Научная статья на тему 'Los espacios de sociabilidad heterotópicos: algunos casos para la comprensión de la cultura política de las élites en Colombia, 1930 – 1945'

Los espacios de sociabilidad heterotópicos: algunos casos para la comprensión de la cultura política de las élites en Colombia, 1930 – 1945 Текст научной статьи по специальности «СМИ (медиа) и массовые коммуникации»

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Espacios de sociabilidad / República Liberal / Élites políticas / Clubes / Cafés / Casas Liberales / Spaces of sociability / Liberal Republic / Political elites / Clubs / Cafes / Liberal Houses (Casas Liberales)

Аннотация научной статьи по СМИ (медиа) и массовым коммуникациям, автор научной работы — Juan-David Restrepo-Zapata

Este artículo analiza los espacios de sociabilidad de las élites liberales colombianas durante la República Liberal, tales como clubes, cafés y las llamadas casas liberales, frecuentados por actores vinculados y reconocidos como círculos de poder, que desarrollaban y producían alianzas y conflictos. Estos eran espacios donde se conseguía tomar decisiones o llevar temas a la agenda pública en el contexto de la sociedad de masas, de la fricción entre tradición y modernidad, o de los discursos del orden conservador, socialista o liberal-capitalista. La observación de estos espacios permite ubicar centralidades, conexiones, patrones o mecanismos de selección y vinculación, así como de control de la opinión y cultura política de la época, descentrando la mirada de las tradicionales formas de ver lo político, y al mismo tiempo, proponiéndolo como parte de una trialéctica entre la sociedad, el tiempo y el espacio.

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Heterotopic spaces of sociability: some cases for understanding the political culture of the elites in Colombia, 1930-1945

This article analyses the spaces of sociability of the Colombian liberal elites during the Liberal Republic, such as clubs, cafés and the so-called casas liberales, frequented by actors linked to and recognised as circles of power, which developed and produced alliances and conflicts. These were spaces where decisions could be made or issues put on the public agenda in the context of mass society, the friction between tradition and modernity, or the discourses of the conservative, socialist or liberal-capitalist order. The observation of these spaces allows us to locate centralities, connections, patterns or mechanisms of selection and linkage, as well as of control of opinion and political culture of the time, decentring our gaze from the traditional ways of seeing the political, and at the same time, proposing it as part of a trialectic between society, time and space.

Текст научной работы на тему «Los espacios de sociabilidad heterotópicos: algunos casos para la comprensión de la cultura política de las élites en Colombia, 1930 – 1945»

51, septiembre 2022: 1-23

Los espacios de sociabilidad heterotópicos: algunos casos para la comprensión de la cultura política de las élites en Colombia, 1930 — 1945

Heterotopic spaces of sociability: some cases for understanding the political culture of the

elites in Colombia, 1930-1945

Juan-David Restrepo-Zapata*

Resumen: Este artículo analiza los espacios de sociabilidad de las élites liberales colombianas durante la República Liberal, tales como clubes, cafés y las llamadas casas liberales, frecuentados por actores vinculados y reconocidos como círculos de poder, que desarrollaban y producían alianzas y conflictos. Estos eran espacios donde se conseguía tomar decisiones o llevar temas a la agenda pública en el contexto de la sociedad de masas, de la fricción entre tradición y modernidad, o de los discursos del orden conservador, socialista o liberal-capitalista. La observación de estos espacios permite ubicar centralidades, conexiones, patrones o mecanismos de selección y vinculación, así como de control de la opinión y cultura política de la época, descentrando la mirada de las tradicionales formas de ver lo político, y al mismo tiempo, proponiéndolo como parte de una trialéctica entre la sociedad, el tiempo y el espacio.

Palabras clave: Espacios de sociabilidad; República Liberal; Élites políticas; Clubes; Cafés; Casas Liberales.

Abstract: This article analyses the spaces of sociability of the Colombian liberal elites during the Liberal Republic, such as clubs, cafés and the so-called casas liberales, frequented by actors linked to and recognised as circles of power, which developed and produced alliances and conflicts. These were spaces where decisions could be made or issues put on the public agenda in the context of mass society, the friction between tradition and modernity, or the discourses of the conservative, socialist or liberal-capitalist order. The observation of these spaces allows us to locate centralities, connections, patterns or mechanisms of selection and linkage, as well as of control of opinion and political culture of the time, decentring our gaze from the traditional ways of seeing the political, and at the same time, proposing it as part of a trialectic between society, time and space.

Keywords: Spaces of sociability; Liberal Republic; Political elites; Clubs; Cafes; Liberal Houses (Casas Liberales).

Recibido: 24 abril 2022 Aceptado: 17 octubre 2022

Colombiano. Profesor del Departamento de Historia de la Universidad de Antioquia (Colombia). Investigador Grupo Historia Moderna y Contemporánea de la misma Universidad. juandrestrepo2apata@gmail.com https: / /orcid.org/0000-0002-2397-1577

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Introducción

Los espacios de sociabilidad, como una categoría que permite comprender la cultura política, han sido estudiados desde diversos ámbitos de la historiografía, sirviendo como punto nodal la ya clásica obra de Maurice Agulhon.1 Las sociabilidades, entendidas como relaciones interindividuales que dan sentido a las acciones cotidianas de los diversos sujetos en espacios y tiempos determinados, potencian las capacidades de un grupo.2 Sin embargo, puestas estas en escenarios físicos o recreados, reflejan condiciones de posibilidad para la materialización de proyectos del orden político, social o cultural, entre otros. Así, los espacios vinculados a las élites políticas, conformados por lugares, redes y actores, permitían conectar intereses, propuestas y proyectos, a partir de afinidades por consanguinidad, amistad o proximidad ideológica. Es decir, los espacios de sociabilidad se convirtieron en generadores de un capital social3 que se utilizaba para amparar una poderosa estructura que controlaba -o intentaba controlar- el poder del Estado, utilizando una maquinaria burocrática, electoral y clientelar, pero que también se convertía en un catalizador de los proyectos culturales al servicio de algunos sectores.

Así, estos espacios fueron construidos a partir de la interacción y de las rutinas de la vida cotidiana, plasmados en sistemas de acciones, pero que eran reconocidos, compartidos y habitados por múltiples actores. Aquellos espacios eran pues lugares comunes de producción, tanto de alianzas como de conflictos, y en últimas, eran espacios donde se conseguía tomar decisiones o llevar temas a la agenda pública en un momento donde la sociedad de masas estaba en auge, donde cobraban vigencia discursos del orden conservador, socialista o liberal-capitalista. Con ello, es posible observar centralidades, conexiones, patrones o mecanismos de selección y vinculación, así como de control de la opinión y cultura política de la época, descentrando la mirada de las tradicionales formas de ver lo político, y al mismo tiempo, proponiéndolo como parte de una trialéctica entre la sociedad, el tiempo y el espacio.4

Este estudio realiza una radiografía de estos espacios de sociabilidad, entendidos como la acción relacional y poliédrica de los individuos (actores) o colectivos que se dan en lugares y tiempos delimitados, y que buscan generar afinidades con un fin específico, sostenido y reproductor de habitus, donde se distribuyen poderes actuantes en los campos de capital económico, cultural, social y simbólico. Esto se convierte en el prestigio, la reputación o el renombre, entre otros, que posee un actor o grupo social, y que percibe y reconoce en él o ellos legitimidad.5 Ello no indica que, por hacer parte de una asociación, a diversos espacios de sociabilidad, a redes socio-familiares o a un grupo político, "los pensamientos y las acciones sean unísonos"6. Razonablemente, son los espacios de sociabilidad lugares determinados y productos sociales, que vinculan agentes en red a partir de un conjunto de relaciones de poder que Michel Foucault denomina micropoderes.7 Dicho concepto es

1 Ver: Maurice Agulhon, El Círculo Burgués. La sociabilidad en Francia, 1810-1848 (Buenos Aires: Siglo XXI, 2009).

2 Pilar González Bernaldo de Quirós, "La «sociabilidad» y la historia política", Nuevo Mundo Mundos Nuevos (2008). http: / / joumals.openedition.org/nuevomundo/24082

3 Pierre Bourdieu, "The forms of Capital." Pp. 240-268 in Handbook of theory and research for the sociology of education, edited by J. G. Richardson. New York: Greenwood, 1986.

4 Edward Soja, "Tercer espacio: extendiendo el alcance de la imaginación geográfica", en: Edward W. Soja. La perspectiva postmoderna de un geógrafo radical,, eds. Nuria Benach y Abel Albet (Barcelona: Icaria — Espacios Críticos, 2010), 181-209.

5 Pierre Bourdieu, "Espacio social y génesis de las clases", en Bourdieu Pierre, Sociología y cultura, (México: Grijalbo, 1990), 29.

6 Willian Alfredo Chapman, "El concepto de sociabilidad con referente para el análisis histórico". Investigación y desarrollo 23, no. 1 (2015): 1-37.

7 Ver: Michel Foucault, Microfísicas del poder (Madrid: Edissa, 1980).

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funcional en la medida en que muchos de estos vínculos apelan al ejercicio de potestades o facultades asignadas naturalmente a un actor al momento del relacionamiento con otros, gracias a las convenciones sociales, costumbres o usos comunes, que no están inscritos en los campos tradicionales, como los serían las instituciones estatales. Consecuentemente, estos espacios constituyen verdaderas heterotopias, dentro de las cuales se crean lugares con dinámicas y lógicas propias, que tienen poderes, fuerzas, ideas, regularidades o discontinuidades estructurantes.8 Estas transformaciones teóricas permiten pensar los ámbitos de acción de las élites políticas liberales desde nuevas ópticas, percibiendo luces y sombras en su relacionamiento y puja por el poder, no tanto explicadas por su posición privilegiada en el mundo, sino desde el ejercicio de su posición en él.

En dicho sentido, nos proponemos analizar los espacios de sociabilidad de las élites liberales colombianas durante la República Liberal, un momento que la historiografía ha referido como transformador de algunas dinámicas políticas, sociales económicas y culturales del país, por la fuerte confrontación entre un conservadurismo beligerante y unas corrientes reformistas en el ámbito de la democratización y la ampliación de derechos y libertades sindicales y obreras, así como del papel del Estado frente a la economía, la tributación y el régimen de tierras.9 Es decir, este periodo planteó para Colombia unos flagrantes debates que respondían a un contexto internacional que redefinía los órdenes entre lo tradicional y lo moderno. Es así que nos centraremos en la indagación por lugares, centralidades, conexiones, patrones o mecanismos de selección y vinculación, que permitían una ampliación del capital social, político o intelectual, y que definía el acceso al poder en dicho contexto. Estos lugares estaban presentes principalmente en ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla, y Cali, por lo que se priorizaron para este estudio. Es necesario entonces describir algunos espacios de sociabilidad, reconociendo clubes, cafés, y las llamadas casas liberales, todos ellos frecuentados por los actores vinculados a los círculos de poder.

1. Los espacios de sociabilidad

¿De qué espacios estamos hablando? ¿Cómo influyen estos espacios en las redes de poder de las élites? ¿Por qué comprenderlos es fundamental para vehicular la producción de conocimiento sobre las élites? Durante la República Liberal, las formas de hacer política en Colombia evidenciaron la necesidad de construir verdaderos sistemas de apoyo que les permitiera a los diferentes actores conseguir o mantener el poder en un país que presenciaba la emergencia de la sociedad de masas, de movimientos plebeyos (campesinos, obreros y juveniles), de la crisis del parlamentarismo, del ascenso de los fascismos, de la irrupción de modelos populistas y del progreso técnico10. Esto porque las circunstancias que otrora les permitieron conservar el poder, como una herencia familiar, se estaban transformando en lo que Bernard Manin llamó el paso del gobierno de los notables, a la democracia de los partidos11.

8 Michel Foucault, "Topologías (dos conferencias radiofónicas)", Revista Fractal, n. 48, (2008). https: / / mxfractal.org/articulos/RevistaFractal48MichelFoucault.php

9 Ver: Alvaro Tirado Mejía, Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López Pumarejo (Bogotá, Colombia: Planeta, 1995); Daniel Pécaut, Orden y violencia: evolución socio-política de Colombia entre 1930y 1953 (Bogotá: Norma, 2001); Catherine LeGrand, Colonización y protesta campesina en Colombia (1850-1950) (Bogotá: Universidad de Los Andes, 1988); Renán Silva, Silva, República Liberal, Intelectuales y Cultura Popular (Medellín: Editorial La Carreta, 2005); Francisco Gutierrez Sanín, La destrucción de una república (Bogotá: Universidad Externado de Colombia-Taurus, 2017).

10 Sobre esto último, la aparición de la radiodifusión, de la aviación y de la empresa gráfica, modificó el oficio del político, definido por su exposición a nuevos públicos. Ver: Marco Palacio, "De la ampliación de la ciudadanía a la dictadura y a la elite plutocrática", en: Entre la legitimidady la violencia: Colombia 1875-1994 (Bogotá: Norma, 2003), 149.

11 Bernard Manin, Los principios del gobierno representativo (Madrid: Alianza Editorial, 1988).

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En el contexto de un país dominado por las prácticas clientelistas, que se dibujaron como un "correlato de la democracia (...), donde las élites políticas actuaban y eran percibidas como Estado, en la medida en que controlaban las estructuras estatales y definían localmente las prioridades de política de acuerdo con sus intereses"12, se configuró un escenario ideal para que los círculos de poder mutaran y se reprodujeran. Las élites políticas, después de la independencia, comenzaron a trasladar sus formas de cohesión familiar, parroquial, profesional o del grupo etario, a marcos más grandes y funcionales como partidos políticos, clubes, sociedades, o cualquier otra forma de asociación. 13

Tal como lo ha evidenciado la historiografía sobre grupos de poder y estructuras de élites para el siglo XIX14 o para el siglo XX15 en los ámbitos tanto regionales como centrales, las redes parentales heredadas de la Colonia terminaron convirtiéndose en los partidos políticos durante la República que disputaban el control del Estado. Para conseguirlo, sus estrategias giraban en torno a los intereses personales y colectivos, el mantenimiento de redes de poder, a procesos diferenciales de legitimación, entre otras, y al mantenimiento y defensa de una manifestada división social. Las élites políticas comenzaron a tomar caminos diversos que las agruparon entorno a facciones y fracciones, muchas de ellas expresadas en prácticas rutinarias de fomentaban la cohesión en cuanto a tendencias ideológicas, fabriles o, como es el caso del siglo XIX, artesanales.

El siglo decimonónico fue pues un periodo de auge para los espacios de sociabilidad. Estos lugares, entre ellos las Sociedades Democráticas por mencionar un ejemplo, eran, en su mayoría, habitados por las élites liberales que buscaban capitalizar la tensión entre sectores populares y clases terratenientes y conservadoras, al educar a las masas y proponerles la construcción de un modelo de nación que reivindicaba las teorías liberales, junto con las luchas de los sectores populares e incluso, las sociedades católicas. Según la tesis de James Sanders, esta amalgama de propuestas que emanaban de las Sociedades Democráticas, sustentaban y daban legitimidad popular a las élites liberales, que lograron mantener el poder en medio de un buen número de guerras civiles ocurridas durante la segunda mitad del siglo XIX.16

Curiosamente, es para el siglo XIX donde se percibe un mayor desarrollo historiográfico que da cuenta de unos espacios de sociabilidad bien conformados.17 Uno de los más interesantes es el

12 Margarita Serje, El revés de la nación: territorios salvajes, fronteras y tierras de nadie (Bogotá: Editorial Uniandes, 2011), 31.

13 Chapman, "El concepto de sociabilidad.".

14 Victor Uribe Urán, Vidas honorables. Abogados, familia y política en Colombia, 1780-1850 (Medellín: EAFIT/Banco de la República, 2008). Ver: Maria Teresa Uribe y Jesús María Avarez, Poderes y regiones: problemas en la constitución de la nación colombiana, 1810-1850 (Medellín: Universidad de Antioquia, 1987); María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Alvarez Gaviria, "El parentesco y la formación de las élites en la Provincia de Antioquia", Estudios Sociales, 3, (1998): 48-93. María Teresa Uribe, "Estructura social de Medellín en la segunda mitad del siglo XIX", en Historia de Medellín, Ed. por Jorge Orlando Melo, (Bogotá: Suramericana de Seguros, 1996). Luis Ervin Prado Arellano, "El Sistema Político en Colombia en la primera mitad del siglo XIX: una propuesta analítica", Democracia 8, no. 16 (2006). Adrián Alzate García, "Asociaciones, prensa y elecciones: sociabilidades modernas y participación política en el régimen radical colombiano (1863-1876)". Tesis de Maestría. (Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2010).

15 Marco Palacios, De populistas, mandarines y violencias: luchas por el poder (Bogotá: Editorial Planeta, 2001). Gonzalo Sánchez Gómez, Bandoleros, gamonales y campesinos: el caso de la violencia en Colombia (Bogotá: Punto de Lectura, 2006).

16 James E. Sanders, Contentious Republicans: Popular Politics, Race, and Class in Nineteenth-Century Colombia (Durham: Duke University Press, 2004).

17 Se destacan los trabajos de Gilberto Loaiza Cano, Sociabilidad, religión y política en la definición de la Nación. Colombia 1820-1886. Universidad Externado, 2011; "Hombres de sociedades (masonería y sociabilidad político-intelectual en Colombia e Hispanoamérica durante la segunda mitad del siglo XIX)." Historia y Espacio 17 (2001): 93-131. Ver, además: Luis Alfonso Alarcón Meneses, "Sociabilidad y relaciones de poder en el Caribe Colombiano durante el régimen federal." Historia Caribe 2 (1996): 2; Juan Camilo Escobar, "Impresos periódicos en Antioquia durante la primera mitad del siglo XIX. Espacios de sociabilidad de opinión de las élites letradas", en: Disfraz y pluma de todos. Opinión pública y cultura política, siglos XVIII y XIX (Bogotá: UN, 2012); Gloria Mercedes Arango de Restrepo, Sociabilidades católicas, entre la tradición y la modernidad. Antioquia, 1870-

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trabajo del profesor Loaiza Cano, quien realiza un análisis sistemático a partir de la geografía histórica y los estudios prosopográficos de las redes asociativas que se concebían como espacios para generar márgenes de control frente a propuestas políticas antagonistas, así como de algunas formas de sociabilidad como las Sociedades Democráticas, que pervivieron incluso hasta la República Liberal, donde se definían los rumbos del país y se "disputaba el control hegemónico del espacio público",18 y donde uno de los principales agentes eran las élites liberales. La cultura política allí analizada, observa lugares determinados como cafés, librerías y clubes, que presenciaron la reunión reiterada de las personas que conformaban estas sociedades. Así, estas formas de asociación política construyeron y se nutrieron de un espacio que les permitía la congregación, compartir ideas y plantear un proyecto con un espíritu percibido como moderno.

Estos espacios permitían entonces expresar las diferentes alianzas y conflictos, conteniendo diversas escalas de afinidad. Incluso, su distribución geográfica por el país posibilitaba la expansión territorial de las redes de poder, involucrando nuevos actores que insuflaran aliento a los proyectos, en este caso liberales. Para el siglo XX, y especialmente en la década de los años veinte y treinta, estos espacios de sociabilidad permitieron la circulación de ideas y la creación de nuevas clientelas, y en ellos se entablaron complejas relaciones entre actores, que le permitieron retornar al poder al Partido Liberal y mantenerlo por quince años, en un país conservador, donde la Iglesia, las Fuerzas Armadas y los grandes hacendados, parecían tener bajo control el asunto electoral. Ello demostraría, como mínimo, dos cosas. Lo primero es que las elecciones durante aquel periodo eran disputadas, rompiendo un poco la convención de ver estos momentos como simples teatralidades o montajes de decisiones ya tomadas, es decir, los resultados de las mismas no estaban establecidos a priori, lo que sustenta la existencia de estos espacios de sociabilidad19; y segundo, estos lugares eran verdaderas instituciones políticas congregacionales donde se materializaban el capital social, político e intelectual, que se utilizaba para mantener aceitada la maquina burocrática, electoral y clientelar. La red es el espacio a través del cual y por donde se extienden esas prácticas en el interior de las élites políticas liberales, con el que se buscaba materializar la cohesión en un partido que no era unísono, sino que contemplaba una amalgama de tendencias ideológicas desde la derecha moderada, hasta la izquierda marxista, y conjuntamente, el espacio era un lugar de encuentro entre nuevos actores, provenientes la mayoría de la clase obrera organizada, e incluso de figuras fuertes en algunos movimientos de negros. El espacio fue aquí un catalizador de diferencias, sin el que difícilmente se generaría el encuentro, tanto simbólico como físico.

Este ejercicio de investigación indaga exclusivamente por algunos espacios de sociabilidad, priorizando clubes, librerías, cafés y casas liberales frecuentados por los actores vinculados a los círculos de poder.20 Estos espacios se seleccionaron por varios motivos. El primero es que la historiografía ha señalado, sin profundizar en ellos, su importancia en el ejercicio del poder durante la República Liberal.21 Segundo, estos espacios encarnan la tendencia global de las élites políticas e intelectuales de configurar lugares que demuestran su estatus y gusto diferenciador con el pueblo llano, pero que también legitimaban su accionar frente a este. Y tercero, son lugares que por su propia condición, se

1930 (Medellín: Universidad Nacional de Colombia—DIME, 2004); Patricia Londoño Vega, Religión, cultura y sociedad en Colombia: Medellín y Antioquia 1850-1930 (Bogotá: Fondo de Cultura Económica, 2004).

18 Loaiza Cano, Sociabilidad, religiónypolítica en la definición de la Nación. Colombia, 1820-1886...

19 Pilar González, "La "sociabilidad" y la historia política", Nuevo Mundo Mundos Nuevos, (2008) online.

20 Además de los mencionados, también están: las escuelas y bibliotecas ambulantes, los museos, la radio, las sociedades masónicas, entre otros, que no serán objeto de análisis en este trabajo.

21 Ver: Renán Silva, Reforma cultural, Iglesia católica y Estado durante la República Liberal. Cali: Universidad de Valle, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, 2007; Alvaro Acevedo Tarazona y Jhon Jaime Correa Ramírez, Tinta roja. Prensa, política y educación en la Republica Liberal (1930-1946). El Diario de Pereiray Vanguardia Liberal de Bucaramanga. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2016.

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convierten en dispositivos que permitían la construcción de un espacio social que en términos de Bourdieu, se manifiestan en la medida en que los agentes allí presentes están distribuidos en función de una diferenciación, y donde tienen más relación entre ellos en cuanto más próximos estén, distribución que refleja el volumen total de su capital.22 Habitar estos espacios, se convierte así, en un elemento clave para conseguir el mantenimiento y reproducción del ejercicio del poder de las élites. Es decir, son espacios concebidos,23 donde se materializa una espacialización del poder que proyecta un uso hegemónico del espacio, y se insertan en él y para él rutinas, esquemas, gustos y prácticas que sustentan una jerarquía social. Son claro ejemplo de ello los clubes y en cierta medida las casas liberales, que permitían el debate y la confrontación de ideas, pero con un público limitado y restringido solo a aquellos con credenciales sociales.

Ahora bien, no todos los espacios presentan la misma condición. Los cafés y las librerías pueden representar una condición heterotópica donde se daba una emergencia de la esfera pública24, a partir de la tertulia, el debate y la aparición de vanguardias, en un conjunto de ciudadanos que no necesariamente pertenecían a una élite política, pero podían compartir en esos espacios con aquellos que sí estaban vinculados a ella. Tesis que reforzaría la hipótesis de la democratización durante el periodo analizado.25 Aun así, ello no implicó que cediera el control hegemónico de las élites, sin embargo, eran lugares donde se disputaba el control del espacio público —tanto el físico como el político—, y en ocasiones, donde se visibilizaban nuevos actores que entrarían a insuflar nuevos aires a las élites que ejercían el poder. Son pues heterotopías en cuanto rompen con una linealidad en el uso del espacio público, y se convierten en lugares otros, en términos de Foucault, para la reunión y la representación de una cultura y acción política, introduciendo con ello nuevas variables en la disputa por el poder, expresando horizontalidades en un mundo dominado por la jerarquización.26 Estas formas de congregación esencialmente recuperaban una sociabilidad que para mediados del siglo XIX se manifestaron en las Sociedades Democráticas, y que se habían perdido parcialmente con el proyecto regeneracionista.27 Valga decir, proyectos motivados por las ideas de progreso y modernidad de corte liberal.28 Análogamente, hasta cierto punto, para las décadas de los veinte y treinta del siglo XX, estos espacios se convirtieron en oasis para la irreverencia por tanto declaraban una independencia al control clerical y estatal, promoviendo debates sobre el fascismo y el socialismo, pero también sobre el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo y el expresionismo, en una especie de ruptura entre lo viejo y lo nuevo. Son, en suma, discontinuidades del sistema homogéneo del uso compartimentado del espacio social, que constituye para él poderes, fricciones y conjugación de actores en un nuevo nodo y bajo sus propias lógicas, que proyecta, al fin y al cabo, una red que se desplaza hacia otras posiciones buscando proyectar el poder.

22 Pierre Bourdieu, Capital cultural, escuela y espacio social (México: Siglo XXI, 2000).

23 Ver: Henri Lefebvre, La producción del espacio (Madrid: Capitán Swing Libros, 2020).

24 Jaime Iregui, Café El Automático. Arte, críticay esfera pública (Bogotá: Cámara Colombiana del Libro, 2009).

25 Cf. Alvaro Tirado Mejía, Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso López Pumarejo (Bogotá: Planeta, 1995); Jorge Orlando Melo, "Algunas consideraciones globales sobre "modernidad" y "modernización" en el caso colombiano", Análisis político, no. 10 (1990): 23-35; y que se analiza en Juan-David Restrepo-Zapata, "Aportes para una historia del Constitucionalismo Social en Colombia: la reforma liberal de 1936", Revista de Historia del Derecho, no. 57 (2019): 157-183.

26 Ver: Michael Foucault, El orden del discurso (Barcelona: Tusquest, 2005).

27 Loaiza Cano, Sociabilidad, religiónypolítica en la definición de la Nación.

28 Jaime Jaramillo Uribe, "Las sociedades democráticas de artesanos y la coyuntura política y social colombiana de 1848",

Anuario Colombiano de Historia Socialy de la Cultura, n.° 8 (1976):5-18.

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2. Los clubes como espacios de sociabilidad de las élites

Los clubes sociales se convirtieron, en varias ciudades del país, en el símbolo de modernidad de corte europeo, constituyéndose en nuevos espacios de sociabilidad de las élites regionales, muchas de ellas con anhelos de pertenecer a las nacionales o que se entrelazaban por medio de estos. Gracias a ello, a finales del siglo XIX y principios del XX, aparecieron estos lugares exclusivos y herméticos, incluso reservados para hombres cuando así lo veían necesario, donde se reunían a tertuliar, jugar, leer prensa, debatir y configurar contactos políticos e intelectuales.29

Así, estos espacios manifestaban lo que se ha configurado como una aptitud de los hombres para relacionarse en colectivos más o menos estables, más o menos numerosos30, donde a su vez se permiten relaciones de experiencias, en los cuales se produce la participación, organización y transmisión de patrones culturales.31 Es por ello que para esta investigación, estos son espacios concebidos que materializan lo que anteriormente denominamos como jerarquía social, donde se expresan los gustos adquiridos y reproducidos y en los que se exaltaba una "condición superior", "moralmente apropiada", y digna del proyecto civilizatorio. Vemos pues, en las principales capitales del país, la aparición de unos cuantos clubes que cumplían con las características descritas. Esto es, modelos importados donde se daban cita las personalidades de élite, en los cuales se discutía el vaivén electoral, se pugnaban el ejercicio del poder, se elegían candidatos o se proponían unos nuevos, y se evidenciaba el poderío económico. Es decir, era la escala donde los actores tomaban decisiones a partir de la interacción cercana. Unas interacciones que derivaban en alianzas o conflictos. Cabe advertir que este no era el único lugar donde se desencadenaban estas interacciones, pero sí era uno de los lugares privilegiados para que se ellas se facilitaran.

La sistematización de los personajes de élite que tuvieron participación durante los gobiernos de la Republica Liberal, permitió mapear los clubes a los cuales estos actores tenían vinculación.32 Estos espacios, estaban ubicados principalmente en las ciudades capitales de las regiones históricamente más poderosas del país. Pero, además, la aparición de los clubes en ciudades intermedias evidenciaría la emergencia de nuevas élites, o por lo menos, la incorporación de discursos y prácticas que las asociaría a las tradiciones del viejo mundo y a las aristocracias bogotanas.

Tabla 4. Clubes con participación accionaria de las élites políticas 1930 - 1945

Ciudad Periodo de fundación Club

Bogotá 1874-1936 Jockey Club; Gun Club; Polo Club; Country Club; Club de Abogados; Club Rotario; Club Los Lagartos.

Medellín 1894-1928 Club Unión; Club Campestre; Club Rotario

Cartagena 1891 - 1911 Club Cartagena; Club La Popa

Cali 1920-1930 Club Colombia; Club Campestre

Barranquilla 1926 Club Rotario; Contry Club

Pereira 1935 Club Campestre

Fuente: elaboración propia a partir de Oliverio Perry, Quien es quien e Colombia (Bogotá: Editorial Kelly, 1948).

29 Fabio Zambrano Pantoja, "De las atenas suramericana a la Bogotá moderna. La construcción de la cultura ciudadana en Bogotá", Revista de Estudios Sociales, no. 11 (2002): 9-16. http: / /journals.openedition.org/revestudsoc/27463

30 Maurice Agulhon, El Círculo burgués: seguido de Una pequeña autobiografía intelectual (Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 2009).

31 Ramón Arnabat y Moserrat Duch (coords.), Historia de la sociabilidad contemporánea. Del asociacionismo a las redes sociales (Zaragoza: Universidad De Valencia, 2014).

32 Para esta sistematización se utilizó el trabajo de Oliverio Perry, Quien es quien e Colombia (Bogotá: Editorial Kelly, 1948).

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Estos sujetos eran accionistas de estos espacios y su vinculación determinaba, per se, la pertenencia a un grupo privilegiado que denotaba características tales como una condición social, cultural y económica específica, en una especie de distinción sociológica y psicológica que, siguiendo los postulados del clásico sociólogo de las élites, Gaetano Mosca, les asigna una aparente "superioridad material, moral e intelectual" por sobre la masa.33 Esto se demuestra con los mecanismos que permitían acceder a la membresía de los clubes. Por mencionar algunos, tanto el Jockey Club como el Gun Club, espacios primigenios en el país con estas características, esgrimían en sus normativas que tenían un sistema de acciones exclusivo para hombres, y además sin membresías disponibles, esto es, quien estuviera interesado, debía postular su nombre en un listado a la espera de un retiro o un fallecimiento, en caso de esto último, sin herederos que asuman el lugar del accionista. Sin embargo, para estar en esta lista inicial, era necesario contar con la recomendación de dos socios activos, y, además, ser aprobado por la junta directiva. Un modelo que, sin duda, reservaba sus asientos solo a aquellos que poseían el beneplácito de la élite bogotana.34

Tanto el Jockey Club, como el Gun Club y el Club Rotario35, eran espacios de la "alta alcurnia", y de la "élite cachaca", donde se daban cita "fastuosos bailes y banquetes ofrecidos allí en honor de los liberales Eduardo Santos y Alberto Lleras"36, entre otros. Una de las descripciones referidas sobre estos espacios afirmaba:

Para ir al Jockey es necesario que estés siempre bien peinado, que siempre tengas limpios los zapatos, y si no los tienes, te los haces embolar en él; siempre bien vestido, elegante y además nunca te vayas a ir sin corbata (...) como tienes que dejar muy en alto tus apellidos familiares, debes ser siempre bien educado y respetuoso (...). Al entrar lo primero que conocí fue ministros y ministros, todos importantes, luego en un salón estaba la junta directiva del Banco de Los Andes, los cuales hicieron un brindis en mi honor".37

Eran pues estos lugares donde se congregaban recurrentemente personajes clave de la política nacional. Espacios que adquirían unos modales y costumbres que representaban una especie de hidalguía republicana, en la que personajes como Alfonso López Pumarejo, descrito como un "clubman, sibarita, tertuliano de profesión"38, proyectaba y conformaba las redes de poder que lo llevarían a ejercer el poder como jefe del Estado colombiano.

Este tipo de reuniones eran comunes en la vida cotidiana de estas élites. Había lugares para ir a almorzar o cenar gracias a su ubicación privilegiada en el centro capitalino. Pero también y principalmente para desarrollar eventos conmemorativos, cenas de festejo, o bailes en honor a los personajes del notablato, tal como vemos en la Imagen 1. Allí se observa la reunión ocurrida en el Jockey Club, el día de traspaso de mando del poder presidencial de Olaya Herrera a López Pumarejo,

33 Gaetano Mosca, La clase política (México: Fondo de Cultura Económica, 2006).

34 "Jockey Club cerró parcialmente su sede del centro de Bogotá", La República, 6 de marzo de 2012.

35 Miembros iniciales del Club Rotario: Rafael Salazar, Lucas Caballero, Julio Caro, Nicolás Camargo, Andrés Eloy de la Rosa, Eduardo Esguerra, Jorge Soto del Corral, Luis M. Nieto Caballero, Eduardo Briceño, Luis Cano, Agustín Nieto Caballero, Alfonso López, Ernesto Mac AHister, Jorge Durán, Juan A. Montoya, Nemesio Camacho, Julio Carrizosa, Joaquín Samper y Eduardo Santos. En "Anoche quedó constituido el Club Rotario de Bogotá", El Tiempo, 14 de diciembre de 1926.

36 "Sede del Jockey Club, a manos de la Universidad de los Andes" https: / / www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-12830808

37 Roberto Gómez Caballero, El gran baile blanco o command perfomance del Jockey Club (Bogotá: Talleres de Gráficas Modernas, 1979), 69 - 72.

38 Credencial Historia, "Fechas para recordar: agosto 7 de 1930; los liberales regresan al poder" Credencial Historia 9 (online). https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-9/agosto-7-de-1930-los-liberales-regresan-al-poder

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acompañados de sus esposas, y de Roberto Urdaneta, Ministro de Relaciones Exteriores que mantendría su puesto, buscando generar continuidad en la firma de los acuerdos con el Perú, y que años más tarde sería nombrado Ministro de Economía (1945) durante el segundo mandato de López Pumarejo. Urdaneta, era de pensamiento conservador, y se le asignaba un discurso de unidad nacional en búsqueda de encontrar un modelo bipartidista viable.

Imagen 1. Celebración en el Jockey Club

Fuente: Biblioteca Luis Angel Arango. 7 de agosto de 1934. Personajes en la fotografía de izquierda a derecha: Enrique Olaya Herrera, María Michelsen de López, Clemencia Holguin de Urdaneta, Roberto Urdaneta Arbeláez, Alfonso López Pumarejo y

María Teresa Londoño de Olaya.39

Esta imagen describe la reunión, sin distingo de partido, de aquellos que tuvieron un papel protagónico durante la República Liberal. Otra de las reuniones ocurridas en el prestigioso club, fue descrita así por el periódico El Tiempo:

Un grupo de amigas de doña Lorencita Villegas de Santos, esposa del señor Presidente de la República [Eduardo Santos] ha querido hacerle un homenaje de simpatía (...). Doña Lorencita llegará de palacio acompañada por doña María Teresa de Olaya Herrera [esposa del expresidente Enrique Olaya Herrera], doña Mercedes Sierra de Pérez [hija de Pepe Sierra40] y doña Cecilia Kopp de Rocha [hija de Leopoldo Kopp41] (.. .).42

Este encuentro enlazaba el mundo político dominante para ese momento, con Santos a la cabeza de la Presidencia, junto con las herederas de los emporios banqueros y comerciales de la época.43 Los Sierra, eran por su parte, los dueños de las deudas adquiridas por muchos de los presidentes de la primera mitad del siglo XX, así como de un emporio de bienes inmuebles, ferrocarriles y cientos de adjudicaciones en el gobierno local, que duplicaban su fortuna constantemente.44

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Otra nota de la prensa capitalina destaca una cena ofrecida por Jorge Eliecer Gaitán (Alcalde de Bogotá) a Jaime Restrepo Moreno (Alcalde de Medellín), el 8 de octubre de 1936: "El doctor Jorge

39 Gilma Ríos Penalosa, "Primeras damas del siglo XX". Credencial Historia, no 80. (online)

https: / / www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-80/primeras-damas-del-siglo-xx

40 Empresario antioqueño y banquero.

41 Empresario y diplomático alemán. Fundador de Bavaria

42 "La fiesta de mañana en el Jockey Club de Bogotá", El Tiempo, 1 de mayo de 1941.

43 María Teresa Uribe realiza un importante análisis del papel de las mujeres en la continuidad de los capitales familiares, en: "El parentesco y la formación de las élites en la provincia de Antioquia", Estudios sociales, no. 3 (1988).

44 Luis Fernando Molina Londoño, "Don Pepe Sierra: prototipo del empresario antioqueño, el arriero más rico del país", Credencial Historia, No. 16 (1991). https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-16/don-pepe-sierra-prototipo-del-empresario-antioqueno

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Eliecer Gaitán, Alcalde Mayor de la ciudad, y los altos funcionarios del municipio, ofrecieron en los salones del Jockey Club un espléndido almuerzo en honor del doctor Jaime Restrepo Moreno, Alcalde de Medellín. La reunión se desarrolló dentro de un ambiente de camaradería y cordialidad".45 Este relato es sinónimo de una interrelación, no solo con sus círculos más cercanos, sino con actores con otras áreas y espacios de influencia.

En Medellín y otras ciudades, también se dieron este tipo de reuniones que vinculaban sectores aparentemente lejanos, como fue el caso de la reunión ocurrida entre Julián Uribe Gaviria, hijo de Rafael Uribe Uribe, gobernador de Antioquia y Primer Designado Presidencial (1932-1934), hermano de Carlos Uribe, Ministro de Guerra (1932-1934), y Alfonso Araújo, Ministro de Obras Públicas (19311934), de Educación (1938-1940), de Gobierno (1940) y de Hacienda (1942-1943). Es decir, este espacio reunía dos actores importantes en la política regional y nacional. El Tiempo relataba así este encuentro ocurrido el 18 de junio de 1934: "El gobernador del departamento ofreció ayer en el Club Campestre un lujoso té, en honor del doctor Alfonso Araújo, al cual concurrieron varios invitados"46. Cabe resaltar que Araújo era un pesonaje de la élite cartagenera asentada en Bogotá. Sus redes de poder eran de tal magnitud que ocupó puestos de relevancia durante todos los periodos presidenciales liberales, y además, cruzaba numerosas cartas con los demás miembros de la dirigencia liberal.

Asimismo, para la llegada de Enrique Olaya Herrera a la ciudad de Medellín en octubre de 1934, luego de su mandato presidencial, se organizaron varios eventos, entre los cuales se incluían recepciones en algunos clubes de la ciudad. Precisamente, el periódico El Tiempo, registró la llegada del expresidente al Club Unión, para llevar a cabo una reunión con su junta directiva y una posterior copa de champaña. Posteriormente, participó de un baile de gala en el Club Campestre, al cual "asistirá la más distinguida sociedad de Medellín".47 En dicho sentido, los clubes eran bosquejados según las necesidades de las élites, para sostener un andamiaje social, lleno de protocolos, ideales de modernidad, y mecanismos internos de selección que permitieran su cohabitación y reproducción limitada.

3. Los cafés y la renovación de la sociabilidad

Otro de los espacios con una latente condición heterotópica resultó siendo el café. Su apertura a nuevas posibilidades intelectuales, políticas e ideológicas, le asignó la categoría por excelencia para la discusión, las tertulias, y la liberalización del espacio público como elemento esencial en la disputa por la hegemonía. Es decir, el café como espacio permitió la renovación, o en ocasiones, instauración, de prácticas asociativas que tenían una relación directa en la asunción del liberalismo por encima del régimen de la Hegemonía Conservadora. No es gratuito que estos espacios permitieran la circulación, entendiendo esto como la capacidad de atraer nuevos personajes, y colapsar otros. Allí, las capacidades oratorias, la identificación con alguna de las corrientes vanguardistas, la defensa de lo moderno por encima de lo viejo, referían constantemente cercanías y puntos de unión, es decir, nodos.48

Además, estos cafés han sido considerados por la historiografía reciente como verdaderas apuestas por introducir un elemento igualitario en la vida social y política, incluso durante el siglo XIX. Para Maurice Agulhon, el historiador que entronizó esta variable en los análisis históricos, espacios como el café eran sitios elásticos y permeables en las sociedades que buscaban un aparente espíritu democrático, y donde la acción de deliberar, opinar o buscar un representante, podría estar facilitada en

45 "Bogotá social — fiestas sociales", El Tiempo, 8 de octubre de 1936.

46 "Fiestas sociales en Medellín"; El Tiempo 18 de junio de 1934.

47 "Será grandioso el homenaje de Antioquia al Gral. Uribe". El Tiempo, 26 de octubre de 1934. Pág. 6.

48 Luis Fernando González, "Los cafés en la historia urbana de Medellín", Revista Universidad de Antioquia, 329 (2017): 87-92.

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estos espacios de sociabilidad, que como elemento extraordinario posibilitaba la aparición de mujeres en los debates, es decir, habría una aparente forma igualitaria de defender unas elecciones, entre otras características modernas.49

La capacidad asociativa, incluso híbrida, era pues una verdadera heterotopia, que creó sus propias dinámicas y reglas en el interior. Las grandes urbes fueron el escenario privilegiado para asignarle un tiempo y espacio de ocio a la vida, y el café cumplía con esa condición. Asimismo, era un espacio no planificado, que rompía con las formas tradicionales de sociabilidad ligadas a los clubes, y abría la puerta a las clases medias. Otra característica que refuerza la condición señalada era su multifuncionalidad, es decir, el café se prestaba como el espacio perfecto para la interacción social próxima, donde se discutían asuntos del orden privado y público, se escuchaba música, pero también se debatía el acontecer noticioso nacional e internacional, se leía, recitaban poesía, definían su futuro laboral o se tomaban decisiones por uno u otro candidato para ocupar cargos públicos. Así, lograba congregar diferentes grupos y reunir y reforzar las relaciones sociales. 50

Algunos relatos describen algunos de estos espacios como lugares donde se reunía la intelectualidad y se daban cita poetas y escritores como Julio Flórez, Jorge Pombo, Enrique Álvarez y Clímaco Soto Borda; se decía que "para ser buen escritor había que pasar por La Gran Vía"51. Asimismo, se describía que las campañas presidenciales de personajes como Enrique Olaya Herrera tenían como epicentro a algunos de estos cafés.52 Incluso, existía una división social según el café. Por ejemplo, en la ciudad de Bogotá, El Asturias, era frecuentado poetas y estudiantes, De la Bolsa por banqueros, El Gato por deportistas y ganaderos, La Cigarra por políticos, y el San Marino por políticos conservadores.53 Así, estos espacios de sociabilidad se convirtieron en lugares privilegiados para el debate, la circulación de ideas, y el mantenimiento de las redes de poder. 54 Un relato de la década de los cuarenta realiza una aproximación a algunos de sus frecuentes visitantes:

En el recorrido de una hora por la carrera séptima -el Broadway de Bogotá- tuve la oportunidad de entrar a cuatro cafés llenos de gente. Se encontraban allí tres ministros de gabinete, un expresidente y por lo menos veinticinco diputados que discutían problemas nacionales con todos los clientes.55

El café era pues un lugar para estar rodeado por la diferencia, pero haciéndola parte del simbolismo y los rituales adquiridos: "todos aquí, blancos, jóvenes, damas, damos, tomamos café (...), la meditación, el ensueño, hasta el mismo silencio, están manejados por el tinto. Puede decirse que el café tinto es la sangre que alienta en el noble corazón de la ciudad"56.

49 Maurice Agulhon, Circulo burgués (México: Siglo XXI, 2009).

50 Ana María Carreira, "Espacio Público - Florecimiento y ocaso de los cafés en Bogotá", Revista La Tadeo, n.° 73 (2008).

51 German Arciniegas, "Lo Poetas del Windsoi", El Tiempo, 28 de febrero 1962. Julio Aldemar Gómez Castañeda, "Prácticas musicales durante el proceso de urbanización en Bogotá (Colombia), 1900-1940", Historelo 7, no. 14 (2015): https://doi.org/10.15446/historelo.v7n14.46321

52 Julio Aldemar Gómez Castañeda, "Prácticas musicales durante el proceso de urbanización en Bogotá (Colombia), 19001940", Historelo 7, no. 14 (2015): https://doi.org/10.15446/historelo.v7n14.46321

53 Carol Vanessa López León, "Bogotá, una ciudad entre cafés y chicherías" (Bogotá: Universidad Distrital, 2014), 90.

54 Arbeláez F. (1995) El Asturias y El Automático. En Sabogal, H. Voces de bohemia. Doce Textimonios colombianos sobre una vida sin reglas. Bogotá: Ed. Norma. Tomado de: Carol Vanessa López León, "Bogotá, una ciudad entre cafés y chicherías" (Bogotá: Universidad Distrital, 2014), 90.

55 (Ray, J. (6 de Enero de 1948) Bogotá, una ciudad de cafés y ruidos. El Tiempo. p.3, citado en: Carol Vanessa López León, "Bogotá, una ciudad entre cafés y chicherías" (Bogotá: Universidad Distrital, 2014), 88.

56 El Tiempo, febrero 25, 1941. Tomado de: María Carreira, "Espacio público: florecimiento y ocaso de los cafés en Bogotá", 86.

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Además de ello, la mayoría de los cafés bogotanos tenían una ubicación privilegiada en el centro de la capital, cerca de las instituciones estatales, las universidades, los periódicos, los bancos, las emisoras y las revistas, por lo que en ellos se congregaban, probablemente, muchas de las personas que allí trabajaban. Era pues un espacio, que como símbolo de agrupación de actores era importante, pero que cobraba aún más relevancia por su cercanía a los centros de poder. Ello da muestra de los diferentes tipos de actores que podían asistir a un mismo espacio y compartirlo, y a partir de allí establecer un tipo de relación social que fomenta la sociabilidad. Es decir, este espacio creó lo que se denominó una nueva emergencia de esferas públicas, y, también ampliaba la red relacional de las élites y las diferentes clases sociales allí presentes.

Imagen 2. Café El Automático57

Fuente: Pedro Restrepo Peláez, "El Automático nostalgia con aroma de café (y aguardiente)", Ciudad Viva (2005). http://www.ciudadviva.gov.co/agosto05/magazine/3/

Uno de los cafés más frecuentados por la élite capitalina era, sin duda, el Windsor. Allí se exponían vaivenes políticos entre contertulios como Felipe Lleras Camargo, Juan Lozano y Lozano, Rafael Vásquez, José Camacho Carreño, Moises Prieto, Francisco Umaña, Hernando Téllez, Luis Tejada, Carlos y Alberto Lleras, entre otros58. Este fue entonces el espacio que brindó las posibilidades de sociabilidad para la creación del proyecto editorial de la revista Los Nuevos en 1925, donde salían a la luz los pensamientos de este grupo de intelectuales, así como escritos de personajes como Jorge Eliecer Gaitán, Carlos Lozano y Lozano o Ricardo Rendón. Este espacio fue la cuna para muchos de aquellos que serían actores importantes durante la República Liberal, y de muchos otros que dejaron un fructífero recorrido en el mundo literario.59

57 Charla del dramaturgo Oswaldo Díaz Díaz y los poetas León de Greiff, Jorge Zalamea y Arturo Camacho Ramírez, mientras escuchan a Garzón y Collazos y son observados por Fernando Jaramillo, propietario en ese entonces de El Automático. Pedro Restrepo Peláez, "El Automático nnostalgia con aroma de café (y aguardiente)", Ciudad Viva (2005). http://www.ciudadviva.gov.co/agosto05/magazine/3/

58 Luis Eduardo Nieto Caballero y Agustín Nieto Caballero (Propietarios), Carlos Lozano y Lozano, Gabriel Turbay, Jorge Eliécer Gaitán, León de Greiff, Rafael Maya, Germán Arciniegas, Augusto Ramírez Moreno, Hernando de la Calle, Silvio Villegas, Nestor Villegas.

59 Mario Jursich Durán, El impúdico brebaje. Los cafés de Bogotá. 1866-2015 (Bogotá: Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, 2015), 90. Ver también: Brigitte Kónig, "El café literario en Colombia: símbolo de la vanguardia en el siglo XX", http:/ / erevistas.saber.ula.ve/index.php/procesoshistoricos/article/view/9183

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Vemos pues que un espacio como el Windsor era considerado como el café de 'los intelectuales"60 y eran lugares para denotar diferenciación, incluso entre detractores políticos.61 Un relato de Abelardo Forero Benavides (1944), miembro de la élite política, ministro, gobernador y diplomático durante la República Liberal, y director del Semanario Sábado, describía de esta manera los cafés:

En 1930 los intelectuales lograron monopolizar un café. Allí se encontraba reunida, lo que llaman las señoras "la flor y nata" de la intelectualidad colombiana. Se usaba en ese entonces, como una última y desfalleciente expresión de la bohemia, exteriorizar en la indumentaria la profesión de "intelectual". Carlos Martínez con sus corbatas apabullantes. Ramón Barba con capa española y su sombrero urbanizable. Algunos lucían sus melenas o fumaban pipas desconcertantes. Las gentes comunes y corrientes, cautelosas y sencillas, se asomaban con desconfianza, observando la extraña fauna, y no se atrevían a penetrar en el "Cafetal", porque ese medio infestado de humo y de palabras, les era incomprensible y desagradable [Luego en 1934, se diversifica la idea del café] la mayor parte de los intelectuales, solían reunirse habitualmente en el "Café Victoria", instalado en la carrera séptima. Los negociantes del Llano tenían como sede de operaciones el "Café América", los estudiantes preferían el "Martignon", los agentes de la Bolsa el "Luis XV". (...). Todos los asuntos se resuelven en el café y prácticamente funcionan en estos las oficinas públicas y las judiciales. Allí se traban las relaciones, se habla de política, se arriendan casas, se permutan inmuebles, se asocian los delegados de las convenciones, se conciertan las citas, se derrumban y desuellan las reputaciones, se critican los funcionarios, se fabrican en serie los chistes, se venden millares de cabezas de ganado, se preparan las ferias semestrales de los pueblos de la sabana. De esta manera se observa que cada uno de los cafés tiene determinada clientela. En unos abunda el ciudadano con "corcho" y ruana, que conversa sobre el precio del trigo o hace el elogio de la capacidad maternal de sus vacas de ordeño. En otros, los empleados del poder judicial, generalmente pequeños de estatura, inconfundibles, casi siempre vestidos de oscuro y con una ligera rociada de venerable "caspa" sobre las roídas solapas. En otros, los políticos y funcionarios del Estado, que allí cuentan lo que ha pasado diariamente en el seno de sus secciones y lo que alcanzaron a deducir de una ligera entrevista con sus respectivos jefes. Se habla de las crisis, de los cambios de la nómina, de los nuevos nombramientos, de las "gripas" de los ministros, de los runrunes circulantes, del desprestigio del gobierno, de los escandalosos peculados descubiertos, de los personajes comprometidos. Solamente en estos subfondos de la triste ciudad, envuelta en su horizonte de plomo, adquiere intensidad dramática, el juego de la política. Allí se desfiguran los hechos, se deforman las palabras, se truecan los chismes. Y el ciudadano sin oficio, recorre desde las diez de la mañana, todos esos "cafés", intoxicándose con docenas de "tintos", hasta que llega la hora del almuerzo.62

4. Las casas liberales

Las casas liberales aparecieron principalmente durante la República Liberal, sirviendo como lugares de encuentro partidista y de acción política, cultural e ideológica. Fueron pensadas como "espacios para una «organización científica» en los que se enseñaba la política como una «pedagogía»".63 Estos espacios

60 Enrique Gaviria Liévano, ""Los Nuevos". Un grupo intelectual de tendencia socialista", Boletín de Historia y Antigüedades, 95, no. 842 (2013): 591.

61 Muchos de los allí presentes eran los denominados "Leopardos": Silvio Villegas, José Camacho Carreño, Augusto Ramírez Moreno. Ver: Germán Zea. Selección de Discursos y Escritos varios. Escala Sociedad Fiduciaria. (Bogotá: 1987), 420. Tomado de: https://core.ac.uk/download/pdf/11058022.pdf

62 Abelardo Forero Benavides, "Así éramos y pensábamos en 1930", Sábado (29 de enero de 1944), 2.

63 Alvaro Acevedo Tarazona y John Jaime Correa, "Modernización, prensa y educación ciudadana en Pereira y Bucaramanga durante la República Liberal", Reflexión Política, 16, no. 31 (2014): 139.

https:/ / revistas.unab.edu.co/index.php/reflexion/article/download/1981/1770

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que han sido tratados solo en las fronteras de la historiografía nacional,64 se convirtieron en dispositivos de enlace entre la sociedad y el partido político, y con ello, eran espacios para la conversación partidista, la toma de decisiones electorales y burocráticas. Por la importancia que representaban, se estructuraban en ellas dos caras de una misma moneda, permitiendo el encuentro cerrado de las élites partidistas, y por otro, abriendo sus puertas al pueblo llano para desarrollar actividades proselitistas y de educación a sus militantes. Así, estas casas pueden ser vistas como espacios concebidos, es decir, ideadas con un fin político proveniente de actores vinculados a las élites para ajustar apartes de la mecánica política, pero ofrecidos también como lugares heterotópicos, es decir, habitados desde pluralidades, para la absorción de nuevos ciudadanos que brindaran un aliento de renovación y legitimidad.

Para los liberales acudir a los sectores plebeyos a partir de espacios de sociabilidad no era nada nuevo. Durante los gobiernos liberales de la segunda mitad del siglo XIX, uno de los principales dispositivos de movilización social fueron las Sociedades Democráticas, las agremiaciones de artesanos, e, incluso, de negros y mulatos que tomaban un importante rol en la acción política.65 Así, el liberalismo, a partir de estos espacios, capitalizaba para sí su peso electoral o por lo menos, capturaba los reclamos que de sus agremiaciones surgían para hacerlos propios y recibir su apoyo. Este modelo se replicó parcialmente en las casas liberales, recogiéndose en la diversidad de actores para conseguir una movilización social favorable a sus intereses, diseñando así un espacio heterotópico, pero parcialmente controlado.

Una de las primeras Casas Liberales en sentido estricto, es decir, planeada y habitada desde el comienzo con este fin, y no simplemente como sede de directorio, fue la fundada en la ciudad de Medellín. Dicho espacio, por lo menos funcional desde septiembre de 1931, según las fuentes, se convirtió en el espacio para el debate de los liberales de la región.66 Para el caso antioqueño, uno de los actores principales para el diseño de este proyecto fue Rafael Arredondo, un cacique liberal de gran influencia en la política local67 que publicó su Plan de organización liberal municipal68, con la intención de crear una maquinaria electoral y partidista tecnocrática, que tuviera el control de electores y militantes, directamente en el territorio. Según sus planes y los de la Junta Liberal Municipal, con la fundación de la Casa:

(...) no se persigue únicamente el triunfo de la lista Liberal en las próximas elecciones; persigue también una eficiente organización del Liberalismo de Medellín, agrupando todas las clases sociales con el fin de mantener la necesario unión para las luchas cívicas, dedicarle especial atención al grave problema social de actualidad palpitante, motivado por la carencia de trabajo y como resultante busca los medios prácticos para contribuir a la solución del problema económico y persigue, además, todos los medios lícitos, con el fin de no ahorrar esfuerzo por desarrollar una labor social y cultural que se traduzca en progreso y bienestar para el liberalismo. Para conseguir estos fines hemos abierto la CASA LIBERAL en amplio y bien situado local donde además de hacer una activa campaña, (...) se dan diariamente de 5 a 6 de la tarde disertaciones sobre asuntos económicos, políticos y sociales, labor en la cual se ocupan ingenieros, médicos, abogados, estudiantes y hombres de negocios, quienes dan conferencias sobre tópicos de actualidad y de suma conveniencia.69

64 En su mayoría hay referencias a estos espacios de sociabilidad como pequeñas menciones o en notas al pie de página.

65 Ver: James E. Sanders, ""Ciudadanos de un pueblo libre": liberalismo popular y raza en el suroccidente de Colombia en el siglo XIX", Historia Crítica, n. 38 (2009): 172-203. https://doi.org/10.7440/histcrit38.2009.09

66 La evidencia aquí presentada rebate la tesis de Francisco Gutierrez Sanín, quien asegura que estas casas tuvieron un origen en Bogotá, en 1932. Ver: La destrucción de una república, 392.

67 Jorge Orlando Melo, "Rafael Arredondo: ¿Un cacique liberal de transición?", Revista Credencial Historia no. 104 (1998).

68 Rafael Arredondo, Plan de organización liberal municipal (Medellín: Tipografía Olympia, 193X).

69 Rafael Arredondo, "Fundación de la Casa Liberal, Medellín 3 de septiembre de 1931", en Plan de organización liberal municipal (Medellín: Tipografía Olympia, 193X), 99 — 100. Consultado en: Sala Antioquia, Biblioteca Pública Piloto.

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Y sobre sus visitantes mencionaban que:

Buscamos el acercamiento y la más sólida unión de todos los liberales y de todos los gremios, y de allí que esperemos que el pueblo no se sienta solo, que los comerciantes, industriales, etc, etc, visiten esta Casa, que es de todos y para todos los liberales y que así unificados podamos convertir una lista de candidatos que sea genuina representación del electorado, calcadas en verdaderas normas democráticas.70

Este espacio fue pensado, entonces, como la materialización del encuentro entre todos los liberales sin distingo de procedencia, para ejecutar sus proyectos políticos. Era manifiesta la intención de promover un diálogo entre sectores, con el ánimo de renovar los candidatos, y con ello los electores, a partir de un espacio en común de sociabilidad. Este tipo de espacios eran perfectos generadores de redes de poder en el ámbito local, pero también tenían la capacidad de brindar legitimidad a un proyecto político y reproducir prácticas que garantizarían la estabilidad y continuidad de un grupo privilegiado.

Fue por ello que actores clave de la Casa, como Rafael Arredondo, veían en la construcción de aquel espacio la punta de lanza del poder liberal. Un poder que pasaba de los lineamientos programáticos e ideológicos, a los pragmáticos y realmente aplicados en el territorio. Para conseguirlo, dentro de los planes del político estaba:

(...) establecer en todos los barrios de Medellín juntas y comités que debían hacer un censo de los votantes liberales y conservadores de la ciudad, manzana por manzana; crear directivas en cada zona, compuestas por un capitán, un inspector y un secretario tesorero; conformar grupos de abogados para hacer reclamos electorales, de ingenieros para demarcar las zonas de la ciudad y hacer los gráficos de la organización, etc.71

Arredondo, con ello, buscaba el milimétrico control de los electores del Partido Liberal, ahora que la ampliación del sufragio demandaba un mayor esfuerzo en las urnas. Así, su capacidad transaccional de cambiar votos por puestos públicos se hacía manifiesto, incluso con el beneplácito del gobierno central, que durante el primer periodo de López Pumarejo lo nombró en reiteradas ocasiones alcalde de la ciudad.72 En consecuencia, Arredondo era un nodo, es decir, un punto de unión entre actores nacionales como López Pumarejo, la clientela regional paisa, y la sociedad local.

Imagen 3. Casa Liberal de Medellín

70 Rafael Arredondo, "Fundación de la Casa Liberal.", 100.

71 Jorge Orlando Melo, "Rafael Arredondo: ¿Un cacique liberal de transición?",

72 Jorge Orlando Melo, "Rafael Arredondo: ¿Un cacique liberal de transición?",

Revista Credencial Historia no. 104 (1998). Revista Credencial Historia no. 104 (1998).

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Casa Liberal de Medellín, 1931. Fotografía de Benjamín de la Calle. En: Mario Latorre Rueda, "1930-1934. Olaya Herrera: un

nuevo régimen". En: Nueva Historia de Colombia. 287.

Vemos que, en un espacio de sociabilidad como este, se llevaban las redes de poder de las élites políticas del Estado central a su elongación más pronunciada. Es decir, las proyecciones electorales de actores como López Pumarejo, conseguían una real materialización en este tipo de lugares. La Casa Liberal era uno de los nodos que unía intereses de diversa índole, entre ellos los burocráticos.

La Casa Liberal era el mejor escenario para desplegar esa maquinaria política sistemáticamente creada. Desde esta Casa se planeaban, asimismo, eventos de proselitismo. Uno de ellos, fue el que se llevó a cabo para organizar una visita de Enrique Olaya Herrera a la ciudad de Medellín, en octubre de 1934. Según la prensa, "se efectuó una reunión en la Casa Liberal con asistencia de los señores Germán Jaramillo Villa, Diego Mejía, Jaime Vélez Perez, los miembros de la comisión de la Casa Liberal y el jefe del debate electoral don Rafael Arredondo, con el fin de complementar el programa de recepción al doctor Olaya Herrera".73 Igualmente, se planeó desde allí, encuentros con agremiaciones, y recepciones en los clubes de la ciudad.

De igual manera, pero para la capital del país, en una nota de prensa del periódico El Tiempo de 1933, se destacó la inauguración de la Casa Liberal de la ciudad de Bogotá, que serviría como casa nacional. Allí se exponía que dicha Casa "constituyó uno de los más grandes éxitos que se hayan registrado en los últimos tiempos en esta capital. Una fiesta liberal a la cual concurrieron más de doce mil personas y en la que se registró el más espontaneo y férvido entusiasmo."74 Darío Samper, uno de los invitados a aquella inauguración, se refería a ella como un espacio para la unificación del Partido "con las clases trabajadoras del país para librar la última batalla contra la feudalidad conservadora en un anhelo revolucionario".75 Es decir, como vemos, algunos liberales presentaban este lugar como un espacio de fusión entre el Partido y algunos otros sectores de la sociedad, que acudieron a ella por miles, buscando su acogida. El día de la inauguración, también se procedió a realizar una visita a la Casa Liberal, dando cuenta de la distinción de clase que ella ejemplificaría:

73 "Será grandioso el homenaje de Antioquia al Gral. Uribe". El Tiempo, 26 de octubre de 1934. Pág. 6.

74 "La inauguración de la Casa Liberal constituyó un grandioso éxito". El Tiempo, 15 de octubre de 1933. Pag. 15.

75 Darío Samper, "Discurso en la inauguración de la Casa Liberal". El Tiempo, 15 de octubre de 1933.

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Terminados los discursos, el personal de la dirección nacional del partido, los oradores, las comisiones y delegaciones de todos los comités y demás entidades del partido, hicieron una detenida visita a todas las dependencias de la Casa, cuyo arreglo fue objeto de los más elogiosos conceptos. En el salón de la dirección liberal, decorado artísticamente y que presiden las figuras de Olaya Herrera, Alfonso López, Uribe Uribe y Benjamín Herrera, se tomaron algunas fotografías (...). Entre los numerosos visitantes que recorrieron las dependencias de la casa, entre los cuales había representación de todas las clases sociales, reinó el más vivo entusiasmo."76

Según la fuente, el reconocido liberal Plinio Mendoza Neira, quien ocupó varios importantes puestos en la República Liberal, fue el fundador y "alma de la organización" de la Casa Liberal, junto con Julio Roberto Salazar, encargado de la biblioteca del lugar, Carlos Martinez, Ramón Barba y Noél Rodriguez, que dirigieron el arreglo artístico del edificio, Aguirre Agudelo, miembro de la tesorería, Germán Arciniegas y Diego Montoya, del comité de difusión ideológicas, Luis de Greiff, entre otros pertenecientes a las altas esferas del partido. En aquella Casa, se esperaba desarrollar un programa de publicaciones, la presentación de conferencistas extranjeros, la fundación del Instituto de ciencias financieras y económicas, el establecimiento de salones liberales en todos los barrios de la ciudad y la extensión a todos los de la labor cultural e ideológica de la institución.77 También, Roberto Botero Saldarriaga una de las figuras prominentes del liberalismo antioqueño, héroe del partido por su participación en la Guerra de los Mil Días, se refirió a la nueva Casa como un lugar clave para el futuro del liberalismo. Mencionaba que:

Y aun cuando los factores históricos, los factores sentimentales hagan imperecedero el mito de nuestra ideología y den fuerzas a nuestra acción colectiva, esta Casa Liberal, por voluntad de sus jóvenes fundadores, estará abierta a todos los vientos, a todas las corrientes de renovación política, que imponen los tiempos modernos y que acoge holgadamente el espíritu liberal. De ella tiene que salir, por lo tanto, la pauta que debe seguir el partido en el poder, preparada en consonancia con la realidad nacional y la esencia de su propia doctrina." 78

La prensa también nos ilustra la mecánica partidista que se desarrollaba en aquel sitio. Un ejemplo de ello, fue el documentado por el periódico El Tiempo, el 15 de julio de 1936, donde, en vista de la necesidad de afinar posturas frente a una próxima campaña legislativa, se dieron reuniones en la Casa Liberal para definir cercanías, así como para repartir cargos públicos: "Es bastante probable una reunión de los parlamentarios que ya han llegado a Bogotá a los salones de la Casa Liberal Nacional. La reunión (...), tiene por objeto cambiar ideas sobre los posibles candidatos a las presidencias de ambas cámaras así como para algunos de los puestos más altos de las secretarías."79 Precisamente, este espacio de sociabilidad, era sin duda, un lugar para el encuentro de redes de poder, que ponían en tensión su capital social para mantener las esferas de influencia dentro del Estado colombiano. Estas casas se repartieron por las principales ciudades del país. Alvaro Acevedo Tarazona afirma que para la campaña presidencial de 1934 "se abrieron 400 casas liberales en el país", y en 1945, en una ciudad como Manizales, funcionaban 56".80

76 "La inauguración de la Casa Liberal constituyó un grandioso éxito". El Tiempo, 15 de octubre de 1933. Pag. 15.

77 "La inauguración de la Casa Liberal constituyó un grandioso éxito". El Tiempo, 15 de octubre de 1933.

78 Roberto Botero Saldarriaga "Tres figuras preclaras de la galería de jefes liberales". El Tiempo 15 de octubre de 1933.

79 "La candidatura Olaya Herrera será proclamada por el congreso." El Tiempo, 15 de julio de 1936. Pág. 2.

80 Alvaro Acevedo Tarazona y John Jaime Correa, "Modernización, prensa y educación ciudadana en Pereira y Bucaramanga durante la República Liberal", 139.

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Es pertinente afirmar entonces que aquellos proyectos fueron la consecuencia directa de la modernización política a la cual invitaban algunos de los líderes del Partido Liberal, construyendo nuevas dinámicas de sociabilidad para el desarrollo de lo político en medio del contexto de la emergencia de nuevos actores sociales. Sin embargo, ello significó la creación de nuevas jerarquías, donde la inclusión de la masa al juego político no necesariamente era sinónimo de igualdad. Las transformaciones legislativas emprendidas e incorporadas al andamiaje constitucional donde se expandían derechos ciudadanos, fue un buen argumento para crear y defender estos nuevos espacios, que, al ser asumidos dentro del Partido Liberal, permitían defender el discurso que lo relacionaba con la masa y con las causas populares. Las Casas Liberales tenían, como hemos visto, una jerarquía asumida por comités, que al tiempo eran conformados por actores de la élite política liberal. Es decir, los puntos nodales fueron ocupados por actores que conocían el andamiaje del Estado y que en muchas ocasiones estaban vinculados a una red de poder mayor. Por ejemplo, en la ciudad de Cali se fundó una Casa Liberal dedicada a Jorge Eliécer Gaitán, que hacía manifiestas las cercanías entre el político y el empresario y también político local Jorge Zawadzky, y según la prensa local, pretendía conformar ligas obreras y estudiantiles. Otra de las referencias a esta Casa, fue la realizada por el periódico El Relator, en junio de 1932. Allí se mencionaba que:

El Centro Liberal Jorge Eliécer Gaitán se dirige al Presidente Olaya. Este centro político y cultural presenta sus credenciales y respetuosos saludos al Presidente, haciendo un diagnóstico de su compromiso social y de su intensiva política. Además expresa un sentido de apoyo patriótico a las decisiones del Presidente en medio de la conmoción por la reciente guerra con el Perú y por el déficit fiscal que genera la gran inflación.81

Igualmente sucedía con casas liberales turbayistas, lopistas y santistas, cosa que recreaba una enorme cantidad de vertientes que conllevaba también a la existencia de puntos de choque y disputa faccional, que incluso podían derivar en violencia en el interior de la propia colectividad, y más, en un grupo tan variopinto, donde las luchas por el poder debían ser resueltas apelando al juego de posibilidades e influencias de los actores. Tomando la tesis de Francisco Gutierrez Sanín, quien define al Partido Liberal de aquel periodo como el resultado del entrecruce de grandes tendencias, posición que lo hacía multiclasista,82 estas casas liberales, seguían las lógicas faccionales, permitiendo dotarlas del apellido de la familia política a la cual representaban con primacía, tal como vimos anteriormente.

Las disputas entre liberales incluso llegaron a las armas. Según una comunicación dirigida a Carlos Lozano y Lozano en 1939, en Palmira, "algunas personas se dirigieron al despacho local informando que en la Casa Liberal había armas y garrotes destinados a vapular a los electores de la corriente liberal opuesta"83, esto en un contexto de confrontación entre las corrientes de los candidatos Santos y Echandía, de los cuales ninguno consiguió cohesionar al Partido. Finalmente, estos espacios fueron clausurados durante la administración de Eduardo Santos, en su lucha faccional, muy probablemente para controlar la organización sindical politizada, que apoyaría una candidatura de López Pumarejo. Para Santos, las agremiaciones obreras debían carecer de apuesta ideológica, por lo que estas Casas eran un caldo de cultivo para su estructuración.84

81 El Relator, junio 1 de 1932, p. 5, citado en: Carlos Andrés Charry Joya, "El impacto del 9 de abril en Cali y el Valle del Cauca", Revista CS no. 4 (2009): 67. https://doi.org/10.18046/recs.i4.436

82 Gutierrez Sanín, La destrucción de una República (Bogotá: Taurus, 2017): 317.

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83 Arturo Vallejo, "Carta dirigida a Carlos Lozano y Lozano" 6 de octubre de 1939. AGN, Despacho del señor presidente, citado en: Francisco Gutierrez Sanín, La destrucción de una República (Bogotá: Taurus, 2017), 336.

84 Gutiérrez Sanín, La destrucción, 393.

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A manera de conclusión: análisis de redes como espacios de interacción

El análisis de los actores en red ha sido clave para la teoría social con el fin de comprender las estructuras sociales a partir de los patrones o elementos de vinculación que tienen implicaciones en la toma de decisiones o conductas de los sujetos.85 Su graficación, a partir del uso de softwares,86permite observar centralidades, nodos, conectores y grupos de poder, que no se identificarían fácilmente sin estas herramientas visuales.

Gráfico 2. Espacios de sociabilidad en red, 1930-1933

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Fuente: elaboración propia

85 Georg Simmel, "Group Expansion and thedevelopment of Individuality (1908)" in Donald N. Levine, ed, Georg Simmel on Individuality and Social Forms (Chicago: Chicago University Press, 1971).

86 Para este caso, se utilizó Graph Commons.

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En la red graficada (Gráfico 2) se incluyeron una serie de espacios de sociabilidad, tales como los periódicos El Tiempo y El Espectador, el Club Rotario, el Café Windsor, y la Casa Liberal Nacional, lugares que habían sido analizados previamente en este ejercicio de investigación, con los cuales su elección para este ejercicio de mapeo se debió a que contamos con mayor cantidad de información. Uno de los primeros resultados demuestra que estos espacios están interconectados, así su esencia sea diferente. Es decir, cafés, periódicos, clubes y centros políticos intelectuales, están vinculados entre sí, así no compartan sectores de desempeño, y como se observa, muchos de los actores allí presentes habitan los mismos espacios conjuntamente. Esto indica que la proximidad entre espacios y por relación, entre actores, permiten la sociabilidad en diversas escalas de la jerarquía social de la Bogotá de la primera mitad de siglo. Un segundo resultado de esta gráfica es que muestra como característica de la mayoría de estos espacios que en ellos se propicia la unión entre actores segmentados entre sí, posibilitando así una red de conexiones que directa o indirectamente, abarca espectros de acción política de grandes magnitudes. Es decir, esta gráfica confirma la hipótesis inicial que plantea los espacios mencionados, no solo como centros de sociabilidad, sino como espacios que unen en red a los actores de la política regional y nacional de aquel entonces. Como vemos, son aquellos centros los que se encargan de reunir intrincadas redes de políticos de profesión, intelectuales, académicos, estudiantes y algunos actores en ascenso, que edifican las bases para el control electoral en diferentes sectores de Colombia, pero también para su posterior llegada a los cargos públicos del Estado colombiano.

En tercer lugar, se observa que aparecen una serie de nodos con mayor fuerza, es decir, actores que son punto de contacto entre varias personas y que conforman un clúster. En otras palabras, un conjunto entrelazado de personas que tiene centralidades muy importantes en alguno de los actores analizados. Así, uno de estos personajes que demuestra tener una interconexión y que escaparía de una primera revisión de los líderes del liberalismo, es Agustín Nieto Caballero, un hombre que cautivó los ámbitos relacionados con la educación y la diplomacia. Su conexión directa con el periódico El Espectador, por vía familiar y laboral, con el periódico El Tiempo por vía colaborativa, con el Club Rotatorio y con el Café Windsor, reflejan una capacidad de relacionamientos privilegiados. Esto se tradujo en su vinculación al Ministerio de Educación en 1931, durante el gobierno de Olaya Herrera, Director General de Educación en 1932, y Rector de la Universidad Nacional en 1938. Sin embargo, su principal elemento a destacar fue la fundación del Gimnasio Moderno y el Gimnasio Femenino, que para la década de los veinte y treinta, eran los lugares de formación de las élites, logrando así conducir la reproducción de una serie de valores y cercanías entre aquellos sectores privilegiados de la sociedad colombiana.

En la red también se destacan Eduardo Santos, Alberto Lleras Camargo y Germán Arciniegas, actores de amplio reconocimiento en el mundo de la élite liberal de aquel momento. Es así que los espacios de sociabilidad durante la Republica Liberal, consiguieron crear o mantener unas redes de poder eficazmente construidas, para garantizar el acceso a las estructuras estatales, pero también al control de la opinión pública en un momento donde la emergencia de movimientos demandaba la apertura electoral. Estos espacios concebidos o espontáneos, podían ser exclusivos para un grupo social, en este caso, la élite, o abiertos a los diferentes sectores de la sociedad. Así en espacios como los cafés se daban relaciones de sociabilidad que daban la capacidad de renovación a los círculos personales, logrando un mayor espacio de inclusión. Esto, como categoría heterotópica de este tipo de espacios, brindaba legitimidad los proyectos políticos que allí se pensaban y se emprendía, pero también permitía la aparición de actores que, por sus capacidades propias, bien sea intelectuales o carismáticas ayudarían a la renovación del cuerpo de elegidos, y también insuflaba la variante popular a este grupo privilegiado.

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