Научная статья на тему 'Burguesías nacionales y acumulación de capital en América Latina. Luces y sombras en la teoría marxista de la dependencia'

Burguesías nacionales y acumulación de capital en América Latina. Luces y sombras en la teoría marxista de la dependencia Текст научной статьи по специальности «Политологические науки»

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Teoría de la Dependencia / marxismo latinoamericano / burguesías nacionales / acumulación de capital / Dependency theory / Latin American marxism / National bourgeoisies / Capital accumulation

Аннотация научной статьи по политологическим наукам, автор научной работы — Sebastián Osorio Lavín

El artículo propone una síntesis y balance crítico del tratamiento que hizo la Teoría Marxista de la Dependencia sobre las “burguesías nacionales” en el capitalismo latinoamericano durante su periodo de industrialización guiada por el Estado, especialmente en cuanto a su vínculo con las clases capitalistas de los países de industrialización avanzada y respecto a su rol en los procesos de acumulación interna. Del análisis se desprenden los aciertos y múltiples dificultades del enfoque dependentista para abordar la especificidad de la región.

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National bourgeoisies and capital accumulation in Latin America. Lights and shadows of the Marxist Dependence Theory

The paper proposes a synthesis and critical assessment of the treatment that the Marxist Theory of Dependence elaborated about the “national bourgeoisies” in Latin American capitalism during its period of industrialization guided by the State. The question is considered in terms of its link with the capitalist class from advanced industrialization countries, and regarding their role in the internal accumulation process. The analysis reveals the successes and multiple difficulties of the dependence approach to address the region's specificity.

Текст научной работы на тему «Burguesías nacionales y acumulación de capital en América Latina. Luces y sombras en la teoría marxista de la dependencia»

51, mayo 2022: 1-14

Burguesías nacionales y acumulación de capital en América Latina. Luces y sombras en la teoría marxista de la dependencia

National bourgeoisies and capital accumulation in Latin America. Lights and shadows of the

Marxist Dependence Theory

Sebastián Osorio Lavín*

Resumen: El artículo propone una síntesis y balance crítico del tratamiento que hizo la Teoría Marxista de la Dependencia sobre las "burguesías nacionales" en el capitalismo latinoamericano durante su periodo de industrialización guiada por el Estado, especialmente en cuanto a su vínculo con las clases capitalistas de los países de industrialización avanzada y respecto a su rol en los procesos de acumulación interna. Del análisis se desprenden los aciertos y múltiples dificultades del enfoque dependentista para abordar la especificidad de la región.

Palabras clave: Teoría de la Dependencia, marxismo latinoamericano, burguesías nacionales, acumulación de capital,

Abstract: The paper proposes a synthesis and critical assessment of the treatment that the Marxist Theory of Dependence elaborated about the "national bourgeoisies" in Latin American capitalism during its period of industrialization guided by the State. The question is considered in terms of its link with the capitalist class from advanced industrialization countries, and regarding their role in the internal accumulation process. The analysis reveals the successes and multiple difficulties of the dependence approach to address the region's specificity.

Keywords: Dependency theory, Latin American marxism, National bourgeoisies, Capital accumulation

Recibido: 7 de agosto 2021 Aceptado: 13 noviembre 2021

Introducción

La teoría o enfoque de la dependencia fue un programa de investigación en el que confluyeron autores de diversas tradiciones intelectuales con el objetivo de analizar críticamente la especificidad de las formaciones sociales de América Latina, y que se plasmó en una amplia obra colectiva que puede ser considerada como uno de los hitos más relevantes en la elaboración de un pensamiento desde y sobre la región.

En un periodo histórico marcado por el auge y la crisis del ciclo de industrialización guiada por el Estado, los autores del enfoque dependentista intentaron comprender los fundamentos de la condición

Chileno. Licenciado en Sociología, Magíster en Historia de Chile y Candidato a Doctor en Historia. Universidad de Santiago. Centro de Investigación Político Social del Trabajo (CIPSTRA). sebastian.osorio@usach.cl. Código ORCID: 0000-0001-64007947.

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subdesarrollada de las economías latinoamericanas, descartando por un lado los rígidos esquematismos predominantes en las teorías de la modernización, y por otro lado rechazando los mecanicismos y vulgarizaciones de los manuales soviéticos. Como resultado de este empeño, surgieron numerosos estudios y planteamientos originales sobre la dinámica histórica y el devenir del capitalismo periférico, que fueron incorporados en mayor o menor medida a la práctica política de fuerzas de izquierda y socialdemócratas volcadas a la realización de transformaciones estructurales en las relaciones sociales de producción.

Más allá de las polémicas actuales acerca de la vigencia o la caducidad definitiva del paradigma en cuestión1, el presente artículo se centrará en un aspecto particular de su literatura: el tratamiento que hicieron los autores de la Teoría Marxista de la Dependencia (en adelante, TMD) sobre la especificidad de las llamadas "burguesías nacionales" del subcontinente y su relación con los agentes externos y las formas locales de acumulación de capital, es decir, se indagará en las reflexiones teóricas relativas a su papel en la reproducción del carácter dependiente de Latinoamérica.

Del análisis de estos autores se desprenderá un balance de sus virtudes y debilidades para la comprensión de las clases capitalistas en la región desde el punto de vista de la acumulación de capital como un proceso mundial desigual, basado en una división internacional del trabajo con países históricamente especializados en la venta de determinadas mercancías, y que durante el último tercio del siglo XX experimentó transformaciones difíciles de explicar desde el enfoque dependentista.

El artículo se cierra argumentando que las proposiciones sobre las burguesías dependientes muestran las dificultades de una teoría que, en su esfuerzo por superar perspectivas eurocéntricas del marxismo, acabó siendo incapaz de asumir en todas sus consecuencias la especificidad latinoamericana en la unidad mundial de acumulación de capital.

Clases capitalistas y desarrollo en América Latina

Las sociedades capitalistas se distinguen de sus predecesoras por un modo de producción en el que la vida social progresivamente cesa de organizarse mediante vínculos de dominación y dependencia personal, para comenzar a hacerlo a través de relaciones mediadas por el intercambio de mercancías, en las que la compra y venta de fuerza de trabajo tiene un rol central dando lugar a dos clases fundamentales: trabajadores y capitalistas2. Esta última, en su condición de propietaria privada de los medios de producción, se erige como clase que personifica el rol dominante que tiene el capital como relación social organizadora del metabolismo social3.

Desde la teoría marxista, una de las preguntas más difíciles de abordar es cómo logra reproducirse un orden social basado en la explotación de la mayoría de la población por parte de una clase capitalista relativamente pequeña, y sin la utilización permanente de violencia física. Al respecto se han ensayado múltiples respuestas, que generalmente apuntan al recurso de mecanismos de tipo ideológico para

1 Rolando Astarita, Economía política de la dependencia y el subdesarrollo. Tipo de cambio y renta agraria en la Argentina, Quilmes, Editorial UNQ, 2010, 87-118; Magnus Blomström y Björn Hettne, La teoría del desarrollo en transición, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1990, 105 y ss.

2 Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, Madrid, Akal, 2011.

3 Juan Iñigo Carrera, El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia, Buenos Aires, Imago Mundi, 2008.

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someter a la clase trabajadora4, pasando por la utilización del Estado como instrumento de clase5, o bien a la fuerza de estructuras sociales que cristalizan en la organización del trabajo social bajo la lógica del capital, divorciando históricamente la dominación política de la dominación económica6.

En el caso de América Latina el problema es aún más complejo, ya que sus estructuras predominantes en el momento de insertarse en el mercado mundial se mantuvieron durante varios siglos aparentemente alejadas de los presupuestos del modo de producción capitalista, incluso cuando éste ya se encontraba bastante desarrollado en los primeros países industrializados. Por esta razón se ha intentado caracterizar la región como una imbricación o simbiosis de modos de producción7, lo cual arrojaba dificultades para identificar a los grupos o clases sociales dominantes que, de una u otra manera, dirigían políticamente el curso de sus formaciones nacionales. La poca claridad sobre el contenido de las relaciones sociales de producción y la existencia de clases capitalistas propias se arrastró por lo menos hasta fines del siglo XIX.

Durante el siglo XX, con un capitalismo incipiente pero más nítidamente perfilado, la reflexión sobre el devenir latinoamericano involucró una interesante discusión sobre el carácter de sus burguesías nacionales. Por un buen tiempo, los paradigmas prevalecientes en las ciencias sociales plantearon la cuestión del desarrollo como un problema de voluntad: para emular la exitosa trayectoria de Europa y EE. UU., tan solo hacía falta que las clases capitalistas asumieran un rol de vanguardia y se dispusieran a eliminar las rémoras tradicionales que impedían la modernización de sus respectivos países8. En muchos casos, se afirmaba que el obstáculo principal para ello eran las oligarquías que, amparadas en instituciones anquilosadas como la hacienda y un sistema político excluyente, carecían de interés en dinamizar las economías, arrastrando en su letargo a la élite dirigente9. A su manera, incluso la Comintern se adhirió a esta visión cuando propugnó una alianza del proletariado con las burguesías locales como estrategia para impulsar una revolución democrático-burguesa que barriera con los residuos semifeudales que mantenían a la región en el atraso10.

Una diferencia significativa respecto a estas interpretaciones fue la propuesta por Raúl Prebisch, quien al mando de la CEPAL cuestionó el carácter necesariamente benéfico del comercio internacional basado en ventajas comparativas, identificando lo que a la postre fue denominado como un constante deterioro de los términos de intercambio: un perjuicio económico sistemático sobre las economías

4 Louis Althusser, Ideología y aparatos ideológicos del Estado, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2003; y a su modo, el concepto de hegemonía que se encuentra en Gramsci. Ver Hugues Portelli, Gramsci y el bloque histórico, Buenos Aires, Siglo XXI, 1974, 65-92.

5 Goran Therborn, ¿Cómo domina la clase dominante? Aparatos de Estado y poder estatal en el feudalismo, el capitalismo y el socialismo, Ciudad de México, Siglo XXI, 2008; Ralph Miliband, El Estado en la sociedad capitalista, Ciudad de México, Siglo XXI, 1977.

6 Perry Anderson, Teoría, política e historia. Un debate con E. P. Thompson, Madrid, Siglo XXI, 2016; Ellen Meiksins Wood, "La separación de lo 'económico' y lo 'político' en el capitalismo", Democracia contra capitalismo. La renovación del materialismo histórico, Ciudad de México, Siglo XXI, 2000, 25-58.

7 Aldo Solari, Rolando Franco y Joel Jutkowitz, Teoría, acción social y desarrollo en América Latina, Ciudad de México, Siglo XXI, 1976, 432-434.

8 Astarita, op. cit, 21-22.

9 Solari, Franco, y Jutkowitz, op. cit., 222 y ss.

10 Theotonio Dos Santos, "La teoría de la dependencia: un balance histórico y teórico", Francisco López, Los retos de la globalización. Ensayo en homenaje a Theotonio Dos Santos, Caracas, UNESCO, 1998, 4; Vania Bambirra, Teoría de la dependencia: una anticrítica, Ciudad de México, Ediciones ERA, 1978.

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latinoamericanas en favor de las economías más avanzadas11. De ello, se desprendía la necesidad de que el Estado apoyara un proceso de industrialización que las burguesías locales se habían mostrado incapaces de hacer por sí mismas, ya fuera por falta de capital, por desinterés del sector exportador de recursos naturales en invertir en manufacturas, por problemas de infraestructura o por la escasez de mano de obra calificada. La propuesta emanada de la CEPAL era en última instancia optimista respecto a las posibilidades reales de desarrollo en la región, en la medida que se lograra una intervención estatal planificada de gran escala que comandara y estimulara al sector privado, consolidando una clase capitalista que luego tomaría las riendas de su propio destino.

En sus múltiples vertientes, los estudios sobre la dependencia surgieron como crítica a estas miradas en las que la evolución socioeconómica de Latinoamérica aparecía sólo inicialmente rezagada12, al comienzo de un camino transitable que contenía la posibilidad de desarrollar todas las potencias históricas del capitalismo. Más específicamente, los cimientos de la TMD se fueron generando a fines de los sesenta inspirados en parte por las ideas de Gunder Frank, quien postulaba la tesis del subdesarrollo en las economías satélites como consecuencia del capitalismo y no por la ausencia de éste13, así como la existencia de una lumpenburguesía subordinada a los capitalistas extranjeros14; y también por la radicalización política que implicó el éxito de la Revolución Cubana, que vino a demostrar la factibilidad de un proyecto socialista sin protagonismo burgués de por medio.

Una de las primeras definiciones de dependencia ofrecidas por esta corriente fue la de Dos Santos, quien la delimitó como una situación en la cual "un cierto grupo de países tienen su economía condicionada por el desarrollo y expansión de otra economía a la cual la propia está sometida", originada en el hecho de que 'los países dominantes" tienen "un predominio tecnológico, comercial, de capital y sociopolítico sobre los países dependientes"15. Tanto Bambirra como Marini se adhirieron a estas formulaciones iniciales, aunque luego contribuyeron a complejizarlas en sus respectivos trabajos, ya fuera enfatizando en su integración al capitalismo como sistema mundial, o bien precisando que la relación se establecía "entre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia"16.

Al plantear que en el concierto capitalista internacional existen naciones más avanzadas que ejercen condicionamientos sobre las naciones dependientes, también se está afirmando que las clases capitalistas de estas últimas tendrán ciertas limitaciones en su despliegue: su actividad económica, política y social se vería constreñida, de modo que la teorización y el análisis empírico requería dar cuenta de su especificidad. ¿Cómo fue abordado este fenómeno por la TMD? Para responder esta pregunta se revisarán sucesivamente los planteamientos de Theotonio Dos Santos, Vania Bambirra y Ruy Mauro Marini.

11 Valpy FitzGerald, "La CEPAL y la teoría de la industrialización", Revista de la CEPAL Número Extraordinario: CEPAL cincuenta años, 1998, 3-5; Cristóbal Kay, "Teorías latinoamericanas del desarrollo", Nueva Sociedad 113, 1991, 113.

12 Angel Casas, La Teoría de la dependencia. Antología del pensamiento político, social y económico de América Latina, Madrid, Cultura Hispánica, 2006, 27.

13 André Gunder Frank, El desarrollo del subdesarrollo. Un ensayo autobiográfico, Caracas, IEPALA, 1991.

14 André Gunder Frank, Lumpenburguesía: lumpendesarrollo, Colombia, La oveja negra, 1970.

15 Theotonio Dos Santos, Dependencia y cambio social,, Santiago de Chile, Centro de Estudios Socio Económicos, Universidad de Chile, 1970, 45.

16 Ruy Mauro Marini, "Dialéctica de la dependencia", Carlos Martins, América Latina. Dependencia y globalización. Fundamentos conceptuales de Ruy Mauro Marini, Buenos Aires, Argentina, CLACSO, 2008, 111.

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Las burguesías nacionales en la perspectiva de la TMD

En la perspectiva de Theotonio Dos Santos, la dependencia imprimía una dinámica específica en Latinoamérica que, en un marco de competencia convencional entre capitales privados, se expresaba como un mayor aprovechamiento por parte de los capitales extranjeros sobre los sectores económicos más dinámicos de la región, encontrando un respaldo interno en las burguesías nacionales que a su vez conseguían mantener una posición y rentabilidad aceptables17. En este sentido, las clases dominantes locales no estaban simplemente alienadas como sostenía Gunder Frank, sino que más bien había una "dependencia negociada", y la generación de un fuerte compromiso interburgués en función de intereses complementarios18.

Un aspecto central de esta perspectiva —y que luego fue mayormente profundizada por Marini— fue que, para conservar sus beneficios sin contar con la posibilidad de recurrir a las mejoras técnicas que eran acaparadas por las firmas extranjeras, los capitalistas nacionales se veían forzados a poner en marcha una mayor tasa de explotación sobre sus trabajadores directos, lo que redundaba en una limitación estructural de los mercados de consumo interno19.

Si bien durante el periodo ISI esta contradicción habría estado parcialmente velada por la ideología desarrollista, la subordinación y eventual absorción de los capitales locales por parte de los foráneos tornaría insostenible ese proyecto de acumulación en el medio plazo20. De hecho, para este autor la evolución natural del proceso era una mutación que prolongaba la dependencia con nuevas dificultades, tales como un déficit de divisas y de capital que gatillarían una necesidad redoblada de inversiones extranjeras, ahora volcadas hacia el mercado interno y a la captura de las ventajas que ofrecían las políticas proteccionistas, mientras que las remesas enviadas hacia sus países de origen tenderían igualmente a descapitalizar a las economías periféricas21.

En consecuencia, Dos Santos advertía que el esfuerzo industrializador dependiente no lograba generar centros internos de decisión económica ni una mejora amplia en las condiciones de la clase trabajadora. Por ello, para protegerse y contener la fuerza de las movilizaciones populares emergentes en este escenario, las burguesías se inclinaron por aceptar o derechamente promover la oleada de golpes de Estado que surgió en el periodo22. Sin embargo, aunque hasta cierto punto estos regímenes parecían necesarios para las empresas multinacionales y sus socios menores en cada país, entrañaban el riesgo de que las burocracias estatales y militares derivaran en nacionalismos que rivalizaran con su poder, por lo que las clases dominantes de las economías centrales optarían por la instalación de gobiernos fuertes pero moderados, bajo la forma política de democracias restringidas en el marco de una dependencia negociada sin pretensiones de control total sobre las decisiones políticas23.

17 Dos Santos, op. cit., 45, 50.

18 Dos Santos, op. cit.., 107-109; Theotonio Dos Santos, Imperialismo y dependencia, Ciudad de México, Ediciones ERA, 1978, 309.

19 Dos Santos, Dependenciay cambio social,, op. cit.., 55.

20 Dos Santos, op. cit., 28, 35-36.

21 Dos Santos, op. cit., 65-68; Theotonio Dos Santos, Socialismo o fascismo: el nuevo carácter de la dependencia y el dilema latinoamericano, Santiago de Chile, Ediciones Prensa Latinoamericana, 1972.

22 Dos Santos, Dependenciay cambio social, op. cit., 73.

23 Dos Santos, op. cit., 87-88, 104-7; Carlos Martins, "Theotonio Dos Santos: introducción a la vida y obra de un intelectual planetario", Francisco López, Los retos de laglobalización. Ensayo en homenaje a Theotonio Dos Santos, op. cit. , 9.

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Una perspectiva similar a esta sostenía Vania Bambirra, quien en su principal trabajo propuso una tipología histórico-estructural de los países latinoamericanos basada en el análisis de las formas y alcances que tuvo la penetración de los capitales extranjeros a partir de la reestructuración capitalista mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial24. El enfoque metodológico que utilizó para ello se planteaba en polémica con la obra de Cardoso y Faletto, enfatizando en las determinaciones que imponían las relaciones económicas capitalistas en la dinámica de la lucha de clases, por medio del perfilamiento de la acción de los grupos sociales en torno a intereses objetivos25.

A partir de su método la socióloga brasileña construyó una tipificación que tenía como foco el proceso de expansión de los consorcios monopólicos transnacionales en la región durante la segunda mitad del siglo XX, y la trayectoria de integración dependiente en el concierto mundial de acuerdo con el grado de industrialización que habían alcanzado los países, desprendiendo de ello tres modalidades. Los de tipo A, eran aquellos con una estructura productiva diversificada de industrialización temprana, pese a la centralidad de su sector primario-exportador; los de tipo B, con igual predominio primario-exportador pero un sector secundario rezagado, de industrialización tardía como efecto de la integración monopólica en la postguerra; y los de tipo C, con economías totalmente carentes de diversificación productiva y centralidad agrario-exportadora26.

Si bien estos tres tipos tenían en común que sus burguesías locales estaban subordinadas al capital internacional27, el nivel de industrialización las enfrentaba a diferentes escenarios que condicionaban sus orientaciones específicas. Así, en los países de tipo A, Bambirra afirmaba que las burguesías industriales eran capaces de llevar a cabo revoluciones burguesas, en el sentido de reivindicar "el control hegemónico del poder, ofreciendo un proyecto propio de desarrollo económico-social" 28, lo que habrían logrado a través de los movimientos político-sociales impulsados, paradójicamente, por los sectores medios, la pequeña burguesía e incluso el campesinado.

En cualquier caso, en el tipo de industrialización temprana la posición hegemónica de la burguesía industrial habría sido conquistada en una larga rivalidad con las oligarquías, quienes solo cedieron sus prerrogativas dominantes en favor de un proyecto industrializador conservando sus privilegios. En este sentido cabía hablar de una hegemonía comprometida entre ambos sectores29. No obstante, la dependencia se reflejaba aquí en que para la toma de decisiones políticas cruciales estos sectores debían "tener al capital extranjero como punto de referencia básico, y por tanto ser refrendadas por él"30. En otras palabras, por mucho que en ciertas circunstancias excepcionales contaran con un margen de autonomía, operaban siempre como socias menores del imperialismo.

En cuanto los países tipo B, su característica principal era la virtual inexistencia de burguesías locales capaces de impulsar una revolución burguesa31, como consecuencia de un temprano acaparamiento de

24 Vania Bambirra, El capitalismo dependiente latinoamericano, Ciudad de México: Siglo XXI, 1992, 3-4.

25 Bambirra, op. cit., 17; la crítica va dirigida hacia Enzo Faletto y Henrique Cardoso, Dependencia y desarrollo en América Latina. Ensayo de interpretación sociológica, Buenos Aires, Argentina, Siglo XXI, 1996.

26 Bambirra, op. cit., 23-30.

27 Bambirra, op. cit., 63.

28 Bambirra, op. cit., 48.

29 Bambirra, op. cit., 58.

30 Bambirra, op. cit, 107-108.

31 Bambirra, op. cit., 77-78.

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los sectores estratégicos de la economía por parte de los capitales extranjeros, que a diferencia de los países tipo A, no habrían establecido encadenamientos productivos hacia adentro que propiciaran la acumulación nacional privada, de modo que un proceso de industrialización no era una perspectiva viable hasta que la Segunda Guerra Mundial posicionó a Estados Unidos como centro hegemónico mundial, volcándose a exportar sus capitales en estos mercados sin hallar obstáculos ante la ausencia de una burguesía industrial32.

Por otro lado, en un ensayo más amplio escrito en defensa del enfoque dependentista, esta autora sintetizó algunos elementos generales de su mirada sobre las burguesías latinoamericanas. En primer lugar, constataba su propensión a optar por regímenes de excepción ante las demandas populares33. En segundo lugar, sostenía que aún ante la crisis del modelo industrializador, los capitalistas locales contaban con un margen de maniobra interno frente al imperialismo que explicaba su renuencia a aliarse con los sectores populares, y su inclinación a mantenerse como clase "dominante-dominada" en lugar de impulsar un proyecto nacionalista34. Por último, afirmaba que esta subordinación se encontraba determinada por el hecho de que la reproducción de la acumulación de capital regional pasaba necesariamente por los centros hegemónicos, por mucho que hubiera una industrialización parcial35.

Compartiendo buena parte de los supuestos anteriores, la originalidad que tuvo el trabajo de Ruy Mauro Marini sobre el tema de las burguesías nacionales emanaba de su interés por develar leyes de movimiento específicas que tendría la reproducción del capitalismo dependiente, como una expresión particular de la generalidad identificada por Marx en El Capital, y que le permitiría dar cuenta de las condiciones materiales y contradicciones que adoptaba la lucha de clases en la región36.

El punto de partida de su análisis era la premisa de un comercio internacional que propendía históricamente al "intercambio desigual" entre naciones, en el que la clase capitalista de la parte desfavorecida se veía forzada a recurrir sistemáticamente a una mayor explotación del trabajo en la producción interna para compensar su cuota de ganancia inferior, es decir, al pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor, fenómeno que planteaba como requisito para asegurar la acumulación de las burguesías locales y que denominó superexplotación del trabajo37. La formalización de esta tesis, también presente en la obra de otros autores de la TMD aunque desarrollada en menor profundidad, era posiblemente la piedra angular de su construcción teórica38.

La tesis de un pago permanente de la fuerza de trabajo por debajo de su valor, que incluso era capaz de sostenerse con el avance de las fuerzas productivas en las sociedades dependientes39, implicaba que la clase obrera tenía salarios excepcionalmente deprimidos que resultaban incompatibles con la absorción

32 Bambirra, op. át., 74-75, 118, 127.

33 Bambirra, Teoría de la dependencia: una anticrítica, op. cit., 5-6.

34 Bambirra, op. cit., 28, 43.

35 Bambirra, op. cit., 9.

36 Marini, "Dialéctica de la dependencia", op. cit.; "Las razones del neodesarrollismo (respuesta a F. H. Cardoso y J. Serra)", Revista Mexicana de Sociología 40, 1978, 180-182.

37 Marini, "Dialéctica de la dependencia", op. cit., 120-124.

38 Al menos eso es lo que afirman algunos de sus seguidores. Ver Jaime Osorio, "Renovar la teoría de la dependencia sin teoría del capitalismo dependiente: notas críticas a la propuesta de Claudio Katz", Revista da Sociedade Brasileira de Economia Política 53, 2019, 55-72.

39 Ruy Mauro Marini, "En torno a la dialéctica de la dependencia (postscriptum)", Carlos Martins, América Latina. Dependencia y globalización. Fundamentos conceptuales de Ruy Mauro Marini, op. cit., 162.

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de la totalidad de la producción en el mercado interno. Por ello, Marini afirmaba que durante un buen tiempo la superexplotación fue posible a condición de que la actividad económica de la clase capitalista se enfocara principalmente en la producción de mercancías orientadas al mercado mundial. Luego, con el comienzo de la industrialización dependiente, la estrangulación del consumo interno encontró alivio en el hecho de que las manufacturas locales se volcaron a sustituir las importaciones requeridas para el consumo conspicuo de los sectores de mayores ingresos. Con ello, las contradicciones de la región comenzarían a estar cada vez más referidas a su propio ciclo de acumulación40.

Ya con el proceso de industrialización del subcontinente en marcha, las clases capitalistas habrían recurrido progresivamente al ensanchamiento del consumo de los sectores medios, manteniendo así la superexplotación y postergando la introducción de medios de producción más modernos que dislocaran la acumulación hacia la generación de plusvalor relativo. Sin embargo, cuando la competencia con los capitales extranjeros que desembarcaron en la región volvió ineludible un incremento en la productividad basado en innovaciones técnicas, éste se materializó a través de la compra de bienes de capital en el extranjero, obstaculizando definitivamente cualquier posibilidad de transición hacia un capitalismo autónomo41.

El recurso a la tecnología extranjera por parte de los capitalistas locales habría surgido de la imposibilidad de solventar las necesidades de bienes de capital a través del intercambio comercial, y en medio de la reorganización de la economía mundial de la posguerra, adquirió típicamente la forma de inversiones extranjeras directas en la industria para aprovechar los nuevos mercados dependientes, que ofrecían una matriz productiva basada en bajos salarios y, con ello, prometedoras perspectivas de ganancia42. En efecto, al operar en condiciones técnicas privilegiadas, los capitales extranjeros lograrían concentrarse al punto de absorber a los capitales locales y construir importantes integraciones monopólicas; a su vez, en aquellos casos que las burguesías nacionales se mantuvieran como tales, hallarían en el mercado mundial todas las herramientas para competir como capitalistas (con mayor o menor éxito), sin necesidad de desarrollar un complejo de producción de medios de producción43.

Todos estos procesos y tendencias contribuían a retardar el surgimiento de una crisis de subconsumo como efecto de la superexplotación, pero no podrían postergarla indefinidamente. Por ello, en el análisis de Marini las clases capitalistas nacionales y extranjeras tenderían a desplegar un nuevo movimiento compensatorio que era propio de la etapa de hegemonía de los monopolios y del capital financiero en América Latina: el subimperialismo, entendido como la instalación de centros medianos de acumulación en países dependientes, acompañados de una política expansionista de sus Estados relativamente autónoma que buscaría asegurar la venta de la producción nacional mediante la exportación a nivel regional44.

Así esbozado, el subimperialismo caracterizado por Marini tenía como requisito para su realización la existencia de un Estado en forma, que facilitara los flujos de mercancías y de capital hacia sus mercados de destino, e incluso que pudiera absorber parte de los costos en determinadas circunstancias. En

40 Marini, "Dialéctica de la dependencia", op. cit., 135-137, 142, 153-154; "El ciclo del capital y la economía dependiente",

Cuadernos Políticos, (12), 1977, 10.

41 Marini, "Dialéctica de la dependencia", op. cit., 141-143.

42 Marini, op. cit., 144-146.

43 Marini, "El ciclo del capital y la economía dependiente", Ibid., 6-8.

44 Marini, "La acumulación capitalista mundial y el subimperialismo", Cuadernos Políticos 12, 1977, 8, 17.

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consecuencia, el fortalecimiento estatal era forzosamente impulsado por las clases capitalistas tanto extranjeras como nacionales como un instrumento de intermediación, lo que desarrollaría una política subimperialista que no dejaba por ello de ser dependiente ni tampoco de estar subordinada a sus intereses de acumulación45.

En suma, para este autor las clases capitalistas en las sociedades latinoamericanas se desenvolverían de acuerdo con leyes económicas específicas que propenderían a la reproducción de su condición dependiente, y que tendrían el pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor como eje articulador de su actividad económica46, así como una posición subordinada al capital extranjero en virtud de su inferioridad técnica.

Clases capitalistas y dependencia. Un balance crítico de la TMD

A partir de lo expuesto, un primer elemento de juicio común a los autores de la TMD es la notoria escasez (cuando no una completa ausencia) de evidencia empírica que respalde o al menos refuerce sus proposiciones sobre las clases capitalistas, vacío que supone una importante debilidad que, hasta hoy, ni siquiera sus acérrimos defensores han subsanado.

Quizás el mejor ejemplo de esto es la tesis de la superexplotación del trabajo de Marini, que continúa debatiéndose teóricamente con entusiasmo pero casi sin entrar nunca al plano empírico47, que a fin de cuentas es el único desde el que podría confirmarse o refutarse su validez. Algo similar puede decirse de Bambirra, quien afirmaba en las primeras páginas de su principal libro que el objetivo se limitaba "a entregar algunos elementos que sirvan de base a estudios posteriores y en mayor profundidad"48, de modo que gran parte de los supuestos en la construcción de su tipología podrían ser cuestionados a la luz de investigaciones históricas mejor documentadas49. Además, en no pocas ocasiones la base de las proposiciones que formulan son otros supuestos teóricos cuanto menos discutibles, tales como las tesis del capital monopolista o las teorías del intercambio desigual50.

Sin la existencia de coordenadas empíricas claras, es difícil evaluar el nivel de acierto o de error que tienen las afirmaciones de la TMD sobre las burguesías nacionales, más allá de aquellas relativas a hechos históricos sobre los cuales existe un amplio consenso, como su debilidad para impulsar un proceso industrializador clásico sin ayuda del Estado, o su condición de socia capitalista menor ante el

45 Marini, op. cit., 21.

46 Tesis que siguió defendiendo hasta el final. Ver: Ruy Mauro Marini, "Proceso y tendencias de la globalización capitalista", VVAA., América Latina, dependencia y globalización, Buenos Aires, CLACSO, 2008.

47 Como botón de muestra de los trabajos más recientes, ver: Jaime Osorio, "Acerca de la superexplotación y el capitalismo dependiente", Cuadernos de Economía Crítica 4(8), 2018, 153-181; Mariano Féliz y Andrea Cecilia, "Dependencia, valor y naturaleza. Hacia una revitalización crítica de la teoría marxista de la dependencia", Revista Sociedad, (38), 2019, 45-56; Facundo Lastra, "La superexplotación de la fuerza de trabajo y la especificidad del capitalismo latinoamericano: un aporte al debate", Izquierdas, (38), 2018, 257-278.

48 Bambirra, El capitalismo dependiente latinoamericano, op. cit.

49 Por ejemplo, Victor Bulmer-Thomas, La historia económica de América Latina desde la independencia, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2010; Luis Bértola y José Antonio Ocampo, El desarrollo económico de América Latina desde la Independencia, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2013.

50 Para una crítica, ver: Astarita, op. cit., 133 y ss.; Juan Iñigo Carrera, La renta de la tierra. Formas, fuentes y apropiación, Buenos Aires, Imago Mundi, 2017, 209 y ss.

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arribo masivo de capitales extranjeros posterior a la Segunda Guerra Mundial, que en sí mismos no pueden llevar a suponer que la explicación que ofrecieron estos autores haya sido correcta.

Un segundo eje por considerar es el tipo de relación que le atribuyeron a las burguesías nacionales con las clases capitalistas extranjeras. Dos Santos recalcaba la existencia de un vínculo de subordinación a los intereses de los centros capitalistas, poniendo énfasis en la dimensión política que subyace a la dependencia: como la dominación imperialista directa desde el exterior sería impracticable entre naciones independientes, ésta operaría por medio de un compromiso con los capitalistas locales que, al tener objetivos de acumulación complementarios, funcionaban como una base interna de dominación. El problema de esta noción es que suponía a priori que las burguesías dependientes enfrentaban un desplazamiento forzoso a actividades económicas de menor rentabilidad, o bien presiones extraeconómicas en la toma de decisiones por parte de los capitales extranjeros. Se trataba entonces de un asunto de relaciones de fuerza, difícil de comprender ante la ausencia de amenazas militares directas.

Bambirra avanzó un poco más en esta argumentación, al plantear que la burguesía industrial alcanzó a ser hegemónica en algunos países de Latinoamérica en compromiso con las oligarquías terratenientes y mercantiles, pero debió abrir paso a los capitales extranjeros cuando estos desembarcaron masivamente con una clara superioridad económica. Sin embargo, no alcanza a dar una explicación contundente de dicha superioridad, más allá de constatar que el ciclo de reproducción del capital debía pasar necesariamente por la adquisición de medios de producción en el extranjero. Por su parte, Marini se adentró en los determinantes económicos que explicaban las ventajas que tenían los capitales extranjeros al invertir en la región, y que les permitió desplazar a una segunda línea a las burguesías nacionales. Para ello, apuntó a la existencia una superioridad técnica en la producción de los capitales extranjeros que les aseguraba una ventaja estratégica en el marco de la competencia mundial.

El problema aquí es que de la superioridad económica de un capital respecto a otro no se puede deducir mecánicamente una relación de subordinación política, sino tan solo una tendencia secular a la prevalencia del capital más concentrado y la desaparición o absorción del que se reproduce por debajo de la productividad media51. Sin embargo, Marini argumentó que las burguesías nacionales se vieron forzadas a transferir a los capitales extranjeros más concentrados parte del plusvalor que extraían a sus obreros, primero por el intercambio desigual, y luego por la brecha tecnológica. En ambos casos, las burguesías locales habrían sobrevivido solo gracias a la superexplotación de la clase trabajadora, de modo que cuando los capitales de los países más industrializados invirtieron directamente en la región, pudieron aprovechar los salarios deprimidos para obtener ganancias extraordinarias, acumulando a un ritmo tan acelerado que tendieron rápidamente a integrar a los empresarios nacionales en sus "monopolios".

Pero aunque la tendencia a que capitales nacionales y extranjeros se fusionen ha sido verificada desde hace varias décadas, y también es evidente la persistencia de los bajos salarios en Latinoamérica, de ello no se sigue la validez de la hipótesis de superexplotación del trabajo ni como causa ni como consecuencia, por lo que difícilmente se puede explicar a través de ella una dominación política entre clases capitalistas en función de su nacionalidad, ni mucho menos la exacción de valor entre burguesías por algún mecanismo distinto a las tendencias convencionales de la competencia capitalista.

51 Juan Kornblihtt, Crítica del marxismo liberal. Monopolio y competencia en el capitalismo argentino, Buenos Aires, Ediciones Razón y Revolución, 2008, 16-26.

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Finalmente, un tercer eje de análisis refiere al rol de las burguesías nacionales en el desarrollo económico de sus países. En general, la corriente marxista sostenía la imposibilidad de superar la condición dependiente de la región en los marcos del capitalismo, es decir, descartaba que las formaciones nacionales de la región pudieran llegar a generar un ciclo autosuficiente de reproducción del capital que condujera al desarrollo visto en los países avanzados. Dos Santos agregaba que con la industrialización sustitutiva tampoco se lograban generar decisiones económicas soberanas porque las burguesías locales se sometían a los dictámenes que provenían de las potencias centrales, de modo que las primeras propendían a regímenes militares como forma de resguardo ante las presiones populares imposibles de satisfacer desde sus posiciones de clase. Luego, una apertura política siempre iba a ser más deseable para las potencias extranjeras para evitar giros nacionalistas.

Bambirra concordaba a grandes rasgos con esa mirada, aunque consideraba que en algunos países habrían sido capaces de impulsar revoluciones burguesas, entendidas como un posicionamiento hegemónico de los intereses industriales en la economía y sin mediar una liberalización política ni una redistribución de ingresos52. A su vez, Marini argumentaba que las estructuras dependientes tendían a reproducirse por la inferioridad técnica y el recurso a la superexplotación de los capitales locales, lo que implicaría una traba estructural a la ampliación del consumo obrero, y con ello a la acumulación de capital. Así, las posibilidades de progreso económico parecían descansar únicamente en un proyecto de tipo socialista dirigido por las clases populares.

Debido a este tipo de razonamientos, en diversas ocasiones la TMD fue acusada de propugnar el inevitable estancamiento del capitalismo en la región, críticas que tomaron más fuerza cuando se verificaron procesos de industrialización en el sudeste asiático que ponían en cuestión los supuestos límites de la acumulación periférica53. Por más que se matizaran y recalcaran las condiciones de excepcionalidad de aquellos procesos, inevitablemente ponían en cuestión una corriente dependentista que buscaba desacreditar al capitalismo como vía posible de desarrollo en la región.

En cualquier caso, el mayor acierto de los autores en este ámbito fue haber identificado que las burguesías nacionales eran más capitalistas que nacionales, es decir, que sus intereses como clase estaban por encima de cualquier eventual proyecto de desarrollo nacional de industrialización que no la favoreciera en términos de acumulación de capital, y al comprender que su destino estaba íntimamente ligado al capital transnacional, no tenía sentido abrigar esperanzas de una alianza de clases duradera que subvirtiera la dependencia ni avanzara hacia un desarrollo autosuficiente.

Conclusiones

El análisis del tratamiento que hicieron Dos Santos, Bambirra y Marini respecto a las clases dominantes en sus principales trabajos ofrece un buen reflejo de las virtudes y deficiencias de la TMD. Por un lado, su perspectiva aportó argumentos relevantes para cuestionar el rendimiento político de una alianza de la clase obrera con las burguesías nacionales, y mostró que la revolución burguesa, si cabía llamarla así, no era otra cosa que una ampliación de los márgenes de acumulación de la clase capitalista en el marco del

52 En este punto coincidía plenamente con Cardoso. Ver: Fernando Henrique Cardoso, "Las clases sociales y la crisis política en América Latina", Raúl Benítez, Clases sociales y crisis política en América Latina, Ciudad de México, Siglo XXI, 1977, 234.

53 Astarita, op. cit., 37.

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subdesarrollo, aunque estructuralmente limitados por el atraso en las técnicas de producción y por la imposibilidad de un ciclo de acumulación autosuficiente.

Por otro lado, los autores elaboraron una serie de argumentos con escaso apoyo empírico y que muchas veces se basaban en suposiciones cuestionables, como se aprecia en su incapacidad para demostrar cómo es que la superioridad económica de los capitales extranjeros se traducía en una ascendencia política, o incluso en una dominación de las economías desarrolladas sobre las dependientes. En esta dimensión, se aprecia notoriamente una confusa identidad entre capitales extranjeros y los países de los que provienen, que ha sido criticada antes por otros autores.

Más allá de esto, el análisis propuesto refleja los problemas que acarrea la distinción maniquea de las clases capitalistas nacionales y extranjeras, tanto más cuando las tendencias del capitalismo apuntaban precisamente en la dirección opuesta, de concentrar y centralizar capitales superando las barreras de sus países de origen. Pero esto también denota una insuficiencia basal en la TMD que se puede extender al resto de enfoques de la dependencia como programa de investigación: su incapacidad para extraer todas las consecuencias de abordar el sistema capitalista como una unidad mundial, cuyas formas nacionales se establecen como mediaciones en las cadenas globales de acumulación, y en ningún caso como formaciones capaces de desarrollar por sí mismas todas las potencias del capital observadas en los primeros países industrializados54.

En este sentido, el problema de la TMD era que, por mucho que afirmara comprender la inserción de la región en un mercado capitalista eminentemente mundial, presentaba la dependencia como un atraso capitalista respecto a las potencias centrales, y no como un problema de la especificidad de América Latina en el marco de la división internacional del trabajo, cuya evolución desde la década de 1970 ha complejizado aún más las perspectivas de industrialización del subcontinente con la creciente fragmentación y relocalización de los procesos productivos en los que el capital busca las mejores combinaciones de costo relativo a escala mundial55.

Desde una perspectiva epistemológica, por lo tanto, la mirada que muestran los autores analizados respecto a las burguesías nacionales expresa sus dificultades para superar el eurocentrismo sin caer en un nuevo particularismo, esta vez de corte latinoamericano, en lugar de abrazar el universalismo que propuso Marx al señalar al capitalismo como un sistema expansivo necesariamente global en su contenido y nacional solo en su forma56.

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54 Fernando Dachevsky, "El capital y la nación desde la crítica de la economía política", Izquierdas 50, 2021, 1-26.

55 Guido Starosta, "Revisiting the New International Division of Labour Thesis", Greig Charnock y Guido Starosta, The New International Division of Labour, Londres, Palgrave Macmillan, 2016, 79-103.

56 Dachevsky, Idem.

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