Научная статья на тему 'LA CONTRIBUCIóN TEóRICA DE LA UNIDAD POPULAR. REVOLUCIóN Y DEMOCRACIA EN EL PROGRAMA DE LA VíA CHILENA AL SOCIALISMO'

LA CONTRIBUCIóN TEóRICA DE LA UNIDAD POPULAR. REVOLUCIóN Y DEMOCRACIA EN EL PROGRAMA DE LA VíA CHILENA AL SOCIALISMO Текст научной статьи по специальности «Науки об образовании»

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UNIDAD POPULAR / VíA CHILENA AL SOCIALISMO / REVOLUCIóN / DEMOCRACIA

Аннотация научной статьи по наукам об образовании, автор научной работы — Garrido González Pablo

El presente trabajo pretende reconstruir el concepto particular de revolución contenido en las verbalizaciones de la Unidad Popular (UP) chilena. En este sentido, se sostiene que el concepto de revolución de la UP es producto de las constantes fricciones sucedidas entre el Partido Socialista de Chile (PS) y el Partido Comunista (PC) desde la creación del Frente de Acción Popular en 1956. Las diferencias entre ambos partidos se expresan principalmente en tres cuestiones, a saber: la dicotomía en torno a la política de alianzas que debiera seguir el conglomerado de izquierdas; el debate producto del influjo de la revolución cubana en la práctica revolucionaria a nivel nacional y continental; y el papel de la democracia a la hora de hacer la revolución.

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Текст научной работы на тему «LA CONTRIBUCIóN TEóRICA DE LA UNIDAD POPULAR. REVOLUCIóN Y DEMOCRACIA EN EL PROGRAMA DE LA VíA CHILENA AL SOCIALISMO»

Pablo Garrido González, La contribución teórica de la Unidad Popular.Revolución y democracia en el programa de la Vía Chilena al Socialismo / The theoretical contribution of the Popular Unity Revolution and Democracy in the program of the Chilean Road to Socialism, Revista www.izquierdas.cl, N°21, Octubre 2014, ISSN 0718-5049, pp. 128-151

La contribución teórica de la Unidad Popular.

Revolución y democracia en el programa de la Vía Chilena al Socialismo

The theoretical contribution of the Popular Unity Revolution and Democracy in the program of the Chilean Road to Socialism

Pablo Garrido González*

Resumen

El presente trabajo pretende reconstruir el concepto particular de revolución contenido en las verbalizaciones de la Unidad Popular (UP) chilena. En este sentido, se sostiene que el concepto de revolución de la UP es producto de las constantes fricciones sucedidas entre el Partido Socialista de Chile (PS) y el Partido Comunista (PC) desde la creación del Frente de Acción Popular en 1956. Las diferencias entre ambos partidos se expresan principalmente en tres cuestiones, a saber: la dicotomía en torno a la política de alianzas que debiera seguir el conglomerado de izquierdas; el debate producto del influjo de la revolución cubana en la práctica revolucionaria a nivel nacional y continental; y el papel de la democracia a la hora de hacer la revolución.

Palabras clave: Unidad Popular, Vía Chilena al Socialismo, Revolución, Democracia

Abstract

This paper aims to reconstruct the particular concept of revolution contained in the statements of the Chilean Popular Unity. In this sense, it is argued that the concept of revolution, particularly in the Popular Unity, is the result of constant friction between the Chilean Socialist Party and the Communist Party since the creation of the Popular Front in 1956. Differences between both parties are expressed mainly on three issues: the dichotomy around the policy of alliances which should follow the conglomerate; The discussion of the influence of the Cuban revolution in revolutionary practices at national and continental levels; and the role of democracy in the development of revolution.

Keywords: Popular Unity, Chilean Road to Socialism, Revolution, Democracy

* Chileno. Politólogo. Universidad Diego Portales, Facultad de Ciencias sociales e Historia. Pablo.garrido.gonz@live.com

Pablo Garrido González, La contribución teórica de la Unidad Popular.Revolución y democracia en el programa de la Vía Chilena al Socialismo / The theoretical contribution of the Popular Unity Revolution and Democracy in the program of the Chilean Road to Socialism, Revista www.izquierdas.cl, N°21, Octubre 2014, ISSN 0718-5049, pp. 128-151

Introducción

El presente artículo pretende reconstruir los significados contenidos en el concepto de revolución de la UP y su Vía Chilena al Socialismo, rescatando sus particularidades políticas y conceptuales en un marco lingüístico friccionado. Para lo anterior se pretende mediante la exégesis de fuentes primarias y algunas secundarias construir y caracterizar el concepto de revolución de la UP.

En este sentido, se sostiene que el concepto de revolución particular de la UP es producto de las constantes fricciones sucedidas entre el PS y el PC desde la creación del Frente de Acción Popular (FRAP) en 1956, donde ambos partidos mantuvieron posiciones disimiles respecto al tópico de la revolución, sus alcances y el papel del gobierno en el proceso revolucionario, siendo posiciones enfrentadas incluso tras el triunfo electoral de la coalición en las elecciones presidenciales de 1970.

Las diferencias entre ambos partidos se expresan principalmente en tres cuestiones, a saber: la dicotomía en torno a la política de alianzas que debiera seguir el conglomerado de izquierdas (primero el FRAP y posteriormente la UP); el debate producto del influjo de la revolución cubana en la práctica revolucionaria a nivel nacional y continental; y el papel de la democracia a la hora de hacer la revolución. Es justamente en este último sentido que el concepto de revolución de la UP presenta novedad en sus significados, agregando una dimensión manifiestamente democrática, donde la noción del poder popular y el respeto por la legalidad e institucionalidad son sus características principales y de mayor novedad, siendo estas las que caracterizan la contribución teórica de la UP al campo de la revolución.

En este escenario, es necesario puntualizar la abundancia de bibliografía de carácter historiográfico disponible sobre el periodo de la UP, donde sobresalen trabajos como el de Julio Pinto (2005), quien si bien no trata de manera particular el concepto de revolución en el programa de la UP, si demuestra un carácter de "objetivo compartido" de la revolución como proyecto político. En este aspecto se destaca la existencia de proyectos "revolucionarios" paralelos y en competencia por los significados del proyecto revolucionario, los cuales estaban principalmente expresados en la revolución de la izquierda (mayoritariamente en los partidos Socialista y Comunista) y el proyecto revolucionario de la Democracia Cristiana y su "Revolución en Libertad".

Así mismo resulta interesante el trabajo realizado por autores como Marcelo Casals (2010) y Joaquín Fermandois (2013) quienes reconocen las distintas vertientes y procedencias del proyecto de la UP en las líneas disimiles de los partidos y movimientos de izquierda que formaban el conglomerado, siendo estas disputas y negociaciones centrales en la formación de la línea estratégica del conglomerado con miras a la elección de 1970, e incluso en los momentos anteriores durante el periodo de el FRAP. Pese a lo anterior, en la

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actualidad no existen trabajos que construyan y caractericen conceptualmente el proyecto de la UP ni su concepto de revolución.

Este trabajo parte de dos premisas fundamentales que serán debidamente desarrolladas y planteadas: la primera postula que la Unidad popular construye un concepto particular -y propio- de revolución atendiendo a razones prácticas, estratégicas y también políticas, haciéndose cargo de la divergencia interna en las líneas revolucionarias del PS y el PC, pero también, haciéndose cargo de otros proyectos de índole revolucionario que disputan los significados del concepto de "revolución"; en segundo lugar, se plantea que el concepto particular de revolución contenido en las verbalizaciones de la UP agrega una dimensión innovadora, en tanto posee una dimensión democrática que no es necesariamente propia de la tradición marxista, que se aprecia en los ejes programáticos del bloque de izquierda, haciendo que para este caso particular no pueda ser entendido el concepto político de revolución sin la presencia de una dimensión democrática.

I. Algunas consideraciones conceptuales en torno al concepto de

revolución y sus verbalizaciones

Es necesario establecer que al trabajar el concepto de Revolución se está entrando en un campo polémico. Esto, si se considera que tanto el concepto, como la idea de revolución y su proyecto se encuentran en disputa y en constante tensión durante este periodo por parte de la izquierda y del proyecto democratacristiano de la Revolución en libertad".

Por otra parte, se debe entender el concepto de revolución como uno eminentemente político y complejo, que obedece a significados y experiencias diversas que lo caracterizan como un concepto político fundamental. En este aspecto, es necesario considerar lo dicho por J.G.A. Pocock (2011), quien expone la necesidad de comprender los discursos como verbalizaciones de un acto político, que suceden en un marco normativo que proviene de un proceso de institucionalización y sedimentación del lenguaje. En este sentido, el lenguaje se constituye como una estructura de poder compartido adscrita a un periodo o contexto particular, haciendo las veces de paradigma en tanto limita lo que puede o no ser dicho o comprendido. De aquí se desprende que, quien verbaliza un acto político estaría tomando "prestados" los significados de palabras antes sedimentados e institucionalizados limitando la comprensión de sus valores y significados originales. En este sentido, agrega que:

La verbalización es un dispositivo singularmente eficaz para introducir fricciones en un medio haciéndolo comunicativo. Desde este punto de vista, el lenguaje es una forma de comunicación y de acción muy eficaz, no porque sea neutral, sino por lo relativamente incontrolable que es y lo difícil que resulta monopolizarlo. Por muchos prejuicios que introduzca en el medio no podré evitar que otros hagan lo mismo, e incluso que usen mis prejuicios para formular y difundir los suyos (Pocock, 2011: 56)

Pablo Garrido González, La contribución teórica de la Unidad Popular.Revolución y democracia en el programa de la Vía Chilena al Socialismo / The theoretical contribution of the Popular Unity Revolution and Democracy in the program of the Chilean Road to Socialism, Revista www.izquierdas.cl, N°21, Octubre 2014, ISSN 0718-5049, pp. 128-151

De lo anterior se desprende que la verbalización -entendida como un acto político-de un concepto particular de revolución -en este caso, la Unidad Popular- implica necesariamente introducir fricciones en el campo político, de modo que no es posible comprender el concepto particular de revolución presente en las verbalizaciones de la Unidad Popular sin entender, también, el campo general del lenguaje al cual se adscriben las verbalizaciones sobre el concepto.

Por otra parte, es necesario mencionar que los conceptos en ningún caso son unívocos ni poseen un solo significado posible, sino más bien, son siempre polisémicos y complejos en tanto se hacen cargo de capas de experiencias y horizontes de expectativas que se aglutinan de forma paulatina a través del tiempo. De esta forma, el concepto de revolución debe ser entendido en función de lo anterior, es decir, como uno polisémico y contestable. De forma más directa, Reinhart Koselleck (2012) establece dicha complejidad para el concepto de revolución en particular, de modo que:

[El concepto de revolución] Se trata, en definitiva, de un concepto complejo que sobre todo posee un carácter político, pero que asimismo abarca un contexto social más amplio. Designa tanto un cambio violento a corto plazo como también un proceso histórico de transformación a más largo plazo. Ambos campos semánticos pueden utilizarse de forma independiente, pero desde la revolución francesa es habitual que se relacionen recíprocamente en el mismo concepto de revolución." (Koselleck, 2012: 162).

Por último, este trabajo pone centralidad en las verbalizaciones de la Unidad Popular en torno al concepto de revolución, lo anterior requiere comprender las fricciones lingüísticas como parte de la disputa política por los significados, entendiendo las diferencias semánticas y de significados como diferencias eminentemente políticas, donde las verbalizaciones en torno al tópico de la revolución son un acto político, asumiendo que el lenguaje político no es definitivo, sino plural y flexible (Pocock, 2011)

II. La Vía Chilena al Socialismo: La síntesis democrática de la revolución

El programa de la UP contiene la síntesis de dos proyectos revolucionarios de carácter marxista, a saber la vía insurreccional o de la violencia revolucionaria defendida por el PS, que pretende la agudización de la confrontación entre fuerzas políticas; y la vía democrático-burguesa defendida por el PC que intenta alcanzar el socialismo mediante las urnas, con alianzas estratégicas de la izquierda con partidos burgueses tendientes a la reforma. Justamente el encuentro de estas dos posturas, contenidos y significados distintos en torno al tópico de la "revolución" es lo determinante a la hora de definir un camino revolucionario común a dos colectividades con tendencias y estratégicas disimiles.

Pablo Garrido González, La contribución teórica de la Unidad Popular.Revolución y democracia en el programa de la Vía Chilena al Socialismo / The theoretical contribution of the Popular Unity Revolution and Democracy in the program of the Chilean Road to Socialism, Revista www.izquierdas.cl, N°21, Octubre 2014, ISSN 0718-5049, pp. 128-151

El PS y el PC son las dos grandes fuerzas que confluyen en la articulación del movimiento popular que dará forma al programa de la UP. En este aspecto resulta vital entender las líneas ideológicas y prácticas de cada Partido, las cuales si bien coinciden en la centralidad de una vertiente revolucionaria, no están de acuerdo en las vías y contenidos de la revolución chilena, si para el PS chileno la revolución debía ser un asunto único de la clase obrero-campesina y de enfrentamiento directo con la clase burguesa y feudo-burguesa, para el PC la cuestión de la revolución pasaba por la realización de alianzas interclasistas, capaces de dar el sustento de masas a los cambios revolucionarios que se pretendían.

En esta línea resulta fundamental el desarrollo teórico en el seno de ambos partidos, el cual apuntaba en direcciones ideológicamente distintas, pero que se cuadraron en una sola línea programática y política expresada en el FRAP y la UP. Ambas experiencias serán centrales en el desarrollo de una conceptualización común en torno a la cuestión sobre la democracia, la revolución y el socialismo como una línea de acción política, programática e ideológica. Será justamente la experiencia de unidad en torno a las diferencias presentes en ambos partidos las que resultaran fundamentales y decisivas a la hora de definir un proyecto político común, de carácter socialista, revolucionario y democrático.

a) La alianza anterior a la Unidad Popular: El FRAP, 1956 - 1969

Las relaciones entre el PS y el PC datan de 1938 en el marco de la estrategia de los Frentes Populares, que terminaran por darle la presidencia al radical Pedro Aguirre Cerda antes de su disolución en 1941 por desavenencias entre los propios comunistas y socialistas2. Las relaciones entre ambos partidos siempre fueron complejas y polémicas, marcadas por la existencia de estrategias distintas en torno al alcance del objetivo común: El socialismo.

En esta línea que el FRAP presenta novedades, al ser la primera alianza programática cohesionada entre los partidos de izquierda (el PS y el PCCh), fundado en 1956 hace su debut electoral en las elecciones municipales de ese mismo año, levantando en 1958 y 1964 la candidatura de Salvador Allende. La experiencia del FRAP es el punto de inflexión en la alianza político-programática de la izquierda, en tanto se supera el quiebre del fracasado Frente Popular, la experiencia de ilegalidad del Partido Comunista y las desavenencias del Partido Socialista con partidos intermedios "burgueses" dando paso a la unidad y coexistencia político-programático de manera estable en un frente único de izquierda, donde conviven dos tesis disimiles sobre las vías y alcances de la revolución chilena (Moulian, 2006; Casals, 2010)

La primera tesis en disputa dentro de la coalición tiene relación con la política de alianzas que debiera llevarse a cabo dentro del FRAP, enfrentando la tesis del "Frente de Trabajadores" definida por los socialistas contra la tesis del "Frente de Liberación

2 Ver: Pedro Milos. Frente popular en Chile. Su configuración: 1935 - 1938 (Santiago: LOM.)

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Nacional" promovida por los comunistas, mientras que la segunda disputa se hará más aguda tras la revolución cubana en 1959, llevando a la radicalización del Partido Socialista en el alcance de la revolución frente a una vía democrática promovida por el Partido Comunista. Esta segunda tesis en disputa, que se gesta durante el periodo del FRAP es la que toma mayor notoriedad en la posterior formación y desarrollo de la Unidad Popular y sus principios programáticos en torno a la "Vía Chilena al socialismo".

Es necesario mencionar que la experiencia del FRAP resulta un elemento de partida en la política de alianzas de la izquierda chilena de la época, pero también, como el punto inicial de debate en el seno interno del Partido Comunista y Partido Socialista con miras a la articulación de una estrategia común, en un contexto marcado por definiciones comunes, el ascenso de nuevas fuerzas políticas y la presencia de experiencias revolucionarias a nivel internacional que determinaran la discusión teórica en torno a la revolución, sus fines y sus vías.

III. El Partido Socialista y el Partido Comunista: Entre el frente de trabajadores y el frente de liberación nacional

a) El Socialismo y el Frente de Trabajadores: Unidad y lucha clase contra clase

La tesis del Frente de Trabajadores se gesta en el diagnóstico tras la fracasada actuación del Partido Socialista en el Frente Popular y el proceso de "Unidad Socialista" que tuvo su punto más alto en el XVII Congreso ordinario de la colectividad, denominado "Congreso de la Unidad"3. El diagnostico consistía en la evaluación de la política de alianzas con partidos centristas y agrupaciones de carácter burgués durante el periodo anterior de Frente populismo, abogando por la restauración de un partido de clase y la subsanación del cisma que produjo dentro del partido la política anti comunista del gobierno de González Videla y la Ley de Defensa Permanente de la Democracia. Junto con lograr la unidad interna del socialismo chileno se generarían también las bases de una política de alianzas extensiva de la izquierda, particularmente hacia el Partido Comunista y al recientemente unificado sindicalismo de la Central Única de Trabajadores -CUT- (Ortiz, 2007)

El diagnóstico respecto de una alianza inter-clasista, como la propuesta por las tesis del Partido Comunista, es lapidaria y negada rotundamente, poniendo especial énfasis en el radicalismo señalando:

Que los partidos Conservador y Liberal, y sus apéndices, expresan los intereses de la feudoburguesía ligada al imperialismo; que los partidos

3 Este fue el punto de encuentro entre el Partido Socialista Popular y el Partido Socialista de Chile, siendo las posturas del Frente de Trabajadores defendidas por el primero las que terminaran por imponerse en el reunificado Partido Socialista de Chile

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Agrario Laborista y Demócrata - Cristiano expresan intereses de la burguesía agraria e industrial y de algunos sectores medios, ligados al imperialismo y al Vaticano y cuya finalidad no es otra que continuar la defensa de la actual estructura económico - social del país y la explotación de las clases trabajadoras; y su única diferenciación con otros sectores burgueses, es su marcada tendencia a la clericalización del país(...) Que el radicalismo es un partido centrista, socialmente hibrido. En su masa de afiliados y en su dirección predominan los elementos pequeño burgueses, pero, a la vez, en ambas, bases y directivas, abundan los elementos acaudalados, terratenientes y grandes industriales, estrechamente ligados por privilegios concretos y por posición clasista con los intereses foráneos y con las instituciones más retrogradas de la sociedad (Jobet, 1971: 34)

Lo anterior obedece al interés del PS por restituir un partido comprometido con cambios y métodos revolucionarios en la obtención del poder, que en el diagnóstico interno implica la superación por parte del socialismo unificado de la experiencia del Frente Popular, al considerar a los partidos centristas como entes ajenos a las necesidades y demandas de las clases populares. El PS unificado resuelve seguir los postulados del Partido Socialista Popular definidas en su congreso anterior4, vale decir, "endurecer la lucha, definiéndola tras objetivos revolucionarios, a tono con las aspiraciones de clase de los trabajadores (...) bajo la consigna 'Revolución o Miseria'" (Jobet, 1971: 22)

En este punto, la aplicación de la tesis del Frente de Trabajadores para el socialismo "No es un hallazgo de la lucha de clases en Chile, sino la versión de una vieja política de clase contra clase" (PS, 1960: 5) que había sido abandonada durante el periodo del Frente Popular. Es un intento por superar el sistema democrático y de partidos imperantes que a juicio del Partido Socialista "está constituido y funciona de manera de sostener, afianzar y defender el orden social"5. En este contexto, para el PS emerge el FRAP como el instrumento necesario de las "transformaciones para convertirse legítimamente en un sistema de acceso y participación orgánica del pueblo en el estado" (Almeyda, 1958: 89)

De esta forma, para el socialismo el FRAP debía posicionarse como un frente único de clase, antagónico al sistema de partidos y democrático imperante, que defendiera los intereses de clase y que no diera cabida a la tesis comunista del Frente de Liberación Nacional, de modo que "El socialismo estima, entonces, la necesidad indispensable de que el FRAP defina sin ambages su posición revolucionaria de Frente de Trabajadores, como

4 El XVI congreso general del Partido Socialista Popular se realizó en 1956, donde mediante un análisis

fuertemente marxista se establecieron las líneas de una política "nacional, popular y revolucionaria"

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justa expresión de la unidad del socialismo y del movimiento obrero, eliminando todo compromiso contrario a esta posición".6.

En esta línea, el Partido Socialista examinó con detención e importancia las diferencias de su línea estratégica con el Partido Comunista desde el XVI Congreso del Partido Socialista Popular, dando señales de unidad pero al mismo tiempo efectuando acidas críticas a la postura del Frente de Liberación Nacional propuesto por el PC, en este aspecto el Socialismo consideraba que el interés del PC no estaba en la revolución, sino en una fase previa de liberación nacional anti-imperialista, donde necesariamente debieran confluir fuerzas progresistas y reformistas (Casanueva y Fernández, 1973). De este modo, para los socialistas "el FRAP hasta el presente, no ha logrado una gravitación poderosa en el seno de la clase trabajadora por sus vacilaciones y la falta de claridad política, a causa de la actitud oportunista del PC y la división del socialismo"7, la cual será una crítica extensiva "al error táctico" que significa la exclusividad del camino las urnas y una política de alianzas más amplia para el Partido Comunista

b) El Partido Comunista y el Frente de Liberación Nacional: La revolución pacífica por etapas

La experiencia de la ilegalidad y el fracaso de la política de alianzas inter-clasistas defendidas por el Partido Comunista durante los gobiernos radicales y el periodo del Frente Popular abre un periodo de autocrítica dentro del mismo partido, llevando no solo a la evaluación, sino también al ajuste y precisión teórica acerca de las estrategias de alianza con partidos burgueses -o fuerzas progresistas-, la que tiene su punto de inflexión tras el XX Congreso del PCUS y el X congreso del Partido Comunista de Chile. (Daire, 1988)

En este aspecto, el XX Congreso del PCUS señala:

La clase obrera, en virtud de la correlación de fuerzas de las clases en el país (...) obtiene en ciertos países la posibilidad de, en alianza con el campesinado unir bajo su dirección a la mayoría del pueblo y llegar al poder pacíficamente, sin insurrección armada, sin guerra civil, aprovechando las instituciones parlamentarias existentes. El camino Pacífico de desarrollo de la revolución es posible, naturalmente, solo como resultado de la organización y de la conciencia de clase de los obreros (PCUS, 1956; 25-26)

6 XVII Congreso ordinario del Partido Socialista de Chile o de "la Unidad Socialista" en: Jobet, Julio Cesar. "El Partido Socialista de Chile" p.36 (Santiago: Ediciones Prensa Latinoamericana, 1971)

7 Idem.

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La anterior reflexión, realizada en el seno del movimiento soviético abrió el debate dentro del comunismo chileno con miras a la definición estratégica de un partido que apenas salía de la clandestinidad producto de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, y que veía en sus diagnósticos el peso del imperialismo norteamericano como causa de la pauperización y atraso económico del país. Es en esta línea que para el Partido Comunista de Chile:

(...) se requiere un gobierno diferente, un gobierno democrático de liberación nacional, basado en la clase obrera. Pero, repetimos, en la lucha por las cuestiones antes señaladas, las fuerzas populares y democráticas pueden y deben tener éxito aún en las actuales circunstancias. Todo depende de la lucha y la unidad de las fuerzas populares y progresistas. Debemos desplegar al máximo la acción combatiente de las masas trabajadoras de la ciudad y el campo, en especial la lucha de la clase obrera por sus propias reivindicaciones (PCCh, 1958; 26)

De esta forma, si para el PS la estrategia estaba en un frente único de clase que permitiera las conquistas revolucionarias de los trabajadores (el Frente de Trabajadores), para el Partido Comunista la táctica estaba más bien en construir una alianza entre las fuerzas progresistas y populares, atendiendo a la posibilidad teórica abierta por el PCUS sobre la capacidad de construir, mediante alianzas, las condiciones previas del socialismo de manera pacífica, lo que además implica "que dicha vía (la pacífica) sólo excluye la guerra civil o la insurrección armada y no otras formas agudas de lucha; que se puede desarrollar a través de diversos canales, y no sólo mediante la utilización del Parlamento, y que se trata de una vía que se basa en la lucha de masas, con un contenido esencialmente revolucionario."(Corvalan, 1961: 28)

Para el Partido Comunista la cuestión esencial estaba en la superación de un primer momento de dominación imperialista, donde se hacía evidente la precarización de la clase obrera y campesina del país. En esta línea se hace necesaria la unión de las fuerzas obreras, campesinas y progresistas con miras a los objetivos del programa del partido, que son "transformaciones democráticas, antiimperialistas y antifeudales" con miras a la derrota del "primer enemigo" encarnado en el imperialismo norteamericano mediante la nacionalización de recursos y la ruptura del "cerco político y económico que cierne sobre el país", para luego comenzar el combate contra "oligarcas y terratenientes".

De esta forma, y gracias a la síntesis teórica ocurrida en el XX Congreso del PCUS junto a la evaluación critica de la experiencia de los Frente Populares, el PC logra entrelazar una vía pacífica de tránsito hacia el socialismo, que implica la ampliación de la democracia en un primer momento mediante la alianza de clase con fuerzas progresistas, de modo que:

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La tesis acerca de la posibilidad de la vía pacífica se refiere, es cierto, al tránsito del capitalismo al socialismo en determinados países. Pero hay que tener en consideración el punto de vista marxista de que el derrumbe del colonialismo, la independencia de las naciones oprimidas por el imperialismo forman parte de la revolución proletaria mundial. Del mismo modo, hay que tener también en consideración el pensamiento marxista en el sentido de que entre la revolución democrática y la revolución socialista no media ninguna muralla china. (Corvalán, 1964; 27)

Es necesario recalcar que ambas posturas (el Frente de Trabajadores y el Frente de Liberación Nacional) lograron coexistir sin mayores sobresaltos durante el primer periodo FRAP, al menos hasta la elección presidencial de 1964. De esta forma el Partido Comunista definía la relación con el Partido Socialista "Nuestra política (a diferencia del PS) se expresa en la necesidad de una mayor amplitud de los sectores sociales que pretenden participar en la lucha popular. Pero, a nuestro juicio, estas diferencias no constituyen un obstáculo insalvable, ya que son mucho más fuertes las coincidencias, y, en la práctica, como lo demostró la campaña presidencial, hemos trabajado con una orientación muy parecida" (PC, 1965: 10)

c) La elección de 1964: Entre la Revolución Cubana y la radicalización del

socialismo

En 1959 el triunfo de la Revolución Cubana fue aplaudido por la izquierda chilena, principalmente por el Partido Socialista. El hecho habría demostrado para muchos la posibilidad de la revolución y la emancipación por la vía armada como una estrategia perfectamente realizable. Al mismo tiempo, la Iglesia Católica a nivel internacional había sintetizado un proceso de apertura y preocupación por los pobres sin precedentes que darán píe a la Teología de la Liberación (Correa, 2001). Ambos hechos tuvieron una repercusión inmediata en Chile, en primer lugar la revolución cubana abriría el debate dentro de la izquierda en torno a las vías revolucionarias a seguir, siendo inspiradora de nuevos movimientos políticos (como el MIR) mientras que la "nueva iglesia" tendría un efecto movilizador y de masas que se sintetizara en un programa revolucionario, cristiano y de nuevo tipo, "La revolución en Libertad" Democratacristiana.

La discusión en torno a la revolución cubana abre dos frentes de discusión. En primer lugar, el debate se centra en un PS que sigue apoyando la estrategia de la unidad interclasista y el FRAP pese a que sus propios preceptos y reflexiones teóricas apuntaban hacia lo contrario8 (Arrate y Rojas, 2003), tomando fuerza las posturas en torno a la vía

8 El Partido Socialista nunca abandonó la idea de generar un frente de trabajadores, con sentido y pretensiones de clase en la construcción del socialismo, pese a actuar en la línea contraria durante todo el periodo del FRAP. Quizás los momentos en donde se exprese de forma más clara la intención socialista es en el rechazo a

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insurreccional y a la necesidad del cambio de estrategia política para la construcción del socialismo, interpelando de forma directa al Partido Comunista.9

Sobre la revolución cubana los elementos socialistas están expectantes y realizando una nueva lectura de las posibilidades revolucionarias en el contexto de desarrollo de las burguesías nacionales y el estado de desarrollo del capitalismo en el continente. De esta forma bajo la frase "nuevos tiempos, nuevos métodos" el PS realiza la siguiente crítica, claramente dirigida al PC y a los elementos más moderados del socialismo:

Para países como Chile, Argentina, Brasil, Uruguay y Perú, en que las directivas de los partidos de avanzada están cayendo cada vez más en las redes del juego de la falsa democracia burguesa, y en que el señuelo de los cargos parlamentarios corrompe a demasiados dirigentes, el ejemplo de la revolución cubana debe destacarse cada día con más vigor. No creemos que sea casual que aún en órganos teóricos de aparición más o menos regular, se eluda la profundización del análisis y hasta se ignore a la revolución cubana. Esta actitud expresa mejor que cualquiera otra una disposición intima negativa, un escepticismo pequeñoburgués, un derrotismo intelectual que debe y tiene que ser eliminado (...) Solo entonces las palabras de Fidel Castro, acerca de convertir a la cordillera de Los Andes en la Sierra Maestra del continente, pasarán a tener su verdadero significado. (Wais, 1960; 10)

Las diversas expresiones de este tipo provenientes desde el Partido Socialista y la radicalización de la CUT a inicio de la década de los 60's no dejó indiferente al Partido Comunista, quien además de llamar a la moderación y a superar el "aventurismo" defendió la vía pacífica de transición al socialismo mediante el rechazo total de la posibilidad insurreccional en las condiciones nacionales, llamando a "tomar las lecciones correctas de la experiencia cubana", primando en el análisis la posibilidad de desarrollar vías propias y distintas, acotadas a cada realidad particular:

la creación del FRAP como partido único de izquierda y el rechazo de la propuesta de coalición FRAP-PDC en 1962

9 Desde el año 1960 el PS chileno reivindicará la Revolución Cubana como un ejemplo emancipatorio de los pueblos latinoamericanos, esta postura terminará por ser determinante en las juventudes socialistas que se radicalizarán tras la derrota electoral de 1964 y terminará por imponerse en los congresos de Chillan en 1967 y La Serena en 1970.

Por otra parte, la discusión se centra entre los mismos partidos integrantes del FRAP, donde se debate el rol de la URSS en el proceso revolucionario internacional y su posición de hegemonía a la hora de definir las estrategias revolucionarias a nivel mundial, en este punto será fundamental el debate teórico entre ambos partidos para definir el carácter y rumbo estratégico que debiera tomar la revolución chilena. En este aspecto será preponderante el desencuentro entre Yugoslavia y la URSS, siendo elementos "titoistas" del propio Partido Socialista chileno quienes harán eco de la polémica soviético-yugoslava con el Partido Comunista Chileno.

Pablo Garrido González, La contribución teórica de la Unidad Popular.Revolución y democracia en el programa de la Vía Chilena al Socialismo / The theoretical contribution of the Popular Unity Revolution and Democracy in the program of the Chilean Road to Socialism, Revista www.izquierdas.cl, N°21, Octubre 2014, ISSN 0718-5049, pp. 128-151

La revolución cubana tiene una trascendencia histórico-universal. El estudio de sus valiosas experiencias enriquece y abre nuevas perspectivas al movimiento liberador de nuestros pueblos. Pero, como no puede dejar de suceder, algunas de esas experiencias tienen validez práctica para todos los países de América latina, otras sólo para algunos países latinoamericanos y otras, en fin, solo para Cuba (...) Lo que nos interesa por ahora es señalar que nada sería más erróneo ni anticientífico que trasladar mecánicamente la experiencia cubana al resto de los países latinoamericanos en los cuales la vía más probable sea la violenta y mucho menos a aquellos donde la más probable sea la pacífica. Se puede establecer como una ley que toda revolución tiene o tendrá obligatoriamente rasgos propios. (Corvalán, 1971; 45-46)

Es justamente en este contexto de polarización y disputas teóricas dentro del mismo FRAP que se produce en marzo de 1962 la denominada 'polémica socialista-comunista' que es el enfrentamiento teórico sobre el rol dirigente soviético, las posibilidades del socialismo internacional y la estrategia que debiera adoptar el movimiento revolucionario internacional. En este aspecto, los puntos en disputa los exponen Raúl Ampuero -por el PS-y Luis Corvalán -por el PC-, poniendo el énfasis en la preocupación del Partido Socialista respecto del papel rector que posee la URSS en los partidos comunistas a nivel internacional, cuestión que en Chile se hace evidente.10 En esta línea, las criticas del socialismo apuntan a la condición de vanguardia del PCUS y la supeditación de los procesos revolucionarios a su mandato, haciendo énfasis en que la cuestión de fondo "No son los campos, si no las clases", en clara alusión a la concepción del Partido Comunista chilena de "campo socialista y campo capitalista" en disputa.11

En este contexto de fricciones y disputas en torno a los contenidos de la revolución, de radicalización de las posturas del PS y con la entrada de un nuevo actor que reivindica un proyecto revolucionario, como son los democratacristianos, es que el programa del FRAP en 1964 asume un lenguaje distinto al de 1958, más directo y confrontacional, reafirmando su carácter revolucionario, transformador y democrático, declarando:

10 En este aspecto son fundamentales las cartas "Polémica socialista-comunista: Carta de la comisión política del PC" y "Un propósito común: Fortalecer el FRAP"

11 En este punto, es necesario mencionar que las tesis en torno a la política internacional en disputa tienen repercusiones directas sobre la realidad nacional, en ellas no solo se pone de manifiesto una lectura disonante sobre el papel de la URSS, sino que en ultimo termino, se discuten las estrategias que debieran llevar a un posible gobierno popular en Chile, sus alcances y simpatías con el resto del "campo socialista". En último término, se discuten características propias del proceso que debiera llevar y conducir la revolución chilena desde dos proposiciones teóricas y prácticas completamente distintas y opuestas, las posiciones leninistas y de vanguardia de la URSS -propuestas por el PC- o las vías independientes de la hegemonía soviética, nacionales y anti-imperialistas -propuestas por el PS- como Cuba o la propia Yugoslavia de Tito.

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Su decisión irrevocable de conducir al pueblo, a todos los chilenos, a todos los patriotas, hombres, mujeres y jóvenes, a la gran victoria política que se expresará concretamente en la elección, el 4 de septiembre de 1964, de un ciudadano de sus filas como Presidente de la república y, en la instauración, enseguida, de un Gobierno Popular, nacional y revolucionario, capaz de construir las bases de una verdadera democracia; su determinación de realizar las transformaciones que el pueblo exige perentoriamente para hacer efectivas la justicia social (...) y al pleno desarrollo y ejercicio de los derechos familiares, políticos y sociales. (FRAP, 1964: 8)

En este aspecto es necesario recalcar que por primera vez en un programa presidencial, el FRAP incluye el cambio democrático como un cambio eminentemente revolucionario, además de la retórica "de base" explícita que:

El cambio no es reforma, ya que él va a lo sustantivo. En tanto que la segunda se queda en los aspectos formales. El Movimiento Popular pretende la sustitución de un régimen excluyente por un régimen participante, en que la inmensa mayoría de los que en la actualidad quedan marginados de importantes aspectos de la vida nacional, se incorporen plenamente al nuevo sistema social -y sigue- La planificación popular es un método de incorporación de todos y cada uno de los miembros de una comunidad o de una sociedad y su fin no es más que disciplinar y organizar la participación a fin de lograr un orden social justo. La planificación popular surge del pueblo mismo (...) Al revés de la planificación tradicional es el resultado de un gran debate de masas; no es el fruto de un grupo reducido de técnicos... (FRAP, 1964:12)

De esta forma, el FRAP en su Programa de 1964 no solo se hace cargo de la fricción propia del espacio comunicativo en el cual se desenvuelve, donde actores como los democratacristianos, sectores sindicales como la CUT y algunos del propio PS ponen sobre la mesa otros proyectos revolucionarios, con significados distintos al de la coalición de izquierda, obligando al FRAP a asumir un tono revolucionario. De este modo, el FRAP asume el proyecto de cambio y remplazo de estructuras como un proyecto inclusivo y eminentemente democrático mediante "la planificación popular", contraponiendo esta a la "promoción popular" democratacristiana.

La derrota electoral del FRAP frente a un proyecto que reivindicaba los valores revolucionarios desde una doctrina cristiana terminó por radicalizar aun más a ciertos sectores, principalmente a las Juventudes del Partido Socialista, quienes pedían la aplicación de la política revolucionaria que definía el Partido en sus documentos internos

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pero que no estaba siendo aplicada en su relación con el FRAP, diciendo que el Partido Socialista "insiste en su estéril política, legalista y parlamentarista. Se ve claro que ya no es posible esperar de una tal dirección un retorno a línea revolucionaria de nuestro Partido" (JJCC, 1964: 2). Mientras, que por otra parte, el PC llamaba a la reorganización de fuerzas con miras a la elección de 1970 y a la realización de una oposición activa frente al gobierno democratacristiano

a) "El nuevo poder que Chile necesita": Revolución y Democracia. 1967 - 1970

Si bien la Unidad Popular lanza su carta de constitución formalmente el 26 de diciembre de 1969, en el denominado "Pacto de la Unidad Popular", sus dos partidos fundamentales, el socialista y comunista vivieron procesos de definición importante tras la derrota electoral de 1964 y durante la experiencia democratacristiana de la "Revolución en Libertad". En 1967 el Partido Socialista dio el giro último hacía la radicalización en su Congreso de Chillan -el cual confirma en 1970-, mientras que el Partido Comunista mantuvo las posiciones de unidad y alianza, reafirmándolas en su XIV Congreso en noviembre de 1969. Poco antes y pese a la postura intransigente del Partido Socialista, en octubre de 1969, ambos conglomerados publican una carta de invitación a todos los partidos políticos afines ideológicamente al movimiento popular. La etapa del FRAP se daba por concluida.

El nuevo pacto queda conformado como una alianza de amplios sectores de la izquierda política nacional, contrario a las tesis de alianza de clases propugnadas por el PS y más cercano a la línea de las alianzas inter-clasistas defendidas por el PC. De esta forma, se unen los partidos Radical, Socialdemócrata, el MAPU y la Acción Popular independiente. Pese a lo anterior, es necesario mencionar que el programa de la Unidad Popular rescata la experiencia completa del FRAP, profundizando los contenidos democráticos y revolucionarios de los programas de 1958 y 1964 de modo que la revolución contenida en el programa de la UP es una de un carácter eminentemente democrática, fundada en un "nuevo poder" proveniente de las bases organizadas alrededor de los nuevos espacios de participación abiertos por el programa de la Unidad Popular. En este aspecto, el contenido democrático de la revolución encuentra un sentido práctico en instancias democráticas ligadas a los distintos espacios de la vida cotidiana de la población, como la fábrica, la granja o el barrio.

Más allá de las características friccionadas y radicalizadas del contexto político hacia finales del gobierno de Frei, en 1969 se constituye la Unidad Popular, con miras a enfrentar la elección de 1970 con un frente amplio que incluya a la izquierda marxista y los partidos progresistas que estén en concordancia con el cambio de las estructuras fundamentales del país más allá del programa demócrata cristiano.

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En este sentido, la UP logra sintetizar desde su pacto de fundación un programa particular, que emana desde los partidos y movimientos que la conforman, planteándose como objetivo central una planificación desde las bases para la definición programática del conglomerado de modo que:

4. El Gobierno de la Unidad Popular será un gobierno fuerte, no en el sentido policial y represivo, sino por la solidez y definición de sus principios, su política, su programa, por su amplia base social, por la coordinación constructiva de las fuerzas políticas que lo integran, por el apoyo resuelto del pueblo, que ejercerá el poder a través de sus partidos y de sus organizaciones sociales representativas en diversas instancias y niveles. Sólo un gobierno así estructurado y con tal concepción de la autoridad está en condiciones de enfrentar y resolver los problemas de Chile. (Unidad Popular, 1969: 2)

De esta forma, la UP se plantea una forma práctica de superar el "absolutismo" de la figura presidencial y democratizar desde sus inicios la instauración de un régimen popular. Este tipo de organización electoral del conglomerado es el germen de la nueva estructura estatal propuesta: el Estado Popular.

El diagnóstico del que surgen los ejes programáticos de la UP no presenta mayores variaciones a los realizados por el FRAP, en tanto se mantiene la crítica al sistema de desarrollo capitalista -que niega la ampliación democrática-, el peso del imperialismo norteamericano y la necesidad de cambios profundos y democráticos en la estructura institucional, política y económica del país. Aun así, el programa presenta por primera vez una forma concreta y práctica el alcance de estos cambios, los cuales están caracterizados en una nueva institucionalidad y una nueva economía.

Al mismo tiempo, es necesario establecer que por primera vez, desde el FRAP, la izquierda se ve en la obligación de establecer y explicitar las diferencias con otros conglomerados de oposición12, haciéndose evidente esta cuestión en la crítica al modelo "desarrollista" llevado a cabo por el gobierno democratacristiano, acusándolo de ser "expresiones imperialistas de la Alianza Para el Progreso" con débiles intentos de cambio social, viéndolo como la demostración de que "el reformismo es incapaz de resolver los problemas del pueblo". En este aspecto, tras el ascenso demócrata cristiano no estaban del todo claras las diferencias entre ambos proyectos -la izquierda y la DC- que reivindicaban un carácter revolucionario (Arrate y Rojas, 2003), llevando a definiciones explícitas por parte de la izquierda.

12 Es necesario mencionar aquello, puesto que durante el periodo del FRAP no fueron pocas las ocasiones en las cuales el Partido Comunista criticó y se diferenció de posturas más radicalizadas, como las provenientes del Partido Socialista, el MIR y -en su momento- la CUT

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La revolución para la Unidad Popular estaba contenida en el carácter revolucionario -y no reformista- de los cambios propuestos por los dos principales partidos -el PC y el PS, los cuales eran vistos como fase previa para el tránsito del país hacia el socialismo. Pese a lo anterior, esta fase de la revolución necesitaba de la subversión del orden institucional, político y económico del país, siendo fundamental un proceso de democratización general. Dicha subversión del orden se expresa en la generación de expropiaciones -sector de propiedad social y mixta-, la ampliación del aparato estatal hacia niveles locales y productivos, además de la reforma constitucional y la creación de una asamblea de cámara única denominada "la asamblea del pueblo".

Considerando lo anterior, no se puede entender el afán revolucionario de la Unidad Popular si no es considerado su contenido estrictamente democrático, donde la subversión del orden establecido pasa necesariamente -en una primera fase- por la ampliación de los derechos democráticos de la ciudadanía y la inclusión de la misma en el ejercicio del poder, estableciendo diferencias claras y explicitas con el rol propuesto por el proyecto democratacristiano de revolución, donde el Estado y el partido pasan a tomar roles de "vanguardia" en la organización del proceso de cambios, mientras que para el proyecto de la UP el Estado incluye mediante la reforma institucional a las bases en el ejercicio del poder, siendo elementos centrales del cambio social y revolucionario.

El triunfo popular abrirá paso así al régimen político más democrático de la historia del país. En materia de estructura política el Gobierno Popular tiene la doble tarea de: Preservar, hacer más efectivos y profundos los derechos democráticos y las conquistas de los trabajadores; y transformar las actuales instituciones para instaurar un nuevo Estado donde los trabajadores y el pueblo tengan el real ejercicio del poder. (Farías, 2001: 951)

En este aspecto no solo la definición en torno a la revolución difiere del proyecto democratacristiano, la concepción democrática de la UP se diferencia de las concepciones institucionalistas del PDC. Si para los democratacristianos el sentido democrático de su revolución estaba contenido en el respeto irrestricto a la legalidad e institucionalidad del país, para la UP este estaba reflejado en la inclusión de la totalidad del pueblo en el gobierno. La reflexión anterior ya queda manifiesta en el programa presidencial del FRAP para 1964, la cual rescata valores democráticos mas allá de la representación y los mecanismos formales, estableciendo una democracia que requiere, necesariamente de la inclusión del pueblo, donde la figura del Presidente de la República, el proyecto y las fuerzas para la revolución emanan directamente de las bases populares y las fuerzas que participan del gobierno, al mismo tiempo, que se declara "la mantención de los derechos de la oposición y de reunión dentro de la legalidad".

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Considerando lo anterior, son los actores reunidos en la UP quienes logran sintetizar un proyecto revolucionario, el cual está mediado por la presencia de antagonismos internos y disputas conceptuales externas, que construye sus líneas estratégicas y programáticas durante un proceso complejo de convergencia, divergencia, disputa y debate teórico, donde la revolución es un concepto en disputa y de significados distintos e incluso antagónicos, donde la revolución no es en ningún caso un monopolio de un solo grupo o partido político, o solo reivindicado por los sectores marxistas en plena Guerra Fría.

Son justamente estas condiciones las que determinan el concepto particular de revolución de la UP, un concepto que proviene de una disputa en el seno de los partidos de izquierda, confrontando las variantes estratégicas y significados del concepto de revolución en torno a la dicotomía de clases -alianza-inter clasista o partido de clase- y la dicotomía en torno a las vías revolucionarias -pacifica o insurreccional-. Sumado a la anterior, influyen fuerzas externas que entran a disputar el concepto de revolución obligando a definiciones explícitas en torno a democracia y los alcances programáticos del concepto -reforma o revolución; socialismo o socialcristianismo; partido de vanguardia o poder popular-.

En este sentido, es la experiencia de los actores pertenecientes a la Unidad Popular quienes conceptualizan los contenidos del programa político, atendiendo a un ambiente lingüísticamente friccionado y en donde la disputa por el concepto de revolución es central. Son justamente los debates en el seno interno de los partidos Comunista y Socialista el flujo vital para la conceptualización y significación de un concepto político particular de revolución, siendo fundamental la característica polisémica y contestable propia de los conceptos políticos fundamentales, de modo que la construcción de un programa político revolucionario, socialista y democrático atiende a la fricción de los actores que disputan y reivindican como propios (siempre sin éxito) los significados de los conceptos políticos.

Por otra parte, es necesario establecer que esta fricción y disputa en la conceptualización se da en dos dimensiones, a saber, una dimensión interna compuesta por los propios actores que forman el conglomerado de la UP (el Partido Socialista y el Partido Comunista); y por otra parte, en una dimensión externa donde emerge un actor antagónico en la disputa por los significados y contenidos de un proyecto revolucionario, en la figura del Partido demócrata cristiano. Esta tensión marcada por el enfrentamiento ideológico de la Guerra Fría y la disputa sobre las vías revolucionarias en el campo socialista que la izquierda logra cristalizar la experiencia del FRAP y el debate conceptual con el proyecto de Revolución en Libertad del Partido democratacristiano en un programa político particular, con pretensiones revolucionarias que pasan por la construcción del socialismo mediante un proceso de democratización.

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IV. Capas de experiencia y horizontes de expectativa: La contribución

teórica de la Unidad Popular

Existe una relación entre las capas de experiencia acumuladas en los conceptos políticos y los horizontes de expectativas que estos producen, en este aspecto, a menor contenido experiencial mayor será la carga de expectativas de un concepto político (Koselleck, 1993). Lo anterior adquiere una connotación particularmente interesante para el objeto de estudio de este trabajo, en el entendido de que el concepto de revolución de la UP se adscribe a los significados y contenidos experienciales propios de las revoluciones socialistas, cuestión que si es tomada desde el punto de vista de la relación existente entre las categorías de experiencia y expectativa resulta decidora del proceso de formulación del concepto particular de revolución de la UP y la novedad que reviste.

Si tomamos en cuenta la importancia del XX congreso del PCUS en las formulaciones teóricas del PC nos encontramos con un hecho bastante particular. Si bien queda justificada la posibilidad teórica desde el marxismo-leninismo soviético de realizar la revolución por la vía pacífica mediante alianzas inter-clasistas, el propio PCUS reconoce la inexistencia de ejemplos prácticos sobre esta vía, en términos más concretos, la revolución con un contenido altamente sistémico es un concepto sin ninguna capa de experiencia conocida, pero aun así, defendido por el Partido Comunista chileno.

En este mismo aspecto, la experiencia de la Revolución Cubana reviste un ejemplo sin precedentes en el movimiento revolucionario latinoamericano, y se alza como el primer ejemplo exitoso de revolución nacional, anti-imperialista y anti-oligárquica, abriendo la posibilidad cierta de la vía insurreccional en el resto del continente. De aquí, y debido a la novedad que implica la experiencia cubana, no sorprende la declaración de la primera conferencia latinoamericana de la solidaridad en 1967:

El triunfo y consolidación de la revolución cubana puso de manifiesto que la insurrección armada es el verdadero camino para la toma del poder por el pueblo trabajador y, a la vez, que los ejércitos profesionales pueden ser destruidos, las oligarquías vencidas, el imperialismo yanqui derrotado, y el socialismo, como vía nacional de desarrollo, puede avanzar y fortalecerse, no obstante el bloqueo económico, la subversión, la agresión, el chantaje, el hostigamiento, la presión y la contrarrevolución (Lowy, 2007: 327)

Considerando lo anterior, el influjo cubano sobre el PS y el movimiento revolucionario a nivel latinoamericano significó una verdadera apertura de las expectativas sobre la vía insurreccional, de la cual incluso aquellos actores antagónicos a la izquierda hicieron eco, como es el caso de la revolución en libertad democratacristiana.

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En este sentido, el triunfo de la UP por la vía electoral significó una capa experiencial inexistente a la revolución propuesta por la vía de las "alianzas interclasistas" definida teóricamente por el PCUS en 1956, de ahí su alance internacional y la atenta mirada de comunistas alrededor del mundo -como la cobertura de la revista Marxism Today-13, quienes afirmaban la novedad del proyecto de la UP en tanto evitó el enfrentamiento armado para llevar a la clase obrera al poder, diferenciándose de otras experiencias revolucionarias:

Though this Government does not follow "the tradition" of other revolutions, it is indeed a Socialist government. There is not a proletarian dictatorship in Chile but the proletariat is the main political force within the coalition as well as being the best organised (...) The class struggle will develop in special ways.

Popular Unity from the government downwards must defeat the bourgeoisie, the big farmers and North American imperialism with the weapons at the disposal of the Executive power. The government has to be visualised as the representative of the people, which means that only they can defeat the economic and political power of the Right and of North American imperialism. And this demands two things: first, mass movements, and second, a stronger development of political consciousness and more active participation in political institutions (Duran, 1971: 206)

First and foremost, it must be stressed that the victory in Chile was not one of the ballot box alone, but a combination of electoral activity with long, sustained and often bitter mass struggle and action, painstaking discussion, explanation and education (including the work of hundreds of socialist and communist students who spent weekends and entire vacations teaching peasants to read and write—and thus eventually to qualify as voters) and the building of unity with all anti-imperialist and anti-capitalist forces in the country. (Green, 1971: 167)

La Unidad Popular emerge en un escenario complejo y dominado por el éxito de la experiencia cubana, que además de ser la primera experiencia triunfal de una revolución de liberación nacional y de alzarse prácticamente como un paradigma revolucionario en amplios sectores de la izquierda latinoamericana reivindica el enfrentamiento directo y armado mediante la agudización del conflicto. En otros términos, la Revolución Cubana emerge como un hito con significados antagónicos a los presentes en la UP y además, como un proyecto revolucionario de alcance continental y con la ventaja del hecho consumado (la

13 Revista oficial del Partido Comunista de Gran Bretaña

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experiencia del triunfo) frente a la UP que por el contrario, hasta las elecciones presidenciales de 1970 no era más que un proyecto político sin consumar, o en otras palabras, un proyecto sustentado solo en expectativas.

Es en este aspecto que la revolución llevada a cabo por la UP significó el llenado de un campo experiencial vacío hasta ese momento, llegando a un proceso de transición hacia el socialismo mediante la vía institucional y proponiendo un cambio de las lógicas institucionales desde las bases, con miras a crear un nuevo poder que rompe con los esquemas de la democracia liberal al poner como elemento central del cambio a las masas, abriéndose a la posibilidad cierta de realizar una revolución socialista y democrática. En este aspecto, el triunfo de la UP implica la posibilidad desde la experiencia de una revolución distinta en sus vías y alcances a la experiencia cubana, alzándose como una posibilidad cierta y aplaudida por amplios sectores de la izquierda a nivel internacional, de forma que, para el campo de experiencias de la revolución socialista a nivel conceptual, se abre una posibilidad novedosa, que rompe con los esquemas hasta ese momento dados por las capas de experiencia dentro del concepto político fundamental de revolución a nivel teórico, práctico e histórico.

Pero además la experiencia de la UP significó la redefinición de las estrategias socialistas y de las posibilidades revolucionarias, donde la centralidad de la clase proletaria es evidente, pero esta es apoyada con una estrategia de masas y un proceso de democratización, de modo que la clase obrera no solo está llamada a la insurrección popular, sino también a copar los espacios de representación y a hacerse cargo del proceso revolucionario desde abajo, rescatando el papel de las alianzas en la práctica revolucionaria, siendo estas fundamentales para el proceso revolucionario. En este aspecto la experiencia de la Vía Chilena al Socialismo y su tránsito democrático entrego un nuevo horizonte de expectativas a las formas de hacer el tránsito hacia el socialismo, donde la forma pacífica y democrática encuentra una realización objetiva, abriéndose paso como una posibilidad cierta y no solo como una posibilidad teórica.

In any case, the Chilean tragedy forced a choice, reminiscent of that faced by Social Democrats in the interwar period: Socialism or democracy first? The clearest response emerged from the debates within the Italian Communist Party and it was resolutely in favour of democracy. This response may have been originally motivated by strategic lessons from the Chilean experience; pushing the socialist program too vigorously, without sufficient popular support, would lead to tragedies. But soon the unconditional embrace of democracy found philosophical, normative, roots: With all its deficiencies, democracy is the only mechanism by which the people can implement their power and the only form of political freedom feasible in our world (Przeworski, 2010: 13)

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El fragmento anterior reconoce el peso a nivel teórico y conceptual de la experiencia chilena durante la Unidad Popular, donde el factor democrático resulta excepcional, no solo por ser novedoso en su relación con el concepto político fundamental de revolución, sino más bien, por la contribución que significa a nivel de experiencias y expectativas, que -al menos se sugiere- tendría un peso objetivo en la estrategia socialista, donde la dimensión democrática es elemental para el establecimiento del socialismo y donde la revolución posee un contenido eminentemente democrático. De esta forma, la contribución de este concepto particular de revolución rebasa los límites de lo local y lo netamente histórico, posicionándose como una contribución teórica y política. En otras palabras, el concepto particular de revolución contenido en el programa de la UP constituye una contribución al debate conceptual, teórico y político en torno al concepto político de revolución, que agrega novedad en tanto sus significados están cruzados por una dimensión democrática, la cual no poseía una expresión objetiva hasta el triunfo de Allende y la Vía chilena al socialismo en 1970.

En este aspecto, es necesario recalcar el peso que tienen los actores políticos en la teorización de la política propiamente tal, de este modo, el concepto particular de revolución contenido en el programa de la UP chilena obedece a una conceptualización que se hace cargo de un contexto lingüístico friccionado, donde los contenidos y significados en torno a la revolución están en disputa. De este modo, la izquierda agrupada en la UP logra un concepto de revolución que se adscribe al horizonte de expectativas propio de la esfera socialista internacional, pero agregando una dimensión democrática novedosa e inexistente en las capas de experiencia de dicho concepto, siendo una contribución eminentemente teórica a la teoría y práctica revolucionaria.

En sentido estricto, la Unidad Popular se alzó como un conglomerado con una definición conceptual propia sobre la revolución en un espacio semántico de altas expectativas y pocas experiencias. En este aspecto, la Unidad Popular logra desde el reconocimiento de su espacio lingüístico propio elaborar un concepto particular de revolución en un contexto particularmente friccionado, por enfrentamientos internos entre el PS y el PC, al mismo tiempo que friccionado por la emergencia de un proyecto antagónico que también reivindicaba como propios los contenidos y significados revolucionarios.

Lo anterior fue determinante en la conformación y definición conceptual del conglomerado, siendo importantes tanto la experiencia del FRAP, como la necesidad de innovación conceptual que obligaba el proyecto demócrata cristiano. La "respuesta" de la UP fue afirmar su "real" carácter revolucionario frente al "reformismo" demócrata cristiano, redefiniendo además un sentido democrático completamente distinto, caracterizado por la inclusión de las masas populares al gobierno, superando las tesis democráticas del PDC que se supeditaban al respeto de la legalidad. Al mismo tiempo, logra imponer una línea estratégica pacifica frente a las fricciones que propuso el Partido

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Socialista desde 1957 en adelante, las cuales marcarían la trayectoria del desarrollo programático de la izquierda en Chile.

Todo lo anterior derivó en un desarrollo teórico, conceptual y de significados completamente novedoso para el espectro político chileno, pero además, novedoso para los campos semánticos en torno al concepto fundamental de revolución. Los actores respondiendo a la contingencia particular y friccionada, logrando teorizar y poner en práctica una vía revolucionaria que vio resultados positivos en Chile, transformándolo en la excepción que confirma la regla.

Los actores tuvieron la capacidad de nutrirse teóricamente de las discusiones en torno a la práctica y teoría revolucionaria en un primer momento, con miras a la articulación de un programa político propio y que atendiera a las características del contexto político chileno de la época. Una vez articulado dicho programa, la experiencia de la Unidad Popular -y su antecesor, el FRAP- logró contribuir a la discusión en torno a la misma práctica y teoría revolucionaria, a los significados y alcances de la revolución, y por último, siendo una experiencia importante para el concepto político fundamental de revolución. Alzándose como la primera experiencia revolucionaria que alcanza el poder mediante la institucionalidad burguesa, pero que además, se acometiera a realizar los cambios mediante un proceso de democratización, que de por si es revolucionario, en tanto subvierte el orden pre establecido y los significados en torno al concepto de democracia que imperaban en ese momento. De modo que, es la democratización del espacio político y la redefinición de sus límites (Stuven, 2000) mediante la creación del poder popular un acto revolucionario en sí mismo, un acto que pretende subvertir las prácticas democráticas como condición previa al socialismo, de forma que no es posible entender una revolución sin un proceso democratizador que subvierte el orden institucional, político y social imperante en el país.

Por último, es justamente esta dimensión democrática la que agrega novedad y logra diferenciar el concepto de revolución contenido en el Programa de la Unidad Popular chilena, siendo el elemento central en la contribución conceptual de la Vía chilena al Socialismo, pero además, siendo el elemento novedoso a nivel experiencial en torno al concepto de revolución, transformándose en la posibilidad cierta de un proyecto revolucionario y democrático que apuntara a la construcción del socialismo de la misma manera que la revolución cubana abriera la posibilidad de un proyecto de liberación nacional por vía insurreccional en 1959.

Recibido: 4 junio 2014 Aceptado: 28 agosto 2014

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