Научная статья на тему 'COMINTERN Y COMUNISMO EN CUBA. UNA REFLEXIóN CRíTICA'

COMINTERN Y COMUNISMO EN CUBA. UNA REFLEXIóN CRíTICA Текст научной статьи по специальности «Языкознание и литературоведение»

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COMINTERN / NACIONALISMO / CULTURA MILITANTE / COMUNISMO LATINOAMERICANO

Аннотация научной статьи по языкознанию и литературоведению, автор научной работы — Massón Sena Caridad

Uno de tópicos más acuciantes en la historia de las izquierdas de la región es el de la determinación del tipo de relaciones que se estructuró entre la Internacional Comunista y sus adherentes nacionales. Tomando como caso la experiencia cubana, esta comunicación aborda la caracterización de tales relaciones en las primeras décadas del siglo XX, y donde la conflictividad tensionó constantemente los vínculos.

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Текст научной работы на тему «COMINTERN Y COMUNISMO EN CUBA. UNA REFLEXIóN CRíTICA»

Comintern y comunismo en Cuba. Una reflexión crítica Comintern and communism in Cuba. A critical reflection

*

Caridad Massón Sena

Resumen

Uno de tópicos más acuciantes en la historia de las izquierdas de la región es el de la determinación del tipo de relaciones que se estructuró entre la Internacional Comunista y sus adherentes nacionales. Tomando como caso la experiencia cubana, esta comunicación aborda la caracterización de tales relaciones en las primeras décadas del siglo XX, y donde la conflictividad tensionó constantemente los vínculos.

Palabras clave: Comintern, nacionalismo, cultura militante, comunismo latinoamericano

Abstract

One of the most pressing topics in the history of the left of the region is that of determining the type of structured relationships between the Comintern and its national adherents. Taking as a case of the Cuban experience, this paper addresses the characterization of such relationships in the first decades of the twentieth century, and where conflicts constantly stressed the links.

Keywords: Comintern, nationalism, militant culture, Latin American Communism

***

La Internacional Comunista tuvo una influencia global en el movimiento revolucionario latinoamericano. Esta incidencia se manifestó de modo muy limitado en los primeros años de vida del Partido Comunista de Cuba; sin embargo, a partir del establecimiento de relaciones directas en 1929, se produjo un involucramiento progresivo de esta en sus decisiones. La historia de la rebeldía del pueblo cubano es la historia de las luchas por la independencia nacional y los combates por la justicia social. En el siglo XX, ese proceso estuvo marcado por el accionar de diferentes tendencias de izquierda, entre las que se encontraban dos de origen marxista: una, de sentido internacionalista, guiada por lo que hemos identificado como socialismo científico, y otra de carácter más autóctono, basada en una interpretación crítica de las ideas socialistas. A la primera perteneció la militancia del

primer partido marxista-leninista de Cuba; a la segunda, elementos individuales

*

Cubana. Doctora en Ciencias Históricas, profesora asistente del Instituto Pedagógico Rubén Martínez Villena, trabaja como investigadora auxiliar del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, cito en Avenida Boyeros No 63 entre Bruzón y Lugareño, Plaza de la Revolución, Ciudad de La Habana, Cuba. Teléfonos 53-7-8619479 ó 53-47-319578. Email: [email protected]

desvinculados de instituciones partidistas y dirigentes de organizaciones revolucionarias cuyos programas de lucha sintetizaban concepciones marxistas con proyectos nacionalistas. Entre ambas ocurrieron múltiples desencuentros que tuvieron por base, en muchas ocasiones, la aplicación de las directrices de la Comintern o de sus instancias regionales. Ese conflicto fue mucho más agudo con otras tendencias nacionalistas ajenas a la ideología marxista.

Sección Cubana de la Comintern. Etapa constitutiva

Aunque la entrada de las primeras ideas marxistas a Cuba data de finales del siglo XIX, el triunfo de la Revolución de Octubre y la fundación de la III Internacional contribuyeron de manera particular a su divulgación en el país.

Así vemos que en julio de 1922 un grupo de integrantes de la Agrupación Socialista de La Habana rompió sus vínculos con la II Internacional y constituyó la Agrupación Comunista que acató los 21 requisitos de ingreso de la Comintern, adoptados con el objetivo de crear partidos fuertes para dirigir la revolución mundial. Sin embargo, en esos momentos ya se había producido el fracaso de la revolución en Alemania y otros países europeos y las perspectivas revolucionarias se alejaban, por lo cual dichas condiciones entraban en proceso de caducidad.

La muerte de Lenin también conmovió a muchos cubanos, los cuales no pudieron imaginar el efecto negativo que tendría este hecho para el movimiento comunista internacional. A partir del V Congreso de la Comintern, Stalin se "apoderó" simbólica y teóricamente del leninismo y planteó la consigna de la bolchevización1. En dicho evento se acordó que el Comité Ejecutivo (CEIC) podía anular o modificar las decisiones de otros partidos e, incluso, ordenar la expulsión de sus miembros.2

En esa coyuntura se constituyó el Partido Comunista de Cuba (PCC) en 1925, en cuyo congreso fundacional participó un representante del Partido Comunista Mexicano, que vendría a cumplimentar una orientación de la Comintern de septiembre de 1924. La misma refrendaba la concepción globalizadora de su proyecto, que designaba regiones de trabajo específicas para establecer nuevas secciones. En este caso, a los comunistas mexicanos se les encomendó apadrinar a los países de Centroamérica, Las Antillas, Panamá y Venezuela.3 El PCC acordó el cumplimiento de las condiciones de ingreso a la IC y delegó

1 La bolchevización pretendía que los PC, a partir de la experiencia del Partido Bolchevique, se reorganizaran estructural y orgánicamente como punto de partida para llegar a convertir a la IC en un partido centralizado mundial

2 Olga Ulianova, "Primeros contactos entre el Partido Comunista de Chile y Komintern: 1922-1927", Olga Ulianova y Alfredo Riquelme Segovia (eds), Chile en los Archivos Soviéticos 1922 - 1991, Tomo 1, Chile, Lom Ediciones, 2005

3 "Nota adicional al Manifiesto del Komintern para los partidos comunistas de los países latinoamericanos, Moscú, septiembre de 1924, Olga Ulianova y Alfredo Riquelme, ob. cit., pp. 125-126.

en el invitado mexicano las gestiones para lograr el reconocimiento de la misma.

Julio Antonio Mella, uno de los fundadores de aquella organización, veía en esos momentos la necesidad de conjugar coherentemente los problemas esenciales del panorama insular:

La causa del proletariado es la causa nacional -escribió. El es la única fuerza capaz de luchar con probabilidades de triunfo por los ideales de libertad en la época actual [...] El quiere destruir al capital extranjero que es el enemigo de la nación. El anhela establecer un régimen de hombres del pueblo, servido por un ejército del pueblo, porque comprende que es la única garantía de la justicia social [...] Sabe que la riqueza en manos de unos cuantos es causa de abusos y miserias, por eso la pretende socializar [...]4

Sin embargo, en enero de 1926, el Comité Central (CC) acordó sancionar a Mella por una huelga de hambre que había desarrollado en la cárcel, al ser considerada esa acción como una indisciplina y una actitud individualista pequeño-burguesa. En esos momentos, la persecución del régimen hizo que el joven saliera del país, se instalara en México y comenzara a trabajar dentro de la Liga Antiimperialista y del PCM. El acta sancionadora fue enviada a Moscú y, un año más tarde, se recibió una resolución que recomendaba analizar nuevamente el caso con más flexibilidad. Finalmente fue derogada la medida.

Luego de su participación en el Congreso contra el Imperialismo de Bruselas, Mella trabajó con un concepto amplio las potencialidades del Frente Antimperialista (FAI). Viajó a Estados Unidos para contactar a miembros de la oposición al gobierno de Gerardo Machado, pero sus esfuerzos resultaron infructuosos. Ante la perspectiva de una "revolución democrática, liberal y nacionalista" fundó la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos.

Mientras tanto, ante la traición de la social democracia europea y del Kuomintang, la Comintern se inclinó más a la izquierda y acordó adoptar la táctica de "clase contra clase" que fue aprobada en 1928.5 A partir de ella se prohibieron los compromisos, alianzas o colaboración con esa tendencia, calificada como ala izquierda del fascismo.

Hasta 1927, la IC había prestado muy poca atención a los procesos políticos que venían ocurriendo en el subcontinente latinoamericano. Sin embargo, para esa fecha se

4 Julio A. Mella, "Los nuevos libertadores", IHMCRSC, Julio Antonio Mella. Documentos y Artículos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 124.

5 La táctica de "clase contra clase" proponía una posición muy restrictiva con respecto a los posibles aliados de los comunistas. Todos aquellos grupos que no concordaran con sus lineamientos estratégico-tácticos eran considerados como enemigos, por lo cual no se podía promover convenios de lucha con ellos. Esta política generó división y sectarismo.

constituyeron los Lender Secretariados por regiones y el Iberoamericano presentó al VI Congreso de la IC un informe sobre la situación de América Latina. En el mismo se planteaba que todas esas repúblicas constituían un grupo particular de países semi-coloniales, con una burguesía nacional débil. La mayoría de los campesinos vivían en condiciones miserables. El proletariado era escaso e inexperto. Ante el poder de los propietarios agrícolas y capitalistas extranjeros, era necesario consolidar un bloque antiimperialista y anti terrateniente, compuesto por obreros urbanos y rurales, campesinos con tierras y campesinos proletarizados. El imperialismo norteamericano fue conceptualizado el principal enemigo nacional y clasista.

Dadas esas condiciones, el movimiento de liberación nacional debía ser conducido por el proletariado con los partidos comunistas al frente. Era imposible la emancipación por medio de revoluciones democrático-burguesas, solo la revolución socialista debía liberarlos.6

Tomando como patrón generalizador a los países centroamericanos, se asimiló las naciones latinoamericanas con los países semi-coloniales y se dispuso la exclusión de las burguesías nacionales en las alianzas combativas. Tales disposiciones entraron en contradicción con las tácticas enunciadas por Mella, quien envió a Leonardo Fernández Sánchez a La Habana con la finalidad de coordinar con la dirección comunista la realización de contactos con Unión Nacionalista e inició preparativos para una expedición armada a la isla. Aquellas gestiones no llegaron a concretarse y, en marzo de 1929, el CC del PCC llegó a la conclusión de que los nacionalistas no eran una fuerza revolucionaria. (Para ese entonces, ya Mella había sido asesinado).

Todo este proceso coincidió con el descubrimiento de la existencia de un partido comunista apócrifo desde mediados de 1926.7 Una protesta por la falta de atención y por la acreditación dada a dicho partido fue realizada por los delegados cubanos a la I Conferencia de PC de América Latina, efectuada en Montevideo, en junio de 1929. En la reunión se analizaron los criterios de la Comintern acerca de que no existían diferencias esenciales entre América, Asia y África. Ello provocó muchas discusiones. Un acuerdo importante del cónclave fue la orientación de crear un Buró de la Internacional para los países del Caribe cuya sede debía estar en México, sin embargo finalmente sesionó en Nueva York, bajo el auspicio del PC de los Estados Unidos.

Para despejar las confusiones creadas por el partido apócrifo, el PCC envió un delegado a Moscú, quien logró establecer contacto directo con la IC.8

A fines de 1929, se recibieron las tesis del VI Congreso de la IC y de la Conferencia de

6 "Tesis del Lender Secretariado Latinoamericano del CE de Komintern sobre la cuestión de las características de los movimientos revolucionarios en América Latina", Olga Ulianova y Alfredo Riquelme, ob. cit., pp. 330-337.

7 Angelina Rojas, Primer Partido Comunista de Cuba, tomo 1, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2005, pp. 91-100.

8 Ibídem, p. 102.

Montevideo. Con ellas, Rubén Martínez Villena elaboró el programa partidista que salió a la luz en enero siguiente, el cual afirmaba que el PCC pretendía realizar la revolución obrera y campesina, lograr el derrocamiento del régimen capitalista y la instauración de la dictadura del proletariado en Cuba.9

El documento que enunciaba la insurrección armada como método esencial, no tenía en cuenta la posibilidad de alianza con sectores pequeño-burgueses, intelectuales y profesionales. Innegablemente, estos pronunciamientos delatan la presencia de la táctica "clase contra clase" y los lineamientos de la bolchevización. Durante esta etapa, la escasez de contactos directos entre el PCC y la Comintern propició una actuación bastante independiente del mismo, con posiciones individuales que, inclusive, podían transgredir las orientaciones generales. Sin embargo, no podemos negar -que aún así- la influencia de la Internacional se materializó en muchas ocasiones en la línea política aprobada por su Comité Central.

Posiciones políticas de los comunistas entre 1930 y 1935

De huelga a huelga (marzo 1930, agosto 1933)

Con posterioridad a la huelga de marzo de 1930, se produjo un impulso del movimiento de masas contra la dictadura de machadista. La economía capitalista había entrado en crisis y el Partido analizó que se acercaba un período revolucionario y que debía prepararse para transformar la huelga general en revolución proletaria. En ese sentido, cuando Unión Nacionalista exhortó participar en un paro laboral, los comunistas estuvieron de acuerdo. Su fracaso provocó un aumento de la represión y la IC envió a un representante a la isla para analizar el panorama.10

Esa persona fue Mendel Mijrovski, conocido como Lovski o Juan El Polaco, quien tuvo una importante participación en los acontecimientos relacionados con esta etapa revolucionaria. Juan había estado afiliado al PC de Polonia y estuvo exiliado en la URSS. Allí trabajó como encargado de los asuntos latinoamericanos en la Internacional Sindical Roja. Desde 1929 laboró clandestino en Centroamérica, México y Cuba.11

A partir de la crítica de este representante de la IC y del Buró del Caribe, en noviembre de 1930 el PCC realizó un reajuste estratégico-táctico que planteaba que la lucha tendría una primera fase democrático-burguesa, anti-feudal y antiimperialista, lograda a través de la

9 Lionel Soto, La Revolución del 30, tomo II, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1977, p.8.

10 Angelina Rojas, ob. cit., p. 125.

11 Más tarde, viajó a Moscú, donde presentó un informe sobre la región y regresó a Cuba. Volvió a la URSS en 1934 . Luego lo ubicaron a atender Sudamérica. Participó en la insurrección de 1935, en Brasil. De vuelta a la capital rusa en 1936, pasó por Cuba y México. Trabajó en el Profintern. Fue arrestado bajo acusaciones de trotskismo en 1937, condenado a muerte y fusilado. (Información enviada a la autora por la Dra Olga Ulianova)

alianza obrero-campesina y el establecimiento de los soviets, y una segunda etapa socialista. Tales formulaciones padecían de nuevo de un cariz sectario-izquierdista que, a la larga, obstaculizaría la conjunción pueblo-partido imprescindible para alcanzar el triunfo.

En abril de 1931, se desarrollaron serios debates en Moscú entre Martínez Villena y otros dirigentes cubanos que estudiaban allí y los cominteristas soviéticos. Manuilski trató de alertarlos sobre el carácter limitado que debía predominar en las relaciones con la oposición burguesa; cómo dichos contactos podían entrañar serios peligros; que era preciso explicarle a las masas las diferencias entre el partido de la clase obrera y las restantes organizaciones. Vitorio Codovilla, por su parte, los conminó a buscar más apoyo en sus homólogos de EE.UU., opinión con la cual Rubén no estuvo de acuerdo. Un ejemplo de cómo los criterios de los representantes de la IC podían favorecer o no las posiciones de los comunistas cubanos, lo podemos apreciar en la situación que encontró Villena a su paso por Nueva York, a fines de 1932. Allí supo que el periódico Mundo Obrero iba a publicar un artículo con frases despectivas hacia Mella. Para evitar eso, Rubén tuvo que entrevistarse con varios dirigentes del Buró del Caribe y aclararles el verdadero significado del ejemplo de aquel joven asesinado.

Al regreso de Villena a Cuba, en mayo de 1933, existía una amplia gama de organizaciones opositoras: Unión Nacionalista, ABC, Directorio Estudiantil Universitario, Unión Revolucionaria y Partido Comunista. En el interior del país se estaban produciendo además acciones guerrilleras. En esa circunstancia, el PC recibió instrucciones de penetrar el movimiento armado y "darle un carácter antiimperialista y anti-feudal".12 Para definir el momento, Villena redactó los siguientes planteamientos:

La Revolución en Cuba está en su primera etapa democrático-burguesa, y por ello reviste una forma anti-feudal y anti-imperialista. La victoria de la Revolución Agraria y anti-imperialista, será lograda mediante la alianza de la clase obrera y del campesinado, arrastrando a las capas pobres de la pequeña burguesía urbana, bajo la hegemonía del proletariado y la dirección del Partido Comunista, por el derrocamiento del poder del imperialismo, por el derrocamiento de los elementos feudales (latifundistas) y de la burguesía nativa ligada a éstos, y el establecimiento de la dictadura democrática revolucionaria de los obreros y campesinos, sobre la base de los soviets.13 Estas declaraciones, carentes de tacto y amplitud, cerraban el círculo de los simpatizantes del Partido. Sin embargo ante el inicio de la huelga de los ómnibus de La Habana en julio, se desoyeron las directivas del Buró de Caribe y se trató de fortalecer la unidad invitando a dirigentes reformistas a conformar un frente de lucha. El 2 de agosto, el secretariado del CC

12 "Carta del Buró del Caribe al CC del PCC", 23 de junio de 1933, Archivo del Instituto de Historia de Cuba (AIHC), Fondo 1.

13 "El Partido Comunista y los problemas de la Revolución Cubana" tomado de Lionel Soto, ob. cit., p. 164.

se reunió para discutir un llamamiento a la huelga general. Dicha convocatoria se consideró precipitada, pues a juicio de ellos, una vez declarada la misma habría que organizar la insurrección. El día 6, la junta directiva elaboró un manifiesto donde aclaraban que la huelga era solo un paso hacia la revolución, no la revolución misma; que no existían condiciones internas ni externas para el triunfo; que a Machado solamente se le podía derribar con la lucha armada y que, en esos momentos, se carecía de la logística necesaria. La consigna de "no volver al trabajo hasta que cayera Machado", podía llevar a la huelga a un callejón sin salida. Era mejor un Machado debilitado que la intervención yanqui. Entre tanto, Machado, convencido de la falta de apoyo de Washington y de la impopularidad de su régimen, trató de llegar a cierto entendimiento con los sectores obreros y comunistas. Una comisión sindical, luego de oír las propuestas del gobierno declaró, que antes de entrar a analizar cualquier asunto, tenían que darle la libertad a algunos de sus dirigentes que se encontraban encarcelados. Presionado, el tirano liberó a algunos líderes proletarios.

El lunes 7 de agosto, una emisora radial lanzó al éter la noticia falsa de que Machado había renunciado. Sin reparos de ningún tipo, el ejecutivo dio la orden de responder con fuego a la manifestación que festejaba su supuesta huida. A partir de ese momento, Villena congregó a la dirección del Partido para tomar decisiones definitivas. Era una magnífica oportunidad para obtener las demandas ofrecidas y debilitar a Machado. Las empresas prometían cumplimentar las demandas, por lo cual se debía volver al trabajo a medida que fueran concedidas. Otro hecho que lo hizo analizar cual sería la posición más correcta, fue el recibimiento de un cablegrama del Buró del Caribe cuyo texto decía: "Demoren venta final". Jorge A. Vivó, secretario general del PC, propuso que había que hacer regresar a los obreros al trabajo; Rubén pensaba que se debía volver poco a poco, pues Machado caería de cualquier manera, de lo contrario se ayudaba a la oposición burguesa a alcanzar el poder. No era el momento de la revolución, ni de establecer un gobierno obrero-campesino. Ante esta disyuntiva enviaron a un dirigente obrero a hablar con los huelguistas para que retornaran al trabajo progresivamente. Los trabajadores se negaron, el PC tuvo que retraerse de aquella decisión y continuar en la huelga.

Las causas subjetivas de los errores cometidos por el PC durante la huelga, eficazmente señaladas por Lionel Soto, fueron: la concepción sectaria izquierdista preponderante condujo a plantear una estrategia agraria y antiimperialista, materializada en la insurrección armada y el establecimiento de los soviets; la proyección de un movimiento revolucionario en forma de saltos, sin cruzar etapas intermedias; la preponderancia de la táctica "clase contra clase", traducida en el esquivamiento de alianzas temporales con organizaciones y líderes de la pequeña burguesía radical; la falta de visión y capacidad para interpretar la psicología de las masas y su transición de sentimientos economicistas a posiciones políticas; la idea de la imposibilidad de una revolución exitosa, si no se contaba con el apoyo de los trabajadores norteamericanos en el poder.

Sin dudas, otra serie de factores objetivos propiciaron esos razonamientos. Veamos los principales: el hecho de que el imperialismo yanqui ya no consideraba a Machado su mejor opción; el acatamiento, por parte de muchas organizaciones opositoras, de las maniobras mediacionistas de Estados Unidos; la falta de fuerza política y recursos para llevar adelante

la revolución; y el cambio repentino de la organización fascistoide ABC que, después de haber participado en los cabildeos con Washington, se sumó a la huelga.

14

A la dirección partidista le faltó madurez teórica, experiencia y suficiente poder de análisis creador, dadas las circunstancias que exigía el momento. La realidad demostró que el pueblo, en su acepción más amplia, podía aplastar la tiranía y obligar a Machado a huir como lo hizo el 12 de agosto de 1933.

Del golpe militar al paro general (agosto 1933, marzo 1935)

Profundos debates se produjeron en el seno del Comité Central entre el 29 y el 30 de ese mes de agosto. Numerosos comunistas de todo el país y varios invitados del Buró del Caribe y de la Internacional Sindical Roja (Mariano, Juan El Polaco y Pedro El Canadiense), se congregaron para discutir la directiva que traían los extranjeros, relacionada con el establecimiento de los soviets en Cuba . Villena fue el primero en manifestar su desacuerdo con la misma. Por su parte, Mariano expresó su opinión acerca de la falta de espíritu crítico y autocrítico de los camaradas, especialmente de Villena y Vivó, que no habían reconocido sus errores durante la huelga y esquivaban la organización de los soviets.15

Rubén argumentaba que los extranjeros llevaban mucho tiempo fuera de las luchas concretas de sus países, estaban burocratizados, por lo cual no debían imponer esa directiva absurda.16 Se negó a aceptar aquella diatriba porque los alejaría de las masas, afectaría el trabajo dentro de las fuerzas armadas, pues hasta la propia palabra "Soviet" podía asustar a la gente.

Durante el pleno, la delegación extranjera "convenció" a la mayoría de la necesidad de llevar a cabo el proyecto soviético. A propósito, el delegado manzanillero Francisco Calderius (Blas Roca) sugirió la posibilidad de constituir un soviet en el central azucarero Mabay y el 13 de septiembre se organizaba con obreros industriales y trabajadores de las colonias que llevaban muchos días en huelga. Ya había ocupado la presidencia el doctor Ramón Grau San Martín con su heterogéneo gobierno que incluía desde sectores francamente reaccionarios, como Fulgencio Batista, hasta elementos verdaderamente revolucionarios, como Antonio Guiteras.

Al secretariado del PCC llegó un cablegrama el 18 de septiembre. "No se debía conferenciar con los gobernantes, ni enfrentar directamente a los imperialistas", decía el mensaje. Inmediatamente se convocó al Comité Central. Luego del análisis sobre el desarrollo de las huelgas, la mejoría de la situación de los obreros, la apertura de nuevos empleos, el atraso relativo a las luchas campesinas, los pasos emprendidos para la captación

14 Lionel Soto, obra citada.

15 Acta de reunión del CC", 29 de agosto de 1933, microfilmes del Archivo de la Internacional Comunista (AIC).

16 Edith García, Memorias inéditas de Joaquín Ordoqui, inédito.

dentro del ejército, Villena se refirió a la ocupación de los centrales azucareros, asegurando que no era una medida eficaz si no se tenía el poder. Consideró asimismo incorrecta la propuesta de eludir un enfrentamiento abierto con el imperialismo, si en Cuba el capital más sólido era mayoritariamente norteamericano. Propuso pues no cumplimentar esa directiva. Y concluyó: "Creo que desde Moscú no se puede preveer todo esto".17

El 29 de septiembre, Villena y un grupo de comunistas trataron de establecer un frente único con representantes del Directorio Estudiantil. Cuando la delegación del Buró del Caribe se enteró de ello, inmediatamente los llamó a contar. Con anterioridad se había opuesto a la decisión del secretariado de entrevistarse con el secretario de gobernación Guiteras, a solicitud de este último.18 Después, ante la violenta agresión del ejército desatada aquel día, el PCC acusó al gobierno en su conjunto. No podía discernir claramente quiénes eran los verdaderos responsables del atropello, pues mientras Guiteras trabajaba con denuedo por la promulgación de leyes de contenido nacional y progresista, las huestes militares actuaban con absoluta independencia. Nuevas discrepancias surgieron con la delegación internacional y ellas se reflejaron en dos documentos del día 3 de octubre: un acta correspondiente a una reunión del CC, y un reporte del camarada Bell sobre la situación de Cuba. En el acta aparece el criterio de Simón (dirigente extranjero) acerca del gobierno de Grau, catalogándolo como una administración desesperada, dirigida por elementos de la pequeña burguesía con cierto prestigio y sentenció que "la victoria del nacionalismo no se iba a traducir en mejoras entre el gobierno y la oposición". Había que preparar condiciones para un paro general.

En sus anotaciones, el camarada Bell lamentaba que solo Vivó y un dirigente juvenil habían estado a favor de los pronunciamientos del grupo extranjero. Categóricamente atestiguó que en el discurso de Villena estaba latente la línea oportunista al oponerse a las directivas centrales.19

El 23 de noviembre, se volvió a condenar la actitud de Villena (esta vez en ausencia pues estaba hospitalizado). En los intercambios de opiniones, Fabio Grobart expresó que era preciso avanzar con cuidado en el enfrentamiento a liberales, abecedarios, apristas y guiteristas, sosteniendo que su preocupación mayor estaba en la actuación del secretario de Gobernación porque había lanzado la consigna de crear cooperativas diciendo que ese programa era copiado de la URSS.20 Aunque en los postreros meses de 1933 y primeros días del 34 se pusieron en vigor las propuestas más avanzadas de Guiteras, los comunistas no percibieron el proceso de radicalización que acompañaba esas resoluciones y enfrentaron al régimen cual si hubiera sido pro oligárquico y pro imperialista en su totalidad. A final, el gobierno caería por un golpe militar dirigido por Batista, en enero de 1934.

17 "Acta de reunión ampliada del CC del PCC', 19 de septiembre de 1933", microfilmes del AIC.

18 "Report of Comrade Bell on the sit of de Cuba", 3 octuber 1933, microfilmes del AIC.

19

20

"Report of Comrade Bell on the sit of de Cuba", 3 octuber 1933, microfilmes del AIC.

Caridad Massón, "Guiteras y el Partido Comunista", Ana Cairo (ed.), Antonio Guiteras 100 Años,

Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2007.

El II Congreso del PC, celebrado en abril, ratificó la línea programática de la revolución agraria y antiimperialista, la lucha armada y los soviets. Dicha propuesta se convirtió en uno de los obstáculos a la unidad entre los revolucionarios y el pueblo. Factible como elemento de agitación, en el sentido práctico no resultaba la alternativa más deseable para la mayoría.21

Para entonces, la IC había comenzado a rectificar sus proyecciones sectario-izquierdistas, pero las nuevas percepciones aún no habían llegado a Cuba. Con posterioridad, se recibió el primer mensaje criticando la postura asumida frente a Guiteras. Y aconsejaba que comenzaran a armarse y valoraran una posible participación en un gobierno popular de conjunto con Joven Cuba, la organización que él dirigía.22

La convocatoria para el VII Congreso de la Comintern fue realizada en septiembre de 1934, pero no pudo materializarse porque los delegados no pudieron llegar a tiempo. Esa ocasión fue aprovechada para efectuar la III Conferencia de PC de América Latina con los representantes de esa región que habían podido arribar a Moscú. El cónclave enfatizó que la revolución agraria y antiimperialista estaba estrechamente ligada a la liberación nacional, por tanto, se debía rectificar las tácticas hacia los partidos nacional-revolucionarios y nacional-reformistas. En aras de ganar la unidad, propuso la creación de Frentes Antiimperialistas, ello se acercaba al núcleo de la estrategia leninista, pues los agrupamientos de clase que se originan dentro de los movimientos nacional-liberadores no pueden ser los mismos que en época de revoluciones socialistas, y que es muy difícil que una revolución de ese tipo comience siendo socialista. El escaso desarrollo de las relaciones de producción capitalistas, el débil crecimiento industrial, la fragilidad del proletariado, la dependencia económica, la mayoritaria población campesina y la proliferación de la pequeña burguesía urbana, son factores determinantes en esos procesos. Es por ello que entre el proletariado y el socialismo se interpone una vasta masa que es necesario conquistar o neutralizar.23

A partir de los nuevos enunciados, el PCC trató de redefinir sus posibles aliados. En su pleno de febrero de 1935 se planteó la necesidad de convertir al Partido en una organización de masas y de organizar un Frente Antiimperialista para lo cual se invitó a colaborar a Guiteras y Alejandro Vergara, del Partido Agrario Nacional. En repetidas ocasiones se dirigió también a Grau con iguales propósitos, pero este, con diversos pretextos, obvió cualquier compromiso. Pero los acontecimientos se precipitaron, vino la huelga de marzo de 1935 que culminó en el fracaso, y el ejército logró asesinar en mayo a Antonio Guiteras.

Durante la etapa comprendida entre las huelgas de agosto del 33 y marzo del 35, no creo equivocarme al afirmar que fueron los delegados de la IC quienes desempeñaron un rol

21 Caridad Massón, "El II Congreso del primer partido marxista-leninista de Cuba", Revista de la Biblioteca Nacional, La Habana, Año 80, No 1, enero-abril de 1989.

22 "Documento confidencial al CC del PCC", 22 de noviembre de 1934. AIHC, Fondo 1.

23 Carlos Rafael Rodríguez, Letra con filo, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1983, pp. 349350.

preponderante en las valoraciones negativas que hacia el Gobierno de los Cien Días se pusieron de manifestó dentro del PCC: primero al impulsar la consigna "extrapolada" de la toma del poder a través de los soviets; y luego, al concluir que aquel gobierno tenía un carácter burgués-terrateniente y proimperialista. De ambas se derivó la orientación de no concertar ningún tipo de acuerdo con el régimen, ni siquiera con su vertiente más revolucionaria.

Virajes estratégico-tácticos entre 1935 y 1943

Por un frente antiimperialista. (julio 1935, julio 1938)

A partir de las nuevas directrices, el PCC envío a su secretario general a los EE.UU. para se pusiera en contacto con Grau y gestionara la concertación del FAI. El líder de los auténticos esquivó la nueva entrevista pretextando que eso violaría los preceptos hospitalarios de aquella nación.

En el VII Congreso de la Comintern, Dimitrov esclareció de la esencia clasista del fascismo, su calidad de enemigo principal y de la urgencia de su enfrentamiento cohesionado. La inminencia de una guerra contra la Unión Soviética llevó al cónclave a puntualizar que los intereses de la defensa de ese país determinarían la conducta fundamental del proletariado mundial.

Algunos marxistas italianos han examinado la significación que tuvo la experiencia de los Frentes Populares propuesta entonces, las limitaciones de la estrategia de subordinación a la tesis del "socialismo en un solo país" y la posición ultra monolitista asumida por la Comintern. No siempre coincidieron los intereses de la emancipación del proletariado de otros países con la defensa de todas las posiciones coyunturales de la URSS, ni las orientaciones eran aplicables a todos los contextos.24

Según Aldo Agosti, la decisión del cónclave de no hacer un informe evaluador de sus posiciones anteriores, lo cual hubiera conllevado a una profunda crítica, fue una limitación de sus resultados.25 Sin embargo, sí resultó novedoso el cambio de actitud hacia las instituciones democráticas.

Las declaraciones de Dimitrov alertaron de la urgencia de una compresión dialéctica de las situaciones concretas para evitar la caída en el esquematismo, la imitación y el dogmatismo; pero estas no fueron aplicadas con rigor por muchas de las secciones afiliadas, por decisiones internas y por la estricta manera en que la IC las controlaba. La reunión no valoró a profundidad la situación de los países coloniales y dependientes, ni el papel que iba alcanzando Estados Unidos a nivel global y especialmente en el hemisferio occidental,

24 Lucio Magri, " El valor y el límite de la experiencia frentista", Pensamiento Crítico, No 5, La Habana, junio de 1967.

25 Aldo Agosti, "Alcances y límites de los frentes populares", Fundación de Investigaciones Marxistas, s/f, p. 51.

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donde el fascismo tenía una relevancia limitada.

En Cuba, "(l)os comunistas de aquella época, -expresaría Fabio Grobarten las condiciones difíciles de terror, pudieron hacer, sobre la base de las ideas esenciales de Dimitrov, un análisis crítico de toda su política anterior, descubrir sus debilidades y errores, sacar a flote y esforzarse por liquidar las manifestaciones sectarias de sus vidas [...]"26

En su informe al VI Pleno del CC de octubre de 1935, su secretario general Blas Roca precisó que la revolución cubana entraba en una etapa de liberación nacional, cuyo objetivo estratégico era la derrota del imperialismo. Para ello era preciso crear un frente unido que tuviera en cuenta, incluso, a la burguesía nacional y los terratenientes democráticos. Se dejó de catalogar a la burguesía y los partidos en bloque, tratando de diferenciar las distintas tendencias. Esta táctica se ajustaba a la realidad cubana y contribuyó a ampliar el movimiento obrero y democrático general. Concretamente se proponía la creación de dos frentes: uno con organizaciones burguesas como Unión Nacionalista y Conjunto Nacional Democrático de proyecciones limitadas; y otro, más fraternal y duradero, con el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), la Joven Cuba y el Partido Agrario Nacional. También se valoró la necesidad de volverse hacia los problemas nacionales y la historia del país.

Izquierda Revolucionaria y Organización Revolucionaria Cubana Antiimperialista (ORCA) -dos partidos a los que pertenecían personas de reconocida trayectoria revolucionaria como Pablo de la Torriente y Raúl Roa, pero que no estaban de acuerdo con las posiciones dogmáticas el PCC- realizaron intentos de coaligarse en un partido único y exhortaron a los restantes grupos a participar. Los comunistas se negaron a participar argumentando que tenían una misión histórica que cumplir por lo cual no debían diluirse en otros organismos. Auténticos y guiteristas, por su parte, firmaron un pacto insurreccional en México del cual exceptuaron a los comunistas en diciembre de 1935.

Las circunstancias habían variado, la táctica fundamental consistiría en atraer a la lucha a las más amplias masas, dirigiendo el golpe principal contra la dictadura militar, por la democracia, por una política de mejoramiento nacional, procurando ampliar al máximo las fricciones entre los jefes militares y el presidente José Miguel Gómez, que ganó las elecciones en enero de 1936. Para ello, en junio el CC procuró la organización de un partido electoral, cuya consigna principal sería la convocatoria a una Asamblea Constituyente libre y soberana. Mientras tanto, en Nueva York, exiliados de diversas organizaciones convocados por ORCA impulsaron la celebración de una conferencia general de partidos que favoreciera la unidad, la cual se efectuó en Miami y aprobó un proyecto para un frente de liberación nacional. Las bases del convenio suscribían la lucha antiimperialista y el uso de la violencia armada. El convenio no llegó a formalizarse

Fabio Grobart, Trabajos Escogidos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1985, p. 70.

26

27

posteriormente.

En la segunda mitad de 1936, se produjo un encuentro entre dirigentes cubanos y cominteristas. En el mismo se ratificó que la revolución en Cuba tendría un carácter democrático-burgués, correspondiente con la etapa de liberación nacional. Que el partido debía elaborar una estrategia y táctica que tuviera en cuenta que la clase obrera era débil y que a la burguesía nacional había que tenerla en cuenta en el campo de los aliados. Dimitrov apoyó la idea de crear un partido transitorio para las elecciones, dotado de un programa amplio y definido, que contribuyera a la educación antiimperialista, pero que no suplantara al Comunista.28

La reorganización del pequeño organismo municipal Unión Revolucionaria, permitió su conversión en partido electoral apoyado por los comunistas. Mientras tanto, Grau promovía la idea convertir a su partido en un partido único, mientras otros luchadores nacionalistas exhortaban a la fundación de un nuevo partido democrático y revolucionario.29

En el curso del año 1937, el PCC volvió a confrontar su trabajo en el CEIC. En esa reunión participó dirigente vietnamita Van Min. Allí se ratificaron sus posiciones y aunque se consideró a Batista como enemigo principal, se manifestaron ciertas dudas sobre si el jefe del ejército era verdaderamente el más peligroso de sus contendientes o estaba presionado por las circunstancias y para ello tomaron como ejemplo el caso de Chiang Kai Shek.30

En mayo, un grupo de partidos de izquierda organizó el Bloque Revolucionario Popular. Dentro del mismo, la Unión Revolucionaria argumentó que debían incluirse a partidos burgueses tradicionales, con lo cual no estuvo de acuerdo la mayoría.31 Raúl Roa, que era miembro de esa organización, expresaba al respecto:

[...]Si nos hemos manifestado cálidamente por la concertación de un potente frente revolucionario, somos, por lo contrario, adversarios irreductibles de todas las fórmulas que impliquen la disolución de las organizaciones revolucionarias para vaciarlas, dispersas y confundidas, en un aparato puramente político, sin contenido revolucionario alguno. Y también de las que extienden el alcance del frente único más allá de las zonas donde concluye al ámbito del proceso revolucionario, para confundir, deplorablemente, los intereses espurios de la reacción y de la plutocracia extranjera con los intereses supremos del movimiento revolucionario y de la nacionalidad cubana [.]32

27 "Proyecto de Convenio del Frente de Liberación Nacional", AIHC, Fondo Vilaseca.

28 "Informe sobre la línea y actividad del P. a la luz de las decisiones de la IC", AIHC, Fondo 1.

29 "Manifiesto por un Partido Democrático Revolucionario". AIHC, Fondo Vilaseca.

30 "La justeza de nuestra línea y las nuevas tareas fundamentales que se plantean a nuestro Partido", s/f, AIHC, Fondo 1.

31 "Documento No 1 del Partido Democrático Revolucionario". Informe del Sec. G, AIHC.

32 Raúl Roa, "Unificación Revolucionaria y Constituyente Soberana", Baraguá, La Habana, Año. I, No 5, 16 de octubre de 1937, p.16.

En las conversaciones de la Conferencia de Sectores, para impedir las elecciones parciales convocadas por el régimen a fin retrasar la Constituyente, fueron incluidos dos partidos burgueses y ello creó nuevos malestares y división.3^Paradójicamente, en la etapa entre 1936 y 1938 cuando la IC llamó a desarrollar instrumentos de lucha democráticos, en la URSS se estaban produciendo importantes ilegalidades y represiones, que también tuvieron grave repercusión en la actividad de la Comintern. Decenas de sus empleados fueron despedidos, encarcelados o eliminados por razones políticas. Entre los fusilados estaba Juan El Polaco.

Sin embargo, el CEIC apoyaba plenamente la política exterior e interior de la URSS, por ello no quedaba espacio para búsquedas teóricas ni discusiones. Todas las resoluciones se acordaban entre Molotov, Zhdanov y Stalin. De facto, el CEIC dejó de funcionar. Esto puede explicar la escasez de contactos entre los comunistas americanos y sus interlocutores en la URSS.34

Por un frente nacional sin exclusiones. (julio 1938, mayo 1943)

En julio de 1938 se efectuó el X Pleno del PCC. En el mismo se aceptó la fórmula de partido único de Grau y, paralelamente, se valoraron los pasos positivos que venía acometiendo Batista. Se acordó respaldar sus medidas progresistas con la intención de alejarlo de los más reaccionarios.

La miopía política -en unos casos- y el oportunismo -en otros- fueron causantes de algunas muestras exageradas de entusiasmo que realizaron los comunistas con respecto a Batista. A fines de 1938, este había permitido la legalización del Partido Comunista y otras asociaciones opositoras, la concertación de contratos colectivos de trabajo, la derogación de los reglamentos que impedían actos públicos, fundándose la Confederación de Obreros de Cuba, etc.

En enero de 1939, el PCC reafirmaba su estrategia de la liberación nacional, sin embargo identificaba como su principal enemigo al fascismo. Y como posibles aliados, al pueblo y al gobierno norteamericanos Esta orientación lo llevó a asumir la táctica del Frente Nacional sin Exclusiones y a unirse en un bloque electoral con Batista.

La declaración oficial de esa nueva línea decidió a varios de sus antiguos integrantes a separarse definitivamente del Partido e, inclusive, algunos de ellos lo manifestaron públicamente. José A. Guerra, en su carta de renuncia del 21 de abril de ese año, expresaba su desacuerdo de pasar la lucha antiimperialista a un segundo plano. Argumentaba que, según las nuevas teorías del PC, la sociedad cubana no estaba dividida en clases, sino en

33 "Documento No 2. Bases del Programa del Partido". AIHC, Fondo Vilaseca.

34 Olga Ulianova y Alfredo Riquelme, ob. cit., pp. 72-73

"progresistas y reaccionarios"; de la misma manera que el mundo no lo estaba en grupos rivales imperialistas, sino en "pacifistas y agresores", desestimando así la evaluación marxista de la lucha de clases. Asumía que las razones de tal degradación estaban en el cambio de composición social del Partido, el dogma de la infalibilidad de sus líderes, la disciplina mecánica y la falta de vida ideológica de sus miembros, conjugándose con una situación que no era un fenómeno local, sino con profundas causas internacionales. Responsabilizaba a la Comintern con aquellas tácticas colaboracionistas y vacilantes.35

Al acercarse los comicios para la Asamblea Constituyente, el PCC y UR acordaron participar fusionados y surgió Unión Revolucionaria Comunista, partido que no declaró afiliarse a la Comintern, aunque se mantuvo atento a sus directivas.

En 1940, durante las sesiones de la Asamblea Constituyente, la delegación comunista47 defendió con tenacidad su programa mínimo antiimperialista, anti-latifundista y democrático. Sin embargo a menos de un mes de iniciadas, el 7 de marzo, Eduardo Chibás, Carlos Prío, Emilio Ochoa y Salvador Acosta, del Partido Auténtico, presentaron una moción de simpatías hacia Finlandia, que había sido invadida por el Ejército Rojo a fines de 1939. Las pretensiones soviéticas de alejar las fronteras nacionales de Leningrado, establecer un gobierno simpatizante y firmar un pacto de ayuda mutua, implicaban directamente al CEIC y de hecho a la credibilidad y prestigio del movimiento comunista internacional.

Aquella discusión, totalmente pública, devino debate de dos puntos de vista divergentes sobre la línea estratégico-táctica del PCC, en la cual salieron a relucir los rencores del pasado. El apasionamiento de la controversia impidió valorar con objetividad que sus disensiones solo favorecían a la reacción.36 La Constitución aprobada recogió, al menos en su letra, los principales postulados progresistas de la Revolución del 30 y en ello los comunistas tuvieron una actuación protagónica. Sin embargo, la confianza en que los resultados positivos de la Constitución estarían en la puesta en vigor de las leyes complementarias, llevó a URC por los caminos del legalismo y el economicismo y reafirmaron el criterio de participar en las elecciones dentro de la Coalición Socialista Democrática, lidereada por Batista. A producirse el ataque alemán a suelo soviético, el 22 de junio de 1941, el CEIC consideró que la guerra había cambiado de carácter y los PC debían asumir la defensa de los pueblos agredidos. Se llamó en Europa a iniciar la lucha armada, pero se insistía en no presentar la guerra como un enfrentamiento entre el fascismo y comunismo. La consigna sería el Frente Nacional y, en él, los comunistas no reclamarían la hegemonía.

Inmediatamente, el PCC publicó un documento donde planteó que el conflicto bélico se había convertido en un asunto de orden nacional, por lo cual había que prepararse para una agresión, concienciar a las personas, entrenar a los cubanos, fortalecer la alianza con EEUU

35 "Carta de José Antonio Guerra al Comité Nacional del PCC", 21 de abril de 1939, Archivo privado de Raúl Roa.

36 Diario de sesiones de la Asamblea Constituyente, Volumen I.

y evitar las interrupciones de la producción para no afectar los abastecimientos a los

soldados.37

En julio de 1941 se constituyó el Frente Nacional Antifascista para intensificar la ayuda a los combatientes aliados; impulsar relaciones diplomáticas con la URSS y promover la solidaridad.

En su discurso del 6 de noviembre, Stalin acusó a los alemanes de estar librando una guerra injusta, para subyugar a otros pueblos, mientras que Unión Soviética y sus aliados desarrollaban una guerra de liberación. Por lo tanto, todas las personas honradas debían apoyar a la URSS.38

En estas ideas se aprecia como la visión del dirigente soviético se había transformado a partir de los intereses de la política exterior de su país. Los líderes comunistas trataron de explicarle al pueblo cubano la nueva reformulación del asunto. Cosa bien difícil. Para su suerte, las simpatías de los trabajadores y fuerzas de izquierda hacia la Unión Soviética pasaban por encima de las políticas autócratas de Stalin y los problemas que allí se suscitaban. La causa antifascista tuvo una amplia acogida. El 8 de mayo de 1943, Molotov le informó a Dimitrov y Manuilski la decisión central de disolver la IC; el 15 de mayo se reunió su mermada dirección que redactó un documento explicativo de las razones de esa decisión: se había agudizado la contradicción siempre existente entre la necesidad de la unidad y, al propio tiempo, la autonomía de sus secciones. La centralización limitaba la dinámica y concreción de las tareas, era un freno a la operatividad.

Según criterios de Fernando Claudín, la IC era además uno de los obstáculos que impedían una alianza certera entre la URSS y los países aliados y, de hecho, la apertura del segundo frente. Con su eliminación se daban garantías de que la Unión Soviética no quería la revolución mundial.39

Unión Revolucionaria Comunista consideró justificada la decisión. Los argumentos publicitados fueron: que ese organismo había cumplido su misión y la guerra había reducido sus potencialidades, que su existencia servía de pretexto para campañas difamatorias y divisionistas, que cada PC se había fortalecido a nivel local y que, de esta manera, se contribuía al consolidar a las Naciones Unidas.40 La urgencia con que fue tomada dicha resolución y las condiciones de la guerra impidieron hacer un justo balance de la labor desplegada. Aún hoy se adolece de un estudio objetivo de esos aspectos y, sobre todo, de los términos de incondicionalidad con que las secciones asumieron la defensa del primer país socialista, el acatamiento acrítico del modelo soviético para alcanzar el poder y de los vaivenes de su política exterior.

37 "Cuba en la Guerra", Fundamentos, La Habana, enero de 1942.

38 "Discurso de José Stalin", 6 de noviembre de 1941, Fundamentos, La Habana, Año II, No 9, enero de 1942.

39 Fernando Claudín, La crisis del Movimiento Comunista, Tomo I, Madrid, Ruedo Ibérico, 1970.

40 "Esquema para la discusión sobre la disolución de la III Internacional", AIHC, Fondo 1.

Ciertamente, la IC desapareció, pero sus secciones continuaron luchando con energía hasta la derrota del fascismo. El movimiento comunista también se fortaleció en las colonias y neocolonias. URC logró impulsar al gobierno de Batista a la adopción de medidas de contenido popular e, incluso, dos de sus dirigentes llegaron a ocupar, de manera sucesiva, un ministerio sin cartera en el gabinete. Sin embargo, las erratas tácticas cometidas en aras de la unidad nacional contribuyeron al aumento de los antagonismos con una parte de las fuerzas nacionalistas que también pretendía mejorar la situación el pueblo.

El comunismo cubano tuvo una singular fuerza ideológica en toda esta etapa. Tal es así que, a pesar de su escaso significado numérico, todas las fuerzas políticas tanto de izquierda como de derecha, no pudieron hacer caso omiso de sus proyecciones. Sin embargo, como hemos visto, el hecho de pertenecer a una organización de carácter internacional que imponía sus políticas, les hizo encontrar numerosos obstáculos y limitaciones a su actuación. En ocasiones, las directivas extrapoladas de otros contextos dificultaron una inserción coherente y natural con los intereses generales de la nación.

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Recibido: 12 diciembre 2009 Aceptado: 22 mayo 2010

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