Научная статья на тему 'De la inmanencia a la exterioridad: Moishe Postone y la superación revolucionaria del capitalismo'

De la inmanencia a la exterioridad: Moishe Postone y la superación revolucionaria del capitalismo Текст научной статьи по специальности «Социологические науки»

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Capitalismo / Enajenación / Revolución / Inmanencia / Exterioridad / Capitalism / Alienation / Revolution / Inmanence / Exteriority

Аннотация научной статьи по социологическим наукам, автор научной работы — Ángel Vivanco

El presente artículo pretende analizar críticamente los desarrollos Moishe Postone en torno a la superación revolucionaria del capitalismo con base en la lectura de uno de los ejes centrales que integran la ambiciosa propuesta teórico-crítica que el intelectual canadiense desarrolla en su obra Tiempo, trabajo y dominación social. El autor sostiene que Postone incurre en antinomias, materializadas en la discontinuidad que habita entre sus concepciones acerca de las determinaciones que constituyen al sujeto revolucionario, con sus tesis sobre la determinación más simple de la superación revolucionaria del capital. Para llevar adelante esta empresa, el autor se apoya en la crítica marxiana de la economía política y en los desarrollos de Juan Iñigo Carrera, Guido Starosta y Gastón Caligaris, argumentando cómo, en la lectura postoniana, las potencias para la superación revolucionaria del capitalismo, a contracorriente de sus afirmaciones, se sitúan en una realidad externa al propio modo de producción.

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From immanence to exteriority: Moishe Postone and the revolutionary overcoming of capitalism

This paper aims to critically assess Moishe Postone's developments on the revolutionary overcoming of the capitalist mode of production, based on the reading of one of the central axes that integrates the ambitious theoretical-critical proposal developed by the Canadian intellectual in his work Time, Labor and Social Domination. The author argues that Postone incurs in antinomies, which are materialized in the discontinuity that lies within his conceptions about the determinations that constitute the revolutionary subject, among his theses about the simplest determination of the revolutionary overcoming of capital. To carry out such enterprise, the author relies on the Marxian critique of political economy and on the developments of Juan Iñigo Carrera, Guido Starosta and Gastón Caligaris, arguing how, in the postonian reading, the potentialities for the revolutionary overcoming of capitalism, against his own main statements, are situated in a reality external to that mode of production itself.

Текст научной работы на тему «De la inmanencia a la exterioridad: Moishe Postone y la superación revolucionaria del capitalismo»

Izquierdas, 51, octubre 2022:1-25

De la inmanencia a la exterioridad: Moishe Postone y la superación revolucionaria del capitalismo

From immanence to exteriority: Moishe Postone and the revolutionary overcoming of capitalism

Ángel Vivanco*

Resumen: El presente artículo pretende analizar críticamente los desarrollos Moishe Postone en torno a la superación revolucionaria del capitalismo con base en la lectura de uno de los ejes centrales que integran la ambiciosa propuesta teórico-crítica que el intelectual canadiense desarrolla en su obra Tiempo, trabajo y dominación social. El autor sostiene que Postone incurre en antinomias, materializadas en la discontinuidad que habita entre sus concepciones acerca de las determinaciones que constituyen al sujeto revolucionario, con sus tesis sobre la determinación más simple de la superación revolucionaria del capital. Para llevar adelante esta empresa, el autor se apoya en la crítica marxiana de la economía política y en los desarrollos de Juan Iñigo Carrera, Guido Starosta y Gastón Caligaris, argumentando cómo, en la lectura postoniana, las potencias para la superación revolucionaria del capitalismo, a contracorriente de sus afirmaciones, se sitúan en una realidad externa al propio modo de producción.

Palabras clave: Capitalismo, Enajenación, Revolución, Inmanencia, Exterioridad

Abstract: This paper aims to critically assess Moishe Postone's developments on the revolutionary overcoming of the capitalist mode of production, based on the reading of one of the central axes that integrates the ambitious theoretical-critical proposal developed by the Canadian intellectual in his work Time, Labor and Social Domination. The author argues that Postone incurs in antinomies, which are materialized in the discontinuity that lies within his conceptions about the determinations that constitute the revolutionary subject, among his theses about the simplest determination of the revolutionary overcoming of capital. To carry out such enterprise, the author relies on the Marxian critique of political economy and on the developments of Juan Iñigo Carrera, Guido Starosta and Gastón Caligaris, arguing how, in the postonian reading, the potentialities for the revolutionary overcoming of capitalism, against his own main statements, are situated in a reality external to that mode of production itself.

Keywords: Capitalism, Alienation, Revolution, Inmanence, Exteriority Recibido: 30 mayo 2022 Aceptado: 28 agosto 2022

Argentino. Profesor en Historia con Orientación en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Misiones (UNaM). Maestrando en Ciencias Sociales y Humanidades en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Correo electrónico: angelnoevivanco@gmail.com; ORCID ID: 0000-0002-0341-6330.

Izquierdas, 51, octubre 2022:1-25

1. Introducción

Las mutaciones experimentadas en el modo de producción capitalista en las últimas cuatro décadas trastocaron por completo el campo intelectual marxista. El proceso que se abrió a mediados de la década de 1970 fue el correlato específico de la crisis que afectó a la política socialista, que se expresó, "entre otras formas, en una crisis intelectual"1. Las soluciones que los intelectuales ensayaron frente a este fenómeno se abrieron en dos sentidos dentro de un mismo movimiento. En un primer momento, se produjo la brusca migración del marxismo hacia las diferentes vertientes del posmarxismo y posestructuralismo que contribuyeron de manera decisiva a afianzar (y popularizar) la idea de una "muerte del marxismo" y, con ella, "la muerte de las clases sociales". Esta sentencia de muerte fue la expresión (en el plano de la teoría como momento organizador de toda praxis) del abandono de la clase obrera como sujeto revolucionario en beneficio de nuevos sujetos y movimientos sociales considerados como ajenos al proletariado moderno. En un segundo momento, una absoluta minoría de intelectuales permaneció firmemente referenciada en la corriente marxista, aunque asumiendo la tarea de renovarla a través de la relectura completa de la obra de Marx; a su vez, esta labor contempló la revisión completa de los tópicos centrales que conformaron el marxismo del siglo XX, con el objetivo de comprender sus limitaciones y, de este modo, superarlas. Este proyecto contribuiría a demostrar que la crítica marxiana de la economía política sigue siendo el pensamiento crítico más potente de nuestro tiempo2.

La obra de Moishe Postone (1944-2018), Tiempo, trabajo y dominación social (1993), constituyó un valioso aporte a la tarea de revitalizar el marxismo. En ella, Postone inicia una reinterpretación de la totalidad de la obra madura de Marx acentuando la necesidad de reconceptualizar la dominación social en el capitalismo como una forma de interdependencia social de carácter impersonal y objetivo. Esta empresa requirió de un tratamiento crítico-sistemático de las categorías fundamentales que despliega Marx en su teoría critica de madurez, a saber, las de mercancía, dinero y capital, con el fin de comprender cómo se estructura el tejido social de la modernidad.

Este trabajo de Postone se compuso, sin lugar a duda, en un proyecto ambicioso de reinterpretación de la crítica de la economía política de Marx. Por lo tanto, sus contribuciones a los estudios sobre la obra del pensador alemán, y al marxismo en general, son muchas. En el presente artículo nos abocaremos al examen crítico del problema de la superación revolucionaria del modo de producción capitalista en Tiempo, trabajo y dominación social. Nos proponemos con él examinar en detenimiento los argumentos que despliega Postone acerca de la posibilidad de una superación revolucionaria del capitalismo en un sentido socialista, así como sus planteos sobre el origen de la subjetividad política capaz de llevar adelante esta tarea. La crítica a un pensador siempre parte del reconocimiento de sus contribuciones y la actualidad que ostentan las mismas para nuestras reflexiones. En este sentido, Postone no es la excepción.

De esta manera, nuestro escrito contará con tres secciones. En la primera, reconstruiremos la lectura que realiza Postone del marxismo tradicional, enfatizando en la crítica que realiza a esta tradición en lo referido a cómo interpreta los conceptos fundamentales de la crítica de la economía política. En la segunda, avanzaremos en su exposición de las concepciones en torno a la superación del capital, analizando el tratamiento que realiza de los conceptos de capital y dominación social como

1 Eduardo Sartelli, «Una enfermedad recurrente. Acerca del Posmodernismo como barbarie burguesa», en Alex Callinicos, Contra el posmodernismo, (Buenos Aires: Ediciones ryr, 2019), 9-26

2 Guido Starosta, «Rethinking Marx's Mature Social Theory», Historical Materialism, n°3, (2004): 43-52

estructuras abstractas y fetichizadas de mediación social, para luego analizar como dicho tratamiento impacta en su lectura de la superación revolucionaria del capitalismo. Para finalizar, pasaremos a exponer nuestra crítica a los planteos de Postone, en donde mostraremos las deficiencias del autor para dar cuenta de la emergencia de una subjetividad política revolucionaria a partir del propio movimiento del capital en tanto relación social general autonomizada.

2. Los límites del marxismo tradicional según Postone

En Tiempo, trabajo y dominación social Postone propone una relectura de la crítica marxiana de la economía política ambiciosa y con un claro sentido de fuerte oposición con lo que él considera el "marxismo tradicional". En este sentido, el autor inserta su lectura de los conceptos de valor y dominación social en el ámbito de una crítica a las interpretaciones que el marxismo tradicional hizo de dichos conceptos. En este punto añade que el marxismo tradicional concibió la crítica al capitalismo sólo desde el punto de vista del trabajo y, de este modo, quedó circunscrito en los estrechos límites de la economía política convencional y sus categorías. En efecto, para Postone, la crítica de la economía política de Marx representa la crítica del trabajo en tanto tal, es decir, que cuestiona la forma misma del trabajo bajo el comando del capital y, por tanto, plantea su superación, más no su mera liberación del corset capitalista. En tal sentido, para comprender de manera más acabada la argamasa que sostiene la robusta contribución postoniana a la teoría crítica, es necesario reponer los puntos fundamentales que vertebran su crítica al marxismo tradicional. Veamos.

El marxismo tradicional3 está compuesto por todos los enfoques teóricos que estudian al capitalismo desde el punto de vista del trabajo4. Esto nos sugiere como, para esta tradición, el capitalismo se explica "en términos de relaciones de clase, estructuradas por la propiedad privada de los medios de producción y por una economía regulada por el mercado"5. La dominación social es concebida siempre en términos de dominio de clase y explotación. En este correlato particular del pensamiento crítico, la superación histórica del capitalismo, a saber, el socialismo, es imaginado como una sociedad en donde los medios de producción son de propiedad colectiva y opera una planificación centralizada de la economía en un contexto de industrialización total.

Ahora bien, ¿en qué consiste para Postone el estudio del capitalismo desde el punto de vista del trabajo? El marxismo tradicional, nos explica, sostiene que el núcleo de la crítica marxiana se ubica en la explicación del origen del plusvalor. Así, la crítica de Marx al capitalismo apuntaría al señalamiento de que el trabajo es el verdadero productor de la riqueza social y que el capitalismo se sostiene a través de la explotación; entonces, la superación del capitalismo sólo implicaría en eliminar a la burguesía, la clase explotadora, realizando así las potencias históricas del trabajo. En este orden, el marxismo tradicional concibe que el modo de distribución es el centro de la crítica de Marx y no la producción. Suprimiendo las categorías del mercado, es decir, su carácter anárquico, y reemplazándolo por la organización

3 Los autores a los que Postone dirige su crítica en este punto son Maurice Dobb, Paul Sweezy, Oskar Lange y Ernest Mandel. Pero ella es perfectamente extensible al marxismo clásico, a saber, al núcleo de célebres intelectuales marxistas que actuaron en el contexto de la II Internacional: Plejanov, Kautsky, Lenin, Luxemburg, Trotsky, entre otros. También, como señala correctamente Rockwell (2018), la crítica "incluye a los fundadores y continuadores de la Escuela de Frankfurt, desde Max Horkheimer y Friedrich Pollock hasta Jürgen Habermas", corriente de pensamiento que influyó mucho en el propio Postone. Russel Rockwell, Hege!, Marx, and the Necessity and Freedom Dialectic. Marxist-Humanism and Critical Theory in the United States, (New York: Palgrave Macmillan, 2018),146-147, traducción propia

4 Moishe Postone, Tiempo, trabajo y dominación social. Una reinterpretación de la teoría crítica de Marx. (Madrid: Marcial Pons, 2006); Rockwell, Hegel, Marx, and the Necessity and Freedom Dialectic, 146.

5 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social,, 48.

planificada del trabajo social, se habría superado al capital como relación social. Haciendo referencia al marxismo tradicional, escribe:

"El capitalismo es tratado como un conjunto de factores extrínsecos que traban el desarrollo del proceso de producción: la propiedad privada y las condiciones exógenas de la valorización del capital en una economía de mercado. Por consiguiente, la dominación social en el capitalismo es comprendida básicamente como una dominación de clase que permanece externa al proceso de producción"6

En este orden, considera que esta interpretación de los desarrollos de Marx se basa en que los marxistas tradicionales conciben al trabajo como esencialmente transhistórico, tal cual lo concebía la economía política clásica inglesa. Entonces, nuestro autor plantea que el marxismo tradicional identifica al valor como natural y eterno7. Así, Postone explica que el capitalismo sería una fuerza exterior, una forma histórica contingente que, bajo la imposición del mercado como una forma automática e indirecta de asignación de las distintas cuotas del trabajo social, oprimiría al trabajo y al sujeto histórico concreto que lo viene a personificar: la clase obrera. Como lo indica Pagura, para el marxismo tradicional "la categoría de "trabajo" no sólo no es objeto de la crítica, sino que es el punto de vista — normativo, ontológico y/o antropológico— desde el cual la misma pretendería fundarse"8.

Estos elementos fundamentales que componen el marxismo tradicional encuentran su centro en una particular interpretación de la "teoría del valor" de Marx. Postone plantea correctamente que dicha interpretación termina igualando la propuesta de Marx a la de Ricardo, sólo con el agregado de que el nacido en Tréveris extendió la crítica que hiciera Ricardo a los terratenientes como una clase improductiva a la burguesía. Por lo tanto, como habíamos señalado previamente, la "teoría del valor" de Marx apuntaría, según los marxistas tradicionales, a una crítica de la burguesía como clase explotadora, deteniendo en este punto todo el discurso crítico9.

No obstante, Postone critica esta interpretación de Marx. Explica que el valor, para el autor de El capital, es una forma social histórica y que eternizar a esta categoría es asumir "una idea típica de la crítica social burguesa"10. Retomando las críticas explícitas de Marx a Ricardo, señala que el valor no puede ser sinónimo de tiempo de trabajo como lo planteó el economista inglés, en la medida que ello implicaría eternizar a la mercancía, es decir, postularla, de manera reificada, como una forma natural de relación social:

"Lo que hace Marx no es simplemente volver más consistente "la determinación del valor de cambio mediante el tiempo de trabajo". Más que asumir y refinar la teoría del valor trabajo de Ricardo, Marx le critica por ubicar una noción indiferenciada del "trabajo" como fuente del valor sin haber examinado más a fondo la especificidad del trabajo productor de mercancías"11

6 lbídem, 50

7 lbídem, 49

8 Nicolás Pagura. «La reinterpretación de Postone de la crítica de la economía política frente a los cuestionamientos al concepto de "trabajo" de Marx"», en Constelaciones. Revista de Teoría Crítica, n°8, (2017): 236-255.

9 Íbidem, 100

10 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social, 106

11 lbídem, 104

De esta manera, el autor canadiense procede en el avance de una reinterpretación de la "teoría del valor" de Marx, una que implique la superación de las concepciones ricardianas de la misma presente en los enfoques tradicionales del marxismo. Por lo cual, conviene reponer en las próximas líneas la lectura que hace Postone del capítulo primero de El capital.

Postone señala que la crítica marxiana es históricamente determinada12. De partir desde un punto de vista transhistórico en los Grundrisse, es decir, de "los individuos que producen en sociedad", Marx en la Contribución a la crítica de la economía política y en El capital, encuentra en la mercancía la forma celular económica del modo de producción burgués, llegando así a un punto de partida radicalmente historicista13. Además, indica que este punto de partida revela el carácter de crítica inmanente que caracteriza a la teoría de Marx, en donde se analiza a la sociedad capitalista en sus propios términos y en el cual la propia posibilidad de una crítica del capital se afirma como una expresión necesaria de este modo de producir la vida social. En otras palabras: la crítica de la economía política es inmanente al propio objeto de su crítica, es decir, se afirma como una forma del capital y revela, en el plano del pensamiento, la necesidad histórica de su propia superación.

Sigamos con el análisis de Postone. Luego de partir de la mercancía como la forma celular en la que se presenta la riqueza en el modo de producción capitalista, Marx va a señalar que ésta posee valor de uso y valor de cambio. Luego, afirmará que el valor de cambio es la forma necesaria en la que se manifiesta el valor, siendo este trabajo abstractamente humano y, la magnitud por la que se cambian "valores de uso de una clase por valores de uso de otra clase"14 el tiempo de trabajo socialmente necesario15. En este punto se inserta la reinterpretación de Postone y su intento de superar las exégesis ricardianas, siempre siguiendo al autor, del marxismo tradicional. De este modo, nuestro autor indica que donde realmente se expone el nervio teórico de la especificidad histórica del valor es en el segundo apartado del capítulo primero de El capital, en donde Marx analiza el carácter dual del trabajo contenido en las mercancías:

"la crítica marxiana parte de un examen de la mercancía como forma social dual, y que fundamenta el dualismo de las formas sociales estructurantes fundamentales de la sociedad capitalista en el propio carácter dual del trabajo productor de mercancías. En este punto, este carácter dual, en especial la dimensión que Marx denomina "trabajo abstracto", debe someterse a análisis"16

En este sentido, señala que las definiciones que ofrece Marx del trabajo abstracto son "problemáticas", esto es, que parece hacer referencia a que el mismo es solo simple gasto de cuerpo y

12 La historización postoniana de la modernidad capitalista es extrema. En su trasfondo metodológico, el abordaje que discurre por Tiempo, trabajo y dominación social revela una perspectiva que enfatiza en el carácter radicalmente contingente del surgimiento del capitalismo, lo que lo coloca en una clara oposición a toda filosofía de la historia o teoría de la historia continuista, aunque, dicho surgimiento contingente, tenga la fuerza para constituirse en necesidad, encontrando en el valor, y su dominación impersonal por el tiempo abstracto, encarnadura. Hacemos nuestras las palabras de Rocca: "La lógica capitalista del valor para Postone no resulta de un necesario progreso de las fuerzas productivas ni debe explicarse como producto de la dialéctica histórica de modos de producción pasados, pero posee sí la capacidad de constituirse progresivamente como necesaria e imponer su lógica cuasi objetiva y abstracta de mediación como horizonte de la experiencia moderna". Facundo Rocca, «Marx con Koselleck: tiempo abstracto e historicidad moderna», Ponencia presentada en Taller Internacional de Historia Conceptual en Iberoamérica. Problemas y límites de la historia conceptual. Tiempos, espacios, categorías, imágenes, inconceptualidad. (España, San Millán de la Cogolla, 2019): 19.

13 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social, 113-114.

14 Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, t. i, vol. 1, (Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2018), 45.

15 Marx, El capital t.1, vol.2, 47-48

16 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social, 207

energía fisiológica humanas17. Aun así, interpreta que al mismo tiempo Marx trata al trabajo abstracto como una categoría social e históricamente situada. En ese marco afirma que "si la categoría de trabajo humano abstracto es una determinación social no puede tratarse de una categoría fisiológica"18. Para fundamentar esta lectura se apoya en los Ensayos sobre la teoría marxista del valor de Isaac Rubin, en donde el economista soviético afirma que "el trabajo abstracto también debe entenderse como un fenómeno social conectado con una forma social de producción determinada"19. En efecto, Postone coincide con el autor soviético en que no es coherente mediar un concepto fisiológico del trabajo abstracto con el carácter histórico del valor que él mismo crea.

En este aspecto nuestro autor interpreta que la definición, a primera vista problemática que Marx presenta del trabajo abstracto como simple gasto productivo de cuerpo humano, en su contenido expresa que la forma fetichista de la producción de mercancías genera las condiciones para que se le aparezca a la conciencia de los individuos la apariencia de que el trabajo abstracto es eterno. Por ello, la exposición crítica de Marx en el cuarto apartado del capítulo primero de El capital cumple la función de mostrar como las categorías esenciales del capital -y no sólo sus formas aparentes- devienen reificadas, es decir, que el propio concepto de valor y trabajo abstracto son formas cosificadas que, luego de ser descubiertas como lo que son, la propia crítica de la economía política debe dar cuenta de la necesidad de su superación en tanto formas sociales. De este modo, Postone afirma que las categorías de la crítica marxiana de la economía política no adquieren estatus ontológico (a diferencia de las categorías de la Wissenschaft der Logik de Hegel), es decir, que "las formas esenciales subyacentes a las diversas formas categoriales de aparición no se conciben como categorías ontológica y transhistóricamente válidas, sino que intentan abordar formas sociales que son, ellas mismas, históricamente específicas"20. Siendo más sintéticos: el capital hace brotar de su propio automovimiento la apariencia de que sus categorías constitutivas serían necesariamente ontológicas, es decir, eternas. Esta aparente eternidad que adoptarían las formas capitalistas, las cuales, recuperando al Lukács de Historia y Conciencia de Clase, son expresiones necesarias de "la inmediatez de la cosificación mercantil"21, expresan como el capital ha transformado por completo la propia subjetividad humana22.

Ahora bien, luego de exponer las consideraciones de Postone en torno a cómo concibe el verdadero sentido de la "teoría del valor" de Marx procederemos en las líneas que siguen a exponer sus tesis sobre la superación del capital. A diferencia de otros especialistas en la crítica de la economía política, Postone es uno de los pocos que plantea a la potencia capaz de superar revolucionariamente el capital como una necesidad encerrada en su propio despliegue y no en alguna realidad externa23.

17 Ibidem

18 lbídem, 208

19 Isaac Rubin, Ensayos sobre la teoría marxista del valor. (Córdoba: Cuadernos de Pasado y Presente, 1974), 189.

20 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social, 209

21 Georg Lukács, Historiay Conciencia de Clase, (Buenos Aires: Ediciones ryr, 2013)

22 Craig Calhoun, «Moishe Postone and the Transcendence of Capitalism», en CriticalHistoricalStudies, n°7 (1), (2020), 145-165

23 Es menester señalar que, como indicaron Starosta y Caligaris, la tesis de que la necesidad de la superación revolucionaria del capitalismo no puede brotar de una exterioridad sino del proceso mismo de producción y reproducción del capital no fue originariamente formulada por Postone sino por el filósofo italiano Giacomo Marramao, quien planteó, en el contexto de los debates sobre la "tesis del derrumbe del capitalismo", que la conciencia de clase -y por tanto la superación revolucionaria del capital- debían encontrar una explicación científica a partir del propio despliegue de las formas cosificadas de mediación social. Empero, el autor italiano solo enunció esta aguda hipótesis y no se preocupó en fundar un programa de investigación que diera cuenta de ella. Remitimos al lector a los siguientes trabajos para ahondar en este tropo: Starosta, «Rethinking Marx's Mature Social Theory», 43-52; Gastón Caligaris, «Desarrollo económico y acción política revolucionaria: una evaluación crítica del debate marxista sobre el "derrumbe" del capitalismo"», en Roberto Escorcia Romo, y Gastón Caligaris, G. comp. Sujeto Capital-Sujeto Revolucionario. Análisis crítico del sistema capitalista y sus contradicciones, (México: Itaca, 2019), 181-211; Giacomo

3. La superación del capital en Postone

En las interpretaciones de Postone el capital es concebido como el sujeto autónomo de la producción en el capitalismo24. Cuando Marx da cuenta de las formas de dinero y mercancía como concretizaciones del valor, se enfrenta a la compleja estructura de relaciones sociales expresadas en el capital. En concreto, descubre que el capital es valor que se valoriza (Verwertung des Wertes), es un sujeto automático que "adopta ora la forma dineraria, ora la forma mercantil", es decir, se afirma como un proceso en el cual se autovaloriza recorriendo sus formas (mercancía y dinero) para volver a sí con una magnitud superior: D-M-D'25.

De tal manera, Postone va a marcar que este carácter del capital como sujeto automático que se enajena de los individuos concretos es fundamental para comprender el núcleo del descubrimiento marxiano. Más aún, considera que la noción del capital como sujeto de la producción barre con el nervio teórico del marxismo tradicional y sus concepciones en torno a la superación revolucionaria del capitalismo. Explica que el capital no puede ser identificado con ningún sector social, es decir, no es patrimonio ni de la clase capitalista ni de la clase obrera, ya que ambos se encuentran enajenados en él. En las palabras de Postone:

"Marx caracteriza explícitamente el capital como la sustancia automotriz que es el Sujeto. Al hacerlo, Marx sugiere que un Sujeto histórico en sentido hegeliano existe realmente en el capitalismo, pero aun así no lo identifica con ningún sector social, como el proletariado, ni con la humanidad, sino que lo analiza en términos de la estructura de las relaciones sociales constituidas por un tipo de práctica objetivadora y aprehendida por la categoría de capital (y por tanto de valor)"26

En el pensar postoniano el capital adopta las mismas características que Hegel le otorgó al Geist 27(Espíritu), en tanto totalidad que es simultáneamente subjetiva y objetiva, esto es, el sujeto objeto

Marramao, Lo Político y las Transformaciones. Crítica del Capitalismo e Ideologías de la Crisis entre los Años 20 y 30, (México: Pasado y Presente, 1982).

24 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social, 131

25 Marx, El capital, 188

26 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social,, 128

27 En lo relacionado a la idea de que el capital encuentra en la filosofía de Hegel una homología, Postone encuentra en C.J. Arthur una concurrencia, quien afirma que el capital halla en las categorías fundamentales de la filosofía hegeliana una comparativa. Empero, a diferencia de Postone, Arthur considera que el capital es un proto-sujeto que debe probarse como tal subsumiendo al proletariado, quien, por ser exterior al capital, se resiste a ser subsumido en la lucha de clases. De esta manera, Arthur considera que el capital debe probarse constantemente como sujeto en la lucha de clases, porque la clase obrera le pone un límite a la extracción de su tiempo de trabajo. De esta exterioridad entre el capital y el trabajo vivo, Arthur habilita a la hipótesis de que en esta contradicción esencial se tejería la posibilidad para la superación revolucionaria del capitalismo. De hecho, en una reseña del mismo texto que estamos analizando, Arthur criticó duramente a Postone por considerar que el capital habría derrotado definitivamente a la clase obrera en la lucha de clases, imputándole al intelectual canadiense una posición en donde se desecha toda posibilidad de que la clase obrera pudiera pensar en y contra la forma de valor. Las consideraciones de Arthur parten de la idea de que, a diferencia de la lógica hegeliana que sólo trata con pensamientos puros (y por ende no se le interpone barrera alguna a su libre movimiento), la lógica del capital trata con contenidos materiales que ofician como barreras a su libre despliegue. Como hemos visto, siempre en el pensar de Arhur, la barrera que evita que el capital se determine como el sujeto enajenado de la producción y el consumo sociales es el proletariado. Es en el oscuro mundo de la fábrica en donde el capital se enfrenta a su "falta", porque repara en que el libre movimiento que ostenta en la circulación, donde reinan las formas del valor, es una ficción; al enfrentarse a ese otro al cual debe extraerle una plusvalía, el capital se revela en su incompletitud: no es nada sin el trabajo vivo del proletariado, que se actualiza como su negación al ser

idéntico o la "sustancia" que es, al mismo tiempo, "sujeto"28. Por ello, no puede ser aprehendido en términos de propiedad privada de los medios de producción y explotación de la clase obrera por la clase capitalista, en la medida en que, tanto la una como la otra, son atributos del capital. Expresado de otra forma: el capital no es un agente humano concreto, sea individual o colectivo, sino que es un complejo de relaciones de objetivación y subjetivación que adopta el trabajo como actividad mediadora29. El sujeto-capital no es concreto, es abstracto, adoptando las mismas características del trabajo que lo crea, ostentando el poder de transformar en abstractas "cualquier forma de constelación social o de relación humana"30.

En tal sentido, para comprender el planteo postoniano en relación a las potencias para la superación revolucionaria del capital, es fundamental retener que, en su tesis, el capital deviene sujeto. Si el capital es sujeto, entonces su superación no puede estar portada en la eliminación de la clase capitalista sino en su propia autoabolición como relación social general. Dicho de otro modo: el límite del capital no es más que el propio capital, el cual -parafraseando a Hegel- al ponerse un límite ya se encuentra situado más allá de ese límite31. Es en este sitio en donde descansa el nervio de la lectura postoniana sobre la superación del capitalismo.

A fin de llevar a cabo esta investigación, Postone se sumerge en los Grundrisse de Marx. A diferencia del marxismo tradicional que opone abstractamente el modo de producción y el modo de distribución32 Postone, recuperando las críticas de Marx a Mill, Fourier y Proudhon, señala que la producción y la distribución conforman una unidad. Por lo tanto, la abolición del capitalismo requiere de la supresión de su modo de producción que, como vimos anteriormente, consiste en ser un sujeto automático que tiene como única meta producir más de sí. Como el valor es una forma social histórica, se comprende mejor por qué el marxismo tradicional concibió a la subjetividad revolucionaria como brotando de una exterioridad del capital en la medida que, al igual que la economía política burguesa, consideraban que el valor es sinónimo de trabajo. Por ende, sólo podían concebir que el capital era un modo de distribución que, exteriormente, oprimía a las naturales bondades del trabajo. Bajo este esquema la revolución consistiría en superar esa presión exterior apelando a esa bondad natural, siendo la clase obrera el sujeto histórico portador de ese vigor universal de la genericidad humana33. En oposición a esto, en el pensar de Postone la explotación de clase se afirma como un momento del automovimiento del capital en tanto sujeto concreto alienado de la producción y la distribución.

Para darle respaldo a esta contundente tesis, el autor canadiense se detiene en el análisis del fragmento de los Grundrisse titulado: "Contradicción entre la base de la producción burguesa (medida del valor) y su propio desarrollo". En este fragmento Marx despliega las determinaciones más simples, siempre siguiendo a Postone, del valor como la forma celular del capitalismo a partir del proceso de intercambio entre el trabajo vivo por el trabajo objetivado:

un sujeto por derecho propio. Christopher Arthur, «Hegel's Logic and Marx's Capital», en Fred Moseley, (ed.), Marx's method in Capital,, (New Jersey: Humanities Press, 1993), 86; Christopher Arthur, «Review of Time, Labor and Social Domination»», en Capital & Class, n°54 (1994): 154.

Para un examen detallado (y crítico) de las posiciones de Arthur, véase: Rodrigo Steimberg, «Las mercancías no pueden ir por sí solas al mercado ni intercambiarse ellas mismas. Acerca de la lucha de clases», Ponencia presentada en: I Simposio Internacional de Estudios en la Crítica de la Economía Política (2017).

28 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social, 128 y Georg Hegel, Fenomenología del espíritu, (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2015), 15

29 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social, 241.

30 Marcel Stoetzler, «Postone's Marx: A Theorist of Modern Society, Its Social Movements and Its Imprisonment by Abstract Labour», en Historical Materialism, n°3, (2004): 261-283, nuestra traducción.

31 Georg Hegel, Ciencia de la Lógica, (Buenos Aires: Solar/Hachette, 1974), 119

32Íbidem, 114

33 Íbidem, 127

"El título y la frase inicial de esta sección de los Grundrisse indican que, para Marx, la categoría de valor expresa las relaciones básicas de producción del capitalismo —esas relaciones sociales que específicamente caracterizan al capitalismo como modo de vida social—, al tiempo que, en el capitalismo, esta producción se basa en el valor"34

De este modo Postone indica que Marx da cuenta que el valor no es una categoría del mercado sino de la producción. El proceso de intercambio de trabajo vivo por el trabajo objetivado es una determinación de la producción capitalista como totalidad social. En efecto, cuando Marx aborda la producción basada en el valor, la caracteriza como un modo de producción basado en el gasto de trabajo humano inmediato. En consecuencia, el valor es una forma histórica de riqueza social, no una expresión transhistórica de la riqueza material. Esta distinción entre la riqueza social (valor) y riqueza material es fundamental, indica Postone, para comprender la contradicción absoluta del modo de producción capitalista. Ésta se expresa en que la gigantesca masa de riqueza material producida por el capital choca con la corteza impuesta por el valor que, como forma histórica concreta de organización del trabajo social, resulta ahora anacrónica35. El propio capital, en este movimiento antitético, muestra la posibilidad histórica de su superación:

"según Marx, el modo de producción fundado en el valor se desarrolla en un sentido que apunta hacia la posibilidad histórica de la negación del valor mismo. En un análisis que parece bastante relevante para las condiciones contemporáneas, Marx sostiene que, en el curso del desarrollo de la producción industrial capitalista, el valor deviene cada vez menos adecuado como medida de la "riqueza real" producida. Compara el valor, un tipo de riqueza ligada al gasto de tiempo de trabajo humano, con el gigantesco potencial de producción de riqueza de la ciencia y tecnología modernas. El valor deviene anacrónico en términos del potencial del sistema de producción al cual ha dado origen. La realización de ese potencial implicaría la abolición del valor"36

Ahora bien, Postone explica que esta necesidad que yace latente en el propio movimiento del capital no implica que la abolición del valor, y su reemplazo por una forma de organización del trabajo

34 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social,68

35 El énfasis que nuestro autor pone a la contradicción entre la riqueza social y la riqueza material expone su gran contribución a la teoría crítica del capitalismo. Postone sitúa las determinaciones de la superación revolucionaria del capital en el nivel de subsunción real del trabajo en el capital y no en el de la subsunción formal. Los enfoques tradicionales en el marxismo no consideran que en el nivel de la subsunción real pueda surgir una subjetividad capaz de revolucionar la sociedad capitalista y superarla. Esto ya lo podemos ver en el ¿Qué hacer? de Lenin, con la oposición exterior entre la conciencia revolucionaria y la tradeudonista (esta última propia de la conciencia que reproduce el capital, esto es, aquella subsumida realmente a él) y que es el Partido quien debe, desde fuera, incubarle a la clase obrera una conciencia socialista. Pero es en los escritos tempranos de Lukács donde esta idea alcanza su desarrollo más sistemático, cuando en Historia y Conciencia de Clase afirma que en la subsunción real el obrero queda atrapado en la cosificación y, su punto de vista, empantanado en la inmediatez, en donde el recortado detalle de lo real es obsesivamente regulado, y el todo, concebido como pura casualidad. En tal sentido, lo que Lukács propone en su célebre obra de 1923 es el fundamento filosófico de la tesis leninista de la conciencia socialista como algo introducido "desde fuera". De este modo, la solución filosófica que Lukács propone al problema del origen de la subjetividad capaz de superar el capitalismo es fundarla en la rebeldía de la esencia humana anímica contra la cosificación mercantil. Vladimir Lenin, «¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento», en Obras Completas, Tomo V. (Madrid: Akal Editor, 1976), 382; Lukács, Historiay Conciencia de Clase, 202, 210 y 299.

Para una crítica detallada de la propuesta lukácsiana, véase: Guido Starosta, «Scientific Knowledge and Political Action: On the Antinomies of Lukács' Thought in "History and Class Consciousness.», en Science & Society, n° 67(1) (2003): 39-67

36 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social, 70

social basado en la riqueza real, se realice sobre la base del modo industrial de producción que ha dado vida el capital. Por el contrario: la superación del capital "implica la posibilidad de un proceso diferente de producción, fundado en una nueva y emancipadora estructura del trabajo social"37. Esta nueva estructura del trabajo social se fundaría en "la apropiación de su fuerza productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma gracias a su existencia como cuerpo social; en una palabra, el desarrollo del individuo social"38. De esta suerte, la explotación mediante el robo de trabajo ajeno resulta una base miserable comparada con la posibilidad que el mismo capital ha creado. Dicho de otra forma, el mismo capital, como "contradicción en proceso"39, sienta las bases para que el valor deje de ser medida del valor de uso40. En síntesis, Postone nos explica que la teoría crítica de Marx es capaz de dar cuenta de la realidad de la producción constituida por el valor y su potencial, aquel capaz de fundar un nuevo modo de producir la vida social41.

En este punto de su desarrollo, Postone se detiene en analizar una categoría que Marx utiliza varias veces en este fragmento de los Grundrisse, esto es, la categoría de individuo social, aquel que es expresión de la superación del trabajo enajenado. Así, expone que el individuo social representa la superación de la oposición entre individuo y sociedad característica de la forma social capitalista, en la medida que expresa "la posibilidad de que cada persona exista como un ser total plenamente desarrollado"42. La abolición del capital, es decir, la superación de la alienación no implica la restitución de una esencia previa pervertida por la alienación sino la apropiación de aquello que fue constituido en una forma alienada. De este modo, sostiene que Marx reformuló sus concepciones de juventud plasmadas en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, en donde pensaba que la superación del trabajo enajenado implicaría el reencuentro de la humanidad con su esencia genérica. Por el contrario, ahora el Marx maduro considera que la superación de la enajenación está puesta en el propio movimiento del capital, es decir, como una potencia a realizar encerrada en su existencia actual como sujeto enajenado. Expresado de otra forma: la enajenación encierra la necesidad de su propia negación. Lejos de suponer la realización plena de la clase obrera como ser social, la superación del capitalismo implica la abolición material del trabajo proletario43, esto es, la abolición de la clase obrera.

El hilo conductor del análisis postoniano sobre las determinaciones de la superación revolucionaria del capital prosigue con el tratamiento de las determinaciones del sujeto histórico portador de la subjetividad política sepulturera de la relación social cosificada. Como hemos visto, Postone no concibe en su interpretación de la teoría crítica de Marx que el proletariado represente un otro radical, un resto elusivo que no puede ser del todo absorbido por el capital, sino que existe por y para la reproducción de ese Moloch que, en su espiralado movimiento, produce más y más de sí mismo. Así, en el decir de Postone, el proletariado no se constituye en el sujeto revolucionario por antonomasia, porque su razón histórica de existir se encuentra incrustada en las categorías formales del capital. Expone con claridad:

"La crítica, presentada en esta obra, del socialismo concebido como una manera más eficiente, humana y justa de administrar el modo industrial de producción surgido bajo el capitalismo es, por consiguiente, una crítica también a la noción del proletariado

37 Ibidem.

38 Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858II. (México: Siglo XXI, 2007b), 229.

39 Ibidem

40 Ibidem, 228

41 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social, 71

42 Ibidem, 78

43 Ibidem

Izquierdas, 51, octubre 2022:1-25

como el sujeto revolucionario, en el sentido de agente social que, a la vez, constituye la historia y se realiza a sí mismo en el socialismo"44

En efecto, su propuesta teórica cuestiona el núcleo de las concepciones clásicas de las determinaciones de la subjetividad política revolucionaria en donde se coloca a la clase obrera como el sepulturero del capitalismo. Si el proletariado y sus demandas históricas no son más que la expresión de uno de los momentos de la reproducción ampliada del sujeto-capital, entonces la subjetividad política que apunte más allá del actual modo de producir la vida social puede materializarse en la acción política de sujetos históricos concretos que no sean necesariamente el proletariado. Dicho de otra manera: la necesidad de la superación del capital plantea la posibilidad de que emerjan formas de conciencia antagónicas y críticas que no se identifiquen con la conciencia proletaria.

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De esta línea emerge la siguiente pregunta: si la subjetividad política revolucionaria no es patrimonio de la clase obrera, ¿el planteo postoniano habilita a pensar que esas otras conciencias antagónicas puedan brotar por fuera del movimiento del capital? La respuesta que brinda nuestro autor es por la negativa. Esas otras subjetividades críticas y antagónicas portadoras de una acción política revolucionaria no pueden surgir de una realidad no capitalista o, dicho de otra manera, de un mundo concebido como un espacio libre de enajenación; por el contrario: si existen como conciencias es porque necesariamente fueron producidas por el propio movimiento del capital. Recuperando sus críticas a los marxistas tradicionales y al materialismo ilustrado que hiciera Marx en sus textos de juventud, el autor canadiense señala que el fundamento de tales subjetividades críticas no proviene de una exterioridad del capital, sino que encuentra su vigor en el propio movimiento enajenado de la relación social enajenada45.

Luego de formular estas tesis, Postone detiene su análisis y no avanza más allá de su simple afirmación. Su interés radica, no en plantear la probabilidad del surgimiento de tales subjetividades críticas y revolucionarias no proletarias, sino en formular, a partir de la guía marxiana, la posibilidad de que emerja una "formulación más fundamental de [...] aproximación al problema de la constitución social de la subjetividad, incluida la posibilidad de una conciencia crítica o antagonista"46. Sin embargo, se atreve a afirmar que, en los múltiples movimientos sociales que irrumpieron a finales de la década de 1970, el germen de esas conciencias antagónicas podría estar desarrollándose. De esta manera, concluye que el final de la prehistoria humana se producirá por medio de la abolición del valor en tanto forma social abstracta e impersonal que se enajena de los individuos concretos. Es decir, que la sociedad postcapitalista no se afirma a partir del destierro de la clase capitalista, sino a través de la eliminación de las estructuras abstractas y fetichizadas de mediación social, que implica necesariamente la desaparición del proletariado como sujeto social. Ahora bien, como veremos a continuación, es a través de dos procedimientos teóricos: 1) la mutilación de la materialidad el trabajo abstracto; y 2) la impugnación del proletariado como el sujeto revolucionario, que el aspecto más potente de la propuesta de Postone, a saber, la particular modulación que realiza con la noción de inmanencia, acaba agrietándose.

44 Ibídem, 83

45 Ibídem, 85

46 Ibídem, 84.

4. Dos puntos de fuga en la inmanencia 4.1. El punto partida o la mutilación de la materialidad del trabajo abstracto

Murray47 se enfrenta al problema de las confusiones en torno a la cuestión del trabajo abstracto en Marx cuestionando tanto a las lecturas ricardianas como a aquellas herederas de los planteos de Isaac Rubin. En concreto nos explica que, así como la lectura ricardiana interpretaba al valor como simples "cantidades de trabajo", tanto Rubin como sus herederos cayeron en la inversión de que el valor se "crea" en el momento del cambio. De este modo, Murray argumenta que ambas interpretaciones son incapaces de examinar el fenómeno de la forma de valor de manera consistente, caracterizando a esta aporía como el "Dilema de Rubin"48. Como lo explica Marx en sus Teorías sobre plusvalía, cuando critica a Ricardo, este modo de abordar la cuestión es incapaz de captar la relación entre el trabajo creador de valor con el dinero49 por lo que, en la misma línea planteada por Murray, consideramos que este señalamiento de Marx es perfectamente aplicable a Rubin y sus epígonos. Observemos de forma más detenida el "Dilema de Rubin".

Este dilema, surge en el momento en que se identifica sin más al trabajo abstracto con el valor. Rubin, que estaba especialmente interesado en escaparle a las lecturas ricardianas asociales del valor, afirmó que el trabajo abstracto no podía ser sinónimo de gasto productivo de cuerpo humano, porque ello implicaría hacer de la explicación marxiana del valor una tosca parodia de Ricardo50. Empero, el autor soviético se enfrentó al problema de que Marx explícitamente afirma que el trabajo abstracto es simple "gasto productivo del cerebro, músculo, nervio, mano, etc., humanos"51. Ante esta contradicción, Rubin decide restituir "el verdadero sentido de la teoría de Marx"52, procediendo a "construir un concepto histórico de trabajo abstracto"53. Si para los marxistas ricardianos el valor no es más que pura materialidad, gasto fisiológico de cuerpo, para Rubin no es más que es pura abstracción, es decir, no posee ni un gramo de materialidad. Escribe: "Marx nunca se cansó de repetir que el valor es un fenómeno social, que la existencia del valor [...] tiene "una materialidad puramente social" [...], y no contiene un solo átomo de materia '54. En definitiva, para Rubin es el trabajo abstracto el que pare valor:

"De esto se sigue que el trabajo abstracto, que crea valor, debe ser entendido como una categoría social en la cual no podemos encontrar ni un átomo de materia [...]. El trabajo abstracto "crea" valor, es el "contenido" o la "sustancia" del valor"55

Ahora bien, ¿qué tipo de trabajo produce valores en el modo de producción capitalista? Ante esta pregunta, Murray propuso una solución al "Dilema de Rubin". Su propuesta consiste en diferenciar dos conceptos: 1) trabajo abstracto, que sería el trabajo general independientemente de la forma histórica en que aparezca, es decir, como simple gasto productivo de cuerpo humano; y 2) trabajo prácticamente

47 Patrick Murray, «La teoría del valor trabajo verdaderamente social de Marx: el trabajo abstracto en la teoría marxista del valor». En: Mario Robles Báez Dialéctica y Capital: elementos para una reconstrucción de la crítica de la economía política, (México: Universidad Autónoma Metropolitana Ediciones, 2005).

48 Ibídem, 102

49 Carlos Marx, Teorías sobre la plusvalía, t. 2, (Buenos Aires: Cartago, 1975), 139-144

50 Isaac Rubin, Ensayos sobre la teoría marxista del valor, 189

51 Karl Marx, El capital t.1 vol.1, 54

52 Isaac Rubin, Ensayos sobre la teoría marxista del valor, 188

53 Ibidem, 189

54 Ibídem, 189, énfasis agregado

55 Ibídem, 189-190, énfasis agregado

abstracto, aquel productor de valor en el modo de producción capitalista y que explicaría, por lo tanto, porqué los productos del trabajo adoptan la forma dineraria56. No obstante, en línea con la crítica de Iñigo Carrera57 a Murray, consideramos que su solución enfrenta serios límites. En primer lugar, porque, según el autor inglés, el trabajo abstracto no tiene más contenido que ser un producto de la conciencia; en la realidad sólo existe el trabajo concreto58. Así, desde este punto de partida, Murray sostiene que las mercancías se cambian porque la sociedad es indiferente respecto a las formas concretas del trabajo, es decir, que el cambio se produce por una indeterminada "conciencia social indiferente". Cabe recoger aquí la pregunta que le hiciera Iñigo Carrera: "¿cuál es la causa de la indiferencia?"59. Murray responde que ella brota de las ansias de acumular plusvalía, pero, si no podemos explicar qué es valor ¿cómo explicaremos qué es la plusvalía? De este modo, para contestarnos por el tipo de trabajo productor de valor, se nos presenta la necesidad de tomar un curso distinto: enfrentarnos a la mercancía misma60.

En las sociedades en la que domina el modo de producción capitalista la mercancía es la encargada de asignar las diversas cuotas en las que serán gastadas los distintos trabajos útiles necesarios para producir y reproducir el proceso de metabolismo social. Esta asignación se encuentra mediada por la producción de valor, en la medida de que dicha asignación de los distintos trabajos útiles se realiza de manera privada y recíprocamente independiente61. Un determinado gasto de trabajo abstracto, simple gasto productivo de cuerpo humano62, es socialmente necesario cuando posee la propiedad de la cambiabilidad. En otras palabras: es en el proceso en que la mercancía se cambia por otro ejemplar de su clase cuando el trabajo realizado de manera privada y recíprocamente independiente se consagra como parte del trabajo necesario que produce los valores de uso que la sociedad precisa consumir para continuar con su reproducción. La mercancía no manifiesta su valor en cantidades de su propio cuerpo, sino en cantidades del cuerpo de otra, enfrentándose con su propia determinación como mercancía cambiable al enfrentarse con otra mercancía63. En suma, la mercancía no tiene valor porque posee la propiedad de la cambiabilidad, ostenta dicha propiedad porque tiene valor al ser realizada por un trabajo privado e independiente64.

Así, en el propio movimiento de las mercancías el valor que las mismas portan, una vez que se exterioriza, se enfrenta al carácter de valor de uso de ellas. Dicho de otra manera, la propiedad general de la cambiabilidad se torna ahora en una contraposición universal de cada una de las mercancías, "presentándose de modo exterior a todas"65. Por ello, las mercancías erigen a una de ellas como la encargada de encarnar en sí la propiedad de la cambiabilidad general. La forma dineraria es el resultado necesario de este proceso, permitiendo que esta peculiar mercancía disponga del trabajo social en cualquiera de sus formas porque es, ahora, el representante universal del trabajo abstracto socialmente necesario hecho de manera privada e independiente. A través del movimiento de la mercancía, vemos

56 Patrick Murray, «La teoría del valor trabajo verdaderamente social de Marx: el trabajo abstracto en la teoría marxista del valor», 64

57 Juan Iñigo Carrera, Conocer el capital hoy. Usar críticamente El Capital, (Buenos Aires: Imago Mundi, 2007): 140-143

58 Patrick Murray, «La teoría del valor trabajo verdaderamente social de Marx: el trabajo abstracto en la teoría marxista del valor», 77

59 Iñigo Carrera, Conocer el capital hoy, 142

60 Karl Marx, «Marginal Notes on Adolph Wagner's Lehrbuch der politischen Oekonomie», en Karl Marx y Friedrich Engels, Collected Works, Volume 24, (London: Lawrence & Wishart, 2010 [1879-1880]), 544

61 Karl Marx, El capital, t.1, vol.1, 52

62 Ibidem, 42

63 Ibidem, 64; Iñigo Carrera, Conocer el capital hoy, 248-249; Rodrigo Steimberg, «El capital como sujeto y el carácter idealista de la dialéctica hegeliana», en Izquierdas, n°49, (2020): 625-641

64 Karl Marx, El capital t.1, vol.1, 89

65 Steimberg, «El capital como sujeto y el carácter idealista de la dialéctica hegeliana», 633

como ella se constituye en la relación social general materializada que establece la unidad entre la producción y consumo, en un proceso de trabajo social en donde los individuos se integran en él como productores privados e independientes entre sí y, en consecuencia, como personificaciones de sus respectivas mercancías. Es por medio de este mismo movimiento en que la mercancía adquiere un carácter fetichista, al determinarse como un poder ajeno que domina a sus productores66.

Con la forma dineraria, la producción de valores de uso confirma su sometimiento a la producción de valor. Por lo tanto, la producción de valor se vuelve un fin en sí mismo. Este valor substantivado67, inicia el proceso de producción con el único fin de incrementarse, deviniendo así en capital. El capital es expresión de una forma indirecta de organización del trabajo social que tiene por fin, no la producción de valores de uso para la vida humana, sino la producción de más de sí mismo. Tal y como señalamos anteriormente, el capital deviene en un sujeto automático que recorre sus formas de mercancía y dinero para retornar a sí siempre con una magnitud superior. El capital es el valor que se autovaloriza a través de la compra de la única mercancía que puede producir más de lo que ella misma cuesta, a saber, la fuerza de trabajo, a la que le extrae sistemáticamente una plusvalía. Por tanto, es en este movimiento en que el capital se erige en el sujeto enajenado de la vida social68.

La exposición previa contrasta notablemente con la lectura realizada por Postone, que a su vez se apoya en la de Rubin. Advertimos que el trabajo abstracto es simple gasto productivo de cuerpo humano, que existe en toda forma sociedad por ser una propiedad específica del ser genérico humano. En contrapartida, la propuesta rubiniana, que Postone acoge con entusiasmo en sus embestidas contra el marxismo tradicional, al convertir al trabajo abstracto en aquél capaz de producir valor, queda envuelto por la misma quimera que la lectura ricardiana, con el agregado que termina mutilando la materialidad misma del trabajo abstracto. Éste deja de ser simple gasto productivo de cuerpo humano, para luego emerger en el puro acto del intercambio como una abstracción sin ningún átomo de materialidad69. Esta inversión se debe a que Postone detiene su análisis en el momento del descubrimiento del trabajo abstracto como la sustancia del valor. Sin embargo, como expone Starosta70, el hallazgo de la sustancia del valor es parte del momento analítico de la investigación que despliega Marx en el primer capítulo de El capital, pero recién en el momento sintético71 están desarrolladas las determinaciones que permiten explicar por qué los productos del trabajo privado adoptan la forma de la mercancía72. En definitiva, la explicación del trabajo que produce valor no se encuentra en el segundo apartado del capítulo con el que se inicia la obra magna de Marx, como considera Postone, sino en el tercer apartado dedicado al examen de la forma de valor.

En consecuencia, si los marxistas tradicionales eternizaban el valor al poner al trabajo como aquel que explica la cambiabilidad de las mercancías, retrocediendo a la vulgar apologética de la economía clásica y neoclásica en la que se considera a los bienes como objetos cambiables por naturaleza, el planteo postoniano, al recuperar acríticamente la inversión de Rubin, también culmina en la

66 Karl Marx, El capital t.1, vol.1, 89

67 Iñigo Carrera, Conocer el capital hoy, 42

68 Karl Marx, El capital t.1, vol.1, 188

69 Postone, Tiempo, trabajo y dominación social, 216; Rubin, Ensayos sobre la teoría marxista del valor, 189

70 Guido Starosta. «The Commodity-Form and the Dialectical Method: On the Structure of Marx's Exposition in Chapter 1 of

Capital>, en Sience & Society, n°72 (3), (2008): 295-318

71 Es en el momento sintético de la exposición dialéctica en donde se puede exponer de forma positiva aquello que la fase analítica de la exposición solo pudo señalar. Expresado de otro modo: es en el momento sintético en donde podemos enfrentarnos a la forma de valor como "la relación social materializada de los seres humanos", abandonando la aprehensión de la mercancía como simple objeto exterior y, por ende, ser captada como el sujeto de su propio movimiento. Ibídem, 314, traducción propia; Starosta y Caligaris, Trabajo, valor y capital, 71

72 Starosta, «The Commodity-Form and the Dialectical Method», 310-313

eternización de la mercancía al afirmar que el trabajo "se hace abstracto" en el momento del cambio, que es lo mismo que expresar que el valor surge en la circulación, o bien, que las mercancías son objetos, por naturaleza, cambiables. De este modo, toda la crítica que Postone dirige al marxismo tradicional por naturalizar la producción y centrarse en la distribución, termina cayéndose por su propio peso. Esta forma que adquiere la teoría crítica del capitalismo, al no poder explicar la propiedad de la cambiabilidad de las mercancías, se ve envuelta por las mismas robinsonadas de los apologistas del capital.

Si quisiéramos impugnar la propuesta de Postone en este punto de nuestro desarrollo tendríamos sobradas razones. La sola eternización de la forma-mercancía, realizada a través del procedimiento de tomar a lo que es propio del ser genérico humano en toda forma de sociedad como el fundamento de lo que es específico del capitalismo, ya mutila toda posibilidad de organizar de manera consciente una acción política revolucionaria. Empero, es necesario seguir avanzando en la crítica. A pesar de estas inversiones, Postone ha arribado a un redescubrimiento fundamental, aunque más no sea de un modo representacional: concibe que el capital es el sujeto enajenado de la vida social y que su superación brota como una necesidad inmanente del mismo. En las próximas líneas nos abocaremos a examinar de forma más detenida esta tesis.

4.2. El sujeto revolucionario

Postone ha arribado a un descubrimiento central, que el marxismo tradicional ha ignorado por completo, a saber, aquel que postula al capital como el sujeto concreto alienado de la vida social73. El arribar a esta conclusión le ha permitido a Postone sostener que, si el capital es sujeto, entonces las determinaciones de su propia superación deben ser puestas por él mismo. En efecto, así como el Geist hegeliano pone sus propios presupuestos, el capital pone las condiciones básicas de su propia superación.

Esencialmente un movimiento homólogo a la Idea hegeliana —"que parte de sí mismo, se concentra en sí mismo y se profundiza en sí mismo"74- no puede hallar las determinaciones de su propia negación en una realidad que le es extrínseca, sino que dichas potencias necesariamente deben encontrarse encerradas en su propia existencia actual. Conforme a lo que con mucha claridad expresa Marx en sus Grundrisse, la forma más extrema de la enajenación contiene en sí, aunque en una forma invertida, "las condiciones materiales plenas para el desarrollo universal [.] de los individuos"75. De este modo, en la presente sección, analizaremos si la solución al problema del origen de la subjetividad revolucionaria que nos trae Postone es coherente con la idea que él propone, es decir, su emergencia a partir del automovimiento del capital.

Antes bien, es preciso que recuperemos brevemente el planteo postoniano. Para éste la posibilidad de una superación revolucionaria brota de la contradicción fundante del modo de producción capitalista entre la cáscara impuesta por el valor y el potencial que el mismo ha creado para fundar una nueva sociedad verdaderamente emancipada. Esta contradicción entre, por un lado, la enorme riqueza material producida y, por el otro, las consecuencias nefastas de la forma capitalista de su producción, alcanza un punto en que es incompatible con su propia corteza y, por ende, "se la hace saltar"76.

73 Starosta, «Rethinking Marx's Mature Social Theory».

74 Marx, Grundrisse I, 21

75 Ibídem, 479

76 Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, t. i, vol. 3, (Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2016b), 953. Esta indicación que propone Postone en su lectura de los Grundrisse lo coloca en la misma posición que Thomas Sekine. En su lectura hegeliana de Marx, Sekine señala que la dialéctica del valor y el valor de uso es distinta a la del ser y la nada de Hegel; mientras que en el filósofo de Stuttgart la nada siempre se rinde ante la negatividad, el valor, en su automovimiento negativo, se enfrenta a la resistencia del valor de uso. Para Sekine el valor de uso, que encarna riqueza material, es potencialmente exterior al

Con toda certeza, esta posibilidad que ya se encuentra latente debe ser llevada a cabo por la acción política de un sujeto colectivo particular. En este punto, Postone no ha dado respuestas sólidas. Su solución es un planteo sobre la posibilidad del surgimiento de una subjetividad crítica, quedando la misma en una mera afirmación abstracta. Además, argumenta que el proletariado, el sujeto llamado a enterrar al capital tal como lo afirma el célebre pasaje del Manifiesto Comunista11, no es necesariamente revolucionario. Consideramos que estos dos problemas, a saber, el postular la posibilidad del surgimiento de una subjetividad crítica como un puro afirmar abstracto, sin especificar su contenido y, el desechar la posibilidad de que el proletariado pueda erigirse en sujeto revolucionario, se debe a una razón más de la especificada previamente (la mutilación de la materialidad del trabajo abstracto). Ésta consiste en que el análisis de Postone tampoco se detiene en las formas concretas en las que el capital revoluciona la propia subjetividad productiva humana. Esto lo lleva a detenerse ante una apariencia, a contrapelo de su planteo de que toda subjetividad revolucionaria debe emerger inmanentemente del capital; aquí podremos ver cómo, en su inversión al enfrentarse a la determinación del valor, nuestro autor ya no puede reconocer al capital como el sujeto concreto alienado que rige la vida social. Y esto es lo que lo hace retroceder a las inversiones del marxismo tradicional, es decir, a sus constantes apelaciones a exterioridades. En concreto: se pone de manifiesto su imposibilidad de desarrollar las determinaciones materiales más simples de lo que, en sus términos, sería una "subjetividad crítica o antagonista". De ello se sigue que, tanto en Postone como en el marxismo convencional, se plantee una "completa independencia [...] entre la subjetividad política revolucionaria y el desarrollo de la materialidad del proceso de producción social78. A continuación, proponemos, siguiendo a Iñigo Carrera79, Starosta80 y Starosta y Caligaris81, una explicación de este problema presente en la obra de Postone82.

Desde los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, Marx planteó que la "historia natural" de la humanidad no es más que el desarrollo de su actividad o subjetividad productiva83. En este sentido, la subjetividad revolucionaria necesariamente debe surgir, en y de, la subjetividad productiva. La primera deviene, en efecto, una forma desarrollada de la segunda, su realidad cancelada y asumida (Aufgehoben).

En El capital Marx examina cómo en la producción de plusvalía relativa se engendra una transformación cualitativa en la subjetividad productiva del obrero. Es en la sección cuarta del primer tomo, donde analiza la transformación en los procesos de trabajo (cooperación, manufactura y sistema de la maquinaria), en la cual Marx desata el nudo presente en los Manuscritos del 44 con la exposición

capitalismo: si su universo adopta otro modo de organización social el valor desaparecería. Así, podemos afirmar que en Postone la riqueza material es, como en Sekine, externa a la riqueza mediada por la producción de valor. Thomas Sekine. «The Dialectic, or Logic that Coincides with Economics», en Robert Albritton y John Simoulidis, eds, New Dialectics and Political Economy, (Hampshire: Palgrave Macmillan, 2003), 120-130, 126.

77 Karl Marx y Friedrich Engels, El Manifiesto Comunista. (Buenos Aires: Herramienta, [1848] 2008), 40

78 Starosta, «Rethinking Marx's Mature Social Theory», 49, traducción propia

79 Juan Iñigo Carrera, El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia, (Buenos Aires: Imago Mundi, 2013)

80 Guido Starosta, Marx's Capital, Method and Revolutionary Subjectivity, (Brill: Leiden, 2015)

81 Guido Starosta, y Gastón Caligaris, «Los límites del capitalismo en los Grundrisse y en El capital», en Trabajo, Valor y Capital. De la crítica marxiana de la economía política al capitalismo contemporáneo. (Bernal: Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, 2017), 171-211

82 No pretendemos con esta propuesta alternativa de lectura ser originales. Muy por el contrario, nos apoyamos de forma estricta en los desarrollos sintéticos que Juan Iñigo Carrera lleva a cabo en El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia y en los trabajos de Guido Starosta y Gastón Caligaris, quienes despliegan de manera sistemática, con abundante evidencia textual en la crítica de la economía política de Marx, las determinaciones de la subjetividad política revolucionaria.

83 Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1844, (Buenos Aires: Colihue, 2015), 113-114; Christopher Arthur, Dialectics of Labour: Marx and his Relation to Hegel, (Oxford: Basil Blackwell, 1986); Starosta, Marx's Capital, Method and Revolutionary Subjectivity, 15

sistemática de las formas concretas en que se realizan las transformaciones en la subjetividad productiva humana. En concreto, en el capítulo dedicado al análisis de la manufactura, da cuenta de la necesidad del surgimiento de la maquinaria a partir de la propia organización manufacturera. El capital progresivamente precisa de abolir la base subjetiva del trabajo presente en la manufactura para que ésta sea ahora una potencia portada en la máquina. En otras palabras: las virtudes de la cooperación directa, así como la pericia manual y física de los obreros, presentes en las fases cooperativa y manufacturera del proceso de producción, ahora se encuentran objetivadas en la maquinaria84.

La transformación de la mano humana en potencias portadas en la maquinaria requiere tomar forma concreta en la producción de un conocimiento que no participe de forma directa en el proceso de producción, aunque sea necesariamente "un momento interno a la organización del trabajo social"85. Ese conocimiento capaz de objetivar, y así trascender en la maquinaria las potencias de la mano humana, no es más que el conocimiento científico, que ahora se erige en una potencia directa e inmediata del proceso de producción86.

Luego, Marx va analizar cómo el sistema de la maquinaria impacta en el obrero. Este impacto añade una determinación más, esto es, la descripción de cómo en el sistema de la maquinaria y la gran industria se expande la masa de fuerza de trabajo explotable (con la incorporación masiva de las mujeres), la prolongación de la jornada laboral y la intensificación de la explotación. Recién en el apartado sobre la fábrica, es cuando Marx "comienza a desplegar las determinaciones cualitativas de la subjetividad productiva propia de la gran industria"87. Es en la fábrica en donde la organización del trabajo social se realiza de forma directa y consciente, aunque mas no sea la forma concreta en la que se realice la organización social indirecta característica del modo de producción capitalista. Empero, esta regulación consciente y científica distintiva de la gran industria capitalista, no es llevada adelante por los trabajadores que intervienen en el proceso de producción de forma inmediata, sino que esas potencias se encuentran ya presentes en la propia maquinaria. Ésta última, en efecto, se vuelve un poder ajeno que domina al trabajador inmediato, es decir, se afirma como la forma en que el capital se les enfrenta como "el sujeto material concreto del proceso de producción mismo"88. Esto genera, por lo tanto, una degradación absoluta de la subjetiva productiva del obrero, que ahora se ha convertido en mero apéndice viviente de la maquinaria; esta degradación, a diferencia del período manufacturero en donde el obrero realizaba un trabajo particular, y en gran medida único en su especie, toma forma en la creación de un obrero universal capaz de participar en cualquier forma que asuma el trabajo humano89, aunque ahora el capital pueda explotarlo de manera más intensiva porque, en este mismo movimiento, se han reducido los costos necesarios de su reproducción.

Es en este movimiento necesario de la producción de plusvalor relativo en que el capital universaliza "los atributos de los asalariados"90. Ésta toma forma concreta en la lucha de clases por la compra-venta de la fuerza de trabajo, que ahora se desarrolla con "potencias transformadoras expandidas"91 a través de la implementación de la educación general obligatoria. La propia necesidad de producción de plusvalía relativa, que se expresa en la emergencia del obrero universal, precisa de una

84 Starosta, y Caligaris, Trabajo, valor y capital, 177

85 lbídem. 178

86 Karl Marx, Progreso técnico y desarrollo capitalista (Manuscritos 1861-1863), (México: Pasado y Presente, 1982): 191; Starosta y Caligaris, Trabajo, valor y capital, 178

87 lbídem. 179

88 lbídem. 180, énfasis en el original.

89 Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, t. i, vol. 2, (Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2016), 512; Starosta y Caligaris, Trabajo, valor y capital, 180

90 lbídem. p.181

91 Ibídem. p.187

educación general impulsada desde el estado en tanto representante político del capital total de la sociedad92. Marx, en este aspecto, señala que el resultado inmediato de la producción de plusvalor relativo en cuestión porta la capacidad de producir "hombres desarrollados de manera omnifacética"93.

No obstante, la realización anárquica inmanente a la forma-capital genera la reproducción de "la vieja división del trabajo con sus particularidades petrificadas"94. De ello se sigue cómo Marx solamente concibió a esta educación productora de individuos omnifacéticos y desarrollados como una posibilidad germinal futura, posible de ser puesta en funciones sobre la base creada por la producción de plusvalía relativa mediante el sistema de la maquinaria.

En lo que sigue del desarrollo vertido en El capital, no encontramos una explicación que avance aún más en el despliegue pormenorizado de la subjetividad revolucionaria. Más bien nos topamos con un gran hiato. Por un lado, Marx explica cómo el capital convierte a los obreros en apéndices vivientes de la maquinaria y, por ende, los degrada en su subjetividad productiva; pero por el otro estos mismos obreros son aquellos que llevan adelante la expropiación de los expropiadores95, es decir, la revolución. La pregunta que inmediatamente se nos presenta es la siguiente: ¿cómo un obrero degradado en su subjetividad productiva es capaz de realizar la expropiación de los expropiadores, es decir, tomar en sus manos la organización general del trabajo social para luego abolir el capital? Como bien explican Iñigo Carrera, así como Starosta y Caligaris, el nacido en Tréveris no responde a esta pregunta en El capital. Al contrario, la conquista del poder político por la clase obrera se constituye en una afirmación externa "a las determinaciones concretas de la subjetividad productiva de la gran industria que tenemos delante"96. En otras palabras: Marx no desarrolla las mediaciones necesarias. En el desarrollo que expone se constata cómo se produce un "salto mortal" desde la descalificación del obrero y la degradación de su subjetividad productiva, hacia la negación de la negación del capital en donde los "expropiadores son expropiados". Las capacidades productivas científicas, primordiales para el control de las fuerzas naturales -y que se encuentran materializadas en la maquinaria-, no se constituyen en un "atributo que el capital ponga en manos -o, mejor dicho, en las cabezas— de los trabajadores directos"97. En el argumento de Marx el "capital no crea a la ciencia, sino que la explota apropiándose de ella en el proceso productivo"98. En suma, se forma un hiato entre el obrero degradado, mero apéndice vivo de la máquina, con aquel capaz de llevar adelante la organización consciente de la vida social.

Se podría argumentar que esta grieta no es tal si incorporamos el análisis de Marx sobre el proceso de concentración y centralización del capital, en donde se comprueba como el trabajo privado se socializa cada vez más conforme avanza "la ley general de la acumulación capitalista". Empero, este análisis no aporta elementos nuevos en lo referido a la transformación cualitativa de la subjetividad productiva del obrero99. También se podría sentenciar que la creciente pauperización con que la que el capital somete a ingentes masas de la clase obrera, al convertirlas en apéndices de la maquinaria o en población superflua para sus necesidades medias de valorización, se convertiría en el suelo nutricio para que emerja una ofensiva voraz contra el capital que acabe superándolo. Sin embargo, tampoco estas determinaciones aportan nuevas razones cualitativamente relevantes para dar cuenta del desarrollo de la subjetividad revolucionaria100. Por último, ¿es el capitalista el sujeto histórico concreto capaz de llevar

92 Iñigo Carrera, El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia, 95-97

93 Marx, El capital t. i, vol.2, 593.

94 Ídem.

95 Marx, El capital. t. i, vol. 3, 953

96 Starosta y Caligaris, Trabajo, valor y capital, 188

97 lbídem. 190

98 Marx, Progreso técnico y desarrollo capitalista (Manuscritos 1861-1863), 192

99 Starosta y Caligaris, Trabajo, valor y capital, 192

100 lbídem, 193

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en su conciencia y voluntad la subjetividad productiva portadora del conocimiento que domina las fuerzas naturales y, por lo tanto, como aquel capaz de desarrollar la subjetividad política revolucionaria? En El capital, Marx desecha esta posibilidad. Explica que "la ciencia no le cuesta nada al capitalista"101, en la medida que la "ciencia ajena es incorporada al capital, al igual que el trabajo ajeno"102. En conclusión, no es el capitalista "quien personifica las potencias intelectuales para desarrollar el conocimiento científico presupuesto por su existencia objetivada en un sistema de maquinaria"103. Como lo indicamos previamente, en El capital no se encuentra resuelto quien es el sujeto capaz de personificar dichas potencias intelectuales. Iñigo Carrera explica que este callejón sin salida presente en la obra cumbre marxiana se debe a que en la época de Marx el sujeto histórico concreto, portador de las mencionadas potencias intelectuales, apenas estaba vislumbrándose104. En síntesis: la "emergencia de la necesidad social subyacente a la constitución histórica de esas potencias transformadoras involucra, por tanto, la mediación de más revoluciones en la materialidad de la subjetividad productiva de los trabajadores"105.

Antes bien, es preciso volver a señalar que en la presentación realizada en El capital las transformaciones en la subjetividad productiva de los obreros atañen solamente a los resultados inmediatos del proceso de producción al interior de la fábrica. En cambio, dicha transformación comprende la unidad material del proceso de trabajo total, que necesariamente empuja hacia fuera de los límites de la fábrica106. En consecuencia, el proceso de producción del capital comprende dos momentos adicionales al analizado en las líneas previas, a saber, el desarrollo de la ciencia y su aplicación en la organización práctica del sistema de máquinas, que a su vez incluye "la conciencia de la

101 Marx, El capital t. i, vol. 2, 470

102 Idem, énfasis agregado. En el capítulo sobre la "Maquinaria y Gran Industria", Marx señala, recuperando los informes de los inspectores fabriles Ure y Liebig, cómo los capitalistas adolecían de una gran ignorancia respecto a cualquier tipo de conocimiento científico-técnico. En sus palabras: "El propio doctor Ure deploraba la crasa ignorancia de que adolecían, con respecto a la mecánica, sus queridos fabricantes explotadores de máquinas, y Liebig ha podido hablarnos de la horripilante incultura de los empresarios ingleses de la industria química en lo que a química se refiere". Ibídem, p.470

103 Starosta y Caligaris, Trabajo, valor y capital, 195

104 Iñigo Carrera, El capital: razón histórica, sujeto revolucionaria y conciencia, 20. Ahora bien: es preciso realizar una observación en torno al por qué Marx no ve como el capital, en su automovimiento mediante la producción de plusvalía relativa, produce al sujeto capaz de controlar conscientemente la naturaleza y la cooperación laboral al portar una subjetividad productiva expandida. Así, se constata cómo Marx opone abstractamente al trabajo manual del intelectual. Por ello, sólo puede ver a un obrero degradado por convertirse en apéndice de la máquina, y al intelectual, como un sujeto que disfruta de las mieles generadas por las "hazañas de la libertad", en el decir de Benedetto Croce, a saber, como un órgano particular de la vida humana liberado de la tiranía de la necesidad. Sobre el final del capítulo XV, donde se enfrenta al cambio de magnitudes en el precio de la fuerza de trabajo y en la plusvalía, Marx adelanta algunas líneas sobre la superación del capital. Escribe: "la supresión de la forma capitalista de producción permite restringir la jornada laboral al trabajo necesario"; es decir: que superada la forma-capital la jornada laboral se reduciría al trabajo necesario y lo que otrora era apropiado por el capitalista en concepto de plusvalía surgido de ese plus de la jornada laboral en que el obrero trabaja gratis para él permitirá la conquista del tiempo libre por la mayoría, la cual, bajo el imperio del capital, es privilegio de la minoría de los capitalistas. En esta línea, agrega en la siguiente página: "Una vez dadas la intensidad y la fuerza productiva del trabajo, la parte necesaria de la jornada social de trabajo para la producción material será tanto más corta, y tanto más larga la parte de tiempo conquistada para la libre actividad intelectualy social de los individuos'. Vemos de manera clara cómo Marx ve a la actividad intelectual como ocio, enfrentado al trabajo manual. En suma: se puede afirmar que el nacido en Tréveris no pudo ver como el capital produce un órgano del obrero colectivo con subjetividad productiva expandida porque se rindió ante una abstracción: la separación entre trabajo manual e intelectual. Marx, El capital t.1, vol.2, 642 y 643, énfasis agregados.

Si bien en los Grundrisse el trabajo intelectual aparece como "trabajo humano en general", este atributo no aparece vinculado a la clase obrera sino al "trabajo general del espíritu humano". Iñigo Carrera, El capital: razón histórica, sujeto revolucionaria y conciencia, 20.

105 Starosta y Caligaris, Trabajo, valor y capital, 193

106 Ibídem, 195; Iñigo Carrera, El capital: razón histórica, sujeto revolucionaria y conciencia, 122

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unidad de la cooperación productiva"107. Estos dos momentos adicionales se encuentran expuestos en El capital, pero no las determinaciones del sujeto concreto que los ejecuta.

En contraste con el desarrollo de Marx, consideramos que Iñigo Carrera108 ha descubierto el nexo material existente entre el movimiento del capital y la emergencia de la subjetividad política revolucionaria en tanto necesidad inmanente del primero, lo que supone un descubrimiento sin parangón en los estudios de la crítica de la economía política. Como lo demuestra en El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia, el propio movimiento enajenado de la forma-capital le arranca al capitalista toda potencia para personificar la conciencia coactiva y productiva en el proceso de producción y circulación de un capital individual (convirtiéndolo en un verdadero parásito social), para confederarlo en las cabezas de un órgano específico del obrero colectivo, que ahora experimenta el proceso de expansión de sus atributos productivos109. En efecto, el capital coloca a esta fracción de los trabajadores la capacidad para "organizar en forma científica el proceso de producción de cualquier sistema automático de maquinaria y, en consecuencia, cualquier forma de cooperación social sobre la base de la gran industria"110. La ciencia se convierte, por tanto, en el producto resultante del ejercicio de esta subjetividad productiva expandida.

El capital, entonces, trabaja en favor de su propia abolición al revolucionar la propia subjetividad productiva humana bajo el despliegue contradictorio del trabajo manual e intelectual. La propia clase obrera se hace cargo del enajenado movimiento del capital en su conjunto y es aquí de donde ella extrae las potencias que la constituyen como sujeto revolucionario. Este desarrollo en que la propia materialidad de la subjetividad productiva se expande, implica una necesaria colisión con la forma enajenada de organización del trabajo social por el capital. De ello se concluye que esta forma de subjetividad productiva contiene en su interior la potencialidad para afirmarse en una subjetividad política revolucionaria.

Ahora bien, este movimiento se realiza de forma históricamente contradictoria. En la medida en que, por una parte, la producción de plusvalía relativa mediante el sistema de la maquinaria transforma la subjetividad productiva de un fragmento del obrero colectivo ampliándole sus atributos productivos, por otra parte, vuelve cada vez más superflua la habilidad subjetiva del trabajador. En efecto, esta forma desarrollada del proceso de producción del capital se realiza bajo la violenta separación entre el trabajo manual e intelectual, ampliando de forma extensiva los ramos de explotación más duros e intensivos en los que se desenvuelve el primero111. En otras palabras, la universalización de la clase obrera se realiza bajo la dramática diferenciación interna de sus subjetividades productivas. Empero, este movimiento alcanza un punto en que choca contra la forma en que se organiza la vida social112. Esta mutación material debe realizarse, como indicamos, en la acción política conscientemente organizada de la clase obrera, más allá de las diferencias en cuanto a su subjetividad productiva.

107 Starosta y Caligaris, Trabajo, valor y capital, 195.

108 Iñigo Carrera, El capital: razón histórica, sujeto revolucionaria y conciencia

109 Ibídem, 21. El autor explica que la organización directa del trabajo al interior de un capital individual requiere de dos conciencias: la coactiva y la productiva. La conciencia coactiva es aquella encargada de organizar el trabajo a los fines de extraer plusvalía al trabajador directo. La conciencia productiva es aquella comisionada en la organización del movimiento de un capital individual en la circulación y la cooperación productiva en la producción. Con la llegada de la gran industria, el capital le arranca al capitalista la capacidad de ejercer un rol coactivo y productivo en el movimiento de un capital individual, para asignárselo al propio obrero colectivo convirtiéndolo en el portador del movimiento del capital en su totalidad, incluso, coaccionándose a sí mismo en la extracción de plusvalía. En esta determinación podemos ver lo que el propio Marx señalara seminalmente en sus Manuscritos de 1844, cuando escribió que "el no trabajador hace en contra del trabajador todo aquello que este realiza en contra de sí". Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1844, 121, énfasis agregados.

110 Starosta y Caligaris, Trabajo, valor y capital, 199

111 lbídem, 202

112 lbídem, 203

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Así, el capital colisiona con su límite cuando la socialización y la universalización del control consciente sobre las fuerzas naturales como potencias del propio trabajo humano orientada a la producción de plusvalía relativa engendran, en su necesidad inmanente, el desarrollo de las fuerzas productivas bajo la dirección plenamente consciente "del trabajo social como la relación social general que regula la reproducción de la vida humana y, en consecuencia, como un atributo portado por cada una de las subjetividades productivas singulares que conforman el trabajador colectivo"113. Esto implica que los individuos no vean a su propia relación social como una potencia ajena que los amenaza, sino que reconozcan que su desarrollo como individuos plenos depende del conocimiento objetivo de la necesidad social de gastar su fuerza trabajo individual en asociación con el resto de los productores114. Por lo tanto, se sienta la fuente nutricia para el fin de la enajenación humana, de su prehistoria. Es la superación del capital y la llegada de un nuevo modo de producir la vida social basado en las y los individuos "libremente asociados"115, que implica, como ya lo vimos en Postone, la abolición de la clase obrera. En otros términos: el capital se aniquila a sí mismo por medio de una mediación concreta, a saber, que la clase obrera se aniquile a sí misma.

Este largo rodeo por el tratamiento de la subjetividad revolucionaria en la crítica de la economía política de Marx nos permite, ahora, establecer grandes contrastes con la presentación que Postone ha hecho de la misma. Habíamos señalado que el autor canadiense se había detenido ante una apariencia representándose una externalidad, a saber, su impugnación del potencial revolucionario de la clase obrera. Este retroceso implica una radical discontinuidad con su célebre y lúcida afirmación de que la superación del modo de producción capitalista no le llega desde fuera.

No obstante, un punto a destacar de la propuesta de Postone es que considera que el germen de una subjetividad política crítica y, por ende, revolucionaria, se ubica en la subsunción real del trabajo en el capital. Previamente, en una nota a pie, habíamos advertido sobre esta lúcida observación contrastándola con las posiciones de Lenin y Lukács, para quienes la conciencia capaz de ir más allá de cualquier apariencia no puede situarse en la subsunción real, sino en el momento de la subsunción formal, porque en la primera la conciencia ya habría sido capturada de una vez y para siempre por el tradeudonismo (Lenin) o la osificación (Lukács). Sumergirse en las transformaciones producidas por la subsunción real del trabajo en el capital, para hallar las determinaciones en que la conciencia alienada se reconoce en su alienación, es lo que realizó nuestro autor. En este sentido, vimos como Postone encuentra que la enorme riqueza material creada al compás de la reproducción ampliada del capital por la producción compulsiva de plusvalor relativo (característico de la subsunción real), entra en contradicción con su forma enajenada de realizarse, esto es, con el valor, hallando, pues, la posibilidad del surgimiento de una subjetividad revolucionaria en esta contradicción puesta por el propio sujeto-capital, que ahora pone por primera vez de manifiesto, hace realidad efectiva (Wirkíichkeit), al opuesto que lleva dentro de sí. De todas maneras, no fue capaz de avanzar más allá de esta afirmación. Al mutilar la materialidad del trabajo abstracto y, por tanto, no reparar en el estudio de las formas concretas en que la propia subjetividad productiva humana se revoluciona, no pudo advertir que es el propio capital el que confedera a la clase obrera la necesidad de su propia superación. Por el contrario, en nuestro autor la clase obrera sólo es un atributo del capital -lo cual es efectivamente cierto-, pero un atributo carente de toda potencialidad para organizar una acción política superadora de la enajenación capitalista. Por este motivo, en su exposición de las formas concretas de la subsunción real del trabajo en el capital, no se constata que el autor perciba transformación alguna en la subjetividad productiva, es decir, una en la

113 Ibídem, 204

114 Ibídem, 205

115 Marx, El capital. t. i, vol. 1, 97

cual el control científico de las fuerzas naturales y la cooperación productiva no estén puestas sólo formalmente como emanaciones del Geist-capital, sino en tanto potencias asignadas a un órgano específico del obrero colectivo. Al contrario, en Postone no hay una reflexión que avance en la vinculación de la ciencia en tanto "arsenal del capital" con la conciencia de un sujeto colectivo concreto. En relación a esto, Starosta escribe:

"Una debilidad notable del análisis de Postone sobre la subsunción real reside en su reducción implícita de la clase obrera de la gran industria a los trabajadores manuales directos. Es evidente que el sujeto formal del desarrollo de la ciencia y la tecnología es el capital, como ocurre con todas las potencias productivas del trabajo social que surgen de la cooperación directa de los trabajadores. Sin embargo, el despliegue de esas potencias productivas no tiene un sujeto material en el desarrollo de Postone" 116

Por estos motivos, Postone sitúa la posibilidad del surgimiento de una subjetividad crítica o antagonista en abstractos "movimientos sociales", ajenos a la propia clase obrera117. Por muy explícita que sea la afirmación de que esas subjetividades críticas deben brotar del propio movimiento del capital, al no vincular esas posibles subjetividades críticas con la materialidad del proceso de producción social, termina colocando el germen de esa subjetividad en una ajenidad del capital. A diferencia de lo que plantea Marcel Stoetzler, a saber, que en esta abstracción yace la gran fortaleza del planteo postoniano "porque deja a la espontaneidad del proceso histórico la tarea de mostrar quién va a llevar la antorcha de la revolución"118, es en la misma en donde vuelve a brotar la debilidad de la propuesta postoniana. En conclusión: Postone no pudo probar en Tiempo, trabajo y dominación social su hipótesis de que el capital encierra la necesidad de su propia abolición al no poder reconocer la especificidad histórica del valor y, vía este no reconocimiento, identificar así el proceso material que produce al sujeto histórico concreto capaz de superarlo.

Consideraciones finales

Nuestra intervención se ha propuesto señalar, en un primer momento, que la lectura postoniana de la superación revolucionaria del modo de producción capitalista ilumina elementos importantes para pensar una novedosa forma de abordar la subjetividad política revolucionaria en la que ella no se presente de manera idealista, a saber, una perspectiva capaz de reconocer la unidad orgánica entre la materialidad del proceso de producción social y las formas de subjetividad capaces de superar el capital en un sentido socialista.

En concreto, la crítica de Postone al marxismo tradicional pudo identificar los principales límites de esta tradición para pensar el problema de la dominación social y la revolución en el capitalismo. Sobre esta base ha formulado una relectura de la noción de dominación social derivada de las categorías constitutivas del capitalismo, a saber, las de mercancía y valor, señalando que la dominación en el

116 Starosta, «Rethinking Marx's Mature Social Theory» 49, traducción propia.

117 En un trabajo previo, Postone había señalado que la clase obrera era el sujeto histórico concreto que el capital determinaba para superarlo. Empero, como no pudo dar con la especificidad del trabajo que produce valor y, sobre todo, con las formas en que la propia subjetividad productiva se revoluciona, es perfectamente lógico que en Tiempo, trabajo y dominación social deposite en los movimientos sociales, que en su lectura son ajenos al proletariado, la tarea de llevar adelante la transformación revolucionaria de la sociedad. Véase: Moishe Postone, «Necessity, Labor and Time», en Social Research, n°45 (1978): 739-788

118 Stoetzler, «Postone's Marx: A Theorist of Modern Society, Its Social Movements and Its Imprisonment by Abstract Labour», 274

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capitalismo es abstracta porque las clases sociales, capitalistas y obreros, no representan la "contradicción límite" de este modo de producir la vida social, sino que se encuentran enajenadas en el capital, aquel erigido en el verdadero sujeto concreto alienado de la vida social. Como el capital es sujeto, Postone ha propuesto que su superación no podía ser exterior a su propio despliegue, es decir, que la conciencia capaz de abolir el capital no podía ser incorporada desde fuera. En pocas palabras: que la sociedad de los individuos libremente asociados, como caracterizaba Marx al socialismo, brota y se desarrolla a partir de una necesidad inmanente del propio movimiento del capital.

Sin embargo, en el núcleo rector de la comprensión postoniana encontramos una antinomia fundamental. A los fines de exponerla avanzamos en una crítica a cómo se enfrenta al trabajo productor de valor. Así, identificamos que Postone incurre en la misma inversión de Rubin, a saber, aquella que sostiene que es el trabajo abstracto el que produce valor, siendo este último un fenómeno de la circulación. Luego, expusimos cómo, a partir de esta aporía, culmina en la mutilación de la materialidad del trabajo abstracto, eternizando, por tanto, a la mercancía. Es por este mismo punto de partida invertido que nuestro autor no pudo enfrentarse a las formas concretas en las que el capital revoluciona la subjetividad productiva humana. Postone consideró que el proletariado no se constituía en sujeto revolucionario por ser un atributo del capital, es decir, que al ser su predicado no podía desarrollar una acción política que lo niegue. Esto lo llevó a depositar sus esperanzas en que la subjetividad antagonista capaz de superar a la forma-capital brotara en los "movimientos sociales". Esta lectura que habita en el centro del planteo postoniano, contradice de plano su, por lo demás correcta, afirmación de que el capital es sujeto, en lo concerniente a que es él mismo quien pone, al igual que la Idea hegeliana, los presupuestos de su propia superación. Puesto de una forma polémica: Postone ubica el origen de la subjetividad revolucionaria en una realidad externa al capital.

Por último, en oposición a la letra postoniana, apoyándonos en los desarrollos de Iñigo Carrera, Starosta y Caligaris, mostramos cómo el propio capital, a través de la producción de plusvalor relativo mediante el sistema de la maquinaria, determina a la clase obrera como sujeto revolucionario al erigirlo como el portador de la subjetividad productiva capaz de hacerse cargo de la conciencia productiva y coactiva de la totalidad del proceso de producción capitalista. Por este motivo, si la clase obrera es un sujeto revolucionario, es porque el capital ha revolucionado su subjetividad productiva al determinarle con la potencia para conocer plenamente todas las determinaciones y, por tanto, con la capacidad para organizar de forma inmediatamente consciente el trabajo social119.

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