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El Trabajo Social como refuerzo de la estructura del Estado y el mantenimiento del orden social desde la perspectiva crítica
Social Work as a reinforcement of the structure of the State and the maintenance of social
order from a critical perspective
Manuel Flores Sánchez* Laura Gálvez Carmona**
Resumen: En el marco del sistema económico capitalista, el Trabajo Social ejerce de mediador entre las fuerzas que presentan conflicto de intereses socioeconómicos. Este trabajo estudia los mencionados mecanismos de mediación, entendidos estos como las instituciones y prácticas públicas de las que se valen los/-as profesionales del Trabajo Social para velar por el orden social entre la población posicionada desfavorablemente, y que acaban por limitar al Trabajo Social las prácticas de corte asistencialista. Hacemos un repaso de los sedimentos históricos relevantes que se han depositado en el curso del Trabajo Social para configurarlo tal como hoy lo conocemos (catolicismo, franquismo y dependencia estatal en la democracia). Posteriormente, analizamos las dinámicas internas del Trabajo Social (burocratización, confusión con los Servicios Sociales y precarización). Ambas dinámicas, además de ser bases de nuestra propuesta, nos permiten ver las tendencias actuales del Trabajo Social, que acentúan su instrumentalización bajo el argumentario individualista y la realidad estructural profesional del Trabajo Social. Finalmente, abordamos cómo, al convertirse en un simple proveedor de recursos, fracasó el proyecto izquierdista del Trabajo Social.
Palabras clave: Trabajo social, perspectiva crítica, asistencialismo, capitalismo, burocracia.
Abstract: Within the framework of the capitalist economic system, social work mediates between the forces of conflicting socio-economic interests. This paper studies the aforementioned mechanisms of mediation, understood as the public institutions and practices that social work professionals use to ensure social order among the disadvantaged population, and which end up limiting social work to welfare-oriented practices.
Keywords: Social work, critical view, welfarism, capitalism, bureaucracy.
Recibido: 10 de marzo 2022 Aceptado: 30 mayo 2022
'Coautor, Profesor asociado, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Pablo de Olavide. Contacto: mflosan@upo.es. ORCID: 0000-0002-0993-7436
**Coautora, Trabajo Social y Educación Social por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (España). Contacto: laugalcar@gmail.com
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Introducción y justificación
El presente artículo tiene como objetivo comprender la instrumentalización que el Estado ejerce sobre la profesión del Trabajo Social en aras de la protección del sistema económico.-Se ha elegido la perspectiva crítica y materialista para realizar el acercamiento teórico porque se considera el más adecuado para la comprensión de la realidad de desigualdad, dominación y distribución del poder (Hernández, 2015).
El objetivo principal es encontrar cuáles son los elementos que, según el paradigma conflictivista, configuran esta relación, y comprender cómo se produce la coexistencia entre la población sujeta a condiciones de precariedad y los agentes de dominación, así como los cambios que en el contexto se han producido para llegar a los mecanismos actuales de mediación del conflicto socioeconómico de intereses contrapuestos. Además, tiene el propósito de conocer cómo sucede estructuralmente la interdependencia Trabajo Social-Estado, así como el modo en que esto afecta a la práctica profesional.
La estructura de nuestro trabajo será la siguiente. En la primera sección nos aproximamos a las formas políticas históricamente más influyentes en el desarrollo del Trabajo Social en España, en la segunda se expone cuáles son los ámbitos principales en los que interviene el/la trabajador/-a social y el carácter que los mismos presenta; en la tercera se habla de la importancia que tiene el discurso para la difusión del imaginario ideológico de las esferas de poder político y económico y en la cuarta se describe la relación del sistema económico capitalista con el desarrollo de la profesión del Trabajo Social. Por último, se elaboran unas conclusiones en las que se exponen los puntos más importantes con relación al Trabajo Social, así como una propuesta al profesional ante el panorama actual.
El valor del presente texto reside principalmente en que hemos reproducido una secuencia nítida de los procesos históricos, sociales e instrumentales por los que el trabajo social se ha ido configurando como una herramienta de control social del Estado. Considerábamos importante este ejercicio porque las piezas que apuntaban hacia el objeto de nuestra investigación estaban muy disgregadas y solo aportaban pistas, pero no un mapa. Por ello, consideramos que nuestro documento puede resultar un buen punto de partida para una crítica radical (de raíz) del Trabajo Social actual.
Hemos optado por una investigación secundaria y cualitativa, es decir, sin apoyo experimental ni base estadística (Aguilera 2014). La estrategia de investigación elegida por ser la más coherente con nuestro objeto de reflexión ha sido la revisión crítica porque, como dice Grant (2009, 93), demuestra que "el autor ha investigado ampliamente la literatura y —la— ha evaluado críticamente. (...) incluye un grado de análisis e innovación conceptual". Asimismo, "analiza y sintetiza material procedente de diversas fuentes". El resultado es una síntesis de modelos o escuelas de pensamiento existentes", en nuestro caso, el conflictivista, a la vez que "una interpretación completamente nueva de los datos existentes".
De acuerdo con Fernández (2009, 330), nuestro trabajo, para su mejor justificación, se ha estructurado de acuerdo al contenido detallado a continuación:
• Organización del artículo
• Comprensión histórica del tema
• Revisión bibliográfica
• Argumentación
• Relevancia de las conclusiones
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• Perspectiva crítico-interdisciplinar del trabajo
• Recomendaciones para la investigación futura
• Propuestas para el avance de las Ciencias Sociales
Siguiendo los descriptores de Codina (2020, 141) de los métodos de investigación cualitativa, nuestra metodología responde a los siguientes ítems:
• La búsqueda bibliográfica la hemos realizado entre textos clásicos del marxismo y artículos de revistas peer review indexadas a partir del motor de búsqueda académica Eureka1.
• El centro de nuestro análisis han sido conceptos, teorías y estudios descriptivos de las estrategias de control social del Estado surgidas desde el paradigma conflictivista y las formas dominantes de Trabajo Social en España.
• La comparación ha relacionado diferentes perspectivas sobre el Estado y el Trabajo Social teniendo en cuenta su capacidad explicativa sobre el fenómeno estudiado y de relación de los ejes temáticos del presente artículo.
• Las bases de nuestro trabajo han sido artículos de revistas científicas, obras de pensamiento y ensayo de carácter conflictivista.
• El objetivo perseguido con esta metodología ha sido la identificación, desde el paradigma conflictivista, de las herramientas intelectuales más importantes para abordar los mecanismos de control social del Estado, especialmente, los referidos al Trabajo Social, con una visión holística e interdisciplinaria.
• El resultado buscado ha sido una síntesis narrativa enmarcada teóricamente.
• La revisión se ha visto acompañada de observaciones interpretativas y críticas.
• La revisión nos ha permitido obtener conocimiento suficiente para realizar un análisis holístico sobre el objeto de estudio.
1. Dinámicas externas del trabajo social en España: aproximación al contexto
sociopolítico
Para comprender la influencia del Estado en el Trabajo Social, debemos hacer un breve repaso histórico de los diferentes cambios en la organización política española, que se han impreso en las formas del Trabajo Social, ya que, estudiando la ideología de la estructura socioeconómica y política del momento, podremos comprender el tipo de sistema de protección social en el que nos integramos (Morán, 2006). Porque sólo cuando nace la propiedad privada y, por ende, la necesidad de mediar entre la porción poseedora y la porción carente es cuando emerge el Estado, como ente gestor de la sociedad, tal como lo conocemos en la actualidad (Engels, 1884). No obstante, abordaremos sólo los sedimentos históricos relevantes que se han depositado en el curso del Trabajo Social para configurarlo tal como hoy lo conocemos.
1 https: / / eureka.upo.es/discovery/search?vid—34CBUA_UPO:VU1
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1.1. El dominio religioso del Trabajo social
El Trabajo Social ha estado determinado por la Asistencia Social cuyo origen en España se encuentra vinculado al ámbito religioso y caritativo: las visitadoras de pobres y el "Tratado de Socorro"2 (Sanz, 2001). La Asistencia Social ha funcionado en Europa mediante la hegemónica Acción Social3. Durante décadas, las órdenes religiosas han dominado la esfera de responsabilidad de las áreas de educación, sanidad y atención social, dejando al Estado y las administraciones publicas funcionalmente debilitadas. Reflejo de ello es que los primeros pasos hacia la profesionalización se producen con la Organización de la Caridad (COS), que pretende homogeneizar y sistematizar la atención (Paniagua, Lázaro y Rubio, 2010). La influencia católica sobre la asistencia social sigue teniendo un enorme peso hoy en día.
Podemos extraer algunos datos de la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia Católica en España 2020 (Conferencia Episcopal Española, 2021, 48-71):
• El flujo de dinero hacia la Iglesia por parte del Estado español a través de la declaración de la Renta (IRPF) en 2020 fue de 297.680.216€.
• Atiende las necesidades sociales de 4.030.871 de personas en 9.222 centros (socio- sanitarios y socio- asistenciales).4
• Cáritas, que es un organismo autónomo dentro de la Iglesia, moviliza 81.182 voluntarios y 5.324 trabajadores remunerados y obtiene de fondos públicos 113.578.083€ distintos a los anteriormente mencionados (Cáritas, 2021, 32)
• Los centros sociales de la Iglesia se han incrementado desde 5.337 en 2010 a 9.222 en 2020, un aumento del 72,79% (Conferencia Episcopal Española, 2021, 49).
• Las aportaciones de dinero público a Cáritas han aumentado de 88.423€ a 113.587€, un 78%, por tanto (Cáritas, 2021, 32).
El impacto económico de estas actividades asistenciales es de 589.629.655€ (según índice KPMG de Impacto económico de la actividad asistencial de la Iglesia citado en Conferencia Episcopal Española, 2021). Según el índice DEC (Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales 2021, 41) este presupuesto superaría, también para el 2020, el de CCAA La Rioja, Comunidad Foral de Navarra, Región de Murcia, Extremadura, Cantabria, Illes Balears, Principado de Asturias y Aragón, lo que implica que la acción social de la Iglesia actúa como una administración paralela en cuanto a la intervención social, pero no sujeta a estándares, y susceptible de insertar su propia ideología en las actuaciones (conservadurismo estricto, según ha demostrado ampliamente la teoría de tradición marxista). Asimismo, esta fuerte presencia parece que sigue una tendencia de crecimiento, tal y como hemos podido ver en los datos anteriores.
2 Libro escrito por Juan Luis Vives que trata sobre cómo prevenir la mendicidad.
3 Acciones de los/as asistentes/as sociales al servicio de la sociedad con el fin de mejorar su bienestar (Sanz, 2001).
4 Dentro de los centros socio-asistenciales de la Iglesia, se incluye la atención a la pobreza, migrantes, desempleo, defensa de la vida y de la familia, menores y tutela de la infancia, rehabilitación para drogodependientes, centros para mujeres víctimas de violencia y de trata y centros de asesoría jurídica.
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1.2 La II República y el régimen franquista
Diferente es el escenario en la II República y el régimen franquista Girela (2017). Mientras en 1932 se hace un intento por democratizar y modernizar con la apertura masiva de escuelas de formación, a partir de 1939, se apuesta por un tipo de Asistencia Social de corte cristiana y feminizada. Lo que define Sanz (2001) como: "dama de caridad".
Es en los años 70 cuando se puede hablar de una tímida evolución. Así, se comienza a proporcionar a los/-as trabajadores/-as de seguros sociales, asistencia sanitaria y, en definitiva, se da comienzo a lo que llamamos el Estado de Bienestar bismarkiano (Sanz, 2001). Pero, no fue esto una señal de transformación, sino fruto de los sucesos acontecidos exteriormente. La nueva dinámica modernizadora del Papa Pablo VI, el surgimiento del antifranquismo o la llegada de referentes latinoamericanos que, ligados a los logros de la revolución cubana, traen el movimiento de reconceptualización por el que se concibe las problemáticas sociales como vías para la transformación de la realidad y al trabajador/-a social como un agente de cambio (Sanz, 2001).
Tal y como demuestran Moran y Flores (2018) en la evolución del Trabajo Social nunca se produjo una verdadera ruptura con sus antecedentes franquistas, sino sucesivas reformas, siguiendo el modelo de la Transición española. Únicamente hubo un paréntesis en los años 70 y 80 del siglo XX en el que se filtraron algunas ideas de la Reconceptualización, pero que se diluyó en favor de prácticas y discursos neo-funcionalistas (Morán y Flores, 2018).
1.3. La llegada de la democracia
Tras la muerte del dictador Franco en 1975 se abre un panorama de reivindicaciones en el que los/as trabajadores/-as tienen un papel central, hasta que con la Constitución de 1978 los poderes públicos se ven obligados a poner en marcha los sistemas públicos de educación, asistencia sanitaria y seguridad social. Y comienzan, además, a verse reconocidos derechos de protección de la familia, la infancia o la discapacidad. Se reforma el sistema de Servicios Sociales de los Ayuntamientos y se desarrolla la legislación social que dota a los/-as trabajadores/-as sociales de un papel central en el Sistema de Bienestar Social (Girela, 2017).
1.4. Las brechas de la Constitución española y la Unión Europea
La Constitución española de 19785 enuncia en el artículo 1: "España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político". Sin embargo, este compromiso con la libertad y la igualdad se ha visto entorpecido por la desigualdad consecuente del libre mercado de mercancías, personas, servicios y capitales, reforzado en España, tras su integración en la Unión Europea en 1985. El sistema constitucional en el contexto europeo no puede ofrecer una vía para la contrapartida de intereses entre las tendencias centrifugas6 y las tendencias centrípetas7; las que favorecen las ganancias y
5 Constitución Española, en la web oficial del Boletín Oficial del Estado, https://www.boe.es/legislacion/documentos/ConstitucionCASTELLANO.pdf
6 La tendencia de un objeto a resistirse al cambio.
7 Se trata de una fuerza real, que contrarresta a la fuerza centrífuga.
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crecimiento de un grupo privilegiado, con las que exigen la igualdad y prosperidad de todos los miembros de la sociedad (Camps y Giner, 1998). Ya lo decía Gramsci, la consecución de este equilibrio es imposible, a menos que se haga uso de mecanismos que inhiban las conciencias lo suficiente como para imponer un imaginario social hegemónico a toda la población (Diago, 2016). Y ahí es donde aparece el moderno Trabajo Social.
1.5 La dependencia del Trabajo Social de las instituciones públicas
El trabajador/-a social, como ejecutor de las Políticas Sociales del momento en la principal institución del Trabajo Social (Servicios Sociales), es reclamado por la esfera económica capitalista con el fin de asegurar un estado de control social. Se acaba convirtiendo en lo que Girela (2017) define como: "esquiroles de unas políticas sociales cada vez más insolidarias y restrictivas".
Si profundizamos en la cuestión y observamos las estructuras interdependientes en que se organiza la sociedad, podremos evidenciar este papel del Trabajo Social. Según Politzer (1936), la sociedad se organiza a través de cuatro estructuras. La estructura económica (infraestructura), como representación del capital, determina a la estructura ideológica (superestructura) compuesta por la moral, la religión, el arte, la literatura, etc. Al mismo tiempo, la estructura ideológica domina a la política, lo que supone que esta se deba a los dictados de la economía, y, por tanto, de los intereses del capital (Politzer, 1936). Las leyes que dirigen el funcionamiento de los Servicios Sociales (factor político), funcionan como mediadoras entre economía y sociedad (Politzer, 1936). Esto explica por qué es difícil intervenir socialmente sin ser absorbido por las directrices impuestas y determinadas por la filosofía dominante (Girela, 2017). Fundamentalmente porque la esfera capitalista, utiliza las instituciones como medio de dominación a su favor (Reymond, 2010). Esto provoca que, según Hernández (2015), el Trabajo Social, presionado por el contexto económico, político e ideológico, desarrolle su labor bajo la lógica de mercado, perdiendo carácter la razón de ser originaria de la profesión (Girela, 2017).
2. Dinámicas internas del trabajo social en España: modelo actual de intervención
del trabajo social
Actualmente el Trabajo Social se enmarca en un modelo mixto de bienestar, siendo sus principales campos de trabajo (Guillén, 1993), el sistema público de Servicios Sociales, el tercer sector8 y organizaciones no lucrativas; y otras áreas pertenecientes a los sistemas públicos de protección social (Sanidad, Educación, Vivienda, Protección del empleo y Seguridad Social). Para comprender la dinámica actual del Trabajo Social, medida por la burocratización, la mercantilización y la proletarización, vamos a atender a los fenómenos que según Hernández (2015) han sido determinantes en el desarrollo y ejecución de la actuación del/-a trabajador/-a social en los Servicios Sociales y el Tercer Sector.
8 La economía social conformada por el tejido asociativo (asociaciones privadas sin ánimo de lucro) (Sarlangue, 1997).
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2.1 Los Servicios Sociales y el proceso de burocratización
El Sistema de Servicios Sociales está configurado por los Servicios Sociales Comunitarios y los Servicios Sociales Especializados. Ambos, pertenecen al Sistema Público de Servicios Sociales de Andalucía, que se define como9:
una red integrada de responsabilidad y control público de atención, cuya finalidad es favorecer la integración social, la igualdad de oportunidades, la autonomía personal, la convivencia y la participación social y el bienestar social de todas las personas, familias y grupos, desarrollando una función promotora, preventiva, protectora y asistencial. (Ley 9/2016, art 2)
Por un lado, los Servicios Sociales Comunitarios ofrecen a la población los siguientes servicios10:
a) Información, valoración, orientación y asesoramiento.
b) Ayuda a domicilio.
c) Convivencia y reinserción social.
d) Cooperación Social.
e) Otros que la dinámica social exija.
Por otro, los Servicios Sociales Especializados atienden a personas y colectivos que presentan necesidades específicas y, por tanto, precisan de un tratamiento de mayor complejidad técnica (Alemán, 2010). Tal como se expone en la Ley 9/2016, de 29 de diciembre, de Servicios Sociales de Andalucía, los colectivos atendidos son: familia, infancia, adolescencia y juventud, y tercera edad; deficiencias físicas, psíquicas y sensoriales; toxicomanías, minorías étnicas y grupos con conductas disociales.
Aunque se observe una variedad de servicios, el Trabajo Social cada vez tiende a convertirse en un mero gestor de desigualdades, reduciendo su intervención a la gestión de recursos y servicios sociales; y prestaciones (Hernández, 2015). Así lo constatan algunos informes como el llevado a cabo por la Consejería de Políticas Sociales, Familias, Igualdad y Natalidad de la Comunidad de Madrid (2021) sobre los servicios sociales de la propia Comunidad, donde se muestra el carácter de la mayoría de las intervenciones ejecutadas.
• Recursos complementarios para cobertura de necesidades de subsistencia; 17,30%.
• Prestaciones y actuaciones de prevención e inserción social; 6,50%.
• Prestaciones y actuaciones y medidas de alojamiento alternativo; 1,90%.
• Información, orientación, valoración y movilización de recursos; 40,60%.
• Prestaciones y actividades de apoyo a la unidad convivencial y de ayuda a domicilio; 33,80%.
El Índice DEC de Desarrollo de los Servicios Sociales (Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, 2021, 14), los SS.SS. habla del "vaciamiento del derecho a los servicios sociales",
constatando que la aprobación de nuevas Leyes en algunas Comunidades, que reconocen derechos subjetivos en esta materia, y su desarrollo normativo y de ordenación y planificación, no se corresponden
9 Ley de Servicios Sociales de Andalucía, en la web oficial de Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, acceso el 29 de diciembre de 2016, https://www.juntadeandalucia.es/boja/2016/248/BQlA16-248-00072-22896-01 00105102.pdf
10 Decreto 11/1992, de 28 de enero, por el que se establecen la naturaleza y prestaciones de los servicios sociales comunitarios.
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en absoluto con la efectiva garantía de los mismos a través de una oferta adecuada de prestaciones y servicios. También constatamos que siguen existiendo Comunidades en las que su oferta de prestaciones y servicios no está garantizada por un cuerpo normativo —Ley y Catálogo- ni de una política pública planificada. En el primer caso hablamos de "derechos de papel", mientras que, en el segundo, de una "cobertura en riesgo"
El DEC también denuncia que la información sobre el sistema es de mala calidad, se retrasa "o, lisa y llanamente, (...) falta de información oficial en materia de servicios sociales" (Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, 2021, 18) y valoran esta situación con las siguientes palabras:
Estos déficits de la información en servicios sociales siguen suponiendo una quiebra del derecho de la ciudadanía a la información, una falta de cumplimiento por parte del Ministerio de sus responsabilidades y un gravísimo problema a la hora de valorar o planificar racionalmente el desarrollo de los servicios sociales, ya que ha de hacerse sin tener la referencia de una información fiable y actualizada, garantizada por las administraciones públicas (Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, 2021, 2021).
Las conclusiones del DEC, no dejan lugar a dudas,
En anteriores aplicaciones del Índice advertíamos sobre los riesgos de evolución del Sistema hacia formas asistenciales (...), que nos convierten en oficinas de checking social para clasificar a la ciudadanía en función de los requisitos de cada procedimiento. Lejos de mejorar, la complejidad burocrática y los trámites farragosos se han incrementado, y constituyen auténticas barreras que dificultan que las personas puedan hacer uso efectivo de las prestaciones y servicios sociales cuando más los necesitan. Las Administraciones se están alejando de la ciudadanía y, en esa coyuntura, los servicios sociales vuelven a una deriva asistencialista, en ocasiones de tintes benéficos, ya que, ante la incapacidad de los servicios públicos para responder con agilidad y eficacia a las necesidades más básicas de las personas, son organizaciones del 'Tercer Sector' quienes asumen esta respuesta. (Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, 2021, 26)
A lo que añade,
También los procedimientos innecesariamente complejos son la causa de que muchas personas desistan de solicitar ayudas a los servicios sociales de las entidades locales para atender sus necesidades más básicas, y lo hagan a entidades del Tercer Sector, que pueden ofrecer respuestas más inmediatas a situaciones que así lo requieren, como comer, pagar el alquiler de la vivienda o sus consumos. Incluso estamos viviendo la vergüenza de que los propios servicios sociales municipales "deriven" a las personas usuarias a estas entidades privadas, ante la evidencia de que con sus procedimientos son incapaces de responder a las necesidades tan básicas que plantean. Consumidos por la burocratización, incapaces de encontrar procedimientos ágiles para responder a las necesidades básicas de la población, no es de extrañar que el propio concepto de "servicios sociales" y el consiguiente "Sistema Público" se diluyan, se desdibujen.
Tal como Girela (2017) dictamina, el/-la trabajador/-a social se convierte en perito de realidades sociales, que decide quiénes son merecedores y quiénes no de la ayuda. Y es lo que Hernández (2015), acogida a la definición de Merton (1968), retracta como el "ritualismo burocrático"
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(p. 181), por el que se produce una obsesión por las normas y reglamentos hasta que los objetivos de la organización se ven frustrados por completo.
2.2 El Tercer Sector y la precarización
Aunque el Trabajo Social se ha desarrollado dentro de los sistemas de Bienestar Social, en los años noventa comenzaron a cobrar protagonismo las entidades privadas (Guillén, 1993). Esto fue debido a que, según Hernández (2015), los Servicios Sociales se han ido reduciendo a la atención de situaciones de emergencia, por lo que se han tenido que externalizar servicios a las entidades del Tercer Sector. El Tercer Sector está conformado por entidades sin ánimo de lucro que tienen un carácter no gubernamental y, por tanto, no dependen tanto a nivel político y estratégico de las administraciones públicas (Fantova, 2005). No obstante, ante la reciente derivación de los usuarios hacia el Tercer Sector por falta de recursos en los Servicios Sociales, este ha necesitado acogerse a distintas subvenciones de carácter público, lo que supone cada vez mayor dependencia de las instituciones públicas (Hernández, 2015).
Esto provoca también, que se precise de voluntarios como mano de obra gratuita, que fomenta la aparición de dos graves consecuencias para los profesionales del trabajo social (Martínez-Ripoll, 2017):
• Intrusismo laboral, ya que el voluntariado puede llegar a suplantar al personal profesional.
• Falso nicho de trabajo. Muchas personas optan por el voluntariado como una oportunidad de empleo.
Esto supone, por un lado, la reducción del empleo asalariado, que ya se ve cubierto por la participación de los voluntarios (Martínez-Ripoll,2017). Y por otro, el agravamiento de las condiciones laborales de los/-as profesionales que, según Ados (2008), en entidades de este carácter, perciben la precariedad como algo normalizado. La vocación en el ejercicio de la profesión, desplaza a un segundo plano estas condiciones, por la satisfacción personal venida del reconocimiento social por trabajar favoreciendo a la colectividad (Martínez-Ripoll, 2017). Por eso, es normal encontrar la presencia masiva de voluntariado, que es inversamente proporcional al número de contratados (Bachiller, 2010). Y esto no solo es una gran cantidad de dinero ahorrado para el Estado, sino que la atención proporcionada por los/-as voluntarios/-as tiene un carácter más subsidiario y simplista que el de los profesionales formados/as (Bachiller, 2010). Por ejemplo, en el sector de atención a las personas sin hogar encontramos los siguientes datos11:
11 Consultado en https://ine.es/jaxi/Datos.htm?tpx=49465#!tabs-grafico el 29/10/2021.
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Tabla 1. Personal según situación profesional, dedicación y sexo.
A tiempo parcial A tiempo completo Total
Hombre Mujeres Hombre Mujeres Hombre Mujeres
Personal asalariado con contrato indefinido 414 1180 1552 3027 1966 4207
Personal asalariado con contrato personal 250 626 438 1018 688 1644
Personal subcontratado 78 132 214 253 292 385
Personal voluntario 2630 4374 310 478 2940 4852
Otro personal 159 190 42 156 201 346
TOTAL 3531 6502 2556 4932 6087 11434
Fuente: Encuesta sobre centros y servicios de atención a personas sin hogar 2020 INE en colaboración con el Euskal Estatistika-Erakundea/Instituto Vasco de Estadística Eustat en la Comunidad Autónoma de Euskadi.
Esto se consigue, mediante la propaganda de discursos que promocionan el voluntariado, a través del "imperativo de la solidaridad" (p. 138), al que alude Camps y Giner (1998), y según el cual se cree que se debe ceder de una porción del pequeño tiempo que nos queda, sobrante del tiempo dedicado a ceder nuestro cuerpo al capital (Marx, 1849), a la actividad altruista con los demás. El voluntariado se convierte, por tanto, en un arma de doble filo, ya que, al tiempo que supone un soporte para la intervención y la continuidad de la misma, desvirtúa la profesión en su sentido metodológico.
2.3 Narrativa de los congresos de Trabajo Social
Como podría concluirse, la mayor problemática está relacionada con la esencia asistencialista y burocrática asumida históricamente por el Trabajo Social, al estar al servicio de las clases dominantes y siendo su función la minimización de los efectos de la explotación ejercida por el capitalismo y la relativización el conflicto (Cruz, 2017), que, a su vez ha limitado la intervención por "la precariedad en la contratación, la parcialidad de las jornadas, la desregulación, la flexibilidad y la subcontratación" (p. 186) (Hernández, 2015). Esta progresiva tendencia, se puede observar con el estudio de los Congresos de Trabajo Social en España (1968-2013) (Morán y Flores, 2017). A continuación, un breve repaso de ellos, su contribución a la profesión y las influencias recibidas en cada estadio:
• Etapa de gestación: autodiagnóstico. Marcada por la celebración del I Congreso de Barcelona (1968) y el franquismo, la profesión reclama mayor reconocimiento de la asistencia social que presta y apoyo por parte del gobierno.
• Etapa ideológica: adquisición de estatus, autonomía y concientización. Celebrados el II Congreso de Madrid (1972), el III Congreso de Sevilla (1976) y acontecidos los primeros pasos de cierre de la dictadura franquista, el trabajo social comienza a percibirse como una herramienta para la equidad y la justicia y, para lo cual, optan por una metodología progresista (concienciación y cambio social).
• Etapa técnico-ideológica: reformulación, especialización y vinculación con los Servicios Sociales. Acontecidos el IV Congreso (Valladolid, 1980), el V en Vizcaya, las Jornadas de Pamplona (1977) y los primeros años de democracia, se vive la reconceptualización
REVISTA IZQUIERDAS
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del trabajo social y desarrollo de la estructura básica de Servicios Sociales, tras la consigna: "Por unos Servicios Sociales para todos". • Etapa profesionalizante: clarificación técnica y mirada al exterior. Desde el VI Congreso de Oviedo (1988) hasta el XII Congreso de Marbella (2013), el trabajo social como instrumento teórico-técnico-profesional ya consolidado en la estructura jurídica de los Servicios Sociales, reclama definirse como una disciplina diferente del sistema prestador en que se ha convertido.
3. Tendencias y confluencias del trabajo social
Las dinámicas externas e internas arriba descritas confluyen en varios puntos:
a) Los Servicios Sociales han fagocitado al Trabajo Social, produciendo una total identidad entre ambos (Girela, 2017, 99). Podríamos hablar de la colonización del Trabajo Social.
b) Los Servicios Sociales conviven con sistemas creados por la Iglesia Católica de gran implantación y potencialmente susceptibles de imponer sus intereses ideológicos y políticos en cuanto a sus actuaciones porque carecen de un control democrático. Este riesgo es relevante porque existe la práctica de derivar a instituciones como Cáritas casos que no pueden ser resueltos por el sistema público12.
c) El Tercer Sector también desempeña un papel en el refuerzo de la estructura del Estado, en tanto que lo des-responsabiliza (también al capital) de la acción social, bajo la premisa puramente neoliberal de la auto-responsabilización, disfrazada con narrativas de participación, emprendimiento y autogestión que parte del progresismo acaba asumiendo como propio (Montaño, 2020)
No solo hablamos de un punto secante, sino de una auténtica tendencia, tal y como podremos comprobar con los dos siguientes textos que describen momentos alejados en el tiempo. Martínez y Rodríguez (1995) ya advertían, desde el ámbito de la psicología, pero refiriéndose a los Servicios Sociales, de una crisis del modelo burocrático y, en términos políticos,
El sistema público de Servicios Sociales ha constituido uno de los frentes de batalla más importantes para definir la ubicación política de cualquier partido. Sin embargo, el inicial objetivo político "ideal" ha derivado hacia objetivos políticos más "pragmáticos". Lo que inicialmente debía dirigirse hacia el
12 Esta práctica no es marginal ni puntual como demuestran estos artículos periodísticos de diferentes momentos elegidos como muestra de una amplísima lista:
• 03/10/2010. Diario La Razón "El Ayuntamiento deriva a Caritas en las Tres Mil por la falta de recursos". https://www.larazon.es/historico/3714-el-ayuntamiento-deriva-a-caritas-en-las-tres-mil-por-la-falta-de-recursos-HLLA RAZON 329041/
• 29/02/2012. 20 minutos. "El 65% de las personas que atiende Cáritas están derivadas por los servicios sociales. https://www.20minutos.es/noticia/1323787/0/caritas/servicios-sociales/atencion-basica/
• 10/01/2016. Diario de Sevilla. "A Cáritas llegan personas derivadas de los servicios públicos". https://www.diariodesevilla.es/sevilla/Caritas-personas-derivadas-servicios-publicos 0 988701183.html
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bienestar social, se ha transformado políticamente en la "satisfacción de los insatisfechos"; es decir, preocupa más, a veces, la realización de políticas vistosas y aparentes, destinadas a la consecución de imagen, que la utilidad social de dichas políticas (Martínez y Rodríguez, 1995).
Veinticinco años después, en el estudio realizado por Jaráiz y González (2020, 10) sobre los Servicios Sociales, se destaca que, actualmente, el principal factor de estrés de los profesionales de estas organizaciones se centra en la pregunta ¿debemos mejorar la vida de las personas o ser buenos gestores de expedientes? Aunque los actores pueden analizar situaciones particulares, no tiene casi importancia en el análisis de los programas, que monopoliza el personal técnico-político. De hecho (ídem, 13), la gestión de los datos resultantes de las intervenciones de los profesionales los clasificar desde la idea de las carencias más que en la de las capacidades, prioriza la eficacia sobre la eficiencia y da más importancia a la información que al conocimiento. Esta situación se reproduce en la relación entre las personas que hacen uso del sistema y los profesionales y entre aquellos y la organización. Programas, encargos profesionales y espacio físico están preparados para la atención, pero no para la interacción y, lo que es más importante para este trabajo, impide que los SS.SS sean un motor para la colaboración y el apoyo mutuo. En el contexto de recentralización y privatización, los SS.SS. son privados de su capacidad de crear redes locales y comunidad y la participación se utiliza para mejorar la eficiencia y se orienta a reducir tensiones. La orientación hacia esta reducción de tensiones no deja lugar a la construcción de redes (ibidem, 14), lo que, a nuestro parecer, no es una consecuencia indeseada, sino la filtración de la ideología del Estado liberal a través del sistema hasta llegar a las capas sociales con menos recursos y que se materializa en las relaciones de poder cotidianas.
Este recorrido es paralelo a la senda de la crisis del Estado de Bienestar propiciada por el neoliberalismo. WolfgangStreeck en su obra Globalismus und Demokratie, afirma que en 1974 se desató la era de "reformas" neoliberales para desregularizar el comercio, adelgazar el Estado y engordar el mercado, socavando el pacto del Estado de Bienestar y llevando hasta el colapso a la economía soviética compitiendo con ella. Una vez destruido el bloque soviético, EEUU propició un marco internacional para que el capital acumulado pudiera imponerse sobre las limitaciones de los Estados. Sin embargo, la acumulación del capital necesitaba -y aún necesita- al Estado para asegurarse el éxito (Claussen, 2021). En esta misma línea, Horkheimer (2006), admite que el capital ya no necesita que el Estado medie para influir políticamente, sino que lo utiliza para poner en práctica su propia ideología, de tal forma que el Estado liberal se ha convertido en autoritario en tanto que impone sobre la sociedad las directrices del capital.
Un ejemplo de estos procesos lo describe Healy (2001, 79) cuando pone de manifiesto cómo las políticas progresistas basadas en la diversidad ocultan las desigualdades sociales bajo la aceptación de la diferencia entre grupos. Asimismo, afirma que, si la diversidad se vuelve central, los grupos en el extremo de la marginalidad y la pobreza no serán capaces de atraer para sí el foco. Sennet (2018, 117) comenta al respecto que los partidarios de la diversidad se encuentran ante un enigma: 'la desigualdad es un hecho tan elemental de la experiencia humana, que la gente trata constantemente de darle sentido".
El citado libro de Sennet, El Respeto, despliega un catálogo de formas en las que el sistema de protección es correa de transmisión de los intereses estatales: el modelaje del carácter a través del cuidado de uno mismo y de no convertirse en una carga para otros que proviene del odio al parasitismo (2018,73); la compasión como acto de reconocimiento social que hace que el receptor la viva como un desprecio (2018, 73); el valor absoluto otorgado al trabajo y el temor a no ser productivo (2018,116); la relación psicológica de entre el Estado, que no considera derecho al bienestar, y los receptores de ayuda, a quienes se considera simuladores o sospechosos; etc.
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Sara Mesa (2019) en su libro Silencio Administrativo recorre con un caso real todas las dificultades de una persona que se enfrenta a lo que llama el "laberinto burocrático" y lo califica como maquinaria unilateral, incumplidora de sus propias obligaciones, pero implacable con las impuestas a las personas demandantes de ayuda, que hace recaer toda la suerte de los procedimientos en los solicitantes. Bedmar (2022), desde el ámbito del Derecho Penal podría ayudarnos a reforzar nuestra idea. Este autor habla del consentimiento viciado para referirse a aquellas decisiones tomadas por personas que no son verdaderamente libres porque en su situación económico-social no tienen alternativa real o aceptable excepto la de aceptar. ¿Podría esto verse reflejado en la realidad de las personas atendidas por las instituciones del trabajo social? ¿Podría esto explicar los caminos elegidos en muchas ocasiones?
Las personas que se ven envueltas en este tipo de dinámicas de exclusión acaban siendo convertidas en instrumentos y medios útiles para otras personas (Bedmar 2022). Socialmente son deshumanizadas, lo que explica Sainz (2018) como el acto de concebir y/o tratar a una persona como si no fuera completamente humana. Es decir, son desligadas de rasgos únicamente humanos (civismo, racionalidad o madurez), lo que es conocido como el fenómeno de la "animalización". Esto no solo repercute en la concepción social que hay de las clases bajas, según Sainz (2018), también sirve para justificar la situación desfavorecida considerando que la pobreza está motivada por su falta de esfuerzo propio o por la incapacidad para gestionar sus recursos.
De alguna manera, la "animalización", contribuye al mantenimiento de la desigualdad económica en tanto que desarrolla un imaginario social que permite naturalizarla por considerar a estos grupos como animales irracionales, impulsivos e incívicos, justificando paralelamente la emergencia de discursos políticos reaccionarios a las políticas sociales que promuevan la igualdad.
4. Discurso político y mediático
El capitalismo y la estructura estatal se valen de diversos medios para promover un contexto de estabilidad social. Según Karl Marx y Friedrich Engels (1967), el gobierno opera como un comité administrativo de los asuntos propios del poder, por lo cual estos símbolos (arte, religión o lengua) se instrumentalizan para legitimar el capitalismo y mantener la posición dominante (Reymond, 2010). A ello se refiere Morán (2006) con el nombre de imaginario social, como un conjunto de ideas imperantes que guían el modo en que interpretamos y que interactuamos con el mundo. La cultura posee una clara función política (Diago, 2016) y el discurso hegemónico sirve como instrumento de dominación y control ideológico (Morán, 2006). Pero, este discurso puede tomar diferentes enfoques. Podemos encontrar autores que conciben al ciudadano y al/la trabajador/-a social como elementos decisivos para el cambio, mientras otros confían en las estructuras sociales para el tratamiento de las problemáticas sociales.
4.1 Discurso individualista: la responsabilidad para el/la ciudadano/a
Desde esta perspectiva se exige a los/-as ciudadanos/-as que se integren en la sociedad, a la vez que estos se ven absorbidos por las condiciones de exclusión que el poder dominante propicia (Hernández, 2015). Los/-as ciudadanos/-as, como responsables de su comunidad, son los/-as que deben buscar y crear las condiciones idóneas para la convivencia (Spinoza en Camps y Giner, 1998). Y así lo expresan:
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conviene esforzarse, junto con otros ciudadanos de buena voluntad, en ir creando un mundo en el que no existan incentivos para que haya gente entregada a la sórdida vida del rufián, del traficante de drogas o del fabricante de armas. (p. 141)
Así lo defiende Cabrera (2004): 'los problemas sociales no existen, sino únicamente subsisten individuos con problemas; individuos concretos, con nombres y apellidos, que viven inadaptados y fuera del marco (de explotación) que la realidad nos ofrece como un dato inevitable" (p. 14). Bajo el mismo discurso, Giner y Camps (1998) hablan de los polizones sociales como aquella porción de la sociedad que dice beneficiarse del esfuerzo que hace el resto. Definen al individuo como responsable de la transformación de su contexto, lo que parece acogerse a la teoría del imperativo categórico de Kant (1785).
Por otra parte, hay autores/-as que culpan a los/-as trabajadores/-as sociales de pecar de comodidad, por verse absorbidos/as por el prestigio que supone adoptar la función de gestión en el Sistema de Servicios Sociales con respecto a la intervención psicosocial, que resulta más difícil técnicamente (Sanz, 2001).
4.2 Discurso holista: la realidad estructural de los/-as trabajadores/-as sociales
En contraste con estas ideas, se realza el valor del contexto sobre el del individuo, por lo que se concibe que, la acción individual depende del poder y posición económica del mismo (Hernández, 2015). Se vela por que sea el Estado, como cómplice del origen de estas desigualdades, quien se haga cargo de las mismas, debido a que: "por mucho que mejore la vida material del obrero, no suprime el antagonismo entre sus intereses y los intereses del burgués, los intereses del capitalista" (Marx, 1849, p. 37). Por eso, Morán (2006) rechaza la posibilidad de que se trate de un problema técnico, dado que es la estructura, que cada vez reduce más la gestión pública de los servicios de protección.
Como ya sabemos, la esfera capitalista contiene el poder para ejercer su dominio mediante el uso de diversas herramientas que le posicionen como la clase propagandista (Reymond, 2010). Según este autor, algunos ejemplos de ello pudieran ser la conquista de las estructuras de formación de los periodistas e imposición de su doctrina o la selección de los jefes y directores de los medios. Por eso, el discurso dominante transmitido hace un intento por definir los intereses del poder como universales para toda la población, con el fin de crear una falsa integración social (Morán, 2006).
4.3 Algunas cuestiones abiertas en torno al Trabajo Social
En trabajo social, aunque hablemos de una acción social profundamente asistencialista, también encontramos barreras incluso para acceder a los recursos y ayudas que se ofrecen desde vías institucionales. La brecha digital, la brecha intergeneracional y el analfabetismo acusados por la situación de origen desfavorable que presente el usuario pueden dar lugar a una controvertida posición de desigualdad de la persona demandante de ayuda. En muchas ocasiones las personas sin recursos se ven envueltas en una paradoja donde su propia situación de partida le dificulta el acceso a ayudas que podrían facilitar su vida y bienestar personal. Esto en buena parte podría verse potenciado por el fenómeno de la deshumanización anteriormente mencionado y que según Sainz (2018), conduce a justificar la situación de origen de la persona de clase baja y a disminuir el apoyo destinado a la misma.
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Otra de las problemáticas desencadenantes es la gestión de los planes de estudio para la disciplina de Trabajo Social, que carece de contenido dirigido al fomento y práctica de la crítica en el ámbito de la intervención social. En contraposición, el área académica de la profesión, donde se forman y crean los agentes de la acción social, presenta mayoritariamente asignaturas cuyo contenido está impregnado de la perspectiva funcionalista e individualista. Cuestión que, a su vez, da lugar a una práctica profesional culpabilizadora y deshumanizada en el seno de las principales instituciones del Trabajo Social.
Por otro lado, la dependencia de las entidades sociales de las subvenciones económicas por parte de las diferentes administraciones públicas y otros organismos financiadores. Esta forma de organización posiciona al trabajador social como un usuario más. El profesional, para llevar a cabo su labor se ve obligado a esperar la llegada de la financiación suficiente que dé lugar a una contratación que, a su vez, permita proporcionar la atención a las personas beneficiarias de servicios. No solo temporaliza y precariza su situación como trabajador asalariado, sino que puede ser un factor influyente en la pérdida de calidad en la intervención. La última que mencionaremos de entre las muchas existentes es que fenómenos extendidos como son el "síndrome de bornout" ("síndrome del estrés laboral") o la temida pérdida de vocación profesional podrían ser conducidos por las condiciones laborales a las que se ven sometidos los trabajadores sociales.
5. Capitalismo y trabajo social 5.1 El sistema económico capitalista
Vivimos en el marco de un sistema económico cuya prosperidad depende de una gran masa de población que debe su existencia al trabajo y que, a cambio de un salario que le permite la supervivencia, dona su vida al propietario de los bienes de producción: el capitalista El trabajo, como la masa de trabajadores a disposición de ofrecer su mano de obra al capital, dispuesto a seguir acumulándose gracias al ejercicio del trabajo a bajo coste (Marx, 1849).
El capitalismo, según Morán (2006) se vale de la lógica del individualismo utilitarista13 a través del que defiende sus intereses propios, obviando las condiciones de vida que tienen los/-as trabajadores/-as, consecuencia de sufrir la explotación laboral. Es lo que definen autores/as como Giner y Camps (1998): "El mundo de los satisfechos, se mantiene y aumenta su riqueza gracias a condenar al resto a no ver nunca satisfechas sus necesidades básicas" (p. 149).
Debido a la fuerza con la que opera el capitalismo, ninguna de las esferas (educación e instituciones públicas o religiosas) pertenecientes al sistema pueden quedar exentas de influencia, ya que se ven envueltas por el imaginario cultural hegemónico (Diago, 2016).
Por eso, el capitalismo, tratándose de un sistema económico que se abastece propiamente del/la trabajador/-a que vende su fuerza como una materia más (Marx, 1849) se vale de este tipo de instrumentos como arma de defensa a la posibilidad de conciencia de esa porción de la realidad que vive de la comercialización de su propia vida.
13 Se centra en la satisfacción de la población, sin importar la distribución de la misma entre los/-as ciudadanos/-as (González, 2011).
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5.2 El capitalismo necesita al Trabajo Social
Ante la necesidad del capitalismo por mediar con los desajustes que provoca su propia lógica, Según Moran y Flores (2018), el Trabajo Social ha operado a lo largo de la historia como un aliado principal del poder, ejerciendo como un mediador entre el capital y el trabajo. Lidiar, con los estragos que el capitalismo y sus ciclos dejan, es una ardua tarea, más aún cuando las medidas políticas más recurrentes son recortes presupuestarios en ámbito social, que acaban por desamparar a los/as más desfavorecidos (Girela, 2017). Razón misma por la que la actuación de los/-as profesionales se ha ido reduciendo a la emergencia social, y servicios de atención primaria (Sanz, 2001).
Al mismo tiempo, el capitalismo ha influido en el desarrollo de la profesión del Trabajo Social. De manera que la proletarización sufrida por los profesionales expuestos a estas condiciones a cambio de un salario, ha sido el último paso hacia la burocratización de la profesión, por lo cual los profesionales se ven absorbidos por el capital y sin remedio a estar al servicio de los servicios cada vez más privatizados. Así, vemos cómo el/la trabajador/-a social debe vender su fuerza de trabajo a instituciones públicas cuya ideología representan al poder, y ve perdida su autonomía, y a su vez, se ve obligado a reproducir el imaginario impuesto (Hernández, 2015). Además, debe sufrir una paradoja por la que se ven obligados/-as a solucionar problemáticas, las cuales se deben a aspectos macro de carácter estructural, a través de intervenciones micro. Así es como la esencia de su profesión se ve desvirtuada y las posibilidades de emancipación de los sujetos reducida al mínimo (Hernández, 2015).
5.3 El proyecto desbaratado de los Servicios Sociales
Afirma García Roca (2006, 199) que "cuando todavía no se había consolidado el sistema público llegó el clima neoliberal con la exaltación de lo privado y la cultura empresarial de la gestión". De este análisis hace descender algunas consecuencias:
1. Nacimiento del "mercado de lo social" competitivo, eficaz y productivo en los peores términos posibles. Las organizaciones se convierten en "oficinas de proyectos, de los que va a depender una subvención. Se trata de conseguir subvenciones en un mercado cada vez más saturado de organizaciones, que compiten por lo mismo" (2006, 200).
2. Con el desarrollo del mercado social, se debilitaron las políticas que construían derechos sociales universales. Se abandona la conquista de los derechos, para participar en un mercado de necesidades y aspiraciones. Por este motivo, las políticas sociales se giran hacia compradores y clientes.
El autor llega a afirmar que "Sobre las cenizas de lo público no puede nacer nada liberador y emancipatorio" (2006, 200). En su origen, el sistema de protección tiene un ímpetu de "desinstitucionalización" de la infancia, la vejez o la salud mental como "esperanza progresista" (García Roca, 2006, 201), en tanto que trataban de mantener a la persona frágil en su condición cotidiana implicando los contextos para resolver las necesidades. Dicha esperanza progresista se basaba en lo siguiente:
1. Hacerse cargo vital y afectivamente de los sujetos débiles. Configurarse como movimiento alternativo de protesta colectiva contra la monetización de los servicios y el consumismo con el que se trataba la vida.
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2. Nacer como movimiento profesional interdisciplinar, más allá de los sistemas expertos.
3. Basada en el sujeto colectivo que se posicionaba contra las sociedades humillantes que no atienden el sufrimiento evitable.
Sin embargo, "poco a poco, los servicios sociales fueron perdiendo su calidad de movimiento social para convertirse en un simple proveedor de servicios, sometidos exclusivamente a criterios administrativos" (García Roca, 2006, 203). Las consecuencias fueron tres:
1. Debilitamiento de la atención primaria que convierte a los profesionales en proveedores de servicios.
2. Aislamiento y renuncia a involucrar a otros actores. Incluso las iniciativas externas no son más que proyectos acreditados por la Administración. Los movimientos sociales también se vieron muy debilitados a causa de esta situación.14
3. "El sufrimiento de las personas vulnerables es desplazado por otras preocupaciones" (ídem). Se vuelven centrales la seguridad, la cohesión social, los requerimientos de los políticos y los propios profesionales. "Interesan más las disfunciones de las Administraciones que las heridas de las personas" (ibídem).
Conclusiones
Tras realizar el estudio, podemos extraer los argumentos necesarios para responder la cuestión inicialmente planteada, explicamos resumidamente cuáles han sido los puntos clave que nos ayudarán a concluir nuestro trabajo. A continuación, se explican:
1. El Trabajo Social actual tiene una raíz caritativa y asistencialista. El tipo de acciones que se programan para combatir las problemáticas sociales tienen un carácter paliativo, que reduce los efectos de las problemáticas, pero no resuelve la raíz de las mismas. Es más, puede sucumbir a la dependencia de las personas y la permanencia en el tiempo de las problemáticas (Cruz, 2017).
2. El Trabajo Social no ha transformado sus orígenes y reproduce el modelo tradicional en la estructura de los Servicios Sociales Comunitarios. El sistema de protección social cada vez presenta mayores recortes con respecto al crecimiento y fortalecimiento del sector privado (Morán, 2006). Además, las estrategias destinadas a paliar los problemas sociales conviven en una relación simbiótica con la raíz de los mismos (Cruz, 2017).
3. La moderna configuración del Trabajo Social está condicionada por el sistema económico capitalista y el Estado democrático. Hernández (2015) lo explica refiriéndose a la proletarización que sufren los/-as profesionales, que se caracteriza por los siguientes ítems, propuesta de Lacalle (1976):
a. Excedente cuantitativo de mano de obra y masificación.
14 Jaráiz y González (2020, 11) llegan a las mismas conclusiones en su estudio sobre los SS.SS. Los profesionales perciben una pérdida de trabajo colaborativo, lo que se pone de manifiesto al ver cómo en los cuatro centros estudiados los tiempos de reunión (para coordinar, intercambiar información, etc.) han sido sustituidos por sistemas de intercambio online. Esta pérdida de espacios implica también un menos conocimiento colectivo, ya que para los profesionales los espacios de reunión tienen un valor añadido al permitirles compartir conocimientos, habilidades, etc.
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b. El/la profesional vende su trabajo por un salario.
c. Concentración de los/las profesionales en centros y servicios ofrecidos como productos de mercado.
d. Relación de dependencia hacia la institución y evidencia de la lucha de clases.
El principal efecto que conlleva es que los/-as profesionales se deben al imaginario ideológico de las instituciones que le contratan, por lo que ven perdida su autonomía en aras de la reproducción del modelo capitalista imperante (Hernández, 2015).
4. El capitalismo obliga a que el Trabajo Social se reduzca al aseguramiento del orden social. Será inevitable deberse a las formas del capitalismo, hasta que las relaciones de producción que en él se engendran sean llevadas hasta el límite y una nueva forma económica sustituya a la antigua establecida (Morán, 2006). Es además esto causa de que el asistencialismo haya sido usado históricamente por las clases dominantes para que la miseria se reduzca lo suficiente como para continuar con las condiciones de explotación. Es decir, el capital trata de dar alivio a la población explotada, para así no sucumbir al conflicto (Cruz, 2017).
Propuestas para el trabajo social
Tras la exposición de las conclusiones del estudio, se extrae la necesidad de hacer una propuesta en cuanto la perspectiva de futuro de la profesión del Trabajo Social, teniendo en cuenta los datos obtenidos. La propuesta que se hace se desarrolla en torno a los siguientes puntos:
- Definición de la realidad a través de una perspectiva crítica. No desvincular los hechos sociales del contexto de partida, es decir, usar el estudio histórico que releve la ideología influyente en la realidad de desigualdad social y dominación del poder. El sistema como un conjunto de relaciones en contradicción. Lo que supone que se haga una apuesta por el cambio a nivel estructural y de las mismas condiciones que producen la aparición del problema origen (Hernández, 2015).
- Transformación del modelo de intervención. En primer lugar, se pretende modificar la concepción del sujeto de intervención, por individuo activo y que participe críticamente en las decisiones con respecto a la construcción de su futuro, de modo que el papel del/la trabajador/-a social sea el de promocionar la emancipación del individuo. Es decir, se rechaza la definición del sujeto como un individuo pasivo a las condiciones de su entorno y que es objeto de la intervención que ejerce un profesional sobre su problemática (Morán, 2006). En segundo lugar, Cruz (2017) puntualiza en la organización de los grupos, de modo que se haga frente a las problemáticas inherentes a su posición como colectivos que están bajo relaciones asimétricas de poder.
Para lo que Hernández (2015, 40) propone tres puntos:
1. Generar de modo colectivo un conocimiento crítico de la realidad.
2. Fortalecer la capacidad de organización social de los sectores populares.
3. Promover la modificación de las condiciones que afectan a su vida.
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Por tanto, el propósito es que se vaya sucediendo una transformación paulatina de las bases de la profesión del Trabajo Social, de modo que pueda trabajar no solo en pro de mejorar la situación material de los/-as usuarios/-as, sino que podamos servir de impulso hacia la conciencia y organización de estos/-as. Todo ello por y para la emancipación de las personas con las que trabaja. De modo que se haga una aportación pertinente al contexto en el que se encuentra sin olvidar las limitaciones de partida con las que cuenta.
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