Научная статья на тему 'Memoria y olvido como estrategia política: una perspectiva desde el caso brasileño'

Memoria y olvido como estrategia política: una perspectiva desde el caso brasileño Текст научной статьи по специальности «История и археология»

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Brasil / Dictadura / Memoria / Olvido / Estrategia Política / Brazil / Dictatorship / Memory / Oblivion / Political Strategy

Аннотация научной статьи по истории и археологии, автор научной работы — Hernán Ramírez

Analizamos la vinculación entre la memoria y el olvido en el proceso político brasileño, centrándonos en el comportamiento de algunas instituciones y actores específicos, ya sean estatales, políticos, militares, empresariales, religiosos o intelectuales, internos y externos, para blanquear los traumas pasados, sin llevar a cabo transformaciones profundas, lo que provoca su resurgimiento, transfigurado, como continuidad que trasciende diferentes períodos históricos e impone obstáculos al presente.

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Memory and oblivion as a political strategy: a perspective from the Brazilian case

We analyze the link between memory and oblivion in the Brazilian political process, focusing on the behavior of some institutions and specific actors, whether state, political, military, business, religious or intellectual, internal and external, to whiten past traumas, without carrying out deep transformations, which causes its resurgence, transfigured, as a continuity that transcends different historical periods and imposes obstacles to the present.

Текст научной работы на тему «Memoria y olvido como estrategia política: una perspectiva desde el caso brasileño»

51, octubre 2022: 1-17

Memoria y olvido como estrategia política: una perspectiva desde el caso brasileño

Memory and oblivion as a political strategy: a perspective from the Brazilian case

Hernán Ramírez*

Resumen: Analizamos la vinculación entre la memoria y el olvido en el proceso político brasileño, centrándonos en el comportamiento de algunas instituciones y actores específicos, ya sean estatales, políticos, militares, empresariales, religiosos o intelectuales, internos y externos, para blanquear los traumas pasados, sin llevar a cabo transformaciones profundas, lo que provoca su resurgimiento, transfigurado, como continuidad que trasciende diferentes períodos históricos e impone obstáculos al presente.

Palabras claves: Brasil, Dictadura, Memoria, Olvido, Estrategia Política.

Abstract: We analyze the link between memory and oblivion in the Brazilian political process, focusing on the behavior of some institutions and specific actors, whether state, political, military, business, religious or intellectual, internal and external, to whiten past traumas, without carrying out deep transformations, which causes its resurgence, transfigured, as a continuity that transcends different historical periods and imposes obstacles to the present.

Keywords: Brazil, Dictatorship, Memory, Oblivion, Political Strategy.

Recibido: 6 mayo 2022 Aceptado: 17 agosto 2022

Una placa conmemorativa al egresado de una cohorte en la Escola Preparatoria de Cadetes, hoy Coégio Militar, de Porto Alegre llama la atención. El nombre de Carlos Lamarca fue removido y posteriormente restaurado. Lamarca había desertado cuando ocupaba el cargo de capitán, transformándose en uno de los comandantes de la Vanguarda Popular Revolucionária (VPR) y de la Vanguarda Armada Revolucionária (VAR- Palmares), luego de la fusión de aquella con el Comando de Libertado Nacional (COLINA) y la Uniao Operária.

Este ejemplo sencillo nos indica cuán importante es el acto memorial y las luchas que deben ser trabadas para que no nos borren de la existencia histórica. La que es más una disputa de fuerzas de lo que un frío procedimiento técnico de registros empíricos. Hay una lucha para entrar en la historia como proceso y existe otra para que se nos incorpore en la Historia como narrativa.

La batalla por recordar en placas conmemorativas no es nueva y forma parte de disputas postdictatoriales que se entablaron en diversos espacios del Cono Sur de América Latina. De todos

* Argentino residente en Brasil, Dr en Historia, Profesor de Unisinos e Investigador de CNPq, hramirez1967@yahoo.com. ORCID: 0000-0002-8483-0698.

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modos, ella contiene algunas singularidades, que nos hablan del carácter peculiar que guarda la dictadura brasileña y que la distingue del resto de los regímenes autoritarios que se abatieron sobre esta región de América Latina. Lo que no solo sirve para una caracterización más precisa, sino que puede ayudarnos a explicar otros procesos.

De estos, nos ocuparemos del uso de la memoria y el olvido en la historia reciente brasileña como estrategia política, comenzando por la etapa dictatorial y que adentra todo el periodo democrático hasta el presente, sosteniendo como hipótesis que hubo una elección racional por el olvido, relegando el recordar y, principalmente, castigar como prenda de cambio para la consolidación democrática. De todo modo, ello se cobró su precio, ya que el hecho de no expurgar el pasado dejó pesadas herencias que se volvieron contra el propio estado de Derecho, al instaurar la impunidad como norma.

Siendo este un recorte extenso en lo temporal, basaremos nuestro argumento en un estudio panorámico de largo plazo, en el que algunos aspectos son tratados de modo sucinto, lo que esperamos no se confunda con superficial. Y será en el conjunto de evidencias apuntadas que nuestra hipótesis encuentre respuesta, obviando detalles más precisos sobre cada uno de esos elementos, imposible de explayar en un espacio limitado, y que pueden ser constatados fácilmente sin la necesidad de que se los desmenuce aqui.

Los hechos históricos

Una de las tesis marxistas más conocidas es la de que los modos históricos engendran en su vientre aquel que lo sucederá, el que incorporará muchos de sus rasgos, perspectiva que seguiremos aquí para mostrar como las democracias que renacen no solo son herederas de las dictaduras, sino que algunas fueron forjadas en su seno. De hecho y aunque constituya una paradoja, las dictaduras fueron instaladas para supuestamente defender la democracia, la que creían amenazada.

Esto puede parecer extraño pero el mundo se cansa de registrar situaciones semejantes. Por ejemplo, la Gran Democracia del Norte patrocina toda suerte de desestabilización y hasta lleva a cabo invasiones para imponer su visión de lo que se debe entender por democracia. Como concepto, ella está en disputa y muchas veces se considera aconsejable extinguirla temporalmente para preservarla. De hecho, el Estado de Sitio, como estatuto jurídico, tiene tal función y está refrendado constitucionalmente.

Los gobiernos de facto surgían, así, como estados de excepción más profundos y extensos, pues el saneamiento democrático demandaba un esfuerzo mayor. Dentro de lo cual, ciertamente, extirpar al adversario, ahora elevado a enemigo, como José Nun (1982) advirtiera al analizar el último ciclo dictatorial argentino que se inauguraba en 1966.

Pero la represión no era un objetivo auto suficiente, sino que servía de base para alcanzar otros que se fijaron como metas, entre los cuales realizar reformas estructurales. De hecho, ellas tuvieron el objetivo de refundar nuevamente los países (Garretón, 1984; Sidicaro, 1996), como bien lo resume la pomposa denominación de "Proceso de Reorganización Nacional" que asumió la última dictadura argentina, deseo que también está presente en el preámbulo del Ato Institucional n° 1 (AI-1), con el que se instaló la dictadura brasileña1.

Bajo esta forma cual podemos comprender mejor esa última dictadura, que se distancia de las otras por el haber conservado el funcionamiento institucional propio de democracias, como el

1 Brasil, Coleféo de Leis do Brasil, Brasilia, vol. 3, 1964, pág. 3 o Diario Oficial da Uniao (DOU), Brasilia, Sección 1, 9 de abril de 1964, pág. 3.193.

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parlamento, los partidos políticos y elecciones de modo regular, aunque por momentos pasaran por algunas inclemencias. De hecho, los presidentes eran sometidos al escrutinio de un colegio electoral, rito que puede parecer formal pero que era una deferencia de los militares hacia la clase política, que indicaba el vicepresidente. Hoy es dominante la idea de que las dictaduras fueron cívico-militares y el caso brasileño parece ser el que más se ajusta a esa categoría.

A pesar de que las botas ejercieron el puesto más importante, los civiles ocuparon cargos en ministerios, bancas parlamentares y puestos en gobiernos estaduales y municipales, por no hablar de las funciones que desempeñaron en otros órganos de Estado. Este no fue un mero barniz democrático, ni una simple concesión, era la forma que tenían para hacer partícipe a la sociedad y desde allí preparar la transición hacia un régimen democrático, al que supuestamente buscaban preservar dando el golpe de Estado.

Más que pretender instalar regímenes totalitarios, como podía ser la intención de grupos internos minoritarios, el objetivo propuesto era el de sanear al país para que, en un tiempo prudencial, se pudiera retornar a un gobierno sin la injerencia militar. Los golpes de Estados fueran contrarrevoluciones preventivas con claras pretensiones refundacionales, las que tenían como meta una democracia formal al estilo occidental, que no cuestionara el status quo vigente, para lo cual debían destruir las estructuras que habían llevado a ese supuesto proceso de radicalización.

De todas formas, el paso inicial era sin dudas el de aniquilar la amenaza interna, para lo cual los países aplicaron un vasto repertorio de acciones represivas. Estas fueron siendo construidas a lo largo del proceso y dependieron de diversos factores, entre los cuales las características propias de cada país y las necesidades coynturales, que determinaron las dosis con las que se aplicaron, estando por ello en relación también al tamaño de los blancos que se pretendían alcanzar. De hecho, en Brasil, fueron ajustándose de modo paulatino y hay quien diga que la verdadera dictadura ocurriera en un breve periodo, bautizado como los Anos de Chumbo, entre 1969 y 19742.

Ciertamente todo atentado a la vida es condenable, por lo cual las estadísticas pueden ser frías y algo deshumanas, pero ellas sirven como termómetro para evaluar ese aspecto en términos relativos. Aún con una población mucho mayor, Brasil tuvo los menores índices represivos regionales, comparado a los otros casos nacionales, en particular a los de Argentina y Chile, tal vez los más emblemáticos.

Los datos varían, pues distintos fueron los momentos de recopilación, pero todos corroboran esa tesis. La Comissao Especial sobre Mortos e Desaparecidos Políticos (CEMDP) contabilizó 362 muertes y desaparecidos, cifra que la Comissao Nacional da Verdade (CNV) elevó a 434 muertos, desaparecidos y cuerpos recuperados. Debemos aclarar que esto no incluye la represión rural, en particular sobre indígenas, que fue muy elevada, motivada más por carácter socio-económico que político, ya que muchas comunidades se resistieron a desalojos por grandes obras, siendo reprimidas violentamente (Resende, 2015).

Así, sus actividades represivas estuvieron más concentradas en los expurgos, las prisiones, la mayoría legales, aunque con tortura, y la censura, lo que llevaron a muchos al exilio. De todos modos, esto parecía menos cruento de lo que acontecía entre sus vecinos (Pereira, 2009), en particular porque el aire de legalidad ofrecía un poco más de garantías, sobre todo a la integridad física, lo que no fue impedimento para diversos abusos, resonantes por cierto.

Igualmente, hay que reconocer que son parte de un proceso con raíces más lejanas. Leyes de Seguranza Nacional tenían vigencia desde 1935, siendo la primera promulgada después de lo que se

El principal exponente de esta tesis es Elio Gaspari (2002).

conoció como Intentona Comunista, la que fue alterada en 1953. Y no fue hasta 1967 cuando se sancionó un nuevo dispositivo legal, por el que se instituía la Doutrina de Seguranza Nacional como norma, lo que evidencia el endurecimiento del régimen, que se acentúa con el Ato Institucional n° 5 (AI-5) de 1969, que instituyó una legislación más dura. A su vez, esta sería ablandada en 1978, ya durante el periodo de distención y previa a la Lei de Anistia, de 1979. Proceso que concluye en 1983, con la actual ley, sancionada durante la dictadura y que no por casualidad pasara incólume durante toda la redemocratización.

Como las actividades políticas eran encuadradas como afrentas a la Seguridad Nacional, serán esos los dispositivos con los cuales se ejercerá la represión legal, conducidos por los carriles de la justicia militar. Procedimientos que corrían bajo los Inquéritos Policial Militares (IPMs), instaurados por un decreto- ley de 1969, cuando se implanta el Código Penal Militar (CPM), aun en vigencia. Así, la mayoría de los actos represivos ocurrieron dentro de las estructuras estatales, bajo control militar, de modo legal.

Igualmente, como las policías en Brasil están militarizadas y eran ellas las que se ocuparon de la seguridad interna por mucho tiempo, fue por sus órganos que se canalizó inicialmente la represión, en particular en los Departamentos de Ordem Política e Social (DOPS), creados en 1924 e instituidos en 1928, con base regional. Comprendiendo social aquí todo lo que tuviera que ver con los movimientos de la sociedad organizada. Órganos que pasaron por algunas reformulaciones, en especial durante el Estado Novo, convertidos en Delegadas (Comisarías), los que no fueron incluidos en la Constitución de 1988 y, por lo tanto, extintos.

De todos modos, a medida que el conflicto político fue radicalizándose, estas estructuras regionales, más preparadas para ocuparse de movimientos pacíficos localizados, enfrentaron algunos problemas para encarar situaciones de mayor complejidad, al momento que las organizaciones entraron en la clandestinidad y pasaron a circular con mayor dinamismo por el territorio nacional, como forma de burlar los aparatos represivos existentes.

El agravamiento de esta situación lleva a la creación de la Operando Bandeirantes (OBAN), en 1969, con la intención de centralizar y coordinar mejor esas acciones, la que se ocupaba de tres frentes: recoger informaciones, acción represiva y de difusión, incluyendo esto básicamente la guerra de contra información. Vale destacar que muchos empresarios y tecnócratas del medio empresarial se vincularon a la misma, especialmente en su financiamiento, aunque los hubo quienes lo hicieron también en acciones represivas, como Henning Boilesen, quien sería ajusticiado por las fuerzas guerrilleras en una emboscada (Melo, 2012).

Tal colaboración llama la atención, al resultar extraño que un área tan sensible, justamente en un régimen autoritario, haya tenido que recurrir a este artificio para financiarse. Tal vez, más de lo que resolver apremios monetarios, injustificados en una dictadura, lo que se haya buscado era tornar una parte de su acción ilegal. Sabemos que el dinero deja rastros, mucho más dentro de estructuras burocráticas y estatales. Por ello, al colocarlo fuera de ese circuito, posibilitaba escapar a esos controles, sea con el propósito de realizar acciones al margen de la ley o de borrar indicios que pudieran ser usados en el futuro contra sus mismos actores.

Vemos, así, que la lucha recrudece, lo que obtiene como respuesta la creación de uno de los instrumentos más temibles, como el Destacamento de Operapes de Informado - Centro de Operapes de Defesa Interna (DOI-CODI), que pasó a tener más fuerza que los DOPS, el que surgió de órdenes secretas como consecuencia de la instalación de la OBAN. Si bien eran órganos con estructuras y objetivos distintos, actuaron relacionados, el primero subordinado al segundo. Y fueron en sus instalaciones que se desarrolló la represión más pesada, que incluyó las muertes de Vladimir Herzog, Alexandre

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Vannucchi Leme, José Ferreira de Almeida y Manoel Fiel Filho, encubiertas como suicidio, incluso con laudos legales falsos. Preocupación por mantener las apariencias que marcamos como característica de este caso nacional. Estaba montado así el gran engranaje represivo, como se refiere Mariana Joffily (2013).

Esto constituía un claro intento disciplinador, había que retornar a cierto orden, en el que no cabían determinadas posiciones políticas y, mucho menos, las que amenazaran con llegar al poder. El mal debía ser extirpado, pero de nada servía si no lo era de raíz, por lo cual el proyecto refundacional tenía como intención reformular las estructuras económicas para impactar sobre los actores sociales y así llegar a sus expresiones políticas.

Su propósito era el de vencer las dificultades que tenían los partidos de derecha para conquistar votos, como observara Juan Linz (1978), los que estaban siendo doblegados por sus adversarios de centro izquierda. De hecho, estos actores habían invertido ingentes recursos en las elecciones de 1962, que no proporcionó los resultados totalmente esperados pero que se reveló fundamental en algunos casos puntuales, como la derrota que Ildo Meneghetti le propinara a Leonel Brizola, el héroe da Campanha da Legalidade, principal garante de la asunción de Joao Goulart.

De todos modos, el resultado del plebiscito de 1963 enterró el parlamentarismo y encendió la señal de alerta, pues la reelección estaba a camino, lo que la dictadura buscará impedir. Para lo cual una acción puntual no era suficiente, por se precisaba construir fuerzas políticas pro sistémicas de fuste, de lo contrario estarían condenados a repetir resultados pasados, como en el caso argentino, con su eterno regurgitar del Peronismo.

Así, por medio del AI-2, de 1965, se ilegalizaron todos los partidos y por el Ato Complementar n° 4 se dictaron nuevas condiciones para su existencia, las que tornaban imposible de hecho el surgimiento de más que dos, uno que representaba al grupo en el poder y otro a la oposición, con lo cual se creaba un bipartidismo de facto. Sistema que tuvo vigencia en casi toda la dictadura y con la cual se gobernó sobre reglas más o menos democráticas.

No obstante, aún con todos esos cuidados, la disidencia se agrupó de manera sólida en el Movimento Democrático Brasileiro (MDB) y a la Alianza Renovadora Nacional (ARENA), representante del régimen, a veces le costaba imponerse, por lo cual le fueron provistas diversas muletas. La más conocida de todas fue la de los "cargos bionicos", un artificio introducido por el AI-3 para el puesto de gobernador y algunos intendentes, que pasaban a estar sometidos a un colegio electoral, lo que la Emenda Constitucional n° 4, de 1977, extendió a los senadores, extinta por la Emenda Constitucional n° 15, de 1980, para los gobernadores y que se extendió a los intendentes en 1982.

Diferentemente de algunas opiniones que ven en esto apenas un arremedo democrático, para aplacar la comunidad internacional, principalmente, pensamos que tenía un propósito más importante, el de someter las fuerzas políticas a un proceso pedagógico, con un claro favorecimiento a las fuerzas de derecha, pero que no desestimulasen la oposición a quedar al margen. Y, de esta forma, unas ganaban musculatura y las otras moderaban sus apetitos, tal cual era la intención original.

Esta hipótesis no sólo es plausible, sino que gana fuerza al comprobar que, una vez pasadas las tensiones más fuertes de los Anos de Chumbo, la liberalización va aconteciendo, tanto por la propia presión que ejerce la oposición, como por las concesiones que el régimen va acordando, para saciar las demandas internas y, principalmente, las externas.

La distensión

De modo diferente a lo que ocurriera en otros países, Brasil vivió un proceso más lento de ablandamiento del régimen, lo que puede estar asociado a influjos externos, como nos indica la visita de Samuel P. Huntington, en 1973, antes que Ernesto Geisel asumiese la presidencia. Ya en el cargo, abraza la distensión, que modula de acuerdo con las necesidades locales, conduciendo una apertura 'lenta y gradual", slogan al que se le añadió segura posteriormente, proceso que insumiría diez largos años.

Ello no buscaba satisfacer solo a la comunidad externa, sino también a las fuerzas locales que ya estaban un tanto inquietas y las demandas por una mayor celeridad del proceso no tardan en aparecer.

Aprovechando que en 1975 la ONU declara año internacional de la mujer, Therezinha Zerbini crea el Movimento Femininopela Anistia (MFPA). Era Trabajadora Social y en tal función conoce a Euryale de Jesús Zerbini, con el cual se casa, uno de los cuatro generales que pasaron a retiro después del golpe de Estado de 1964, por ser un militar legalista, sufriendo también prisión. Posteriormente, es presa por haber ayudado a Frei Tito para conseguir la quinta de Ibiúna, propiedad de una amiga de la familia, donde sería realizado, en 1969, el célebre Congreso en la clandestinidad de /a Uniao Nacional de Escudantes (UNE). Evento descubierto y desbaratado por las fuerzas de seguridad, por el que fue sometida a una investigación militar, pasando 80 días en la prisión, en compañía de Dilma Rousseff.

A comienzos de 1978, el movimiento se amplia, particularmente por la acción de abogados que militan en los derechos humanos, que crean el Comité Brasileiro pela Anistia (CBA), contando con el apoyo de la Ordem dos Advogados do Brasil (OAB) y sede en la Associafao Brasileira da Imprensa (AIB), el que lucha por la amnistía amplia, general e irrestricta, con diversos comités en el exterior. Este es un momento decisivo, pues antecede a la visita de Jimmy Carter a Brasilia, oportunidad en la cual Therezinha Zerbini consigue entregar una carta a su esposa, Rosalynn Carter.

Estas circunstancias presionaron para una mayor abertura, la que ocurre con la revocación del AI 5 en octubre de ese año, dispositivo legal que franqueara la época de mayor represión. No obstante, sería el general Joao Batista Figueiredo quien, en 1979, envía al Congreso nacional la Ley conocida como de Anistia. De todos modos, la Historia lo registra como aquel que prolongara la agonía dictatorial.

Su intención inicial era la de aprovechar el momento para limpiar el terreno y garantizar impunidad por los crímenes de lesa humanidad practicados, como todas las dictaduras de la región lo intentaron a modo de resguardo anticipado ante su retirada, sin dejarlo de modo expreso, pues el texto se refería a crímenes políticos y electorales, que al incluir el termino conexo, mucho más vago, abrió las puertas para una interpretación más amplia.

Lo que interesa en este caso es que la ley sería de hecho legitimada por la mayoría de las partes, pues no solo amparó a los represores y sus administradores, sino que terminaría por incorporar a una gran parte de los que habían sufrido en dictadura, que así podían recomponer parcialmente sus vidas. No obstante, inicialmente los actos terroristas y asesinatos cometidos por fuerzas de extrema izquierda fueron dejados de lado.

Igualmente, debemos notar que la misma abarcaba desde el 2 de septiembre de 1961 hasta el día de su promulgación, en 1979. Esta curiosidad está en consonancia con lo que los intelectuales uruguayos vienen sosteniendo de forma pionera hace tiempo, como Costa Bonino (1985 y 1995); González (1993) y Bucheli (2008), al constatar que el deterioro político aconteció mucho antes que los golpes, gestándose en el vientre de democracias que se carcomen por dentro.

De todos modos, la fecha escogida para dar inicio al periodo contemplado por la ley tiene que ser vista con cuidado, lo que amerita un largo paréntesis explicativo que aquí se abre. La renuncia de Janio Quadros acaeció un 25 de agosto de 1961, momento en el que comienza la tensión por garantizar

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la asunción de su vice, Joao Goulart, que estaba en misión oficial en China. Motivo por el cual, es el presidente de la Cámara de Diputados, Ranieri Mazzilli, quien ocupa interinamente el cargo, bajo tutela de los ministros militares, el mariscal Odílio Denys, de la Guerra, el vicealmirante Sílvio Heck, de la Marina, y el comodoro (brigadeiro) Gabriel Grün Moss, de la Aeronáutica, que se oponían a Goulart.

Aunque el intríngulis sea conocido, vale recordar que el sistema electoral brasileño establecía que los votos a presidente y vice se diesen por separado y no por fórmula, lo que había terminado por elegir dos candidatos opuestos, incluso el postulante a vice tuvo más votos nominales de lo que recibiera aquel que ocuparía la presidencia. Por ello, los ministros militares presionaron por la realización de un nuevo acto eleccionario, a lo que las fuerzas del vicepresidente se oponían.

Esto desata una batalla política para garantizar, primero, la llegada de Goulart al Brasil y, después, al poder. Atrincherado en el palacio Piratini, sede del gobierno de Rio Grande do Sul, Leonel Brizola, cuñado de Jango y su principal baluarte político, inicia lo que se conoció como la Campanha da Legalidade. Un verdadero acto de resistencia, pues contaba con apoyo policial y militar, además de ciudadanos armados, y también con acción propagandística, pues montó una gigantesca red de medios de comunicación para mantener la población al tanto de los acontecimientos, dado que la mayoría de los medios le era esquiva. Lo que marcó una fuerte polarización, incluso dentro de los militares, con movimientos de tropas, embarcaciones y aviones, sin que llegaran a confrontar.

La solución fue declarar un régimen parlamentarista el día 2 de septiembre, que la ley toma como fecha de partida, pero que tal vez solo sirva para contemplar el complot que planeó abatir en pleno vuelo a Joao Goulart, cuando se dirigia a Brasilia desde Porto Alegre, a donde había llegado el día 1 de septiembre. La Operación Mosquito fue un acto sedicioso fracasado que ocurrió el 5 de septiembre, cuando autoridades de la Fuerza Aérea pretendieron interceptar el avión que transportaba el vicepresidente o destruirlo en tierra, pero no se concretizó ya que los aviadores no asumieron la misión. Así, Jango se convertiría en presidente el 7 de septiembre, día de la Independencia de Brasil.

Esa operación no era un acto aislado, anteriormente, el día 27 de agosto, hubo movimiento inusual en la base aérea de Canoas, zona metropolitana de Porto Alegre, con la intención de bombardear el palacio Piratini. Esto nos muestra que ya existía una clara intención de eliminar el oponente, así como las divisiones internas dentro del campo militar. No hay que olvidarse que la fórmula de Jango había estado encabezada por el mariscal Henrique Teixeira Lott y que al menos dos guerrillas tuvieron componentes militares.

Recordemos que los movimientos guerrilleros a los cuales Carlos Lamarca se incorporara, mencionados al inicio, tuvieron también componentes militares, a los que debemos sumar el Movimento Nacionalista Revolucionário (MNR), de tendencia brizolista, que sería protagonista de dos focos guerrilleros, el de Tres Passos, Rio Grande do Sul, que posteriormente se deslizó para Capanema, Paraná, en 1965, y el de Caparaó, Minas Gerais, en 1967. Después de desbaratados, algunos se incorporaron a la Organi%afao Revolucionária Marxista Política Operária (Polop) y a la VPR. Por lo cual no es de sorprender que los militares hayan sido el grupo con mayor número de víctimas de la represión (Almeida, 2012).

Y, aun bajo dictadura, la oposición no armada siempre se demostró activa, como cuando ganara las calles en la Passeata dos Cem Mil, en Rio de Janeiro, cuya represión había causara la muerte trágica del estudiante Edson Luíz, que motivara una misa en la Iglesia de la Candelária, en el emblemático año 1968. Por ello, con sus limitaciones, la ley transformará el panorama y dará aliento a los movimientos que se venían gestando, los que obtendrán refuerzo proveniente de los que retornaban del exilio.

Lucha por Justicia

Si bien la cúpula eclesiástica había participado decisivamente del proceso de deslegitimación del gobierno de Joao Goulart, convocando a gigantescas manifestaciones en su contra, así como dando soporte humano y material a muchas acciones conspiratorias y golpistas (Comblin, 1979; Della Cava, 1989; Ramírez, 2019), cuando la represión recrudeció, los vientos mudaron y ésta se fue alejando hasta convertirse en crítica.

Así como en otros lugares de América Latina, la Iglesia pasó a dar amparo a los que sufrían el accionar represivo, en particular ofreciendo sus estructuras, que estaban más resguardadas. A lo que se sumaron otras confesiones religiosas en tareas semejantes, como las evangélicas y judía, ante lo cual la lucha por justicia adoptaría carácter ecuménico. En un vuelo de pájaros, recordemos a tres de sus figuras emblemáticas: el rabino Henry Sobel, el arzobispo Paulo Evaristo Arms y el pastor previsteriano Jaime Wright.

Sobel fue incisivo en oponerse al acta que atribuía como suicidio la muerte de Vladimir Herzog, acaecida en el DOI-CODI de Sao Paulo en 1975, procediendo a todos los rituales fúnebres que la comunidad concede a los que no atentan contra su propia vida.

Igualmente, no sorprende lo que ocurriría el día que se repatriara el cuerpo de Frei Tito, como era conocido el dominico Tito de Alencar Lima. Detenido por su relación con Carlos Marighella, líder de la At¡ao Libertadora Nacional (ALN), que sufriera torturas en la sede de la OBAN y se librara de ellas al ser intercambiado por el embajador suizo Giovanni Bucher, en una práctica común del periodo. Desterrado de Brasil por el gobierno del general Emílio Garratazú Medici, siguió para Chile y, desde allí, para Francia, debido al deterioro político del gobierno de Salvador Allende, local de destino en el cual cometería suicidio.

Casi una década después, en 1983, el cuerpo de Frei Tito retornó al Brasil y, en paso por Sao Paulo, fue realizada una misa en su Catedral, en un homenaje conjunto a Alexandre Vanucci, estudiante muerto en 1973 y cuyos padres lucharon por una década para trasladar su cadáver. En la ocasión, vistiendo de rojo, el hábito del martirio, Arns celebró el acto, tal cual lo había hecho al momento de la muerte de Vanucci, desafiando al régimen.

Wright padeció en carne propia el dolor causado por el accionar represivo. Su lucha por los derechos humanos comienza en Bahía por vuelta de 1968 y se intensifica a partir de 1973 con la muerte de su hermano, el diputado catarinense Paulo Wright, lo que provoca una disidencia con el pastor Boanerges Ribeiro, que se prestaba a legitimar el régimen. Sus contactos en Norteamérica fueron importantes para intermediar el encuentro de Arns con el presidente Jimmy Carter, en 1979, donde le fue presentada una lista preliminar de desaparecidos.

Ese es el año en que comienza el proyecto Brasil: Nunca Mais, gigantesca obra de registro documental del accionar represivo en ese país, que se extendiera hasta 1985 y que clandestinamente sistematizó un millón de páginas de 707 procesos existentes en el Superior Tribunal Militar (STM). Trabajo que cubrió el periodo que va de 1961 hasta 1979, bajo comando de Arns, Sobel y Wright, que así le confirieron el aire ecuménico antes señalado, plasmado en libro al finalizar el proceso, publicado por la editora Vozes, perteneciente a la Iglesia católica. Lo que marcó el momento álgido en la lucha por los derechos humanos.

Con la redemocratización, esos asuntos vuelven al ruedo, pero la Lei de Anistía y un presidente como José Sarney, que venía de las entrañas de la dictadura, no permitieron avances importantes, pues la tutela militar se hacía sentir, como se expresa en un caso emblemático.

En visita oficial al Uruguay, en 1985, la actriz y diputada Elizabeth Mendes de Oliveira reconoció el agregado militar de la Embajada como nadie menos que Carlos Alberto Brilhante Ustra, su

torturador, cuando estuvo prisionera en 1970. A su regreso, pidió su alejamiento al presidente, pero el general Leónidas Pires Gongalves, Ministro do Exército a la época, lo mantuvo en el puesto y avisó que no removería ningún militar acusado de tortura (Skidmore, 1988).

Así, el primer progreso se da con Fernando Collor de Mello, cuando en 1991 procede a la apertura de los archivos de los DOPS de Sao Paulo y Rio de Janeiro (Catela, 2002), pero no se avanza mucho más allá y tendrá que esperarse bastante para que la justicia transicional comience de hecho.

Es en 1995, bajo el gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso, cuando se sanciona la ley que instaura la Comissao Especial sobre Mortos e Desaparecidos (CEMDP), bastante criticada por los órganos de derechos humanos, ya que colocaba la carga de la prueba en las víctimas, desconociendo la obligación del Estado, pero que marcaba un cambio de posición después de diez años bastante letárgicos.

Sin embargo, contradiciendo expectativas iniciales, dos días antes de dejar el poder, Cardoso extendió el secreto de los archivos represivos de 30 para 50 años, con lo cual colocó aún más restricciones y el trabajo prosiguió de ritmo lento.

Recién en 2007, durante la presidencia de Luíz Inácio Lula da Silva, ve la luz el documento Direito a memoria e a verdade: Comissao Especial sobre Mortos e Desaparecidos Políticos. Y, las reparaciones concretas se circunscribieron en mayor medida a obtener y, en algunos casos, modificar los certificados de defunción, así como resarcimientos pecuniarios y recolectar muestras sanguíneas para objeto de identificación. Procedimientos que en algunos casos hasta la actualidad.

Por lo complicado de esos trámites burocráticos, en 2001, es instalada la Comissao de Anistia en el seno del Ministério da Justina, que tiene como atribución analizar los pedidos de indemnización formulados por aquellos que fueron impedidos de ejercer actividades económicas por motivación exclusivamente política entre 1946 y 1988, ampliadas en 2002. Y, a partir de 2007 se promovió una serie de Caravanas con la intención de realizar los análisis de los pedidos in locu y así sensibilizar a las poblaciones locales sobre tales hechos.

Otro hito importante se dio en 2009, cuando comenzó la construcción del Memorial da Anistia, junto a la antigua Faculdade de Filosofía e Ciencias Humanas de la Universidade Federal de Minas Gerais, actualmente paralizado por una acusación de corrupción. En la ocasión, el ministro de Justicia Tarso Genro pidió perdón en nombre del Estado brasileño a las familias de los muertos, desaparecidos y torturados.

De todos modos, había y hay asuntos pendientes. Por eso, en 2008 el Conselho Federal de la OAB ingresó con una acción judicial para declarar inconstitucional la Lei de Amnistía, pues no permite juzgar los perpetradores de crímenes contra la humanidad, lo que estaría garantizado legalmente por Brasil haber firmado tratados internacionales que así lo establecen. El trámite concluyó en 2010 cuando el Superior Tribunal Federal (STF) votó en contra el pedido, con seis votos contra cinco, poniendo una pesada piedra en las justas pretensiones punitivas. Vale recordar que el voto decisivo fue proferido por Eros Grau, que en 1972 había sido preso y torturado por ser miembro del Partido Comunista Brasileiro (PCB).

Parecía difícil, pero no todo estaba perdido y la labor pasa ahora por frentes extrajudiciales. Desde 2007, distintos memoriales bajo el título de "Pessoas indispensáveis" fueron erigidos en diferentes partes de Brasil, ayudando a restaurar la historia de los que murieron o desaparecieron durante el régimen cívico-militar. En 2009, el gobierno federal lanzó el proyecto online "Memorias Revendas", también conocido como "Centro de referencias para as Lutas Políticas no Brasil (1964-1985)", bajo supervisión del Arquivo Nacional, vinculado al Ministério da Justina, que también produjo una valiosa colección de libros.

Y, en un caso inédito, en 2008, miembros de la familia Teles consiguieron una acción declaratoria de la justicia de primera instancia calificando al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra como torturador, lo que fue refrendado en 2012 por el Tribunal de Justicia de Sao Paulo (TJSP). Un poco antes, en ese mismo año, Ustra había sido condenado a resarcir por daños morales a la esposa de Luiz Eduardo Merlino, muerto en 1971. Pero recurrió sin que tuviera veredicto, pues murió antes, en 2015.

Esos fueron caminos laterales que se transitaron al estar ocluida la vía punitiva, esfuerzos que ganan nueva proporción bajo la presidencia de Dilma Rousseff, en 2010, cuando instala la Comissao Nacional da Verdade (CNV), en 2010, con el solo objetivo de reconstruir la verdad histórica, considerado ya un derecho humano. Como aconteciera con la Lei de Anistia, llama la atención el amplio periodo incluido en su horizonte a investigar, que iba del 18 de setiembre de 1946 al 5 de octubre de 1988, fechas enmarcadas por la promulgación de dos constituciones democráticas, por lo cual podemos preguntarnos acerca del sentido de tal recorte, el que dejaba afuera el periodo del Estado Novo, donde también existieron innumerables violaciones de los derechos humanos.

De todos modos, vuelve a tener el mérito de considerar la pérdida de los valores democráticos como un proceso de larga duración, algo que no ha sido reconocido por otros casos regionales, como el argentino, que sistemáticamente se ha negado a revisar lo que ocurriera durante los gobiernos peronistas que tuvieron lugar en el intersticio dictatorial. Periodo clave donde se fraguó el terrorismo de Estado, causando incluso un número mayor de víctimas que el registrado por toda la dictadura brasileña.

Más que seguir el modelo de los Juicios por la Verdad argentinos, que tuvieron un neto carácter judicial; en Brasil se adoptó por algo parecido a lo practicado en el Uruguay, donde se le encomendara tal tarea a una comisión de académicos notables, lo que resultó en una serie de volúmenes escritos donde se compilaran los atentados a los Derechos Humanos perpetrados durante su dictadura.

Si bien en el caso brasileño hubo sesiones públicas en las que se daban procedimientos indagatorios a testigos a semejanza de lo que ocurre en los tribunales, parte importante de las tareas recayó en la acción de investigadores ad hoc, en su mayoría profesionales conceptuados del área, a veces auxiliados por discípulos más jóvenes. Así, no es extraño que algunos de los tres densos Relatónos, como se llamaron a sus informes que se entregaron 2015, tuvieran la apariencia de tesis formales o libros académicos, en especial el segundo, incluso con inquietudes que son más propias de los claustros universitarios de lo que demandas sociales.

Con ello cerramos ese rápido racconto, esperando haber mostrado parte central de la lucha por los derechos humanos en Brasil, la que fue prolongada, con altos y bajos, sostenida en el tiempo, pero que presentó diversos límites, impuestos de modo estructural y por las coyunturas. De todos ellos, pareciera ser que la puerta cerrada por la Lei de Anistía en 1979 fue imposible de o no se quiso abrir, por lo menos hasta el momento, lo que puede haber sido una voluntad más política de lo que jurídica, visto que otros casos nacionales consiguieron perforar fisuras legales más profundas.

Límites a la memoria

Clausuras en justicias de transición han existido en todos los casos presentados, hay muchos intereses para no recordar y, especialmente, no castigar. Hasta el propio juzgamiento al Holocausto los tuvo. De todos modos, cuando la voluntad política aún está presente, diversas han sido las brechas utilizadas para horadar el sistema de mordaza en momentos que nada parecía quebrar los pactos de silencio.

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En Argentina, cuando las leyes de Punto Final y Obediencia Debida clausuraron sus vías principales, la militancia en derechos humanos fue muy astuta en buscar otras, por las cuales los perpetradores fueron llevados al banquillo de los reos nuevamente. Entre ellas, tres se destacan, una fue la de usar un delito secundario como la falsedad ideológica, cometido en la apropiación de niños nacidos en cautiverio, no contemplado en las leyes de olvido; una segunda, relativa al hecho de que los crímenes de secuestro eran delitos continuados, que no paraban hasta que los cuerpos no aparecieran; y, por último, el de patear la pelota afuera cuando las instancias internas se cerraban, llevando los casos a cortes internacionales.

La experiencia existía y era conocida, pero en Brasil artificios como esos no fueron usados o fueron usados en proporciones menores a la que otros países, refiriéndonos especialmente al segundo y tercer caso. Solo la instauración de la CNV representó una cierta innovación, la que si bien representó avances también mostró límites claros, quedando reducida a determinados círculos, particularmente académicos.

Recordemos que Brasil no era el caso de clausura más difícil, pues Chile tal vez fuera aquel que mayores trabas presentó inicialmente, pues el dispositivo de olvido estuvo pavimentado por una amplia y rigurosa legislación, que le reservaba a Pinochet y a los herederos del régimen una mayor cuota de poder, inclusive de vetos, en la transición. Lo que estaba asegurada por la legitimidad alcanzada y la alta popularidad que el régimen dictatorial mantuvo. No obstante, hoy tenemos en ese país un centenar de perpetradores presos.

Así, salvando distancias, la experiencia brasileña se asemeja más con la uruguaya, donde la Ley de Caducidad fue el escollo infranqueable para una justicia más efectiva, que no quedara sólo en lo simbólico. Diferentemente a la brasileña, ella fue adoptada en 1986, ya en plena transición democrática, cuando se iniciaban los movimientos por reparación judicial, ante los cual los militares respondieron con amenazas de desacato.

En 1987 comienzan los movimientos que culminan con el Referéndum de 1989, donde el voto amarillo venció por 57% al voto verde, que obtuvo 43%, guarismos que se estrecharon en el Plebiscito de 2009, pero que fueron insuficientes para revertirlo, con lo cual el chantaje militar funcionó como táctica de presión y tal dispositivo se mantiene aún vigente.

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Si bien las cifras dan una sensación de paridad, hay que recalcar que el clivaje partidario fue extremamente marcado, con el Partido Colorado votando en bloque por mantenerla y el Frente Amplio también monolítico en derogarla, dividiéndose el Partido Nacional. Algo que en el caso brasileño no se ha observado, pues muchas veces las fuerzas de izquierda, en especial las que están más al centro, han consentido tácita o activamente con el status quo legal, como se observa a seguir.

Al instalar la CNV, Dilma Rousseff expresaba: "O país reconhecerá nesse grupo, nao tenho dúvidas, brasileiros que se notabilizaram pelo espírito democrático e pela rejeigao a confrontos inúteis ou gestos de revanchismo. Nós reconquistamos a democracia a nossa maneira, por meio de lutas e de sacrificios humanos irreparáveis, mas também por meio de pactos e acordos nacionais, muitos deles traduzidos na Constituigao de 1988. Assim como respeito e reverencio os que lutaram pela democracia enfrentando bravamente a truculencia ilegal do Estado, e nunca deixarei de enaltecer esses lutadores e lutadoras, também reconhego e valorizo pactos políticos que nos levaram a redemocratizagao"3.

Ese había sido el argumento que la mayoría de miembros del STF usó para defender la tesis de que no se debía revocar la Lei de Anistía. De todos modos, ello abre un debate acerca de los intereses que tuvieron los actores en ese pacto y las circunstancias que lo entablaban, pues renunciaron a resortes

3 O Dia, "Emocionada, Dilma instala a Comissao da Verdade", 12/5/2012.

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jurídicos con pocas contrapartidas. Así, si bien los militares dejan el centro de la escena política, continuaron ejerciendo por mucho tiempo, o nunca abandonaron, el papel moderador que se auto adjudicaron. Y trabaron desde allí la mayor parte de los pasos que tibiamente se daban para castigar, recordar y hasta avanzar en otros términos.

El pasado se cobra su cuenta

Recordar, y recordar de la forma más amplia posible, tiene sus significados. Es parte obligada de la transmisión de la cultura, del trazado de la historia y de la "invención de la tradición", como nos dice Leonor Arfuch (2012). Así, el haber coartado, en cierta forma, ese proceso, a modo de censura y de auto censura, auto impuesta por la mayoría de aquellos que padecieron los oprobios de la represión como pretendida condición para ganar un futuro posible, a la larga terminaría por pasarles la factura.

De esta forma, 45 años después de haber sido sometida a la iniquidad de la tortura, Dilma Rousseff escuchaba, tal vez en su día más aciago, de la boca del entonces diputado Jair Bolsonaro decicar su voto en favor del impeachment "[...] pela memória del coronel Carlos Alberto Bilhante Ustra, o pavor de Dilma Rousseff, pelo Exército de Caxias, pelas nossas Forças Armadas. Por um Brasil acima de tudo e por um Deus acima de todos [...]", palabras que resonaron en la Cámara sin mayores problemas.

Muchas veces los improperios del entonces político de escaso relieve parecían exabruptos excéntricos, de todos modos, sin pretender establecer una ilusión biográfica, como advirtiera Pierre Bourdieu (2006), hubo una sólida lógica política por detrás de esas acciones. En una entrevista, criticó la CNV en estos términos 'Tartindo do principio de que todos os integrantes serao indicados pela presidente da República, nao se pode esperar imparcialidade do que for relatado. O que se pretende é elaborar relatórios mentirosos, endeusando os petistas e demais adeptos da esquerda e satanizando os militares para que conste em livros didáticos uma nova história escrita de forma unilateral e mentirosa. Assim, fica claro que é um ato revanchista"4

Vemos de ese modo que la batalla por la memoria es una trinchera en la que también los perpetradores se disponen a luchar. No por casualidad, Ustra escribe dos libros, Rompendo o silencio, de 1987, y A Verdade Sufocada, de 2006, convirtiéndose este último en una obra de referencia para los negacionistas de la dictadura. Por ello, el control acerca de los libros didácticos que se intenta actualmente realizar cobra sentido. Si no se puede vencer el enemigo, hay que por lo menos neutralizarlo, lo que incluye silenciarlo de la historia.

De esta forma, Bolsonaro abraza el proyecto Escola sem Partido, movimiento creado en 2004 pero que tomó envión a partir de 2015, cuando un nuevo clima de desestabilización se formaba. Fue en ese año que la Assambleia Legislativa de Alagoas lo aprobó, primer caso de los muchos que consiguiera imponer en diversos estados y municipios. No obstante, el Movimiento fue desmovilizado en 2018 por supuesta falta de apoyo del actual presidente.

Y ésta no parece ser una mera coincidencia. En su proyecto de poder, la no ideologización de las escuelas es solo una herramienta táctica cuando se está en desventaja, al asumir el gobierno lo que implementan es todo lo contrario, como ha ocurrido con la creación de diversas escuelas cívico-militares. Igualmente, la defensa que realiza del pasado dictatorial le sirve para ganar simpatías, dentro y fuera de los cuarteles. Son momentos en que los uniformados vuelven a ganar protagonismo, alzándose una vez más en su auto atribuido papel moderador.

4 Época, "Jair Bolsonaro: 'Sou preconceituoso, com muito orgulho'", 2/7/2011.

Esto queda más que claro en la serie de dos tuits disparada por el general Eduardo Villas Boas, comandante del Ejército, el día anterior al juzgamiento del Habeas Corpus impetrado por Lula ante el STF para evitar la prisión, cuando lideraba los sondeos de opinión en la corrida presidencial de 2018. En el cual escribió "Nessa situagao que vive o Brasil, resta perguntar as instituigoes e ao povo quem realmente está pensando no bem do país e das geragoes futuras e quem está preocupado apenas com interesses pessoais?", para después realizar su pronunciamiento político. "Asseguro a Nagao que o Exército Brasileiro julga compartilhar o anseio de todos os cidadaos de bem de repúdio a impunidade e de respeito a Constituigao, a paz social e a democracia, bem como se mantém atento as suas missoes institucionais"5.

El tiempo parecía no haber pasado, la historia volvía a repetirse, los "ciudadanos de bien" clamaban por orden, por excluir a los malos, corruptos, y todo esto se realiza sin pachorra en nombre de la Constitución, la paz social y la democracia, como misión institucional del Ejército.

Y ciertamente no mentía, sabemos que no hay testimonios falsos, todos traen alguna verdad aún en su falsificación. De forma ampulosa cree que ese es su deber, y así lo hace, como lo repetirá en 2021, cuando revela lo que hubo por tras bambalinas en un libro que tiene por título General Villas Boas: conversa com o Comandante, en el cual es entrevistado por Celso Castro (2021).

Comenzado en su factura siete meses antes, la obra cobra notoriedad antes de ser publicada, cuando en abril el STF se aprestaba a juzgar otro Habeas Corpus de Lula. El General, ahora retirado, pero con gran prestigio y aquejado de una dolorosa enfermedad, que le da cierta impunidad y mayor solidaridad por parte de los suyos, intentaba vanamente repetir con el anuncio lo que había conseguido antes con los tuits, pues el ex presidente garantizaría dos importantes victorias, la de declarar al entonces juez Sérgio Moro incompetente y parcial.

Mencionamos este episodio porque el mismo se engendra mucho antes, cuando el presidente Sarney no remueve un vulgar agregado militar de una Embajada, y es la coronación que escribe la parábola del proceso que venimos hilvanando, pues fueron todos los desplantes militares no respondidos a la altura por los mandos civiles en nombre de pactos pre existentes que le dieron alas. Parece no haber una reconversión mágica, extirpar la herencia dictatorial no es de generación espontánea y muchos menos se la encuentra poniéndole trabas, por más beneficioso que el trato parezca inicialmente.

Así no resulta extraño que bajo el gobierno de Bolsonaro las persecuciones volvieran, a la luz de un viejo dispositivo legal que no había sido derogado, como la Lei de Seguranza Nacional, por medio del cual se pretendía encuadras aquellas voces disidentes que osaban criticar al presidente. Influenciadores digitales, periodistas, políticos, líderes de movimientos sociales pasaron a estar sujetos al arbitrio de un estado, que rayaba el de excepción6.

Una difícil alquimia

En la obra de Jorge Luis Borges, Funes padecía el problema de recordar todo y ciertamente esto no solo nos parece absurdo, sino que lo llevaba a la locura. A través de su sinécdoque, Jorge Luis Borges trataba de un tema universal. Y, como él, varios han sido los que se preguntan acerca de la necesidad de encontrar un balance alquímico entre las necesidades de recordar y olvidar. Giorgio

5 Twitter, 3/4/2018. Disponible en: https://twitter.com/gen_villasboas/status/981315174660485122.

6 Folha de S. Paulo, Conhega 20 atingidos por investigagoes de crimes da Lei de-Seguranca Nacional e-opositores de Bolsonaro, 2/5/2021. Disponible en: https://www1.folha.uol.com.br/poder/2021/05/conheca-20-atingidos-por-investigacoes-de-crimes-da-lei-de-seguranca-nacional-e-opositores-de-bolsonaro.shtml.

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Agambem (2001) incluso lo coloca como un asunto moral, al hablar del buen uso de la memoria y el olvido. A lo que retorna Tzvetan Todorov (2000) al alertarnos sobre los abusos de la memoria.

¿Qué sería un buen o mal uso de la memoria y el olvido? ¿Cuál sería la cantidad justa de memoria de la cual precisa una democracia?, como cuestiona Benito Schmidt (2015). Parecen preguntas retóricas, casi sin respuestas, pero son centrales para el proceso político.

Carla Rodeghero (2013) pone el dedo en una llaga antigua al recordarnos que esa no era la primera vez que Brasil lidiaba con el mismo problema. En 1945, otra amnistía era promulgada, en los estertores del Estado Novo varguista, en cuya justificativa se esgrimieron argumentos similares. Supuestamente era un esfuerzo para "pacificar a familia brasileira \ pero que en realidad correspondía a la forma estructural de resolución de conflictos existentes en Brasil, mas dados a la conciliación (Rodrigues, 1982) como ethos telúrico, en la cual la amnistía parece ser una de sus estrategias (Lemos, 2002).

Tal vez, haber olvidado prematuramente en el pasado cosas que eran imprescindibles recordar pueda haber parecido un buen uso en la ocasión, pero no a largo plazo. Quizás, haber pretendido despolitizar determinados actos de recordar, convirtiéndolos en casi que formalidades académicas, fue importante, pero no suficiente, pues actuaba como sublimación que determinados grupos realizaban con cierto regocijo hedonista para compensar las visibles pérdidas que se les infringían en otros frentes de batalla, como el político.

Esto se debe a que el acto de recordar y olvidar no es unívoco, no les corresponde solo a las víctimas, también es un procedimiento que se da en los perpetradores, individuales o institucionales. Ellos también trabaron sus luchas por la memoria y el olvido, que no están aisladas del conflicto político en general. Y así reconstruyeron su propia narrativa, individual y colectiva, que instalaron en amplios sectores sociales con bastante éxito, sino no estaríamos atascados en la actual coyuntura.

Haber cedido espacios y herramientas a esos actores, por diferentes motivos, no significó su derrota. Ello les permitió recuperar sus posiciones en otros frentes sin mayores concesiones, desde las cuales se proyectaron hacia el futuro, trabajando inclusive con el olvido o la tergiversación de la memoria a su favor, pues, si existe un buen uso de la memoria, tendríamos también su opuesto ontológico. Veámoslo en algunos casos.

Antes de morir, el general Ernesto Geisel nos deja su libro de memorias (D'Araujo y Castro, 1997), construido a partir de una larga entrevista con investigadores de un conceptuado centro académico, el mismo que publicara las memorias de Villas-Bóas y que posee un extenso trabajo con fuentes, mayormente de las élites, cuyo sello le confiere mayor prestigio. Aunque participara activamente en los prolegómenos del golpe, es muy superficialmente inquirido7. Su relato se concentra más en el de artífice de la apertura, con episodios claves también poco tratados, especialmente sobre su participación en la represión, a la vez que aprovecha para elevarse por comparación al tejer consideraciones nada edificantes sobre su sucesor, ya muerto.

En síntesis, la escritura del yo, aunque por interpósita persona, sirve más para moldar la imagen que Geisel quiere nos dejar de sí, de lo que representar un esfuerzo genuino de comprender de modo más complejo el pasado. Incluso esa fue una tentativa que no resistió por mucho tiempo, pues su relato no tardó en ser confrontado con nuevas fuentes, que desde los Estados Unidos desmintieron varios de esos pasajes, como el de que no tenía conocimiento de muertes y torturas ocurridas en su mandato8. De

7 Realizamos una crítica en un artículo publicado en 2010.

8 Estados Unidos, Office of Historian, Historical Documents, Foreign Relations of the United States, 1969—1976, Volume E—11, Part 2, Documents on South America, 1973—1976, 99. Memorandum From Director of Central Intelligence Colby to

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todas formas, el testimonio permanece en papel y con amplia aceptación en medios académicos, que lo toman como verdad.

De modo semejante, el libro de Jorge Oscar de Mello Flores (D'Araujo, Faria e Hippólito, 2000) editado por el mismo centro, aunque menos logrados, nos proporciona otra muestra de tales atajos narrativos. Como actor, tuvo papel de relieve en el preludio que lleva al golpe y sus actos siguientes, pero aún existiendo una vasta documentación y obras contundentes, se escabulle de preguntas sin grandes aprietos, con lo que nuevamente sirve más para blanquear parte del pasado de lo que entenderlo (Ramírez, 2010).

Finalmente, algunos periplos de la figura de Antonio Delfim Netto lo convierten en una paradoja mucho más contundente. Célebre por conducir el "Milagre Económico", que colapsó en 1973, fue firmante del tristemente célebre AI-5 y se ventiló que recaudaba fondos para la OBAN, lo que no ha sido impedimento para que circulara por ámbitos de izquierda y fuese pluma de una de sus revistas de mayor circulación, como Carta Capital, sin demasiados reparos.

Así vemos como la pata militar ni la civil de la dictadura brasileña tuvieron demasiados costos de reconversión (Bourdieu, 1981) para transitar de un periodo a otro. La simbología del purgatorio no es en vano, no es algo que deba aplicarse en sentido literal, como nos alerta Teodorov (2000). Lejos de representar revanchismo, como muchas veces se endilga, debería ser visto como el proceso de preparación casi natural para un nuevo estado. Ello no debería ser opcional, sino imperativo, como nos muestra Paul Ricoer (2000). De lo contrario, compromete el futuro, pues si no hay una reflexión necesaria sobre errores del pasado, los mismos pueden repetirse.

Y lamentablemente ello no se reduce a una mera elucubración teórica, sino que se opera en la praxis. Como casi no hubo castigo con los que se aventuraran por la vía autoritaria, no resulta una sorpresa que la burguesía y los militares volvieran a conspirar abiertamente en golpes instituciones de nuevo tipo (Soler y Prego, 2019) y los militares retornaron al poder por medio de chantajes, categoría empleada Jean Meynaud (1963) para referirse a uno de los medios de presión, como fue el caso de la prisión impuesta a Lula.

Parafraseando a Elizabeth Jelin (2002), abrir los periódicos de Brasil actualmente nos da la sensación de haber entrado en el túnel del tiempo, nos ofrecen un frondoso relato cotidiano de la pérdida de calidad democrática, que se creía ya sólidamente reinstaurada. Una dictadura mal sepultada desfila nuevamente a cielo abierto y, lo peor del caso, cuenta con votos. Es cierto que la segunda tragedia se parece más a una farsa, pero sus efectos deletéreos también son enormes.

Coda

Análisis posteriores a los hechos tienen la ventaja de nacer con hipótesis comprobadas, distinto de cuando se lo hace en caliente, con mayores probabilidades de errar. Por lo tanto, la superioridad de ellas puede ser engañosa y no sustituyen totalmente los pronósticos que se realizan cuando el hecho histórico fluye, donde lo impredecible acontece. De todas formas, las primeras nos ofrecen un terreno firme por el cual transita una faceta de la Historia, al mostrar resultados sobre el pasado que sirven para reflexión futura.

Una amplia mayoría de actores brasileños resolvió en la coyuntura lo que consideró ser la mejor manera de encarar la dura tarea de recordar y olvidar. Partiendo de viejas tradiciones estructurales, la

Secretary of State Kissinger, 11/4/1974. Disponible en: https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1969-76ve11p2/ d99?platform=hootsuite

conciliación parece haber sido la clave transicional, por la cual los hechos pasados no fueron penalizados, restringiéndolos mayormente a la disputa por recordar, de forma bastante parcial, los hechos.

Algunos vieron en ello las razones para el éxito de su modelo transicional. De todas formas, tareas incompletas o abandonadas pueden ser fatales, se nos enseña desde la antigüedad. La piedra que en Brasil se dejó a medio camino en la empinada colina de la memoria poco a poco se transformó en estorbo y, en dado momento, rodó para atrás. Y los escombros aún a medio derrumbar no solo estorban el camino, sino que se convierten en material de trinchera para que actores, que deberían haber quedado sepultados en el pasado, vuelvan a asombrar, quizás no en la misma medida, a los vivos.

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