Extranjeros y sedición en el México de los veinte Foreigners and sedition in the Mexico of the twentieth
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Rina Ortiz Peralta
Resumen
A partir de la figura del ruso Julio Gómez-Rozovsky, y a base de los nuevos antecedentes aportados por la apertura de los archivos soviéticos, este trabajo interroga por la presencia de los agentes de la Internacional Comunista en la política mexicana de los años 20; su actuación por medio del Partido Comunista local y las reacciones que ello produjo entre las autoridades del gobierno, la diplomacia y los servicios de seguridad de estatales.
Palabras clave: Internacional Comunista, política mexicana, peligro rojo, Partido Comunista Mexicano
Abstract
From the Russian figure of Julio Gomez-Rozovsky, and based on new information provided by the opening of Soviet archives, this work studies the presence of agents of the Communist International in Mexican politics of the 20s, his action by the local Communist Party and the reactions it produced among government officials, diplomats and state security services.
Keywords: Communist International, Mexican politics, red menace, the Mexican Communist Party
Mexicana, Investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH, México DF, rinaortiz@hotmail. com
Introducción
Extranjero: que es o viene de país de otra soberanía y/o el natural de una nación con respecto a los naturales de cualquiera otra., señala el Diccionario de la Real Academia. Según el mismo, la Xenofobia es Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros. Y aunque la palabra xenofilia no aparece, al menos en la versión de 1992 del diccionario, por sus raíces podríamos definirla como la inclinación o proclividad hacia los extranjeros. En ambos casos se trata de actitudes, de una forma de relación con los individuos nacidos fuera del país. La condición de extranjería entraña la presencia de fronteras, de límites no sólo geográficos, sino de signos de pertenencia, elementos de identidad. Eso por un lado.
Por otro, como cualquier otra relación entre individuos, la actitud frente a los extranjeros está temporal e históricamente determinada. Me parece que, en términos generales, la relación con los extranjeros ha sido siempre difícil por las múltiples aristas que contiene. Uno es el extranjero visitante, otro el residente y la consideración de las razones y circunstancias que lo llevaron a mudar de lar. No existe una actitud única en la relación hacia los extranjeros: depende de su clase social y del lugar de donde provengan; en cualquier caso los extranjeros siempre representan una confrontación con los valores culturales, con las creencias, las costumbres, etc.
Ahora bien, en el caso de México, desde el punto de vista del estado o de la política, al menos desde la consumación de la independencia, los extranjeros siempre ocuparon un lugar importante, ya fuera como potenciales inversionistas, en la búsqueda de paradigmas de desarrollo o en los proyectos de colonización, con implicaciones hasta de mejorar la "raza" e inculcar hábitos que se suponían ausentes en los nacionales. En la actitud que fue formándose hacia los extranjeros hay que considerar también los agravios: el de la conquista, las diversas intervenciones que padeció el país en el siglo XIX y la siempre presente amenaza norteamericana. Ya en el siglo XX, la revolución mexicana, por los cambios que produjo, implicó un reajuste, un reacomodo en las relaciones tanto con los forasteros que vivían en el país como con las compañías extranjeras que tenían depositados sus capitales en el país. Hubo que sortear reclamaciones, disimular excesos, en fin construir una nueva base de equilibrio.
Pero los vínculos con los extranjeros no se agotaban en los intereses económicos existentes. Como es bien sabido, en los años inmediatos al movimiento revolucionario, un considerable número de extranjeros cruzó por la escena mexicana. Unos querían conocer y fijar, a través de la imagen o la pluma, las transformaciones provocadas por la revolución. Otros, por diversas circunstancias, participaron en los cambios sociales haciéndolos suyos. Algunos de estos extranjeros están vinculados a la historia del movimiento comunista, unos tuvieron la oportunidad de escribir sus propios testimonios 1, otras figuras como Tina
1 Wolfe, Bertram. A live in two centuries, New York, Stein and day Publishers, 1981; Roy, M. N. Memoirs, Allied Publishers, Bombay, 1964
Modotti o Julio Antonio Mella han dado lugar a estudios amplios. Sin embargo, la historia de los personajes de dimensión más modesta ha pasado prácticamente desapercibida. Entre ellos está Julio Gómez-Rozovsky, el ruso que da pie a esta historia entresacada de los informes que se allegaban a las instituciones encargadas de velar por la seguridad nacional y que constituyen el tema principal de este artículo. Pero antes de entrar en materia esbozaré escuetamente la biografía de Julio Gómez, el contexto que me condujo hasta él y, finalmente, referiré también sucintamente las circunstancias en las que se anudan los cabos de nuestra historia: la condición de extranjería y la sedición.
El extranjero
Julio Rozovsky, ruso de origen judío, nació en Odesa en 1906 y llegó a México en 1925. Venía acompañando a su padre, un pequeño comerciante que había decidido abandonar su patria y probar fortuna en otras tierras. Sin embargo, las inquietudes del joven Julio estaban alejadas del comercio; al parecer las transformaciones que vivía Rusia en esos años de alguna manera le influyeron y le indujeron a sumarse con entusiasmo a la labor comunista en México, cambió el apellido Rozovsky por el de Gómez2 y en un tiempo relativamente breve llegó a ocupar puestos de dirección en el Partido Comunista. A fines de 1929 las autoridades mexicanas lo detuvieron, acusándole de fraguar un atentado contra Pascual Ortiz Rubio y a principios de 1930 fue deportado. Regresó a Rusia en febrero de ese mismo año y comenzó a trabajar formalmente en las oficinas de la Internacional Comunista, primero reuniendo la información sobre diversos aspectos de la vida política y económica de los países de América Latina, y luego como profesor en la escuela de cuadros. Cinco años más tarde fue acusado de trotskismo, enjuiciado y exiliado a Siberia. Fue rehabilitado después del XX Congreso del PCUS y se convirtió en una figura legendaria para los comunistas mexicanos. Así podríamos sintetizar, en pocas líneas, la biografía de nuestro personaje.
El fugaz paso de Julio Gómez Rozovsky está, entonces, vinculado a un segmento de la historia del comunismo mexicano que está siendo revisada y complementada gracias a que los archivos de la Internacional Comunista se han abierto a la consulta pública desde 1991. Esto ha permitido, por una lado conocer la estructura de esta organización, sus formas y mecanismos de funcionamiento; han podido irse conociendo también los nombres de quienes trabajaban en sus filas3. El examen de los expedientes ha arrojado no pocas
2 Utilizaba también el alias de Julio Ramírez, RGASPI (Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica, Fondo 495-295-38, f. 1
3 Desde 1993 durante varias estancias de trabajo en el Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica, Antonio Saborit y yo revisamos los fondos del Archivo del Comintern relacionados con la historia mexicana y seleccionamos materiales que, microfilmados, forman parte del acervo de la Biblioteca Orozco y Berra, de la Dirección de Estudios Históricos, INAH. Una parte de la rica documentación será publicada en breve en varias antologías preparadas conjuntamente por Rina Ortiz y Daniela Spenser
sorpresas, entre ellas está la constatación del papel del primer embajador ruso en México, Stanislav Pestkovsky, como agente del Comintern4. Asombra también la extensión de la red internacionalista; así, por ejemplo, en un primer ensayo de compilación biográfica de quienes en distintos momentos trabajaron para la Internacional Comunista en América Latina, el historiador Lazar Jeifets ha reunido más de un millar de nombres5; pero frente a esta aparente abundancia destaca lo poco que sabemos de la mayoría de ellos. De allí que durante nuestra labor de rescate de los documentos para la historia mexicana en los acervos rusos, consideramos que una de las tareas indispensables era la de confrontar la nueva información de que ahora disponemos, complementándola con la que pudiera existir en los repositorios mexicanos. Eso fue lo que me condujo a la búsqueda de las huellas de Julio Gómez-Rozovsky y me permitió conocer la atmósfera en la que se movían los extranjeros que como él se incorporaron a la lucha comunista en nuestro país.
Las circunstancias
Justamente en el momento en que en México la revolución armada parecía tocar a su fin con la adopción de la nueva constitución, cuando se intentaba instaurar un nuevo orden, restaurar la decaída economía y armonizar las facciones; en octubre de 1917 en Rusia se producía otra revolución, una revolución que se reconocía como socialista, opuesta a la explotación capitalista, que pugnaba por establecer la hegemonía del proletariado y atender las necesidades de las masas obreras y campesinas. De acuerdo a los planteamientos bolcheviques, el levantamiento de octubre en Rusia era el primer acto de un drama universal que culminaría con la revolución socialista mundial, los líderes revolucionarios suponían que el proletariado europeo -fatigado de la guerra imperialista- se sublevaría contra las burguesías locales. Muy pronto, sin embargo, estuvo clara la imposibilidad de realizar semejante idea y, cuando los bolcheviques se consolidaron en el poder, convirtieron a la revolución mundial en una "ideología, [...] en algo en lo que debe creerse. Adquiriendo todos los atributos necesarios: una organización, un presupuesto y un clan de dignatarios".6 De este modo fue que en 1919 se fundó la Internacional Comunista y en los años que siguieron el fantasma del comunismo no sólo recorría Europa, sino pretendía extenderse a otros rincones del mundo, a través de una organización cuya aspiración era aglutinar y dirigir a la vanguardia que encabezaría y culminaría la revolución mundial.
4 L.S. Jeifets y V.L. Jeifets. "Kommunizm c odnim M", Latinskaya Amerika, y "Stansislav Pestkovsky. Dvoinoy portret v meksikanskoi fone" Latinskaya Amerika
5 L.S. Jeyfets. Latinskaya Amerika v orbite Kominterna (opyt biografichescogo slovaria) América Latina en la órbita del Comintern. (Ensayo de diccionario biográfico), Moscú, Instituto de América Latina, 2000
6 A.Y. Batlin. Komintern: pervye deciat" let (Comintern: los primeros diez años), Moscú, Rossia molodaya", 1993, p. 25
En principio, la Internacional era una organización subversiva, que actuaba a través de agentes, agitadores o revolucionarios profesionales, encargados de difundir la doctrina comunista y organizar los partidos comunistas aprovechando el malestar social en cada lugar. En un tiempo breve el bolchevismo fue considerado una amenaza real para el orden social; su poder de sedición fue ciertamente sobrestimado, pero precisamente esta sobrevaloración revela la fuerza que llegó a concedérsele al internacionalismo como factor de cambio. Para los hombres que pretendían llevar a la práctica la doctrina marxista el concepto de nación desaparecía y se asumía un compromiso con ideales que se consideraban universales, como señala Isaiah Berlin: "Marx's boldest, and politically most decisive stroke was the identification of one particular class with mankind as such. [...] ...the exploited, degraded, dehumanised proletariat of modern times-the lowest class of all-having no class below it, represents man as such..1 Declarando defender la causa del proletariado, cualquier individuo podía participar en las luchas sociales de cualquier país, aunque no fuera el que lo vio nacer. Los extranjeros se convierten así en agentes potenciales de la sedición, por lo que sus movimientos debían ser constantemente vigilados en aras de la salvaguarda de los intereses nacionales.
En el mismo año en que se fundaba la Internacional Comunista, en la ciudad de México un grupo de anarquistas socialistas convocó a la organización de un Partido Nacional Socialista, suceso que se reconoce como el acto fundacional del comunismo mexicano y aun cuando en esos primeros pasos participaron activamente un buen número de extranjeros, ninguno de ellos había sido patrocinado por el Comintern. Sin embargo, a los pocos meses ya se deja sentir la presencia de este último, por un lado porque los dirigentes del Partido Nacional Socialista pretendieron estar representados en las reuniones periódicas de la III Internacional. Por otra parte, el Comintern paulatinamente intensificó su actividad y en breve tiempo envió a sus propios agentes para analizar la situación local, dirimir conflictos e imponer la línea de acción dictada desde Moscú8. No obstante, el alcance de la actividad comunista fue bastante limitado.
Como bien señala Paco Ignacio Taibo II, el Partido Comunista Mexicano estaba formado apenas por un puñado de hombres, y de acuerdo a datos de Barry Carr en los años veinte su número nunca pasó de 1500.9 Llama la atención, sin embargo, el temor que suscitaba la influencia "bolchevique" entre los sectores conservadores10. En este sentido, la prensa y ciertos núcleos del gobierno norteamericano tildaron al gobierno mexicano de bolchevique por llevar adelante una serie de medidas de carácter nacionalista y popular. Y fue justamente la política social de los gobiernos revolucionarios la que le valió el apoyo de
7 Berlin, Isaiah. The sense of reality. Studies in ideas and their history, London, Chatto and Windus, 1996, p.132
8 Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica (RGASPI , por sus siglas en ruso), Fondo 521, Serie 1, exp. 17, f. 1; Fondo 495, Serie 18, exp.65, f. 4, 26
9 Barry Carr La izquierda mexicana a través del siglo XX. México, Ediciones ERA, 1996, p.25
10 Daniela Spenser. El triángulo imposible. México, Rusia soviética y Estados unidos en los años veinte, México, CIESAS-Porrúa, 1998, pp. 71-74
amplios sectores, incluido el de los comunistas. Sin embargo, el gobierno actuó de manera cauta y guardaba cierto recelo en relación con la acción de esos últimos, sobre todo cuando su influencia en algunos sectores obreros podía restar fuerza a las nacientes organizaciones impulsadas por el propio estado.
Durante su gobierno, Obregón buscó atemperar los ánimos y las demandas de los grupos más radicales y marcó claramente los límites a la acción de los "agitadores" extranjeros, expulsando en 1921 a un importante grupo de ellos, desmantelando, posiblemente sin saberlo, al primer equipo del Comintern que había llegado a México.11 Pero la expulsión no desalentó a otros internacionalistas que siguieron llegando a nuestro país en los años siguientes.
En cierta medida la supuesta influencia bolchevique quedó eclipsada por el ímpetu de las transformaciones promovidas desde el gobierno, de tal modo que durante el primer lustro de los años veinte los comunistas encuentran muchas coincidencias con la élite radical y para las elecciones de 1924 declaran su apoyo a Calles como el candidato que contaba con el apoyo de las organizaciones obreras y campesinas. Es justamente durante su gobierno cuando se despliega más ampliamente la labor comunista, apoyada en buena medida por la embajada soviética abierta en México a mediados de 1924. Para esa época los artistas revolucionarios núcleo a los extranjeros más conocidos, enlace comunicación con la Internacional Comunista, viajan en nombre de los comunistas mexicanos, son visibles, ayudan a fundar el Socorro Rojo Internacional, publican para el Machete, órgano del PCM. Mengua la efervescencia, los triunfadores de Agua Prieta buscan afianzarse en el poder Justamente la identificación de intereses de los comunistas con figuras como Felipe Carrillo Puerto, Francisco J. Múgica, Adalberto Tejeda
La vigilancia
La búsqueda de Julio Gómez en los registros mexicanos me permitió conocer algunos aspectos de la forma en que el gobierno mexicano, entre 1925 y 1931, vigilaba a sus potenciales enemigos y prevenía las acciones sediciosas tanto de nacionales como extranjeros. Dos fueron las secretarías de estado que mantuvieron contacto permanente a este respecto: la de Gobernación y la de Relaciones Exteriores. A partir de la información que hemos consultado podemos distinguir dos períodos y, por tanto, dos actitudes distintas frente a la propaganda comunista y los individuos que la realizaban. El primer período, de 1924 a 1928, se caracterizó por una vigilancia moderada, es un lapso de alerta, en el que se conoce y ubica a los elementos comunistas, se busca saber hasta que punto influyen o pueden influir en los acontecimientos u organizaciones nacionales y cuáles son los grupos internos que los apoyan. Se observa una cierta cautela, pero ningún motivo de alarma. El segundo periodo comprende de 1928 hasta la ruptura de relaciones con la URSS en 1930, y está determinado por el cambio de tono en el propio discurso y acción comunistas. El giro a la izquierda del llamado tercer período de la internacional Comunista, iniciado en 1928, dejó sentir su influencia palpablemente en la posición adoptada por el Pleno del Comité
11 Ibid. P.85
Central del PCM celebrado en julio de 1929, en el que se concluyó que los gobiernos de Calles y Portes Gil habían capitulado ante el imperialismo angloamericano y que de allí en adelante la lucha de las masas recientemente radicalizadas tomaría una forma irrenunciablemente anticapitalista y antiimperialista. El resultado fue una condena global al bloque de los generales revolucionarios que dominaban la dinastía del Norte y una posición intransigente respecto de los sectores meramente reformistas de la sociedad mexicana12. El cambio en la actitud de los comunistas provocó también una mudanza en la actitud del gobierno.
I. De 1925 a 1928
La primera fuente de información respecto de la acción comunista fue, desde luego, la representación mexicana en Moscú. El embajador Basilio Vadillo había llegado a la capital soviética en noviembre de 1924. En junio de 1925, en su informe destacaba las dos posiciones desde las que se pretendía encarar la consolidación de la revolución rusa: la de Trotsky que ponía el énfasis en los problemas internos y la de Zinoviev, al frente de la Internacional, quien "pretende crear, por la propaganda, la colaboración del proletariado mundial". La observación en sí revela el peso que en ese momento tenía la Internacional dentro de la política soviética. El propio Vadillo envía una noticia sobre lo que llama "El peligro bolchevique" y señala a los "revolucionarios profesionales", refiriéndose en especial a Bertram Wolfe, quien había figurado en 1924 en la Comisión de Organización del V Congreso de la IC representando a México: "Estoy seguro de que Wolf (sic) es un agente secreto del gobierno ruso y propagandista de la Internacional"13.
Además de las observaciones de primera mano, se contó también con los reportes de organizaciones e individuos dispuestos a denunciar y combatir las actividades comunistas. A través de sus legaciones en diversos países, el gobierno mexicano estaba informado de los movimientos de los supuestos agitadores así como de los complots que presumiblemente preparaban. Así por ejemplo, en marzo de 1926, un despacho de detectives ofrece al consulado mexicano en Chicago una serie de documentos relativos a supuestas actividades de agentes soviéticos.14 La Secretaría de Relaciones Exteriores compartía sus reportes con la Secretaría de Gobernación, la cual contaba a su vez con varias fuentes de información.
Algunos de estos informes dan cuenta de la forma en que el bolchevismo es considerado como una creciente amenaza y cómo se presume que en este movimiento participan agentes extranjeros, impulsados desde Rusia. En octubre de 1926 se recibe en la Secretaría de Gobernación una carta de las "comunidades asirio-caldeas en Marsella, Francia, informando que se dirige a México una cuadrilla de estafadores que se hacen pasar
12 Barry Carr La izquierda mexicana a través del siglo XX. México, Ediciones ERA, 1996, p.24
13 Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores (ASRE), 39-8-13, exp. III/510 (47-0) "925"/1, f.29
14 ASRE 21-5-256
por sacerdotes y algunos de cuyos miembros son bolcheviques15; en la ficha de cada uno de estos supuestos embaucadores consta su estancia y preparación en distintas ciudades de Rusia.
Pero además, dentro de la Secretaría de Gobernación el Departamento Confidencial era el encargado de vigilar la estabilidad. Aunque en la época de Carranza existió un servicio de agentes de investigación dependientes del Oficial Mayor de la Secretaría de Gobernación, no fue sino después del triunfo de Agua Prieta cuando el Subsecretario Gilberto Valenzuela, estableció la Oficina de Servicios Confidenciales, misma que fue reorganizada el 1 de enero de 1924, cambiando su nombre por el de Departamento Confidencial. Este estaba integrado por diez agentes de primera y por diez de segunda. A partir de 1925 unos de ellos, los agentes de información política, desempeñaban una misión investigadora; los otros, denominados confidenciales tenían una misión ejecutora o policíaca.16 De 1925 a 1930 estuvo al frente del mencionado Departamento Confidencial Francisco M. Delgado. Este había nacido en Jalisco, estudió abogacía en Guadalajara y sirvió en la administración de Basilio Vadillo cuando éste fue gobernador del estado. Debió su ascenso a Plutarco Elías Calles, quien lo conoció de la época de la rebelión delahuertista. Después de dejar el departamento confidencial trabajó en el Departamento de Comercio Exterior de la Secretaría de la Economía Nacional. Además prestó apoyo a la secretaría de Guerra y a la de Relaciones Exteriores.
Los agentes se dividían en varios grupos, cada uno de los cuales tenía asignada la vigilancia de determinados asuntos. Para 1931 la organización del Departamento Confidencial era la siguiente: la jurisdicción del grupo I incluía el Departamento central, las delegaciones, la inspección de policía, tráfico y gendarmería. El grupo II se encargaba de vigilar la Secretaría de Guerra y Marina, la jefatura de la guarnición, los centros militares, la Secretaría de Hacienda, la Dirección General de Aduanas, los ferrocarriles. Al tercer grupo competía informar sobre el comunismo, agrarismo, laborismo, los Caballeros de Colón, vigilar teatros, cines, cantinas, cabarets y casas de tolerancia. El cuarto grupo seguía la actividad de centros, alianzas, partidos políticos, sindicatos, prensa diaria, camiones y la Secretaría de Industria y Comercio. Los agentes del quinto grupo vigilaban las cámaras de diputados y senadores, el Partido Nacional Revolucionario, la Secretaría de Comunicaciones, Correos, telégrafos, los políticos conocidos y a los individuos de conducta dudosa tanto nacionales como extranjeros. El funcionamiento del departamento en la época anterior había sido prácticamente el mismo, con ligeras variaciones, de acuerdo a los asuntos a los que se concedía mayor importancia: las elecciones en diferentes estados, la lucha cristera, las actividades religiosas ilegales. la existencia de conventos clandestinos. Llama la atención que a estas cuestiones se las consideraba tan delicadas como la actividad
17
comunista.
15 AGN, DGIPS, vol. 11, exp. 1
16 AGN: Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (en adelante DGIPS), Vol. 58, exp. 1, ff. 750-780
17 AGN. DGIPS, vol. 58, exp. 1, f. 14
Cada agente recibía una tarea o comisión, sobre la cual, una vez concluida, debería elaborar un reporte escrito; además debían informar sobre sus actividades cotidianas. Tenían prohibido "participar a sus amigos o familiares que trabajan en esta dependencia de Gobernación...", los agentes contaban con diversas tarjetas de identificación expedidas por diversas secretarías de estado o aparecían como agentes viajeros representantes de distintas casas comerciales18. Así, adoptando distintos nombres asistían a reuniones, manifestaciones, registraban domicilios y hasta prometían entregar artículos para la prensa de oposición. "El día de ayer distribuí mi tiempo de la forma siguiente: de diez a doce de la mañana por las calles de Manuel Doblado, y con especialidad por la 2a calle en el No. 19. De doce y media a dos de la tarde por la Cámara de Diputados. Por la tarde por diferentes rumbos de la ciudad y por los partidos políticos Cívico Progresista, Liberal Constitucionalista, Radical Mexicano, Nacional Ferrocarrilero, Nacional Reformista y Partido Político "Acción" y ya por la noche al Partido Laborista Mexicano"19.
Se indaga también sobre la prensa, se busca conocer de donde se obtienen los recursos para su publicación y quienes colaboran en los periódicos comunistas. En junio de 1927 se comisiona a uno de los agentes a averiguar sobre el periódico bolchevique 130, editado por David Alfaro Siqueiros, ya que dicho periódico "hace una propaganda intensa de bolchevismo, y en algunos artículos toma una actitud desrepetuosa (sic) y hasta sediciosa contra el gobierno del centro... A todas horas instiga la doctrina de la violencia contra las empresas y toda clase de capital, y especialmente el capital extranjero..."20
Básicamente en esta época se encarga a los agentes investigar los nexos de los "líderes rojos" con el movimiento obrero21, sobre todo en algunas de las principales fábricas22. Es evidente en los informes que el mayor interés radica en conocer la fuerza de los "rojos" frente a la CROM. A través de los informes puede apreciarse que se conocen cada uno de los movimientos de los comunistas, sus lugares de reunión, los nombres y domicilios de sus líderes, el contenido de los discursos y discusiones, se conoce la actividad del Socorro Rojo Internacional, de la CSUM, de la creciente influencia de Hernán Laborde en los ferrocarriles, etc.
Pero, a pesar de todo ello, incluso los más preocupados por la presencia rusa en México, los Estados Unidos, reconocían que los comunistas no constituían un verdadero peligro. El embajador Sheffield en un mensaje cifrado de 27 de marzo de 1927, enviado al Departamento de Estado en Washington, admitía que no existía evidencia de que el ministro soviético estuviera influyendo en los asuntos internos, "aunque es bastant e claro
18 Ibid, vol. 37, exp. 19, ff. 103-104
19 Ibid. Vol. 6, exp. 11, f. 5
20 Ibid. Vol. 33, exp. 9, f. 1-6
21 Ibid. Vol 46, exp. 4, f. 73; vol. 50, exp. 3, f. 145
22 Ibid. Vol. 49, exp. 2, ff. 12-13
que el ministro simpatiza con algunas actividades radicales y comunistas. La existencia de una alianza soviético-mexicana es dudosa; sin embargo, se rumora que se ha llegado a una especie de acuerdo respecto a un tratado"23.
Pero mientras el gobierno norteamericano buscaba los indicios de una posible liga de Calles con la Rusia soviética, los servicios confidenciales recibían instrucciones para buscar los posibles nexos de los "rojos" con grupos locales que pudieran en algún momento rebelarse en contra del gobierno constituido. Y es que para 1927 la sucesión presidencial había renovado las tensiones entre los grupos que pretendían oponerse a la reelección de Obregón. Resulta muy interesante constatar la forma en que esto se refleja en las comisiones que reciben los agentes confidenciales. La vigilancia, sin embargo, muestra que fuera de algunas declaraciones encendidas, los comunistas más bien seguían los caminos convencionales, realizando su actividad dentro de los márgenes establecidos por la ley. Por otra parte, el apoyo de los comunistas a la reelección de Obregón era conocido. No obstante, paulatinamente la atmósfera se va enrareciendo agravada por la persecución religiosa y el intento de sublevación de Gómez y Serrano.
II. DE 1928 a 1930
Con el asesinato de Obregón, ya como presidente electo, el 17 de julio de 1928, la tensión y la represión aumentaron. El gobierno buscaba minar a la oposición, de modo que se renovó la búsqueda de los nexos existentes entre comunistas y otras fuerzas que pretendieran combatir al poder establecido e impulsar una nueva revolución. Este cambio en la postura del gobierno coincide con el viraje a la izquierda de la Internacional Comunista en su VI Congreso, al que anteriormente aludimos. La consigna de establecer frentes unidos con otras fuerzas de izquierda fue sustituida por la de la lucha "clase contra clase". El cambio en la política del Comintern planteó un serio problema al PCM. Varios funcionarios de la Comintern condenaron la simpatía crítica que los comunistas mexicanos manifestaban por los aspectos progresistas del programa de gobierno de Calles. El PCM recibió una fuerte presión para cambiar su estrategia, y como veremos líneas adelante, los comunistas pronto aceptaron la nueva línea.
El recelo del gobierno impuso nuevas exigencias a los servicios confidenciales. Desde mediados de 1928 en la información puede percibirse incluso un cambio de tono. A los agentes Pastor Navarrete, Jesús Gutiérrez y José de la Luz Mena se les dio la encomienda de vigilar ya no a "los lideres rojos", sino a los "agitadores rusos". 24 Los reportes pierden su carácter general y los suceden reseñas más detalladas, en una de esas crónicas se dice, por ejemplo que "El local del Partido Comunista Mexicano se localiza en la calle de Mesones número 54". Se señalaba que ahí se reunían cada lunes el Comité general y el Local. De ese mismo domicilio salía el órgano "El Machete" y se encontraba también el Comité Central de "Socorros Rojos", presidido por el Profesor Luis G. Monzón
23 APEC, PEC (Anexo) exp. 23, leg. 2/2, f. 61
24 AGN, DGIPS, vol. 49, exp. 2; vol. 57, exp. 10-11
y la Secretaria la profesora Ma. del Refugio García, a quienes el agente señalaba como "amigos del gobierno Federal". Los agentes, mezclados con los comunistas inducían pláticas para saber si "saldrán o salieron de Moscú enviados bolcheviques para los Estados Unidos y México... con el fin de provocar una revolución social nueva". Se citaban entonces las respuestas: el comunista Lorenzo consideraba que tales rumores los esparcían los amarillos, Diego Rivera no veía ningún sentido en "mandar emisarios de Rusia, cuando somos aquí muchos propagandistas que difundimos los ideales; no hay necesidad de rusos, hay sobrados mexicanos". Por su parte, Rafael Ramos Pedrueza señalaba que las declaraciones en ese sentido obedecían al intento para evitar que entraran a México los delegados que habían asistido al Congreso Internacional en Moscú, iniciado justamente el día del asesinato de Obregón.25
Otras crónicas enfatizan también la condición de extranjería, por ejemplo, al informar de un mitin celebrado el 22 de agosto de 1928 para celebrar la memoria de Sacco y Vanzetti, se menciona como siempre a los oradores, pero subrayando también su lugar de origen: "habiendo hecho uso de la palabra los señores Sandalio Junco, Julio A. Mella, José
Fernández y Luis Espinosa que son de nacionalidad cubana; Rosalío Negrete,
»26
americano..."26
Se verifican asimismo los informes remitidos por los cónsules mexicanos en el exterior; se indaga más profundamente sobre algunos de los extranjeros mencionados en los reportes como potencialmente peligrosos, como es el caso de los asistentes al VI Congreso de la Internacional Comunista.27
Por otra parte, en consonancia con los cambios en la política del Comintern, el tono de los discursos comunistas fue cambiando también, de los ataques generales a los gobiernos burgueses y al imperialismo, se pasó a censurar directamente a los integrantes del grupo en el poder: a Calles, a Portes Gil, etc. En este sentido, habla por sí solo el testimonio del hijo del Senador Luis G. Monzón, cuando fue aprehendido acusado de participar en el atentado contra Pascual Ortiz Rubio: "El Partido comunista en el año de 1928 llevaba una línea política tan distinta a la de ahora que verdaderamente nadie se lo esperaba. En 1928 el Partido apoyaba al gobierno. Apoyaba la candidatura del general Obregón, etc. Pero eso lo hacía porque estaba dirigido por hombres mexicanos y viejos revolucionarios tales como Diego Rivera, Ursulo Galván, R. Ramos Pedrueza y mi papá. A mediados de 1929 es cuando querían dominar los judíos tales como Sormenti, Julio Ramírez-ruso- Gómez Lorenzo y apoyados por los mexicanos R. Carrillo, H. Laborde, etc, etc".. "Para poder tomar la dirección Sormentti y su palomilla mandó pedir a la Comintern -Comité Internacional- y a la KHM (en realidad debe ser KIM) -Internacional Juvenil Comunista-unos delegados, la Comintern y la KIM les hicieron caso y mandaron a sus representantes... "
25 AGN, DGIPS, vol. 57, exp. 11, f. 374-375
26 Ibid, vol. 49, exp. 2, f. 55
27 Ibid. Vol. 49, exp. 2, f. 54
Pero la alerta para el gobierno provenía también de que en estos años había crecido la influencia de los comunistas en algunos sectores, entre ellos el ferrocarrilero; su presencia en ciertos estados también era importante. Por ello es que se estrecha la vigilancia sobre algunos de los dirigentes, cuyos expedientes se sacaron del fondo original para pasar a formar parte de juicios posteriores. Tales son los casos de Valentín Campa y Hernán Laborde.
Además se seguía recibiendo informes de las legaciones mexicanas en el exterior. Así, por ejemplo, en febrero de 1928 la representación mexicana en Estocolmo señalaba que un informante, cuyo interés exclusivo era "servir a la humanidad" aseguraba que partirían para México, vía Alemania, dos agitadores rusos con nombres falsos; por lo cual se aconsejaba vigilar la llegada del barco en el que supuestamente viajarían los agitadores.28 Por otra parte, es evidente que los Estados Unidos presionaban al gobierno mexicano para combatir al comunismo. En diversas ocasiones se remitieron informes sobre supuestos planes comunistas que tenían a México como base para extender su influencia a Estados Unidos, señalando que varios agentes realizarían viajes a través de Vladivostok. Se trataba de probar con diferentes argumentos que los comunistas rusos extendían sus redes: se señalaba, por ejemplo que en mayo de 1927 cuando la residencia soviética en Londres fue allanada entre las evidencias se había encontrado una lista de agentes soviéticos en México y Sudamérica. En otra ocasión se notificaba que viajaría a México un representante del Congressional Committee to Investigate Communistic Activities, a fin de entrevistarse con las autoridades competentes para intercambiar información respecto de las actividades comunistas29. Y aunque nada podía ser probado, lo cierto es que el ambiente se iba tornando desfavorable para cualquier tentativa de agitación.
El informe confidencial del embajador mexicano en Rusia, Jesús Silva Herzog, de 4 de julio de 1929, muestra claramente cuanto habían cambiado las relaciones entre los dos países en menos de una década. En primer lugar considera un "error romántico" haber establecido relaciones con la URSS, cuando no se tenían vínculos comerciales y sólo se esperaba compartir una "avanzada ideología", pero en realidad -se lamentaba el diplomático- en Rusia "no se nos conoce, no se nos entiende ni estima. En las etiquetas fabricadas por una ideología ortodoxa y fanática nos corresponde el título de gobierno pequeñoburgués... aliado al imperialismo y.. enemigo de las clases trabajadoras"30. Agregaba además: "Uno de los órganos más importantes del Partido (del PCUS) es la Internacional Comunista, por medio de la cual sostienen relaciones con los comunistas del exterior... La campaña en contra del Gobierno del Sr. Portes Gil ha sido, a mi juicio y de acuerdo a los informes que tengo, sugerida desde aquí."31
28 Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores, B/534 (47) (485-0)
29 ASRE, 41-26-135, Segunda parte
30 ASRE, 14-25-2 (I) f. 8
31 Ibid. F. 9
Los comunistas, que todavía dos años antes habían apoyado al presidente Calles, adoptaron una postura de confrontación contra el gobierno que en la delicada situación de la sucesión presidencial, los convertía en vehículos de sedición. La rebelión escobarista de marzo de 1929 y el levantamiento de José Guadalupe Rodríguez contra el ejército federal dieron la puntilla a la relación del gobierno con los comunistas. Estos fueron perseguidos y el partido pasó a la clandestinidad. Los agentes policíacos que vigilaban a los comunistas comenzaron a buscar sus conexiones con otras fuerzas políticas, las palabras pronunciadas en las reuniones y mítines fueron sopesadas de otra manera. Las redes de vigilancia establecidas por el presidente Portes Gil detectaron un supuesto complot destinado a privar de la vida al presidente electo Pascual Ortiz Rubio. En diciembre de 1929 fueron detenidos varios comunistas. Uno de ellos, Saturnino Ortega, Secretario de la Local Juvenil, no sólo afirmó que la Internacional Comunista había dado instrucciones para cambiar la actitud de los comunistas hacia el gobierno, sino proporcionó la lista de nombres de los principales agitadores, entre los mexicanos se encontraban Rafael Carrillo, Carlos J. Meneses, Gastón Lafarga, Valentín Campa y entre los extranjeros Julio Gómez y Enea Sormenti32. Con este detallado testimonio fue suficiente para expulsar del país a Julio Gómez-Rozovsky en enero de 1930.
De este modo, en un tiempo relativamente breve se fueron tejiendo los hilos de un lienzo en el que los rusos eran sinónimo de subversión; su presencia no era bienvenida y la ruptura de relaciones con la Rusia soviética, unos meses después, quedó más que justificada.
Referencias y fuentes
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Barry Carr La izquierda mexicana a través del siglo XX. México, Ediciones ERA, 1996
Berlin, Isaiah. The sense of reality. Studies in ideas and their history, London, Chatto and Windus, 1996
Daniela Spenser. El triángulo imposible. México, Rusia soviética y Estados unidos en los años veinte, México, CIESAS-Porrúa, 1998
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----------------"Stansislav Pestkovsky. Dvoinoy portret v meksikanskoi fone" Latinskaya
Amerika
32 AGN, Pascual Ortiz Rubio, exp. 168 A
L.S. Jeyfets. Latinskaya Amerika v orbite Kominterna (opyt biografichescogo slovaria) América Latina en la órbita del Comintern. (Ensayo de diccionario biográfico), Moscú, Instituto de América Latina, 2000
Wolfe, Bertram. A live in two centuries, New York, Stein and day Publishers, 1981; Roy, M. N. Memoirs, Allied Publishers, Bombay, 1964
Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores (ASRE)
AGN: Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales
Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica (RGASPI , por sus siglas en ruso), Fondo 521, Serie 1, exp. 17, f. 1; Fondo 495, Serie 18, exp.65, f. 4, 26
Recibido: 12 octubre 2011 Aceptado: 3 abril 2012