el sistema y el régimen académico impuesto a la educación superior. Sin embargo, no especificó la relación del Mayo francés con las protestas estudiantiles en Colombia, divaga en este asunto, lo que no resta importancia a su trabajo17.

Un rasgo común en los trabajos antes mencionados es la ausencia de planteamientos que liguen el Mayo francés con las jornadas de disturbios estudiantiles que vivió Colombia. Gran parte de esos trabajos se centran sobre acontecimientos y lugares específicos, pero persiste en planteamientos que dejan a la deriva; como la relación a los eventos fuera del país. Las jornadas de disturbios y de malestar estudiantil en el Caribe colombiano no son abordadas por esos escritos. No definen hasta qué punto influenciaron las marchas y protestas en la política económica y social de la época.

Es clave conocer que el año de 1968 abrió para Colombia con un mensaje alentador del presidente Carlos Lleras Restrepo, quien concibió ese período como un momento para grandes cambios18. El país por medio de la prensa nacional seguía de cerca los eventos mundiales (la guerra en Vietnam, los levantamientos sindicales, las relaciones entre la Unión Soviética y Cuba, el surgimiento de las guerrillas comunistas en América, la carrera armamentista en la región, etc.) Sin excluir la cruzada que vivía el sistema educativo colombiano con el estímulo del gobierno a las aulas.

Lleras Restrepo se mostró participativo a la hora de invertir capital en el sector educativo, tanto así, que pensó destinar fondos de un préstamo al Banco Mundial para la creación de nuevas instituciones de alta calidad. Las universidades por otra parte, motivaban al sector financiero colombiano a invertir en los renglones académicos despuntando la necesidad de crear buenos centros documentales.

Ese año se establecería por primera vez una integración universitaria en el litoral del Caribe Colombiano, implicando a las universidades del Atlántico, del Magdalena y de Córdoba. Tal proceso recibió una cálida acogida por organizaciones internacionales. La integración universitaria en esta región parecía fortalecerse con la creación de un centro de investigación y la facilidad de intercambio estudiantil entre las universidades participantes. Contexto similar experimentaron algunas instituciones en el interior del país.

En 1968 Colombia enfrentó una oleada de violencia estudiantil, lo cual fue motivo de preocupación en la reunión de ministros de educación en México D.F. El panorama nacional era tenso debido a los brotes de malestar en las aulas. Las asociaciones estudiantiles rechazan la falta de recursos en los campos de investigación. Desde Bogotá, por ejemplo, se exigió al gobierno mayor autonomía para el cuerpo directivo de la Universidad Nacional; a finales de marzo la ocupación de esa institución por miembros estudiantiles fue una realidad.

16 Miguel Pardo & Miguel Ángel Urrego. 2003. El movimiento estudiantil de 1971 en Colombia. Conferencia dictada en Chile, Evento: 51 Congreso Internacional de Americanistas.

17 Isabel Hernández. 2007. El programa mínimo de los estudiantes colombianos. Movimiento estudiantil universitario de 1971 por la universidad. Todo un país. En: Revista Historia de la Educación Colombiana. No. 10.

18 Guissepe D'Amato Castillo & Lina Marcela Martínez Durango & Lina Guzmán Posso. El derecho laboral en Colombia: estudio de antecedentes históricos y sociales. Editorial Universidad Simón Bolívar. Barranquilla, 2020.

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Las directivas de la Nacional catalogan la ocupación estudiantil como un evento sin precedentes y la deslegitimaban haciendo un llamado al diálogo racional. Para la prensa, esa ocupación se distanciaba de los acontecimientos de Madrid, Roma o Varsovia, señalándole como un capricho violento de un reducido grupo del estudiantado. En Manizales una dependencia de la Universidad Nacional se unió al paro que se inició en Bogotá.

Siguiendo el cese de actividades académicas, en Bucaramanga un grupo de estudiantes del Colegio de Santander rechazaron la intervención del gobierno en la designación de nuevas directivas. La situación se tornó tensa con las protestas del Colegio y la Universidad Industrial de Santander UIS, quienes exigieron la presentación de un proyecto presupuestal anual, autonomía en la toma de decisiones sobre la secretaría de educación, la creación de un bienestar estudiantil y la mejora de infraestructuras. El gobierno amenazó con cerrar el Colegio de Santander si la huelga no finalizaba, lo cual fue ignorado por el estudiantado. La UIS cerró sus instalaciones por la cancelación de ese periodo.

Un escenario similar atravesó la Universidad de Cartagena. Allí el cierre de seis facultades encrudece la relación entre estudiantado y gobierno. Al estudiantado se le adhirió la Unión de Trabajadores de Bolívar, quienes ofrecían "sacar a la luz pública todas las irregularidades de la institución, sin contemplaciones de ninguna índole". Las actividades académicas se reanudaron a finales de julio después la intervención de Carlos Lleras Restrepo y del estudio de remoción del consejo directivo del centro universitario. Todo llevó a la destituían del rector del alma mater.

Los violentos disturbios fueron un rasgo común dentro del descontento estudiantil en el interior de Colombia en 1968. En la Universidad Nacional se convocaron marchas que concluyeron con duros enfrentamientos entre el estudiantado y la fuerza policial. Los ataques a locales comerciales, entidades bancarias y residencias fueron una constante. Las arengas revolucionarias enmarcaron las marchas. Esa jornada se vio oscurecida por el violento ataque a una menor de edad a mano de un participante de la movilización estudiantil.

Los motines en la Universidad Nacional persistieron. La inconformidad entre estudiantes afiliados al conservadurismo y al liberalismo colombiano creció, ambos bandos denunciaban el creciente fervor hacia el comunismo dentro de esa institución. Las pedreas se incrementaron y estuvieron ocasionalmente apoyadas por miembros externos al plantel universitario. La policía capitalina cercó la universidad en repetidas ocasiones, pero los disturbios permanecieron invariables en la segunda mitad de 1968.

Otras universidades capitalinas también vivieron en ese año brotes de inconformidad. Algunos estudiantes de la Universidad Externado se unieron a las jornadas de pedreas de la Universidad Nacional. La Universidad Libre también experimentó una toma estudiantil al claustro educativo, el cual fue rechazado por las directivas. Hacia el mes de septiembre un paro de maestros inició, generando la interrupción de actividades debido a la falta de pago en las mesadas.

En Barrancabermeja también se presentarían disturbios por parte del estudiantado del colegio oficial Diego Hernández de Gallego. Dos estudiantes de esa institución resultarían heridos a bala por miembros de la policía local. En la Universidad de Cali los alumnos ocuparon el claustro educativo, efectuando un inventario general de las posesiones del órgano en esa sede. La ocupación estudiantil de la Universidad de Cali era apoyada por el profesorado.

Dentro de esa jornada de protestas resaltaba el espíritu antiimperialista, firme seguidor de las consignas que mantenían diferentes grupos estudiantiles de América, Europa y el mundo en general. La toma de las instalaciones por un organizado grupo de estudiantes En la Universidad de Caldas, el cese de actividades giraba alrededor de la búsqueda de autonomía en esa institución.

En Pasto, los estudiantes de la Universidad de Nariño marcharon para recordar la matanza estudiantil ocurrida en Bogotá en 1954. El evento terminó en una asonada por las calles, se apedrearon

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un gran número de edificaciones y fueron heridos varios agentes policiales. Las jornadas de protestas continuaron por la detención de varios estudiantes debido a la posesión de volantes calificados como propaganda subversiva. En Tuluá una concentración transcurrió pacíficamente buscando apaciguar la ocupación policial a instituciones educativas después de la muerte de un miembro oficial en una anterior jornada de ocupación escolar.

El panorama educativo parecía obstruirse con el retorno de un número de estudiantes colombianos en el extranjero favorecidos por préstamos del Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior ICETEX. La propuesta del presidente de esa institución buscó ubicar a los estudiantes procedentes del exterior en universidades colombianas, las cuales abrirían sus puertas efectivamente al estudiantado, disminuyendo el flujo de divisas que tanto necesitaba el país.

A parte del malestar estudiantil, Colombia afrontó la inconformidad de los maestros en los departamentos de Boyacá, Cundinamarca, Choco, Guajira, Nariño, Santander y Valle del Cauca. El magisterio nacional expresó su preocupación por el cese de actividades de los educadores por la falta de pago de sueldos atrasados y el desconocimiento de prestaciones sociales. En muchos casos las medidas políticas presionaron al término de paros con la amenaza de desvinculación de los académicos al magisterio nacional retirándoles sus derechos al pago de mesadas.

En Cundinamarca la amenaza de paro de actividades por el profesorado motivó al gobierno a efectuar un pronto desembolso de pagos atrasados. En Montería la directiva del Colegio Nacional José María Córdoba denunciaba la falta de pago y el cese de actividades. Lleras Restrepo llamaba a la calma general del profesorado aludiendo a la fuerte inyección que se haría al sector educativo, para ello estimó un préstamo al Banco Mundial que sería suministrado ese año desde Washington.

Los ecos de paralización general del sector educativo ganaban mayor apoyo debido a la situación que atravesaba el sector educacional en Santander, donde se adeudaban mesadas de maestros y se mantenían encarcelados varios dirigentes de la Federación Colombiana de Educadores y de la Asociación Santandereana de Institutores de Primaria.

A fines de 1968 el gobierno buscó organizar los cuerpos administrativos universitarios y creó el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior ICFES adscrito al Ministerio de Educación. La medida inicialmente no tuvo mayor aceptación, el estudiantado encontró mayor interés en otros eventos del país, ganando apoyo entre los sindicatos de maestros y obreros.

Iniciando el año de 1969 el alza en las tarifas de los transportes generó fuertes disturbios en Cali, elevando marchas y protestas enaltecidas por asociaciones estudiantiles. Lo que terminó en una asonada estudiantil, se caracterizó por las pedreas a locales comerciales y sistemas de transporte, así mismo por la jornada de saqueos. Un visto bueno se dió a la medida del gobierno de Lleras, quien en sus facultades decretó la creación de un auxilio al transporte urbano para los estudiantes.

Cali se encontró también a la expectativa por la anunciada paralización del comercio y la educación debido al alza en los servicios públicos. La intervención de un numeroso cuerpo de soldados fue necesaria para retomar el control de la ciudad. Pese a la ocupación militar, las movilizaciones estudiantiles se caldearon cuando la policía efectuó arrestos a los educandos que perpetuaron la ocupación de la Universidad Tecnológica del Valle, así mismo al rector de la institución y al secretario general por aparente apoyo a la toma. Las marchas por la liberación del rector May Ackermann llevaron a pedreas estudiantiles y exclamación de consignas antiimperialistas.

El descontento por el alza de los servicios también se trasladó a Pasto en donde una asonada le permitió al estudiantado de la Universidad de Pasto tomar el control del claustro institucional. Los sectores afectados volvieron a ser el comercio y la jornada de estudio por las pedreas, obligando también a la suspensión del sistema de transporte de buses.

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Aunque en Bogotá, las protestas en contra del alza de tarifas de transportes se dieron, las movilizaciones y organizaciones estudiantiles universitarias se mantuvieron mayormente participativas en el escenario político. El comunismo ya ganaba apoyo entre el estudiantado capitalino. Los mítines en contra de las políticas nacionales se mostraban radicales al momento de expresar oposición a candidato o partido político alguno. En la Universidad Nacional sobresalía un grupo de estudiantes quienes se hacían llamar la Línea de Pekín.

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Los grupos de estudiantes afiliados ideológicamente al pensamiento de Karl Marx, a sus estudiosos, a las prácticas de Mao Tse-Tung, a las figuras de Camilo Cienfuegos, Ernesto Guevara y Fidel Castro empezaron a ser reseñados por extender redes de discursos en los colegios de Barranquilla, Bogotá y Medellín. Las redes de discursos políticos por parte de los universitarios empezaron a ser desde entonces atractivas a los estudiantes de las escuelas secundarias.

La suspensión de los semestres en las universidades de Colombia fue una constante hacia 1969. Algunas efectuaron la suspensión debido a la falta de pago de los cuerpos directivos. La debilidad en material infraestructural marcó el descontento de ese año. El punto álgido del descontento estudiantil lo resaltó el informe de recortes económicos que se llevarían a cabo en 1970. El congreso decretó la reducción en los aportes del gobierno a las instituciones académicas otorgando esa responsabilidad al recién creado ICFES.

Dentro de todo del panorama estudiantil destacó el buen estado de las finanzas en las instituciones del departamento de Antioquia. La situación allí era contrapuesta con la de un considerable número de departamentos colombianos, en donde el atraso y la falta de inversión despuntaban. El alza de pagos a los maestros se dio en 1968. Un año después se modernizó el campo universitario en la Universidad de Antioquia oficializado por Lleras Restrepo; pero no se eliminaron los levantamientos. Entre 1969 y 1970 el cierre de ese claustro educativo se efectuó en repetidas ocasiones.

Iniciado el año de 1970 se presentó la idea de un paro general del magisterio. La organización gremial de la Federación Colombiana de Educadores FECODE solicitó al gobierno tener en cuenta algunas recomendaciones presentadas por los académicos para evitar el cese de actividades. La respuesta del gobierno fue la amenaza en los despidos de quienes paralizaran sus actividades.

A principios de ese año se siguió debatiendo hasta qué punto la educación influenciaría el espíritu desarrollista de la juventud colombiana. El gobierno colocaba a favor del país la creación de nuevas instituciones educativas, pero la carencia de organización en los cuerpos administrativos era demasiado notable y generaba desórdenes ocasionalmente. En materia de infraestructura los centros educativos avanzaron, pero no se tuvo en cuenta —por parte del gobierno— el fortalecimiento de los entes reguladores, lo que resultó caótico para estudiantes y padres de familia.

En 1970 los cuerpos militares se hicieron partícipes de las políticas educativas. En el Seminario de Conflictos Estudiantiles un general colombiano señaló que el valor democrático de las instituciones educativas estaba concluyendo, dando paso al nihilismo, a las asonadas, y las acciones subversivas impulsadas desde las universidades. En mayo de ese año se acordó el cierre parcial de las universidades oficiales y privadas lo que ocasionó una asonada en Cúcuta.

No resultó extraño para la época encontrar movilizaciones netamente impulsadas por movimientos estudiantiles feministas. Algunas apoyaban incondicionalmente el mal momento que atravesaban los educadores de varias ciudades. Resultaban innovadoras al mismo tiempo, aunque anteriormente se dieron en repetidas ocasiones, por el número de participantes que lograron conseguir. Las arengas feministas en apoyo a la educación preocupaban al orden gubernamental del país. Fueron también suprimidas por la fuerza policial.

El año no concluyó con resultados positivos para el estudiantado y los maestros de Bogotá. Mientras la Universidad Nacional declaró una crisis en sus arcas que siguió profundizándose a lo largo

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de la década de 1970, la Universidad de la Salle y la Universidad Javeriana cesaron sus actividades académicas debido al alza de pagos semestrales. En Boyacá la falta de pago a los maestros llevó a duros enfrentamientos efectuados en Tunja. Las asonadas estuvieron apoyadas por los padres de los educandos. Destacaron por las pedreas al transporte público.

En 1971 el gobierno de Misael Pastrana Borrero se esforzó en crear un ambiente estable al sector educativo, sin embargo, era perceptible el malestar de estudiantes y maestros. Pastrana designó a Luis Carlos Galán como ministro de educación. Durante su administración Galán denunció públicamente el desfavorable estado de la educación en Colombia, donde sobresalían la deserción estudiantil y la alta incapacidad de los docentes. Sugirió entonces una profunda reforma desde la básica escolar hasta la formación del personal docente abriendo paso a nuevas metodologías de enseñanza.

A pesar del reconocimiento de una deficiencia en el sistema educativo por el gobierno, las escaramuzas estudiantiles persistieron. Cali fue una de las ciudades más afectadas por las pedreas. Esa ciudad se destacó por la férrea posición del estudiantado ante las autoridades de Valle del Cauca. La situación desmejoró con la participación de estudiantes de los colegios del Estado en las pedreas originadas a mano de los universitarios. El panorama de los educadores era igual de confuso en Cauca, Medellín y Meta las escuelas cesaron sus actividades. La motivación para el reinicio de actividades fue desatendido. Las tomas de facultades en las universidades públicas fueron una constante.

El panorama universitario parecía no mejorar, la convocatoria a un paro generalizado en la educación superior ganaba cada vez mayor apoyo. En Cali y Medellín los encuentros estudiantiles terminaron en pedreas que dificultaban el comercio. La labor del ministro Galán ganó apoyo en la FECODE, dando apertura a la Universidad Industrial de Santander, a la Universidad de Tolima y a otras instituciones en Cali y Popayán. Galán facilitó el pago de reajuste en las mesadas de los maestros con el impulso al decreto N. 070 de 1971.

Pero no existió acuerdo sobre un espacio para el diálogo entre organizaciones estudiantiles, sin excluir el papel activo que ganaron los sindicatos obreros, y la administración de Pastrana Borrero. En Cali una dura asonada nubló las conversaciones entre Galán y la FECODE. El escenario era confuso en medio de piedras y gases lacrimógenos. El comercio se afectó en su mayoría. El listado de heridos y muertos no fueron las excepciones en las duras jornadas de disturbios. El gobierno decretó primeramente el estado de sitio en esa ciudad, horas después lo extendió a todo el país.

La militarización de las calles no generó el efecto que el gobierno esperaba. Las asonadas en Cali provocaron la rápida salida del rector de la Universidad del Valle, la prohibición en la venta de licor y la pérdida de apoyo del capital privado. En ciudades como Medellín los disturbios se encrudecieron, la gestión de Galán ante la FECODE no avanzó obligando a los educadores de escuelas primarias a extender el cese de actividades.

El primer semestre de 1971 estuvo caracterizado por la radicalización de las protestas del sistema educativo. Aunque ciertamente, el ministerio dirigido por Galán generó varios decretos que redujeron el malestar interpretado en las huelgas. Las universidades de Antioquia, Nacional y del Valle suspendieron ese primer periodo a orden de los decretos emitidos en el mes de abril, de paso obtuvieron cierta autonomía al tomar el reinicio de clases bajo la consideración de los órganos académicos internos.

Galán se destacó por su activa cercanía a los intereses de los estudiantes y maestros universitarios en 1971, él elaboró un proyecto posteriormente aprobado en el congreso. Ese plan de reforma universitaria disponía de una mejor preparación del profesorado, impulsaba la libre investigación y la formación bajo responsabilidad moral de nuevos investigadores.

El resultado de esa reforma generó un momentáneo cambio de directiva en la Universidad Nacional y disminuyó considerablemente la crisis que atravesaba la Universidad de Antioquia. Así

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mismo ocasionó protestas por parte de un grupo de universidades privadas, quienes vieron en la reforma propuesta por Galán un obstáculo para la inversión en las instituciones privadas. Se temió a una disminución de capital de los contribuyentes, lo que generaría un peso después a las arcas del estado que se verían en la necesidad de auxiliar económicamente a las instituciones.

3. Conclusiones.

Sería anticipado realizar conclusiones definitivas en esta parte de la investigación. A pesar del interés de la historiografía colombiana por conocer cómo los movimientos estudiantiles interactuaron con las políticas académicas y gubernamentales de la época, y cómo se articularon al discurso del marxismo dentro de las realidades colombianas. Las investigaciones sobre este tema siguen ganando espacio en los trabajos históricos con rigor científico. A pesar de que existen unas pautas previas para el estudio de los disturbios y protestas que ha sufrido históricamente el país, al momento de ligar estos eventos a fenómenos externos las investigaciones se muestran poco precisas. Referenciar al Mayo francés en los estudios locales resulta en ocasiones riesgoso, teniendo en cuenta que los tumultos en el país se dieron por faltas de reformas, por factores económicos, políticos y sociales de la época, etc. La influencia externa para el estudiantado no pasó de ser ideológica. Los trabajos consultados se mostraron nutridos en la indagación de nuestro objeto de estudio en las universidades del interior de Colombia.

El papel de las minorías étnicas (indígenas y afrodescendientes) en ese periodo también tuvo interés por cómo el marxismo era una herramienta discursiva para obtener mayores derechos en temas relacionados con el acceso a derechos fundamentales. De hecho, estos grupos minoritarios vieron en las formas de lucha que inspiraba Marx una ventana para visibilizar los graves problemas de inequidad, exclusión y discriminación de nuestro sistema escolar.

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