Научная статья на тему 'RECORDAR Y CONTAR DESDE EL GéNERO. REFLEXIONES SOBRE LOS RELATOS DE MUJERES'

RECORDAR Y CONTAR DESDE EL GéNERO. REFLEXIONES SOBRE LOS RELATOS DE MUJERES Текст научной статьи по специальности «Языкознание и литературоведение»

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Ключевые слова
GéNERO / GUERRILLA / MUJERES / HISTORIA ORAL / MEMORIA

Аннотация научной статьи по языкознанию и литературоведению, автор научной работы — Pasquali Laura

Parte del interés despertado por la historia de las organizaciones armadas en las décadas de los años sesenta y setenta en Argentina puso la mirada en la militancia de las mujeres, las relaciones de género al interior de la guerrilla y las motivaciones del activismo femenino. Destacamos la pertinencia de las reflexiones sobre la construcción y utilización de las fuentes orales para visibilizar las relaciones de género entre las y los militantes que con otras estrategias resultan inaccesibles.

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Текст научной работы на тему «RECORDAR Y CONTAR DESDE EL GéNERO. REFLEXIONES SOBRE LOS RELATOS DE MUJERES»

Recordar y contar desde el género. Reflexiones sobre los relatos de

mujeres

Remember and tell from the genre. Reflections on women's stories

Laura Pasquali*

Resumen

Parte del interés despertado por la historia de las organizaciones armadas en las décadas de los años sesenta y setenta en Argentina puso la mirada en la militancia de las mujeres, las relaciones de género al interior de la guerrilla y las motivaciones del activismo femenino. Destacamos la pertinencia de las reflexiones sobre la construcción y utilización de las fuentes orales para visibilizar las relaciones de género entre las y los militantes que con otras estrategias resultan inaccesibles.

Palabras clave

Género, guerrilla, mujeres, historia oral, memoria Abstract

The researches on the history of the organizations armed in the decades of the sixties and seventies in Argentina were interested in the militancy of the women, the relations of genre to the interior of the guerrilla warfare and the reasons of the feminine militancy. To study it we favour the use of the oral sources to know the relations of genre between the activists. In this research we detain in the genre as one of the edge that they emerge of the testimonies, because when we narrate histories of life we do it from the perspective of our genre.

Key words

Genre, guerrilla, women, oral history, memory

* Argentina, Dra. en Humanidades y Artes, Mención Historia. Docente e investigadora de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (Argentina). E-mail: laura@pasquali.com.ar

Introducción

Una de las fortalezas con que la agenda historiográfica argentina se presentó en lo que va de este siglo es el desarrollo de las investigaciones que incorporan a las mujeres y las relaciones de género como un plano ineludible para el estudio de los procesos sociales. Ya sean indagaciones específicas de los estudios de género o integrando las categorías mujeres y género dentro de marcos conceptuales más amplios, sea por preocupaciones genuinas o circunstanciales cierto es que las relaciones de género son cada vez más referidas para explicar e interpretar la historia argentina.

Parte del interés despertado por la historia de las organizaciones armadas en las décadas de los años sesenta y setenta en argentina puso la mirada en la militancia de las mujeres, las relaciones de género al interior de la guerrilla, las motivaciones del activismo femenino, etc.1. Este trabajo se inserta en esas preocupaciones, o mejor aún es parte de una reflexión subsiguiente a la investigación de problemas generales sobre la militancia revolucionaria armada en los años setenta2. A través de explorar en las expresiones del Gran Rosario podemos contribuir al armado de parte del mosaico nacional sobre estas experiencias que nos permita repensar ciertas tesis sobre los "casos nacionales". Por ejemplo, el modo en que las y los integrantes de la guerrilla desarrollaron su militancia; por qué optaron por el marxismo y de qué modo concebían el socialismo; cómo construyeron su cotidianeidad en un contexto que, en la mayoría de los casos, les imponía la clandestinidad; qué tipo de prácticas y experiencias pusieron en marcha para vincularse con otros sectores sociales; cómo y en que momentos se desarrolló la guerrilla en la región del Gran Rosario y que especificidades tuvo, a

1 Al respecto pueden consultarse Luciana Seminara y Cristina Viano "Las dos Verónicas y los múltiples senderos de la militancia: de las organizaciones revolucionarias de los años 70's al feminismo". En Andujar, Andrea, D'Antonio, Débora y otras (coord.) De minifaldas, militancias y revoluciones. Exploraciones sobre los 70 en la Argentina., Buenos Aires, Editorial Luxemburg, 2009; Alejandra Vassallo "'Las mujeres dicen basta: movilización, política y orígenes del feminismo argentino en los 70" y Karin Grammático "Las 'mujeres políticas' y las feministas en los tempranos setenta: ¿un diálogo (im)posible?". Ambos textos en: Andújar, A. et al. (comps.), Historia, género y política en los 70, Buenos Aires, Feminaria, 2005; Karin Grammático, "Historia Reciente, Género y Política: el caso de la Agrupación Evita", en AA.VV., Los '60 de otra manera. Vida cotidiana, género y sexualidades en la Argentina, Buenos Aires, Prometeo, 2010; Catalina Trebisacce (2010), "Una segunda lectura sobre las feministas de los '70 en Argentina". Conflicto Social, Año 3, N° 4, Diciembre, 2010; Luciana Seminara Bajo la sombra del ombú. Historia de una disidencia, Ediciones Luxenburg, Buenos Aires, en prensa; Cristina Viano La nueva izquierda peronista en el Gran Rosario en los primeros años70. Una intromisión en la Historia Argentina Reciente. Tesis doctoral, Escuela de Posgrado, Facultad de Humanidades y Artes, Rosario, 2013; Laura Pasquali "Mandatos y voluntades: aspectos de la militancia de mujeres en la guerrilla". En: Temas de Mujeres. Revista del Centro de Estudios Históricos Interdisciplinarios Sobre las Mujeres, Universidad Nacional de Tucumán. Año 4 - N° 4, 2008; Paola Martínez; Género, política y revolución en los años setenta. Las mujeres del PRT-ERP. Imago Mundi, Buenos Aires, 2009. Asimismo existen una multiplicidad de proyectos de tesis y tesis en curso sobre el tema (Nadia Freytes, María Gracia Tell, Ana Noguera, entre otras). De ningún modo este listado agota las producciones sobre el tema.

2 Pasquali, Laura Memorias y experiencias en las y los militantes de la guerrilla marxista en el Gran Rosario, 1969-1976. Un abordaje desde la historia social. Tesis doctoral, Facultad de Humanidades y Artes, UNR, 2008

su vez que bucear en la forma en que impactaron en la militancia regional las políticas generales de las organizaciones; cómo eran percibidas las relaciones de género al interior de los grupos así como la existencia de debates al respecto; de qué modo se imprimieron en sus memorias los años de militancia y cuáles son los registros desde el presente. En tal sentido, en las experiencias regionales aquí estudiadas surgen una cantidad de indicadores en torno a tramas de género que habría que indagar si se aplican en otros espacios y de ser así habría que repensar algunas premisas dadas como irrevocables.

Continuando con esta línea, destacamos la pertinencia de las reflexiones sobre la construcción y utilización de las fuentes orales para, a partir de ellas poder visibilizar las relaciones de género entre las y los militantes que con otras estrategias resultan inaccesibles. Nos inclinamos por ubicar el eje del trabajo de fuentes orales desde la vertiente hermenéutica, considerando que la materia prima de la historia oral consiste no solo en información de hechos sino también expresión y representación de experiencias, por lo que incorpora las dimensiones de la memoria y la ideología; por ello es que se privilegia (aunque no es en ningún modo excluyente) la verificación entre los testimonios.

La búsqueda de la historia de las mujeres en la historia de la conflictividad política y social argentina exige que nos detengamos en el género como una de las facetas que emergen de la mayoría de los testimonios orales. Cuando narramos historias de vida lo hacemos desde la perspectiva de nuestro género, pues narrar desde el propio género también aporta a los relatos orales una suposición socializada de cómo deberíamos comportarnos. Por ejemplo, muchas mujeres se sorprenden ante la pregunta de si no estaban resentidas por no ocupar cargos directivos o no tener responsabilidades mayores y responden que las organizaciones se construían y crecían con la actividad militante, y ese no era un rol menor3. Suelen ser comunes las descripciones acerca de cómo se hacía caso omiso a los problemas de salud para estar en las reuniones o vender periódicos; la idea es que al cuerpo había que templarlo. Este hecho de no tener en cuenta la totalidad del ser corporizado se refleja especialmente en los relatos de varones.

Hemos planteado antes nuestra consideración acerca de la necesidad de introducir una perspectiva de género, puesto que de lo contrario, se estaría en deuda con una parte de los sujetos de la historia que queremos construir (además de tomar una parcialidad de la realidad social que se intenta explicar). Por ello, además de profundizar en el modo en que ciertos temas y problemas se manifiestan en forma disímil en los relatos de mujeres y varones, también es necesario revisar algunos interrogantes que se presentan ante los testimonios de mujeres.

Problemas en la historia reciente argentina y del Gran Rosario

Desde el ámbito historiográfico se pretende constituir el pasado cercano en objeto de estudio, y las diversas denominaciones dan cuenta del carácter impreciso del término al momento de establecer la especificidad temporal (historia del tiempo presente, historia actual, historia

3 Por supuesto que no pensamos que la militancia de base sea algo menor, por el contrario, el interés de esta investigación se centra en la militancia de base, pero no podemos dejar de observar el rol que estaba destinado a la mayoría de las mujeres en estas expresiones políticas.

inmediata). A diferencia de las tradicionales formas de periodizar la historia, no existe en el caso de la historia reciente un acuerdo sobre qué criterio la determina. Puede definírsela como la producción historiográfica que tematiza acontecimientos, fenómenos o procesos sociales que forman parte de la memoria inmediata de ciertos grupos, así como la transmisión de esa memoria a partir del contacto entre generaciones que comparten el mismo presente histórico. Las categorías implícitas en esta conceptualización garantizan una delimitación temporal independiente para cada caso, proporcionan un marco que permite pensar las condiciones epistémicas de la historia del tiempo presente, y posibilitan la resignificación de la relación historia-memoria. Los temas y problemas que articulan el período delimitado aquí se abren a partir de los cambios operados en la estructura económica y social argentina desde 1958 con el estímulo a la inversión de capitales monopólicos y más específicamente por el llamado "Programa normalizador" que intentaba reglar el funcionamiento de la economía capitalista en el país durante la gestión de Krieger Vasena en el Ministerio de Economía durante el gobierno de Juan Carlos Onganía (1966-1969).

La región del Gran Rosario (sur de la provincia de Santa Fe, Argentina) presentaba un heterogéneo panorama de experiencias militantes tempranas: el desarrollado activismo estudiantil, tanto secundario como universitario, la capacidad de presión de las comisiones de familiares de presos políticos, la precoz expansión de experiencias guerrilleras y la creciente participación de las mujeres en el activismo político y sindical; todo esto ha conformado un espacio de ebullición en uno de los principales polos de desarrollo económico industrial del país.

Esta situación se complejizaba con la profunda crisis en las dirigencias sindicales y el proceso de irrupción de las bases sobre los dirigentes, generada en parte por el carácter clasista del activismo sindical de la zona norte del cordón industrial del Gran Rosario que presenció el impulso de experiencias antiburocráticas y de control obrero de la producción; en suma, un abanico de expresiones combativas y radicalizadas que dan cuenta de una sociedad conmocionada por el contexto represivo que había instalado la Revolución Argentina desde 1966, pero a su vez dando muestras de actitudes desafiantes hacia las relaciones sociales que tendía a imponer el modelo social de acumulación de capital de planeado por el gobierno militar. De hecho, una de las manifestaciones más notables desde el inicio de la dictadura de Onganía fue la politización de los trabajadores hacia la izquierda4.

En esta conformación adquirieron un inusual protagonismo también los estudiantes, algunos grupos de la iglesia católica, docentes, etc.; la movilización estudiantil en su conjunto tomó nuevo carácter al apelar a la construcción de frentes con los trabajadores, movilizándose junto a ellos. Las movilizaciones denominadas Cordobazo5 y Rosariazos6 fueron el inicio de un

4 Pozzi, Pablo y Schneider, Alejandro. Los setentistas. Izquierda y clase obrera: 1969 - 1976. Buenos Aires: EUDEBA, 2000.

5 En mayo de 1969, el gobierno militar anunció que se anulaban los regímenes especiales de descanso del "sábado inglés"; al mismo tiempo, se congelaban los convenios colectivos y los salarios. En Córdoba, las regionales de los sindicatos de trabajadores automotrices, transportistas y de energía convocaron a una asamblea general. Y lideraron la protesta que terminó en un enfrentamiento con la policía y un llamado a un paro general. El 29 de mayo, obreros y estudiantes salieron juntos a las calles. Ante la magnitud de la movilización, el presidente ordenó a las Fuerzas Armadas que se hicieran cargo de la situación; como resultado hubo presos, heridos y muertos.

6 Entre marzo y septiembre de 1969 se sucedieron una serie de movilizaciones que culminaron en la más importante, iniciada por un conflicto obrero de la Unión Ferroviaria de Rosario que concluyó en una huelga; la

proceso de agudización de la protesta social y la lucha armada que, desde entonces y por varios años se desarrolló en la sociedad argentina. Tan importante fue su impronta que señala un punto de inflexión en el período que va desde 1966 a 1976. Implicaron cambios desde varios puntos de vista: echaron por tierra muchos de los proyectos de la "Revolución Argentina", pusieron en cuestión el rol tutelar de las Fuerzas Armadas. Una de las consecuencias fue la huida de capitales y la baja en la inversión de capitales extranjeros. El descontento se trasladó hacia el interior de las Fuerzas Armadas, que en un primer momento se mostraron impotentes para neutralizar la movilización popular y una creciente actividad de las organizaciones armadas7.

Las voces silenciadas: testimonios de mujeres

"Las mujeres, al igual que todos aquellos que nunca han sido reconocidos por la historiografía, no están acostumbrados a que se cuente su historia"8. Los relatos sobre la participación de mujeres en la política han sido silenciados en parte porque quienes construyeron esas historias son los cuadros dirigentes, en los cuales la presencia femenina era escasa o nula. Además, muchas veces las propias mujeres minimizan su participación política, en virtud de considerar que su militancia no fue significativa. Lo primero que suelen decir estas mujeres es "en realidad, yo no militaba, militaba mi compañero", "mi participación no fue tan importante". Son varios los sectores que no son tenidos en cuenta al momento de hablar de las organizaciones armadas; cuando notamos la fuerza con que se imprimió la noción socializada de cómo debía ser un militante, se evidencia claramente que son varios los perfiles que quedan "fuera del modelo". Aquí nos ocupamos de las mujeres porque consideramos su relevancia en la comprensión del fenómeno social de la época, puesto que uno de sus aspectos más notables fue la participación más abierta de las mujeres en la guerrilla.

Para acercarnos a ello, vuelve a hacerse presente que la historia oral es una de las metodologías cualitativas privilegiadas al momento de referirnos al activismo femenino. Reiteradamente nos topamos con una constante al entrevistar a las mujeres: las propias militantes restan importancia a su práctica. Por ejemplo, es sumamente revelador que después del relato del trabajo en una villa, y mediando el comentario acerca de que dormían tres horas por día, además de tener una vida "re activa", se concluya en que "no era mucha militancia". Frente a una historia de la militancia política que tradicionalmente privilegió la historia oficial o

medida se tomó primero en Rosario y otras ciudades del sur de Santa Fe, luego se extendió a Buenos Aires, Capital Federal y Córdoba. Mientras el problema ferroviario se agudizaba, los estudiantes se movilizaban. Ante semejantes manifestaciones, el gobierno amenazaba con la represión, lo que convocó a diversos sectores de la sociedad rosarina (obreros, estudiantes, profesionales, comerciantes, intelectuales) al paro y la movilización para los días 16 y 17 de septiembre. Las características del enfrentamiento fueron la instalación de barricadas, hogueras, quemas de automóviles, ataques a comercios abiertos y bancos. Primero la policía rosarina se encargó de la represión y luego llegaron refuerzos de ciudades cercanas.

7 Para algunos investigadores y protagonistas, las organizaciones armadas no parecían advertir los cambios sociales de los que daban cuenta estas movilizaciones y el nuevo perfil que iba adquiriendo la clase obrera. Si bien los casos regionales permiten matizar tal tesis, -según entrevistas realizadas a militantes- es recién a partir de 1969 (Cordobazo y Rosariazo mediante) y en algunos casos ya entrados los '70, cuando encontramos mayores coincidencias entre la movilización social y la guerrilla.

8 da Rocha Lima, Valentina. "Las mujeres en el exilio", Jorge Aceves Lozano (comp.), Historia Oral, México: UAM, 1993. Pág. 227.

"total" de las organizaciones, la apelación a las fuentes orales nos abre puertas hacia la dimensión cotidiana, subjetiva y afectiva de la actividad política. Muchas militantes estiman que lo suyo no fue significativo, supuesto inaugurado a veces con el comentario: "¿seguro que querés entrevistarme?, no se si te va a servir lo que te diga...". Es nota ble la cantidad de mujeres que han podido rescatar la importancia de su propia militancia en la experiencia de la entrevista, del intercambio que esta produce y que se constituye en un nuevo tipo de reflexión sobre la propia actividad9.

Esto presenta más preguntas acerca de si se desestima esta tarea desde el propio protagonismo del que narra o también reforzaría algunas interpretaciones que sugieren que en la práctica, los frentes de masas y legales eran considerados menos importantes que el frente militar, por ejemplo. O más aún, se consideraba tema menor por ser realizado por mujeres. Para acercarnos a este arco de temas, partimos del supuesto según el cual en la conformación de las experiencias narradas en las entrevistas, confluyen tanto el género como la ubicación socioeconómica y la generación, además de los innumerables factores individuales que constituyen la personalidad de un sujeto10. El modo en que nuestras y nuestros testimoniantes viven su militancia, la pareja, la maternidad y la paternidad es también el resultado de su inserción en circunstancias y momentos históricos determinados. El género tanto como la situación económico-social, debe ser vislumbrado como constituyente central de las múltiples aristas que arman las experiencias humanas y, al hacerlo las van conformando según el momento en que ocurren.11 De todos modos, las experiencias de las mujeres tienen una historia propia, que aunque no es independiente de la de los varones, debe ser valorada como una historia propia. Basta reflexionar sobre cómo la mayoría ingresa al activismo, los muchas veces conflictivos vínculos con la familia y la pareja, los obstáculos para acceso a roles dirigentes, etc. Para dirigirnos especialmente a nuestra preocupación sobre la entrevista y el texto que produce nos centramos en la perspectiva antes mencionada según la cual narrar desde el propio género también devela la forma y algún modelo "esperable" de ser mujer. Si bien trabajar a partir de testimonios recabados en entrevistas nos permite desde lo formal, rescatar de los relatos los elementos del lenguaje que no están contenidos sólo por el segmento de la escritura (volumen, puntuación y ritmo son portadores de significado12, la velocidad del habla, cambios durante la entrevista y los silencios) nos informan sobre las experiencias, memorias y sentimientos de los narradores, esto se torna más significativo en el caso de las experiencias de mujeres, puesto que la aproximación a la historia de las mujeres militantes a partir de la historia oral nos acerca a una historia que recién comienza a escribirse, y como esas experiencias no pueden disociarse de los procesos históricos, nos desafían a una construcción compleja que incorpora otras dimensiones que exceden a las tradicionalmente usadas por los historiadores.

9 Pasquali, Laura. "Mujeres y militantes. Un acercamiento a las organizaciones armadas revolucionarias desde la historia oral". En Zona Franca, CEIM, Rosario. N° 14, mayo de 2005.

10 Cano, Gabriela y Radkau, Verena. "Libertad condicionada o tres maneras de ser mujer en tiempos de cambio (1920-1940)". En Secuencia, N° 13, enero-abril de 1989.

11 En ese recorrido, no hay que perder de vista que el género, la clase social, y la generación son abstracciones que permiten aislar y clasificar diversos aspectos de la vida humana para el análisis.

12 Portelli, Alessandro. "Lo que hace diferente a la historia oral", en Schwarzstein, Dora (Comp) La historia oral. Buenos Aires: CEAL, 1991.

Más adelante nos ocupamos de las relaciones de género al interior de las organizaciones armadas; pero reproducimos aquí dos fragmentos de entrevistas de los que nos servimos para elaborar las reflexiones anteriores.

Yo había conservado una muy buena relación personal y política, porque personal con el Negro... no existe. Santucho no era un tipo que se pusiera a hablar demasiado de su vida. Pregunta: ¿No había una relación afectiva posible?

R: No, era afectuosa la relación, no era sin afecto. Era una relación afectuosa, pero basada en hablar de política. Y había confianza entre nosotros y le interesaba mi opinión. (Varón, PRT-ERP) No conozco ninguna versión de nadie, ninguna, ningún relato de nadie a quien no hay unido el afecto a toda esta gente que colaboró con nosotros, y con los cuales nosotros trabajamos -y me refiero a la periferia y me refiero a obreros y me refiero a compañeros. (Mujer, PRT-ERP).

No decimos con esto que las mujeres eran capaces vivir las dimensiones afectivas de la militancia y los varones no, sino que ambos se han hecho cargo de la visión socializada de cómo debían comportarse y ello se trasunta en el relato actualizado.

Mujeres y varones militantes

El proceso de ascenso de la conflictividad política y social también cambió el mapa de la militancia de la región, en virtud del crecimiento de la participación de mujeres en las filas de la guerrilla. En realidad, ya desde 1966, se vio incrementado el numero de militantes de todas las organizaciones políticas de izquierda, por lo tanto, un porcentaje mayor de mujeres ingresaron al activismo político. El estudio en profundidad del caso del PRT-ERP nos permite considerar que esto habría apremiado a las organizaciones armadas a pensar en distintas estrategias ante las presiones de la nueva militancia femenina. Es evidente que tal supuesto no puede generalizarse, aunque el hecho de que se compruebe en la organización con más desarrollo en la región de Rosario, apoya nuestras hipótesis. Generalmente de las prácticas desarrolladas hacia las mujeres se destacaba aquella que las ubicaba en los frentes legales o de masas (barriales, estudiantiles, villeros).

Tratar el tema de la participación de las mujeres en las organizaciones armadas en la Argentina de los años setenta nos desafía también porque debemos trabajar sobre realidades doblemente silenciadas ya que se trata de partidos de cuadros y con frentes clandestinos, la existencia de límites a la consulta de cierta documentación, la dificultad para reconstruir los nombres de sus miembros, la dureza de la represión estatal; y en el caso de las mujeres a esto se suma la deliberada o no, ausencia de registro de su participación. Por ello tratamos de advertir sobre el tipo de intervención de las mujeres en la vida de la política revolucionaria de los años '70. En realidad, es conocido que no han participado en igualdad numérica en los cuadros de dirección de ninguna organización armada, si ya es bien difícil reconstruir la vida de los militantes varones de la década de 1970, en el caso de las mujeres contamos con que se dificulta encontrarlas militando en todos los frentes, aunque veremos más adelante que nuestras testimoniantes, han circulado activando en varios de ellos.

Si bien en la década del sesenta la participación de mujeres en estas organizaciones fue de un bajo porcentaje y estuvo más vinculada al frente estudiantil, en la década siguiente y sobre todo desde 1973, se visualizó un aumento notable en su participación política. Por ejemplo, sólo dos mujeres fueron incorporadas al Comité Central del PRT-ERP: las dos eran esposas de destacados cuadros del partido13, una era la compañera de Roberto Santucho (pero antes había sido la mujer de uno de los fundadores de la organización), la otra era Susana Gaggero, viuda de Luis Pujals. No se trata de dudar de la competencia política y militar de estas mujeres, pero de hecho debieron militar en el PRT-ERP otras con similares o mejores características; sin embargo aparentemente lo que determinó su acceso a puestos de dirección no fueron, exclusivamente, sus capacidades como militantes.

Igualmente, no queremos centrar este problema en la dirigencia, cuando justamente no es esa dimensión la que relevamos aquí. Sólo tomamos lo anterior como un ejemplo del espacio otorgado a las mujeres en las instancias de decisión más relevantes. Sin embargo, algo de todo esto debe ser puesto en cuestión a partir de los testimonios recogidos, según los cuales muchas de nuestras entrevistadas tuvieron participación en los frentes militares, y varias de ellas asumieron diversos niveles de responsabilidad.

Es justo insistir en que no dejamos de tener presente que estas organizaciones, en tanto emergentes de un contexto particular y concreto, participaban de los mismos prejuicios que el resto de la sociedad; sin embargo, tampoco nos interesa asumir esta característica y cerrar el problema eludiendo la multiplicidad de preguntas que el tema genera; es decir si entre los y las militantes surgieron elaboraciones más profundas que proyectasen, por ejemplo, las responsabilidades de cada uno en el desarrollo del partido, cuál era el concepto dominante de familia, cómo aportarían varones y mujeres a los frentes legales y militares, y por qué no reflexionar acerca de la propia práctica militar como una actividad en la que se valora y pone en juego los "atributos" considerados tradicionalmente masculinos; y llegar a imaginar qué rol le cabría a varones y mujeres en el futuro socialista que se estaba construyendo.

Calificaciones sobre la militancia de mujeres

Es recurrente en la bibliografía sobre el tema pero también en los relatos de las mujeres el supuesto general según el cual las organizaciones de la izquierda revolucionaria tenían entre sus objetivos la construcción de una nueva sociedad y que militaban en pos de eliminar las desigualdades, por lo tanto se esperaba que ocurriese lo mismo con las desiguales relaciones de género. En el caso de los testimonios involucrados aquí, no se reconoce al feminismo como ámbito de lo político; aún así son varios los problemas vinculados que podemos destacar de sus narraciones. Lo anterior no parece exclusivo de la región o el país, puesto que investigaciones para otras realidades14, indican que a las mujeres militantes no les interesaban las cuestiones específicas relacionadas con la condición de mujer, ni mucho menos consideraban sus implicancias en el cambio social.

13 Pozzi, Pablo. Por las sendas argentinas, El PRT-ERP, la guerrilla marxista argentina. Buenos Aires: EUDEBA, 2001. Pág. 239, 240.

14 da Rocha Lima, Valentina (op. Cit) Del mismo modo que emerge en la mayoría de los testimonios recabados por nosotros, en ese trabajo se sostiene que el feminismo se veía simplemente como una desviación en la lucha de clases.

Es honesto señalar que una pregunta presente en la mayor parte de las entrevistas a varones y mujeres, es aquella que se preocupa por el proceso por el cual los más tradicionales roles asignados a las mujeres también se reproducen en las organizaciones que tenían entre sus objetivos la construcción de una nueva sociedad y que militaban en pos de eliminar las desigualdades, notando a su vez que esto no pareció alcanzar, por ejemplo, a la división del trabajo por géneros. Es decir, sin dejar de tener en cuenta el contexto de desarrollo local de estas experiencias, nos preguntamos por qué si el Mayo francés, la derrota del imperialismo en Vietnam y la internacionalización de la cultura (para mencionar sólo algunos fenómenos de índole diversa que han dejado sus huellas en aquellos y aquellas que ingresaban a la vida pública y política en los años sesenta y setenta), el muy significativo desarrollo del feminismo radical de esos años no ha tenido eco en las experiencias de los sujetos de cambio en nuestro país. De hecho, muchas mujeres que pasaron por la experiencia del exilio, se encontraron con "la cuestión del feminismo" en los países receptores15. Sin embargo, en los casos aquí implicados, ninguna de ellas lo incorporó. Y hoy sostienen sus críticas ante esa pregunta.

"Mirá, en Estados Unidos el movimiento feminista arrasó. Entonces se sorprenden cuando nosotros nos sorprendemos. Entonces yo les explico que en ese momento se estaba luchando... o sea que todo el mundo pasaba por lo mismo: los niños y las niñas, los abuelos y las abuelas, los hombres y las mujeres tenían hambre. Pero en ese momento ¿a qué nos dedicábamos? Los hombres tenían las mismas necesidades que las mujeres. Hasta no saldar, hasta no cubrir una necesidad básica, no te vas a la otra, no tratás de cubrir la otra. Primero ponés la fuerza en cubrir una necesidad básica que era básica, muy básica que era el morfi, el estudio, el trabajo. Por eso en aquella época, por más que hubiera un área de mujeres era muy, muy incipiente, y no era prioritario". (Mujer, PRT-ERP)

"Yo tuve siempre una visión bastante particular al respecto, entonces, si bien participaba de los movimientos que encabezaban compañeras, con una postura marcadamente feminista, a mi me parece que los movimientos feministas, llegan a un determinado punto en que se vuelven reaccionarios. La sociedad se divide en clases, no se divide en géneros. Yo no tengo los mismos problemas que tiene Amalita Fortabat, y no me quiero igualar a ella, yo no tengo nada que ver con ella; como no tengo nada que ver con la mina que me torturó, ni con la que era mi guardia cárcel. No quiero ser parecida a ella, ni igual, ni... es una hija de puta, está del otro bando. Si vos peleás a partir del género, yo tendría que pelear por ellas también, al lado de ellas. Yo al lado de ellas no estaré jamás en la vida; pero sí del tipo que vive acá al lado, un laburante como yo... es un varón. " (Mujer, PRT, PB)

Este relato trae al plano de la experiencia aquellas discusiones teóricas en torno a las articulaciones entre clase y género. La crudeza del testimonio tiene dos dimensiones, una es de

15 Al respecto ver Seminara, Luciana y Viano, Cristina. "Las dos Verónicas y los múltiples senderos de la militancia: de las organizaciones revolucionarias de los años 7G's al feminismo". En Andujar, Andrea, D'Antonio, Débora y otras (coord.) De minifaldas, militancias y revoluciones. Exploraciones sobre los 70 en la Argentina. Buenos Aires, Editorial Luxemburg, 2009

clase y la otra de género; declarar no tener nada que ver con quien la torturó, se presenta en el relato atravesando la clase con una perspectiva ideológica, y en el mismo sentido la acerca al varón con quien sí de identifica (en términos ideológicos y de clase). Pero también prima la cuestión de clase sobre género para diferenciarse de otra mujer (Fortabat16).

Si bien en este testimonio la discusión sobre género y clase surge con gran evidencia, en un repaso por todas las consideraciones de las mujeres militantes de la guerrilla regional sobre el tema, hallamos que se pronuncian en el mismo sentido: la preocupación por las desigualdades de género transita más por la identidad clasista que feminista. Ello no nos impide incorporar la dimensión de género, ni ocluye el análisis de cómo las mujeres sentían la diferencia durante los años de militancia, o cómo lo reelaboran en el presente del relato. Decíamos antes que las nociones articuladas de clase y género conducen a una comprensión mejor de procesos y fenómenos sociales, sin embargo, ese herramental es operativo en tanto no ciegue la lectura de las formas particulares que esos fenómenos sociales adquirieron en el proceso histórico que nos ocupa. Muchos militantes aceptan que la preocupación por las particularidades de la militancia de mujeres y la de varones no era tal en los años sesenta y setenta y asumen que esa reflexión pueden hacerla desde el presente. En aquel momento no se pensaba en eso. En algunos casos se asume como equivocación, en otros se plantea que "un combatiente es un combatiente no importa del sexo que sea".

Aun considerando que estas afirmaciones tienen validez en primer lugar porque provienen de los testimonios, pero también porque esa tendencia indica otros registros sobre el problema, es evidente que la preocupación existió; en las esferas más prácticas de la vida militante los conflictos surgían y no siempre eran "resueltos" con los documentos o la verticalidad partidaria. El hecho de que no hayan sido considerados en el marco del feminismo, no ocluye su existencia.

P.: ¿Tenían algunas estrategias para la incorporación de mujeres? R.: "No, no, no. Para nosotros de feminismo, nada. Para nosotros incorporar a una compañera mujer era lo mismo que incorporar a un compañero hombre. Y las políticas para incorporar a las mujeres eran las mismas. Lo que pasa es que mujeres, incorporábamos siempre estudiantes. Nunca pudimos entrar, por lo menos acá en Rosario y en la época que yo estuve (o en otros lugares que yo milité) en gremios obreros con mujeres. Por ejemplo, estuve ahí en la carne un año y medio donde el ochenta por ciento del personal son mujeres y todo el turno de la mañana son casi todas mujeres. Y no pude llegar.

P: ¿Por qué creés que ocurrió eso?

R.: Y, porque no teníamos una política específica para las mujeres. Justamente por eso. Eso lo veo ahora. (Varón, PRT-ERP)

Sorprende de este relato que semejante superioridad numérica no pudiese sobrepasar la invisibilización sobre las mujeres. De todos modos, este no es el único caso: en infinidad de

16 María Amalia Lacroze Reyes de Fortabat era una reconocida empresaria argentina (millonaria y coleccionista de arte). Fue directora de la empresa cementera Loma Negra desde 1976 a 2005 y la mujer más rica de Argentina durante esos años.

testimonios (y nos referimos a todos los relevados, no solo los recogidos por nosotros) las mujeres aparecen como "las chicas" o bien "la compañera de". En algunos casos cuando se detalla a los militantes las mujeres están por añadidura. También ante la solicitud de entrevistas a varones, en ocasiones obtuvimos respuestas tales como "le dije también a mi compañera. Ella no era militante, pero es mi disco rígido, mi cable a tierra". Juan Carlos Cibelli, dirigente de FAL, en una entrevista publicada menciona: "Mi compañera merece un recuadro aparte. Ella no era militante; y siempre fue mi auténtico cable a tierra"17 Más de una consideración puede hacerse de la frase, en primer lugar no puede obviarse que subyace que quien no era militante sí tenía los pies en la tierra; además de considerar a la mujer como compañera. Asimismo, tampoco está ausente la idea del cuidado por parte de la mujer.

Bueno, ahí en ese momento éramos pocos, nos conocíamos todos. Entonces, te digo, en ese momento los más activos eran el "Tordo", "Cacho", Emilio, P., el "Pelado", Luis Pujals, bueno, algunas compañeras, las compañeras ¿no? estaban bueno Ana María Sívori, que era la compañera del "Pelado", la compañera del "Flaco" Pujals, que era Susana Gaggero, una gran compañera, muy, muy, un nivel muy alto de, muy preparada, así digamos ¿no? muy buena compañera, este, estaba la compañera del "Tordito", que era Liliana, eh, que después se casó con el abogado F., está viva. (Varón, PRT-ERP,

Había un grupo de chicas ... que eran cuatro chicas que eran de, de la agrupación de Psicología o de Filosofía, eran de Filosofía, este... Había... Una de ellas era compañera de un compañero que después tuvo mucha trayectoria, que yo ahora no me acuerdo el nombre... (Varón, PRT-ERP)

Las mujeres mencionadas son "la compañera de", y sólo las que han tenido trascendencia posteriormente son recordadas con sus nombres. Vale considerar en el caso del primer fragmento, el testimonio se refiere a los primeros años de la militancia en la región, y por lo tanto esos primeros nombres han quedado más grabados en las memorias; además en ese momento no eran muchas las mujeres que militaban en la guerrilla.

Los testimonios de las y los militantes de FAR muestran menores susceptibilidades al momento de referirse al tema, que quienes militaban en el PRT-ERP. Incluso una de ellos señala que fue en los ámbitos de militancia dónde más se abrieron los espacios de participación y respeto hacia las voces de las mujeres.

La compañera del ERP [refiere a una compañera de militancia que una vez desintegrado el grupo de FAR se sumó al PRT-ERP] bueno, ahora se ha separado hace unos años ya de la pareja y rechaza incluso esas relaciones que tuvo, de afecto y de ligazón con... cree que estuvo equivocada en esa integración. ¡Bueno, nadie se lo reprocha!, pero bueno, reconoce que un poco el partido la mandó a ser pareja del marido. ¡Ojo, tuvo tres hijos y vivieron años juntos!, no estoy diciendo que fue una

17 Bufano, Sergio y Rot, Gabriel. "Entrevista a Juan Carlos Cibelli". Revista Lucha Armada en la Argentina. Buenos Aires Año 1, N° 1, diciembre de 2004.

cosa azarosa, pero reniega de no haber sido lo suficientemente libre. Nosotros en cambio seguimos con cierta horizontalidad de organización, respetando las relaciones, tomando recaudos se puede hacer. (Varón, CARP-FAR)

P: O sea que en las discusiones, las voces de las mujeres estaban presentes. R: Si, sí. En la militancia [enfatiza]. Porque yo creo que donde más costaba era dentro de los claustros de la universidad; el docente, por ejemplo, era mucho más rígido con las mujeres que con los varones. Era como que para ser mujer tenías que decir una genialidad porque si no ya está, ¡te tenías que ir a tu casa a cocinar, más o menos!. Por eso a lo mejor uno veía la diferencia. (Mujer, FAR)

Las relaciones de género al interior de la guerrilla marxista en la región

Aquello que caracterizamos como el "punto de vista de la mujer" o la narración desde el propio género, es especialmente operativo cuando indagamos acerca de cómo eran vistas las relaciones de género al interior de las organizaciones, el sentimiento (o no) de diferencias en el acceso a responsabilidades y cargos, la maternidad o los frentes a los que se las destinaba. En este recorrido, encontramos tanto la apropiación por parte de las mujeres del discurso tradicional sobre ellas como militantes, como el aporte de perspectivas que desde el género y la experiencia, complejizan la historia que tratamos de construir.

P.: Viéndote ahora, puedo hacer una proyección de lo que eras en los años setenta: una mujer hermosa, inquieta... No parecerías el modelo de militante del PRT. R.: Lo que pasa es que ese es un prejuicio, porque yo era buena militante aunque yo era mas o menos atractiva... yo era buena militante igual, lo que pasa es que ahí esta el problema en que la gente piensa que uno no es el perfecto modelo de militante, pero yo era buena. Y en ese momento que uno ya sabía que no debía andar boludeando, que uno no debía andar... era esa la disciplina y los conceptos partidarios, y yo lo cumplía [...] Pero había otras compañeras que eran muy hermosas y... claro, bueno, también se cortaron el pelo, dejaron de usar pollera corta y yo hice lo mismo [...] Uno se adaptaba, yo me adapté". (Mujer, PRT-ERP)

No, nosotros no distinguíamos una cuestión de sexo. En ese momento no es como ahora, viste, que está planteada la cuestión. En ese momento era natural, digamos, era natural. Te digo: había compañeras que eran muy, mucho más combativas y con, hablando mal y pronto, más huevos que muchos compañeros. [...] Casi todas las compañeras hacían la misma experiencia que hacían los compañeros. Cuando íbamos al campo a hacer prácticas, se tiraban al piso... Bueno, hacían las prácticas y hacía todo lo que... las actividades como un compañero más. La diferencia la hacían ellos, el enemigo. Entonces nosotros sí teníamos que tener en cuenta eso porque, por ejemplo nos había pasado que en Buenos Aires fueron dos compañeras a desarmar a un soldado y el soldado se rechifló porque eran dos mujeres, entonces nosotros dijimos que eso era un error. Porque, bueno, ahí se armó... , el soldado

murió porque las compañeras... el tipo se rechifló y, bueno, y era la vida de ellas o de él, entonces las compañeras tuvieron que tirar. Y quedaron mal las compañeras. Entonces ahí se analizó esa situación y después tratábamos de mechar porque los tipos eran machistas. Después se fueron avivando algunas cosas, se fueron dando cuenta que detrás de una 45 es lo mismo un hombre que una mujer ¿verdad? (Varón, PRT-ERP)

La noción de que no había diferencias se sustenta en que las mujeres hacían lo mismo que los varones; también encontramos ese supuesto acerca de la participación en las acciones militares o la consideración de que determinada mujer era una excelente combatiente. En su investigación sobre la participación de mujeres en la Guerra Civil Española, Mary Nash18, no sin sorpresa, dice que aquellas mujeres estaban de acuerdo con el rol en la retaguardia que se les había asignado, única esfera social en la que debían intervenir las mujeres. Aunque estaban armadas, no se las animaba a tomar las armas como soldados. No creemos conveniente hacer consideraciones de tipo comparativas entre procesos de muy diferente tipo como la guerrilla de las décadas de los sesenta y setenta latinoamericana y los intentos revolucionarios europeos de la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, queremos destacar cierto horizonte de coincidencias, especialmente porque de modo similar a la militancia de las guerrilleras en los frentes legales, las milicianas españolas solían estar en actividades complementarias y espacios de apoyo a la lucha antifascista. Pensamos que, con cierta independencia del período al que dediquemos nuestros esfuerzos, es necesario establecer líneas investigativas de más larga duración y de mayor alcance espacial, a fin de establecer algunos indicadores más generales sobre las relaciones de género entre quienes sostenían proyectos revolucionarios y que hay de común y singular entre las mujeres revolucionarias. Ello permitiría, además, superar lo compartimentado de los estudios sobre mujeres y género.

Elecciones, dudas y desobediencias

En las organizaciones armadas, la actitud hacia las mujeres cambió solo por la presión del ingreso de las mismas, y aun así a la dirigencia le costaba admitir que eso era valioso por sí mismo y se insistía en la cuestión familiar. Al interior del PRT-ERP, un grupo de mujeres militantes presionó para que se avanzara en el tema y se formó el Frente de Mujeres. "La realidad era que el PRT-ERP no tenía ni idea de cómo encarar el tema y, sobre todo, de cómo convencer a las distintas regionales de que esta orientación debía ser aplicada con la misma fuerza que cualquier otra"19. Sólo en un testimonio surgió espontáneamente el tema de la militancia de mujeres y las actitudes del partido y los compañeros varones hacia ellas.

P: En otro momento hablaste del Frente de Mujeres.

18 Nash, Mary. Rojas. Las mujeres republicanas en la Guerra Civil. Madrid, Taurus, 2006 [1999].

19 Pozzi, Pablo. "Por las sendas argentinas...". Op. cit. Pág. 243

R: Se comenzó. El frente de mujeres. Bueno, es decir... hay cuestiones personales que hacen que yo vuelva a Resistencia [después del '73]. Quedo embarazada, me voy a vivir a Resistencia para estar cerca de mi pareja. El vivía allá y yo vivía acá. Bueno, allá intento seguir con mi postura de militancia y demás y me encuentro bastante sola. Y se da un grupo de compañeras, varias, que funcionaban todavía como PRT a organizar el primer frente de mujeres, por lo menos lo que era el Chaco y todo el nordeste. Y bueno, me integro ahí y fue una tarea ardua que no arribó a muchas cuestiones. Rápidamente comienza la represión y no había espacio como para desarrollarlo y yo aparte caigo presa, así que... yo caí en el '75. P: O sea que estuviste un año y pico trabajando en ese frente... ¿cómo recordás la posición del partido acerca de ese frente?

R: Mirá... era una postura... yo siempre digo que en la teoría espectacular. En la teoría espectacular... la compañera combatiente, la compañera con las mismas cualidades y calidades que los varones, había promociones dentro del partido como del ERP de compañeras de contar con responsabilidades. Pero yo siempre los cargaba a los compañeros que decían: 'la compañera, si, bla, bla pero no la mía. Esta bien acá, cuidando los hijos, me acompaña en la militancia'. Entonces ¡era complicado! Era complicada la relación de pareja... era complicado. Porque si vos lees documentos de aquella época al respecto, eran avanzados, ¿no? En donde el rol de la mujer se veía, era reflejado, maravilloso todo. Pero en la práctica era muy distinto. (Mujer, PRT)

La mirada crítica hacia la organización que indica cuan marginal era el tema de las mujeres para el PRT, no se contradice con un testimonio anterior, aunque ambas lo evalúan de forma muy diferente. Es decir, mientras para una el tema de las mujeres no fue tratado con seriedad, otra sostiene que se han hecho cosas para lograr la igualdad.

P: ¿Militaban mujeres junto con vos? R: si, si.

P: ¿Cómo era la relación? ¿Hubo aumento en la participación de las mujeres...?

R: Mirá, no se con quién habrás hablado... en el marxismo leninismo lo que se plantea es el hombre nuevo. El hombre nuevo implicaba la igualdad entre los hombres y las mujeres... eso lleva mucho más tiempo y más palabras, pero mi experiencia es que no se logró esa mentada igualdad, pero que se hicieron enormes esfuerzos para que los compañeros tuvieran las tareas de las mujeres y las mujeres las de los varones [risas]. Hubo una compenetración por parte de ellos en la vida cotidiana, nuestros, en la vida militar. De manera de compensar lo que teníamos de machista. Entonces el intento era que todos hiciéramos todo. Y eso, ese gran esfuerzo de cambiar las cosas desde la vida cotidiana nuestra hizo que cayera mucha gente, porque los vecinos veían gente de actitudes sospechosas: "Oh!, ahí va ese muchacho que no trabaja al supermercado y se queda con los chicos y la chica o la madre por ahí". Esa es la prueba de que realmente estábamos trabajando las cosas de otra manera. Está bien, eso nos delató, pero era prueba del intento. [... ]

Pero de pronto, yo me acuerdo más de un piqueteo a colectivos de, en los que parábamos el colectivo a las cinco de la mañana cuando el colectivo estaba recogiendo obreros para llevarlos a la fábrica... y yo iba con una compañera, armadas, con los Combatiente, los Estrella Roja20 ... nos íbamos a piquetear y éramos mujeres. Era el verdadero intento de demostrar que eso era posible. (Mujer, PRT-ERP).

De lo anterior podríamos intuir que la militante hace una lectura precisamente de lo cotidiano del asunto, asumiendo en este fragmento un lugar de árbitro entre su pasado como militante y compañera y las propias directivas del partido. Logra que en ese dictamen la única valoración negativa esté asociada al objetivo de lograr la igualdad más exacta.

Visiones socializadas de cómo debía ser un militante

Ya adelantamos que en la mayoría de los testimonios, subyace una visión socializada de cómo debían comportarse las mujeres, en la vida militante en general y también en los espacios de dirección. Uno de los supuestos es que debían ser más comprensivas: las presiones y el compromiso que implica la mayor responsabilidad no debía obliterar la sensibilidad atribuida al género. Y esto era más notable ante la maternidad, tópico que surge en los relatos de militantes que cuestionan a sus responsables femeninas por no comprender las necesidades de las mujeres con hijos (mientras que esto no es criticado en los varones con el mismo impulso). Por eso es importante destacar que la experiencia de la maternidad durante la militancia ha dejado huellas profundas en las mujeres, y eso permite diferenciar los relatos de aquellas que han sido madres y las que no. La maternidad es uno de los temas de preocupación en los testimonios, no así la paternidad. Por ello pueden diferenciarse muy claramente en los relatos, las experiencias de las mujeres que fueron madres mientras militaban. En el primer caso, la sensación de discriminación de género es manifiesta y explícita.

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Veamos cómo recuerda una de ellas su paso por los frentes legal y militar considerando que además estaba sola a cargo de su hijo, puesto que su marido estaba preso desde septiembre de 1973. Ante la pregunta de cómo fue ser mujer militante y madre se hizo un largo silencio.

Era jodido. Es decir no a nivel compañeros, te digo, yo siempre estuve en el mismo grupo, Sombra, Lila, Edgardo, otra compañera y yo. Siempre fuimos ese grupo que nos movimos hasta el '73 milité con ellos. [...] Y, era jodido, porque te imaginás que yo, por ejemplo en Buenos Aires tenía que laburar, nunca viví del partido, no se si por orgullo o que pero te puedo asegurar que nunca viví del partido. Yo empecé a laburar y vivía en la casa de unos compañeros y a mi hijo lo tenía que llevar a un bar, me lo recibían otros compañeros y yo cuando salía de trabajar... yo a mi hijo prácticamente lo veía el fin de semana. Yo laburaba desde las 8 de la mañana a las 9 de la noche y ahí me iba a reuniones. [...] Y de ahí me tomaba el colectivo y me iba a San Martín. ¡Yme quedaba dormida! Te imaginás que desde las 8 de la mañana a

20 Publicaciones del PRT y el ERP respectivamente

las 9 de la noche, tenía media hora para comer... y venía con el nene upa y me quedé dormida y un tipo que venía sentado al lado mío me dijo "señora, se le cae el nene ".

P: Entonces era más complejo militar siendo madre...

R: ¡Claro que era más complejo! Es mucho mas complejo militar siendo madre.

P: Los compañeros responsables, ¿tenían en cuenta esa situación?

R: A veces sí, a veces no. Te exigían cosas... yo llegó un momento que, mi hijo teniendo tres meses tuve que mandarlo con mis suegros. Me quedé acá, justo era el congreso del FAS. Yo me enfermé, porque es lógico, porque uno es como los animales, te sacan el hijo... y me agarró una depresión total, y ahí me cuidó esa mujer Juanita y Perla me iba a ver todos los días. Y la compañera responsable hablaba para ver cuando iba... yo estaba bajo médico, me daban pastillas porque no dormía de noche, me sentía mal, había adelgazado cualquier cantidad, hasta que pedí irme [a dónde estaba el hijo], justo lo habían trasladado [a su compañero, a otra cárcel]. No me dijeron ni sí ni no, y yo me fui por la libre. (Mujer, PRT-ERP)

P: ¿Tuviste hijos mientras militabas?

R: Uno

P: ¿Cómo era militar siendo madre?

R: Uy, era terrible. Pero era muy lindo. M., todas. Nunca me cercenó, digamos... nada.

P: Pero habrá sido un esfuerzo extra...

pobre hija mía me acompañó a todas, a

R: Y... si. En vez de ir a laburar, yo iba a militar; así como las minas laburantes que tienen el problema del laburo, la casa, los hijos, la mujer que militaba, también. Yo, por suerte no, ayudaba, nada más. No tenía la responsabilidad de un trabajo diario, hasta ese tiempo, ¿no? Después, afuera sí fue duro, porque trabajaba y militaba... era completita la historia. (Mujer, PRT, PB)

Mi experiencia es que es un partido en el que hubo mucho cuidado por parte de los compañeros de dirección... hubo, hubo afectos, hubo comprensión... mi experiencia, yo sé que por ahí hay gente que lo vivió de otra manera; yo para mi, el partido fue mi casa... un lugar, digamos, donde... donde se vivió dolor, alegría, donde corrimos riesgos, donde nos protegimos unos a otros [...] Era nuestra casa, el partido era nuestra casa, para mi era mi casa, era mi familia, era mi estructura... vital, social y política, era todo el partido; además esto era un partido en el que había... mi experiencia es que es un partido en el que hubo mucho cuidado por parte de los compañeros de dirección... hubo, hubo afectos, hubo comprensión... mi experiencia, yo sé que por ahí hay gente que lo vivió de otra manera; yo para mi, el partido fue mi casa... un lugar, digamos, donde... donde se vivió dolor, alegría, donde corrimos

riesgos, donde nos protegimos unos a otros, donde... yo lo vivo así, y yo sé que otra gente no, pero yo si. (Mujer, PRT-ERP)

La noción sobre el "cuidado", aparece con contenidos variados en los testimonios (de mujeres y varones), contenido que siempre asume un sentido diverso según el marco general del relato. Ya sea en narraciones donde es difícil poner nombre a esa protección y dónde se cuida de no acercarla a una consideración de "fragilidad" de las mujeres, como en las menciones sobre el paso a la clandestinidad también fue vivido como "cuidado" por parte de la organización de pertenencia. Pero cuales fuesen los motivos de la protección, y pese a la insistencia en que "nos cuidábamos entre todos", la mayoría de las veces son las mujeres las receptoras de tal atención. Aclaremos que esa visión socializada acerca de cómo debían comportarse y la insistencia en el cuidado, es una preocupación que sólo se dirige hacia las mujeres y por lo tanto emerge únicamente en sus testimonios. Una explicación inicial para esto puede ser que el estado embrionario de los trabajos sobre las dimensiones subjetivas y cotidianas de la vida militante, no ha dado lugar aún a la pregunta por lo afectivo en los testimonios de varones y tal vez, parte de la responsabilidad resida en quienes investigamos, al no incorporar los sentimientos en las entrevistas a varones21.

Las dificultades para nombrar las diferencias de trato hacia mujeres también las tienen los testimoniantes varones:

Se las respetaba porque generalmente son compañeras activas, viste, no había inactivas, que eran amas de casa, que después de tomar mate venía, no: en general eran compañeras militantes activas. Entonces no había qué discutir. Aparte cuando se estaba haciendo algo en conjunto, sí, vos por ahí... ahí es dónde se ve por ahí el machismo también porque el machismo no quiere decir que vos te pongás..., por ejemplo cuando vos vas a una acción y vos a lo mejor no lo agarrás de la mano al compañero, la agarrás de la mano a la compañera, porque a lo mejor vos crées que físicamente no puede correr como corrés vos, que sé yo, no sé cómo explicarte, viste. Entonces vos, ahí es dónde vos ves un poquito de debilidad, viste, ¿entendés? Yo creo que por ahí las compañeras, vos la agarrabas de la mano y decías "bueno, vamos " y decía 'no, soltame que yo puedo sola', viste, esas cosas, pero es secundario eso, me parece a mi que era secundario. (Varón PRT-ERP)

Pero, en nosotros no había ese problema. Y había una ¿cómo te podría decir? un compañerismo real ¿no? las compañeras eran muy respetadas. Hemos tenido casos así de relacionamiento, digamos, de triángulos así pero muy contados, muy contados los casos y... Pero así y todo eran relaciones respetuosas, digamos, había mucho respeto. Yo creo que no había ninguna diferencia, por lo menos... (Varón, PRT-ERP)

21 En mi investigación me acerco a las mujeres militantes con una serie de interrogantes que no hago a los varones. Por ejemplo, nunca les pregunte "las dificultades de militar siendo varón". En ese sentido, es también nuestra responsabilidad provocar que surja esa dimensión en los testimonios.

Sostenemos que es necesario diferenciar las políticas oficiales de los partidos y el modo en que estos preceptos eran vividos e implementados por los militantes. Aun así se pueden hallar puntos de encuentro entre ambas esferas (lo que también indicaría la existencia de diálogos entre estructura y militancia).

¿Una cuestión cuantitativa?

Algunos testimonios indican que el ingreso masivo de las mujeres en la política en los años setenta, oxigenó la militancia. Sin dudas, una de las primeras consideraciones que se hacen al momento de evaluar la participación de las mujeres en estas organizaciones, es sobre el carácter cuantitativo de la misma. Al respecto, debemos diferenciar a las grandes organizaciones de los pequeños grupos que operaron en espacios más acotados. Aún así pensamos que la constante cuantitativa no sólo importa en tanto número, sino que nos puede proporcionar una idea acerca de cual puede haber sido la impronta de las mujeres en las orientaciones políticas de estos grupos, sólo es en ese sentido que se destaca la cantidad como variable de análisis. Pero fundamentalmente, esto pondría en jaque parte de nuestra hipótesis cuando sostenemos que estas organizaciones surgieron del seno de la sociedad como emergente de la conflictividad social ascendente. Es inobviable que, si la participación de las mujeres fue marginal, en un punto esos partidos no eran reflejo de la sociedad que las produjo. Sostenemos que la participación de las mujeres en la guerrilla del gran Rosario fue altamente significativa, ahora bien: una cosa es la participación y otra el carácter cualitativo de la misma. Es decir, la importancia de la militancia de mujeres no implicó que se desarrollaran relaciones de género siempre horizontales ni debates en torno al carácter opresivo de esas relaciones. Sin embargo, el activismo de base, cotidiano, en contacto con la gente ha sido sostenido por varones y mujeres en espacios de trabajo y militancia en los cuales según indican los testimonios de quienes activaron en la región, fue más frecuente la horizontalidad. Por eso este criterio también debe ser periodizado: desde 1975 era notable el predominio cuantitativo de mujeres en la organización. Sobre ello, quien fuera el responsable de esta zona desde septiembre del año siguiente, recuerda que a Rosario se le llamaba "la regional de las mujeres", puesto que eran la mayoría. Una de las explicaciones más obvias tiene que ver con que la participación de los varones en acciones militares era superior numéricamente, y por lo tanto ellos eran los más afectados numéricamente en esos casos por la prisión o la muerte. Pero en este caso nos encontraríamos ante un ejemplo de la asunción de protagonismo por parte de las mujeres producto de la ausencia de varones22, lo que nos induce al interrogante de si la tradicional

22 En muchos casos del paso de las mujeres al protagonismo público se dan como resultado de procesos represivos hacia el movimiento obrero, que resultan en la muerte o cárcel de los varones, y el consecuente "cambio de roles" por parte de las mujeres, que entonces deben hacerse cargo del sustento económico del hogar, de la apelación ante las autoridades carcelarias y judiciales, y en algunas ocasiones del sostén afectivo de sus compañeros. Esta reflexión ha sido elaborada por Ernesto Rodríguez para el caso de la represión durante y después del "Villazo", en la ciudad santafesina de Villa Constitución, entre 1974 y 1975. Refiriéndose al caso de la expansión de la agricultura orientada a la exportación en los años cincuenta del siglo XX en Centroamérica, Karen Kampwirth destaca que uno de los resultados directos fue el "abandono de esposas"; los campesinos empujados fuera de sus tierras se veían obligados a abandonar sus comunidades en busca de trabajo. Muchos de ellos nunca regresaron con sus familias y ello resultó en que las mujeres debieron afrontar una situación económica más grave que antes,

preeminencia de los varones en todas las esferas de la política se debe a que las mujeres se atreven a tomar la palabra cuando se silencian las voces masculinas, dando lugar a la existencia tácita de una especie de "línea jerárquica" entre los géneros.

"Y, por ejemplo en el caso de Mónica, la caracterización que había en el partido cuando estaba su marido libre, era que era "flojita" que era una compañera flojita. Bueno... cuando yo la conocí era una extraordinaria militante. Era, no se si decir la mejor, pero era la que atendía el mejor trabajo, que era el trabajo sobre la fábrica de tractores de la zona norte de Rosario: sacaba volantes, sacaba boletines fabriles.. [el frente fabril] era el frente que más actividad tenía. Era evidente que no era flojita, era flojita porque no le habían dado el lugar". (Varón, PRT-ERP)

Varios entrevistados insisten en que el protagonismo de los varones fue sólo a nivel de la más alta dirigencia y que las responsabilidades de las regionales estaban compartidas. Vemos así que las variables cuantitativas y cualitativas son difíciles de escindir, puesto que la presión del número suele lograr cambios en el otro aspecto. Es probable que el incremento del número de mujeres militantes haya abierto el camino hacia un espacio mayor en la dirigencia.

Sobre esto, numerosos testimonios nos hablan que la participación de las mujeres se logró por la propia presión, que ni varones ni partido otorgaron esos espacios. Un militante de la Juventud Guevarista aclara que la discriminación existía, y que las mujeres daban una pelea por rechazarlo, que presionaban para ser consideradas. Y en ese plano, prioriza la práctica militante:

Yo por ahí me ponía a pensar, veía compañeras, maestras así, que eran Sargentos del Ejército. Yo veía las compañeras, se la ganaban, si discutían era porque se lo ganaron y los compañeros se tenían que callar (Varón, PRT-ERP)

"Yo me formé con muchas mujeres, no tengo esa visión tan machista dentro del partido porque en la zona de la Plata, la responsable política, estoy hablando hasta el '74, del '72 al '74 era Susana Gaggero, que también era de Rosario, de Paraná pero militó en Rosario. La responsable política era Susana Gaggero y la responsable militar era la negra Celia, que también era psicóloga, recibida en Rosario. Y la primer acción mas o menos de cierta envergadura en que participé la jefa de la acción era Celia, y la otra que participó era Susana Gaggero; yo era campana y ahí llevaban la voz cantante las mujeres y yo era campana. Nunca sentí ningún acomplejamiento ni nada. Pero sí, esto que vos me preguntabas un poco debe tener que ver, que en general había más protagonismo de los hombres, pero no tanto. Yo te diría que eso fue más a nivel de la dirección nacional, y no por los dirigentes nacionales, no sabría explicarte bien por qué, en las regionales vos solías encontrarte con mujeres que tenían responsabilidad. (Varón, PRT-ERP)

pero a su vez en el proceso de hacerse cargo del sostenimiento del hogar adquirieron (y profundizaron) su autonomía. Kampwirth, Karen. Mujeres y movimientos guerrilleros. Nicaragua, El Salvador, Chiapas y Cuba. México DF, Plaza y Valdés, 2007.

En otros casos los varones también reflexionan sobre los planos "privados" de la vida durante la militancia:

En la práctica se daba que uno rompía con todas las relaciones preestablecidas, con la familia, sólo lo más cercana. Se perdían la relación con los amigos por el tema de la clandestinidad. Evitar que el enemigo llegara a uno a través de ellos. Y se empezaba a conformar de alguna manera, un gheto. Si te ponés a mirar la historia de nuestras parejas, se daba adentro de las mismas organizaciones, porque mientras estaba en la clandestinidad no era posible ir a una confitería, a un baile, y no es casualidad que de esas parejas, muy pocas perduraron posteriormente, en realidad se conformaban dentro de un micro clima que en ese momento era coincidente, pero posteriormente la vida nos llevó a otras experiencias. Bueno, no estoy tan seguro, porque también es cierto que nuestra generación comienza con los divorcios. Rompe como generación incluso a nivel internacional, con las viejas estructuras, sabíamos que no [enfatiza] queríamos. Es cierto que las parejas eran distintas. Yo, por ejemplo, no me reconocía con la experiencia en mi casa paterna de que el esposo, el compañero colaborara con todas las actividades de la casa, cosa que en el caso nuestro era absolutamente normal, no había discusiones, era así. De todas maneras también siguió teniendo mucha influencia el machismo adentro, digamos... había una resistencia pero el buen militante no podía dejar de hacer todas las cosas de la casa, cosa que no era el espejo de nuestros padres y mucho menos de los abuelos. Eso también se daba en el marco de la clandestinidad. Y cuando no era en la clandestinidad, era sospechoso. Si vos ibas a una casa y veías que el compañero participaba en las actividades de la casa, "en algo estaría". Sí, era así. Un cambio de sentido. Y yo me encuentro hoy con mis viejos amigos de escuela y ellos siguen hoy, voy a visitarlos a algunos, y en la casa no participan de las tareas: el hombre es el elemento externo que trae el sustento a la casa y la mujer sigue siendo en general la administradora de la casa y en el caso de que sea profesional, un poco la circunstancia cambia. (Varón, PRT-ERP)

Algunos interrogantes que nos hicimos, en las entrevistas han sido evitados o negados. La pregunta por qué a la vez que se mantiene la naturalización del vínculo madre-hijo, no habría habido consideraciones especiales para las mujeres con niños pequeños; o qué tipo de vínculos trazaron estas mujeres con las estructuras de sujeción: familia y partido. Muchas veces, los traslados en el país o fuera de él han operado positivamente a favor del corrimiento de ambas estructuras de contención. Por ejemplo, la salida de la región de origen y la independencia adquirida respecto a la familia parecieran haber aflojado también los vínculos con la otra estructura de contención que era el partido, y el desplazamiento, aunque sea momentáneo, hacia otra organización.

Incluir la dimensión de los sentimientos en las investigaciones sobre militancia política, como dijimos antes, nos obliga a considerar esa variable en las entrevistas a mujeres y varones. No solamente porque los varones también tenían miedos o sentían dolor por la muerte de los compañeros, sino porque no pensamos que lo afectivo tenga valor epistémico sólo en el caso de las voces de mujeres (aunque aquí sí la perspectiva del punto de vista permite enfatizar

esa arista en los testimonios de aquellas). Sino además, porque el género, en tanto categoría relacional nos obliga a indagar el modo en que sus condicionantes se han puesto en juego en las formas de sociabilidad de la militancia. Y si bien esto es operativo para el estudio del activismo político en general, el carácter con que la clandestinidad de las organizaciones armadas impregnaba a las relaciones humanas, tal vez vuelva más necesario un abordaje que involucre los aspectos emocionales.

Uno de los atributos que tiene trabajar con fuentes orales es que los relatos se despliegan en torno a la experiencia, que a su vez se refiere al proceso en el cual se construye la subjetividad, de ahí el interés en la narración como soporte de las identidades y las memorias de los testimoniantes en el momento en que se produce la entrevista. En principio, porque la historia oral realiza una distinción entre hechos y relatos (entre historia y memoria) y la virtud última de la memoria no es la preservación el pasado sino los cambios elaborados que revelan el esfuerzo de varones y mujeres por darle un sentido al pasado y una forma a sus vidas, colocando a la entrevista y al relato en su contexto histórico: en ellas apelamos a esa dimensión de acción, incluso de práctica en las formas de relación con un pasado que se define en la dimensión de la memoria, como un pasado que sigue cuestionando, planteando preguntas, interviniendo sobre el presente.

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Recibido: 17 agosto 2013 Aceptado: 17 noviembre 2013

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