Научная статья на тему 'JóVENES, REBELDES Y ARMADOS. UNA MIRADA A LA IDENTIDAD Y LA MEMORIA MILITANTE DURANTE LA TRANSICIóN CHILENA, 1990-2004'

JóVENES, REBELDES Y ARMADOS. UNA MIRADA A LA IDENTIDAD Y LA MEMORIA MILITANTE DURANTE LA TRANSICIóN CHILENA, 1990-2004 Текст научной статьи по специальности «История и археология»

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VIOLENCIA POLíTICA / TRANSICIóN DEMOCRáTICA / ORGANIZACIONES ARMADAS / SUJETO POLíTICO

Аннотация научной статьи по истории и археологии, автор научной работы — Rosas Aravena Pedro

Con el inicio de la transición política chilena, las organizaciones que utilizaron la violencia entre sus herramientas de lucha contra la dictadura permanecieron políticamente activas en su accionar propagandístico y militar. ¿Qué elementos históricos explicaban este proceso y cómo habían surgido y que base política, social e incluso ética sustentaba la acción rebelde? ¿Existía una perspectiva sociocultural específica que les diera justificación y coherencia interna a sus acciones? ¿Cómo se habían formado estos militantes, sus organizaciones y cuáles eran sus estrategias de lucha y proyecto político? ¿Cómo se había enfrentado la persecución, la tortura y la cárcel durante más de una década y como se significó a nivel subjetivo el proceso de “pacificación”? Este trabajo busca responder a varias de estas interrogantes

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Текст научной работы на тему «JóVENES, REBELDES Y ARMADOS. UNA MIRADA A LA IDENTIDAD Y LA MEMORIA MILITANTE DURANTE LA TRANSICIóN CHILENA, 1990-2004»

Pedro Rosas Aravena Jóvenes, rebeldes y armados. Una mirada a la identidad y la memoria militante durante la transición chilena, 1990-2004

Revista iZQUIERDAS

Año 2, Número 3 ISSN 0718-5049

Jóvenes, rebeldes y armados. Una mirada a la identidad y la memoria militante durante la transición chilena, 1990-2004

Young and armed rebels. A look at the identity and memory militant during the transition in Chile, 1990-2004

Pedro Rosas Aravena*

Resumen

Con el inicio de la transición política chilena, las organizaciones que utilizaron la violencia entre sus herramientas de lucha contra la dictadura permanecieron políticamente activas en su accionar propagandístico y militar. ¿Qué elementos históricos explicaban este proceso y cómo habían surgido y que base política, social e incluso ética sustentaba la acción rebelde? ¿Existía una perspectiva sociocultural específica que les diera justificación y coherencia interna a sus acciones? ¿Cómo se habían formado estos militantes, sus organizaciones y cuáles eran sus estrategias de lucha y proyecto político? ¿Cómo se había enfrentado la persecución, la tortura y la cárcel durante más de una década y como se significó a nivel subjetivo el proceso de "pacificación"? Este trabajo busca responder a varias de estas interrogantes.

Palabras clave: Violencia política, Transición democrática, organizaciones armadas, sujeto político

Abstract

With the start of the political transition in Chile, the organizations that used violence between their tools of struggle against dictatorship remained politically active in their propaganda and military action. What this historical process and explained how they had come and that political, social ethics and even supporting the rebel action? Was there a specific socio-cultural perspective that would give them justification and internal consistency to their actions? How are these militants had formed, their organizations and what their strategies of struggle and political project? How had faced persecution, torture and imprisonment for more than a decade and was meant as a subjective process of "peace"? This paper seeks to answer some of these questions.

Keywords: Political violence, democratic transition, armed organizations, political subject

* El autor es Historiador. Director de la Escuela de Historia. Universidad ARCIS

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Año 2, Número 3 ISSN 0718-5049

Con el inicio de la transición política chilena, las organizaciones que utilizaron la violencia entre sus herramientas de lucha contra la dictadura permanecieron políticamente activas en su accionar propagandístico y militar. El discurso de los gobiernos de la concertación les negó su condición de actores políticos. Se les sindicó, persiguió y juzgó como delincuentes subversivos o terroristas, diseñándose un modelo llamado de ''pacificación" que contempló el encuadre y captura de los insurgentes. Paralelamente operó un mecanismo de aislamiento, mediante la construcción de una cárcel de alta seguridad, con un sistema de segregación máxima del exterior y un régimen disciplinario de castigo en el interior. En su mayoría habían sido detenidos en democracia por acciones cometidas durante los últimos meses de la dictadura y los tres primeros años de la transición.

Los rebeldes justificaron su accionar en la lucha contra una política continuista del régimen militar; en la mantención de su normativa jurídica política y de un modelo que no resolvía las problemáticas de los sectores populares. Pervivían en el país condiciones de injusticia e impunidad en materia de derechos humanos y sobre los mismos rebeldes se practicó la tortura física y sicológica. En las sombras operaron nuevos aparatos secretos del Estado y una resistencia, invisible y silenciada buscó por más de una década sobrevivir y poner fin al cautiverio. ¿Qué elementos históricos explicaban este proceso y cómo habían surgido y que base política, social e incluso ética sustentaba la acción rebelde? ¿Existía una perspectiva sociocultural específica que les diera justificación y coherencia interna a sus acciones? ¿Cómo se habían formado estos militantes, sus organizaciones y cuáles eran sus estrategias de lucha y proyecto político? ¿Cómo se había enfrentado la persecución, la tortura y la cárcel durante más de una década y como se significó a nivel subjetivo el proceso de "pacificación"? Preguntas de esta naturaleza interrogan a una subjetividad popular, joven y contestataria desandando su pensamiento y acción, su praxis historicista revolucionaria y constituyen la matriz de arranque de este trabajo que rastrea la socialización rebelde, la construcción de la subjetividad militante y su historicidad.

Historiando la acción rebelde y la represión en la transición democrática

Esta investigación articula lo propiamente historiográfico en base a fuentes primarias y secundarias así como un abordaje que implicó un trabajo de campo cualitativo en historia social. La "muestra" aspiró a ser una cobertura de diversas posiciones del habla, o perspectivas emergidas en un colectivo donde la función estructurante que cumple el discurso construido como texto investigativo, unifica la diversidad de los sujetos sociales en cuanto tales (rebeldes, pobladores, jóvenes, Estado, institución carcelaria, miradas analíticas etc.) pero eventualmente también a nivel individual microsubjetivo; los procesos biográficos que consideramos indispensables para comprender la conformación intersubjetiva.

Entre 1990 y 1994 se constató la existencia de 400 presos políticos a partir de los cuales se investigó en torno a su militancia, inserción social preexistente, discursividad política y

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subjetividad militante. Además, respecto de los motivos, circunstancias, modalidad, y los organismos que desarrollaron detenciones y la práctica de la tortura en el período. Dentro de ese universo se verificó la existencia (según información cruzada de fuentes rebeldes y derechos humanos) de ciento setenta (170) casos de detención por causales políticas, ciento cuarenta (140) casos de tortura y noventa (90) casos de muertes en procedimientos policiales. Asimismo, se estableció y ranqueó información sobre las causales jurídicas y operativas de las detenciones y las formas operativas empleadas para lograr las detenciones. Junto con ello, los lugares de detención, el grupo aprehensor y el tratamiento dado a los detenidos así como el tiempo mínimo y máximo de detención.

También se consultaron como fuente 26 testimonios escritos de casos de tortura relatados por los prisioneros entre 1990 y 1994 a la Organización de Defensa Popular ODEP a los que sumó la información recogida en las entrevistas desarrolladas y que se incorporaron al tratamiento específico de cada aspecto particular.

Para la obtención de la información, se tomó una muestra de 100 casos de prisioneros políticos de un total (con una matriz preestablecida de datos mínimos confirmables) de 163 casos disponibles. Esta muestra representó casos de militantes y ayudistas del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, FPMR, Mapu Lautaro-Movimiento Juvenil Lautaro y MIR en sus distintas fracciones y correspondientes a distintos lugares del país.

Para la construcción de muestras, elaboración de perfiles y organización y sistematización de la información, se elaboró una ficha previa que contempló militancia, responsabilidad en la organización, nombre (codificado), edad, sexo, actividad laboral, estudios, estado civil, ciudad de origen, ciudad de detención, lugar y forma de detención, causal, procesos judiciales y condenas en los casos que las hubiera.

En la selección de campo, utilizada previamente al método biográfico fundamental en nuestro trabajo (Delgado y Gutiérrez, 1995), se seleccionó primero a prisioneros del mismo módulo, ya que el sistema de segregación interna impidió, en principio, tener contacto con prisioneros de otros módulos y además porque dado el régimen interno en la Cárcel de Alta Seguridad, los prisioneros eran encerrados solos largas horas en sus celdas. Cuando el régimen interno lo permitió (mediante la flexibilización lograda con huelgas de hambre) se hicieron entrevistas semiestructuradas más prolongadas para construir historias de vida.

Se logró así entrevistar militantes y ex militantes de distintas organizaciones y de diferente nivel de responsabilidad organizacional, de diferentes edades y de experiencias políticas, militares y sociales diversas. La información obtenida fue cruzada y cada vez se volvía a entrevistar a los mismos o a otros prisioneros sobre aspectos generales o específicos de cada tema, y aun en la redacción final de los primeros informes (académicos, editorial, Organismos Internacionales, Cámara y Senado) se volvió a cruzar información para ratificar o cambiar algún criterio que se creyó incompleto o incorrecto.

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Por ejemplo, al rastrear los antecedentes de la muerte de la joven militante del Lautaro Norma Vergara, nos encontramos ante una versión oficial dada a la prensa, diferente a la versión oficial presente en los partes policiales adjuntos al proceso judicial y la versión de sus compañeros. Entre estos últimos, se reconstruye el evento posteriormente y la versión entre los sobrevivientes del evento es ligeramente distinta a la de otros militantes, que significarán de manera diferenciada la situación.

Para la prensa se trató de un enfrentamiento con delincuentes, en los partes policiales se señala que se pesquisó un vehículo sospechoso desde donde una mujer abrió fuego que respondieron los policías, para los militantes en general se trataba de una operación de exterminio, ya que las fuerzas policiales efectivamente se encontraban en superioridad numérica y táctica lo que se constata terminado el evento.

En este tipo de casos, era en extremo difícil el reconstruir los hechos o agrupar los conjuntos de significados que los actores tenían sobre los eventos, cruzándolos de manera simple. Sin embargo, con un análisis de las fuentes combinado a la experiencia operativa de los militantes se fueron estableciendo, en conversaciones sucesivas, los elementos de juicio memoria, sumados a otras informaciones confiables que permitían despejar las versiones que en algunos casos parecían o eran contradictorias.

Pensamos con razón que dado lo particular del tema (el gobierno negaba la condición de presos políticos y estos últimos debían construir un espacio de legitimidad especialmente internacional) no podíamos dejar zonas oscuras o sin poder respaldar con antecedentes o con una investigación acuciosa hasta donde nos fuera posible1. No se trató de diferenciar entre verdad o mentira; resulta claro que nos hallamos ante significados sociales construidos por un grupo que conoce y comprende desde su experiencia y significa desde su sentido y perspectiva de lucha por oposición a un agresor, que simbólica y factualmente, le acosa permanentemente.

El argumento oficial de "terrorista muerta en enfrentamiento" es enfrentado con las significaciones "militante asesinada" "aniquilada fríamente", "muerta en combate" o para otros, "prefirió enfrentarse a ser capturada".

1 En este como en otros casos y temáticas más generales, se comentaban en entrevistas o en conversaciones grupales, las "copias de sentencia", los relatos de los testigos presenciales y de quienes hablaron con ellos al llegar a la prisión, la disposición de medios de fuego por ambas partes, las trayectorias balísticas probables y los informes balísticos entregados a los abogados, el emplazamiento y tiempo de desplazamiento de unidades policiales, el escaneo de transmisiones radiales de la policía realizado por los militantes etc. La carga emocional involucrada en este tipo de trabajo específico, tanto para el investigador como para los colaboradores, era muy grande pues no solo revivía el momento de la muerte de algún amigo y compañero sino además los interrogatorios bajo tortura, las críticas a la política militar de las organizaciones, recriminaciones personales, generacionales, a las direcciones y eventualmente, aunque en menor grado, alguna autocrítica.

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Entonces, queríamos combinar todas las miradas posibles y cuando no logramos establecer una "media" cualitativa plausible, se optó por señalar sólo provisionales "hechos positivos" y junto a ellos indicamos las diversas fuentes de significación; esclareciéndolas como interpretaciones situadas y legítimas. Como ejemplo del tratamiento de la información y su análisis, presentamos un fragmento que acompaña un registro de los 26 eventos (además de 6 muertos en caso Apoquindo) en que militantes perdieron la vida entre 1990 y 1993; relativo también a nuestra significación del caso de la joven militante:

En la mayoría de los casos, se alude a la idea de enfrentamiento como evento causal de muerte, pero es necesario diferenciar entre las acciones de tipo ofensivo (es decir, ataques armados de una fuerza en movimiento a una de posición o móvil, siempre intencionados) y aquellas acciones de orden defensivo en la cual el enfrentamiento se produce pare evitar la detención.

Entonces, sólo podría hablarse de enfrentamiento cuando en estos casos, la fuerza policial no disponga medios y fuerzas vivas a priori, con el objeto de "abrir enfrentamiento" sino sólo para asegurar la captura y reducción. Cuando por el contrario, pudiera minimizar esa posibilidad y no lo hiciera, entonces sería claramente una emboscada o un ataque ofensivo y no un enfrentamiento. Acciones combativas de tipo militar que no corresponden a una fuerza policial preventiva.

Acciones de carácter claramente ofensivas (ataques o emboscadas) por parte de elementos VPP (en la investigación, sigla para violencia política popular) las cuales se registran muertes de militantes se verifican sólo dos: un ataque a bus policial (N°1) y un ataque a guardia de escolta de intendente Pareto (N°17). El enfrentamiento en estos casos deriva del ataque VPP.

Casos de enfrentamiento de tipo defensivo se registran un total de 10 en los cuales se rodeó y cercó a militantes VPP los cuales ante la disyuntiva de rendición, ser muertos sin combatir u oponer resistencia, habrían optado por esta última. Sin embargo es claro que la fuerza represiva (carabineros o investigaciones) contó en cada caso con, a lo menos, la elección del momento y lugar, dispuso los medios técnicos y fuerzas vivas superiores y por tanto, contó con la superioridad táctica que le permitiría haber alcanzado con amplio margen la captura, si ese objetivo, hubiese sido prioritario al aniquilamiento físico. Casos de enfrentamiento defensivo fueron: N°2 a N°5; N°8 a N°15; N°18 a N°21 y N°23. Distribuidos en once (11) enfrentamientos donde perdieron la vida 17 militantes.

Existe otro tipo de evento asociado al enfrentamiento sin ser tal, que no podría ser catalogado ni ofensivo ni defensivo y en los cuales sólo se presume el enfrentamiento por la versión policial. No consta ni en la prensa u otro medio, ni en el testimonio VPP o sus partes operativos que hubiera acción combativa de tipo defensivo, por tanto, la acción reactiva policial no permitió ningún tipo de respuesta y oper3 sobre seguro causando la muerte inmediata de los militantes. Aquí se trata de algo más que una emboscada de captura con desenlace fatal o de un choque armado, pues concurren elementos que permitirían pensar en homicidios. Los casos donde no se esclarece el enfrentamiento y culminan en muerte de

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militantes fueron: N° 16, N° 22; N° 24 a N° 26. Distribuidos en cinco (5) eventos catalogados de enfrentamientos (sólo en la versión policial) con igual número de muertos.

En los casos restantes N° 6 y N° 7 sólo existe versión policial escueta y no se puede indicar si hubo o no enfrentamiento y de qué tipo. No hemos considerado en este balance el caso "Apoquindo", que se trató especialmente y se suma a la categoría de "enfrentamiento defensivo" dada la respuesta inicial de los militantes, pero claramente según la versión de los pasajeros y el chofer del bus, deriva en una acción de aniquilamiento físico. El saldo de ese evento es de tres (3) militantes muertos, tres (3) personas civiles muertas y trece (13) heridos por balas policiales"(35).

La subjetividad rebelde desde la historia oral y el trabajo de campo en historia social.

Una de las particularidades de la investigación esta dada por que no recopila información únicamente sobre el pasado reciente y su impacto en el presente además el proceso se instala en el momento en que los acontecimientos en los cuales los actores estan insertos se desarrollan. De allí que sin agotar la posibilidad de los cruces y triangulaciones con otras fuentes el papel de la entrevista en profundidad y la historia oral se hicieron elementos articuladores claves para el entramado de significados y significaciones que nuestro trabajo levanta en la perspectiva de delinear una subjetividad militante en el período.

Entrevistas como las de Luka o Chejov, de Victor o Negro posibilitaron cruzar subjetividades transgeneracionales, de segmentos sociales variados y de distinto nivel de responsabilidad militante y especialización en la lucha clandestina. En todo caso y en todo el modelo trabajado en Luka, que aquí se presenta en detalle, representa uno de esos rostros a los que el olvido y la indiferencia del tratamiento político, simbólico e histórico de la transición han vuelto y siguen volviendo la cara operando dispositivos de invisivilización y criminalización. El tratamiento historiográfico de esta temática es entonces un punto de entrada a la lectura de un capitulo de nuestra historia reciente, que sumió en su vorágine a cientos de jóvenes-niños que, iniciados a la lucha política en el enfrentamiento a la dictadura, tomaron el camino de la lucha armada y la vida clandestina en nuestro país.

Esta forma de acción política juvenil, rebelde y clandestina, se prolongó más allá del arribo formal de la democracia y tuvo como respuesta una acción represiva global por parte de los gobiernos de la Concertación. El resultado de la política gubernamental de "pacificación" de los grupos rebeldes y de "Seguridad Ciudadana" para combatir la "delincuencia subversiva" arrojó un balance que según cifras de la Corporación de Defensa de los Derechos del Pueblo (Codepu) ascendió entre 1990 y 1994 a 140 casos de tortura y a 96 muertes en procedimientos policiales. "Las muertes mencionadas fueron causadas por heridas de bala, en el 80% de los casos; asfixia e inmersión en el 7%; golpes en el 6%, y otras causas, 7%" (Codepu, 1994: 21).

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En el mismo período, entre 1990 y 1994, habían sido detenidas 170 personas por actividades de motivación política. La Organización de Defensa Popular (ODEP) constató la existencia de más de 400 detenidos entre 1990 y el año 2000. Según nuestra investigación (Rosas, 2004) la mayoría de estos delincuentes tenían entre 18 y 23 años al momento de ser detenidos y algunos, como fue el caso que la prensa de la época llamó el niño-terrorista, Marcelo Villarroel, detenido pocos meses antes de cumplir los 14 años, fueron ingresados en unidades especiales hasta cumplir la mayoría de edad.

Estos detenidos fueron rápidamente catalogados de terroristas y no se les consideraba presos políticos, aún cuando sobre ellos pesaba objetivamente un "régimen especial" de tratamiento político-jurídico y penitenciario. Sobre ellos se aplicaron incomunicaciones prolongadas, torturas y procesos paralelos en la justicia civil y militar sin defensa jurídica eficaz y oportuna que culminaron en la internación en una cárcel de alta seguridad donde se concentró a los entonces jóvenes integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), Movimiento Lautaro y del Movimiento de Izquierda revolucionaria (MIR) y cuya existencia se prolongó por más de una década2.

La acción política o las orientaciones y tendencias de intervención de estos grupos rebeldes3 durante el período dictatorial, y hasta mediado de la década de los 90, puede sintetizarse, brevemente como sigue:

* Construcción y recreación a ritmos y énfasis diversos, según cada grupo, de una reflexión política, producción de proyecto, implementación y acción política en base a estrategias de cambio social heredadas de programas formulados en el periodo anterior en sus organizaciones originales fundadas en la década del 60 y 80 para el caso del MIR, el FPMR y Lautaro respectivamente por militantes de dirección de una, dos y hasta tres generaciones anteriores con los cuales, por efecto del exilio, muerte o 'descuelgue' de sus estructuras madre ya no habían relaciones ni vinculaciones políticas.

* Agitación y propaganda permanente de su crítica y denuncias primero antidictatoriales y luego antisistémicas y difusión de sus propuestas de corto y largo plazo vinculadas a lo que se estimaba representaban intereses y demandas de los sectores populares postergados y particularmente centradas en el mundo juvenil. Un ejemplo paradigmático de ello es la política del Movimiento Juvenil Lautaro. Estos —en sus murales, volantes y consignas- se referían al

2 A comienzos de 2003, la Comisión de Derechos Humanos del Senado de la República de Chile, por petición de la Iglesia Católica, discutió un Proyecto de Ley destinado a buscar una formula de solución a la situación de los presos políticos chilenos de la transición y cuyo tiempo de reclusión fluctuaba entre los 10 y 13 años en condiciones de aislamiento extremo. La liberación efectiva de los presos políticos de la democracia, solo sería posible tras aprobarse dos proyectos de ley durante 2004 y 2005 y al momento de iniciar este trabajo, aún quedaban cuatro de ellos en prisión esperando autorización para salir algunas horas durante el día domingo. Al término de estas líneas muchos de ellos continúan con medidas de control y reclusión nocturna en cumplimiento de condenas por hechos ocurridos durante la primera mitad de los años 90. El tratamiento dado a los militares violadores de DDHH, en Chile al igual que en el resto de los países del cono sur, ha seguido el camino de la dilación y trato judicial preferente cuando no la impunidad absoluta.

3 Para una comprensión del período, las acciones, planteamientos y motivaciones de los grupos rebeldes, así como la política de control por parte del Estado ver Rosas, 2004. También, Farfán, Claudia, 2006.

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gobierno de Aylwin y Frei como de "Viejos cartuchos, eunucos" y llamaban a vivir el "Sexo Nuestro", a realizar "Fiestas de las Ganas" y a "Tomarnos Todo con las Armas, Las Ideas y el Pueblo". El grupo Lautaro se catalogaba a sí mismo como "Jóvenes, Rebeldes y Armados" (Movimiento Lautaro, 1983)

* Discusión política, formación interna de militancia en las áreas políticas, técnicas y militares en eventos y escuelas desarrolladas a tales efectos.

* El trabajo social y de masas con organizaciones y movimientos sociales de base. En el caso del Movimiento Lautaro, al que perteneció nuestro entrevistado, es destacable que este se encontraba particularmente centrado en la juventud popular de territorios llamados "Bastión", liceos, grupos de jóvenes de esquina y en menor medida de universidades. En el caso de las organizaciones MIR y FPMR estos se nutrían de militantes provenientes de sectores más diversos y especialmente en universidades. En estos espacios, se establecían además, relaciones políticas y eventuales coordinaciones con otras agrupaciones rebeldes.

* Acciones de violencia política contestataria, reivindicativa y agitación de masas, de tipo miliciano o propiamente militar dado su nivel de especialización e impacto. Entre ellas se cuentan: copamientos armados transitorios de áreas urbanas poblacionales o comerciales, con o sin participación de población; ataques y emboscadas a fuerzas y símbolos de la represión dictatorial, gubernamentales o de grupos económicos, "recuperaciones" de armamentos y bienes de consumo para uso del grupo, distribución en la población, sabotajes y propagandas.

La historización de la acción rebelde permite sostener que la acción social juvenil revolucionaria, semilegal y clandestina e incluso en ciertos momentos el accionar político militar, se sostuvo, domicilió y desarrolló, sobre todo en dictadura, inicialmente en el seno de múltiples expresiones de los movimientos sociales. En estos espacios sociales, preferentemente populares y juveniles, los grupos rebeldes expresaban abiertamente su discurso político y se manifestaban en coincidencia de formas y momentos con la actitud radical del movimiento popular de masas. Peculiarmente imbricada fue esta relación en la juventud popular de sectores poblacionales como "La Legua" y "La Victoria", como también entre pobladores y estudiantes secundarios y universitarios de Santiago y regiones.

El historiador Gabriel Salazar señala que sería equívoco, simplista e interesado, calificar de extremista o terrorista las acciones de violencia política popular (Salazar, 1990: 553). Sin embargo, la criminalización y "pacificación" radical de estas expresiones durante la transición no tenía que ver tanto con una comprensión y asimilación política del problema de la acción rebelde como fenómeno histórico, social y político, como con su necesidad interna de mostrar firmeza institucional y fidelidad al pacto de transición ordenada y regulada, acordada con la derecha y las FFAA. Señalando de paso y consistentemente, lo que se podía y no se podía demandar al nuevo régimen en materia de reformas socioeconómicas y derechos humanos.

El 23 de octubre de 1993, el candidato y luego Presidente de la República Eduardo Frei refiriéndose a la acción policial para detener a un grupo de jóvenes lautaristas (entre 18 y 23 años) protagonistas de un asalto bancario en que murieron 3 militantes, 3 pasajeros de un bus y que tuvo un saldo de 12 heridos por la acción policial señaló: "Algunos críticos de la oposición

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decían que había impunidad para los terroristas. Después de los ocurrido ayer nadie podrá hablar de impunidad" . Los hechos acontecidos en el perímetro del Banco O' Higgins del sector Apoquindo (barrio alto de Santiago) fueron ampliamente cubiertos por la televisión que mostró en directo las inequívocas señales de rendición de los lautaristas que fueron abatidos.

Bajo la declaración de Frei, se esconde una transición subterránea, no registrada en la óptica que entiende el proceso político como un momento de pura convocatoria electoral, de delegación de la participación y de "entrega de la esperanza" por parte de los sectores populares hasta ese momento hiperactivos. ¿Quienes eran estos jóvenes que no aceptaban el relevo?, ¿encarnaban algún proyecto político?, ¿eran actores contestatarios legítimos, surgidos de un proceso de dilatada brutalidad de Estado? ¿Rebeldes con causa, o expresiones de anomia y descomposición de identidades colectivas atomizadas por el modelo impuesto por la dictadura?

Luka: identidad y subjetividad de un joven rebelde en la transición chilena

El primer acercamiento con Luka (militante del Movimiento Juvenil Lautaro) se dio cuando ambos éramos presos y yo realizaba una investigación, para mi tesis de grado largamente postergada por el encarcelamiento, sobre la transición, la acción política rebelde y, como derivación, la política de pacificación-aniquilamiento y la prisión política en el período. En esos días la investigación y las prolongadas conversaciones, eran una ventana para mirar e intentar pensar el mundo, construir un punto de fuga, una forma de correr los cercos y las fronteras humanas del encierro y del silencio sobre una más de las historias ocultas de la transición política chilena.

Luka me indicaba que no era yo quién escribiría sobre aquella parte de nuestra historia y la prisión que nos tocó vivir por más de una década. Eran esos hechos y esos testimonios (en la investigación base se hicieron12 entrevistas en profundidad, 26 testimonios escritos y 8 historias de vida, se consultaron documentos internos de las organizaciones, declaraciones judiciales y archivos de prensa) los que se estaban dejando escribir ya no solo en los archivos judiciales de las declaraciones bajo tortura y los titulares de las crónicas rojas de los enfrentamientos y los asaltos bancarios. Eran esas historias las que se irían abriendo crítica, autocrítica y valientemente, a veces —no pocas veces- dolorosamente a la posibilidad de que otros, más allá de nosotros, pudieran oír. Luka se revela entonces como una identidad en tránsito, una subjetividad periférica (Urbano, 2006) incluso entre sus compañeros pero a la vez y en muchos planos, ilustrativa de otros militantes jóvenes de fines de los 90.

Para Luka nuestro trabajo no tenía sino el sentido de dar expresión y visibilidad a la historia que habíamos compartido; especialmente en una coyuntura de meses de aislamiento como

4 Declaración de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, "Sangre en Las Condes", La Nación, domingo 31 de octubre de 1993.

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castigo por una movilización que buscaba conquistar el derecho a tener visita de familiares indirectos, las entrevistas, se tornaban una terapia contra el dolor y el decaimiento. Como señala Igor Goicovic (1997: 27) estos procesos en cuanto involucran activamente a los sujetos pueden articular historia personal y memoria histórica situando a la primera en el contexto de procesos sociales más amplios donde puedan reconocerse, recuperando la autoestima y aportando a la recomposición de procesos sociales más amplios. Desde la negra y pesada puerta metálica de la celda 309, en el tercer piso del módulo H-norte de la Cárcel de Alta Seguridad, el aún joven militante sentenció emplazándome epistemológicamente:

"El día que salga el último preso de esta cárcel: cuando se cierre la ultima reja gueón, la ultima puerta, esta historia... se terminó. Tengo un testimonio válido, pertenezco a un concepto de hombre, que aunque históricamente se vea ahora como una guevá añeja, tenemos que contar nuestra parte, la parte de los que quedaron en este episodio que es la prisión, dar cuenta de que aunque algunos piensen que éramos delincuentes, tenemos una historia, una base histórica que tiene que ver con la forma de vida violenta, brutal en que nacimos a la lucha. Aunque yo no soy militante de los 80 como ustedes, igual nacimos y crecimos, nos hicimos libres enfrentando a la dictadura, aportamos para frenarla, nuestras armas también fueron útiles, hay memoria que recuperar y somos parte de esa memoria".

Luka tenía entonces 25 años, corría julio de 1999 y estaba detenido desde febrero de 1994. Había cumplido 6 años y 8 meses de prisión y había sido militante del Movimiento Juvenil Lautaro desde 1990. A diferencia de muchos otros militantes de la década del 70 u 80, Luka no fue parte de la generación que vio La Moneda en llamas, no se formó en las filas de la heroica y autoreferente resistencia a la dictadura en los primeros tiempos, no fue un actor directo de las multitudinarias Protestas de los años 80, no era un militante fogueado en la primitiva organización de la lucha clandestina ni era hijo de padres militantes. Luka reivindicaba ser un hijo de la memoria y el silencio y como muchos jóvenes populares, participó con entusiasmo en las campañas del NO en el plebiscito. La figura de Salvador Allende lo llevó a participar en diversos grupos de jóvenes militantes sintiendo a poco andar, que la transición no era el cambio que esperaba:

"Cachaba que la democracia no era real, que no iba a traer un horizonte de mejores perspectivas para las personas, para el pueblo y para nosotros como jóvenes. En esos términos yo me sentía claro y entré a militar. Tenía que ver con la lucha contra la opresión, contra los viejos culiaos, contra el yugo del sistema".

En esos días funcionalmente los militantes cumplían tareas de tipo político, operativas y sociales muchas veces combinadamente. Así lo expresaba Luka:

"Como militantes del Lautaro hacíamos trabajo entre los jóvenes, trabajo estudiantil en una organización que se llamo en principio el AIEP que

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significaba Acción, Intransigencia, Educación Popular, que duró unos meses nomás y después el CEP que era como la continuación de lo otro porque se llamaba Colectivo de Estudiantes por una Educación Popular. El año 91, intentamos tomarnos un Liceo pidiendo al nuevo gobierno una educación popular y toda la huevá, con reivindicaciones. Hicimos "metradas" que era tomarnos el Metro, hicimos "caleta" de movilizaciones en esos momentos y convocábamos a "caleta" de gente, de cabros de Liceos y llegaban como 6 o 7 Liceos a las reuniones que hacíamos."

En virtud de las necesidades de las organizaciones rebeldes, era posible encontrar militantes que, sin tener problemas de tipo represivo, podían estar "profesionalizados" y por lo tanto "asignados" (con apoyo económico) y dedicar todo su tiempo a la militancia; esto lo hacían sin ser necesariamente ilegales o clandestinos en su modo de vida ya que podían, por ejemplo, visitar o vivir con sus familias, asistir a lugares públicos, usar su documentación, etc. Junto a ellos estaban los militantes "públicos" o "abiertos" que en ciertos momentos declaraban explícitamente su filiación política en ciertos frentes sociales y territoriales (grupos juveniles, universidades, sindicatos, grupos de esquina, etc.), aún cuando su organización fuera legalmente proscrita. Para el caso de Lautaro, esta situación se tornaba cada vez más compleja cuando -como nos relata Luka- el tipo y cantidad de su accionar, les hacia cada vez más, un objetivo prioritario de las fuerzas de seguridad. Luka operaba y se movía tempranamente en la difusa frontera entre la legalidad y la ilegalidad, transitando cotidianamente la delgada línea que separaba el juego del acto fallido... y fatal.

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"Yo pertenecía a una célula estudiantil, nuestro trabajo era de estudiantes, entonces los objetivos nuestros tenían que ver con la radicalización, o sea, lograr que salieran a las calles a pelear por sus reivindicaciones, por una educación popular, cuestión que no tiene que ver con el capitalismo sino con un sistema distinto. Llegaban locos de todas las líneas de izquierda, venían minas del Liceo 1, del Instituto Nacional, del Liceo de Aplicación, del Latinoamericano, de varios que no me acuerdo ahora. Hacíamos discusiones bien encachadas. Como dos años estuve en ese ritmo".

El paso de la vida cotidiana a la vida militante, implicaba sin duda el paso gradual o acelerado (un cambio en todo caso rotundo) a un modo de vida eminentemente político-operativo comportando una ruptura simbólica y material con la vida cotidiana de cualquier otro joven de su edad. Para los individuos sumergidos en las redes de la clandestinidad, por lo general jóvenes construyendo penosamente su identidad, la militancia resultaba un paso muy trascendental en el cual se producía el descubrimiento de un nuevo tipo de individualidad. Podría decirse que se trataba de un rito, en el cual la vida, hasta entonces "normal" se llenaba de existencia y de aventura:

"Mi primera acción fue un bombazo a un local de la UDI y de ahí para adelante las 'hicimos todas', tomamos un liceo en la zona oriente y hicimos

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propaganda armada. Primero chequeamos un liceo, que significa ver la rutina... de cualquier fuerza represiva, verificar cual era la hora más prudente para meterse durante unos minutos; rayar el liceo por dentro, sacar cabros de la sala de clase, un discurso y un disparo al aire. Ese liceo lo estuvimos chequeando aproximadamente 15 días. Esa primera acción a mi me marcó definitivamente, fue la osadía más grande que he sentido en mi vida hueón, fue un momento de irresponsabilidad y osadía más grande que la cresta. Los que íbamos a hacer la acción éramos como 15, cerca de quince pendejos, con fierros (armas) cortos; revólver, pistolas, una escopeta y eso... y radios también para escuchar la frecuencia de los pacos, una cuerda para cortar los cables telefónicos, un napoleón pa' cortar los candados. Fue la primera vez que use un arma... se explicó la misión y se distribuyeron los fierros que eran cinco "cortos". me acuerdo que nos pusimos los fierros en la guata. Salimos de la casa y empezamos a caminar así; los cinco en línea, como los pistoleros... uno de los compas dice que también era la primera vez que se ponía un fierro. Entonces vamos caminando y uno dice 'Young Guns' 'Jóvenes pistoleros'... y nos cagamos de la risa de nosotros mismos porque fue una huevá chistosa, íbamos así con las manos a los lados, abiertas... (Risas)...me dio más risa que la chucha y nos fuimos. A ese liceo entramos por la puerta de la parte posterior. había que cortar cables telefónicos, romper el candado y entrar. Yo entré por otro sector y salté una reja porque tenía que ir a "reducir" la parte delantera con otros compas. Ahí empezamos a hacer propaganda al interior del liceo con toda la gente que estaba y salió todo bien hasta que empezamos a retirarnos y no salía nunca la gente, yo tenía la responsabilidad de proteger la salida de los otros compas, tenía que esperar... Y no salía nadie hueón y yo estaba con el fierro en la mano, encapuchado incluso una profesora intentó quitarme el fierro. Al final salimos con 6 compañeros, cruzamos una villa y avanzamos como 50 metros hasta donde pasaban micros y atajamos una y cuando estoy subiendo pasan 5 pacos en motos. cachamos llegando un helicóptero, así que nos empezamos a alejar... Cuando llegamos al 'control' estaban casi todos bien, porque habían 'encanado' a dos compañeros".

El proceso de construcción de la identidad rebelde en Luka no se reduce a una arqueología de la aventura; Luka se entrega al riesgo absoluto y ciertamente, no lo hace ni con dramatismo ni con tristeza, juega riesgosa pero alegremente a la vida mientras nace a ella rompiendo con el tradicional simbolismo de heroísmo y sacrificio de muchos de los relatos militantes de las generaciones anteriores. Como en el cine, Luka juega, es un 'Young Guns' en un juego verdadero y el protagonista va adquiriendo en ese instante rotundo, plena y temprana conciencia del costo de sus opciones. La militancia y el acto de irrupción en la escena política, social e histórica, era para éste y otros muchos jóvenes militantes entrevistados, también un rito de pasaje a la adultez, a su querer ser un ser social; a tener su lugar en la polis y a vivenciar su historicidad. Era el tiempo y lugar, real-bestial del rito de pasaje, lo que hacía el transito terrible y mortal. Era la realidad histórica de un país de promesas y contradicciones no resueltas, con aislados actos rebeldes más simbólicos y testimoniales que destructivos del orden, la que

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parecía demandar la más alta entrega militante en un contexto de retirada y desmovilización social casi absoluta.

La palabra presente en todo el relato es "consecuencia", la compulsión de hacer coincidir discurso y acto en el juego verdadero... y un juego verdadero... Luka lo sabía; ya no era un juego. Esta forma peculiar de integración social, como proceso más intuitivo que racionalizado, o racionalizado de otra forma; como un modo de vida y no sólo como pura crítica discursiva contestataria, confronta las interpretaciones de tipo anómico acerca de la trasgresión juvenil rebelde del período. La sitúa, de por si y ante sí rebelde, como una praxis política y por lo tanto una forma de integración-cambio social que puede ser rebatida y cuestionada políticamente en sus formas y oportunidad, pero difícilmente invisibilizada o descalificada históricamente y patologizada.

La opción política de Luka, aún iba a colocarlo ante nuevas disyuntivas y decisiones; no estaba aún en un camino sin "retorno", tenía todavía la posibilidad de mantenerse alternando su vida cotidiana de estudiante e hijo y las tareas de la militancia. El optará optó sin embargo por la clandestinidad: la revolución se tornó rápidamente en su proyecto de vida.

"Por razones de seguridad, me vi en la disyuntiva de congelarme un tiempo y retomar luego las tareas o irme de la casa, pasar a dedicarme completamente al partido. Me plantearon que si era esa mi decisión, me podían asignar, me podían dar algo de plata para vivir, sostenerme y dedicarme así a lo que era de lleno el trabajo de la organización... Tenía una asignación de 50 lucas y con eso pagaba arriendo y comía, me metí de lleno al Lautaro en un sentido operativo, ya tenía otras responsabilidades... era la vida clandestina. En ese tiempo ya había caído mucha gente, habían detenido a un número importante de la dirigencia del Partido, era el momento de decisiones importantes y me hago clandestino el 92."

La salida de Luka del grupo familiar y el temprano abandono de su vida de estudiante secundario, no sólo lo llevaría a convertirse en un militante de tiempo completo. Luka adquiere autonomía e independencia en muchos aspectos de su vida pero, paralelamente, tendrá que conducirse con permanente cautela y atención a su entorno, construir una fachada, conocer los hábitos y normalidad de su nuevo ambiente tendiendo un manto de encubrimiento sobre su actividad rebelde y sobre su verdadera identidad. Con la misma aplicación, tendrá que preocuparse de la organización de su tiempo y la satisfacción de sus necesidades básicas, darse por sí mismo un espacio para estudiar, leer, oír su música o simplemente para el ocio del final del día. Todo tenía que transcurrir sin dejar de cumplir las obligaciones contraídas con sus jóvenes compañeros siempre en disposición permanente para asumir tareas que, en cualquier momento y lugar de la ciudad o el país, le encomendaran. Progresivamente se transformó en un cuadro operativo, pero en la soledad de la pequeña pieza arrendada, tejía por si mismo nuevas representaciones y experiencias que tensaban conciencia y existencia.

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"Lo que me causaba una cosa curiosa era conocer gente en la calle. Una vez yo venía llegando a la casa y veo a un tipo que estaba ahí en una mampara y paso por el frente y cacho que el hueón me queda mirando, tenía el pelo corto y era más o menos fornido, yo lo miro y sigo caminando no más... yo pensé que era policía y paso por el frente y me quedo pensando; estaba en la duda porque si era muy rara la situación, tenía que irme de la casa así que vuelvo a salir y el tipo estaba ahí y me seguía mirando con una cara como persiguiéndome. Así que paso a un boliche a comprar y me doy vuelta y paso de nuevo frente a él, lo quedo mirando y el hueón me seguía mirando y cruzo de frente mirándolo a los ojos, yo andaba con mi fierro y dije: 'cualquier huevá con este hueón le pongo un balazo y punto po' hueón'. Le digo: ¿qué pasa compadre?, el loco estaba sentado en el quicio de su puerta y se para: no, no pasa nada ¿porqué?. El tipo me mira y levanta los ojos y pone una cara de, de un tipo agradable y pacífico. Como yo codifiqué ese gesto me tranquilicé al tiro. Dijo que todas las tardes se ponía a mirar gente y que vivía solo, que él trabaja todo el día y en la tarde se relaja. Ahí nos ponemos a conversar y me cuenta su vida y yo le cuento mi historia falsa... y me invita a pasar a servirme algo... La huevá es que todas las noches era una forma de relajarme ir a la casa del loco, y el me cuenta que era homosexual y que por eso me quedó mirando. Él era psicólogo y me contaba su rollo po', yo me perseguía un poco, pero él nunca me acosó ni nada, estaba sorprendido de que yo lo aceptara y me hablaba de su familia y me ayudó mucho a vivir la soledad de la vida clandestina, de esa huevá que es dura hueón, sobre todo cuando uno es tan joven pa' vivir a los 19 años. Yo al loco le digo que soy del Lautaro. y el loco se espanta, o sea se emociona caleta y me dice "no, no sigas en eso que te va a pasar algo", "no sigan en esa huevá" me dice. Y yo le digo que no puedo... Seguimos siendo amigos y yo llevé a varios compañeros a su casa.. .él comprendía lo que eran las organizaciones y le parecía justo y correcto, pero él no estaba de acuerdo con los métodos y el accionar. A mí se me rompió un mito negativo de los homosexuales y no sólo de palabra, sino de la comprensión de su forma de vida y porqué el loco era así, lo duro que es ser homosexual; nos parecíamos porque los dos éramos perseguidos, pero él lo era no sólo por el sistema represivo sino por la sociedad... hasta ese momento yo no respetaba a los maricones y el loco me enseñó su forma de ver el mundo. En el tercer pleno del Lautaro en uno de los votos políticos, se adscribió a la lucha por la dignidad de los homosexuales."

Por meses, Luka desarrolló su ahora nutrida actividad clandestina manteniendo su fachada y apoyándose, afectiva y operativamente, en las personas con las que iba haciendo poderosos lazos de amistad. Sin embargo, a pesar de las insistentes recomendaciones de sus jefes, apenas unos años mayores que el, intentaba por diversos medios ver a sus padres, saber de sus hermanos, recorrer sus calles; aventurarse a preguntar por sus amigos y encontrar, seguro "casualmente", a quien había sido su compañera en los primeros días de la militancia.

"En Febrero del 93 fui a mi casa y me quedé una noche, al día siguiente salgo de mi casa y noto que hay gente extraña, que se me había repetido del día

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anterior y me di cuenta que eran la policía, eran dos locos jóvenes. iba a tomar micro, saliendo del sector de mi casa y llego a la esquina.. .corro unos 50 metros y llego, y los locos no me esperaban y habían seguramente calculado el momento en que salía de mi cas. No estaban ahí para detenerme sino para hacerme el chequeo. cruzo la calle, tomo la micro a la carrera y me voy a la parte de atrás y por el vidrio de atrás cacho que se devuelven corriendo y se juntan con el otro que trae el auto y quedan atravesados contra el transito... en eso la micro dobla hacia una calle donde habían taxis, me bajo rajao, tome un taxi y me quedé ahí.

El relato de Luka devela el ritmo y fragilidad de una actividad clandestina que se había vuelto extremadamente intensa. El accionar de su organización se traducía en bombazos, operaciones de sabotaje, ataques a instituciones, hostigamiento a fuerzas vivas y la reiterada sustracción de vehículos para ser utilizados en cientos de asaltos bancarios . Estas actividades se sucedían una tras otra y en ocasiones varias veces en una misma semana. Ya no sólo el trabajo político y el aumento del accionar militar, sino, la sobrevida de decenas de militantes clandestinos y buscados intensamente, obligaban a concentrar toda la fuerza en operaciones de "recuperación" de dinero que tenían alto riesgo. Progresivamente esas acciones, fueron convirtiéndose en actos de propaganda en sí mismos donde se repartían panfletos, dulces y condones. Cada vez más, la fiesta de las ganas, parecía acercarse más a su dramático final.

"A esas alturas, yo como muchos otros ya no participábamos en el trabajo territorial, yo estaba en las FRPL (Fuerzas Rebeldes Populares Lautaro) que hacían las acciones militares, de medios y plata. Yo creo que el principio del fin comenzó a mediados del 91 cuando cae la Dirección de Concepción después de la muerte del Prefecto Sarmiento de la Policía de Investigaciones, ese fue un golpe importante para ellos y para nosotros fatal, cae el segundo jefe del Lautaro y 5 dirigentes, se desconectó mucha gente y estructuras intermedias y se pierde una importante capacidad de elaboración política en ese período al llenarse los cupos de los caídos con gente sin experiencia.no tenían la capacidad política y militar de antes".

En ese cuadro, los jóvenes militantes tenían que procesar permanentemente las muertes y las detenciones. Cada golpe era resignificado como un verdadero aliciente para continuar la lucha frente a las necesidades de supervivencia de la militancia clandestina, el cerco represivo y la carga moral, política y emocional de abandonar a los caídos y los que seguían: eran los días en que frente al fantasma de abandonar el proyecto, se construía y estimulaba una subjetividad de resistencia y marcado heroísmo frente al cerco. Una lógica altamente decisional. El presente relato, como otros, indican que la forma en que los acontecimientos se desarrollan, sumado a una cierta caracterización de la realidad en que se es parte en un conflicto, genera una extraordinaria sensación de excepción en la cual no hay aplazamiento ni justificación posible

5 Entre 1990 y 1993 el Movimiento Lautaro se adjudicó más de 80 asaltos bancarios que según información del Ministro de Interior de la época Carlos Figueroa habrían superado el centenar solo en Santiago. Ver Libelo Corte de Apelaciones de Santiago, 10 de junio 1999, fojas 1 y 2.

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para no tomar medidas extremas de defensa del grupo, de sus ideas, valores o la identidad del sector social de pertenencia6.

"Hoy es fácil hacer mil críticas, hay que ponerse en el momento, como se veía y se sentía todo...Yo no puedo deslindar responsabilidades en los compañeros que eran dirigentes solamente. No sé si había un culto al heroísmo, al martirologio, aunque si se mira desde ahora, nosotros no teníamos ninguna posibilidad de llegar a ninguna parte que no fuera la muerte o la cárcel, no había otros horizontes fuera, la única alternativa era la lucha. Para nosotros no había ninguna posibilidad de mejorar la huevá en el marco del capitalismo y en el Pleno dijimos que teníamos que seguir 'echándole para adelante', tratar de reclutar más gente, atacar comisarías, hacer camiones de pollo, repartir cosas, repartir ropa en las poblaciones. Todas esas huevás tenían que seguir y tenían que coincidir con el momento que iba a llegar. El momento en que el sistema económico y político ya no iba a dar más, el momento de crisis del gobierno y del sistema. Entonces nosotros íbamos a estar ahí, junto al pueblo y haciendo cosas. No hubo posibilidad de decir: 'Ya, guardémonos aquí, paremos la guerra un rato, evaluemos... entonces preparémonos o vamos a desaparecer, va a llegar la mano (represión) y el Lautaro va a desaparecer'. No se pudo, estábamos en la guerra misma, sobreviviendo, matándonos y haciéndonos mierda... ¿cómo no podíamos seguir?".

En base a las fuentes orales y documentales de los grupos rebeldes, sus similitudes con los de otros países y con expresiones de violencia política popular que les antecedieron, es posible caracterizar política e ideológicamente el espacio partidario en que Luka y otros militantes se desenvuelven para acceder a su imaginario y núcleo político y ético.

Digamos que -en general- las organizaciones rebeldes del periodo se identificaban con una condición marxista de matices diversos en que se apreciaban los siguientes aspectos: un núcleo duro o matriz de concepción dialéctica y materialista de la historia, la actitud y posición de antagonismo radical al capitalismo y por divulgar, defender y practicar nociones socializantes de subversión de lo existente. Se planteaban, estructuralmente, la redistribución del excedente socialmente producido y la riqueza acumulada. Políticamente todos los grupos rebeldes, aunque en diferentes términos, postulaban el cambio de las relaciones sociales y personales de poder, así como el término de toda marginación y exclusión por razones de raza, género,

6 Este fenómeno ha sido estudiado por Carl Schmitt en relación a la filosofía política ultraconservadora de fines del siglo XVIII. Me parece que en este caso permite una comprensión del fenómeno político desde la subjetividad de la atmósfera creada. Se produce una verdadera hermenéutica de la propia práctica rebelde, acosada y enclaustrada, que activa una facticidad prácticamente blindada a todo juicio que no la reafirme. En tal caso toda duda o crítica aparece como un ataque al núcleo ético y valórico que sustenta al grupo y su proyecto. Para mayor claridad, contenido y origen del concepto, ver: Carl Schmitt, teología y política. Ed. Struhart & Cía., Bs. As. Argentina, Págs. 43-44. En Luis A. Corvalán M. "Pensamiento conservador revolucionario y violencia extrema desde el Estado en Chile. 1973-1989", Mapocho N°48, Santiago, 2do. semestre, 2000, Págs. 275-276.

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económicas o sociales. Finalmente, la existencia de un sentido histórico que los hacía representarse a si mismos como continuadores de las luchas que les habían precedido.

Todo lo anterior, es coincidente no sólo entre las organizaciones rebeldes del período, además, los llevaría a identificarse y situarse un proyecto popular de larga data que fue articulándose políticamente desde comienzos de siglo en esa matriz de identidad política. Sin embargo, desde fuera, dos expresiones se hicieron "sentido común" en relación con las motivaciones y características de la organización lautarina que eran, periódica e insistentemente, reafirmadas por personeros encargados de la seguridad interior de los dos primeros gobiernos de la concertación, las policías e incluso desde la izquierda tradicional.

La primera tenía relación con la difusión del uso de drogas, el culto a la violencia y sobre todo al sexo. Recordemos que recién terminaba la dictadura y ante la necesidad de expresión de nuevos espacios de libertades personales, culturales y de abierta diversidad sexual, los medios como tribuna de personeros eclesiásticos y de la derecha, comenzarán en esos años a debatir sobre la nueva "crisis moral". La propaganda lautarina que hablaba del "sexo nuestro" y repartía condones en liceos y universidades, causaba, para la época, comentarios políticos ortodoxos y de sospecha.

La segunda expresión dirigida a la organización que Luka integraba, descalificaba al grupo rebelde por su "precariedad política" y falta de "ideología". Esto llegaría a tal extremo que el Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Sr. Arnoldo Dreyse, condenó a varios lautarinos señalando en las 'Copias de Sentencia' que se les debía castigar severamente por constituir 'grupos de rotos de baja estofa' representar a "fuerzas diabólicas", "sensuales" y otras joyas del derecho penal chileno. La descalificación, también surgía desde la izquierda, adquiriendo una contradictoria connotación al señalarse que el grupo, estaba compuesto por elementos jóvenes y marginales. Se les catalogaría así como "delincuentes subversivos".

"Yo era un militante promedio, yo cuando estuve clandestino no tomé copete, ni me quedé raja nunca, fumé marihuana en fiestas exactamente dos veces en más de un año. Jamás, nunca hubo hueveo en reuniones, honestamente yo no vi eso nunca... No éramos hueones tan zafados, eran zafadas las huevas que hacíamos, nuestra política si quieren la critican pero nosotros éramos responsables. Habían compañeros que tenían capacidades reales, que entregaban su vida de verdad, hueones hermosos, de una calidad moral y generosidad que... no se, esta no la entiende nadie, yo los he visto morir, los he visto caer en cana po' hueón. Aquí la huevá era el Lautaro... era todo, hacerlas todas, eso sí era real".

7 Luís Maira, dirigente de la Izquierda Cristiana y dos veces diputado Socialista, embajador en México y actualmente en Argentina señalaba a mediados de los años 90 que una prioridad de la transición era terminar con la delincuencia subversiva, ver Hernán Vidal, El tabú del conflicto armado en Chile, Ed. Mosquito, Santiago 1995, pág. 135.

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En lo relativo a la condición política y proyecto de la organización Luka señala:

"...la construcción de la realidad era un poco mística...un ideario en que el pueblo oprimido y la juventud. asumía la lucha y se tomaría el poder a través de la fuerza de sus organizaciones populares y sus fuerzas militares. Una Guerra Insurreccional de Masas, un empate entre pueblo y vanguardia en que la juventud, nueva generación revolucionaria que nació con las protestas se tomaría el poder, la historia, el cosmos (risas)..."

Tras un año de intensa actividad operativa clandestina y cuatro de militancia, Luka fue detenido en febrero de 1994 por la Brigada de Inteligencia Policial de Investigaciones cuando visitaba la casa de una amiga y militante, que había sido vigilada durante varios meses.

"Cuando me detienen yo no quería creer... (Yo) en manos de ellos en ese momento... fueron más de 10 días con ellos. Caímos 4 compañeros en esos días, fue muy duro, muy violento, nos golpearon en la cabeza, en las piernas y en los testículos... estuve varios días amarrado, sin comer, sin agua, sin baño, sometimiento absoluto... un montón de amenazas con mi familia, que iban a traer a mi hermana y tenían a compañeros con su hija, a uno le partieron la cabeza de un fierrazo. Se hicieron eternos, realmente. eternos esos días".

La detención abría la puerta a otro mundo desconocido para Luka comenzando así su vida en prisión. Este capítulo, representaría un devenir extremadamente duro para él; de castigos físicos y largo aislamiento, con prologados episodios de soledad, conflicto y resistencia en que se combinarían múltiples aprendizajes y también profundas decepciones.

"La vida en prisión es una lucha muy íntima, no sólo en cuanto a la represión, las torturas, los traslados, las huelgas de hambre. hemos enfrentado a los hueónes y no han podido pasarnos por encima, pero es dura; muy particular, en la cual, si tu querís seguir sosteniendo valores, una filosofía de vida tenís que mantenerla en resistencia... Aquí hay gente que es íntegra, a mí me ha servido verlos, también he visto compañeros que han vivido crisis como yo he vivido... depresiones importantes y que te van enseñando a vivir bien... la vida en prisión es tan dura po' hueón."

El 12 de octubre de 1996, Luka dejaba la organización comenzando lo que él define como una profunda "crisis", que se gestaría a partir de un proceso de debates políticos internos en el que varios de sus compañeros abandonarían la militancia. En ese proceso, algunos de ellos formaron pequeños grupos que en el interior de la cárcel, continuaban haciendo vida política colectiva. Luka, como otros, se vuelca a un duro proceso de reflexión y balance personal que desembocará en un episodio depresivo. Por un breve tiempo, según su testimonio, todo le es ajeno y parece perder el "sentido" de su experiencia e incluso de su propia vida; vivenciará entonces el abatimiento y por un tiempo, tiene la amarga sensación de estar derrotado política

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y personalmente.

"Experimenté una catarsis en la cual te das cuenta de lo que está pasando. Yo sufro una cuestión que me ha marcado hasta hoy, me doy cuenta que lo que había sido mi vida hasta ese momento, no tenía sentido; no era lo que yo creía, una especie de divorcio con lo que yo pensaba de mi vida... Nuestras vidas se estaban jugando en prisión con un paradigma, con un horizonte sólo de prisión... ahí comenzó una etapa distinta.de mayor crítica orientada a mi propia vida y también de crítica a la visión de la revolución... un proceso de real maduración y de hablar como individuo y no solo militante... madurar como hombre sin renegar".

Tras este episodio de quiebre y abatimiento, desde el fondo de su soledad, Luka se planteará reconstruirse y buscar un nuevo sentido. Esta vez desde si mismo, sin dejar de atender a los procesos que definen su tiempo y el espacio social y político que continuará inquietándole más allá de la prisión como representación de una construcción social de futuro:

"Chile es muy distinto, infraestructuralmente es... distinto, por ejemplo, la Plaza de Armas ya no es como la dejé de ver. Pero la miseria es la misma, la clase política sigue siendo una mierda, corrupción, promesas, las mismas huevás. Las relaciones sociales han cambiado... hay indiferencia, egoísmo y soledad; de parte del poder, del gobierno, sus crisis han cambiado y son más complejas, lejanas a lo que la gente puede sentir, las FFAA, se siguen comportando con el mismo descaro que antes, no sé si la gente y los que se manifiestan contra esto, son menos idiotas que antes, pero sí con menos posibilidades de cambio que antes. No tienen paradigma, no tienen proyecto, no tienen nada. Salvo querer mejorar un poco el aporte estatal... más allá no hay posibilidades por ahora. Por sobre todo me preparo para vivir y vivo . y trato de estar bien, me cuido psicológicamente, leo, pienso... con los pies en la tierra y pal futuro... trato de despojarme lo más posible de prejuicios... hay que nacer de nuevo para vivir... pa' no ser sometido. Me veo con gente, necesito a la gente, voy a buscar y dar explicaciones, necesito las calles... caminar por Matucana".

El 17 de Septiembre de 1999, tras permanecer casi siete años en prisión y a los 26 años de edad, Luka obtuvo la libertad bajo fianza y dejó la Cárcel de Alta Seguridad, cerrando el episodio hasta entonces más duro de su vida. Atrás, junto a los objetos abandonados en una celda del penal, junto a quienes le habíamos acompañado fraternalmente y también junto a aquellos que -como verdugos- le habían escarnecido, quedaban los restos invisibles de un joven Luka perdido para siempre. Al incorporarse a la vida en libertad, Luka vivió unos meses con sus padres, inició y puso fin a una relación de pareja, se graduó como técnico en instalaciones informáticas, actividad en la cual trabajó durante algunos años y participó activamente en las actividades políticas tendientes a la liberación de sus compañeros presos.

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La historia, junto a Luka, pisa las calles... nuevamente

Al encontrarnos con Luka así como con otras historias igualmente "contadas en los márgenes" (James, 1992: 24) la superposición y tensión de a lo menos dos voluntades. La de quien abre su vida o capítulos importantes de ella (historia vivida) y la de quien piensa y cree firmemente que la subjetividad de los actores puede ser un instrumento válido de conocimiento histórico (historia narrada). La historia, como la memoria, está sujeta a vicisitudes: las fragilidades del recuerdo, la mistificación del pasado y la propia experiencia, la autojustificación, el silencio y la intervención de los sentimientos, en los tópicos que se exponen, como una trama compleja con un doble sentido de significación; el de las representaciones del hablante y la significación que de ellas haga quien oficia de gestor-interprete del registro.

No hablamos —con Luka- de una subjetividad recóndita a la que haya que desempolvar sus recuerdos lejanos. Los emblemas del recuerdo empapelan las murallas del presente; memoria de dolor y de ira, de lo intimo y lo social, de lo épico, de esperanza y abatimiento, memoria del espacio y el tiempo en que los pasos que parecían perdidos permanecen al retirarse la marea del silencio. Memoria de un período histórico condensado y simplificado, historiado perversamente desde la ahistoricidad de la oficialización de la memoria y el predominio de la amnesia. Esta no es una historia oficial, no lo es desde la perspectiva de quienes juzgaron y condenaron a Luka, pero tampoco desde la perspectiva de una determinada organización rebelde. Ni el heroísmo, ni lo que Luka llama su "derrota", están aquí en juicio, esta es la historia de un pasaje en la vida de un joven rebelde y cómo, desde su perspectiva, se vio a sí mismo y lo que le correspondió vivir en un país de luces de artificio.

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Recibido: 14 julio de 2008 Aceptado: 16 diciembre 2008

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