Научная статья на тему 'ACCIóN COLECTIVA Y MOVIMIENTOS SOCIALES: DISPUTAS CONCEPTUALES Y CASOS DE ESTUDIO RECIENTES'

ACCIóN COLECTIVA Y MOVIMIENTOS SOCIALES: DISPUTAS CONCEPTUALES Y CASOS DE ESTUDIO RECIENTES Текст научной статьи по специальности «Языкознание и литературоведение»

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Текст научной работы на тему «ACCIóN COLECTIVA Y MOVIMIENTOS SOCIALES: DISPUTAS CONCEPTUALES Y CASOS DE ESTUDIO RECIENTES»

Francisco Báez, Leonardo Cancino y Juan Pablo Paredes (Eds.) Acción colectiva y movimientos sociales: disputas conceptuales y casos de estudio recientes. Editorial Puntángeles y Universidad Playa Ancha, Valparaíso, 2015

Durante los primeros meses del año 2006, el recién inaugurado primer gobierno de Michelle Bachelet enfrentaba una inesperada muestra de fuerza y capacidad de movilización por parte de los estudiantes secundarios. Lo que ahora conocemos como la "Revolución Pingüina" fue, sin lugar a dudas, un verdadero acontecimiento no solo por su magnitud sino que también, y sobre todo, por su capacidad para alterar los términos del debate público de aquel contexto: de ahí en más, la presencia del actor estudiantil pasó a constituirse en una constante, hasta alcanzar una inédita potencia en el marco de las movilizaciones sociales del año 2011.

Esta reemergencia de la acción colectiva contenciosa en Chile no solo se expresó en el mundo estudiantil. Como hacía décadas no ocurría, las movilizaciones sociales comenzaron a poblar diversos territorios y ejes de acción: ya sea a partir de las demandas ambientalistas o las reivindicaciones territoriales, la reactivación de las disputas del movimiento mapuche o de las luchas de la diversidad sexual, lo cierto es que el escenario sociohistórico nacional se ha distanciado de aquel soporífero tiempo post-transicional que había convertido a Chile en ejemplo de gobernabilidad.

En consecuencia con estos giros en la historicidad nacional, las ciencias sociales han comenzado a dirigir nuevamente su mirada hacia la acción colectiva. La escena académica nacional ha vuelto a poblarse de investigaciones acerca de movimientos sociales, de estudios de caso retratando experiencias específicas, de seminarios y congresos en los que las problemáticas teóricas y empíricas vinculadas al tópico de la acción colectiva y los movimientos sociales han recobrado su viejo ímpetu. Y es justamente como parte de este contexto que aparece Acción colectiva y movimientos sociales: disputas conceptuales y casos de estudio recientes, un esfuerzo editorial que, sin dudas, constituye una acción colectiva en si misma: 17 investigadores produciendo 14 artículos sobre tópicos vinculados a la dimensión teórica, global, internacional y nacional de la acción colectiva, la gran mayoría de ellos surgidos de instancias colectivas de debate e intercambio académico.

El libro se encuentra organizado en seis secciones que nos ofrecen miradas diversas acerca del común tópico de la acción colectiva. 14 miradas que van desde la reflexión teórica acerca del significado de esta categoría clave de las ciencias sociales hasta la exposición de casos concretos que incluyen desde las movilizaciones estudiantiles del año 2011 hasta la "Primavera tunecina" del mismo año, desde la traducción política del movimiento indígena ecuatoriano hasta las luchas de nuestros mapuches en el sur, desde el antagónico "Que se vayan todos"

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de la argentina pre-kirchnerista hasta el inclusivo "Yo soy 132" de los jóvenes mexicanos. Todo ello, encabezado por una introducción en la que sus editores hacen un útil repaso por las distintas perspectivas teóricas que forman parte del acervo de conocimiento en torno al tópico de la acción colectiva y los movimientos sociales, abordando críticamente la relación entre acción colectiva y racionalidad individual, de la misma forma como los enfoques estratégicos, políticos y culturalistas desarrollados en torno a este tema.

Si asumiéramos esta obra como una identidad, tendríamos que decir que corresponde a un cuerpo alejado de la homogeneidad y coherencia que los celosos cancerberos de la pureza identitaria suelen pontificar. Este es un libro, hay que decirlo, en el que habitan distintas identidades, perspectivas en pugna e incluso inconmensurables si las vemos de modo individual. Es un texto conformado por voces múltiples que nos ubican en posiciones alternas y contradictorias acerca de la acción colectiva, y en el que habitan múltiples oposiciones. Este es, probablemente, su principal mérito, toda vez que permite al lector observar el despliegue de estrategias de abordaje divergentes, de estilos opuestos de aproximación y de perspectivas teóricas contrapuestas que dan como resultado un collage en el cual, lejos de obtenerse respuestas categóricas, se producen nuevas preguntas y problematizaciones para este viejo y nuevo tema de la acción colectiva.

Entre las voces múltiples y las oposiciones posibles de extraer de la lectura del texto, quisiera detenerme en 6 de ellas, la primera de las cuales refiere al debate en torno al tipo de enfoque desde el cual se aborda la problemática de la acción colectiva y la potencialidad de avanzar hacia la conformación de un enfoque pluralista capaz de desmantelar las fronteras paradigmáticas. ¿Es posible producir un enfoque plural acerca de la acción colectiva, capaz de incorporar la totalidad de los modelos y paradigmas actualmente existentes? En otras palabras, ¿es posible fundir, en aras del pluralismo teórico y metodológico, una concepción que entiende a la acción colectiva como un proceso eminentemente relacional con aquellas que plantean su abordaje desde el punto de vista de un actor racional prefigurado?

Sobre estas preguntas, a lo largo del libro se presentan dos opciones antagónicas entre sí: mientras en el artículo de García acerca de la sociología analítica y su mirada sobre la acción colectiva se plantea explícitamente la posibilidad de "comprender la relación entre el nivel relacional (...) y el nivel individual de la acción colectiva" (p.61) haciendo uso del instrumental de la sociología analítica; Paredes, en su trabajo sobre "los performativos políticos" en el marco de las movilizaciones estudiantiles del Chile del 2011, nos propone una perspectiva que se sitúa "desde un posicionamiento distinto a lo que ha propuesto la sociología de los movimientos sociales, ya sea desde la óptica de la acción colectiva racional, la

movilización de recursos y las oportunidades políticas o la sociología de los problemas y controversias públicas" (p.159).

Una segunda oposición, al parecer inocua pero a mi juicio profundamente relevante, se puede observar en cuanto a la determinación de la forma de aproximación al estudio de la acción colectiva. Mientras Báez -en su trabajo acerca de la sociología analítica y su utilidad para el estudio de la acción colectiva- argumenta a favor del estilo preciso, inteligible y racionalista propio de la sociología analítica, y cuestiona por consecuencia el uso de la metáfora, el lenguaje figurado y la imprecisión conceptual, Tito Tricot, en su militante escrito sobre el movimiento mapuche, hace uso del lenguaje ya no como un instrumento reducido al servicio del saber, sino que más bien como una verdadera arma política en la que el uso de la retórica juega un rol central:

De pronto, sin aviso alguno, rugió la tierra con tal furia que huyeron despavoridos los pocos ángeles azules que aún merodeaban la noche en busca de algún amor incauto. Y se nos cayó el cielo a pedazos en una lluvia interminable de polvo, vidrio y abisal oscuridad. Entonces nos golpeó sin misericordia la inconmensurable fragilidad de la vida y se nos alborotó la garganta de atávico espanto. Nadie puede describir con precisión aquellos momentos interminables cuando el tiempo se detuvo en miedo del ensordecedor ruido y de nuestra abrumadora angustia (...) Solo un momento para recuperar el aliento perdido entre las penumbras del peor terremoto en la historia de Chile. Un movimiento implacable, como el movimiento mapuche que también surgió de la tierra para resignificarla como territorio autónomo. Teluridad que, por

definición, es movimiental, siendo su sustento geotérmico condición sine qua non para la eventual organización política de la reflexividad mapuche o, al menos, de parte del pueblo mapuche" (p. 304).

Es así como, si para algunos autores partícipes del libro el lenguaje opera como un corpus categorial desde el cual se expone un conocimiento inequívoco, como en el estudio de las formas de significación clasista del "que se vayan todos" desarrollado por Marcelo Gómez, otros trabajos como el del mismo Tricot o Paredes operan como un ejercicio nominativo de producción de una posición. Una toma de partido que no ahorra palabras, que recurre a la retórica, que escabulle las barreras categoriales y metodológicas. Cuestión de estilos, pero que sin dudas esconde una oposición sustantiva acerca de la naturaleza del objeto y las formas de abordarlo.

Una tercera oposición es la que puede rastrearse en relación a la definición de la acción colectiva como una acción estratégica versus su comprensión en términos performativos. Es así como, por ejemplo, mientras el texto de Pagliaroni y Meléndez acerca del movimiento indígena ecuatoriano Pachakutik centra su atención en los dilemas organizativos referidos a la "problemática de la articulación entre las dinámicas del movimiento social y la lógica de conformación de un movimiento político" (p.152) -cuestión que sin lugar a dudas atiende a la dimensión estratégica de la acción colectiva-, el ya referido estudio de Paredes centra su atención en la

dimensión performativa del movimiento estudiantil del 2011, asumiendo a ésta como "un camino alterno a una política exclusivamente hegemónica". El interesante estudio de Cerrillo sobre el célebre twitter YO SOY 132 de México, sin plantearlo de modo explícito, también aborda esta tensión a la hora de contrastar el profundo impacto y capacidad performática de dicho movimiento con "la frustración por los objetivos inalcanzados" (p.175) del mismo movimiento.

De este mismo trabajo es posible observar una cuarta oposición, resultante de la pregunta acerca del impacto de las nuevas tecnologías de la información en la forma, sentido y alcances de la acción colectiva. Para Cerrillo, ocurre que "la Revolución tecnológica en la que vivimos se está convirtiendo en una revolución epistemológica que, poco a poco, está dando lugar también a una revolución política (...) las circunstancias están dadas para un cambio sustancial en las sociedades modernas a partir del retorno de la política a su verdadero espacio: la plaza pública" (p.190). De Facci y Gutiérrez, por su parte, y en relación a las causas que explican la Revolución tunecina del año 2011 que derivó en el desmoronamiento del régimen de Ben Ali, enumeran un conjunto de factores explicativos respecto a dicho acontecimiento, dentro de los cuales se encuentra, como uno entre más, el uso de las tecnologías de información. Para estos autores, la relevancia del uso de las tecnologías de información ha sido sobredimensionada, de la misma forma

como "se ha tendido a subestimar el rol de las organizaciones encargadas de conducir el movimiento" (p.342).

En la misma dirección apunta el texto de Cesar Guzmán, centrado en una búsqueda por determinar las causas y describir la dinámica del fenómeno de las movilizaciones estudiantiles del 2011. Como parte de su reflexión, y alejándose de las interpretaciones que asocian los múltiples fenómenos de acción colectiva contenciosa acontecidos a escala global ese año 2011, Guzmán atribuye sus explicaciones a una hipótesis contraria a la de la revolución tecnológica, y más próxima al análisis sociológico convencional: "La ola de protestas del 2011 -señala Guzmán- se origina en el rápido y progresivo deterioro de las condiciones sociales de amplios sectores de la población de los países desarrollados, que se desata con la crisis financiera de 2008" (p.254).

Una quinta oposición es la que emerge una vez que nos interrogamos acerca de la relación entre la acción colectiva contenciosa y el espacio de la política institucional. Mientras en el ya citado trabajo de Pagliaroni y Meléndez sobre los movimientos Pachakutik y Fuerza País en Ecuador, de la misma forma como en el estudio de Nataluci y Barrau acerca de los movimientos sociales argentinos y su impacto político, la relación entre la dimensión social propia de la acción colectiva y el espacio de lo político-institucional se define como porosa e inestable en cuanto a sus fronteras, en el ya referido trabajo de Tricot, o en el interesante estudio de Nina

Radovic acerca del movimiento social de Aysén, es posible observar una relación de oposición irrestricta entre ambas dimensiones de la acción social.

Vinculado con lo anterior, es posible rastrear una sexta y última tensión en lo que refiere a la potencia emancipatoria de las acciones colectivas inspiradas en la oposición radical al espacio político institucional. Mientras en algunos de los textos ya citados es posible extraer una relación de continuidad entre antipolítica y emancipación, en el interesante trabajo de Marcelo Gómez acerca de los significados del "Que se vayan todos" en el contexto de la crisis del 2001 en Argentina, esta relación no es necesaria, siendo posible observar incluso la existencia de posiciones nihilistas o derechamente conservadoras tras el rechazo a la política. Y es que, como indica el autor de este trabajo, "El que se vayan todos es, ante la falta de alternativas de orden disponibles en el sistema político, una forma de restaurar las leyes naturales que garantizan la armonía social: la moral del mérito y el cumplimiento de la ley. Para varios de los entrevistados es muy fuerte la creencia de una sociedad con estrictas reglas de diferenciación por mérito, donde cada uno es responsable por su destino y donde detrás de cualquier intención política se esconde la sospecha de ambiciones de poder siempre perturbadoras del debido reconocimiento al mérito individual" (p. 207).

Naturalmente, este libro puede ser objeto de múltiples lecturas, seguramente divergentes de la que aquí proponemos.

Probablemente, un lector más advertido será capaz de capturar las continuidades que atraviesan cada uno de los trabajos, o de valorar algunos aspectos no expuestos acá. Pero en lo que no quedará duda alguna es que este libro, fruto de un trabajo artesanal pero no por ello menos profesional de un grupo diverso de académicos y ciudadanos, es un aporte que nos convoca a pensar la acción colectiva desde la crítica y la apertura a la divergencia, el debate y la construcción colectiva.

Carlos Durán Migliardi CEDER Universidad de Los Lagos

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