Democracia Esencial sin cooptación en América Latina: un modelo con indicadores de libertad, igualdad y fraternidad
Essential Democracy without cooptation in Latin America: a model with indicators of liberty, equality and fraternity
Esteban Valenzuela - Octavio Avendaño1
Resumen
El artículo propone el concepto de democracia esencial sin cooptación en América Latina como modelo que integra dimensiones de libertad, igualdad y fraternidad. La cooptación es negar la autonomía del otro como eje de las malas prácticas que hacen formal la democracia: elecciones capturadas por poderes paralelos, igualdad sin empoderamiento, convivencia sin reconocimiento. El modelo propuesto es alternativo a los enfoques que sólo enfatizan los elementos liberales de derechos individuales.
Palabras claves: Democracia esencial, América Latina, rankings, libertad, igualdad, fraternidad
Abstract
The article proposes the concept of essential democracy without cooptation in Latin America as a model that integrates dimensions of liberty, equality and fraternity. Co-optation is to deny the autonomy of the other as axis of bad practices that make democracy a formal process: elections captured by parallel powers, equality without empowerment equality, coexistence without recognition. The proposed model is an alternative to approaches that emphasize only the liberal elements of individual rights.
Key words: Essential Democracy, Latin America, rankings, liberty, equality, fraternity
1 Chilenos, profesores del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Alberto Hurtado. Esteban Valenzuela es cientista político y Doctor en Historia de la U. de Valencia. Octavio Avendaño es sociólogo y Doctor en Ciencia Política de la U. de Florencia. Esta Investigación es producto del FONDECYT 11121286. Comentarios a [email protected]
I.- Presentación
Los rankings dominantes sobre calidad de la democracia demuestran un sesgo al sobrevalorar los aspectos de libertad de económica, pluralismo informativo y elecciones periódicas. Lo anterior coloca a Cuba y los llamados países bolivarianos en los últimos lugares, no obstante sus avances en derechos sociales y en otras formas de democracia. El artículo usa indicadores tradicionales de libertad económica e informativa de origen norteamericanos, pero al combinarlos con otras dimensiones de la democracia como la equidad, derechos colectivos, sindicalización (vinculados a la igualdad) y datos exploratorios sobre fraternidad, se logra proponer un enfoque equilibrado, valorativo de dimensiones para una democracia esencial. El resultados es que los estados neoliberales cooptados por mafias empresariales y oligarquías que no pagan impuestos ocupan los últimos lugares del ranking propuesto. Son países donde los indicadores de calidad vida y derechos sociales siguen rezagados a pesar de la década de crecimiento económico en el Continente.
El interés por analizar los niveles de calidad alcanzados por las democracias latinoamericanas aparece con la finalización de los procesos de transición y consolidación. En un primer momento, el énfasis estuvo puesto en el funcionamiento de las instituciones representativas, la gobernabilidad y los grados de estabilidad que existía en diferentes países de la región. De manera diferenciada, en las "nuevas democracias" derivadas de tales procesos el funcionamiento estuvo condicionado por una serie de situaciones derivadas directamente del pasado autoritario. Desde fines de los años noventa, son diversos los autores que han intentado integrar dimensiones procedimentales, relacionadas con el funcionamiento de las instituciones, con aquellas consideradas sustantivas e inherentes al ideario democrático (Altman y Pérez-Liñán, 2002; Diamond y Morlino, 2004; Levine y Molina, 2011; Morlino, 2011).
Sin embargo, persisten una serie de controversias que en gran medida son consecuencia de las diferencias de enfoques que han primado en la teoría democrática contemporánea. Tales controversias se reconocen en aquellos enfoques que hacen hincapié en las elecciones periódicas y la separación de poderes (Laswell 1953, Ricker 1965, Huntington 1991, Smith 2004), así como en los sustantivistas-igualitaristas que asocian democracia con bienes sociales para las mayorías e igualación en las posibilidades de participar en la decisiones con un poder redistribuido (Laclau y Mouffe, 1985; Taylor, 2003; O'Donnell 2007; Pzeworski, 2010), hasta llegar a quienes valoran el rol positivo de las oposiciones y la petición real de cuentas (Morgenstern, el al, 2008; Rosavallon 2009; Tovar 2012).
Es por esta razón que no existen criterios compartidos en las principales mediciones dedicadas a analizar la valoración de la democracia y los niveles de calidad que éstas alcanzan en los distintos países de la región. Latinobarómetro se basa en percepciones cuestionables por el distinto nivel de criticidad de la opinión pública de cada país, el ranking de la Fundación Konrand Adenauer (Índice de Desarrollo Democrático, IDD) por el apego a las instituciones y la periodicidad de las elecciones, los criterios de los rankings de transformación de la Fundación Bertelsmann y de la Unidad de Inteligencia de The Economist, (Ranking de Calidad de la Democracia). Los antecedentes proporcionados por este tipo de fuentes
permiten generar una serie de combinaciones sin identificar matices y complejidades, como ocurre en democracias liberales desiguales (de Guatemala a Chile) y en sistemas socialistas (de Cuba a Venezuela).
Por otra parte, existe un creciente malestar con aquella democracia formalista que no es capaz de otorgar resultados positivos en los principales indicadores sociales. Así por ejemplo, países como Panamá, Colombia y Chile exhiben los menos avances en materia de "ciudadanía social" de toda la región al comparar lo que ocurre entre los años 2000 y 2010, mientras que los mayores avances se registran en Venezuela, Perú y Brasil (PNUD, MAEC, AECID, 2011: 238).
El presenta artículo analiza el nivel de funcionamiento efectivo de la democracia en base a la noción de democracia esencial sin cooptación. Esta noción se fundamenta en la presencia de un modelo tridimensional que hace hincapié en la importancia que adquiere la libertad, la igualdad y la fraternidad. Se trata de un modelo alternativo a las nociones formalistas y procedimentales acerca de la democracia, y de aquella que amplían y proponen una mayor profundización en base a la importancia asignada a los indicadores asociados a la igualdad social y económica. El modelo de tres dimensiones permite comprender una serie de paradojas que se dan en un contexto regional marcado por la desigualdad, la violencia y la crítica al desempeño de la propia democracia. La cooptación, entendida como negar la autonomía del otro (Gandhi y Przeworski, 2006; Gerchewski, 2010), explica las anomalías en las tres dimensiones: la censura afecta la libertad del otro, el igualitarismo sin poderes autónomo se vuelve una política sin contrapesos, y la ausencia de modelos de convivencia fraterna dan cuenta de negación del otro sin reconocimiento. Es decir, se propone que en la aceptación de la autonomía del otro se funda una cultura política de democracia esencial.
Las tres dimensiones cobran el mismo valor, lo que permite mirar las paradojas de un continente violento, desigual y con mala calidad democrática. Es posible medir en forma crítica a Guatemala por su alta desigualdad y violencia, como a Cuba por su falta de libertades políticas. El modelo de democracia esencial asume los contrastes y las situaciones intermedias que puedan existir entre los casos, superando con ello la simple distinción democracia y dictadura. Un país con elecciones pero cooptado por poderes paralelos y sin derechos sociales es tan cuestionable como los regímenes que persiguen la oposición. Para construir el modelo se usan rankings existentes y se califican los principales países del Continente en alto, mediano o bajo en cada indicador usado.
II.- La controversia por los modelos de calidad de la democracia
La bibliografía más especializada que ha emergido acerca de las democracias que se fueron configurando desde los inicios de los años ochenta, ha dado cuenta de la existencia de regímenes un tanto híbridos en el funcionamiento de las instituciones, garantía de derechos, pluralidad y participación. Al respecto, cabe destacar la contribución de David Collier y Steve Levistsky (1996) acerca de las "democracias con apellidos", o la caracterización que tanto Andreas Schedler como el propio Levitsky han hecho acerca de los llamados "autoritarismos competitivos" (Levitsky y Way, 2010). Existen regímenes en los cuales se establece constitucionalmente la competencia electoral, pero sin que existan condiciones para que ésta
sea plural y ampliamente participativa. Por su parte, Zacaría (1997) y Smith (2004) utilizan el término de democracias "iliberales" para aquellas que carecen de contrapesos institucionales esenciales, las plenas libertades individuales y sociales.
Este tipo de definiciones permite matizar la tradicional distinción entre democracia y dictadura, destacando la presencia de situaciones híbridas y de semi-democracias. En el estudio de Smith, los cubanos no fueron incluidos por el hecho de no tener "elecciones"; en cambio, sí fue considerado México ya que según el propio Smith (2004) no tuvo elecciones libres en todo el siglo XX, con la excepción de Madero en 1911, luego asesinado. Los cubanos podrían alegar que hacen elecciones sin pluripartidismo- ¿semi democracia?-, y que si democracia es "ampliar los derechos económico sociales", sin duda que estarían en la parte alta de los indicadores. Cuba tiene políticas sociales integradoras con déficits en libertades individuales, pero sin duda, es más democrática que varios países de democracia formal, alta violencia y pésimos indicadores sociales. En este artículo se incluye a Cuba, lo que hace pertinente la polémica. La mayoría de los estudios se han quedado en los sesgos formalistas o monotemáticos, excluyendo a Cuba y mostrando una clara severidad con los países bolivarianos (Venezuela, Ecuador, Bolivia). Esos mismos estudios consideran democracias países como Honduras y Guatemala dado que poseen Congreso y elecciones, pero donde la misma élite impide cobrar impuestos, tiene capturado el Estado, abundan los poderes paralelos, las mafias, la falta de instituciones, convirtiéndose en los países más desiguales y violentos del mundo.
Los altos niveles de violencia y de criminalidad han sido el principal tema de la agenda política de los últimos años (González, 2013: 604-605). Guatemala recauda sólo el 10% del PIB en impuestos (el más bajo de América) y la mitad de los parlamentarios y alcaldes se cambian de partidos, ya que lo importa es estar vinculado al gobierno central que domina las pocas instituciones existentes. Este transformismo tendría el mismo efecto que genera la cartelización y la colusión entre los partidos, el ir configurando como principal base de apoyo a quienes ocupan cargos o desempeñan funciones dentro del Estado. Con ello no resulta posible la existencia de una oposición real.
Honduras tiene un sistema de partidos marcado por la permanencia de la élite, con organizaciones fragmentadas, con escasa capacidad de influir en las políticas públicas de ninguna especie, ya que lo importan son las redes paralelas de asalto al Estado e impunidad para negocios ilícitos (Taylor-Robinson, 2009). Son también pseudos democracias que hacen actos electorales en medio de niveles intolerables de exclusión social, cooptación fáctica de las instituciones, clientelismo para estatal y corrupción dura (Rodríguez, 2013: 294-298). Todas ellas, prácticas que ponen en cuestión la validez de sus procesos electorales, particularmente en Centroamérica, con la excepción de Costa Rica. Hay elecciones que podríamos calificar ni de libres ni justas, sino "compradas" y "fácticas", con una población excluida de votar (sobre todo los pobres y jóvenes), clientelizadas al extremo como en el antiguo cohecho, y asimétricas por el peso de los poderes fácticos en las mismas.
Cuba y Venezuela, que son regímenes que logran generar avances en igualdad por políticas sociales institucionales (Cuba) y repartición de parte de la renta petrolera (Venezuela), permitiendo que bienes sociales sean universales como cuestión clave para los igualitaristas
democráticos. Venezuela, a su vez, ha destacado por el hecho de no haber desarrollado un discurso antipartido en el período comprendido entre 1998-2013 sino, más bien, un discurso anti- partidos tradicionales. Prueba de ello ha sido el fortalecimiento que tuvo la oposición en las elecciones parlamentarias del 2010, y luego en las presidenciales del 2012, en comparación con lo ocurrido el 2005 (Hidalgo, 2013). Sin embargo, tanto Cuba como Venezuela no destacan en el ranking de democracia esencial por sus limitaciones en libertades. En el caso venezolano, habría que agregar además los agudos problemas de inseguridad y corrupción que atentan contra el principio de fraternidad, el cual es parte de la dimensión tridimensional que se propone.
III.- Un modelo tridimensional con indicadores reconocidos
La democracia, tal como aparece definida más recientemente por quienes se dedican a analizar el problema de la calidad, implica tanto libertades como igualdad política y social. Asimismo, combina instituciones representativas con mecanismos de participación directa, como ocurre en países como Suiza y Uruguay (Altman, 2011). Para los efectos de esta trabajo, se agregan las dimensiones sustantivas de libertad, igualdad y la fraternidad. Esta última dimensión suele ser olvidada (Baggio 2009), pero tiene elementos claves para medir convivencia, inclusión, diálogo, respeto al otro, cuestiones que permiten que la libertad y la igualdad funcionen con energía (Valenzuela 2012). La fraternidad actualiza la idea aristotélica de amistad cívica y repone el valor de la convivencia como valor democrático gravitacional desde la formación escolar (Mardones 2013).
Los trabajos del Centro Gumilla de la Universidad Andrés Bello sobre valoraciones de la democracia, en base a consultas realizados a diferentes expertos, enriquecen la mirada considerando la democracia en tres dimensiones en base a la visión fundante de Dahl (1956) que valoraba tanto las elecciones, la competencia (contestación), como la importancia de la inclusión social. En conceptos de hoy, se considera democrático un régimen que combina: libertades individuales y colectivas, derecho a la competencia en política y bienes social (inclusión con equidad), siendo las tres condiciones de un modelo equilibrado que evite lo populista que enfatiza las políticas socialista y lo neo liberal que valora la libertad económica y política formal (Álvarez y Virtuoso 2012: 32-38).
El politólogo español, Manuel Alcántara también valora la intuición inicial de Dahl de medir la calidad democrática en diversas dimensiones, proponiendo un modelo de cinco aspectos procedimentales (imperio de la ley, participación, competencia, responsabilidad vertical del Estado, responsabilidad horizontal de la sociedad civil), dos sustantivas (libertades e igualdad), y finalmente la capacidad de petición de cuentas y evaluar si todo ello es real y no retórico (Alcántara 2008). La petición de cuentas, traducida como accountabiliy o responsiveness es clave, ya que "enlaza las dimensiones procedimentales con las sustantivas proveyendo una base para medir cuántas más o menos políticas públicas (incluyendo leyes, instituciones y gastos) corresponden con las demandas de los ciudadanos según han sido agregadas a través del proceso político" (Diamond y Morlino 2004: 22). Esto permite reafirmar la importancia que tiene un tipo de dimensiones u otras para un adecuado funcionamiento y el respaldo por parte de los ciudadanos.
El estudio que sustenta este artículo consideró una muestra compuesta por veinte países latinoamericanos, excluyendo a varios de la zona del Caribe, como Haití y Trinidad- Tobago, debido a que presentaban fuentes incompletas. Esto dificultaba la comparación y el análisis sobre el comportamiento de ciertas variables y factores explicativos.
IV.- Las dimensiones de la Democracia Esencial
Libertad
La primera dimensión a ser medida es la libertad, entendida como la posibilidad que posee cada individuo o grupo de actuar de manera autónoma. Incluye además el conjunto de derechos individuales. De tal manera que la libertad conlleva la no intervención e influencia, en las decisiones que adopta cada individuo o grupo organizado, de parte de alguna autoridad. Cabe destacar que en América Latina ha tendido a predominar la libertad formal en estados frágiles y cooptados por grupos de presión y de abierta corrupción. De hecho, O'Donnell (1997, 2007) observó detenidamente cómo, en el marco de las nuevas democracias, que habían surgido de los procesos de transición de los años ochenta, veían permanentemente vulnerados aquellos derechos que garantizaban la libertad, así como la capacidad del Estado para garantizar la protección legal de los ciudadanos.
Para el análisis de esta dimensión se considera cuatro indicadores: el nivel de democracia, el estado de la libertad de expresión, la libertad económica y la capacidad de transformación de un sistema político como voluntad de innovación.
i) Libertad de elegir y participar
La Revista inglesa The Economist realiza un informe de más de 160 países calificándolos en democracias plenas, democracias imperfectas, regímenes híbridos y los sistemas autoritarios. Mide cinco factores: el proceso electoral y el pluralismo, las libertades civiles, el funcionamiento del gobierno, la participación política y la cultura política. Sólo Uruguay y Costa Rica calificaron como democracias plenas. Chile, el tercer ubicado, destacó en pluralismo y gobierno legal, pero obtuvo sólo un 3.9 en participación (escala hasta 10), por lo cual entra a democracias defectuosas como la mayoría de los países de la Región. Agrupamos hasta el lugar 40 las democracias plenas, las defectuosas hasta el 80 y luego los regímenes híbridos y autoritarios.
Tabla 1: Calidad de la democracia según cinco indicadores
Nivel Países
Alto 3: hasta lugar 40 Uruguay, Costa Rica y Chile
Medio 2: 41-80 Jamaica, Panamá, Brasil, México, Argentina, Colombia R. Dominicana, El Salvador, Perú, Paraguay
Bajo 1: más de 80 Guatemala, Bolivia, Honduras, Ecuador, Nicaragua, Venezuela, Cuba.
Fuente: Rankings Democracia, The Economist, 2011 y 2012
ii) Libertad de expresión
Por décadas se ha respetado el ranking de libertad de expresión que realiza la Freedom House, agencia norteamericana que excluye a EE.UU. de los primeros lugares. Cataloga a los altos como plenamente libres (hasta lugar 30), los países con restricciones (concentración de medios, acoso investigación independiente) entre el puesto 31 al 130, y luego los no-libres (control de la prensa, asesinato de periodistas). Desde luego, la libertad de expresión no sólo tiene implicancias para los ciudadanos individuales, sino que se considera incluso desde las definiciones formalistas y procedimentales como un requisito básico para la competencia política. En el marco de la competencia política, la carencia de libertad de expresión, imposibilita la trasmisión de propuestas hacia los electores, y limita a éstos la posibilidad de optar en función de alternativas distintas. Por cierto este indicador tiene el sesgo de no valorar los modelos de apoyo a radios populares, medios comunitarios y alternativos.
Tabla 2: Libertad de Expresión en Ranking Freedom House de Países
Nivel Países
Alto 3: hasta lugar 30 Costa Rica, Jamaica, Uruguay
Medio 2: 31- 130 Chile, R. Dominicana, Brasil, El Salvador, Perú, Bolivia, Panamá, Nicaragua, Argentina, Colombia y Guatemala
Bajo 1: más de 130 Ecuador, México, Honduras, Paraguay, Venezuela y Cuba
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Fuente: Informe 2013 Freedom House sobre Libertad de Prensa
iii) Libertad económica
El ranking 2013 de Libertad Económica que construyen la Fundación Heritage y The Wall Street Journal, reconoce que el año 2008 fue el peak de mejoras mundiales en este indicador con 60,2 puntos de un máximo posible de 1003.. Con la crisis de los préstamos sin control en USA y Europa, el indicador ha venido en declinación desde el 2009, en un regreso a medidas de mayor proteccionismo.
Destaca Chile en el lugar séptimo, pero también Uruguay en el puesto 36. Ambos son muy distintos, ya que Chile tiene una carga tributaria del 18-20% del PIB, mientras el socialdemócrata Uruguay se acerca a un 30%. Lo común es que el Estado tiene poca injerencia directa en manejo de empresas y no fija precios, permitiéndose la iniciativa privada sin restricciones.
Tabla 3: Ranking de Libertad Económica por lugares
Nivel Países
Alto 3: Hasta lugar 55 Chile, Uruguay, Colombia, Perú, Costa Rica, México, Jamaica y El Salvador
Medio 2: 56-100 Panamá, Paraguay, Guatemala, Honduras, R. Dominicana, Brasil.
Bajo 1: más de 100 Nicaragua, Bolivia, Argentina, Ecuador, Venezuela, Cuba
Fuente: Fundación Heritage y The Wall Street Journal: Ranking de Libertad Económica 2013.
2 http://www.freedomhouse.org/sites/default/files/Global%20and%20regional%20tables.pdf
3 http://libertad.org/wp-content/uploads/2013/01/aasificaci%C3%B3n-2013-del-ILE.png
iv) Transformación
La libertad política de un país como capacidad de innovar para mejorar el sistema, es medida por la Fundación Bertelsmann a través del Ranking de Transformación (BTI) que mide aspectos políticos y económicos. El ranking mide 130 países en vías de desarrollo. Un modelo impermeable a la crítica social y al cambio, donde la estabilidad autoritaria se convierte en un valor sacralizado, se opone a la dimensión libertaria de la democracia.
Tabla 4: Ubicación en ranking de Transformación
Nivel Países
Alto 3: hasta lugar 30 Uruguay, Chile, Costa Rica, Brasil, Panamá, Jamaica, El Salvador
Medio 2: hasta 50 Argentina, Perú, México, R. Dominicana, Paraguay, Colombia y Bolivia
Bajo 1: más de 50 Honduras, Nicaragua, Ecuador, Guatemala, Venezuela Cuba.
Fuente: Ranking de Transformación (BTI) 2012. Bertelsmann Foundation, Alemania.
A partir de los cuatro indicadores se puede ver el alto puntaje tanto de países con predominancia socialdemócrata en sus políticas de largo plazo (Uruguay y Costa Rica) y otras democracias calificadas en el eje liberal: Chile, Perú, Colombia, El Salvador (Alvarez y Virtuoso, 2012). Los países bolivarianos pro socialismo que se han caracterizado por buscar un mayor control de la prensa, injerencia estatal en la economía y limitar las oposiciones, ocupan los peores lugares en libertad: Nicaragua, Venezuela, Cuba, Bolivia. A ellos se suman países con largos gobiernos derechistas sin un desarrollo de instituciones democráticas: Paraguay, Guatemala y Honduras.
Tabla 5: Ran dng de Países en Libertad (sumando los cuatro componentes)
Puntaje Países
12 Costa Rica y Uruguay
11 Chile, Jamaica
10 El Salvador
9 Brasil, Panamá, Perú, Colombia
8 México, R. Dominicana
7 Argentina, Paraguay
6 Guatemala, Bolivia
5 Nicaragua, Honduras
4 Ecuador, Venezuela y Cuba
Justicia
El valor de la justicia se toma desde sus indicadores tradicionales de capacidad de universalizar bienes sociales (democracia por resultados) expresado en términos de desarrollo humano, como en los indicadores de equidad en los ingresos. También se incluyen las dimensiones de peso del sindicalismo en la sociedad, clave en los países de mayor igualdad
(Escandinavia, modelo nórdico), y la dimensión de género, la cual ha ganado legitimidad para comprender lo igualitario también en la integración paritaria en los empleos y el poder para la mujer.
i) Nivel de desarrollo humano
La relevancia que el ranking del PNUD le otorga a los servicios sociales de educación, salud, esperanza de vida, alfabetismo, lo hacen un elemento clave a considerar, ya que cuantifica los resultados básicos de una democracia en universalizar el acceso de la población a seguridad alimentaria, agua potable, educación.
Tabla 6: Ubicación en Ranking de Desarrollo Humano
Nivel Países
Alto 3: hasta lugar 55 Chile, Argentina, Uruguay,
Medio 2: 56- 100 Cuba, Panamá, México, Costa Rica, Venezuela, Perú, Brasil, Jamaica, Ecuador, Colombia, R. Dominicana
Bajo 1: más de cien El Salvador, Bolivia, Guatemala, Nicaragua, Paraguay, Honduras,
Fuente: Informe IDH 20134
ii) Nivel de igualdad en los ingresos
El otro gran indicador estructural de igualdad es el nivel de igualdad que se mide en el llamado Coeficiente GINI, que contrasta la diferencia del promedio de ingreso del quintil (20%) de la población con mayores ingresos con el de las personas que e ubican en aquel de menores ingresos. Con la excepción de Venezuela y Uruguay, América Latina es la región más desigual, mucho más que Europa y Asia, los continentes más igualitarios. La información de los organismos internacionales sobre Cuba se ha discontinuado respecto al GINI. Ni el PNUD ni el Banco Mundial reportan datos desde el 2006. No obstante las dudas sobre un deterioro de la igualdad vinculado a la diferencia entre el sector que accede a ingresos por dólares (sectores de Gobierno, turismo y familiares de exiliados que reciben remesas) y el grueso de la población, anotamos a Cuba en un nivel alto de igualdad en consideración a las tendencias históricas que lo sitúan igualitario con un GINI en torno al 0.405.
Tabla 7: Niveles de igualdad según Coeficiente GINI promedio 2002-2009
Nivel Países
Alto 3: Menos de 0.45 Venezuela, Uruguay, Cuba
Medio 2: Entre 0.46-0.50 Perú. El Salvador, Ecuador, Costa Rica, Argentina, Jamaica
Bajo: 1: más de 0.50 Paraguay, México, Panamá, Chile, Bolivia, Nicaragua, R. Dominicana, Brasil, Colombia, Honduras, Guatemala
Fuente: Informe CEPAL6 Panorama Social 2010 y datos IDH 2013.
4 http://hdr.undp.org/es/estadisticas/
5 Xalma, Cristina ,2007. Cuba: ¿Hacia dónde? Barcelona: Icaria.
6 http://www.eclac.cl/noticias/paginas/8/33638/101130_PanoramaSocial-30noviembre-final.pdf
iii) Sindicalización
Sumado a los derechos económicos sociales y la mayor equidad en los ingresos, se considera elemental para la igualdad el nivel de pacto social entre empresarios-Estado y trabajadores, como se aprecia en el norte de Europa. El indicador de sindicalización o densidad sindical mide tanto empleo formal como protagonismo sindical en negociaciones y políticas. La tasa de sindicalización en Las Américas7 se mueve en torno al 14%, muy por debajo de Europa (30%).
Tabla 8: Tasa de sindicalización como porcentaje del total de fuerza de trabajo
Nivel Países
Alto 3: más del 20% Cuba, Argentina, Uruguay y Bolivia
Medio 2: entre 10 y 20% Brasil, Venezuela, Paraguay, Chile , R. Dominicana, Panamá, México, Nicaragua
Bajo 1: menos del 10% Costa Rica, Honduras, El Salvador, Colombia, Perú, Ecuador, Guatemala, Jamaica.
Fuente: Informes de OIT, CIOLS, CEPAL y Grupo de Trabajo de Auto Reforma Sindical CSA-Tuca.
iv) Igualdad de género
La igualdad no se mide sólo en ingresos sino también en función de las relaciones de género. Para objetivar la igualdad de género se toman en cuenta la ocupando la participación de la mujeres en el trabajo, la tasa salarial respecto a los hombre y la posición social (profesional y poder). Latinoamérica tiene un alto rezago a este respecto en comparación a Europa y Norteamérica. Panamá (76%) exhibe uno de los mejores indicadores de género. Cuba (68%) retrocede en comparación a su igualitarismo en otros ámbitos, y Guatemala (49%) desciende a los peores del orbe con países árabes y africanos9.
Tabla 9: Índice de Equidad de género por porcentaje de logro
Nivel Países
Alto 3: más del 74% Panamá, Argentina, Costa Rica, Nicaragua y Uruguay
Medio 2: entre 73% y 67% Paraguay, Brasil, Chile, R. Dominicana, Ecuador, Perú, Cuba
Bajo 1: menos del 66% Bolivia, México, Venezuela, Colombia, Honduras, Jamaica, El Salvador, Guatemala.
Fuente: Informe Igualdad de Género 2012. Social Watch Org.
En la dimensión de justicia destacan Uruguay y Argentina, con una tradición de Estado fuerte, educación pública, industrialización y peso de los sindicatos, generando una clase media significativa. De los países socialistas de la región sólo Cuba logra resultados valorables en
7http://white.oit.org.pe/spanish/260ameri/oitreg/activid/proyectos/actrav/proyectos/proyecto_ssos/act_regional es/mexico_nov2010/documentos/3erdia_cancun 1.pdf
8 El informe Indicadores de derechos económicos, sociales y culturales: derecho a la salud y al trabajo, publicado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile (2012), asevera que Chile disminuyó su tasa de sindicalización de un 15,1% el año 1991 a un 11,7% el año 2010. P. 25.
9 http://www. socialwatch. org/es/node/14380
esta dimensión democrática esencial de distribuir servicios públicos y bienes en forma igualitaria, a diferencia de Bolivia que se mantiene muy desigual. Los países cooptados por intereses oligárquicos y mafias económicas paralelas al Estado, son los más desiguales: Colombia, El Salvador, Guatemala y Honduras. Es en este indicador, donde Chile y Costa Rica tienen un desempeño mediano, desacoplándose de Uruguay en la parte alta de la medición.
Tabla 10: Ranking de Países en Igualdad (sumando los cuatro componentes)
Puntaje Países
12 Uruguay
11 Argentina
10 Cuba
9
8 Chile, Costa Rica, Panamá, Venezuela
7 R. Dominicana, Ecuador, Perú, Nicaragua, Brasil
6 Bolivia, Paraguay, Jamaica, México
5 Colombia, El Salvador
4 Guatemala, Honduras
Fraternidad
Aunque América Latina ha avanzado en ingresos, democratización y mejorado algunos indicadores sociales, la desigualdad y las tensiones políticas y sociales (alta criminalidad, falta de integración e indígenas, polarización política) siguen creciendo. Se demuestra los límites interpretativos de la mera visión liberal y la igualitaristas. Por eso se integra la visión fraterna. Con un rol más activo de la fraternidad --la convivencia activa de los distintos--, es previsible que la propia justicia y la libertad crezcan. El clasismo-segregación social, y la presicracia (presidencialismo con centralismo) son los grandes sustratos que provocan en América Latina los factores que debilitan la fraternidad: violencia extrema (alta criminalidad), Estados frágiles sin pacto social en que la corrupción es alta, centralismo, miedo al otro con el cual "no convivo ni lo reconozco" (Valenzuela 2012).
El antídoto es el principio olvidado del tríptico revolucionario (Baggio 2006), lo puede ser la inspiración que mueva a la complementariedad, pues sin fraternidad no hay confianza para ofrecer más libertad y no hay amor práctico que nos lleve a una mayor justicia, donde se haga más tenue lo que separa "lo mío de lo del otro". La felicidad no es personal, sino que se da con otros. Parafraseando a Hirschman se podría decir que la felicidad no sólo es privada sino que también es pública. Acá se experimenta como indicadores de fraternidad existentes: los indicadores de muertes violentas (básico para la convivencia), los niveles de felicidad asociados a convivencia-cohesión, la probidad como elemento básico de no "robar lo que es de todos", y la descentralización que es un indicador incuestionable de aceptación del otro con poder (autónomo de mí).
i) Convivencia pacífica con menos muertes violentas
El elemento indiscutible es la existencia de una convivencia pacífica que respeta el derecho a la vida y por tanto, los indicadores de muertes violentas son más bajos. En esta dimensión América Latina se sitúa junto a África como los lugares más violentos del mundo, especialmente la parte norte del Itsmo centroamericano, Jamaica, Venezuela y Colombia. Destacan por menos violencia el Cono Sur, Perú y Bolivia, además de Cuba. Los datos son de un estudio global realizado el año 2011 por la Naciones Unidas10.
Tabla 11: Países Pacíficos según menos muertes violentas por cada cien habitantes al año
Nivel Países
Alto 3: menos de 10 Chile, Cuba, Uruguay, Argentina, Perú y Bolivia.
Medio 2: entre 11 y 30 Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Paraguay, México, Brasil, Ecuador, R. Dominicana
Bajo 1: más de 30 Honduras, El Salvador, Jamaica, Venezuela, Guatemala, Colombia,
Fuente: Estudio Global de Homicidios 2011. ONU.
ii) Felicidad
Hay numerosos rankings de felicidad, la mayoría se asemeja mucho a los indicadores de desarrollo humano del PNUD. La felicidad desde el pionero estudio del economista Richard Layard, es un componente objetivo y subjetivo clave que tiene que ver con la alegría en la convivencia con otros, por lo cual lo incluimos como indicador de fraternidad. Hay muchos indicadores desde los promovidos por el gobierno de Buthán a la Happy Planet11, donde los países latinos aparecen muy bien evaluados, incluyendo países con alta violencia con El Salvador; Guatemala. En dicho índice, Costa Rica es el país más eliz del mundo en la medición del año 2012. La otra opción era tomar el World Happiness Report de la Universidad de Columbia, debido a que más reconocido en el medio académico, avalado por el propio Richard Layard, Jonh Helliwell y el economista Jeffrey Sachs. En este ranking consolidado de varios indicadores se mide por datos y percepciones (entrevistas) la evaluación de felicidad, siendo claves: redes sociales, familia, ambiente de probidad y de no afectar la autonomía de las personas (respeto), acceso a empleo y seguridad integral12. Sin embargo, se asumió el Ranking de Planeta feliz que es el más tradicional y con trayectoria reconocida. Es el indicador en que Uruguay aparece como un país pesimista.
Tabla 12: Felicidad medida varios factores
Nivel Países
Alto 3: de lugar 1 a 12 Costa Rica, Colombia, Salvador, Jamaica, Panamá, Nicaragua, Venezuela, Guatemala y Cuba
Medio 2: 13 a lugar 24 Honduras, Argentina, Chile, México, Brasil, Ecuador
Bajo 1: más de puesto 25 Perú, R, Dominicana, Paraguay, Bolivia, Uruguay
10 http://istifhane.files.wordpress.com/2013/03/global_study_on_homicide_2011.pdf
11 http://www. happyplanetindex. org/assets/happy-planet-index-report.pdf
12 http://www. earth. columbia. edu/sitefiles/file/Sachs%20Writing/2012/World%20Happiness%20Report.pdf
Fuente: http://www.happyplanetindex.org/data/ iii) Descentralización
La fraternidad es no temer el poder del otro, considerarlo un hermano con derechos y autonomía, en vez de las visiones paternalistas y centralistas que controlan. Usamos el estudio realizado por Mario Rosales13 para organismos internacionales. Rosales mide el porcentaje del gasto fiscal que se ejecuta con libertad en entes sub-nacionales. Existe una correlación entre los países que permiten el gasto autónomo de gobiernos sub-nacionales con aquellos que permiten la elección de gobiernos intermedios, sean estados, regiones, provincias o departamentos. El único caso que se aparta es Venezuela, donde el discurso federalista no ha sido acompañado de traspaso de mayores competencias y recursos. Los países bajos en descentralización son los más atrasados, los históricamente centralistas, incluyendo en esta dimensión el rezago de Uruguay, Chile y Costa Rica. Destacan Bolivia, Perú y Ecuador por su avance en descentralización fiscal.
Tabla 13: Recursos descentralizado del total de gasto público
Nivel Países
Alto 3: más de 30% Brasil, Argentina, Perú, Colombia, México
Medio 2: Entre 15% y 29% Ecuador y Bolivia
Bajo 1: Menos de 15% Chile, Uruguay, Venezuela, R. Dominicana, Paraguay, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Honduras, Jamaica, Panamá, Costa Rica, Cuba
Fuente: Rosales, Mario 2012: Descentralización del Estado y Finanzas Municipales en América Latina. Santiago: FLACMA.
iv) Probidad
Los indicadores de Transparencia Internacional14 son útiles para medir los niveles de corrupción que cooptan instituciones y limitan el funcionamiento de las instituciones públicas, afectando la convivencia y el respeto mutuo. Los países latinoamericanos muestran malos indicadores, debido a las prácticas culturales clientelares y de comisiones ilícitas, agravadas con la narco-actividad y la captura de agencias estatales por mafias. La fraternidad implica la autonomía del otro, evitar cooptarlo, controlarlo y comprarlo. La esfera de lo público en un modelo fraterno debe tener autonomía de poderes fácticos y paralelos, en que el Estado actúe con neutralidad, garantizando a todos la convivencia y los servicios sin corrupción.
Tabla 14: Ubicación en ranking de probidad según percepción de corrupción
Nivel Países
Alto 3: Hasta lugar 50 Chile, Uruguay y Costa Rica
13http://tenred.cl/documentos/Descentralizacion_del_Estado_y_Finanzas_Municipales_en_A_Latina_Final20 12.pdf
14 www.transparency. org/cpi2012/results
Medio 2: 51-100 Cuba, Perú, Colombia, Brasil, El Salvador, Jamaica, Panamá
Bajo 1: más de 100 Argentina, Bolivia, México, Guatemala, Ecuador, Nicaragua, R. Dominicana, Honduras, Paraguay y Venezuela.
Fuente: Informe 2012 de Percepción de corrupción, Transparencia Internacional
En fraternidad no hay países destacados, aunque un grupo tiene noveles positivos de convivencia/felicidad: Brasil, Chile, Argentina, Cuba, Costa Rica y Colombia. Se puede discutir de Brasil y Colombia los niveles de violencia, pero subjetivamente son países con personas optimistas que los hace subir en los indicadores. Nuevamente los más rezagados son los estados en riesgo y seriamente amenazados por su círculo vicioso de pobreza, bajos impuestos, corrupción y violencia: Honduras, Paraguay y R. Dominicana, esta última ha tenido un deterioro en la seguridad.
Tabla 15: Ranking de Países en Fraternidad (cuatro factores sumados)
Puntaje Países
12
11
10
9 Argentina, Chile, Cuba, Brasil, Perú, Costa Rica, Colombia
8 Uruguay, Panamá, México
7 Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Salvador, Jamaica
6 Guatemala, Venezuela
5 Paraguay, R. Dominicana, Honduras
4
V.- CONCLUSIONES
El Ranking final se construyó sumando todos los indicadores y subdividiéndolos en categorías de cinco puntos. El máximo era 36 (12 indicadores por tres puntos) y el mínimo era 12 (un punto por indicador). Se categorizó así: alto (32-36 puntos), bueno (27-31), medio (22-26), Regular (17-21) y Bajo (12-16).
Tabla 16 Ranking de Democracia Esencial principales países de A. Latina sumando indicadores de Libertad, Igualdad y Fraternidad
Categoría País Puntaje
Alto: Uruguay 32
32-36
Bueno: Costa Rica 29
27-31 Chile 28
Argentina 27
Medio: Panamá 25
22-26 Perú 25
Brasil 24
Jamaica 24
Cuba 23
México 23
Colombia 23
El Salvador 22
Regular: R. Dominicana 20
17-21 Bolivia 19
Nicaragua 19
Venezuela 18
Ecuador 18
Paraguay 18
Bajo: Guatemala 16
12- 16 Honduras 14
Sólo Uruguay (32 puntos) obtuvo una categoría de país con una alta democracia esencial. Luego Costa Rica, Chile y Argentina tienen un buen desempeño (con 29, 28 y 27 puntos). Chile y Costa Rica deben mejorar en igualdad y descentralización, Argentina superar sus dificultades en probidad y libertades.
En la mitad de la tabla se ubican democracias imperfectas con desafíos en las tres dimensiones: Panamá, Perú, México, Jamaica, Cuba, Colombia, Brasil y El Salvador. En la categoría de nivel regular de democracia esencial están los países del llamado eje bolivariano con los déficits en libertades (Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Bolivia), además de países con serios desafíos en construcción de instituciones estatales y probidad (R. Dominicana y Paraguay).
Finalmente, Guatemala y Honduras ocupan la categoría bajo por sus severos déficits en las tres dimensiones, siendo antípodas de una democracia, entendida como un modelo de libertades reales, equidad y convivencia sana. Estos países son aún más dictaduras que los casos de países pro-socialistas autoritarios de la Región, ya que el Estado está secuestrado por mafias, no hay verdaderas elecciones, los grupos económicos controlan los partidos y es la misma elite que evade impuestos la que gobierna, ausencia de toda política social y convivencia gravemente afectada por la criminalidad y la corrupción extendida.
Tres países destacan como anomalías, debido a su buen record en una dimensión y bajo en otras: Brasil como fraterno desigual, Cuba como igualitario autoritario y El Salvador como libertario desigual. El resto suele estar parejo en los tres niveles o sin grandes fluctuaciones.
La conclusión cualitativa es evidente: supuestas democracias porque tienen alternancia en el poder (la zona norte del Itsmo centroamericano y Paraguay), lo son en un muy bajo nivel. Allí prima el control de la misma élite de todos los resortes del gobierno, las elecciones son parcialmente competitivas, hay captura del Estado por mafias, la corrupción impide aumentar la recaudación fiscal y crear instituciones que aseguren los derechos humanos mínimos como el acceso a seguridad y agua potable. En el lado opuesto de los estados semi fallidos híper neo liberales, se ubica Cuba a quien se le reconocen sus méritos en proveer bienes sociales básicos, pero el esquema de democracia esencial la ubica en un nivel medio por sus retrasos en libertades Otros países del llamado eje bolivariano (Ecuador, Bolivia,
Venezuela) también tienen avances en igualdad, pero ausencias relevantes de libertades, igualdad de género y fraternidad.
Países pequeños con avances mayores, como Uruguay y Costa Rica, son un paradigma a tener presente en el desarrollo de instituciones, probidad y libertades. Estados mediograndes de altos ingresos per cápita tienen desafíos de perfeccionamiento para ser democracias esenciales que combinen las tres dimensiones que ecualizan elecciones, desarrollo social y convivencia. Una corriente esencialista de la democracia no puede soslayar la igualdad y la confianza en una sociedad que se funda en la convivencia fraterna, donde hubo los más bajos niveles de los tres valores medidos. Por tanto, se puede decir que el ranking cumple su papel para develar la integralidad que requieren los estudios de calidad democrática en América Latina.
Recibido: 8 marzo 2014 Aceptado: 12 junio 2014
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